Location via proxy:   [ UP ]  
[Report a bug]   [Manage cookies]                

INTRODUCCION

Descargar como docx, pdf o txt
Descargar como docx, pdf o txt
Está en la página 1de 15

INTRODUCCION

Los tratados son, en la actualidad, la fuente creadora de normas jurídicas internacionales

más importante. Las múltiples y variadas relaciones interestaduales han asumido

formalmente, el carácter de acuerdos expresos de voluntades. La progresiva intensificación

de esos vínculos y el acrecentamiento del número de Estados han llevado a la utilización de

más en más frecuente de la técnica convencional, al par que el campo cubierto por la

regulación de los tratados se ha ampliado y diversificado. En el siglo xix se celebraron

diversas convenciones multilaterales en el seno de congresos y conferencias diplomáticas:

los tratados de Viena de 1815 contienen disposiciones relativas a la navegación del Rhin, a

la neutralidad de Suiza y a los agentes diplomáticos; el Tratado de París de 1856 estableció

la neutralidad del Mar Negro y regló la navegación del Danubio; el Acta de Berlín de 1885

determinó las condiciones de la adquisición de ciertos territorios en África; las

Convenciones de La Haya de 1899 y de 1907 precisaron los medios de solución pacífica de

las controversias internacionales y las normas sobre la guerra terrestre y marítima y sobre

neutralidad.

A fines de ese siglo, mediante tratados, se crean las primeras organizaciones

internacionales, destinadas a desenvolverse en un dominio exclusivamente técnico la Unión

Telegráfica Internacional, la Unión Postal Universal, el Instituto Internacional de Pesas y

Medidas, etc. El proceso de normativización convencional se diversifica y se prolonga en

un movimiento institucional. A través de tratados se elaboran normas particulares o normas

abstractas que regulan conductas futuras de los Estados, cuyas voluntades convergen en

tales convenciones y se separan e individualizan una vez producidas las normas de las que

son "parte". Pero también, por vía convencional, se generan organizaciones permanentes en
cuyo seno se manifiesta una voluntad distinta a la de los Estados que la crearon, quienes a

su condición inicial de "partes" del tratado constitutivo, unen la de "miembros" de la

institución constituida. Este proceso de institucionalización por medio de convenciones

multilaterales cobra auge en el siglo actual con el establecimiento de organizaciones

políticas con vocación universal: la Sociedad de las Naciones, creada en el Tratado de

Versalles de 1919 y la Organización de las Naciones Unidas estructurada en la Carta de San

Francisco en 1945. Ambas instituciones como hemos dicho han servido a su vez de cuadro

para el esfuerzo consciente de los Estados tendiente a la codificación del derecho

consuetudinario vigente y a su desarrollo progresivo. Uno de los resultados de este proceso

es la Convención de Viena de 1969 sobre el Derecho de los Tratados. En su preámbulo, con

razón se afirma "la función fundamental de los tratados en la historia de las relaciones

internacionales" 'y se reconoce "la importancia cada vez mayor de los tratados como fuente

del derecho internacional y como medio de desarrollar la cooperación pacífica entre las

naciones, sean cuales fueren sus regímenes constitucionales y sociales". En un sistema

jurídico como el derecho internacional, carente de un órgano, institucionalizado que

centraüce las funciones legislativas, resulta evidente la significación jurídica de los tratados

multilaterales. Ellos posibilitan la creación de normas generales y abstractas destinadas a

regir la conducta de numerosos Estados, en ámbitos de importantes intereses. A través de

ellos, si no en las formas, se verifica en los resultados un proceso "quasi-legislativo" que

estabiliza las relaciones internacionales y enriquece el derecho internacional. El

pronunciado desarrollo de este tipo de acuerdos obedece a razones de orden práctico,

derivadas de su simplicidad y de la celeridad de su procedimiento formativo si se las

compara con las normas de la costumbre, pero también es consecuencia de la preferente


aceptación de esta fuente por parte de los países nuevos. En la elaboración de las normas

convencionales asumen ellos un rol protagónico.


LOS TRATADOS

Definición

Es doctrinariamente posible, tomando en cuenta el contenido y la forma, determinar ciertas

pautas en cuanto a la terminología comúnmente usada por los Estados para referirse a los

acuerdos entre sujetos del derecho internacional. Así, generalmente se denominan

convenciones a los tratados codificadores adoptados con los auspicios de la ONU; carta o

pacto a los tratados constitutivos de organizaciones internacionales; acuerdos a los tratados

que no se celebran por escrito. Pero, cualquiera sea su .denominación particular

convención, pacto, acuerdo, carta, convenio, declaración, compromiso, protocolo, estatuto,

notas reversales, acta, reglamento, etc., en todos los supuestos se define a un mismo

negocio jurídico generalmente identificado como "tratado internacional".

Desde un punto de vista general, podemos indicar que un tratado es un acuerdo de

voluntades alcanzado por dos o más sujetos de derecho internacional destinado a producir

efectos jurídicos entre las partes y regulado por el derecho internacional (Carrillo Salcedo,

1992, p. 103). A continuación, se desarrollará cada elemento de esta definición.

a) El tratado es un acuerdo de voluntades.

Esta primera aseveración enfatiza el hecho de que los tratados son acuerdos, por

tanto, se requiere la confluencia de manifestaciones de voluntad de los sujetos en

cuestión. Esta parte de la definición subraya el hecho de que lo central para el

nacimiento de un tratado es la existencia de un acuerdo de voluntades y no tanto

la formalidad como se llega a este. De esta manera, en el derecho internacional

general un tratado no requiere una forma específica y no será relevante el nombre


que se le dé (acuerdo, convenio, pacto, armisticio, etcétera); lo esencial es que se

cumpla con la manifestación de voluntad de los Estados.

b)El acuerdo es alcanzado entre dos o más sujetos de derecho internacional.

De esta manera, el derecho internacional general regula, en principio, todo

acuerdo de voluntades concluido por los sujetos de derecho internacional, por lo que

las reglas consuetudinarias serán aplicables tanto a los acuerdos celebrados entre

Estados (que estarán regulados de igual forma por la CVDT), los acuerdos

celebrados por Estados y organizaciones internacionales o entre estas, y también los

acuerdos entre otros sujetos de derecho internacional, como son la Santa Sede, el

CICR y MLN (Reuter, 1972, pp. 48-49).

c) Destinado a producir efectos jurídicos entre las partes.

Este elemento de la definición hace que se excluya acuerdos que, aunque

celebrados entre dos o más sujetos del derecho internacional, no tienen por

finalidad crear efectos jurídicos para estos. Es decir, la generación de

obligaciones, derechos o la combinación de ambos para las partes.

Los actos que quedarían excluidos son, por ejemplo, los acuerdos de caballeros

(gentlemen’s agreements), los acuerdos preliminares realizados en el marco de

negociaciones de tratados y las declaraciones internacionales que no tengan fines

obligatorios, sino tan solo políticos o declarativos— (CDI, 1998). Varios de

estos instrumentos componen el denominado derecho blando o softlaw, que es

propio del derecho internacional.

d)Regulado por el derecho internacional.

Este último elemento hace referencia a que un acuerdo de voluntades entre dos
o más sujetos de derecho internacional deberá, además, entablarse en el marco

de tal derecho. En este sentido, deben excluirse ciertos acuerdos que son

regulados por los ordenamientos internos, como los tratados celebrados entre los

Estados de una federación, ya que solo rigen en el ordenamiento interno de la

misma (Gonzales, Sánchez & Sáenz, 2002, p. 176).

Clasificación

I. En cuanto al número de sujetos parte en un tratado: Los tratados pueden

clasificarse en bilaterales y multilaterales. Los tratados bilaterales son acuerdos

internacionales celebrados entre dos sujetos del derecho internacional. Los

tratados multilaterales son acuerdos internacionales celebrados entre varios

sujetos del derecho internacional. Los tratados multilaterales en cuya celebración

participa un gran número o la generalidad de los Estados de la comunidad

internacional se conocen con el nombre de tratados colectivos; reservándose la

denominación de tratados regionales para aquéllos celebrados por un número

limitado de Estados con identidad de intereses sobre una región geográfica

determinada.

II. En cuanto a las posibilidades de acceder al tratado: Los tratados, según permitan

o no la incorporación de Estados que no han participado en la negociación,

pueden ser clasificados doctrinariamente en tratados abiertos o cerrados. Estos

últimos, limitados en principio a los Estados negociadores, no contienen cláusulas

que permitan la incorporación de terceros Estados. Ello no obsta a que los

Estados parte —una vez entrado en vigor el tratado por un acuerdo específico,

ofrezcan o negocien con terceros Estados su incorporación. Los tratados abiertos,


en cambio, posibilitan la adhesión de Estados que no han participado en las

negociaciones, sin que para ello sea necesario que medie una invitación expresa

de los Estados parte.

En los tratados se suelen insertar distintos tipos de cláusulas referidas a la

posibilidad de adhesión. En algunos, tal facultad es ilimitada; es decir, el tratado

está abierto a todos los Estados indistintamente.160 En otros, las posibilidades de

acceder se hallan reservadas exclusivamente a ciertos Estados designados

expresamente, o bien tal facultad es acordada sólo a aquellos Estados que

satisfagan criterios determinados previstos en el tratado.

No hay necesariamente correspondencia entre los tratados bilaterales y

multilaterales por un lado, con los tratados cerrados y abiertos, por el otro. Una

convención bilateral puede ceñirse exclusivamente a los Estados negociadores o

bien admitir la accesión de terceros Estados y lo mismo ocurre con los acuerdos

multilaterales.

III. En cuanto a las formas de celebración del tratado: La doctrina distingue entre

tratados propiamente dichos o en buena y debida forma y acuerdos en forma

simplificada. Los tratados en buena y debida forma son aquellos acuerdos'

internacionales concluidos a través de un proceso complejo de negociación,

adopción del texto, firma y ratificación. Se formulan y evidencian por medio de

un instrumento único. Los acuerdos en forma simplificada son acuerdos

internacionales, cuyo proceso de conclusión incluye solamente una etapa de

negociación y la firma, materializándose, comúnmente, en varios instrumentos

separados Esta clasificación no produce efecto internacional alguno ya que no


hay distinción jerárquica entre ambas categorías de tratados ni, en principio,

diferencia de contenido. Los acuerdos en forma simplificada son frecuentes en

dominios de carácter técnico o administrativo, por ejemplo, reglamentos

aduaneros, aéreos o postales, pero pueden regular también cuestiones políticas de

importancia. Los acuerdos militares convenciones de armisticio son también de

su dominio. Por lo demás, los distintos procesos o formas mediante los cuales los

Estados se van a obligar por un tratado son materia reservada a sus respectivos

ordenamientos internos. Un mismo acuerdo internacional puede, así, ser para una

de las partes un tratado propiamente dicho y para la otra un acuerdo en forma

simplificada.

IV. En cuanto al contenido u objeto del tratado: Desde principios de este siglo la

doctrina clasificó a los acuerdos internacionales en tratados de naturaleza

normativa y tratados de naturaleza contractual. Los tratados de naturaleza

contractual o tratados-contrato tienen por objeto regular la realización de un

negocio jurídico concreto, estableciendo obligaciones específicas para los Estados

parte. Los tratados de naturaleza normativa o tratados-ley, establecen normas

generales que reglamentan las conductas futuras de las partes. El contenido de las

voluntades vinculadas mediante un tratado-ley sería común e idéntico el resultado

y en él desaparecería toda idea de efecto conmutativo. No se refieren a un caso

particular o a un negocio jurídico preciso, sino que regulan abstractamente un

número de casos o situaciones a priori indeterminadas.

Esta clasificación en cuanto al contenido u objeto de los tratados fue asimilada,

por parte de la doctrina moderna, a la clasificación de los tratados en


multilaterales y bilaterales. Pero no todo tratado multilateral es un tratado

normativo, ni todo tratado bilateral es un tratado contrato. La confusión

provocada en esta materia proviene de la actitud de aquéllos que no aceptan a los

tratados como proceso formal de creación de normas jurídicas,

independientemente de su contenido. La distinción entre tratados-contrato y

tratados-ley nada agrega a la naturaleza jurídica común de todos los tratados. Los

tratados normativos que regulan conductas de futuro no necesariamente tendrán

aplicación general o universal, ni tampoco todo tratado bilateral será un tratado

que establezca derechos y obligaciones concretas sólo para las partes. A la vez,

un mismo tratado multilateral puede contener normas de naturaleza

constitucional, contractuales y normativas. Un tratado bilateral puede establecer

para las partes reglas de carácter normativo.

El régimen de los tratados en la Convención de Viena de 1969 sobre el derecho de

los tratados

Como ya se ha expresado, esta materia, tradicionalmente regida por el derecho

consuetudinario, se encuentra codificada en la Convención de Viena de 1969 sobre el

derecho de los tratados.171 La Convención recoge normas consuetudinarias y crea otras,

totalmente novedosas, realizando, así, una verdadera labor de desarrollo progresivo del

derecho internacional. Tiene su origen en un proyecto de la Comisión de Derecho

Internacional y fue adoptada en una conferencia internacional celebrada con los auspicios

de la Organización.

1. Ámbito de validez de la Convención

Es preciso determinar el ámbito de aplicación de las normas contenidas en la Convención


para luego analizar las disposiciones, de forma y de fondo, que ella contiene.

a) Ámbito de validez personal

El art. 1° establece que será aplicable, exclusivamente, a los tratados que se celebren

entre Estados; el art. 2, 1 a) define qué es lo que debe entenderse por tratado a los efectos

de la Convención. Dispone, así, que "Se entiende por 'tratado' un acuerdo internacional

celebrado por escrito entre Estados y regido por el derecho internacional, ya conste en un

instrumento único o en dos o más instrumentos conexos y cualquiera que sea su

denominación particular". El primero de los elementos que aporta esta definición es la

necesidad de que el acuerdo se celebre por escrito. Un acuerdo verbal, aun cuando las

partes fuesen Estados, no estaría contemplado por la Convención. En segundo lugar, es

necesario que el acuerdo se celebre entre Estados. Conforme con esta disposición, el art.

6 consagra la capacidad de los Estados para celebrar tratados. La expresión "regido por el

derecho internacional" debe interpretarse en el sentido de que el acuerdo está destinado a

producir efectos jurídicos en este ordenamiento. Es decir, que el elemento que debe

tenerse en cuenta es la intención de las partes, incorporada en un instrumento

internacional, de crear, modificar o extinguir derechos y obligaciones en dicho ámbito

jurídico. La posibilidad de que el tratado conste en uno o más instrumentos conexos

permite incluir en el marco de la Convención cierto tipo de obligaciones, formuladas en

forma unilateral, vinculadas a un tratado preexistente.

Finalmente, la disposición analizada pone el énfasis en las características del

instrumento internacional y en la voluntad de las partes en él expresada para determinar

la existencia de "un tratado", al que se le aplicarán las normas contenidas en la

Convención, con prescindencia de la denominación que se le asigne. En efecto, al decir


cualquiera sea su denominación particular se evidencia que, en la práctica de las

relaciones internacionales, las partes suelen utilizar, como ya se ha visto, diferentes

términos para llamar a un "tratado" , sin que de ninguna manera la "denominación" del

instrumento influya en la determinación de su naturaleza jurídica.

La Convención no incluye una "clasificación" de los tratados del tipo de las elaboradas

por la doctrina. Con ello se tiende a demostrar el carácter unitario del derecho de los

tratados ya que, en última instancia, todo tratado multilateral o bilateral, acuerdo en

forma simplificada o tratado formal, etc. es un negocio jurídico que deriva su fuerza

obligatoria inmediata, de un preciso acuerdo de voluntades y mediata, de las normas de

derecho internacional que dan tal carácter al acuerdo de voluntades. La técnica de la

Convención es la formulación de la regla de manera amplia para que sea posible aplicarla

a todo tipo de acuerdo; incluyendo luego, de ser necesario, una segunda norma que

contemple el caso de cierto tipo de tratados. La Convención se ocupa, entonces, de todo

acuerdo internacional que reúna las características expresadas en el art. 2, 1.a), pero no

desconoce, antes bien, afirma, el valor de otros negocios jurídicos internacionales no

comprendidos en su ámbito; tales, por ejemplo, los acuerdos verbales o los acuerdos

tácitos celebrados entre Estados. El art. 3 sienta una regla general en este sentido,

precisando que sus normas tampoco afectarán el valor jurídico de los acuerdos

celebrados por otros sujetos del derecho internacional, y que cuando fuesen partes de un

tratado Estados y otros sujetos, las normas de la Convención se aplicarán a las relaciones

de los Estados entre sí; afirmando de esta manera el principio de la relatividad de las

relaciones que emergen de un tratado. El ámbito de validez personal de la Convención

está limitado, entonces, a los tratados celebrados por los Estados. Cabe aún hacer una
aclaración: si bien es cierto que el ordenamiento que se analiza se aplicará a todos los

tratados celebrados por los Estados que reúnan las características del art. 2, 1.a) y, en

consecuencia, a los tratados constitutivos de organizaciones internacionales y a los que

en su ámbito adopten los Estados, tal aplicación se hará sin perjuicio de las normas

pertinentes de la organización (art. 5). Es decir, que se subordinan las normas de la

Convención a las normas específicas de la organización internacional; aplicando un

principio general de derecho podríamos decir que, en este caso, la norma especial deroga

o modifica la norma general. Preciso es destacar que la disposición del art. 5 se refiere a

los tratados específicamente adoptados en el ámbito de la organización y no a los

celebrados con los auspicios o sobre la base de proyectos preparados por la organización

internacional.

b) Ámbito de validez temporal

La Convención conforme a lo establecido en su art. 4 se aplicará a los tratados que sean

celebrados por Estados después de su entrada en vigor con respecto a tales Estados. Fija,

así, el principio de la irretroactividad de la convención. Pero si tomamos en cuenta una

de las características del derecho internacional, aquélla según la cual una misma

formulación puede ser norma convencional para ciertos Estados y norma consuetudinaria

para otros, vemos que en la medida en que la Convención recoge normas

consuetudinarias, estas normas continuarán produciendo efectos jurídicos para los

Estados que no lleguen a ser parte en ella: la fuente de sus derechos y obligaciones no se

encontrará entonces en el tratado, sino en la costumbre. Congruente con esta

característica del ordenamiento jurídico internacional, el artículo que es motivo de


análisis, luego de fijar el principio de la irretroactividad, admite que ciertas disposiciones

enunciadas en la Convención se apliquen a tratados celebrados por Estados con relación

a los que ella no haya entrado en vigor, siempre que dichos tratados estén sometidos a

tales disposiciones en virtud del derecho internacional general. La característica que

ahora se pone de relieve había sido ya tomada en cuenta en el art. 3, cuando la

Convención se ocupa sucesivamente de los acuerdos internacionales celebrados entre

Estados y otros sujetos del derecho internacional; entre esos otros sujetos; y de los

acuerdos internacionales no celebrados por escrito. El hecho de que estos acuerdos no

estén regulados por la Convención, no obsta a que se les apliquen cualesquiera de las

normas en ella enunciadas, a las que estuvieran sometidos en virtud del derecho

internacional independientemente de la Convención. El art. 38, ubicado en la sección

relativa a los tratados y los terceros Estados en la que se establece el principio de que los

tratados sólo producen efectos para las partes reconoce, sin embargo y en modo

congruente con lo expresado, que una norma enunciada en un tratado puede llegar a ser

obligatoria para terceros Estados como norma consuetudinaria.

Finalmente, una de las disposiciones generales referidas a la nulidad, terminación y

suspensión de la aplicación de los tratados (art. 43) dispone que en estos casos nada

menoscabará el deber de un Estado de cumplir toda obligación enunciada en el tratado-

que ha sido declarado nulo, ha terminado o se encuentra suspendido en su aplicación, a la

que esté sometido en virtud del derecho internacional, independientemente de ese

tratado. Es decir, entonces, que si bien en principio la Convención, luego de su entrada

en vigor, sólo regirá aquellos tratados que celebren los Estados por escrito, ciertas

disposiciones las que están formuladas en normas consuetudinarias preexistentes o las


que hayan de formularse en normas consuetudinarias nacidas a partir de ella serán

aplicables a todos los tratados con independencia de la vigencia de la Convención.

c) Ámbito de validez territorial

Aun cuando la Convención no contiene ninguna disposición referida al ámbito de validez

territorial de sus normas, el derecho internacional general regula la cuestión. Conforme a

éste, un tratado en vigor será obligatorio para las partes sobre la totalidad de su territorio.

La misma Convención recoge esta norma consuetudinaria en el art. 29 sobre el ámbito

territorial de aplicación de los tratados. Cabe destacar que el territorio es un elemento del

Estado que comprende no solamente el territorio en sentido geofísico sino, también,

todos aquellos espacios que estén sometidos a su jurisdicción. En el período entre las dos

guerras mundiales la práctica internacional entendía que, para que un tratado fuese

aplicable al territorio colonial de un Estado parte, era necesario una declaración expresa

en tal sentido. Los tratados no se extendían, de pleno derecho, a las colonias. Después de

la Segunda Guerra Mundial, los debates sostenidos en el seno de ONU permitieron

invertir la presunción existente en el período anterior.

De allí que, en ausencia de una "cláusula colonial", o de otra indicación en contrario, hay

que presumir que un tratado se aplica a todos los territorios de los cuales son

internacionalmente responsables los Estados parte. La práctica, en materia de sucesión de

Estados, confirma esta norma general. Los nuevos Estados participan, como parte; en una

serie de tratados, mediante una notificación de sucesión basada en el consentimiento de

la antigua metrópoli, sin que los tratados en cuestión hayan sido previamente extendidos

a sus respectivos territorios en virtud de una notificación especial fundada en una

"cláusula colonial" o sin que el tratado estipule, expresamente, tal extensión. El art. 29
debe interpretarse en el sentido de que los tratados se aplican a la totalidad del territorio

de cada parte, independientemente de que se trate de territorios metropolitanos o

dependientes. Este artículo no pretende prejuzgar sobre los problemas que se pueden

plantear con relación a la sucesión de Estados en los tratados, tema que, por otra parte,

está expresamente excluido del ámbito de la Convención por la disposición del art. 73.

También podría gustarte