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Francisco Carreño Sonia García 2007

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Sonia García

Aportes
de Francisco Carreño
al proceso musical
venezolano

Caracas, 2007
© Copyright 2007
SONIA GARCÍA

Diagramación:
CARLOS PÉREZ CÁRDENAS

Foto archivo familia Carreño

Impreso en Venezuela
por Miguel Ángel García e Hijo, s.r.l.
Caracas

Depósito legal: lf25220078002635


ISBN: 978-980-12-2662-8
Dedicatoria

A la memoria del maestro Francisco Carreño,


desde la emocionada memoria de sus conciertos
de la Escuela de Folklore.

A los Carreño venidos del semillero


musical de Margarita.

A Judith, por las hermosas tardes de evocación


familiar en su hogar de la porlamareña
calle La Marina.

A Teresita, por la devoción


a la memoria de su padre.

Al maestro Inocente, a Mello y a Ismael


por sus indispensables aportes.
Francisco Carreño
NOTA

Hombre de sensibilidad acendrada, de lealtad


a toda prueba, de bondad y generosidad excesivas.
De ideas rápidas y decisiones impetuosas,
a veces violentas. De imaginación desbordada,
en constante creación, acaso se dispersó un poco;
pero en el fondo se advertía el gran
artista que había en él.
Eduardo Lira Espejo

La prensa que, entre los años 40 y comienzos de 1960 difun-


día los éxitos de Francisco Carreño, resulta insustituible fuente
de su trayectoria y aportes, largo tiempo silenciados. Periódicos y
revistas de la época, al divulgar la obra y andanzas de este maes-
tro, ofrecen inobjetable testimonio de su amor por el patrimonio
espiritual del país y de su incansable empeño por proyectarlo. Lo
que le asegura destacado lugar en el proceso musical venezolano
del siglo XX.
La documentación conservada por la familia —reseñas de
proyectos y viajes de investigación; programas de conciertos y
otras noticias, aun, de primera plana, así como entrevistas, par-
tituras, cuentos y artículos—, va dibujando sueños por valorar
nuestra cultura y por lograr su debido reconocimiento en la me-
moria del país… Pero la compilación de esos papeles —loable es-
fuerzo que mucho debe a una de las hermanas del maestro,
Mello Carreño— no siempre pudo consignar todos los datos ne-
cesarios; completarlos es tarea pendiente, así como también una
revisión de publicaciones de provincia donde probablemente per-
manecen dispersos otros escritos. Ejemplo ofrece la querida is-
lita del maestro, donde Pedro C. Vásquez y Vásquez y la revista

7
Sonia García

Margariteñerías celebraron sus éxitos. En cuanto a programas


radiales y de televisión como La lección de cuatro, que mantuvo
Carreño alrededor de un año, quizá no se conservan, dada la es-
casa atención que muchos medios prestan a sus archivos históri-
cos. Otra meta consiste en hurgar los archivos del Ministerio de
Educación y de lo que fue el Servicio de Investigaciones Folklóricas,
así como reunir todas las publicaciones de Carreño, que segura-
mente guardan nuevas claves del personaje, su tiempo y su inser-
ción en la memoria musical del país. La pequeña semblanza que
sigue ahora, en su intento de ordenar la información localizada, es
apenas inicio de una revisión necesaria.
La memoria familiar, invalorable fuente, enriqueció la infor-
mación de prensa que cuidadosas manos conservaron, por lo que
expreso mi agradecimiento a los hermanos e hijos del maestro1,
así como a uno de los músicos margariteños que lo acompañaron,
Pascual García; agradezco también al doctor Ángel Félix Gómez,
cronista de Juangriego, su generosidad y permanente disposición
para atender consultas. Los colaboradores, por supuesto, quedan
eximidos de cualquier error que haya podido deslizarse aquí.
Especial gratitud para Francisco Blanco, pues aun jubilado de
la Universidad Simón Bolívar, ofrece inestimable apoyo técnico
ante inoportunas trabas que las computadoras e impresoras sue-
len ofrecer al iletrado en la materia…

1
Las conversaciones con los Carreño y el folleto Francisco Carreño, escrito por
Judith Carreño de Alfonso, permitieron precisar muchos datos. El folleto, re-
conocimiento al maestro en la celebración de los 455 años de la fundación de
Porlamar, 1991, une la experiencia de articulista de la autora, su gusto por
la música y su admiración por la obra del hermano.

8
Francisco Carreño

Francisco Carreño fue un


margariteño que amó su isla
Judith Carreño de Alfonso

F rancisco Antonio Carreño (Porlamar 9-3-1910/Caracas 25-7-


1965) vivió tiempos de grandes cambios para el país en un reco-
rrido que va del gobierno de Gómez al de Raúl Leoni, pasando por
los de López Contreras, Medina Angarita, Rómulo Gallegos, Pérez
Jiménez y Betancourt, es decir, el tránsito de una sociedad rural —
mantenida bajo larga dictadura—, hacia la vida democrática y la
modernización; el ensayo —pleno de conflictos— que cubrió ese pe-
ríodo fue dejando avances en todos los dominios. Allí se fueron con-
formando nuevas estructuras sociales, políticas, económicas,
etcétera. que forjaron una economía petrolera, un crecimiento en
educación, salud, comunicación, así como el surgimiento de nuevas
luchas y mentalidades, entre otros fenómenos. La época enmarca
además una guerra mundial y un accidentado panorama caribeño.
Al mismo tiempo avanzaba el estudio y valoración del patri-
monio cultural del país, donde un incansable maestro, cantautor,
instrumentista e investigador creó, dirigió y promocionó valiosas
iniciativas y sembró definitivamente el cuatro. Pero sus inva-
luables y cuantiosos aportes, largo tiempo sepultados por la ava-
lancha política de los años 60, son desconocidos por las nuevas
generaciones. La investigación realizada hasta ahora en torno a la
incansable actividad de Carreño llena más de dos décadas que
pueden dividirse en tres etapas: inicios musicales, en Margarita y
Caracas; trabajo de campo y nacimiento de la primera experiencia
de sistematización en la enseñanza de instrumentos tradicionales
del país, la Escuela de Folklore. Lo que no resulta fácil es elegir la
más destacada contribución del maestro…

9
Inicios musicales

Nació, pues, Carreño, en Porlamar,…


entre música de polos y trovas marineras
Gilberto Antolínez

…fue un autodidacta; la vida se le presentó


siempre difícil y tuvo que trabajar
desde muy pequeño. A los doce años tenía
sobre sí grandes responsabilidades en lo económico.
Eduardo Lira Espejo

F ormado en un ambiente donde la música era cotidiana pre-


sencia, Francisco aprendió tempranamente a tocar cuatro con los
tíos maternos, que lo incorporaron a la banda del pueblo, como a
su hermano Inocente (Porlamar, 1919). Francisco, platillero y pri-
mer corno de la agrupación, además cantaba en la iglesia. Pronto
el juego de infancia y la escuela fueron desplazados por tareas
destinadas a cubrir necesidades económicas de la familia; así,
por encargo, alternaba mandados con elaboración de voladores o
papagayos, como también figuras de peces y otros símbolos de la
diversión oriental, expresión de calle que además solía represen-
tar y más tarde divulgó por todo el país. El canto de la abuela ma-
terna, Mauricia —Güicha— Carreño (1870-1942), solía animar el
hogar, especialmente en reuniones familiares, acompañada por los
instrumentos de sus hijos Nicolás y Regino en aires tradicionales
de la isla y arias de ópera que popularizó el teatro lírico del siglo
XIX. Francisco tomaba nota de cantos y cuentos de Güicha, que
más tarde inspiraron la glosa sinfónica Margariteña de Inocente
Carreño. Así, desde el entorno cotidiano, se definía la vocación mu-

10
APORTES DE FRANCISCO CARREÑO AL PROCESO MUSICAL VENEZOLANO

sical de Francisco y su voluntad de preservar un patrimonio anó-


nimo que legó al imaginario del venezolano La Burriquita, Chi-
michimitos, El Chiriguare, Maremare, Pájaro Guarandol, La
Sirena y muchas otras expresiones.
Poco más de veinte años tenía Francisco cuando emigró a la
capital, como tanta gente de provincia, en busca de mejores con-
diciones de vida; posteriormente se vino la madre, Amadora María
Carreño (1893-1971) y el resto de la familia. Para mantenerla, con
una entrada de ocho bolívares diarios, los hermanos mayores,
Francisco e Inocente, hacían de toeros y zapateros, oficio apren-
dido de los tíos. Entretanto comenzaron a estudiar en la Escuela
de Música y Declamación —luego Escuela Superior de Música—,
dirigida entonces por un emblema de nuestra vida musical, Vi-
cente Emilio Sojo (Guatire 1887/Caracas 1974). Esa institución,
que formó lo más sobresaliente del panorama musical venezolano
del siglo XX, recibió estudiantes de provincia como Moisés Moleiro
(Zaraza, 1904/ 1979), Blanca Estrella de Méscoli (San Felipe, 1910-
1986), Luis F. Ramón y Rivera (San Cristóbal, 1913/1993), Ada
Elena Sauce (Chivacoa, 1914–?), Evencio Castellanos (Cúa, 1915/
Caracas 1984); Rhazés Hernández López (Petare 1916/ 1991), An-
tonio Estévez (Calabozo, 1916-1988), fundador del Orfeón Uni-
versitario; Antonio Lauro (Ciudad Bolívar 1917/Caracas 1986),
compositor e impulsor de la guitarra; y otra figura margariteña,
llegada en 1942, Modesta Bor (1926/ 1998). También hubo allí, por
supuesto, notables músicos caraqueños como Ascanio Negretti
Vasconcelos (1897/1949), Juan Bautista Plaza (1898/1965), José
Antonio Calcaño (1900/1978), Ángel Sauce (1911-1995), Eduardo
Plaza (1911/1980) y los Carreño. Francisco, siempre entre diversas
actividades, educaba su natural voz de tenor guiado por el profe-
sor Fernando D’Angeli; cursó además teoría y solfeo, cornetín y
composición con Federico Williams, Pedro Antonio Ramos y Primo
Moschini respectivamente. Pero su inclinación por la música po-
pular y su espíritu rebelde lo hicieron abandonar la academia. Ino-
cente, becado por el Ministerio de Educación, se dedicó a la música.

11
Sonia García

La llegada de los Carreño a Caracas, en 1932, coincide con los


inicios del Orfeón Lamas, la Orquesta Sinfónica Venezuela y la
radio, claves fundamentales para el proceso musical venezolano.
Más tarde, a través de ese medio, la radio, el dueto Carreño —for-
mado por Francisco e Inocente— proyectó sus voces y guitarras;
luego, en el programa La Voz de la Philco, por Radio Caracas y
Estudios Universo, acompañó al dúo infantil Carreño, integrado
por las hermanitas, Remedios (Mello) y Judith, de 9 y 7 años de
edad. Las actuaciones en emisoras y en actos de la escuela donde
estudiaban las niñas —la Martín J. Sanabria, de Catia— le gana-
ron a Francisco un puesto de enseñanza musical. De este modo un
sueldo de 75 bolívares quincenales liberó sus manos de músico de
las peligrosas cuchillas zapateras… Inocente, encargado del ar-
chivo musical de Radiodifusora Venezuela, copiaba partituras y
hacía arreglos para orquesta.
Por la época, teatro, radio y cine empleaban música en vivo
como fondo musical de diversos programas y de películas mudas.
Así, el dueto Carreño, por 1935, interpretaba música popular ve-
nezolana, mejicana, argentina —evidente influencia del cine— a
través de Radio Caracas2 y de otras emisoras capitalinas o de Va-
lencia, Puerto la Cruz, Porlamar, lo que debió incentivar los via-
jes de investigación que emprendió Francisco en la década del
treinta. Pero quizá el gusto por esos recorridos venía de las esca-
padas clandestinas que, de niño, realizaba con el bisabuelo, capi-
tán de barco, por mares de Margarita y Sucre.

2
Revista del Magisterio, Caracas, febrero-marzo de 1947, p. 7.

12
Por los caminos del país

La visita de Carreño al oriente del país y a la isla de Trinidad,


en 1939, inicia una etapa de viajes. De regreso a Caracas, el maes-
tro integró sucesivamente dos agrupaciones con músicos margari-
teños que lo acompañaban en sus giras: el trío Cantaclaro, junto
con los hermanos Dámaso y Pascual García, en 1941 y, por 1943,
el trío Ribereño, con los hermanos Real. De cada gira Francisco
traía fotografías, fichas de archivo y anotaciones que difundía en
artículos de revistas, así como recopilaciones, arreglos y cancio-
nes a las que ponía música de la región visitada, tal vez con fines
de difusión y de ensayo didáctico; así compuso canciones, golpes,
meregues, pasajes, valses o alguna tonada, bambuco, habanera,
serenata, estribillo, galerón, gaita o danza zuliana y más, unos
cuantos títulos con nombre de mujer; otros sugieren estampas de
época o sentimientos que traslucen una carga existencial y social
que se ahonda en sus últimos años... Las partituras, en general
firmadas y registradas en la Sociedad de Autores y Compositores
de Venezuela —Sacven—, se ubican desde los tiempos de «Mi is-
lita», por 1939, hasta 1962 ó 1963. Además de numerosas compo-
siciones, también escribió música o letra de alguna pieza del
folklore, o de Miguel Otero Silva, Manuel Rodríguez Cárdenas,
Héctor Myerston y otros autores. Se habla de unas 400 piezas,
entre ellas «La zapoara», la más conocida:

Llegando a Ciudad Bolívar /me dijo una guayanesa


que si comía la zapoara / le quitara la cabeza...

13
Sonia García

Carreño señaló alguna vez que componía por improntu: «Las


cosas —dijo— me vienen como unidades totales enteramente orga-
nizadas»… y gracias a sus dotes de intérprete, señaló Antolínez,
«contendía verbo a verbo con los buenos improvisadores populares»3.
Para facilitar la labor de divulgación cultural en radio, teatro,
clubes sociales y escuelas, Carreño se hizo locutor en 1942 (certi-
ficado nº 329 del Ministerio del Trabajo), pero nunca actuó en plan
comercial. El mismo año vivió otras experiencias importantes: la
pérdida de la abuela, Güicha, y el enlace con la caraqueña Victo-
ria Ramos, con la que tuvo cuatro hijos: Teresa, Francisco, Ale-
jandro e Ismael.
Al año siguiente, en visita a Margarita con su hermano Ino-
cente, el maestro informó que buscaría apoyo oficial para abrir allí
una escuela de música y que pensaba publicar un manual de fol-
klore4. Pero de esos planes no se localizó otra mención.
Del mismo año, 1943, data una experiencia antecesora del fa-
moso festival de 1948: la Gran Exposición Agropecuaria de Vene-
zuela, organizada por los centros culturales estadales del Hogar
Americano, con patrocinio del Ministerio de Agricultura y Cría.
La muestra incluyó comidas, trajes, costumbres, música y bailes.
El maestro, encargado de la parte musical de su región natal, in-
terpretó a dúo con Inocente piezas de los seis estados orientales. El
primer premio lo recibió Nueva Esparta, la patria chica.
Comisionado en 1945 por el Ministerio de Educación Nacional
para realizar investigaciones folklóricas, Carreño visitó el estado
Sucre. Al año siguiente fundó un coro de voces oscuras con el Ba-
tallón de Motoblindados del Palacio de Miraflores y comenzó a en-
sayar obras recopiladas por V.E. Sojo, entre ellas la pieza del siglo
XIX «Oligarcas, temblad». Y aquellos jóvenes, que quizá escucha-
ban por primera vez el término, bautizaron a Carreño el maestro
3
Entrevista realizada por Gilberto Antolínez. Fuente no identificada. Archivo
Carreño.
4
«Será editada una recopilación de folklore venezolano», El Heraldo, Caracas,
8-2-1943.

14
APORTES DE FRANCISCO CARREÑO AL PROCESO MUSICAL VENEZOLANO

oligarca, «mote que él celebraba —recuerda su hermana Judith—


porque era una antítesis del grupo social de donde procedía».

Investigaciones Folklóricas
La música folklórica es tan culta como cualquiera
otra. Su diferencia está en la elaboración técnica.
Francisco Carreño

El mismo año el Ministerio de Educación, del cual era titular


el respetado maestro margariteño Luis Beltrán Prieto Figueroa,
creó el Servicio de Investigaciones Folklóricas. El nuevo organismo,
encabezado por el conocido intelectual Juan Liscano (1915-2001),
reunió a Carreño, ad honorem, con un selecto grupo de colaborado-
res: Walter Dupouy y J.M. Cruxent del Museo de Ciencias Natu-
rales; Abel Vallmitjana, Miguel Acosta Saignes y tres folkloristas:
Juan Pablo Sojo y la pareja Isabel Aretz y Luis Felipe Ramón y Ri-
vera, que pasaban temporadas en Argentina. El Servicio, dedicado
al estudio de la tradición, ha tomado sucesivos nombres a través del
tiempo: Instituto de Investigaciones folklóricas, Inidef; Fundación
de Etnomusicología y Folklore, Fundef y otros. En 1947 ya contaba
con más de 950 grabaciones de distintos temas y una recopilación
de 200 cuentos. Carreño, en su anhelo de encontrar la genealogía
sonora de la tierra, —acotó el crítico Eduardo Lira Espejo—, des-
plegó allí una actividad pionera en la sistematización del trabajo de
campo y en la difusión de tradiciones, especialmente de su región
natal y de nuestra herencia indígena5 y africana6.
El Servicio de Investigaciones Folklóricas, apenas en sus co-
mienzos, brindó al país una contribución fundamental: la Fiesta
de la Tradición, evento destinado a celebrar la toma presidencial
5
Invitado por el gobierno regional, Carreño viajó a Tucupita a grabar y foto-
grafiar danzas de los guaraúnos, (El Universal, 4 y 10 de julio, 1957); luego
llevó el tema a su programa de televisión.
6
Juan Pablo Sojo. «Carabobo y Yaracuy, emporios de supervivencia cultural»,
El País, Caracas, 1948.

15
Sonia García

del escritor Rómulo Gallegos. El programa, presentado por Juan


Liscano en el Nuevo Circo de Caracas —febrero de 1948—, fue
coordinado por Carreño en la parte musical; además contó con
cultores de expresiones tradicionales y con un selecto grupo de
estudiosos de nuestra memoria: músicos, antropólogos, folkloris-
tas. Allí el público caraqueño descubrió un patrimonio que co-
menzó a proyectarse: Diablos danzantes de Yare, Parranda de San
Pedro, Tamunangue, Diversión oriental, joropo llanero, baile de la
Chicha Guajira y tambores del litoral, Barlovento y Zulia. El pro-
grama tuvo tal éxito que en lugar de una sola presentación debió
repetirse por tres días, a local lleno. Caracas no alcanzaba enton-
ces el medio millón de habitantes.
Inserto en el creciente movimiento de valoración venezolanista
que habían impulsado los positivistas desde las últimas décadas
del siglo XIX, el evento fue reseñado en los principales periódicos
—El País, El Heraldo, El Nacional, El Universal, La Esfera, Últi-
mas Noticias, Diario de Carora— por reconocidos autores nacio-
nales e invitados extranjeros como Juan Marinello, Fernando
Ortiz y Germán Arciniegas. Cincuenta años después, en 1998, la
Fundación de Etnomusicología y Folklore, Fundef, dirigida por Yo-
landa Salas, publicó esas reseñas, junto con nuevos aportes, bajo
el título La Fiesta de la Tradición.
El triunfo del festival inspiró un acto escolar que, en julio del
mismo año y con apoyo del Servicio de Investigaciones Folklóri-
cas, llenó otra vez el Nuevo Circo. Así, dos mil niños, de 53 escue-
las interpretaron expresiones emblemáticas: joropo, diversión
oriental y tambores7. Por esta vía se encadenaban acciones que in-
trodujeron en el medio escolar el joropo, la diversión oriental8 y
otros bailes; de este modo Los Chimichimitos, El Carite, El Pájaro
7
«Grandioso festival folklórico infantil», El País, 14-7-1948. «Imponente es-
pectáculo», El País, Caracas, 21-7-1948.
8
El Carite, 1944, del cochense Rafael Conzález, debía haberse difundido de in-
mediato ya que para la fecha del Festival de 1948 se creyó que formaba parte
del folklore.

16
APORTES DE FRANCISCO CARREÑO AL PROCESO MUSICAL VENEZOLANO

Guarandol y otras expresiones recopiladas por Carreño pasaron a


sustituir, a lo largo del país, cuadrillas y demás danzas de salón
que antes llenaban los actos escolares.
La inserción de la danza en la escuela fue impulsada por docen-
tes como Steffy Sthal (Viena 1919/Caracas 1993), llegada al país
en 19389, y por muchos otros como Leticia de Maneiro, directora de
la reconocida escuela Gran Colombia y colaboradora del festival
del 48. Carreño, puntal de la iniciativa, por su parte, difundía mú-
sicas y coreografías para escolares en revistas y folletos con Abilio
Reyes, profesor de danza. Y, junto con Abel Vallmitjana, publicó en
1947 Treinta cantos del Oriente venezolano, obra que de inmediato
reseñó el director de Cultura del Ministerio de Educación, Juan
Bautista Plaza10. Pero la tarea de fortalecer la actividad musical
y escénica en la escuela, por supuesto, tiene segura deuda con mu-
cho colaborador anónimo.
A raíz del derrocamiento de Gallegos, Liscano renunció a la di-
rección del Servicio de Investigaciones Folklóricas y en su lugar
fue nombrado Carreño11; Cruxent consideró un acierto tal desig-
nación y poco después, desde Nueva York, dirigió al maestro una
carta de aliento que permite entrever un entorno de intrigas:

Mi amigo Carreño, prepárate para soportar golpes duros, durísimos,


muchos ídolos que ahora veneras se caerán (...) la lucha es amarga,
amarguísima, pero no desmayes.
(...) la victoria (...) consiste solamente en dejar a nuestros hijos un
nombre, puro, y un nombre de hombre que se ha sacrificado por la pa-
tria y por sus hermanos, y que durante su vida terrena ha sabido des-
preciar los bienes materiales12.

9
«La escuela ‘Juan Landaeta’ presenta el ballet infantil La Cucarachita» (Pu-
blicación sin identificar. Archivo Carreño)
10
Juan B. Plaza, «Treinta cantos del oriente venezolano», El Nacional 25-7-
1948.
11
Resolución 08084. Ministerio de Educación, 11-12-1948.
12
Carta de J.M. Cruxent, Nueva York 5-9-1949. Archivo de la familia Carreño.

17
Sonia García

Entretanto la institución exponía piezas de su colección, inclu-


so en el extranjero; además ofrecía conferencias, cursos y presen-
taciones folklóricas dirigidas a estudiantes, maestros, obreros,
empleados del Ministerio del Trabajo y otros usuarios13. En estas
actividades colaboraba el grupo juvenil Amigos del Folklore, que
dirigía Modesta Bor14. Los archivos eran consultados por inves-
tigadores, docentes, estudiantes y músicos como Antonio Estévez
—fundador del Orfeón Universitario y autor de la Cantata crio-
lla—. El movimiento coral, por su parte, echaba raíces en empre-
sas y otros espacios no ligados usualmente a la música. Así, la
labor del maestro Sojo iba evidenciando su notable contribución
al movimiento musical venezolano.
El Servicio de Folklore, convertido en punto de referencia, reci-
bía consultas que iban del montaje de danzas escolares a la elección
de trajes para la representante del recién inaugurado concurso
Miss Venezuela15… Ubicado por 1950 de Avilanes a Río, disponía
de cuatro secciones: grabación y sonido, a cargo del técnico Esteban
Berroterán; folklore material; musicología, dirigida por Modesta
Bor, y sección literaria, a cargo de Carreño y Cardona. Bajo el título
Historia y geografía del pueblo, la prensa destacó la «callada y me-
ritoria labor venezolanista»16 de la institución. Carreño, por su
parte, señalaba:
La personalidad de una nación no estriba en mantener vivo el re-
cuerdo y el respeto hacia los grandes hombres que le dieron libertad.
(…) también está cimentada en todo un cúmulo de cosas que el pue-
blo ha ido amasando (…): sus costumbres, su historia, su arte, vale
decir sus tradiciones, en las cuales fundamenta su vida espiritual17.

Hacia el medio siglo el país definía nuevos rumbos y ahondaba


en el conocimiento de su memoria, mientras la Universidad inau-
13
«Cursillos de iniciación a los estudios folklóricos», Ideas, Caracas, Febrero
1951. «A bailar y tocar joropo…», El Nacional, Caracas 5-4-1953.
14
«Presentación de Amigos del Folklore», El Nacional, Caracas, 1948, sd. El
Heraldo 17-7-1948.
15
«De llanera posiblemente vestirá»… Archivo familiar. Fuente sin identificar.
16
Pizarrón, Caracas, sept. 1950, p. 8. (Fdo. M.V.V.h.).
17
F. Carreño. Divulguemos nuestros bailes folklóricos (I). Tipeado, sin fecha.

18
APORTES DE FRANCISCO CARREÑO AL PROCESO MUSICAL VENEZOLANO

guraba carreras dedicadas al estudio del arte y los fenómenos so-


ciales. Por otra parte, la investigación de campo y otros aportes
eran difundidos en conferencias, cursos y revistas: Memoria de la
Sociedad de Ciencias Naturales La Salle, por los años 40; Acta ve-
nezolana, órgano de la Sociedad Venezolana de Antropología,
1945; Revista Venezolana de Folklore, 1947; Archivos venezolanos
de folklore, UCV; Revista Nuestra Tierra, 1951; Boletín del Insti-
tuto de Folklore; Boletín indigenista venezolano, órgano de la Co-
misión indigenista, Ministerio de Justicia, 1953; Boletín del Museo
de Ciencias Naturales, 1955, así como publicaciones de las uni-
versidades y de otros organismos que el instituto recibía, no sólo
del país sino de distinta procedencia: México, Perú, Argentina, Co-
lombia y otros lugares. El intercambio de publicaciones e inves-
tigadores muestra la atención recibida en aquellos momentos por
el Folklore y la Antropología, asociación que por 1952 dio sede al
Servicio de Folklore en el Museo de Ciencias.
En cuanto a la actividad cultural, en distintos momentos y or-
ganismos reunió a músicos, poetas, escritores, antropólogos, in-
vestigadores y otros intelectuales como Juan Pablo Sojo, Rafael
Olivares Figueroa, Fernando Madriz Galindo, Gilberto Antolínez,
J.M. Cruxent, V.E. Sojo, Antonio Lauro, J.B. Plaza, Inocente Ca-
rreño, M. Acosta Saignes, Walter Dupouy, Miguel Arroyo, Miguel
Cardona, Arturo Croce, Julio de Armas, Francisco Tamayo, Julio
Febres Cordero, Juan Bautista Plaza, Ángel Rosenblat, José A. de
Armas Chitty, Enrique Planchart Loynaz y los pintores Rafael
Egea López y Abel Vallmitjana, que recogían imágenes de la cul-
tura popular. Por otra parte un investigador húngaro, Tobías Laf-
fer, realizaba por todo el país un amplio trabajo de filmografía y
discografía de expresiones tradicionales. Sergio Moreira divulgaba
música tradicional para escolares. Y nació la danza nacionalista de
Yolanda Moreno, bailarina de El Retablo de Maravillas y Danzas
Venezuela, que dirigía Manuel Rodríguez Cárdenas.
Por la época participaban en la vida nacional muchos refugia-
dos de la posguerra europea, experiencia que nutría la sensibilidad

19
Sonia García

social de Carreño; aquellos profesionales, con formación política y


espíritu de lucha, dejaron valiosos aportes al país en distintos cam-
pos, desde la formación de nuevas generaciones, a la introducción
de patrones urbanísticos, de alimentación y más. Mientras tanto
la situación política de Venezuela, cada vez más compleja, avan-
zaba hacia la violencia que caracterizó la siguiente década…
Fue una época de intensa actividad. El maestro, además de
participar en la organización del festival de 1948, actuó en dos o
tres películas y recibió encargo de piezas para la filmación de la no-
vela Cantaclaro de Rómulo Gallegos18. Organizaba charlas en la
UCV, en el Instituto de Filología, el de Antropología y en otros or-
ganismos; estudiaba inglés, asistía a tertulias y elaboraba fichas
de sus lecturas de folklore, historia, sociología, filosofía, mitología
y otras materias, mientras sus adversarios lo tildaban de empí-
rico. En medio de múltiples actividades y tensiones adoptó una
disciplina espiritual de meditación y yoga.
Por iniciativa propia o invitado por distintos organismos, Ca-
rreño investigó en Barlovento19, en el litoral central, en Oriente20
y en los estados Apure21, Táchira22, Yaracuy23, Lara, Zulia, Delta
Amacuro24 y en otros lugares junto con valiosos especialistas. En
1953 anunció que dedicaría un libro polémico a la trayectoria del
folklore y su importancia en la investigación histórica25, pero luego
no se menciona más el asunto26. Por la época investiga cantos de
18
«Jira de investigación…» El Heraldo (Archivo Carreño, s/d).
19
«Grabación»… Últimas Noticias, 06-05-1952.
20
«El folklore de la isla de Margarita investiga la Sociedad de Ciencias…» El
Nacional, Caracas, 1-9-53.
21
«Descubrimientos folklóricos…» El Heraldo, Caracas, 1951.
22
«Nos visita una comisión…» Diario Católico, San Cristóbal, 13.5.1949.
23
«Juan Pablo Sojo, ob. cit.».
24
«Para tomar grabaciones y fotos de danzas de indios guaraúnos fue invitado
Francisco Carreño», El Universal, Caracas, 4-7-1957.
25
El Nacional, 21-4-1953, p. 26.
26
En varias ocasiones Carreño anunció planes de publicar obras que no se lo-
calizan, por lo que cabe preguntar si permanecen en algún archivo, si fueron
desglosadas en artículos, o si desaparecieron con otras pertenencias, en algún
allanamiento, por ejemplo.

20
APORTES DE FRANCISCO CARREÑO AL PROCESO MUSICAL VENEZOLANO

pilón, galerones, polos, malagueñas y joropos en Margarita27. Dejó


además varios cuentos infantiles y creó la colección escolar Vena-
dito, inaugurada con el título El pájaro guarandol28. Valioso aporte
fue también su Método para aprender a tocar cuatro, 1951, publi-
cado en compañía de Miguel Cardona; un nuevo método de cuatro.
Primer año, que data de 1956, completa quizá los dos primeros
manuales de cuatro conocidos en el país.
En 1953 Carreño señala que los archivos del Instituto dispo-
nían de setecientos aires musicales recopilados directamente de
sus cultores y de ochenta piezas de curanderismo que prometí pu-
blicar29. Pero hubo cambios en la institución; designado director
Luis Felipe Ramón y Rivera30, se le ofreció la subdirección a Carre-
ño, cargo que el maestro no aceptó por considerar la acción como
despido indirecto. La prensa contrasta declaraciones de ambos in-
vestigadores en una misma página. El nuevo director criticaba for-
mas de enseñar bailes nacionales y ofrecía aplicar conocimientos
adquiridos en Argentina31. Carreño, por su parte, informó que, con
apoyo del Ministerio de Educación, abriría una escuela de instru-
mentos criollos totalmente gratuita32.

27
«Investigadores folklóricos»… El País., sd. Archivo Carreño.
28
«Índice Cultural», El Heraldo, 17-12-1950.
29
El Nacional, 21-4-1953, p. 26.
30
«Ramón y Rivera nuevo director», El Nacional, 28-7-1953.
31
«Mixtifican en Caracas los bailes populares venezolanos», El Nacional,
29-7-1953.
32
«Carreño crea escuela de Folklore», El Nacional, 29-7-1953.

21
Escuela de Folklore

Si todos los niños tocasen cuatro, nuestra infancia…


podría mirar al futuro con ojos menos sombríos.
Francisco Carreño

Así quedó Carreño fuera del Servicio de Folklore. Y nació la


Escuela de Folklore33, donde se dedicó de lleno a la enseñanza, que
hasta entonces compartía con múltiples actividades. De este modo
surgió un valioso ensayo de sistematización de enseñanza de la
tradición musical venezolana… y las nuevas generaciones toma-
ron en sus manos instrumentos que muchos consideraban piezas
de exposición o de categoría dudosa…
Los pioneros de la escuela, aún sin local, ensayaban en dis-
tintos espacios: Casa de Aragua, Casa del Orinoco, Casa Yara-
cuy... Pocos meses después, grupos de cuatro, arpa, guitarra
popular y bandolín34, acompañados de charrasca, maraca, fu-
rruco, tambor y cuereta —el acordeón de Cariaco—, entraban en
los más prestigiosos escenarios del país: Teatro Municipal,
Museo de Ciencias, Biblioteca Nacional y en el Aula Magna, la
Sala de Conciertos y la Escuela de Arquitectura de la recién in-
augurada Ciudad Universitaria.
Al grupo se incorporaban estudiantes de los muchos planteles
donde había enseñado el maestro a lo largo de varios años, incluso
ad honorem: escuelas —Bolívar, Caracas, Panamá, Teresa Caba-
llero, Rubén González, Agustín Aveledo, Ramón Isidro Montes,
Martín J. Sanabria, J.A. Pérez Bonalde—; colegios —La Salle, San

33
«La escuela (…) dará clases absolutamente gratuitas» (Archivo Carreño. Pu-
blicación sin identificar).
34
«Concierto de música folklórica»…, El Nacional, 30-6-1954.

22
APORTES DE FRANCISCO CARREÑO AL PROCESO MUSICAL VENEZOLANO

José de Tarbes y Emil Friedman, cuando aún no llevaba ese nom-


bre—; Liceos —de Aplicación, El Alba, Andrés Bello, Instituto
Educacional Altamira—; además de la Universidad Central, UCV
y la Andrés Bello, UCAB.
A sala abarrotada, en novedosa experiencia, el número de in-
térpretes —niños y jóvenes en mayoría—, pasó de 80 a 180, a 300
y más… Dos conciertos por año, —aguinaldos navideños y cierre
de curso, con promoción de alumnos—, difundían piezas del fol-
klore o de distintos autores, incluyendo las del maestro. Los con-
ciertos eran gratuitos, pero hubo festivales con un costo de 1, 4 y
5 bolívares por entrada, a beneficio de los empleados del teatro,
de la Sociedad Anticancerosa y de proyectos sociales como la Ciu-
dad de los Muchachos.
En 1954, al año de abierta la escuela, salió la primera promo-
ción, en homenaje póstumo a Juan Pablo Sojo; las siguientes fue-
ron dedicadas a Primo Moschini, Cruxent y a otras destacadas
figuras, con presentación realizada por personalidades del medio
cultural: Arturo Croce, director del Instituto de Cultura y Bellas
Artes (Inciba) y del Ministerio de Educación; el poeta Carlos Au-
gusto León; Horacio Guillermo Villalobos, director de Pro Vene-
zuela, y otros. Alumnos aventajados como Chelique Sarabia,
Rodrigo Troconis, Melchor Centeno, Alí Agüero y otros jóvenes se
iniciaban como solistas o directores, mientras la prensa capitalina
daba seguro espacio a comentarios y programas.
Y la televisión, llegada al país apenas pasados los 50, acogió
en el año 56 una producción de Carreño, la Lección de cuatro de los
jueves. El espacio, transmitido por la Televisora Nacional, canal
5, no sólo dio mayor amplitud a la enseñanza del instrumento, sino
a la actuación de alumnos de la escuela y otros invitados, además
de ofrecer charlas de difusión venezolanista. Allí debutó Cecilia
Todd cuando tenía unos cinco años de edad; y señala María Te-
resa Chacín que a través del programa aprendió a tocar «Compa-
dre Pancho». Así, por distintas vías el cuatro llegaba a los artistas
en formación.

23
Sonia García

Entre los interpretes de música venezolana por aquellos años fi-


guran cuatristas autodidactas como Jacinto Pérez, llamado el Rey
del cuatro (1897/1975) y Adrián Pérez (1923); arpistas —Amado
Lovera, Juan Vicente Torrealba, Cándido Herrera—; además de
compositores, directores, vocalistas, instrumentistas entre los cua-
les figuran Benito Quirós, Vicente Flores y sus llaneros, Magda-
lena Sánchez, Ofelia Ramón, Lorenzo Herrera, Eduardo Serrano,
Alfredo Sadel, Mario Suárez, Adilia Castillo, Rafael Montaño, el
Dúo Espín y Guanipa, Orfeón Universitario y orquestas como las
de Chucho Sanoja, Luis Alfonso Larrain, Ulises Acosta, Orquesta
Típica Nacional, Aldemaro Romero y otros muchos. También deja-
ron su contribución en el ascenso de nuestra música emisoras, se-
llos disqueros, festivales, programas, comentaristas…
En este contexto crecía un público capaz de apreciar nuestra
música y que por los sesenta aplaudió el trabajo del Quinteto Con-
trapunto, Morella Muñoz, Freddy Reyna, Alirio Díaz y una cadena
que posteriormente incluye a Un Solo Pueblo, Lilia Vera, Quinto
Criollo, Serenata Guayanesa, Grupo Vera, Convenezuela, Vasallos
del Sol y otros muchos artistas y grupos de proyección que por los
años sesenta y setenta mantuvieron el impulso que exitosamente
llevó a difundir músicas del país hasta entonces desconocidas.
Por supuesto, crecía la demanda de instrumentos tradiciona-
les, lo que indujo a los violeros a ensayar nuevos materiales, me-
didas y sonoridades, hasta llegar al cuatro de concierto.
La escuela de Carreño, que seguramente tuvo su parte en aquel
movimiento, amplió aún más sus nexos con los programas escola-
res al ofrecer a los maestros cursos de iniciación científica en el es-
tudio del folklore. Para 1959, —señala Judith Carreño (1991:
16)—, La institución fue adscrita al Ministerio de Educación con
el nombre de Escuela de Folklore «Francisco Carreño».
Una visionaria nota de prensa destacó por la época: «Carreño
es por sobre todo, un ejemplo de voluntad, de perseverancia, de
35
Meridiano, columna de prensa conservada sin fecha en el archivo familiar.

24
APORTES DE FRANCISCO CARREÑO AL PROCESO MUSICAL VENEZOLANO

hombre que ha querido forjar una obra, no sólo de un día, sino con
proyecciones, que alcanzará a varias generaciones»35. Y aun sin es-
perar el futuro, se perciben indicios de esas proyecciones. Así, un
festival de cuatro juntó en Maracay unos sesenta jóvenes de la es-
cuela local con la caraqueña. La agrupación maracayera, que di-
rigía Francisco Quero, adoptó el nombre de Francisco Carreño36.
Otra evidencia del creciente interés por nuestras expresiones mu-
sicales son los preparativos de un festival de cultura nacional que
se realizaría en el Palacio de los Deportes con un programa de arpa
tuyera, baile de tambor redondo y presentación de Florentino y el
Diablo. El comité del festival, además de Carreño, estuvo integra-
do por Antonio Estévez, Vinicio Adames, Abilio Reyes, Mateo Ma-
naure, Rafael Ramos González, Juan Calzadilla, Carlos Augusto
León, César Rengifo, Román Chalbaud, Belén Lobo, Conchita Cre-
dedio, Abigaíl Rojas, Rodolfo izaguirre, Manuel Trujillo, Lorenzo
Batallán, José Ratto-Ciarlo, José Hernán Briceño, Emilio San-
tana, Enrique Capellini y Gilberto Pinto.
Después de 1958 la masificación de la educación y de la activi-
dad cultural registra la apertura de escuelas y universidades, cam-
pañas contra el analfabetismo, ediciones populares de autores
nacionales y del continente que alcanzaban 250.000 ejemplares y
vendían 60.000 volúmenes en un festival.
Paralelamente, no sólo el país y el Caribe, sino el mundo, vi-
vían una convulsión política que movía a jóvenes e intelectuales. Y
las canciones de Carreño, dejando atrás el tono de sus inicios —Al
fin la vi, Dile a tus ojos, Escucha mi canción, Los ojos de Susana,
Canto para bailar niñitos— dejaban paso a una creciente carga
existencial, social y política, desde Indiecito Paramero, Canta cam-
pesino o Soledad, hasta llegar a Prisionero y los himnos compues-
tos de 1962 en adelante: Canto mirista, Canto al pueblo, Canto
para trabajadores de radio y televisión, Adelante juventud y Canto
de los pregoneros «Escrito en los sótanos de la Digepol».

36
«Festival de cuatro en Maracay», El Nacional, Caracas, 17-5-1956.

25
Sonia García

«Francisco, desde 1962 —recuerda Judith Carreño (1991: 6-7)—


vivió la experiencia dura y amarga de la persecución ideológica».
Acusado de participar en acciones políticas, fue separado de la di-
rección de la escuela, que se llamó entonces Escuela Popular de
Música37. El maestro fue encarcelado y su casa allanada, con des-
trozo de bienes y detención de la familia. La experiencia tuvo gran
impacto en el entorno; muchas personas se alejaron. «Soy prisio-
nero pero mi canto libre y valiente no ha de callar», expresa un
valse del maestro.

Así, continúa la autora,

Carreño tuvo un fin injusto y trágico. Su pensamiento social, su con-


vicción política, contraria a la doctrina del gobierno de esa época, le
llevó a vivir alejado de su grupo familiar, pero en esa fría soledad, su
espíritu de músico y poeta lo acompañó siempre: escribió nuevas can-
ciones, himnos, copió y armonizó casi todas sus viejas composicio-
nes… y comenzó a sentir los malestares de la esclerosis múltiple que
fue paralizando sus piernas y callando su voz, pero no así su mente y
sus manos. Escribía mucho y de esta manera se comunicaba con nos-
otros, los que nunca lo abandonamos.

Por la época —noviembre de 1962— elaboró su «Proyecto de


creación del Ministerio de música y folklore» y seguramente es-
cribió las escenas de persecución y tortura de un cuento firmado
con el seudónimo Dale…

El 31 de diciembre —continúa Judith Carreño— tuvo un indulto pre-


sidencial para recibir tratamiento en el Hospital Clínico Universita-
rio… Y el 25 de julio de 1965… a la misma hora, 10:30 p.m., cuando
Inocente estaba dirigiendo un concierto en el Teatro Municipal en ho-
menaje a la ciudad de Caracas, Francisco entregaba su alma al
Señor, en quien siempre creyó.
37
La Escuela Popular de Música se convirtió luego en la Escuela Lino Gallardo,
dirigida por Manuel Enrique Pérez Díaz; en 1984 quedó bajo la dirección de
Carmen Amalia de Adler, quien había sido docente de la escuela de Carreño.

26
APORTES DE FRANCISCO CARREÑO AL PROCESO MUSICAL VENEZOLANO

Francisco Carreño, descendiente de la tradición de Güicha Ca-


rreño, pertenece a una familia musical que cubre ya cinco o seis
generaciones de creadores, directores e instrumentistas donde
sobresalen los nombres del maestro Inocente, de Juan Bautista,
Gregory, Myriam y muchos otros Carreños38.
Francisco dejó una contribución fundamental para el estudio
y valoración de nuestra música y tradiciones. Su acción pionera
en investigación, recopilación, estudio, sistematización y difusión
del patrimonio cultural del país llegó a todo tipo de público a tra-
vés de escuelas, universidades, clubes, teatro, prensa y medios so-
noros —radio, televisión—, instalados en el país en su época. Su
legado se difundió a través de cursos, festivales, conciertos, dis-
cos, creaciones musicales, cuentos, artículos, compilaciones, mé-
todos de cuatro…
Las incidencias de su labor, junto con las de colaboradores anó-
nimos y artistas contemporáneos en pro del patrimonio espiritual
del país, requieren un detenido estudio. Seguramente dejaron su
contribución en la formación de un público que comenzó a llenar
escenarios para escuchar a los alumnos de su escuela. En parti-
cular, se le reconoce la masificación del cuatro.
Extrañado del ambiente en una etapa de pleno ascenso de la
música venezolana, sus éxitos cayeron en el silencio; sin embargo,
no han faltado reconocimientos a su memoria y a su valioso le-
gado, desde el homenaje que al fallecer le rindió el Orfeón Uni-
versitario. Han seguido escritos de distintas personalidades,
especialmente en la capital y en la fiel Margarita, además de pro-
gramas radiales y evocaciones de muchos artistas, incluyendo ho-
menajes musicales como el que le dedicó el mandolinista Iván
Adler el 2 de noviembre de 1996 en la iglesia de El Hatillo. A pro-
pósito, el Tríptico folklórico de Adler recrea dos compilaciones em-
blemáticas de Carreño, El Sebucán y El Chiriguare, junto con una
pieza recogida por otra figura simbólica, el maestro Sojo.
38
Ver: José, Peñín, Enciclopedia de la música en Venezuela, (2vols.), Fundación
Bigott, Caracas, 1998.

27
Obra musical

La faceta que menos atendió la prensa en vida del maestro


fue su creación musical. Se afirma que dejo unas cuatrocientas
composiciones pero hasta ahora sólo hemos localizado unos cien
títulos en programas de mano y en partituras del archivo familiar.
Algunas de sus piezas han sido interpretadas por María Teresa
Chacín, Morella Muñoz, Rodrigo Troconis, Un dos tres y fuera y
otros reconocidos artistas. El registro presentado a continuación
incluye obras originales, recopilaciones y arreglos; fechas y otros
datos necesarios no se han podido establecer en todos los casos. El
asterisco (*) que precede ciertos títulos indica que se dispone de la
partitura correspondiente. La interrogación marcada en ciertas
piezas, indica algun punto por aclarar.

Adelante juventud. Aire marcial. 1960.


* Aguinaldo yaracuyano (letra). Música de romería de San
Javier. Recop. Carreño, Cruxent, J.P. Sojo. c. 1948.
* Al fin la vi. Vals. 1941.
* Allá en el Puerto. Merengue lento (o aire de merengue). Ca-
racas, 1938.
* Angelina. Valse. 1939, (En archivo: esbozo y partitura).
El ángel Gabriel (letra). Aguinaldo.
Ay, Corazón. Rec F. Carreño. Curiepe. Dictado por Carmen
Blanco.
* Ay trigueña (o Quisiera estar junto a ti). Pasaje-golpe (golpe
de joropo). Porlamar, 1936.

28
APORTES DE FRANCISCO CARREÑO AL PROCESO MUSICAL VENEZOLANO

La brillante estrella. Aguinaldo. Edo. Apure. Recop. F. Ca-


rreño.
La Burriquita, Recop. F. Carreño.
* Camburalito. Golpe-pasaje (Tonadita). 1954.
Caminito verde. Ángel Briceño (Arreglo a 3 voces: F. Ca-
rreño).
* Canto a la juventud revolucionaria.
* Canto a la mujer. Aire marcial. Julio 62.
* Canto a los caídos en el combate.
* Angelina. Valse. 1939. (En archivo: esbozo y partitura).
* Canta, campesino. Aire de habanera y merengue. 1960.
* Canto al pueblo. Aire marcial. Himno a nuestro partido.
Mayo 1962.
* Canto de los pregoneros. Aire nacional. Junio 1962. Sóta-
nos de la Digepol.
* Canto para trabajadores de radio y televisión. Letra: Héc-
tor Myerston. Aire marcial. Fechado: 30 de julio 1962. Só-
tano nº 1 Digepol.
* Canto para bailar niñitos. Pampatar.
* Canto guerrillero 1. Aire marcial. Abril 1962.
* Canto guerrillero 2, Aire de merengue. Abril 1962.
* Canto guerrillero 3. Aire de marcha o pasodoble. 1962.
Canto guerrillero nº 4 (Ver Trina y Juana).
* Canto mirista. Agosto 1962.
* El campesino.
El Carite (de Rafael González. Difundido en el Festival de
1948).
* El comisario. Guasa. 1936.
Contradanza zuliana. Recop. F. Carreño.

29
Sonia García

* Las coplas de Juan Ramón. Tonada y golpe 1938. Julio Sa-


noja (¿Dedicada a Juan Ramón Barrios?)
* (La) Chipola (Arreglo: F. Carreño).
El Chiriguare (Recop. Cumaná, Edo. Sucre). Presentado en
el Festival de 1948.
El Chicle. Citado en El Heraldo (8-2-1943).
* Dale que dale. Golpe. 1949.
Dile a tus ojos. Guajira. Recop. F. Carreño.
* Dorotea. Merengue. 1960.
Desde esta reja.
Dos héroes venezolanos. Aire de pasodoble o de marcha.
En un veinticuatro. Rec. Carreño. Dictado por Dámaso
García.
Estrellita.
* Escríbeme. Valse. 1939 (No es el bolero de igual título, es-
crito por Castillo Bustamante y popularizado por el tenor
Alfredo Sadel).
* Escucha mi canción. Canción serenata. 1938.
Galerón del gallo zambo. Música F. Carreño. Letra Miguel
Otero Silva.
Golpe de joropo. 1951.
Golpe y pasaje.
Graciela. Valse 1940.
* Güireñita. 1939 (Al pie: Güiria (Edo Anzoátegui (sic). Edic.
patrocinada por Radio Continente).
* Indiecito paramero. Bambuco. Caracas, 1961 (Grabado por
M.T. Chacín, Morella Muñoz).
* Insomnio. Valse. Caracas, 1956. C/c.
* Isidoro y Lorenzo, Merengue. 1961.
Isla de Margarita. Vals, c. 1943 (¿Fco. o Inocente? Citada en
El Heraldo, 8.2.43).

30
APORTES DE FRANCISCO CARREÑO AL PROCESO MUSICAL VENEZOLANO

* Izad ya nuestra bandera. Aire de joropo.


* José Dolores. Merengue 1951 (Grabado: Morella Muñoz).
* Lo que me dijo la brisa. Tonada. Caracas. 1960.
* Los ojos de Susana. Vals, 1944.
* Luz en tus ojos. Aire de contradanza o gaita zuliana. 1958.
* Llégate a Santa Teresa. Pasaje golpe. Sta. Teresa del Tuy
1939 (Trad ingl. Armando Casanova).
* Madrigal. Valsesito (sic). 1942.
* Marcha de los transportistas. Agosto 1962.
* Mare abajo. Vals. Playa de Mare Abajo, 1 agosto 1963. La
Guaira
* Marejadas. Valse. 1959.
* Maremare de los indios. (Recop. F. Carreño. Cumaná. Edo.
Sucre).
* Me robaron la vaquita. Huapango. Aire mexicano. 1939.
* Mi islita. Aire de merengue. 1939.
* La muñeca del bazar. Valse. Caracas, 1943.
* Negro vitoco. Merengue. 1939 (Letra: Miguel Rodríguez
Cárdenas).
* Nuestras dos almas. Canción (estilo habanera). 1943.
Oh, noche (letra. Música P. Lavié). Aguinaldo.
Pájaro guarandol (Recop. F. Carreño. Cumaná, Edo. Sucre).
El palagar. Folklore. Recop. F. Carreño.
Palo ‘e jurel.
* Pa’ que le voy a «contá». Canto revolucionario. Julio 1962.
Sótanos de la Digepol.
Pélate coco. Merengue. 1939.
* Pena india. Valse. 1959.
Polo oriental. Recop. F. Carreño.

31
Sonia García

* Por comer zapoara. Merengue. Ciudad Bolívar 1939 (Lla-


mado La zapoara. Basado en creencias locales).
* Prisionero. Valse. Julio 1962.
* La potranca. Pasaje. 1957 (Letra: A. García Delepiani).
* Quien me lava. Güiria (folklore ¿Recop?).
* Quisiera estar junto a ti (o Ay, trigueña). Pasaje-golpe. Por-
lamar. 1939.
Recuerdos. Vals. 1941.
* Retrato. Valse. 1956.
* El robalo. Recop. F. Carreño. Armonización: Modesta Bor.
* Rocío. Valse. 1956.
* Rosa llanera.
* Se me enfrió el guarapo. Merengue. Caracas. 1944 (Modifi-
cación letra 1963).
Siempre en marcha hasta vencer. Marcha de los transpor-
tistas. Agosto 1962.
La Sirena. Recop. F. Carreño.
Soledad. Valse. Caracas 1958.
Sonia. Merengue. Caracas 1938.
* Suave murmullo (música: L E. Delgado Fuentes). Meren-
gue, Santa Teresa. 1939.
Tacarigua.
Tingulillo. Aire margariteño. ¿Compilación?
* Tigüitigüitos. Recop. F. Carreño.
* Todo fue incierto. Canción serenata (estilo habanera).
Trenzas de amor. Valse. 1939.
Trina y Juana. Canto guerrillero nº 4. 27/12/1963 (Indica:
todas las partes pueden repetirse).
La vaca. Motivo folklórico Rec. F. Carreño.
* Valencianita. Valse. 1939.

32
APORTES DE FRANCISCO CARREÑO AL PROCESO MUSICAL VENEZOLANO

Valentía. Tonada Caracas 1938 (Copia: tonada-golpe).


Venid pastorcillos. Recop. F. Carreño, en Margarita
Victoria Amanda.
* Vuelve a ser. Valse. Arreglo hecho en la Urb. Coche, Cara-
cas, marzo, 1953 (Dedicado a Ana Teresa Gayango).

33
Publicaciones

Los datos faltantes no han sido aún localizados.

CARREÑO, Francisco y Abel Vallmitjana (1947). «Comentarios sobre el


origen indígena del mare-mare criollo». Revista venezolana de fol-
klore, Nº 1, Caracas.
CARREÑO, Francisco y Abel Vallmitjana (1947). Treinta aires del
Oriente venezolano. Caracas, Ministerio de Educación.
CARREÑO, Francisco (1947-48). «El joropo venezolano en la actualidad»,
Acta venezolana t. III, nº 1. Caracas jul-sept. p. 104-111.
CARREÑO, Francisco (1950). El pájaro guarandol, cuento infantil; abre
la colección El Venadito, dirigida a las escuelas. Fuente: El Heraldo
17-12. Índice cultural. Breve nota.
CARREÑO, Francisco y Manuel Cardona (1951). Método para aprender
a tocar cuatro. Caracas. Servicio de Investigaciones Folklóricas.
CARREÑO, Francisco (1951). Nueve danzas y diversiones criollas. Ser-
vicio de Investigaciones Folklóricas.
CARREÑO, Francisco. La influencia negra en el merengue venezolano.
CARREÑO, Francisco. La música de San Javier (estado Yaracuy).
CARREÑO, Francisco, «El tamunangue o Son de negros», Revista Nues-
tra Tierra, Caracas, septiembre 1951.
CARREÑO, Francisco y M. Cardona. Método para aprender a tocar cua-
tro. Caracas, Servicio de Investigaciones Folklóricas, 1951.
CARREÑO, Francisco y M. Cardona (colectores y correlatores). «Juegos
venezolanos. El juego de pichas». Archivos venezolanos de Folklore.
Caracas. Enero-junio, 1952. Y en Cardona, Temas de folklore vene-
zolano, Edic del Ministerio de Educación, 1964.

34
APORTES DE FRANCISCO CARREÑO AL PROCESO MUSICAL VENEZOLANO

CARREÑO, Francisco. «La hornada o jornada». Ideas (?). Caracas,


marzo. s.p.
CARREÑO, Francisco (1951). Folklore del estado Anzoátegui, Caracas,
Mayo.
CARREÑO, Francisco (1952). «El carnaval». El Heraldo, 22-2-52.
Conferencia. Nota manuscrita al pie del texto: «Esta charla dio motivo a
cierto control y vigilancia sobre mi persona por parte del gobierno».
CARREÑO, Francisco (1956). Método de cuatro. Primer año. Caracas,
Escuela de Folklore Venezolano.
CARREÑO, Francisco (1962). Proyecto para la creación del Ministerio
de música y folklore. (Tipeado a máquina). Noviembre.
–Iconografía Galería de luz y sombra. Caracas, Fundef. nº 1005 (El per-
sonaje no está identificado).

35
Fuentes

Informantes:
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Félix Gómez.
Caracas: Inocente Carreño, Remedios (Mello) Carreño; Ismael y Teresa
Carreño Ramos, Pascual García.
Archivos: familia Carreño Ramos y Judith Carreño de Alfonso.
Contiene: documentos de prensa, diplomas, partituras, programas de
conciertos.
ANTOLÍNEZ, Gilberto. «Francisco Carreño, en presencia y potencia po-
pulares. Entrevista a un hombre de neta raigambre popular». Archi-
vo familiar (Periódico sin identificación ni fecha).
CARREÑO, Inocente. Mi infancia en Margarita. 1994.
CARREÑO, Inocente. Margariteñerías. Homenaje.
CARREÑO de Alfonso, Judith (1991). Francisco Carreño. La Asunción.
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LEAL, Ildefonso (1981). Edic. del Rectorado, Historia de la UCV. Cap. 5,
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cierto de Villancicos ofrecido por los alumnos de la Escuela de Folklore
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mano.

36
APORTES DE FRANCISCO CARREÑO AL PROCESO MUSICAL VENEZOLANO

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MARGARITEÑERÍAS (1991), marzo. Nº 235. Homenaje a F.C.
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PLAZA, Juan Bautista. 25-7-1948. «30 cantos del Oriente venezolano». El
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VÁSQUEZ Y VÁSQUEZ, Pedro C. (1978). Noticias sobre personajes mar-
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37
Índice

Dedicatoria . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 5

Nota . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7

Francisco Carreño . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9

Inicios musicales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 10

Por los caminos del país . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13

Escuela de Folklore . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 22

Obra musical . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 28

Publicaciones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 34

Fuentes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 36

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ESTE LIBRO SE IMPRIMIÓ
EN EL AÑO DOS MIL SIETE.
EN LOS TALLERES TIPOGRÁFICOS
DE MIGUEL ÁNGEL GARCÍA E HIJO,
EN LA CIUDAD DE CARACAS

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