Curso para Lectores
Curso para Lectores
Curso para Lectores
INTRODUCCION
Dice la Ordenación General del Misal Romano (OGMR edición 1975) en el número 66:
"El lector es instituido para proclamar las Lecturas de la Sagrada escritura, excepto del Evangelio. Puede también
proponer las intenciones de la oración universal, y, no habiendo salmista, proclamar el salmo responsorial.
"El lector tiene un ministerio propio en la celebración eucarística, ministerio que debe ejercer él, aunque haya otro
ministro de grado superior.
"Para que los fieles lleguen a adquirir una estima suave y viva de la Sagrada Escritura por la audición de las lecturas
divinas, es necesario que los lectores que ejercen tal ministerio, aunque nos haya sido instituidos en él, serán de veras
aptos y diligentemente preparados".
Y dice la Ordenación General de las Lecturas de la Misa (OLM) en el número 51:
"Al ministerio de lector conferido con el rito litúrgico hay que darle la debida importancia. Los lectores instituidos, si los
hay, deben ejercer su función propia, por lo menos los domingos y días festivos, sobre todo en la celebración principal.
También se les podrá confiar el encargo de ayudar en la organización de la Liturgia de la Palabra y de cuidar, si es
necesario, la preparación de otros fieles que, por encargo temporal, han de leer las Lecturas en la celebración de la
Misa".
Y prosigue en el número 52: "La asamblea litúrgica necesita de lectores, aunque no estén instituidos para esa función.
Hay que procurar, por tanto, que haya algunos laicos, los más idóneos, que estén preparados para ejercer este ministerio.
Si se dispone de varios lectores y hay que leer varias lecturas, conviene distribuirlas entre ellos".
Y en el número 54b: "Esta preparación debe ser ates que nada espiritual, pero también es necesaria la preparación
técnica. La preparación espiritual presupone, por lo menos, una doble instrucción: bíblica y litúrgica. La instrucción
bíblica debe apuntar a que los lectores estén capacitados para percibir el sentido de las Lecturas en su propio contexto y
para entender a la luz de la fe el núcleo central del mensaje revelado. La instrucción litúrgica debe facilitar a los lectores
una cierta percepción del sentido y de la estructura de la Liturgia de la Palabra y las razones de la conexión entre la
Liturgia de la Palabra y la Liturgia Eucarística. La preparación técnica debe hacer que los lectores sean cada día más
aptos para el arte de leer ante el pueblo, ya sea de viva voz, ya sea con la ayuda de los instrumentos modernos de
amplificación de la voz".
Con este pequeño curso ofrecemos algunas pistas a los equipos de pastoral litúrgica, para que respondan a este deseo y
necesidad de la Iglesia.
NB. Nos apoyaremos para nuestro curso en OLM, sobre todo el capítulo I: Importancia de la Palabra de Dios.
LITURGIA I. FORMACION ESPIRITUAL
encarga de custodiar su interpretación. La Biblia es una muestra total de esa Palabra inspirada que nos permite discernir las
demás voces para ver si son realmente Palabra de Dios.
La Iglesia venera y sirve dos mesas para alimentar a sus hijos: la mesa de la Palabra y la mesa de la Eucaristía. Leer DV
21; SC 51; OGMR 8; OLM 10.
No son dos mesas independientes, sino relacionadas una con otra. La Palabra se anuncia y se realiza en la celebración
(Cf. DP 918; Lineamenta para el Sínodo de América n. 12). Forman un solo acto de culto. Los discípulos de Emaús
reconocieron al Resucitado en las Escrituras y en la Fracción del Pan (Lucas 24,32-35).
Estamos, pues, en el corazón del cristianismo: la presencia del Señor Jesús en su Palabra. Leer SC 7; OLM 46; SC 24.
LUEGO ACTUEMOS:
a) Leer las citas indicadas en el "Pensemos" y anotar las ideas principales.
b) Hacer una encuesta sobre la diferencia entre Palabra de Dios, Biblia, Revelación, Escritura, Magisterio, Liturgia de la
Palabra. Y escribir las conclusiones, apoyados por algún diccionario teológico.
c) Definir los términos: "Biblia" y "Liturgia".
d) Leer del Catecismo de la Iglesia Católica los números 101 a 114. Escribir las dudas para preguntarlas.
ORACION FINAL:
Rodeando la Biblia, expresan oraciones espontáneas, y terminan dando un beso al libro como signo de veneración a la
mesa de la Palabra de Dios.
LITURGIA II. FORMACION BIBLICA:
- Un libro de ciencia para los orígenes y desarrollo del mundo y la humanidad, una historia de la religión. Es el libro de
la ciencia de la salvación.
- Un libro de tantos en el pueblo. Es la norma, guía y expresión del pueblo de Dios.
- El libro de los protestantes. Ha sido consignado para que todos tengamos la Vida.
LA BIBLIA ES:
"Una carta del Dios omnipotente a su creatura" (San Gregorio Magno).
"Las cartas del Padre celestial dirigidas a sus hijos los hombres que viajan lejos de la patria, transmitidas por los autores
sagrados" (San Agustín y San Juan Crisóstomo).
"Dos fotografías mutuamente dedicadas: la de Dios y la mía" (F. Sierra y L. Evely).
PRIMERO VEAMOS:
Elegir algunas frases que hayan impactado y comentarlas.
Responder a las dudas que tengan sobre lo leído.
AHORA PENSEMOS:
IMPORTANCIA DE LA BIBLIA:
1. La Biblia es Palabra de Dios. Nos es toda la Palabra de Dios, ya que Dios nos habla en la creación y en la historia.
Pero la revelación inspirada es la Biblia. Queda consignada para servir de criterio de discernimiento a toda otra Palabra.
2. La Biblia contiene la Historia de la Salvación, es decir, la serie de hechos concatenados por los cuales Dios se ha
ido comunicando con nosotros. Tiene su culminación en Cristo, Palabras encarnada, preparado por el AT y prolongado
por el tiempo de la Iglesia, hasta la parusía.
3. La Biblia tiene además el valor literario de toda obra, muy rica en estilos.
4. La Biblia es un libro sagrado. Es el libro más importante, pues su autor es Dios. No la escribió directamente, sino se
valió de autores humanos, los cuales pusieron en juego sus habilidades para expresar el mensaje divino según sus
categorías, pero Dios los superaba con su mensaje, expresando cosas que ellos no alcanzaban a vislumbrar en todo su
alcance.
5. La Biblia es el mejor médico para escuchar y recibir al Señor que salva; el mejor camino para conocer el destino de
todo; la mejor manera de conocer a Cristo.
6. Cristo mismo dice que la Biblia es importante: Juan 5,39; Lucas 24,27.32. Igual San Pablo: 2 Timoteo 3,14-17;
Efesios 6,13.17.
7. Por su origen, su contenido, su fin y el modo de comunicar, es muy importante. "Nunca la dejes de tu mano"
(San Jerónimo).
Es la "colección de libros sagrados que, bajo la inspiración del Espíritu Santo, tienen por autor a Dios y como tales han
sido entregados a la Iglesia" (CONCILIO VATICANO I:)
"La Palabra de Dios en cuanto se consigna por escrito bajo la inspiración del Espíritu Santo" (CONCILIO VATICANO
II: Constitución "Dei Verbum")
Dios se fue revelando progresivamente, según la capacidad del hombre, su disponibilidad y su grado de civilización. Por
ejemplo: el mandamiento del amor lo va revelando progresivamente: Génesis 4,23-24; Exodo 21,24-25; Mateo 19,18;
Juan 13,34. Igual, la importancia de la Ley: Mateo 5,1-7.29. O el Matrimonio: Mateo 19,8.
En algunos pasajes se da el sentido típico, es decir, un personaje del AT anuncia uno del NT o un acontecimiento del AT
prepara y anuncia uno del NT. Por ejemplo: Romanos 5,14; 1 Corintios 10,6; Jonás y Cristo (Mateo 12,39-40), serpiente
del desierto y Cristo (Números 21,9; Juan 3,14-15); Cordero pascual (Exodo 12,46; Juan 19,36); maná (Exodo 16,14;
Juan 6,31.59).
Por grupitos o binas leer y sacar resumen de: DV 4, 11, 12, 13, 16, 21 y 25.
LUEGO ACTUEMOS:
ALGUNAS INDICACIONES PARA VIVIR LA PALABRA DE DIOS:
a) Tener el alma vacía y esperando con serenidad.
b) Hacer una lectura de la Biblia, muy lentamente y con pausas frecuentes.
c) Leer desinteresadamente, es decir, no buscando doctrina o verdades, que de antemano predisponen.
d) «Escuchar» al Señor, en una comunicación de persona a persona, de corazón a corazón, con atención receptiva, sin
ansiedad.
e) No esforzarse por entender qué dice el texto o qué quiere decir, sino: «qué me está diciendo Dios en ésto». Puede ser
que no se entiendan frases sueltas, pero sí se capte la totalidad.
f) Subrayar o escribir al margen lo que ha impresionado.
g) En lugar de los nombres propios (Israel, Jacob, Samuel, Moisés, Timoteo...) poner el nombre propio personal, y sentir
que Dios te llama por tu nombre.
h) Si la lectura no te dice nada, quédate tranquilo; tal vez otro día te diga, ya que la hora de Dios no es exactamente
nuestra hora.
i) Como María, dále vueltas en el corazón y en la mente, déjate llenar por las vibraciones y resonancias del corazón de
Dios y manténlas durante el día.
j) En los salmos, imagina qué sentiría Jesús o María al pronunciar las mismas palabras; o colócate en el corazón de
Jesucristo, con su disposición interior y sus sentimientos.
k) Aplica la Palabra de Dios a la vida. Viendo qué criterios de la mente de Dios cuestionan, urgen un cambio en el
pensar y actuar.
l) En conclusión: leer, saborear, rumiar, meditar y aplicar.
ORACION FINAL:
Ensayar el método con algunas citas:
LITURGIA TEMA 4: INTERPRETACION DE LA BIBLIA
TEMA 4:
INTERPRETACION DE LA BIBLIA
ORACIÓN INICIAL
Juan 1,1-5; Hebreos 1,1-4; Deuteronomio 4,10.
PRIMERO VEAMOS
¿Qué dificultades tenemos para entender la Biblia? ¿Por qué la mayoría de personas dice que no entiende o es muy
difícil? ¿Por qué los hermanos separados no ponen estas dificultades?
AHORA PENSEMOS:
Nos podemos acercar al texto bíblico desde distintas perspectivas, para captar su sentido original y actualizar el texto.
Nuestra tarea es descubrir lo que pretendió decirnos el autor humano. Lo ubicamos en su contexto histórico y literario.
El texto amplía y restringe. Amplía, porque puede decir más de lo que pretendió el autor humano. Restringe, porque ya
no podemos modificarlo sino que hemos de respetarlo.
Lo importante es acudir directamente a la lectura del texto, antes que a comentarios, resúmenes, predicaciones, o a
nuestra propia memoria. Es importante buscar qué sucede, qué personajes intervienen, qué actitudes manifiesta o pide,
qué valores presenta, qué criterios ofrece, qué semejanzas y diferencias existen entre diversos relatos, etc.
La Escritura tiene en sí un sentido objetivo. «El que tenga oídos, oiga lo que el Espíritu dice a las Iglesias»
(Apocalipsis 2,7.11.17.29; 3,6.13.22). La Biblia tiene qué inculturarse en las distintas situaciones. Hebreos 4,12-13.
ANALISIS DEL TEXTO EN SU CONTEXTO LITERARIO
Las perícopas o textos sueltos forman parte de una obra. Por éso es necesario conectarlos con lo que los rodea: pasajes
anteriores o posteriores, sección o parte del libro en que se encuentra, temática del libro.
Apocalipsis 7,4 ¿cuántos se salvan? (ver v.9).
Lucas 10,38-42 ¿no acción sino contemplación? (vv 25-37: el buen samaritano: haz tú lo mismo).
Mateo 9,23-27 ¿«lo siguieron» sólo para subir a la barca, o existencialmente? (vv 18-22).
En Lucas aparece la oración de Jesús en los grandes momentos: 3,21-22 (Bautismo), 9,28-36 (Transfiguración).
ANALISIS DEL TEXTO EN SU CONTEXTO HISTORICO
Los textos bíblicos son fruto de una tradición viva, y responden a situaciones concretas de parte de sus autores y de sus
oyentes. Por éso es útil conocer quién escribió, cuándo, para qué, ante qué situación, etc. Es importante saber distinguir
lo que era propio de una visión o costumbre de una época, de lo que es válido para siempre.
Mateo 19,9: repudio a la mujer; Marcos 10,11-12: mujer o marido. Entre los judíos sólo el varón podía tomar la
iniciativa del divorcio; entre los romanos, ambos.
2 Samuel 24: Dios pide hacer un censo, que luego se torció. 1 Crónicas 21: Satán incita a hacer el censo. Aquel es más
primitivo.
Textos donde la enfermedad, la desgracia y la pobreza son castigos de Dios, reflejan el concepto de que la justicia de
Dios se manifiesta en esta tierra, pues Dios nos reveló hasta el último siglo del AT la vida eterna y resurrección (2
Macabeos 7,9; Daniel 12,2-3) y la inmortalidad del alma (Sabiduría 3,1-9).
En un mismo libro puede haber escritos de diferentes épocas. Miqueas 3,9-12: ruina de Jerusalén: 4,1-5: primacía
salvífica de Jerusalén.
LECTURA DEL TEXTO EN SU CONTEXTO CANONICO
Cada libro es como un instrumento en una orquesta para ejecutar una gran sinfonía donde armonizan voces, sonidos e
instrumentos. Hay un mutuo enriquecimiento de sentido entre AT y NT. «In Vetere Novum latet, et in Novo Vetus
patet» (San Agustín, Quest. in Hept.2,73: PL 34,263). La Persona de Jesús y su Misterio Pascual son la clave de lectura.
Cuando los textos se leen bajo la influencia del Espíritu Santo y en el contexto del Misterio Pascual de Cristo y de la
vida nueva que proviene de él, tenemos el «Sentido espiritual».
Cuando en un texto bíblico descubrimos un sentido profundo que el autor no alcanzó a conocer pero que Dios intentó
explicación); las características de personalidad de un autor (campesino, sacerdote, culto, misionero, con su lenguaje,
acentuaciones, temas, frases); la época en que se escribió, el lugar de origen y las lenguas (Arabia, Babilonia, Egipto, Palestina
para AT; Palestina, Turquía, Arabia para NT; en hebreo, arameo y griego); la evolución de las formas (el mensaje primero se
predicó, vivió y transmitió).
La Biblia es como una sinfonía donde el músico contribuye a la armonía del conjunto aportando su sonido.
LITURGIA III. FORMACION LITURGICA TEMA
5: INTRODUCCION A LA LITURGIA
III. FORMACION LITURGICA
TEMA 5:
INTRODUCCION A LA LITURGIA
ORACION INICIAL:
Romanos 12,1-2; Hebreos 9,11-15.
Colocar varios objetos litúrgicos; cada uno toma uno de ellos, y expresa lo que le dice ese signo, utensilio u objeto
litúrgico. Con ellos la Iglesia rinde a Dios su culto oficial, y santifica a las personas y comunidades.
PRIMERO VEAMOS:
La mayoría de las personas se da cuenta de que algo está cambiando en la Iglesia por las celebraciones. Se han revisado
todos los ritos de celebración. Pero ¿en qué se nota que damos un culto a Dios más auténtico? ¿en qué se nota que hemos
crecido en sentido de comunidad a través de las celebraciones? ¿Por qué el pueblo anda inventando signos nuevos en
lugar de profundizar en la vivencia de los signos litúrgicos que ha recibido de la Iglesia como patrimonio? ¿Dónde está
la diferencia entre las acciones litúrgicas y las acciones extralitúrgicas?
AHORA PENSEMOS:
1. LO QUE NO ES LA LITURGIA
a) Un espectáculo sagrado, la forma oficial del culto exterior de la Iglesia, la "etiqueta del Gran Rey".
Dice Pío XII: "No es parte solamente externa y sensible del culto divino, ni el ceremonial decorativo" (Mediator Dei 25)
.
¿Cómo podría ser oración en sí una mera acción cortesana y pomposa, exterioridad y fasto, sin vivencia comunitaria y
salvífica?
Además, los espectáculos no son gratuitos, tienen un motivo meramente social humano, busca ser atractivo para
enganchar gente, y para nada interesa la comunidad.
b) El cumplimiento legal de unos ritos.
Si celebramos por cumplir una norma social o de conciencia, por tradición, costumbre o mandato, somos meros
funcionarios o "borregos".
Pío XII decía que la liturgia no es el "conjunto de leyes y preceptos por los que la Jerarquía ordena el conjunto de
ritos" (Mediator Dei 25).
¿Cómo podría ser culto perfecto, adoración en Espíritu y en verdad, si la convertimos en ritualismo y legalismo?
c) Un acto de culto privado.
No se trata de la piedad individual hecha pública: una acción en la cual no se sienten comunidad, no se unen a ella ni se
identifican con ella, ni se sujetan a sus normas y condiciones, sino que cada quien busca la realización de sus gustos y
hasta procura realizarla en privado.
¿Cómo podría ser eclesial? El culto público no es yuxtaposición de devociones personales. No sería liturgia de la Iglesia,
sino se reduciría a una mera ceremonia.
Y muchas veces se busca sólo el lucro, se ve la celebración como compraventa de un servicio religioso, un negocio en el
cual se regatean los servicios o costos, se buscan padrinos para lucimiento personal, se derrocha en detrimento de otros.
d) La expresión externa del sentimiento religioso natural.
La mera manifestación de nuestra dependencia del ser supremo, válida para cualquier ser humano y cualquier religión.
¿Cómo podría ser ejercicio del Sacerdocio de Cristo, con su originalidad, si se queda en algo meramente antropológico?
e) Una catequesis simbólica o un acto de concientización comunitaria.
La celebración supone y exige catequesis, pero no podemos convertirla en una explicación de todo lo que se hace y se
dice.
¿Cómo podría ser una acción simbólica si prevalece lo racional y verbal?
Menos aún si instrumentalizamos la celebración para inculcar una idea (política, de consumo, de protesta, de vanidad,
de campaña para una acción).
2. LO QUE ES LA LITURGIA
La Liturgia tiene una parte externa y sensible (la celebración y sus signos sensibles), y de una parte interna, invisible y
la naturaleza jerárquica y comunitaria de la liturgia, la unidad de los corazones se alcanza mejor por la unidad de las voces,
los ánimos se elevan mas fácilmente a los cosas celestiales por el esplendor de los cosas sagradas, y toda la celebración
prefigura más claramente la liturgia de la Jerusalén celestial" (MS 5).
No son elemento decorativo o de solemnización, sino parte integrante de la celebración y tarea del pueblo de Dios
animado por un coro o un guía.
El lugar de la celebración no tiene sólo una finalidad funcional, sino tiene un significado simbólico y una tarea
pedagógica. "Debe presentar la imagen de la asamblea reunida, permitir la ordenada y orgánica participación de
todos, y favorecer el regular desarrollo de las tareas de cada uno" (OGMR 257).
CONCLUSION:
La liturgia es el memorial de la obra salvadora de Cristo en la Iglesia a través de un sistema simbólico. La liturgia
contiene toda la obra salvífica de Cristo, preparada y anunciada en el AT, realizada en la plenitud de los tiempos sobre
todo por el Misterio Pascual, continuada en la Iglesia hasta el regreso del Señor. La liturgia es, pues, a la vez, un
momento más de la Historia de la Salvación, y también la síntesis de esa Historia. Todo ésto se explica con el término
"memorial".
El memorial no es un recuerdo subjetivo o una conmemoración. Es un recuerdo eficaz, una celebración que actualiza lo
que recuerda; un sacramento del acontecimiento pasado. Es la convicción de que Jesús resucitado actualiza y nos
comunica en cada celebración la fuerza salvadora de su Pascua. El memorial también adelanta en cierto sentido el
futuro, y lo garantiza.
¿Cómo es posible esa reactualización de un hecho salvador del pasado?
a) En la celebración Dios toma la obra de su Hijo y le da eficacia hoy.
b) Los actos históricos de Cristo perduran en el cielo y entran en la tierra por la acción litúrgica.
c) Cristo lo instituyó expresamente como acción memorial, encerrando el presente, el pasado y el futuro.
Y así todos nosotros somos asociados en el amor y la gloria del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo que desde la
eternidad y hasta la eternidad constituyen su ser.
LUEGO ACTUEMOS:
Clasificar los mismos signos y objetos usados en la oración inicial.
CLASES DE SIGNOS
a) Actitudes litúrgicas : De pie, de rodillas, sentados, postrados, procesiones, manos extendidas, manos elevadas,
imposición de manos, gestos con los ojos, etc.
b) Elementos naturales en la liturgia: Luz, agua, incienso, pan, vino, aceite, etc.
c) Objetos para la liturgia: cáliz, cruz, imágenes, sagrario, candeleros, atril, etc.
d) Lugares: ambón, sede, altar, confesonario, bautisterio, templo, etc.
FUNCIONES DE LOS SIGNOS
Los signos tienen cuatro funciones:
1) PROVOCAN: llevan un mensaje cuestionador y comprometedor para el ser humano (la Pascua de Cristo), que es una
advertencia, un imperativo de cambio.
2) INFORMAN: Los signos, explicados, profundizados e ilustrados por la Palabra de Dios, nutren nuestra vida de fe,
profundizan nuestra adhesión a Cristo y maduran nuestra conversión.
3) EXIGEN UNA RESPUESTA: Invitan a tomar una decisión, asumir responsabilidades y realizar acciones concretas
de testimonio y de servicio a Dios y a los hermanos.
4) INTEGRAN EN LA COMUNION: Quien da su "sí" al mensaje de Dios, se adhiere a la Persona de Cristo y está
dispuesto a seguirlo y a vivir su vida en el encuentro y la santidad; es la máxima eficacia de la liturgia.
ORACION FINAL:
Poner música, y dejar espacio a la libre expresión corporal como oración.
LITURGIA TEMA 6: RELACIONES ENTRE LA BIBLIA Y LA LITURGIA
TEMA 6:
RELACIONES ENTRE LA BIBLIA
Y LA LITURGIA
ORACION INICIAL:
Se coloca en el altar la Biblia y el Santísimo Sacramento. Se adora el Santísimo y se venera el Libro.
Leer Salmo 77/78. SC 24; 56; 35.
Dios se reveló por hechos y palabras. La Biblia nos da las palabras; la Liturgia, los hechos; pero unos y otros se
corresponden y relacionan.
PRIMERO VEAMOS:
¿Qué relaciones se dan entre la Biblia y la Liturgia? Opiniones libres. Explicar por qué la liturgia de la Palabra y la
liturgia eucarística forman un solo acto de culto que no puede separarse. ¿Por qué toda celebración inicia con la Liturgia de la
Palabra?
AHORA PENSEMOS:
1. La Biblia nace de la Liturgia.
Las tradiciones bíblicas se cuajaron en la celebración y se conservaron gracias al uso litúrgico. "Es canónico lo que
recibe autoridad de la lectura pública". La Iglesia consideró norma de su fe y de sus costumbres los libros leídos en la
asamblea litúrgica, y los reconoció inspirados por Dios. De ahí surgió el canon bíblico.
Ya desde el AT, los santuarios y sinagogas fueron guardianes de la memoria religiosa del pueblo; las fiestas eran
memorial de la historia (pascua, pentecostés, tiendas); las narraciones se liturgizaron, y al revivirse cada año se volvía a
vivir el acontecimiento, con toda su fuerza salvadora. Dios había prometido su acción salvadora.
Cuando celebramos, volvemos a hacer presente el contexto donde se originaron las tradiciones, y la palabra se proclama
en un contexto de fe y discernimiento, para seguir realizando la historia de salvación.
2. La Liturgia nace de la Biblia.
El sentido, significado y fundamento de las celebraciones, fiestas y signos es la Biblia. La Liturgia mana de la Biblia
como de su fuente. El culto cristiano, heredero del auténtico culto bíblico, pertenece a la religión revelada, y su
expresión más privilegiada. Por tanto, se apoya y se sostiene en la Biblia.
Se apoya en la Biblia: tiene origen bíblico; de la Biblia se inspiran sus antífonas, oraciones, himnos, fiestas, gestos,
estructuras. Y con un gran dinamismo de culto, que lo hace sacrificio espiritual.
Se sostiene en la Biblia: ésta es su clave de interpretación; tiene muchas alusiones bíblicas. La misma celebración se
convierte en una continua y eficaz proclamación de la Palabra de Dios (OLM 4).
Se proclama y celebra la Biblia directamente. La oración de los salmos, las lecturas bíblicas, son el anuncio de la Palabra
más amplio que tiene la Iglesia, en un contexto de oración.
La Palabra se hace acción y vida. La Palabra de Dios es un elemento de su diálogo con nosotros: creación, historia,
profecía, escritos; el proceso de formación de estos escritos es: hechos, transmisión, fijación por escrito, actualización.
3. La Palabra se hace acontecimiento en la Liturgia.
La Palabra de Dios no sólo se anuncia, sino se celebra y actualiza. El sacramento es la Palabra visible:
"Accendit Verbum ad elementum et fit sacramentum" (Desciende la Palabra sobre el elemento y se hace el sacramento)
. La Palabra ilumina lo que se realiza, lo mete en el plan de salvación para que santifique con el Misterio Pascual de
Cristo.
La misma Palabra anunciada recibe una nueva interpretación según el tipo de celebración, los participantes, el tiempo
litúrgico, las necesidades. Ya no es simplemente lo que el autor quiso decir, sino lo que Dios realiza en su Iglesia. Se da
un contexto nuevo de oración y fe en el cual la Palabra muestra una nueva eficacia. El "hoy" de Dios se hace "hoy" del
hombre, personal y comunitariamente.
La Palabra de Dios es parte del Misterio Pascual de Cristo, anunciado, celebrado y vivido. Las palabra es un signo
litúrgico que participa de la eficacia pascual de la misma. La Palabra alcanza su máximo grado de eficacia en los
sacramentos. Evoca, representa y actualiza el misterio Pascual de Cristo y toda la historia de la salvación. Con el poder
del Espíritu, hace presente a Cristo, como en María en la Encarnación: "Hágase en mí según tu Palabra".
4. Conclusiones.
La única Palabra, Cristo, sigue actuando en el mundo; la celebración litúrgica es una mediación privilegiada de ese
diálogo salvador, con un gran dinamismo. Sigue haciendo así Dios de nuestra historia una historia de salvación, por su
intervención en nuestras celebraciones litúrgicas.
De ahí que su expresión sea la estructura celebrativa: Palabra-Sacramento: la Palabra se concretiza con su máxima
eficacia en un signo-rito-gesto, para la vivencia cristiana personal y comunitaria. Anunciamos, realizamos y
actualizamos la historia de la salvación.
LUEGO ACTUEMOS:
Escribir una carta a una comunidad cristiana exhortándola a aprovechar la Palabra de Dios.
Un equipo ilustra el primer punto con los siguientes ejercicios:
a) ¿Qué diferencias hay entre la Pascua celebrada antes de salir de Egipto, la celebrada en el Sinaí antes de partir, la
celebrada en Siquem al pasar el Jordán, la celebrada en la dedicación del templo, y la celebrada en Jesús?
b) ¿Qué relación hay entre la fiesta de pentecostés judía y el pentecostés cristiano?
c) Leer la oración de bendición de agua bautismal y sacar sus conclusiones.
Otro equipo ilustra el segundo punto con los siguientes ejercicios:
a) Buscar las alusiones bíblicas en las oraciones de un esquema de Misa, en el Ordinario de la Misa y en las anáforas.
b) Ver los signos sacramentales, señalando su sentido meramente natural y el nuevo sentido que le viene por la Palabra
de Dios.
El tercer equipo ilustra el tercer punto con los siguientes ejercicios:
votivas (de devoción) y Misas de difuntos. Trae primero los esquemas, y luego un florilegio de Lecturas correspondiente a los
esquemas.
AHORA PENSEMOS:
Criterios que guiaron la composición del Leccionario:
a) Concordancia temática: el Evangelio constituya el cumplimiento de las antiguas promesas (AT) y el mensaje
inspirador de la vida y de la misión de la Iglesia. Es evidente sobre todo los domingos de tiempos fuertes y las
solemnidades. OLM 65-67.
b) Lectura semicontínua: los fieles puedan escuchar el Evangelio completo a lo largo de los domingos, y en las ferias del
tiempo ordinario los escritos del AT y NT. OLM 69.
c) Tematización ocasional. Mayor conocimiento de la Escritura y vivencia del Misterio Pascual de Cristo en una
circunstancia concreta. Restituye su esplendor celebrativo y simbólico a la proclamación litúrgica de la Palabra de Dios.
Es Palabra que Dios dirige hoy al ser humano para que sea iluminado y salvado. OLM 70-72.
d) Comunicación humana. Entrar de modo vital en el lenguaje de la Sagrada Escritura y en plan de salvación. Supone
escucha, comprensión, amplificación, lectura clara, competencias técnicas.
Criterios para la selección de textos: OLM 78-84.
Los domingos y fiestas tienen tres lecturas: AT (Palabra profética); NT (Palabra apostólica) y Evangelio (Palabra
evangélica). Los domingos están en un ciclo de 3 años; entre semana en años pares e impares para la primera lectura.
Así conocemos la Palabra de Dios a lo largo del año litúrgico.
a) Leccionario dominical. El año de cada ciclo se rige por el Evangelio que se proclama: año A el Evangelio de Mateo,
año B el de Marcos; año C Lucas. Juan se lee en Cuaresma y Pascua, y el capítulo 6 en ciclo B.
b) Leccionario semanal. En el tiempo ordinario, la primera lectura es del AT o Cartas y Apocalipsis; en tiempo pascual
de Hechos; tiene un ciclo de 2 años (año par y año impar), salvo Adviento, Navidad, Cuaresma y Pascua que no varían.
El Evangelio se distribuye en un ciclo que se repite cada año.
c) Leccionario para misas de los santos, por diversas necesidades y votivas. Hay textos propios para algunas
solemnidades, fiestas y memorias; hay un fondo de texto para las misas de sacramentos y por diversas necesidades. Se
elijan por razones pastorales, buscando el bien de los fieles, de acuerdo con los participantes, y sin detrimento del ciclo
ordinario de Lecturas, sobre todo dominical.
Criterios de organización.
a) Tiempo de Adviento.
Los domingos el Evangelio marca la pauta, presentando la segunda venida de Cristo (I), Juan Bautista (II-III) y María
(IV). Isaías profetiza sobre los tiempos mesiánicos. El apóstol exhorta a vivir la esperanza.
Las ferias tienen dos períodos: del inicio del tiempo hasta el 16 de diciembre inclusive (lectura semicontínua de Isaías, y
Evangelio acorde; desde jueves II Evangelio del Bautista); y del 17 al 24 de diciembre (Evangelios de la Infancia, y
profecías mesiánicas notables).
b) Tiempo de Navidad.
Solemnidades, fiestas y domingos. La Vigilia y las tres Misas de Navidad, así como Epifanía y Bautismo del Señor, se
tomaron las lecturas de la tradición romana. El domingo de la Sagrada Familia combina virtudes familiares e infancia de
Jesús. La octava de Navidad se habla de María madre de Dios y el nombre de Jesús. Domingo II: la Encarnación.
Ferias. El 27 diciembre inicia lectura semicontinua de 1 Juan. Los Evangelios hablan de las manifestaciones del Señor.
b) Tiempo de Cuaresma.
Evangelios de los domingos: tentaciones de Jesús (I); transfiguración (II). Ciclo A y catecumenado: samaritana, ciego de
nacimiento y Lázaro. Ciclo B: glorificación de Cristo por la cruz y resurrección. Ciclo C: conversión. Domingo de
Ramos: entrada de Jesús en Jerusalén para la procesión, y Pasión y muerte para la Misa. Las primeras lecturas se refieren
a la historia de la salvación.
En las ferias, el Evangelio concuerda con la primera lectura, presentando los temas de la cuaresma y su espiritualidad.
Del lunes IV, lectura semicontinua de Juan. Primeros días de la semana santa: cánticos del Siervo. Misa crismal:
mesianismo de Jesús y continuación en la Iglesia por los sacramentos.
c) Triduo Pascual.
Jueves santo: Pascua del éxodo; Pascua eucarística; lavatorio de los pies. Viernes santo: Siervo doliente, ofrenda
sacerdotal, Pasión según Juan. Vigilia Pascual: maravillas de la historia de la salvación (1-7); Bautismo; Resurrección.
Misa de Pascua: sepulcro vacío; por la tarde, discípulo de Emaús.
d) Cincuentena Pascual.
Los domingos nos hablan de las apariciones del Resucitado (I-III), el buen Pastor (IV), discursos de la Cena y oración
sacerdotal (V-VII). Primera Lectura: selección de Hechos de los Apóstoles. Segunda: 1 Pedro (ciclo A), 1 Juan (B),
Apocalipsis (C).
En las ferias hay lectura semicontinua de Hechos. La octava de Pascua se leen las apariciones del Resucitado. Los demás
a) Presidente de la asamblea . OLM 38-43 . Escucha la Palabra; la proclama; y facilita su asimilación. Momento
cumbre: homilía.
b) Fieles: OLM 44-48. Reciben la palabra, la responden con fe, la oran. Papel importante: salmo responsorial, profesión
de fe, oración universal.
c) Lectores. OLM 49-55. Es el ministro litúrgico de la proclamación de la Palabra de Dios en la celebración. Presta su
voz para que el Señor hable a su pueblo. Es un profeta, el porta-Palabra que posibilita que Dios se haga presente en su
asamblea. Es el intermediario entre Dios que habla y el pueblo que recibe su mensaje de salvación por la fe y la
conversión.
Es un verdadero ministerio, no un servicio ocasional. Supone vida de servicio a la comunidad en la proclamación de la
Palabra (evangelizador, catequista, orientador bíblico, educador religioso, consejero). Requiere una preparación bíblica,
litúrgica, técnica y espiritual. Cuatro pasos en Ezequiel 3,27.
Está al servicio de la Palabra. No sólo lee bien, sino puede encuadrar el texto en la Biblia y en la Historia de la
salvación, y transmitir una espiritualidad bíblica, en el marco de la liturgia y de la nueva evangelización.
Su oficio litúrgico es la proclamación de las Lecturas bíblicas en la asamblea litúrgica. De ahí se deriva que cuide la
preparación de los fieles para su comprensión y los eduque en la fe.
d) Salmista. OLM 56;
e) Diácono. OLM
f) Monitor o comentador. OLM 57.
LUEGO ACTUEMOS:
¿Cómo vemos la actuación de cada uno de los actores? ¿qué sugerencias damos para mejorar su función? ¿qué actitudes
o comportamientos deberían quitarse?
ORACION FINAL:
Ante un icono de Cristo, cada uno va expresando en voz alta su sentimiento por ser llamado a transmitir la Palabra, y
pide perdón por sus fallas en la realización de esta misión. Encienden una luz y terminan con el Padre nuestro.
LITURGIA TEMA 10: EL LECTOR
TEMA 10:
EL LECTOR
ORACION INICIAL:
Se pone en letrero grande el siguiente texto bíblico:
"Cuando Yo te hable,
abriré tu boca,
y tú les dirás:
Así dice el Señor".
En el texto visto hallamos los elementos de un lector, que es continuación de un profeta, el mediador del diálogo entre
Dios y su pueblo, el último eslabón de los profetas y apóstoles.:
1) "Cuando Yo te hable": Dios le llama, le habla, él escucha a Dios, sabe que el mensaje es para él en primer lugar, está
atento.
2) "Abriré tu boca": Dios le abre la boca, le quita resistencias, le va capacitando, no es mero instrumento muerto, sino un
convencido que no puede callar lo que ha experimentado, pone en juego todas sus capacidades.
3) "Tú les dirás": Habla al pueblo de Dios, con palabras, con gestos, con acciones. Desarrolla una comunicación
efectiva, con todas sus técnicas, para dar un mensaje y suscitar una respuesta.
4) "Así dice el Señor": No habla en nombre propio, sino del Señor; no se presenta a sí mismo, sino al Señor; no
conquista para sí o para un grupo, sino para el Señor. Es servidor y no dueño de la Palabra.
¿Qué nos dice ésto?
Repetir la frase para sí mismo. Luego decírsela al vecino. Finalmente a su grupo. Comentar su experiencia de
comunicación de un mensaje. Y hacer oración espontánea.
PRIMERO VEAMOS:
¿Qué significa leer? ¿Qué diferencia habrá entre leer en público una obra literaria cualquiera y leer la Palabra de Dios?
¿Qué diferencia hay entre leer un informe público y proclamar la Palabra de Dios en la asamblea litúrgica? ¿Supone
alguna diferencia en la forma de leer? ¿Qué relación hay entre leer y escuchar? ¿Cuál es la diferencia entre oír y
escuchar?
Leer es dar vida a un texto; dar voz a un autor; decir un mensaje vivo, que produce apelación, crisis, comunicación.
Comunica espíritu, da vida a la palabra, da expresión; no es letra neutra, ni teatro.
Leer la Palabra de Dios no es una mera fuente de enseñanza, ni evocación de hechos pasados, ni una fase preparatoria de
d) Sentido de lo sagrado, del respeto reverencial a Dios, del sentido del gesto y de la expresión de los signos, ya que la
Iglesia encuentra y expresa la presencia y acción de Dios a través de esas realidades sensibles.
e) Comprender la Misa y vivir el Misterio Pascual.
LUEGO ACTUEMOS:
¿Qué diferencia hay entre un ministerio y un servicio? Todo ministerio es un servicio, pero no todo servicio es
ministerio.
El ministerio es un servicio en un área importante de la misión de la Iglesia (anunciar la Palabra, celebrar el culto,
organizar la caridad, formar la comunidad), realizado de modo más o menos permanente (no ocasional ni eventual), por
parte de una persona que tiene la adecuada cualificación y capacitación, y que ha recibido una encomienda pública por
parte de los responsables de la Iglesia con un compromiso de cierta permanencia, conferida a través de un rito litúrgico,
y que la comunidad cristiana experimenta y reconoce.
El ministerio se ejerce en la vida ordinaria de la comunidad; el servicio, en un acto concreto y pasajero. Lo mejor es que
quien ejerce el servicio en la celebración sea quien de ordinario ejerce el ministerio en la vida de la comunidad.
Funciones del ministro lector en la comunidad:
1) Proclamación de las Lecturas en la asamblea litúrgica . Para éso el obispo le entrega el Libro santo diciendo:
"Recibe el Libro de la Sagrada Escritura y transmite fielmente la Palabra de Dios para que arraigue y crezca
vigorosamente en el corazón de los hombres". Supone la capacitación necesaria para la comunicación de un mensaje, la
consciencia de ser portador de la Palabra, profeta de quien Dios se sirve para despertar la fe, y la posibilidad de hacer
una buena monición que ubique la Lectura en su contexto histórico, literario, litúrgico o espiritual. Donde no hay
sacerdote, puede presidir las Celebraciones de la Palabra. Capacita a otros jóvenes para que sean lectores, primero como
servicio y luego como ministerio.
2) Organizar la evangelización y formación en la fe de la comunidad. Cuida de la preparación de los fieles para que
comprendan la Palabra, aplica el Evangelio a las situaciones de vida, y educa a la vida sacramental evangelizada.
Sostiene, pues, iniciativas que apoyen la formación en la fe de niños, adolescentes, jóvenes y adultos, ancianos y
enfermos, personas que se preparan a los sacramentos, agentes de religiosidad popular, comunidades de escucha, grupos
de evangelización, círculos bíblicos, visiteo familiar, defensa de la fe, etc. Es un testigo, maestro y educador que orienta
y guia a los catequistas más jóvenes y coordina sus actividades. Se realiza en plena comunión con los pastores.
Cada uno redacta una solicitud en la cual pide ser admitido como Lector de su comunidad, indicando sus compromisos
y los apoyos que espera. Pueden pedir consejo a otros, o discutir en grupos la conveniencia o los inconvenientes que
haya.
ORACION FINAL:
Ante el crucifijo cada uno hace entrega de su carta.
EXAMEN O EVALUACION:
Ubicar la Lectura en la celebración y el tiempo litúrgico.
Tener sentido del Misterio celebrado.
Comprender y vivir el texto, y transmitir fiel y eficazmente su contenido.
Conocer las celebraciones litúrgicas (Misa, sacramentos, liturgia de las horas) y su estructura (ritos iniciales, Liturgia de
la Palabra, liturgia sacramental, ritos de conclusión).
Conocer los tiempos litúrgicos y su carácter peculiar. Conocer el sentido de las fiestas del Señor, de María y de los
santos.
Saber la estructura y partes de la Liturgia de la Palabra.
Conocer el Leccionario y saber manejarlo (saber el ciclo dominical y semanal, la estructura del libro).
Realizar dignamente los movimientos litúrgicos (inclinaciones, genuflexiones, signaciones, etc.).
Es un verdadero ministerio eclesial, y no sólo un servicio ocasional. Supone vida de servicio a la comunidad en cuanto a
la evangelización.
Coordinarse con los demás actores de la celebración, sobre todo el presidente de la asamblea y el animador. Participar
con los demás lectores en un curso.
se preguntan: ¿Qué es más importante: preparar el altar externo, o preparar el altar interno a la Palabra de Dios? ¿Cómo lo
preparamos, en nosotros mismos, y en los demás?
PRIMERO VEAMOS:
En general, la gente lee poco; sabe leer, pero sólo lee cómics o los textos obligatorios de la escuela, muchas veces sin
entenderlos. Podemos leer por curiosidad, o para matar el tiempo, o para aumentar la cultura, o para capacitarnos en el
trabajo, o para resolver un interrogante, o para discutir con el autor, o para servir a los demás. ¿Cuál será la finalidad de
leer la Palabra de Dios a la asamblea litúrgica?
¿Cuáles son los principales defectos que vemos en los lectores? ¿Qué recomendaciones les haríamos? ¿Qué opinas de
los que al momento de las Lecturas dicen: "¿Alguien gusta pasar a leer?" ¿O de quien está buscando la página, no tiene
el micrófono encendido, o lee una lectura correspondiente a otro día? ¿A qué se deben estas fallas?
AHORA PENSEMOS:
El texto debe ser preparado antes de la Misa. Sólo así evitamos la improvisación, y ofrecemos a Dios nuestra voz para
que salve eficazmente a los oyentes.
Cuidar que sea la Lectura que nos propone el Leccionario para este día. No tenemos derecho a sustituir las lecturas
según nuestros gustos o elecciones. Debemos tener gran fidelidad a los textos previstos por la Iglesia.
Comprender el sentido del texto y conocer el contexto de la celebración. Me lleno del mensaje que contiene el texto.
¿Qué quiere Dios decirnos de sí mismo, de nosotros como comunidad, de nuestra vida histórica, en esta celebración
concreta?
No es fácil leer la Biblia a los demás. Supone que vivimos previamente el texto, con actitud despejada, humilde y
objetiva. El lector es el primer destinatario de la Palabra.
Yo no soy el que se irrita, el que consuela, el que exhorta, sino Dios. No puedo leer el texto de modo monótono e
indiferente, sino sintiéndome yo mismo interpelado y comprometido interiormente. Y presto mi voz y mis labios al
Señor; me dejo convertir en canal del diálogo de Dios con su pueblo.
Pasos de una preparación remota:
Leer el texto, entender su significado, conocer su estructura, pronunciarlo en voz alta o a mediana voz.
Individuar su género literario: lírico, meditativo, narrativo, doctrinal.
Buscar las palabras claves y hasta la frase más importante para resaltarlas (con lápiz en el Misalito).
Leer el libro en voz alta, ante alguien que haga observaciones (hay palabras que mentalmente se leen fácilmente, pero
son difíciles de pronunciar).
Técnicas de lectura:
Indicar las pausas (por ejemplo: / = pausa de un segundo (coma, media frase); // = pausa de dos segundos (fin de frase,
punto); leyendo pausado y con silencios hace que el sonido llegue al cerebro y cobre significado.
Hacer pausa antes de una palabra que se quiere resaltar; o de un verbo de acción; o de una cantidad expresada en un
número grande; o de palabras de paso ("pues", "entonces", "ahora").
Una lectura para una comunidad numerosa o un lugar grande debe hacerse más lentamente, a causa de la distancia y del
volumen, aunque haya excelente sonorización.
Cuando hay mucho eco, debe leerse muy lentamente. Cuando hay ruidos que distraen (campanas, trailers, puertas, niños,
ambulancias), interrumpir la lectura hasta que pueda escucharse.
Hablar en tono más alto al de la conversación ordinaria, como cuando nos enojamos; y proyectar la voz lejos, hasta el
más lejano, como cuando llamamos a alguien; de eso va a depender el volumen.
Evitar la cantinela del alumno de primaria que deletrea o del merolico que vende, para dar la debida entonación,
sabiendo que es interesante lo que anunciamos, evitando mantenerse en agudos o graves.
Vocalizar bien, pronunciando distintas las vocales y sin omitir sílabas ni terminaciones.
Atención a la pronunciación de las "b", "c" y las "p" que golpean el sonido como disparo; de las "s" que silban; de las
terminaciones "ado" que se convierten en "ao", de los diptongos, etc.
Atender a los acentos para la pronunciación, pues un cambio de acento puede cambiar la palabra. Con un lápiz en el
misalito puede señalarse el acento de la palabra que no se conoce bien, sobre todo nombre propios.
Colocar el micrófono a la debida altura. No soplarlo, sino buscarle el botón de encendido, dar un golpecito a la base para
asegurarse que funciona.
Leer del Leccionario, no del Misalito ni de la hojita. El libro abierto en la página debida y bien asegurado.
Leer recto, apoyado sobre los dos pies, las manos apoyadas sobre el atril. Preferible levantar el libro con una mano que
estar agachado.
Respirar lento, profundo, abdominalmente. Mira con calma a la asamblea antes de iniciar, para tomar posesión del
auditorio. Con un dedo puede indicar dónde va leyendo, para mirar al público y no perderse.
Las indicaciones en color rojo son como las señales de tráfico: el punto es la luz roja; la coma es la luz amarilla.
Conviene escuchar las indicaciones y correcciones fraternas de otros.
LUEGO ACTUEMOS
Realizar por grupos o binas los siguientes ejercicios:
- Leer un texto y luego cerrar el libro y decir su contenido con sus propias palabras.
- Leer un texto con una pluma en la boca o un cigarro, para mejorar la vocalización.
- Cantar un texto procurando que la voz salga desde el estómago.
- Leer un texto bien, y luego, cambiarle las vocales: primero pura "a", luego pura "e" y así sucesivamente.
- Frente un espejo decir las vocales para ir viendo la diferencia en el acomodo de la boca.
LITURGIA TEMA 12: LA PROCLAMACION DE LA PALABRA
TEMA 12:
LA PROCLAMACION DE LA PALABRA
ORACION INICIAL
Ponerse un gancho de ropa en la boca, o un pedazo de cinta adhesiva, e invitarse a la alabanza. Leer OLM 7.
Se quitan el obstáculo y comentan ¿en qué ocasiones somos anunciadores mudos? ¿qué nos lleva a éso?
PRIMERO VEAMOS
¿Qué significa proclamar? ¿Es lo mismo que leer en voz alta? ¿para sí mismo?
AHORA PENSEMOS:
La palabra impresa es una palabra muerta. Pero el lector le insufla vida, y se convierte en palabra viva. Proclamar
significa: anunciar a otros. No es un mero leer en voz alta, sino comunicar un mensaje vivo que provoca una respuesta.
No se trata de cumplir con leer, sino de prolongar la acción de los profetas.
La proclamación consiste en anunciar algo a otros. Exteriorizar una vivencia, una reflexión, un descubrimiento, una
vida. Lo que no se ha comprendido no se puede proclamar.
Supone un clima de escucha. Sólo el Espíritu Santo penetra en nuestras profundidades, hace viva la Palabra, y nos hace
proclamar a Jesús como Señor.
Lugar:
El altar de la Palabra y lugar de la proclamación de la Palabra de Dios es el ambón. Sirve exclusivamente para la
proclamación de la Palabra. Siempre desde el ambón y sólo desde él se hacen las Lecturas bíblicas y salmos. El lector
debe colocarse de modo que sea visto y oído por toda la asamblea; no debe esconderlo el atril.
Conviene que los lectores tengan un lugar en el presbiterio, o al menos cerca de él, delante de las bancas; y que en las
Misas solemnes entren en procesión con todos los ministros. Eso facilita su servicio y reduce los desplazamientos;
permite asociarse mejor a la celebración.
Postura:
La liturgia es comunicación en lenguaje total. El oyente tiene oídos e inteligencia, pero también ojos, sensibilidad y
tacto. Interesa, por tanto, el aspecto externo de la comunicación.
Al terminar la oración colecta, los lectores y el salmista pasan al centro del altar, hacen la debida reverencia, y pasan
junto al ambón, al cual van pasando a su debido tiempo de ejecutar su participación. Se debe tomar el tiempo necesario
para llegar a tiempo.
Con calma, sin precipitación, sube al ambón. Se asegura que el Leccionario esté en la página correcta, el micrófono esté
en buena altura, y la asamblea esté sentada y atenta.
Se coloca bien: los dos pies en el suelo (no en uno sólo, equilibrándose e inestable), los talones paralelos y levemente
separados; la punta de los pies como las agujas de un reloj marcando las 10:10 horas; las dos manos sobre los bordes
derecho e izquierdo del atril.
Al terminar de leer, cuando el pueblo dijo la aclamación, hace reverencia, baja del ambón, y va junto a los otros lectores.
Una vez que todos terminaron su función, hacen nuevamente la debida reverencia juntos, y pasan a su lugar dignamente.
Mirada:
Conviene, antes de comenzar la lectura, tomar posesión del auditorio paseando la mirada a toda la asamblea, aunque sin
mirar a nadie en particular. Se abarca con la mirada a todos aquellos a quienes se va a comunicar el mensaje, sobre todo
a los que están más lejos, hasta el fondo del templo o a los lados.
La mirada dura mientras se establece el silencio. Se comienza a leer sólo hasta que hayan cesado los ruidos de bancas,
hojas, murmullos, etc.
No mira a cada rato a la asamblea, sino al final de un párrafo, o tras una frase importante. Con un dedo señala el lugar
donde va la lectura, para no perderse. La verdadera comunicación en el acto de leer no viene de la mirada, sino de la
dicción perfecta con voz intensa y sostenida.
Respiración:
La respiración profunda, abdominal, y pausada, ayuda a controlar los nervios y a pronunciar bien. Muchos leen mal
porque no saben respirar; o se cansan de la garganta, porque no saben respirar. Si respiran desde la parte alta del pecho,
sólo la cuarta parte de los pulmones se llena de aire; al aliento es corto, la palabra es cortada, agravado por el miedo o la
emoción.
Voz:
Cada uno tiene su voz propia; más o menos bonita, timbrada; pero hay que saber utilizarla y aprovecharla. También cada
uno tiene un registro propio, una extensión de la voz, un punto en el cual suena mejor la voz. Se debe hablar alto y lento.
No una voz neutra, sino expresiva, clara, digna, inteligente e inteligible. Hay que evitar una voz fingida, ampulosa,
enfática, que cae mal; y también un tono de voz que sólo se emplea para confidencias o cuchicheos.
Durante la lectura, la voz sube y baja sin cesar. No se puede proclamar todo un texto en tono igual y cansado, sino
subrayando la entonación del texto, con apenas sensibles acentos melódicos. La caída de la voz al final de la frase debe
ser siempre conclusiva. Las frases de un texto pueden compararse a los arcos de un puente: cada uno de los arcos
representa el arranque, la cima y el final de la frase.
La voz humana puede matizar una inmensa diversidad de sonidos, apenas perceptible, y posibilita una enorme novedad
asequible a una acústica perfecta. Por eso, la adecuada entonación del texto es una riqueza de la lectura. El buen lector es
un intérprete, en cuya boca el texto toma vida, resucita.
Tono:
¿Cuál es el tono justo de una lectura bíblica? Depende del género literario del texto. Y depende también del
temperamento, timbre de voz y personalidad del lector.
No es igual el tono de un poema, que de una narración, de una exposición doctrinal, de un regaño, etc. Distinguimos
cinco grandes géneros literarios en los textos que corresponden a los lectores:
a) Relato histórico: tono sencillo, como el de un testigo que cuenta simplemente los hechos que relata o un cronista
radiofónico de un evento. En estos textos se hallan frecuentes diálogos, donde intervienen dos o más personajes; el que
proclama debe cambiar tono según los personajes, y hacer una pausa corta antes del cambio de tono.
b) Exhortación moral: tono más cariñoso, fraternal, como quien aconseja; o a veces con firmeza, cuando se llama la
atención de los destinatarios.
c) Exposición dogmática o enseñanza doctrinal: tono más bien de maestro que enseña, con claridad y precisión, sobrio,
afirmativo.
d) Proclamación profética, himnos y doxologías o alabanzas: tono solemne, sostenido, entusiasta, con un cierto calor en
la voz, como declamador, aunque evitando teatralidades.
e) Texto lírico, salmos y cánticos: tono más elevado, lectura con cierta intensidad; atención a los puntos de exclamación;
la lectura se construye alrededor de una frase, no de una palabra.
En regla general, el tono de una lectura requiere gran sobriedad de variación. Hay que evitar una modulación demasiado
exagerada de las frases.
Evitar bajar el tono al final de las frases. Al contrario, subir un poco el tono al final evita que se pierdan las últimas
sílabas.
Velocidad:
La velocidad correcta se da cuando el lector tiene la impresión de leer demasiado lento. Porque sus ojos van más rápido
que los oídos y la mente de los oyentes; y porque la amplitud del lugar debe ser alcanzada con el sonido sin interferirse
entre sí.
Es indispensable no temer las pausas de silencio entre un párrafo y otro, una sección y otra, una frase y otra.
Dicción:
La comunicación no es sólo verbal, sino del tono de voz, los gestos, el calor humano u hostilidad, la paz o
intranquilidad. Con los ojos damos una primera lectura, pero con voz baja damos una segunda.
Se exige una buena dicción, lentitud precisa, pausas frecuentes, buena pronunciación, no comerse letras ni sílabas, no
cambiar palabras, sacar bien la voz, que se oigan los finales de las palabras y frases, no bajar la voz. No leer rápido, pues
se anula la Palabra de Dios con precipitaciones.
Leer con naturalidad. Interpretar el texto. No separar el sujeto del verbo, ni el adjetivo de su sustantivo. Se sabe destacar
la frase clave que es cumbre del texto, preparándola por una progresión de voz. Proclama con una sola emisión de voz
los grupos de palabras que forman una unidad.
Aunque leer no es cantar, hay un ritmo en cada rase, que debemos encontrar y asimilar. El miedo, la mala postura, la
mala respiración, lo impiden. El buen ritmo depende de: unir las palabras que deben unirse; hacer las pausas donde se
necesite; hacer suspenso sobre algunas sílabas; acentuar las sílabas fuertes.
Pausas:
Se trata de repartir las palabras en unidades, de tal manera que el sentido del texto sea accesible al oyente.
El lector está viendo los signos de puntuación, pero el oyente no; debe descubrirlo por la forma de leer de aquel. Son
signos que van formando pequeñas unidades de palabras, y en la lectura pública van a contribuir a transmitirlas al oyente
c) Que la monición tienda a crear un cierto «suspenso» frente a la lectura, invitando con ello al interés por escuchar el
texto.
ESPINA DORSAL DE LA MONICION
Unas moniciones bien hechas, influirán con el tiempo en que se vaya asumiendo progresivamente el contenido objetivo
de la misma Revelación y ayudarán a que se descubra y se viva en la plegaria lo que el mismo Dios ha querido anunciar
a su pueblo.
Por ejemplo, una monición para la segunda lectura de la Cena del Señor (1 Co 11, 24-26): « En esta noche, en que
estamos celebrando el «nacimiento» de la Eucaristía, el lector va a proclamar el más antiguo texto cristiano sobre la
institución de este misterio».
Son un elemento auxiliar de la liturgia de la Palabra, destinado a facilitar la captación mejor de las lecturas, a suscitar los
sentimientos con que es necesario unirse a las palabras del salmo, a unir los diversos elementos.
Las moniciones no las debe leer el mismo lector, pues perdería relieve la lectura. Normalmente las hace un monitor
dedicado expresamente a ello. O el mismo presidente, como «conductor de la celebración», evitando que su palabra
parezca mas importante que la misma lectura.
Las moniciones de las lecturas han de ser sugerentes, han de «abrir el apetito» respecto a lo que oirá a continuación. No
han de ser, pues, ni un resumen de lo que a continuación se leerá ni una pequeña homilía.
Deben ser muy breves; si se alargan convierten la liturgia de la Palabra en un inacabable sermón con textos
escriturísticos intercalados.
En lecturas que tienen alguna dificultad de comprensión, la monición puede ofrecer alguna explicación que ayude a
entenderla mejor (sin pretender explicarla toda): una palabra, un uso, un gesto, un personaje, un nombre, etc.
La monición del salmo quiere ayudar a despertar los sentimientos de oración que el salmo contiene, vinculados
normalmente con la primera lectura.
La monición del Evangelio (que se leerá, si se juzga oportuno hacerla, antes del aleluya o la aclamación cuaresmal, no
después) tiene el objetivo de disponer a los oyentes a acoger aquella Palabra que hace resonar especialmente la voz de
Jesucristo en medio de la asamblea.
Según el tipo de lecturas y de asistentes, las moniciones podrán ser sólo una al principio, o una para cada lectura y el
salmo, o sólo para las dos primeras lecturas, o ninguna.
Si se emplean moniciones preelaboradas por otros equipos de liturgia, o de otras publicaciones semejantes, es necesario
leerlas previamente y escoger si se leen todas o solo algunas, o si se tienen que adaptar.
También, en determinadas ocasiones (por ejemplo, al empezar el Adviento o la Cuaresma, o la lectura semicontinua de
un determinado Libro), puede ser útil que el presidente inicie la Liturgia de la Palabra invitando a una especial
atención a las lecturas durante aquel tiempo; después de esta introducción, el monitor introduce a la primera lectura y se
sigue como de costumbre.
Siempre que se tengan moniciones en cualquier celebración, conviene que el monitor avise al celebrante para que se
pongan de acuerdo, o se tengan algunas modificaciones, para que la celebración se realice con dignidad.
La monición final, que no parece normalmente muy necesaria, debería ser en todo caso muy breve y cordial («feliz
domingo a todos»), y no un resumen de las ideas de la homilía, sino del tema central o del compromiso sugerido.
CUALIDADES DE LA BUENA MONICION
Dice el Concilio: «... breves, apropiadas, sencillas, fieles al texto, preparadas minuciosamente y adaptadas al matiz
propio del texto al que deben introducir..» «... explicaciones y moniciones oportunas, claras, diáfanas por su sobriedad,
cuidadosamente preparadas, normalmente escritas y aprobadas con anterioridad por el celebrante...»
BREVES: Todos tenemos experiencia de cómo unas intervenciones largas dan al conjunto de la celebración un tono
pesado y aburrido.
SENCILLAS: Se trata de ayudar a captar mejor el contenido de los ritos o de las lecturas. Eso no se logra con frases
largas, queriendo decirlo todo.
FIELES AL TEXTO: Cada pasaje tiene su propio tono y cada gesto ritual su finalidad: la monición debe ayudar a
escuchar la lectura desde la actitud justa (sin manipular su interpretación) y a realizar el gesto simbólico (como el gesto
de la paz) exactamente dentro de su identidad y finalidad.
DISCRETAS: En numero (no hace falta que se hagan todas las posibles, sino las que parezcan mas convenientes, y no
siempre las mismas).
PEDAGOGICAS: Las moniciones se espera que sean pedagógicas, o sea, que produzcan con sus palabras y sugerencias
el efecto deseado: despertar el interés por la lectura, o suscitar la actitud interna desde la que cantar un canto o realizar
un gesto.
PREPARADAS: Todo esto supone que estén bien preparadas. Normalmente por escrito y en coordinación con el
presidente: es importante que haya confluencia de direcciones entre el presidente con su homilía, el que hace las
Cantar la respuesta de relieve al momento, y destaca el papel del pueblo como «presentador» ante Dios de las
intenciones expresadas.
Porque lo mas importante no es tanto el texto de la petición, como el hecho mismo del pueblo cristiano que ora por todo.
PLEGARIAS ESPONTANEAS
Las plegarias espontáneas ayudan a concretar y a acercar este momento de la celebración. Como problema puede
surgir, que solo se refiera a cosas muy propias de la comunidad y pierda su sentido universal.
¿Que hacer? Si la celebración se hace en un grupo pequeño, y se considera conveniente hacer las plegarias de manera
espontánea, el presidente o algún otro debería suplir las faltas de universalidad que muy probablemente se darán. Si la
celebración es en una asamblea dominical normal, es mejor que primero se lean unas intenciones ya preparadas y que
tengan el tono de plegaria universal, y que en algún caso se deje espacio -si la asamblea esta preparada rada- para
intenciones mas espontáneas.
Lo aconsejable es que las lleven por escrito para evitar equivocaciones y no estar esperando a ver quien sale entre la
asamblea.
AHORA PENSEMOS:
Por grupitos o parejas se van a preparar unas moniciones y formularios de oración universal para las principales fiestas
del lugar.
CELEBREMOS:
En torno al altar, hacen sus preces y termina con un canto.
EXAMEN O EVALUACION
Correcta dicción y buena lectura en público.
Buena comunicación: cercanía a las personas, diálogo, liderazgo, acompañamiento personal.
LITURGIA TEMA 15: LA LECTIO DIVINA
TEMA 15:
LA LECTIO DIVINA
ORACION INICIAL:
Canto a la Palabra de Dios y entronización de la Biblia entre dos cirios.
PRIMERO VEAMOS:
Algunos acuden a la Biblia en plan de estudio; se les escapa su identidad de Palabra de Dios. Otros acuden en plan de
aplicación pastoral; pero no escuchan lo que Dios quiere decirles sino lo que les sirve para los demás. Otros van en plan
de oración. Otros llegan a tomar decisiones con la Palabra de Dios. ¿Qué sabes de la Lectio Divina? ¿Conoces algún
método que te permita acudir integralmente a la Biblia?
AHORA PENSEMOS
Una de las formas más apropiadas para volver a las Sagradas Escrituras es la práctica de la Lectio Divina. Esta lectura
orante de la Biblia tiene la impronta de los padres de la Iglesia y ha sido cultivada a través de los siglos en el corazón de
la vida monástica.
1. Que es la Lectio Divina
La Lectio Divina se ha empleado durante todo el tiempo de la Iglesia porque es un método concreto, sencillo, real y
posible para vivir de cada Palabra que sale de la boca del Señor.
El Cardenal Martini dice que la Lectio Divina es el ejercicio ordenado de la escucha personal de la Palabra.
Ejercicio: porque es algo activo; es un momento en que uno se coloca, decide, camina.
Ordenado: porque tiene una dinámica interna sencillísima.
De la escucha: hecha en actitud de adoración y sumisión. En la Escritura no debemos buscar algo qué manifestar a los
demás o algo que nos interese, debemos dejar que Dios nos hable.
Personal: es el momento personal de la escucha, que se corresponde necesariamente con el momento comunitario.
De la Palabra: es Dios quien habla, Cristo quien habla, el Espíritu Santo el que habla. Me habla la Palabra que me ha
creado, que tiene el secreto de mi vida, la clave de mis situaciones presentes... Me habla el Espíritu que penetra toda
realidad económica, social, política y cultural del mundo.
Es un ejercicio de lectura pero también una oración. El ejercicio de la Lectura Orante nos invita a abrirnos unos a otros
para compartir nuestra experiencia de fe y nuestra vivencia de la Palabra de Dios.
La búsqueda del sentido que el texto tiene hoy para nosotros no depende sólo del estudio del texto en sí. Depende
también de la vivencia comunitaria de Cristo vivo. Depende de las preguntas que las personas de nuestras comunidades
ponen al texto.
Por consiguiente, las respuestas que el texto nos da será diferente para las distintas comunidades; pero lo que nos une es
el mismo texto, el mismo Dios, el mismo Espíritu, el mismo Jesús, la misma vida que lucha y quiere salir adelante.
2. Orientaciones prácticas para la Lectio Divina:
El método benedictino de la Lectio Divina o de la lectura orante se concentra en torno a cuatro actitudes básicas,
combinadas entre sí: lectio, meditatio, oratio, contemplatio-actio (Lectura, Meditación, Oración y Contemplación).
Un método es más que sólo un conjunto de técnicas didácticas. Es una determinada actitud que se asume delante del
texto bíblico, derivada de la visión que se tiene de la Biblia, de la Iglesia, de la realidad y de la acción reveladora de
Dios en la vida.
1) La Lectio: trata de descubrir el sentido que el texto tiene en sí. Indica que se ha de leer y releer el texto bíblico, con el
fin de poner de relieve los temas fundamentales, los personajes, las figuras, las acciones y dinamismos del texto.
Devuelve al texto su autonomía e independencia. Lo pone a salvo del peligro de la manipulación. El sustrato de la lectio
es la lectura crítica, fruto de la exégesis científica que sitúa el texto en su contexto literario e histórico.
2) La Meditatio procura descubrir el sentido que el texto tiene para nosotros hoy. Mediante un proceso de rumiar,
meditar y reflexionar actualiza el sentido del texto y lo encarna en nuestra realidad. Aquí la pregunta fundamental es:
¿Qué me dice este texto a mí? Como palabra de Dios vivo ¿Qué me está diciendo hoy? ¿Qué fuerza tienen para mí los
valores permanentes que están detrás de las personas, palabras y acciones. La Meditatio es el corazón de la lectura
orante.
3) La Oratio despierta en nosotros las palabras apropiadas que el texto nos hace decir a Dios. A través de la oración
respondemos a Dios que nos habló en la Lectio y en la Meditatio. La oración es el ambiente y el perfume de la lectura
orante.
4) La contemplatio es la luz que resplandece en los ojos después que terminamos la lectura orante. Es el momento en
que se degusta el texto, captado o entendido como por asimilación, no tanto intelectual, cuanto por connaturalidad; la
palabra de Dios nos nutre. Y es sólo en este momento cuando comienza a nutrirnos; saltarlo o superarlo pensando
enseguida en cómo explicar el texto y decir algo sobre él, nos hace caer en la repetición de cosas banales, triviales, leídas
en otro lugar.
La contemplación es la nueva luz con que miramos a Dios, a los hermanos y hermanas, la vida, la realidad. Es el nuevo
sabor con que aceptamos la vida de la mano de Dios.
3. Los siete pasos de la Lectio Divina
Una vez reconocida la dinámica propia de la “Lectio Divina” podemos comenzar su aprendizaje. La “Lectio” se aprende
por el ejercicio continuo, preferentemente diario. Mejor aún si se cuenta con el apoyo de un acompañante con quien
compartir este camino de oración.
Las anteriores actitudes se han colocado en un esquema de siete pasos con sus respectivas indicaciones para que nos sea
más fácil el “caminar juntos y con el mismo rumbo”:
1) Primer paso: Acogida y oración
La preparación es decisiva para el éxito de la “Lectio Divina”. Para poder escuchar a otro, primero hay que bajar el tono
de voz, hacer silencio, concentrarse. El clima ideal para la “Lectio” es lo que San Juan de la Cruz llamó la
“soledad sonora” (Cántico, 15), es decir, callar el ruido de tantas voces que nos invaden para captar el dulce silbido del
Espíritu en la Palabra de Dios.
Podemos considerarnos preparados cuando hayamos logrado entrar en este silencio receptivo, atento, consciente de la
presencia poderosa de Dios que viene amorosamente a nuestro encuentro con el don de su Palabra.
Muchas veces este momento llega a ser un verdadero combate espiritual. Especialmente en aquellos días en que
tenemos muchos compromisos o tenemos algún problema o estamos cansados o venimos de alguna actividad agitada.
Gracias a Dios, habrá días en que será relativamente fácil entrar en la “Lectio”. Lo importante es tener presente que no
es posible entrar en la inteligencia del texto sin el corazón pacificado y poseído por el Espíritu Santo (Ver Lucas 24, 36.
45. 49).
2) Segundo paso: Lectura del texto bíblico
Abrimos el texto con mucho respeto. En este momento cada letra, cada signo de la Escritura vale mucho. Los antiguos
veneraban las Escrituras casi como la misma Sagrada Eucaristía, no se puede dejar perder ni una migaja.
El respeto al texto se expresa en la renuncia a la imposición de cualquier idea previa, a quitarle o acomodarle nada.
Queremos que éste brille solo: que él hable primero. Buscamos una lectura objetiva, cuidadosa, humilde, siendo
conscientes de nuestras necesidad de ella. Sucede, a veces, que se trata de un pasaje ya conocido. Entonces habrá que
decir como santa Teresita. “Más me vale leer mil veces los mismos versículos (del Evangelio) porque cada vez les
encuentro un sentido nuevo”.
Lo que hay que hacer es leer lentamente desde el comienzo hasta el final, releerlo y volver a hacerlo una vez más. Poco
a poco los detalles van apareciendo y cada palabra va haciendo sentir su peso. Las letras se vuelven imagen, comienzan
a hablar y nosotros nos vamos apropiando de ellas.
3) Tercer paso: Lectura del texto en sí
¿Qué dice el texto? Las siguientes indicaciones sencillas pueden ayudar:
1. Captar las ideas principales:
* Retener las voces fuertes del texto: con lápiz en mano, subraya la(s) frase(s) que más te impactan.
* Subdividir el texto: mientras más subdivido mejor. Es como un pan que se come en pequeños trozos.
* Distinguir quién habla y de qué cosa habla: si es un narrador o es un actor; quién es este personaje, cuáles son sus
características. No será nunca lo mismo cuando habla Jesús que cuando habla otro.
* Ayudarnos de nuestra propia práctica de lectura: para tratar de intuir qué es lo fundamental y qué es lo secundario. Se
aplica todo lo que sabe.
2. Profundizar:
* Hacer preguntas pertinentes sobre el texto.
* Leer las notas de pie de página de la versión (Biblia) que tenemos.
* Consultar los posibles textos paralelos u otras referencias que se indican en la versión.
*Remitir a algún comentario, cuando lo tenemos a la mano.
4) Cuarto paso: Sentido para nosotros
Sentir el texto:
Dar espacio a nuestra propia emoción. Quizás haya una frase que, aunque sea secundaria, nos ha impactado. Pues bien,
hay que apropiársela. Dios me habla en ella. Lo importante es respetar siempre su sentido dentro del contexto: que sea lo
que ella dice y no lo que yo quiero que me diga. Respetar el contexto es la regla primera de la lectura de la Biblia.
Apropiárselo:
* Leer en voz alta el pasaje. Así podremos sentir mejor la emoción de las palabras, su ritmo, su respiración, su énfasis,
sus silencios. Cada página de la Biblia tiene su originalidad. Nunca nos cansará este ejercicio.
* Repetir una frase o una idea que sintetiza nuestra lectura. Repetirla hasta memorizarla.
* Tratar de respetar el texto en nuestra imaginación (cuando el pasaje es narrativo): con una reconstrucción de la escena,
colocándonos en la piel de los personajes. Un poco de fantasía nos da la sensibilidad del texto ¿Qué habríamos dicho
nosotros? ¿Cómo nos habríamos comportado?
* Escribir de nuevo el pasaje: es una antigua práctica que ayuda a la identificación con el texto. Decía Casiano:
“penetrados de los mismos sentimientos con que fue escrito el texto, nos volveremos, por así decir, su autores”.
5) Quinto paso: Meditación y Oración a partir del texto
En la práctica de la “Lectio”, al llegar a este momento, cerramos la Biblia e inclinamos la cabeza ante el Señor. La
meditación es el efecto natural de la lectura, porque ya no sólo hablamos del texto sino también de nosotros. La
meditación se hace con la Palabra caliente, resonando en el corazón. Todo este movimiento se realiza en la interioridad.
En la “Lectio Divina” la meditación tiene características propias que la distinguen de aquella otra que es especulación
mental. Se trata de captar la actualidad de Dios en el caminar, en los sucesos de todos los días, para vivir en sintonía con
El y para dar nuevos pasos según su voluntad. Es una actividad lenta y fatigosa. Por eso Casiano prefería hablar de
“rumiar” la Palabra, es decir, de saborearla lentamente.
Y lo hacemos de dos modos:
Asociamos la Palabra a la vida. Es decir, nos vemos a la luz de Dios, con la mirada de Dios. En este momento emerge
la historia de nuestro caminar en la dirección de Dios o, tal vez, un poco a contra vía.
Asociamos la Palabra con otros textos ya conocidos. Esto nos permite que la Palabra se haga aún más viva y más clara.
Realizamos este ejercicio recordando dos principios: “la unidad de la Sagrada Escritura” y que “la Biblia explica la
Biblia”.
Así el movimiento de meditación hace que se acorten las distancias entre la experiencia del pueblo de Dios y la mía,
entre el ayer del texto y el hoy de su mensaje, entre la Palabra y la vida. Y, por supuesto, con el mismo Dios, su autor,
de quien ahora oímos su voz viva y actual por la que se nos da a conocer lo que quiere de nosotros.
De la meditación nace la primera oración: Señor, hazme comprender los valores permanentes que encierra este texto y
que yo no tengo... se puede manifestar también como petición de perdón o de luz o como oblación.
La oración que brota de la “Lectio” se vive con gozo en el Espíritu Santo (Gálatas 5,22), emoción con la que Jesús oraba
también, porque se siente íntimamente el gusto de Dios, de las cosas de Cristo. El gozo de la alabanza lo invade todo.
6) Sexto paso: Contemplación, compromiso
La contemplación es muy importante; es la alegría de orar; es sentir íntimamente el gusto de Dios y de las cosas de
Cristo. Llegar a este grado es fruto del don de Dios, es fruto de su Espíritu. A partir de la contemplación, último
movimiento de la “Lectio Divina” se comienzan a vislumbrar horizontes en la vida espiritual que la impulsan por
caminos de madurez cristiana.
Porque el Verbo habita en nosotros haciéndose uno con nuestra carne, la práctica de la “Lectio” es una educación
contínua para que tengamos “los mismos sentimientos de Cristo Jesús” (Filipenses 2,5), para sentir, decidir y actuar
según su Corazón. Es, por tanto, una verdadera escuela de los discípulos de Jesús en la que se aprenden los caminos de
Su seguimiento.
La consolación llega a ser como una atmósfera en la que el corazón se puede mover con libertad. Enseña el Cardenal
Martini cómo “sólo de la consolación, nacen las opciones valientes de pobreza, castidad, obediencia, fidelidad, perdón,
porque es el lugar, la atmósfera propia de las grandes opciones interiores. Lo que no viene de este don poco dura, y puede ser
fácilmente sólo fruto del moralismo que nos imponemos a nosotros mismos”.
En lo que se refiere al compromiso, el Cardenal Martini dice: la acción es el fruto maduro de todo el camino...lección
bíblica y acción, no son de ningún modo dos líneas paralelas. No siempre es fácil, lo sabemos por experiencia. Por eso
podríamos siempre orar como lo hacía un santo: “Pero tú Señor, conoces la imposibilidad y la incapacidad que tengo
para amarte. Por eso, Dios mío, dame, si tú quieres, lo que me mandas, después mándame todo lo que tú quieras” (Juan
Eudes)
7) Séptimo paso: Oración conclusiva: Un Salmo cantado que diga relación al tema, un cántico bíblico.
LUEGO ACTUEMOS
Hacer un ensayo en otro día de Lectio Divina con los siguientes textos o con las Lectio del Boletín Diocesano de
Pastoral.
CELEBREMOS:
Preparar la Misa de clausura o el rito de Institución de Lectores si lo habrá.
CONCLUSION GENERAL
DEL CURSO:
El oficio de Lectores como un ministerio eclesial es ahora muy imprtante y necesario.
Amós 8,11: Vivimos tiempos de hambre de la Palabra de Dios.
Lamentaciones 4,4: Abunda el pan pero mueren de hambre porque falta quien lo desmenuce.
Decimos como el profeta: "Aquí estoy, Señor, envíame a mí".
Pero jamás agotaremos el contenido ni la fuerza de la Palabra de Dios.