CHIO - Sesión 1 - Psicología Del Mexicano
CHIO - Sesión 1 - Psicología Del Mexicano
CHIO - Sesión 1 - Psicología Del Mexicano
Todos estos descubrimientos, y muchos otros, nos hicieron pensar más y más que
la psicología del mexicano estaba originada, fundamentalmente, por su cultura, es
decir, por todas esas afirmaciones, dichos, proverbios que seguimos como reglas
para convivir, sobre todo dentro de la familia. A partir de esto empezamos a hacer
estudios cada vez mas serios sobre lo que llamamos los efectos de la cultura
sobre la personalidad del mexicano, es decir, hasta que punto estar de acuerdo y
vivir de acuerdo con muchos de los dichos y maneras de pensar de los mexicanos
tiene que ver con la manera en que somos y nos conducimos.
El primer estudio importante que hicimos para relacionar la cultura mexicana con
la personalidad del mexicano es muy reciente, pero nos ha dado muchas
sorpresas, los resultados nos han indicado que cuando menos hay ocho tipos de
mexicanos y, además, mezclas de estos tipos. Lo más importante es que estos
tipos resultan del grado hasta el cual los mexicanos aceptamos la cultura
mexicana. Hay unos que aceptan, al parecer, todos o casi todos los dichos y
proverbios así como las reglas tradicionales de la cultura mexicana, pero hay otros
que se rebelan a casi todos los dichos, proverbios y formas de pensar de la cultura
mexicana. En medio de estos extremos hay muchos otros que, en distintos
grados, mezclan el hecho de estar de acuerdo con la cultura tradicional mexicana
y de rebelarse a ella.
De los ocho tipos hasta ahora descubiertos, cuatro son los mas frecuentes y los
que ahora, a muy grandes rasgos, descubriremos. El mexicano afiliativo y
obediente, el mexicano activamente auto afirmativo o rebelde, el mexicano con
control interno activo o “INTEGRO” y el mexicano de control externo pasivo o
“corrupto”
Si tomamos en cuenta toda la republica, el mexicano mas frecuente es el
obediente afiliativo. La gran mayoría de los mexicanos son obedientes, afectuosos
y complacientes hasta los doce años de edad, esto es lo normal en nuestra
cultura. Niños con ese tipo muestran señales de salud emocional e intelectual. Sin
embargo, si a los 15 años siguen siendo igualmente obedientes, mostraran un
retraso en varios aspectos intelectuales respecto de sus coetáneos; Sus madres
empiezan a pensar que sus hijos no lograran mucho y se acentúan los aspectos
de pasividad e interdependencia con los padres. A los 18 años estos niños
muestran mas síntomas de pasividad y dependencia de los padres y de la
sociedad; Son de buenas maneras, piensan que es mejor saber obedecer que
mandar, etc. Estos sujetos funcionaran bien dentro de la sociedad si tienen el
apoyo de sus familias y no llegan a enfrentarse solos a los duros problemas de la
vida.
Al tipo de mexicano con control interno activo, el integro, es menos común que los
anteriores; Parece integrar dentro de si todas las cualidades de la cultura
mexicana, y puede ser obediente, afectuoso y complaciente cuando esto sea lo
adecuado, pero rebelde si es necesario. Lo más interesante es que este tipo se da
con la misma frecuencia en las clases altas, medias y bajas, y que sucede lo
mismo en mujeres y hombres. Ya a los doce años estos sujetos presentan las
características que la sociocultura mexicana considera idéales: son afectuosos
con todos, complacientes y corteses con padres maestros y adultos, menos
agresivos e impulsivos que sus coetáneos, mas ordenados, disciplinados, limpios,
metódicos y reflexivos. Estos niños son optimistas acerca de la capacidad del
hombre para resolver los problemas del mundo, piensan que las metas se
alcanzan estudiando y trabajando, están en contra de los compadrazgos y
cualquier forma de corrupción social, etc.
Son, además, mas inteligentes, leen mas rápido y con mayor comprensión que su
coetáneos, son aplicados y buenos estudiantes. Reúnen, en suma, lo mejor de la
sociocultura mexicana y se rebelan a sus defectos.
Lo importante de esta caracterología es que por fin se demuestra que hay varios
tipos diferentes de mexicanos que resultan de la misma historia-sociocultura
mexicana y que, obviamente, los escritores de argumento para el cine, las
fotonovelas y la televisión han abusado, presentando con demasiada frecuencia
los tipos mas negativos de la caracterología mexicana, en los que, por desgracia,
han sido ayudados por científicos extranjeros como Oscar Lewis. El mexicano
integro y el rebelde ante la cultura también existe, lo mismo que el excesivamente
pasivo y complaciente pero no necesariamente corrupto y mucho menos violento.
Todos los humanos en todas las culturas tienen que enfrentarse a una multitud de
problemas de la vida. Todo indica, que sin embargo, distintas culturas inspiran,
fomentan y destacan distintas maneras de encarar los problemas. En la cultura
mexicana el entilo de confrontación de problemas tiende a ser automidificativo o
pasivo, es decir, cuando se presentan problemas que se tienen que resolver, la
persona, el mexicano, tiende a modificarse a si mismo para solucionarlos.
Para el mexicano, el aceptar y aun más resignarse ante los problemas no es solo
la mejor manera, sino la manera más virtuosa. La abnegación en la madre, la
obediencia de los hijos, el propio sacrificio en todos, la sumisión, la dependencia,
las buenas maneras, la cortesía, el aguante, la “concha”, etc., pueden ser
considerados como virtudes socioculturales mexicanas o como formas realistas de
confrontación o, al menos, como formas a probadas socialmente de enfrentarse a
los problemas de la vida. En una cultura en la cual tradicionalmente para todo se
ponen dificultades y en donde la economía limita considerablemente las
oportunidades, esta manera de enfrentarse, cuando menos, aminora la frustración
y sus consecuencias para la salud mental.
Pero puesto que la forma optima, la manera virtuosa, la manera recta, aun la
manera justa en la interacción con los problemas y con otros es la de encarar
problemas activamente, los estadounidenses necesariamente sufren mucho para
encarar la muerte, la enfermedad crónica, la deformidad, la pobreza, la obesidad;
y posiblemente su tolerancia a la frustración sea mucho menor que la de los
mexicanos, lo que los predispone al conflicto entre los individuos y al divorcio.
Resulta muy sugestivo precisamente que las partes externas del cuerpo se
perciban como más dinámicas en estados unidos que en México, y que lo
contrario suceda para las partes internas del cuerpo. Así, los conceptos de brazo,
mano izquierda, mano derecha, dedos, cuerpo, cara y cabeza se consideren mas
activos en estados unidos que en México y solamente el cabello y los labios se
notan como mas dinámicos en México, los labios probablemente por los
parlanchines que tendemos a ser, el cabello quizá pensando en la cabellera
femenina. En cambio las partes internas del cuerpo el cerebro, el corazón, los
intestinos y la sangre se ven como más activos por los mexicanos que por los
estadounidenses. Esto no podría ir mejor por la tendencia de los estadounidenses
a volcarse hacia el ambiente y la tendencia de los mexicanos a volcarse hacia su
interior.
Pero ciertamente más fascinante todavía es que las emociones conectadas con la
automodificacion se vean como más activas para los mexicanos y que, por lo
contrario, las emociones agresivo-competitivas se consideren como más
dinámicas en los estados unidos. Así, la vergüenza, la devoción, la simpatía son
mas dinámicos en los ojos de los mexicanos que de los estadounidenses y, en
cambio, la agresividad, el enojo, el desprecio, la determinación, la envidia, el odio,
el dolor y el orgullo se conciben como mas dinámicos para los estadounidenses.
Adoptar una actitud activa o una pasiva tiene múltiples consecuencias en la vida
interior de los individuos.
Con frecuencia, los poetas y los filósofos sociales han señalado los patrones
amplios de parentesco y estrecha afiliación entre los miembros de las familias,
como una cualidad positiva que surge de la combinación de la cultura española
con indígena. Las familias en México, así como también en otros países
latinoamericanos, tienden a extenderse en una red de parientes que a menudo
incluyen a docenas de individuos.
Se descubrió que los niños bilingües de las familias mexicanas de la clase alta no
difieren, en el desarrollo intelectual, de los niños estadounidenses de esa misma
escuela, con padres que tienen educación y nivel socioeconómico comparable al
de los mexicanos.
Ahora bien, aunque no hay forma de separar los factores biológicos de los
sociales en el desarrollo cognoscitivo entre las dos culturas, la evidencia sugiere
firmemente hasta ahora, que las diferencias de nivel y patrón de desarrollo
intelectual entre los niños mexicanos y estadounidenses se deben
primordialmente a las diferencias en premisas socioculturales, orientaciones de
valores y el ambiente, sobre todo de la familia y de la escuela en las dos
sociedades.
Octavio paz es ciertamente mexicano; parece considerar que para poder madurar,
es indispensable ver la vida desde un punto de vista negativo y fatalista.
También agrega que hay necesidades aprendidas, entre las cuales las más
importantes son las socioculturales, como el machismo.
hambre: 5 y 6. Casi todos los mexicanos han sufrido hambre, aguda o parcial,
pero sin alcanzar su máxima intensidad.
salud: 5 y 3. El mexicano es un poco hipocondríaco pero al mismo tiempo la
cuestión de vivir o morir no parece tener mucho valor.
sexualidad: 10 y 9. Alcanza su máxima calificación como compensación de lo
que el mexicano no tiene, por eso gusta fanfarronear sobre sus éxitos.
dinero: 10 y 8. Símbolo y compensación de muchas otras cosas, tanto por su
valor real como simbólico. Por eso los aumentos de salario mejoran la eficiencia
sólo temporalmente.
temor a perder el empleo: 5 y 4. Tal temor debería ser alto por su vinculación
con el hambre, sin embargo, los trabajadores rotan mucho de empleo, lo que se
explica por el papel que cumple al respecto la familia mexicana.
seguridad personal: 3 y 2. No parece preocuparle mucho al mexicano por lo que
no aprecian las medidas de seguridad en el trabajo.
amor y ternura: 1 y 4. Considera que la madre mexicana sofoca con su ternura
a los niños, por lo que no cree que sea un aspecto importante.
propia estima: 10 y 9.5. La autoestima del mexicano está bajísima, aunque la
evidencia externa parece desmentirlo porque él trata de negar su complejo de
inferioridad y se protege en el fanfarroneo. Lo vincula a la desventajosa
situación de México después de la conquista, basándose en las ideas
antropológico-culturales de Adler. En la familia se abusa de los conceptos de
autoridad (padre), respeto y en la inconsistencia entre lo que se enseña y lo que
se hace, en el trato del niño. Tampoco la situación económica ayuda a su
autovaloración. El trabajador mexicano está hambriento de desarrollar su
autoestima. Este es un importantísimo aspecto para motivar al trabajador, más
que la mejoría irreal de salarios, si siente que lo que hace sirve a otros y
contribuye al progreso de su país.
amistad: 9 y 9. La cara amiga y el gesto comprensivo y sin críticas son el caldo
necesario para el fanfarroneo viril. Los amigos constituyen la audiencia
cooperativa. Sólo cuando gana la risa hay una posibilidad sana de salvación
frente a esta conducta. Es una necesidad parcialmente conciente,
semiconsciente e inconsciente.
desarrollo integral: 7 y 7.5. Cuando se presenta suele hacerlo como
compensación, incluso puede serlo la actividad artística. El mexicano siempre
ha sido creativo.
mejor ambiente físico: 1 y 4. No las valora por lo que significan en términos de
salud y eficiencia sino como reconocimiento de su valor personal.
mejoría técnica: 5 y 5.5. Esta necesidad debería ser máxima, pero si al
mexicano se le indica como hacer mejor las cosas, es probable que se sienta
insultado. La mejoría encontrará resistencia provocada por la susceptibilidad.
pertenecer a un grupo: 1 y 6. Para el mexicano no es la fábrica el principal lugar
de socialización, como Brown y Fromm postulan. El mexicano socializa en
todas partes, sobre todo en la familia, no requiere tanto de amor ni considera
que la soledad es una desgracia. Octavio Paz la describe como su “mero mole”.
necesidad de diversión: 10 y 9.5. Para distraerse de sí mismo, olvidar lo que lo
afecta, el mexicano tiene una alta necesidad de diversión. También porque
necesita la sensación de bienestar que la diversión le genera, la oportunidad de
soñar, de fantasear. Siente en algunos espectáculos que al fin va a tomar parte
en grande en la actuación. De ahí los gritos ingeniosos, el aplauso, las
carcajadas, etc. en el cine se identifica con los personajes, vive otras vidas. En
fin, este aspecto combina varias necesidades insatisfechas.
Las actitudes son los sentimientos y creencias que determinan en gran medida la
manera en que los empleados perciben su ambiente de trabajo. También han sido
definidas como declaraciones evaluativas o juicios (favorables o desfavorables)
relativos a objetos, personas o hechos. Una actitud tiene un componente
cognoscitivo (opinión o creencia) y otro afectivo (emoción, sentimientos) que se
traducen en un comportamiento o intención de comportarse de cierta manera
hacia algo o alguien. La satisfacción en el trabajo es una de ellas. Otros ejemplos
son: el involucramiento con el puesto, el compromiso organizacional, etc.
1.- Rogelio Díaz-Guerrero, Psicología del Mexicano, Trillas (Cáp. 1, 5,6 y 10)
2.-Octavio Paz, El laberinto de la soledad.