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Elsa Tamez RIBLA

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RIBLA

PAUTAS HERMENÉUTICAS PARA


COMPRENDER GA. 3.28 Y 1 CO. 14.34

Elsa Tamez

Resumen
En este breve artículo ofrecemos algunas pautas hermenéuticas que iluminan una
relectura bíblica liberadora para la mujer. Proponemos como no-normativos, sino
circunstanciales, aquellos textos que oprimen y marginan a las mujeres, y distinguimos
como fundantes los textos que promueven su dignidad y liberación. Con esa finalidad
estudiamos las afirmaciones contrarias que aparecen en Gá. 3.28 y en 1Co. 14.34-35. 
 

Dificultades en la lectura bíblica feminista

Sabemos que la Biblia, interpretada androcéntrica y patriarcalmente, ha sido fuente de


legitimación para marginar a la mujer en la iglesia y la teología. Pero también hemos
constatado, en la práctica, como la misma Biblia releída desde los oprimidos y
marginados, ha sido fuente de liberación y de vida para muchos, incluyendo las
mujeres.

La relectura desde la mujer o feminista de la Biblia no es fácil. En un artículo


anterior hemos manifestado los problemas que las mujeres enfrentan cuando leen la
Biblia. La lectura desde el pobre es más fácil que la lectura desde la mujer pobre. En la
lectura desde el pobre la Biblia le ofrece referentes explícitos de la solidaridad con
Dios en su lucha por la liberación. En la lectura desde la mujer, ésta encuentra textos
que explícitamente la discriminan.

Las luchas que las mujeres encuentran en una relectura bíblica liberadora son varias:
ellas tienen que bregar contra la lectura, que se ha hecho por siglos, de los textos, la
cual, a veces, es más patriarcal que los textos mismos. Pero también tiene que luchar
contra aquellos textos que la dañan explícitamente. Además, esta lucha hermenéutica
de relectura de textos en favor de la mujer, y contra-lectura de textos que la marginan,
desemboca en la necesidad de un replanteamiento del principio de autoridad bíblica y
de una reformulaci6n de lo que significa la palabra de Dios revelada en las sagradas
escrituras. 
Varias mujeres pensamos que se necesita de verdaderas reconstrucciones no solo de
textos, sino de replanteamientos profundos de concepciones de mundo. Es preciso
recurrir a la antropología y la filosofía. En este artículo no incluimos dicha discusión,
que tarde o temprano tendremos que asumir. Estamos ofreciendo solo un pasito
dentro del desafío enorme de una real lectura feminista popular de la Biblia.
Reducimos nuestro aporte al ámbito urgente de la práctica eclesial de las mujeres,
cuando éstas se topan con textos opresores en lo que respecta a la mujer.

En el presente escrito intentamos estudiar las afirmaciones contrarias que aparecen en


Ga. 3.28 y en 1 Co. 14.34-35. La que es favorable para la mujer, la otra la discrimina.
¿Cómo interpretar estos textos? ¿qué hacer con ellos? son preguntas que resuenan
en las iglesias, y desorientan a sus miembros. Habrá que recurrir a una hermenéutica
que privilegie la óptica de la mujer y a una exégesis que clarifique las situaciones del
texto y contexto. La intención primera es buscar algunas pautas hermenéuticas que
iluminen una relectura bíblica liberadora para la mujer y desde la mujer.
2

La incompatibilidad entre Gálatas 3.28 y 1 Corintios 14.34-35

Al leer la carta a los Gálatas y la epístola a los Corintios nos encontramos con un
problema hermenéutico: Gálatas 3.28 había de igualdad de privilegios entre varón y
mujer, y 1 Co. 14.34-35, de sumisión de la mujer al varón. Y el autor de las cartas, es
el mismo, Pablo de Tarso. La comprensión de esta incompatibilidad exige de una
exégesis que tome en cuenta las cartas en su totalidad, el contexto de los textos en
cuestión y el contexto socio-económico y cultural de los escritos.

Nótese que se trata de comprender el desacuerdo. Y no de armonizar la posición del


autor. Tenemos pues, que comenzar reconociendo que en 1º de Corintios hay ciertas
afirmaciones sobre la mujer que la perjudican, sea como efecto directo del texto o de
las interpretaciones que se han hecho de él, las cuales, como dijimos arriba, han sida
más perjudiciales para las mujeres.

Pero la contradicción no es absoluta sino relativa. Pablo tienes sus razones para
afirmar ambas posiciones. Sin embargo, el grado de significación o importancia difiere
en mucho. En Gálatas 3.28 Pablo tiene razón absoluta en afirmar la igualdad de
condición entre varón y mujer. Esta forma bautismal pre-paulina es una declaración
universal para todos los tiempos. Pero en 1 Co. 14.34-35, la posición de Pablo es muy
relativa, y sólo, en cierto grado comprensible por su preocupación pastoral frente a la
mayoría de la comunidad, sobre todo de los nuevos miembros. Lo que le importa es
que en las asambleas cúlticas se haga todo con decoro y de acuerdo a las costumbres
culturales para que no se cause escándalo (cp.14.40). Esta segunda posición de Pablo
es discutible, y él mismo posiblemente la aceptaría como tal, en el caso del uso del
velo, cuando dice en 11.16: “De todos modos, si alguien quiere discutir, no es esa
nuestra costumbre ni la de las iglesias de Dios”.

Así, pues, si extraemos los textos de su contexto (como muchas veces se ha hecho),
el salto de Gálatas 3.28 a I Corintios 14.34-35 es extremadamente contradictorio. Si,
por el contrario, comprendemos cada texto en su contexto particular, descubrimos no
sólo que la contradicción es relativa y transitoria, sino que Pablo no busca limitar los
derechos de la mujer adquiridos de acuerdo al Evangelio (cp. 11.11,ss) ni lanzar una
afirmación con carácter dogmático que sirva para todos los tiempos y lugares. Leer en
l Co. 14.34-35 una declaración universal para todas las mujeres y en todas las épocas
es ir contra el Evangelio de Jesucristo y contra el mismo espíritu de las cartas del
apóstol Pablo. Es este autor, más que ningún otro, quien hace referencia a la
participación activa de la mujer en las primeras comunidades cristianas. El capítulo 16
de Romanos es una prueba de ello. ¿A qué se debe esa disparidad en Pablo? ¿Cómo
comprender 1 Co. 14.34-35? Trataremos de responder a esas preguntas en los
siguientes párrafos.

Gálatas 3.28

Comenzamos con Gá1atas, carta escrita posiblemente primero que Corintios o entre
las mismas fechas. Gálatas fue escrita entre los años 50-55, y 1 Co. entre los años 53-
56. Sin embargo, se cree con certeza que Gá. 3.28 es una fórmula dominical pre-
paulina, retomada por Pablo y releída a la luz del propósito de su carta. De manera
que esta afirmación antecede a la carta de 1 Corintios.
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En la carta a los gá1atas se observan fuertes tensiones teológicas entre la manera


como Pablo concibe el Evangelio, y otros cristianos judaizantes que promovían la
imposición de la circuncisión y el cumplimiento de la ley para todos los cristianos. Se
trata de una discusión fundamental sobre la comprensión y vivencia del Evangelio. El
eje central que mueve la carta es la libertad de la esclavitud. Y la esclavitud de todo
tipo, no sólo de la ley, aunque es la ley -judía en este caso-, el punto de partida de
Pablo. Recuérdese que Pablo discurre desde una situación socioeconómica sostenida
por el sistema esclavista, y un sistema legal desigual.

 El apóstol Pablo ve en las iglesias de Galicia un peligro inminente de vuelta al


sometimiento de otras fuerzas que son capaces de obstruir la libertad que los
cristianos habían alcanzado por la fe. Si con la llegada de la fe habían sido liberados
de poderes cósmicos (4.8s) , ahora corrían el peligro de un legalismo esclavizante. Por
eso es que en esta carta se habla vehementemente sobre la libertad alcanzada en
Cristo. La ley y la circuncisión eran para Pablo elementos que esclavizaban y
discriminaban a otros. La fe, en cambio liberaba de toda esclavitud y marginación.
“Para ser libres nos liberó Cristo. Manteneos pues, firmes y no os dejéis oprimir
nuevamente bajo el yugo de la esclavitud” (Ga. 5.1), insiste Pablo.

Así, pues, con la “llegada de la fe” (3.23) que había de manifestarse, es decir, Cristo,
se da la liberación del sometimiento de la ley; entonces, se pasa de la categoría de
esclavos, o de niños con tutores (cp. 4.1), a una condición de hijos, libres y sin
distinciones ni marginaciones ni opresiones de ningún tipo (cp.3.28). Por eso, con la fe
se entra a una nueva etapa de vida. En primer lugar se supera todo privilegio
concedido anteriormente a los que tenían la ley y que excluía a quienes no la poseían.
La circuncisión, marca visible en la carne, excluye a las mujeres, mientras que la fe no
hace acepción de personas. Justificación por la fe y libertad son experiencias
semejantes. Al ser justificados por la fe se abre el espacio a la libertad,
independientemente de la ley, para que las mujeres y los hombres se realicen como
tales. Se trata de un espacio libre en donde se elimina la exclusión, la discriminación y
donde reina la justicia, pues aunque Pablo inicia la discusión de la justificación por la
fe con el propósito de que los no-judíos también formen parte del plan salvífico de
Dios, la lógica de su pensamiento, al hablar de libertad, lo lleva a trascender no solo la
barrera de la etnia sino a afirmar la justicia social y sexual que surge de esa nueva
creación en Cristo.

 Aquí inserta Pablo Gá. 3.28. Se trata de una expresión dominical que el apóstol
retoma y reinterpreta en su visión de la nueva creación. “Ya no hay judío ni griego; ni
esclavo ni libre; ni hombre ni mujer, ya que todos vosotros sois uno en Cristo Jesús”
(3.28). De acuerdo a Denis R. MacDonald el paso de la ley a la fe “derriba los muros
que protegen los privilegiados-(sean judíos por la obediencia de la Torah, o los “libres”
por su status legal, o a los varones por los xx cromosomas-) y excluyen o colocan en
desventaja a gentiles, esclavos o mujeres”. No hay retórica en Ga. 3.28 si se le ubica
en la situación socio-económica y cultural del imperio romano. La frase “de esclavos a
hijos herederos” (Ga. 4. 7) es profundamente poderosa al escucharla en la época del
principado donde solo la aristocracia tenía posibilidades de acceso al poder y prestigio,
reservado para los hijos libres herederos de la nobleza. 
La exclusión por privilegio llega a su fin con Cristo para el creyente. Es más, Pablo con
esta dimensión nueva de fe relativiza, incluso, las instancias directivas eclesiales, pues
justamente cuando habla de ellas señala que en Dios no hay acepción de personas
(2.6, cp. 1.11).

La inclusión de la mujer en esta reflexión paulina, aunque procedente de una


confesión bautismal pre-paulina (judeo-helenista), trae consecuencias vitales para las
4

mujeres. Y más aún para las mujeres esclavas o pobres del primer siglo. El acceso a
la fe y al agua del bautismo, no hace acepción de personas, y aún más, coloca en un
plano de iguales con los mismos derechos y obligaciones a mujeres y hombres,
esclavos y libres, judíos y gentiles. Aquí está la base del movimiento cristiano, en esta
nueva relación con Jesús.

De Gálatas a Corintios

La carta a los Corintios refleja una comunidad totalmente diferente a la de Gálatas. Las
comunidades son distintas y sus problemas también. Mientras que la situación
conflictiva de Gálatas en lo referente a la fe y la ley le permitióa Pablo desarrollar un
discurso teológico algo sistemático, lo cual le dio pie para desarrollar más su
pensamiento en la carta a los Romanos, aquí en Corintios no sucede lo mismo. A
excepción de algunas partes breves (1 Co. 1.17-31; 7.1-6; 12.4-28; 13; 15, etc.), la
mayoría de los problemas son demasiado puntuales como el del incesto (5. 1),
adulterio (6.16), los tribunales paganos (6.1-11), el matrimonio y la virginidad (7.1-40),
la carne sacrificada a ídolos (8.7-13) y otros. Pablo escribe la carta a los Corintios
desde Efeso entre el año 53 y el 56. Es, como ya señalamos, probablemente posterior
a Gálatas, la carta en la cual subraya el Evangelio de la libertad. Posiblemente los
miembros de la comunidad de Corinto ya habían acogido el mensaje de la libertad en
Cristo,eso se puede observar por la libertad con que se mueven quienes comían carne
sacrificada a los ídolos, o la participación activa de las mujeres en la iglesia y su
manera de conducirse sin las ataduras culturales, como el uso del velo; o a quienes
llenos del espíritu, practicaban la glosolalia para sí, en las asambleas, sin tomar en
cuenta a los presentes.

Para Pablo este comportamiento tenía su lado negativo cuando se asumía la libertad
del espíritu sin considerar las tradiciones culturales o de costumbre. Se causaba
escándalo y las actitudes, fruto de la libertad producida por el Evangelio, se constituían
paradójicamente en piedra de tropiezo para otros. La solicitud de Pablo es que se
privilegie la edificación de la comunidad, aunque se limite un poco la libertad
alcanzada por el Evangelio.

Puede ser que se tenga algo de razón en este punto de la edificación, pero la
propuesta de 34-35 (¿interpolación?), que silencia a las mujeres, deja mucho que
desear, aun cuando comprendemos las razones de su inclusión. Las consecuencias
de esta postura interpretada y ampliada por los seguidores de Pablo (Cp. Ef.5.22-24 y
1 Tim. 2.11-14) y más tarde por la tradición de la iglesia, fue fatídica para las mujeres.
La igualdad de privilegios proclamada en Gálatas para todo ser humano, quedó más
en la penumbra. Ya que 1 Co. 14.34-35 ha sido utilizado infinidad de veces para
restringir la participación de las mujeres en la iglesia, refirámonos al texto con más
detalle.

1 Co. 14.34-35

Se ha trabajado mucho estos pasajes y se ha propuesto varias hipótesis para tratar de


comprender las duras palabras de Pablo contra la participación activa de la mujer en la
congregación. Una observación muy extendida y acogida es el hecho; muy probable,
de que 1 Co. 14,34-35 sea una interpolación, o sea una inclusión posterior, que bien
pudo ser una anotación al margen, hecha por algún lector al final del primer siglo. Esto
es porque en 1 Co. 11.5 se da por sentado el hecho de la participación de la mujer en
las asambleas, y en 14.34 se pide que se callen. Además, de acuerdo al contexto la
relación entre los vv. 35 y 36 es extraña, el v. 33a va más con el v. 36.  Esta hipótesis
puede ser cierta, sin embargo; el hecho de que las afirmaciones no procedan
5

directamente de Pablo no resuelve el problema, pues de todas maneras aparecen en


la relación final de la carta que conservamos en el canon.

Otras soluciones propuestas para comprender la restricción de Pablo a las mujeres


son las siguientes:

-Pablo tiene temor de que, por la participación muy entusiasta de las mujeres, 1a
comunidad cristiana se asemeje a ciertas religiones helenas; con tendencias
orgiásticas, en donde la mujer figuraba como líder. Las asociaciones consagradas a la
Diosa Isis, por ejemplo, también habían igualado el poder del hombre y la mujer.
Podían participar esclavos y mujeres en el culto, sin distinciones. 
 -Se ha tratado de interpretar el significado de lalein, “hablar” como un verbo con
connotaciones particulares. Algunos creen que connota “interrumpir” la buena marcha
del orden del culto. Son mujeres que desean aprender y molestan con sus preguntas.
Por eso se les manda que guarden silencio y que pregunten a sus maridos en sus
casas.

-Pablo, al referirse a las “mujeres” (gunaikes) no se refiere a todas las mujeres, sino


solo a las mujeres casadas.En la comunidad de corinto había mujeres solteras (cp.
c.7). Gunaikes, en griego, puede traducirse también como “esposas”. Esto se deduce
porque en el v. 35 ellas, que deben guardar silencio en el culto, han de preguntarle a
sus esposos, en privado, si quieren aprender.

-A la referencia anterior otros añaden que se refiere solo a mujeres cristianas, ya que
son ellas las que desean aprender (manthanein). También se puede tratar sólo de las
esposas cuyos esposos están presentes en el culto y en especial a las mujeres de los
profetas, a quienes Pablo hacía referencia en los versos anteriores (14.20-33). La
participación de las esposas podía incluir un juicio sobre lo que sus esposos profetas
estaban diciendo. Esta actitud de la mujer hacía quedar mal a su esposo en público,
hecho muy bochornoso para la época. Earle Ellis, siguiendo esta interpretación,
parafrasea el texto como sigue: “Profetas, que sus mujeres con dones se callen en las
asambleas, pues no les es permitido hablar en el intercambio entre los
profetas”. “hablar” (lalein) aquí hace referencia al ejercicio de dones espirituales.

Estas hipótesis son buenas e indican que estos textos no pueden ser utilizados para
hacer callar a las mujeres en las iglesias y negarles una participación significativa en
todos los ministerios, incluyendo el de la ordenación. También estas propuestas
exegéticas ayudan a comprender la postura de Pablo en una determinada comunidad,
muy particular.

No obstante, a pesar de lo expuesto hasta ahora sobre 1 Co. 14.34-35, encontramos


elementos limitantes para la mujer, lo cual refleja la situación patriarcal no superada,
aun después de tratar de vivir una nueva creación según el evangelio. Peor es aún la
posición con respecto a la mujer en algunas cartas post-paulinas, como mencionamos
arriba. Por eso afirmamos que la exégesis desde la perspectiva de la mujer no es
suficiente, se requiere dar un paso más: un salto hermenéutico.

El salto hermenéutico

Una lectura liberadora para las mujeres, necesita de una hermenéutica atrevida, que
vaya más allá de la “prudencia academicista”. Son muchos los casos en los cuales la
llamada “prudencia científica” se vuelve cómplice de las lecturas masculinizantes. Esto
no significa que se haga a un lado la rigurosidad académica. Al contrario, se estudia y
se aprovechan aquellos datos exegéticos que dan luz para la relectura feminista. Pero
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una lectura desde la mujer no concluye allí. Con el producto de su exégesis da un


salto hermenéutico, sobrepasa el canon de la letra, y se aferra al Espíritu de
discernimiento. Privilegia el Espíritu que, según Pablo, es quien orienta hacia la
justicia, la vida, la libertad, la paz y el respeto a la dignidad de las personas. Se
sobrepasa el “canon de la letra” pero no para hacerlo a un lado, sino para seguirlo con
mayor fidelidad; pues es precisamente ese canon, o mejor dicho, el espíritu del canon
en su totalidad, el que le sirve como criterio de discernimiento para identificar con
mayor claridad el verdadero espíritu del texto.

Así, pues, un acercamiento exegético desde la mujer tiene en mente,


simultáneamente, varios principios de interpretación, para acoger el mensaje con
cierta “madurez hermenéutica”. Esta se alcanza cuando el Espíritu de libertad y
discernimiento sobrepasa toda letra que esclaviza. Entre los principios de
interpretación, además de los que hemos estado mencionando indirectamente a lo
largo del artículo, proponemos los siguientes, muy sencillos:

1. Creer con certeza que:


a. para el evangelio todo ser humano, sin excepción de raza o género o etnia debe
gozar de la misma dignidad y privilegios delante de Dios y de la sociedad.

b. las desigualdades injustas entre varón y mujer, negros, indígenas, mestizos y


blancos, pobres y ricos es producto del pecado y por lo tanto deben combatirse.

c. en la historia humana, en la cual se viven las desigualdades injustas y los conflictos


deshumanizantes, Dios, por su gracia y misericordia siempre se solidariza con los
débiles, los oprimidos, los discriminados y los que sufren. Dios es solidario con la
mujer en tanto discriminada por su género.

2. Reconocer y distinguir que la Biblia, que nos revela Palabra de Dios, está
constituida par un conjunto de escritos, testimonios de vida de un pueblo y personas,
recogidos en distintas épocas y lugares y que por lo tanto reflejan la cultura patriarcal
propia de judíos, griegos y romanos.

3. Es importante, por lo tanto, 1) estudiar el texto en sí, para tratar de comprender las
intencionalidades del autor, y los mecanismos propios de toda narrativa. 2) Explicar el
texto a partir de la situación económica, cultural, ideológica y política del momento en
que aparece la carta. Esto ayuda no solo a entender motivaciones de los escritos para
un contexto particular, sino también da pie para hacer contra-lecturas.

4. Tomando en cuenta lo anterior, hemos de asumir que todo texto que sugiere o exige
la esclavitud, la explotación, la sumisión o la discriminación, va contra la voluntad
misma de Dios, y que por lo tanto no es normativo.

En síntesis, Ga. 3.28 es una declaración fundante que da la pauta global del contenido
de la nueva creación en Cristo en cuanto a la dignidad de todo ser humano. Esta
afirmación contradice la posición de toda institución o persona que margina a la mujer.
1 Co. 14.34-35 nos advierte indirectamente que la nueva creación se vive en la historia
humana concreta en donde participan elementos contrarios a la nueva creación y
donde se debe tener sabiduría y discernimiento en el ejercicio de la libertad en Cristo.
Una equivocada interpretación de este texto puede encubrir discriminaciones. 1 Co
14.23-35, comprendido en su contexto, también nos anima a que busquemos en todo
tiempo el espíritu de discernimiento, para poder ejercitar lo mejor posible la libertad e
igualdad que nos concede el evangelio, teniendo siempre presente de manera
solidaria, el amor y comprensión a los(as) demás, así como la edificación de la
mayoría de la comunidad. Ga. 3.28y 1 Co. 14.34-35 no se encuentran en el mismo
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nivel. Gá. 3; 28 es normativo, 1 Co; 14.34-35 es circunstancial. Pero los aportes


circunstanciales también nos enseñan.

 Referencias:

Cp. “Biblia y mujer”, en Vida y pensamiento. (1986) n.

Ibid.,

En América Latina Ivone Gevara ha iniciado esa escabrosa tarea. Cp. su aporte al
curso de Biblia intensivo en México, 1991. (inédito hasta donde nosotros sepamos).

Cp. Néstor Míguez. “El imperio y los pobres en el tiempo neotestamentario”, en Ribla


(1990) n. 5-6.

Muchos de sus miembros eran posiblemente cristianos convertidos de creencias


cósmicas de la religión helenística, cuya visión era esclavizadota. Cp. Daniel
Patte, Paul, sa foi et puissance de l’Evangile (París: Cerf, 1985) p. 44.

E. Tamez, contra toda condena (San José: SBL/DEL, 1991) pp. 91-93.

Denis Ronald, MacDonald, There is no Male and Female (Philadelphia: Fortress


Press, 1987), p. 126.

Elisabeth Schüssler Fiorenza, En memoria de ella (Descleé de Bronwer, Bilbao 1989,


p. 259).

Una interpretación reciente de Antoinette Clark-Wire señala que los oponentes de 1


Co. son justamente las profetizas. Posiblemente había una diferencia de comprensión
del significado de la nueva creación en Cristo entre los corintios (especialmente las
mujeres profetizas) y Pablo. Mientras que aquellas experimentaban la libertad plena en
la nueva creación, bajo la autoridad del Espíritu solo, Pablo reprocha los excesos y
lanza constantes advertencias. Antoinette Clark-Wire, The Corinthian Women
Prophets. A Reconstruction through Paul's Rhetoric (Minneapolis: Fortres Press) 1990.

Han Conzelmann, 1 Corinthíans (Philadelphia: Portress Press, 1975), p. 246.

Schüssler Fiorenza ubica la discusión sobre el velo dentro de la problemática de los


cultos orientales, en los cuales las mujeres acostumbraban el pelo suelto y despeinado
y los hombres iniciados, la cabeza afeitada. En el contexto judeo-cristiano el pelo
suelto connotaba impureza; por el contrario, llevar el pelo recogido, con un peinado
muy elaborado, era señal de buena espiritualidad y de control sobre la cabeza. Para
Pablo era símbolo de poder profético y carismático. Op. Cit., p. 227ss

Irene de Foulkes, trabajo inédito.

Cp. Schüssler Fiorenza, p. 285.

E. Earle Ellis, Pauline Theology. Ministry and Society (Grand Rapids, Michigan: William
B. Eerdmans Publishing Company, 1989) p. 71. cp. pp.68-70.

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