Entrevista Jordi Savall
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sábado 4 de octubre de 2008 → Cultura → Si hay un arte que no puede tener un museo, ése es la
música: Jordi Savall
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Mirada interrogadora
“La partitura es una especie de Savall habla con una voz cadente y armoniosa. Su palabra es tan
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mensaje codificado sobre el reflexiva y serena como su mirada, que pareciera interrogar de
cual el intérprete saca su forma doliente el por qué de tanto absurdo en la historia del
propia versión”, manifiesta a Hombre. Porque este músico nacido en Barcelona en 1941 es
La Jornada el musicólogo alguien que cuando sujeta con sus manos y con su alma la viola
catalán Jordi Savall de gamba –aquel instrumento en desuso que rescató del olvido–,
se cuestiona “lo que somos y lo que deberíamos ser”.
Foto: Armando G. Tejeda
Savall recibió a La Jornada en su casa, taller y templo en las
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afueras de Barcelona, donde vive rodeado de instrumentos
antiguos –su herramienta de trabajo–, libros encuadernados en
piel, con las hojas amarillentas y con infinidad de “tesoros” en su
interior, puesto que la mayoría están relacionados con la historia
de la música, pero de esa historia que “mutiló” la civilización
Occidental, es decir, la anterior al siglo XIX.
Siglos de amnesia
–¿Cree que esa necesidad que tiene desde pequeño de tocar música desconocida y que no había
escuchado antes nació por una sensación de orfandad frente a la idea de que la historia de la música
estaba incompleta, mutilada?
–No lo sé, pero pienso que es una cosa muy natural buscar en nuestras raíces, en nuestros orí-genes
para encontrar respuestas o explicaciones. Y sobre todo en el arte, pues nos explica lo que somos y
lo que deberíamos ser. Algo que más sorprende cuando se empieza a investigar sobre el pasado es el
por qué de tantos siglos de amnesia en la música. Cómo puede ser que una civilización tan culta,
como la occidental, haya olvidado la mayor parte del patrimonio musical histórico.
–Tengo una teoría muy personal que explica esto. Necesitamos situarnos en 1450, cuando en el
mundo europeo se descubre mediante los árabes la existencia de toda la civilización griega. Este
redescubrimiento de la cultura griega producirá uno de los cambios culturales más impresionantes,
el Renacimiento, y que fue un momento de creación total de nuevas formas.
“Y, ¿qué pasó? Que los creadores descubrieron la belleza de las estatuas griegas, de los avances
arquitectónicos, de la literatura, de la filosofía… menos de la música. No había ninguna música que
pudieran escuchar ni ninguna partitura.
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“Así que no hubo Renacimiento musical, porque no había un modelo sobre el cual renacer. No
existió.
“Hasta principios del siglo XIX se produjo el gran shock, que es cuando Mendelssohn dirigió en
Berlín la primera interpretación fuera de su época de La pasión según San Mateo. Enton- ces se dan
cuenta de que 80 años antes había un genio que había compuesto una música maravillosa que
ningún compositor del momento era capaz de hacer. Y con este mensaje se inicia la recuperación de
los grandes maestros.”
–Pero eso ocurrió hace nada, en términos históricos ayer mismo o hace sólo una hora…
–Así es. Comentaba Aldous Huxley, quien era un amante de la música, que no entendía como es
que se había producido esta terrible amnesia cultural en la cual siglos y siglos de belleza musical
habían estado sepultados bajo capas de modernismo. Éste nos había ocultado la belleza del pasado.
Y ahora es cuando en realidad estamos viviendo un renacimiento musical; estas obras renacen
porque ahora hay artistas que han aprendido a tocar los instrumentos y a entender el estilo de estas
épocas. Por primera vez podemos escuchar en un mismo día la última creación de Stockhausen y un
programa de cantatas de Bach.
–Las partituras más antiguas que se pueden leer son del siglo VIII. Y antes la música existía, como
existe hoy día en todos los países orientales: se hacía, se cantaba y se transmitía por tradición oral.
Llegar a escribir la música nunca ha sido una necesidad en el mundo oriental. Una interpretación de
una raga india es prácticamente imposible de escribirla en notas porque es tan irracional, los ritmos
tan variados y siempre tan diferentes. Esto sólo se puede aprender por tradición oral. Y son legados
que perviven, porque hay una tradición perfecta de maestros a alumnos.
–En Occidente estamos marcados por el mito de Edipo; si no matamos al padre no podemos ser. Si
el alumno no es mejor que el maestro rápidamente se considera fracasado. O de una generación a
otra. Y siempre estamos gestionados por la belleza de la juventud. Creo que eso es una de las
mayores debilidades del mundo occidental, porque estamos gobernados por algo que es efímero. No
hay nada más efímero que la juventud, mientras la sabiduría y el conocimiento con la edad van
aumentando y enriqueciéndose. Y son cada vez más valiosos.
–Claro. La música es el arte más efímero que existe. No la puedes atrapar. Incluso al escuchar un
disco, cuando se ha terminado se queda en tu memoria. En ese sentido la música es el arte de la
memoria por excelencia. Por eso es tan importante que en la interpretación de la música haya
emoción, belleza e intensidad.
“La música existe sólo cuando se canta, se toca. Si hay un arte que no puede tener un museo es la
música. Ésta es siempre viva. La partitura es una especie de mensaje codificado sobre el cual el
intérprete saca su propia versión.”
–En su indagación por la historia de la música, ¿no ha sentido en algún momento rabia u odio por
tantos episodios oscuros en los que la música es triste protagonista?
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–Odio, no. Nunca. Porque creo que la música es un arte que tiene sus propios valores. Y no la hay
buena ni mala. Ahora bien, puede haber la utilización de músicas para objetivos negativos: por
ejemplo, en el Tercer Reich se utilizó para aumentar el espíritu nacionalista germanófilo y el
espíritu nazi de forma tremenda. También en Las Cruzadas se utilizó para convencer a las personas
de ir a matar judíos.
“Siempre ha sido así, pero creo que la música nos habla mediante la emoción profunda y nos toca el
corazón por un camino que no pasa por el intelecto. No tenemos que entenderla. Ésta tiene un
aspecto esencial que le da una fuerza particular: tiene una dimensión espiritual. Cuando perdemos la
capacidad de ser sensibles a la dimensión espiritual, entonces pasa lo que pasó en la Alemania nazi
o en Las Cruzadas.
“Es una deformación de la decadencia humana, en la que hay ciertos momentos en los que nos atrae
más la superficie que el interior. Como nos pasa hoy día, estamos más fascinados por la belleza de
los cuerpos y menos de la belleza del interior de las personas. Esto es típico de la decadencia de una
civilización que ha perdido el equilibrio entre lo bello y lo espiritual.”
–Así es. Estamos muy lejos del concepto de belleza que decía L’Fontaine, cuando hablaba de la
gracia más bella que la verdad. Porque dice que la belleza nos impacta, nos sorprende, pero la
gracia nos toca el alma. Y lo que se necesita para vivir no son impactos ni sorpresas, sino que nos
toque el alma. Pero hoy existe un divorcio entre lo espiritual y lo estético.
–¿No tiene la sensación de que proyectos musicales que pugnan por propagar esta gracia más bella
que la verdad, de hacer que la música sea una vía para encontrar la paz entre los pueblos, como ha
hecho usted mismo o Daniel Barenboim, provocan airadas reacciones en contra?
–Siempre ha habido personas que ponen obstáculos y se aprovechan del conflicto, ya sea
políticamente o para ganar adeptos. Creo que hoy es evidente que no nos queda mucho tiempo.
Llevamos más de 6 mil años que todo lo que pasa en el mundo, todo, se ha decidido mediante las
armas. Todos los países que existen se han concretado con la guerra.
“Un pueblo que es dominado con la espada, con la sangre, nunca olvida. Y más tarde o más
temprano esto le va a pesar. Mientras que lo que se conquista implica injusticia y drama, un día esto
vuelve a salir y vuelve a empezar.
“Lo que pasó en Vietnam no se puede entender si no conocemos lo que pasó en el Vietnam colonial
francés. Lo que pasó el 11 de septiembre no se entiende sin lo que se hizo con las guerras de Golfo,
el bombardeo de Bagdad dos veces consecutivas y de una forma tan brutal.
“También me pregunto por qué España nunca ha pedido perdón por lo que hicimos en América
Latina. Nadie representativo de este país ha ido ahí y ha dicho que sentimos mucho lo que hicimos
aquí y ha pedido perdón. Y habrá que hacerlo. Hemos visto cómo la canciller de Alemania ha
pedido perdón por lo que pasó en la época nazi, y si lo comparamos con lo que nosotros hicimos en
América hay que ver cuántos millones de nativos murieron a causa de nuestro descubrimiento.
Cuántas culturas destruimos a causa de nuestra codicia.
“Es curioso que esa misma Iglesia que ha impulsado, financiado y protegido obras maravillosas y
únicas de la historia musical, sea la misma que bendecía aquellas atrocidades.
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“Utilizamos la belleza para cautivar el interés. Y la música para atraer a los indígenas y poderlos
convertir a nuestra religión. La música servía como trampa, en cierta forma, pero al mismo tiempo
fue positivo porque también nos inspiramos de esta música y se creó algo parecido a un diálogo. En
la que nos ha quedado de aquella época podemos ver influencias del carácter y de la forma de ser de
aquellos habitantes.
“Pero creo que la belleza de una composición musical compuesta en la misma Iglesia, donde quizá
unas habitaciones más allá se estaba torturando y destrozando a las personas de una forma bestial
durante la Inquisición, creo que una cosa no justifica la otra. La fuerza espiritual que tiene una
Iglesia o una composición es independiente, incluso de la creencia misma que la ha promovido. El
arte no tiene color político ni religioso.”
–Claro. Pues la música, en instrumentos como la viola de gamba o el laúd, se crea a partir del
silencio. Sin el silencio estas músicas no pueden existir. Alguien decía que el sonido de la viola de
gamba es el que más se acerca al silencio. Los italianos decían que el sonido más bello de una
canción es aquel donde no se sabe cuándo termina el sonido y empieza el silencio. Y eso es lo que
da la emoción, que está muy ligada a la fragilidad y a la ternura. La fuerza de la música no está en
su potencia. El silencio que el intérprete consigue en el público es la prueba de que su arte ha tocado
el corazón de las personas. Es un intercambio de energía increíble, entonces cuando sientes la
emoción y el silencio que provocas en el público es como bañarte en un balneario de energía pura y
de serenidad.”
–La cultura occidental también ha olvidado, o marginado, la idea de la música como herramienta
para curar no sólo el alma, sino también enfermedades.
–El filósofo Raimon Panikkar decía que es muy difícil vivir en un mundo donde no hay paz, pero
que es imposible vivir sin la paz en el corazón. Y la música, quizá con el amor, son las dos únicas
cosas que nos aportan paz, por esto creo que siempre ha sido un arte que ha tenido una connotación
curativa, medicinal y educativa.
“Cuando el bebé nace no entiende ninguna lengua. Está en un estado cuasi virgen; tiene su alma y
su sensibilidad abierta. Y el primer mensaje que recibe de sus padres no es mediante las palabras,
porque no las entiende, sino de nuestra forma de cantar las palabras. Es el canto que transmite el
amor, la ternura y todo el afecto que tenemos.
“Por eso la música es tan esencial para la evolución de los seres humanos. Mientras pueda continuar
ayudándonos con su poder, la música tiene una función muy importante. Es evidente que con
nuestra revolución, con nuestro desarrollo cada vez más tecnológico y racional, hemos perdido
elementos que existían en la antigüedad –y que existen hoy día– en los que la música sirve para
curar a las personas. La música es un elemento que nos aporta mucha paz y creo que esto es muy
importante.”
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