Ensayo LabaladadeAlfonsinaBairandeAndresL
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Doris Melo
Caribbean University of Bayamón
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La mirada a través del desengaño barroco: en las pinturas Vanitas ( bodegones del siglo XVII). View project
All content following this page was uploaded by Doris Melo on 15 June 2016.
La literatura dominicana que se escribe en las últimas dos décadas del siglo
XX, particularmente la narrative, manifiesta una constante preocupación
social, política e histórica. Muchos de los escritores dominicanos
contemporáneos elaboran su discurso tomando como punto de partida los
treinta y un años de la dictadura.
Por otro lado Giovanni Di Pietro, en un ensayo sobre las novelas de Andrés
L. Mateo destaca el estilo lírico y simbólico de La balada de Alfonsina
Bairán. Considera que los personajes de sus tres novelas enfrentan una
misma realidad política de su tiempo, un mismo pasado anterior y posterior
al tirano.
Estos sucesos que ocurren en el país y que son una constante a lo largo del
texto, son denunciados por un estudiante de derecho, que podría ser el
propio autor vinculado en esa rebeldía en su juventud, testimonios de su
época. Mateo plantea, denuncia y nos pone en contacto con un personaje,
que puede ser cualquier sujeto que estuviera vinculado directamente con la
dictadura decadente pero vigente de Rafael Leónidas Trujillo, y con lo que
sucede en el país en ese año del 1961 Conjuntamente se retrotrae a épocas
anteriores.
Denuncia estos hechos los envuelve políticamente como dejando ver a través
de las palabras, los vasos comunicantes que al tejerse en el desarrollo del
texto, nos llevarán a entender todo un cúmulo de eventos que suceden en la
trama.
Alfonsina, vivía con dos prostitutas y sus tres perros, los cuales paseaba los
martes. Sus paseos tenían un mismo rumbo y conducían a un mismo lugar,
el centro de la ciudad colonial. Ella se vestía elegantemente, con sus collares
de perlas y sus trajes de lino, muy distinguida, con un moño en la nuca, y su
bastón terminado en un puño de plata en el que se perfilaban
paradójicamente las caras de unos ángeles. Toda el paseo consistía en unas
vueltas alrededor de la glorieta del parque, en compañía de los perros. Allí,
se sentaba en un banco a recordar a su esposo y alimentar su resentimiento
para tener el valor de seguir con los planes que había forjado.
Por otro lado se describen los momentos en los que se desata la noticia que
mataron al dictador, con sus consecuencias. El pueblo se vuelve en rebeldía
y clamaba venganza contra aquellos que apoyaban la dictadura y
confraternizaban con ellos. Entre ellos figuraban el Bar La Turca con su
propietaria que en esa última etapa de su vida se había casado con un esbirro
de la dictadura. Finalmente las turbas como fieras, con antorchas en manos
bajaban furiosas desde la parte alta de la ciudad. Alfonsina esperaba que
todo esto ocurriera sentada en su casa, mientras se prepara para la
culminación de su venganza. Los perros habían desollado vivo al señor
Matías, le habían sacado las tripas, los ojos. Su venganza era esa, atraerlo
hacía ella, ganar su confianza y vengar la muerte de su esposo. Por otro lado
cumplida su misión, Alfonsina no le importa nada, no le interesaba rescatar
sus recuerdos, cuando las turbas destruyeran el burdel y le pegaran fuego.
El narrador nos cuenta como logró entrar en el Bar entre las llamas para
rescatar las personas dentro del burdel y no encontró a nadie allí, solo un
diario en el que Alfonsina cuenta parte de su historia. No se supo de la
desaparición de Alfonsina, si murió en el incendio o si se suicido una vez
completada su venganza contra el hombre que mato su esposo.
Señala Genette G. en su libro Figuras II, (1972) refiriéndose a la
focalización que, estos son los juegos en que se combinan diferentes
perspectivas y revelan la presencia muy activa de un narrador que en el caso
concreto, se somete a las descripciones propias de la focalización. (241-244).
Así vemos como el narrador en La balada de Alfonsina Bairán es quien
inicia la presentación de los personajes. En este, combina diferentes
perspectivas y logra presentarlas desde diferentes ángulos como veremos a
lo largo de este trabajo.
Alberto Cuadra viene a probar fortuna, pensaría cualquiera que viera llegar a
un español a la República para ese tiempo, sin embargo por lo cuenta el
narrador vemos que la razón de su llegada a la isla no es probar fortuna.
Según podemos comprobar más tarde por el hilo conductor del relato.
Parece ser por los pensamientos políticos del personaje, que éste venía
derrotado de su país. Alberto Cuadra, se vio obligado a salir de su patria, por
no compartir con las ideas del régimen franquista. Esto lo veremos mas
tarde, pues aunque llegó dos años antes que los españoles deportados
cuando Francisco Franco ganó el poder y despatrió a los enemigos de su
régimen.
De otra parte vemos que en esta novela, dialogan dos mundos; el mundo de
la dictadura y el de el Bar La Turca. Se trata de, el submundo construido
por el autor implícito dentro del mundo corrompido y decadente de la
dictadura de Trujillo. Ambos mundos corren paralelos y se comunican entre
si . El mundo de El Bar la Turca se nutre de el mundo de la dictadura. Es un
mundo grotesco y transgresor como el régimen de la dictadura. Los
dos mundos son parodiados y degradados por las voces que conforman un
discurso polifónico. Voces que se mezclan para denunciar como vemos
desde el principio .
María del Carmen Bobes, en su libro La novela (1993), señala que la novela
se caracteriza porque integra en un discurso textual un discurso de varios
personajes cada uno de los cuales expone su forma de ver las cosas y el
mundo en general (53). Así vemos como el narrador, al introducirnos en el
personaje de Don Paco Cuadra nos comenta y nos expresa la forma en que
este ve el mundo de la dictadura y el personaje mantiene una política con la
cual evita encontrarse en problemas con el gobierno. Un comentario que
solía expresar hacer sobre el país era el siguiente: “[…] a veces uno necesita
creer en señales para sobrevivir en esta maldita tierra de bandidos, como
repetía escurriéndose. “(11)
Luego vemos cuando Don Paco Cuadra, le advierte a su sobrino antes que
nada discreción:
Era la tarde. El sol estaba ahí, los surcos que dejaban los transeúntes
llevaban y venían de todas partes, y a todos los unía el silencio. La ciudad se
había convertido en una cripta de piedra y sus habitantes salían y entraban de
la puerta de la muerte con la cabeza metida entre los hombros, pero también
ahí estaban los árboles, los gritos dormidos, los ojos de los desaparecidos, el
Padre Luís, Valentín …(124)
Bibliografía
Bibliografía general.
Bal, Mieke. Teoría de la narrativa. Madrid: Ediciones Cátedra. 1987.
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