FILOSOFÍA
FILOSOFÍA
FILOSOFÍA
2.1 Introducción
La Filosofía nace en Asia Menor en el siglo VI a.C por una serie de factores: intercambios
comerciales egipcios, la aparición de la escritura y con ello los primeros textos, la mezcla de
culturas… Pero el principal motivo fue el hecho de que no existiera ningún libro oficial sobre la
religión predominante en Grecia, uno que permitiese asentar conocimientos sobre cuestiones
esenciales como el surgimiento del mundo. La razón por la que no existiese este texto, este conjunto
de leyes o respuestas, era la división de las dos religiones griegas: la dionisíaca (apegada a la Tierra,
con una concepción del tiempo circular y que ofrecía una visión del mundo común) y la olímpica y
apolínea, que Homero reflejaría en sus obras (asociada a la caza, donde importa el espacio y no es
común sino que comprende distintas categorías y diferenciaciones). Esta dualidad permitiría que se
introdujesen formas de pensamiento diferentes, como la Filosofía, la Historiografía, la Poesía… Los
vacíos respecto a dudas esencias provocaron que los primeros filósofos, denominados presocráticos,
plantearan cuestiones metafísicas relacionadas con el Arkhé. Pero a partir del siglo V, deja de
interesar la naturaleza y se produce un giro antropológico, comenzando el interés por los asuntos
humanos, éticos y políticos. Se desarrolla de este modo la filosofía de los sofistas, Sócrates, Platón y
Aristóteles entre otros.
2.2 PLATÓN
Platón es el primer gran filósofo ateniense de las ciudades-estado democráticas (polis). Es importante
comprender su historia externa, es decir; conocer el acontecimiento a raíz del cual desarrolló su
filosofía, que no es otro que la muerte de su maestro Sócrates. Dicha muerte hará que Platón se
cuestione la eficacia del sistema democrático y dedique su obra a la idea fundamental de justicia,
teniendo como objetivo crear una sociedad justa.
Para crear esa sociedad justa, Platón postula el conocido dualismo ontológico, que propone la
existencia de dos mundos distintos: el mundo sensible, al que pertenecen las cosas efímeras,
sometidas al devenir y la degeneración, y el mundo inteligible, donde moran las Ideas, entes
inmutables, necesarios, universales, no-temporales y eternas. Estas Ideas no deben entenderse como
esquemas mentales, sino que tienen una realidad independiente y son lejanas a hechos sensibles u
opiniones. Al estar en el mundo inteligible, garantizan conocimiento verdadero, y dan valores
morales a las cosas con un fundamento sólido y seguro. Asimismo son la razón del ser de las cosas
que se hallan en el mundo sensible, ya que les une una relación de imitación y participación. Es
decir: un objeto será bello si se realiza en él la Idea de belleza, y lo será más o menos dependiendo de
cuánto imite o en qué proporción participe de dicha Idea. Resumidamente, el mundo sensible parte
del mundo inteligible, lo necesita para cobrar sentido, y no a la inversa.
Las Ideas siguen una jerarquía dependiendo de su importancia. Según Platón, la Idea de Bien es la
que se sitúa sobre todas ellas, lo que tienen en común para derivar de lo correcto y garantizar que no
existan Ideas malas, las cuales solo se reproducen en el mundo sensible.
Dualismo epistemológico
Al igual que existen dos mundos según la filosofía platónica, existen dos formas de conocerlo, pues
entendemos epistemología como modos de conocimiento. El órgano usado para acceder a los objetos
del mundo sensible son los sentidos; las Ideas, en cambio, se alcanzan a través del denominado
conocimiento racional.
Platón explica este símil en el Libro VI de La República, haciendo una división de los mundos y los
conocimientos y explicando sus equivalencias.
*también Filosofía. La Dialéctica es la ciencia de las Ideas, el arte del diálogo. Tiene una aplicación
práctica y a través de ella se alcanza el verdadero conocimiento racional. Podemos dialogar con
nosotros mismos: el alma puede hacerse preguntas a sí misma. Consigue hacernos ver el mundo de
otra manera para detectar los rasgos fundamentales que hacen algo justo, bueno, bello, etc.
Con el mito de la caverna se explica el símil de la línea y asimismo la filosofía platónica respecto a
los dualismos: el proceso consiste en aprender a mirar, y así, a conocer. El mito y la línea narran el
proceso mediante el cual nos liberamos de la ignorancia y obtenemos el conocimiento.
Hay implícita una concepción del tiempo: conocer es recordar. Platón expone que las Ideas no se
aprenden, sino que ya están en nuestra alma. Antes de que se produjese el nacimiento del individuo,
las Ideas vagaban por el mundo inteligible, al igual que el alma. Pero cuando nacemos y dicha alma
caen en nuestro cuerpo, se produce el olvido, ya que es considerado para Platón como un obstáculo
para entender el alma. Se condena como un material falto de conocimiento, un elemento finito que
nos hace limitados, igual que las emociones. El alma es lo que nos hace trascender y entra en el
mundo inteligible: solo se pueden recordar sus virtudes a través de la dialéctica socrática. A través de
nosotros mismos y nuestras respuestas conoceremos esas Ideas antiguas y olvidadas. Así pues, frente
a los sofistas, Platón creerá que el conocimiento viene de uno mismo, no del exterior.
Platón considera que el alma tiene tres partes, o que hay tres tipos de la misma. A pesar de ser una
más importante que otra, las tres poseen virtudes y corresponden a un estrato social. Lo explica a
través de la alegoría del carro alado. De menor a mayor importancia:
El alma concupiscente gestiona los deseos, emociones, apetitos, etc. Conduce al mundo
sensible y se representa como el caballo malo del carro, el que desobedece al auriga.
Trasladado al plano social, el alma concupiscible sería la equivalente a los productores, por
satisfacer los placeres momentáneos. Su gran virtud sería la moderación.
Sigue el alma irascible: el caballo bueno que sigue las instrucciones del auriga y no se desvía
del camino. Sus virtudes principales son la fortaleza, la valentía… Representan a los
guerreros, los protectores de la ciudad.
En la cúspide de la pirámide se encontraría el alma racional. Es superior, divina e inmortal, y
gracias a ella se alcanza el conocimiento. En ella reside esa misma virtud: la de la sabiduría,
la razón. Se representa como el auriga, entendiéndose de este modo que solo el hombre que
tuviera el conocimiento y así accediera a las Ideas, podría estar al mando de la ciudad. El
equivalente del alma racional es el filósofo gobernante.
Con esta división, Platón garantizaría una sociedad justa y equilibrada que no caería en la
degeneración. También incluyó otras medidas, como eliminar la riqueza entre las dos clases altas
y los grandes lazos familiares individuales. Los hijos serían de todos para evitar favoritismos y
desigualdades.
‘Si hay algo por lo que merece la pena vivir es por contemplar la belleza’, El Banquete.
Para Platón, la belleza va indisociablemente unida a lo bueno, y en esto estará de acuerdo con todos
los filósofos antiguos. Hay una relación de equivalencia entre estas dos Ideas y la verdad. Verdad =
Bien = Belleza.
Mientras que los sofistas defendían que lo bello, lo bueno y la verdad estaba caracterizado por su
utilidad y practicidad, Platón lo negaba con dos razonamientos: es una propuesta restrictiva y falsa.
Lo bello no es lo que produce placer a los sentidos (lógica sofística), pues hay cosas bellas que
desagradan. Además de que dicha definición y correspondencia entre belleza y placer haría de la
belleza algo subjetivo. Al ser una Idea, no puede ser una creencia u opinión, sino que tiene valor
absoluto en sí mismo y es un concepto universal, igual para todos. Algo será más o menos bello
dependiendo de cuánto participe en ella esta Idea universal, no del individuo que la valore según sus
opiniones. Pero en general, Platón entiende que algo es bello cuando combina equilibrio, orden,
proporción y medida (Filebo), aunque esta belleza no reside en el cuerpo, sino en la acción que
realiza. Toda esa belleza despierta un tipo de amor, pues el amor se caracteriza por la búsqueda de lo
verdadero y lo puro, que tiene que ver con la esencia misma de la belleza y que pertenece a un plano
de existencia totalmente separado de lo físico.
2.3 ARISTÓTELES
Siendo considerado Aristóteles más físico que metafísico, como así lo era su maestro, no sorprende
que su propuesta respecto al conocimiento excluya el mundo inteligible. Para Aristóteles no existe, y
las Ideas se encuentran en el mundo sensible. No tienen independencia, sino que se incluyen en el
cuerpo como una sola entidad. En lugar de hablar de Ideas, se habla de formas. Estas formas toman
parte en los objetos que se ven en la realidad sensible, lo que le convierte, además de en el único
mundo existente, en un espacio que tiene valor por sí mismo.
Al no entender las Ideas como entes independientes que deambulan por un mundo inexistente,
Aristóteles niega que para conocer haga falta recordar: plantea que el conocimiento se concibe a
través de la experiencia sensible.
Como se ha mencionado anteriormente, la forma son los modelos y esencias de las Ideas, y no
habitan en otro mundo, sino que vienen implícitas en todas las cosas. Todo ser particular está
compuesto de lo siguiente: un cuerpo, una materia móvil, y una esencia que le hace ser quien es. Son
entes inseparables, y en caso de la forma, solamente existe en sus manifestaciones.
Materia → Potencia | Forma → Acto
Se dice que la materia es aquel material u objeto que necesita de la actuación de un agente externo,
no necesariamente humano, para cobrar forma. Entendiéndose la potencia como las posibilidades que
tiene un elemento de convertirse en algo, se explica que la materia es un cuerpo en potencia, algo
temporalmente indefinido que cambiará con la intervención adecuada.
La forma es la esencia de todas las cosas, lo que hace que los objetos o individuos sean lo que son.
Requiere un acto, una acción externa, para incluirle a la materia ese rasgo necesario. Se remite al
ejemplo de la acción de un escultor sobre una mole de barro, que emularía a la materia. Una vez
acabado su trabajo y ya como escultura, se hablaría de un cuerpo con forma.
EL ALMA
El alma es nuestra forma, el acto primero de un cuerpo. Se define como un principio de vida o la vida
en sí, pero se considera en un sentido físico: pertenece a la naturaleza y da forma a las materias. No
está separada, no puede tener una existencia independiente al cuerpo. Cuando este muere, el alma lo
hace con él.
Al igual que Platón, Aristóteles define tres tipos de alma característicos según la biología del ser. Las
plantas se caracterizan por su alma vegetativa, que reduce sus funciones a la respiración; los
animales se relacionan con el alma sensitiva, cuya función principal es motora. Los seres humanos
son los únicos que poseen un alma racional, capaz de obtener conocimiento.
El entendimiento surge a raíz del alma racional, y su concepto se entiende a través de la división
entre pasivo y agente. Si Platón decía que conocer es recordar y cuando nacemos venimos equipados
con una ligera idea olvidada de lo que eran las Ideas, Aristóteles sostiene que somos una tabla rasa y
debemos rellenarla a través de la experiencia sensible. Esta experiencia se divide en dos partes:
entendimiento pasivo, que recibe y reflecta la información, y el entendimiento agente, que es activo
porque crea el concepto para darle forma a esa información y actualiza esas verdades que el
entendimiento pasivo solo tiene en potencia.
Para Aristóteles, el Bien supremo es la felicidad, y asimismo el fin de todo ser humano, lo que cada
uno sin excepción desea, y no como camino para obtener riqueza o placer: la felicidad, al igual que el
Bien, tiene valor y es objeto de deseo por y en sí mismo. La felicidad no es ningún tipo de estado
temporal sino una actividad racional.
Para conseguir una vida feliz, hay que vivirla según la razón, que es virtud y viceversa. Razón =
Virtud = Felicidad.
Aristóteles tiene una visión realista de la felicidad. Comprende que los bienes materiales o externos
pueden facilitar una vida feliz, pero no la definen ni la dan. Este tipo de vida debe ser elegida por uno
mismo, porque es una conquista, algo que conseguir a través de una actividad, al igual que la virtud.
La virtud se define por ser una elección constante, un hábito: la disposición de elegir entre el
término medio de dos posibilidades opuestas. Ejemplo: entre la cobardía y la temeridad, hay que
hallar la llamada ‘adorada medianía’ o ‘aura mediocritas’. Por fin, Aristóteles y Platón se ponen de
acuerdo en algo, y es que la virtud mayor es la moderación. No obstante, seguirán difiriendo en sus
matices. Mientras que Platón hablaba de que la virtud es universal e igual para todos, Aristóteles
tendrá presentes las singularidades de cada individuo para equilibrarse más o menos hacia un lado u
otro. Esto lo explica con la metáfora del bastón, que apunta a extremos diferentes.
Se trata de virtudes distintas pero igualmente importantes. Las dianoéticas son más teóricas: tienen
que ver con el ejercicio puro de la razón, mientras que las éticas son algo más subjetivas y prácticas,
y tienen que ver con las pasiones, afectos… Las realidades más cercanas al impulso sensible. Dentro
de las éticas, la más importante es la justicia; de las dianoéticas, es la prudencia.
¿Entra la sabiduría en alguna de las dos divisiones? Podría decirse que es una virtud dianoética
por su valor técnico y racional, pero Aristóteles le da la interpretación de valor superior equivalente
al Bien de Platón. La sabiduría es la cumbre de las virtudes y hace la distinción sobre cualquier
grupo.
Para llevar la vida de los dioses, habrá que dedicarse enteramente a esa virtud, lo denominado vida
contemplativa. Es una vida activa, entregada al conocimiento. Da un placer superior a otra forma de
vida que podría derivar fácilmente en inestabilidades, igual que confiere mayor autonomía y
felicidad. Debe ser una vida elegida por amor y deseo propio, por su valor, no para obtener un
resultado como la riqueza o el placer.
LA POLÍTICA
Aristóteles tiene una visión comunitarista de la sociedad: defiende que el hombre es un animal social
y político, manifiesto en su necesidad del logos para el contacto. Por tanto, la comunidad es necesaria
para alcanzar la felicidad, al igual que ser considerado virtuoso. No es una cuestión de supervivencia
sino de realización personal.
Su propuesta política no consiste en elegir la mejor forma de gobierno, pues no cree que exista una
superior a otra, sino estudiar los distintos tipos de organización política existentes y poner una serie
de condiciones o leyes que impidan la degeneración en cada uno de los casos. Las tres formas
conocidas entonces eran la monarquía (gobierno de uno solo), la aristocracia (gobierno de ‘los
mejores’) y la democracia (gobierno de la multitud). Aristóteles confirma que la monarquía podría
derivar en tiranía y la aristocracia en oligarquía (no definió las consecuencias de una mala
organización en la democracia). Para evitar esa degeneración, asegura que es necesario que existe
una clase media con importancia. Sigue siendo peligroso que los que gobiernen acumulen riquezas,
ya que los gobernantes deben caracterizarse por otras virtudes. Cree que es vital que exista una
educación uniforme, igual para todos y que no tenga como objetivo el adiestramiento militar, para
garantizar que el pueblo posea conocimientos prácticos. Asimismo insiste en que el pueblo debe
tener una prosperidad; que no pase por escaseces o carencias.
LA ESTÉTICA
Teoría de mímesis
Mientras que Platón estudia más la belleza y le da poco valor al arte, Aristóteles considerará el arte
desde un punto de vista positivo, como actividad productiva que da como resultado un producto. La
estética de Aristóteles comprende tres conceptos básicos: imitación (mímesis), purificación (catarsis)
y verosimilitud. Fue el primer filósofo en concederle una importancia filosófica al arte y
sistematizarlo, y también en darle autonomía. Es consciente, no surge en la naturaleza y su principio
está en el artista, pues es una actividad exclusivamente humana, no espontánea. Aristóteles no define
al artista por su creatividad o inspiración, sino por sus conocimientos sobre las técnicas. Sobre las
artes imitativas, Aristóteles entiende que la imitación no es copiar fielmente, pues el que imita puede
embellecer o afear la realidad, al igual que también plantearla tal cual es. Para definir el trabajo del
artista se tiene en cuenta su verosimilitud, pues debe tener lógica, ser creíble. No es deber del artista
hablar de lo que ocurrió, sino de lo que podría ocurrir, mientras haya posibilidad de que pasara. El
arte tiene una dimensión universal, mientras que la poesía más filosófica y profunda que la historia,
pues remite a lo particular, y a lo concreto, mientras que la poesía abarca lo general.
Catarsis/purificación
El helenismo fue un periodo histórico de difusión de la cultura griega, desde la muerte de Alejandro
Magno hasta el triunfo de Augusto, entre los siglos IV aC y I-II dC. En esta época, se hunde la polis
griega, hay una gran crisis política y surgen las ideas de individualismo. Si Aristóteles dijo que la
ciudad es por naturaleza anterior al individuo, Epicuro propondrá que el ser humano lo es
independientemente de su ciudadanía. Esta crisis política rompe el vínculo entre ética y política.
Hay un sentimiento de incertidumbre generalizado respecto a la situación. En filosofía se produce un
alejamiento de la filosofía platónica en beneficio de la física, que sustituye a la física. Se impone la
prudencia y la vida práctica a la ciencia, al saber por el valor de saber. Los filósofos de esta época
valorarán la ciencia aplicada a la vida cotidiana, muy práctica; la filosofía es un arte de vivir, la vida
feliz, frente al valor per se de la ciencia que defendían Platón y Aristóteles.
Todas las escuelas filosóficas, aun con sus variaciones, defienden que para ser feliz hay que ser
autosuficiente. Esto se logra mediante la extirpación de las pasiones (grandes enfermedades del
alma), cortando la dependencia con todo lo que es externo e incontrolable. Se regresa a la visión
socrática de la filosofía: es necesaria para curar al alma. De él surgen dos tradiciones. Los cínicos y
los platónicos. Los cínicos destacarán el modo en que vivía (de forma desvergonzada, casi anti-
cultural) y los platónicos reivindicarán la necesidad de la teoría para el virtuosismo. Los cínicos
practicarán el ejercicio de la desvergüenza y la parresía, el vivir en la verdad, la veracidad, para ser
autosuficiente y no depender de las convenciones sociales.
ESCEPTICISMO
Tuvo mucha importancia en el contexto de crisis porque dieron expresión a la sensación de
incertidumbre de la época respecto a la política. El escéptico no se compromete con la verdad de
nada, suspende el juicio y ni afirma ni niega nada. Responde a la intención moral de independizar al
hombre del escenario de crisis que se vive y considera absurda. Debe salvarlo del mundo mediante la
abstención. Duda que el conocimiento sea posible en sus dos formas, tanto sensible como
inteligible.
Por los sentidos es imposible conocer porque las percepciones son distintas en función de
quien perciba; cada una, dependiendo de su constitución y estado corporal, entenderá el
mundo de una manera.
Las opiniones no son válidas por estar basadas en convenciones sin otro fundamento.
Por la ciencia tampoco, ya que las premisas se confirman y basan en premisas antiguas, y la
primera de todas ellas no es demostrable.
La crítica al escepticismo gira en torno a que decir que no hay nada verdadero de manera absoluta ya
es afirmar una verdad, lo que se considera una contradicción. Pero en general, los escépticos
aportaron la defensa de la búsqueda de la verdad por el valor de la misma, y no su posesión, y su
labor crítica.
Hubo tres fases de escepticismo, en el que destaca Sexto Empírico, de la última corriente: luchó
contra los argumento ilogísticos de Aristóteles. Los silogismos no aportan conocimiento.
Sus adversarios son los estoicos, que se comprometen con la naturaleza y la divinidad o providencia.
Sexto opina que la naturaleza y el mundo como providencias no aportan conocimiento y encierra una
contradicción: definiendo a Dios como infinito, no puede estar en un mundo finito. En un sentido
moral tampoco debe ser autoridad, puesto que si Dios es perfecto y está en el mundo, no debería
existir el mal. Lo importante es no tener juicio para no criticar lo que esté bien o mal, ayudando así a
no comprometerse con el mundo y ser autónomo, lo que producirá serenidad y
felicidad=ATARAXIA.
EPICUREÍSMO
Como discípulo de Demócrito, un atomista presocrático, Epicúreo le da un aire físico a la filosofía a
través de su concepción de la naturaleza. Todo está compuesto de átomos indivisibles que se mueven
en el vacío; de ese movimiento, de ese choque constante y combinaciones, surge el mundo. El alma
también es un conjunto de átomos. Es imprescindible entender esto para eliminar otras teorías de
formación de la naturaleza que son surrealistas. La física de Epicuro es materialista: excluye lo
espiritual. Es mecanicista asimismo, explica el acontecer natural a partir del movimiento del cuerpo.
Para conocer, importa la sensación, que es de donde procede el saber. Es el flujo de los átomos lo
que produce imágenes, de las cuales surgen las sensaciones, y más tarde el conocimiento del entorno.
A partir de todo lo que tenemos sensación, se recuerdan las características de las cosas y así se
forman los conceptos, los que conocemos y con los que nos orientamos. Este esquema de
pensamiento posee un criterio de verdad. El error procede de fallos que cometemos en el
procedimiento, que tienen que ver con opiniones no fundamentadas en la sensación. Filodemo
defiende que es posible el conocimiento a través de la verdad de esas sensaciones, frente a los
escépticos que lo negaban. Epicuro cree que es importante, pensando en la ética, que se le dé validez
a la experiencia sensitiva: formarlo como criterio de verdad.
LA ÉTICA
Sobre la sensación, el criterio de verdad son los sentimientos de placer y dolor. El placer estaría
contenido en la felicidad, pero no cualquier placer, pues este se entiende como algo tan simple como
la ausencia del dolor. A través de él se busca la virtud. No se puede ser feliz sin ser virtuoso. Esta
felicidad física y emocional, esa tranquilidad y serenidad, se denomina ataraxia. El exceso en los
placeres indica siempre dolor. El placer no puede ser indefinido, hacerlo en abundancia consigue
arrebatar ese placer que se produce al realizarlo. Así pues, el placer está relacionado con la
moderación, y asimismo explica el miedo a la muerte: como la muerte es la ausencia de sensación, de
placer y dolor, no debe temerse el sufrimiento. Igual que, una vida larga y duradera, no será más
placentera. No se puede sentir placer indefinidamente, tiene un límite.
La filosofía no puede separarse de la felicidad, puesto que esta ciencia es una forma de conseguir una
vida feliz a través de razonamientos: la felicidad está vinculada al placer pero no se relaciona con el
hedonismo, no se preocupa de los placeres sensibles o materiales.
Sobre los deseos, hay dos tipos: naturales y necesarios, los que se corresponderían con las
necesidades vitales; los naturales y no necesarios, y los que no son ni naturales ni necesarios
(vacíos). Solo hay que atender a los primeros, y negarse y rechazar todo lo que no sea
imprescindible, lo inútil, para desvincular al ser humano de lo externo, que es la finalidad de toda la
filosofía. Todo lo superfluo sobra.
La virtud fundamental en el epicureísmo es la prudencia, porque sirve para elegir los placeres
adecuados y requiere inteligencia para renunciar a los que a la larga producen dolor, y resistir a los
que provocan dolores puntuales que a la larga producen placer.
Estos remedios tienen sus objeciones, como por ejemplo, que el miedo a la muerte de un ser querido
no sirve el primer fármaco. Además de lo que se teme precisamente es no sentir, la ausencia de
percepción sensible. Epicuro no lo defiende porque sostiene que para ser feliz hay que romper
vínculos, y por tanto, no mantener amistades hasta ese punto que pueda producir dolor.
ESTOICISMO
El estoicismo es fundamentalmente individualista. Para ser felices hay que extirpar las pasiones; lo
único importante será la subordinación de esta felicidad por medio de la verdad. Esto lo defiende el
estoicismo más antiguo y radical, pues tiene tres fases: el antiguo de Zenón y Crisipo, el medio, de
Panecio y Posidonio, y el tardío, que será más romano que griego y lo defenderán Séneca, Epicteto y
Marco Aurelio.
Es importante afirmar con verdad ciertas creencias: somos felices porque conocemos, y si no
conocemos no podemos serlo. En esto contradicen a los escépticos, y al igual que los epicúreos,
tienen una visión material: todo conocimiento comienza cuando una acción externa deja una
impresión en el alma, que se entiende como una tabla rasa.
Frente a los escépticos, quieren mostrar que es posible comprometerse con la verdad porque nuestra
naturaleza humana es común. Esto garantiza que hablamos de lo mismo, y por eso debe ser verdad.
Es consenso de los seres humanos, además de que la naturaleza no se equivoca, es puramente
racional. Las representaciones y conceptos se llamarán ‘nociones comunes’. Las demostraciones
científicas surgen de esto, teniendo su solidez: los errores no vienen de la naturaleza sino por
incidencia de instituciones convencionales.
Dependiendo del periodo estoico, se defienden las ideas innatas o no.
Las pasiones como definición son, para los estoicos, opiniones, tipos de creencias específicas y
personales acerca del valor que tienen los objetos externos sobre los que no se tiene ningún control
para alcanzar la felicidad. El amor lo es, el miedo lo es… ‘La avaricia es la creencia de que el dinero
es lo mejor valorado para obtener felicidad’
Se conciben también como enfermedades del alma porque instalan el descontrol en nuestra alma: se
confiere a asuntos externos el poder de la felicidad personal. Son también impulsos desenfrenados.
Además, las pasiones son creencias falsas, erróneas, equívocamente consideran que lo externo es
relevante para la felicidad cuando la moral y la buena vida no depende de externalidades. Son
inducidas socialmente, no son naturales y por tanto tampoco racionales. El instrumento que tenemos
para evitar que se generen esas creencias falsas por instituciones sociales es la terapia racional.
LA ÉTICA
La finalidad del estoicismo es liberar al ser humano del conflicto, malestar e incertidumbre que
genera la política del contexto histórico en época helenística, entonces inestable. Su propuesta para
ello es practicar la apatheia (apatía), es decir: la extirpación de las pasiones. Cortar la posibilidad de
que se generen en nosotros pasiones. Así se consigue la libertad, la felicidad y el virtuosismo. No se
puede ser libre dependiendo del exterior. Además del corte de vínculos, proponen la fortaleza
interior, el trabajo personal y, en general, el individualismo que asimismo es comparable con que
somos ciudadanos del mundo. Todos los seres humanos poseen una naturaleza común, porque entre
naturaleza y razón hay un vínculo. Al decir que la razón debe guiar nuestra vida se entiende que hay
que guiarse por la naturaleza, que posee un logo interno que la somete a leyes racionales.
Naturaleza=Razón.
DETERMINISMO Y LIBERTAD
Todo efecto viene determinado por una causa. ¿Cómo puede entenderse entonces la libertad, cuando
toda causa posee un efecto? La idea de libertad de los estoicos es que somos libres cuando somos
capaces de aceptar aquello que es necesario; conseguir que mi logos personal se acople al logos
universal. ‘Soy libre porque estoy de acuerdo con todo lo que sucede en la naturaleza’. Epicteto dice
que ‘lo que inquieta a los hombres no son las cosas sino sus opiniones de las cosas’: el mal no es la
muerte sino la opinión de que la muerte es un mal, es decir: el mal es el temor.
Nuestra cultura actual europea es hija del cristianismo. Ha dejado una gran impronta en la filosofía
desde la antigüedad, empezando por ser esta quien influía en la teología, para finalmente imponerse
la religión a la filosofía. Así va cambiando el fondo el fondo de los problemas filosóficos con una
serie de implícitos.
Metafísica (visión del mundo) creacionista: para los griegos no existía la ‘nada’, pero con
esta nueva visión, se comprende que el mundo es creado desde la nada por un ser
trascendente. Este ser (Dios), pese a estar fuera de su creación, sigue rigiendo el mundo para
garantizar su supervivencia. Dios excluye todo pluralismo: él es el único responsable de que
las cosas sean como son.
Nueva antropología: se concibe al ser humano como ‘criatura de Dios’. Dentro de esto, se le
concede un privilegio en la Creación, que le distingue como persona frente al resto de los
animales.
Nueva visión del tiempo: el mundo tiene una temporalidad lineal, con un comienzo
(Creación) y un final (Juicio Final) marcados. En la Antigüedad, esta concepción era circular.
EJEMPLARISMO DIVINO
Las ideas que postula Platón en el mundo inteligible, San Agustín las sitúa en la mente de Dios; ideas
perfectas que proyecta sobre el mundo durante la creación por propia voluntad y deseo.
(Ejemplarismo divino)
DUALIDAD CUERPO-ALMA
El ser humano contiene la dualidad cuerpo y alma por separado. El cuerpo es mortal y pertenece al
mundo, y el alma, que pertenece a lo espiritual, salva al ser humano: puede prescindir de su cuerpo y
elevarse a Dios a través de la iluminación, accediendo a una vida mejor. Siendo justos con la alegoría
de la caverna de Platón, Dios significaría el Sol, la idea máxima sobre el resto.
Para San Agustín, el conocimiento está dentro de nosotros, no se imparte desde fuera: sabemos lo
que tenemos que saber. Pero conocer no es recordar, como decía Platón, porque nuestra alma no
preexiste, por lo que no ha podido contemplar las Ideas. Entonces, este conocimiento está en
nosotros porque tiene que ver con la iluminación que Dios produce en cada uno de nosotros. Dios
coloca el conocimiento en nosotros.
TEORÍA DE LA BELLEZA
Aquí se ve la influencia platónica en S. Agustín: insiste en que la belleza es algo objetivo. Algo no es
bello porque guste, pues eso es subjetivo, sino que directamente gusta porque es hermoso. La belleza
siempre mandará sobre el deseo, lo que orienta el deseo del hombre hacia el ritmo, la proporción…
Dios es quien refleja en el mundo la belleza; lo que se considera hermoso son los vestigios del
Creador sobre la Tierra. De aquí surge el problema de la explicación de la fealdad y el surgimiento
de la maldad, a lo que S. Agustín asegurará que la maldad y la fealdad no existen realmente, no son
nada sustantivo, sino solo una falta de conocimiento y/o virtudes. La maldad es una manifestación de
la limitada perspectiva del individuo.
El objetivo del ser humano es retornar al Creador: ese retorno se produce por nuestro itinerario, cuyo
punto fundamental es tener la voluntad libre de decidir que se quiere volver a él. El ser humano es
finito, mortal, pertenece al mundo sensible, con un cuerpo que padece… Pero también posee una
dimensión espiritual que se incentiva con rituales de cariz espiritual (religioso). Esta dimensión, el
alma, no está sometida al mundo y nos puede ayudar a retornar. Dicho retorno es un acto voluntario
que comprende someterse a ritos de santismo. Explica esto a través de las dos ciudades: la celestial,
en la que habitan los creyentes y justos, y la ciudad terrenal, repleta de impíos, no creyentes,
pecadores… Para él la historia avanza entre esas dos ciudades, en función de quién vaya ganando en
la pugna. Es importante captar este concepto de temporalidad en base al miedo a la muerte: San
Agustín entiende que queremos ser eternos, y por eso postula un presente y un mundo terrenal que no
es importante, sino un mero tránsito a algo mayor, que es trascender a lo eterno, a la inmortalidad y a
Dios. El ser y el tiempo, pues, quedan excluidos, lo que dará lugar al existencialismo.
CÁRITAS Y CUPIDITAS
El amor cáritas es el cristiano, el que se entiende como acto de generosidad. Dar por el mero hecho
de sentir de plenitud. Para trascender hay que predicar este tipo de amor, además del que se
demuestra a Dios. Dicho amor es la forma de entender el ámbito de la voluntad: tiene que tener lugar
desde la búsqueda personal. No se debe confundir con el amor cupiditas, pues el amor como deseo
nos ata a las pasiones y así nos vincula al mundo material.
LA ESCOLÁSTICA
Es un tipo de actividad filosófica que produce un avanza en terminología y conceptos, por ello
produce distinciones conceptuales, como las de esencia y existencia, importante en la Edad Media.
Al igual que Aristóteles habla de potencia y acto, Santo Tomás combina esencia y existencia.
Demuestra la existencia de Dios a través de cinco vías, sirviéndose del método deductivo.
El fin último de la vida es la felicidad, que se entiende como una vida dedicada a Dios, la
contemplación de Él. Además, corrige a Aristóteles en que lo elemental para tener una decisión no es
la razón, sino la voluntad, que termina la eticidad o moralidad de las acciones. Aunque Dios ordene,
la voluntad es libre: el ser tiene la opción de escoger la opción buena, la que Dios manda, o
desviarse, lo que explica la presencia de los males y el pecado en el mundo. Si Dios determinase
nuestros actos, no existiría este el mal, que se define como la deficiencia de la forma o realidad, al
que se le incluye el concepto de la culpa, inexistente en el mundo antiguo. En cambio, Dios ofrece el
bien infundiendo las virtudes teologales. La fe, la esperanza y la caridad, siendo la segunda también
ausente en la Antigüedad.
LA POLÍTICA
A causa de que la política de Aristóteles tardase en llegar a Europa, y por confusiones de textos sin
autor atribuidos erróneamente al filósofo griego, la política que plantea Santo Tomás es contraria a lo
que se postuló en la Antigüedad. Para él, la mejor forma de gobierno es la monarquía, el gobierno de
uno, porque es lo que más se asemeja al mando de Dios. Es necesario también el gobierno espiritual
regido por Cristo, Dios y hombre a través del vicario (Papa), al que debe estar sometido el poder
temporal de los monarcas. Así será hasta el siglo XVI, cuando Enrique VIII genere el protestantismo.
BLOQUE 5. HUMANISMO Y RENACIMIENTO: LA REVOLUCIÓN
CIENTÍFICA
El hombre será ángel o bestia dependiendo de su voluntad, eliminándose esa concepción medieval de
San Agustín que establecía que el hombre debía soportar con estoicismo el castigo y la expulsión del
paraíso.
El humanismo busca plasmar un nuevo mundo en el ser humano, no solo preguntando de qué está
hecho, sino de una forma más práctica, a través de lo político, social, etcétera. Quiere hacer resurgir
al hombre según los principios griegos y romanos. Su punto fundamental, lo que distingue al hombre
de los animales, es la palabra. Gracias a ella, los renacentistas se dan cuenta de que el mundo tiene
una gran riqueza, que sus interpretaciones pueden ser infinitas.
La palabra empieza a utilizarse para conmover y no para definir el mundo, para construir uno
nuevo… Uniéndose retórica y filosofía. El hombre nuevo, el renacentista y humanista, deberá tener
el don del buen hablar.
La conquista de América trae la defensa de la libertad de tener nuevos valores, otras mentalidades, a
raíz de la forma de vivir indígena, que será defendida por Bartolomé de las Casas y Montaigne,
mientras que otros la criticarán, como Francisco Suárez, un filósofo escolástico.
Nace la importancia de la educación, como lo único que cambiaría el mundo: educación retórica y
filosófica principalmente, una gran variedad traída de la Antigüedad. También la diversidad cultural,
el individualismo (el centro está puesto en el ser humano, no en la función metafísica del mundo), el
autocultivo (muchos autores estudian obras clásicas por su cuenta)… A raíz de esto, del humanismo,
nacen corrientes próximas alternativas, como el antihumanismo, que dice que el humanismo per se
discrimina a mujeres, esclavos, y otras cultura; el posthumanismo, en el que se acepta la crítica
antihumanista, y el transhumanismo, que reproduce un problema ético actual, como lo es la
modificación artificial de la naturaleza humana.
NICOLÁS DE CUSA
Es un pensador situado en la transición entre Edad Media y Renacimiento. Su filosofía valida la
investigación de la naturaleza porque tiene valor per se y no algo subordinado a Dios, que por ser
cuestionado ha de ser tomado como insulto. Aquí entra la descripción de Dios de Nicolás de Cusa: el
Creador encuentra en sí mismo todos los opuestos, y por ello resulta incomprensible. Siendo
incomprensible, es un absurdo buscar su decodificación racional, especialmente a través de nuestra
mente, que es impotente a la superior e infinita razón divina. Si se acepta esta ignorancia frente a
Dios, es cuando nos encontraremos en un nivel de conocimiento superior: este estado se conoce
como la docta ignorancia.
Al definir a Dios como trascendente, decimos que no está en ninguna cosa particular. Se encuentra
más allá de este mundo aunque este sea su creación, más allá de lo que sucede. Esto define el
pensamiento de Cusa como panteísta: Dios es la suma del mundo, y al estar en cada cosa, todo es, en
parte, Él. Gracias a esta visión panteísta, se vuelve legítima la inspección del mundo sin necesidad de
Dios para explicarlo. Como el mundo es de Dios, no es un insulto estudiarlo, ni mucho menos
obsceno hacerlo a través de la ciencia empírica.
GIORDANO BRUNO
A diferencia de Nicolás de Cusa, que hablaba de la trascendencia de Dios, Giordano postuló que
Dios está en todas partes, que la suma de todos es Él. También sostiene que Dios es incomprensible y
resulta imposible conocer qué es y cómo, pero este mundo debe tener un alma gobernadora. Este
alma tiene la facultad del intelecto, quien crea las cosas, y posee una dualidad. Se entiende que Dios
es natura naturata, naturaleza determinada (Dios en cuanto al mundo), y también natura naturans,
potencia creadora (Dios en cuanto a sí mismo): dos caras de una misma moneda. Así surgió un fuerte
movimiento panteísta.
Lo que Giordano Bruno y Nicolás de Cusa tienen en común es que ambos coinciden en que nuestro
acercamiento a Dios será imperfecto, y que Dios es incomprensible.
MONTAIGNE
Solo tiene que ver con Giordano Bruno y con Nicolás de Cusa en que Dios es incomprensible. Es
uno de los autores renacentistas que deja de ver la filosofía como una sierva de la teología. Es
revolucionario desde el punto de vista histórico, porque no usa como referencia la Creación para
explicar los acontecimientos. Montaigne duda del criterio de verdad: busca probar todas las
afirmaciones de los escritores, una revolución auténtica porque cada uno, de forma individual, quiere
probarlo con argumentos. Se medita sobre todos los asuntos humanos, su pensamiento es un discurrir
dentro de un mundo lleno de interpretaciones.
TOMÁS MORO
Uno de los pensadores más originales del Renacimiento, como se plasma en su obra Utopía. La
primera semilla de una nueva forma de pensar Occidental. Se contextualiza en Inglaterra, y parte de
la crítica de la pobreza campesina por la propiedad de los nobles de la tierra, que despidieron a sus
trabajadores masivamente para dedicar dichas tierras al pasto, lo que daba mayores rentas. En su obra
representa al ‘mundo ideal’, suprimiendo la propiedad privada y restringiendo el trabajo humano a
seis horas diarias. Promovió la tolerancia religiosa y su gran principio era la solidaridad humana.
MAQUIAVELO
Tuvo que hacer frente a la lelgada de los Médici, que acabaron con la República florentina. Pasó de
ser un político estrella a tener que exiliarse. Su obra ‘El príncipe’ es un manual para ser el buen
monarca, para que este mantuviera su poder. El fin de la acción política del Renacimiento era
incrementar su bienestar, no el de sus súbditos; conservar el poder, aumentarlo, y protegerlo, y si
para ello se deben perpetrar crímenes, quedan justificados. En este manual ejemplifica formas de
ejercer la violencia para mantener el miedo en los estados aledaños. No es de extrañar, pues, que
fuese uno de los referentes de Napoleón. Su figura contraria es Kant, quien diría que lo moralmente
calificable es el fin, no los medios para conseguirlo. Pero a Maquiavelo se le ha de entender en su
contexto, viviendo en una sociedad corrupta en la que el gobierno solo es posible si se ejerce de esta
forma. Dicha sociedad se encuentra en ese estado por la naturaleza generalmente egoísta del ser
humano, de quien no se puede ni debe esperar lealtad.
ERASMO DE RÓTERDAM
Fue uno de los intelectuales más importantes de su tiempo; su obra fue el principal argumento de
Lutero para iniciar la reforma protestante. Erasmo parte del diagnóstico de que la cultura está en
decadencia: denunció la degradación del cristianismo a través de la sátira, buscando su reforma. La
locura que expresa en su ‘Elogio a la locura’ sirve para desviar la atención del verdadero
cristianismo. Rechaza la interpretación de la Biblia, porque eso hacía que los obispos tuvieran un
poder desmesurado, y asimismo que la Iglesia se hiciera con el monopolio de los textos en lugar de
ofrecerlos al público. Según él, el individuo debía tener un acercamiento personal a Dios a través de
la lectura, y aunque sí buscaba una reforma del cristianismo, nunca estuvo de acuerdo ni aprobó la
separación de iglesias.
LA REVOLUCIÓN CIENTÍFICA
Además del humanismo, la revolución científica fue una de las cosas más importantes a las que dio
lugar el Renacimiento. En esta época se legitiman las investigaciones. Tiee aquí lugar la ciencia
moderna, compuesta por la experiencia sensible (a través de la investigación empírica), el método
hipotético (una idea que para ser verdadera necesita fundamentarse en pruebas) y la incorporación de
las matemáticas. Galileo sería el primero en desarrollar esta forma de investigación. Para él, la
naturaleza es como un libro escrito en la lengua de las matemáticas, que son el único instrumento
para conocer la realidad física. Esta concepción rechaza toda forma de conocimiento que no sea la
observación y experimentación, como la historia y la literatura, lo que tuvo como consecuencia el
mecanicismo y determinismo: en un mundo determinado, no existe la libertad. Se impuso el modelo
heliocéntrico (Copérnico) y Kepler postuló las órbitas elípticas. Newton también interpreta el
mecanicismo.
Toda esta ciencia tuvo un teórico llamado Francis Bacon. Para él, el conocimiento tendría sentido si
incrementaba el poder para conocer el mundo físico. Desde entonces se asimilar que el conocimiento
es poder. El planteamiento de que la naturaleza solo puede ser conquistada si obedece, ha sido
criticado porque existen muchas formas de acercarse a la realidad, distintas a la meramente
científica, como la estética. Otra crítica del siglo XX provendrá de la Escuela de Frankfurt, que
sostendrá que si nos acercamos a la naturaleza solo para dominarla, nos acercaremos así a los demás
y a nosotros mismos: la dominación busca optimizar el cuerpo humano desde un punto de vista
cualitativo, donde no caben los sentimientos, definiendo que el cuerpo como experiencia de placer y
dolor es inservible.
BLOQUE 6. LA MODERNIDAD Y EL RACIONALISMO
Durante la modernidad habrá un gran interés por la teoría del conocimiento, y una fuerte
preocupación por el método y la búsqueda del conocimiento verdadero, como se puede observar en
las filosofías de Descartes y Spinoza.
DESCARTES
Señalará unos pasos para que todo aquel que los siga, alcance el conocimiento verdadero. Fue uno de
los matemáticos de su tiempo: pensó que esta ciencia sería la única forma para construir el método.
Para que fueran válidas, habría que ajustar las matemáticas a la razón. Se llama ‘racionalismo’
porque está en su punto de referencia, son el modo de saber oficial. Por su apego a la razón fue
enemigo del empirismo. Descartes se educó en la teología, con la principal influencia de Francisco
Suárez, lo que explicará su interés por probar la existencia de Dios a través de métodos conceptuales.
La reglas que tendrán como finalidad el adecuado uso de las capacidades naturales estarán
fundamentadas en la razón, y deberán ser compartidas por todos.
1. La evidencia. Primero hay que rechazar cualquier conocimiento que no se presente como
claro y distinto, dos características esenciales de lo que es verdadero e indudable. Esto se
apreciará a través de la intuición inmediata.
2. El análisis. Hay que reducir cualquier cuestión compleja a sus elementos más sencillos;
fraccionando el problema se resolverá con mayor rapidez.
3. La síntesis. Una vez resueltas todas las cuestiones menores, se recomponen de nuevo en el
problema original de forma ordenada.
4. Enumeración. Se repasan los pasos anteriores por si se ha cometido algún error.
Así queda claro que la deducción y la intuición son necesarias para realizar las operaciones del
pensamiento. No debe entenderse la ‘intuición’ como la sospecha o la creencia, sino al hecho de que
todas las cosas tienen una cualidad para que al presentarse no quepa duda de que son ciertas.
La duda metódica
Descartes busca un principio sobre el que sostener el conocimiento. Hay que encontrar una primera
verdad indubitable, y para ello se debe eliminar lo dudoso, como lo que se obtiene a través de los
sentidos, que nunca serán instrumento fiable si son capaces de engañarnos una vez. Seguidamente, y
sabiendo que es imposible distinguir entre vigilia y sueño por su similitud, no se pueden confiar en
las experiencias obtenidas en caso de poder ser un engaño. Por último, y si ya no son fiables ni los
sentidos ni la experiencia, el punto de referencia son las matemáticas, de las que también se duda
sobre la base de la posibilidad de que un ‘dios engañador’ nos guíe a la equivocación. Después de
dudar de todo, se llega a la duda hiperbólica y radical, la desorientación y pérdida absoluta. Pero a
esto, aplicando el método de las cuatro reglas, se accede a los principios que demuestra qué
conocimientos son verdaderos y cuáles no.
Primer principio: incluso si el dios engañador hace que me equivoque, ningún argumento
puede decir que si no dudo o me equivoco, existo. Si sueño, si erro, si dudo… sigo
existiendo. Luego, la primera verdad será tan sencilla como esa. Para equivocarme debo
pensar, y si pienso, es que existo. Pienso, luego existo.
Las implicaciones de esta primera verdad serán las siguientes. Al principio no se menciona a Dios
puesto que no hay evidencia inmediata, pero basándose en el argumento ontológico demostrará su
existencia.
SPINOZA
Para explicar parte de su filosofía, debemos remitirnos a la teoría de las cuatro causas de Aristóteles,
aquellas que conforman las cosas. Esta teoría está compuesta por la causa material (de qué está hecha
la cosa), la causa formal (su idea, concepto), la causa eficiente (el trabajo que se ha realizado para su
conversión, para dar lugar a ese resultado final) y la causa final (para qué se realiza). Durante la Edad
Media, esta teoría se mantiene con el aditivo de que las dos últimas causas se le atribuyen a Dios:
Dios es quien ejerce el trabajo para dar pie a ese resultado, y quien define para qué se realiza.
Spinoza da un giro de tuerca, siendo el primer filósofo en negar, primero, la existencia de Dios como
creador, atribuyéndole la falta de voluntad, y segundo, la necesidad de que las cosas deban existir
con un objetivo preestablecido.
El pensamiento de Spinoza se caracteriza por lo siguiente:
Además de servir para conocer la verdad, añade más información de la que antes no se conocía –
Sócrates es un hombre, y todos los hombres son mortales–.
A los criterios de los conceptos que atribuía Descartes, claridad y distinción, Spinoza añade la ‘razón
de su existencia’. Esto también se aplica a lo personal: los serés están caracterizados por el
‘connatus’, la voluntad de ser vivo y saber cada vez más. Pueden sentir pasiones alegres (de nuevo
respecto a la voluntad, haciendo referencia al cumplimiento del deseo de expandirse más) y pasiones
tristes (lo que son, va encogiendo; pierde posibilidades, potencial). Hay que combatir esas pasiones
con la razón, explicando el motivo de su existencia.
Comprendiendo que el mundo es una sucesión de causas sin voluntades misteriosas, divinas o
milagros, entendemos que en cualquier momento puede suceder cualquier cosa, y no está a
disposición humana cambiarlo. Esto podrá contrarrestar las pasiones tristes: comprender que así es el
mundo, que no hay posibilidad de luchar contra él, servirá de consuelo para transformarlo en una
pasión alegre.
Al final, el objetivo principal de Spinoza es explicar la felicidad: que el hombre lo sea. Y la define
como lo siguiente: la comprensión del lugar de cada uno en el mundo, entender que no se puede
hacer nada para detener el devenir.
BLOQUE 7. EL EMPIRISMO DE HUME
Las impresiones provienen de la experiencia sensible. Son el primer tipo de conocimiento que se
capta, y se define como la base de todo conocimiento. Las impresiones son concretas e inmediatas,
con un objetivo claro. Hay una diferencia entre las impresiones personales y su correspondencia con
el entorno. Aunque yo tenga una impresión de dolor, no quiere decir que esté enfermo.
Las ideas son agrupaciones de estas impresiones, su asociación.
Este criterio permite diferenciar entre ideas que obtenemos de nuestra experiencia, y las que no, sino
que ya estaban en nuestro pensamiento. Esta diferencia se corresponde con dos tipos de
conocimiento.
Conocimiento intuitivo: son las impresiones del sentido externo, la certeza de tener una
impresión personal. Siempre está enmarcada en dimensiones espacio-temporales. Ejemplo:
‘vi a tu padre’, en un marco de espacio (en la calle) y tiempo (ayer).
Conocimiento demostrativo: tiene como imagen el funcionamiento de las matemáticas,
presididas por el principio de igualdad. Este principio de igualdad tiene un origen muy
concreto, el de la impresión de semejanza (tiene características compartidas). A partir de
detectar semejanzas en lo percibido se crean los conceptos, y a raíz de esto se puede decir que
algo es igual a algo. Esto crea un hábito colectivo, un concepto socialmente aceptado por
todos.
Según Hume, lo que nosotros pensamos, nuestra interpretación, no es igual a lo que el mundo es, a la
realidad, pero la segunda no es la importante: la realidad es intrascendente para nosotros, lo
indispensable es lo que vemos porque es a su vez lo que nos afecta, ya que no podemos conocer la
verdadera realidad sino solo nuestra percepción. Así propone un método de conocimiento basado
exclusivamente en lo que hemos experimentado a través de la experiencia sensible, lo que da lugar a
la crítica del concepto de identidad personal.
Crítica al concepto de causalidad I: el ‘yo’
Se basa en negar una percepción de nosotros mismos, ya que aunque experimentamos sentimientos y
situaciones, no tenemos conciencia del ‘yo’. Tampoco puede haberla debido al carácter atómico de
nuestra vida perceptiva. Esa experiencia de ‘yo’ deriva de lo que se siente, no de lo que es: lo que
soy es un conjunto de percepciones a las que se le ponen nombre. Si soy educado es porque tengo la
experiencia de haber sido educado en cierto momento. No existe ese ‘yo’ al que le pertenece la
cualidad, sino un ‘yo’ con memoria, que recuerda una experiencia repetitiva.
Significa que a todo efecto le corresponde una causa. Dicha causalidad es necesaria, a diferencia de
los efectos. Este Principio se ha utilizado para demostrar la existencia de Dios, a través de la cadena
infinita de causas contingentes que se resume en una sola, la primera de todas. Esto tiene una crítica:
niega la demostrabilidad de la existencia de Dios, porque no se puede obtener una experiencia que
asuma su existencia.
Como todo conocimiento debe venir de una causa, habrá más probabilidades de equivocarme si me
remonto a causas lejanas en la cadena de causas. Cuanto más se aproxime esa causa a la experiencia
concreta, mayor probabilidad habrá de que sea verdadera. Sobre la base de esto, no se puede explicar
la existencia de Dios porque se le coloca al inicio de una larga cadena de causas de las que no se
tienen experiencia.
La religión ha sido una forma natural de encontrar consuelo a lo que no se podía comprender: el
sufrimiento, las injusticias, la muerte. Todas tienen como objetivo responder a esos problemas, por
eso la fórmula se lo repite a lo largo y ancho del mundo con diferentes nombres, cristianismo, islam,
judaísmo… Para explicar su existencia, Hume explica que la religión se ha formado de la impresión
de que se siente dolor, y de ahí surge el deseo de dar respuesta al anhelo de solucionar esa sensación.
En cuanto a la moral y política, Hume hace dos preguntas: ¿qué obligaciones cree la gente que tiene,
y por qué? Los valores y las leyes tienen como objetivo garantizar la supervivencia de la sociedad,
que esta exista. Los deberes están ahí porque sin ellos sería imposible una convivencia, y no porque
Dios los imponga, ya que esta visión del derecho divino impide la toma de decisiones y dificulta la
expresión de libertad.
BLOQUE 8. KANT
Kant será una figura sintetizadora de los dos métodos de conocimiento anteriores: el racionalismo
y el empirismo. A su vez será uno de los representantes de la ilustración en Alemania, famoso por
realizar una crítica a la razón. Someterá a esta a un juicio a través de la propia razón.
Su objetivo es liberar al ser humano de sus constricciones sociales, religiosas, pero también
intelectuales, resumiendo que pretende que piense por sí mismo sin influencias de ningún tipo. Hay
que darle autonomía al sujeto: ‘la máxima de pensar por sí mismo’. Esta libertad y su concepción son
distintas a las que se entienden actualmente. La libertad positiva de Kant y los ilustrados propone que
solo eres libre si actúas de acuerdo con tu naturaleza, no solo que no haya impedimentos para
comportarse según se quiera: ‘cumplir con aquello que debas’, en resumen. Es importante conocer la
razón para así conocer al ser humano, y una vez entendido, definir cómo debe comportarse, sus
últimos fines e intereses.
Para Kant, la Filosofía es la disciplina en la que confluyen todas las demás. Se basta en las tres
preguntas: ¿qué puedo conocer?, respondida por la metafísica; ¿qué debo hacer?, contestada por la
ética; ¿qué cabe esperar?, que estudia la religión. Esas tres preguntas se resumen en una: ¿qué es el
hombre?, que engloba la Filosofía.
De esto se puede intentar deducir si la metafísica es una ciencia como las otras. Entiende que para
que esta progrese al igual que lo hace la medicina y la física, ha de convertirse en una ciencia
estricta. Para averiguarlo, se pregunta cómo funcionan las ciencias, sus condiciones y el tipo de
conocimiento que aportan.
El conocimiento científico
1. Condiciones empíricas y a priori: basadas en la experiencia.
2. Juicios de las matemáticas.
Juicios analíticos: no aportan conocimiento, pues el sujeto se encuentra incluido en el
predicado. ‘Todas las solteras son no casadas’. Es un juicio necesario.
Juicios sintéticos: son contingentes, porque el predicado podría ser de otra forma, y también
aporta conocimiento, pues no se encuentra incluido en él el sujeto. ‘Los andaluces miden
metro ochenta’. Dependen de investigación empírica, por lo que están sujetos a la
experiencia.
De esto se puede deducir la existencia de Dios y de los propios seres humanos. Ya la metafísica
antigua explicaba que la existencia de Dios era algo necesario, justo como un juicio analítico,
mientras que la existencia de los hombres es contingente. Nacimos, pero podríamos no haberlo
hecho. Normalmente los juicios analíticos, además de necesarios, son universales, y al no requerir de
experiencia para su postulación, se dice que es conocimiento a priori; mientras que los juicios
sintéticos, aparte de contingentes, son particulares, y por requerir experiencia para su postulación,
son un conocimiento obtenido a posteriori.
El juicio sintético a posteriori de Kant. ¿Cómo es posible?
Las facultades del ser humano: corresponden a tres tipos de conocimiento
A) Sensibilidad (contacto inmediato con la experiencia): lo estudian las matemáticas. Tiene dos
formas puras, dos dimensiones; el espacio (estudiado por la geometría) y el tiempo (estudiado
por la aritmética). Solo se puede experimentar el mundo sensible si estamos sujetos a ese
doble anclaje.
B) Entendimiento (la capacidad de asimilación, dar sentido al mundo): lo estudia la física. No
solo tiene dos formas puras, sino doce en total que facilitan la comprensión, como la
pluralidad, la negación, la unidad… Siempre que comprendemos algo, lo hacemos en su
totalidad, como una parte, o como una falta de algo. Pero esos conceptos per se no se han
experimentado, como el ‘yo’ de Hume. La realidad se percibe siempre a través de ese filtro
de doce signos, un filtro universal y necesario a través del que todo el mundo observa por
igual, idea que será criticada por Ortega y Gasset al incluir el perspectivismo y el relativismo
de las diferencias entre individuos.
Kant distingue entre ‘fenómeno’ y ‘noúmeno’ a raíz del entendimiento. El fenómeno es lo captable y
comprensible, lo que aparece ante mí y yo consigo apreciar, y el noúmeno es la realidad en sí, lo que
hay más allá del espacio y tiempo y escapa a mi comprensión. Por tanto: Datos de la experiencia +
filtro de la razón (estructuras trascendentales, espacio-tiempo) = Conocimiento.
Todo conocimiento metafísico consta de realidad física y razón. Cuestiones como Dios, el alma y su
inmortalidad, o el mundo, jamás han sido apreciadas a través de la sensibilidad o el entendimiento.
Por lo tanto, la metafísica no puede ser una ciencia ya que es irreformable.
Hasta Kant, todas las éticas eran materiales: hay cosas que son buenas para toda la humanidad,
universales, como el placer y la felicidad. Para Kant, estas éticas son empíricas, hipotéticas y
heterónomas. Una ética universal y racional deberá ser a priori, independiente de la situación en la
que me halle, y autónoma. No establecerá lo que debemos hacer, sino cómo se debe tomar la
decisión. Así distingue entre tres acciones:
A) Acciones contrarias al deber, las que anteponen el deseo personal al bienestar general.
B) Conformes al deber: sigue lo que hay que hacer por una motivación ajena a la propia ética
personal. ‘Bajar el precio en tiempos de hambruna por miedo a que, de lo contrario, Dios
castigue’; así se daría lugar a una ética contingente, en la que se cumple con el deber de
forma casual, cuando en realidad la ética debe ser formal y estricta.
C) Acciones hechas por deber, las que están determinadas por respeto a los propios principios.
Estas son las correctas, la única forma de actuar bien.
A raíz de esto se deduce que para Kant no es importante el resultado de la acción, sino la motivación
que lleva al individuo a realizarla; es el reino de los medios, no el reino de los fines. Para ser
racional, ante una situación, se deberá emplear el imperativo categórico, que es este proceso
explicado de cómo tomar una decisión. Para ello:
Se debe obrar de manera que se quiera que dicha actividad realizada se convierta en una ley
universal. Antes de robar, debo pensar si me gustaría vivir en un mundo donde robar fuese la
norma.
No hay relatividad, ni ‘dependes’. La ética es formal, estricta y exacta.
Se debe obrar como un fin y no como un medio para obtener un resultado.
Si se le niega el respeto a un ser humano, se lo está negando a uno mismo.
Sobre la libertad: si todos los seres humanos tienen experiencia del deber en todas las culturas, y
este deber implica posibilidad, somos libres de cumplir o no con él de forma voluntaria. Sobre el
alma: viendo que en este mundo, vivir con virtuosismo no siempre guía a la felicidad, demuestra que
cuando este se acabe, iremos a otro en el que exista la justicia y se compense con esta felicidad a
todos los virtuosos. Por tanto, la inmortalidad del alma existe, ya que va a parar a otro mundo cuando
este perece. Sobre la divinidad: Como conclusión, Dios deberá existir como creador de ese mundo
justo.
Concepción de la historia
Kant vuelve a sintetizar tradiciones, combinando la que asegura que el ser humano es egoísta y de no
ser por las instituciones todo se volvería problemático, proveniente de Hobbes, y la que asume que es
bueno por naturaleza y fueron precisamente las instituciones las que le corrompieron, que defiende
Rousseau. Kant aúna estas dos postulando que el ser humano es, ante todo, paradójico: una criatura
con dos pulsiones contrarias, tanto insociable como sociable, tanto egoísta como bueno.
La ilustración se define por dos ideas capitales: la razón matemática es el único instrumento capaz de
obtener conocimiento válido, y que este conocimiento va a permitir mejorar al ser humano de forma
individual y colectiva. No solo se refieren a los problemas económicos, sino a una reforma integral,
que tiene que ver con su política, ética, etcétera. La política es la abanderada de la razón: va a ser el
ser humano a través de su capacidad de pensar, razonar e investigar, el que por sus propios medios
producirá una mejora en todos los ámbitos al margen de la fe. No porque sean ateos sino para
diferenciar las ciencias de Dios. El segundo gran presupuesto es que utilizar la razón en todos los
aspectos conducirá al progreso en cada ámbito: moral, social, político… etc.
La razón está en crisis y ha sido cimentada de la forma incorrecta. Esta razón se entiende desde el
punto de vista experimental. Razón científico-técnica + fe en el progreso = Ilustración.
BOSSUET
Es el último representante de la teología de la historia (una forma de explicar el pasado según la cual
es la divinidad quien gobierna los hechos. Tiene una concepción providencial de la historia). Tuvo
una lógica providencial: Dios determina los acontecimientos que tienen lugar. Intentó reconstruir un
relato sobre el pasado sin acudir aún a los hechos históricos, siendo estos irrelevantes. Lo importante
era quién había causado lo que ocurrió. Bossuet pensaba que el mundo es justo, solo que Dios es el
único que conoce las razones de esta justicia, por eso hay una percepción humana de que la injusticia
existe. Es decir, hay una justicia oculta.
VOLTAIRE
Fue el primer ‘filósofo de la historia’, como también el gran filósofo de la ilustración. Fue famoso,
además de por sus obras filosóficas, por sus obras satíricas y sus novelas, y por sus artículos de
periódico. Se dedicó durante toda su vida a desarrollar una filosofía militante, de combate. Su
propósito fundamental era hacer triunfar la razón, y para eso denunciaba los prejuicios de la
concepción tradicional providencialista, la subordinación a otras autoridades que no fueran la razón.
Esta no podía tener dueño. Voltaire llevó esta pretensión de autonomía hasta la radicalidad más
absoluta. Fue muy pronto expulsado de París por acusar al rey de Francia y a su corte. Atacaba todas
las acciones con las guerras de religiones que asolaban su país, a pesar de ser católico.
Señala de forma totalmente consciente que hay que construir una historia que sea anti-religiosa, lo
que no significa que sea ateo: una historia netamente profana y secular, guiada solo por la razón, y
por eso dice que la historia es el relato de los hechos que se tienen por verdaderos. Rechaza la visión
eurocéntrica de los relatos del pasado, y habla de China, que es mucho más importante que la de
Israel. Se negó a otra tendencia que desde el siglo XVI se veía desde los relatos del pasado, como la
de las Indias o América, que se escribía según el paso de los europeos por la zona. Voltaire escribe
por primera vez la historia de una sociedad entera. Es uno de los grandes responsables de que
tengamos la idea de ‘progreso’: inserción de la razón (lo que es razonable) en la historia.
VICO
El criterio de verdad
Si bien Vico al principio estuvo influido por la teoría del conocimiento cartesiana, más adelante se
opondría a ‘las ideas claras y distintas’ como criterio de verdad, sustituyéndolo por un principio
hallado en la doctrina del verum et factum convertuntur: la causalidad. Solo es cognoscible lo que es
producto del individuo, por eso mientras que Dios es creador del mundo y el ser humano, puede
conocerlo todo, al ser la historia el producto del hombre, esta será de su conocimiento.
La certidumbre de los hechos y/o las cosas está sometida a una gradualidad, pues avanza o disminuye
según la acción del sujeto durante su producción. A raíz de esto se explica la diferencia de certeza
entre dos tipos de ciencias: aquellas que tienen por objeto el conocimiento de la realidad, de la
naturaleza, que nunca será alterable o previsible para el ser humano por no haber formado parte en su
creación, y las versadas en lo que procede de las ideas, como las matemáticas, condicionadas por el
entendimiento del hombre. (Balmes, J. (1959) Historia de la filosofía. Madrid: Ediciones Ibéricas).
Se debe hacer igualmente un apunte esencial al respecto, y es que si bien lo que el hombre puede
conocer, siempre retrospectivamente, es el significado de sus acciones, no el significado último de la
historia. Este, para Vico es fruto de la Divina Providencia (Voegelin, 1998, pp. 96-102).
Visión de la historia
Para Vico hay maneras de entender la historia. Una es la referida a acontecimientos particulares, y
otra al sentido de estos hechos, que tienen una dirección muy marcada, carente de azares: se mueve
el desarrollo pleno, a un estado final, a la denominada historia ideal eterna, creación exclusiva de
Dios. La repleta de particularidades se encuentra sometida a esta mencionada, y no siempre camina
hacia arriba, sino que al sigue el progreso concreto de una nación está sujeta también a sus épocas de
declive. Se ve la influencia de la lógica que utiliza Descartes al hablar de la existencia de Dios
cuando Vico explica la relación entre estas dos variables: si no existe un sentido que anime a la
historia a progresar, esta ideal eterna que aún no ha sucedido…, si se puede saber que una
determinada época o un acontecimiento es criticable desde el punto de vista moral o social, es porque
hay un ejemplo superior, perfecto, al que recurrir para equipararlo a la realidad. El hombre se sale de
esa historia particular y se aísla para extraer de su mente la idea de cómo debieron ser los hechos.
MABLY
Más que por sus ideas originales, es famoso por ser un sintetizador del espíritu de la ilustración. Su
característica más importante es que para ellos, la historia empieza a ser un instrumento para conocer
su sociedad. Hasta entonces, a nadie se le hubiera ocurrido esperar en relatos del pasado una
interpretación de quiénes somos y cómo llegamos a ello. En su obra más famosa, expone que la
historia es las causas de los hechos, sus consecuencias, no una sucesión o biografía de estos. La
historia estudia cómo las leyes que subyacen debajo de los acontecimientos van cambiando; en caso
de los ilustrados, siempre cambian y se guían hacia el progreso. Deja de hacerse una historia basada
en las biografías de los personajes, y se busca cómo ha llegado a constituirse tal y como es
(D’Alembert, en la Enciclopedia).
La idea de progreso
Rousseau
Llegados a esta reflexión, Rousseau se pregunta cómo se construye un estado legítimo que siga
cumpliendo esa función. En su momento era una sociedad decadente a causa de la propiedad privada,
y después el estado intentó solucionarlo. Pero en su tiempo, el Estado ya no cumple esa función, sino
que la están empeorando, por hay también dueños.
El contrato social
Hegel: ‘Todo lo real es racional y todo lo racional es real’ (Época revolución industrial). El fin de la
historia para Hegel era la síntesis final. Tesis, antítesis y síntesis= historia (dialéctica especulativa).
Lo que motivaba que la historia avanzara era la adquisición de grados superiores de conciencia, no
solo desde el punto de vista individual, sino también social.
Derecha hegeliana: si todo es tal y como debe ser no hay nada que cambiar, sino disfrutar los
privilegios.
Izquierda hegeliana: si había sufrimiento, y eso era una injusticia, la respuesta no debía ser que las
cosas debían ser así, sino todo lo contrario. La filosofía, la praxis, debe avanzar hacia ese final de la
historia en el que se desarrolla el final justo; nosotros debemos contribuir a que la historia tenga un
desenlace justo. Uno de los principales representantes de la izquierda hegeliana fue Feuenbach.
KARL MARX
El punto de partida de Marx es la crítica a Hegel: la dialéctica hegeliana es válida, con su tesis,
antítesis y síntesis, pero la base de ese movimiento lo que produce en las sociedades un progreso no
es lo que piensan, no son contenidos intelectuales ni su razonamiento, ni sus interpretaciones del
mundo, sino lo que produce ese cambio de pensamiento: las causas y motivaciones que nos llevan a
pensar así. Estas causas son las condiciones materiales de existencia o de vida (los dueños de su
trabajo, el régimen que ha determinado quién debe trabajar, la dificultad para cubrir sus necesidades,
etc). La de Marx es una dialéctica materialista, frente a la especulativa de Hegel.
La forma en que el ser humano se desarrolla es el trabajo. Dependiendo de las condiciones en que
este se dé, el pensamiento de este será de una forma u otra: no solo nuestra conciencia individual sino
también como sociedad, a través de la religión, educación, política y funciones legislativas. La
concepción de uno mismo y su constitución depende del desarrollo de su trabajo.
Si la historia empieza a ser el sucederse de las condiciones materiales, el sentido y significado de la
historia ya no estará más allá de lo que los seres humanos hagan de sí mismos, sino que está en la
propia historia. En Hegel había dos instancias: lo que ocurría, los acontecimientos históricos, y por
otro su significado, basado en el desarrollo intelectual. Pero en esta situación, el camino al que se
dirigen los acontecimientos no está separado de la historia, sino que son la misma cosa.
El Capital
A) Infraestructura y superestructura
Dentro de la sociedad, Marx distingue dos componentes. Uno de ellos, y la más importante, es la
infraestructura. Esta es la economía, las relaciones de producción y sus modos. Después está la
superestructura, que se sitúa por encima, donde se encuentra la política, la cultura, la filosofía,
religión, ciencia, etc. La infraestructura permite que la vida se desarrolle, por lo que determina a la
superestructura, y la conciencia. Si se aprecia que hay cambios filosóficos, políticos, es por causas
económicas. Por tanto lo que determina la historia son los cambios en la infraestructura.
B) Ideología
Lo que se ha observado a lo largo de la historia es una marcada distinción entre el que posee las
tierras, el propietario, y el que las trabaja. Esto es apreciable en que quien posee el poder
infraestructural es el superestructural, pudiendo manipular la intelectualidad para impedir que los
oprimidos se den cuenta de su situación inferior, es decir: creando formas de pensar que enmascaran
la realidad. Esas imágenes es lo que Marx denomina ‘ideología’, una forma de pensar falsa que sirve
para engañar a aquel que la sigue. Hay un contenido para Marx que es profundamente ideológico,
como la religión. De este pensamiento derivan muchas escuelas marxistas; unas se centran
exclusivamente en la infraestructura, mientras que otras, como la de Gramsci, combaten lo que la
gente piensa, la superestructura, intentando destruir la falsa conciencia. Marx estaba convencido de
que las condiciones brutales de la economía acabarían por desenmascarar la verdad de la
superestructura, y las causas serían capitalistas.
La infraestructura económica tiene dos partes: las fuerzas productivas, los medios, técnicas,
instrumentos y actividades humanas que intervienen en la producción. Y las relaciones de
producción, que es la división del trabajo, el ordenamiento legal que permite que se trabaje de una
forma u otra.
C) Alienación
Este es un concepto hegeliano que hace referencia a cuando la conciencia está fuera de sí, cuando no
es consciente de su propia situación. Concretamente en el capitalismo se producen unas relaciones
económicas que están impidiendo que la gente sea dueña de sí misma, produciendo que se
deshumanicen y alienen. En primer lugar: el ser humano están alienado en cuanto al fruto de su
trabajo, porque aquello que produce no le pertenece a él, sino al dueño. Por tanto está haciendo algo
que le pertenece a su naturaleza, el trabajo, al servicio de otro. En segundo lugar: se considera al ser
humano y su mano de obra como al material y a la maquinaria, se ve como una mercancía (el
capitalismo se basa en esa definición) que se paga, se vende y se negocia. Está siendo negada su
naturaleza en cuanto al producto de su trabajo y en cuanto al acto de trabajar.
En el capitalismo lo que importa es el valor de cambio, el precio que fija la oferta y la demanda:
niega la primacía del trabajo del ser humano.
D) Plusvalía
Se nomina plusvalía a la cantidad de beneficio que se le niega al trabajador y suele pertenecer al que
se aprovecha de las relaciones materiales que le permiten explotar al resto, al propietario.
Ese avance se ha producido porque las relaciones de producción han entrado en contradicción con las
fuerzas productivas. Desarrollos de la economía y las técnicas de producción hicieron que las
condiciones hicieran insostenibles los sistemas vigentes.
Marx cree que esas clases explotadas, poco a poco van a tomar conciencia de su situación, y que es
imposible la eterna vigencia del capitalismo por sus propias características. El capitalismo establece
que las personas cuanto más dinero ganen, mejor. Unas empresas comienzan a comprar a nuevas
empresas, y así sucesivamente porque todas quieren crecer y compiten entre sí. Las empresas, para
competir mejor, invierten menos y abaratan más la mano de obra. Entonces se está produciendo por
un lado una concentración del capital. Al ser los sueldos más bajos hay más gente en situación
precaria. Marx no sabe cuándo, pero está convencido de que el capitalismo en insostenible por esas
dos razones: los ricos son cada vez más ricos y cada vez menos, y los pobres más pobres y cada vez
más. Llegado este momento, nadie creerá el ordenamiento jurídico y no habrá un enfrentamiento,
sino que todos construirán una sociedad donde haya igualdad en base a su propia naturaleza. Es una
cuestión puramente económica lo que llevará al capitalismo a su destrucción.