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Masacre Rincon Bomba Ensayo

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UNIVERSIDAD NACIONAL DE FORMOSA

FACULTAD DE HUMANIDADES
PROFESORADO EN HISTORIA
CATEDRA: LENGUA Y COMUNICACIÓN

PROFESORA TITULAR:
RUBIANO, MIRTA

PROFESORA J.T.P:
BAEZ, MONICA

AYUDANTE DE PRIMERA:
DELGADO, ARIEL

TEMA: RINCON BOMBA

AUTORA: VONDER HEIDE, YAMILA AILEN (yamivonder1996@Gmail.com)

AÑO: 2019
GENOCIDIO PILAGA: TIEMPO DE RESPUESTAS

En primer lugar, nos proponemos esbozar brevemente sobre un hecho triste no solo a nivel
nacional, sino un hecho que nos toca muy de cerca a nosotros; los formoseños; por ser un
suceso histórico renombrado, ocurrido en el interior provincial, específicamente en la
localidad de Las Lomitas, en un paraje Rincón Bomba, en donde las fuerzas nacionales de
la República Argentina se vieron amenazados por un grupo de aborígenes de la
mencionada localidad, concluyendo en una masacre que se encuentra latente hasta nuestros
días.
Dicho hecho acontecido en el año 1947, durante el gobierno y auge Peronista, cobro
importancia a partir del año 2005. Resulta raro y poco tolerable que un suceso de tal
magnitud haya quedado aislado y en cierto punto reprimido de nuestras memorias.
Es un acontecimiento caratulado como de lesa humanidad y siendo que los autores deberían
de haber recibido la condena de perpetua; ¿Por qué pasaron casi 50 años para tomar
acciones en el caso? ¿Acaso el gobierno de turno (Peronista) teniendo la transversalidad
que tuvo y que hasta hoy día sigue teniendo fue el responsable directo de este
acontecimiento tan atroz?
En la década de los 80, vemos como los distintos grupos aborígenes no mostraron ningún
tipo de resistencia con respecto a las ocupaciones armadas del territorio y de esta manera
pasan de cazadores, recolectores y pescadores; los grupos guaycurúes, a denominarse
trabajadores asalariados.
Vemos aquí el inicio de la ruptura no solo del estilo y modo de vida tradicional,
característico de este conjunto compuesto por familias originarias, si no que, a su vez, da
hincapié a que se empiece a producir lo que arqueológicamente denominaos aculturación
(la muerte de la cultura).
Si bien fueron unos pocos los que siguieron manteniendo estos lazos sociales y religiosos,
observamos como la superioridad del “blanco” cobra impulso y arrasa significativamente
con las practicas, muchas de ellas ancestrales de lo que estamos solo acostumbrados a
llamar “hermanos aborígenes”, costumbre que solo es un disfraz más de nuestro egoísmo,
de nuestra manipulación y de nuestra ansiedad de progreso.
Continuamente se hacen presentes en noticias, entrevistas y demás la frase de “nuestros
hermanos aborígenes” y nos invito a repensar la misma, que denota un grado de pertenencia
y un lazo más que de sangre; lastimosamente nada tiene que ver con nuestro accionar. Si
bien el eslogan tiene una carga emocional para muchos, pero ante este tipo de recuerdos
dolorosos, de memorias inquietas que buscan una respuesta, aun mas, que buscan justicia
nace de una manera pujante lo siguiente; ¿Hasta qué punto, los blancos, nos creemos
superiores? ¿Es necesario imponer nuestra cultura de manera tan competitiva, sin dar lugar
a la confluencia de ambos estilos de vida? En lo que a mi opinión respecta creo que,
violentando los derechos y deberes de los demás ciudadanos, sean o no originarios es una
falta no solo constitucional, sino moral, implica un grave retroceso en el supuesto progreso
que queremos lograr.
SI, es evidente que queda restringido, olvidado, y en muchos casos ignorados hechos como
los de Rincón Bomba, que solo cada 10 de octubre se lo menciona como parte de una
cartelera de la fecha. No olvidemos, que las víctimas y sobre todo los pocos sobrevivientes
no lo recuerdan cada 365 días, es un bombardeo constante de recuerdos, de llantos y de
vacíos, los cuales no se llenan haciéndoles homenajes y repreguntando siempre lo mismo.
Según estudios realizados por la docente de la Universidad Nacional de Formosa, Rioboo
Delia Beatriz, en colaboración con la Licenciada Kaplan Marta Sara, en la XI Jornada
Interescuelas/ Departamentos de Historia-Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de
Tucumán, afirman que: “(…) la presencia militar va signar un periodo de la historia, ya
que los únicos objetivos eran la lucha contra el indio y la ocupación del territorio para
incorporarlo al Estado Nacional (…)”.
Ante esta situación, de ocupación masiva, las comunidades aborígenes, se concentran en
Salta, donde en el Tabacal se incorporaba mano de obra chaqueña y formoseña, y aquí nace
una figura no menos importante que lleva por nombre Robustiano Patrón Costas, el
terrateniente oligarca y empresario del ingenio azucarero, quien como es conocido,
prometió un salario equivalente a seis pesos con cincuenta centavos (6.50) el jornal.
Dicho cometido no resulto ser así, y las pobres comunidades aborígenes que fueron en
busca de un futuro mejor se encontraron con un monto de dos pesos con cincuenta (2.50)
equivalente a sus horas de trabajo.
Ante tal explotación y con la desilusión de lo que prometía ser una nueva vida, no tuvieron
más alternativas que volver a su provincia, Formosa, en donde se instalaron en un paraje,
que lleva por nombre la Bomba a escasos metros del Escudaron 18 de Gendarmería
Nacional (La Lomitas), zona militar que se encontraba en parmente vigilancia.
La masiva concentración de aborígenes, se debió no solo por la cantidad de familias que
regresaron de Salta si no que dicha reunión de gran envergadura tuvo como eje central a un
Dios, sanador llamado Tonkiet (Luciano Córdoba) quien habría cobrado gran importancia y
popularidad no solo en esa localidad sino en las demás colonias e interior provincial. La
causa de la concentración, fue, un nuevo culto evangélico.
Según un documental, expuesto en Canal Encuentro “(…) al cabo de unos días, con el
pretexto de una amenaza de malón, la gendarmería dio inicio a una persecución que
concluyo en una matanza (…)”, la misma se encuentra en las fojas documentales,
caratulada como “Hecho de lesa humanidad”.
Ahora bien, detengamos no en esto, en un título muy fuerte y chocante, o en los sinónimos
que solemos establecer: masacre, genocidio, exterminio, matanza; son terminologías que
resuenan, que duelen y desesperan. Atribuyéndole el adjetivo que sea, no se puede disfrazar
lo que ocurrió, sigue siendo un Crimen, y no de unos cuantos sino de cientos de familias,
padres, madres, ancianos, nietos y yo me pregunto; ¿Vale más un de pedacito de tierra que
la vida misma? ¿Vale la pena llegar a tal punto de aniquilar a personas inocentes que no
tenían otro objetivo que vivir dignamente? Si nos ponemos a pensar y a hacer eco de esto
demostraríamos un poco más de cordura y de sensibilidad, pero sobre todo un poco más de
Respeto, algo que los argentinos, y en particular los formoseños hemos dejado atrás.
Y quiero hacer mención de algo que viene a mi memoria, recordando épocas vividas en la
escuela secundaria; cuando oíamos hablar a nuestros abuelos y tíos, sobre el pueblo de Las
Lomitas, y decían no sé si con cierto grado de orgullo, o queriendo esconder la culpa; “(…)
pero si a los indios los mataron los de gendarmería(…)”, en ese momento no podía llegar
a realizar un análisis de esa frase, pero hoy día lo pienso y digo: ¿Podían asesinar a quien
quiera, solo por el hecho de pertenecer a una fuerza nacional? ¡Qué poder absolutista y
tenaz tiene Gendarmería Nacional para decidir quien vive y a quienes mata!
Tomando como referencia, varios documentales mencionados del mismo canal, entrevistas
a los sobrevivientes del pueblo Pilaga, nos evocamos a esto; mas allá de que el genocidio
ocurrió en el año 1947, durante un gobierno Peronista, dato no menor y que involucra
muchos desencadenantes, pero vayamos a lo siguiente y evocando al aspecto judicial unos
minutos: el exterminio de cientos de familias Pilaga sucedió en el año 1947, y recién a
mediados del año 2005 se tomaron acciones legales en el asunto.
Hecho que lleva impresa en su hojas y fojas de la exposición judicial como Crimen de lesa
humanidad, pero ojo, las acciones correspondientes se pusieron en marcha 50 años después.
Medio siglo de oscuridad, que me atrevo a calificar de impunidad y de encubrimiento. Nos
es menor que el suceso en cuestión haya transcurrido con el tan aclamado Perón, pero como
es evidente nadie se atrevió a cuestionarlo, ni los que están en contra de la ideología y
mucho menos de los que acompañan los principios. Principios olvidados y manchados con
la sangre de esos indios, a fin de si Gendarmería lo hizo es porque el gobierno lo acompaña
y eso está bien.
Me parece una actitud totalmente repudiable y sin argumentos olidos ni convincentes el
hecho de disfrazar un acto genocida como algo heroico, ¿y por qué digo esto? Porque las
personas que la iniciaron, ascendieron, en lugar de ser derogados tuvieron un premio. En
pleno auge de la supuesta democracia la cabeza de un indio garantizaba un acto de valentía,
que se debía honrar.
Y no importo que los pocos sobrevivientes se hayan manifestado, si siempre la Justicia
exige reunir los atenuantes necesarios para abrir una investigación, esa justificación la
pueden ver plasmada en las miradas tristes y perdidas de los que quedaron.
Progreso social, justicia social, respeto mutuo; son una simulación hipócrita de una
sociedad que día tras día decae más en la soberbia y el egoísmo.
Es una realidad muy penosa la que nos toca transitar, y más aun a sabiendas de que está en
nuestras manos cambiar el clima catastrófico actual. No podemos sentirnos orgullosos por
tener fuerzas armadas que actúan de tal manera, al contrario, deberíamos de sentir
vergüenza por tener en nuestra sociedad, esa que calificamos de solidaria, de justa y
progresista, seres inhumanos que el único premio que merecen es la No aceptación de los
demás y el repudio absoluto por sus acciones.
Tal como lo afirma Hugo Humberto Beck: “(…) aunque la experiencia universal ha
demostrado que la persecución penal y resarcitoria de los crímenes contra la humanidad
por intermedio de los órganos judiciales no logra cerrar totalmente las heridas de los
pueblos, permite recomponer en parte el tejido social, a través de la verdad, la memoria y
la justicia (…)”
No debemos solo recordar cada año un 10 de octubre, hagamos que cada recordatorio sea el
hinca pie para decir Basta, y evitar que el tan anhelado sueño de avance y prosperidad no se
vuelva a cobrar las vidas de seres humanos inocentes.
Bibliografía:
 BECK, Hugo Humberto Conicet. (UNNE): La matanza de aborígenes Pilaga en
Formosa en 1947. Un juicio por violación de Derechos Humanos por crímenes de
lesa humanidad.
 CANAL ENCUENTRO: La Matanza de Rincón Bomba. Octubre Pilaga 1947.
 INCA TV: Octubre Pilaga, relatos sobre el silencio.
 KAPLAN, Marta Sara. RIOBOO, Delia Beatriz(UNAF): Rincón Bomba: relaciones
de poder entre el Estado y el Movimiento Milenarista del “Dios Luciano” (2007)
 RELATOS de Valeria Mapelman. Directora de Octubre Pilaga
 ZOLTAN, Vardich: “Síntesis histórica de Las Lomitas y breves historias de su
gente”. Colección Cultura Formosa (2014)

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