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Apuntes Sobre El Diario de Lecturas

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Apuntes sobre el Diario de lecturas1

(Una invitación a la experiencia de escritura)

Alex Silgado Ramos


Profesor Universidad del Tolima, IDEAD

Se trata de intentar otros modos de pensar, de decir y de escribir en el espacio académico que
subviertan los automatismos de la palabra formateada. El asunto es que nos sentimos un poco
agotados por ciertas formas esquemáticas de transitar la palabra en este espacio, donde pareciera
que el único registro para validar el pensamiento fuera el artículo científico y donde el ensayo ha
perdido su capacidad de ensayar. Nosotros buscamos otro modo de habitar la escritura; no el de la
palabra experta, esa que en su rigidez deja poco o nulo espacio para la angustia, para la
incertidumbre, para el devaneo; sino el de una palabra sentipensante que no desprecia las
disonancias, que no evade la singularidad, que está preñada de subjetividad y, por lo tanto, está
atravesada por la experiencia; palabra encarnada. Se trata de que esta búsqueda de otros modos nos
condujo al diario de lectura; quizá, abrirnos a la experiencia su escritura encube la posibilidad de
habitar ese tipo palabra sentipensante que nos permita, no solo decir de otro modo, sino también
pensar y sentir de otro modo o, como señala Jorge Larrosa (2009, p. 196), “escribir no es solo un
ejercicio de ‘intentar decir (y decir-nos) de otro modo”, sino también un ejercicio de ‘intentar
pensar (y pensar-nos) de otro modo)”.
Sirvan estos apuntes como una invitación a adentrarnos en la posibilidad de escribir nuestro
propio diario de lectura…

***
En la palabra diario hay una invitación; un llamado a la escritura, a una manera habitual de
escritura, a una escritura habitual, no necesariamente habituada, pero sí, habitable.
***
Como la vida, el diario se hace a diario. Cierta tensión le es cotidiana.
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En el diario acontece la escritura, la nuestra, la propia, como un gesto que acrisola el pensamiento
y la sensibilidad. O, mejor, acontece una escritura sentipensante.
***
El diario puede convertirse en ese puente que comunique el deseo de escribir con la necesidad de
la escritura.

1
Estos apuntes nacen en el curso de Lectura, experiencia y formación de la Maestría en Pedagogía de la literatura.
Nacen como una invitación a que las lecturas compartidas en el curso fecunden escrituras de la experiencia.
***
Ernst Junger (1995) veía el diario como una especie de crisol de escrituras en el que, “con gran
libertad y por lo tanto sin sacrificar la espontaneidad, puedo comunicar mis impresiones, anotar
mis lecturas, reunir y desarrollar reflexiones personales, contar mis sueños y así por el estilo”. En
el diario la escritura encarna su plural: escrituras.
***
Es el diario un laboratorio de escrituras y, por ende, de nuestra propia subjetividad.
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El diario nos revela la fragilidad de la palabra, que es también la nuestra.
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Escribir en un diario es escapar a las posibilidades de uno mismo. Un huir (u oír) con, desde y a
través de los otros.
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Escribir un diario es siempre ensayar el escribir.
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Para Silvia Plath, el diario, además de ser un tipo de escritura que permite aguzar la memoria, se
convierte en “un depósito o almacén de la imaginación, un lugar donde depositar materiales de
urgencia extraídos del subconsciente” (1996). El diario, entonces, se proyecta como una escritura
propia que permite reinterpretar y reelaborar tanto lo que somos, como lo que vivimos. E imaginar
lo que podremos ser.
***
El diario, nos dirá Ernesto Sabato (2004), “parece ser un escrito a mitad de camino entre la ficción
y el ensayo”. Una escritura, siempre, a mitad de camino.
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En el diario, la escritura recupera su condición de borrador.
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La escritura en un diario vuelve a ser susurro.
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Se escribe un diario, no solo para hacer memoria, sino también para provocar (la) memoria.
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La escritura de un diario nos altera, abre la posibilidad de devenir otro. También con la posibilidad
de encontrarnos o desencontrarnos con ese otro que fuimos o imaginamos ser.
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Uno escribe un diario para poner algo de uno afuera. La escritura emerge como ejercicio de
exposición. En el diario escribir es excribir.
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Al escribir un diaro algo de nuestra vida se hace escritura, lo que nos permite descentrarnos, tomar
distancia de nosotros mismos y, tal vez, encontrar algún aprendizaje o el lugar para poder darnos
un buen consejo.
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Todo diario de lectura es un diario de escrituras.
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Un diario de lectura es también un diario de viajes.
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Un diario de lectura es un gran pretexto para desbordarse en una experiencia de escritura.
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Un diario de lectura no es solo el registro o memoria de lo que hemos leído, sino también de lo que
hemos vivido. En el diario de lectura leer y vivir se confunden.
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En un diario de lectura nos damos cuenta de que leer es siempre aprender a leer.
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En un diario de lectura escribir es releer. Y leer, releer es volver a escribir-se.
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La palabra, la escritura que se pone en juego en un diario de lectura no se desprende de su sabor a
vida.
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La escritura de un diario de lectura es siempre un ejercicio de relectura.
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En un diario de lectura se lee lo que se lee a través de la lectura de lo que se escribe.
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Escribir un diario de lectura nos enseña a leer no solo con la cabeza, sino también con todo el
cuerpo, con todo lo que somos y vamos siendo.
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La lectura que se plasma en un diario de lectura nos muestra que nunca hay lecturas definitivas.
También nuestra provisionalidad.
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Un diario de lectura nos enfrenta a la provisionalidad del escribir y del leer. Y también, a la de
nosotros mismos.
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En el diario de lectura la vida siempre tiene un espacio.
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Recupera el diario de lectura cierta erótica de la palabra leída y escrita.
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En el diario de lectura queda la promesa de futuras escrituras. Y, por qué no, de posibles relecturas.
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En el diario de lectura descubrimos la posibilidad de pensar no solo lo que se escribe, sino de
escribir lo que se piensa. De sentir lo que se lee y de leer lo que se siente.
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Abrir un diario de lectura es aventurarse a la caza de citas que pueden devenir en casa de citas.
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Abrir un diaro de lectura es también abrirse a la escucha.
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Quien abre un diario de lectura siempre está dispuesto a conversar.
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Escribir un diario de lectura es convocar la voz de los otros.

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-Larrosa, J. (2009). “Palabras para una educación otra”. En: Skliar, C. y Larrosa, J. Experiencia y alteridad en
educación. Argentina: Homosapiens.
-Plath, S. (1996). Diarios. Madrid: Alianza.
-Jünger, E. (1995). Radiaciones (Diarios de la Segunda Guerra Mundial), Memorias V. I. Barcelona: Tusquets.
-Sabato, E. (2004). España en los diarios de mi vejez. Buenos Aires: Seix Barral.

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