Jacobo Langsner Locos de Contento Versión Completa
Jacobo Langsner Locos de Contento Versión Completa
Jacobo Langsner Locos de Contento Versión Completa
De Contento
de
Jacobo
Langsner
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SOLICITARSE AUTORIZACIÓN A ARGENTORES, BUENOS AIRES, ARGENTINA.
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1
Locos de contento
Jacobo Langsner
Dormitorio matrimonial de típico gusto medio burgués, decorado por un profesional de medio pelo.
Ventana que da a un jardín que no vemos, ya que estamos en un tercer piso y a la izquierda del
espectador, en suite, un baño con pared y puerta transparente. El cuarto está a media luz y Román, a
medio vestir, (bata y calzoncillos) tirado sobre la cama, mira una película porno en su video casetera.
Se oyen gemidos escandalosos y…
2
CLAUDIA: Por hoy digo. ¿Leíste ese libro qué te prestó Rodrigo, de “La sonrisa vertical"?
ROMAN: ¡Sí, es fabuloso! ¡De un morbo!
CLAUDIA: ¿Y?
ROMAN: ¡Y hurra! La esponja maldita de mi aparato no se llena de sangre. Y si no se llena de
sangre es como si estuviera paralítico de la cintura para abajo.
CLAUDIA: ¿Sabés qué? Estuve pensando. Lo que vos tenés es sólo estrés.
ROMAN: ¡Sólo! No le quites importancia. Tengo un estrés de aquí a la Conchinchina y de la
Conchinchina al fin del mundo. Ida y vuelta. ¿Qué estás descubriendo? Vivo estresado. No
duermo hace siglos. Tengo un dolor de cabeza que no me abandona desde el año pasado cuando
llegó el primer cimbronazo económico.
CLAUDIA: ¿Qué primer cimbronazo? Vivimos de cimbronazo en cimbronazo. Y para vos
siempre es el primero.
ROMÁN: Es que cada vez parecen peores.
CLAUDIA: Tesoro, estamos compartiendo la crisis con treinta millones de compatriotas.
ROMÁN: ¿Y qué me decís con eso? Seremos treinta millones de infartados dentro de cinco
minutos si alguien no hace algo.
CLAUDIA: ¡Ay, Dios! Oleme el pelo.
ROMAN: ¿Qué pasa?
CLAUDIA: Olelo. (El le huele el pelo). ¿A qué huele?
ROMAN: A frito.
CLAUDIA: Yo me mato.
ROMAN: ¿Y por qué te pusiste a freír ahora?
CLAUDIA: ¿Y cuándo querías que lo hiciera? Cuando lleguen los invitados yo quiero estar
sentada como una señora.
ROMAN: Echate perfume.
CLAUDIA: ¿Para oler a perfume frito?
ROMAN: Lavate el pelo: tenés tiempo.
CLAUDIA: ¿Y para qué fui a la peluquería? ¿No te das cuenta de qué estoy peinada?
ROMAN: ¿Claudia, está en mí solucionar el asunto? Decí que querés que haga y yo lo hago.
CLAUDIA: Bueno, no te pongas nervioso. Tenemos que tranquilizarnos y sobre todo, Román,
no dejes traslucir que estamos en crisis, ¡eh! Todo va a estar bien. Estamos… económicamente
bien, sentimentalmente tranquilos, anímicamente…normales. Tampoco exageres ¡eh! Tenemos
que dar una imagen realista pero… feliz al mismo tiempo.
ROMAN: ¿Qué significa una imagen realista? Si tengo que dar una imagen realista me pongo
mis mejores harapos.
CLAUDIA: Quise decir… que este país no es el Edén. Las cosas no le van bien a nadie.
ROMAN: Salvo a nosotros y a la oligarquía.
CLAUDIA: No digo que “bien”. Relativamente bien. Tenemos que dar la imagen de que de
alguna manera somos privilegiados. La gente odia hablar con desesperados. Y menos aún
ofrecerles puestos de responsabilidad.
ROMAN: No te hagas demasiadas ilusiones.
CLAUDIA: ¿Ni siquiera eso puedo? ¿Entonces, por qué no cerramos bien toda la casa y
abrimos la llave del gas?
ROMAN: Dije “demasiadas”. Yo no seguí una carrera diplomática.
CLAUDIA: ¿Y qué tiene qué ver? Es un nombramiento político.
ROMAN: Hay que tener grandes influencias para que eso suceda.
CLAUDIA: ¿Y qué? ¿No las tenemos? La prueba está en que va a venir a comer a esta casa un
Senador de la nación.
ROMAN: No por nosotros. Ese es un dato a tener en cuenta. Viene porque lo trae Manucho.
3
CLAUDIA: Querido, hacé un poco de meditación trascendental, te lo ruego. Tenemos que llenar
la casa…¿eh?… de ondas…positivas. Ay, que olor a fritanga que tengo en el pelo.
ROMAN: Sacá la cabeza por la ventana. El aire fresco te va a hacer bien.
CLAUDIA: Pero no el aire húmedo. Tenemos noventa y nueve por ciento de humedad (Pero
abre la ventana). Lo importante es causarle buena impresión.
ROMAN: ¡Cómo! Tengo unas ojeras que me llegan hasta el suelo.
CLAUDIA: ¿No dormiste anoche?
ROMAN: ¿Cuándo duermo, Claudia? Sabés que me levanto a orinar cada diez minutos. ¡Qué
digo orinar! Tres gotitas apenas.
CLAUDIA: Tenés una mirada… como diría…angustiada.
ROMAN: ¿Sabés por qué? Porque estoy angustiado. Tengo pánico.
CLAUDIA: Hacé meditación. Vos no hacés, ¡eh! Decís que hacés, pero no hacés. Y tampoco
hacés el menor esfuerzo para relajarte. Relajate. Te enseñé como se hace. (Ella se va a la cama y
se recuesta). Mirá. Se cierra los ojos y se visualiza tres veces primero el número tres.
ROMAN: Yo no puedo. Lo intenté mil veces. No puedo.
CLAUDIA: ¡Cómo no vas a poder! Vení. Lo hacemos juntos. (El va a recostarse de mal
humor). Así no. Vení con buenas ondas. Ahora…cerrá los ojos y visualizá el número tres.
(Pausa). ¿Lo hiciste?
ROMAN: ¡Esperá un poquito! ¿Te crees que es fácil?
CLAUDIA: A mí se me aparece enseguida. (Pausa larga).
ROMAN: No lo logro. No logro visualizar nada.
CLAUDIA: Román…hay tres estadios del subconsciente y tenemos que llegar al más profundo.
(Pausa. Hacen un nuevo intento). ¿Y?
ROMAN: Si me apurás no voy a poder.
CLAUDIA: No voy a apurarte. Tranquilizate.
ROMAN: Veo rayas.
CLAUDIA: Dibujá tres veces el tres con las rayas.
ROMAN: (Levantándose). No puedo. Voy a tomar una aspirina y a bañarme.
CLAUDIA: Lo importante es que el Senador nos vea mundanos. Eso no nos va a costar nada.
Somos simpáticos: lo sé.
ROMAN: Fuimos. Fuimos adorables. Lo fuimos. Recuerdo que la gente decía al vernos pasar…
“¡Qué linda parejita!”. “Que adorable parejita”. Ahora dicen: “¡Pobre parejita, qué angustiados
que están!”.
CLAUDIA: Nadie dice eso porque simplemente nadie se fija en nadie. Tenés que hacer un
esfuerzo supremo, Román. Tenemos que actuar con gracia, con brillo…
ROMAN: Un agregado cultural necesita preparación.
CLAUDIA: Un agregado cultural no necesita más que manija. ¿En qué país te crees que
estamos? Un agregado cultural necesita buen gusto y asesoramiento. Y buen gusto tenemos:
basta con mirar la decoración de esta casa. ¿Qué? ¿No tenemos buen gusto?
ROMAN: ¡Yo qué sé! Taquicardia tengo y una gran desesperación.
CLAUDIA: Entonces no me enloquezcas más y cortate las venas o desaparecé. Yo no tengo
ganas de cargar con la desesperación de nadie.
ROMAN: Me expresé mal. No es desesperación. Es sólo… desesperanza.
CLAUDIA: ¿Y qué diferencia hay?
ROMAN: Mucha. Un tipo desesperado es un tipo desesperado. Y la desesperanza es… no tener
esperanza. Pero yo quiero tener esperanza. ¡De veras! Quiero pensar que algo va a cambiar…
que algo tiene que suceder…
CLAUDIA: Román, acostate y tratá de relajarte.
ROMAN: ¿Por qué insistís?
4
CLAUDIA: Porque nos gastamos una fortuna en esta comida y no tengo ganas de que haya sido
al pedo. (El se acuesta). Ahora…
ROMAN: Ya sé. Tengo que visualizar el tres.
CLAUDIA: Tres veces.
ROMAN: Aparecieron las rayas. No se doblegan.
CLAUDIA: Sin nervios y sin tensiones. Tranquilo. El tres. El tres. Tres veces el tres.
ROMAN: Veo algo parecido.
CLAUDIA: No hables. Basta con que se parezca al tres. Ahora tratá con el dos. (Suavemente).
Tres veces el dos… Y ahora al estadio más profundo. El uno. Otra vez el uno y por último, otro
uno. Eso es. Ahora…tratá de visualizar tu cabeza. Por dentro y por fuera. Tu cabeza. Tus orejas,
tus ojos… tu nariz, tu boca…Eso es.
ROMAN: (Impaciente). No puedo.
CLAUDIA: Entonces tomate un Valium y dejame hacer el trabajo a mí. Yo quiero radicarme en
París, Roma, Madrid o donde sea, durante unos años, hasta que esto pase.
ROMAN: ¡Pero es una locura, Claudia! A Manucho se le ocurrió lo de la embajada sólo, para
adularnos. Estoy seguro de que sólo quiso despertarnos alguna esperanza. Y vos te lo tomaste al
pié de la letra.
CLAUDIA: Román… si no podés ser positivo te prefiero neutro. ¿Entendés? Negativo no te
quiero. No pienses más. Ni en lo bueno, ni en lo malo. Simplemente… dejá de pensar. Dejá que
piense yo por los dos. Ponete en mis manos.
ROMAN: Me voy a bañar.
CLAUDIA: Y yo voy a ver si me quito este olor con el aire húmedo que tenemos. (El va al
baño y ella a la ventana. El se desnuda y va a orinar. Ella mira hacia abajo). Luisito… ¿Qué
hacés ahí? ¡Luisito! ¿Qué hacés? ¿Quién te dio ese globito? Te dije que no levantaras cosas del
suelo. Luisito sacate eso de la boca y dejalo donde lo encontraste.
ROMAN: (Volviendo del baño). ¿Qué pasa?
CLAUDIA: Luisito encontró un globo y lo está inflando.
ROMAN: Es bueno para los pulmones.
CLAUDIA: Quiero saber quien le metió ese globo en la boca.
ROMAN: (Se acerca a la ventana). Hijo…tirá eso. (Ella sale). Mamita está nerviosa: tiralo. Y
papito también está nervioso. Decime… ¿estoy hablando yo o pasa un tren? Luisito, las cosas
que están en el suelo son caca. Caca. ¿Entendés? Y la caca no se mete en la boca. La caca tiene
gérmenes. Bichitos chiquitos que se meten en la sangre y que pueden llegar a ser muy peligrosos.
Claudia, no le pegues. Tratá de razonar con él. Luisito, dale ese globo a mamá. ¿Me oís Luisito?
La puta que te parió. ¿Nunca vas a hacer caso? Es por tu bien, ¡hijo de puta! ¡En la cabeza no,
Claudia! Yo también le pego en la cabeza y después me arrepiento. Va a quedar idiota ese chico.
¿Luisito? Luisito, mirá para arriba. Papá te habla. Obligalo a mirar para arriba. ¿Qué? No te oigo.
¿Qué decís? (Pausa). ¿No es un globo? ¿Qué? ¿Es un preservativo? ¿Eso dijiste? ¿Un
preservativo? ¿Usado? ¡Hijos de puta! ¿Quién coge y tira los condones por ahí? ¿Pero qué país
es éste? ¿Estaba usado hasta qué punto? Ay Dios mío, que nos dé SIDA a todos, así
desaparecemos de éste mundo en unos años. Sólo te pido eso Dios. Sólo te pido un SIDA rápido
que nos borre de la faz de la tierra. (Entra Claudia con el preservativo en la mano).
CLAUDIA: ¿Te das cuenta? Un forro.
ROMAN: ¿Y lo decís así?
CLAUDIA: ¿Y cómo querés que lo diga? (Se lo muestra). Mirá
ROMAN: ¿Y para qué lo traés aquí?
CLAUDIA: Para que lo veas.
ROMAN: Sé como son los condones. Los he usado.
CLAUDIA: ¿Qué hacemos?
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ROMAN: ¿Con el condón?
CLAUDIA: Con Luisito. Se lo metió en la boca y antes vos sabés donde estuvo.
ROMAN: ¡Yo qué sé dónde estuvo! ¿Antes del suelo decís? ¡Dios mío! ¿Quién coge en este
edificio?
CLAUDIA: Supongo que todo el mundo. Salvo nosotros.
ROMAN: Los forros no los usan más que los solteros. Alguna sirvienta.
CLAUDIA: La del segundo. No hace otra cosa. Se pasa cambiando de novio. Por suerte tenía un
nudo en la punta.
ROMAN: ¿Qué significa “por suerte”?
CLAUDIA: Que la leche no pudo salir
ROMAN: ¿La leche? (Entendiendo). ¡Ah! ¿Y por qué te tranquiliza eso?
CLAUDIA: No me tranquiliza: sólo trato de encontrar una esperanza. Hay que averiguar quien
estuvo cogiendo en el edificio.
ROMAN: ¿No decís qué la del segundo?
CLAUDIA: (Siempre con el preservativo en la mano). Voy a hablar con ella. Va a ver esa putita
insaciable el quilombo que le armo. (Y sale).
ROMAN: Tengo que tranquilizarme. (Se acuesta). A ver si logro visualizar el tres. Con esta
taquicardia no logro tranquilizarme. Calma corazón, calma. Estoy en medio de un lago. Veo
árboles frondosos y…. En realidad quisiera estar en un lago y ver árboles frondosos, pero sólo
veo rayas. ¿Qué significan esas rayas? ¿Rejas significan, por qué esta vida es una cárcel? ¿Por
qué no puedo visualizar el tres? ¿Por qué? Otros pueden. A lo mejor mienten. A lo mejor
tampoco pueden y dicen que lo logran. (Se incorpora). Yo debería internarme en un sanatorio y
hacer una larga cura de sueño. Una cura que dure…el resto de mi vida. Ya no me quedan
placeres. A los treinta y ocho años ya no tengo ganas de nada. ¡Cómo puede ser! ¿Qué me pasó?
Y ahora el SIDA sobrevolando mi casa. ¡El tres! ¡Dios mío, apareció el tres! ¡Dios mío! ¡Me
sentía tan acomplejado! ¡No podía lograrlo! Pero lo acabo de ver clarito, clarito. (Se recuesta).
Ahora tengo que visualizarlo dos veces más. (Pausa breve). Aparecé, hijo de puta. Si apareciste
una vez, podés aparecer otras dos. Ahí. Ahí está. Desdibujado, pero aparece. Ahora sólo queda
visualizar el dos y el uno., pero yo me los voy a saltear. Visualizaré mi cráneo. ¿Dónde tengo la
cabeza? ¿Dónde? ¿Por qué no aparecés cabeza de mierda si sé que seguís ahí arriba de mis
hombros? La cabeza. Por fuera…pelo. Por dentro…mierda. Pensá entonces en los hombros, en
los brazos, en las manos. Primero el brazo izquierdo…Hay que recorrerlo. Concentrate Román.
Concentrate. Hay gente que lo logra.
CLAUDIA: (Reapareciendo). Dice que es un globo.
ROMAN: No me interrumpas. Me estaba concentrando. Lo estaba logrando.
CLAUDIA: Esto es importante. Esto parece que es un globo de agua. (El se incorpora a
medias). ¿No te tranquiliza?
ROMAN: ¿Y por qué un nudo en la punta?
CLAUDIA: Para que no se escape el agua.
ROMAN: ¿Y por qué se desinfló?
CLAUDIA: Porque los pinchan con alfileres.
ROMAN: ¿Y cuál es la gracia?
CLAUDIA: ¡Román! Son juegos de niños. Había docenas de globos pinchados en el jardín.
ROMAN: ¿Y podés jurar con una mano en el corazón de que no son forros usados?
CLAUDIA: ¿Vos preferís pensar que son forros? Pensalo. Yo prefiero pensar que no. ¿Vos
preferís pensar que Luisito pudo contagiarse el SIDA? Pensalo y a mí dejame en paz.
(Acercándose). Oleme. ¿Sigue el olor?
ROMAN: Menos. Pero a lo mejor yo no sé lo que te digo. Tengo las narinas impregnadas de
fritura.
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CLAUDIA: ¿Huele la casa?
ROMAN: Mis narinas están impregnadas. Pero puede ser que sólo el olor esté en mis narinas.
¿Si yo estoy enfermo por qué iban a estar mis narinas sanas? (Trata de calmarse). Logré
visualizar el tres. Pero no logro visualizar mi cabeza. Voy a tomarme la presión.
CLAUDIA: ¿Con ese aparato japonés? Sabés que esos aparatos eléctricos marcan más de lo
normal.
ROMAN: Para tener una idea. (Saca un tensiómetro del placard y se toma la presión. Ella va al
baño). Nunca me acuerdo como se hace. ¡Ah! (Descubriendo como). “On”. (Aprieta un botón).
Funciona. (La faja elástica comienza a inflarse demasiado). ¡Pará loco! Me vas a estrangular el
brazo. (Pausa). ¿Qué es eso? Da la fecha del descubrimiento de América más las últimas
facturas de teléfono, gas y luz juntas. ¿Qué es esa millonada de números? (Ella viene del baño
poniéndose crema en la cara).
CLAUDIA: Te dije que eso es una mierda. Sólo sirve para ponerte más nervioso. ¿No ves cómo
te ponés? (El se saca la faja del brazo y arroja el aparato lejos). Le dije de todo a la sirvienta
puta. ¡Pobrecita! ¡Me dio una lástima! No entendía nada. Me arrepentí. La pobre no tiene otra
cosa en la vida más que el sexo. ¿Sabés cuánto le paga la vieja del séptimo?
ROMAN: ¿No trabaja en el segundo?
CLAUDIA: Pero además hace la limpieza para la del séptimo porque la del segundo la explota y
encima le da de comer con cuentagotas ¿Sabés que pone candado en la heladera y el teléfono?
¿Cómo se puede hacer eso? ¡Lo qué debe sufrir la pobrecita! Por eso le da tanto a la matraca.
ROMAN: ¡Qué manera de expresarse es esa! ¡Darle a la matraca!
CLAUDIA: Mirá no te hagas el fino conmigo. Hacete el fino delante de la visita: no conmigo.
ROMAN: Vení, Acostate a mi lado.
CLAUDIA: (Enternecida, pero sin moverse). Tesoro.
ROMAN: Necesito sentirte a mi lado. (Ella se le acerca). Suerte que nos tenemos el uno al otro.
CLAUDIA: Y a Luisito. En realidad somos privilegiados.
ROMAN: ¿Qué querés decir?
CLAUDIA: ¿Qué? ¿No somos privilegiados? ¿Cuántos matrimonios se quieren como nos
queremos nosotros? Hablo de la Argentina de hoy. ¿Cuántos se quieren así, tan profundamente?
ROMAN: Vení, recostate.
CLAUDIA: Me puse crema en la cara.
ROMAN: No importa. (Ella se sienta a su lado y le acaricia el pecho). Recostate.
CLAUDIA: No quiero despeinarme. (Lo besa con cuidado en la boca). ¿Sabés cuánto me cobró
el peluquero?
ROMAN: Prefiero no enterarme.
CLAUDIA: Y eso que sólo me lavó y peinó.
ROMAN: ¿Por qué? ¿Te hace otras cosas en otras ocasiones?
CLAUDIA: Claritos y tratamiento hormonal y esas cosas. Pero hoy sólo me lavó y peinó. Y me
sacó hasta la piel.
ROMAN: Recostate. Quiero sentirte cerca de mi corazón.
CLAUDIA: ¿Pensás qué no tengo ganas? Me muero de ganas de que me aprietes fuerte contra
tu pecho y de que me acaricies.
ROMAN: ¿Entonces? Probemos. A lo mejor lo logro ahora.
CLAUDIA: ¿Justo ahora?
ROMAN: ¿Por qué no?
CLAUDIA: Porque tengo miedo que me despeines.
ROMAN: No te tocaré el pelo; te lo prometo.
CLAUDIA: Pero… ¿sentís ganas de verdad o es sólo que querés intentar?
ROMAN: ¿Qué diferencia hay?
7
CLAUDIA: Hay diferencia. Porque si estás caliente de veras, aprovechamos y lo hacemos. Pero
si sólo estás tratando de probar… Sabés que cuando prometés y no cumplís yo quedo frustrada y
puedo parecer la mujer más histérica del mundo.
ROMAN: ¿Querés que te firme un compromiso? No puedo asegurarte nada. Es sólo que tengo
el corazón hambriento de ternura. Estoy mendigando tu calor, Claudia. Te estoy pidiendo auxilio
desde lo más profundo de mi ser.
CLAUDIA: ¿Pero no es lo mismo que me mires y me tomes de una mano o que me beses
delicadamente, sin necesidad de revolcarme en la cama cinco minutos antes de que lleguen las
visitas?
ROMAN: No pensaba revolcarte en la cama y no faltan cinco minutos. Falta una hora larga para
que lleguen. Pero ahora, podés sacarte un molde en yeso de ese peinado de mierda.
CLAUDIA: No te pongas desagradable.
ROMAN: ¿Yo me pongo desagradable?. Yo soy tierno. Estoy inundado de ternura. Pienso en la
suerte que tengo de haber conseguido una compañera como vos y mi cuerpo le pide una
respuesta al tuyo y vos no pensás más que en tu pelo. ¿Sabés que la gente se muere por falta de
amor, Claudia?
CLAUDIA: Está bien. ¿Querés despeinarme? Despeiname, Adelante. Mi cabeza es tuya.
ROMAN: Ahora dásela a tu peluquero; a mí me quitaste las ganas.
CLAUDIA: Está bien. Despeiname.
ROMAN: No pienso tocarte. Voy a bañarme. Y ojalá me ahogue. (Va al baño).
CLAUDIA: (Se acerca a la ventana y mira hacia abajo). Luisito, entrá. Porque sí. Porque lo
digo yo. Entrás y basta.
ROMAN: (Reapareciendo). No hay agua. (Ella lo mira).
CLAUDIA: ¿Cómo para ahogarte, querés decir?
ROMAN: Cortaron el agua.
CLAUDIA: ¿Lo decís por decir o sólo querés levantarme el espíritu?
ROMAN: Sólo quiero levantarte el espíritu. (Ella va al baño). ¿Necesitás comprobarlo por vos
misma? ¿Qué? ¿Ya estoy tan gagá que no se abrir una canilla?
CLAUDIA: (Regresando). ¿Pero será posible? ¿De noche cortan el agua?
ROMAN: (Acercándose a la ventana). ¿Qué pasa con el agua? ¿Raúl? Aquí. Le hablo del
tercero B. ¿Qué pasa con el agua? ¡Ay Dios! (A Claudia). Se rompió un caño en la calle. (Vuelve
a dirigirse al portero). ¿Y qué va a pasar? (A Claudia). Si queremos agua, tendremos que ir a
buscarla abajo.
CLAUDIA: Vestite y andá.
ROMAN: ¿Para qué?
CLAUDIA: En primer lugar porque ya me mostraste bastante tus encantos en el día de hoy. Y
en segundo lugar porque tenés que bañarte. Andá. Apurate. (El la mira). Te calentaré la olla más
grande. La del puchero.
ROMAN: ¿Y después qué? ¿Me meto adentro?
CLAUDIA: No te hagas el idiota. Te lavás con un jarrito. Te enjabonás y te enjuagás con un
jarrito o con la pava.
ROMAN: (Sollozando). Yo no doy más. Yo me pego un tiro y termino con todo.
CLAUDIA: ¿Por falta de agua?
ROMAN: Por falta de agua, de plata, de amor y de ganas de vivir. No tengo ganas de vivir. Se
me fueron las ganas.
CLAUDIA: Así de repente.
ROMAN: De repente no. La falta de agua es sólo la gotita que rebalsó el vaso.
CLAUDIA: ¡Pero, por Dios! ¿No exageres más, querés?
ROMAN: Yo estoy al borde del infarto hace mucho tiempo.
8
CLAUDIA: ¿Cómo sabés?
ROMAN: Me duele el pecho hace más de un año.
CLAUDIA: Eso es sólo angustia.
ROMAN: Ese “sólo” me saca de mis casillas. Por ese “sólo” algún día de estos te voy a clavar
el cuchillo más grande de la cocina. Para vos todo es “sólo”. “Sólo estrés”, “sólo angustia”, “sólo
desesperación”.
CLAUDIA: No le estoy quitando importancia a la angustia. Digo que no es un infarto.
ROMAN: Es pre-infarto. ¡Pre! Pero está ahí como una señal de alerta. Como una luz roja que
significa: “Ojo, no cruces ahora”. Es una señal que se puede convertir en infarto total apenas la
computadora de mi cerebro le envíe señales negras a mi corazón.
CLAUDIA: Por eso mismo tenemos que irnos. ¿Por qué te crees que hablé con Manucho?
Tenemos que salir de aquí antes de que sea demasiado tarde.
ROMAN: Yo no creo que consigamos nada.
CLAUDIA: ¡Basta de ondas negativas, por Dios! ¡Basta!
ROMAN: Yo no tengo ondas negativas ni ondas positivas. Simplemente no tengo ondas. Sólo
soy realista.
CLAUDIA: Andá a llenar dos ollas de agua y después seguimos filosofando.
ROMAN: Yo no me baño, ni me visto, ni voy a atender al senador ese de mierda que ni siquiera
es de mi partido, ni voy a hacer nada. (Se tira sobre la cama).
CLAUDIA: Está bien: voy yo. (Sale. Román vuelve a poner, después de una pausa, la película
porno y vuelven a oírse los gemidos).
MUJER: (Con grandes gemidos). ¡Más fuerte! Métemela toda, hasta los cojones.
HOMBRE: (Con gemidos). ¡Te gusta, eh! Te gusta que te llene el conejito.
MUJER: ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! Ay, me vuelvo loca por tu polla.
ROMAN: ¿Cómo haces? ¿Cómo hacés para estar al palo? Ya sé cómo hacés. Te pagan bien y ya
está. La plata lo es todo en la vida.
CLAUDIA: (En off). ¡Román! ¡Román!
ROMAN: (Acercándose a la ventana). ¿Qué?
CLAUDIA: (En off). Estás molestando a los vecinos. (El se encoge de hombros y baja el
sonido. Sigue mirando).
ROMAN: ¡La puta que te parió! ¡Mirá ese tamaño! Y tiene mi edad. No tiene un sólo día menos
ese hijo de puta. Vida de mierda.
CLAUDIA: (Entrando). ¿Te volviste loco? La ventana está abierta y vos con el volumen a todo
lo que da. Yo ya no puedo decirles a los que me preguntan que se trata de una película de guerra
en la que muere casi todo el mundo. (Ella apaga). El agua sale sucia. (El la mira). El agua de
abajo sale sucia. Será mejor que empapes un algodón en colonia y te higienices de a poco. (El la
mira sin moverse). ¿Qué mirás? No fui yo la que rompió el caño. No pongas cara de mártir. Por
favor, mi amor, no magnifiques las cosas. Pensá en que somos una familia privilegiada. Vivimos
en un buen departamento…
ROMAN: Sin agua.
CLAUDIA: …en un buen barrio…
ROMAN: La semana pasada violaron en el ascensor a la gorda del sexto y ayer asaltaron al
rengo de la planta baja.
CLAUDIA: Eso es anecdótico.
ROMAN: ¡Anecdótico! Asaltaron y violaron.
CLAUDIA: No digo que no. Sólo digo que es un buen barrio.
ROMAN: Era un buen barrio hasta ayer. Hoy ya no es un buen barrio.
CLAUDIA: De todos modos somos privilegiados. Tenemos las calles asfaltadas.
ROMAN: ¿De veras? ¿Y la tierra que se ve delante de la casa, qué es?
9
CLAUDIA: Sabés muy bien que un día de estos volverán los de SEGBA y lo arreglarán.
ROMAN: Hace más de un año que estamos esperando por ese milagro. Arreglaron la luz y
dejaron la vereda levantada y jamás volvieron. ¡Yo no pido que todo ande bien, pero algo! ¡Dios
mío! Sólo pido que ande bien algo. Y hasta pueden elegir. ¿Teléfono? Que sea el teléfono. ¿Luz?
Que sea la luz. ¿Agua? ¿Barrido y limpieza? ¡Algo! ¡Algo! Un semáforo por lo menos.
CLAUDIA: Si no te calmás un poco, algo te va a pasar a vos. Vas a ser un hipertenso.
ROMAN: Soy un hipertenso.
CLAUDIA: No, todavía no. Pero si seguís así… ¿Querés que traiga la colonia y el paquete de
algodón? Yo te lavo. Empiezo desde los pies, dedito por dedito y subo por la pantorrilla y luego
por los muslos… hasta el mismísimo pirulin.
ROMAN: No. Porque arde. Además esa colonia tiene olor a pis. A vos te metieron la mula; es
un producto adulterado; te lo dije.
CLAUDIA: Cuando a vos se te mete algo en la cabeza…¿Querés qué te lave con agua mineral?
(Pausa). Contestá.
ROMAN: Calentala primero (Ella sale). No la dejes hervir. Entibiala apenas. Dios mío, me
estoy transformando en un cascarrabias. Tengo que prestar atención. (Se toca la cara). ¡La
barba! (Acercándose a la puerta). Calentá una botella de dos litros. Y no regreses con la noticia
de que no hay porque soy capaz de arrojarme por la ventana.
CLAUDIA: (Desde adentro). Hoy compré tres.
ROMAN: (Para sí). Entonces, si, somos una familia privilegiada. Hay agua mineral y hay gas,
supongo, todavía, como para calentar un poco de agua. ¡Qué vergüenza! ¡Qué vergüenza! El
senador querrá mear o algo peor aún y no podrá vaciar la cisterna. ¡Qué bochorno!
CLAUDIA: (Desde adentro). ¿Querés decirle a Luisito que entre de una vez?
ROMAN: ¿Por qué yo?
CLAUDIA: (Desde adentro). Porque a mí no me hace caso.
ROMAN: Pero, ¿por qué tengo que ser yo el malo de la película? Ese chico me va a odiar.
Todo el día gritándole y dándole ordenes. (Se acerca a la ventana). Luisito. Luisito, es papá.
Luisito, te estoy hablando. Papá te está hablando, Luisito. (Fuera de sí) ¡Luisito! (Trata de
controlarse). ¿No me oías? Dice mamá que entres. Ya son más de las ocho. Dentro de un ratito,
no. Ahora. Luisito, papá está muy nervioso y puede sufrir un infarto en cualquier momento
¿Querés quedarte sin papá? Si seguís discutiendo te vas a quedar sin papá. Y si te quedás sin
papá vas a tener que salir a pedir limosna o a vender rositas por los bares a las dos de la mañana
como tantos otros chicos. ¿Eso es lo que estas buscando?
CLAUDIA: (Entrando). ¿Con quién hablas? Puse a calentar dos litros de agua mineral.
ROMAN: No dejes que hierva. Sólo quiero que esté tibia. ¡Tengo una taquicardia! Tocá. Mira.
(Ella le toca el pecho).
CLAUDIA: Te traigo un calmante.
ROMAN: Después quedo idiota. Me empiezan bajar las resistencias y lo único que hago es
bostezar.
CLAUDIA: Entonces no. Tenemos que estar brillantes esta noche.
ROMAN: ¿De qué vamos a hablar?
CLAUDIA: De cualquier cosa. ¿Qué? ¿Te estás acomplejando ahora? Hablaremos de lo que
salga. De los problemas en el golfo Pérsico. Eso es. De los problemas del Golfo Pérsico. No te
pongas en contra de la política exterior del gobierno, Román, te lo ruego.
ROMAN: Es peligroso hablar de política. Vos sabes cómo pienso.
CLAUDIA: Lo único que sé es que me casé con un hombre inteligente y civilizado. Hablaremos
de la situación económica.
ROMAN: Si hablamos de eso terminare punteando; me conozco.
CLAUDIA: Entonces hablaremos del último libro que leímos. (Él la mira)
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ROMAN: El último libro lo leí en mil novecientos ochenta y cuatro.
CLAUDIA: No exageres. Estas exagerando. Leíste “El general en el laberinto” o “Los laberintos
del general”. La obra de García Márquez.
ROMAN: ¿Cuándo leí eso?
CLAUDIA: EI año pasado. La que habla de Bolivar.
ROMAN: Leí veinte páginas y me pudrió. Lo dejé.
CLAUDIA: Podes decir que no te gusto. Tenés derecho a dejar de leer algo que no te gusta.
Román, vas pensar que un agregado cultural debe ser una rata de biblioteca.
ROMAN: ¿Y no es así?
CLAUDIA: No. Un agregado cultural sólo debe tener don de gentes. No hacen nada. Nunca
hicieron nada. A veces ofrecen una copa a fulana o a mengana o a sultano o perengano. Y eso es
todo.
ROMAN: Si eso fuera todo, no tendría ninguna posibilidad de que me lo dieran.
CLAUDIA: ¿Por qué sos tan pesimista?
ROMAN: ¿Pensás que el Senador no tiene ningún familiar desesperado por el puesto?
CLAUDIA: Querido, dije “agregado cultural” como pude haber dicho cualquier otra cosa.
ROMAN: ¿Por ejemplo? Cónsul o embajador.
CLAUDIA: Los consulados y las embajadas tienen empleados.
ROMAN: Capacitados.
CLAUDIA: ¿Y qué? ¿No te podés capacitar? ¿Pero qué ciencia es trabajar para un consulado?
No tenés que inventar nada. Todo te lo dan por escrito. Si es para renovar el pasaporte...
ROMAN: Claudia...no especulemos más y andá a buscar el agua. (Ella sale). La única manera
de salir de este país será colgándome del techo. No confío en nadie. ¿Por qué iba a confiar en
mí? Soy demasiado decente para lidiar entre tanto corrupto. Eso es lo que pasa. Soy demasiado
decente. (Suspira). Demasiado decente. (Casi mecánicamente toma una revista de encima de la
mesa de luz de Claudia y la ojea). “Goce con cada milímetro de su piel”. “El placer de penetrar
al marido”. “Cualquier parte puede ser su zona erógena”. (Claudia entra con una olla). ¿Por qué
comprás estas porquerías?
CLAUDIA: ¿La leíste? No opines. Vamos al baño.
ROMAN: “El placer de penetrar al marido”. ¿Con qué?
CLAUDIA: Vamos al baño.
ROMAN: ¿Por qué gastás plata en estas porquerías? (Mirando el precio) ¿Esto cuesta esta
revista pajera?
CLAUDIA: Es una revista esclarecedora para que sepas.
ROMAN: Perfecto. Hablaremos de esto con el Senador. ¿Qué te parece?
CLAUDIA: Me parecería divertido, apropiado y adulto. Trata temas adultos.
ROMAN: ¿Cómo cogerse al marido? ¿Con qué? ¿Con uno de esos aparato a pilas?
CLAUDIA: Con el dedo gordo. (Ella va al baño).
ROMAN: (El lee la nota). Es verdad. “Comience por acariciarle los glúteos sin temor a
parecerle poco femenino. Lubríquele el ano sin que él lo note, con alguna crema o vaselina para
hacerle el mismo servicio que recibiera Marlon Brando en “El Último tango en París”.
CLAUDIA: ¿Venís o no? No tengo todo el día...
ROMAN: Dejá esa olla y vení para acá. (Ella regresa). ¿Compraste vaselina o crema? (Ella lo
mira). Para poner en práctica esta degeneración.
CLAUDIA: No se a que te referís.
ROMAN: ¡Oh sí que sabés! Con el dedo gordo dijiste. (Acercándole el dedo mayor de su mano
derecha). ¿Este?
CLAUDIA: Oíme... yo no escribí ese artículo. Sólo compré la revista.
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ROMAN: ¿Así gastás la plata? ¿En estas revistas femeninas? ¿Y estas son revistas femeninas?
¡Dios mío! ¡Cómo serán las masculinas!
CLAUDIA: Yo te lo voy a decir. Las masculinas instruyen sobre cómo partirnos en dos aunque
el pirulin sea una desgracia.
ROMAN: Los hombres no somos tan vulgares. Con razón uno pierde la libido día a día. Ustedes
ya no son mujeres.
CLAUDIA: ¿Ah, no?
ROMAN: No. Ahora son... estibadores de alcoba. A mi llegás a tocarme el culo con malas
intenciones y te saco a patadas del cuarto.
CLAUDIA: Yo no te toco el culo, ni nada hace siglos. Como vos tampoco me tocás nada a mí.
ROMAN: Para no despeinarte. Por eso no te toco.
CLAUDIA: Estoy preocupada, Román. Fui a ver a un sexólogo que me recomendó Gloria.
ROMAN: ¿Le contaste a Gloria que no se me para? (Abismado). ¿Andás ventilando por ahí
nuestras intimidades?
CLAUDIA: ¡Román, no sé cómo ayudarte!
ROMAN: ¡A Gloria! Eso es como publicarlo en primera página en el diario de mayor
circulación.
CLAUDIA: Sólo le dije que tenías problemas de erección.
ROMAN: “Sólo”. Otra vez el sólo ese. ¡Sólo! Me cagaste con Gloria.
CLAUDIA: ¿Qué querés decir?
ROMAN: Me cagaste con el país. Sólo falta que la gente se entere que soy impotente.
CLAUDIA: ¿Y qué te importa?
ROMAN: Un impotente es alguien que... no puede. Alguien que no coge, que no procrea, que
no vive. (Agobiado se tira hacia atrás en la cama. Ella lo mira).
CLAUDIA: Se te enfría el agua. (Pausa). Querido... sólo estoy preocupada. No quise humillarte.
Pero no sé qué hacer. Compro revistas porque espero encontrar una respuesta. No es boba esta
revista, ¡eh! La autora conoce el tema y en profundidad. La próstata, por ejemplo... ¿Sabes dónde
esté ubicada? ¿Lo sabés? Está pegada al intestino grueso. Por eso los gay la pasan tan bien. Es
como si te masturbaran por dentro. “Una suave caricia Interior con el dedo mayor” –dice aquí-
“para estimular no sólo la fantasía del hombre, si no…”.
ROMAN: Callate. ¿Dejá de deprimirme, querés?
CLAUDIA: Tesoro. Vos sos mío de pies a cabeza, como yo soy tuya de pies a cabeza. No puede
haber ni existir nada prohibido entre un hombre y una mujer que se quieren.
ROMAN: A mí nadie me mete el dedo en el culo.
CLAUDIA: ¿Ni siquiera el gobierno?
ROMAN: A mí nadie me mete el dedo. Y no quiero hablar más del asunto.
CLAUDIA: Esta bien. No hablaremos más. No hay que magnificar tanto las cosas. Al fin y al
cabo todo el mundo tiene una crisis de vez en cuando. Lo tuyo es una crisis.
ROMAN: Ay, Claudia. Yo no doy más. No doy más.
CLAUDIA: ¿Te lavás solo o querés que te ayude? (Pausa). Si querés te echo varios jarritos de
agua, te enjabonás bien y después te enjuago. (Nueva pausa.) EI agua se enfría. Yo sólo quiero
ayudarte, mi amor. Te veo... ¡tan desanimado! Sabés que los tranquilizantes terminan por dañar
no sólo el cerebro, sino todo el aparato reproductor.
ROMAN: ¡Todo! ¿Qué significa todo?
CLAUDIA: Todo es todo. ¡Amor, son tiempos duros, éstos!
ROMAN: ¿Estás tratando de alentarme?
CLAUDIA: Estoy tratando de ubicarme en la realidad. Hay gente que dice que de esta salimos
en dos o tres años.
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ROMAN: (Asustado). ¿A partir de cuándo? ¿De ahora? Yo te digo que así no salimos ni en dos
o tres siglos. Y te la dice uno que ama a su país. Mejor país que este no hay, ni habrá. Y no lo
digo sólo, te lo dice todo el mundo. Es el mejor país del mundo.
CLAUDIA: Sí. Es el mejor, sin duda. Tenemos los mejores cerebros del mundo. Es sólo que
están fuera del país.
ROMAN: Es un gran país. El mejor. Aquí no tenemos los problemas del primer mundo.
CLAUDIA: ¿Cuáles? ¿Qué problemas?
ROMAN: La droga, por ejemplo.
CLAUDIA: La del séptimo A se inyecta en la escalera.
ROMAN: Ese es un caso aislado.
CLAUDIA: La portera me dijo que en el edificio hay como cinco familias que se drogan. Los
chiquitos con pegamento y los grandes con productos inyectables. Y además dice que en la
escuela donde van sus hijos, aparecieron unos narcos vendiendo droga entre los alumnos.
ROMAN: Casos aislados. Casos aislados. Este es un país de oro. Es un país de oro.
CLAUDIA: Bueno. ¿Te bañás o no?
ROMAN: ¿Qué baño es ese, Claudia? Pago el agua como si fuera petróleo y tengo que bañarme
con agua mineral calentada. Gasto agua por partida doble y gas que también cuesta lo suyo y...
¡Dios mío, Dios mío! ¡Dios mío! Vení, ayúdame. (Van al baño).
CLAUDIA: Sacate el calzoncillo y metete en la bañera. (El lo hace).
ROMAN: ¿Va a dar como para lavarme el pelo?
CLAUDIA: Yo que vos no me arriesgaría. Mojate las axilas, el cuello, el pajarito, el culo y los
pies.
ROMAN: Mojame. ¿Para qué viniste? (Ella le moja el cuello). ¡Ay!
CLAUDIA: ¿Esta caliente?
ROMAN: No. Está bien. No sé porque grite.
CLAUDIA: Enjabonate el cuello mientras yo te mojo el resto. (Ella lo hace tal como lo
programó).
ROMAN: Mis padres se bañaban así, según cuentan, una vez por semana.
CLAUDIA: Y... no tenían las comodidades que tenemos ahora. Levantá los brazos así te mojo
las axilas. No me salpiques el pelo.
ROMAN: ¿Y qué te hago?
CLAUDIA: Te movés y me salpicás.
ROMAN: No estoy muerto, Claudia: ¡Claro qué me muevo!
CLAUDIA: Bueno, pero con cuidado. Enjabonate ahora. Me encanta bañarte.
CLAUDIA: Me gustaría tenerte desnudito en una bañerita y enjabonarte todo con una esponja.
ROMAN: Yo sé lo que te gustaría a vos. Se te metió en la cabeza el juego prostático ese.
CLAUDIA: ¿Por qué no querés probar?
ROMAN: Salí de aquí y no me pongas nervioso.
CLAUDIA: Sabes que a mí, ese rechazo tuyo, me huele mal.
ROMAN: No me psicoanalices.
CLAUDIA: ¿De qué tenés miedo?
ROMAN: De que me guste. Salí de aquí.
CLAUDIA: Te enjuago las axilas y seguís sólo. (Lo hace). No me salpiques ¡Mi pelo! (Se mira
en el espejito del botiquín). ¡Será posible! (Regresa al dormitorio). Parecería que lo haces a
propósito. (Sacude la cabeza como hacen los perros para sacarse de encima el resto del agua).
Sólo tenemos media hora. Espero que a Manucho no se le ocurra justo hoy, venir temprano.
Decime… ¿el Senador será gay?
ROMAN: ¿Por qué se te ocurre?
CLAUDIA: Como es amigo de Manucho y además es soltero. Ojalá le caigas bien.
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ROMAN: ¿Qué querés decir con eso?
CLAUDIA: Que ojalá simpatice con vos.
ROMAN: ¿Estás tratando de empujarme a sus brazos?
CLAUDIA: Podes seducir sin comprometerte.
ROMAN: ¿Querés qué le haga caída de ojos?
CLAUDIA: Quiero que seas varonil y simpático. No te va a meter mano por eso. La gente
seductora es la que llega lejos.
ROMAN: Yo estoy deprimido. ¿No lo podes entender?
CLAUDIA: ¿Sabés lo que vas a sacar con la depresión? Matar las pocas neuronas que tenés
sanas. Porque eso se logra con la depresión. Vas eliminando lenta y progresivamente neurona
por neurona hasta que quedás tan lúcido e inteligente como el monstruo de Frankenstein. (El
viene secándose del baño y se envuelve en la toalla). ¿Te enjuagaste bien?
ROMAN: Todavía sobró agua.
CLAUDIA: ¿Te lavaste las partes que huelen?
ROMAN: Oleme. (Ella lo hace). ¿Huelen?
CLAUDIA: No te pusiste antisudoral. Ponete. Si le gustaran las mujeres yo sabría como
seducirlo.
ROMAN: ¿Cómo?
CLAUDIA: Prometiendo con la mirada y negándome con los hechos. Sólo hay que hacerle creer
que uno está fascinado con él. Hay que halagarle el ego, riéndose de cualquier cosa graciosa que
diga, festejándole hasta las estupideces. (Ella saca un vestido nuevo del placard para vestirse).
ROMAN: ¿Qué me pongo?
CLAUDIA: El pantalón de gabardina beige con la camisa marrón y las medias marrones y los
mocasines nuevos. Algo “cashual” para tratar de no parecer de medio pelo.
ROMAN: (Buscando en la cómoda). No tengo calzoncillos.
CLAUDIA: No revuelvas de ese modo que puse orden ayer.
ROMAN: No hay un sólo calzoncillo.
CLAUDIA: Te dije que te compraras. Tenés sólo tres y dos de ellos están agujereados.
ROMAN: No puedo gastar en calzoncillos. ¿Sabes cuánto cuestan?
CLAUDIA: Así costaran una fortuna; tenés que comprar. Te imaginás si te llegara a pasar algo
en la calle y tuvieran que llevarte a Urgencias, Dios no lo permita, y te desnudaran y vieran esos
andrajos que llevas debajo del pantalón... Yo me moriría de vergüenza.
ROMAN: Cumplo dentro de dos meses. A lo mejor alguien me regala un par.
CLAUDIA: No podés esperar dos meses más. Esos calzoncillos no van a aguantar tanto tiempo.
Ponete, por hoy, el que te sacaste; lo lavaré esta noche y mañana pondré a funcionar el
lavarropas. (Ante un gesto de él). No soy un robot. Llevé al nene a la escuela y fui a buscarlo.
Hice las compras para la comida de esta noche y cociné. Fui a la peluquería y a buscar este
vestido...
ROMAN: ¡Ah! Vos no vas a vestirte “cashual”.
CLAUDIA: Mi obligación es demostrarle que tengo interés en caerle bien.
ROMAN: Si ese tipo resulta gay podés recibirlo con una guinda en cada pezón y una hoja de
perejil tratando de tapar aquello que ni lo va a notar.
CLAUDIA: Los gay aprecian la buena ropa femenina.
ROMAN: Pero no lo que va adentro. Gastaste al pedo una fortuna que vamos a necesitar para
cubrir los nuevos aumentos de los servicios.
CLAUDIA: Yo no pago más ni un sólo servicio. Nadie paga. ¿Por qué íbamos a ser los únicos
boludos del país?
ROMAN: ¿No pagás más qué?
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CLAUDIA: Nada. No pago más nada. Que el intendente vaya a robar a los caminos si necesita
plata. Yo no pienso seguir angustiándome al pedo. Las cuentas no cierran. Piden más de lo que
ganás y siguen subiendo.
ROMAN: ¿Querés dejar de angustiarme? Ya había logrado calmarme.
CLAUDIA: ¿Habías logrado calmarte? No lo había notado. Avisame la próxima vez que logres
hacerlo, así te disfruto un rato. (Va a la ventana y habla hacia abajo). Luisito... ¡Entrá querido!
¡Luisito!
ROMAN: Ese chico es sordo o llegó a esta vida sólo para cagarme la mía.
CLAUDIA: No hables así, que es un tesoro y es la única alegría que tenemos.
ROMAN: ¿Esa es la única alegría? ¡Pero vos sos más negra y lúgubre que yo, mi hija! Ese hijo
de puta sólo vino al mundo para sacarme una ulcera.
CLAUDIA: Resulta que la puta que lo parió es la mujer que comparte tu vida.
ROMAN: Sólo hablo simbólicamente; sabés que te respeto. (La besa).
CLAUDIA: Bueno, no te pongas baboso ni pesado, que me despeinás. Mirá como me dejaste el
maquillaje.
ROMAN: Después me hacés una lista de lo que puedo y no puedo hacer.
Tomás un papel y escribí: “Prohibido besarme, despeinarme, hablarme, tocarme, quererme,
cogerme”.
CLAUDIA: Querido, yo no te prohibo nada y menos eso último que nombraste. Pero vos hablás
del hijo de mis entrañas como si fuese un marciano invasor...
ROMAN: Ahora vas a dudar que yo quiero a esa criatura.
CLAUDIA: Le gritás todo el santo día. Le pegás, lo insultás...
ROMAN: Yo a esa criatura la quiero con toda mi alma.
CLAUDIA: Demostráselo de vez en cuando.
ROMAN: Se lo demuestro a cada instante. ¿Para quién me deslomo? ¿Para quién sufro? ¿Para
mí, que no me atrevo ni a comprarme un calzoncillo para que él y vos no se priven de lo
elemental?
CLAUDIA: Querido, no quise enojarte. Soy una mal agradecida y merezco que me escupas a la
cara. (Ella va a abrazarlo).
ROMAN: Dejá, no quiero despeinarte.
CLAUDIA: Despeiname, escupime… hacé lo que quieras conmigo.
ROMAN: No hay mujer más noble y más sincera que la mujer argentina.
CLAUDIA: Vos sos el mejor hombre del mundo.
ROMAN: ¿Sabés por qué? Porque nací y crecí en el mejor país del mundo. Este es un gran país,
Claudia. Un gran país. Se me nublan los ojos y se me oprime el corazón de sólo pensar en la
suerte que tuvimos de haber nacido aquí. .
CLAUDIA: De todos modos conviene sacar la doble nacionalidad. Es bueno tener otro
pasaporte. Es otra posibilidad en caso de... un golpe.
ROMAN: Aquí no va a haber más golpes. Aquí la democracia está consolidada por cien años.
CLAUDIA: ¿Quién puede asegurar algo así?
ROMAN: Eso se siente. ¿EI corazón no te dice que algo cambió en la mentalidad de la gente?
(Toma sus calzoncillos). Están... sucios.
CLAUDIA: Si querés te presto una de mis bombachas. (El la mira). No se ve debajo del
pantalón. No seas prejuicioso.
ROMAN: A ver. (Ella busca en la cómoda). Con puntillas no.
CLAUDIA: Todas tienen puntillas. Tené un poco más de humor.
ROMAN: ¿Y si llegara a pasarme algo y tuvieran que llevarme de urgencia a un hospital?
CLAUDIA: Yo te las sacaría antes.
ROMAN: Con puntillas, no.
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CLAUDIA: Ponete tu slip de baño y dejame de joder. (El se pone un slip de baño).
ROMAN: ¿No te acordás si tomé un calmante?
CLAUDIA: Sí. Tomaste.
ROMAN: ¿Y por qué estoy tan sobreexcitado entonces? Me duele el pecho.
CLAUDIA: ¿Sabés qué Román? Vivís demasiado pendiente de vos mismo y hacés de todo una
tragedia. Yo envidio a la gente que sabe reírse de Janeiro.
ROMAN: Este es el país del tango.
CLAUDIA: ¿Y qué querés decir con eso?
ROMAN: Que somos profundos.
CLAUDIA: ¿No seremos melodramáticos? (El la mira). Mi peluquero me dijo que éramos
exagerados y melodramáticos.
ROMAN: ¿Esa marica francesa se animó a criticarnos?
CLAUDIA: Lo dijo con cariño.
ROMAN: ¡Me indigna! Sale de Francia, una de las superpotencias mundiales, se viene aquí, se
instala y en tres o cuatro años se transforma en uno de los peluqueros más prestigiosos del país...
CLAUDIA: No es peluquero. Es... “esteticien”.
ROMAN: Es un marica lengualarga que deberla tener un poco más de respeto hacia el país que
le está dando tanto.
CLAUDIA: Sólo hizo una observación.
ROMAN: Desafortunada, si querés mi opinión. Somos profundos. El tango es un sentimiento
que nace del corazón, del alma... no del cerebro.
CLAUDIA: El adora el tango.
ROMAN: ¿Y entonces como se atreve a decir que somos melodramáticos?
CLAUDIA: Dijo que éramos exagerados.
ROMAN: Y vos vas a seguir yendo a esa peluquería. Si vos seguís yendo a esa peluquería yo te
digo que sos una traidora a tu patria.
CLAUDIA: Dios mío, ¿querés dejar de exagerar?
ROMAN: Yo no permito que ningún extranjero critique mi país. Si no le gusta como somos, que
se vaya. Si somos exagerados... (Gritos de niños, él va a la ventana). ¡Luis! Mamá te dijo que
entraras de una buena vez. Entrá o te bajo de un tiro. ¿Pensás que estoy jugando? (Corre a sacar
un revolver del placard).
CLAUDIA: ¿Te volviste loco? ¿De dónde sacaste eso?
ROMAN: Lo compré hace dos semanas.
CLAUDIA: ¿Para qué?
ROMAN: A mí nadie me va a tomar desprevenido, como a la gorda del octavo.
CLAUDIA: ¿Y está cargado?
ROMAN: ¡Claro que está cargado! (Va a la ventana). Luis mira lo que papito tiene en la mano.
CLAUDIA: ¿Te volviste loco, Román?
ROMÁN: Luis, mirá para arriba o te liquido sin lástima.
CLAUDIA: No apuntes para abajo que se te puede escapar un tiro.
ROMAN: ¿Me oís? ¡Pero! ¡Maldigo el momento en que te engendre! ¿Por qué no habré usado
forro o por que no habrá tomado un anticonceptivo, tu madre?
CLAUDIA: Yo quise tenerlo y me siento feliz y orgullosa de haberlo tenido.
ROMAN: Es un cáncer.
CLAUDIA: Es mi única felicidad.
ROMAN: ¿Y yo qué soy?
CLAUDIA: Si él es tu cáncer, entonces vos sos mi enemigo. (Se miran).
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ROMAN: El francés tiene razón al fin y al cabo. Somos unos exagerados. Pero profundos. EI
tango es... el alma de nuestro pueblo. Es la música...la única música... Oíme bien lo que te
digo…la única música popular con profundidad de sinfonía.
CLAUDIA: Dame eso. (Se refiere al revolver). Dámelo. (El se lo entrega). Lo único que nos
faltaba. Un justiciero en casa.
ROMAN: Por eso nos admiran en el mundo entero. Y nos envidian. En Francia, en Alemania, en
Hungría... nos admiran. Y nosotros no le damos ninguna importancia
CLAUDIA: ¿A qué?
ROMAN: ¿De qué estoy hablando? (Ella guarda el revólver). Raúl Lavie. Susana Rinaldi.
Valeria Rizz. Virulazo... pasean gloriosos nuestra música nacional por el mundo y nosotros no le
damos importancia.
CLAUDIA: ¿También vas a sufrir por eso, ahora? Vestite.
ROMAN: Yo tengo ganas de llorar.
CLAUDIA: ¿Justo ahora? ¿Por qué?
ROMAN: Porque no tenemos orgullo nacional.
CLAUDIA: ¡Ay, Dios!
ROMAN: No minimices lo que digo. La raíz de nuestro mal está en eso. No tenemos orgullo
nacional. Por eso hay tanto corrupto en el gobierno.
CLAUDIA: Lo discutimos después, ¿eh? Vámonos, que ya es tarde. (Lo hacen). ¿Vos pensás
que yo no estoy orgullosa de ser argentina sólo porque me quiero ir de aquí? Yo adoro este país.
Es sólo... la gente. La gente...no sé qué pasa con la gente. Hay mucha corrupción, Román.
ROMAN: En el gobierno.
CLAUDIA: En el país.
ROMAN: En el país, no. En el gobierno.
CLAUDIA: ¿Y qué es el gobierno?
ROMAN: El gobierno es una cosa y el país otra, muy distinta.
CLAUDIA: ¿Qué es el país?
ROMAN: La tierra. La tierra, es el país. La tierra que pisamos.
CLAUDIA: Pisamos asfalto. Yo... reconozco que lo peor para reconocer los valores de un país
como este es vivir en él. ¿Viste como la mayoría de la gente despotrica contra todo? En cambio
los que viven afuera lo valorizan. ¿Viste? Hablan del perfume de las acacias y del jazmín del
país. Hablan de que aquí sí que hay gente, seres humanos y que hay tiempo para la amistad y
todo eso.
ROMAN: Tiempo para la amistad. Eso es cierto. Estamos mal. Estamos enfermos, irritados, nos
volvimos cascarrabias y envidiosos, aprendimos a odiar y a quejarnos, pero estamos llenos de
virtudes.
CLAUDIA: ¿Si?
ROMAN: Somos un pueblo que ama al prójimo.
CLAUDIA: Eso sí... Y somos solidarios. Eso no lo discute nadie. (Termina de vestirse). Estás
precioso. Sos un bombón.
ROMAN: Y vos... pareces una princesa de cuentos de hadas.
CLAUDIA: Todo tiene que salir bien. La comida es... no te imaginás lo rica que me salió.
Prendí un sahumerio y todo el living comedor huele a sándalo. Compré rosas rojas y rosas
blancas. Puse el juego fino sobre la mesa y compré un vino carísimo.
ROMAN: Espero que tanto esfuerzo no sea en vano.
CLAUDIA: ¿Otra vez con ese pesimismo tuyo? Dejame a mi llevar la conversación. Sabes que
soy, no sólo diplomática, sino que sé llevar una charla amena. Yo no pretendo mucho, Román.
Sólo salir de aquí por unos años. Lo que dure la crisis.
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ROMAN: Esta bien. Mi amor, yo sólo quiero lo mejor para la familia. No le vendrá mal al nene
aprender algún idioma.
CLAUDIA: Francés.
ROMAN: A lo mejor la Embajada de Francia ya está cubierta.
CLAUDIA: Yo quiero París. Para no extrañar. Dicen que se parece a Buenos Aires.
ROMAN: El olor a incienso llega hasta aquí.
CLAUDIA: Mejor. Así los malos espíritus desaparecerán de esta casa. Los orientales saben de
estas cosas.
ROMAN: Si. (Pensativo). También ellos pertenecen al tercer mundo.
CLAUDIA: Querido... sé que todo va a salir bien. Todo se va a arreglar.
ROMAN: ¿Mágicamente?
CLAUDIA: Podría decirse. Marte está influyendo sobre Júpiter y eso, para los cancerianos es
nefasto. Pero en dos meses, más o menos, esa influencia desaparece.
ROMAN: ¿A qué vidente fuiste a ver ahora?
CLAUDIA: Yo no voy a consultar videntes. ¡Nunca fui! Para mí, si no es científico... Fui a ver a
esa andaluza de la televisión. ¡Tiene unas ondas esa mujer!
ROMAN: Si. Habla a través de las castañuelas. ¿Cuánto te cobró?
CLAUDIA: Poco. ¡Pero le hubiese pagado cualquier cantidad porque me dejó con una sensación
tan linda! Salí renovada. Me sentí como en otro país.
ROMAN: Viste las plazas con flores, las paredes limpias, los conductores respetando las
señales. la gente sonriendo…
CLAUDIA: Aunque te burles; fue así.
ROMAN: Y de mí, ¿qué te dijo?
CLAUDIA: ¡Acertó todo, eh! Pero todo, todo. De mi no sabía nada, ni que estaba casada, ni que
tenía un hijo, ni que tenía ganas de irme de aquí. Pero lo supo apenas hablamos unas palabras.
ROMAN: Ganas de irse aquí tiene todo el mundo.
CLAUDIA: ¿Y cómo supo que estaba casada?
ROMAN: Antes de verla. ¿te sacaste el anillo?
CLAUDIA: (Mirándose el anillo). No se me ocurrió. Pero de todos modos lo que me dijo es
científico.
ROMAN: Yo también fui a ver un brujo.
CLAUDIA: La andaluza es astróloga.
ROMAN: ¿Es andaluza? Entonces es bruja. Pero yo fui a ver un brasileño que me hizo
comprarle, antes de entrar, un kilo de café Superior y un peceto de dos kilos y medio.
CLAUDIA: ¿Para qué?
ROMAN: ·EI café porque dice que los malos espíritus se elevan con el humo y desaparecen sin
retorno.
CLAUDIA: ¿Y el peceto?
ROMAN: EI peceto encarna, según él, el espíritu del mal y había que enterrarlo para que se
pudriera en la tierra.
CLAUDIA: ¿En qué tierra?
ROMAN: En el fondo de la casa. Tiene una quintita miserable.
CLAUDIA: (Enojada). ¿Y por qué peceto? No pudo haber sido carnaza, que es algo más barata?
ROMAN: Me pidió peceto y compré peceto.
CLAUDIA: ¿Por lo menos lo enterró en tu presencia?
ROMAN: No. Es un rito que debe practicarlo sólo. Pero me hizo tocarlo y darle un beso.
¡Cuándo salí de esa casa me sentí tan idiota!
CLAUDIA: Bueno, querido, estabas desesperado y cuando uno está así recurre a cualquier cosa.
ROMAN: Si. La verdad es que estaba muy angustiado.
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CLAUDIA: Bueno, seguí contando.
ROMAN: De pronto llegaron tres mujeres. Al verlas pegó un grito de terror y comenzó a
pegarles.
CLAUDIA: ¿A pegarles?
ROMAN: Si. Patadas y puñetazos, mientras gritaba: “Fuera de ese cuerpo”. ”Fuera de esta
casa”.
CLAUDIA: ¿Fuera de qué cuerpo?
ROMAN: Del de ellas. Las tenía sometidas desde hacía meses a un tratamiento violento para
exorcizarlas.
CLAUDIA: ¡Ay, Román! Esas mujeres...
ROMAN: Fueron para eso. Incluso pagaron.
CLAUDIA: ¡Mujeres masoquistas! ¡Qué horror!
ROMAN: No. Tenían fiebre uterina. Se pasaban como locas buscando alivio y tenían a media
Villa Fiorito agotada. Los hombres les huían. Así me lo contó el Pai. Los hombres de la villa les
pagaban el tratamiento.
CLAUDIA: ¡En el fondo qué maravilla, no! Que haya gente, a quien el estrés no les afecta.
ROMAN: Esas mujeres viven fuera del mundo. Apenas me vieron empezaron a pellizcarme, a
manosearme. Se me fueron derecho al paquete. Por eso las atendió primero y las cagó a latigazos
en mi presencia.
CLAUDIA: ¿Pero les saco el demonio o por lo menos, las ganas?
ROMAN: ¡Yo qué sé! Se fueron ensangrentadas y chillando.
CLAUDIA: ¿Y a vos qué te hizo?
ROMAN: A mí me trató bien. Me sobó por todos lados, pero no fue violento. Yo sólo estoy
poseído por la desgracia. Lo único que tengo es mala suerte.
CLAUDIA: No digas eso en esta casa. La andaluza me dijo que jamás hable ni deje hablar de
desgracia donde duermo ni donde como. Esta casa está impregnada de ondas negativas. Se
sienten las ondas negativas, Román. Vos tenés que pensar que aquí la mala suerte no tiene nada
que hacer.
ROMAN: ¿Cómo hago? ¿Cómo hago?
CLAUDIA: Simplemente, pensando positivamente. ¡Pero como fuiste a consultar a un Pai,
Román!
ROMAN: ¡Domina la brujería afro-brasileña!
CLAUDIA: ¡Me extraña en vos, Román! ¡Algo que nació entre los negros! Y que encima fue
distorsionado después por los negros brasileños. La andaluza es cultísima. Tiene unos libros de
este tamaño y está llena de escuadras, reglas y compases. Conoce cada estrella, sabe cada
movimiento de cada planeta y de cada cometa. Es asombrosa la cultura que tiene. Salí de su casa
llena de buenas ondas.
ROMAN: En cambio yo, salí de la casa del Pai con ganas de morir. ¡Ay Dios, qué vergüenza!
¡Tenía tanta vergüenza! ¡Me sentí tan pelotudo! ¡Pero tan pelotudo! No se lo vayas a contar a
nadie.
CLAUDIA: Sólo a mi analista.
ROMAN: Por Dios, Claudia, no me hagas eso.
CLAUDIA: ¡No puedo escondérselo! Le cuento todo.
ROMAN: ¿Ay, qué pensará ese hombre de mí? Por lo menos no lo comentes con Manucho ni
con el Senador.
CLAUDIA: Como pensás que puedo llegar a contar esa...
ROMAN: ¿Estupidez?
CLAUDIA: No quise decir eso. Amor, no te deprimas. Dentro de dos meses a lo mejor menos,
todo va a cambiar para los de Cáncer.
19
ROMAN: ¿Y para Aries? Vos sos de Aries.
CLAUDIA: Los de Aries vamos a tener que esperar un poco más porque Saturno influye sobre
Capricornio.
ROMAN: Si a Aries le va mal, a mí también me va a ir mal.
CLAUDIA: No necesariamente.
ROMAN: Compartimos esa cama, esta casa...
CLAUDIA: Eso me favorece a mí en lo particular, pero en general a los de Aries nos va a ir mal
hasta abril o mayo, aproximadamente.
ROMAN: Ay, que opresión siento aquí. (Se toca el pecho). Un dolor...
CLAUDIA: Eso te va a durar un mes y medio más y después...
ROMAN: Si esto me dura un mes y medio más, la felicidad me va a llegar en pleno infarto. Yo
no aguanto un mes y medio más.
CLAUDIA: ¡Aguantaste años! ¿Qué son cuarenta y cinco días más?
ROMAN: Entonces... la comida de hoy es al santo botón. Gastamos una fortuna al pedo.
CLAUDIA: Hoy vamos a sembrar y a lo mejor en cuarenta y cinco días cosechamos algún
nombramiento.
ROMAN: Si Júpiter está influyendo negativamente sobre Marte, hoy estoy jodido.
CLAUDIA: Hoy no vamos a pedir nada. Hoy vamos a conocer a un hombre influyente que
puede darnos una mano. No le vamos a pedir nada. Sólo vamos a tratar de caerle bien.
ROMAN: Si yo tengo, según la andaluza, a Júpiter y Marte en contra y vos a Sagitario y
Capricornio, vamos a parecerle dos estúpidos.
CLAUDIA: No vamos a parecer dos estúpidos.
ROMAN: Yo me siento estúpido.
CLAUDIA: Esa es sólo una sensación. ¡Mi vida, tenés una mirada tan linda! Con esos ojos
transparentes. Yo te veo el alma a través de ellos. Y él, si ve lo que yo veo, se va a enloquecer
con vos, como se enloquece todo el mundo.
ROMAN: ¿Quién se enloquece? ¿Querés dejar de exagerar? Si alguien se enloqueciera
conmigo, no estaría como estoy.
CLAUDIA: Hablás como si estuviéramos viviendo debajo de un puente.
ROMAN: Estamos cerca. Si alguien no hace algo pronto, estaremos peleando con algún ciruja
por un metro cuadrado para vivir de pie por el resto de nuestras vidas.
CLAUDIA: Vivir de pie no es vivir de rodillas.
ROMAN: Es más cansador. (Mirando hacia la ventana). Mirá eso. (Claudia mira). Están
robando energía.
CLAUDIA: ¿Cómo sabés?
ROMAN: ¿No ves ese cable?
CLAUDIA: ¿Y qué te preocupa? La van a privatizar pronto. Que se preocupen los nuevos
concesionarios.
ROMAN: Ese desgraciado tiene luz gratis, mientras yo pago religiosamente.
CLAUDIA: Si está robando energía, será para una lamparita.
ROMAN: ¿Y para la heladera no? ¿Para la aspiradora y el televisar, no? ¡Qué corrupción, Dios
mío! ¡Qué corrupción! ¡Mirá quién es! EI escribano Rojas.
CLAUDIA: ¿Cómo sabés?
ROMAN: ¿No lo ves? Se puso guantes y maneja sin miedo los cables. (Alzando la voz).
Doctor...
CLAUDIA: No te metas.
ROMAN: (Sin oírla). Doctor Rojas... ¿Quién le enseño ese truco? ¿No es peligroso? ¿Cualquier
guante sirve? Yo sabía que se hacía en algunas Villas, pero... Sí. En algunas cosas esa gente
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parece adelantada. (Ríe). ¡Y si! Habrá que rebuscárselas de alguna manera. ¿Y el cable dónde se
compra? ¿No me podría conseguir algunos metros para mí?
CLAUDIA: ¿Estás loco?
ROMAN: Gracias. No. Gratis no. Yo se lo pagaré. Dígale a su sobrino que yo acostumbro a
pagar lo que compro. Claro, que no al precio de mercado.
CLAUDIA: ¿Román, te volviste loco?
ROMAN: Claudia, la gente se defiende como puede.
CLAUDIA: A vos, la desesperación te va a llevar a la cárcel.
ROMAN: Yo voy a comprar el cable. El sobrino es operario de SEGBA y tiene acceso al
material. Se las rebusca así.
CLAUDIA: Comprar cosas robadas es delito.
ROMAN: Diré que lo encontré en la basura.
CLAUDIA: ¿Y si descubren la conexión? ¿Vos pensás que ese escribano se la va a llevar de
arriba? Alguien lo va a denunciar.
ROMAN: Todo el mundo lo va a imitar. Ya decidí no pagar más nada.
CLAUDIA: Yo hace meses que no pago las facturas del agua ni las de barrido y limpieza, pero
la luz y el teléfono hay que pagarlas.
ROMAN: Que me corten la luz, si quieren. Pero el agua Claudia, es artículo de primera
necesidad.
CLAUDIA: EI agua no te la pueden cortar. Está escrito en la Constitución.
ROMAN: Cuando se redacto la Constitución no existía agua corriente. Si no se pagan las
expensas no habrá luz en el edificio. Y si no hay luz tampoco funcionaran los motores que hacen
subir el agua hasta el depósito.
CLAUDIA: Esto es más grave de lo que pensaba.
ROMAN: No. Yo estoy sintiendo un gran alivio. No hay como tomar determinaciones. No me
angustio más.
CLAUDIA: Pero me estas angustiando a mí.
ROMAN: No hay motivo. Hay que volver a vivir como lo hicieron nuestros abuelos.
CLAUDIA: Román…eso es ser negativo. Aceptar la fatalidad es malo. No podemos seguir así.
¿Por qué no haces un esfuerzo? Da tanto trabajo ser positivo como ser negativo.
ROMAN: Eso no es verdad. A mí ser negativo se me da fácil. Yo no hago el menor esfuerzo
para ser negativo. Me basta con mirar y ver.
CLAUDIA: ¿Qué hora es? (El mira su reloj pulsera).
ROMAN: ¿Cuánto tiempo pasó desde que miré el reloj por última vez? (Ella lo mira). Se gastó
la pila.
CLAUDIA: No duran toda la vida.
ROMAN: Lo único que quiero saber es por qué justo hoy, cuando estoy tan desanimado, me
pasa todo esto.
CLAUDIA: ¿Vas a deprimirte por una pilita que no excede el tamaño de diez pulgas juntas?
ROMAN: Yo... (Decidido) rompo el reloj. No quiero volver a saber la hora nunca más.
CLAUDIA: ¡Ay Dios!
ROMAN: Yo lo pongo en el suelo y agarro el martillo y le doy como en bolsa. (Sale).
CLAUDIA: (Suspirando). Debe de estar por estallar una tormenta eléctrica. Eso es lo que pasa.
Porque no es normal que un hombre sensato actúe de esta manera. Seguramente es la presión
atmosférica que le está afectando la circulación. (Acercándose a la puerta). No seas criatura y
tomate las cosas con un poco más de humor. EI humor es una terapia maravillosa, amor. Es un
reloj fino. Podés venderlo si no querés saber más la hora. (Va a maquillarse).
ROMAN: (Apareciendo. Dramático). El martillo desapareció.
CLAUDIA: ¡Ay! (Lo mira). Lo presté.
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ROMAN: (Abismado). ¡Prestaste el martillo!
CLAUDIA: Al portero.
ROMAN: ¿Cuándo sucedió eso?
CLAUDIA: Hace poco. No recuerdo.
ROMAN: ¿Y por qué no te lo devolvió? Ese hace siempre lo mismo, jamás devuelve nada.
CLAUDIA: Me olvide de recordárselo.
ROMAN: Vos no tenés por que recordarle nada. EI se tiene que acordar de devolver las cosas
que pide prestadas.
CLAUDIA: A lo mejor todavía no terminó lo que estaba haciendo.
ROMAN: ¡Cuándo no ibas a justificarlo vos! (Se acerca a la ventana). ¡Raúl! Aquí Raúl. ¿Qué
tal? Necesito el martillo que le prestó mi señora. ¿A quién? (A Claudia). Se lo prestó al cuñado.
(Volviendo a la ventana). Yo lo necesito. Es urgente. (A Claudia). Nos están viviendo. Todo el
mundo se aprovecha de nosotros.
CLAUDIA: Ay, cuando se te da por exagerar...
ROMAN: Las cosas que compro con mi plata son para uso personal. No se puede prestar una
herramienta por tiempo indeterminado. Puede presentarse un imprevisto, como ahora.
CLAUDIA: Poné el reloj en el suelo y aplástalo con el taco de tu zapato. Si querés te presto
unos zapatos con taco aguja de doce centímetros.
ROMAN: No me hablés como si estuviera loco. Yo te hablo de principios; no lógica. De
principios. El portero no puede prestar algo que no le pertenece.
CLAUDIA: La gente es solidarla. La gente humilde es solidaria. Se prestan las cosas entre ellos.
ROMAN: No digas “se prestan cosas”. Decí: “prestan tus cosas”. Porque son mis cosas. ¿Con
qué derecho?
CLAUDIA: Te prometo que mañana tendrás tu martillo aquí.
ROMAN: Mañana habré perdido el impulso que tengo ahora. (Regresa a la ventana). ¡Raúl!
Aquí, Raúl. ¿Podría conseguirme el martillo ahora? No. Otro no. Estoy acostumbrado al mío. Es
serio, Raúl. Es grave, le diría. Bueno, haré lo posible. (A Claudia). Seguro que se pierde para
siempre. Seguro que ese martillo no lo volvemos a ver. Yo no puedo estar sin reloj; lo necesito
en el trabajo.
CLAUDIA: Pasá por algún lado donde vendan pilas y compra una.
ROMAN: ¡Vos todo lo arreglas fácil, eh! (Vengativo). Pues bien, yo no voy a París, ni voy a
ocuparme de la Embajada de Roma, ni trabajaré en Madrid. No saldré de aquí hasta que aparezca
el martillo.
CLAUDIA: (Que ya no le lleva el apunte). ¿Cómo estoy? Me refiero al maquillaje. (El la mira
abismado). Yo me responsabilizo por el martillo. Lo tendrás mañana.
ROMAN: Vos a mi no me oís.
CLAUDIA: ¡Pero claro que te oigo!
ROMAN: ¿Qué dije? A ver... ¿qué dije? No me oís. Ese es el problema que arrastramos desde
hace años. No hay diálogo entre nosotros.
CLAUDIA: ¡Cómo podes decir eso! No hacemos más que hablar. Te oigo todo el tiempo. Y
jamás pierdo una sola palabra. ¿Sabés que deberíamos hacer antes de que lleguen? (Pausa). Ir a
rezarle a la Virgen. A lo mejor todo esto que nos pasa es porque no rezamos lo suficiente.
ROMAN: En este país rezamos más de treinta millones de personas. ¿Sabés los millones que
peregrinan hasta Luján todos los años?
CLAUDIA: ¿Vos fuiste alguna vez a Luján?
ROMAN: Esa gente va a agradecer. Yo no tengo nada que agradecer.
CLAUDIA: Van a pedir y luego van a agradecer.
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ROMAN: Yo no camino kilómetros para rezarle a nadie; tengo pie plano. Si fuera lo mismo ir
en micro, yo iría. Pero si no haces el sacrificio y vas caminando para llenarte los pies de
ampollas y de heridas sangrantes parece que no te oye.
CLAUDIA: No hables así de Dios. No está bien. Echate colirio, que tenés la mirada opaca.
ROMAN: Echame vos. Sabés que nunca emboco. (Ella va a buscar el colirio). ¿Estará por
llover? Me parece que el tiempo está pesado.
CLAUDIA: (Volviendo). Si. Yo me preguntaba lo mismo hace un ratito. Echá la cabeza hacia
atrás. (El lo hace). Una gotita aquí y otra... aquí. Ya está. No abras tos ojos. Ahora... parpadeá un
poco, así la gota se distribuye en toda la cornea. (Lo mira con ternura). ¿Sabés que yo me
enamore de vos por tus ojos? Tenés una mirada espiritual. (El abre los ojos suspirando). ¡Fuera
de aquí, malos espíritus. ¡Fuera de aquí!
ROMAN: (Riendo). Deberías darme con un látigo, como hizo el brujo con esas mujeres.
CLAUDIA: Jamás te haría daño, mi amor...Jamás te haría sangrar. (Se besan).
ROMAN: ¡Qué suerte que nos tenemos, Claudia? ¡Qué suerte! Me lloran los ojos.
CLAUDIA: Es el colirio.
ROMAN: No. Es la profunda emoción que me produce el pensar en el gran amor que nos
profesamos. (Vuelven a besarse).
CLAUDIA: ¿Viste que cuando uno quiere, puede ser positivo? Tenemos nuestro amor, tenemos
nuestro hijo, tenemos nuestra casa y tenemos trabajo. Somos muy afortunados. Incluso tenemos
amigos como Manucho que se ofreció a darnos una mano. ¿Cuánta gente puede decir eso?
Somos jóvenes, atractivos… Yo estoy segura de que conseguiremos todo lo que nos
propongamos. Con sólo proponérnoslo, lo conseguiremos.
ROMAN: ¡Qué lindo es sentir tus ondas invadiendo mi cuerpo! ¡De veras! Tus ondas positivas
me están fortaleciendo.
CLAUDIA: Debés decirte todo el tiempo: “Lo voy a conseguir, lo voy a conseguir, lo voy a
conseguir”. Con convicción.
ROMAN: Lo voy a conseguir. Lo voy a conseguir.
CLAUDIA: Repetilo mientras yo voy a ultimar los detalles. ¿Me huele el pelo?
ROMAN: ¡No! Casi no huele.
CLAUDIA: Ay, espero que no tenga buen olfato. (Saliendo). Repetí la frase, querido. Pero con
convicción.
ROMAN: Lo voy a conseguir, lo voy a conseguir, lo voy a conseguir, lo voy a conseguir. (Ha
anochecido). ¿Luis? ¿Estás ahí? Luisito, es papá. ¿Me oís tesoro? Lo único que te pido es que
digas “sí papito, te oigo”. Decilo, Luisito, así yo te doy la orden de que entres de una buena vez.
¡Raúl! ¿Está ahí? ¿Vió al nene? Pero usted estaba ahí recién. No. Si yo no lo estoy
responsabilizando. Sólo le pregunto si lo vio. Están sucediendo cosas tan raras últimamente ¡Sí!
Con varoncitos también. Los violadores no discriminan. Yo no quiero pensar lo peor. (Para si.):
No debo pensar lo peor, no debo pensar lo peor, no debo pensar lo peor. ¿Luis? ¡Luis! (De
pronto se oye el grito desgarrador de Claudia. El queda paralizado unos segundos). ¡Luis!
¿Claudia? ¡Luis! ¡Dios mío! ¿Qué paso? ¿Por qué no me puedo mover? ¡Luis! ¡Luisito! ¡Luisito!
¡Hijito mío, tesoro! (Aparece Claudia que lo mira desencajada). ¿Qué pasó? ¡Hablá Claudia!
Hablá.
CLAUDIA: (Dramática). Se rompió la heladera.
ROMAN: (Una mano en el pecho). ¡Claudia! ¿Sabés el susto que me diste?
CLAUDIA: ¿Te imaginás la impresión que recibí al ver el cóctel de langostinos lleno de agua?
Se descongelo la heladera y el piso se convirtió en un barrial.
ROMAN: ¿La heladera? ¿Se podrá arreglar? Si hay que comprar otra yo me abro las venas.
CLAUDIA: Yo me quiero morir. ¿Por qué Dios mío? ¿Por qué nos pasa esto? Yo ya no sé qué
hacer. Esto es una catástrofe.
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ROMAN: Voy a ver. (Sale corriendo).
CLAUDIA: (Yendo a la ventana). Raúl, se nos rompió la heladera. Ya sé que usted no tiene la
culpa. Sólo quiero saber si sabe algo de heladeras. No sea tan hipersensible, Raúl. Yo sé que
usted no tiene porqué saber todo. ¿Cuándo? ¿Hace cuántas horas? (Aparece Román). Dice que
hubo un golpe de tensión hace media hora y que se rompieron todos los aparatos de televisión,
heladeras, lámparas y otros artefactos que estaban encendidos. (El corre a prender el televisor).
¿Qué haces?
ROMAN: (El televisor funciona). ¡Ay, qué alivio! Porque si se llegaba a romper yo me abría las
venas. (Yendo a la ventana). Raúl...
CLAUDIA: Ya le pregunte todo lo que había que preguntarle.
ROMAN: Raúl, estamos esperando gente y... (A Claudia). ¿Querés ir a ver si suena el timbre?
CLAUDIA: ¿Cuál?
ROMAN: EI de la calle.
CLAUDIA: Pedile al portero que toque. ¿Me vas a hacer bajar para eso? (Se acerca a la
ventana). ¿Raúl, quiere tocarnos el timbre por favor? ¿Gracias? ¿Luisito, estas ahí? Mira que el
hombre de la bolsa anda por ahí y te puede llevar en cualquier momento.
ROMAN: La heladera debe de haberse roto esta mañana. No se descongela en media hora.
CLAUDIA: (En la ventana). ¿Y? ¿Tocó? Acá no sonó nada. ¿Apretó fuerte?
ROMAN: Seguro que el ascensor sonó. Es lo primero que se rompe.
CLAUDIA: A mí alguien me va a pagar la heladera. A mí no pueden enviarme un golpe de
tensión y hacerse los estúpidos. Alguien me va a tener que pagar por todo lo que me está
pasando. Mirá como estoy.
ROMAN: Calmate; hace un esfuerzo.
CLAUDIA: Estoy empapada en sudor. A mi alguien me va a tener que pagar la heladera y el
peinado. Mira como tengo el pelo.
ROMAN: Tesoro, si vos perdés los estribos, ¿quién me controla a mí? Alguien tiene la
obligación de ser sensato.
CLAUDIA: Sé vos sensato por esta noche. Yo estoy a punto de sucumbir.
ROMAN: Mira... estuve oliendo el cóctel de langostinos y mal olor... lo que se dice... mal olor...
no tiene.
CLAUDIA: ¡Pero está caliente!
ROMAN: No. Sólo un poco tibio.
CLAUDIA: No hay nada más asqueroso que una salsa golf tibia.
ROMAN: Depende. Además... esa gente no tiene paladar como nosotros.
CLAUDIA: ¿Qué querés decir?
ROMAN: Quiero decir que todo el mundo sabe que la clase media argentina siempre comió
mejor que la aristocracia.
CLAUDIA: Ese senador tiene tanto de aristócrata como el protagonista de “De carne somos”. Se
hizo rico en tres meses; apenas llegó a Senador.
ROMAN: No exageres; el sueldo de senador no es tan elevado.
CLAUDIA: Es de los que opinan que nadie se hace rico trabajando. No me obligues a hablar
más. No pienso gastar una gota de saliva más en toda la noche. Yo no voy a participar.
ROMAN: ¿Qué decís?
CLAUDIA: Que te voy a dejar atender sólo a Manucho y al senador.
ROMAN: (Esperanzado). ¡Manucho! Manucho nos va a ayudar a salir del paso. Sabés que él es
capaz de transformar un velorio en una bailanta. Invitémoslo a comer afuera. (Ella lo mira).
¡Cuándo llegue el momento de pagar digo que me olvidé las tarjetas de crédito y basta! No voy a
permitir que te ahogues en un vaso de agua.
CLAUDIA: ¿Y Luisito? (Pausa). Está bien, salimos. ¿Pero qué hacemos con Luisito?
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ROMAN: Yo te dije que no nos apuráramos a tener un hijo. Yo te dije que los tiempos no
estaban como para...
CLAUDIA: Si querés que me deshaga de él, sólo tenés que pedirlo. Decí: “Estoy harto de él” y
yo te lo hago desaparecer. Yo le di la vida y tengo derecho a quitársela.
ROMAN: Ah, vos le diste la vida. Yo no tuve nada que ver.
CLAUDIA: Vos no cargaste ese feto ni siquiera la mitad del tiempo. Yo a Dios no lo entiendo.
¿Cómo permite que la parte más frágil de la pareja haga la tarea más pesada?
ROMAN: Porque Dios las hizo dulces y pacientes.
CLAUDIA: A la mierda con la paciencia. Ya se me terminó la paciencia. Nueve meses horribles
viendo como me deformaba. Eso sin contar los vómitos y mareos.
ROMAN: Claudia... eso ya pasó. Ahora Luisito está aquí para que lo disfrutemos.
CLAUDIA: ¡Pero es injusto! Nueve meses y después encima el parto y cargarme de leche como
una vaca para darle su alimento... (Acercándose a la ventana para gritar hacia abajo). ¿Tenés
idea de lo que me hiciste sufrir en tu corta existencia?
ROMAN: Claudia, Claudia, estás volviéndote loca. Calmate mi amor. Calmate. Vos sos feliz.
Vos querías ser madre.
CLAUDIA: ¿Y acaso no soy feliz de serlo? ¿Alguien me está acusando de ser una mala madre
o una mala esposa?
ROMAN: Pero chiquita, ¿qué te pasa?
CLAUDIA: No me llames chiquita.
ROMAN: Tesoro.
CLAUDIA: Tampoco me llames tesoro, si no lo pensás. ¿Pensás que soy una mala persona?
ROMAN: ¿Pero cómo llegamos a esto, ¿Dios mío? ¿Quién nos empujó a esto?
CLAUDIA: Alguien ahí afuera nos está empujando hacia el abismo.
ROMAN: ¿Quién?
CLAUDIA: Alguien. ¿No lo sentís? Yo estoy por sufrir un infarto; no puedo más.
ROMAN: Si vos sufrís un infarto yo me abro las venas. Y no estoy jugando con las palabras. Yo
me abro las venas y termino con todo. (Va a la ventana). ¡Raúl! (Furioso) ¡Oiga! Que yo
también le pago su sueldo. Si lo hincho tanto hoy es porque estamos en una emergencia.
CLAUDIA: ¿Qué te dijo?
ROMAN: “¿Se quiere dejar de joder?” (Volviendo a la ventana). ¿Usted piensa que está acá de
adorno? Usted está acá para servirnos. Yo no dije eso. Ya sé que no está a mi servicio exclusivo.
No deforme mis palabras. ¡Pero será posible! ¿Sabe lo que voy a hacer? Voy a prenderle fuego al
edificio y después veremos si le resulta fácil conseguir otro trabajo. Usted esta escupiendo al
techo. Sí. Usted esta escupiendo al cielo. (De pronto, divisando...) ¡Manucho! Estamos sin
timbre y sin ascensor. (A Claudia). Llegaron.
CLAUDIA: Y yo empapada en sudor. Me voy a pegar un baño.
ROMAN: ¡No hay agua! (Ella solloza). Manucho... ¿Qué? ¡Ay! Que suba despacito. Dos
pasitos y descanso. Dos pasitos y descanso. Sin apuro. No va a dejar de vivir por un problemita
cardíaco.
CLAUDIA: ¿Qué pasa ahora?
ROMAN: EI Senador no puede subir a pie. Sufrió un infarto hace poco y tiene orden estricta
de...
CLAUDIA: (En la ventana). ¡Hijo de puta¡ ¡Hijo de puta!
ROMAN: ¿Qué te pasa?
CLAUDIA: ¿Si está infartado para qué nos llenó de ilusiones?
ROMAN: EI no nos llenó de ilusiones. Fue Manucho.
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CLAUDIA: Pero pensaba comer de arriba. ¿Quiere que le enumere, Senador, todo lo que se va a
perder? Cóctel langostinos, peceto con ciruelas, Bavarois de frutilla y helado. (Desesperada).
Manucho, no lo dejes ir.
ROMAN: Ahora no se va a quedar. ¿Para qué lo querés?
CLAUDIA: Dame el revólver. Este hijo de su madre no se mueve de aquí. A mí me prometieron
un futuro maravilloso.
ROMAN: Sólo nos dieron esperanzas.
CLAUDIA: ¡Sólo! ¿Te parece poco? ¿Una esperanza te parece poco? Ya no me queda ninguna.
ROMAN: No digas eso, Claudia. Tenemos a nuestro hijo. Si él, con sus pocos añitos, no es una
esperanza...
CLAUDIA: ¡Luisito! (A gritos). ¡Subí de una puta vez!
ROMAN: ¡Claudia! Esa gente va a pensar que estás alterada. (En ese momento se oye una
explosión y el cielo se cubre primero de un rojo muy fuerte y luego de nubarrones
amenazadores). ¿Qué fue eso?
CLAUDIA: Reventó el país.
ROMAN: No minimices la cosa. Ese ruido fue muy grande.
CLAUDIA: Es lo que dije. Reventó el país.
ROMAN: Si hubiera reventado solamente el país el ruido hubiera sido sensiblemente menor.
CLAUDIA: ¿Entonces que pensás que fue?
ROMAN: La guerra. Estamos en guerra.
CLAUDIA: ¿Y ya llegó aquí?
ROMAN: Dijeron que iba a ser mundial. ¡Dios mío! ¿Compraste suficiente comida? (Pausa).
Hay que abastecerse. Hay que...
CLAUDIA: (Mirando el piso). Dios mío, se rompieron los vidrios.
ROMAN: No pises sobre eso.
CLAUDIA: ¡Dios mío! Alguien me va a tener que pagar los vidrios rotos.
ROMAN: Y la heladera y el timbre y la comida echada a perder. Langostino por langostino.
CLAUDIA: Y pelo por pelo.
ROMAN: Y mis ilusiones. Y las tuyas. Alguien... (Ella se refugia lentamente en sus brazos. Se
abrazan con desesperación. Comienza a oírse un tango escrito especialmente para la obra y
sorpresivamente se ponen a bailar. La luz se concentra sobre ellos mientras los elementos escenográficos
les hacen espacio suficiente para los grandes desplazamientos. Parecen bailarines profesionales. Un
seguidor los acompaña hasta que la luz se apaga y...)
Cae el telón
FIN
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