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Tesis 4

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TESIS 4.

JESUCRISTO, PLENITUD Y CULMEN DE LA REVELACIÓN (D.V. 4)

4. Jesucristo, plenitud de la Revelación, Revelador del Padre, de sí mismo y del


Espíritu Santo

4.1. Jesucristo, Plenitud de la Revelación

"Dios habló a nuestros padres en distintas ocasiones y de muchas maneras por los profetas.
Ahora, en esta etapa final, nos ha hablado por el Hijo (Heb 1,1-2). Pues envió a su Hijo, la
Palabra Eterna, que alumbra a todo hombre, para que habitara entre los hombres y les
contara la intimidad de Dios (Jn 1, 1 - 18) ... La economía cristiana, por ser alianza nueva y
definitiva, nunca pasará; "No hay que esperar otra revelación pública, antes de la gloriosa
manifestación de Jesucristo nuestro Señor (1 Tim 6, 14; Tit 2, 13)". (D.V. 4)

En Jesucristo se ha revelado definitiva e irrevocablemente la voluntad salvífica universal de


Dios, a través de un hecho único e irrepetible: su Encamación, por tanto, podemos decir que
esta es el misterio de la unión admirable de la naturaleza divina y la naturaleza humana de
Jesús en la única Persona divina del Verbo. Para llevar a cabo nuestra salvación, el Hijo de
Dios se ha hecho “carne” (Jn 1,14), haciéndose verdaderamente hombre. La fe en la
Encarnación es signo distintivo de la fe cristiana. 

El Concilio Vaticano II, en la constitución sobre la divina Revelación Dei Verbum, afirma
que la íntima verdad de toda la Revelación de Dios resplandece para nosotros «en Cristo,
mediador y plenitud de toda la revelación» (n. 2). El Antiguo Testamento nos narra cómo
Dios, después de la creación, a pesar del pecado original, a pesar de la arrogancia del
hombre de querer ocupar el lugar de su Creador, ofrece de nuevo la posibilidad de su
amistad, sobre todo a través de la alianza con Abrahán y el camino de un pequeño pueblo,
el pueblo de Israel, que Él eligió no con criterios de poder terreno, sino sencillamente por
amor. Es una elección que sigue siendo un misterio y revela el estilo de Dios, que llama a
algunos no para excluir a otros, sino para que hagan de puente para conducir a Él: elección
es siempre elección para el otro. En la historia del pueblo de Israel podemos volver a
recorrer las etapas de un largo camino en el que Dios se da a conocer, se revela, entra en la
historia con palabras y con acciones. Para esta obra Él se sirve de mediadores —como
Moisés, los Profetas, los Jueces— que comunican al pueblo su voluntad, recuerdan la
exigencia de fidelidad a la alianza y mantienen viva la esperanza de la realización plena y
definitiva de las promesas divinas. (benedicto XVI, audiencia miercoles 16 del 2013)

4.1.1 Jesucristo, Revelador del Padre  (Jn 14, 9). 


Jesucristo es la máxima y definitiva manifestación del Amor del Padre. Él es la presencia
del Padre entre los hombres, "quien ve a Jesucristo ve al Padre" (Jn 14,9; D.V. 4).
Jesucristo es la Palabra misma del Padre. Jesús es quien nos revela que Dios es un Padre
amoroso y misericordioso. 
Resulta, además, que el testimonio del Nuevo Testamento nos dice que el camino para
llegar a Dios es el encuentro con Jesús, y no al revés. O sea, que el camino no es ir
haciendo deducciones a partir de nuestra idea de Dios para llegar a conocer a Jesús, sino
que el camino correcto es llegar a conocer a Dios a partir del desvelamiento de Dios que
tiene lugar en Jesús. Dos pasajes del evangelio de Juan, el evangelio que presenta a Jesús
como revelador del Padre, reflejan esto que estoy diciendo: «A Dios nadie lo ha visto
nunca; el Dios Hijo Unigénito, el que está en el regazo del Padre, ése lo reveló» (Jn 1,18).
Cuando Felipe, en el mismo evangelio, pide a Jesús que les muestre al Padre, recibe esta
respuesta: «Llevo tanto tiempo con vosotros ¿y no me has conocido, Felipe? El que me ha
visto, ha visto al Padre» (Jn 14,9).  ( Jose Ramon Bustos, cristología para empezar pg113)

4.1.2 Jesucristo, Revelador de sí mismo (conciencia mesiánica)


Jesucristo se revela a sí mismo como Hijo de Dios, por medio de sus signos y palabras, y
sobre todo con su Muerte y Resurrección. Desde su nacimiento Jesús fue tomando
conciencia, poco a poco, que Él es el Hijo de Dios. Jesucristo manifestó a sus discípulos la
profunda experiencia de ser Hijo de Dios.
Jesús manifestó que fue enviado por el Padre para cumplir con la misión de entregarse por
la Salvación de todos los hombres, movido por el Espíritu Santo.

LA CONCIENCIA QUE JESUS TENÍA DE SU MISIÓN Y DE SÍ MISMO (

1. la relación de Jesús con su Padre su abba 

La vida de Jesús testifica la conciencia de su relación filial al Padre. Su comportamiento y


sus palabras, que son las del «servidor» perfecto, implican una autoridad que supera la de
los antiguos profetas y que corresponde sólo a Dios. Jesús tomaba esta autoridad
incomparable de su relación singular a Dios, a quien él llama «mi Padre». Tenía conciencia
de ser el Hijo único de Dios y, en este sentido, de ser, él mismo, Dios.

 el abba implica su cercania y esa cercanía es la  que le da autoridad divina y de su


misión
 se sabe que es el mensajero de Dios en cuanto a la revelación a los hombres, en
otras palabra la hace posible.
 tiene conciencia de ser HIJO (Mc 12,6)
 habla y actua con autoridad, que es una actitud que corresponde solo a Dios, por so
puede llamar al seguimiento (apostoles)
 por eso debemos amarle mas que a los padres (Mt 16,37)
 por eso debemos colocarlo por encima de todos los bienes (Mc 16,29)
 por eso debemos entregar su vida (Mc 8,35)
 por eso habla como legislador
 etc...

2. conoce la misión: anunciar el reino de Dios y hacerlo presente


Jesús conocía el fin de su misión: anunciar el Reino de Dios y hacerlo presente en su
persona, sus actos y sus palabras, para que el mundo sea reconciliado con Dios y renovado.
Ha aceptado libremente la voluntad del Padre: dar su vida para la salvación de todos los
hombres; se sabía enviado por el Padre para servir y para dar su vida «por la
muchedumbre» (Mc 14, 24).

3. reúne a los hombres entorno al reino y los convoca entorno asi (el nacimiento de la
Iglesia)

Para realizar su misión salvífica, Jesús ha querido reunir a los hombres en orden al Reino y
convocarlos en torno a sí. En orden a este designio, Jesús ha realizado actos concretos, cuya
única interpretación posible, tomados en su conjunto, es la preparación de la Iglesia que
será definitivamente constituida en los acontecimientos de Pascua y Pentecostés. Es, por
tanto, necesario decir que Jesús ha querido fundar la Iglesia.

Cuando Jesús predica el Reino de Dios, no anuncia simplemente la inminencia de la gran


mutación escatológica, convoca primeramente a los hombres para entrar en el Reino. El
germen y el comienzo del Reino es el «pequeño rebaño» (Lc 12, 32) de aquellos que Jesús
ha venido a convocar en torno a sí y del que él mismo es el pastor (Mc 14, 27 par.; Jn 10, 1-
29; cf. Mt 10, 16 par.), que ha venido a reunir y liberar a sus ovejas (Mt 15, 24; Lc 15, 4-7).
Jesús habla de esta convocación bajo la imagen de los invitados a las bodas (Mc 2, 19 par.),
de la plantación de Dios (Mt 13, 24; 15, 13), de la red de pescar (Mt 13, 47; Mc 1, 17). Los
discípulos de Jesús forman la ciudad sobre la montaña visible de lejos (Mt 5, 14),
constituyen la nueva familia, de la que Dios mismo es el Padre y en la que todos son
hermanos (Mt 23, 9); constituyen la verdadera familia de Jesús (Mc 3, 34 par.). Las
parábolas de Jesús y las imágenes de que se sirve para hablar de los que ha venido a
convocar llevan consigo una «eclesiología implícita».

No se trata de afirmar que esta intención de Jesús implique una voluntad expresa de fundar
y establecer todos los aspectos de las instituciones de la Iglesia tal y como se han
desarrollado en el curso de los siglos. Es necesario, por el contrario, afirmar que Jesús ha
querido dotar a la comunidad que ha venido a convocar en torno a sí de una estructura que
permanecerá hasta la consumación del Reino. Hay que mencionar aquí, en primer lugar, la
elección de los Doce y de Pedro como su jefe (Mc 3, 14ss). Esta elección, de las más
intencionales, mira al restablecimiento escatológico del pueblo de Dios que estará abierto a
todos los hombres (cf. Mt 8, 11s). Los Doce (Mc 6, 7) y los otros discípulos (Lc 10, 1ss)
participan de la misión de Cristo, de su poder, pero también de su suerte (Mt 10, 25; Jn 15,
20). En ellos viene Jesús mismo y en él el que lo ha enviado (Mt 10, 40).

La Iglesia tendrá también su oración propia, la que Jesús le ha dado (Lc 11, 2-4); ella
recibe, sobre todo, el memorial de la cena, centro de la «Nueva Alianza» (Lc 22, 20) y de la
comunidad nueva reunida en la fracción del pan (Lc 22, 19). A los que Jesús ha convocado
en torno a sí, les ha enseñado también un «modo de obrar» nuevo diferente del de los
antiguos (cf. Mt 5, 21 etc.), del de los paganos (cf. Mt 5, 47), del de los grandes de este
mundo (Lc 22, 25ss).

4. conciencia de ser enviado por el Padre

La conciencia que tiene Cristo de ser enviado por el Padre para la salvación del mundo y
para la convocación de todos los hombres en el pueblo de Dios implica, misteriosamente, el
amor de todos los hombres, de manera que todos podemos decir que «el Hijo de Dios me ha
amado y se ha entregado por mí» (Gál 2, 20).

incluyen dos puntos importantes:

 la muerte en la Cruz como servicio.


 la inclusión de todos los hombres

LOS TITULOS DE JESUS:


 EL MESIAS
 HIJO DE HOMBRE
 KIRIOS
 HIJO

4.1.3 Jesucristo, Revelador del Espíritu Santo


Jesús les prometió a sus discípulos que les enviaría el Espíritu Santo, que vendría sobre
ellos después de su Glorificación (Jn 7, 39). Jesús revela que el Espíritu Santo es enviado
para que enseñe todo a sus discípulos y les haga recordar lo que el mismo Jesús les había
dicho (Jn 14, 26), para que dé testimonio de Jesús (Jn 15,26; 1Cor 12, 3).

#243 - 244 C.E.C

243 Antes de su Pascua, Jesús anuncia el envío de "otro Paráclito" (Defensor), el Espíritu
Santo. Este, que actuó ya en la Creación (cf. Gn 1,2) y "por los profetas" (Símbolo Niceno-
Constantinopolitano: DS 150), estará ahora junto a los discípulos y en ellos (cf. Jn 14,17),
para enseñarles (cf. Jn 14,16) y conducirlos "hasta la verdad completa" (Jn 16,13). El
Espíritu Santo es revelado así como otra persona divina con relación a Jesús y al Padre.

244 El origen eterno del Espíritu se revela en su misión temporal. El Espíritu Santo es
enviado a los Apóstoles y a la Iglesia tanto por el Padre en nombre del Hijo, como por el
Hijo en persona, una vez que vuelve junto al Padre (cf. Jn 14,26; 15,26; 16,14). El envío de
la persona del Espíritu tras la glorificación de Jesús (cf. Jn 7,39), revela en plenitud el
misterio de la Santa Trinidad.
4.2 La acción del Espíritu Santo en la Revelación

El Espíritu Santo fue quien inspiró a los autores sagrados para que consignarán por escrito
el contenido de la Revelación.

En el Antiguo Testamento el Espíritu Santo movió a los Profetas para que anunciaran los
oráculos del Señor (2Pe 1, 20 - 21).

En el Nuevo Testamento descubrimos que el Espíritu Santo hizo posible la Encamación del
Hijo de Dios (Le 2, 28 - 33); conduce y guía a Jesús en su obra reveladora; da poder y
eficacia a las palabras y signos de Jesús; llevó a los apóstoles a reconocer la presencia de
Cristo Resucitado y los movió para la predicación de la salvación.

El Espíritu Santo asiste a la Iglesia para que conserve con pureza y vitalidad la revelación
de Cristo; guía internamente a la comunidad eclesial en el conocimiento de la Revelación.

El Espíritu Santo es quien ilumina la mente y sostiene la voluntad de los hombres para que
se abran a la comprensión y a la acogida de la Palabra Divina.

C.E.C #152

152 No se puede creer en Jesucristo sin tener parte en su Espíritu. Es el Espíritu Santo
quien revela a los hombres quién es Jesús. Porque «nadie puede decir: "Jesús es Señor" sino
bajo la acción del Espíritu Santo» (1 Co 12,3). «El Espíritu todo lo sondea, hasta las
profundidades de Dios [...] Nadie conoce lo íntimo de Dios, sino el Espíritu de Dios» (1 Co
2,10-11). Sólo Dios conoce a Dios enteramente. Nosotros creemos en el Espíritu Santo
porque es Dios.

La Iglesia no cesa de confesar su fe en un solo Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo.

4.3 Los milagros, signos de la Revelación

Los milagros son signos, pero no prueban la divinidad, estos revelan o manifiestan a
Jesucristo como el Hijo de Dios, el salvador, e invitan a los hombres a la fe. Los milagros
de Jesús no son causa de la fe, sino que la piden y la confirman. Además, los milagros de
Jesús son una llamada a la conversión, el hombre que acepta el milagro cambia de vida.

Entendemos los milagros de Jesús dentro del contexto de ser el Salvador que triunfa sobre
el pecado. Los milagros son la revelación del Amor de Dios que quiere la Redención de los
hombres. Por medio de los milagros Jesús realiza el Plan de Salvación de Dios.

4.4 Muerte y Resurrección de Cristo, culmen de la Revelación 


4.4.1. La Muerte vértice de la Revelación
La muerte de Jesús en la cruz es signo de la Revelación de la Salvación que Dios quiere dar
a todos los hombres y de la libre entrega total de Jesús; es figura de la Revelación en cuanto
nos da a conocer la realidad de la Encarnación: "Dios se hizo en verdad hombre".

En Jesucristo muerto en la cruz se descubre el inmenso Amor de Dios por todos los
hombres y se revela el sentido y el significado de la muerte de todo hombre.

4.4.2 La Resurrección vértice de la Revelación


Además del signo esencial, que es el sepulcro vacío, la resurrección de Jesús es atestiguada
por las mujeres, las primeras que encontraron a Jesús resucitado y lo anunciaron a los
Apóstoles. Jesús después se apareció a Céfas (Pedro) y luego a los Doce, más tarde se
apareció a más de quinientos hermanos a la vez (1 Cor 15,5-6), y aún a otros. Los
Apóstoles no pudieron inventar la resurrección, puesto que les parecía imposible: en efecto,
Jesús les echó en cara su incredulidad. 
Por medio de la Resurrección, de Jesucristo Glorificado, se revela la plena realización de
todo ser humano y la meta escatológica de la Gloria Eterna de Dios a la cual está llamado el
mismo ser humano.

4.5. La cuestión de la historicidad de los Evangelios

4.5.1 La cuestión 
Al ver los Evangelios es bueno que nos preguntemos ¿qué elementos de los cuatro
Evangelios pertenecen al Jesús histórico y cuáles a la interpretación de la Iglesia primitiva?

4.5.2 Planteamientos y evolución de la cuestión


a. Planteamiento a - crítico: Hasta el siglo XVIII se creía que los Evangelios eran una
transmisión periodística de la vida de Jesús.

b. Planteamiento crítico: A finales del siglo XVIII y principios del XIX los autores
protestantes empezaron a decir que los Evangelios no mostraban la figura histórica
de Jesús, muestran una imagen creada por la Iglesia primitiva, que hacía una
interpretación sobre la vida de Jesús. H. S. Reimarus: Hace una distinción entre el
proyecto de Jesús, liberar al pueblo judío del yugo romano, y la intención de los
Apóstoles que, ante el fracaso de Jesús en la cruz, roban el cadáver y lo proclaman
resucitado; así, surge el Cristo de la fe.
c. La cuestión sobre la historia de Jesús nació con H.S. Reimarus, un estudioso que
había consignado por escrito sus reflexiones, aunque no las publicó nunca. Su
discípulo G. E. Lessing, en 1778, publicó anónimamente algunos fragmentos de las
reflexiones del maestro, que enseguida se divulgaron conociéndose como «El
anónimo de Wolfenbüttel». Lo que se venía a decir en esos fragmentos sobre el
tema que nos ocupa es lo siguiente: Jesús fue un rebelde contra los romanos al que
éstos lograron apresar y ajusticiar. Evidentemente, su causa de rebeldía política
fracasó. Los discípulos robaron su cuerpo y transformaron su causa de liberación
política en una causa de liberación espiritual. El verdadero Jesús de la historia había
sido secuestrado por las diversas confesiones cristianas, que le obligaban a
representar un papel de salvador espiritual. En el fondo, Reimarus, se preguntaba si
lo que la Biblia narraba sobre Jesús y lo que predicaba la Iglesia evangélica
(protestante) tenía algo que ver con la verdadera historia de Jesús. (Jose Ramon
Bustos, cristología para empezar pg 25-26)

 D. F. Strauss: Explica los Evangelios bajo la categoría de mito, por tanto, Jesús es un
personaje sacado de los mitos del judaísmo. M. Kaheler: Hace la clásica distinción entre el
Jesús histórico y el Cristo de la fe. R. Bultmann: Afirma que existe discontinuidad entre el
Jesús histórico y el Cristo de la fe proclamado por la Iglesia primitiva. E. Kasemann: Dice
que la historicidad de Jesús es absorbida por el Kerigma: el Anuncio de la Muerte y
Resurrección de Jesucristo que es central en la fe cristiana.

c. Acuerdo entre protestantes y católicos: Ante las diferentes posturas, los teólogos
protestantes y católicos llegaron a puntos de acuerdo: no es posible hacer una
biografía estricta de Jesús a partir de los Evangelios y en los Evangelios se puede
conocer al Jesús histórico. 

4.5.3 Conclusión básica


Los Evangelios nos dan a conocer al verdadero Jesús. No son una biografía de Jesús, pero
nos hablan de las características esenciales de la vida de Jesús.

Los cuatro Evangelios pertenecen al género literario "Evangelio" que hace una lectura de la
vida terrena de Jesús a la luz de la Resurrección, del Antiguo Testamento, de la vida de la
Iglesia primitiva y del Espíritu Santo.

En los Evangelios encontramos los dichos y hechos del Jesús histórico, la transmisión pos
pascual de los Apóstoles y la redacción de los evangelistas.

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