Tesis 4
Tesis 4
Tesis 4
"Dios habló a nuestros padres en distintas ocasiones y de muchas maneras por los profetas.
Ahora, en esta etapa final, nos ha hablado por el Hijo (Heb 1,1-2). Pues envió a su Hijo, la
Palabra Eterna, que alumbra a todo hombre, para que habitara entre los hombres y les
contara la intimidad de Dios (Jn 1, 1 - 18) ... La economía cristiana, por ser alianza nueva y
definitiva, nunca pasará; "No hay que esperar otra revelación pública, antes de la gloriosa
manifestación de Jesucristo nuestro Señor (1 Tim 6, 14; Tit 2, 13)". (D.V. 4)
El Concilio Vaticano II, en la constitución sobre la divina Revelación Dei Verbum, afirma
que la íntima verdad de toda la Revelación de Dios resplandece para nosotros «en Cristo,
mediador y plenitud de toda la revelación» (n. 2). El Antiguo Testamento nos narra cómo
Dios, después de la creación, a pesar del pecado original, a pesar de la arrogancia del
hombre de querer ocupar el lugar de su Creador, ofrece de nuevo la posibilidad de su
amistad, sobre todo a través de la alianza con Abrahán y el camino de un pequeño pueblo,
el pueblo de Israel, que Él eligió no con criterios de poder terreno, sino sencillamente por
amor. Es una elección que sigue siendo un misterio y revela el estilo de Dios, que llama a
algunos no para excluir a otros, sino para que hagan de puente para conducir a Él: elección
es siempre elección para el otro. En la historia del pueblo de Israel podemos volver a
recorrer las etapas de un largo camino en el que Dios se da a conocer, se revela, entra en la
historia con palabras y con acciones. Para esta obra Él se sirve de mediadores —como
Moisés, los Profetas, los Jueces— que comunican al pueblo su voluntad, recuerdan la
exigencia de fidelidad a la alianza y mantienen viva la esperanza de la realización plena y
definitiva de las promesas divinas. (benedicto XVI, audiencia miercoles 16 del 2013)
3. reúne a los hombres entorno al reino y los convoca entorno asi (el nacimiento de la
Iglesia)
Para realizar su misión salvífica, Jesús ha querido reunir a los hombres en orden al Reino y
convocarlos en torno a sí. En orden a este designio, Jesús ha realizado actos concretos, cuya
única interpretación posible, tomados en su conjunto, es la preparación de la Iglesia que
será definitivamente constituida en los acontecimientos de Pascua y Pentecostés. Es, por
tanto, necesario decir que Jesús ha querido fundar la Iglesia.
No se trata de afirmar que esta intención de Jesús implique una voluntad expresa de fundar
y establecer todos los aspectos de las instituciones de la Iglesia tal y como se han
desarrollado en el curso de los siglos. Es necesario, por el contrario, afirmar que Jesús ha
querido dotar a la comunidad que ha venido a convocar en torno a sí de una estructura que
permanecerá hasta la consumación del Reino. Hay que mencionar aquí, en primer lugar, la
elección de los Doce y de Pedro como su jefe (Mc 3, 14ss). Esta elección, de las más
intencionales, mira al restablecimiento escatológico del pueblo de Dios que estará abierto a
todos los hombres (cf. Mt 8, 11s). Los Doce (Mc 6, 7) y los otros discípulos (Lc 10, 1ss)
participan de la misión de Cristo, de su poder, pero también de su suerte (Mt 10, 25; Jn 15,
20). En ellos viene Jesús mismo y en él el que lo ha enviado (Mt 10, 40).
La Iglesia tendrá también su oración propia, la que Jesús le ha dado (Lc 11, 2-4); ella
recibe, sobre todo, el memorial de la cena, centro de la «Nueva Alianza» (Lc 22, 20) y de la
comunidad nueva reunida en la fracción del pan (Lc 22, 19). A los que Jesús ha convocado
en torno a sí, les ha enseñado también un «modo de obrar» nuevo diferente del de los
antiguos (cf. Mt 5, 21 etc.), del de los paganos (cf. Mt 5, 47), del de los grandes de este
mundo (Lc 22, 25ss).
La conciencia que tiene Cristo de ser enviado por el Padre para la salvación del mundo y
para la convocación de todos los hombres en el pueblo de Dios implica, misteriosamente, el
amor de todos los hombres, de manera que todos podemos decir que «el Hijo de Dios me ha
amado y se ha entregado por mí» (Gál 2, 20).
243 Antes de su Pascua, Jesús anuncia el envío de "otro Paráclito" (Defensor), el Espíritu
Santo. Este, que actuó ya en la Creación (cf. Gn 1,2) y "por los profetas" (Símbolo Niceno-
Constantinopolitano: DS 150), estará ahora junto a los discípulos y en ellos (cf. Jn 14,17),
para enseñarles (cf. Jn 14,16) y conducirlos "hasta la verdad completa" (Jn 16,13). El
Espíritu Santo es revelado así como otra persona divina con relación a Jesús y al Padre.
244 El origen eterno del Espíritu se revela en su misión temporal. El Espíritu Santo es
enviado a los Apóstoles y a la Iglesia tanto por el Padre en nombre del Hijo, como por el
Hijo en persona, una vez que vuelve junto al Padre (cf. Jn 14,26; 15,26; 16,14). El envío de
la persona del Espíritu tras la glorificación de Jesús (cf. Jn 7,39), revela en plenitud el
misterio de la Santa Trinidad.
4.2 La acción del Espíritu Santo en la Revelación
El Espíritu Santo fue quien inspiró a los autores sagrados para que consignarán por escrito
el contenido de la Revelación.
En el Antiguo Testamento el Espíritu Santo movió a los Profetas para que anunciaran los
oráculos del Señor (2Pe 1, 20 - 21).
En el Nuevo Testamento descubrimos que el Espíritu Santo hizo posible la Encamación del
Hijo de Dios (Le 2, 28 - 33); conduce y guía a Jesús en su obra reveladora; da poder y
eficacia a las palabras y signos de Jesús; llevó a los apóstoles a reconocer la presencia de
Cristo Resucitado y los movió para la predicación de la salvación.
El Espíritu Santo asiste a la Iglesia para que conserve con pureza y vitalidad la revelación
de Cristo; guía internamente a la comunidad eclesial en el conocimiento de la Revelación.
El Espíritu Santo es quien ilumina la mente y sostiene la voluntad de los hombres para que
se abran a la comprensión y a la acogida de la Palabra Divina.
C.E.C #152
152 No se puede creer en Jesucristo sin tener parte en su Espíritu. Es el Espíritu Santo
quien revela a los hombres quién es Jesús. Porque «nadie puede decir: "Jesús es Señor" sino
bajo la acción del Espíritu Santo» (1 Co 12,3). «El Espíritu todo lo sondea, hasta las
profundidades de Dios [...] Nadie conoce lo íntimo de Dios, sino el Espíritu de Dios» (1 Co
2,10-11). Sólo Dios conoce a Dios enteramente. Nosotros creemos en el Espíritu Santo
porque es Dios.
Los milagros son signos, pero no prueban la divinidad, estos revelan o manifiestan a
Jesucristo como el Hijo de Dios, el salvador, e invitan a los hombres a la fe. Los milagros
de Jesús no son causa de la fe, sino que la piden y la confirman. Además, los milagros de
Jesús son una llamada a la conversión, el hombre que acepta el milagro cambia de vida.
Entendemos los milagros de Jesús dentro del contexto de ser el Salvador que triunfa sobre
el pecado. Los milagros son la revelación del Amor de Dios que quiere la Redención de los
hombres. Por medio de los milagros Jesús realiza el Plan de Salvación de Dios.
En Jesucristo muerto en la cruz se descubre el inmenso Amor de Dios por todos los
hombres y se revela el sentido y el significado de la muerte de todo hombre.
4.5.1 La cuestión
Al ver los Evangelios es bueno que nos preguntemos ¿qué elementos de los cuatro
Evangelios pertenecen al Jesús histórico y cuáles a la interpretación de la Iglesia primitiva?
b. Planteamiento crítico: A finales del siglo XVIII y principios del XIX los autores
protestantes empezaron a decir que los Evangelios no mostraban la figura histórica
de Jesús, muestran una imagen creada por la Iglesia primitiva, que hacía una
interpretación sobre la vida de Jesús. H. S. Reimarus: Hace una distinción entre el
proyecto de Jesús, liberar al pueblo judío del yugo romano, y la intención de los
Apóstoles que, ante el fracaso de Jesús en la cruz, roban el cadáver y lo proclaman
resucitado; así, surge el Cristo de la fe.
c. La cuestión sobre la historia de Jesús nació con H.S. Reimarus, un estudioso que
había consignado por escrito sus reflexiones, aunque no las publicó nunca. Su
discípulo G. E. Lessing, en 1778, publicó anónimamente algunos fragmentos de las
reflexiones del maestro, que enseguida se divulgaron conociéndose como «El
anónimo de Wolfenbüttel». Lo que se venía a decir en esos fragmentos sobre el
tema que nos ocupa es lo siguiente: Jesús fue un rebelde contra los romanos al que
éstos lograron apresar y ajusticiar. Evidentemente, su causa de rebeldía política
fracasó. Los discípulos robaron su cuerpo y transformaron su causa de liberación
política en una causa de liberación espiritual. El verdadero Jesús de la historia había
sido secuestrado por las diversas confesiones cristianas, que le obligaban a
representar un papel de salvador espiritual. En el fondo, Reimarus, se preguntaba si
lo que la Biblia narraba sobre Jesús y lo que predicaba la Iglesia evangélica
(protestante) tenía algo que ver con la verdadera historia de Jesús. (Jose Ramon
Bustos, cristología para empezar pg 25-26)
D. F. Strauss: Explica los Evangelios bajo la categoría de mito, por tanto, Jesús es un
personaje sacado de los mitos del judaísmo. M. Kaheler: Hace la clásica distinción entre el
Jesús histórico y el Cristo de la fe. R. Bultmann: Afirma que existe discontinuidad entre el
Jesús histórico y el Cristo de la fe proclamado por la Iglesia primitiva. E. Kasemann: Dice
que la historicidad de Jesús es absorbida por el Kerigma: el Anuncio de la Muerte y
Resurrección de Jesucristo que es central en la fe cristiana.
c. Acuerdo entre protestantes y católicos: Ante las diferentes posturas, los teólogos
protestantes y católicos llegaron a puntos de acuerdo: no es posible hacer una
biografía estricta de Jesús a partir de los Evangelios y en los Evangelios se puede
conocer al Jesús histórico.
Los cuatro Evangelios pertenecen al género literario "Evangelio" que hace una lectura de la
vida terrena de Jesús a la luz de la Resurrección, del Antiguo Testamento, de la vida de la
Iglesia primitiva y del Espíritu Santo.
En los Evangelios encontramos los dichos y hechos del Jesús histórico, la transmisión pos
pascual de los Apóstoles y la redacción de los evangelistas.