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José Sánchez Del Río

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Beato José Sánchez del Río.

A raíz de la película “Cristiada”, que en este 2012 vio la luz en las pantallas del
cine, la figura del Beato José Sánchez del Río ha traspasado las fronteras mexicanas.
Con este escrito se pretende dar a conocer el testimonio de su vida y aclarar algunos
puntos que su creciente popularidad ha creado en torno a su fama de santidad.

El beato nace el 28 de marzo de 1913, en Sahuayo, Michoacán, en pleno caos de


la Revolución Mexicana iniciada en 1910 y que derrocó al presidente Porfirio Díaz
quien llevaba 30 años al frente de la nación. Aunque Díaz era liberal no aplicó la saña
anticatólica en el “porfiriato”, como se le llamo a su mandato. Con la Revolución
triunfó también la miseria, el anticlericalismo acervado y la lucha de poderes. Este es el
contexto donde se desarrolló la infancia de nuestro beato.

A pesar de la inestabilidad política y social de la nación es necesario destacar


que las familias mexicanas se mantenían fieles a la fe católica y que las asociaciones
para seglares prosperaban en toda la nación, floreciendo también el apostolado en todos
los estratos de la sociedad mexicana. En los hogares verdaderamente cristianos se
rezaba el rosario y se formaba en la fe con el catecismo y los libros de piedad. José
Sánchez tuvo el privilegio de vivir en una familia con hondas raíces cristianas por lo
que no es de dudar que en el seno del hogar se forjo el temple de futuro soldado de
Cristo. Sus padres Don Macario Sánchez y Doña María del Río lo educaron
cristianamente junto con sus dos hermanos mayores, Macario y Miguel, y su hermana
menor María Luisa.

En 1917 entra en vigor una nueva Constitución política redactada por un grupo
minoritario y excluyendo el sentir general de la nación; leyendo la nueva carta magna se
veía venir una intolerancia extrema hacia la Iglesia Católica mexicana. En los años
siguientes los abusos hacia la libertad religiosa de los mexicanos se recrudecerían con
actos esporádicos pero sin una persecución oficial.

Por la inestabilidad política, la familia Sánchez del Rio emigro a Guadalajara,


donde Joselito, como cariñosamente se le decía, recibió la primera comunión y continuo
su educación. Se destaco por su devoción mariana, indiscutible prenda de salvación.
José perteneció a las vanguardias de la Asociación Católica de la Juventud Mexicana
(ACJM), grupo apostólico importante en la resistencia contra la persecución religiosa.

En 1926 el Presidente Plutarco Elías Calles, conocido masón y anticatólico,


procuró aplicar las leyes persecutorias hacia la Iglesia legislando en favor de ideas
anticlericales y dando su plácet para una persecución tacita en toda la nación. La Iglesia
ante la imposibilidad de ejercer el ministerio cierra los templos con aprobación del Papa
Pío XI. En poco tiempo los levantamientos contra el gobierno suceden en el territorio
nacional, pero de manera especial en los estados del centro del país.

Al estallar la revuelta por la libertad religiosa los fieles se sintieron con el deber
de defender la realeza social de Cristo en México. Su arenga fue ¡Viva Cristo Rey!, por
lo que fueron conocidos como cristorreyeros y luego como cristeros. Macario y Miguel,
los hermanos mayores de José, engrosaron las filas del ejército libertador con la venia
de sus padres bajo las órdenes del Gral. Ignacio Sánchez Ramírez, líder de la resistencia
local. Por su corta edad a José no le fue permitido entrar en la guerra a pesar de su
insistencia por ser un soldado de Cristo.

En Guadalajara tuvo oportunidad de conocer el testimonio del martirio del Beato


Anacleto González Flores y frente a su tumba pidió la gracia del martirio. Su madre al
fin cedió dejarlo marchar hacia las filas cristeras por las palabras que el futuro mártir le
dijo: “Nunca ha sido tan fácil ganarse el cielo como ahora”. En 1927 José se alineó en
las huestes cristeras bajo las órdenes del Gral. Prudencio Mendoza integrándose al
grupo liderado por el Gral. Rubén Guízar Morfín cercano a Cotija, Michoacán. El
trabajo de José era el servicio a la tropa y posteriormente debido a su disciplina, su
edificante piedad y fidelidad a la causa cristera se le concedió ser el abanderado del
regimiento.

El 6 de febrero de 1928 se dio una batalla y el caballo del Gral. Guízar murió al
ser alcanzado por un proyectil. Joselito cedió el suyo diciéndole: "Mi general, aquí está
mi caballo. Usted hace más falta a la causa que yo". El general acepto titubeante y José
continúo disparando al enemigo hasta que la carga de balas se terminó. Fue hecho
prisionero y llevado a Cotija donde se destaco por su valentía y firmeza frente a las
amenazas y promesas de libertad de parte de los federales, lo que nos recuerda los
testimonios de los mártires de la Iglesia primitiva. Con él fue aprendido otro joven
llamado Lorenzo, de origen indígena.

El 7 de febrero los dos jóvenes son conducidos a Sahuayo y puestos a


disposición del Diputado Federal Rafael Picazo con la orden de pasarlo por armas.
Picazo era padrino de José y muy cercano a la familia Sánchez, dos de sus hermanas
eran religiosas adoratrices. El diputado pidió por la libertad de su ahijado una gruesa
cantidad de dinero que la familia del mártir estaba dispuesta a pagar pero que José
rechazó debido a que ya había ofrecido su vida a Cristo. La gota que colmo el vaso de
sus verdugos fue la matanza de gallos en la parroquia por parte del beato, ya que
Rafael Picazo había importado desde Canadá gallos finos de pelea los cuales
deambulaban en el templo profanado. Joselito indignado por esta falta de respeto a la
casa de Dios ahorco los gallos y los colgó en el comulgatorio. Esto bastó para enfurecer
más a los soldados.

El 8 de Febrero los dos jóvenes son llevados muy de mañana a la plaza principal.
Lázaro es colgado y José presencia todo. El cuerpo de Lázaro es entregado al encargado
del panteón para sepultarlo, pero luego se da cuenta que el joven no ha muerto. Lo
esconde en su casa y a los pocos días el joven regresa con los cristeros. José continuo
encerrado en el baptisterio parroquial. Quienes lo visitaban le veían tranquilo, aceptando
la muerte y de continuo rezando el rosario y cantando alabanzas. En estos días recibió
la eucaristía escondida entre los alimentos que le llevaban, era el viatico para el viaje
definitivo.
El 10 de febrero le fue anunciada la sentencia de muerte. Escribe a su tía María
Sánchez su última carta en la que describe con alegría el deseo del martirio y
conformidad con la voluntad divina. Ya avanzada la noche los verdugos le desollaron
las plantas de los pies con afiladas navajas. La gracia del Espíritu Santo con su fortaleza
obraba en este mártir para edificación de los fieles y asombro de los enemigos de la cruz
que con furia infernal descargaban su odio en el joven cristero. Es conducido descalzo
por las calles de Sahuayo hasta el panteón municipal, durante este viacrucis José iba
rezando, se podían escuchar su gritos de vivas a Cristo Rey y a la Virgen de Guadalupe.

Una vez llegando al cementerio le señalaron su tumba y los soldados


apuñalearon con saña al joven. A cada golpe respondía con un fuerte “¡Viva Cristo
Rey!”. Ya agonizante se le pregunta con sarcasmo: “¿Qué quieres que le digamos a tus
padres?”. El mártir solo logro decir: “¡Que nos veremos en el cielo! ¡Viva Cristo Rey!
¡Viva Santa María de Guadalupe!”. Un disparo termino con su vida y allí mismo fue
sepultado.

En la mente de los fieles José Sánchez fue mártir, la gracia obraba en el e


independientemente del hecho de su martirio su vida era la de un autentico discípulo de
Cristo. Sus restos reposan hoy en la parroquia de Santiago Apóstol en Sahuayo, en el
mismo lugar donde estuvo preso.

El 20 de Noviembre de 2005, curiosamente aniversario 95 de la Revolución


Mexicana, José Sánchez fue beatificado con otros 11 mártires mexicanos en
Guadalajara, Jalisco.

Los atributos iconográficos del nuevo beato son: Palma, ropa típica de la época,
descalzo con los pies desollados y un gallo (en alusión a los que ahorco).

Aunque su nombre es José, se le llama José Luis ya que durante su estancia con
los cristeros adopto un segundo nombre para dar seguridad a su familia.

La película “Cristiada” ha hecho más conocido a nuestro beato pero de una


manera distorsionada. Primeramente en el contexto histórico que aparece en el film y las
situaciones que no vivió. Lo que mas choca al espíritu cristiano es el presentar al mártir
como irrespetuoso frente a un sacerdote y en otro episodio como ladrón y mentiroso. En
esto no hay consonancia con la vida de piedad y de virtud de Joselito que se atestigua
por quienes en vida lo conocieron.

Aparte hay un error lamentable que circula entre el internet. Se presenta la


fotografía de un adolescente con traje militar como si fuera la verdadera foto de José.
Esta foto no es del beato, corresponde a un militar.

Como siempre hay voces que se levantaron para condenar su glorificación.


Alegaron que tomo las armas, que era cristero. Voces que no expresan ni el sentir del
pueblo ni la tradición constante de que sufrió con heroísmo sobrenatural la tortura y el
martirio. En Sahuayo se le dice “Niño Mártir”, “Joselito”. En su honor se han
compuesto himnos, corridos (especie de coplas con rima y música propias del folclor
mexicano) y homilías. Es presentado a la juventud como modelo de entrega a Cristo
frente a las adversidades. Se encuentra a la espera de un milagro para acceder a la
canonización.

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