Tema 4
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Es “Decreto” porque está dictado por el Gobierno en uso de sus poderes propios.
Es “Ley” puesto que se le dota del mismo rango de las normas de producción parlamentaria.
Segú n el T.C, gozan de igual rango normativo que las Leyes parlamentarias, aunque no tengan las
misma naturaleza (STC 3 / 1983)
Las competencias se otorgan al Gobierno del Estado, no a los ó rganos ejecutivos de las CC.AA, pues
son los Estatutos de Autonomía los que prevén la regulació n de los Decretos-Leyes Autonó micos.
El Gobierno (en los término segú n el art. 98.1 CE) ejerce aquí un poder propio, puesto que los
Decretos-Leyes no son fruto de una delegació n de las Cortes, ni esta sujeto a ningú n régimen de
autorizació n previa. El Gobierno aprueba un Decreto-Ley por sí mismo, sin autorización previa, ni
comunicación a otro órgano, y sin sujeción a ningún procedimiento específico. El Decreto-Ley
aprobado por el Consejo de Ministros se expide por el Rey, con refrendo del Presidente del Gobierno
(art. 62 f) y 62.1 CE), sin fó rmula de promulgació n y se publica en el BOE.
Los Decretos-Leyes só lo pueden utilizarse en los supuestos fácticas tasados en la propia CE:
Sin embargo, y para evitar los riegos de este tipo de legislació n las Constituciones modernas
establecen cautelas y prevenciones. El peligro estriba en que el poder excepcional se emplee de
manera indebida, bien porque se infrinjan los límites a de sujetarse, o porque el poder se utilice
cuando falta la situación excepcional que lo justifica para escapar así de los controles que operan en
situaciones de normalidad.
El desarrollo histórico de los Decretos-Leyes en Españ a pasa por las siguientes fases:
1) Primero hay una actuació n puramente de hecho, en virtud de la cual, el Gobierno dictaba
Decretos a los que por razones de necesidad y urgencia, atribuía la facultad de modificar,
suspender o derogar Leyes.
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TEMA 4. NORMAS GUBERNAMENTALES CON RANGO DE LEY
La “necesidad extraordinaria” supone estar ante un hecho inusual, que haya sucedido de modo
imprevisible y que sea de una gravedad o importancia singulares.
La “necesidad urgente” supone que las circunstancias requieran la inmediata adopción de
medidas legislativas, que si no se tomaran con brevedad, se produciría un grave daño en los
intereses públicos o privados; aspectos inaplazables del problema a abordar.
La prohibició n alcanza a la totalidad del Título I CE, con la ú nica salvedad de que si podrá n
ser materias de un Decreto-Ley las materias de este Título que no consagren derechos,
deberes o libertades (prá cticamente imposible).
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El T.C dicta que se “debe interpretar en el sentido de que el Decreto-Ley no puede afectar al
régimen de las CC.AA, incluida la posición institucional que les otorga la Constitució n”.
El objetivo es el de garantizar políticamente a las CC.AA que su régimen autonómico no
pueda ser alterado por el Gobierno.
Se entiende que afectan tanto a las elecciones generales, a las del Parlamento Europeo,
como las entidades locales, materias todas ellas reservadas a la Ley Orgá nica.
Las materias sustraídas a la regulació n por Decreto-Ley no coinciden exactamente con las que está n
sujetas a reserva de Ley Orgá nicas (art. 81.1 CE), puesto que son más amplias las prohibiciones del
artículo 86.1 CE que las materias reservadas a las Orgánicas.
Los Decretos-Leyes requieren un procedimiento específico, que incluye la intervenció n del CD. Así
el artículo 86.2 CE señ ala: “Los Decretos-Leyes deberá n ser inmediatamente sometidos a debate y
votación de la totalidad del CD, convocado al efecto si no estuviese reunido, en el plazo de 30 días
siguientes a su promulgació n. El Congreso ha de pronunciarse expresamente dentro de dicho plazo
sobre su convalidación o derogación, para lo cual el Reglamento establecerá un procedimiento
especial y sumario”.
El Decreto-Ley por su naturaleza debe entrar en vigor de forma inmediata, una vez publicado, y a
partir de ese momento el CD dispone de 30 días para ejercer su control (art. 151.1 RCD). En los
Decretos–Leyes, una acción inmediata que no podría posponerse a la utilizació n de mecanismos
legislativos ordinarios (SSTC 166 / 1986 y 111 / 1983). Ademá s, la apreciació n de la urgencia
admite también distintas comprobaciones, como la valoració n de los intervalos temporales de
expedició n, publicació n o entrada en vigor, o la valoració n misma de la perentoriedad del supuesto”.
La CE no señ ala que plazo se da al Gobierno para someter el Decreto-Ley al Congreso. Tomando
como base la referencias que realiza el artículo 86.2 CE para la reunió n del Pleno del Congreso,
es resulta en cierto sentido por el artículo 151.1 RCD: “El debate y votació n sobre la
convalidació n o derogació n de un Real Decreto-Ley se realizará en el Pleno de la Cámara o de
la Diputación Permanente, antes de transcurrir los 30 días siguientes a su promulgació n”. En
este plazo de 30 días el Congreso debe pronunciarse “expresamente”, lo que significa que el
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silencio debe ser interpretado como negativo. De tal manera que, si el Congreso no se
pronuncia o si decide no convalidarlo, el Decreto-Ley pierde su vigencia automá ticamente.
2) El debate y la votació n
3) La convalidació n
En el caso que el CD convalide un Decreto-Ley, puede decidir tramitarlo como proyecto de Ley,
por el procedimiento de urgencia, sin que sean admisibles las enmiendas de totalidad (art.
151.4 RCD).
Ha señ alado el T.C que el Decreto-Ley ya está incorporado al ordenamiento y tras el acuerdo de
convalidació n “se ha cumplido con el requisito constitucional del que dependía la pervivencia en el
tiempo, con fuerza y valor de Ley, de la disposició n producto del ejercicio de la potestad normativa
extraordinaria que la Constitució n le reconoce al Gobierno. En otras palabras, el Decreto-Ley no se
transforma en Ley, es decir, no cambia su naturaleza jurídica”(STC 29 / 1982).
2.1 Concepto
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Cortes Generales al Gobierno para dictar normas que por razón del rango, se equipararan a las
de origen parlamentario. En definitiva, se trata de un instrumento normativo que se lleva a cabo en
dos fases, pues exige la participació n sucesiva de dos ó rganos constitucionales: las Cortes Generales,
u ó rgano delegante, y el Gobierno, ó rgano delegado, que dicta el producto normativo de dicha
delegació n.
Desde un punto de vista material: el artículo 82.1 CE restringe dicha delegació n a aquellas
reservadas a la Ley Orgánica (art. 81.1 CE), es decir, que esas materias no son susceptibles de
delegació n. Ademá s, la materia delegada ha de ser “concreta” (art. 82.3 CE).
Desde el punto de vista formal: el art. 82.3 CE (quiere dificultar esta tarea por lo que el art. repite
varias veces lo mismo) circunscribe la delegació n al Gobierno, prohibiendo “la subdelegación
a autoridades distintas” (esto lo repite diciendo que la delegació n legislativa se otorga al
Gobierno PGD, que la potestad delegada no puede delegarse nuevamente por el ó rgano
recipiendario). Ademá s, la delegació n ha de hacerse de forma expresa y con fijación de un
plazo (esto lo repite diciendo que la delegació n “no podrá concederse de modo implícito o por
tiempo indeterminado”) para su ejercicio y uso ú nico, es decir, que la delegació n solo se lleva a
cabo una sola vez con el “uso que de ella haga el Gobierno”. Esta finaliza cuando se dicte el
correspondiente Decreto-Legislativo o transcurra dicho plazo sin que se haya hecho uso de la
misma.
En cuanto a las normas para realizar la delegació n, el artículo 82.2 CE establece dos previsiones:
mediante una Ley de Bases, cuando su objeto sea la formación de textos articulados
(establece e innovar un texto nuevo), o a través de una Ley ordinaria, si se trata de refundir
varios textos legales en uno solo (juntar y ordenar haciendo de varias textos uno só lo) .
Ley de Bases: con el objetivo de evitar “delegaciones en blanco”, que ampliarían las
competencias del Gobierno hasta el punto de poner en peligro el ámbito del Decreto-
Legislativo, el artículo 82.4 CE indica que las Leyes de Bases “delimitarán con precisión el
objeto y el alcance” de la delegació n, así como “los principios y criterios” a seguir por el
Decreto-Legislativo. Asimismo, el artículo 83 CE establece otras dos limitaciones: prohíbe,
por un lado, que las propias Leyes de Bases autorices su propia modificación (violaría el
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Lo mencionados principios y criterios de la Ley de Bases también existen en relació n con las Leyes
Bá sicas (legislació n bá sica): colaboració n normativa entre el Estado y las Comunidades Autó nomas,
en las que cada uno de los cuerpos legisladores ejerce sus propias competencias sobre una misma
materia. Una Ley bá sica es aquella ley estatal que se dicta en uso de alguno de los títulos
competenciales del art. 149.1 de la Constitució n en los que se adjudica al Estado la facultad de fijar
las bases que regulan una materia, y a las Comunidades Autó nomas el desarrollo normativo de
esas bases.
Control de los tribunales: En primer lugar, es necesario mencionar que no existe acuerdo de la
doctrina acerca del alcance de la expresió n “control de los tribunales”. Si bien el control
correspondiente al Tribunal Constitucional no da lugar a duda (competente para resolver
recursos de inconstitucionalidad contra Leyes, normas con rango y fuerza de Ley y actos con
fuerza de Ley (por ejemplo, convalidació n de Decretos-Leyes, que convierte lo provisional en
definitivo) o actualmente, el art. 155 que ha afectado a la legislació n vigente), es difícil definir las
competencias de los restantes tribunales sobre esta materia que se da a entender a través del
plural utilizado. El Constitucional ha reconocido en varias ocasiones que los tribunales del orden
contencioso-administrativo (jurisdicció n ordinaria) tienen potestad para controlar los
excesos ultra vires de estas normas (art. 27 b) LOTC), es decir, aquellos momentos en que se
sobrepasen los límites contenidos en las Leyes de delegació n; así, lo preceptos no ajustados a
dicha Ley se considerará n normas reglamentarias, pues es el Gobierno el que ostenta la
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potestad para dictar este tipo de disposiciones (art. 97 CE). Esto también viene recogido en el
art. 1.1 LJCA. Esto viene de la reciente historia españ ola, en la época de Franco, no había T.C que
controlara la aprobació n de Decretos-Legislativos, por lo que se recurría al tribunal contencioso-
administrativo que limitaban a la administració n. Esto a perdurado en la memoria del
constituyente, por lo que hoy en día todavía se prevé, que de forma excepcional el tribunal
ordinario intervenga en esta cuestió n.
Por un lado, el artículo 152 RCD prevé que el Gobierno, una vez elaborado el Decreto,
deberá dirigir a Congreso “la correspondiente comunicación, que contendrá el texto
articulado o refundido objeto de aquella”. Ademá s, deberá publicar dicho texto en el BOCG.
Asimismo, el artículo 153 RCD establece el procedimiento a adoptar cuando se lleven a cabo
controles parlamentarios: en el plazo de un mes desde la publicació n de un Decreto-
Legislativo, los Diputados podrá n presentar reparos (objeciones) al “uso de delegació n”,
por escrito y dirigidos a la Mesa del Congreso. Dicho escrito será remitido a la Comisión
legislativa correspondiente, que emitirá un dictamen en el plazo fijado, tras el cual se
iniciará un debate en el Pleno de la Cámara. Los efectos de este modelo de control será n
los previstos en la propia Ley de delegació n.
La Constitució n no impide que las CC.AA puedan elaborar normas gubernamentales con rango de Ley,
tanto Decretos-Legislativos como Decretos-Leyes autonó micos.
En un primer momento, la prá ctica fue que las CC.AA asumieran la posibilidad de que sus Asambleas
Legislativas delegaran en los ejecutivos autonó micos la facultad de que estos elaboraran Decreto-
Legislativos, reproduciendo literalmente lo previsto en el artículo 82 CE. Así, se permite bien que la
delegació n se haga por una Ley de Bases o por una Ley para refundir textos, en ambos casos
exigiéndose que la materia sea concreta y con un plazo para que el ejecutivo autonó mico dicte el
consiguiente Decreto-Legislativo que será o un texto articulado o la refundició n de textos. Las Leyes
que regulan los Gobiernos autonó micos confieren al Consejo de Gobierno de cada Comunidad, la
competencia de aprobar los Decretos Legislativos. No prevén la posibilidad de delegació n Canarias,
País Vasco y Regió n de Murcia.
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Los Estatutos de Autonomía no recogían la posibilidad de que en el á mbito autonó mico se dictará n
Decreto-Leyes, pero a raíz de las reformas aprobadas a partir de 2006, se prevén en los de
Andalucía, Aragó n, Castilla y Leó n, Cataluñ a, Comunidad Valenciana, Extremadura, Islas Baleares,
Navarra y Regió n de Murcia. En todos estos casos, se publican con la referencia expresa al precepto
habilitante del Estatuto de Autonomía, de la Ley de Gobierno de la C.A y con menció n expresa de que
ha existido la previa deliberació n del Consejo de Gobierno. Castilla la Mancha incorpora la posibilidad
de dictar Decretos-Leyes en su Estatuto de Autonomía en mayo 2014.