Dialnet ElReinadoDelPrimerAlfonsoXIIEnPalencia 2485770
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SUMARIO
4 «Crónica», cap . LXXIV, 144. En Valera, «Memorial», pág . cit . aparece recogida una
de tales voces injuriosas, referente a la supuesta homosexualidad del monarca.
5 Colmenares : «7iistoria de Segovia», segunda edic . Madrid, 1640, pág. 416.
6 Teatro eclesiástico de la Iglesia apostólica de Ávila» (en «Teatro eclesiástico de las Igle-
sias Metropolitanas y Catedrales de las dos Castillas») . Madrid, 1647, tom . II,
pág . 76 .
II
7 P. ENRIQUE FLÓREZ: 'Memorias de las Reinas Católicas de España» . Madrid . 1945 . II, 257.
8 Privilegio concedido en Ocaña el 16 de Diciembre de 1468.
9 ' Ensayo biológico sobre Enrique IV y su tiempo» . Madrid, 1943, págs. 32, 57 y 61 .
dad subjetiva necesaria para enfadarse con razón . Era patente, de una
parte, la impotencia de Don Enrique, y, de otra, la liviandad de Doña
Juana, su esposa, pues, «si más honestamente viviera la Reina—escribió
aquel historiador áulico 18 —, no sería su hija tratada con vituperio».
Así, pues, no sólo quedó Don Enrique sin castigo «la desvergüenza y
maldad» de los imputadores, sino que se avino poco después a entre-
vistarse con Villena en Cabezón . Páctase el 25 de octubre del año
citado que entregaría el Rey, al Marqués, su hermanastro Don Alfonso,
«para que lo tenga y críe como tutor», y que sería jurado Príncipe he-
redero, poniéndole en posesión del Maestrazgo de Santiago y de las
fortalezas de Almansa, Iniesta y Magaña . Apartaría además el Rey de la
Corte, durante seis meses, a Don Beltrán de la Cueva y al Obispo de
Calahorra, Don Pedro González de Mendoza.
Debió concertarse también que celebrara Don Enrique nueva en-
trevista con Villena y sus amigos en un escampado entre Cabezón y
Cigales . Para precisar los términos de la conferencia, juntáronse los re-
beldes en la villa de Dueñas, cuyo señorío, con el de Tariego, pertene-
cía a Lope de Acuña, hermano del Arzobispo Carrillo, a quien aquél
seguía ciegamente en los presentes debates, lo mismo que Don Luis
Acuña, Obispo de Burgos.
. El domingo once de noviembre—el documento CII, dado a
conocer por la Academia de la Historia en sus «Memorias de Don En-
rique IV de Castilla»—, estaba el Rey con su gente en Cabezón y Ville-
na y Carrillo con la suya en Cigales . Asegurado el campo, salió primero
Don Enrique con tres de caballo y, casi al mismo tiempo, el Marqués
con otros tres . Convinóse en la entrega a éste del Infante, quien sería
jurado por príncipe heredero, siempre que los nobles de la liga prome-
tiesen que casaría con Doña Juana, hija de la Reina, apodada por el
pueblo «la Belt°raneja» . El favorito de la Cueva renunciaría la adminis-
tración del Maestrazgo de Santiago y, hasta que fuera puesto Don Al-
fonso en manos de Pacheco, quedaría en la fortaleza de Portillo como
rehén, en poder de Don Gonzalo de Saavedra . De parte de los rebel-
des, fué retenido en Mucientes el Conde de Benavente, yerno del
Marqués.
Después de haberse hecho cargo del Infante su tutor, en Sepúlve-
da, llevólo el 30 a las proximidades de Cabezón Tara que fuera
urado por legítimo sucesor en la Corona de Castilla . El Rey, que se
encontraba en aquella villa, salió al campo, donde esperaban los rebel-
i'
III
Para mayor descrédito de los Reyes, obtuvo amplia resonancia en
Castilla, León y Andalucía el «auto criminoso» de la degradación de
Don Enrique . A los cinco días de la fecha en que fuera celebrado,
sublevóse la gente popular de Toledo ; hízolo la de Sevilla el 16 de ju-
nio ; dentro del mismo mes había prendido la sedición en Burgos, Cór-
doba y Valladolid . A ejemplo de las ciudades, alborotáronse igualmen-
te villas y aldeas, las cuales se apresuraron a reconocer como Rey
al Infante Don Alfonso.
En la dilatada «Tierra de Campos», asiento de los señoríos y he-
redamientos que pertenecían a los Enríquez, Acuña, Pimentel, Manri-
que y Benavides, todos implicados en la revuelta, ésta debió ser inme-
diata al alzamiento, y además muy extensa . Islote, en medio de tan im-
petuosa avenida contra el mal gobierno del Trastamara, fué la villa de
Carrión de los Condes, fiel al Rey, acaso por influjo de los Mendoza,
hasta que cayó en poder de Don Rodrigo Pimentel, Conde de Bena-
vente, quien erigió una casa fuerte, dentro de los viejos muros de
aquélla, a fin de mantener el dominio en forma definitiva.
Permaneció asimismo irresoluta sobre el camino que debía seguir,
a pesar de su significación e importancia como cabeza de merindad, la
ciudad, ya populosa y rica, de Palencia . A ella llegó, como a las demás
del Reino, el manifiesto que redactaron los nobles de la liga, y su lec-
tura hubiera bastado para provocar la indignación pública contra Don
Enrique : tales eran las acusaciones con que se manchaba su nombre.
A todos los enemigos ponía freno, sin embargo, el razonable temor de
encender la tea de la discordia local.
Era jefe prestigioso del bando alfonsino en Palencia el ilustre ca-
ballero Don Sancho de Castilla, bisnieto del rey Don Pedro I por la
línea del Infante Don Juan—madre de éste fué Doña Juana de Castro, la
llamada «Reina de Dueñas», por haber vivido retirada en esta villa—y
de Doña Elvira de Eril y Falces.
De este enlace, que igualó el amor, no la condición social de los
esposos, ya que Doña Elvira era hija del alcaide de la fortaleza de Soria,
donde, por mandato de Don Juan I, estuvo detenido desde 1386, has-
ta su óbito, el infeliz descendiente real, vino al mundo un hijo, bauti-
zado con el nombre de su egregio abuelo . Para asegurarle, fué encami-
nado, desde niño, hacia el estado eclesiástico, obteniendo de la reina
Catalina de Lancáster, prima de Don Pedro, muy generosa ayuda . Mer-
ced a la regia protección, siguió los cursos de filosofía y teología en la
Universidad de Salamanca, posiblemente alrededor de 1425, y por en-
tonces sería cuando mantuvo relaciones amorosas con Doña María
Fernández, dama noble de aquella Ciudad . Se ha dicho que Don Pedro
llegó a contraer justas nupcias con esta señora y que ; habiendo enviu-
dado, celebró segundo matrimonio con Doña Isabel Doelik, dama in-
glesa de la reina Catalina . A tan gratuita suposición hay que oponer el
hecho de que Doña Catalina de Castilla, hija de Don Pedro, alcanzó la
legitimación, en 1445, de Don Juan II.
De los amores de Don Pedro con Doña María fueron fruto tres
hijos : Don Alfonso, Don Luis y Don Sancho . Nada se sabe del año de
sus respectivos nacimientos . Cabe colegir, sin embargo, supuesto que
tales pecados de amor corresponden a la mocedad del Prelado, que
sean anteriores a 1434 . En ese año, según se refiere en la «Crónica re-
fundida del Halconero», el Condestable Don Alvaro «fizo obispo de
Osma a Don Pedro, nieto del rey Don Pedro» . A los seis años, dejada la
silla oxomense, ocupó la palentina, vacante, por traslado a Sevilla, de
su titular Don Gutierre Alvarez de Toledo.
Cuando llegó a Palencia el . Prelado, acompañábale su hijo Don
Sancho, que frisaría con los once años de edad . A su lado hubo de
recibir la esmerada educación castrense que se daba a los caballeros, y,
con ella y la protección paterna, alcanza pronto el respeto de los pa-
lentinos, quienes gustosos le otorgan predicamento inusitado en el go-
bierno de la Ciudad.
Así pareció reconocerlo Don Enrique al encomendar al joven Cas-
tilla la guarda y defensa de aquélla en 6 de Octubre de 1464, ocho me-
ses antes de promoverse la lucha abierta contra el Monarca.
Escribe desde Portillo «al concejo, justicia y Regidores, caballeros,
escuderos, oficiales y homes buenos de la cibdad de palenGia» para
decirles «que, sobre algunas cosas complideras a mi servido y a la
buena guarda y defensa desa gibdad, yo ymbío mandar a don sancho
que se conforme con alfonso enríquez por que bos mando a todos e a
cada uno de bos que les dedes fee y creencia a todas las cosas que de
mi parte bos dixeren, e aquéllas fagades y cumplades sin poner en ello
escusa ni dilación alguna, e, cada que por ellos fuéredes requeridos,
todos bos juntedes con ellos por vuestras personas y con vuestras ar-
mas y les ayudedes y dedes todo fabor y ayuda que bos pidieren para
fazer las cosas que les yo ansí mando e entendieren sér complideras a
mi servicio y guarda y defensa desa cibdad»19.
A toda suerte de conjeturas y sospechas se presta la anterior carta
•
de creencia, tanto por la fecha en que fué extendida, cuanto por la in-
tervención que Don Enrique concede en la guarda y defensa de la Ciu-
dad a Don Alonso Enríquez, hijo y sucesor del Almirante, a quien ha-
llamos en Tárrega, formando monipodios con Juan II de Aragón, para
destronar al Rey Castellano . Si fuera lícito enjuiciar las humanas inten-
ciones, nos arrojaríamos a sostener que aquel mandato enriqueño vino
a formar parte de la engañosa comedia representada por Don Sancho,
a fin de sacar adelante los proyectos que abrigaba acerca del gobierno
de Palencia . «Qui nescit dissimulare, nescit regnare».
El obstáculo principal que debía vencer aquel ilustre caballero es-
taba encarnado en la persona del Obispo, partidario, por razones va-
rias, del desprestigiado Trastamara . Prescindiendo de la fuerza espiri-
• tual de que aparecía investido, era poderoso por los vasallos y fortale-
zas que constituían su señorío . Integraban éste nueve villas : Villamuriel,
Grijota, Magaz, Santa Cecilia, Villalobón, Villajimena, Villamartín, Ma-
zariegos y Palacios, todas alrededor de Palencia, ciudad que pertenecía
a la Iglesia Mayor, cuyos delegados, anualmente, el primer domingo de
Marzo, designaban alcaldes y regidores.
1.
las cosas que cumplan a mi seruicio, para lo qual mando dar esta my
carta para bosotros, por la que bos mando que todos bos juntedes con
dicho don sancho por vuestras personas e con vuestras gentes e armas
e seades juntos con él para myrar por la guarda e defensión de la dicha
cibdad e de las cosas que ende cumplan a my seruicio e al bien y paz
e sosiego della, e ansy mysmo le dedes todo el otro fabor e ayuda que
bos pidiere e menester obiere, y bayades con él a los logares que bos
él dixere y mandare de my parte, e que todos bos conformedes con
él y seades juntos para fazer todas las cosas que él, de my parte, bos
dixere y mandare, las quales bos mando que fagades y cumplades, syn
poner en ello dilación nyn dificultad alguna, como sy yo, por my per-
sona, bos lo dixere o mandase o embiase decir y mandar, e que en ello
nyn en cosa alguna nyn parte dello non pongades nyn consintades que
sean puesto embargo nyn contrario alguno, porque ansy cumple a my
seruicio y a la buena guarda y defensión de la dicha cibdad e de la Re-
pública della . E los unos e los otros non fagades ende ál por alguna
manera, so pena de la my merced y de la pribación de los oficios y de
confiscación de los bienes, de los que lo contrario ficiéreden, para la
my cámara, y mando so la dicha pena a qualquier scrivano público,
que para esto fuere llamado, que dé ende, al que bos la mostrare, tes-
timonyo signado con su signo por que yo sepa en cómo cumplides my
mandado . dado en my Real, cerca de valladolid, a beynte e nueve días
de junyo año del nasGimyento de nuestro señor jesuxpto de mili e
quatroGientos e sesenta e cinco años . yo el Rey. yo juan ferrández her-
mosilla, secretario del Rey nuestro señor, la fize escrebir por su man-
dado . archiepiscopus toletanus del qonsejo, don alvaro carrillo».
No faltarían mensajeros, enviados apresuradamente a tierras sal-
mantinas por los diligentes provisores del Obispo, que comunicasen a
éste los tumultos acaecidos en la Ciudad y le instaran a un inmediato
retorno, con objeto de procurar el posible remedio de los hechos pa-
sados . Difícil se anunciaba el cumplimiento de esta invitación para
volver a las márgenes del Carrión, ocupadas por los partidarios del
Infante; pero no por ello quiso demorar Don Gutierre su llegada a Pa-
lencia, dispuesto al empleo, si necesario fuere, de la espada espiritual,
a que dió lugar el sacrílego desacato que turbó la paz de la Iglesia Ma-
yor. Estaba muy lejos de presumir, al pensar de tal guisa, que iba a
tropezarse en el camino con gente de Don Iñigo Manrique, obispo de
Coria, que había partido de Valladolid, donde estuvo algunos días con
los restantes caballeros de la liga . Pelearon las mes.nadas episcopales, y
lo hizo Don Iñigo de manera que no pudo resistirle Don Gutierre, el
30 ANACLETO OREJÓN : « Don Sancho de Castilla : su actuación pública y sus relaciona con ele
Cabildo Catedral» (en «Semana Pro Ecclesia et Patria») Palencia . 1935, pág . 76.
31 Actas capitulares . •Destructio castri palentini•.
32 En la carta, que publica el SR . OREJÓN, antes citada .
33 Actas capitulares .
rey Don Enrique como a la del rey Don Alonso, querer la con-
cordia» . 34
Ante dicho Nuncio expuso sus quejas el obispo Don Gutierre, y,
como era de esperar, designó aquél sus jueces que conocieran de los
hechos denunciados y tramitaran las diligencias pertinentes . Personado
Don Gutierre en el pleito, hízolo a su pesar la Ciudad, que hubiera
deseado la no intervención de la Curia romana, contra cuya supuesta
venalidadse manifestaba el sentir del pueblo.
«En el año siguiente de MCCCCLXVI—escribe el Arcediano del
Alcor 34 bis—, por jueces delegados del Papa [Paulo II], a causa de lo
susodicho, y por otros agravios hechos al Obispo, se puso entredicho
apostólico a la Ciudad, que se guardó por un año entero».
Resultó encarecida la gravedad de la pena por la circunstancia for-
tuita de haber visitado la urbe el terrible azote de la peste, «seca» que
diezmó la población de Castilla durante muchos meses . Eran tantas las
defunciones diarias en Palencia, que en la Misma sepultura se enterra-
ban numerosos cadáveres . Pocos pudieron serlo en tierra sagrada, por
motivo de la cesación «a divinis», y a los familiares de los difuntos
faltaba el consuelo de la intervención sacerdotal, ya que el entredicho
prohibía se celebraran exequias, y aun se tañeran las campanas . Para
mitigar en parte el castigo impuesto, dispuso Don Sancho que, con
cargo a Ios fondos comunales, se edificara una capilla, bajo la advoca-
ción de San Sebastián, fuera de la muralla, en las eras dichas del Mer-
cado, contiguas al camino de Valladolid . Ordenó a su vez el Cabildo
que, todos los días, antes del rezo de Prima, se cantara una Misa en la
Iglesia Mayor.
IV
2.
en algún tiempo, nin por alguna manera, nin prendan, nin detengan
nin embarguen, ni fagan, nin consientan fazer, mal, nin daño, nin otro
desaguisado alguno, a las dichas personas que ansí binieren a la dicha
cibdad y ferias y días francos con las dichas sus mercadurías y aberes
a las bender, y comprar, y bendieren, y compraren, como dicho es, ca
yo los tomo y Rescibo so mi guarda, y amparo, y defendimiento Real,
y a sus bienes, y cosas, e mando y defiendo al corregidor, allcaldes, al-
guacil y a todas las otras Justicias de mi casa y corte [e] chancillería,
que agora son, y serán de aquí adelante, que no conozcan, nin se en-
trometan a conozer, de pleito[s], demandas, nin embargos que por los
dichos mis thesoreros, Recaudadores e arrendadores, y fieles, y coge-
dores de las dichas mis Rentas y alcabalas, fueren puestas y mouidas
sobre la dicha Racón a los tales compradores y bendedores, y trocá-
dores ; e por esta mi carta mando a los mis contadores mayores y a sus
oficiales, y lugares tenientes, que pongan, e asienten, en los mis libros
y nóminas de lo saluado, el treslado desta mi carta, signado de escri -
uano público, y bos den y tornen el original, y bos den, y libren, y pa-
sen sobre ello, a la dicha cibdad, mis cartas de prebilegio y las otras
mis cartas y sobre cartas que menester obiéredes en esta Racón, por-
que mejor sea guardada esta franqueza y merced que bos yo fago en
la manera que dicha es, la qua] dicha mi carta de preuilegio, y cartas,
y sobrecartas, mando al mi chanciller y notarios, que están a la tabla
de los mis sellos, que libren y pasen, y sellen, lo qual todo, y cada cosa
dello, quiero y mando que se faga y cumpla ansí, según de suso se con-
tiene, non obstante qualesquier leys, fueros y costumbres de mis Rey-
nos, y otros usos nin otra cosa qualquier de qualquier mi fuero y cali-
dad y hefeto que lo embargare, y perjudicar pudiese, ca yo de mi pro-
prio motuo y cierta sGiencia, y poderío Real, de que quiero usar, y uso
en esta parte, dispenso, con todo ello, y con cada cosa y parte dello,
en quanto a esto atañe, o atañer puede, y prometo por mi fee Real de
no Rebocar esta merced que agora bos fago, agora nin algún tiempo ; e
los unos nyn los otros non fagades nin fagan ende ál por alguna mane-
ra, so pena de la mi merced y de pribación de los oficios y comfisca-
ción de los bienes, de los que lo contrario ficieren, para la mi cámara
y fisco ; y demás mando al home que les esta mi carta mostrare que (los
que) parezca[n] ante mi doquier que yo sea del día que los emplazare
asta quinze días primeros siguientes, so la dicha pena a cada uno, so la
qual mando a qualquier escrivano público, que para esto fuere llama-
do, que dé ende, al que bos la mostrare, testimonio signado con su
signo por que yo sepa en cómo se cumple mi mandado . dada en la no-
ble villa de valladolid a treinta días del mes de jullio del nascimiento
de nuestro salvador Jesucristo de mili y quatrocientos y sesenta y cin-
co años . yo el Rey . yo juan hernández de hermosilla, secretario del Rey
nuestro señor, la fize escrebir por su mandado».
De haberse mantenido la vigencia de tan generoso privilegio, se-
mejante al que gozaban las ferias de Medina del Campo, hubiera lle-
gado a convertirse Palencia en centro mercantil activo y floreciente de
la región castellano-leonesa, ya que, al logro de tal resultado, contri-
buían la estratégica posición geográfica de que disfruta la Ciudad y el
desenvolvimiento progresivo de la industria lanera, de fama interna-
cional bien conseguida.
Por lo demás, no fué esta merced la única que, por aquellos días,
hizo trabajar a los oficiales de la Secretaría alfonsina en la redacción
de cartas de privilegio a favor de los Cabildos secular o eclesiástico de
Palencia . Tal vez por intervención de Don Sancho de Castilla, con
quien mantenían estrecha amistad los prebendados de la Iglesia Mayor,
extiende y firma el Infante Rey una carta de exención del pago de al-
cabalas por los capitulares, impuesto que gravaba el precio de las ven-
tas y permutas en un diez por ciento . «Era privilegio 37 que entonces
se tenía en mucho, y cuando se dió cuenta de ello en el Cabildo, todos
acordaron, «némine discrepante», que cuánto antes se expidiese el do-
cumento en debida forma, costase lo que costase, y se comenzase a
usar en seguida del mismo».
Nada consta sobre el inmediato despacho y formalización de la
dispensa, según era interesado, y si, por consecuencia, pudieron apro-
vecharse de ella los numerosos capitulares a quienes afectaba ; pero,
supuesta la rapidez con que, durante los meses sucesivos, fueron pre-
sentándose los acaecimientos políticos, cabe la sospecha de que ta?
privilegio tuvo una vigencia muy breve, supuesto que la alcanzase
alguna vez.
Así lo corrobora, de otra parte, la instrucción 38 cursada a los re-
caudadores, mayores y menores, de las alcabalas en Palencia, que lleva
fecha de 3 de noviembre de 1466 . Sabíamos por Castillo 39 que el In-
fante Rey tuvo que demandar cuantioso préstamo del Conde de Pla-
sencia, al que pagó Enrique IV con la adjudicación de la villa de Aré-
3.
4.
46 Aunque.
47 Era de Don Alonso ; pero la villa pertenecía a Don Enrique .
e que ayan perdido, por el mismo fecho, todas sus villas y lugares, cas-
tillos y fortalezas y heredamientos e bienes e otros qualesquier mara-
vedís que de mí an e tienen puestos e asentados en los mis libros o en
otra qualquier manera, lo qual todo por el mismo fecho aya seido y
sea confiscado e aplicado'para la mi cámara e fisco ; lo qual mando a vos
las dichas mis Justicias que lo fagades así pregonar públicamente, por
las plagas e mercados e otros lugares acostumbrados desas dichas ciu-
dades, villas y lugares, por pregonero e ante escrivano público, por
que benga a noticia de todos y dello no puedan pretender i[g]norancia.
dada en la villa de gigales a treinta días de setiembre año del nasgi-
miento de nuestro señor Jesucristo de mili e quatrogientos y sesenta y
seis años . yo el Rey . yo Juan fernández de hermosilla, secretario del
rrey nuestro señor, la Pise escrebir por su mandado».
«E ansimesmo, en los apuntamientos que sobre la dicha tregua e
suspensión de guerra fueron fechos e acordados, se contienen tres ca-
pítulos, su thenor de los quales son estos que se siguen:
«Que durante el tiempo de la tregua se suspenda la hexecución de
las cartas esecutorias e libramientos dados por la una parte contra las
otras questán por la otra, e por la otra contra los questán por la otra,
e se no den otras algunas durante el tiempo de la dicha tregua.
Item quel allcaide de la torre de aragón 4 8 e los allcaides de las
otras fortalezas questán en derredor de molina 49 guarden el sobresei-
miento por tiempo de los dichos cien días, para que se non faga guerra
ni mal ni rrobo alguno de 50 la dicha torre ni de las otras dichas forta-
lezas, mas questén en toda paz e sosiego en el dicho tiempo ; de aques-
to fagan juramento y pleito e omenaje, guardándose por ellos la dicha
tregua.
Item que las personas, vesinos y moradores de qualesquier ciuda-
des e billas e lugares del rreino, questán fuera, [echados] dellas por las
48 Era la fortaleza más elevada de Molina . Puesta en manos de Don Alfonso, volvió
a poder de Don Enrique ; pero durante las treguas pertenecía nuevamente al In-
fante . Alonso de Palencia hace historia de los cambios en su «Crónica», tom . 1,
libr. VIII, cap . 6, a la que remitimos al lector.
.4 49 Al incluirse entre las mercedes otorgados a Don Beltran, el 26 de noviembre de
1464, el señorío de Molina, con olvido de los fueros autorizados por Sancho IV,
alzáronse en armas los naturales contra el Duque de Alburquerque . En 1465
abrazan la causa de Don Alfonso para, con el apoyo de los nobles rebeldes, po-
derse defender mejor . En efecto, hasta la muerte del Infante duró la lucha, cesan-
do por la transigencia de Don Beltrán, quien facilitó la reincorporación del seño-
río a la Corona bajo los Reyes Católicos.
50 Desde .
Alfonso «un jueves, día de San Bernardo, a veinte del mes de Agosto»
de 1467 . Habíase apoderado el Infante Rey de la villa de Olmedo por
la traición del capitán Pedro de Silva, a quien correspondía defenderla,
A instancia del Duque de Alburquerque, fué resuelto por Don Enrique
trasladarse a Medina del Campo con objeto de socorrer a los vecinos,
que estaban en grande estrecho . Era camino para esta villa, la de Ol-
medo . Sabedor el Arzobispo Carrillo del proyectado viaje, quiso ce-
rrar el paso a la hueste enriqueña, preparando, primero, y ordenando,
después, las batallas como estratega experto . Duró la pelea algunas
horas, siendo separados los combatientes por la llegada de la noche.
Fué gran señal de quedar los unos y los otros vencedores, y en parte
vencidos, que luego el día siguiente entró Don Enrique en Medina y
que Don Alfonso quedó en Olmedo sin ser molestado por sus enemigos.
No estuvo Villena en el combate, porque andaba, al dicho tiempo,
negociando su nombramiento de Maestre de Santiago cerca de los
Trece de la Orden . Con evidente menosprecio de la autoridad pontifi-
cia, no sólo real, hizo que se le diera aquella dignidad, frente a las pre-
tensiones del Conde de Benavente, su yerno, convirtiéndose así, al pre-
cio de una deslealtad nueva, en el más poderoso señor de Castilla . De
ello persuadido, pretende casar a su hija Doña Beatriz con el príncipe
Don Fernando, heredero de Juan II de Aragón, al que además lisonjea-
ba con la boda del Infante Rey y Doña Juana, fruto del matrimonio de
dicho Monarca con Doña Juana Enríquez.
Iba a cerrarse el año 1467 con una traición inaudita, que urde el
rencoroso obispo de Segovia Don Juan Arias, resuelto a tomar cum-
plida satisfacción del injusto encarcelamiento sufrido por su hermano
Pedrarias, Contador mayor de Enrique IV . Consistió la venganza del
Prelado en facilitar a los nobles, partidarios de Don Alfonso, la entra-
da de ellos y sus gentes de armas en aquella Ciudad, cuyo dominio les
fué disputado heróicamente por los vecinos y las tropas reales, que se
acogieron, al fin, a la defensa del Alcázar . Hallábase, por entonces,
dentro de la población, gran parte de la Córte de Don Enrique IV . La
reina Juana, en unión de la Duquesa de Alburquerque, pudo ampararse
en aquella fortaleza, hacia la cual marchó tan pronto tuvo noticia del
asalto de la Ciudad por los rebeldes . En cambio, la Infanta Doña Isabel,
harto sentida de los tratos para casarla con Don Pedro Girón, Maestre
de Calatrava 54, esperó en Palacio la llegada de Don Alfonso, su her-
VI
58 Fué el Sr . Paz y Melia quien dió a conocer, por vez primera, en 1885, este «Can-
cimero . (Madrid, dos vols . de la «Colección de escritores castellanos») . Le repro-
dujo Don R. Foulché Delbosch en su Cancionero castellano del siglo XV., tomo XXI
de la W. B . AA . EE. (Madrid. 1915). M . y Pelayo estudió a Don Gómez en «Anto-
logía«, VI, 55 .
la saña secutoria, 62
la venganca da de sy.
Condición de leal amador le otorga Doña Juana de Valencia, que
pide para el obsequiado una «cadira», o asiento, en el cielo de los ena-
moradores . Sólo por la dulzura de la mirada, merecería tal galardón
Don Alfonso, en sentir galante de esta quinta musa . Hablando con el
Infante, le dice en bella y fácil cuarteta:
pues con todos tus enojos
miras tan enamorado,
que donde pones los ojos
leuantas nueuo cuydado.
Reminiscencias bíblicas y mitológicas se mezclan en la concesión
hecha por Doña Leonor de Luxán, que desfila en sexto lugar . El sobe-
rano será gentil como Absalón y fuerte como Hércules . Con tales cua-
lidades, le corresponderían en cariño
a
que siente «grand amor» por el Infante Rey, anhela para el soberano
que llegue a encontrarse
todo quanto el sol rodea
so tu poderosa mano.
Es, en fin, la octava y última musa, «la señora Infante» Doña Isa-
bel, que a la sazón frisa con los diez y seis años . Dijo así:
Excelente rey, dozeno
de los Alfonsos llamados,
en este año catorzeno
te faga Dios tanto bueno
que pases a los pasados
en trihunfos e vitorias
• [e] en grandezas temporales,
e sean tus fechos tales
que merezcas amas glorias
terrenas e celestiales.
Con estas quintillas dobles, recitadas por Doña Isabel, acabaron
los «momos» que «fizo Gómez Manrique a mandamiento de la muy
ylustre señora Infante» .63 Tal vez, en medio del regocijo de la fiesta,
autorizada por prelados y ricoshombres, alguien pensara en el horós-
copo que un día levantó el sabio obispo de Avila Don Alonso de Ma-
drigal, apodado «el Tostado». El Infante Rey había llegado a su edad
crítica . Acechábale la Muerte para meterlo luego en su fragua—como
cantó Don Jorge Manrique en una de sus inmortales coplas 64— : si de
ella escapaba, por designios de la Providencia, sería un Monarca ex-
traordinario en virtudes y merecimientos . 65 Entonces podría desearle
Gómez Manrique—como en las «estrenas» 66 que le envió al finalizar
el año 1467-, que
vos faga Dios tanto bueno
que paséis a los pasados
s
63 Foulché Delbosc : «Cancionero», tom . II, pág . 101.
64 Estrofa XX . Dice así : «Pues su hermano el inocente, Que en su vida sucesor Se
llamó, ¡Qué corte tan excelente Tuvo, y cuánto gran señor Que le siguió! Mas,
como fuese mortal, Metióle — luego la Muerte en su fragua; ¡Oh juicio divinal1
¡Cuándo más ardía el fuego, Echaste agua!».
65 A. de Palencia : «Crónica», tom . 1 . pág . 140.
66 Foulché Delbosc : «Cancionero», tom . II, pág . 149 .
en la virtud y grandeza
[y] en regir con descrición;
faga vos en la riqueza
otro Mida, y en franqueza
un segundo Macedón 67. ..
y que «el Fi de santa María»
. . .vos faga reynar
en paz en vuestras regiones,
e vos dexe conquistar
Cítara et Ultramar 68
a las bárbaras naciones.
r
67 Alejandro Magno fué alabado siempre por su liberalidad, quedando en proverbio
«ser un Alejandro», según explica Correas en su conocido repertorio de refranes
y frases hechas.
68 Las tierras que se extienden aquende y allende el mar. Este, por antonomasia, es
el Mediterráneo . Por esto. a la Tierra Santa se llamó Ultramar, y la «Historia de
la gran conquista de Ultramar» es narración de los hechos correspondientes a la
primera cruzada .
VII
la liga, casi todas las ciudades que habían levantado bandera de rebe-
lión contra Don Enrique . Entre éstas figuraba Palencia ; Acuñas, Mari-
riques y Castillas aparecían en las filas de aquéllos.
«A lo qual la Serenísima Princesa—según dice el autor del « .Memo-
riat»—respondió que nunca pluguiese a Dios que, viviendo su hermano
el rey Don Enrique, ella tomase la gobernación ni título de Reyna de
Castilla ; y lo que entendía de fazer sería que trabajaría con su hermano,
quanto a ella posible fuese, porque tuviese otra forma en la goberna-
ción destos Reynos que fasta allí había tenido».
Aceptó Villena el criterio expuesto por Doña Isabel, y, entablando
seguidamente negociaciones con Don Enrique, obtuvo que, en forma
solemne, celebraran vistas, y el Rey, tras recibir la obediencia de dicha
Princesa y sus valedores, la reconociera por sucesora legítima en el
trono castellano.
Verificóse el histórico encuentro, el lunes 19 de septiembre de
H68, en Guisando, entre Cadalso y Cebreros . Allí, «la dicha princesa,
mi hermana—escribirá el Rey 72 a los concejos desde el lugar de Casa-
rrubios, con fecha 25 del citado mes—, me reconoció por su Rey e se-
ñor natural de todos estos reinos e señoríos, e me otorgó, e hizo la
obediencia e reverencia que me debía, e me prometió, e juró de me
haber, e tener, e obedecer, e servir, e seguir en todos los días de mi
vida como a su rey e señor natural, e asimismo los dichos arzobispo
de Toledo, e maestre de Santiago, e conde de Osorno, e adelantado,
e los dichos obispos de Burgos e Coria, e Gómez Manrique . . ., e yo
movido por el bien de la dicha paz e unión de los dichos mis reinos,
e por evitar toda materia de escándalo, e división dellos, e por el gran
deudo e amor que siempre ove, e tengo, con la dicha princesa mi her-
.mana e porque ella está en tal edad, que, mediante la gracia de Dios,
puede luego casar e haber generación, en manera que estos dichos mis
reinos no queden sin haber en ellos legítimos sucesorer de nuestro li-
naje, determiné de la recibir e tomar, e la recibí e tomé, por princesa
y mi primera heredera e sucesora destos mis dichos reinos e señoríos,
' e por tal la juré, e nombré e intitulé, e mandé que fuese recibida, e
nombrada, e jurada por los prelados, e grandes, e caballeros que ende
estaban, e por todos los otros de mis reinos, e por los procuradores
de las ciudades y villas dellos por princesa y mi primera heredera des-
tos dichos mis reinos, e por reina y señora dellos, para después de mi
vida».
u
Al famoso convenio, siguió la carta real de El Pardo de 30 de sep-
tiembre . Ordena Don Enrique a las ciudades, villas y lugares del Reino
que no se haga modificación en los oficiales y alcaides de las fortale-
zas y que, de allí adelante, obedecieran los mandatos de su «bien ama-
do» Villena . Era preciso además que alzaran pendones por el Rey con
la misma solemnidad y fiesta acostumbrada al advenimiento de nuevo
soberano.
A los pocos días—la fecha ha quedado imprecisa—, ejecutó Pa-
lencia la ceremonia de la proclamación en la forma solemne acostum-
brada . El Asistente Don Pedro de Castilla, medio hermano de Don
Sancho, tremolaría el Pendón Real dentro de la Iglesia Mayor, y, más
tarde, acompañado de regidores, caballeros, heraldos y trompeteros,
recorrería las viejas rúas, para detenerse en las plazas de San Antolín,
Tablado, Mercado Viejo y Azafranal, donde resonarían las voces de
«¡Castilla por el Rey Don Enrique!».
, Cuándo éste tuvo noticia del feliz suceso se hallaba en Colmenar
de Oreja . Resolvió mostrar la satisfacción que por ello sentía, y, según
era frecuente en aquel dadivoso monarca, acudió al expeditivo proce-
dimiento de favorecer a la Ciudad con la concesión de una fábrica de
moneda 73 . «E porque antiguamente en essa dicha gibdad de palencia
obo casa de moneda, e se labró en ella 74, según que en las otras mys
casas de moneda de las otras cibdades de mys Reynos, donde antigua-
mente las obo, por la presente bos hago merced que de aquí adelante,
y para siempre jamás, aya en essa dicha cibdad una casa de moneda
perpetua».
Si los nombres antiguos de las calles aluden, con frecuencia, a las
industrias otrora en ellas montadas, hay que admitir, como hecho cier-
to, que la instalación y funcionamiento de esa «casa de moneda» se
llevó a cabo en la actual vía, enclavada entre San Bernardo y Becerro
de Bengoa, que se dice «de la moneda» en documentos notariales del
siglo xvi.
Tal fábrica tuvo, a lo menos en el papel, una plantilla obrera im-
portante . «En ella aya—dice la carta real—un thesorero e un scrivano°
73 Ardí . municipal : «Libro de Provisiones=, folios 7 vto . y 8 . La copia notarial lleva fe-
cha de 21 de noviembre de 1560.
74 «Silva>, tom . 1, pág. 96 . La erudita explicación del SR . VIELVA RAMOS va ilustrada
con dos grabados de monedas que se labraron en Palencia durante el reinado de
Doña Urraca . Se copiaron de la clásica obra de Alóíss Heios, «Descripción general
de las monedas hispano-cristianas desde la invasión de los árabes» . Madrid . 1865-69, to-
mo 1,3y4 .
75 «Cortes de los antiguos reinos de León y de Castilla publicados por la Real Academia de la
7-Iittoria», tom . III, págs. 835-884 . Qucdaron las cecas de Burgos, Toledo, Sevilla,
Cuenca, Segovia y La Coruña.
76 PASTOR : «7-listoria de los Papas», Barcelona, 1910 ; tom . II, vol . IV, pág . 199 .-Sobre
la llegada de Borja a Valencia ; el fastuoso recibimiento que allí se le hizo ; la mar-
cha a . Barcelona y su regreso a aquella Ciudad levantina, y, finalmente, la visita
que recibe, el 16 de octubre, de Don Pedro González de Mendoza, a quien con-
cede el capelo Roma cinco meses después, véase lo escrito por DR . SANCHIS RIVERA.
en el «Boletín de la Real Academia de la 7iistoria», tom . LXXXIV, pág. 122 .
•
de la dicha cibdad, otra persona, para que amas juntamente, e no el
uno sin el otro, vean el dicho debate, e lo determinen, como quisieren
e por bien tuviesen, por vía de derecho, e que amas partes estarán por
lo que aquellos librasen e determinasen, e que si los dichos amos no lo
libraren ni determinaren, que dicho debate e pleito quede en el estado
que agora está, para que conoscan dello los jueces ante quien pende e
pendía en tiempo del dicho obispo don gutierre, e aquel dicho señor
obispo [Don Rodrigo] no lo mande demandar en Roma ni levar el plei -
to allá, salvo que lo libren e conoscan dello los jueces que acá conos-
can dello, e que no apelen de la tal sentencia o sentencias el dicho
señor obispo e la dicha cibdat» . 80
80 El acta municipal de 25 de enero de 1470 figura entre las hojas sueltas a que he-
mos hecho referencia en la nota anterior . Copiamos íntegra la parte referente al
juramento que tomó Don Sancho de Castilla a los representantes del Obispo Don
Rodrigo Sánchez de Arévalo y del que prestó a su vez, en nombre de la Ciudad,
al Prelado : «Paresció presente el arcediano de benavente con una bula del santo
padre de cómo faze obispo de palencia al señor don Rodrigo de arévalo e ciertos
poderes del dicho obispo para él, e, puesto muchas probancas, pidió que las com-
pliesen, e los allcaldes e rregidores obedesciéronlas . E luego dieron poder al señor
don sancho para tomar juramento al dicho arcediano, en nombre del obispo, por-
que cumplirá todos los prebilegios e confirme las libertades en ellos contenidas.
Luego estovieron todos del dicho Regimiento en el Consejo a do libran los allcal-
des, e el dicho señor don sancho, en nombre de la cibdat, e, por verdad del poder
que le fué dado de los dichos allcaldes e rregidores, tomó juramento e omenaje,
una e dos e tres veces, al dicho arcediano de benavente, en nombre del dicho se-
ñor obispo, en virtud del poder del dicho señor obispo aue le fizo e truxo, que el
dicho señor obispo guardaría e guardará los capítulos de yuso contenidos . E et
dicho señor arcediano don juan Ruiz de arévalo así lo juró en formó, e fizo ome-
naje, una e dos e tres veces, segund fuero de españa, en manos del dicho señor
don sancho, e asimismo fizo el dicho juramento e omenaje el bachiller alfonso de
castro, clérigo de esta diócesis, criado del dicho señor obispo, por virtud del po-
der del dicho señor obispo que ende presentaron . Primeramente, fizieron juramen-
to e omenaje, en ánima del dicho señor obispo, de guardar los previlegios e fran-
quezas desta dicha cibdad . Otrosi fizieron juramento e omenaje de guardar la
ordenanza del vino de la dicha cibdat . Otrosi que guardará la manera de los pro-
4 pios e cofradías de la dicha cibdat . Otrosi que los merinos no llevarán más dere-
chos que los contenidos en la sentencia que dió el licenciado valdenebro, juez del
Rey . Otrosi fizieron juramento e omenaje de guardar otra escritura, que se dió a la
cibdat por el obispo don pedro, sobre las allcaldías e rregimientos, en que manda
que el que fuere allcalde o regidor un año nó lo pueda ser el año siguiente hasta
tercero año. Otrosi fizieron juramento e omenaje que no se pornía la cárcel de los
presos de la cibdat salvo en casa llana . [Sigue el juramento y homenaje arriba co-
piado sobre el pleito del Alcázar] . Otrosi el dicho señor don sancho lizo juramen-
APENDICES
1.
•
mis contadores mayores vos asienten en los mis libros e en lo salvado
dellos la dicha nuestra franqueza e libertad e vos den e libren nuestras
cartas privilegios para que vos sea guardada esta merced que yo vos
fago para en todas vuestras vidas e de vuestras mujeres e fijos, mandan-
do por las tales cartas a todas las justicias de los dichos mis regnos e
señoríos que vos guarden e fagan guardar la dicha merced e franque-
zas e libertades que vos yo fago ; la qual juro y prometo en mi fe y
verdadera palabra como Rey e señor de vos guardar e mantener en to-
das vuestras vidas e de vuestras mugeres e fijos, entera y cumplida-
mente sin falta nin mengua alguna ; e por la . presente mando a todos
los dichos mis subditos naturales, caballeros fijosdalgo e caballeros ar-
mados e pecheros e labradores que non vayades a los llamamientos
del dicho don Enrique, mi adversario, ni vos juntedes con él ni con sus
gentes o seades cumplices, e los que con él estades vos apaytades dél,
pues vedes cuanto es deservicio de nuestro señor Dios e contra nues-
tra santa fé católica e mal e damnnos e destruyción de aquestos reinos,
sostener las maldades e pecados e injusticias que en aquestos mis regnos
a se han .fecho e fasen por el dicho don Enrique, mi antecesor, e por sus
ministro e oficiales e otras personas que cerca dél están ; e vos vades a
vuestras casas o lugares do salistes, so pena de cien mil maravedís e de
perder e\que ayades perdido por el mesmo fecho todas vuestras villas
e lugares e fortaleeas e bienes e heredamientos e oficios e mandas e
raciones e quitaciones nuestras que tenedes en los mis libros ; e los fi-
dalgos e caballeros armados nuestras exenciones e libertades, e los pe
eheros so pena de muerte ; las quales penas vos certifico e prometo
que si no lo fasedes e cumplides así, mandaré executar en vuestras per-
sonas e bienes ; e porque esto venga a noticia de todos, e dello non
podades pretender ignorancia, mando que esta mi carta o su treslado
signado de escryano público como dicho es, sea pregonada e poblicada
por las plazas e mercados e otros lugares acostumbrados de estas di-
chas cibdades e villas e lugares . Dada en la noble villa de `Valladolid,
dos días de agosto año de nascimiento de nuestro señor Jesucristo de
mili e quatrocientos e sesenta e cinco años ; yo el Rey ; yo juan ferran-
dez de Hermosilla, secretario del Rey nuestro señor la fice escribir por
su mandado.
E en las espaldas de la dicha carta estaban estos nombres que se
siguen : Archiepiscopus toletanus ; El Almirante ; el conde Don Alvaro,
el maestre de Alcántara, el Marqués; el conde Don Diego . (1Í
(1) Transcrito por Don Francisco del Valle, culto Archivero del Estado .
2.
3.
b
daua e mando de parte del dicho señor Rey e por birtud del dicho
poder que de su merced tenja que fuesen luego con él e le diesen todo
fauor e ayuda para conbatir e derribar El dicho alcázar, E que él que-
ría ser el primero para comencallo . El qual dicho don sancho fizo plei-
to e o menaje en manos de rruy gutiérres de baltanás, escudero fijo-
dalgo que y estaua presente, e una, e dos, e tres beses ; e una, e dos, e
tres beses; e ' una, e dos, e tres beses, como Cauallero fijodalgo, se-
gund fuero de españa, de dar todo su fauor e ayuda a la dicha cibdad,
E por ende que les mandaua e mandó que le diesen luego todo fauor
e ayuda para todo ello, so pena de muerte en sus personas e de confis-
cación de sus bienes e fazienda dellos e de Cada uno dellos, que por
esso mismo yncurriesen non lo faziendo, aplicándolos al fisco e Cáma-
ra del dicho señor Rey . E luego los susodichos, en nonbre del dicho
señor Rey, le Respondieron que lo El feziese y enbiase por gente, que
ellos non osarían fazer aquesto, porque se temjan ellos e sus herederos
que después ge lo demandase el dicho señor obispo e sus subcesores,
E aun porque era Casa fuerte e pertrechada e con asaz gente e podrían
ende muchos dellos morir e peligrar . E luego el dicho don sancho de
parte del dicho señor Rey les Requirió so las dichas penas, por segunda
y tercera vez, que conpliesen luego su mandado e como mandado del
dicho señor Rey, pues él tenja poder para ello, segund las proujsiones
que El tenja, e su alteza ge las auja mandado dar e las él tenja ante
ellos presentadas, e lo ellos sabían e por tal lo aujan Rescebido . E luego
los susodichos dixieron que pues les era forrado fazer por mjedo de
las dichas penas, más que de su boluntad, que les plazía, pero que lo
pedían a mj El dicho escrivano que ge ló diese por testimonjo E de to-
do esto en como pasó, E, del mandamjento que] dicho don sancho les
fazía, dixíeron los dichos allcaldes e Regidores que pedían e pidieron
a mj El dicho escrivano que ge lo diese así por testimonjo todo para
guarda e derecho de lo dicha cibdad e suyo en su nombre . Testigos
que fueron presentes a esto que dicho es . johan de aujla e miguel
sánches, lonbardero, e johan goncales de seujlla, Recabdador, e johan
Rodrígues de barverde, e pedro pas, escrivano del Cabildo E yo el
dicho diego ferrándes de merodio, escrivano e notario público sobre-
dicho que fué presente a esto que dicho es, en uno con os dichos tes-
tigos e por Ruego e pedimjento de los dichos alcaldes e Regidores
este público jnstrumento fiz escreujr . E por ende fiz aquí este mjo sig-
no en testimonio de berdad . diego ferrándes .
4 ..
«7n Dei nomjne Amén . Sepan quantos este público jnstrumento vie-
ren cómo en la noble cibdat de palencia a siete días del mes de enero
año del nascimjento de nuestro señor jesuxristo de mill e quatrogientos
e sesenta e siete años, Estando en el campo de la yglesia Cathredal de
la dicha cibdat los venerables señores don tope de villada, deán de la
dicha yglesia, E johan Rodrígues de dueñas, licenciado en decretos,
prouisores e vicarios generales en lo spiritual e tenporal en todo el
obispado de palencia por el muy Reuerendo jn cristo padre e señor
don gutierre de la cueua, obispo de la dicha gibdad, Conde de pernja,
del consejo del Rey nuestro señor . En presencia de nos los notarios
públicos e testigos ynfra escriptos, paresgió ende presente aluar mar-
tínes de villaescusa, bachiller en decretos, vezino de la dicha cibdat,
procurador síndico que se dixo de la dicha gibdad . E presentó, yntimó
e leer fizo por nos los dichos notarios un escripto de Requerimjento e
dos cartas del Rey, nuestro señor, firmadas de su nombre e selladas con
su sello E un ynstrumento signado de notario público . El thenor de lo
qual de berbo ad uerbum es este que se sigue.
Muy benerables señores don lope de billada, deán, e don johan
Rodrígues, arcipreste de Dueñas, licenciado en decretos, prouisores e
bicarios generales en todo el obispado por El Reuerendo señor don
gutierre de la Cueua, obispo de palencia . yo aluar martínes de villaes-
cusa, bachiller en decretos, síndico que soy desta muy noble 4ibdad
de palencia e del señor don sancho de Castilla E eso mismo procura-
dor que soy de aluar goncáles de león e francisco goncáles de madrid
e pedro de bretaujllo e pedro de billegas e de otros sus consortes
nombradas en dos procuraciones que yo presentadas tengo antel señor
chantre de balladolid, e notifiqué al prior de sant agostín de ballado-
lid, sus qonseruadores que se dicen ser dados e deputados al señor
obispo de palencia, en cuyo lugar esjades, en un pleito quellos han
tratado con el dicho señor obispo antel dicho prior sobre el alcácar
destá dicha cibdat . E aun más vos digo cómo ya sabedes, e es así no-
torio, e por tal lo alego, en esta yglesia e Cabildo, e aun en esta gib-
trón non lo libraran, que non fuera poderoso el dicho señor obispo
ge lo Resestir a las dichas gentes, aunque él quisiera . E bien sabedes
e es notorio e por tal lo allego Cómo antes que se derribasse, por unos
días, El dicho señor obispo fué Requerido por muchas beces, querién-
dose auer esta cibdat e bezinos della como fijos con padre, que por el
themor que Recelauan, que la depositasse en manos de un cibdadano
llano e abonado, fasta cierto tiempo, por ber en que parassen los fe-
chos de los Reyes e su guerra, e le dauan e dieron Rehenes de ge la
boluer pasado el dicho tiempo de qué] se contentasse, E aun con-
tento luego, e assi fecho e sosegado e apuntado non le plugo al dicho
señor obispo estar por ello . E bien sabedes e es notorio e por tal
lo alego en cómo después desto por más lo guardar, e non tocar en
cosa en que pudiesse ser acaloñado a esta noble cibdat por los tiem-
pos futuros, vos Requirió la dicha cibdat, mj parte, e el señor don
sancho de Castilla de parte del señor Rey e della,' que bos los se-
ñores del dicho Cabildo enbiásedes al dicho señor obispo vuestra
embaxada a que depusiesse por cierto tiempo la dicha alcázar en dos
personas honrradas del dicho Cabildo, en que él confiasse, fasta ber
en que parauan los fechos de Castilla, e que después le fuesse buelta,
pues no era Razón la touiesse el dicho señor obispo, pues se Regelaua
de lo susodicho por ser él de la balía e obediencia contraria de nuestro
señor el Rey don alfonso, E enbió el dicho Cabildo e los señores dél,
segund bos, señor deán, sabéys, al dicho señor, e non quiso fazerlo . E
bien sabedes, señor, e es notorio, todos los alcacares e Casas fuertes
de Castilla e león de sus lugares, especialmente, las de sus cibdades,
ser suyas de su corona e ceptro Real, e en ellas e en qualesquier, aun-
que sean de señoríos, segund el leal antigo fuero de españa, en qualqujer
pleito omenaje que se faga a otro della, deuerse exceptar la persona del"
Rey en qualquier manera e tiempo, benga ayrado e pagado, de día e
de noche, con pocos e muchos, E que su alteza la puede tomar, enfor-
talescer e derrocar, segúnd biere que cumple a su seruicio . E bien sa-
bedes e es notorio e assi lo allego en cómo aquella sazón e después de
agora El dicho señor don sancho era e es gouernador e lugarthenjente
por El dicho señor Rey en esta cibdat e su capitán della . E veyéndo el;
caso e peligro adbenidero e los dichos Requerimjentos e admonesta-
ciones fechas al dicho señor obispo, que tan poco aprouecharon, que
mandó a la dicha cibdat, mi parte, de parte del dicho , señor Rey, so
pena de perdimjento de los cuerpos e confiscación de sus bienes, que
fuesen a conbatir la dicha alcázar e la tomassen, pues estaua en perti-
nacia e Rebellión del dicho señor Rey e de su cibdat . E sabedes e es
deue estar puesta por causa de lo susodicho en alguna manera njn por
alguna Razón, e, si lo así feziéredes, faredes bien, en otra manera tó-
molo por testimonjo e Ruego a los escrivanos presentes me lo den por
testimonjo e a los presentes Ruego por testigos».
[Siguen las dos cartas reales de don Alfonso, que con separación
he publicado, de 29 de junio y 2 de julio (?) de 1465, y el testimonio
notarial, de 10 de este último mes y año, antes también copiado].
«Después desto, en la dicha cibdad de palencia a ocho días del
dicho mes de enero del dicho año Estando en el dicho Canpo de la di-
cha yglesia Cathredal El dicho aluar martínes de villaescusa, bachiller.
En presencia de nos los dichos notarios e testigos, Respondiendo los
dichos señoras deán e licenciado de dueñas, prouisores, al dicho Re-
querimiento, non confesando cosa de lo en el contenjdo, prejudicial al
dicho señor obispo e su dignidad episcopal e a su buen derecho E de-
llos, en nombre de su merced, dixieron, fablando con toda honestidad
e con Reuerencia de la Corona Real, que esta dicha cibdat, non enbar-
gante lo en el dicho Requerimjento contenjdo, que fué e es de la ygle-
sia Cathredal e dignidad episcopal de la dicha cibdat E que si Reque-
rimjentos fueron fechos de una parte a otra sobre el derrocamjento
del dicho alcácar que a ellos njn constaua njn consta dellos como a
jueces njn dello se han entremetido njn entremeten, antes creyan e
creen ser fechos por párte de los señores deán e Cabildo otros Reque-
rimjentos contrarios, los quales, si nescesario fuere, se mostrarán en su
tiempo e lugar, njn se cree que mandamjento expreso oujese sobre el
dicho derrocamyento, especial antes del fecho, non embargante que
esto non pertenesce de presente a su cognoscimjento . E benjendo quan-
to al alcamjento que piden del dicho entredicho e cessación, quellos
non creen tener jurisdición njn facultad para ello njn creen que por de-
recho ellos lo pueden njn deuan fazer . E si los dichos aduersos entien-
den serles conplidero, Requjeran al dicho señor obispo o que ayan
mandamjento de su merced para ellos, e que entonces farán aquello
que entiendan ser derecho e honor del dicho señor obispo e de su
s dignidad e jnmunjdad eclesiástica . E que en tanto ellos non entendían
fazer mudamjento alguno njn entremeterse en cosa alguna cerca del
dicho alcamjento . E questo dauan e dieron por su Respuesta, non
aprouando cosa alguna segund suso de lo en el dicho Requerimjento
e cartas Contenjdo, antes lo dixieron ser todo njnguno, por no ser así
en fecho njn en derecho, njn ser fecho en tiempo njn en forma, njn por
quién njn cómo deue, quedando siempre a saluo su derecho para lo