Hipocalcemia
Hipocalcemia
Hipocalcemia
ANTONIO NARRO
HIPOCALCEMIA
Torreón, Coahuila.
Los últimos estados de preñez y los primeros estados de lactancia representan situaciones
fisiológicas de estrés y cambios dramáticos en la demanda de nutrientes, lo que requiere de
una perfecta coordinación del metabolismo para satisfacer el aumento significativo de los
requerimientos seguidos inmediatamente al parto. El metabolismo de los minerales no
escapa a estos enormes cambios, especialmente el del calcio. Todas las vacas experimentan
una cierta disminución del calcio de la sangre desde el día antes del parto hasta dos o tres
días después del parto (Albornoz, 2006).
Los niveles sanguíneos normales de calcio en vacas lecheras fluctúan entre 8,60 y 9,63
mg/dl (Blood et al., 1992; Goff, 2008).
Cuando el calcio en el plasma está por debajo de estos límites considerados normales,
funciones como la neurotransmisión, contracción muscular y regulación hormonal puede
verse afectada. (Blood et al., 1992; Corbellini, 2000; Radostits, 2001).
Cuando se desarrolla una hipocalcemia clínica (Ca <5 mg/dl), generalmente es fácil de tratar,
pero aumenta en forma considerable la probabilidad de enfermedades secundarias como:
distocias, la retención de membranas fetales, metritis, prolapso uterino, desplazamiento del
abomaso, mastitis, cetosis clínica e hígado graso (Melendez, 2018).
En el periparto, el Calcio sufre una rápida depleción pasando del plasma a la glándula
mamaria sin dar tiempo a que pueda ser compensado por los mecanismos hormonales de
compensación (Alonso, 1997; Dhiman et al., 1998; Horst et al., 1998).
Teniendo en cuenta las diferencias entre las necesidades de Ca para el feto y el inicio de la
lactación, el feto necesita 5.3 g de Ca cada día, mientras que se requieren entre 13 y 18 g
para la secreción de calostro, según la producción individual de leche (Alonso, 1997;
Corbellini, 2000).
Alrededor del primer día del parto las vacas que producen cerca de 10 litros de calostro
utilizan como mínimo 23 g de Ca, aproximadamente 6 a 9 veces más que el Ca contenido en
el líquido extracelular. Por lo tanto, las necesidades totales de Ca aumentan radicalmente
tras el parto pasando a ser de 10 a 15 g/día a 30, 50 o más g/día (Alonso, 1997; Corbellini,
1998; Horst et al., 1998; Risco, 2001).
Durante el periodo seco, cuando los requerimientos de calcio son mínimos (las necesidades
del feto y el drenaje fetal son de 10 a 12 g/día), los mecanismos homeostáticos se
encuentran relativamente inactivos (Horst, 1997).
En el momento del parto, las necesidades de Ca crecen súbitamente y casi todas las vacas
experimentan un momentáneo desequilibrio en la regulación del Ca en sangre durante el
periparto no siendo en realidad una verdadera deficiencia de Ca (Corbellini, 2000; De Garis y
Lean, 2009).
Existen tres factores que afectan a la homeostasis del Ca y las variaciones en uno o más de
ellos parecen tener importancia decisiva en el desencadenamiento de la enfermedad: la
pérdida excesiva de Ca hacia el calostro (Alonso, 1997).
Un alto potencial genético y una muy buena alimentación energética proteica preparto, sobre
todo si se permiten mejoras importantes en la Condición Corporal 20 a 30 días preparto,
predisponen a la enfermedad, porque la secreción inicial de calostro es más copiosa
(Corbellini 2000; Roche, 2003).
Durante periodos de baja ingesta de Ca el hueso es la mayor fuente de este mineral (Horst et
al.,1997).
La PTH para regular los niveles normales de calcio en el organismo cumple con cinco
acciones directas: aumenta la liberación de Ca desde los huesos al plasma, aumenta la
reabsorción de Ca desde los túbulos renales, aumenta la actividad de la enzima renal 1-alfa
hidroxilasa, disminuye la reabsorción de fósforo inorgánico en los túbulos renales y aumenta
la absorción intestinal de Ca, aunque esta acción es indirecta y mediada por la vitamina D3
(Holmes, 2004).
Las concentraciones sanguíneas de calcio y fósforo en el bovino son 8-10.6 mg/100 ml y 3.2-
7.1 mg/100 ml respectivamente. En el animal sano al momento del parto las concentraciones
de calcio y fósforo disminuyen levemente y luego se recuperan, es lo que se llama
Hipocalcemia Fisiológica, pero cuando el descenso es intenso, por insuficiente capacidad de
movilización de calcio, se produce la enfermedad paresia puerperal hipocalcemica, fiebre de
leche (Albornoz, 2006).
Las causas de una movilización insuficiente de calcio son: la síntesis o excreción insuficiente
de la hormona Paratiroidea (PTH), responsable de la extracción de calcio y fósforo desde el
hueso, para aumentar sus concentraciones en la sangre; la síntesis insuficiente del principio
activo de la vitamina D, promueve la absorción de calcio desde el intestino; insuficiente
respuesta de los tejidos (riñones, huesos o intestinos) a los estímulos de PTH; disminución
del apetito, impide un adecuado consumo de alimentos; la hipomagnesemia, altera la
secreción de PTH y el metabolismo de la vitamina D; y el estrés, favorece la secreción de la
hormona Calcitonina, que es hipocalcemiante (Albornoz et al., 2016).
El uso de sales aniónicas es una tecnología avanzada que debe ser consistente con el
manejo del resto de los minerales y nutrientes de la dieta preparto, sobre todo el magnesio y
el potasio. Si no se monitorea en forma rutinaria no se recomienda su uso. El pH urinario se
debería medir una vez por semana en un 15% de las vacas preparto. La orina debe ser
limpia y no contaminada buscando lograr un pH que idealmente oscile entre 6,0 y 7,0
(Melendez, 2018).
Melendez, 2018. Nuevos Conceptos sobre la Prevención de la Hipocalcemia en Ganado
Lechero. Ciencia Veterinaria. 20 (2): 121-138.
Zúñiga, I. 2014. Hipocalcemia, una enfermedad que afecta al ganado lechero. En línea
https://www.contextoganadero.com/ganaderia-sostenible/hipocalcemia-una-enfermedad-que-
afecta-al-ganado-lechero (Consulta: 18 de octubre del 2019).