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Entrevista A Ben Stiller para Playboy

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Entrevista a Ben Stiller para Playboy

Entrevist por Andreas Renner para Playboy Alemania.

Traducida por Ignacio Rial-Schies para Playboy Argentina.

El actor Ben Stiller habla sobre su vida sin midlife crisis, el arduo trabajo de la comedia y por qué le salta al cuello a Justin Bieber en su
nueva película.
Se ve casi como un chico que recién terminó de comerse algo: contiene una sonrisa con la mirada baja. Ben Stiller es un hombre tímido –
algo que por suerte no se interpone en el camino de su creatividad profesional. El cincuentañero pertenece al grupo de los comediantes más
exitosos de Hollywood, sus películas recaudan un promedio de 125 millones de dólares ya solo en los Estados Unidos. Stiller espera que la
más nueva, “Zoolander 2” (Estreno: 11 de Febrero), también sea un éxito de taquilla. Por eso, la película que él mismo guionó, dirigió y
protagonizó despertó algunas discusiones antes de ser estrenada…
PLAYBOY: Sr. Stiller, en “Zoolander 2” manda a matar a Justin Bieber. ¿Puede ser que usted tenga una vena ligeramente morbosa?
STILLER: No, yo solo sigo el espíritu de la época. Hay muchos que querrían hacer a un lado a Bieber (ríe). Justin Bieber es un hombre que
polariza la discusión, pero en realidad es un buen tipo y todavía tiene una cantidad enorme de fans.
PLAYBOY: ¿Cómo lo convenció para que participara en la película?
STILLER: Se sumó tan pronto como le presentamos la idea, a pesar de tener que representar su propia y poco romántica defunción. Le
pareció gracioso poder reírse de sí mismo. Y no es la única superestrella que encaró así la película: Madonna, Kanye West, User – muchos
famosos son asesinados en “Zoolander 2”. La que contamos es simplemente una historia absurda…
PLAYBOY: ¿… con el mundo de la moda internacional en el centro de lo que acontece, porque ese mundo es así de absurdo?
STILLER: Lo interesante del caso es que la industria de la moda está salpicada de personas grotescas y situaciones extraordinarias. Es el
verdadero Eldorado para la gente como yo que quieren usarlo con un efecto cómico.
PLAYBOY: ¿Y los creadores de moda, tan vanidosos, no se lo toman a mal?
STILLER: Naturalmente, no todos entienden nuestro tipo de humor, y algunos de hecho hasta se sienten heridos. Pero es así. No queremos
poner en cuestión la creatividad de los diseñadores ni la calidad de su trabajo.
PLAYBOY: ¿Entonces?
STILLER: Nuestro foco humorístico está más sobre el ambiente del mundo de la moda. Las vanidades, la atención extrema por la
apariencia, la atracción delirante por lo joven. Todos quieren sobresalir por ser más extravagantes que la competencia. Tengo un respeto
total por los diseñadores que tratan a su trabajo como un arte. Los grandes como el Zar de la moda italiano Valentino y también la poderosa
jefa de “Vogue” Anna Wintour se sumaron de inmediato y demostraron su humor durante el rodaje. Otros por el contrario hubieran
preferido mandarnos a Owen Wilson y a mí al desierto cuando marchamos por la pasarela del show de Valentino en París.
PLAYBOY: También recibió muchas críticas cuando se rió de las modelos transexuales en la película…
STILLER: Benedict Cumberbatch quería aparecer sí o sí en nuestra película, y entonces creamos el papel de una modelo transexual a su
medida. A mí me causa gracia a carcajadas. Pero no nos reímos de la transexualidad en general, eso no corresponde para nada con mi
visión del mundo. Uno no puede quedar bien con todos, el humor es un asunto complejo que cada uno lo siente de manera particular. Y así
también está bien.
¿Está bien? Ben Stiller levanta inseguro la mirada. El humor de sus películas nunca parece ser un asunto demasiado complejo. Pero ese
quizás sea el producto de su arte. Pensemos en su película de 1998, “Loco por Mary”, donde encarnó a un autor enamorado. Cómo
intentó conquistar el corazón de la entonces todavía desconocida Cameron Díaz. La escena donde ella se unta el cabello con esperma por
pensar que se trataba de gel se convirtió en un clásico de la historia del cine. Con ese éxito de taquilla, Stiller ascendió al podio de la
comedia hollywoodense – como el experto en tipos idiotas.
PLAYBOY: ¿Cuán difícil le resulta ser gracioso en la pantalla?
STILLER: Hacer papeles graciosos es un trabajo verdaderamente duro para mí. No es que yo me ponga frente a la cámara y sea gracioso.
Tengo que estudiar los chistes durante mucho tiempo y encontrar la forma de que las escenas resulten cómicas. Escribí el guión para
“Zoolander 2” con Justin Theroux, que es mi socio desde hace años. Es mucho más fácil cuando uno conoce bien a la persona con quien
escribe y vibra en la misma frecuencia. Pero aún así, el camino de la idea hasta la escena terminada suele ser largo, los chistes a veces no
funcionan en la práctica como uno había pensado en teoría.
PLAYBOY: ¿Cree que el humor está en los genes, ya que sus padres se ganaban la vida haciendo comedia?
STILLER:  Sí, creo que algo de eso se me pegó.
PLAYBOY: ¿En la casa de sus padres se hacían muchos chistes?
STILLER: No andábamos haciendo payasadas todo el tiempo. Pero había una atmósfera muy creativa. Mis padres se preparaban para sus
papeles en casa, y eso naturalmente no me pasaba por el costado. Había guiones por todos lados y nosotros, los hijos, a veces actuábamos
esos papeles para divertirnos – para entretener a los parientes o a los amigos que venían de visita. Mi padre es un tipo muy distinto en la
privacidad de cómo lo conocen por sus papeles en “Seinfeld” o “King of Queens”. Es mucho más introvertido de lo que uno esperaría, y en
eso me parezco mucho a él.
PLAYBOY: Muchos creen que los cómicos son graciosos constantemente. ¿Es una impresión errada?
STILLER: Después del éxito de “Loco por Mary”, la gente por la calle me hace siempre el mismo chiste: “Ben, ¡tenés esperma en la
oreja!” Puedo entender que la gente me identifique con una persona que les resultó graciosa en una película. Pero tampoco me voy a
presionar para entretenerlos en mi vida privada.
PLAYBOY: ¿Le resulta gracioso a su familia?
STILLER: Eso depende mucho del estado de ánimo en ese momento. A mis hijos probablemente les cause más bien vergüenza, pero mi
mujer se ríe de tanto en tanto de mí – sobre todo por mi cara después de despertarme a la mañana.
PLAYBOY: ¿Qué comediantes lo inspiraron a lo largo de su carrera?
STILLER: En los setentas adoraba a Gene Wilder, Charles Grodin y Albert Brooks. Todavía me río de corazón de la escena en “Todo lo
que siempre quiso saber sobre el sexo”, la película de Woody Allen, donde Gene Wilder se enamora de una cabra y la lleva a su cama. Ese
tipo de humor absurdo es justamente lo mío.
PLAYBOY: Si sus padres no lo hubieran inspirado para seguir esta vocación, ¿qué hubiera sido de usted?
STILLER: Esa es una pregunta interesante. Es difícil pensar en un estilo de vida distinto de aquel en el cual crecí. Mis padres viajaban
mucho, trabajaban en teatros y clubes nocturnos. Con frecuencia me llevaban a sus espectáculos, crecí detrás de escena por decirlo de
alguna forma. Ahí me interesé automáticamente por lo que pasaba bajo las luces del escenario. Pero al comienzo no quería ser un actor
como ellos. Mi sueño era hacer películas. En la escuela me interesaban la historia y la geología, pero nunca pensé en usar ese interés como
el fundamento para una formación profesional.
También en lo privado, Ben Stiller siguió mucho más por el lado de la actuación que de la geología. Conoció a su mujer, Christine, en
1999 cuando rodaban una serie televisiva. Ella también es actriz, pero la pareja que vive en Nueva York lleva adelante una vida
totalmente distinta del estilo excéntrico hollywoodense – sobre todo por el amor que sienten hacia su hija Ella, de 13, y su hijo Quinn, de
10.
PLAYBOY: Sus hijos crecen, tal como usted, en el ambiente de padres prominentes. ¿Qué quisiera ahorrarles a ellos de las cosas que usted
vivió?
STILLER: Hay ciertas cosas que uno no puede influenciar. Todavía recuerdo con claridad la frecuencia con la cual mis padres eran
abordados por extraños en la calle. En aquel entonces no podía comprenderlo. Ahora la situación con mis hijos es la misma. Me doy cuenta
de cómo reaccionan cuando la gente me habla. En esos casos debo establecer priodridades y a veces desilusionar a mis fans.
PLAYBOY: Ahora que tiene 50 años, ¿vio ya los primeros signos de una midlife crisis?
STILLER: ¡Para nada! ¿Por qué creen todos que los hombres derrapan cuando envejecen? Ni me compré un Porsche ni siento la necesidad
de correr un triatlón para demostrar que soy un gran tipo. Y tampoco me busqué una amante de 20 años.
PLAYBOY: 15 años de matrimonio para una pareja de Hollywood parece una eternidad. ¿Cómo lo logró?
STILLER: Tal como lo lograron muchas otras parejas: vivimos una vida muy normal, nos mantenemos alejados de los medios y de todo el
circo de Hollywood. Hay tantas parejas en nuestra rama laboral que viven sus vidas públicamente. Para Christine y yo, eso no es nada.
PLAYBOY: ¿Entonces es un hombre de familia?
STILLER: ¡Absolutamente! Tengo una relación muy cercana con todos los miembros de mi familia, y mi mujer y mis hijos son lo más
importante en mi vida. Ellos se encargan de mantenerme con los pies en la tierra. Quienes trabajan en el cine necesitan de un contrapunto,
porque si no empiezan fácilmente a derrapar. Desde que tengo hijos, el trabajo ya no es mi mayor prioridad.
PLAYBOY: ¿Alguna vez lo fue?
STILLER: En los años 90 fui un verdadero workaholic, saltaba como un mono de un proyecto a otro. Siempre temía que algo se me
escapara. Mis prioridades cambiaron definitivamente desde que tengo una familia propia. Lo disfruto mucho.
PLAYBOY: Suele ser identificado como el líder no oficial del “Frat Pack” de Hollywood – en referencia al legendario “Rat Pack”
comandado por Frank Sinatra. ¿Cuánta verdad hay en eso?
STILLER: En el fondo, es un invento de los medios. Soy amigo de mis colegas Owen Wilson, Vince Vaughn, Jack Black y Steve Carell.
Que todos trabajemos mayormente en comedias nos une naturalmente de algún modo. A lo largo de los años se dio que nos juntamos ya
solamente en privado, sino que cada vez trabajamos con mayor frecuencia juntos . Poder trabajar con amigos y familiares es un gran lujo
que disfruto mucho. Pero no somos de ninguna manera una mafia de la comedia, como muchos suelen suponer (ríe).

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