Tesis 4
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Tesis 4
En el AT, para referirse al misterio de Dios se utiliza el término hebreo Sōd (Am 3,7) y en
manuscritos arameos, el término Râs (Dn 2,28; 4,6) A lo largo del NT, se usa el término
griego mystérion, aplicado a tres significados distintos: (1) la sabiduría escondida de Dios,
revelada en Jesucristo (Rm 16,25; 1 Cor 2,7s; Ef 1,9; 3,3; 6,19; Col 1,25-27; 1 Tim3, 16);
(2) las revelaciones apocalípticas (Ap 1,20; 17,7); y (3) la profundidad y trascendencia de
algunas realidades humanas, como la vida matrimonial (Ef 5,32) o incluso, el destino de
Israel (Rm 11,25), (Dufour, 2002). En esta tesis haremos principal énfasis en el primer
sentido: “la predicación de Jesucristo, revelación de un misterio mantenido en secreto
durante siglos eternos” (Rm 16,25), y que corresponde a la “sabiduría de Dios escondida y
destinada por Dios desde antes de los siglos para gloria nuestra”, es decir para nuestra
salvación (1 Cor 2,1.6-10)
Habiendo conocido por la fe que Jesús es el Hijo de Dios, es decir, el Mesías (Mc 1, 1), los
primeros discípulos transmiten el misterio de Cristo en su testimonio oral y escrito. Todo en
la vida de Jesús es signo de su misterio: sus gestos, milagros y palabras, dan fe de que
"en él reside toda la plenitud de la Divinidad, corporalmente" (Col 2, 9). Por lo tanto, su
humanidad aparece como signo de su divinidad, y sacramento 1 de salvación: “lo que había
de visible en su vida terrena conduce al misterio invisible de su filiación divina y de su
misión redentora”. (CEC 515)
Toda la vida de Cristo es Revelación del Padre. Jesús manifiesta que quien lo ha visto a
aÉl ha visto al Padre (Jn14, 9), en sus palabras, obras, silencios, sufrimientos, su manera
de ser y de hablar. Por ello el mismo Padre manda escucharle (Lc 9, 35). Porque su vida
está orientada a cumplir siempre la voluntad del Padre (Hb 10,5-7), y comunicar a la
humanidad el amor del Padre a través de su cruz (1 Jn 4,9) (CEC 516).
2. CRISTOLOGÍA BIBLICA
En el AT el título Mesías, (del hebreo Mâŝiaj, que significa ungido), se aplicó ante todo al
rey (1S 10,1; 18,13), luego a los sacerdotes consagrados por la unción (Ex28,41), y
finalmente de un modo inminente al liberador prometido, ordinariamente llamado Hijo de
David (2 S 7,12-16; Sal 132,17) (Dufour, 2002).
1
Traducción latina de la palabra misterio “Sacramentum” que hace referencia al misterio de Dios representados en signos
sensibles a traveés de los cuales actúa real y eficazmente la gracia de Dios.
Mesías Rey. La esperanza del pueblo de Israel, fundamenta su ser al considerarse
“Pueblo de Dios”, en la tierra que Él mismo preparó para ellos y en la Ley. Esto lo
configuraban como una Nación. De esta forma, la figura humana más representativa, y la
que encierra en su propia ontología lo principal de los caracteres antes mencionados, para
el pueblo hebreo, es el rey. Él es el escogido para gobernar sobre su pueblo y, en virtud de
la unción de aceite que simboliza su penetración por el Espíritu de Dios (1Sa 9,16; 10,1-10;
16,13), es consagrado para ser el instrumento de YHWH en su pueblo: el ungido de
YHWH» (2Sa 19,22, Lam 4,20), su representante directo, por lo tanto goza de cierta
respeto religioso. [ CITATION Léo12 \l 9226 ].
Mesías Profeta. Los profetas no eran necesariamente consagrados para su función de
profetas con una unción de aceite, la cual era propia para los reyes; aunque se puede
encontrar algunas excepciones, como la unción de Eliseo como profeta (I Reyes, 19, 16b)
y (2Re 2,9) donde Eliseo pide a Elías dos partes del Espíritu, para ejercer su ministerio
profético. Y la unción de la que habla Isaías que lo capacita en su misión profética de
“anunciar la Buena Nueva a los pobres (…), vendar los corazones rotos, pregonar a los
cautivos la liberación y a los reclusos la libertad” (Is 61,1). Y aunque la mayoría de profetas
no son ungidos para ejercer su ministerio, la escritura menciona a los profetas como los
ungidos del Señor (Sal 105,15; cf. Sal 28,8; Hab 3,13).
Mesías Sacerdote. La figura del sacerdocio en Israel se remonta hasta la travesía del
Éxodo por el desierto del Sinaí. En este lugar Dios constituye a su pueblo como un "reino
de sacerdotes y una nación consagrada" (Ex 19,6). Para ser más específico, Dios escogió
para su servicio litúrgico, de entre las 12 tribus, a la de Leví. Aproximadamente después
del exilio babilónico desaparece la figura del rey, y el sumo sacerdote es quien asume la
“tarea” de guiar y velar por el crecimiento no sólo espiritual sino, también civil del pueblo de
Dios, convirtiéndose así en el “jefe” de la comunidad. Es en este momento cuando se
estima necesario que para consagrarse a su función se le confiera la unción. Así, a partir
de esa época, el sumo sacerdote es ahora el “sacerdote ungido” (Lev 4,3.5.16; 2 Mac
1,10), por tanto, adquiere el lugar de un “mesías” actual, así como lo era antiguamente el
rey (cf. Dan 9,25). [ CITATION Léo12 \l 2058 ]
A comienzos del siglo I, de nuestra era, el anuncio de la resurrección del Hijo de Dios, abre
la cuestión del Mesías esperado (Cristo en griego), en el contexto de un judaismo
fragmentado bajo el dominio político del imperio romano y la influencia cultural griega. Se
empieza a elaborar una interpretación cristológica del acontecimiento de la muerte y
resurrección de Cristo que da origen a las primeras formulas de fe, que hacen una síntesis
de las primeras creencias cristianas: la muerte redentora del Cristo, su resurrección y la
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Redacción tomada de la síntesis bíblica EL MESIANISMO PROMESA ETERNA (Ignacio Sarralde, 2020)
esperanza de su Venida gloriosa, fórmulas que llegan hasta nosotros gracias al testimonio
escrito del NT, que podemos organizar en cuatro colecciones [ CITATION Gil17 \l 9226 ].
KERYGMA. son los discursos referidos en el Libro de los Hechos, que anuncian sobre
todo la resurrección y glorificación de Jesús de Nazaret: “Al Jesús que fue condenado a
muerte, Dios lo ha resucitado” (Hc 2, 32-36) y lo ha proclamado Señor, o sea partícipe de
la omnipotencia divina, y Mesías, consagrado para una misión salvífica (Hc 2, 33); por
tanto es Dios y salvador del hombre. Cristología y soteriología forman aquí una unidad
inseparable. A la predicación más antigua pertenece igualmente el texto de 1Cor 15, 1-7.
El hombre Jesús se transforma en el salvador del hombre (Hc 3,13,16; 4,10-12;
10,37,42; 13,23-33) (Instituto Superior de Ciencias Religiosas a Distancia “San Agustín” ,
1998).
HOMOLOGÍAS. (profesión de fe personal Hb 3,11): Las homologías o fórmulas de
exclamación más antiguas con las que se proclamaba la fe en Jesucristo. Algunas
aclamaciones proclaman que Jesús es el Señor, (1 Cor 8,6; 12, 3), e igualmente, que es
el Mesías, el Cristo. Otras en cambio, aplican a Jesús el título de Hijo de Dios (Mc 1,1;
9,7). Y fórmulas dobles como: “Cristo, Hijo de Dios vivo” (Mt 16,16; 26,63) y “Señor mío
y Dios mío” (Jn 20,28) (Instituto Superior de Ciencias Religiosas a Distancia “San
Agustín” , 1998).
CONFESIONES DE FE: Preludio de los símbolos más amplios de los siglos sucesivos.
Hablan principalmente del plan redentor universal de Dios que ha comenzado con la
muerte y resurrección de Cristo y llegará a su plenitud en la parusía del Señor: 1 Tes 1,9-
10; 1 Cor 6,14; 15,15; 2 Cor 4,14; Rom 4,24; 8,11; 10,9; Gal 1,1 Entre estas confesiones
de fe revisten suma importancia las que intentan expresar la identidad de Cristo,
verdadero hombre y Dios. (Guijarro, Las creencias de los primeros Cristianos, 2017).
(Instituto Superior de Ciencias Religiosas a Distancia “San Agustín” , 1998).
HIMNOS CRISTOLÓGICOS: Que muy probablemente provienen de la liturgia de la Iglesia
primitiva. Su enseñanza puede resumirse básicamente en los siguientes términos: El
Salvador es uno con Dios e igual a Él; es mediador de la creación y de la redención; baja
del cielo para vivir entre los hombres, despojándose de su poder; muere en un acto de
obediencia a Dios, siendo resucitado; realiza la reconciliación de los hombres y del cosmos
con el mismo Dios; finalmente es exaltado y colocado a la derecha de Dios. Los
testimonios escritos que traen hasta nosotros estos himnos, son: Flp.2,6-11; Col 1,13-20;
Jn 1,1-18; Hb 1,3ss; 1Tm 3,16 (Instituto Superior de Ciencias Religiosas a Distancia “San
Agustín” , 1998).
El concilio de Nicea (325): a comienzos del siglo IV surgió la herejía arriana que
afirmaba que Jesús no era Dios, pues Dios es eterno y Él en cambio apareció en el
tiempo, como cualquier “creatura”. Basándose en su historicidad se sostenía que hubo un
tiempo en el que no existía, hasta que Dios lo creó. De modo que Cristo Jesús, llamado por
Pablo el Verbo de Dios, no es Dios, pero tampoco es un ser humano común, es más bien
un ser espiritual encarnado en un cuerpo sin alma humana, que a su vez es suplida por el
verbo, a quien se reconocía como un demiurgo reducido a rango de un alma humana, en la
que desempeñaba su función de Cristo, y al ser una creatura busca a través del plan
redentor, más que la salvación humana, su propia glorificación. Para responder a este
problema, el concilio precisa un credo bautismal local como regla de fe contra el
arrianismo, en el que aplicó un término griego “omooúsios to patrí”, que esclarecía el
hecho de que Cristo es el Hijo de Dios y por tanto no fue creado, sino engendrado y por tal
razón es consustancial a Dios, es decir, comparte la misma naturaleza divina, lo cual
también confirmaba su pre-existencia eterna. En este concilio quedan fijadas la divinidad
de Cristo y su filiación eterna con Dios, concluyendo que el Verbo eterno de Dios se
encarnó y se hizo hombre, exclusivamente para nuestra salvación [ CITATION Fer15 \l 9226
].
La evolución cristológica del periodo preniceno está orientada toda ella a afirmar la doble
naturaleza: humana y divina de Jesús, es decir, a sostener que es verdaderamente hombre
y verdaderamente Dios. Los principales defensores de la fe de la Iglesia frente a estas
herejías como el Ebionismo, Adopcionismo, Docetismo (Anexo 1); fueron Ignacio de
Antioquía e Ireneo de Lyón, defendiendo principalmente la necesidad de que el Salvador
fuese Dios, ya que el hombre no puede aproximarse a Dios si Dios no se acerca a él; pero
también que fuese hombre, para ejercer su misión de mediador, para la salvación de los
creyentes.
En el Concilio de Nicea (325) se condenó la doctrina trinitaria del Arrianismo (Anexo 3),
limitándose Nicea a enseñar que, por nuestra salvación, el Verbo "se encarnó y se hizo
hombre". Defensores de la fe de la Iglesia contra la herejía arriana fueron Eustaquio de
Antioquía y S. Atanasio.
CONCLUSIONES:
El Misterio de Cristo, o del mesías, está presente en toda la línea histórica, de las
Sagradas Escrituras, como una idea de salvación en el corazón y la mente del pueblo de
Dios, que se realiza en la figura de un liberador . La muerte y resurrección de Jesús el Hijo
de Dios, fue interpretada como la promesa mesiánica, que develó tanto la identidad
ontológica del Cristo: verdadero Dios y verdadero hombre, como también el plan redentor,
universal de Dios, que consiste en la recapitulación de todas las cosas en su Hijo
Jesucristo y la elevación gloriosa de la humanidad a la Vida Eterna.
ANEXO 2
Subordinacionismo: toda teología que afirma que el Hijo es Inferior al Padre y está
subordinado a él. Entre ellas se encuentra el arrianismo.
Modalismo: es la herejía en la que las tres personas de la Trinidad no son distintas, sino
tres modos distintos de la acción del mismo Dios.
ANEXO 3
La doctrina del Arrianismo (s. IV) se examina en el contexto trinitario, porque al sostener
que el Hijo no es Dios sino una criatura, niega de hecho la realidad de un Dios en tres
personas. Sin embargo, la herejía arriana tiene tambien aspectos cristológicos
importantes. Según Arrio, el Hijo es una criatura; no es engendrado desde la eternidad por
el Padre y no es de la misma sustancia que el Padre. Según esta cristología, el Verbo -que
no es Dios, sino un demiurgo- se encarnó en un hombre, Jesucristo, el cual, sin embargo,
es una "carne sin alma", o a lo sumo, posee un alma humana no racional. Luego en Cristo
falta el alma intelectiva humana, que es suplida por el Verbo. Por tanto este, "en su estado
de encarnación, es en sentido estricto sujeto de la condición humana, de las pasiones y de
las debilidades del espíritu humano. Se encontraba reducido al rango de un alma humana
y desempeñaba propiamente su función en Cristo"
ANEXO 4
Instituto Superior de Ciencias Religiosas a Distancia “San Agustín” . (1998). Cristología del
NT. En I. S. Agustín”, Cristología (págs. 23-35). Madrid: Digiprint Escritores.
NOTAS ACLARATORIAS:
ACLARACIONES
Seguiré buscando bibliografía más actual, y revisando las revistas de teología que nos
recomendó, además de las obras Jesús de Nazaret I y II del cardenal Ratzinger, para ver si
puedo incluir alguno de sus comentarios exegéticos, que permita sintetizar o sistematizar
mejor, lo ya expuesto, que en sí es ya muy completo. Sin embargo, con la intención de
actualizar un poco los datos, agregué bibliografía de autores de finales del siglo XX y del
siglo XXI, como también algunas citas bibliográficas propias del texto base que estaban
incompletas, para favorecer posteriormente su estudio y reajuste.