DIZ Subjetividades Sexuadas
DIZ Subjetividades Sexuadas
DIZ Subjetividades Sexuadas
Tania Diz1
Resumen
En la dcada del 20, el diario Crtica se sum a la difusin de lo que podra deno-
minarse el imaginario del tango. Enrique Gonzlez Tun, escritor perteneciente a la
emergente clase media portea que supo nutrirse tanto del grupo de escritores vincu-
lado a Boedo como a Florida, inaugura una columna en Crtica que se dedica a glosar
letras de tangos ms o menos conocidos. En este artculo me dedico a analizar algunas
de estas glosas con la hiptesis de que estas desarticulan ciertos mitos fijados por el
tango - y reproducidos por otros discursos de la poca como el teatro o los folleti-
nes- mediante dos operaciones que se interrelacionan. A nivel del argumento, el autor
apunta a la complejizacin del conflicto y a nivel de la forma, utiliza procedimientos
tales como metforas y personificaciones que resignifican las identidades sexuales. En
sntesis, da cuenta de la crisis identitaria que se viva en aquel entonces.
Palabras clave: imaginario del tango, grupos Boedo y Florida, crisis identitaria.
Abstract
In the mid-twenties, the Critica newspaper endorsed the dissemination of what might
be called tango imaginary. Enrique Gonzlez Tun, writer belonging to the emerging
middle class of Buenos Aires, nurtured with both the group of writers associated to Boedo
and Florida, opens up a column that focuses on reviewing tango lyrics more or less
known. In this article, I proceed to analyze some of these glosses under the hypothesis
that they dismantle some myths set to tango - and replicated by other discourses of the era
such as theater or brochures, through two transactions that are interrelated. At the level
of argument, Gonzlez Tun points to the complexity of the conflict, and at the level of
form, he uses procedures such as metaphors and personifications which resignify sexual
identities. In summary, his works reflect the crisis of identity that was lived at that time.
1 Licenciada y Profesora en Letras por Facultad de Humanidades y Artes, U.N.R Magster por la Maestra
Interdisciplinaria El Poder y la Sociedad desde la perspectiva del Gnero. Facultad de Humanidades y
Artes, U.N.R. Doctoranda en Ciencias Sociales- Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales FLACSO.
Docente e investigadora en UCES.
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Resumo
Em meados da dcada de 20, o Crtica Review apoiou a divulgao do que
poderia ser chamado imaginrio tango. Enrique Gonzlez Tun, escritor pertencente
emergente classe mdia de Buenos Aires que ele nutria tanto o grupo de escritores
associados com Boedo e Florida, abre em uma coluna que se centra na Crtica
glosar tango letras mais ou menos conhecidos. Neste artigo, vou proceder anlise
de algumas destas glosas com a hiptese de que desmantelar alguns mitos fixado
para danar o tango - e reproduzido por outros discursos da poca, tais como teatro
ou brochuras, atravs de duas transaces que esto interrelacionados. Ao nvel
da argumentao, apontando para a complexidade do conflito e pela forma como,
utilizando procedimentos, tais como metforas e personificaes ressignificados que a
identidade sexual. Em sntese, reflete a crise de identidade que se vivia nessa altura.
Introduccin
El abordaje de las narraciones que cuentan las historias de algunos tangos me
llev a pensar en la relacin entre subjetividad y sexualidad ante la traicin femenina
como acontecimiento. Pienso que estos textos son contemporneos de las crnicas
que escribe Storni, con irona, sobre las subjetividades femeninas que rodean la ins-
titucin matrimonial. Tambin son contemporneos de las Aguafuertes Porteas en
las que Roberto Arlt demuestra la esencia hipcrita de las relaciones de pareja. Tanto
Arlt como Storni tienen una visin crtica sobre los discursos que se asimilan al tpi-
co de las aventuras y desventuras del amor y del matrimonio, bajo la ideologa de la
domesticidad2. Gonzlez Tun puede ser ledo como otra variacin crtica de estos
pero desde el margen. Me pregunto, entonces, cmo es la subjetividad sexuada de los
marginales, personajes que no pueden acceder a los ideales de la clase media pero que
tampoco pueden huir de los ecos de la domesticidad. Ya no se trata de desmontar un
discurso, como hace Storni; ni de acusar a las mujeres, como propone Arlt; sino de
situarse apenas al margen y sobre un eje clave: la traicin femenina.
Enrique Gonzlez Tun en Crtica
Crtica es un diario popular por el modo de diagramar el material y el uso del
lenguaje coloquial, aunque ideolgicamente sea, en sus comienzos, ms bien conser-
vador. Fue creado por Natalio Botana en 1913 y en 1920 se convierte en el centro de
la bohemia a la vez que inicia una etapa distinta: cambia el estilo mediante recursos
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sensacionalistas y se adapta a la lgica del mercado para aumentar la cantidad de
lectores y, en tal sentido, apunta a intereses mltiples. Tiene un perfil heterogneo
que pretende como lectores tanto a las clases populares como a los intelectuales, e,
inclusive, a las mujeres por medio de columnas que toman por referente la subjetivi-
dad femenina, ligada a los ideales del consumo: la vestimenta de moda, estrategias de
maquillaje, uso de accesorios.
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lector del diario. Estos textos se publican todos los sbados, en una pgina completa,
junto con la letra de tango alusiva. La seccin alterna entre los siguientes ttulos: Los
tangos de moda, Los grandes tangos del recuerdo y se anexan reportajes a perso-
najes del tango o biografas de los autores. En 1926 se incorpora Carlos de la Pa en
las glosas tangueras y de a poco, en la seccin, se suman otros gneros musicales como
el vals o el jazz. Es el mismo ao en el que Gonzlez Tun se decide a seleccionar
algunas glosas y publicarlas en forma de libro, bajo el nombre Tangos 8.
La lectura de las glosas provoca casi inevitablemente la comparacin con las letras
de tangos. En este aspecto, las historias de Tun, ms que reafirmar el imaginario del
tango, lo complejizan realzando su heterogeneidad. En otras palabras, el efecto ms
significativo de la transposicin del tango a la glosa es la desnaturalizacin de ciertos
mitos fijados por las letras en cuestin que, a su vez, estn en sintona con otras expre-
siones de la cultura popular. Tun los altera por medio del desarrollo del conflicto y
la alusin a personajes que forman parte de la cultura popular.
8 Gonzlez Tun, Enrique, Tangos, Buenos Aires, Librera Histrica, (1926) 2003.
9 Ulla, Noem, Tango, rebelin y nostalgia, Buenos Aires, CEAL, 1983.
10 Garca Cedro, Gabriela, Enrique Gonzlez Tun: el arrabal como fascinacin y distancia en Vias, David
(Dr.), Montaldo, Graciela (Comp.), Irigoyen entre Borges y Arlt (1916-1930), Buenos Aires, Paradiso, 2006.
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muchachas fabriqueras, sentimentales como un tango, que dejaron caer el fracaso
de un poema azul -argumento de novelita romnticamente chirle- en el pedal de la
Singer.11 trabajadores rudos, madres prolficas exhibiendo sus vientres combados,
criaturas anmicas y muchachas sensibleras que van todas las maanas caminito a
la fbrica y se desayunan con un trozo de tango. (...) pobres pebetas romnticas que
gastan sus ratos perdidos leyendo novelitas semanales y alimentando ilusiones que se
volatizan en la melancola del suburbio12.
Tampoco forman parte de una estructura familiar, solo vestigios de ella aparecen
cuando la vieja Juana le cra la hija a Don Julin en El brujo o la vieja Trnsito re-
ne a los reos del barrio en su rancho y lleva adelante un rol maternal: alimentacin
y cobijo. La familia est disgregada pero la casa, el mbito domstico, es fuertemente
femenino: es una mujer la que cra, protege, crea el ambiente de hogar. A pesar de que
los lazos afectivos estn en las amistades, no en los vnculos parentales. Las parejas
no pasan por las etapas de noviazgo y casamiento, los hijos no se desean, aparecen
como un destino. Hombres y mujeres se juntan hasta que alguno de los dos se va,
o se muere. Los hijos son criados por otras mujeres, como Trnsito que ha criado a
11 Ibdem.
12 Gonzlez Tun, ob. cit., pg. 149.
13 Sarlo, Beatriz, El imperio de los sentimientos. Narraciones de circulacin peridica en la Argentina
(1917-1927), Buenos Aires, Catlogos, 1985.
14 Gonzlez Tun, ob. cit., pg. 161.
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Carola. Esta, junto con la nia que cra Juana, Mara Rosario o la ata Maldonado,
componen otra figura femenina: la nia sin padres que se transforma en mujer. Esta
crece entre los hombres sin ser percibida hasta que una mirada masculina sobre su
cuerpo determina su ingreso a la juventud, es deseada. El recorrido es el siguiente: la
nia, cualquiera de ellas, es pura, crece, entra en contacto con el ambiente y se pierde.
Los hombres que se enamoran de ella, sean reos u honestos, siempre son adultos,
con trayectoria en la calle, sea porque han robado, han trabajado: tienen una historia
anterior. Las mujeres, en cambio, son nias que han permanecido en lugares cerrados
(rancho, almacn, bodegn) hasta que reciben la mirada sensualizada de los varones.
Y comienza la historia de la traicin.
La traicin
Si el centro narrativo de la novela semanal es la peripecia sentimental, en donde
el amor es una pasin que debe enfrentar obstculos, el centro de la trama de las glo-
sas es la traicin desde la que se constituyen subjetividades masculinas y femeninas.
Fuera del mundo de los afectos, la traicin femenina es el desencadenante de la accin
del malevo que se resuelve de dos maneras: mediante el lamento que puede tomar la
forma del perdn -Entr noms- o de la resignacin -Sentimiento gaucho, Sobre
el pucho-. O mediante el asesinato de los dos o de ella. El malevo no sufre el abando-
no de la mujer, si no la humillacin ante un pacto previo entre varones: no es un ena-
morado despechado, ni un esposo; si no que queda expuesto en su violenta desnudez.
Es el dueo del cuerpo y de la vida de la mujer, es el que tiene derecho a decidir su
muerte o perdonarle la vida. Es significativo que no haya ningn lugar para el deseo,
no hay un discurso amoroso anterior que justifique el dolor de la traicin, ms bien
hay una subjetividad masculina mancillada que solo puede recuperarse a travs del
femicidio. El malevo recompone su virilidad, por medio del asesinato o se resigna al
abandono y condena a la mujer. Ante la disyuntiva, Gonzlez Tun toma distancia
del conflicto y pone en crisis este modo de subjetivacin masculina, mediante una
explicacin ms social que sentimental. En Langosta, por ejemplo, el narrador dice:
Carmen no aguant la mishadura y un da tom el olivo con un susheta engrupidor,
a diferencia del consuelo fraterno que reproduce el imaginario del tango: -Pucha, si
ser arrastrada!- decan15.
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Despus de la traicin
Barriada portea espiritualmente enlazada a la Penitenciara y al lgubre castillo
de Ushuaia, guarda su historia maleva en los escabrosos archivos policiales16 Esta
frase sintetiza el lugar de circulacin de los personajes masculinos. No hay distan-
cia entre uno y otro, ms an, estos representan la nica geografa habitada por los
hombres. Desde el punto de vista del malevo, la partida de la mujer es una prdida
que lo humilla ante otro varn. En cambio, cuando se narra la experiencia femenina,
la partida supone la ida al centro, la calle Corrientes, los teatros. Y el ejercicio de la
prostitucin como modo de salir de la miseria. Esta es la historia de la milonguita in-
mortalizada en numerosos tangos tales como Flor de fango de Pascual Contursi que
acusa a la mujer de haber elegido esa vida y abandonar el barrio. En el mismo tono
viene la acusacin de Celedonio Flores en su tango Margot. Segn Diego Armus, la
historia de las milonguitas, como la de las costureritas carreguianas, ha sido relatada
una infinidad de veces. Y Tun no se queda atrs ya que, a travs de las glosas, en-
contramos distintos tramos de la historia de la Milonguita: la salida del arrabal, luego
de haber abandonado a un hombre, se retrata en Coralito-, su vida en el centro, en
el teatro a travs de Rulitos y, finalmente el regreso al barrio en Bichito de Luz
y Callecita de mi barrio.
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los une. En este sentido, el desplazamiento de lo sexual hacia las acciones cotidianas
intensifica hasta el grotesco la impotencia masculina. La impotencia emerge bajo la
forma de la feminizacin del varn en frases como El bandonen es un macho que
solloza. Se abre como una serpentina para volcar su dolor en una queja prolongada y
se cierra avergonzado, como queriendo repechar19. Las glosas se caracterizan por una
estructura tan rgida en las identidades sexuales que el abrirse no habilita muchas
interpretaciones ms que la humillacin masculina.
Las muchachas que dan el mal paso y se van, lo hacen con la aceptacin-resig-
nacin de un malevo que pierde fuerza cuando ella escapa de su territorio. Si ella se
quiere ir, se trasforman en seres dbiles que las dejan marchar. Ellos no pueden hacer
nada. Entonces, ella asciende econmicamente. E, incluso, en la vejez puede terminar
en la indigencia o puede volver al barrio como Doa Trnsito. Esta ya pas por las
etapas de la experiencia femenina: traicin- abandono e ida al centro. Es una ex pros-
tituta, des-erotizada pero con una marca de feminidad que no pierde: la capacidad de
proteccin con la que rene a los reos y la movilidad que le da circularidad al relato
ya que ella cra a una nia que ya es mujer, que se va con un reo, lo abandona, se va
al centro... y, as, se reproduce la historia, eternamente.
Conclusin
Lo trgico de la traicin/ abandono reside en la petrificacin de las subjetividades
femeninas y masculinas: son estereotipos, sin posibilidad de cambio o mutacin. La
persistencia masculina de la dominacin se desnuda: es solo apropiacin. Son hom-
bres impotentes, animalizados, grotescos. Ellas estn en movimiento, an muertas
provocan el desplazamiento de los hombres. El hecho de que sean las mujeres las
que circulan por la ciudad, y no los varones, tiene que ver con el ingreso notorio de
estas al mundo del trabajo? O ms bien se relaciona con la proliferacin de prost-
bulos22 como explica Guy? Ambas cuestiones son igualmente verosmiles. De hecho,
las prostitutas y obreras de las glosas son fcilmente reconocibles en la escritura pe-
riodstica y en la ficcin a travs de personajes tales como las costureritas, las obreras,
las dactilgrafas. La paulatina incorporacin de la mujer al espacio pblico trajo como
consecuencia la afirmacin de las identidades sexuales dicotmicas. En este sentido,
las identidades sexuales en las glosas, a pesar de que no se adaptan al dispositivo de
alianza, s responden al reglamento de gnero que normativiza las identidades. As, la
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masculinidad se ve amenazada ante el robo de mujeres por parte de otros varones, ms
poderosos. El amor se transforma en una lucha por la apropiacin del cuerpo femeni-
no, de all la presencia del femicidio. Y la subjetividad femenina queda signada por la
maternidad y por su corporalidad al servicio de otros hombres. Estas subjetividades
son las que, atravesadas por el orden social y moral, sostienen la ideologa de la do-
mesticidad que induce modos de ser y que resulta, a su vez, funcional al sistema capi-
talista. O acaso esta apropiacin de los cuerpos femeninos por parte de la burguesa
no funciona como una anticipacin de la apropiacin de los cuerpos masculinos para
la explotacin en el mundo del trabajo?
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