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Lectura Covid19

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El Covid-19 y la valoración de empresas

Alfonso A. Rojo Ramírez / Domingo García Pérez de Lema

La aparición del COVID-19 ha generado una gran confusión en una sociedad


enormemente economicista. Las personas miramos continuamente de reojo que
no se nos escapen los placeres que nuestra riqueza provee.

Las empresas son parte nuclear de esta sociedad y un David pertrechado se


contempla como un enorme riesgo para un Goliat que precisa de certidumbre
para su buen desempeño.

No es que sea un fenómeno nuevo, la incertidumbre es inherente a sociedades


que evolucionan y todos hemos de lidiar con ella. Sin embargo, la reciente debacle
financiera del 2008 y el origen de la fuente de incertidumbre parece, haber
descompuesto a todos y resquebrajado a otros más, las creencias económicas
arraigadas.

"Es preciso que las empresas elaboren planes de contingencia que les ayuden a
defenderse de estos episodios repetitivos pero nunca iguales"

No cabe duda que las incertidumbres, especialmente si vienen acumuladas,


producen desequilibrios sociales y económicos, particularmente en un contexto
globalizado e interdependiente que, en el ámbito de la empresa, se manifiesta por
fuertes tensiones sobre la competencia y, en definitiva, por la puesta en entredicho
de la supervivencia de la empresa.

Cada vez más, es preciso que las empresas elaboren planes de contingencia que
les ayuden a defenderse de estos episodios repetitivos pero nunca iguales, pues
en nada se parece la situación del 2008 a la creada por el COVID-19.

Aquella fue financiera que supuso, sobre todo, un bloqueo económico de las
empresas en situaciones de endeudamiento; esta es económica, o si se desea
económico-viral, pues se trata de una paralización económica generalizada por un
virus en situaciones de endeudamiento totalmente diferentes. Es por ello que la
reactivación económica será muy diferente.

El COVID-19 ha producido un shock en la oferta por las interrupciones en las


cadenas de suministro y un shock en la demanda por un menor consumo, lo que
ha desajustado la actividad de las empresas generadoras de valor, motivando una
reducción de la actividad productiva que se deja notar muy negativamente,
aunque sea de manera transitoria, en el mercado de trabajo.

Estos fenómenos económicos reducen inevitablemente, aunque también


transitoriamente, los ingresos de las empresas, generando pérdidas que pueden
ser sustanciales en relación con su situación previa a la pandemia, y que amenazan
con consecuencias de naturaleza económica que pueden afectar al sistema
financiero y los mercados de capitales en caso de retracción incontrolada, pero
sobre todo afecta a los inversores-propietarios, siendo este nuestro objeto de
interés.

"A los empresarios, inversores-propietarios, le surgen dudas de cómo actuar en estas


circunstancias y los profesionales, consultores y asesores tienen dudas de cómo
orientar"

Este último aspecto es de enorme interés ya que son los inversores financieros
(institucionales o no) los que están aportando dinamismo a la economía. En el
ámbito de la economía real son los inversores propietarios de las empresas en
general, y los pequeños negocios en particular, los que desempeñan una labor
trascendente al poner en juego sus recursos para la sociedad.

En períodos turbulentos como el generado por el COVID-19 estos empresarios de


riesgo pueden ver como sus negocios quedan bloqueados y el valor de sus
empresas ante cualquier operación (p. ej. una transmisión, una segregación, etc.)
puede parecer que se evapora por cuestiones coyunturales cuando tan sólo unos
momentos antes todo era de color de rosa.

A los empresarios, inversores-propietarios, le surgen dudas de cómo actuar en


estas circunstancias y los profesionales, consultores y asesores tienen dudas de
cómo orientar las actuaciones empresariales y tratar los servicios que prestan, lo
que puede desorientar todavía más a estos empresarios.

El COVID-19 trae a colación un aspecto de considerable interés: cómo el valor de


las empresas se ve afectado en tiempos convulsos y cómo han de afrontar los
profesionales encargados de una valoración dicho proceso.

Cada vez es más frecuente en el ámbito económico encontrarnos con situaciones


límite que quebrantan los cimientos sobre los que se asientan los conocimientos
económicos vigentes. Uno de los campos más afectados por estos turbulentos
tiempos es el área de valoración de la empresa.

La actividad societaria (quiebras, fusiones y adquisiciones, separación de socios,


tomas de participación, etc.) pone a prueba al experto en valoración de manera
diaria, tanto en la necesidad de valorar económicamente las empresas,
diferenciando entre valor y precio, como por los propios procesos de financiación
que llevan aparejados, que suelen venir acompañados de restricciones financieras
en condiciones económicas adversas.

Dentro de la Comisión de valoración y financiación de empresas (la Comisión) de


AECA preocupan estos aspectos y por ello se están emitiendo documentos y
opiniones que ayuden a los valoradores en sus decisiones y asesoramiento,
particularmente en situaciones como las que vivimos.

El ámbito de la valoración se centra en estimar el comportamiento de la empresa


en su contexto para poder conocer la utilidad que esta empresa reporta a sus
propietarios-inversores, generalmente a través del retorno que genera.

"Es preciso hacer frente a unas condiciones macroeconómicas, y a menudo


microeconómicas, que requieren de profesionales cualificados"

Este retorno se manifiesta por los flujos de efectivo que esperan obtener en el
futuro de su inversión que, por ser futuros, deben ser descontados al momento
presente. Es por ello que al valorador se le presentan dos retos importantes.

En primer lugar, cómo estimar los flujos de efectivo previstos en tiempos


convulsos, en donde las estimaciones pueden estar distorsionadas por los
acontecimientos excepcionales del presente. En segundo lugar, cuál debe ser la
tasa de conversión de los flujos de efectivo esperados al momento presente,
aspecto este de considerable impacto en el valor.

Con todo, en tiempos turbulentos, que cada vez se producen con más asiduidad,
es preciso hacer frente a unas condiciones macroeconómicas, y a menudo
microeconómicas, que requieren de profesionales cualificados capaces de
comprender adecuadamente el significado de lo que el valor significa y del
impacto que su correcto cálculo e interpretación tiene.

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