INTERPRETATIVISMO
INTERPRETATIVISMO
INTERPRETATIVISMO
CLIFFORD GEERTZ
Por el contrario, Geertz afirma que cuando se concibe la cultura como una
serie de dispositivos simbólicos para controlar la conducta —una serie de
fuentes extrasomáticas de información—, la cultura suministra el vínculo
entre lo que los hombres son intrínsecamente capaces de llegar a ser, y lo
que realmente llegan a ser uno a uno. “Llegar a ser humano” es constituir
se como un individuo; y se llega guiado por esquemas culturales, por siste
mas de significación históricamente creados, en virtud de los cuales forma
mos, ordenamos, sustentamos y dirigimos nuestras vidas.
El modo más sencillo de definir la cultura de un pueblo es considerarla el
“modo de disponer las cosas” que tiene un grupo humano. Denota un
esquema históricamente transmitido de concepciones heredadas y expre
sadas en formas simbólicas, por medio del cual los seres humanos comu
nican, perpetúan y desarrollan su conocimiento y actitudes ante la vida.
Estos sistemas de símbolos suministran un marco significativo dentro del
cual pueden orientarse en sus relaciones recíprocas, en su relación con el
mundo que les rodea, y en relación consigo mismos.
La cultura así entendida —como sistema de formas simbólicas— constitu
ye un contexto público dentro del que pueden describirse los fenómenos
de manera inteligible. Es preciso mirar a esos sistemas simbólicos como
formas que dicen algo sobre algo, y lo dicen a alguien. Geertz propone,
por tanto, “un concepto semiótico de cultura” *Geertz 1973+.
Para llevarla a cabo se deberán observar los hechos, superar una descrip
ción superficial para arribar a la significación social de esas conductas,
interpretar significaciones sociales de los hechos.
dos.
Antes que un ser sujeto a la razón como no pocas veces ciertos filósofos
nos han querido presentar, para Geertz es más preciso considerar al ser
humano como un ser sujeto a unas tupidas tramas de significación. No
sorprende que Geertz escriba, entonces, que “La cultura de un pueblo es
un conjunto de textos, que son ellos mismos conjuntos y que los
antropólogos se esfuerzan por leer por encima del hombro de aquellos a
quienes estos textos pertenecen
propiamente”
Así Cohen obtuvo sus ovejas y retornó a Marmusha. Los franceses del
fuerte lo oyeron llegar desde lejos (Cohen gritaba feliz recordando lo ocu -
rrido: "Ba, ba, ba") y se preguntaron "¿Qué diablos es eso?" Cohen dijo:
"Este es mi 'ar". Los franceses no creyeron lo que en realidad había ocurri -
do y lo acusaron de ser un espía que trabajaba para los beréberes rebel -
des. Lo encarcelaron y le quitaron su ganado. Su familia que vivía en la
ciudad, no teniendo noticias suyas durante largo tiempo, creyó que había
muerto. Pero los franceses terminaron por ponerlo en libertad y Cohen
regresó a su bogar, aunque sin sus ovejas. Acudió entonces al coronel de
la ciudad, el francés encargado de toda la región, para quejarse de lo ocu
rrido. Pero el coronel le replicó: "Nada puedo hacer en este asunto. No es
cosa mía".