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8 Eduard Pernkopf

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Eduard

Pernkopf.
El gran dilema moral.
El atlas de Pernkopf.
Lección de anatomía nazi

En un periodo de tiempo corto me he visto investigando y escribiendo sobre dos


personas diametralmente opuestas, ambas inmersas en el horror, en ese periodo
histórico que abarcaría la primera mitad de siglo XX, y más concretamente
centrados (definitoriamente) en la Segunda Guerra Mundial. Ambos artículos han
aparecido en la revista La Aventura de la historia. Recupero en primero de ellos.
Versa sobre el anatomista alemán Eduard Pernkopf, autor de uno de los libros de
anatomía más controvertidos de la historia, de su vida y de las implicaciones que
ésta y su obra se derivan para entender algo de lo que somos. Con respecto a
Pernkopf y su obra, fue bastante turbador y duro investigar y leer sobre él; uno ha
de tener cierta entereza para ver según qué cosas y leer otras, y aunque yo no
presumo de ella, creo que he salido indemne, algo tocado como es lógico, pero
con muchas conclusiones al respecto. Al final del artículo he puesto dos links
para, quien quiera, se descargue los dos primeros tomos del famoso Atlas. Aviso
que, a la luz de lo que se sabe de ellos, su visión no es lo que se dice ligera.
El atlas de Pernkopf. Lección de anatomía nazi. Juan Miguel Contreras

El atlas de la discordia.
El atlas anatómico de Pernkopf, el Topographische Anatomie des
Menschen (Atlas de Anatomía y Topografía Aplicada Humana), iniciado en 1933
y concluido en 1960, es considerado una de las obras anatómicas más
importantes de todos los tiempos, a la altura de De Humani Corporis Fabrica de
Andreas Vesalius. Los cuerpos que diseccionó para ello, muy posiblemente,
procedían de los campos de exterminio. En sus distintos volúmenes se incluyen
más de 800 acuarelas hechas por un equipo de cuatro artistas, consideradas aun
hoy como auténticas obras de arte a pesar de incluir muchas de ellas la esvástica
en la firma de dos de sus autores. Pernkopf fue nombrado decano de la facultad
de Medicina en 1938, y rector de la Universidad de Viena en 1943, gracias no
sólo a sus credenciales académicas, sino también a su filiación política.
Puede resultar sorprendente que el aura maldita que desde su publicación ha
perseguido a este atlas fuese obviada durante décadas, y que además, debido a su
relevancia científica, haya sido utilizado por estudiantes, médicos e
investigadores de todo el mundo, reimprimiéndose con normalidad en varios
idiomas sin que eso supusiera ningún problema moral. Sin embargo, desde que a
mediados de los años ochenta se constató el origen de la mayor parte de los
cuerpos diseccionados, la controversia y los distintos puntos de vista que
defienden o reprueban su uso no han hecho más que crecer.
Durante la década de 1990, gracias a diversos estudios, la visión sobre Eduard
Pernkopf y su atlas cambió por completo. Ya no era posible ver su contenido sin
tener en cuenta tanto su historia como la de su autor. Una serie de artículos y
libros sobre la medicina durante el Tercer Reich sacaron a la luz la relevancia de
Pernkopf y se empezó a cuestionar la idoneidad del uso de su atlas anatómico. En
febrero de 1997, el Rector de la Universidad de Viena, Alfred Ebenbauer,
anunció que había formado una comisión para investigar el asunto, y en octubre
de 1998, emitió su informe final. Debido a que la mayor parte de los registros de
la Universidad de Viena habían sido destruidos por los bombardeos aliados
durante la guerra, el seguimiento de los orígenes de los 4.000 cuerpos adscritos al
Instituto de Anatomía resultó difícil. Mediante el uso de los registros y restos
conservados, la comisión pudo determinar que, además de varios centenares de
fetos y cadáveres de niños procedentes del programa de “eutanasia” realizados en
diversos institutos psiquiátricos, los cuerpos de al menos 1.377 personas
ejecutadas acabaron en el Instituto. De éstos, sólo ocho pudieron ser identificados
como judíos. De la gran mayoría de los 2.600 restantes no se pudo determinar su
procedencia, así que se les catalogó como fallecidos por causas naturales. No se
encontró ninguna indicación sobre víctimas provenientes de los campos de
concentración.  Dos tercios de las ejecuciones fueron por razones políticas
(“delitos de resistencia y alta traición”). El resto fueron ejecutados por delitos
menores como el robo de carteras. Estos 1.377 cuerpos aparecían asignados a un
anatomista concreto. Sorprendentemente, solo unos pocos de los ejecutados por
delitos menores aparecían asignados a Pernkopf. Cuesta creer que, dada la
meticulosidad y relevancia del trabajo encargado a Pernkopf, tan solo unos
pocos de los 1.377 individuos que fueron asesinados entre 1938 y 1945 acabaran
en la mesa de disección de Pernkopf. ¿Y qué pasaba con los otros 2.600 restantes
que por falta de documentación fueron tenidos como fallecidos por causas
naturales? A pesar de todo, nada parecía eximir de responsabilidad a Pernkopf,
decano, rector y el anatomista más importante de dicho periodo.
Pero, ¿quién era Eduard Pernkopf? ¿Qué contenía y quién era esa persona al
frente de la elaboración de tan relevante atlas anatómico, considerado una
maravilla editorial, una obra de arte criminal y maldita, ilustrada vívidamente por
los mejores pintores y acuarelistas comerciales de Austria cuando esta nación
estaba bajo el influjo y yugo del Tercer Reich?

Eduard Pernkopf el 6 de abril de 1938, Facultad de Medicina de la Universidad


de Viena

Biografía.
Eduard Pernkopf nació en Rapottenstein en 1888, un pequeño pueblo al sur de
Austria. Era hijo de un médico en ejercicio y el menor de tres hermanos. De niño
mostró un gran interés en la música, pero al fallecer su padre en 1903, y con el
fin de ayudar a su familia, decidió continuar la carrera paterna. Tras varios cursos
preparatorios, se matriculó en la Escuela de Medicina de Viena en 1907. Allí se
unió a una fraternidad estudiantil de marcado cariz nacionalista, Die
Akademische Burschenschaft Allemania, fundada en 1815, la cual, durante el
régimen nazi, pasó a ser en uno de los bastiones principales, ideológicamente
hablando, de las tesis sobre eugenesia y supremacía racial. Tras titularse como
médico en 1912, Pernkopf encontró trabajo como asistente en el Instituto
Anatómico de Viena, cuyo director, Ferdinand Hochstetter, pasó a ser su tutor,
enseñándole anatomía topográfica. Tras la I Guerra Mundial, donde se alistó
como médico, Eduard se habilitó en anatomía en 1921, convirtiéndose en
profesor extraordinario en 1926 y, en mayo de 1928, en profesor de anatomía en
la Universidad de Viena. La habilidad de Pernkopf con el bisturí dejó
impresionado a Hochstetter desde el momento que pudo verle diseccionando un
cuerpo por primera vez. En pocos años fue capaz de descubrir capa por capa la
epidermis de la cara, dejar al descubierto arterias con los vasos principales que
las ramifican, o desollando con una precisión y maestría asombrosa, y sin
lesionar, músculos, venas o cartílagos.
Pocos meses antes de su nombramiento como director del Instituto, Pernkopf ya
había empezado a trabajar en un manual de laboratorio, una guía de disección del
cuerpo humano que sirviera de apoyo para los estudiantes. Pernkopf había
buscado textos y atlas para apoyar la tarea pedagógica que tenía asignada, pero
ninguno lo satisfizo. Teniendo en cuenta sus ideas sobre eugenesia, raza y
trascendencia vital del destino del pueblo alemán, lo que comenzó como un
simple material de soporte para las clases, pronto adquirió nuevas dimensiones
más ambiciosas.
La reputación que comenzaba a tener hizo que, a finales de 1933, la editorial
Urban & Schwarzenberg le hiciese una oferta para publicar su proyecto. Dicho
encargo colmaba sin duda el tamaño épico de los sueños de Pernkopf: un atlas
anatómico completo en cuatro volúmenes, divididos en siete libros, editado
lujosamente gracias a los avances tecnológicos en materia reprográfica que
hacían posible la impresión a cuatro colores. El atlas reproduciría fielmente el
palpitante, intrincado y viscoso interior del cuerpo humano gracias a las más de
800 láminas que contendría.
El oscuro objeto de deseo de Pernkopf transformó sus hábitos de vida. Se dice
que Eduard era un hombre obsesivo: diariamente se levantaba a las cuatro de la
mañana, dictaba notas que luego transcribía su mujer para sus clases, el atlas o
sobre cuestiones administrativas y después se sumía con febril diligencia en su
trabajo, al que dedicaba 14 horas al día, pues no siempre su bisturí era tan diestro
y certero como su contumaz perfeccionismo, y los cuerpos perdían la viveza,
textura y detalle que buscaba reproducir; también fumaba exactamente 15
cigarrillos diarios y leía con compulsión a Schopenhauer. Toda su rutina estaba
llena de orden y manías inalterables. El consumo de Pervitin, una metanfetamina
de uso masivo entre la población, afianzaba aún más su inalterable ánimo. Su
vida giraba en torno a las ideas de disciplina y lealtad; disciplina para culminar la
obra para la que pensaba había sido destinado y lealtad sin ambages al Partido
nazi. Su sueño fue materializándose hasta adquirir magnitudes tan delirantes,
colosales y desmesuradas como el régimen que le facilitó poder llevarlo a cabo.
Pernkopf organizó su atlas en cuatro regiones. Pecho, región pectoral y
extremidades superiores; abdomen, región pélvica y extremidades inferiores;
cuello y, por último, anatomía topográfica y estratigráfica de la cabeza. Con la
firma del contrato de edición con Urban & Schwarzenberg, Pernkopf culminaba
un año perfecto de cara a sus intereses, pues también en 1933, como ferviente
creyente del nacionalsocialismo, se unió al NSDAP (algo que tuvo que hacer en
secreto, pues las leyes austriacas lo prohibían en ese momento) y a la
Sturmabteilung, o camisas pardas, un año más tarde.
Al igual que Pernkopf, los artistas contratados por él también eran miembros
activos del Partido. El jefe de ilustradores era Erich Lepier (1898-1974), quien
durante algún tiempo firmó sus pinturas con la esvástica (la edición inglesa, en
dos volúmenes, de 1964 aún incluía dichas firmas). El equipo lo completaba
Ludwig Schrott, Jr. (1906-1970), Karl Endtresser (1903-1978), cuyas dos “eses”
de su apellido tenían una característica forma en su firma, y Franz Batke (1903-
1983).
El primer volumen, que consta de dos libros, se publicó en 1937, y el segundo en
1941. Entre uno y otro se dio un acontecimiento que impulsó el, ya de por sí, la
carrera de Eduard Pernkopf. El 2 de abril de 1938, menos de un mes después de
la invasión de Austria por Hitler, fue nombrado decano de la Facultad de
Medicina de la Universidad de Viena. El 6 de abril dio un discurso en el que
exponía claramente su punto de vista político, acelerando así su ascenso a la
primera posición en la Universidad. Ante un público receptivo y entusiasta, el
mimado anatomista habló con vehemencia sobre la necesidad de “la higiene
racial”, “la eliminación de lo defectuoso”, la esterilización y “el control de los
matrimonios”, todo ello sustentado y justificado gracias al hombre “en quien la
leyenda de la historia ha florecido”.
Una de sus primeras decisiones en el cargo fue expulsar de la facultad a todos los
judíos y demás miembros indeseables por sus ideas políticas (en total, 153 de los
197 miembros; entre ellos, tres premios Nobel). La mayoría de ellos fueron
deportados a campos de concentración como Theresienstadt y Dachau. Ocho
aparecieron ahorcados en la parte trasera del instituto y existen indicios de que
pudieron terminar como “modelos” para el atlas. En 1943 fue nombrado Rector
Magnífico de la Universidad de Viena. Su ascenso no podría haber ocurrido sin la
aprobación del Ministerio de Educación, controlado por el NSDAP, en Berlín.
Aunque nunca fue acusado de crímenes de guerra, fue detenido en agosto de
1945 y pasó casi tres años en un campo de prisioneros aliado cerca de Salzburgo.
Tras su puesta en libertad, todo lo que había sustentado y dado sentido a su vida
había desaparecido, o casi. Sin herramientas ni habilidades sociales para
incorporarse a la vida pública, Pernkofp no pudo más que regresar a la
Universidad de Viena, aunque despojado de todos sus títulos. Su intención era
reanudar su trabajo y terminar el atlas. Se le asignó una sala en el departamento
de Neurología y allí se reunió de nuevo con los ilustradores Batke, Endtresser,
Schrott y Lepier. En estas condiciones, Pernkopf compiló y publicó el tercer
volumen en 1952. Murió el 17 de abril de 1955 a causa de un derrame cerebral
mientras trabajaba en el cuarto, que posteriormente terminaron Werner Platzer y
Alexander Pickler, y fue publicado en 1960. Resulta tentador pensar que quizá a
alguno de los dos se le pasó por la cabeza diseccionar al propio Pernkopf e
incluirlo en su, horrores aparte, magnificente atlas, pero no existen pruebas de
ello.

El rabino Joseph Polak, un sobreviviente del Holocausto y


profesor de derecho de la salud, cree que el libro es un
"enigma moral" porque se deriva de "la verdadera maldad,
pero puede usarse al servicio del bien".

Después de todo, la pregunta final sigue siendo la misma,


¿debería seguir usándose o por el contrario debería
prohibirse el Atlas de Pernkopf?

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