Libro Del Cielo Vol 28
Libro Del Cielo Vol 28
Libro Del Cielo Vol 28
Libro
de
Cielo
La llamada a las criaturas al orden, a su puesto y
a la finalidad para la que fueron creadas por Dios.
Volumen 28
Volumen 28
NIHIL OBSTAT
Beato Annibale M. Di Francia.
12 Octubre de 1926
IMPRIMATUR
Excmo. Sr. Giuseppe M. Leo, Arzobispo de
la diócesis de Trani – Barletta – Bisceglie
16 Octubre 1926
Puede Imprimirse
Arzobispado Guadalajara Jal.,
23 de noviembre del 2010
Mons. J. Gpe Ramiro Valdés Sánchez
Vicario General
Se anexa copia del Nihil Obstat y del Imprimatur puestos en uno de los volúmenes
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Volumen 28
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Volumen 28
I. M. I.
Fiat!!!
¡In Voluntate Dei!.
Deo Gratias.
28-1
Febrero 22, 1930
(1) Estoy siempre en poder del Fiat Divino que sabe conquistar dulce y fuertemente; con su
dulzura me atrae en modo irresistible, con su fuerza me vence, de modo que puede hacer de
mí lo que quiere. ¡Oh! Querer Santo, ya que Tú me conquistas, haz que con tu misma fuerza y
dulzura te venza a Ti, y cediendo a mis súplicas continuas ven a reinar sobre la tierra, forma tu
dulce encanto al querer humano, y todo llegue a ser Voluntad Divina sobre la tierra.
(2) Mientras estaba pensando acerca del Querer Divino, mi dulce Jesús moviéndose en mi
interior y haciéndose ver me ha dicho:
(3) “Hija mía, si tú supieras qué significa darse en poder de mi Divina Voluntad. El alma
queda circundada por nuestra inmutabilidad, y todo se vuelve para ella inmutable: ‘La
santidad, la luz, la gracia, el amor’. Así que no siente más lo cambiante de los modos
humanos, sino la estabilidad de los modos divinos, por eso quien vive en mi Querer Divino se
puede llamar cielo que está siempre fijo y estable en su puesto de honor con todas sus
estrellas, y si gira, como es todo el conjunto de la Creación que gira, por eso no cambia de
puesto, ni varía, sino que queda siempre inmutable el cielo con todas sus estrellas. Así es el
alma que vive en mi Divina Voluntad, podrá girar, hará varias acciones, pero como girará en la
fuerza motora de mi Fiat Divino y en el conjunto de mi Voluntad, será siempre cielo, e
inmutable en sus bienes y en las prerrogativas con las que la ha dotado mi Suprema Voluntad.
En cambio quien vive fuera de mi Fiat Divino, sin su fuerza motriz, se puede llamar como
aquellas estrellas errantes que se precipitan en el espacio, como si no hubiese un puesto fijo
para ellas, y son obligadas, como estrellas errantes, a correr como al precipicio, como si se
hubieran extraviado de la bóveda del cielo. Así es el alma que no hace ni vive en mi Divina
Voluntad, ella se cambia a cada ocasión, siente en sí tanta variedad de cambios, que siente
fastidio de repetir un bien continuado, y si algún resplandor de luz hace salir de sí, es como el
centelleo de las estrellas errantes, que rápidamente desaparece. Se puede decir que la señal
para conocer si se vive de Voluntad Divina es ésta: ‘La inmutabilidad en el bien’; y cambiarse
a cada pequeña incitación, es la señal si es que se vive del querer humano”.
(4) Después de esto seguía los actos del Fiat Divino, giraba en las obras de la Creación, en
el Edén, en los lugares y personas más notables de la historia del mundo para pedir a nombre
de todos el reino de la Divina Voluntad sobre la tierra. Y mi dulce Jesús moviéndose en mi
interior me ha dicho:
(5) “Hija mía, el hombre con sustraerse de mi Divina Voluntad, dio muerte a los bienes que
mi Querer Divino habría hecho surgir en él si no hubiese sido rechazado. En cuanto él salió,
en ese instante moría el acto continuo de la Vida Divina en el hombre, moría la santidad que
siempre crece, la luz que siempre surge, la belleza que jamás se detiene para siempre
embellecer, el amor incansable que jamás dice basta, que siempre, siempre quiere dar, mucho
más que rechazando a mi Divina Voluntad moría el orden, el aire, el alimento que debía
nutrirlo continuamente. Mira entonces cuántos bienes divinos hizo morir en sí mismo el hombre
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Este libro ha sido traducido directamente del original manuscrito de Luisa Piccarreta
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Volumen 28
al sustraerse de mi Divina Voluntad; ahora, donde ha estado la muerte del bien, se requiere el
sacrificio de la vida para hacer resurgir el bien destruido. He aquí por qué, justa y sabiamente,
cuando he querido renovar el mundo y dar un bien a las criaturas, he pedido el sacrificio de
vida, como pedí el sacrificio a Abraham, que me sacrificara a su único hijo, como en efecto lo
hizo, pero impedido por Mí se detuvo, y en aquel sacrificio que le costaba a Abraham más que
su propia vida, resurgía la nueva generación donde debía descender el Divino Libertador y
Redentor, que debía hacer resurgir el bien muerto en la criatura. Con el andar del tiempo
permití el sacrificio de Jacob, con el gran dolor de la muerte de su amado hijo José, y si bien
no murió, pero para él fue como si en realidad hubiese muerto; era la nueva llamada al
celestial Libertador la que resurgía en aquel sacrificio, que llamaba a hacer resurgir el bien
perdido. Además de esto, Yo mismo al venir a la tierra quise morir, pero con el sacrificio de mi
muerte llamaba al resurgimiento de tantas vidas y el bien que la criatura había hecho morir, y
quise resucitar para confirmar la vida del bien y la resurrección a la familia humana. Qué gran
delito es hacer morir el bien, tanto, que se requiere el sacrificio de otras vidas para hacerlo
resurgir. Ahora, con toda mi Redención y con el sacrificio de mi muerte, no reinando mi Divina
Voluntad, no todo el bien ha resurgido en la criatura, Ella está reprimida y no puede desarrollar
la santidad que quiere, el bien sufre intermitencias, ahora surge, ahora muere, y mi Fiat queda
con el dolor continuo de no poder hacer surgir todo el bien que quiere en la criatura. Es por
esto por lo que me quedé Sacramentado en la pequeña Hostia, partí para el cielo, pero al
mismo tiempo me quedé en la tierra, en medio a las criaturas, para nacer, vivir y morir, si bien
místicamente, para hacer resurgir todo el bien en ellas, que el hombre rechazó con sustraerse
de mi Divina Voluntad. Y a mi sacrificio quise unido el sacrificio de tu vida, para hacer resurgir
su reino en medio de las generaciones humanas, y desde cada Tabernáculo estoy como
espiando para hacer obra completa, Redención y Fiat Voluntas Tua come in Cielo così in terra,
contentándome con sacrificarme y morir en cada Hostia para hacer resurgir el Sol de mi Fiat
Divino, la nueva era y su pleno triunfo. Yo al partir de la tierra dije: ‘Voy al cielo y quedo sobre
la tierra en el Sacramento, estaré contento de esperar siglos, sé que me costará mucho,
ultrajes inauditos no me faltarán, quizá más que en mi misma Pasión, pero me armaré de
paciencia divina, y desde la pequeña Hostia haré obra cumplida, haré reinar mi Querer en los
corazones y continuaré estando en medio de ellos para gozarme los frutos de los tantos
sacrificios que he sufrido.’ Por eso, únete junto Conmigo al sacrificio por una causa tan santa,
y por el justo triunfo de que mi Voluntad reine y domine”.
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Volumen 28
28-2
Febrero 26, 1930
(1) Estaba pensando en el gran interés que mi siempre amable Jesús tiene de hacer
conocer su Santa Voluntad, y decía entre mí: “Ama, suspira, quiere que venga su reino, y
después tarda en hacerlo surgir en medio a las criaturas; si lo quisiera, todo puede, potencia
no le falta, en un momento puede arrollar cielo y tierra, ¿quién puede resistir a su potencia?
Ninguno. Mucho más que en Jesús, querer y poder es lo mismo, ¿por qué entonces tarda
hasta ahora?” Pero mientras esto pensaba, mi dulce Jesús moviéndose y haciéndose sentir
en mi interior me ha dicho:
(2) “Hija mía, el suspirar, desear y querer un bien, es disponerse a recibirlo, y cuando se
recibe un bien que tanto se ha suspirado, se ama, se aprecia, se custodia, se le considera
bienvenido por ser el portador del bien que suspiraba. No sólo eso, sino que esto es otro
exceso de nuestro amor, que hacemos suspirar el bien que queremos dar, porque queremos
que la criatura ponga algo de lo suyo, al menos sus suspiros, sus oraciones, su voluntad de
querer el bien, para poderle decir: ‘Mira, te lo has merecido, porque por parte tuya has hecho
lo que has podido por obtenerlo, y Nosotros, con todo el corazón te lo damos’, mientras que
todo es efecto de nuestra bondad. Y es esta la causa por la que hacemos saber antes a las
criaturas lo que queremos dar; se puede decir que nos ponemos en correspondencia
mandando nuestras cartas de aviso, enviamos nuestros mensajeros haciéndolos decir lo que
queremos dar, y todo esto para disponerlas, para hacerlas suspirar el gran don que queremos
dar. ¿No hicimos lo mismo para el reino de la Redención? Fueron cuatro mil años de espera,
y por cuanto más se acercaba el tiempo, más urgentes eran los avisos, más frecuentes las
cartas, y todo para disponerlos. Así es para el reino de mi Divina Voluntad, tardo porque
quiero que lo sepan, que rueguen, que suspiren que venga a reinar, que comprendan el gran
don de Ella, y así poderles decir: ‘Lo habéis querido, os lo habéis merecido, y Ella ya viene a
reinar en medio de ustedes; con conocerla, pedirla y suspirarla, habéis formado su pueblo
elegido donde pueda dominar y reinar’. Sin pueblo no se puede formar un reino, y he aquí la
otra causa por la que quiero que se sepa que mi Voluntad Divina quiere reinar sobre la tierra:
‘Que pidan, que la suspiren, que se dispongan para formar su pueblo donde descienda en
medio a ellos y formar su morada real, su sede, su trono.’ Por eso no te debe maravillar que
mientras ves tanto interés por parte mía que quiero que mi Voluntad reine, después veas que
tarda, son las disposiciones de nuestra sabiduría inalcanzable que todo dispone con orden, y
el retardo sirve para poner en camino sus conocimientos que harán de cartas, de telégrafos,
de teléfono, de mensajeros, para formar el pueblo a mi Divina Voluntad. Por eso ruega y tu
vuelo en Ella sea continuo”.
(3) Después de esto seguía mi giro en el Fiat Divino, y llegando al Edén me he detenido a
pensar en el amor que se intercambiaba entre Dios y Adán inocente, cómo la Divinidad no
encontrando ningún obstáculo por parte del hombre, se vertía a torrentes sobre de él, con su
amor lo raptaba a Sí con dulces atractivos, haciéndole oír su voz toda suavidad que le decía:
“Hijo, te amo, te amo mucho”. Y Adán, herido y raptado por el eterno amor repetía su estribillo:
“Te amo, te amo”. Y lanzándose en los brazos de su Creador se estrechaba tanto, que no
sabía separarse, como del único amor que conocía y que vivía sólo para amarlo. Pero
mientras mi mente se perdía en este amor recíproco de Dios y la criatura, mi dulce Jesús, todo
bondad me ha dicho:
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Volumen 28
(4) “Hija mía, qué dulce recuerdo es la creación del hombre. Él era feliz y Nosotros también,
sentíamos el fruto de la felicidad de nuestra obra, sentíamos mucho gusto en amarlo y en ser
amados. Nuestra Voluntad Divina nos lo conservaba fresco y bello, y llevándolo entre sus
brazos de luz nos hacía contemplar cómo era bella la obra creada por Nosotros, nuestro
amado hijo, y como hijo lo teníamos en nuestra casa, en nuestros bienes interminables, y por
consecuencia, como era hijo, actuaba como dueño. Habría sido contra la naturaleza de
nuestro amor no hacer dueño a quien tanto amábamos y nos amaba; en el verdadero amor no
hay tuyo y mío, sino todo es en común. Y además, con hacerlo dueño nada nos venía de mal,
nos alegraba, nos hacía sonreír, nos entretenía, nos daba las bellas sorpresas de nuestros
mismos bienes, y además ¿cómo no debía ser dueño si poseía nuestra Voluntad Divina que
señorea todo y domina todo? Para no hacerlo dueño debíamos poner en servidumbre a
nuestra Voluntad, lo que no podía ser, donde Ella reina no existe servidumbre, sino todo es
dominio. Por eso, hasta en tanto que el hombre vivió en nuestro Fiat Divino, no conoció
servidumbre; en cuanto pecó, sustrayéndose de nuestro Querer Divino, perdió el señorío y se
redujo a esclavitud. ¡Qué cambio, de hijo a siervo! Perdió el mando sobre las cosas creadas,
se volvió el siervo de todos. El hombre con retirarse de nuestro Fiat Divino se sintió sacudido
hasta en lo más profundo, y su misma persona la sintió vacilante, sintió qué cosa es debilidad,
y se sintió siervo de pasiones que lo hacían avergonzarse de sí mismo, y llegó a perder su
dominio. Así que no estaba más en su poder, como antes, la fuerza, la luz, la gracia, la paz,
sino que la debía mendigar de su Creador con lágrimas y oraciones. ¿Ves entonces lo que
significa vivir en mi Querer Divino? Ser dueña; quien hace su voluntad es siervo”.
(5) Y yo sorprendida por lo que Jesús decía le he dicho: “Amor mío, por cuan consolador es
oírte hablar de tu Querer Divino, otro tanto es doloroso oír los males de la voluntad humana”.
Y Jesús ha agregado:
(6) “Hija mía, si es necesario hablarte de mi Fiat Divino que servirá como invitación,
alicientes, voces suaves, dulces y fuertes para llamar a todos a vivir en la morada regia de mi
Divina Voluntad, a fin de que no sean más siervos sino dueños, así es necesario hablarte de
los males de la voluntad humana, porque Yo no quitaré jamás el libre albedrío al hombre, por
eso es necesario que en el reino de mi Voluntad Divina haga montar las guardias, los nobles
centinelas que tengan en guardia a las criaturas, haciéndoles conocer el gran mal del querer
humano, a fin de que estén muy atentos, y aborreciéndolo, amen la felicidad y el señorío que
les da mi Divina Voluntad”.
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28-3
Marzo 5, 1930
(1) Vivo siempre en el dolor de la privación de mi dulce Jesús; ¡qué duro martirio! Si no
fuera porque su Querer Santo ha tomado su lugar, haciéndose sentir continuamente, que
mientras me da vida me tiene siempre ocupada y perdida en Él, yo no sé como haría para
vivir, pero a pesar de todo esto, los tantos queridos recuerdos de Jesús al que yo creía que no
perdería jamás de vista, sus dulces y repetidas visitas, sus tantas estratagemas amorosas, sus
tantas sorpresas, que me parecía vivir más en el cielo que en la tierra, al sólo recordarlo son
heridas crueles que me hacen más crudo mi doloroso martirio. ¡Ah Jesús, Jesús! Cómo te es
fácil hacer a un lado y olvidar a quien te ama, y así formas su martirio, y Tú mismo habías
dicho tantas veces que me amabas. ¡Ah Jesús, regresa porque no puedo más! Pero mientras
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Volumen 28
mi pobre alma sentía la fiebre por querer a Jesús, y delirando desatinaba, mi dulce Jesús
moviéndose en mi interior y estrechándome entre sus brazos, casi para poner termino a mis
desatinos me ha dicho:
(2) “Hija mía, tranquilízate, tranquilízate, estoy aquí, no te he puesto a un lado, ni la
naturaleza de mi amor sabe olvidar a ninguno, más bien estoy en ti para dirigir todos tus actos
en mi Divina Voluntad, porque no quiero que ningún acto tuyo, aun mínimo, no sea noble y
divino y que no tenga el sello de mi Fiat Divino, quiero verlo palpitando en todos tus actos, éste
es todo mi empeño, formar la primera copia del alma que debe vivir en mi Querer Divino”.
(3) Dicho esto ha hecho silencio, y yo seguía mi giro en el Fiat Divino, quería recoger todo lo
que han hecho las criaturas para encerrar todo en la Divina Voluntad, y mi Sumo Bien Jesús
ha agregado:
(4) “Hija mía, el vivir en mi Querer Divino es la llamada a todos los actos de las criaturas en
la unidad de Ella. Todo ha salido de dentro de su unidad, de nuestro acto único que da vida a
todos los actos, por eso es derecho nuestro, de justicia, que todo nos regrese para reconocer
de dónde han salido. El reconocer de dónde viene un acto, quién es el que hace salir a vida a
tantos actos, en qué modo y cómo, es el más bello homenaje a nuestra potencia y sabiduría,
que con un solo acto es vida de todos los actos. Y sólo quien vive en mi Fiat, abrazando todo
junto con Él, toma como en un puño todo, y encerrando todo en aquel Querer en el cual vive,
sube a nuestra unidad para traernos todo, y darnos los verdaderos homenajes de todos los
efectos de nuestro único acto. He aquí por qué el girar en nuestra Voluntad Divina no sólo
recoge todo, sino comunica tu acto a todas las cosas creadas, de modo que todo el cielo se
pone en actitud de adoración junto con tus adoraciones, el sol en actitud de amarnos junto con
tu amor, el viento a glorificarnos junto contigo, en suma, todas las cosas creadas, sintiendo en
mi Voluntad de la cual están todas investidas, tu acto que haces en Ella, todas se ponen en
actitud de amarnos, de adorarnos, darnos gloria y agradecimientos, de modo que sentimos
que en nuestro Fiat Divino la criatura nos da la plenitud del amor, la totalidad de la adoración,
la gloria completa. Por eso sigue tu vuelo en mi Querer Divino y no te ocupes de otra cosa,
porque en Él tienes mucho qué hacer”.
(5) Entonces yo he quedado pensativa acerca de la unidad del Querer Divino, y mi dulce
Jesús ha agregado:
(6) “Hija mía, ¿sabes tú qué significa unidad de Voluntad Divina? Significa que de dentro de
esta única Voluntad, no hay cosa de bello, de bueno y de santo que no salga de Ella. Esta
nuestra única Voluntad Divina, una es su unidad, uno es su acto, pero mientras es una se
extiende por todas partes la Voluntad, la unidad y el acto; y como se extiende dondequiera,
como dentro de un solo aliento hace todo, abraza todo y da vida a todo. Entonces, quien vive
en nuestro Querer se funde en nuestra unidad, y todo lo que hace no sale fuera de Nosotros,
sino queda dentro de Nosotros. En cambio quien vive fuera de Ella, sentimos el dolor del
desgarro que hace de sus actos de dentro de nuestra Voluntad, y mientras los arranca no nos
los regresa, porque nuestra Voluntad Divina no es una con la suya. Por eso la gran diferencia
de quien vive fuera de nuestro Fiat, todos sus actos son actos divididos y arrancados, no
fundidos juntos, por lo tanto no tendrá el bien de sentir en sí la plenitud de la luz, de la felicidad
y de todos los bienes, sino que todo será miseria, debilidad y escasez de luz”.
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Volumen 28
28-4
Marzo 9, 1930
(1) Mi abandono en el Fiat continúa, me siento estrechada entre sus brazos de luz, y tan
fuertemente que no me es dado el separarme ni siquiera un poquito, y mucho menos yo quiero
hacerlo, me cuidaría muy bien de separarme de su seno de luz; me parece que sea un
acuerdo entre el Querer Divino y yo, que ambos no nos podemos separar. ¡Oh Querer Santo,
cómo eres amable y potente! Con tu amabilidad me atraes, me raptas, me fascinas, y yo
extática no sabría cómo hacer para no estar fija en Ti, y con tu potencia te mantienes firme
sobre mi pequeñez, te viertes a torrentes, de modo que he perdido el camino para salir de tu
luz interminable, pero feliz pérdida. ¡Oh Fiat adorable, haz perder a todos el camino, a fin de
que no conozcan otro camino que aquél que conduce a tu Divina Voluntad! ¿Pero cómo
podrán hacer las criaturas para conocer un bien tan grande? Mientras esto pensaba, mi dulce
Jesús haciéndose oír en mi interior me ha dicho:
(2) “Hija mía, los conocimientos sobre mi Querer Divino son caminos que pueden conducir a
las criaturas a los brazos de luz de mi Fiat Divino. Los conocimientos son semillas, y esta
semilla hace nacer el principio de la Vida de mi Divina Voluntad en la criatura; los
conocimientos, cada uno de los cuales será como sorbos de vida, que formarán en la criatura
la maduración de esta Vida Divina; por eso te he dicho tantas cosas sobre mi Fiat Divino, cada
conocimiento llevará, quién el germen, quién el nacimiento, quién el alimento, quién el respiro,
quién el aire, quién la luz y el calor para madurar la Vida de mi Querer en las almas. Cada
conocimiento contiene un grado de más de maduración, por eso, por cuanto más busquen
conocer lo que he manifestado sobre mi Fiat Divino, más se sentirán madurados. Mis
conocimientos sobre Él moldearán las almas, y con su toque apagarán los males del querer
humano; estos conocimientos harán de madre piadosa, que a cualquier costo quiere sanar a
su hijo y verlo sano y bello. Si supieras qué significa un conocimiento sobre mi Divina
Voluntad, ellos contienen la ciencia de formar la Vida de Ella, la ciencia para formar el pueblo
de su reino. Mira, también en el orden natural sucede así, quien quiere hacerse maestro es
necesario que conozca lo que concierne a las ciencias, y si no se quiere aplicar a conocer las
ciencias, jamás estará maduro para ser maestro, y según los grados de las ciencias que ha
estudiado, poseerá más o menos los grados de instrucción: si pocas ciencias, podrá ser
maestro elemental, y si ha estudiado muchas ciencias, podrá ser profesor de escuelas
superiores. Así que según se conoce, tanto en las artes como en las ciencias, tanto más son
maduros en aquel bien que conocen, y son capaces de hacer madurar en los demás el bien,
las ciencias, las artes que poseen. Ahora, con el haberte dicho tantos conocimientos sobre mi
Divina Voluntad, no ha sido para darte una bella noticia, no, no, ha sido para formar la ciencia
de Ella primero en ti, y después en medio a las criaturas, a fin de que conocida esta ciencia
divina y toda de cielo, pueda hacer madurar la Vida de mi Fiat Divino y formar su reino”.
(3) Después de esto estaba siguiendo mi giro en el Querer Divino, y ahora me detenía en un
punto, y ahora en algún otro de lo que había hecho y padecido mi amado Jesús, y Él, como
herido por sus mismos actos que yo le ponía alrededor con decirle: “Amor mío, mi te amo
corre en el tuyo; mira oh Jesús, cuánto nos has amado, sin embargo te falta otra cosa por
hacer, no has hecho todo, te falta darnos el gran don de tu Fiat Divino como vida en medio a
las criaturas, a fin de que reine y forme su pueblo; pronto, oh Jesús, ¿qué esperas? Tus
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Volumen 28
mismas obras, tus penas, reclaman el Fiat Voluntas Tua come in Cielo così in terra”. Pero
mientras esto pensaba, mi dulce Jesús ha salido de dentro de mi interior y me ha dicho:
(4) “Hija mía, cuando un alma recuerda lo que Yo hice y sufrí en el curso de mi Vida acá
abajo, me siento renovar mi amor, por lo cual se inflama y desborda, y el mar de mi amor
forma olas altísimas para verterse en modo duplicado sobre las criaturas. Si tú supieras con
cuanto amor te espero cuando giras en mi Querer Divino en cada uno de mis actos, porque en
Él todo lo que Yo hice y sufrí, está todo en acto como si realmente lo estuviese haciendo, y Yo
con todo amor te espero para decirte: ‘Mira hija, esto lo hice para ti, lo sufrí por ti, ven a
reconocer las propiedades de tu Jesús, que son también tuyas’. Mi corazón sufriría si la
pequeña hija de mi Querer Divino no reconociera todos mis bienes; tener ocultos nuestros
bienes a quien vive en nuestro Fiat Divino, sería no tenerla como hija, o bien, no tener con ella
nuestra plena confianza, lo que no puede ser, porque nuestra Voluntad nos la unifica tanto,
que lo que es nuestro es suyo. Así que para Nosotros sería más bien una pena, y nos
encontraríamos en las condiciones de un padre riquísimo que posee muchas propiedades, y
los hijos no saben que el padre posee tantos bienes, por lo que no conociéndolos se habitúan
a vivir como pobres, a tener modos rústicos, ni se preocupan de vestir noblemente; ¿no sería
un dolor para el padre que tiene ocultas sus propiedades a estos hijos? Mientras que con
hacerlas conocer cambiarían hábitos en el vivir, vestir, y usarían modos nobles según su
condición. Si dolor sería para un padre terreno, mucho más para tu Jesús, que es Padre
Celestial. Conforme te hago conocer lo que he hecho y padecido, y los bienes que posee mi
Querer Divino, así mi amor crece hacia ti, y tu amor crece siempre más hacia Mí, y mi corazón
se alegra al ver a la pequeña hija nuestra rica de nuestros mismos bienes. Por eso tu girar en
mi Querer Divino es un desahogo de mi amor, y me dispone a hacerte conocer cosas nuevas y
a darte una leccioncita de más de todo lo que nos pertenece, y te dispone a ti a escucharla y a
recibir nuestros dones”.
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28-5
Marzo 12, 1930
(1) Mi vuelo en el Fiat Divino continúa, mi pobre mente no sabe estar sin girar en sus actos
innumerables, siento que una fuerza suprema me la tiene como fijada en las obras de mi
Creador, y ella gira y vuelve a girar siempre, sin cansarse jamás, y ¡oh! cuántas bellas
sorpresas encuentra, ahora en la Creación, ahora en la Redención, y en las que me
sorprenden el bendito Jesús se hace narrador, y esto no es otra cosa que una invención más
grande de su amor. Después, mientras giraba en el Edén y en los tiempos antes de su venida
a la tierra, pensaba entre mí: “¿Y por qué Jesús tardó tanto tiempo para venir a redimir al
género humano?” Y Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:
(2) “Hija mía, nuestra sabiduría infinita cuando debe dar un bien a la criatura, no cuenta el
tiempo, sino los actos de las criaturas, porque ante la Divinidad no existen días y años, sino
sólo un día perenne, y por eso no medimos el tiempo, sino que vienen contados por Nosotros
los actos que han hecho. Así que en aquel tiempo que a ti te parece tan largo, no habían sido
hechos los actos queridos por Nosotros para venir a redimir al hombre, y sólo los actos
determinan hacer venir el bien, y no el tiempo. Mucho más que obligaban a nuestra Justicia a
exterminarlos de la faz de la tierra, como sucedió en el diluvio, que sólo Noé mereció, con el
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Volumen 28
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28-6
Marzo 24, 1930
(1) Estaba haciendo el giro en el Fiat Divino para seguir todos sus actos, y habiendo llegado
al Edén, comprendía y admiraba el acto magnánimo de Dios, y su amor exuberante y
rebosante en la creación del hombre, y mi siempre amable Jesús, no pudiendo contener sus
llamas de amor me ha dicho:
(2) “Hija mía, nuestro amor se apasionó tanto en el acto en que creamos al hombre, que no
hicimos otra cosa que reflejar sobre él, a fin de que fuese obra digna de nuestras manos
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Volumen 28
creadoras, y conforme nuestros reflejos llovían sobre él, así en el hombre le venía infundida la
inteligencia, la vista, el oído, la palabra, el latido en el corazón, el movimiento a las manos, el
paso a los pies. Nuestro Ser Divino es purísimo espíritu, y por eso no teníamos sentidos, en el
conjunto de todo nuestro Ser Divino somos luz purísima e inaccesible, esta luz es ojo, es oído,
es palabra, es obra, es paso. Esta luz hace todo, mira todo, siente todo, escucha todo, se
encuentra por todas partes, ninguno puede huir del imperio de nuestra luz. Por eso, mientras
creamos al hombre fue tanto nuestro amor, que nuestra luz llevando nuestros reflejos sobre él
lo formaba, y formándolo le llevaba los efectos de los reflejos de Dios. Ve entonces hija mía
con cuánto amor fue creado el hombre, hasta llegar a deshacerse nuestro Ser Divino en
reflejos sobre él, para comunicarle nuestra imagen y semejanza; ¿se podía dar amor más
grande? No obstante se sirve de nuestros reflejos para ofendernos, mientras que se debía
servir de estos nuestros reflejos para venir a Nosotros, y con estos reflejos dados por Nosotros
decirnos: Cuán bello me creó tu amor, y yo por correspondencia te amo, te amaré siempre, y
quiero vivir en la luz de tu Divina Voluntad”.
(3) Después continuaba a seguir los actos en el Fiat Divino, y pensaba entre mí: “Estoy
siempre aquí, repetir, repetir siempre la larga historia de mis actos en el Querer Divino, la larga
cantaleta de mi ‘te amo’, ¿pero cuáles son los efectos? ¡Oh! si pudiese obtener que la Divina
Voluntad fuese conocida y reinase sobre la tierra, al menos me sería de ganancia”. Pero
mientras esto pensaba, mi amado Jesús me ha estrechado a su corazón divino y me ha dicho:
(4) “Hija mía, la firmeza en el pedir forma la vida del bien que se pide, dispone al alma a
recibir el bien que quiere, y mueve a Dios a dar el don que se pide. Mucho más que con los
tantos actos repetidos y oraciones que ha hecho, ha formado en sí la vida, el ejercicio, la
costumbre del bien que pide. Dios, vencido por la firmeza del pedir le hará el don, y
encontrando en la criatura, en virtud de sus actos repetidos, como una vida del don que le
hace, convertirá en naturaleza el bien pedido, de modo que la criatura se sentirá poseedora y
victoriosa, se sentirá transformada en el don que ha recibido. Por eso tu pedir incesantemente
el reino de mi Divina Voluntad formará en ti su Vida, y tu continuo ‘te amo’ forma en ti la Vida
de mi amor; y habiéndote Yo hecho el don del uno y del otro, sientes en ti como si tu misma
naturaleza no sintiese otra cosa que la virtud vivificadora de mi Querer y de mi amor. La
firmeza en el pedir es certeza de que el don es suyo; y con el pedir para todos el reino de mi
Divina Voluntad, es preludio de que los otros pueden recibir el gran don de mi Fiat Supremo.
Por eso continúa repitiendo y no te canses”.
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28-7
Abril 1, 1930
Qué significa entrar en el acto primero del Querer Divino; las gotitas
que la criatura forma en su mar de luz. Cómo Dios en todas las cosas
creadas pone tantos actos de amor por cuantas veces se debía servir
de ellas la criatura. Cómo la vida tiene necesidad de alimento.
(1) Mi pobre inteligencia se siente como atraída a navegar el mar inmenso del Fiat Divino, y
en su mar va en busca de sus actos para amarlos, adorarlos y hacerles compañía, así que mi
pobre mente está bajo el influjo de una fuerza irresistible, que la hace ir siempre vagando en
busca de los actos del Supremo Querer. Pero mientras esto hacía pensaba: “¿Qué bien hago
en girar y volver a girar en el mar del Fiat Divino?” Y mi dulce Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, por cuantas veces giras en el mar de mi Querer Divino, tantos puestos tomas
en Él, y formas tus gotitas en nuestro mar, las cuales se pierden en él y quedan inseparables,
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Volumen 28
y Nosotros sentimos tus gotitas que nos aman y hacen una sola vida con Nosotros y decimos:
‘La recién nacida de nuestro Querer nos ama en nuestro mar, no fuera de él, es justo que le
cedamos los derechos de hacerla venir cuantas veces quiera a nuestro mar, mucho más que
ella no quiere otra cosa que lo que queremos Nosotros, y ésta es la alegría más grande que
nos trae, como si nos trajese en su pequeño regazo toda nuestra Divina Voluntad, que
desbordándola por todas partes queda eclipsada en su luz, y Nosotros gozamos al ver tu
pequeñez encerrada en nuestra luz’. Y si tú sientes la fuerza irresistible de venir a hacer tus
giros en el mar de nuestro Fiat, es la fuerza imperante de Él, que ama tanto el ver tu pequeñez
formar las gotitas de luz en su mar. He aquí lo que significa entrar en el acto primero de
nuestro Querer, la criatura que toma su puesto en Él y ahí forma sus gotitas. Por eso, ten
como gran fortuna tu girar siempre en nuestro Fiat”.
(3) Después seguía los actos del Fiat Divino en la Creación, y me parecía que todos
palpitaban de amor de su Creador hacia las criaturas. El cielo, las estrellas, el sol, el aire, el
viento, el mar, y todas las cosas creadas están en perfecto acuerdo entre ellas, tanto, que si
bien son distintas entre ellas, pero viven como fundidas juntas, tan es verdad, que donde está
la luz del sol, en el mismo espacio está el aire, el viento, el mar, la tierra, pero cada una tiene
su latido de amor distinto hacia la criatura. Pero mientras esto y otras cosas pensaba, mi
siempre amable Jesús estrechándome entre sus brazos me ha dicho:
(4) “Hija mía, nuestro amor en la Creación fue exuberante, pero siempre hacia el hombre, en
cada cosa creada poníamos tantos actos de amor por cuantas veces se debía servir de ellas la
criatura. Nuestro Fiat Divino que mantiene el equilibrio en toda la Creación y es vida perenne
de ella, en cuanto ve que la criatura está por servirse de la luz del sol, pone en ejercicio a
nuestro amor para hacerlo encontrar en la luz que la criatura recibe; si bebe agua, nuestro
amor se hace encontrar para decirle mientras bebe: ‘Te amo’; si respira el aire, nuestro amor
le dice repetidamente: ‘Te amo’; si camina, la tierra le dice bajo sus pasos: ‘Te amo.’ No hay
cosa que la criatura tome, toque o vea, en que nuestro amor no haga su feliz encuentro con la
criatura con decirle: ‘Te amo’, para darle amor. ¿Pero saber tú cuál es la causa de tanta
insistencia de nuestro amor? Para recibir en cada cosa que tome la criatura el encuentro de
su amor. Por eso el amor infinito quería encontrarse con el amor finito y formar uno solo para
poner en la criatura el equilibrio de su amor. Y como la criatura se sirve de las cosas creadas
sin ni siquiera pensar que nuestro amor le va al encuentro en las cosas que toma, para oír
nuestro repetido estribillo: ‘Te amo, te amo’, y se sirve de ellas sin tener una mirada para
Aquél que se las manda, el amor de la criatura queda desequilibrado, porque no
encontrándose con nuestro amor, pierde el equilibrio y queda desordenado en todos sus actos,
porque ha perdido el equilibrio divino y la fuerza del amor de su Creador. Por eso sé atenta
con tu correspondencia de amor para repararme por tanta frialdad de las criaturas”.
(5) Después seguía mi giro en los actos de la Divina Voluntad, y pensaba entre mí: “Pero,
¿para qué sirven las tantas veces que giro y vuelvo a girar en el Fiat Supremo para seguir sus
actos? Y mi dulce Jesús ha agregado:
(6) “Hija mía, todas las vidas tienen necesidad de alimento, sin alimento ni se forma ni crece
la persona, y si éste falta, hay peligro que le sea quitada la vida. Ahora, el seguir a mi
Voluntad, unirse a sus actos, girar y volver a girar en Ella, sirve para formar el alimento para
alimentar, formar y hacer crecer su Vida en tu alma. Ella no sabe alimentarse de otros actos
sino de aquellos que se hacen en su Querer, ni se puede formar en la criatura, ni crecer, si no
entra en Ella, y con la unión de sus actos forma su parto de luz, para formar su Vida de Divina
Voluntad en la criatura. Y por cuantos más actos de Divina Voluntad forma, tanto más se une
con sus actos y vive en Ella, tanto más alimento abundante forma para alimentarla y hacerla
crecer siempre más rápido en su alma. Por eso tu girar en Ella es Vida que forma, es alimento
que sirve al desarrollo de la Vida a mi Divina Voluntad en tu alma, y sirve para preparar el
13
Volumen 28
alimento para alimentar mi Voluntad en las otras criaturas. Por eso sé atenta y no quieras
detenerte”.
+ + + +
28-8
Abril 12, 1930
Los actos hechos en el Querer Divino son muros de luz en torno a Jesús.
El sol, sembrador de amor de su Creador. El Sol de la Divina Voluntad
forma su Sol en la criatura, y hace de sembrador divino.
(1) Mi abandono en el Fiat continúa, y siguiendo sus actos estaba pensando y acompañando
las penas amarguísimas de mi dulce Jesús, y decía entre mí: “¡Oh, cómo quisiera defender e
impedir que Jesús recibiese nuevas ofensas!” Y Él moviéndose en mi interior y
estrechándome entre sus brazos me ha dicho:
(2) “Hija mía, si me quieres defender de modo que las ofensas no lleguen a Mí, repárame en
mi Divina Voluntad, porque conforme tú repares en Ella formarás un muro de luz en torno a Mí,
y si me ofenden, las ofensas quedarán por fuera de este muro de luz, no entrarán, y Yo me
sentiré defendido por este muro de luz, o sea por mi misma Voluntad y me estaré al seguro.
Así que tu amor en mi Querer Divino me formará muro de amor, de luz; tu adoración, tus
reparaciones me formarán muro de luz, de adoraciones y de reparaciones, de modo que el
desamor, los desprecios de las criaturas no llegarán hasta Mí, sino que quedarán fuera de
estos muros, y si los sentiré, los sentiré como de lejos, porque la hija mía me ha circundado
por el muro inexpugnable de mi Divina Voluntad. Hija mía, el amor, las reparaciones, las
oraciones fuera de mi Fiat son apenas gotitas, en cambio en mi Divina Voluntad, las mismas
cosas, los mismos actos, son mares, muros altísimos, ríos interminables; tal cual es mi
Voluntad inmensa, así vuelve a los actos de la criatura”.
(3) Después seguía al Fiat Supremo en la Creación, y mi mente se perdía en comprender el
acto continuo de Él hacia las criaturas, que por medio de las cosas creadas, o directamente
nos lleva como en brazos para ser nuestro movimiento, el respiro, el latido, nuestra vida. ¡Oh,
si las criaturas pudiesen ver qué cosa hace esta Divina Voluntad por nosotros, cómo la
amarían y se dejarían dominar por Ella. Pero, ¡ay de mí! Mientras somos inseparables de la
Divina Voluntad, todo nos viene por medio suyo, es más que nuestra misma vida, no se
reconoce, no se mira y se vive como si estuviésemos lejanos de Ella. Después, mientras
giraba en la Creación, mi amado Jesús, saliendo de dentro de mi interior me ha dicho:
(4) “Hija mía, todas las cosas creadas dicen amor, pero el sol, que con su luz y calor tiene la
supremacía sobre todo, es el sembrador de mi amor. En cuanto surge la mañana así
comienza su siembra de amor; su luz y su calor invisten la tierra, y conforme pasa de flor en
flor, con su puro toque de luz siembra la diversidad de los colores y de los perfumes, y vierte la
semilla del amor, de las diversas cualidades divinas y de sus perfumes amorosos; conforme
pasa de planta en planta, de árbol en árbol, así con su beso de luz vierte, dónde la semilla de
la dulzura del amor divino, dónde la diversidad de nuestros gustos amorosos, dónde la
sustancia del amor divino, en suma, no hay planta, flor, hierba, que no reciba la semilla de
nuestro amor que le lleva el sol, se puede decir que pasa su día sembrando amor e irradiando
toda la tierra, montes y mares con su luz, siembra dondequiera el amor de la luz eterna de su
Creador. Pero ¿sabes el por qué de esta siembra continua, jamás interrumpida que hace el
sol de nuestro amor sobre la faz de la tierra, y en tantos modos? ¿Tal vez por la tierra? ¿Por
las plantas? ¡Ah, no, no, todo por las criaturas! ¡Oh sí, por amor de ellas y para tener la
correspondencia del amor de ellas! Y ¡oh! cómo quedamos heridos y amargados cuando
14
Volumen 28
vemos que las criaturas se sirven de las flores, frutos y todas las cosas sin reconocer que en
todo lo que toma está la semilla de nuestro amor, que por medio del sol hemos vertido sobre
cada cosa creada. Y a tanto amor se nos niega un te amo”.
(5) Dicho esto ha hecho silencio. Yo he quedado afligida ante tanto dolor de Jesús y
continuaba mis actos en el Fiat Divino, y Jesús ha agregado:
(6) “Hija mía, el sol, si bien incansable en hacer de sembrador de nuestro amor sobre la
tierra, en el ocaso, al retirarse para formar el día a otras regiones, parece que da la paz a la
tierra, dándole la libertad de producir o no producir la semilla que ha sembrado, reservándose
el nuevo asalto de la siembra de amor. En cambio el Sol de mi Divina Voluntad no deja jamás
al alma, en ella pone sus reflejos, y con su luz, más que sol hace de sembrador divino, con sus
reflejos forma su Sol en la criatura. Por eso, para quien vive en mi Querer Divino no hay
noches, ni ocasos, ni alba, ni aurora, sino siempre pleno día, porque su luz se da en
naturaleza a la criatura, y lo que es naturaleza queda como propiedad. Mucho más que el Sol
de mi Divina Voluntad posee la fuente de la luz, y cuantos Soles quiere formar, tantos forma.
Pero con todo esto, a pesar que para quien vive en mi Querer posee su Sol sin jamás retirarse,
el Sol de mi Fiat tiene siempre para dar nueva luz y calor, nueva dulzura, nuevos gustos,
nueva belleza, y el alma tiene siempre qué tomar, no hay pausas como con el sol que está
bajo la bóveda del cielo, porque no poseyendo la fuente de la luz no puede formar tantos soles
según la tierra gira en torno a él. Pero para el Sol de mi Querer Divino que posee la fuente, su
luz golpea siempre, y llamando a la criatura a continuo trabajo con Él, le da siempre su acto
nuevo, jamás interrumpido”.
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28-9
Abril 18, 1930
Cómo todos los primeros actos fueron hechos por Dios en Adán.
Celo del amor Divino. Garantía y seguridad del Fiat Divino para la
criatura. Cómo en la Creación del hombre todos estábamos presentes
y en acto. Virtud vivificadora y alimentadora del Querer Divino.
(1) Mi pobre alma siente la irresistible necesidad de navegar el mar interminable del Fiat
Supremo. Más que por un imán potente me siento atraída a hacer mi dulce morada en mi
amada heredad que mi amado Jesús me ha dado, la cual es su adorable Voluntad; me parece
que Jesús me espera ahora en un acto hecho por su Fiat Divino, ahora en otro, para darme
sus admirables lecciones. Entonces mi mente se perdía en el girar en sus actos innumerables,
y habiendo llegado al amado Edén, donde todo fue fiesta, mi amado Jesús deteniéndome me
ha dicho:
(2) “Hija mía, si tú supieras con cuánto amor fue formada la creación del hombre. Al sólo
recordarlo nuestro amor se inflama y forma nuevas inundaciones, y mientras se pone en
actitud de fiesta al recordar nuestra obra, bella, perfecta, y donde se puso tal maestría de arte
que ningún otro puede formar una similar, era tan bella que llegó a suscitar en nuestro amor el
celo de que toda fuera para Nosotros. Además, el hombre había sido hecho por Nosotros, era
nuestro, entonces el ser celoso era un derecho de nuestro amor; tan es verdad que nuestro
amor llegó a tanto, que todos los primeros actos hechos en Adán fueron hechos por su
Creador; así que el primer acto de amor fue creado y hecho por Nosotros en Adán, el primer
latido, el primer pensamiento, la primera palabra, en suma, en todo lo que él pudo hacer
después, estaban nuestros actos primeros hechos en él, y sobre nuestros primeros actos
seguían los actos de Adán. Por eso, si amaba, surgía su amor de dentro de nuestro primer
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Volumen 28
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Volumen 28
de esta fuente abro tantos canales y doy el derecho a todos de tomar los bienes que la fuente
posee. Por eso sé atenta y tu vuelo en mi Divina Voluntad sea continuo”.
+ + + +
28-10
Abril 23, 1930
(1) Me parece que mi dulce Jesús tiene deseos de hablar del amor rebosante con el cual fue
creado el hombre, quiere decir su historia como desahogo de su intenso amor para ser
compadecido por su pequeña hija, y decirle la causa por la que nos ama tanto, y el derecho
que tiene de ser amado.
(2) Después, girando en los actos de su Querer Divino, y habiendo llegado al Edén ha dicho:
(3) “Hija de mi Querer Divino, quiero hacerte conocer todas las particularidades con las
cuales fue creado el hombre, para hacerte comprender el exceso de nuestro amor y el derecho
de nuestro Fiat de reinar en él. Tú debes saber que la condición del amor de nuestro Ser
Divino en la creación del hombre, era la necesidad de amarlo, porque todo lo que le dimos no
quedó separado de Nosotros, sino fundido en Nosotros. Tan es verdad, que con el aliento le
infundimos la vida, pero no retiramos nuestro aliento de aquél creado en él, sino que lo
dejamos fundido con el nuestro, de modo que conforme el hombre respiraba sentíamos y
sentimos su aliento en el nuestro. Si con nuestro Fiat creamos la palabra al pronunciarse
sobre sus labios, gran don dado a él desde dentro de nuestro Querer Divino, ésta no quedó
separada de nuestro Fiat. Si creamos en él el amor, el movimiento, el paso, este amor quedó
vinculado con nuestro amor, con nuestro movimiento y la virtud comunicativa de nuestros
pasos en sus pies. Así que sentíamos al hombre dentro de Nosotros, no fuera de Nosotros; no
el hijo lejano, sino cercano, más bien fundido con Nosotros. ¿Cómo no amarlo si era nuestro,
y su vida estaba en la continuación de nuestros actos? No amarlo sería ir en contra de la
naturaleza de nuestro amor. Y además, ¿quién es aquél que no ama lo que es suyo y lo que
ha sido formado por él? Por eso nuestro Ser Supremo se encontraba y se encuentra todavía
ahora en la condición de necesidad de amarlo, porque el hombre es aún hoy aquél creado por
Nosotros, su aliento lo sentimos en el nuestro, su palabra es el eco de nuestro Fiat, no hemos
retirado todos nuestros dones, somos el Ser inmutable y no estamos sujetos a cambiar, lo
amamos y lo seguimos amando, y es tanto este nuestro amor, que Nosotros mismos nos
ponemos en la condición de amarlo. He aquí por qué nuestras tantas estratagemas de amor,
y el último asalto que queremos darle es el gran don de nuestro Fiat, a fin de que lo haga
reinar en su alma, porque sin nuestro Querer el hombre siente los efectos de su Vida, pero no
descubre la causa, y por eso no pone atención en amarnos, en cambio nuestra Divina
Voluntad hará sentir quién es Aquél que le da la vida, y entonces también él sentirá la
necesidad de amar a Aquél que es causa primaria de todos sus actos y que tanto la ama”.
(4) Después seguía mi giro en la Creación, y mi siempre amable Jesús ha agregado:
(5) “Hija mía, mira qué orden hay en la creación de todo el universo, hay cielo, estrellas,
soles, todos ordenados. Mucho más al crear al hombre, nuestro Ser Divino extendía en el
fondo de su alma el orden de nuestras cualidades divinas como tantos cielos, así que
extendíamos en él el cielo del amor, el cielo de nuestra bondad, el cielo de nuestra santidad,
de nuestra belleza, y así de todo lo demás. Y después de haber extendido el orden de los
cielos de nuestras cualidades divinas, nuestro Fiat en la extensión de estos cielos se
17
Volumen 28
constituyó Sol del alma, que con su luz y calor reflejando en él, debía hacer crecer y conservar
nuestra Vida Divina en la criatura. Y así como nuestras cualidades divinas hacen conocer al
Ser Supremo, así estos cielos extendidos en el hombre hacen conocer que él es nuestra
habitación. ¿Quién puede decirte el modo, el amor con el cual nos deleitamos al crear al
hombre? ¡Oh, si él conociera quién es, qué posee, cómo se estimaría más y estaría atento a
no manchar su alma, y amaría a Aquél que con tanto amor y gracia lo ha creado!”
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28-11
Mayo 2, 1930
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Volumen 28
vida no puede cesar de vivir, debe tener su acto continuo. Mi Fiat no sabe hacer actos finitos,
y todo lo que la criatura hace en Él adquiere vida continua, y así como a la vida le es necesario
el respiro, el latido, el movimiento continuo para vivir, así los actos hechos en mi Voluntad
Divina, teniendo su principio en Ella, se cambian en vida, y como vida adquieren la
continuación del mismo acto, sin cesar jamás. Por tanto tu ‘te amo’ no es otra cosa que la
continuación de tu primer ‘te amo’; él, como vida quiere el alimento para crecer, el respiro, el
latido, el movimiento para vivir, y con el repetir tu ‘te amo’ siente el latido, el respiro, el
movimiento, y crece en la plenitud del amor, y sirve para multiplicar tantas vidas de amor por
cuantos ‘te amo’ tú dices. ¡Si tú supieras cómo es bello el ver tantas vidas de amor esparcidas
en toda la Creación por cuantos ‘te amo’ dices! Por eso un ‘te amo’ llama y reclama con
insistencia al otro ‘te amo’. He aquí el por qué tú sientes una necesidad de amor de seguir la
carrera del tu ‘te amo’ ; el verdadero bien jamás queda aislado, mucho más en mi Divina
Voluntad que siendo Vida que no tiene principio ni fin, todo lo que en Ella se hace no está
sujeto ni a terminar ni a ser interrumpido. Entonces un ‘te amo’ sirve para mantener y llamar a
vida otro ‘te amo’, son pasos de vida de amor que la criatura hace en mi mismo Querer. Por
eso no te detengas y sigue la carrera de tu ‘te amo’ para Quien tanto te ha amado”.
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28-12
Mayo 10, 1930
Todas las cosas creadas son felices porque han sido creadas por
una Voluntad Divina. Dios amó al hombre con amor perfecto
y le donó amor, santidad, y belleza completas.
(1) Mi pequeña alma continúa su curso en las obras que creó la Divina Voluntad, y mientras
miraba la Creación para unirme a los homenajes que dan a mi Creador, veía que todo era
felicidad en ellas: El cielo, feliz en su extensión que se extendía a todos los puntos, parece
que su extensión dice plenitud de felicidad, y todas sus estrellas son grados de felicidad que el
cielo posee, que elevándose hacia su Creador lo glorifica con la felicidad de su extensión y con
tantas categorías de estrellas que posee; el sol es feliz en su luz, en la fecundidad de su calor,
en la belleza de sus variados colores, en la dulzura y distintos gustos que posee, ¡oh! cómo es
feliz, cómo se eleva a Aquél que lo ha creado para llevarle la gloria, los homenajes de tanta
felicidad que posee. Pero mientras mi mente se perdía en las tantas felicidades que posee la
Creación, mi dulce Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, todas las cosas creadas son felices, felices porque han sido creadas por una
Voluntad Divina que por Sí misma es eternamente feliz, felices por el oficio que ocupan, felices
en el espacio en el cual se encuentran, felices porque glorifican a su Creador. Ninguna cosa
creada por Nosotros ha sido creada infeliz, por eso todas poseen la plenitud de la felicidad.
(3) Ahora, si tanta felicidad pusimos en toda la Creación, al crear al hombre no sólo lo
creamos doblemente feliz, dándole la vena de la felicidad en la mente, en la mirada, en la
palabra, en el latido, en el movimiento, en el paso, sino que le dimos en su poder la misma
felicidad, para que la multiplicara en cada acto bueno, palabra, paso, y lo demás que hubiera
hecho, no hubieron límites de felicidad para él como en las cosas creadas, al hombre le fue
dada la virtud de crecer siempre más en la felicidad, pero esto siempre y cuando se hiciera
dominar por mi Divina Voluntad; sin Ella no puede reinar la felicidad. ¡Oh, si las cosas creadas
pudiesen salir de nuestro Fiat, perderían al instante la felicidad y se cambiarían en obras, las
más infelices! Por eso si quieres ser feliz déjate dominar por mi Querer Divino, porque sólo Él
tiene la virtud de dar la felicidad a la criatura, y de cambiar en el néctar más dulce las cosas
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Volumen 28
más amargas. Hija mía, tú debes saber que Nosotros amamos con amor perfecto a la criatura,
y por eso al crearla poníamos en ella felicidad completa, amor, santidad y belleza completa, a
fin de que la criatura pudiera ponerse en competencia con Nosotros y correspondernos con
felicidad, amor y santidad completos, de modo de podernos deleitar tanto en ella, de poder
decir: ‘Cómo es bella la obra creada por Nosotros’. Y para estar seguros de que nuestros
dones no sufrieran detrimento en la criatura, la confiamos a nuestra Divina Voluntad, a fin de
que le sirviera de vida para custodiar en ella nuestra felicidad, nuestro amor, nuestra santidad
y belleza, haciéndolos crecer siempre. Por eso todo el bien del hombre estaba ligado a
nuestra Divina Voluntad; rechazada Ésta todos los bienes terminan, no hay desventura más
grande que la de no hacerse dominar por mi Divina Voluntad, porque sólo Ella es la
conservadora y el llamado de nuestros bienes en la criatura”.
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28-13
Mayo 20, 1930
(1) Estaba según mi costumbre siguiendo los actos de la Divina Voluntad en la Creación.
Comprendía que está totalmente unida con su Creador, y parece que como miembro goza la
unión con su cuerpo, y en virtud de esta unión el miembro siente el calor, el movimiento, la
vida. Pero mientras esto pensaba, mi siempre amable Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, cada cosa creada es un miembro mío distinto, y tal me sirve para mantener el
orden, la vida de la Creación, y por medio de ella me sirvo, ahora para hacer uso de la
misericordia, ahora de mi potencia y ahora de mi justicia; mucho más que estando la Creación
inmersa en mi Divina Voluntad, no se puede mover ni obrar si mi Fiat Divino no le da el
movimiento, ni la actitud de obrar. Ahora, al igual que la Creación, la criatura es miembro de
Dios, y hasta en tanto que quede unida con Dios participa de todas las cualidades de Dios, del
mismo modo que un miembro unido al cuerpo participa de la circulación de la sangre, del
calor, del movimiento del mismo cuerpo. ¿Pero quién mantiene firme esta unión, permanente
y en pleno vigor este miembro de la criatura unido a su Creador? Mi Divina Voluntad. Ella es
vínculo de unión y comunicación de calor y movimiento, en modo de hacer sentir a cada
movimiento la Vida de su Creador, y pone, más que sangre, en circulación con este miembro
la santidad Divina, la fuerza, la bondad, en suma, todas las cualidades de su Creador; pero si
no está mi Voluntad, será un miembro separado que no puede fluir a la comunicación del
cuerpo, y si aparentemente parece unido, será como un miembro paralizado que vivirá con
dificultad, sin movimiento, y será de fastidio y de dolor a la cabeza divina, el tener un miembro
y no poder comunicar el bien de su Vida”.
(3) Después de esto ha agregado: “Hija mía, mi Divina Voluntad es la recolectora de todo lo
que le pertenece. Ella, celosa de sus actos no pierde uno solo, porque cada uno de sus actos
contiene un acto infinito, una eternidad toda entera, una interminabilidad que no termina jamás,
así que son actos no sujetos a perderse, y mi Fiat cuando forma sus actos es tanto el amor, el
celo de su acto, que se lo tiene en su regazo de luz como gloria y triunfo de la potencia de su
obrar. Ahora, cuando el alma vive en mi Divina Voluntad y encierra en Ella sus actos, se
vuelve un acto de Voluntad Divina, y entonces repite por sí todos los actos que hace la Divina
Voluntad, y le da la gloria, la correspondencia de sus actos divinos, y ¡oh! cómo mi Fiat Divino
se siente triunfante de esta criatura, porque encuentra en ella un acto puro de su Voluntad, y
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Volumen 28
se hace recolectora de todo lo que puede hacer esta criatura, no pierde ni siquiera un respiro,
porque en todo encuentra su Voluntad obrante, y esto le basta para tener actos dignos de Ella,
y la ama tanto que la tiene estrechada en su regazo de luz para darle la Vida continua de su
Querer, y para recibir de ella la correspondencia. Por eso hija mía, sé atenta a recibir esta
Vida de Voluntad Divina, para poder decir: Vida de Voluntad Divina me das, y Vida de
Voluntad Divina te doy”.
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28-14
Junio 2, 1930
(1) Me sentía oprimida por las privaciones de mi dulce Jesús. ¡Oh Dios, qué pena! Es pena
sin misericordia, sin alivio, sin apoyo, faltando Jesús falta todo, por eso se siente que falta la
Vida de quien puede dar vida; es pena que convierte a todo el pobre ser humano en voces que
llaman a Aquél que puede darle la vida; es pena de luz que revela con más claridad quien es
Jesús. Pero mientras nadaba en el duro dolor de su privación, otro dolor se agrega, que me
martillaba mi pobre inteligencia, me habían dicho que se dudaba de mis escritos porque se
encontraba en ellos que Jesús me había besado, abrazado, y casi diariamente había venido a
mí. Mi pobre mente no soportaba y disparatando decía: “Mira Amor mío qué significa el no
hacerte ver y no darte a conocer a todos, si lo hicieras ellos caerían en la red de no poder
estar sin Ti y te harían caer a Ti para no poder estar sin ellos”. Yo me sentía torturada por las
dudas, por temores que no es necesario poner sobre el papel. Y mi dulce Jesús teniendo
compasión de mí, todo bondad me ha dicho:
(2) “Hija mía, tranquilízate, tranquilízate, tú sabes que jamás he tolerado en ti dudas y
temores, porque son harapos viejos de la voluntad humana; mi Fiat Divino, donde Él reina no
admite estas miserias, porque por su naturaleza es paz y seguridad, y así vuelve al alma que
se hace dominar por su luz. Por eso Yo no quiero nada más de ti, sino que tu respiro, tu latido,
todo tu ser, no sea otra cosa que Voluntad mía y amor. El amor y la Divina Voluntad unidos
juntos forman el más grande ofrecimiento, el más bello homenaje que la criatura puede hacer
a su Creador, el acto que más se asemeja a nuestro acto. Por eso estémonos en nuestro
puesto de amarnos siempre y de no interrumpir jamás nuestro amor. Una Voluntad Divina
siempre cumplida y un amor nunca interrumpido, es la cosa más grande que se puede
encontrar en el cielo y en la tierra, y esto es sólo de nuestro Ser Divino y de quien se da en
poder de nuestro Querer. Además hija mía, ¿por qué ¿por qué te afliges tanto por lo que han
dicho? Yo soy el autor de las leyes y ninguno me puede someter a ninguna ley, y por eso
hago lo que quiero y lo que más me agrada. El disponer de las almas, el cumplir en quién un
designio mío, en quién algún otro, es derecho que he reservado para Mí solo, y además, ¿qué
es más, el recibirme Sacramentado cada día, entrar en su boca, descender en el estomago y
aun en personas llenas de pasiones para comunicar mi Vida, mi sangre para mezclarla con la
sangre de ellos, o dar un beso, un abrazo a quien me ama y vive sólo para Mí? ¡Oh! cómo es
verdad que la vista humana es corta, y hacen grandes las cosas pequeñas, y las cosas
grandes las hacen pequeñas por la sola razón de que no son comunes a todos. Además de
esto, todo lo que ha pasado entre Yo y tú, tantas intimidades, tantos excesos de mi amor, mis
repetidas venidas, lo requería el decoro de mi Divina Voluntad que debía hacer conocer por
medio tuyo. Si Yo no hubiera venido frecuentemente, ¿cómo podía decirte tantas cosas
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Volumen 28
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Volumen 28
28-15
Junio 18, 1930
(1) Mi abandono en el Fiat continúa, y mientras mi pobre mente seguía la Creación para
hacer compañía a los actos que la Divina Voluntad hace en Ella, mi dulce Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, cada cosa creada llama a la criatura a hacer la Divina Voluntad; son sin voz y
hablan, pero hablan según el acto que el Querer Divino desarrolla en ellas, porque cada cosa
creada desarrolla un acto distinto de Voluntad Divina, y con ese acto llama a la criatura a
cumplir su Divina Voluntad. Cada cosa creada para este fin, ha tenido de Dios un deleite
especial, para atraer con modo misterioso a la criatura a hacer su Divina Voluntad. He aquí la
razón del orden, la armonía de toda la Creación en torno a la criatura, de modo que el sol
llama con su luz, y haciendo salir su calor la llama a cumplir la Voluntad de su Creador, y mi
Fiat Divino escondido bajo los velos de la luz, llama con insistencia, sin retirarse jamás, a
recibir su Vida para poderla desarrollar como la desarrolla en el sol, y casi para asaltarla para
hacerse escuchar, inviste a la criatura por todos los lados, a la derecha, a izquierda, sobre la
cabeza, se extiende hasta bajo los pies para decirle con su mudo lenguaje de luz:
‘Escúchame, mírame como soy bello, cuánto bien hago a la tierra, porque una Voluntad Divina
reina y domina mi luz, y tú, ¿por qué no escuchas con mi toque de luz, para recibir la Vida del
Querer Divino para hacerlo reinar en ti?’ El cielo te habla con el apacible centelleo de las
estrellas, el viento con su imperio, el mar con su murmullo y con sus olas alborotadas, el aire
te habla en la respiración, en el latido, la florecita con su perfume, en suma, todas las cosas
creadas hacen competencia en llamarte a recibir mi Voluntad para hacerla reinar, de modo que
cielo y tierra no fuesen otra cosa que un acto de Voluntad Divina. ¡Oh, si las criaturas
escuchasen las tantas voces de la Creación, que si bien mudas, pero reales y siempre en
medio a ellas, se rendirían y la harían reinar como reina con su pleno triunfo en todas las
cosas creadas por Nosotros!’.
(3) Después seguía mi giro en la Creación, y habiendo llegado al Edén seguía lo que Dios
hizo en la Creación del hombre, y mi amado Jesús me ha dicho:
(4) “Hija mía, en cuanto llegas a este punto de la creación del hombre, nos sentimos heridos
y tenemos presente la escena conmovedora de cómo fue creado por Nosotros; nuestro amor
se inflama, se desborda, corre para encontrar al hombre como fue creado por Nosotros;
nuestro amor delira y en su delirio quiere abrazarlo, estrecharlo a nuestro seno, bello y santo
como salió de nuestras manos creadoras, y no encontrándolo, nuestro amor se cambia en
delirio de amor doliente y suspira a aquél que tanto ama. Tú debes saber que fue tanto
nuestro amor al crear al hombre, que apenas creado fue puesto por Nosotros en nuestros
recintos divinos, y le dimos como pequeño átomo la voluntad humana inmersa en la
inmensidad de la Divina Voluntad, por lo que era como connatural para él, que siendo pequeño
átomo debiese vivir de Voluntad Divina. Nuestra Divinidad le decía: ‘Te damos nuestra Divina
Voluntad a tu disposición, a fin de que tu pequeño átomo de la tuya sienta la necesidad de vivir
de su inmensidad, de crecer con su santidad, de embellecerse con su belleza, de servirse de
su luz; viéndose pequeño se sentirá feliz de vivir en los recintos de nuestro Fiat para vivir de
nuestras cualidades divinas’. Y Nosotros nos deleitábamos de ver este pequeño átomo de la
voluntad humana vivir en nuestros interminables recintos, a cuidado nuestro, bajo nuestra
mirada crecía bello y gracioso, de una rara belleza, tanto, de raptarnos y encontrar en él
nuestras delicias. Pero fue breve su felicidad y nuestras alegrías por haber creado al hombre,
este átomo del querer humano no quiso vivir de Voluntad Divina, sino de sí mismo, se puede
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Volumen 28
decir que reprimió la nuestra para vivir de la suya, porque por cuanto quisiera salir de nuestra
Voluntad, no encontraba ni siquiera un pequeño espacio a donde irse, porque no hay punto
donde Ella no se encuentre, así que, aunque no quiso vivir de la nuestra, no tenía a dónde ir,
así que mientras estaba en nuestro Fiat Divino, pero vivía como si no estuviera, y
voluntariamente vivía de sus miserias y de las tinieblas que se formaba él mismo. Ésta es la
razón de nuestro suspiro continuo, que no tenga más reprimido nuestro Querer, sino que más
bien reprima el átomo de su querer para vivir feliz y santo, y poder encontrar en él nuestras
delicias”.
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28-16
Julio 4, 1930
Todas las cosas creadas poseen la virtud repetidora del Fiat Divino.
(1) Me sentía aplastar bajo el peso de opresiones tremendas que circundan mi pobre
existencia. ¡Oh, cómo suspiraba la patria celestial! Habría querido desaparecer de la tierra sin
volver a oír ni ver a ninguno; amo, suspiro el lanzarme en los brazos de Jesús para decirle:
“Amor mío, tenme estrechada entre tus brazos, no me dejes más, porque sólo en tus brazos
me siento segura y no tengo miedo de nada, Jesús, piedad de mí, Tú que sabes lo que pasa
en mi alma no me abandones”. Y buscaba por cuanto más podía el abandonarme en el Fiat
Supremo. Y mi dulce Jesús teniendo compasión de mí, haciéndose ver, todo ternura me ha
dicho:
(2) “Pobre hija mía, ánimo, debes saber que no estás sola en el sufrir, tienes a tu Jesús que
sufre junto contigo, es más, sufre más que tú, porque son cosas que corresponden más a Mí
que a ti, y Yo las siento tan a lo vivo que me siento desgarrar mi corazón traspasado. Pero lo
que nos debe consolar es que son cosas del foro externo, entre tú y Yo nada se ha cambiado,
las cosas tal como eran son, los juicios humanos no tienen ningún poder en nuestras
intimidades y comunicaciones, por eso no nos pueden dañar. Así que tu vuelo en mi Divina
Voluntad no quiero que sea interrumpido jamás; Ella tiene la virtud repetidora, y todas las
cosas creadas por Nosotros que hacen continua morada en nuestro Querer, poseen la virtud
de repetir el acto continuo recibido de Dios en la Creación, y de dar a las criaturas cada día su
acto continuo: El sol cada día da su luz, el aire se hace respirar continuamente, el agua repite
cada día el darse al hombre para quitarle la sed, lavarlo y refrescarlo, y así todas las otras
cosas creadas repiten la virtud repetidora de mi Fiat Divino, y si alguna de estas cosas creadas
pudieran salir de dentro de Él, perderían al instante la virtud de repetir su acto continuo, que
mientras es antiguo es siempre nuevo en provecho de las criaturas. La señal más cierta de
que las cosas creadas están en mi Divina Voluntad, y la señal de que el alma vive en Ella y se
hace dominar, es si sus actos, si bien antiguos, tienen virtud como si fuesen siempre nuevos, y
que sean continuos sus actos. En mi Divina Voluntad no hay detenciones, el alma siente la
facilidad y virtud de su acto continuo; ¿tal vez se detiene el sol en su curso de dar siempre luz?
Ciertamente que no. Tal es el alma que vive en mi Divina Voluntad, siente en sí toda la
plenitud y convertidos como en naturaleza la virtud vivificadora de los bienes divinos y del acto
continuo del Fiat Divino.
(3) Ahora, así como las cosas creadas repiten su acto continuo, así mis actos y los de mi
Mamá Celestial, porque fueron hechos en la Divina Voluntad y animados por Ella, poseen la
virtud repetidora, y más que sol dardean a las criaturas y hacen llover sobre sus cabezas todos
los bienes de todos nuestros actos, que si bien antiguos son siempre nuevos, en provecho de
la mísera humanidad, porque poseen el acto continuo. Pero a pesar de que llueven sobre sus
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Volumen 28
cabezas sin cesar jamás, no son tomados por las criaturas, sólo reciben el fruto de nuestros
actos continuos cuando los reconocen, los imploran y los quieren recibir, de otra manera nada
reciben. Sucede como al sol, si la criatura no sale fuera para gozar y recibir el bien de su luz
continua, no recibe todo el bien de su luz, lo recibe sólo aquellas veces que se toma el
pensamiento de salir; y si alguna otra no abre las puertas, a pesar de que el sol inviste la tierra
con su acto continuo de luz, quedará a lo oscuro. Por eso hija mía, si quieres tomar todo el
bien de tu Jesús y de la Soberana del cielo, en nuestro Fiat los encontrarás todos en acto,
implóralos sobre de ti, reconócelos, y te sentirás bajo la lluvia de nuestros actos continuos”.
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28-17
Julio 9, 1930
(1) Mi pequeña inteligencia siente la extrema necesidad del Querer Divino, porque sólo Él es
mi apoyo, mi fuerza, mi vida. ¡Oh Voluntad Divina, no me abandones! Y si yo, ingrata, no he
sabido seguir tu vuelo, tu luz, perdóname, y reforzando mi debilidad absorbe en Ti el pequeño
átomo de mi existencia, y viva perdida en Ti para vivir sólo y siempre de tu Voluntad Suprema.
Pero mientras mi mente se perdía en el Fiat Divino, mi dulce Jesús haciendo su pequeña visita
a mi alma me ha dicho:
(2) “Hija mía, ánimo, estoy Yo contigo, ¿de qué temes? Si conocieras la belleza, el valor
que adquiere la voluntad humana cuando entra y hace continua morada en el Fiat Divino, no
perderías un instante de vivir en Él. Tú debes saber que en cuanto la voluntad humana entra
en la Divina, nuestra luz la inviste y la embellece de una rara belleza, el alma queda tan
ensimismada que no se siente extraña con su Creador, más bien se siente que ella es toda del
Ser Supremo y el Ser Divino es todo suyo, y con libertad de hija, sin temor y con confianza
raptora se eleva en la unidad de la Voluntad de su Creador, y en esta unidad, el átomo de la
voluntad humana emite su ‘te amo’, y mientras forma su acto de amor, todo el amor divino
corre, circunda, abraza, se cambia en el ‘te amo’ de la criatura, y lo hace tan grande cuanto es
grande nuestro amor, y Nosotros sentimos en el pequeño ‘te amo’ de la criatura las fibras, la
vida de nuestro amor, y Nosotros le damos el valor de nuestro amor, y sentimos en el pequeño
‘te amo’ la felicidad de nuestro amor. Este pequeño ‘te amo’ no sale más de dentro de la
unidad de nuestro Querer, y mientras queda, se expande tanto en la orbita del Fiat, que no
hace otra cosa que seguir por todas partes a la Divina Voluntad, y así de todos los otros actos
que se propone hacer en nuestra Voluntad. Tú debes pensar que una Voluntad creadora entra
en el acto de la criatura, y por eso debe hacer actos dignos, cuales sabe hacer y convienen a
una Divina Voluntad”.
(3) Después me sentía oprimida más que nunca, mi pobre mente estaba entristecida por
pensamientos que me aplastaban y me quitaban la bella tranquilidad del día de la paz gozada
siempre por mí, y que Jesús mismo tanto estimaba y era celoso de mi paz, y no permitía que
ninguna cosa me turbara. Y ahora oigo que ruidos de tempestad quieren hacer llover sobre mi
cabeza, y esto porque habiendo leído personas competentes algún volumen de mis escritos,
han encontrado dificultades sobre la intimidad que Jesús había usado conmigo, el verter sus
amarguras en mi indigna alma, y tantas otras cosas, que no era de la dignidad divina obrar en
este modo con la criatura, y como yo estaba en mi simplicidad, habiéndome asegurado mis
pasados confesores y también personas santas y competentes, a las cuales yo, temerosa
preguntaba si fuese Jesús o no que obraba así conmigo, y ellos me aseguraban que era
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Volumen 28
Jesús, diciéndome que es su costumbre entretenerse sobre la faz de la tierra con sus
criaturas, y yo creía sus aseveraciones, y dándome en poder de Jesús lo dejaba hacer lo que
quería de mí, y aunque me sometiera a penas atroces, y aun a la misma muerte, yo me sentía
feliz como tantas veces sucedía, porque, contento Jesús, decía, me basta, mucho más que lo
que ha hecho conmigo mi dulce Jesús, sea que vertiera, sea que me llevase junto con Él, o
cualquier otra cosa que me hiciera, yo no recuerdo jamás haber sentido en mí sombra de
pecados, tendencias no buenas y santas, más bien su toque era puro y santo y me sentía más
pura, su verter de su boca en la mía, que como una fuentecita salía de la boca de Jesús y se
vertía en la mía, a las penas que yo sentía tocaba con la mano cuánto sufre Jesús, cuán feo
es el pecado, y habría puesto mil veces la vida, antes que ofenderlo, y me sentía convertir mi
pequeño ser todo en reparaciones para poder defender a mi dulce Jesús. Por eso, al pensar
que había sido interpretado tan mal un acto tan santo de Jesús, me sentía tan mal, que no
tengo palabras para expresarme. Entonces el bendito Jesús, teniendo compasión de mí, se
ha hecho ver, y todo afligido y ternura me ha dicho:
(4) “Hija mía, no temas, mi modo de obrar es siempre puro y santo, cualquiera que sea, y
aunque parezca extraño a las criaturas, porque toda la santidad no está en el acto externo del
modo de obrar, sino depende de la fuente de la santidad interna de donde sale, y de los frutos
que produce mi modo de obrar, si los frutos son santos, ¿por qué querer juzgar mi modo? Así
me agradaba y por eso lo hacía. Por los frutos se conoce el árbol, si es bueno, mediocre o
malo, y me disgusta sumamente que en vez de juzgar los frutos, han juzgado la corteza del
árbol y no la sustancia y la vida del mismo árbol. Pobrecitos, ¿qué cosa pueden comprender
con mirar la corteza de mis modos sin descender a los frutos que he producido? Quedarán
más a lo oscuro y pueden incurrir en la desgracia de los fariseos, que mirando en Mí la corteza
de mis obras y palabras, no la sustancia de los frutos de mi Vida, permanecieron ciegos y
terminaron con darme la muerte. Y además, ¿así se da un juicio, sin implorar la ayuda del
Autor y Dador de las luces, y sin interpelar a aquella que con tanta facilidad ellos juzgan? Y
además, ¿qué males hacía Yo, y qué era lo que tú recibías cuando Yo vertía de mi boca en la
tuya la fuentecita que salía de la fuente de mis amarguras que me dan las criaturas? No vertía
en ti el pecado, sino parte de los efectos y por eso tú sentías la intensidad de las amarguras, la
nausea, cómo es fea la culpa, y tú al sentir estos efectos aborrecías el pecado y
comprendiendo por ello cuánto sufre tu Jesús, cambiabas tu ser, y también cada gota de tu
sangre en reparación para tu Jesús. ¡Ah! tú no habrías amado tanto el sufrir para repararme si
no hubieras sentido en ti los efectos de la culpa, y cuánto sufre tu Jesús al ser ofendido.
Pueden decir que porque lo hacía de la boca, lo podía hacer de otra manera, pero así me
agradaba. Yo he querido hacer contigo como un padre hace con su pequeña hija, porque
pequeña se deja hacer lo que quiere, y su padre se vierte en su pequeña, con modos tan
afectuosos y amorosos como si encontrase en ella su propia vida, porque sabe que nada
rechazaría a su padre, aunque se requiriera el sacrificio de la propia vida. ¡Ah hija mía! mi
delito es siempre el amor y es también el delito de quien me ama; no encontrando otra materia
de qué juzgar, juzgan mi demasiado amor, y aquél de mis hijos, que tal vez han puesto la vida
por ellos mismos. Y además, ahora pueden juzgar como quieran, pero ¿cuál no será su
confusión cuando vengan ante Mí y conozcan con claridad que he sido propiamente Yo Aquél
que he obrado en ese modo condenado por ellos, y que su juicio me ha impedido una gran
gloria mía, y un gran bien en medio a las criaturas, cual es el conocer con más claridad qué
significa hacer mi Divina Voluntad y hacerla reinar? No hay delito más grave que el de impedir
el bien, por eso hija mía, te recomiendo que no quieras turbarte ni alejar nada de lo que pasa
entre Yo y tú, asegúrame que mi obrar tenga su cumplimiento en ti, no me quieras dar ningún
dolor por parte tuya. Yo quería difundir el bien fuera de ti, pero la voluntad humana pone
obstáculos a mis designios, por eso ruega que sea vencida la voluntad humana y que no
quede sofocado el reino de mi Divina Voluntad en medio a las criaturas.
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Volumen 28
(5) Pero te digo que los conocimientos sobre mi Divina Voluntad no quedarán sepultados,
ellos son parte de mi Vida Divina, y como Vida no están sujetos a morir, a lo más podrán
quedar escondidos, pero morir jamás, porque es decreto de la Divinidad que el reino de mi
Divina Voluntad sea conocido, y cuando Nosotros decretamos no hay potencia humana que
nos pueda resistir, a lo más será cuestión de tiempo. Y a pesar de las oposiciones y juicios en
contra de estas personas competentes, Yo me haré camino, y si éstos con sus juicios querrán
sepultar tanto bien y tantas Vidas Divinas de mis verdades, Yo los pondré a un lado y me haré
camino, disponiendo a otras personas más humildes y simples, y más fáciles para creer en mis
modos admirables y múltiples que Yo uso con las almas, y con su simplicidad, en lugar de
encontrar cavilaciones y dificultades, reconocerán como don de cielo lo que Yo he manifestado
sobre mi Divina Voluntad, y éstos me servirán admirablemente para propagar en el mundo los
conocimientos sobre mi Fiat. ¿No sucedió lo mismo en mi venida sobre la tierra? Los sabios,
los doctos, las personas de dignidad no quisieron escucharme, es más, tenían vergüenza de
acercárseme, su doctrina les hacía creer que Yo no podía ser el Mesías prometido, de modo
que llegaron a odiarme y Yo los hice a un lado y escogí humildes, simples y pobres
pescadores, los cuales me creyeron y me serví admirablemente de ellos para formar mi Iglesia
y propagar el gran bien de la Redención. Así haré de mi Divina Voluntad, por eso hija mía, no
te abatas al oír tantas dificultades que ponen, y no nos separemos en nada de lo que pasa
entre tú y Yo, y sigue haciendo lo que te he enseñado que hagas en mi Divina Voluntad. Yo
nada dejé de hacer de lo que debí hacer para la Redención, a pesar de que no todos me
creyeron, todo el mal quedó para ellos, a Mí me convenía hacer mi curso que había
establecido hacer por amor de las criaturas. Así harás tú, sigue tu abandono en mi Divina
Voluntad y tus actos en Ella, y Yo no te dejaré, estaré siempre junto contigo”.
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28-18
Julio 16, 1930
(1) Mi abandono en el Fiat Divino continúa, ¡oh! sí, yo lo siento que como aire se hace
respirar por mi pobre alma, siento su luz purísima que tiene reprimidas las tinieblas de la
noche de mi voluntad humana, que en cuanto hace por surgir, por ponerse en acción, la luz de
la Divina Voluntad, dulcemente imperante sobre la mía, no sólo reprime las tinieblas para no
darles vida, sino potentemente me llama y me atrae a seguir sus actos. Después, siguiendo
sus actos divinos tocaba con la mano cuánto nos ama, porque en cada acto suyo salían mares
de amor para las criaturas. Y mi siempre amable Jesús, haciendo ver su corazón investido por
llamas ardientes por amor de las criaturas me ha dicho:
(2) “Hija mía, mi amor hacia las criaturas es tanto, que no cesa un solo instante de amarlas;
si cesara un solo instante de amarlas, toda la máquina del universo y todas las criaturas se
resolverían en la nada, porque la existencia de todas las cosas tuvo el primer acto de vida de
mi amor pleno, entero, completo, interminable e incesante, y para hacer que mi amor tuviese
toda su plenitud, hice salir de Mí, como acto de vida de todo el universo y de cada acto de
criatura, mi Voluntad Divina. Así que mi Voluntad es vida de todo, mi amor es alimento
continuo de toda la Creación. La vida sin el alimento no puede vivir; el alimento si no
encuentra la vida no tiene a quién darse ni a quién nutrir. Por eso toda la sustancia de toda la
Creación es mi Voluntad como vida y mi amor como alimento, todas las otras cosas son
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Volumen 28
superficiales y como adorno. Así que cielo y tierra están llenos de mi amor y de mi Voluntad,
no hay punto, donde como viento impetuoso no se derramen sobre las criaturas, y esto
siempre, siempre, sin cesar jamás, está siempre en acto para derramarse sobre las criaturas,
tanto, que si la criatura piensa, mi Divina Voluntad se hace vida de su inteligencia, y mi amor,
alimentándola, la desarrolla; si mira se hace vida de su ojo y mi amor alimenta la luz del ver; si
habla, si late, si obra, si camina, mi Voluntad se hace vida de la voz, mi amor alimento de la
palabra; mi Divina Voluntad se hace vida del corazón, mi amor, alimento del latido; en suma,
no hay cosa que la criatura haga en que mi Voluntad no corra como vida, y mi amor como
alimento. Pero cuál no es nuestro dolor al ver que la criatura no reconoce a quien forma su
vida y a quien alimenta todos sus actos”.
(3) Después de esto continuaba mis actos en el Querer Divino, y en mi mente pensaba entre
mí: “¿Qué gloria doy a mi Dios y qué bien me viene con repetir siempre los mismos actos?” Y
mi dulce Jesús me ha dicho:
(4) “Hija mía, un solo acto no forma vida, ni obras completas en las criaturas, la misma
Divinidad en la Creación quiso hacer la repetición de su Fiat por seis veces para formar toda la
máquina del universo; podíamos con un solo Fiat hacer todas las cosas creadas, pero no, nos
agradó el repetirlo para tomar placer al ver salir de Nosotros, con nuestra fuerza creadora,
ahora el cielo azul, ahora el sol, y así todas las otras cosas creadas por Nosotros, y el último
Fiat fue repetido sobre del hombre como cumplimiento de toda la obra de la Creación. Y si
bien nuestro Fiat no agregó otro Fiat para crear otras cosas, pero hace siempre su repetición,
para mantener y conservar como en su aliento del Fiat todas las cosas en acto, como si las
acabase de crear. Y ¡oh! cómo es necesaria la repetición, con el repetir crece el amor, se
duplica el gozo, se aprecia de más lo que se repite, y se siente la vida del acto que se repite.
Ahora, con el continuar tus actos en mi Divina Voluntad, vienes a formar la Vida de mi Divina
Voluntad en ti, con repetirlos la haces crecer y la alimentas. ¿Crees tú que con haberlos
repetido alguna vez habrías podido formar su Vida en ti? No hija mía, a lo más habrías podido
sentir su aire balsámico, su fuerza, su luz, pero no formar su Vida; se necesitan los actos que
no cesan jamás para poder decir: ‘Poseo la Vida del Fiat’. ¿No sucede lo mismo a la vida
natural? No se da una sola vez el alimento, el agua, y se ponen aparte sin darlos nunca más,
sino que se dan cada día; si se quiere conservar la vida es necesario alimentarla, de otra
manera por sí misma se apaga. Por eso continúa tus actos en mi Fiat si no quieres que su
Vida se apague y no tenga su cumplimiento en ti”.
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28-19
Julio 24, 1930
(1) Mi pobre corazón se encuentra entre dos potencias insuperables, el Fiat Divino y el dolor
de la privación de mi dulce Jesús, potentes ambas sobre mi pobre corazón, porque mientras
siento toda la amargura de estar privada de Aquél que formaba toda la felicidad de mi pobre
existencia, y que ahora faltándome se me ha convertido en intensa amargura, el Querer Divino
dominándome me absorbe en su Divina Voluntad para transmutarla en Ella. Ahora, mientras
me encontraba bajo opresiones tremendas, mi dulce Jesús dándome una sorpresa me ha
dicho:
(2) “Hija mía, ánimo, no temas, estoy aquí contigo, y la señal es que sientes en ti la Vida de
mi Fiat, Yo soy inseparable de Él. Tú debes saber que nuestra Voluntad está en continua
actitud en nuestro Ser Divino, su movimiento no cesa jamás, sus obras están siempre en acto,
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Volumen 28
por eso está siempre en actividad. Pero las sorpresas maravillosas que suceden cuando la
criatura entra en nuestra Voluntad son encantadoras y prodigiosas; en cuanto ella entra
nuestro Querer se encierra en la criatura, y mientras se encierra hasta llenarla toda, no
pudiendo ella abrazarla toda ni encerrarla toda dentro de sí, desborda fuera de sí, llenando
cielo y tierra, en modo que se ve que la pequeñez de la criatura encierra una Voluntad Divina,
la cual mantiene en ella su movimiento incesante y sus obras en operación; no hay cosa más
santa, más grande, más bella, más prodigiosa, que el obrar de mi Querer en la pequeñez de la
criatura. Mientras obra, como ella no puede ni encerrarla ni abrazarla toda porque es finita,
por eso no tiene capacidad de encerrar lo inmenso y lo infinito, pero toma cuanto más puede
contener, hasta desbordar fuera, y mientras desborda, se ve la criatura bajo una lluvia de luz y
de varias e insólitas bellezas dentro y fuera, que nuestro Ser Divino por ello toma tanto deleite
que nos sentimos raptar, porque vemos a la pequeñez humana, en virtud de nuestro Fiat que
la llena, transformada en las bellezas de nuestras cualidades divinas, las cuales tienen tal
fuerza que nos raptan y nos hacen gozar en la criatura nuestras puras alegrías y nuestras
felicidades indecibles.
(3) Ahora, tú debes saber que cada vez que la criatura llama a mi Querer como vida obrante
en ella, y se arroja para permanecer sumergida en Él, es tanta nuestra satisfacción, que todo
nuestro Ser concurre y ponemos tal valor por cuanto valor contiene nuestro Ser Divino; mucho
más que nuestro Fiat Divino tiene su primer acto de vida en el acto de la criatura, ella no ha
sido mas que concurrente, así que como acto nuestro ponemos en él todo el peso de nuestra
Vida Divina. Mira entonces qué significa hacer un acto en nuestra Voluntad, qué significa
multiplicarlos y la gran pérdida de quien no obra en Ella”.
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28-20
Agosto 2, 1930
(1) Estaba pensando en las tantas verdades que el bendito Jesús me había dicho sobre la
Divina Voluntad, y que sólo por obedecer había escrito en el papel, y que algunos, leyéndolas,
no sólo no quedan raptados por estas verdades, sino me parece que las tienen como verdades
que no vale la pena poner atención en ellas; yo me sentía en pena por eso, porque mientras a
mí me parecen tantos soles, uno más bello que el otro, capaces de poder iluminar a todo el
mundo, para algunos al contrario, parece que no tienen virtud ni siquiera de calentarlo y darle
un poquito de luz. Mientras esto pensaba, mi amable Jesús todo bondad me ha dicho:
(2) “Hija mía, todas las cosas acá abajo, tanto en el orden sobrenatural como en el orden
natural, todas están veladas, sólo en el cielo están develadas, porque en la Patria Celestial no
existen velos, sino que las cosas se ven como son en sí mismas, así que allá arriba no debe
trabajar la inteligencia para comprenderlas, porque por sí mismas se muestran como son, y si
algún trabajo hay que hacer en la bienaventurada morada, si es que se puede llamar trabajo,
es el de gozar y felicitarse en las cosas que sin velos ve; en cambio acá abajo no es así, como
la naturaleza humana es espíritu y cuerpo, el velo del cuerpo impide al alma el ver mis
verdades, los sacramentos y todas las otras cosas están veladas. Yo mismo, Verbo del Padre,
tenía el velo de mi Humanidad, todas mis palabras, mi Evangelio bajo formas de ejemplos y de
semejanzas, y sólo me comprendía quien se acercaba a escucharme con la fe en el corazón,
con la humildad, y con el querer conocer las verdades que Yo les manifestaba para ponerlas
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Volumen 28
en práctica; haciendo esto rompían los velos que escondían mis verdades y encontraban el
bien que había en ellas. Con la fe, con la humildad y con el querer conocer mis verdades, era
un trabajo que hacían, y con este trabajo rompían el velo y encontraban mis verdades como
son en sí mismas, y por eso quedaban atados a Mí y con el bien que contenían mis verdades.
Otros que no hacían este trabajo, tocaban el velo de mis verdades, no el fruto que había
dentro, por eso quedaban en ayunas, de ellas no entendían nada y dándome la espalda se
alejaban de Mí.
(3) Así son mis verdades que Yo con tanto amor te he manifestado sobre mi Divina
Voluntad; para hacer que resplandezcan como soles develados, cuales son, deben hacer su
trabajo, el camino para tocarlas, que es la fe, deben desear quererlas conocer, rogar y humillar
su inteligencia para abrirla, para hacer entrar en ellos el bien y la vida de mis verdades; si esto
hacen romperán el velo y las encontrarán más que refulgente sol, de otra manera quedarán
ciegos, y Yo les repetiré el dicho del Evangelio: ‘Tenéis ojos y no miráis, oídos y no escucháis,
lengua y sois mudos’. Mira, también en el orden natural todas las cosas están veladas, las
frutas tienen el velo de la cáscara; ¿quién tiene el bien de comerlas? Quien hace el trabajo de
acercarse al árbol, de cogerlo, de quitar la cáscara que esconde el fruto, éste gusta y hace del
fruto deseado su alimento; los campos están velados de paja, ¿quién toma el bien que aquella
paja esconde? Quien los despoja de aquella paja tiene el bien de tomar el grano para formar
el pan, para hacer de él su alimento cotidiano. En suma, todas las cosas tienen acá abajo el
velo que las cubre, para dar al hombre el trabajo y la voluntad, el amor de poseerlas y
gustarlas. Ahora, mis verdades superan en gran medida a las cosas naturales y se presentan
a la criatura como nobles reinas veladas en acto de darse a ellas, pero quieren su trabajo,
quieren que acerquen los pasos de su voluntad a ellas para conocerlas, poseerlas y amarlas,
condiciones necesarias para romper el velo que las esconden, una vez roto el velo, con su luz
se hacen camino por ellas mismas, dándose en posesión de quien las ha buscado. Ésta es la
razón por la que quien lee las verdades sobre mi Divina Voluntad y hacen ver que no
comprenden lo que leen, es más, a veces se confunden, es porque falta la verdadera voluntad
de quererlas conocer, se puede decir que falta el trabajo para conocerlas, y sin trabajo no se
adquiere nada, ni merecen tanto bien, y Yo con justicia les niego lo que abundantemente doy a
los humildes y que suspiran el gran bien de la luz de mis verdades.
(4) Hija mía, cuántas verdades mías sofocadas por quien no ama conocerlas y no quiere
hacer su pequeño trabajo para poseerlas, siento que quisieran, si pudieran, ahogarme a Mí
mismo, y Yo en mi dolor estoy obligado a repetir lo que dije en mi Evangelio, y lo hago con los
hechos, que quito a quien no tiene o tiene alguna pequeña cosa de mis bienes, y lo dejo en la
escuálida miseria, porque éstos, no queriéndolos y no amándolos, los tendrán sin estimarlos y
sin fruto, y daré más abundantemente a aquellos que tienen, porque éstos los tendrán como
preciosos tesoros, que los harán fructificar siempre más”.
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28-21
Agosto 12, 1930
(1) Estoy bajo el imperio del Fiat Divino que es el único que conoce mis llagas profundas
que va siempre exacerbando y multiplicando en mi pobre alma, pero toda mi esperanza es que
reine en ella sólo el Querer Divino en las circunstancias dolorosas de mi existencia acá abajo,
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Volumen 28
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Volumen 28
desciende mi amor hacia ella, así su amor sube hacia Mí, yo la abundo tanto de gracias, de
favores y de carismas divinos, de hacer maravillar a cielos y tierra”.
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28-22
Agosto 15, 1930
(1) Estaba pensando en mi Mamá Celestial en el momento cuando fue asunta al cielo, y
ofrecía mis pequeños actos hechos en el Fiat Divino para darle mis homenajes, mis alabanzas,
para su honor y gloria. Pero mientras esto hacía, mi dulce Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, la gloria, la grandeza, la potencia de mi Mamá Celestial en nuestra patria es
insuperable, ¿sabes por qué? Su vida en la tierra fue hecha dentro de nuestro Sol divino, no
salió jamás de dentro de la habitación de su Creador, no conoció otra cosa que nuestra sola
Voluntad, no amó otra cosa que nuestros intereses, no pidió otra cosa que nuestra gloria; se
puede decir que formó el sol de su vida en el Sol de su Creador. Así que quien la quiera
encontrar en la celestial morada, debe venir en nuestro Sol, donde la Soberana Reina,
habiendo formado su sol, expande sus rayos maternos en provecho de todos, y resplandece
de tal belleza que rapta a todo el cielo, sintiéndose todos doblemente felices por tener una
Madre tan santa, y una Reina tan gloriosa y potente. La Virgen es la primera hija, y única, que
posee a su Creador, y es la única que ha hecho vida en el Sol del Ente Supremo, y que
habiendo tomado su vida de este Sol eterno, no es maravilla que habiendo vivido de luz haya
formado su sol fulgidísimo que alegra a toda la corte celestial.
(3) Es propiamente esto lo que significa vivir en mi Divina Voluntad: ‘Vivir de luz y formar su
vida en nuestro mismo Sol.’ Ésta era la finalidad de la Creación, tener a las criaturas creadas
por Nosotros, nuestros amados hijos, en nuestra misma casa, alimentarlos con nuestros
mismos alimentos, vestirlos con hábitos reales y hacerles gozar nuestros mismos bienes.
¿Qué padre y madre terrena piensa en poner fuera de su casa al parto de sus entrañas, a sus
amados hijos, y no darles su herencia a los propios hijos? Creo que ninguno, más bien,
cuántos sacrificios no hacen para volver ricos y felices a sus propios hijos. Si a esto llega un
padre terreno y una madre, mucho más el Padre Celestial; quería y amaba que sus hijos
permanecieran en su casa para tenerlos a su alrededor, para hacerse feliz con ellos y tenerlos
como corona de sus manos creadoras, pero el hombre ingrato abandonó nuestra casa,
rechazó nuestros bienes y se contentó con ir errante, viviendo en las tinieblas de su voluntad
humana”.
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28-23
Agosto 24, 1930
(1) Mi abandono en el Querer Divino continúa, siento que su potencia invencible me absorbe
hacia Sí, y en tantos modos que no puedo hacer menos que seguir sus actos. Ahora, mientras
seguía los actos de la Divina Voluntad hechos en la Creación, mi amable Jesús me ha dicho:
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Volumen 28
(2) “Hija mía, es tanto el amor de mi Fiat Divino hacia las criaturas, que toma todas las
formas para darse a la criatura: Toma la forma de cielo para permanecer extendido sobre su
cabeza, y con el permanecer ahí perennemente distendido, la abraza por todos lados, la guía,
la protege, la defiende, sin retirarse jamás, permaneciendo siempre cielo, para formar su cielo
en el corazón de la criatura; toma forma de estrellas y dulcemente hace descender su apacible
centelleo sobre la criatura, para acariciarla con su beso de luz y dulcemente insinuarse, para
que forme las estrellas de las más bellas virtudes en el cielo de su alma; toma forma de sol
para irradiarla de luz, y con su calor vibrante descender en el fondo del alma, y con la fuerza
de su luz y calor forma las tintas de los más bellos colores para formar el Sol de su Fiat en la
criatura; toma la forma de viento para purificarla, y con su imperio, soplando, mantiene
encendida la Vida Divina, y conforme sopla así la hace crecer en el corazón de la criatura. Mi
Divina Voluntad se abaja a todo, y es tanto su amor, que de todo aquello que puede servir a la
criatura se constituye vida, y llega a tomar forma de aire para hacerse respirar, de alimento
para alimentarla, de agua para quitarle la sed, en suma, no hay cosa de la que la criatura se
sirva, que mi Querer no corra junto para darse incesantemente a la criatura, pero ¿cómo
corresponde a los tantos múltiples modos que mi Fiat toma para asediar a la criatura, a las
tantas formas amorosas a fin de que si no la reconoce en un modo la reconozca en el otro; si
no le hace brecha una forma, le haga brecha otra, para recibir al menos una mirada, una
sonrisa de complacencia, una invitación para hacerla descender en su alma para reinar, un
gracias de reconocimiento a sus tantas locuras de amor? ¡Ah, cuántas veces mi Divina
Voluntad queda sin que la criatura le preste ninguna atención! ¡Qué dolor, cómo queda
traspasada! Pero con todo esto no se detiene, continúa incesantemente con su firmeza toda
divina a hacer correr su Vida Divina en todas las cosas creadas, para llevar bajo el velo de
ellas su Vida a todos, esperando con paciencia invencible a quien la debe reconocer y recibir,
para formar su Vida dentro de las apariencias y forma humana, y así reinar completamente en
todas las cosas creadas por Nosotros”.
(3) Después de esto seguía a la Divina Voluntad en los actos de la Creación, y habiendo
llegado al Edén donde fue creado el hombre, mi siempre amable Jesús ha agregado:
(4) “Hija mía, la creación del hombre fue el centro donde nuestro Fiat y nuestro amor se
instalaron para tener ahí su sede perenne. Nuestro Ser Divino tenía todo dentro de Nosotros,
el centro de nuestro amor y el desarrollo de la Vida de nuestro Querer; con crear al hombre
quiso formar el segundo centro de nuestro amor, para hacer que nuestro Fiat pudiese
desarrollar las vidas humanas con su imperio y dominio, como hacía en nuestro Ser Supremo.
Por eso tú debes saber que en el acto de crear a Adán, todas las criaturas venían creadas en
él, todas estuvieron presentes, ninguna faltó; amábamos como él y en él a todas las criaturas.
Y cuando con tanto amor formábamos su humanidad, plasmándola y modelándola con
nuestras manos creadoras, formando los huesos, extendiendo los nervios, cubriéndolos de
carne, formando todas las armonías de la vida humana, en Adán venían plasmadas,
manejadas todas las criaturas, en todas formábamos los huesos, extendíamos los nervios y
cubriéndolos de carne dejábamos el toque de nuestras manos creadoras, la marca de nuestro
amor, la virtud vivificadora de nuestro Querer, e infundiéndole el alma con la potencia de
nuestro aliento omnipotente, venían formadas las almas en todos los cuerpos con la misma
potencia con la que venía formada el alma de Adán. Mira entonces cómo cada criatura es una
nueva creación, como si hubiésemos creado al nuevo Adán, porque en cada una de ellas
queríamos renovar el gran prodigio de la creación, la instalación del centro de nuestro amor, el
desarrollo de la Vida de nuestro Fiat. Fue tanto el exceso de nuestro amor al crear al hombre,
que hasta en tanto no venga la última criatura sobre la tierra estaremos en continuo acto de
creación, para dar a cada uno lo que fue dado al primer hombre creado, nuestro amor
desbordante, el toque de nuestras manos creadoras por la formación de cada una de ellas.
Por eso hija mía, te recomiendo que sepas reconocer y conservar en ti la instalación de
33
Volumen 28
nuestro amor y la Vida obrante de nuestro Fiat, y sentirás los prodigios de la continua creación
y nuestro amor desbordante, que ahogándote de amor no sentirás otra cosa que amor y
Voluntad mía”.
+ + + +
28-24
Agosto 29, 1930
(1) Mi abandono en el Fiat Divino continúa, una fuerza invencible me transporta en sus actos
divinos, y yo siento y conozco la Divina Voluntad obrante en todas las cosas creadas, la cual
me hace la dulce invitación a seguirla en sus actos para tener mi compañía, pero mientras esto
hacía, mi siempre amable Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, todas las cosas creadas están preñadas de mi Divina Voluntad, la cual se dejó
en ellas, no para Nosotros que no teníamos necesidad, sino por amor de las criaturas,
dándose en tantos modos distintos por cuantas cosas creaba. Ella, haciendo de verdadera
madre quería asaltar a las criaturas con tanto amor por cuantas cosas sacaba a la luz del día,
quería darse a cada instante sin interrupción, para darse a sorbos para formar su Vida y
extender su reino en cada alma, por eso tú ves que no hay cosa donde mi Fiat no quiera
darse, y se puede decir que cada cosa creada forma su trono de amor, de donde hace
descender su misericordia, sus gracias, y camino para comunicar su Vida Divina. Ella está
como vigilando para ver qué bien puede hacer a sus hijos si le abren el corazón para recibir
sus bienes, y para conformarse a sus modos divinos. Así que cada cosa creada es una
llamada que hace a la criatura para recibir el don que quiere hacerle mi Divina Voluntad, cada
cosa creada es un nuevo amor que quiere comunicarle, y un acto de su Vida de más que
quiere desarrollar alrededor y dentro de la criatura. Pero, ¡ay de Mí! cuántas ingratitudes por
parte de ellas, mi Divina Voluntad las abraza, se las estrecha a su seno con sus brazos de luz,
y ellas huyen de dentro de su luz sin restituirle el abrazo y mirarla para saber quién es que la
ama tanto. Por eso hija mía, sé tú su reparadora, síguela en todas las llamadas que te hace
por medio de cada cosa creada, para darle amor por amor y recibir todos los sorbos de su
Vida Divina en el fondo de tu alma, para darle la libertad de hacerla reinar”.
(3) Después seguía sus actos y mi abandono en el Querer Supremo, pero mi pobre mente
estaba ocupada en los tantos incidentes que Nuestro Señor había dispuesto y dispone sobre
mi pobre existencia, y mi dulce Jesús ha agregado:
(4) “Hija mía, las cruces, los incidentes, las mortificaciones, los actos, los abandonos de las
criaturas, todo lo que se puede sufrir por amor mío, no son otra cosa que piedrecillas que
señalan el camino que conduce al cielo, así que en el punto de la muerte la criatura verá que
todo lo que ha sufrido le ha servido para formarse el camino, que ha señalado con modos
incancelables y con piedras irremovibles la vía recta que conduce a la Patria Celestial. Y si
todo lo que mi Providencia ha dispuesto que sufra, lo ha sufrido para cumplir mi Divina
Voluntad, para recibir no la pena sino un acto de su Vida Divina, formará tantos soles por
cuantos actos ha hecho y penas ha sufrido, de modo que se verá su camino a derecha e
izquierda señalado por soles, que tomándola e invistiéndola con su luz la conducirán a las
regiones celestiales. Por eso los tantos incidentes de la vida son necesarios, porque sirven
para formarse el camino y trazarse la ruta del cielo; si no se forman los caminos resulta difícil ir
de un país a otro, mucho más resulta difícil llegar a la gloria eterna”.
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Volumen 28
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28-25
Septiembre 20, 1930
(1) Me sentía toda inmersa en el Fiat Divino, su luz deslumbra mi inteligencia, y mientras me
absorbe en su luz me hace seguir sus actos que hizo en la Creación. Pero mientras esto
hacía, sentía una amargura y una opresión tales, que me hacían fatigar en el cumplir mis actos
en el Querer Divino. Y mi dulce Jesús teniendo compasión de mí me ha dicho:
(2) “Hija mía, cómo me da pena tu amargura, siento que se vierte en mi corazón, por eso,
ánimo; no sabes tú que las opresiones, las amarguras, son el lento veneno del bien, el cual
produce una fatiga tal, de reducir al alma a una extrema agonía, de modo que siente la agonía
en el corazón, y mi amor agoniza en su corazón; siente la agonía sobre sus labios, y agoniza
mi plegaria; siente la agonía en las manos, en los pasos, y mis pasos y mis obras se sienten
agonizantes. Mucho más en la criatura que quiere tener por vida mi Divina Voluntad, siendo
una su voluntad con la mía, me siento verter su agonía en mi Divina Persona. Por eso, ánimo,
abandónate en mis brazos y Yo haré surgir de mi Divina Voluntad otra luz más brillante, que
tomando forma de cuna, te arrullaré en ella para comunicarte mi reposo divino, y con su luz y
con su calor destruirá el lento veneno de tus amarguras, cambiándolas en dulzuras y en
fuentes de contentos, y reposando en la cuna de mi Divina Voluntad tomarás un dulce reposo,
y al despertarte encontrarás que tus amarguras y opresiones han sido desterradas, y te tendré
en mis brazos con tu acostumbrada dulzura y serenidad para hacer crecer más en ti la Vida de
mi Divina Voluntad”.
(3) Después seguía por cuanto podía mi abandono en el Fiat Divino, y mi dulce Jesús ha
agregado:
(4) “Hija mía, las amarguras, las opresiones y todo lo que no pertenece a mi Querer, ocupan
un puesto en tu alma, y mi Divina Voluntad no se siente libre para poder extender su luz, ni
para que con su virtud creadora y vivificadora haga surgir su Vida en cada partícula y
rinconcito de tu alma; se siente rodeada como de nubes, que a pesar de que está el sol, las
nubes interponiéndose entre el sol y la tierra impiden que los rayos solares desciendan con la
plenitud de la luz a dar luz a la tierra. Así el Sol de mi Divina Voluntad, se siente estorbado por
las nubes de las amarguras y opresiones para extender su luz en el fondo de la criatura y
poder decir: ‘Todo da de mi Voluntad, todo me pertenece, todo es mío’. Y tu Jesús que ha
tomado el empeño de formar un alma toda de mi Voluntad, sufro por eso, y quedo impedido en
mi trabajo, porque tú debes saber que Yo soy el administrador divino de mi Fiat en la criatura,
y cuando la veo dispuesta a hacer en todo mi Voluntad, en cada acto que hace Yo me pongo
al trabajo de preparación; supón que tú quieras hacer un acto de amor, Yo, rápido me pongo a
trabajar, en él pongo mi aliento, pongo una dosis de mi amor, lo embellezco con la variedad de
las bellezas que Él contiene, y después, divino administrador que soy de mi Querer, suministro
mi Voluntad Divina sobre aquel acto de amor, de manera que en aquel acto no se reconoce el
acto de la criatura, sino un acto de amor como si hubiese salido del centro de mi Divinidad. Yo
soy demasiado celoso de los actos que la criatura quiere hacer animados por mi Voluntad
Divina, no admito disparidad de sus actos con los míos, y para tener esto debo poner en él de
lo mío y mi trabajo, y esto en todos sus actos; si quiere hacer actos de adoración, de plegarias,
de sacrificio, en ellos pongo mi trabajo, a fin de que su adoración sea el eco de la adoración
divina, su oración sea el eco de la mía, su sacrificio sea el repetidor del mío. En suma, debo
encontrarme a Mí mismo en cada uno de los actos de la criatura; tu Jesús, como Señor,
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Volumen 28
+ + + +
28-26
Septiembre 30, 1930
(1) Estaba continuando mis acostumbrados actos en el Querer Divino, y mi pobre mente se
ha detenido en el Edén, donde Dios creaba al hombre para dar principio a la vida de la
criatura. Y mi amado Bien Jesús, haciéndose ver todo ternura y bondad me ha dicho:
(2) “Hija mía, el Edén campo de luz en el cual nuestro Ser Supremo creaba al hombre, se
puede decir que él fue creado en la luz de nuestro Fiat, su primer acto de vida fue luz, la cual
extendía detrás y delante a él, a derecha e izquierda, un campo interminable de luz, él debía
recorrer su camino para formar su vida tomando en sus actos tanta luz por cuantos actos
hacía, para formar una luz toda propia, como propiedad suya en virtud de sus actos, si bien
tomada de mi Divina Voluntad. Ahora, la diferencia de quien obra en Ella como su principio y
fin, en la cual todos sus actos están unidos al principio de la luz donde fue formada su vida, y
tuvo su primer acto de vida, la luz tiene en custodia esta vida, la defiende, y nada de extraño
deja entrar en su luz para formar uno de los portentos que sólo sabe formar la luz. En cambio,
quien desciende de esta luz entra en la oscura cárcel de su voluntad, y al hacer sus actos
toma tinieblas, y toma tantas tinieblas por cuantos actos hace, para formarse una propiedad
toda suya de tinieblas. Las tinieblas no saben custodiar, ni defender a aquél que vive en ellas,
y si algún acto bueno hace es siempre tenebroso, porque están atados por tinieblas, y como
ellas no tienen virtud de saber defender, entran cosas extrañas a las mismas tinieblas, entran
las molestias de las debilidades, los enemigos de las pasiones, los ladrones aguerridos que
precipitan a la criatura en el pecado, y llegan a precipitarla en las tinieblas eternas donde no
hay esperanza de luz. ¡Qué diferencia entre quien vive en la luz de mi Divina Voluntad y entre
quien vive como aprisionada en su voluntad humana!”
(3) Después continuaba siguiendo el orden que la Divina Voluntad había tenido en la
Creación, y mi pequeña y pobre inteligencia se detuvo en el punto cuando Dios creó a la
Virgen Inmaculada, y mi amable Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:
(4) “Hija mía, todos los actos buenos y santos de los profetas, patriarcas, y del pueblo
antiguo, formaron el terreno donde el Ente Supremo sembró la semilla para hacer desarrollar
la Vida de la Celestial niña María, porque su germen fue tomado de la estirpe humana. La
Virgen, teniendo en Sí la Vida obrante de la Divina Voluntad, amplió este terreno con sus
actos, lo fecundó y divinizó, hizo correr en él, más que lluvia benéfica y restauradora, la
santidad de sus virtudes, el calor de su amor, y dardeándolo con la luz del Sol de la Divina
Voluntad que poseía como propia, preparó el terreno para desarrollar al Celestial Salvador, y
nuestra Divinidad abrió el cielo e hizo llover el Justo, el Santo, el Verbo, dentro de este brote, y
así fue formada mi Vida Divina y humana para formar la Redención del genero humano. Mira
entonces, en todas nuestras obras dirigidas a bien de las criaturas queremos encontrar un
apoyo, un lugar, un pequeño terreno dónde poner nuestra obra y el bien que queremos dar a
las criaturas, de otra manera, ¿dónde la ponemos? ¿En el aire? ¿Sin que al menos uno lo
36
Volumen 28
sepa y que nos atraiga con sus actos formando su pequeño terreno, y Nosotros como celestial
sembrador sembrar el bien que queremos dar? Si esto no fuese, que de ambas partes,
Creador y criatura, la formaran juntos, ella preparándose con sus pequeños actos para recibir,
y Dios con el dar, sería como si nada hiciéramos o quisiéramos dar a la criatura. Así que los
actos de la criatura preparan el terreno al Sembrador Divino; si no hay tierra no hay que
esperar la siembra, ninguno va a sembrar si no tiene un pequeño terreno, mucho menos Dios,
Sembrador Celestial, arroja la semilla de sus verdades, el fruto de sus obras, si no encuentra
el pequeño terreno de la criatura. La Divinidad para obrar, primero se quiere poner de acuerdo
con el alma, después de que lo hemos hecho y vemos que ella quiere recibir aquel bien, hasta
rogarnos y formarnos el terreno donde ponerlo, entonces con todo amor lo damos, de otra
manera sería exponer a la inutilidad nuestras obras”.
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28-27
Octubre 7, 1930
(1) Estaba siguiendo a la Divina Voluntad, y mi pobre mente estaba ocupada pensando en
las tantas cosas que me había dicho mi dulce Jesús sobre el reino de su Fiat Divino, y en mi
ignorancia decía: “¡Oh, cómo es difícil que llegue a reinar sobre la tierra en medio de las
criaturas!” Mientras esto pensaba, mi dulce Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, la Redención se debe a la fidelidad de la Virgen Reina. ¡Oh! si no hubiese
encontrado a esta Celestial Criatura que nada me negó, que jamás se rehusó a ningún
sacrificio; su firmeza en pedir la Redención sin jamás dudar, su fidelidad sin jamás cansarse,
su amor ardiente y fuerte sin jamás detenerse, siempre en su puesto, toda de su Creador, sin
jamás apartarse por cualquier cosa o incidente que pudiese ver, por parte de Dios o por parte
de las criaturas, formó tales vínculos entre el cielo y la tierra, adquirió tal ascendencia, tal
dominio sobre su Creador, que se volvió digna de hacer descender al Verbo Divino sobre la
tierra. A una fidelidad jamás interrumpida, y a nuestra misma Voluntad Divina que tenía su
reino en su virginal corazón, no tuvimos la fuerza de rehusarnos. Su fidelidad fue la dulce
cadena que me ató y me raptó del Cielo a la tierra. He aquí el por qué lo que no obtuvieron en
tantos siglos las criaturas, lo obtuvieron por medio de la Soberana Reina. ¡Ah, sí! Fue
solamente Ella la que mereció que el Verbo Divino descendiera del Cielo a la tierra, y que
recibiera el gran bien de la Redención, de modo que si quieren todos pueden recibir el bien de
ser redimidos.
(3) La firmeza, la fidelidad, la irremobilidad en el bien y en el pedir el bien conocido, se
pueden llamar virtudes divinas, no humanas, y por eso sería negarnos a Nosotros mismos lo
que la criatura nos pide. Ahora, así en el reino de la Divina Voluntad, queremos encontrar un
alma fiel donde podamos obrar, que con la dulce cadena de su fidelidad nos ate por todo y por
todas partes de nuestro Ser Divino, en modo de no poder encontrar razón para no darle lo que
nos pide, queremos encontrar nuestra firmeza, apoyo necesario para poder encerrar en ella el
gran bien que nos pide; no sería decoroso para nuestras obras divinas confiarlas a almas
inconstantes y no dispuestas a afrontar cualquier sacrificio por Nosotros, el sacrificio de la
criatura es la defensa de nuestras obras, y es como ponerlas al seguro. Así que cuando
hemos encontrado a la criatura fiel, y la obra sale de Nosotros para tomar su lugar en ella, todo
está hecho, la semilla ha sido arrojada y poco a poco germina y produce otras semillas, que
37
Volumen 28
difundiéndose, quien quiera puede procurarse aquella semilla para hacerla germinar en su
alma; ¿no hace así el agricultor? Si tiene el bien de tener una sola semilla, que puede ser su
fortuna, la siembra en su terreno, y aquella semilla germinando puede producir diez, veinte,
treinta semillas, y el agricultor no nada más siembra una sola semilla, sino todas aquellas que
ha recogido, y tantas veces llega a sembrarlas hasta poder llenar todo su terreno, y llega a
poder dar a los demás la semilla de su fortuna. Mucho más puedo hacer Yo, Agricultor
celestial, con tal de que encuentre una criatura en que esté preparado el terreno de su alma,
donde pueda arrojar la semilla de mis obras; aquellas semillas germinarán y poco a poco
harán su camino, se harán conocer, amar y desear por pocos, y después por muchos, que sea
sembrado en el fondo de sus almas la semilla celestial de mi Divina Voluntad. Por eso hija
mía, sé atenta y fiel, haz que esta semilla celestial pueda sembrarla en tu alma, y no encuentre
ningún obstáculo para hacerla germinar; si hay semilla hay la esperanza cierta de que
germinando pueda producir otras semillas, pero si la semilla no existe, todas las esperanzas
cesan y es inútil esperar el reino de mi Divina Voluntad, como habría sido inútil esperar la
Redención si la Celestial Reina no me hubiese concebido como fruto de sus entrañas
maternas, fruto de su fidelidad, de su firmeza y sacrificio. Así que déjame hacer y seme fiel, y
Yo pensaré en todo lo demás”.
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28-28
Octubre 12, 1930
(1) Estoy siempre en mi amada y santa heredad del Fiat Divino, siento la extrema necesidad
de no salir de ella jamás, porque mi pequeño átomo de mi existencia siente su nulidad, y como
nada, no es buena para hacer nada si el Querer Divino no la llena de su Todo, haciéndola
hacer lo que Él quiere. ¡Oh, cómo siento la necesidad de que el Querer Divino me tenga en su
Vida, y yo de estarme siempre en Él! Sentía que no podía vivir sin el Fiat Divino, me sentía
toda temor, y mi dulce Jesús con una bondad indecible me ha dicho:
(2) “Hija mía, no temas, el temor es el flagelo de la pobre nada, de modo que la nada es
golpeada por los azotes del temor, se siente faltar y perder la vida. En cambio el amor es el
arrojo de la nada en el Todo, que llenándola de Vida Divina, la nada siente la verdadera Vida
que no está sujeta a faltar sino siempre a vivir.
(3) Ahora tú debes saber que es tanto el amor que nutre nuestro Ser Divino hacia la criatura,
que le damos de lo nuestro para ponerla en condición de poder hacer competencia con su
Creador, he aquí el por qué le damos nuestra Voluntad, nuestro amor y nuestra misma Vida, a
fin de que las haga todas suyas para llenar el vacío de su nada, y así podernos dar Voluntad
por Voluntad, amor por amor, Vida por Vida, y Nosotros, a pesar de que se los hemos dado
Nosotros, lo aceptamos como si fueran suyos, gozando el que la criatura nos pueda hacer
competencia, ella a darnos y Nosotros a recibir, para darle de nuevo lo que nos ha dado, a fin
de que tenga siempre qué darnos, a menos que la criatura no quiera recibir, y entonces sienta
el vacío de su nada, sin verdadera vida, sin una Voluntad Divina que la santifique, sin el amor
que la hace portar y amar a su Creador, y entonces sobre esta nada caen todos los males,
azotes de temor, tinieblas de terror, lluvias de todas las miserias, debilidades, tanto, que se
siente faltar la vida. Pobre nada que no es llenada del Todo”.
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Volumen 28
(4) Después seguía rezando toda abandonada en el dulce imperio de la Divina Voluntad, y
mi amado Jesús ha agregado:
(5) “Hija mía, nuestro sumo Querer al crear al hombre establecía todos los actos que debían
hacer todas las criaturas, y se constituía vida de todos estos actos. Así que no hay acto
humano que no tenga su puesto en nuestra Divina Voluntad, y cuando la criatura cumple cada
uno de sus actos, Ella sale en campo de acción en el acto humano de la criatura, por eso en el
acto de cada una de ellas entra toda la potencia y santidad de una Divina Voluntad. Cada acto
entraba en el orden de toda la Creación, tomando cada uno de ellos su puesto, casi como
estrellas, en que cada una tiene su puesto bajo el azul del cielo. Y como todo fue ordenado y
formado por nuestro Fiat Divino en la Creación, todo el género humano con todos los actos de
ellos, cuando la criatura hace una acto viene movido todo el orden de la Creación, y nuestro
Querer se encuentra en acto como si entonces estuviese creando toda la Creación, porque en
Él todo está en acto, y el acto de la criatura entra en su acto y tomando su puesto establecido
por Dios, se renuevan los efectos de toda la Creación, y el acto humano entra en la carrera de
todas las cosas creadas, y entre ellas tiene su puesto distinto, y está siempre en movimiento
en el movimiento divino para adorar y amar a su Creador. Por eso el obrar de la criatura en
nuestra Divina Voluntad se puede llamar el campo fecundo y divino de nuestra misma
Voluntad en el pequeño campo de la criatura”.
+ + + +
28-29
Octubre 18, 1930
39
Volumen 28
porque mi Mamá poseyendo mi Voluntad Divina, me podía dar besos, abrazos, amor, y todos
sus actos que daban de lo infinito.
(3) Ahora, tú debes saber que todos los actos que se hacen en mi Divina Voluntad son
inseparables de Ella, se puede decir que forman una sola cosa, acto y voluntad, se puede
llamar luz a la voluntad, y al acto calor, que son inseparables la una del otro. Así que todos
aquellos que poseerán como vida a mi Fiat, tendrán en su poder todos los actos de la Mamá
Celestial, y Ella tenía en su poder todos los actos de ellos, de modo que en sus besos y
abrazos Yo me sentía besado y abrazado por todos aquellos que debían vivir en mi Voluntad,
y en ellos me siento volver a besar y abrazar por mi Mamá, todo es en común y en perfecto
acuerdo en mi Querer, cada acto humano desciende de su seno y con su potencia lo hace
volver a subir al centro de donde ha salido. Por eso sé atenta y no dejes que se te escape
nada que no hagas entrar en mi Divina Voluntad, si quieres darme todo y recibir todo”.
(4) Mi pobre mente continuaba su curso dentro de la Divina Voluntad según las
circunstancias en las cuales me encuentro, pero es siempre Ella mi punto de apoyo, mi
principio, el medio, el fin de mis actos, su Vida corre en mí como el dulce murmullo del mar
que jamás se detiene. Y yo por correspondencia de homenaje y de amor, le doy el murmullo
de mis actos que el mismo Fiat Divino me hace hacer. Y mi siempre amable Jesús continúa
diciéndome:
(5) “Hija mía, cada acto hecho en mi Divina Voluntad forma una resurrección divina en el
alma. La vida está formada no de un solo acto, sino de muchos actos unidos juntos, así que
por cuantos más actos se hacen, tantas veces resurge en mi Querer, en modo de poder formar
una Vida completa toda de Divina Voluntad. Y así como la vida humana está formada de
tantos miembros distintos para poder formar su vida, y si hubiera un solo miembro no se
podría llamar vida, y si faltase algún miembro se llamaría vida defectuosa, así los repetidos
actos hechos en mi Querer sirven como si formasen los diversos miembros de Voluntad Divina
en la criatura, y mientras sirven para reunir juntos estos actos para formar la Vida, sirven para
alimentar la misma Vida. Y así como mi Divina Voluntad no tiene termino, así cuantos más
actos se hacen en Ella, tanto más crece su Vida Divina en la criatura. Y mientras Ésta resurge
y crece, la voluntad humana recibe la muerte por estos mismos actos hechos en mi Divino
Querer, no encuentra alimentos para alimentarse y se siente morir a cada acto hecho en mi
Divina Voluntad. ¡Pero qué dolor! cuantas veces la criatura hace su voluntad en sus actos,
tantas veces hace morir la mía en su acto. ¡Oh! cómo es escalofriante ver que un querer finito
pone fuera de su acto a un Querer infinito que quiere darle vida de luz, de belleza, de
santidad”.
(6) Después continuaba mis actos en el Querer Divino con mi acostumbrado estribillo: “Te
amo, te amo en todo lo que has hecho por amor nuestro”. Pero mientras esto hacía pensaba
entre mí: “Jesús bendito no tomará en cuenta mi estribillo ‘te amo’, ‘te amo’, entonces, ¿en
qué aprovecha decirlo?” Y mi dulce Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:
(7) “Hija mía, el verdadero amor acompañado también de las palabras te amo, no me da
jamás cansancio, porque siendo Yo un complejo de amor, y un acto continuado de amor, que
jamás ceso de amar, cuando encuentro mi amor en la criatura, me encuentro a Mí mismo, y la
señal de que el amor de ella es parto de mi amor, es cuando es continuo; un amor
interrumpido no es señal de amor divino, a lo más puede ser un amor de circunstancias, un
amor interesado, que una vez que cesan estas cosas cesa el amor; y también las palabras te
amo, te amo, no son otra cosa que el aire que produce mi amor en la criatura, que condensado
en ella produce como tantos rayos de fuego hacia Aquél que ama, y Yo cuando oigo decir te
amo, te amo, ¿sabes que digo? Mi hija relampaguea en el aire de su amor hacia Mí, y un
relámpago no espera al otro. Y además, todos los actos continuos son los que tienen virtud de
conservar, alimentar y crecer la vida de las criaturas; mira, también el sol surge cada día y
tiene su acto continuado de luz, no se puede decir que con el surgir cada día cansa a los
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Volumen 28
hombres y a la tierra, todo lo contrario, todos suspiran el surgir del sol, y sólo porque surge
todos los días forma el alimento de la tierra, día por día va poco a poco alimentando la dulzura
en los frutos, hasta que los hace llegar a perfecta maduración, alimenta las variadas tintas de
los colores a las flores, el desarrollo a todas las plantas, y así de todo lo demás. Un acto
continuado se puede llamar milagro perenne, si bien las criaturas no le ponen atención, pero tu
Jesús no puede hacer menos de poner atención, porque conozco la virtud prodigiosa de un
acto jamás interrumpido. Entonces tu amor sirve para conservar, alimentar y hacer crecer la
Vida de mi amor en ti; si tú no la alimentas no puede crecer, ni recibir la multiplicidad de las
dulzuras y variedad de los colores divinos que mi amor contiene”.
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28-30
Noviembre 9, 1930
(1) Vivo entre continuas privaciones de mi dulce Jesús, ¡ah! sin Él no encuentro mi centro a
dónde emprender el vuelo para reposarme, no encuentro la guía a la que pueda confiarme, no
encuentro a Aquél que con tanto amor, haciéndome de maestro, me daba las lecciones más
sublimes, sus palabras eran lluvia de alegrías, de amor, de gracias sobre mi pobre alma. Y
ahora todo es silencio profundo. Quisiera que el cielo, el sol, el mar, toda la tierra, vertieran
lágrimas para llorar a Aquél que no encuentro más, y que no sé a donde dirigió sus pasos.
Pero, ¡ay de mí! Ninguno me lo señala, ninguno tiene piedad de mí. ¡Ah Jesús, regresa,
regresa a aquella a la cual Tú mismo le dijiste que no querías otra cosa, sino que sólo viviera
para Ti y contigo! Y ahora, y ahora todo ha terminado, mi pobre corazón está lleno, y quién
sabe cuántas cosas quiere decir de la pena que siente por la privación de su Jesús, de su
Vida, de su Todo, por eso paso adelante y pongo punto. Después, mientras me encontraba en
el arrebato de las amarguras, estaba siguiendo los actos de la Divina Voluntad, en un instante
todo se me hizo presente, y mi siempre amable Jesús haciéndose ver, todo ternura me ha
dicho:
(2) “Hija mía, ánimo, mi amor no tiene término, y por eso amo a la criatura con amor infinito
e insuperable. Tú dices amarme, ¿pero qué diferencia hay entre el amor creado y el amor
creante? Una imagen de diferencia te la da la Creación, mira el sol, su luz y su calor llenan tu
ojo, invisten toda tu persona, sin embargo ¿cuánta luz tomas? Poquísima, apenas una
sombra de la suya, y aquella luz del sol que ha quedado es tan vasta, que puede investir toda
la tierra, esto es símbolo de tu pequeño amor creado, que por cuanto te sintieses llena hasta el
borde, es siempre pequeño. El amor de tu Creador, más que sol, queda siempre inmenso e
infinito, y señoreando sobre todo lleva a la criatura en su triunfo de amor, haciéndola vivir bajo
la lluvia continua de su amor creante. Otro símbolo es el agua, tú la bebes, ¿pero cuánto
bebes en comparación del agua que existe en los mares, en los ríos, en los pozos, en las
entrañas de la tierra? Se puede decir que poquísima, y la que queda simboliza al amor
creante, que en virtud propia posee mares inmensos y sabe amar con amor inmenso a la
pequeña criatura. La misma tierra te señala tu pequeño amor, ¿de cuánta tierra tienes
necesidad para apoyar tus pies? Apenas un pequeño espacio, y aquella que sobra, ¡oh! cómo
es grande. Así que entre el amor del Creador y el de la criatura hay una diferencia distante e
inmensurable. Además de esto, debes agregar que el Creador al crear al hombre lo dotó de
sus propiedades, así que lo dotó de su amor, de su santidad, de su bondad, lo dotó de
inteligencia y de belleza, en suma, de todas nuestras cualidades divinas dotamos al hombre,
41
Volumen 28
dándole el libre albedrío para que pudiera poner en comercio nuestra dote, engrandeciéndola
siempre más según que más o menos crecía, metiendo también de sus actos en nuestras
mismas cualidades divinas, como encargo de trabajo que recibía para conservarse y
engrandecer la dote dada por Nosotros, porque nuestra sabiduría infinita no quiso poner fuera
la obra de nuestras manos creadoras, parto nuestro e hijo nuestro, sin darle de lo nuestro.
Nuestro amor no soportaría ponerlo fuera, a la luz del día, despojado y sin propiedades, no
habría sido obra digna de nuestras manos creadoras, y si nada le hubiésemos dado, nuestro
amor no se sentiría tan llevado a amarlo, porque es nuestro, tiene de lo nuestro, y costó tanto
a nuestro amor, lo amamos tanto, hasta poner en él mi Vida. Las cosas cuando nada cuestan
y nada se da, no se aman, y es propiamente esto lo que mantiene siempre encendida, siempre
viva la hoguera ardiente de nuestro amor, porque mucho dimos y damos todavía ahora a la
criatura.
(3) ¿Ves entonces qué gran diferencia hay entre el amor de la criatura y el del Creador? Si
ella nos ama toma de nuestras mismas propiedades dadas a ella para amarnos, pero a pesar
de que es pequeño el amor creado comparado al amor creante, sin embargo queremos este
pequeño amor, más bien lo suspiramos, lo codiciamos, y cuando no nos lo da damos en
delirio. A Nosotros nos sucede como a un padre amante de su hijo, que dota al hijo con sus
propiedades, y este hijo amando a su padre, frecuentemente toma los frutos de las
propiedades que le dio y los manda en don a su padre. ¡Oh! cómo goza el padre, a pesar de
que no tiene necesidad, al recibir los dones, en el don se siente amado por su hijo, el don es el
amor hablante y obrante de su hijo, y el amor del padre crece siempre por él, y se siente
honrado, satisfecho de haber dado sus propiedades a aquél que lo ama y que nutre el afecto
por su padre. ¿Pero cuál sería el dolor de este padre si el hijo no le mandase jamás nada de
los bienes que le dio? Quebrantaría el más sacrosanto de los deberes, el amor entre hijo y
padre, y convertiría en dolor la alegría, la felicidad de la paternidad. Más que padre amamos a
la criatura, y toda nuestra felicidad está en el ser reamados; y si no nos ama, si él pudiese,
convertiría en dolor nuestra paternidad. Por eso hija mía, cuanto más nos ames, tantos dones
de más mandas a tu Padre Celestial, los cuales nos son tan agradables, porque son frutos de
nuestras propiedades divinas, dadas a ti con tanto amor por tu Creador”.
+ + + +
28-31
Noviembre 20, 1930
(1) Mi abandono en el Querer Divino continúa, si bien con el temor de que por mi infidelidad
pudiese tener la gran desventura de ser rechazada de vivir dentro del bello cielo del Fiat
Supremo. ¡Oh Dios, qué pena! Mi Jesús, no permitas que yo salga de mi amada heredad que
Tú con tanto amor me has dado, y que con tanto celo me has tenido siempre custodiada, te lo
pido por amor del cielo que con tanto amor extendiste sobre mi cabeza, símbolo del cielo que
con amor más grande aún encerrabas en mi pobre alma, cual es tu Voluntad, haz que Ella
reine siempre en mí y que su reino se extienda en todo el mundo; te lo pido por aquel amor
con el cual creaste el sol que bate continuamente la tierra, sin jamás detener su curso para
entregarme tu amor de luz, imagen viva y real del Sol de tu Querer, en el cual, más que en un
mar de luz envolvías a tu pequeña hija; te lo pido por el laberinto de penas en las cuales he
estado envuelta y asediada, penas que me llenan de hiel continuamente, que me hacen
42
Volumen 28
sentirme bajo la lluvia de tempestades que amenazan con sofocarme, penas que no me es
dado confiar al papel. Jesús, Jesús, ten piedad de mí, y haz que reine en mí y en todos tu
Divina Voluntad. Pero mientras desahogaba mi dolor, mi dulce Jesús, mi amada Vida, me ha
extendido los brazos para sostenerme y me ha dicho:
(2) “Hija mía, ánimo, el temor de perder un bien significa poseerlo, conocerlo y amarlo, y
poseerlo no por usurpación sino con derecho de propiedad, y cuando un bien se posee con
derecho de propiedad, ninguna ley, ni humana ni divina puede con modos legítimos quitar los
bienes que se poseen, mucho más que la absoluta Voluntad de tu Jesús es que tú poseas con
derecho de propiedad la heredad de mi Fiat Divino, que con tanto amor te he dado, para hacer
que pudieses pedir con derecho que su reino venga sobre la tierra, porque sólo quien posee
mi Voluntad tiene y puede con derecho pedir que su reino venga sobre la tierra y se extienda
por todas partes. Y como mi Querer llena cielos, sol, mar, y todo, a pesar de que no tienen
razón, son dominados libremente por la Fuerza potente y Razón de mi Fiat, del cual jamás se
han apartado. Por eso a nombre del cielo, sol y todo, puedes con derecho pedir su reino,
porque la más pequeña cosa y la más grande, animada y dominada por mi Divina Voluntad, es
siempre superior al hombre, porque sin Ella el hombre ocupa el último puesto, es él el
degradado y el más humillado en medio a todas las cosas creadas, es el más necesitado, el
más pobre, que para vivir debe tender la mano a todas las cosas creadas para recibir la
caridad de sus benéficos efectos, y a veces le viene negado por expresa Voluntad de quien las
domina, es más, pone a los elementos en contra del hombre para hacerle tocar con la mano lo
que significa no vivir en la heredad de Ella. Sólo mi Voluntad da la exaltación a las obras de
nuestras manos creadoras, las pone en puesto de honor, las provee de todos los bienes, en
modo que de ninguno tendrá necesidad, es más, la vuelve dominante de sí y dominadora de
todo; en virtud de mi Voluntad que poseen, todos se inclinan y se sienten honrados de hacerse
dominar, por eso no temas, porque el temor vuelve infeliz el bien que se posee y amarga las
alegrías más puras, más santas y divinas que hay en mi Fiat. Mucho más, pues cada acto
hecho en mi Divina Voluntad forma el alimento para alimentar los actos pasados hechos en
Ella, porque tantos actos unidos juntos han formado su Vida en el alma, y la vida no se puede
conservar y crecer sin alimento, por eso un acto sirve para conservar el otro y para formar la
Vida de mi Voluntad en la criatura, los repetidos actos forman el agua para regarla, el aire para
darle el respiro continuo a esta Vida toda de cielo, el latido para hacerle sentir el continuo
latido de mi Querer, el alimento para conservarla en vida. Y así como el cuerpo no puede vivir
sin alimento, sin aire que lo haga respirar continuamente, y sin latido que le dé el movimiento a
toda la vida, y no basta haber tomado el alimento alguna vez, respirar y palpitar a intervalos
para poder formar la vida humana, sino siempre, siempre, porque sólo los actos continuos
tienen virtud de formar vida, de otra manera la vida se apaga, así quien quiere formar en ella la
Vida de mi Querer, tiene la necesidad de actos repetidos, de modo que a esta Vida no le debe
faltar ni el aire para hacerla respirar, ni el alimento para alimentarla, ni el calor, ni la luz, para
hacerle sentir la Vida del cielo en su alma. Por eso no te preocupes de otra cosa, sino siempre
adelante en mi Divina Voluntad”.
+ + + +
43
Volumen 28
28-32
Noviembre 24, 1930
+ + + +
44
Volumen 28
28-33
Noviembre 30, 1930
(1) Estaba haciendo mi giro en la Creación para seguir los actos que hace el Fiat Divino en
las cosas creadas, y habiendo llegado al Edén, me ha parecido que mi amable Jesús me
esperaba para poderme comunicar el amor, la bondad, la santidad, la potencia y todo lo que
hizo al crear al hombre, vertiéndose todo en él, hasta llenarlo todo de Sí y de sus cualidades
divinas, pero tanto, hasta desbordar fuera, dándole el trabajo, como el más alto honor del
hombre, de servirse de su amor, de su bondad, santidad y potencia para desarrollar su vida en
los mismos bienes de Aquél que lo había creado. Yo me sentía como empapada de las
cualidades divinas, y mi dulce Jesús me ha dicho:
(2) “Hija mía, el hombre fue creado para ser inseparable de Dios, y si no es conocido y
amado, es exactamente porque se piensa que Dios es el Ser lejano del hombre, como si no
tuviéramos qué hacer, ni él con Nosotros, ni Dios con él; el creerlo lejano hace que el hombre
pierda a Dios, y se pierda todo lo que le di al crearlo, nuestras mismas cualidades divinas
quedan debilitadas, sofocadas, y para muchos como si no tuviesen vida; mientras que nuestra
Divinidad no está lejana, sino cercana, más bien dentro del hombre, y en todos sus actos
somos actores y espectadores, por eso nuestro dolor es grande al ver que las criaturas nos
tienen junto, pero creen que estamos lejanos de ellas, y por eso ni nos conocen ni nos aman.
El pensarnos lejanos es el arma asesina que mata el amor de la criatura hacia su Creador, la
lejanía rompe cualquier amistad, ¿quién puede pensar en amar, en conocer y esperar a un ser
lejano? Ninguno, y Nosotros somos obligados a repetir: ‘Estamos con ella, dentro de ella, y
parece que no nos conoce, y mientras su amor, su voluntad, con no amarnos están lejanos de
Nosotros, dicen que Nosotros estamos lejanos de ella’. Ésta es la causa por la que algunos
que han leído mis intimidades contigo, han llegado hasta dudar, es propiamente esto, porque
piensan que soy el Dios lejano, y como lejano no podían desarrollarse tantas intimidades entre
Yo y tú. Ahora hija mía, ¿quieres saber quién hace sentir a Dios vivo en el corazón de la
criatura? Mi Voluntad reinante en ella, porque no dando vida al querer humano, mi Fiat hace
sentir a lo vivo su amor, su potencia, su bondad y su santidad, que corren en todos los actos
de las criaturas, es por mi Voluntad que no existe el Dios lejano, sino Dios cercano, y es Vida
primaria de su vida y de todos sus actos. Por lo tanto, el vivir en mi Divina Voluntad mantiene
en vigor todos los bienes que dimos al hombre al crearlo, y hace de él el trono de Dios y su
gloria, donde domina y reina”.
(3) Después de esto continuaba siguiendo todo lo que de admirable y sublime ha hecho el
Fiat Divino en la Creación, y decía entre mí: “Quiero entrar en el sol para encontrar la Divina
Voluntad obrante en su luz para darle todo lo bello, lo puro, lo santo, la potencia que puede
tener una voluntad humana obrante en su luz; quiero entrar en el azul cielo para abrazarlo y
darle mi voluntad obrante en la vastedad de los cielos, en la multiplicidad de las estrellas, para
darle la gloria, el amor de un cielo, y tantos actos profundos de adoración por cuantas son las
estrellas”. Y así seguía todas las cosas creadas, pero mientras esto hacía, el pensamiento me
ha dicho: “Las cosas creadas no tienen razón, ellas son velos que esconden aquél Fiat, y que
con su razón divina, más que si tuvieran razón, con su potencia las domina, mantiene el
perfecto equilibrio y se adora, se ama, se glorifica por Sí mismo”. Mientras esto pensaba, mi
amado Jesús haciéndose ver me ha estrechado entre sus brazos, y todo ternura me ha dicho:
(4) “Mi pequeña hija de mi Querer Divino, mi Voluntad es una, y como tiene la virtud
bilocadora, se biloca a cada instante, en cada cosa, en cada acto, en modo que todos la
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Volumen 28
pueden tener como acto y vida propia, sin embargo no pierde jamás su unidad, es siempre
una, y con su Fuerza única mantiene donde Ella reina, la unión, la armonía, el orden, la
comunicación, la inseparabilidad, y tiene todo en Sí, encerrado dentro de un solo acto, el acto
es uno, mi Voluntad es una, pero se distiende dondequiera, sin dejar ni siquiera un átomo de
las cosas creadas sin su Vida obrante y vivificante. ¡Ah, sí, son propiamente velos que la
esconden, Ella se vela de luz y extendiéndose en el sol, con su luz va modelando a las
criaturas, las abraza, las besa, las calienta, las ama; se extiende en el cielo y se hace toda ojo
por cuantas estrellas hay, para mirarlas, y el apacible centellear de ellas son voces silenciosas,
como si muy quedito llamaran a las criaturas a la patria celestial; se vierte en el aire, y
llenándolo todo se hace respiro de ellas, y se hace respirar y les da la vida. En todas las
cosas creadas corre hacia las criaturas para darles tantos efectos distintos, para llevarles su
amor, la vida, la conservación, pero uno es el acto, una es la Voluntad que llena cielo y tierra.
(5) Ahora hija mía, quien hace mi Voluntad y vive en Ella, cuando hace sus actos atrae en sí
todos los actos de mi Fiat que ha hecho y que continúa haciendo, y Ella atrae a la criatura, y
su acto en el acto suyo, así que en virtud de su única Voluntad, la atrae en el cielo, en el sol,
en el aire, en todo, y entonces, ¿sabes qué sucede? Que no más una sola Razón y Voluntad
Divina llenan cielo y tierra, sino que hay otra razón y voluntad humana, que se pierde en la
Razón y Voluntad Divinas, se puede decir que ella queda como el velo de las cosas creadas,
pero velo que tiene razón y voluntad, pero sacrificada y fundida en la Razón y Voluntad
Divinas, y entonces sucede que mi Fiat no está más solo a amarse, honrarse y glorificarse en
las cosas creadas, sino que está otra voluntad humana que la ama, la adora, la glorifica, como
cielo, como sol, como aire, en suma, dondequiera que Ella se encuentre y en cada cosa
distinta donde Ella reina. Así que, tal como mi Voluntad Divina atrae en Sí a la voluntad
humana y en sus actos para hacerse amar, adorar, y glorificar con su mismo amor, adoración
y gloria, así la criatura que no quiere vivir más que de mi Voluntad, atrae en sí todos los actos
hechos por Ella, y se hace amar, santificar, como sabe amar y santificar una Divina Voluntad,
la cual extiende su cielo, forma su Sol, en suma, continúa su arte divino, como lo comenzó y
está continuando en la Creación. ¿Ves entonces qué significa hacer mi Divina Voluntad? Y
no hacerla significa perder su cielo, su Sol, su aire, sus mares de gracia, su arte divino. Por
eso siempre en Ella quiero encontrar a la hija de mi Divina Voluntad”.
+ + + +
28-34
Diciembre 21, 1930
(1) Mi vuelo en el Querer Divino continúa, me parece que yo lo llamo, porque me faltaría la
vida sin Él; me faltaría la vida del bien, la vida del amor, la vida de la luz, la vida de la paz, y mi
voluntad humana viéndose sola me daría el asalto y pondría en vida mis pasiones, por eso
temo tanto que aun un solo instante quedase privada del Fiat obrante en mí, porque estando
Él, mi voluntad se está escondida y no osa moverse delante a una Voluntad tan santa y tan
potente. Así que yo la llamo y Ella me da la mano para llevarme en sus actos, a fin de que la
siga y le haga compañía. Y como todo lo ha creado por amor de las criaturas, cuando se la
siente junto, y fundida con Ella, toma tal gusto, que se siente correspondida por las tantas
cosas que sacó de sus manos creadoras. Después, mientras seguía los actos de la Divina
Voluntad hechos en la Creación, mi dulce Jesús haciéndose ver, mirándome me ha dicho:
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Volumen 28
(2) “Hija mía, cómo me es dulce mirar a un alma que se hace trabajar por mi Divina
Voluntad, sucede un triunfo para ambos lados. Mi Voluntad inviste la inteligencia de la criatura
y ella se hace investir, en suma, forman un acuerdo por ambas partes, y entonces mi Voluntad
forma su triunfo sobre cada uno de los pensamiento de la criatura, y ella adquiere y hace
triunfo de los tantos pensamientos divinos en su mente. Así que mi Divina Voluntad triunfa con
dar y tomar posesión de ella, y el alma triunfa con quererlo y recibirlo. Entonces, si mira, si
habla, si late, si obra y camina, son todos triunfos de mi Voluntad sobre la criatura, y ella
triunfa y toma posesión de tantos actos divinos. Entre estos intercambios de triunfos y
posesiones se forma tal alegría y felicidad de ambas partes, que tú no puedes comprenderlos
todos, porque debes saber que el bien, el triunfo, la posesión, sólo lleva alegría y felicidad
cuando se hace entre dos; el bien aislado no ha hecho feliz a ninguno, pues cuando se ve solo
pierde todo lo bello de la felicidad, por eso mi Divina Voluntad va buscando a su criatura para
formar sus triunfos, para poder formar junto con ella sus alegrías, su felicidad sobre la faz de la
tierra”.
+ + + +
28-35
Febrero 8, 1931
(1) Hace ya algún tiempo que no escribo, porque mi pobre corazón está lleno de amarguras
intensas, hasta arrollarme toda en las olas altísimas y tempestuosas del dolor y humillaciones
profundas, no tenía la fuerza de escribir esta página, la más dolorosa de mi existencia acá
abajo. En el ímpetu de mi dolor he repetido muchas veces el dicho de Nuestro Señor:
“Busqué un consolador en tantas penas y no lo encontré, un amigo que dijera una palabra en
mi defensa y no estuvo”. Es más, quien debía sostenerme y darme un respiro de ánimo lo
sentía cambiado, como si fuera mi más cruel enemigo. ¡Ah! Sí, muy bien puedo repetir con mi
dulce Jesús: “Una jauría de perros me ha circundado para despedazarme y devorarme”. Creo
que los cielos han llorado sobre mi dura suerte, como tantas veces ha llorado conmigo mi
dulce Jesús. ¡Oh! cómo es verdad que sólo Jesús permanece en el dolor y humillaciones, las
criaturas saben estar a nuestro alrededor cuando todo nos sonríe y nos trae alegría y honor,
pero cuando sucede lo contrario huyen y dejan a la pobre víctima sola y abandonada. ¡Oh! mi
Sumo Bien Jesús, no me dejes sola en un periodo tan doloroso de mi vida, o quédate conmigo
o llévame Contigo, me siento ahogada, me faltan las fuerzas, ¡ah, ayúdame, ayúdame oh
Jesús! Pero lo que más me atormenta son las mismas luchas que debo sostener con mi dulce
Jesús; por causa de la publicación de la Divina Voluntad me acusan al Santo Oficio de cosas
que yo no conozco, ni donde habitan, ni donde están, y están lejanas de mí tanto como el cielo
de la tierra; hace cuarenta años que vivo en la cama, se puede decir que soy una pobre
sepultada en vida, la tierra no la conozco, no recuerdo haber tenido jamás amor al interés, mi
dulce Jesús ha vigilado siempre mi corazón y me lo ha tenido en pleno desapego, sean
siempre dadas las gracias al Señor; han acudido también al Santo Oficio por la venida del
sacerdote que viene a llamarme a la obediencia en el estado de mis sufrimientos, por
consiguiente imposiciones y prohibiciones. Debido a esto, aquí se inicia una lucha con mi
amado Jesús, yo le ruego que me libere o bien que todo lo hiciera Él, esto es, el hacerme caer
en las penas y el liberarme cuando a Él le agrade. Y Jesús todo bondad decía:
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Volumen 28
(2) “Hija mía, ¿pero crees tú que no lo puedo? Lo puedo, pero no lo quiero, a Mí me cuesta
más el querer que el poder, para Mí el poder es nada, en un instante puedo hacer cielo y
tierra, en otro instante lo puedo destruir, tanta es la fuerza de mi Poder, pero destruir un acto
de mi Querer, ni lo quiero ni lo puedo, destruiría el orden de los actos de mi Voluntad, que
desde la eternidad han sido establecidos por la Divinidad, iría contra mi sabiduría, contra mis
mismos designios, contra mi amor, actuaría no como Dios sino como hombre, que fácilmente
cambia según las cosas son de su gusto o disgusto, y si le parece y le agrada. Yo soy el
Inmutable, y no cambio en los designios y actos que ha establecido hacer, con suma
sabiduría, mi Santa Divina Voluntad. Y además, no obraría como Dios, sólo porque han
querido acusarte de negras calumnias sirviéndose de su autoridad y malvada perfidia, hasta
llegar al Santo Oficio, (porque ahí se llega cuando un mal llega al exceso, y que ninguna otra
autoridad puede poner remedio, y sólo por esto se ve suma perfidia) ¿Yo debería cambiar mis
designios y los modos que por tan largos años he tenido sobre ti? ¡Oh! si tú supieras qué
dolor han dado a mi corazón, que no pudiendo soportar el desgarro, estoy obligado a golpear a
todos aquellos que han contribuido a una acusación tan negra, y no creas que lo haré
propiamente hoy, sino que a tiempo y circunstancia mi Justicia está armando su brazo en
contra de ellos, ninguno, ninguno será perdonado, es demasiado el dolor que me han dado”.
(3) Y yo: “Amor mío, si Tú me dejas caer y no me ayudas a liberarme, ¿cómo haré? Tú no
quieres cambiar tus modos que has tenido sobre de mí, y si la autoridad, que quieren
diversamente, no querrán ceder a lo que Tú quieres, ¿cómo haré? Al menos asegúrame que
me llevas al cielo y quedaremos Tú, yo y ellos, todos contentos; no ves en qué laberinto me
han puesto, soy la acusada, la condenada, como si hubiese llegado a ser la criatura más
infame que existe sobre la tierra, y una maldición llueve sobre mi pobre existencia. ¡Jesús,
Jesús, ayúdame, no me abandones, no me dejes sola, si todos han sido tan bárbaros que me
han dejado, no me lo harás Tú! ¿No es verdad, oh Jesús?” Y era tanto mi dolor que rompía
en llanto amarguísimo, y Jesús desahogándose en llanto también Él, me decía:
(4) “Hija mía buena, ánimo, tú debes saber que mi Voluntad Divina obra en dos modos, en
modo querido y en modo permisivo; cuando obra en modo querido son designios que cumple,
santidad que forma, y la criatura que recibe este acto querido de mi Voluntad, lo recibe dotado
de luz, de gracia, de ayuda, nada debe faltar a esta afortunada criatura para cumplir este acto
querido por mi Voluntad. En cambio cuando obra en modo permisivo, y esto sucede cuando
las criaturas con el libre albedrío de la voluntad que tienen, buscan atar las manos al
Omnipotente, como en esto que quieren de ti, que quieren cambiar las cosas a su modo y no
como Yo con tanto amor y para bien de todos he dispuesto hasta hoy, y me obligan a obrar en
modo permisivo, y mi Voluntad permisiva es, con justicia y castigo, enceguecedora, y quién
sabe a donde irán a precipitarse; así que obraré con mi Voluntad permisiva. Ya que no
quieren en el modo querido por Mí, te tendré suspendida del estado de víctima, y mi Justicia
no encontrando su apoyo, se desahogará libremente contra las gentes, estoy haciendo el
primer giro por todas las naciones, tanto que frecuentemente te suspendo del estado de
víctima porque te veo demasiado amargada por causa mía y por causa de lo que quieren, y
por tanta perfidia que han tenido contra ti, y al verte así tan amargada no me da el corazón
ponerte en tu habitual estado de penas, que tú con tanto amor recibías, y Yo con amor más
grande te comunicaba; por eso paso adelante, pero si tú supieras mi dolor, y en mi dolor voy
repitiendo: ‘Ingratitud humana, cómo eres horrenda’. Y estoy por reemprender el segundo
giro de los castigos por todas las naciones, repitiendo terremotos, mortalidad, fenómenos
imprevistos, males de todo género, de arrojar terror y espanto; los castigos lloverán como
neblina densa sobre los pueblos y muchos quedarán desnudos y en ayunas, y cuando haya
terminado el segundo giro, haré el tercero, y donde más se recrudecerán los castigos, allá
serán más encarnizadas las guerras y las revoluciones.
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Volumen 28
(5) Hija mía, te recomiendo paciencia, ¡ah! no me des el dolor de que tu voluntad se opone a
la mía, recuerda cuántas gracias te he dado, con cuánto amor te he querido para vencer tu
voluntad para hacerla mía; si quieres hacerme contento asegúrame que no harás jamás,
jamás tu voluntad”.
(6) Y yo mientras le aseguro a Jesús que no haré jamás mi voluntad, las circunstancias
presentes son tantas, que vivo con un temor continuo que me envenena continuamente, que
pudiese incurrir en la gran desgracia de no hacer siempre la Divina Voluntad. Dios mío, qué
pena, qué desgarro a mi pobre corazón, mucho más por mi estado inconstante, porque paso
días sin caer en el estado de sufrimientos, y sólo soy torturada porque Jesús me ha dejado, no
tendré más el bien de verlo, y en mi dolor voy repitiendo: “Adiós oh Jesús, no nos veremos
más, todo ha terminado”. Y lloro a Aquél que era para mí más que mi misma vida, y paso dos
o tres días en estas torturas. Y cuando me persuado de que no caeré más en aquél estado de
penas, entonces Jesús de improviso me sorprende y me hace caer en los sufrimientos, y
entonces soy torturada, ¿cómo haré para obedecer? Así que, o en un modo o en otro, siento
tal tristeza y amargura que no sé yo misma cómo puedo continuar viviendo, y en mi dolor
espero que mi dulce Jesús tendrá piedad de mí y llevará a su pobre exiliada a su patria
celestial. Sólo te pido ¡oh! Jesús, que pongas fin a esta tempestad, con tu potencia ordena
que se calme y dando luz a quien la ha suscitado, puedan conocer el mal que han hecho, a fin
de que se puedan servir para santificarse.
+ + + +
Deo Gratias.
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Volumen 28
Para adquirir los escritos de Luisa Piccarreta - dirigirse con Martha Reynoso
Por ejemplo, para llamar a una línea fija en la ciudad de México se debe
marcar: 011 + 52 + (55) y a continuación el número telefónico, en este
caso 3711 - 2746.
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Volumen 28
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