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Vida Joselito

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VIDA

José Sánchez del Río, “Joselito” es un muchacho de apenas 14 años martirizado durante los
enfrentamientos violentos de la llamada “guerra de los cristeros” en México, cuando muchos
cristianos se sublevaron y lucharon contra la legislación antirreligiosa promulgada en 1926, que
prohibía el culto público y ordenaba cerrar las iglesias.

Nacido en la región de Michoacán, una de las más religiosas del país, Joselito tenía solamente 13
años cuando estalló el conflicto. Aun así, se empeñó en unirse al ejército “cristero” y pidió permiso
a sus padres para hacerlo, pero fue rechazado por su edad. Volvió a insistir y al fin fue admitido
como asistente y portaestandarte de la Virgen de Guadalupe, pero no como soldado armado.
Rezaba el rosario en la noche con los miembros del improvisado ejército y les animaba a defender
la fe.

Durante un enfrentamiento entre las tropas del gobierno y los cristeros, le dispararon al caballo
del jefe cristero. Sin dudarlo, para que no fuera hecho prisionero, Joselito le ofreció el suyo: “mi
general, tome usted mi caballo y sálvese; usted es más necesario y hace más falta a la causa que
yo”. Hecho prisionero y llevado ante el general enemigo, éste le reprendió por combatir contra el
Gobierno y, al ver su decisión y arrojo, le dijo: “Eres un valiente, muchacho. Vente con nosotros y
te irá mejor que con esos cristeros”. “¡Jamás, jamás! ¡Primero muerto! ¡Yo no quiero unirme con
los enemigos de Cristo Rey! ¡Fusíleme!”.

Fue encarcelado en la Iglesia de Santiago Apóstol de Sahuayo, en la que había recibido el


bautismo, y que estaba convertida en gallinero, cuartel y prisión. Pidió tinta y papel para escribir
una carta a su madre en la que le decía: ” Mi querida mamá: Fui hecho prisionero en combate en
este día. Creo que en los momentos actuales voy a morir, pero no importa, mamá. Resígnate a la
voluntad de Dios. No te preocupes por mi muerte, que es lo que me mortifica; antes diles a mis
hermanos que sigan el ejemplo que les dejó su hermano el más chico. Y tú haz la voluntad de Dios,
ten valor y mándame la bendición juntamente con la de mi padre. Salúdame a todos por última
vez y tú recibe el corazón de tu hijo que tanto te quiere y verte antes de morir deseaba. José
Sánchez del Río”.

Cuatro días después, en la noche del 10 de febrero de 1928, fue torturado y ejecutado. Dos
testigos de su martirio contaron que los soldados le arrancaron la piel de la planta de los pies con
un cuchillo. Después lo hicieron caminar hasta el cementerio mientras lo golpeaban. Quisieron
obligarlo a apostatar de la fe con las torturas, pero no lo lograron. Sus labios solamente se abrían
para gritar ‘¡Viva Cristo Rey y Santa María de Guadalupe!’.

Ya en el cementerio el jefe de los soldados ordenó apuñalarlo para que no se oyeran los disparos.
Con cada puñalada José gritaba: “¡Viva Cristo Rey!”, “¡Viva Santa María de Guadalupe!”. Después
el mismo jefe le disparó dos veces en la cabeza. Sin ataúd y sin mortaja recibió directamente las
paladas de tierra y su cuerpo quedó sepultado, hasta que años después, sus restos fueron
inhumados en las catacumbas del templo expiatorio del Sagrado Corazón de Jesús. Actualmente
reposan en el templo parroquial de Santiago Apóstol, en Sahuayo, Michoacán. Fue beatificado en
noviembre de 2005 por Benedicto XVI y canonizado en octubre de 2016 por Francisco.

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