Caja de Ahorros Postal de Viena, Otto Wagner.
Caja de Ahorros Postal de Viena, Otto Wagner.
Caja de Ahorros Postal de Viena, Otto Wagner.
Este edificio construido entre 1904 - 1906, supone un hito dentro de la arquitectura de la época, ya
que inserto en la Viena decimonónica, epicentro cultural, donde la burguesía ostentaba en sus
construcciones y su forma de vida, la caja de ahorros postal se inspiraba en la máquina, en el
ferrocarril y el tranvía, “más máquina”, anunciando lo que será la arquitectura del siglo XX.
Su creador, Otto Wagner, era conocido por su obras neorenacentistas, aunque cuando realiza el
metro de Viena supone un cambio en su concepción de la arquitectura, reflejados en su manifiesto
La arquitectura moderna, convirtiendo en un arquitecto de vanguardia que traspasará las fronteras
de la Viena imperial.
El ente bancario, fundado en 1883, convoca un concurso que gana Wagner, entre 37 arquitectos,
aunque su victoria traerá controversia, llegando incluso a considerarlo como fraude. Este será un
proyecto importante para él, el cual usará para poner en práctica todas sus teorías. Decide ranquear
el edificio respecto a la gran avenida, generando una pequeña plaza. De gran escala, ocupa una
manzana completa, con planta trapezoidal y simétrica, el espacio se organiza entorno a cinco patios,
y se alza con 8 pisos, conectados por escaleras de hierro pintadas de blanco. El proyecto se ejecuta
en dos fases, una dedicada al edificio principal (1904 - 1906) suponiendo una gran reto, finalizado
en un tiempo récord; seguida de una segunda sección más modesta (1910-1912) la cual se
construirá remarcando que se trata de un edificio distinto.
La forma tiene que ser sincera, aunque incluye unos remaches o clavos en la fachada, que la anima
sin perder su carácter llano y riguroso. Aunque en el proyecto la fachada era más suntuosa, en su
construcción se economizó dejando dos figuras sobrias sobre un voladizo saliente. En cuanto al
interior, las oficinas se realizaron con pareces de corcho o yeso, iluminadas con grandes ventanales,
lo que ha permitido adecuar el espacio según las necesidades de cada momento.
Josep Maria Montaner incide en los rasgos característicos de esta fábrica de Otto Wagner. Uno de
ellos es la eliminación de los los elementos monumentales, conservando el paramento más áulico,
frontal, y así su aspecto escenográfico. Renuncia a la gran cúpula y comprime el espacio, siendo de
una proporción más humana que sitúa al visitante en el interior, al que se accede mediante una gran
escalinata recubierta de finas losas de mármol. La cubierta vidriada en realidad se trata de una doble
estructura de acero y vidrio, “high tech”, dando la sensación de una gran plaza cubierta, alejándose
del aspecto convencional de las oficinas. El vidrio también se utiliza como pavimento, aligerando
así la estancia, junto a otros nuevos materiales como el linóleo, que utiliza sistemáticamente en todo
el edificio. Otto Wagner a sus 50 años experimenta con nuevos materiales de los cuales no se sabía
su comportamiento y este es un ejemplo de ello.
En su relación interior/ exterior, parecen ser dos edificios en uno, en el que al entrar uno se olvida
del edificio que ha visto fuera. La entrada para el público está acentuada por una marquesina de
vidrio, sustentada por 6 finas columnas de hierro fundido, revestidas de aluminio. Su estructura
interior, el destinado a las ventanillas, supone uno de los espacios más originales construidos a
principios del siglo XX en Europa. Una planta basilical, una gran nave flanqueada por dos
inferiores, donde los pilares de hierro atraviesan la cubierta.
Al rededor de la sala se sitúan las salidas de la calefacción central, de aluminio, material predilecto
de Wagner, ya que era de aspecto moderno y fácil de limpiar. Con remaches como los clavos de la
fachada, que también se ven en los pilares de la sala.
En cuanto al cromatismo, sigue una normas estrictas. Un sólo color por estancia, sin mezcla, se
utiliza el del propio material: mármol, linóleo y aluminio, junto alguna nota de color como la
cerámica que reviste la pared rente la que se coloca el busto del emperador Francisco José, ya que el
color para Wagner es un signo de jerarquía. Se sitúa en el vestíbulo junto al sofá tapizado de rojo,
que también se utilizará para el despacho del director.
Se trata de una obra total, por lo que el mobiliario también se debe al diseño de Wagner. Depuración
formal y los materiales combinándose con su chapado, economía formal y real. En su mobiliario
varía en función de la jerarquía a quien van destinado su uso.
En definitiva, se genera un nuevo lenguaje, más depurado, donde es más importante la situación
urbana del edificio que sus elementos decorativos. Con una estética racionalista, que pretende
inspirar alta tecnología, hereda el aspecto de las construcciones de “los nuevos materiales” como
son las galerías comerciales, exposiciones universales y de las estaciones de ferrocarril, típicas del
siglo XIX. Esa tendencia de dejar la estructura a la vista gracias al vidrio translucido.
Podemos considerar a Otto Wagner como un visionario al realizar esta obra protoracionalista
—“Nada que no sea funcional podrá llegar a ser bello”—, adelantándose a Adolf Loos o Le
Corbusier.
La Caja postal de Viena supone una obra de transición, que utiliza un lenguaje tradicional pero a la
vez de vanguardia, como ya se comentaba, un verdadero hito de la arquitectura de la época, y de la
historia de la arquitectura, sin detenerse en los proyectos políticos que podrían estar detrás.