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Lacueva, Francisco - Doctrinas de La Gracia - Completo

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TEOLOGICA EVANGELICA

Volumen V

DOCTRINAS
DE LA GRACIA
por
Francisco Lacueva
lib ro s C H E
Galvani, 113
08224 TERRASSA (Barcelona)
DOCTRINAS DE LA GRACIA
O 1975, de le M isión Evangélica Bautista
de España.
Depósito legal: SE-3054-2004
ISBN: 84-7228-193-0
Impresión: Publidisa
editorialdie
ESTEOBI IEIIIIIII1II teoiihu eiukelíu
constará de ¡os siguientes titulas: INDICE DE MATERIAS

I. INTRODUCCION A LA TEOLOGIA *
Por I. Grau
II. UN DIOS EN TRES PERSONAS *
Por F. Lacueva
III. EL HOMBRE: SU GRANDEZA Y SU MISERIA
Por F. Lacueva
IV. LA PERSONA Y LA OBRA DE JESUCRISTO IN T R O D U C C IO N ..................................................... ,,
Por F. Lacueva
V. DOCTRINAS DE LA GRACIA* PRIM ERA PARTE: EL ORDEN DE LA SAL­
Por F. Lacueva VACION
VI. LA IGLESIA, CUERPO DE CRISTO *
Por F. Lacueva Lección 1.a Existencia de un orden de la salvación.
VII. ESCATOLOGIA: FINAL DE LOS TIEMPOS 1. El hilo de oro de la Teología. 2. El orden de
Por J. Grau la salvación en la eternidad. 3. El orden de la sal­
VIII. CATOLICISMO ROMANO* vación en el tiempo. 4. Las agencias de la salva­
Por F. Lacueva ción ......................................................................... 17
IX. HISTORIA DE LA IGLESIA
Por J. Grau Lección 2.a Naturaleza del orden de la salvación.
X. ETICA CRISTIANA* 1. La Ley y el Evangelio. 2. El orden subjetivo
Por F. Lacueva de la salvación.................................................... 21
XI. PASTORAL Y HOMDLETICA
(Manual para pastores, misioneros y predicadores) Lección 4.a La tarta del Espíritu Santo en el orden
Por J. M. Martínez de la salvación. 1. Necesidad de la obra del Es­
píritu Santo. 2. El Espíritu Santo en la regenera­
• PUBLICADOS YA BAJO LOS AUSPICIOS DE LA
ción. 3. El Espíritu Santo en la justificación. 4.
«MISION EVANGELICA BAUTISTA EN ESPAÑA»
El Espíritu Santo en la santificación. 5. El Es­
De venta en C H E , Moragas y Barret, 113-115 Tarrasa píritu Santo y la glorificación del creyente. 6. La
(Barcelona), y en las librerías evangélicas de España e obra general d d Espíritu Santo. 7. Dos escollos
Hispanoamérica que hay que e v ita r............................................... 31
6 FRANCISCO LACUEVA ÍNDICE DE MATBR1AS 7

SEGUNDA PARTE: LA GRACIA Lección 12.a La regeneración espiritual (II). 5. La


causa eficiente de la regeneradón espiritual: A)
Lección 5.a Concepto de gracia. 1. El uso del An­ La regeneradón no se produce por herenda.
tiguo Testamento. 2. El uso del Nuevo Testamen­ B) La regeneradón no es producto de la volun­
to. 3. La gracia como don inmerecido . . . . 37 tad camal. Q La regeneradón no es producto
del esfuerzo humano. D) La causa agente de la
Lección 6.a Sistemas teológicos acerca de la gra­ regeneradón es el Espíritu S a n to ..................... 78
cia (I). 1. Pelagianismo. 2. Semipelagianismo.
3. La Iglesia de R om a.......................................... 41 Lección 13.a El Arrepentimiento. 1. Noción de arre­
Lección 7.a Sistemas teológicos acerca de la gra­ pentimiento. 2. Causa agente de) arrepentimiento.
cia (II). 4. La Reforma. 5. El Arminianismo. 6. 3.Prindpales desviadones de la noción bíblica
Wesley. 7. El Calvinismo 8. Un Calvinismo de arrepentim iento............................................... 82
re b a ja d o ................................................................ 46
Lección 14.a La fe (I). 1. Nodón de fe. 2. Elemen­
TERCERA PARTE: EL PROCESO DE SELEC­ tos de la fe. 3. ¿Cómo describe el Nuevo Testa­
CION mento el concepto de fe? 4. Clases de fe . . . 89

Lección 8.a La elección eterna. 1. Noción de elec­ Lección 15.a La fe (II). 5. Objeto de la fe. 6. La
ción divina. 2. Existencia de esta elecdón 3. Ob- base íntima de la fe. 7. Historia y desviadones
jeciones contra la doctrina de la elecdón . . . 55 del concepto de f e ................................................ 95

Lección 9.a La predestinación. 1. Noción de pre- Lección 16.a Fe y obras. 1. La fe no es obra. 2. La


destinadón. 2. Dos verbos significativos . . . 59 fe fructifica en obras. 3. La fe es susceptible de
aumento y progreso............................................... 99
Lección 10.a E l llamamiento divino. 1. ¿Qué se
entiende por llamamiento divino? 2. Característi­
cas del llamamiento divino. 3. Dos pregun­ QUINTA PARTE: LA JUSTIFICACION DEL
IMPIO
tas .......................................................................... 64
CUARTA PARTE: EL PROCESO DE LA CON­ Lección 17.a Concepto de justificación. 1. Noción
VERSION de justificación. 2. Terminología bíblica. 3. Ele­
mentos de la justificadón: A) Un perdón del
Lección 11.a La regeneración espiritual (I). 1. El pasado. B) Una aceptación en el presente. C)
momento dedsivo. 2. Concepto de regeneración. Una posición firme frente al fu tu ro ..................... |Q5
3. Terminología bíblica. 4. Características de
la reg en erad ó n ..................................................... Lección 18.a Naturaleza de la justificación . . . 109
8 FRANCISCO LACUEVA ÍNDICE DE MATERIAS 9

Lección 19.a Conexiones de la justificación. 1. Re­ santificación, 3. La purificadón, proceso de inte-


lación de la justificación con la santificación. g rad ó n ..................................................................... 139
2. Relación de la justificación con la fe. 3. Fun­
damento de la justificación por la fe. 4. Objecio­ Lección 26.a Dos extremos erróneos en materia de
nes contra la justificación por la f e ..................... 1 i 3 santificación. 1. El Antinomianismo. 2. El Perfec-
d o n ism o ........................................................................
Lección 20.a La adopción filial. 1. Noción de adop­
ción. 2. Relación de la adopción con la regenera­
ción. 3. Relación de la adopción con la justifica­ SEPTIMA PARTE: LA PERSEVERANCIA FINAL
ción. 4. El derecho a la herencia.......................... 117
Lección 27.a La preservación divina del creyente.
1. Evoludón histórica del concepto de perseve­
SEXTA PARTE: LA SANTIFICACION rancia. 2. ¿Perseveranda o preservación? 3. ¿Qué
dice la E scritu ra?................................................149
Lección 21.a Concepto de santificación. 1. El poder
del pecado. 2. Noción de santificación. 3. La Lección 28.a l a perseveranda final. Pruebas y
terminología bíblica. 4. Historia del concepto de objeciones. 1. Pruebas deductivas de la perseve­
santificación.......................................................... 123 randa final. 2. Objedones contra la doctrina de
la perseveranda f in a l.......................................... 153
Lección 22.a Naturaleza de la santificación. 1. Ver­
dadera naturaleza de la santificación. 2. Los Lección 29.a La seguridad de la salvación. 1. ¿Qué
dos aspectos de la santificación.......................... 127 (fice el Nuevo Testamento? 2. Seguridad de salva­
ción y convicción subjetiva de seguridad. 3. Ob­
Lección 23.a Los medios de santificación. 1. La jedones a la doctrina de la seguridad de la sal-
agenda prindpal de santificación. 2. Medio sub­ v a d ó n .............................................................................
jetivo: la fe. 3. Los medios objetivos: A) La
Palabra de Dios. B) Las Ordenanzas. C) La Lección 30.a La glorificación o consumación de la
Providencia. D) La Comunión con los hermanos. salvación. 1. ¿Qué entendemos por “glorifica-
E) La o r a d ó n ..................................................... ^ dón”? 2. ¿Cuánto tendrá lugar la glorificación
de los elegidos? 3. Circunstancias de la glorifica-
Lección 24.a Las buenas obras. 1. Concepto de dón. 4. Ultimas conclusiones de este tratado . . 162
“obra buena”. 2. Características de las buenas
obras. 3. Necesidad de las buenas obras. 4. ¿Pue­ BIBLIOGRAFIA 167
de d inconverso hacer buenas obras? . . . . 135

Lección 25.a La Purificación. 1. Los fallos en la


comunión con Dios. 2. Los enemigos de la
INTRODUCCION

Todos los temas que asen dentro del ámbito de la Teología


Bíblica son prácticos, porque el mensaje de la Revelación
— desde la noción de Dios hasta el estudio de "las últimas
cosas"— es “doctrina de vida" y destinada a suministrar una
“nueva videt' por la acción del Espíritu, y a vivificar toda la
"praxis" de una pavona ya regenerada. Pero hay dos materias
especialmente prácticas: la Etica Cristiana (volumen recién
editado) que, por definición, se refiere a la conducta del cre­
yente, y las Doctrinas de la O rada, de las que vamos a tratar
en el presente volumen.
Las doctrinas de la grada son, pues, doblemente prác­
ticas: 1) por formar parte del mensaje de salvación; 2) por
afectar en su cercanía más próxima a la experiencia personal
de cada uno de nosotros. No se trata aquí de penetrar en el
conocimiento del Dios trascendente, que puede parecer lejano
a nuestros quehaceres y problemas de cada dio. Se trata d d
diálogo salvífico que Dios, libremente y por pura gracia, ha
comentado con nosotros, a través de Jesucristo, y d é la res­
puesta personal que en nosotros se origina en virtud de esa
gracia y por el poder del Espíritu vivificante. Se trata, en
una palabra, de la aplicación que Dios hace a cada uno de los
que se salvan, del poder reconciliador de la obra de Cristo,
mediante la energía del Espíritu.
Por tanto, si toda la Teología es enseñada para ser vivida,
con mayor razón hemos de estar dispuestos a vivir las eme-
12 FRANCISCO LACUEVA INTRODUCCIÓN 13
fianzas de este volumen, todas ellas destinadas a descubrirnos, sejo de Dios"’ (Hech. 20:27), sin escamotear los pasajes que
desde la Palabra de Dios, el origen, la naturaleza y el glorioso parece que no encajan en nuestro esquema doctrind ya
destino de esa “gracia” que es la vida espiritual: Cristo vivien­ prejuzgado, sino acudiendo a los textos claros y tratando
do en nosotros por la comunicación y el poder de su Espíritu. de entender lo oscuro mediante lo doro, no viceversa. Seamos
Hemos dicho que, en este volumen, se trata de la aplica­ humildes para rendir nuestro entendimiento ante el mensaje
ción del poder reconciliador de la obra de Cristo, con lo cual de Dios y, aunque a veces no entendamos cómo se compa­
damos a entender que la obra de nuestra salvación comprende ginan algunos textos, agarrémonos firmemente a los extremos
dos momentos culminantes: la obtención de nuestra redención revelados aunque no dcancemos a ver el eslabón que ios une,
o rescate, operada una sola vez por todas en la Cruz del seguros de que, si perseveramos constantes en el estudio y la
Calvario (lo cual ha sido materia del volumen IV de esta se­ oración, se irá ensanchando la perspectiva de nuestros cono­
rie) y la aplicación a cada uno de los que son salvos, de aque­ cimientos bíblicos y lo recién aprendido proyectará nuevos
lla redención que fue llevada a cabo en el Calvario. Podemos rayos de luz sobre la penumbra de lo anteriormente estudiado.
ilustrar este doble estadio de la salvación con un símil muy Todos saben que la Historia de la Salvación se halla resu­
apropiado: Supongamos que nos hallamos sedientos, fatigados mida en un sd o versículo: Juan 3:16, al que Latero llamaba
y desorientados, en medio de un desierto sin agua. Estamos “la Biblia en miniatura”. Vamos a cerrar esta Introducción
abocados a la muerte. Pero llega hasta nosotros un ingeniero resumiendo el comentario que de dicho versículo hace LJS.
que descubre enseguida una corriente subterránea de agua. Chofer en el Epílogo del volumen III de su Systematic Theo-
Logra alumbrar un pozo artesiano y el agua brota en abun­ logy, pp. 394-395, puesto que dicho versículo compendia la
dancia, con poder de apagar la sed de cuantos crucen por el materia del presente volumen:
desierto. ¿Están ya a salvo de la muerte los sedientos cami­
nantes? Sí, pero a condición de que se acerquen a beber del A ) “De tal manera amó Dios al mundo”. En siete pala­
agua, o que ésta ¡es sea llevada por medio de vasijas o da bras vemos expresado cuánto y con cuán sublime amor (“egá-
candes y tuberías. Ya está conseguida la provisión de agua pesen”, un amor con raíces en el Cielo) amó Dios a este
para todos, pero es necesario beber de ella para no morir de mundo perdido, necesitado, rebelde: a este mundo que, de
suyo, aborrece a Dios, es enemigo declarado de Dios, hasta
sed. que el amor de Dios lo vence (cf. Rom. 5:8).
Lo mismo ocurre en la obra de nuestra salvación: En la
Cruz del Cdvario, Dios abrió para nosotros, las fuentes de la B) “que ha dado a su Hijo Unigénito”. Otras siete pala­
salvación (Is. 12:3). Pero ahora es preciso que cada uno de bras para revelamos el “inefable don” (2a Cor. 9:15) del
nosotros vayamos a las aguas (Is. 55:1; Ap. 21:6; 22:17) ele­ Padre y el inconmensurable sacrificio del Hijo, con su pro­
vando nuestros ojos, por fe, d Crucificado (Jn. 3:14-15), para fundo anonadamiento (Flp. 2:7-8) y su admirable obra de
hacer nuestra la salvación obtenida por Cristo. sustitución vicaria en la Cruz (2.a Cor 5:21).
En esta difícil materia, como en muchos otros temas teo­ C) para que quienquiera que en El crea". De nuevo, siete
lógicos, es fácil equivocarse por tomar como Palabra de Dios palabras nos aclaran que no todos creen y se salvan, sino que
lo que es un prejuicio, con mayor o menor peso de “tradi­ hay un grupo de creyentes (elegidos), que la salvación se
ción". Atengámonos solamente, y en todo, a la enseñanza de obtiene sólo por Cristo, sólo mediante la fe, por la fe sola, y
la Sagrada Escritura tomada en conjunto, o sea, “todo el con- con toda seguridad.
14 FRANCISCO LACUEVA Primera parle
D) “no se pierda, mas tenga vida eterna”. Finalmente,
también son ahora siete palabras las que nos muestran el
espantoso estado en que permanecen los que rehúsan creer
C'apóletaC' = perece, queda destruido) y el glorioso destino
de los elegidos para creer, por el poder del Espíritu: la vida
eterna, o sea, la tlzo¿ aiónios", la misma vida que estaba en
el Verbo (Jn. I d ) desde toda la eternidad, la que El ha venido
a traer en abundancia (Jn. 10:10) y que no se acabará jamás
(Jn. 10:28; 11:26). Una vida eterna que bien merece el sa­
crificio de nuestra vida exteror (“bios” o tren de vida, 1.a
Jn. 3:17) y e ld e nuestra “psyché” o vida terrenal (M t. 10:39;
Me. 8:35; Le. 9:24; 14:26; 17:33; Jn. 12:25).
M i gratitud a los hermanos de las iglesias bautistas inde­
pendientes de San Eusebia, 54, en Barcelona, y de Ramón
y Cajal, 60, en Santa Cruz de Tenerife, por las preguntas y
sugerencias que me han permitido corregir y mejorar los con­
ceptos vertidos en los estudios habidos sobre esta materia;
al escritor y profesor evangélico D. José Grau, por sus con­
sejos y sugerencias tras revisar el manuscrito, a la Editorial
C H E, cuyo esmero en la impresión y presentación de estos
volúmenes es patente, y a la “Misión Evangélica Bautista en
España”, bajo cuyos auspicios se publica el presente volumen,
asi como los anteriores editados de este CURSO DE FORMA­
CION TEOLOGICA EVANG ELICA.

El orden de
la salvación
LECCION 1.»
EXISTENCIA DE UN ORDEN DE LA SALVACION

1. El hilo de oro de la Teología


El Dr. E.F. Kevan1 llama a la doctrina de la gracia " d
hilo de oro que enhebra todas tas ramas de la Dogmática.” En
efecto, esta doctrina conecta con la doctrina fundamental de
la Revelación, la cual es ya una gracia en sí misma; con la
doctrina de un Dios en tres Personas, ya que nos muestra al
Padre que ama, al Hijo que redime y al Espíritu Santo que
vivifica; con la doctrina del hombre caído, pues es precisa­
mente la miseria del hombre la que sirve de trasfondo a su
profunda necesidad de la gracia (Rom. 3:23) y a su total
incapacidad para salvarse; con la Cristología, ya que todo
en Jesucristo, su persona y su obra, es la gran expresión de
la gracia; con la doctrina sobre la Iglesia, puesto que ésta
es el resultado de la gracia y el "pléroma” o plenitud
de Cristo, donde éste actúa como agencia de salva­
ción en que se encuentran tos medios de gracia; finalmente,
con la Escatologla, pues ésta es la consumación de la gracia,
la glorificación de los favorecidos con la grada, y el triunfo
del Redentor para honor y alabanza del Dios que es Amor
completamente gratuito*.12

1. En su D ogm atic T htology, Volum en V del C u n o por co­


rrespondencia, lecc. 1.a, p .° 1 (Traduzco del inglés).
2. “Es gratuito, pero no superfuo”, «fice muy bien I.M . Gon-
zález-Ruiz.
18 FRANCISCO LACUEVA EL ORDEN DE LA SALVACIÓN 19

2. El orden de la salvación en la eternidad didos, fluye el pacto de grada que muestra la actitud de Dios
Se llama “orden de la salvación” al proceso por el que hada el pecador mediante la obra de Cristo. Aunque, como en
la salvación obtenida por Jesucristo se aplica o administra a todo pacto, hay dos partes, sin embargo en éste toda la ini­
las personas que son salvas. ciativa surge de Dios: Dios establece el decreto; Dios provee
Aunque hayamos de retrotraernos al pacto eterno que la el medio de rescate (la Cruz); Dios suministra el Espíritu
vivificante, la fe justificante, d arrepentimiento transformante
Trinidad Divina estableció para la salvación del hombre caído,
y la perseverancia del creyente. Toda la base o fundación
siempre es bueno tener en cuenta lo que esto comporta para del pacto está en Dios, pues de El redbe el pacto su firmeza
entender mejor el plan de nuestra salvación. Varios son los
y seguridad, mientras que el hombre, incapaz de aportar por
lugares que implican la existencia de tal convenio entre las
sí mismo ninguna contribudón, se limita a extender la mano
personas divinas:
de la fe y a redbir el don de Dios.
A) Hebr. 10:5-7, citando el Salmo 40:7-9, nos mues­
El Mediador de este pacto, como se nos describe en He­
tra al Padre encomendando al Hijo una tarea redentora, sa­
breos con todo hijo de detalles, es Jesucristo: de parte de Dios,
crificial, que comportará una victoria y una realeza (V. Sal.
El lleva al hombre la salvación mediante el sacrificio de Sí
2; Hech. 13:33; 1.a Cor. 15:24-28; Hebr. 1:5; 5:5, a la luz
mismo; de parte d d hombre, ofrece a Dios —hecho El
de Le. 22:29, donde es notable el verbo “diatíthemi”, de
mismo “pecado”— lo que el hombre pecador debería hacer
donde viene “diaihéke” = pacto).
por Dios si pudiese: expiar sus pecados en la Cruz.
B) Jesucristo aparece, especialmente en Juan, como el
Así, d pacto que es absoluto e incondidonal «a la voluntad
Enviado del Padre, cuya voluntad y cuya obra está totalmente de Dios de salvar a los hombres perdidos, queda de algún
entregado a realizar, hasta hacer de ella su alimento (V. Jn.
modo condicionado: A) por la obra de Cristo, que ha de
4:34; 5:30,43; 6:38-39; 10:18; 17:4).
proveer el pago d d rescate; B) por la fe d d hombre pecador,
O Is. 53:10*12 y Ef. 4:8-10 nos informan de la batalla que es como la mano con que se apropia los beneficios d d
y de la victoria, así como del botín que el Padre ha puesto pacto. Sin embargo, ninguno de estos dos elementos arrebata
en manos de Cristo (V. Jn. 6:37-44; 10:28-30; 17:6-12), al Padre la iniciativa de la salvación. No el l.° , porque, en
hasta hacerlo Cabeza de los redimidos (Rom. 5:12ss.; 1.a Cor. realidad, no es Jesucristo d que se lanza por sí mismo a re­
15:22; etc.). conciliar a los hombres con Dios, sino que “Dios estaba en
D) Mientras que el Verbo, en su humanidad, es la re­ Cristo reconciliando consigo al mundo" (2.a Cor. 5:19). No
velación del amor de. Dios y nuestro sustituto en la obra de d 2.°, porque la fe misma del pecador arrepentido es un
la reconciliación (Jn. 1:14,18; 14:9; 2.a Cor. 5:21), el “don de Dios” (Ef. 2:8).
Espíritu es el gran “Don” por el que se derrama en nosotros
el Amor y se hace exégesis fervorosa el recuerdo del Verbo
Encamado (V. Rom. 5:5; Jn. 14:26). 4. Las agencias de la salvación
Surgiendo toda la obra de nuestra salvación de la amorosa
3. El ordos da la salvación os el tiempo iniciativa del Padre, las otras dos personas de la Trinidad
Del pacto de la redención establecido entre las personas de Divina se constituyen en agentes de la salvación, con dos
la Trinidad y encaminado a la salvación de los hombres per­ agendas respectivas o medios de salvación: La Patata» y las
20 FRANCISCO LACUEVA LECCION 2.a
NATURALEZA DEL ORDEN DE LA SALVACION
Ordenanzas. El Espíritu usa de la agencia de la Palabra de
Dios para convencer de pecado, introducir en el corazón el
mensaje de vida, y conducir al creyente por el camino de
Jesucristo; la respuesta del hombre es la apertura de su
persona, por la obediencia de la fe (Rom. 1:5; 16:26), al
mensaje de salvación. Por su parte, Jesucristo instituye sus
ordenanzas para expresamos simbólicamente Su obra y pa­
tentizar externamente nuestra unidad con El, por medio del
Bautismo, habiendo sido complantados en Su muerte y resu­
rrección (Rom. 6:3ss.), y nuestra unidad con los miembros 1. La Ley y d Evangelio
de su Cuerpo, mediante la Cena —recuerdo, mensaje y pro­
fecía esperanzada— (1.a Cor. 10:17; 11:26); la respuesta del El orden de la salvación comprende dos grandes estadios
cristiano es la obediencia del corazón, de la boca y de la con­ objetivos e históricos: dos grandes hitos de la llamada “Histo­
ducta a los mandatos de Cristo. ria de la Salvación” . * Estos dos grandes estadios son la Ley
y el Evangelio. 34 En razón de su enorme importancia, vamos
La fe y la oración, ál ser meras condiciones subjetivas para a anticipar algo de lo que diremos después al considerar la
la recepción de los beneficios de la salvación, sólo impropia­ relación entre la fe y las obras, aunque en otro contexto. Por
mente pueden llamarse medios de gracia. no entender bien esta materia, los gálatas judaizantes estaban
vaciando de contenido el mensaje de la Buena Noticia o Evan­
CUESTIONARIO: gelio, mientras que, más tarde, Marción y sus seguidores (de
antes y de ahora) detestaban la Ley y al Dios del Antiguo Tes­
I. ¿¡Cuál es la conexión del presente volumen con los demás tamento, para predicar un Nuevo Testamento completamente
volúmenes de la serie teológica? — 2. ¿A qué se llama "orden desvinculado del Antiguo, así como un “amor” y una “con­
de la salvación”? — 3. ¿Cómo aparece en la persona y en la ducción del Espíritu” completamente desvinculados de toda
obra de Cristo el resultado del pacto eterno entre las personas ley (“antinomianismo”, de “anti” = contra, y “nómos” = ley.
divinas para la salvación del hombre? — 4. ¿A qué se Varna V. 1.a Cor. 9:21 "no estando yo sin ley de Dios, sino bajo
“pacto de groclc?'? — 5. ¿Quién es el Mediador de este pac­ Ut ley de Cristo”).
to? — 6. ¿Es su aplicación condicional o incondicional? —
Basta examinar con cuidado las Epístolas de Pablo a los
7. ¿Quiénes son los agentes y cuáles las agencias de la sal­
romanos y a los gálatas, para percatarse del exacto papel de
vación? la ley. La Ley tenía por objeto:

3. Con este título es ya famoso el libro de O. Cullman, editado


por EP (Barcelona, 1967).
4. V. E.F. Kevan, La Ley y el Evangelio (Barcelona, EEE,
1967), así como mi libro Etica C ristin a (Tarrasa, CLIE, 1975). lec­
ciones 8.a y 20.a.
22 FRANCISCO LACUEVA
EL ORDEN DE LA SALVACIÓN 23

A) Poner un dique a la corrupción del corazón humano. 2. El « t e a n b jc d ro de la salvación

B) Ser expresión de la voluntad divina en el orden mo­ El orden de la salvación, es entendido especialmente como
ral para el pueblo del pacto, o sea, Israel. el orden lógico, con su consiguiente interrelación, de los varios
movimientos del Espíritu Santo en la aplicación de la obra de
Q Servir de ayo (“paidagógos”), o sea, de criado que la redención.8 Este orden lógico es simultáneo en la planifi­
lleva a los niños al Colegio, a la vez que les enseña buenas cación eterna de los designios de Dios, pero se realiza sucesi­
maneras y les impone correctivos por sus travesuras. En vamente en el proceso temporal de su aplicación a las perso­
este caso, la Ley nas de los redimidos. E l Nuevo Testamento nos dice que,
(a) convence de pecado; para salvar a los hombres, Dios elige, predestina, llama, rege­
nera, justifica, santifica, preserva y glorifica, aunque no nos
(b) exacerba, en cierto modo, el sentido del pecado, por ofrezca todos estos elementos en un solo texto. Tenemos
la conocida reacción psicológica que nos incita a hacer lo que partes de este proceso en Hec. 2:37-41; (quizá también en
se nos prohíbe taxativamente; 26:18); Rom. 6:22; 8:29-30; Ef. 1:3-14; 2:1-10; 1.a Ped.
(c) nos muestra la necesidad del Evangelio de gracia 1:2-9,20-23.
y del poder del Espíritu, superior a nuestras fuerzas, para ¿Puede establecerse un orden lógico, concreto y completo,
cumplir la Ley. de acuerdo con el Nuevo Testamento? Creemos que sí e inten­
Jesús asegura, en Mt. 5:17, que no ha venido a abrogar taremos proponerlo en este volumen, de acuerdo, en general,
la Ley, sino a cumplirla. El verbo empleado aquí es “pleró- con la línea “reformada’* o calvinista (moderada), teniendo
sai”, que significa cumplir en el sentido de /tenor, y expresa también en cuenta las dificultades que presenta. Pensamos,
dos cosas: 1) que Cristo vino a cumplir por Sí mismo la Ley. sin embargo, que son mucho más numerosas las dificultades
El fue el único que la cumplió activamente, observándola que confrontan a los demás sistemas. Vamos a exponer ahora
con toda exactitud, y pasivamente, llevando sobre Sí la mal­ brevemente el punto-clave del orden de la salvación según las
dición de la Ley contra sus infractores, por nosotros y en diversas concepciones :
nuestro lugar, en el madero de la Cruz: 2) que Cris­ A) Concepto Católico-Romano. El punto clave es la jus­
to vino a /tenor la Ley del Espíritu que faltaba en el tificación por el bautismo. La Iglesia confiere, mediante el
legalismo farisaico, poniendo el amor como único medio de sacramento, la regeneración bautismal. Todo adulto recibe
cumplir la Ley rebasándola (Mt. 5:17-48). Así no es extraño gracia suficiente para alcanzar, conservar, recuperar y aumen­
que Rom. 8:3-4; 13:8-10; 1.a Cor. 9:21; Gál. 5:14; 6:2, tar la justificación bautismal. E l hombre puede resistir a esta
nos aseguren que el amor, el Espíritu de Cristo y el Evange­ gracia. Sü en vez de resistir, asiente y coopera, la gracia se
lio comportan el exacto cumplimiento de la Ley, mientras torna eficaz. La justificación sigue un proceso que comienza
que 1.a Cor. 2:14 y Rom. 8:7 nos dicen que el hombre no con el acto de fe (bajo el impulso de la gracia excitante) y
regenerado es incapaz de percibir las cosas de Dios y que no termina con la infusión de la gracia “santificante" en la re­
quiere ni puede cumplir la Ley de Dios. Por eso, la regenera­ cepción (real o de deseo) del sacramento. Los demás sacra-*
ción espiritual comporta una metánoia, o sea, un cambio de
mentalidad, al recibir, con el Espíritu Santo, una nueva visión
y un corazón nuevo (V. Jer. 31:33-34; Ez. 36:25-27). S. V. L. Berkhof, H u lip , pp. 415*8.
24 FRANCISCO LACUEVA EL ORDEN DE LA SALVACIÓN 25
mentos y las buenas obras proveen medios de perseverancia rior y la regeneración espiritual. Avivado el subconsciente,
y méritos para la salvación final, la cual siempre está en el proceso ¿lo ra a la conciencia con la conversión, que in­
peligro, puesto que cualquier pecado “mortal” comporta la cluye fe y arrepentimiento. Con la fe se conecta la justifica­
pérdida de la justificación. 8 ción y la adopción. El nuevo estado comporta una nueva
B) Concepto Arminiano. El punto clave es la justifica­ obediencia en la santificación. Dios se encarga de preser­
ción por la decisión de aceptar a Cristo como Salvador nece­ var con su gracia a los fieles para la glorificación. *
sario y suficiente, mediante la fe en El. Esta decisión procede
de nuestro libre albedrío, que coopera así con la gracia de CUESTIONARIO:
Dios. 67
Q Concepto Luterano. El punto clave es la justificación l. ¿A qué se Uama “orden de la salvación”? — 2. ¿Cuál es la
por la fe, que Dios produce en el hombre. El proceso empieza relación entre los dos estadios de la Historia de la Salvación
por el anuncio de la reconciliación del mundo, hecha por — 3. ¿Cuál era el papel de la Ley? — 4. ¿Qué matices implica
Dios en Cristo (2.a Cor. 5:19-20). Esta llamada evangélica el verbo “cumplir" en Mt. 5:17? — 5. ¿Qué entendemos por
comporta siempre una cierta medida de avivamiento e ilumi­ “orden subjetivo de la salvación”? — 6. Conceptos Católico-
nación que quiebran la resistencia radical del hombre caído Romano, Arminiano, Luterano y Calvinista de “orden de la
(mejor dicho, dan el poder de no resistir a la operación salví- salvación”.
fica del Espíritu). De ahí pueden provenir el arrepentimiento
y la regeneración espiritual. Sin embargo, todo esto es prepa­
ratorio y provisional (se puede perder), ya que la salvación
está condicionada totalmente por ia fe del sujeto. Sólo me­
diante el acto de fe se obtiene la salvación. Si el hombre
continúa creyendo, persevera en la salvación. Si cesa de creer,
la pierde.
D) Concepto Calvinista o “Reformado”. El punto clave
es la justificación por la justicia de Cristo (Ef. 2:8 “Por gracia
sois salvos por medio de la fe”. No es la fe la que salva, sino
la gracia; como no es el tenedor el que alimenta, sino lo que
tomamos con el tenedor). La mayoría de los Reformados, al
hacer énfasis sobre la iniciativa libre y soberana de Dios en
la salvación del hombre, colocan primero el llamamiento inte­

6. M is detalles, en mi libro Catolicismo Romano (Tamisa,


C U E, 1972, pp. 139-162.
7. En otros aspectos del proceso de la salvación, el arminianis-
mo sigue diversas lineas, pudiendo distinguirse entre el arminianismo 8. Por regla general, los Bautistas Particulares son en este punto
radical y el moderado o wesleyano, como veremos después. calvinistas, mientras que los Bautistas Generales suelen ser arminianos.
LECCION 3 “ LA UNION CON JESUCRISTO EL ORDEN DE LA SALVACIÓN 27

De aquí el uso frecuente que el Nuevo Testamento hace


de la expresión uen Cristo". E.F. Kevan define así esta unión
con Cristo: “Es la unión íntima, vital y espiritual entre Cris­
to y Su pueblo, en virtud de la cual El es la fuente de su vida
y de su fortaleza, de sus bendiciones y de su salvación.”
Como el mismo autor advierte, esta unión quedó establecida
por institución divina, cuando Dios constituyó a Cristo como
Cabeza de una nueva humanidad.
1. «En Cristo» Así no es extrafio que los creyentes aparezcan ya "esco­
gidos en Cristo” (Ef. 1:4), “aceptos en el Amado” (Ef. 1:6),
El orden de la salvación comienza con la libre y amorosa “arraigados, sobreedificados y confirmados en ET' (Col. 2:7),
iniciativa de Dios Padre de salvar al hombre. Pero los hom­ “hechos justicia de Dios en £ T (2.a Cor. 5:21), hasta que
bres no son salvos, sin más, por el amor de Dios Padre. Es nuestra ¿orificación final sea manifiesta con El (Col. 3:3;
preciso que el carácter santo de Dios quede también salva­ 1.a Jn. 3:2). Véanse también otros lugares como Rom. 5:12-
guardado. Para ello envía Dios Padre a Su Hijo Unigénito al 21; 6:2-11; 8:17; 1.a Cor. 1:30; 15:22; Ef. 2:4-6,10; I a
mundo: para que, haciéndose hombre, sea el único Mediador Tes. 4:14,16; Ap. 14:13.
entre Dios y los hombres, hecho nuestro sustituto. En El so­
mos hechos “justicia de Dios" (2.a Cor. 5:21). Por eso, es
preciso recordar que no sólo somos salvos por medio de 2. Propiedades de —entra anión coa Jesucristo
Jesucristo, riño también en El, es decir, unidos a El. Por tanto, puede decirse que esta unión de los creyentes
Dice J. Murray, en su libro Redemption Accomptíáhed con Cristo es:
and Applied:
A) eterna, ya que han sido escogidos en El desde la eter­
“La unión con Cristo es realmente la verdad nidad. Sin embargo, para evitar falsas interpretaciones,
central de toda la doctrina de la salvación, no sólo hemos de añadir enseguida que dicha unión es eterna en
en su aplicación, sino también en su realización, una sentido intencional, es decir, en cuanto existe en la mente y
vez por todas, en la obra acabada de Cristo. En efec­ en el propósito de Dios (Rom. 8:28-29), pero se hace con­
to, todo el proceso de la salvación tiene su origen en cretamente salvífica y real, para cada uno, en el tiempo en que
una fase de unión con Cristo, y la salvación tiene en se reviste de Cristo por la fe (Gál. 3:26-27). Distinguiendo
perspectiva la realización de otras fases de unión así los dos estadios, vemos que Cristo es nuestro sustituto
con Cristo.” *9 en la Cruz en virtud del pacto de la redención, mientras que
pasa a ser realmente nuestra Cabeza en virtud del pacto de
la gracia, cuando nos incorporamos a El como miembros
9. Pág. 161. suyos.
B) espiritual, no sólo poique establece un vínculo espi­
ritual con Cristo, sino también porque es realizada, mantenida
28 FRANCISCO LACUBVA EL ORDEN DE LA SALVACIÓN 29

y perfeccionada por el Espíritu Santo, que es el Espíritu que necesita ser contrastada con el “test” de la obediencia,
de Cristo. El Espíritu nos regenera, nos consagra, nos inha­ para no llamarse a engaño. 101
bita y nos sella para la eternidad de la vida espiritual glorifi­
cada (V. Jn. 3:3-8; 14:16-17; 16:7; Rom. 8:9-11; 1.a Cor. 3. Consecuencias de esta doctrina
6:17,19; 12:13; 2.a Cor. 3:18; 1.a Ped. 1:11; 1.a Jn. 3:24, Nuestra unión con Jesucristo comporta:
4:13). A ’) una metamorfosis (“metamorphústhe” Rom. 12:2),
O mística; por tres motivos: ya que hamos sido hechos nuevas creaturas (2.a Cor. 5:17;
Gál. 6:15; Ef. 2:10), que se dejan conducir por el Espíritu
(a) por haber sido un misterio escondido desde la eter­ Santo y cuya brújula ha caminado de norte.
nidad en el seno de Dios, pero manifestado ahora (Col. 1:
B’) una metánoia, o sea, un ejercicio nuevo (cambiado)
26-27);
de nuestras facultades por el arrepentimiento y la fe: un
(b) porque es invisible a los ojos de la carne; convertirse a Dios desde los ídolos (1.a Tes. 1:9).
(c) para distinguirla de toda otra unión que la naturale­ C’) una posición legal de justificados ante Dios (Hech.
za o la Palabra de Dios nos presentan. No es una unión 13:39; Rom. 6:7-8; 7:4; 8:1,17; 1.a Cor. 1:30; 6:11; 2.a
esencial como la que existe entre las personas divinas; ni Cor. 5:14,21).
personal (hipostática) como la que existe entre la humanidad D’) una santificación continua, por el poder asimilador
y la divinidad de Jesucristo; ni es meramente una unión de la vida de Jesucristo, mediante el poder del Espíritu (Rom.
moral o afectiva, como entre amigos o miembros de una mis­ 6:22; 2.a Tes. 2:13; 1.a Ped. 1:2).
ma sociedad o de un mismo club. Es diferente a todo ello y.
E’) una “koinorúa”, o sea, una comunión con Cristo:
por eso, las analogías que la Palabra de Dios nos ofrece la
comunión de fortaleza y de debilidad, de sufrimiento y de go­
comparan, sin identificarla, a cosas tan diversamente unidas
zo, de tentación y de seguridad, de trabajo y de descanso, de
como las personas divinas (Jn. 17:21) o las piedras de un
deshonra y de gloria. Y, en virtud de esta comunión con Je­
edificio (Ef. 2:19-22; 1.a Ped. 2:4-5), pasando por la unión
sucristo, se establece también la comunión con los demás
entre la cepa y los pámpanos (Jn. 15:lss.), entre la cabeza y
creyentes, lo cual constituye el fundamento de toda la Ede-
los miembros (Ef. 4:15-16), entre esposo y esposa (Jn. 3:29:
siología. Por eso, esta comunión no se pierde en vagos
Ef. 5:22-23), o entre un cabeza de familia y su posteridad
(Rom. 5:12-19; 1.a Cor. 15:19-49). y abstractos misticismos, sino que se manifiesta en concretísi­
mas realidades (V. Jn. 17:21; 1.a Cor. 10:17; Ef. 2:15; 4:3-
D) directa, o sea, no mediatizada por hombres ni condi­ 16; Flp. 3:10ss.; 4:13; Col. 1:24; Heb. 2:18; 4:15; 1.a Ped.
cionada por obras. 4:13; 1.a Jn. 1:3; 3:16-18). u
E) orgánica y, por tanto, dinámica y funcional. 10. V. d libro de G. Spring Los rasgos distintivos d d verdadero
cristiano (trad. de F. Lacueva, Barcelona, EEE, 1971).
F) indisoluble, pues depende de la promesa de Jesucris­ 11. V. también L. Berkhof, Systematic Theology, pp. 447-453;
to y de la gracia de Dios en El. L.S. Chafer, Systematic Tbeoiogy, III, pp. 248-266; E.F. Kevan,
Dogmatic Theology, V, lecc. 1.a, pp. 6-7; J. M urray, Kedeuption
G) inescrutable. Su intimidad es tal que puede, a veces, AccompHshed and Applied, pp. 161-173; A.H. Strong, Systematic
pasar desapercibida hasta para el propio poseedor, de modo Tbeoiogy, pp. 795-809.
30 FRANCISCO LACUEVA LECCION 4 * LA TAREA DEL ESPIRITO SANTO EN
EL ORDEN DE LA SALVACION
CUESTIONARIO:

I. ¿Cuál es la importancia de la unión con Cristo en el pro­


ceso dé ¡a salvación? — 2. ¿Cómo podemos describir tal
unión? — 3. ¿En qué sentido es dicha unión eterna, actual,
espiritual, mística, directa, orgánica e indisoluble? — 4. ¿Qué
consecuencias implica esta unión respecto a nuestra condición
interior, a nuestra posición legal ante Dios, a nuestra relación
con Cristo y con los demás creyentes?
1. Necesidad de la obra del Espirite Santo
La aplicación de la obra de la redención no es automá­
tica ni se obtiene mecánicamente. Por una parte, el hombre
pecador está espiritualmente muerto y, por tanto, es absolu­
tamente incapaz en el orden moral para reorientarse hacia
Dios y dar un correcto sentido religioso a su vida. Por otra
parte, la salvación comporta un proceso personal, consciente
y voluntario. Es cierto que Dios tiene toda te iniciativa de su
gracia misericordiosa frente a la radical miseria espiritual del
hombre, pero el hombre no es un mero receptor de salvación;
ha de hacer algo. Si puede resistir al mensaje del Evangelio,
también puede rendirse en obediencia ál Evangelio. Sin em­
bargo, es de capital importancia una distinción a este respec­
to: para resistir al mensaje, le basta al hombre con la perversa
inclinación de su naturaleza corrompida por él pecado; en
cambio, para no resistir, para rendirse a Cristo por la fe, para
obedecer al Evangelio, necesita de parte de Dios una mirada
eterna de pura misericordia, una gracia o favor dispensado a
su persona, y un poder que contrarreste la mala disposición
que el pecado ha introducido en su interior.
2. El Espirita Santo en la regeneración
Cuando se analizan pasajes como luán 3:3; 6:44; Rom.
3:10-18; ! • Cor. 2:14; 2 « Cor. 4:3-4; Ef. 2:1-3,8-9; Flp.
32 FRANCISCO LACUEVA EL ORDBN DE LA SALVACIÓN 33
2:13, se advierte inmediatamente la radical impotencia del (Jn. 3:3), al que levantado en la Cruz, espera la mirada
hombre caído en orden a su salvación. El hombre es, por angustiosa del pecador, para salvarle (Jn. 3:14-16). El Es­
naturaleza, "hijo de ira” (Ef. 2:3), esclavo del pecado y del píritu es el poder personal que enseña y arrastra al hombre
demonio (Jn. 8:34). Pero Cristo vendó en la Cruz al prín­ hada Jesucristo (Jn. 6:39-40,44-45). El es el que pone la
cipe de las tinieblas y le arrebató su presa, precisamente sed en d corazón y el que da él agua viva que la apaga (Jn.
cuando era llegada la hora del poder de las tinieblas. Y fue 4:10; 6:35; 7:37-39). El es quien usa la agencia instrumental
el Espíritu Santo quien guió todos los pasos de Cristo, desde de la Palabra y la agencia ministerial del predicador, para in­
su bautismo hasta la Cruz (pues se le había dado el Espíritu ducir el acto de fe en el subconsdente del pecador (Jn. 3:5;
sin medida, Jn. 3:34), y quien le resudtó a una nueva vida Rom. 10:10,17). A sí la fe no es producto de la elocuencia del
(Rom. 8:11). Cuando Cristo hubo consumado su obra en la predicador ni de la decisión del sujeto.
Cruz y ascendido al Cielo, envió al Espíritu para que aplicase
la obra de la redendón. Y ¿por dónde iba a empezar? Para
que el hombre respondiese personal, consciente y voluntaria­ 4. El Espíritu Santo en la santificación
mente a la inidativa divina, era necesario que antes redbiese La 8antificadón es un andar según el Espíritu (Rom. 8:
una nueva vida espiritual, que naciese del Espíritu (Jn. 4,9,13), ser conduddo por él Espíritu (Rom. 8:14). Expresa­
1:12-13; 3:3ss.) para poder ser partícipe de la naturaleza mente se atribuye la santiñcadón al Espíritu en 2.a Tes.
divina (2.a Ped. 1:4). A esta regeneración obrada por el 2:13; 1.a Ped. 1:2. E l amor, motor y cima de la vida cristia­
Espíritu, corresponde de parte del hombre una metánoia o na, es derramado en nuestros corazones por el Espíritu (Rom.
transformación de su mentalidad, la cual es realizada por la 5:5), Dador de todos los dones (1.a Cor. 12:4). Y suyos
convicción (“elénxei”) que el Espíritu proporciona acerca de son todos los frutos de la vida cristiana (Rom. 6:22, comp.
nuestra condidón pecadora. Esta convicción de pecado nos con Gál. 5:22-23).
dispone a sentir la necesidad de un Salvador, pues no pode­
mos salvamos por nuestras propias fuerzas. Es entonces cuan­
do el Espíritu nos conduce al pie de la Cruz del Salvador. 5. El Espirito Santo y la glorificación del creyente
Incluso el mundo inconverso queda convicto, si no convencido,
del pecado de incredulidad, de la justida de Jesucristo, y de El que come, por fe, a Cristo, queda sellado para la resu­
la derrota de Satanás, del juicio que hizo caer al demonio rrección (Jn. 6:54). Este sello es la impresión del Espíritu
mientras Jesús era levantado en la Cruz en nuestro lugar (Jn. Santo (2.a Cor. 1:22; Ef. 1:13; 4:30), pues El es quien re­
3:14,18; 16:7-11; Ef. 4:8-9; Col. 2:14-15; Apoc. 12:9-10). sucitará a los creyentes muertos como resucitó a Jesucristo
(Rom. 8:11, comp. con 1.a Cor. 15:45), cuando se perfeccio­
nará nuestra redendón (Flp. 3:11,14,21; 1.a Jn. 3:2).
3. El Espíritu Santo en la justificación

Si la convicción del pecado, provocada por el Espíritu, 6. La obra general del Espíritu Santo
lleva al arrepentimiento, la fe, comprobada en la aceptadón Además de estas operaciones de la 3.a persona divina en
de la justicia de Cristo, es también don del Espíritu (Ef. 2:8). la aplicarión de la salvadón, hemos de añadir que todo hálito
El que nace del Espíritu puede ver, con el Reino de Dios de vida y toda grada genera] se atribuyen al Espíritu de Dios:
34 FRANCISCO LACUEVA Segunda parte
A su cobijo, surgen el orden y la vida orgánica de la tierra
(Gén. 1:2); surge también la vida humana (Gén. 2:7). Con
su hálito, revive Israel como nación (Ez. 37:5,9,14). El mis­
mo Espíritu que llena a la Iglesia en Pentecostés (Hedí. 2:4),
está realizando la liberación de la creación entera (Rom. 8:
21,23). Todo cuanto hay de bueno en el mundo, aun entre los
inconversos, proviene de El y es El quien dispone las mentes
y los corazones para redbir la Palabra y la salvación.

7. Dos escollos que hay que evitar


Empalmando con el p° 1 de esta lección, advertimos
ahora que una perfecta conjugadón de la inidativa salvífica
de Dios en Jesucristo con la cooperadón personal y confiden­
te del hombre, movido por la acción del Espíritu, nos librará
de dos escollos igualmente peligrosos: el activismo pelagiano
(Nomismo) y el pasivismo ultracalvinista (Antinomianismo).,s

CUESTIONARIO:
1. ¿Por qué es necesaria la (Ara del Espíritu Santa en el or­
den de la salvación? — 2. La obra del Espíritu en la regene­
ración, en la justificación, en la santificación y en ¡a glorifica­
ción del creyente. — 3. La obra general del Espíritu en el
mundo. — 4. ¿iQué dos escollos hay que evitar en esta mate­
ria?

La gracia

12. Para toda la materia de esta lección, ver también L.


Berkhof, o. c , pp. 423-431; L.S. Chafer, o. c* 111, pp. 210-224.
LECCION 5.a CONCEPTO DE GRACIA

Para tener un concepto conecto de lo que es la gracia


de Dios, es preciso echar mano de los datos que nos propor­
cionan las Sagradas Escrituras. Todo lo que a este respecto
nos pueda ofrecer la Teología elaborada a lo largo de la
Historia de la Iglesia ha de ser contrastado con él depósito de
la Revelación, que es la Palabra de Dios, única norma de
nuestra fe.1

1. El uso del Antiguo Testamento


Tres son los términos que el hebreo del Antiguo Testa­
mento emplea para expresar el concepto de “gracia":
A) Jen, del verbo fanón, que significa: mostrarse miseri­
cordioso, amable, generoso, propenso a dispensar favores.
Jen, pues, significa “grada" en d sentido de “favor hecho por
benevolencia". Este es el significado que tiene, por ej. en
Gén. 6 :8: “Pero No¿ halló GRACIA ante loe ofox de
JehovéT.
B) Jesed. Esta palabra significa “grada" en el sentido
de “caridad, benignidad, misericordia”. En derto sentido,
corresponde de cerca a la idea novotestamentaria de “gracia”
en sus aspectos conectados con la Redendón. Asf la encon­
tramos en Ex. 20:6: “y hago misericordia a millares...”
Q Ratsón, que significa “contentamiento, aceptadón,
buena voluntad”. Así lo encontramos en Is. 60:10. También
38 FRANCISCO LACUEVA LA GRACIA 39

en las versiones hebreas de Le. 2:14 y Flp. 2:13, en que ferimos a la bendición de la mesa. Así, el término se emplea
corresponde al griego eudokía. para expresar la reacción emocional de alguien que ha recibi­
Estos tres sustantivos y los adjetivos y verbos correspon­ do un “favor”. Véanse Le. 17:9 y Rom. 6:17.
dientes aparecen en el Antiguo Testamento con una frecuen­ C) Entrando ya en el uso más típico de “grada”, de
cia impresionante y nos ayudan a formamos una correcta idea acuerdo con el concepto del Nuevo Testamento, nos encon­
de lo que significa el término “gracia” en sentido teológico. tramos con el sentido de “favor*, con d mismo significado
Pero, como dice E.F. Kevan, el concepto véterotestamentario que el hebreo “jen”, y expresa una actitud favorable, sobera­
de “gracia” no se obtiene adecuadamente con un mero aná­ namente libre, totalmente gratuita, de Dios hada los hombres.
lisis del lenguaje, pues se revela a través de la acción. La Esta actitud, al pasar a la acdón, se concreta en dos sentidos:
doctrina de la gracia está reflejada por doquier en las cos­ (a) idea de “grada” como don salvffico (por ej. Ef. 2:8).
tumbres, instituciones y experiencias que brotaron de la A veces, este don se imparte para edificación del Cuerpo de
elección divina y se plasmaron en la historia y en la geogra­ Cristo, como en Ef. 4:7. Pablo hace uso de este vocablo para
fía del pueblo escogido. La libre elección divina de Abraham, referirse a la liberalidad de los fieles de Corinto, en 1.a Cor.
Isaac y Jacob (Israel); la revelación a Moisés desde la zarza 16:3;
ardiendo, después en el Sinaí, etc.; la misión de los profetas, (b) idea de “grada” como poder que habilita al hombre
la restauración después de la cautividad; todo ello es mani­ para actuar por encima de sus fuerzas naturales; más aún,
festación del favor, de la misericordia y de la buena volun­ a pesar de su debilidad, y precisamente a través de esa misma
tad de Dios para con Su pueblo. La primera muestra de debilidad. Véanse 1.a Cor. 15:10 y 2.a Cor. 12:9,10.
“gracia” o “favor inmerecido” de Dios a la humanidad se
manifestó ya en Gén. 3:13 con la primera promesa de un
Redentor.2 3. La grada como don Inmerecido
Para penetrar debidamente en él sentido del té rm ino “gra­
2. El oso del Nnevo Testamento cia” , conforme el Nuevo Testamento nos lo ofrece, hemos
de percatarnos del contraste bíblico entre “gracia” por parte
0 Nuevo Testamento usa siempre el término kháris para de Dios, y “mérito”, “esfuerzo”, “otea” por parte del hom­
referirse a la “gracia” . Pero este término tiene varios sen­ bre. En este sentido podemos definir condsamente la grada
tidos: como “todo don inmereddo de Dios a los hombres”, y, más
A*) El sentido más elemental, dentro y fuera de la en concreto, “el don inefable de Dios, en Jesucristo, a los
Biblia, es el de “encanto” o “atractivo” . Este sentido ha pa­ pecadores” . Véanse Le. 2:32; Hech. 2:47; Rom. S:15,17,20;
sado a las lenguas latinas y el vulgo lo conoce muy bien 11:6; 1.a Cor. 15:10; 2.a Tim. 2:1; Tito 2:11.
(¡Qué gracia tiene! ¡Me ha caído en gracia!). Véase en este Esta grada, llamada “gracia de Dios”, “gracia en Cristo”,
sentido Le. 4:22; Co. 4:6. “gracia del Señor Jesucristo” , está revestida de los siguientes
B’) Otro sentido, también elemental y muy empleado por caracteres: (a’) es revelada por Cristo (Jn. 1:17; Rom. 1:5);
todos, es el de “agradecimiento”, como cuando decimos “mu­ ib*) es dada mi atendón a los méritos, obediencia y acción
chas gracias”, en señal de gratitud, o “dar gracias”, para re- redentora de Jesucristo (Rom. 3:24; 5:21); (c’) es en Cristo
40 FRANCISCO LACUEVA LECCION 6.a
SISTEMAS TEOLOGICOS ACERCA DE LA GRACIA (I)
en quien somos agraciados (“ekharítosen” , Ef. 1:6-7); (d’> asi
que viene a ser un estado del creyente (Rom. 5:2); (e*) sus
frutos han de verse (1.a Cor. 7:19; 2.a Cor. 5:17; Gál. 6:15),
pues el favor y el poder de Dios han de manifestarse, en el
creyente, en una conducta digna de Dios (2.a Ped. 1:4); (f)
la gracia fluye de la elección divina y se hace efectiva por el
soberano llamamiento de Dios (V. Jn. 6:44; Ef. 2:8; 1.a Tes.
1:5); ante ella, no permanecemos pasivos (V. 1.a Cor.
10:12; 15:10; 2.a Cor. 6: 1; 2.a Tes. 2:15), lo cual no dismi­
nuye la fuerza de la gracia ni la seguridad del creyente; (h’)
la gracia, en fin, es el Evangelio o Buena Noticia de salvación
(Hech. 14:3; 20:24,32). Para saber a qué atenerse en rata materia de las doctrinas de
la gracia, es muy conveniente conocer los distintos sistemas
o explicaciones que se han dado para dar a entender la coor­
CUESTIONARIO: dinación que hay entre la acción divina de la gracia y la
parte que corresponde a la actividad humana en lo tocante, a
1. ¿Cuál es el sentido de los términos hebreos “jen”, “jesed"
y “ratsón”? — 2. ¿Cómo se manifiesta principalmente la gra­ la salvación.
cia de Dios en el Antiguo Testamento? — 3. ¿¡Cuáles son los
usos generales y específicos del término “kháris1' en el Nuevo
Testamento? — 4. ¿Cuáles son los dos sentidos de “gracia”
como favor inmerecido? — J. ¿¡Cuál es la enseñanza de Roma­ Pelagio fue un austero y flemático monje británico (360-
nos 11:6? — 6. ¿Qué otros aspectos nos ofrece el concepto 422), cuyas enseñanzas respecto del pecado y de la gracia eran
novotestamentario de “grade?'? las siguientes:
A) Adán fue creado en una condición natural, ni santo
ni pecador, con un albedrío totalmente libre para seguir el
bien o el mal, y era mortal por naturaleza. Decidió pecar,
pero su pecado sólo le afectó a él. Por tanto, no existe el
pecado original hereditario, sino que cada hombre nace en
la misma condición moral y espiritual en que Adán fue creado.
B) El hombre actual es totalmente libre para el bien y
para el mal, pudiendo por sus propias fuerzas evitar todo
pecado y alcanzar la salvación eterna. La epidemia de pecado
que hay o í el mundo se debe a la mala educación, a los malos
ejemplos y al hábito o costumbre de pecar.
42 FRANCISCO LACUEVA LA GRACIA 43
C) Por consiguiente, no es necesaria ninguna gracia in­ B’) El hombre, con el buen uso de su libre albedrío sim­
terior para poder salvarse, para practicar la virtud y evitar plemente, puede pensar, desear, buscar y así merecer de al­
el pecado; aunque pueden llamarse gracias las facultades guna manera (preparándose para ella) la grada de la salva­
naturales que Dios nos ha dado, la revelación que nos ha dón; con esta gracia común puede evitar todo pecado y per­
trasmitido en su Palabra, y el ejemplo maravilloso de Jesu­ severar por sí mismo (sin ninguna preservadón divina) hasta
cristo. el final en la salvadón adquirida, o, más bien, en la virtud
D) Los nifios, que carecen del normal uso del albedrío, ejercitada. Así, tanto la salvación como la condenación de­
necesitan ser bautizados para ser consagrados a Dios y poder pendas d d libre albedrío.
entrar en el Reino de los Cielos (sin duda, así entendió Pelagio O Los nifios que mueren antes del uso normal de la ra­
Juan 3:5). Si no se les bautiza, entrarán también en el Cielo, zón van al délo si han sido bautizados. Si mueren sin el bau­
pero participarán allí de un grado inferior de felicidad, que tismo, se salvan o se condenan según lo que Dios haya previsto
Pelagio llamó ula vida eterna” . que harían si hubiesen llegado a ser mayores.
El Semipelagianismo fue condenado por el 2.° Concilio
2. de Orange en 529, y las decisiones de este Concilio regional
Pelagio enseñó sus errores en la misma Roma, entre los fueron aprobadas unánimemente, siendo confirmadas por el
años 409 y 411, mientras algunos de sus discípulos lo hadan obispo de Roma Bonifacio II, que ya iba gradualmente au­
en otros lugares. Su principal adversario fue Agustín de Hipo- mentando su poder.
na, quien defendió con energía las doctrinas bíblicas de la
grada. Aunque en 416 fue condenado por los Sínodos de
Milevi y Cartago, Pelagio engañó al obispo de Roma Zósimo, 3. La Iglesia de Roma
quien le dio en 418 un certificado de ortodoxia. Finalmente,
Tras la muerte de Agustín, sus discípulos mantuvieron su
el Concilio de Efeso le condenó en 431. Pero entonces surgió
un movimiento que pretendía salvaguardar el papel preponde­ doctrina, pero pronto comenzaron a dibujarse dos tendencias
rante del libre albedrío, sin negar la necesidad de la grada opuestas, cuyas victorias y denotas oficiales fueron sucedién-
para salvarse. Este movimiento fue conocido con el nombre dose según d talante de los Papas y de los Concilios regiona­
de "doctrina de los M arseliesef*,porque sus prindpaies fauto­ les. Varias desviaciones habían entrado en todas ellas: el
res fueron Casiano, abad de Marsella, Genadio, también de sacramentalismo, la necesidad de la confesión auricular para
Marsella, Vicente de Leríns y Fausto de Riez (algunos de recuperar la salvadón, etc. Donde la autoridad de Agustín
ellos, por derto, canonizados como santos por la Iglesia de se mantenía, prevalecía la doctrina de la gracia irresistible y
Roma). Su doctrina era, en síntesis, la siguiente: de la predestinación soberana de Dios (voluntarismo). Donde
prevalecían las corrientes de los llamados "Padres de la Igle­
A’) El hombre perdió la justida original por el pecado, sia” de Oriente, como Jerónimo, Crisóstomo, etc., prevalecían
y necesita la grada de Dios para obtener la justificadón y, también las doctrinas favorables al libre albedrío y a la pres­
por ende, la salvadón. Pero esta gracia está indiscriminada­ ciencia divina como origen de a predestinación. Las tres prin-
mente a disposición de todos. La consigue el que se esfuerza dpales escudas de pensamiento dentro de la Iglesia de Roma
por alcanzarla. han sido:
44 FRANCISCO LACUEVA LA GRACIA 45

A”) La motinista, de Luis de Molina (1535-1601), co­ es su doctrina respecto al poder del albedrío, ¡a necesidad
mún entre los jesuítas. Sostiene que la calda original no afectó de la gracia y la situación de los niños? — 4. ¡¡Cómo se
a las facultades naturales del hombre; que éste puede dispo­ desenvolvieron estas doctrinas en la Edad Media? — 5. ¿Qué
nerse de algún modo a la gracia; que la eficacia de la gracia dicen sobre la grada y el albedrío jesuítas, agustinos, domi­
depende de la cooperación del albedrío; que Dios salva o nicos y redentoristas?
condena según prevé lo que cada uno va a hacer (“post prae-
visa mérito”).
B”) La agustiniana, propia de los frailes agustinos, sos­
tiene la incapacidad natural del hombre para la salvación y la
eficacia psicológica (de atracción, Jn. 6:44, versículo del que
Agustín hizo una fascinante exégesis) de la grada salvadora.
También sostienen una predestinadón lógicamente anterior a
la prescienda. En cuanto a la perseverancia, se ven obligados
a admitir las enseñanzas de Trento, no muy acordes con las
de Agustín.
C”) La dominicana o tomista, propugnada especialmente
por los frailes de la Orden de Predicadores, fundada por él
español Domingo de Guzmán (Orden a la que perteneció
Tomás de Aquino). Sostiene también la incapacidad natural
d d hombre, enseña la eficacia física (en virtud de la radical
indeterminación de la voluntad humana) de la grada, y la
predestinación lógicamente anterior a la prescienda (“ante
praevisa mérito”).
D”) Es digna de mención la doctrina de Alfonso M.*
de Liguori (o Ligorio), fundador de los Redentoristas, que
sostiene una posidón intermedia entre d Molinismo y el To­
mismo, diciendo que a todos se da grada suficiente para orar;
y al que ora, se le da gracia eficaz para salvarse. De ahí
la máxima: el que ora, se salva; el que no ora, se condena.

CUESTIONARIO:
1. ¿Qué sostenía el Pelagianismo respecto a la condición
humana original, al poder del albedrío y a la necesidad de la
gracia? — 2. ¿Cómo nació el Semipelagianismo? — 3. ¿Cuál
LECCION 7.a LA GRACIA 47
SISTEMAS TEOLOGICOS ACERCA DE LA GRACIA (II)
En cuanto a la predestinación, Zuinglio fue el más extre­
mista, insistiendo en los decretos divinos como causas últimas
de la reprobación de los condenados; Calvino mantuvo la re­
probación como doctrina bíblica, pero fue más cauto al
explicada como efecto de un decreto permisivo; Lutero creyó
también en la doble pedestinadón, pero a veces pareció
apoyar la reprobación en la presciencia divina, más bien que
en la predestinación; finalmente, Melanchton evitó cuanto
pudo d hablar de predestinadón.*
4. La Reforma
5. El Amdrianhmo
Los Reformadores, en general, restablecieron la doctrina
bíblica sobre la corrupción moral y espiritual del hombre Al hablar de Arminianismo, es preciso distinguir entre el
y, por ende, la absoluta necesidad que tiene de la gracia de típico y radical, surgido en Holanda, y el moderado o wesle-
Dios el hombre caído para su regeneración, justificación y yano, del que nos ocuparemos a continuación.
santificación. Además de la gracia eficaz, que sigue a la elec­ Arminio (Jacobo Hermandzoon, 1560-1609), fue un teólo­
ción y predestinación de los santos, admitieron una gracia go holandés, discípulo de T . Beza y en un principio fue cal­
común, que habilita a los hombres para recibir ciertas bendi­ vinista estricto, pero después se convirtió en un ferviente opo­
ciones divinas y especialmente para que puedan comportarse sitor del Calvinismo, llegando a tomar una posición cercana
honestamente en sus relaciones cívicas y sociales. al Semipelagianismo. En algunos puntos, d Arminianismo se
Como los Reformadores no estaban totalmente de acuerdo parece a la posición motinista; en otros, a la posición defen­
en algunos detalles acerca de la corrupción de la naturaleza dida por Alfonso de Ligorio. Podemos resumir así la doctrina
caída, tampoco lo estuvieron en «manto a detalles sobre el arminiana:
modo de- conjugar la eficacia de la gracia de Dios con la A) El pecado de Adán no se imputa a sus descendien­
actividad responsable del hombre. La más notable diferencia tes como pecado propiamente dicho, sino como una enferme­
entre Lutero y Calvino en este punto, 12*estuvo en que Lutero, dad de la naturaleza, por la que d hombre no queda conde­
poniendo su énfasis en la fe como medio de salvación, llegó nado, aunque sí inhabilitado para alcanzar la vida eterna
a afirmar que un creyente podía perder la fe y, por tanto, la y descubrir por sí mismo el camino de la salvación. Le queda,
justificación; mientras que Calvino, poniendo el énfasis en sin embargo, d Ubre albedrío suficientemente sano como para
la gracia, como instrumento de la omnipotencia divina (V. Jn. disponerse en alguna medida a la conversión.
10:28-30), aseguró que un creyente no puede perder su fe,
porque no puede perder la gracia que la sostiene. B) E l Espíritu Santo da a todos los hombres la grada
suficiente para poder contrarrestar los efectos d d pecado y
cooperar a la regeneradón espiritual. E l que hace buen uso
1. Diferencia a la que ya hemos aludido en la lección 2.a
2. V. L. Berkhof, T in Hktawy «T C h f r tta Doctrine* PP.
148-149.
LA GRACIA 49
48 FRANCISCO LACUEVA

drío para el bien, Dios ofrece a todos, en virtud de la obra


de esta gracia común o suficiente, recibe la gracia eficaz de de Cristo en el Calvario, la grada que les hace Ubres y con
la obediencia evangélica. Si resiste a la gracia, el hombre se la cual pueden aceptar o rechazar el mensaje de la salvación.
hace responsable de su no-regeneración. El que progresa por No existen decretos divinos que predestinen infaliblemente,
el camino de la obediencia evangélica, puede llegar a parti­
desde la eternidad, al Cielo o al Infierno. 4
cipar de la grada, todavía mayor, de la perseverancia final.
Q Por consiguiente, el arminianismo no cree en la
predestinarión ni en la reprobadón, sino que la elección di­ 7. El Calvinismo
vina se basa en la presciencia de la fe, obediencia y perseve­
rancia, mientras que la reprobadón se basa en la prescienda El Calvinismo sostiene la elección y la predestinación
de la incredulidad, desobedienda y persistenda en el pe­ divinas como lógicamente anteriores a la presciencia y hace
cado. 8 Anfaria en la libre y soberana iniciativa de Dios. Dios llama
y atrae irresistiblemente a los que quiere salvar, otorgándoles
una gracia eficaz que quiebra la resistencia de la voluntad
6. Wedey humana. Comoquiera que el hombre, por el pecado, es un
cadáver en el orden espiritual y nada puede hacer por sí mis­
John Wesley (1703-1791) defendió un arminianismo mo­ mo, ni para disponerse a la justificación ni para cooperar a
derado. Su doctrina puede resumirse así: ella, d Espíritu Santo produce la regeneración espiritual en
A ’) El pecado original no es meramente una enfermedad el interior de los que se han de salvar. Una vez vivos, pueden
de la naturaleza, como Arminio pretendía, sino pecado en ver (Jn. 3:3) d Reino de Dios, o sea, creer con fe salvffica y
toda su realidad y, por tanto, constituye al hombre reo en la ser justificados. La iniciativa divina se mantiene a todo lo
presencia de Dios. Así que el pecado de Adán es imputado largo de la obra de la salvadón.
de verdad a sus descendientes. Pero este reato original ha El Calvinismo auténtico, o sea, el que sigue en todo la lí­
quedado cancelado por la expiación general llevada a cabo nea doctrinal de Calvin®, suele resumirse en los siguientes
por Jesucristo en el Calvario. cinco puntos:
B’) El hombre, por naturaleza, está totalmente deprava­ (a) La total depravación d d hombre por la caída ori­
do y no tiene capacidad alguna para cooperar con la gracia ginal.
de Dios, pero, en virtud de la redención universal llevada a (b) La elecdón eterna e incondidonal de los que han
cabo por Jesucristo, todos los hombres tienen a su alcance
de ser salvos.
la gracia suficiente para poder volverse hacia Dios con fe
y arrepentimiento. (c) La redendón limitada: Cristo murió sólo por los que
han de ser salvos.
C) Existe en Dios una voluntad antecedente universal de (d) El llamamiento dicaz a la salvación.
salvación, o sea, Dios quiere que todos los hombres sean sal­
vos; por eso, aunque por naturaleza no pueden usar su albe-
4. V. L. Berkhof, Tbc H istory..., pp. 155-156; E. Trenchard
—J.M . Martínez, Escogidos en Cristo, pp. 259-261.
3. V. L.S. Chafer, ST, III, pp. 273-312.
50 LA GRACIA 51
FRANCISCO LACUEVA

(c) La perseverancia final de los elegidos, debida a la raza humana. En otras palabras, para evitar una confusión
la preservación divina. frecuente, diremos que Dios no distribuye en dos montones
a los hombres que determina crear: unos, para el Cielo;
En el Calvinismo suelen distinguirse dos tendencias:r> otros, para el Infierno; sino que, suponiendo ya a toda la
A”) Los Supralapsarios o UItracalvinistas (llamados raza humana adda en la corrupción (“infra ¡apsum” — des­
también Hipercalvinistas) que ponen el decreto de elegir a pués de la caída), elige con soberana libertad y por pura mi­
los que han de ser salvos como lógicamente anterior al decre­ sericordia el salvar a algunos, dejando justamente a otros en
to de crear al hombre y de permitir el pecado original. De el camino de la condenación a la que voluntariamente se diri­
este modo, Dios destina a unos hombres al Cielo y a otros gen. Esta es la tendencia que mejor se compagina con las
al Inflamo en un decreto lógicamente anterior al de la exis­ piüBpftnnzns de la Escritora y con la auténtica doctrina de
tencia de la raza humana (incluso, anterior a la creación Calvino. Los infralapsarios, en general, admiten una gracia
del mundo). Por tanto, admite no sólo una predestinación, sino común, no eficaz ni salvífica, y una oferta común de salva­
también una reprobación positiva. No se otorga otra grada que ción mediante la predicación del mensaje de la Buena Noticia
la gracia eficaz que salva a los elegidos, a los que Dios mira a todos los hombres.
con complacencia desde toda la eternidad. Este sistema hace
del Dios infinitamente bueno, justo y misericordioso, un tirano
8. Un Calvinismo rebajado
arbitrario que destina a la condenación a seres humanos antes
de que sean previstos como existentes y, por tanto, como peca­ Partiendo precisamente de esta común oferta de salvación,
dores merecedores de condenación. Tampoco se compagina patente en el Nuevo Testamento (baste con citar 1.a Tím.
con Ef. 2:3, donde Pablo se incluye a sí mismo (un elegido) 2:4), un grupo de Calvinistas moderados, llamados también
entre los que “en otro tiem po... éramos por naturaleza hijos Fuleristas (de Andrew Fuller), introducen una importante va­
de ira". Una cosa es ser objeto de la benevolencia divina, riante en el orden de los decretos divinos, negando el punto
cuando alguien ha sido elegido desde la eternidad para ser sal­ 3.° del Calvinismo clásico 0a redención limitada) y poniendo
vo; y otra cosa muy distinta es ser objeto de la complacencia el decreto de proveer salvación para todos los hombres por
divina cuando todavía se es pecador y rebelde. Confundir am­ delante del decreto de elegir a los que han de creer y ser
bas cosas es confundir el orden de la intención con el de la salvos. De esta forma se salvaguarda la voluntad salvífica an­
ejecución. tecedente universal de Dios y el valor absoluto de la reden­
B”) Los Infralapsarios ponen el decreto de crear al hom­ ción de Cristo, de acuerdo con 2.a Cor. 5:19, que establece
bre y de permitir el pecado original como lógicamente ante­ una reconciliación universal en tiempo pasado (“estaba..."),
rior al decreto de elegir a los que han de creer y ser salvos. en contraste con el “Reconciliaos con Dios”, del versículo
De esta forma, hay una predestinación eterna para los ele­ siguiente. De esta forma se puede decir que Jesucristo murió
gidos, pero la reprobación de los condenados es negativa, es por todos, aunque no a todos se aplica dicazmente el fruto de
decir, no es intentada directamente, sino permitida a conse­ la Redención. 6
cuencia del estado de perdición en que Dios contempla ya a
6. V. L.S. Chafer, o. c , III, pp. 178ss. Personalmente opino
5. V. mi libro lia Dios en Tres Personas (Barcelona, CL1E. que éste es el sistema más acorde con ta Palabra de Dios, tomada
1974), pp. 188-191. en su conjunto.
52 FRANCISCO LACUEVA Torcera parte
CUESTIONARIO:

I. ¿Qué enseñó la Reforma acerca de la corrupción original


y la necesidad de la gracia? — 2. Diferencias entre Latero y
Ctdvlno en cuanto a la perseverancia final de los elegidas.
— 3. Diferencias entre los Reformadores acerca de la pre­
destinación y de la reprobación. — 4. ¿Cuál es la doctrina
arminiana en cuanto al pecado original, la cooperación a la
gracia, y la predestinación? — 5. E l armlnianismo moderado
de Wesley. — 6. La doctrina de Calvbio. — 7. Las tres va­
riantes del Calvinismo.

El proceso de
selección
LECCION S.» LA ELECCION ETERNA

Nuestra salvación ha tenido, por decirlo así, una prehisto­


ria. Antes de que naciésemos, desde toda la eternidad, Dios
tenía un plan amoroso que nos englobaba a cada uno de noso­
tros, no en general y de una manera vaga, sino personalmente
y con todo detalle. “Nos escogió en Cristo antes de la funda­
ción del mandar (Ef. 1:4). Hubo una elección eterna para
cada uno de los creyentes, una predestinación, una preparar
ción del Espíritu Santo para que todas las cosas convergiesen
en favor nuestro (V. Ef. 1:11-12). Finalmente, en un día de
nuestra biografía concreta, se produjo un llamamiento eficaz
de la grada de Dios, que tuvo por resultado nuestra regenera­
ción espiritual y nuestra conversión. Así pues, antes de tratar
del proceso de la conversión, vamos a tratar de la elecdón
divina, dejando para las lecciones próximas los temas de
predestinación y llamamiento de Dios.I.

I. Noción de elecdón divina


En consonancia con nuestra visión calvinista infralapsa-
ria de esta materia, podemos dar, con A.H. Strong, la siguien­
te definición de elecdón: “Es el acto eterno de Dios por el
cual, en su soberana benevolencia y sin atender a ningún
mérito previsto que dios hubieren de hacer, escoge algunos de
entre el número de los pecadores, para que lleguen a ser re­
cipiendarios de la especial grada de Su Espíritu y, por ende.
56 FRANCISCO LACUEVA EL PROCESO DE SELECCIÓN 57

a ser hechos partícipes voluntarios de la salvación obtenida sucesión cronológica los tres pasos de la ejecución en el
por Jesucristo.” J tiempo: llamamiento, justificación y glorificación, v. 30).

2. Existencia de esta elección 3. Objeciones contra la doctrina de la elección


El uso ambiguo de algunos pasajes ha hecho que los ad­ A*) Un Dios justo y bueno no puede excluir a nadie
versarios de la libre y soberana elección de Dios hayan en sus designios salvadores. Respuesta: Dios no excluye a na­
podido atacar con cierto éxito algunos flancos aparentemente die de la salvación. Todos los pecadores se han excluido a sí
débiles de la argumentación calvinista. Vamos, pues, a con­ mismos de la salvación. Dios obra misericordiosamente, a la
centrarnos en pasajes y términos que no ofrezcan ambigüedad vez que libremente, al elegir a quienes quiere salvar.
a este respecto, que traten de personas individuales y que B’) La elección pone en Dios acepción de persone», o
se refieran a la salvación eterna. sea, parcialidad o favoritismo. Respuesta: No habiendo en
A) Pasajes en los que aparecen el verbo “eklégo” = los hombres nada que pueda determinar la elección de Dios,
elegir, o el participio sustantivado “eklektós" = elegido. Este no hay favoritismo, pues la acepción de personas sólo tiene
verbo implica una selección hecha libre y misericordiosamen­ lugar cuando se da a alguien un trato de favor en perjuicio
te por Dios (V. Me. 13:27; Le. 18:7; Ef. 1:4,5,9,11; Col. de otro que ha hecho más méritos para ello.
3:12; 2.a Tes. 2:13; 1.a Ped. 1:1-2). Obsérvese: (a) que C) La elección supone arbitrariedad por parte de Dios.
sólo existe elección cuando ésta depende enteramente de la Respuesta: Arbitrario es quien, debiendo comportarse según
libertad del que elige, no del mérito, del trabajo o del esfuer­ normas fijadas, se salta estas normas por complacer a sus
zo de los competidores; (b) que en ninguno de los pasajes favoritos. Pero Dios es soberanamente libre y conoce en su
citados se dice que la elección se efectúe por la respuesta hu­ infinita sabiduría razones santas para su elección; estas razo­
mana, sino para que ésta se produzca. nes se encuentran en Dios, no en los hombres.
B) Pasajes en que aparecen los verbos “ginósko” = D’) La elección induce a los salvos a despreocuparse de
conocer, o “proginósko” = conocer de antemano. El uso bí­ la moralidad, al par que induce a los reprobados a la deses­
blico de estos verbos no expresa un mero conocimiento inte­ peración. Respuesta: La elección a la salvación comporta la
lectual, sino más bien un conocimiento afectivo, entrañable, regeneración espiritual y la santificación y, por tanto, la con­
experimental, fruto de un favor gratuito, determinado única­ ducción del Espíritu y la obediencia a la Ley de Cristo,
mente por una benevolencia selectiva (V. Gén. 18:19; Ex. mientras que para nadie es fuente de desesperación (puesto
2:25; Sal. 1:6; 101:4; Oseas 13:5; Amós 3:2; Nahum 1:7; que la elección divina es un secreto), sino de estímulo, pues
Mt. 7:23; 25:12; Rom. 7:15; 11:2; 1.a Cor. 8:3; Gál. 4:9; la predicación del Evangelio estimula a todos a quedar con­
1.a Tes. 5:12,13; 1.a Ped. 1:20, y especialmente Rom. 8:29, victos de pecado y anhelar la salvación. Como dice Strong,
donde “proégno” supone la elección que lógicamente precede la preguata del pecador no debe ser: “¿Soy uno de los ele­
a la predestinación — “proóriscrC*— , enumerando después en gidos?” , sino: “¿Qué debo hacer para ser salvo”? (Hech.
16:30).*
1. System atic Theology, p. 779 (T raduzco del inglés). 2. O. c„ p. 789.
58 FRANCISCO LACUEVA LECCION 9.a LA PREDESTINACION
E’) El decreto de elección lleva consigo un decreto de
reprobación. Respuesta: El decreto de elección es positivo
(librar a algunos de la perdición en que están), mientras que
el decreto de reprobación es negativo, o mejor dicho, per­
misivo, ya que se reduce a dejar al pecador en su camino de
rebeldía, cuyo justo castigo es la condenación.
¿Se perdería la libre y amorosa iniciativa divina si Dios
ofreciese a todos inmerecidamente la gracia de la salvación,
de manera que sólo se condenase el que voluntariamente la
rechazase? Respondemos: (a) Se salvaría la iniciativa divina, 1. Noción de ptedtU n acióu
pero lo que se trata de salvar aquí, a la luz del Nuevo Testa­ Aunque la elección divina y la predestinación son insepa­
mento, es el concepto de elección y de predestinación; (b) En rables, sin embargo sus respectivos conceptos son distintos.
realidad, sólo se condena el que voluntariamente rechaza la En efecto, la elección comporta el acto de escoger a los que
gracia de la salvación, pues la luz de Jesucristo ilumina su­ Dios quiere hacer partícipes de su grada, mientras que la
ficientemente a todo hombre (Jn. 1:9), como para dejar sin predestinación apunta directamente al objetivo o meta para
excusa a los que no creen. De ahí que el “creer o no creer’' la cual han sido escogidos por Dios. La distinción se ve cla­
es lo que, en realidad, marca la línea divisoria entre la sal­ ramente en el pasaje de Rom. 8:29, que ya hemos estudiado
vación y la condenación (Jn. 3:16-21). Ahora bien, aun cuan­ en la lección anterior: “a los que de antemano conoció (es­
do esta alternativa queda de alguna manera en manos del cogió), a éstos predestinó (les marcó un objetivo determinado)
hombre, bajo su responsabilidad, no puede olvidarse que a ser moldeados según la imagen de Su Hijo” (he aquí el
también la fe es un “don de Dios” (Ef. 2:8), con lo cual se objetivo).
preserva la libre iniciativa divina en el proceso de selección.
Lo mismo el Dr. E.F. Kevan* que O. Cullmann * hacen
ver cómo la elección para kt revelación y la elección para
CUESTIONARIO: la salvación se extienden y correa paralelas desde la elección
de Seth, pasando por las de Sem, Abraham, Jacob o Israel, y
1. ¿Qué temas deben ser abordados antes de tratar del tema el “resto” o “remanente”, para confluir en Jesucristo y,
de la conversión? — 2. ¿Cómo podemos definir el acto de la desde El y en El, extenderse al “nuevo Israel de 1%»”,
elección divina? — 3. ¿Qué dos series de pasajes novotes- “pueblo adquirido por D io í' (1.a Ped. 2:9), en d que ya no
tamentarios prueban la doctrina de la elección? — 4. ¿Tiene cuentan ni la genealogía ni la raza, sino la pura decdón en
Rom. 8:29-30 alguna fuerza especial a este respecto? — 5. Cristo para la gloria de Dios.34
¿Supone esta doctrina alguna injusticia, parcialidad o arbitra­
riedad por parte de Dios? — 6. ¿Induce la elección inmora­ 3. En DognuSk Tbcotogy, V, lecciones 4.a y 5.*
lidad en unos y desesperación en otros? — 7. ¿Es cierto que 4. En su H istoria d» la S atrad éa (trarf. de V. Bazterrica, Bar­
la elección lleva consigo el decreto de reprobar a algunos? celona, Colección Pensamiento Cristiano, 19671.
— 8. ¿No podría Dios ofrecer ¡a salvación a todos?
60 FRANCISCO LACUEVA EL PROCESO DB SELBCCIÓN 61

Efesios 1:1-14 es el pasaje más significativo a este res­ hermanos; en 1.a Cor. 2:7 (‘‘proórisen") para designar la
pecto. Allí vemos que: (a) Dios tiene un designio misterioso bondad sabia y misteriosa de Dios, que desde la eternidad
en su elección y predestinación (vers. 4,5,9); (b) ese designio había destinado la realización del misterio de Cristo, la Sabi­
nace de pura grada, sin mérito nuestro, “según el puro afecto duría encamada, para concedemos su “gloria”, o sea, los be­
de su voluntad” (vers. 5,6,7,9); (c) ello comporta para noso­ neficios de la salvación (comp. con Rom. 3:23); en Ef. 1:5
tros "toda dase de bendición espiritual en d Cielo” (vers. 3), designa d propósito libre y deliberado de Dios de destinamos
bendidones que se enumeran en los versículos siguientes; a ser adoptados como hijos suyos; finalmente, en Ef. 1:11
(d) se nos destina a una herencia con Cristo, en virtud del (“prooristbéntes” = habiendo sido predestinados, es aoristo
Nuevo Pacto (vers. 11); (e) mediando una "promest?', indui- pasivo) designa, como se ve por el contexto, la libre y sobe­
da en “la palabra de verdad' (vers. 13, comp. con 2.a Ped. rana destinación hecha por Dios para que fuésemos obsequia­
1:4); (f) el Nuevo Pacto, con el perdón de nuestros pecados dos con la herencia (“ekleróthemen”, también aoristo pasivo).
y la introducción en la herenda, se sella con la sangre reden­ En todos estos casos podemos, pues, observar que se trata
tora de Cristo (vers. 7). de una libre y soberana elección de Dios, que, desde la
eternidad, sin tener en cuenta los méritos o esfuerzos huma­
nos, traza una Unea netamente divisoria, delimitante entre
2. Dos verbos significativos ocultación y revelación, retención y entrega, condenación y
A) El primer verbo griego que, en el Nuevo Testamento, salvación. Esto acción delimitante de Dios no podría tener
tiene que ver con la predestinadón es “proorízo", que signifi­ lugar si el hombre, con su iniciativa o con su respuesta, se
ca precisamente “pre-destinar”, o sea, “destinar de antema­ tran se a sí mismo la línea de demarcación entre la muerte
no”. En su raíz lleva la idea de “límite” o frontera”, con lo y la vida.
que el verbo proorízo viene a tener el sentido de “delimitar B) E l segundo verbo que vamos a considerar es “tifas©”
de antemano” , o sea, trazar una línea divisoria que separe o "tíktaP = ordenar, el cual aparece en un pasaje muy signi-
dos campos, dos actividades, dos metas. De esta raíz se cativo, y que ha dado lugar a mucha discusión. El pasaje en
deriva la palabra castellana “horizonte”, que expresa “la cuestión es Hechos 13:48. Nuestra versión Reina-Valere
línea que Umita —delimita— la tierra con el firmamento”. (tanto la antigua como la revisada de 1960) deja ambigua
Otro término afin es “aoristo”, que equivale, en Gramática, la traducción (“y creyeran todos los que estaban ordenados
a nuestro pretérito indefinido, pues eso es lo que significa el para vida eterna”), simulo así que el tiempo usado en el
término griego “aoristo” . original es pretérito pluscuamperfecto (“habían sido ordena­
El veri» proorízo aparece en Hech. 4:28 (“proórisen”) dos”). Peor todavía es la versión católico-romana Regina,
para referirse al designio deliberado de Dios de entregar a que dice: “Y abrazaron la fe cuantos estaban dispuestos para
Cristo a la muerte (comp. con d “orisméne” de Hech. 2:23); la vida eterna”, lo cual, cambiando el verbo, puede inducir
en Rom. 8:29 (“proórisen”) para designar el objetivo de la a pensar que d pecador se dispone a sí mismo para creer y
“pre-cognidón” (“proégno”) por la cual Dios ha escogido a ■icaiHBir la vida eterna. Sin embargo es curioso que otras
los suyos a ser hechos conformes (no a hacerse a sí mismos dos versiones también católico-romanas, que ahora tengo
conformes; analícese bien el sentido y forma gramatical del ante mfa ojos, la de J. M. Valverde y L. Alonso Schfikd, y la
original) a la imagen de Jesucristo, el primogénito de muchos Fuenterrabia, cambiando también el verbo, pero mejorando
62 FRANCISCO LACUBVA EL PROCESO DE SELECCIÓN 63
el sentido, dicen: “cuantos estaban destinados a la vida CUESTIONARIO:
eterna”.
La discusión se centra sobre el punto de si se trata de la i. ¿En qué se distingue el concepto de elección del de pre­
voz media (“se hablan ordenado a sí mismos hada la vida destinación? — 2. ¿Qué etapas recorre la elección divina en
eterna”) o de la voz pasiva (“habían sido ordenados hada la la Historia de la salvación? — 3. ¿Qué nos enseña Ef. 1:1-14
vida eterna”). Entre los que defienden lo l.° (que favorece a a propósito de la predestinación? — 4. ¿Qué sentido tiene el
la posidón arminiana) está E.M . Blaiklock, 5 quien acusa a verbo “proorízo” y cuál es su fuerza en los textos novotesta-
los calvinistas de no haberse dado cuenta del texto ni del mentarios? — 5. ¿Cuál es la exégesis correcta de la frase grie­
contexto. En realidad, es él quien no ha comprendido el texto, ga "tetagménoi ésan” de H edí. I3.A8?
por no haber observado el sentido daram ente pasiva del
verbo griego, a la luz de Rom. 13:1 (texto daro) y de 1.a
Cor. 16:15, donde d apóstol usa la voz activa con pronom­
bre reflesivo para expresar la idea que aquí nos daría un
sentido arminiano. El sentido pasivo es tan evidente que
alguien tan poco sospechoso de calvinismo como es el erudito
jesuíta Zerwick, en su excelente “Lexicón Graecum Novi
Testam ente, se ve constreñido a traducir: “pósiti sunt in
trámite quó itur ad vitam aetemam” = fueron puestos en la
senda que conduce a la vida eterna. La referencia de Blaiklock
al contexto es todavía más desacertada, pues ni la frase “no
os juzgáis dignos de la vida etem d ' es prueba de una elección
libre (lo es de un juicio erróneo, que no es lo mismo), ni la
alusión a Jn. 15:16 tiene fuerza alguna, pues el Prof. Blai­
klock ha confundido lamentablemente el verbo títhemi de Jn.
15:16 con el verbo tásso de Hech. 13:48 (Jn. 15:16 dice
étheka, no étaxa). El texto, pues, como todo el contexto ge­
neral del Nuevo Testamento, sólo favorece a la interpretación
calvinista.

S. The Acts ot the AposHes (Londoo, The Tyndale Press. 1961),


p. 110.
LECCION 10.a EL LLAMAMIENTO DIVINO EL PROCESO DE SELECCIÓN 65

“Las propuestas de gracia en el Evangelio, diri­


gidas a todos los hombres sin distinción, son muy
reales y debemos mantener esta doctrina, con todas
las implicaciones que comporta respecto a la gracia
de Dios, por una parte, y a la responsabilidad y
privilegio que suponen para el hombre, por otra" . 67
Esta llamada común comporta una gracia común, que
obra en doble sentido:
(a) evitando una mayor degeneración de la humanidad
1. ¿Qué se entiende por llamamiento divino? caída, y cooperando así al mantenimiento de ciertas virtudes
cívicas, sociales, familiares, etc.;
Volviendo una vez más a Rom. 8:28-30, vemos que los (b) ofreciendo un primer regusto de las cosas espiritua­
escogidos de Dios son los que “conforme a su propósito son les, aunque por la resistencia del sujeto (Hech. 7:51) no
llamados’' (vers. 28). Es decir, el propósito de Dios (que in­ llegue a desembocar en una verdadera conversión. Dos pa­
cluye la elección y la predestinación) precede al llamamiento. sajes son significativos a este respecto: 1) la parábola del
Lo cual se confirma por el vers. 30, donde leemos: "Y a los sembrador (Mt. 13:1-9,18-23; Me. 4:1-9,13-20; Le. 8:4-8,
que predestinó, a éstos también Uamó". ¿En qué consiste este 11-15), la cual nos habla de quienes “oyen la palabra y la
llamamiento divino? Podemos definirlo, con A.H. Strong, reciben con gozo” y, sin embargo, “en el tiempo de la prueba
diciendo que “es el acto de Dios por el que los hombres son se apartan" (“apostatan” , según el verbo griego), manifestando
invitados a recibir (Strong dice “aceptar”, pero este término! así su condición de inconversos; 2) Hebr. 6:4ss., donde se
no es bíblico), por fe, la salvación provista por Cristo” . 0 Hay habla de quienes “una vez fueron ilum inados y gustaron del
dos clases de llamamiento: don celestial, y fueron hechos participes del Espíritu San­
<A) General, común o exterior. Este es el llamamiento to ...”, pero retrocedieron, lo cual no cabe en verdaderos
universal que Dios hace a todos los hombres mediante la ac­ creyentes (V. también 2.a Ped. 2:20-22) . 89
ción de Su Providencia, mediante la predicación del Evange­ B) Particular, interior, eficaz. Es el llamamiento del
lio a todas las gentes, y mediante la acción del Espíritu Santo Espíritu Santo a los elegidos para salvación (V. Rom. 1:7;
en todos los corazones con lo que comporta cierta parte de 8:30; 11:29; 1.a Cor. 1:23,24,26; Ef. 1:18; 4:1,4; Flp. 3:
interioridad (V. Is. 45:22; 55:6; 65:12; Ez. 33:11; Mt. 11: 14; 1.a Tes. 2:12; 2.a Tes. 2:14; 2.aHm. 1:9; Heb. 3:1;
28; 22:3,14; Me. 16:15 — según exégesis probable— ; Jn. 2.a Ped. 1:10). Como muy bien advierte J. Murray*, Dios
1:9; 1.a Tim. 2:4). Dice J. Murray:
7. En Redemptíon AcompUshed and Applied, p. 88 (Traduzco
del inglés).
6. O. c., p. 790. 8. V. para todo este tema de la "gracia común”, L, Berkhof,
Systematk Ttaeology, pp. 432-446, aunque su ataque a los Anabap­
tistas necesita matización.
9. O. c., pp. 8988.
66 FRANCISCO LACUEVA BL PROCESO DE SELECCIÓN 67

Padre es el autor de este llamamiento eficaz (V. 1 * Cor. 1:9). “¿Cómo puedo creer voluntariamente, si soy
Rom. 1:6-7 nos declara que este llamamiento es una agrega­ arrastrado? Yo te digo: poco es decir “voluntaria­
ción. Así Efesios 4:1 nos lleva, por el concepto de llamamien­ mente”, pues eres también atraído voluptuosamen­
to o “klésis”, a la unidad del Cuerpo de Cristo, o sea, a la te ... Pues si el poeta pudo decir: “A cada uno le
“ekkleda”. En efecto, ya podemos ver en el volumen VI de atrae su placer” (Virgilio, Ec. 2, vers. 64); no ne­
esta serie teológica (La Iglesia, Cuerpo de Cristo) cómo el cesidad, sino placer; no obligación, sino deleite;
término “ekklesía” indica una comunidad que, habiendo ¿con cuánta mayor fuerza debemos decir que un
sido llamada del mundo (segregada), ha sido al mismo tiempo hombre es atraído a Cristo, el cual es la verdad, la
llamada a formar el rebaño (grey) de las ovejas salvas por felicidad, la justicia, la vida eterna? Dame a uno que
Cristo y en Cristo (congregada). Rom. 8:29; Ef. 1:4-7 y ame de veras, y sentirá lo que estoy diciendo. Pero
2.a Tim. 1:9, entre otros textos, nos manifiestan claramente el ti hablo a uno que esté frío, no sabrá lo que digo” . 210
papel central que Jesucristo desempeña en este llamamiento
del Padre a sus elegidos. 1.a Cor. 1:9 explica que el objetivo B’) El llamamiento divino eficaz no quita la libertad,
de este llamamiento es la “koinonía” o comunión con Jesu­ sino que la da (V. Jn. 8:32), porque, al infundir criterios
cristo, con lo cual todos los bienes salvíficos nos vienen por correctos y motivos realmente valiosos, restaura el adecuado
El: "por E l estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha ejercicio del albedrío y confiere la facultad dignificante de
sido hecho por Dios sabiduría, justificación, santificación y poder llegar a ser “hijos de D ios" (Jn. 1:12), abandonando la
redención” (esto último se refiere en particular a la glorifica­ esclavitud d d pecado y del demonio.
ción final: 1.a Cor. 1:30, comp. con Rom. 8:23; Ef. 1:14; C) El llamamiento divino produce un despertamiento,
4:30). una reavivadón (Ef. 2:1); en otras palabras, tiene como tér­
mino directo, en el sujeto de la ñamada, el fenómeno espiri­
tual llamado “regeneración” (V. Jn. 3:3,5; 1.a Ped. 1:22-23).
2. Características del llamamiento divino

A’) Es una llamada eficaz, por la que el Espíritu Santo, 3. Dos preguntas
usando la predicación del Evangelio como un medio moral de A”) ¿Es sincera la llamada general de Dios? Sí, tan
persuasión y aplicando poderosa, y eficazmente la Palabra al sincera como la promulgación d d Decálogo a muchos que no
corazón del oyente, origina un cambio de mentalidad, una lo iban a cumplir. Se puede ser sincero invitando a comer
nueva disposición en el sentimiento, una nueva actividad en a alguien d d que se sabe que va a rehusar la invitación (V.
la voluntad. Preferimos usar el término “eficaz” en vez por ej., Is. 5:4; Apoc. 22:17).
de “irresistible” , porque este último podría inducir la idea
de coacción o violencia por parte de Dios. Aunque el verbo B”) ¿Han sido siempre amados por Dios los elegidos?
helkyo, usado en Jn. 6:44, significa atraer tirando, arrastrar Aunque ya lo hemos dicho en otra ocasión, vamos a repetirlo
con violencia, ello ha de entenderse aquí no de violencia física, una vez más, por su importancia para un correcto enfoque
sino de suave y dulce atracción psicológica, como dice Agus­
tín de Hipona, en su comentario a este versículo: 10. V. en Rouet de Journel, Enchhidion PaMMkon, n.° 1822.
68 FRANCISCO LACUEVA Cuarta parte
teológico: Los elegidos han sido siempre amados por Dios con
amor de benevolencia, por la predilección eterna de Dios;
pero con amor de complacencia, sólo son amados después de
su conversión.

CUESTIONARIO:

1. ¿Qué entendemos por “llamada divineF? — 2. ¿A qué lla­


mamos “llamada com úri', y por qué es sincera? — 3. ¿Qué
es Ramada eficaz y cómo se compagina con la libertad del
hombre? — 4. ¿iCuál es el térm ino directo de esta Ramada!?

El proceso de
la conversión
LECCION 11.» LA REGENERACION ESPIRITUAL (I)

1. El momento decisivo
0 momento decisivo para la vida del creyente es la con­
versión. El verbo “convertirse”, precedido de la exhortación
del Señor, es muy frecuente en el A. Testamento. Los prin­
cipales textos del Nuevo Testamento son: M t 13:15; Me.
4:12; Le. 1:16; Jn. 12:40; H edí. 3:19,26; 14:15; 26:18;
28:27; 1.a Tes. 1:9. El verbo castellano “convertirse" (con­
vertirse), como el griego “epistrépho”, significa “volverse,
darse la vudta”.
En Jer. 2:13, dice Dios: “Dos males ha hecho m i pueblo:
me dejaron a nú, fuente de agua viva, y cavaron para si cis­
ternas, cisternas rotas que no retienen agua." Se queja el
Señor de que su pueblo le había vuelto la espalda, a pesar
de ser El fuente de agua viva (agua d ata, pura, corriente), o
sea, la única fuente de salvación y felicidad, y se habían
dado a la idolatría, al pecado, cavándose cisternas (agua es­
tancada, suda) que no retienen agua (rotas, cavadas en terre­
no poroso, escapándose d agua), es decir, marchando hada
dioses falsos (todo pecado entroniza un ídolo en nuestro co­
razón), que no pueden dar la salvadón ni la felicidad. En
esta condición se halla todo pecador no convertido: ha dado
la espalda a Dios, y la cara al pecado. ¿Qué debe hacer para
ser salvo? Darse media vudta, para dar la espalda al pecado,
y la cara a Dios. Esta media vudta hacb Dios es la conver­
sión. Como d abandono de Dios o aversión (perversión dice
72 FRANCISCO LACUEVA El. PROCESO DE LA CONVERSIÓN 73

Ecl. 7:29) implicaba dos males (el pecado no sólo es una nadie se resudta a sí mismo; nacer y resucitar son verbos
culpa contra Dios, sino también el único mal grave para el pasivos (V. Ef. 2:lss.). Pero Lázaro, una vez resucitado,
hombre): dejar a Dios y acogerse a un ídolo, así también sale del sepulcro. Así también, el hombre regenerado sale
la conversión implica dos bienes: dar la espalda al ídolo y del pecado y se dirige hacia Dios, De la misma manera
la cara a Dios (V. 1.a Tes. 1:9). que una placa fotográfica es sensibilizada por la misma luz
Por tanto, la conversión, por parte del hombre que se que le permite reprodudr la imagen del objeto, así también
convierte, tiene dos pasos (o, mejor, dos aspectos de un mismo la misma entrada de la gracia y de la luz del Espíritu Santo,
paso): el arrepentimiento, por el que se aborrece y abandona por la Palabra, vivifica el corazón y le permite recibir la ver­
el pecado, y la fe, por la que se recibe a Cristo. Pero hay que dad del Evangelio y adherirse a Jesucristo. Llevando más
tener siempre en cuenta que la iniciativa en todo lo que afecta lejos la comparación de la fotografía, dice W.T. Thayer que
a la salvación, es siempre divina. Ello quiere decir que nadie “la herencia afecta a la regeneración de la misma manera que
puede convertirse sin que Dios le haya antes vivificado, des­ la calidad de la película afecta a la fotografía, y et ambiente
pertado y convencido de pecado y de la necesidad de salva­ la afecta de la misma manera que el foco de la cámara afecta
ción. Así, la regeneración espiritual precede lógicamente a a la foto.”
todo cambio de mentalidad (“metánoia” término con que el
Nuevo Testamento expresa el arrepentimiento), mientras que
la fe es efecto de la gracia divina que conduce a la justifi­ 3. Terminología bíblica
cación.
El Nuevo Testamento emplea diversos términos para ex­
presar el comienzo de una nueva vida espiritual:
2. Concepto de regeneración
A) “Gennáó", que significa “engendrar” o “dar a luz” .
Strong define así la regeneración: “Es el acto divino por Así lo encontramos en Jn. 1:13; 3:3-8; 1.a Ped. 1:23; 1.a
el que la disposición dominante de nuestra alma es hecha Jn. 2:29.
santa, y por el cual, empleando la verdad como medio, es B) “A pokyio”, que significa “producir”, “dar a luz”,
asegurado el primer ejercido santo de tal disposidón.” 1 como en Sant. 1:18.
Por tanto, la regeneración comporta el lado divino del
Q “K tizo", que significa “crear” y pone de relieve el
cambio que se efectúa en nuestro corazón y que, visto desde
hecho de que nuestra vida espiritual es de total iniciativa
el lado humano, llamamos conversión: Dios cambia el norte divina, como una creación de la nada, ya que nosotros no
de nuestra brújula, y el corazón así cambiado se mueve en teníamos nada válido que aportar para nuestra regeneración:
dirección hacia el nuevo norte. De la misma manera que ni virtud, ni poder, ni mérito, pues estábamos “muertos en
Lázaro tuvo que ser resucitado antes de poder moverse (Jn. nuestros delitos y pecados” (Ef. 2:1). En el mismo sentido
11:43-44), así también nuestro corazón tiene que ser regene­ somos llamados “nueva creatura" y “hombre nuevo” (V.
rado para caminar en la verdad. Nadie se nace a sí mismo; 2.a Cor. 5:17; Gál. 6:15; Ef. 2:10; 4:24).
D) “Synzoopoiéo”, que significa “dar vida con", como
1. Systematic Theology, p. 809 (Traduzco del inglés). en Ef. 2:5; Col. 2:19. Este verbo está compuesto de “synn
74 FRANCISCO LACUEVA EL PROCESO DE LA CONVERSIÓN 75
= con “zoé” = vida (la vida eterna, que estaba en el Verbo, Por ser un cambio radical, la regeneración es absoluta­
Jn. 1:4) “poiéo" = hacer. mente necesaria para la salvación (V. Jn. 3:3,5; Rom. 8:7;
Examinando estos términos en los contextos en que apa­ 1.a Cor. 2:14). Antes de la conversión, estamos “muertos”
recen, nos daremos cuenta de que el comienzo de la nueva para la vida espiritual, y a un cadáver no se le va con medi­
vida que llamamos “regeneración”, tiene dos momentos o cinas, emplastos o inyecciones: es preciso que reciba una
aspectos: la generación, o comienzo de una nueva vida dentro nueva vida. Por eso, al “sabemos” de Nicodemo (Jn. 3:2), no
de nuestro ser; y el “nuevo nacim iento’, o salida a la luz contesta Jesús con nuevas razones que refuercen las correctas
—parto— de la nueva vida. La generación implanta en nues­ convicciones apologéticas del fariseo, sino que, dando a la
tro interior el principio o semilla de la nueva vida; el naci­ conversación un giro de 180 grados, le replica: "De cierto,
miento es la fecha en que la nueva vida se manifiesta ope­ de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede
rante. ver él reino de Diad* (Jn. 3:3).
Esta radicatídad de la regeneración significa que el cam­
4. Características de la regeneración bio se ha hedió desde la raíz del ser humano, desde lo que la
Biblia llama d “corazón”, pero no significa que sus faculta­
A*) E s instantánea. La implantación de un nuevo prin­ des hayan quedado inmunizadas contra el error y el pecado.
cipio de vida es siempre instantánea. Lo mismo pasa en nues­ El regenerado puede todavía equivocarse y puede caer, pero
tra vida espiritual. Aunque la Providencia de Dios y la obra d norte de su brújula queda fijado. Aunque el pecado llegue
del Espíritu hayan estado preparando el terreno gradualmente, a anidar en él, será como un cuerpo extraño dentro de la nueva
debe haber un instante en que la disposición radical de nues­ naturaleza (1.a Jn. 3:8-9). Los salvos “no andamos conforme
tro corazón, antes hostil a Dios y a Su Palabra, se cambia a la carne, sino conforme di Espíritu" (Rom. 8:4). Así como
en favorable y amorosa, bajo la influencia del Espíritu Santo. los no regenerados pueden obrar a veces como si fueran
Todo lo que antecede a la regeneración (deseos, temores, re­ guiados por d Espíritu, aunque su brújula no marque el norte
flexiones, lecturas, oraciones, asistencia a los cultos), puede de la vida eterna, así también los regenerados pueden a veces
ser parte de la preparación del Espíritu o simples reacciones hacer obras de la carne, pero no marchan según la brújula
humanas, pero no deben confundirse con la regeneración de la carne.
propiamente dicha.
O Se produce primeramente en el corazón, es decir,
B’) E s radical. Porque es un cambio total en el estado en aquella región d d ser humano donde se fraguan las opcio­
del hombre, ya que toda la dinámica moral y espiritual de nes fundamentales, y de donde emerge todo el talante de
sus facultades se ve afectada por la nueva vida: una nueva la conducta (Mt. 15:18-19; Me. 7:21-22; Le. 6:45; Jn. 7:17;
gama de criterios acerca de los verdaderos valores ilumina su Rom. 10:9-10). Esto indica que se realiza en la zona subcons­
mente; un nuevo complejo de aficiones e intereses dispone ciente (o inconsciente), donde la energía psíquica obtiene su
sus sentimientos; un nuevo plantel de motivos guía las deli­ volumen y dirección. En otras palabras, así como somos cons­
beraciones e impulsa las decisiones de su voluntad, renovando cientes de nuestras ideas, sentimientos y decisiones, pero
su energía operativa en el orden espiritual. En pocas palabras, no de los secretos motivos que juegan en nuestras opciones,
la nueva vida comporta un correcto pensar, sentir, decidir así también somos conscientes de que se ha efectuado un
y obrar. cambio en nuestra vida espiritual, pero no podemos decir
76 FRANCISCO LACUEVA EL PROCESO DE LA CONVERSIÓN 77

cuándo, dónde y cómo fue implantado por el Espíritu el CUESTIONARIO:


nuevo principio de vida en nuestro interior.
1. ¿Qué significa la palabra “conversión”? — 2. ¿Qué aspectos
D’) N o es un cambio óntico-físico, sino moral-espiritual. comporta la conversión desde los lados divino y humano?
La Teología tradicional católico-romana enseñaba que el jus­ — ¿Qué es la regeneración? — 4. ¿Cuál es la terminolo­
tificado obtiene la participación de la divina naturaleza por gía bíblica a este respecto? — 5. Aspectos que hay que dis­
medio de la gracia santificante, cualidad infusa que eleva al tinguir en el concepto de regeneración. — 6. ¿Es la regenera­
hombre al estado sobrenatural, confiriéndole así un principio ción instantánea o progresiva? Jh ¿Por qué decimos que la
óntico, connatural al nuevo estado. Nosotros admitimos la regeneración es un cambio radical? — 8. ¿De dónde arranca
necesidad de un principio sobrenatural óntico, que mueva la necesidad de la regeneradón? — 9. ¿Dónde se implanta el
nuestras facultades en dirección a la vida eterna, pero deci­ principio de la nueva vida espiritual? — 10. ¿Es un cambio
mos con Rom. 8:14 que ese principio no es una cualidad óntico o moral?
infusa o accidente sobrenatural, sino el mismo Espíritu Santo.
En consecuencia, entendemos la participación de la divina
naturaleza de que habla Pedro (2.a Ped. 1:4), no como una
“física comunión del hombre con D ios... por medio de un don
creado” *, sino como una participación moral en el modo
divino de comportarse, huyendo del pecado y orientándose
hacia la virtud, como explica bien el contexto posterior.
Por tanto, la regeneración espiritual no cambia la sustan­
cia del ser humano ni de sus facultades, sino que es un cam­
bio: (a) espiritual, por la recepción del Espíritu Santo, que
impulsa a nuestro espíritu en un sentido contrario al anterior;
(b) moral, porque origina nuevos hábitos o costumbres de
obrar; (c) psicológico, porque nuestra “psiquis” recibe un
nuevo poder y una nueva orientación. El hombre tenía antes
el poder de amar, pero lo dirigía hacia sí mismo; ahora lo
dirige hada Dios y hacia el prójimo. Respecto al pecado, el
hombre tenía el conodmiento del pecado, pero no el poder
de contrarrestarlo; después de la regeneradón, puede vencerlo
con el poder del Espíritu.2

2. Así dice L. Ott, Fundamentáis of Catbolic Dogma, p. 257.


LECCION 12.a LA REGENERACION ESPIRITUAL (II) te PROCESO DE LA CONVERSIÓN 79

te” ML 8:11; Le. 13:29) la obtuvieron de un Dios que puede


sacar de las piabas “hijos de Abraham”; (b) no el lugar,
porque no hay ningún lugar bastante sagrado para santificar
a un inconverso, como no hay ningún lugar demasiado profa­
no para manchar a un justificado. Si el lugar hiciese a la
persona, d que nace en un garaje tendría que ser un coche;
(o) no la civilización, porque la bomba atómica d d civilizado
es más salvaje que d hacha d d primitivo. Ni la ctiltura, ni
el progreso, ni los avances sociales, pueden mejorar al hom­
5. La cansa eficiente de la regeneración espiritual bre, a menos que se produzca en los corazones ese cambio
radical que llamamos “regeneración” y “nuevo nacimiento” ;
Hablando el Apóstol Juan de los que han recibido la dig­ (d) ni siquiera la religión, considerada como un código de
nidad de llegar a ser hijos de Dios, especifica que “no son normas morales, o como un conjunto de ritos y ceremonias, o
engendrados de sangres, ni de voluntad de carne, ni de volun­
tad de varón, sino de D ios” (Jn. 1:13). Así que: como un cúmulo de verdades acerca de Dios, las cuales pue­
den aceptarse teóricamente sin haber nacido de nuevo (V.
A”) La regeneración no se produce por herencia. El pe­ Sant 2:19).
cado original se transmite de padres a hijos por herencia, ya
que toda la humanidad futura estaba representada en Adán C”) La regeneración no es producto del esfuerzo hu­
pecador (Rom. 5:12ss.), pero la regeneración espiritual —ob­ mano. La voluntad del hombre es incapaz de producir un
tenida en unión con Cristo (Ef. 2:5)— no se hereda de fenómeno que rebasa sus posibilidades, de la misma manera
padres a hijos, sino que de la común masa de perdición que un cadáver no puede darse a sí mismo la vida. Ni el
van saliendo uno a uno (ésta es la fuerza distributiva del esfuerzo, ni el mérito, ni la colaboración de la voluntad hu­
pronombre griego “hósoT' = todos cuantos, en Jn. 1:12) los mana pueden producir total o parcialmente la regeneración
creyentes, salvos por gracia, no por naturaleza (Ef. 2:3,8). espiritual. Dos tendencias teológicas se oponen a esta verdad
Como alguien ha dicho expresivamente, “Dios no tiene nietos, bíblica:
sino sólo hijos”. Lo que quiere decir que uno no es salvo por (a1) el Pelagianismo, según el cual la regeneración con­
tener padres cristianos, sino que para salvarse tiene que ser siste en la reforma moral de la propia vida, factible por él
cristiano él mismo. esfuerzo virtuoso de la voluntad humana, sin necesidad de un
B”) La regeneración no es producto de la voluntad car­ nuevo nacimiento, ni siquiera de la gracia de Dios. Pero la
nal. No sólo porque no puede ser producida por el impulso Biblia nos dice que el hombre que no ha nacido de nuevo,
sexual, sino porque nada hay a nivel del hombre camal que no puede someterse a la Ley de Dios; mucho menos, orientar
pueda producirla: (a) No la raza, porque muchos de loi sus facultades hada la vida eterna, hallándose como se halla
pertenecientes al pueblo elegido no la obtuvieron, mientras en estado de muerte. Como decía Calvino, el corazón d d
que muchos gentiles de toda raza (“del oriente y del occiden­ pecador es como un caballo que ha despedido al jinete, y
corre salvajemente desbocado hasta que una mano hábil y
fuerte vuelve a sujetarle las riendas.
80 FRANCISCO LACUEVA EL PROCESO DE LA CONVERSIÓN 81

(b’) el Arminianismo, según el cual la regeneración es es sólo un símbolo de la purificación interior, llevada a cabo
conjuntamente el producto de la voluntad humana y de la in­ por la gracia y por la palabra de Dios, ya que éste es el sim­
fluencia divina a través de la verdad del Evangelio, en mutua bolismo del agua a lo largo de toda la Biblia (V. Is. 12:3;
cooperación. Algo parecido sostiene el M olinismo, o enseñan­ 55:1; Ez. 36:25; Jn. 4:10; 7:38; Ef. 5:26; 1.» Ped. 1:22-23;
za tradicional de los jesuítas, aunque la enseñanza más común 3:20-21; 1.a Jn. 5:6-8). Estudiando detenidamente todos estos
hoy en la Teología católico-romana es que la cooperación del textos, descubrimos que el agua simboliza: (a”) la Palabra de
hombre a la obra de la justificación y de la regeneración Dios, que aplicada al alma, la purifica; (b”) el don del Espíri­
“bautismal” es también fruto de la gracia, cuya es la iniciati­ tu Santo, que sacia la sed espiritual y santifica el interior. Am­
va. Ambas tendencias pasan por alto la depravación radical de bos aspectos están contenidos en 1.a Cor. 12:13: “...bautiza­
la voluntad humana, centrada en sí misma por el pecado e dos (fuera, para la justificación)... beber” (dentro, para la
incapaz de cooperar por sí misma a ningún nivel, a no ser santificación moral). Strong hace observar* que, al usar la
que el nuevo principio de vida cambie la orientación del Palabra, el Espíritu Santo no ilumina la verdad divina (ésta
corazón y haga posible una decisión santa, nacida de una tiene su propia luz y Dios mismo no puede aumentarla), sino
voluntad ya liberada por d Espíritu y por la Palabra (Jn, el corazón humano para que pueda ver (Jn. 3:3), porque no
8:32; 2 “ Cor. 3:17). es al objeto (la verdad ontológica) al que le falta evidencia,
D") La causa agente (principal) de la regeneración es el niño que es a la m irilla humana a la que le falta limpieza
Espíritu Santo. Respondiendo a la objeción de Nicodemo (V. M t 5:8).
“¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo?”, Jesús respon­
dió: “De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere dé
agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. Lo CUESTIONARIO:
que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del
Espíritu, espíritu es" (Jn. 3:4-6). Sólo el Espíritu o aliento 1. ¿Cuál es la causa agente-de la regeneración espiritual, a
personal de Dios puede infundir la vida espiritual en nuestro la luz de Jn. 1:13; 3:5? — 2. ¿Qué sentido tiene el término
ser. Como una creación de la nada, en que no hay materia “agutí* en Jn. 3:5? — 3. ¿Qué opinan acerca de la regenera­
prima que condicione al artífice, así el Espíritu “sopla de ción espiritual el Pelagianismo y el Arminianismo radical?3
donde quiere” (Jn. 3:8), con la máxima libertad, y entrando
por las rendijas más escondidas de nuestro ser, se instala
no sobre nuestro corazón, sino dentro de él, de modo que
puede cambiarlo desde dentro y orientarlo hacia la vida eter­
na, sin ejercer violencia sobre nuestra psicología.
Pero el Espíritu Santo emplea un instrumento psicológi­
camente adecuado para realizar su obra. Jesús dice: “el que
no naciere de AGUA y del Espíritu” (Jn. 3:5). ¿Qué significa
aquí “agua”? ¿El agua material del bautismo ritual, como en­
seña la Iglesia de Roma? ¡No! El agua material no puede pro­
ducir la regeneración espiritual. El agua del bautismo ritual 3. O. c., p. 819.
LECCION 13.a EL ARREPENTIMIENTO EL PROCBSO DE LA CONVERSIÓN 83

perdón y el amor a Dios. Arrepentirse por temor a las con­


secuencias, al desdoro personal, al castigo, etc. es puro egoís­
mo o lleva a la desesperación. El remordimiento de Judas,
a pesar de una satisfacción penal tan drástica como el suici­
dio, no tuvo nada que ver con el genuino arrepentimiento,
porque le faltó la fe en Cristo, la esperanza de perdón y
el amor a Dios.
Q Un elemento volitivo, por el que cambian nuestros
propósitos y {danés de conducta; implica una media vuelta,
1. Nocida de am peatiarieato
dando la espalda al pecado. Esto está expresado por el tér­
El Nuevo Testamento da gran importancia al arrepenti­ mino griego "m etánohtt y es él elemento más importante, pues
miento (M t 3:2; 4:17; Me. 1:15; 6:12; Le. 24:47; Hech, incluye y rebasa a los otros dos. El hijo pródigo no llegó al
2:38; 3:19; 17:30; 20:21). Y con razón, pues el arrepenti­ genuino pesar del arrepentimiento cuando se dio cuenta de su
miento es el cambio voluntario, producido en el interior del miserable situación, ni cuando se acordó del abundante pan
pecador, por d cual, reconociendo sus culpas, las aborrece y de su casa solariega, sino cuando dijo: "me levantaré e iré
busca el perdón, la pureza moral y el cambio de conducta. a m i podré”.
Así que incluye tres eelementos:
A) Un elemento mental, por el que cambia nuestro punto 2. Causa agente del arrepentfanieiito
de vista acerca de la santidad de Dios y de la maldad del pe­
cado, por ser éste: injuria contra Dios, culpa contra el orden El arrepentimiento, por ser un cambio radical en el inte­
moral, corrupción de nuestro ser y condición miserable, ya rior del hombre, sólo puede ser efectuado por iniciativa del
que nos incapacita para ver el reino de Dios, sometemos a
la Ley de Dios y obtener la salvación (V. Sal. 51:3,11). Esta Espíritu Santo, quien lo hace posible mediante la regeneración
convicción de pecado (“epígnosis hamartías” , Rom. 3:20) que produce un principio de nueva vida dentro de nuestro ser.
comporta una actitud de humildad. La conciencia nos puede convencer de pecado en cuanto
infracción de la ley, pero no puede producir la "metánoia”.
B) Un elemento emocional, por d que cambian nuestros Dice A.J. Gordon:
sentimientos hacia el pecado, hasta producimos un pesar o
pena interior de haber ofendido d carácter santo de Dios. “La conciencia da testimonio de la Ley, pero el
2. a Cor. 7:9-10 explica d verdadero arrepentimiento, diden- Espíritu da testimonio de la gracia. La conciencia
do que es "un pesar según Dios, para salvación”, distinto d d produce convicción legal; el Espíritu engendra con­
"pesar según el mundo, que produce muerte”. El término
vicción evangélica. La conciencia produce una con­
griego preciso para expresar este sentimiento es el verbo
"metamélomaT que incluye, junto al pesar, la esperanza de vicción para desesperación; el Espíritu una convic­
ción para esperanza. La conciencia convence del pe­
cado cometido, de la justicia imposible, del juicio
84 FRANCISCO LACUEVA EL PROCESO DE LA CONVERSIÓN 83

ineludible; el Consolador convence del pecado co­ to resulta una constante contrición.” 0 No puede ser de otra
metido, de la justicia imputada, del juicio cumplido... maneta, porque el pecado anida todavía en nosotros y ne­
en Cristo.” 4 cesita ser confesado con pesar (V. 1.a Jn. 1:8-10) a los pies
de nuestro Propiciador. "Es junto a la Cruz de Cristo —sigue
Pero hay una diferencia notable entre la regeneración y Murray— donde él arrepentimiento tiene su comienzo, y es
el arrepentimiento: en la 1.a, sólo Dios obra, y el hombre junto a la Cruz de Cristo donde debe continuar derramando
permanece pasivo, mientras que en el 2.°, Dios cambia y su corazón en lágrimas de confesión y de contrición.”
mueve el corazón, pero el hombre toma parte activa y volun­
taria, como toma parte activa el bebé al respirar por vez 1.a,
aunque ha estado pasivo al nacer. O sea, Dios es el que 3. Principales desviaciones de la noción bíblica de arrepen­
regenera, pero el hombre es quien se arrepiente. timiento
Para entender bien la noción bíblica de arrepentimiento, A”) En la relación del arrepentimiento con la fe. Siendo
es preciso observar: el arrepentimiento y la fe dos aspectos del mismo fenómeno
espiritual, yerran lamentablemente los que piensan que basta
A’) Que el genuino arrepentimiento comporta siempre la con creer para salvarse, sin míe haya que preocuparse del
fe, sin divorcio posible, pues se trata de un sólo fenómeno es­ arrepentimiento. En realidad, el arrepentimiento es el
piritual (la conversión): salvarse del pecado creyendo en Je­ cambio interior que, de la parte humana, corresponde a la
sucristo. Como dice J. Murray: "La fe que es para salvación regeneración operada por el Espíritu Santo, orientando al
es una fe arrepentida, y el arrepentimiento que es para vida pecador en dirección a Dios mientras da la espalda al pecado.
eterna es un arrepentimiento creyente.” 5 La fe nos convence Por tanto, el odio al pecado es necesario para amar a Dios y,
de que nuestro arrepentimiento lleva consigo el perdón, la por eso, Dios exige el arrepentimiento para impartir el perdón.
esperanza de salvación y el amor a Dios. El arrepentimiento A la objeción de que una persona puede perdonar a otra aun­
nos convence de que nuestra fe no es una adhesión sentimen­ que ésta no se arrepienta, respondemos con StrongT, que
tal a Dios, sino también un abandonar los caminos del mundo. nuestro perdón es una mera disposición bondadosa que no
La falta de uno de los dos, convierte al otro en una burla o borra el pecado ajeno, porque nosotros no podemos ofrecer
en una hipocresía. la expiación necesaria. Sók> la Cruz de Cristo provee la
B’) El arrepentimiento, como la fe, no es sólo un acto sustitución necesaria para el perdón. Dios perdona porque,
pasajero (una mera decisión tomada en una circunstancia fa­ al perdonar, cambia el corazón del pecador para que éste se
vorable a tal sentimiento), sino una actitud que debe perdurar ponga en la línea de Dios: aborreciendo el pecado como Dios
hasta la muerte. Dice J. Murray: “Así como la fe no es sólo lo aborrece, acusándose a sí mismo como Dios le acusa,
un acto momentáneo, sino una constante actitud de entrega y recibiendo el perdón en Cristo como Dios lo ofrece al juzgar
y confianza dirigida al Salvador, así también el arrepentimien­ el pecado del pecador en su sustituto que es Cristo y vestir
al pecador con la justicia de Jesús (2.a Cor. 5:21).

4. Citado por A.H. Strong, o. c., p. 833. 6. O. c* p. 116.


3. Redemptíon AccompUsbed and Applied, p. 113. 7. O. &, p. 833.
86 FRANCISCO LACUBVA EL PROCESO DE LA CONVERSIÓN 87
Por el extremo contrario, yerran igualmente quienes ex­ B”) E n ¡a relación del arrepentimiento con la esperanza.
hortan a un arrepentimiento que no incluya la fe. L.S. Chafer También en este punto hay dos errores opuestos:
hace ver* que el Nuevo Testamento nunca exhorta al arre­
pentimiento independientemente de te fe, a no ser en pasajes (a) Es cierto que el arrepentimiento da lugar a una
en que 1a palabra “arrepentías” equivale a “creed” , siendo reforma ulterior de la vida, gradas a la operación santificante
de notar 1a ausencia del término “metánoia” en Juan y en del Espíritu Santo, que continúa su obra hasta llegar a 1a
Romanas. También es digno de consideración Hech. 16:31, perfecta “redención" (Flp. 3:10-12), pues “en esperanza
comp. con 2:38. Esto tiene gran importancia en el terreno fuim os s d v o f' (Rom. 8:24), p a o el arrepentimiento no puede
evangelístico. Dice L.S. Chafer: confundirse con un meto refom úsmo de vida, pues te reforma
de 1a vida no constituye el arrepentimiento, sino que es
“Se puede decir con toda seguridad que pocos fruto del arrepentimiento; por eso, la Escritura los distingue
errores han causado tanto impedimento a 1a salva­ (V. Mt. 3:8), ya que el arrepentimiento pertenece a la justi­
ción de los inconversos como 1a práctica de exigir­ ficación, mientras que el fruto pertenece a te santificación
les una angustia de corazón antes de que pueda ser (Rom. 6 :22).
ejercitada 1a fe en Cristo. Comoquiera que tales (b) O tra desviadón, tradicional en 1a Iglesia de Roma,
emociones no se pueden provocar a voluntad, el ha sido la confusión mitre arrepentimiento y penitencia, hasta
camino de 1a salvación puede así hacerse imposible traducir el “metanoéite” por “haced penitencia” , lo cual ha
para todos los que no experimenten 1a requerida invertido los términos de una verdadera ascética, enfatizando
angustia. Este error comporta otra falsa dirección te mortificación exterior d d cuerpo en vez del genuino arre­
para los no salvos, en el sentido de que les exhorta pentimiento d d corazón, con lo que se distrae la atendón de
a concentrarse en sí mismos en vez de mirar hacia la necesidad d d cambio interior, mientras se fomenta 1a
él Salvador. La salvación se hace así depender de soberbia espiritual d d asceta, que piensa satisfacer con
sentimientos en vez de 1a fe. Igualmente, 1a gente creces las exigencias de la justicia divina. “Esta dase de
tiende así a medir 1a validez de su salvación por 1a asceticismo —dice A J. Govdon— 10 es una inversión total
intensidad de 1a angustia que 1a precede o acompaña. del orden divino, pues busca la vida a través de 1a muerte, en
Y es de esta manera como el pesar del corazón viene vez de buscar la mortificación a través de 1a vida. No hay
a ser una forma muy sutil de obra meritoria y, en grado de mortificación que pueda llevamos a 1a santificadón.”
tal grado, resulta una contradicción de 1a gracia. Strong recalca también que de den personas que confiesen
Como trasfondo de este indebido énfasis de que tes sus pecados ante un sacerdote, escasamente habrá una que
lágrimas y 1a angustia son necesarias, está el seria­ confiese ante te parte ofendida, mientras que SanL 5:16 ataca
mente equivocado concepto de que Dios no está nuestro orgullo en lo más vivo.
propicio, sino que debe ser ablandado para mise­
C”) En la relación del arrepentimiento con el amor. En
ricordia por él pesar del penitente.” 0
este punto, hay iguamente dos extremos:

8. O. c., III, pp. 372-378.


9. O. c., ni, p. 373. 10. Citado por A.H. Strong, o. c , p. 834.
88 FRANCISCO LACUEVA LECCION 14.a LA FE (I)
(a’) Hay quienes, no entendiendo bien la frase de Agus­
tín “ama y haz lo que quieras”, piensan que no es preciso
preocuparse del pecado mientras haya amor, como si pudiese
existir un verdadero amor a Dios sin el propósito serio de
cumplir sus mandamientos (V. Jn. 14:15,21,24; 1.a Jn. 5:2).
(b’> En el otro extremo está la doctrina tradicional (des­
de fines del siglo X II) de la Iglesia de Roma, según la cual
hay dos clases de arrepentimiento: la contrición, que es un
arrepentimiento basado en el amor, y la atrición, que es un Así como el arrepentimiento es la actitud por la cual
arrepentimiento basado en la fealdad del pecado, en el miedo damos la espalda al pecado, aborreciéndolo y emprendiendo
al Infierno o en el deseo del Cielo, sin que el amor entre en un nuevo estilo de vida, así la fe es un volverse hacia Dios
la motivación del pesar por el pecado; añaden que esta atri­ en Cristo, recibiendo el perdón y la salvación que Dios nos
ción es suficiente para salvarse, con tal que se reciba la ofrece en El.
absolución sacramental en el confesionario. Lutero llamaba
a esta atrición “la contrición del patibulario”.
1. Noción de fe
CUESTIONARIO: Podemos definir la fe diciendo que es: la adhesión perso­
nal a la persona de Cristo (y, consiguientemente, a su doctrina
1. ¿A qué llamamos arrepentimiento y qué elementos com­ y a su obra), basada en la convicción de la fidelidad de Dios
porta? — 2. ¿Qué nos enseña 2.a Cor. 7.-9-10? — 3. ¿Qué es a sus promesas, e infundida en el corazón por él Espíritu
lo que hace posible un verdadero arrepentimiento? — 4. ¿En Santo. Textos clave: Me. 1:15; Jn. 1:12; 3:16; Hech. 16:31;
qué se distingue el arrepentimiento de la regeneración? — 5. Rom. 4:5; Gál. 2:16; Ef. 2:8; I a Una. 1:15; 2.a Una. 1:12;
¿Qué relación hay entre el arrepentimiento y la fe? — 6. ¿Por Heb. 11:1.
qué decimos que el arrepentimiento no es un mero acto, sino Este último texto (descripción de la fe como “seguridad”)
una actitud? — 7. ¿Es necesario arrepentirse para ser salvo? nos da la clave del sentido que la palabra “fe” tenía para un
— 8. ¿Puede uno arrepentirse sin creer? — 9. ¿Qué errores hebreo, pues él nombre hebreo “enumáh” = fe, como él
comporta un evangelismo dirigido a la angustia emocional? verbo “amín” (forma hifil del verbo amán = estar seguro),
— 10. ¿Es lo mismo arrepentimiento que reforma de vida que significa “creer”, y del que procede la palabra amén =
o penitencia? — 11. ¿Qué opina de la llamada “atrición"? así es o así sea, nos dan a entender que, para un judío, la fe
era una seguridad o “aspháleia”, más bien que una desvela­
ción de la verdad o “alétheia” . De ahí que Heb. 11:1 emplea
para definir la fe el término “hypóstasis”, que significa “so­
porte que sustenta” . Por tanto, la fe personal no es otra cosa
que la confianza absoluta con que el pecador se adhiere a la
90 FRANCISCO LACUEVA EL PROCESO DE LA CONVERSIÓN 91

fidelidad de Dios a Su promesa de justificar en Cristo a] im­ para cumplir Su Ley (Sal. 119:32; Ez. 36:26). La contem­
pío creyente (Rom. 4:5). plación de la propia miseria y de la misericordia divina son
suficientes, mediante la operación del Espíritu, para excitar
2. Elementos de la fe estas fibras sensibles d d corazón. Sin embargo, el despertar
fervoroso de las emociones religiosas, si no va acompañado de
Analizando el concepto de fe, nos percatamos de que la decisión fundamental de la voluntad (factor volitivo), puede
comporta: resultar engañoso y no significar una verdadera conversión
A) Un factor volitivo (el griego lo expresa con la pre­ (V. M t 13:20-21; Jn. 8:31; d dativo indica que el creer dd
posición eis y acusativo de persona; en latín: “crédere in vers. 30, como en Jn. 2:23-24, no era sincero).
áliquem”), por el que nuestra voluntad se adhiere a Dios en C) Un factor intelectual-objetivo (d griego y d latín
Cristo, en virtud del don soberano de la grada, porque tam­ lo expresan por el simple acusativo d d objeto creído: “cré­
bién la fe es un don de Dios (Ef. 2:8). Esto implica recibir dere aÜqidcT), por d que prestamos asentimiento a una deter­
a Cristo en nuestra vida (Jn. 1:12; 4:14; 5:43; 6:35, etc.) minada verdad revelada (V. Jn. 11:26 “¿crees esto?”). El
y entregarse totalmente a El, sometiéndose a Su palabra, a Su conjunto de enseñanzas reveladas — especialmente, los grandes
obra, y a Su gobierno11 (Mt. 11:28; Jn. 6:37; 15:lss.; Rom. hechos de la Historia de la Salvación— , que forman nuestro
8:14; Gál. 2:20), porque el Cristianismo es esendalmente ei “credo” cristiano, comporta una nueva gama de criterios,
seguimiento de una persona (Mt. 10:38), más bien que la una escala de valores, en que las cosas se estiman con ula
adhesión a irnos prindpios doctrinales, aunque esta adhesión mente de Cristo” (Ia Cor. 2:16). El creyente adquiere, con
es consecuenda obligada de seguir a Cristo como Salvador, estas enseñanzas, una nueva motivación (hecha eficaz por d
Maestro y Legislador. En el lenguaje bíblico, este factor vo­ poder d d Espíritu), y esta motivación infunde energía a las
litivo se expresa didendo que el asiento de la fe es d corazón decisiones de cada «fia, con la vista puesta en las promesas
como centro de la vida interior y fuente de la conducta (Rom. divinas. Esta motivación es necesaria p a n la normal diná­
10:9-10). mica de la nueva psicología espiritual (Mt. 19:29). El "poner
B) Un factor afectivo-em otivo (el griego y d latín lo la vista en el galardón" ayuda a sostenerse “como viendo al
expresan por d dativo de la persona a quien se cree: “crédere Invisible" (Heb. 11:26-27), entendiendo por galardón, ante
alfcui”), en el sentido de “creer a alguien” (Jn. 2:24) por el todo, d gozo de la presencia beatificante de Jesucristo o í Su
crédito que nos merece respecto a las manifestaciones que nos gloria y en compañía de los santos. E l mismo Jesús fue influi­
hace. El verbo griego "pistéuó" = creer, y d correspondiente do por esta motivadón alentadora (V. Is. 53:11; FL 2:9;
sustantivo “pístis” = fe, indican primordialmente este aspec­ Heb. 12:2). Pero un mero asentimiento a las verdades revela­
to, ya que se derivan del verbo "péitho” = convencer, per­ das (como es la “fe” de H edí. 8:13; Heb. 6:4-6; Sant 2:19),
suadir, aconsejar, etc. En este sentido, la fe implica un sen­ sin la entregu del corazón a Cristo, no tiene nada que ver
timiento de devoción amorosa. Esto supone una nueva dis­ con la fe salvtfica, que se nutre d d amor (Gál. 5:6).
posición de los sentimientos, de los que también es d cora­
zón la sede. Por eso, Dios prometió dar un corazón nuevo 3. ¿Cómo describe d Nuevo Testamento el concepto de fe?
11. Recibiendo a Jesucristo, participemos de Su Justicia; entregán­ A1) Como una mirada angustiosa a la Cruz de Cristo.
donos a El, participamos de Su obediencia. Es la descripción más expresiva, y fue propuesta por Jesús
92 FRANCISCO LACUEVA EL PROCESO DE LA CONVERSIÓN 93

mismo a Nicodemo: "Y como M oisés levantó la serpiente en C’) Como un venir a Cristo, para entregarse a E l y ser
el desierto, así es necesario que el H ijo del Hombre sea levan­ recibido en Su amistad y comunión (Jn. 5:40; 6:44,65; 7:37-
tado, para que todo aquél que en É l cree, no se pierda, mas 38). Esta figura describe la fe como una acdón por la que una
tenga vida eterna” (Jn. 3:14-15). Con estas palabras, Jesús persona va a Cristo como d único que le puede salvar, con
se comparaba a Sí mismo, puesto en Cruz, con la serpiente la confianza segura de que no será rechazado. Jn. 6:37 dice
de bronce, levantada por Moisés en d desierto. (V. Núm. así en el original: “Jodo lo que m e da el Padre, vendrá a nú,
21:9ss.). Si nos percatamos de la angustia, y quizás de la y al que venga a n d , de ninguna manera le echaré fuera”.
desesperación de aquellos desgraciados que habían sido mor­
U ) Como un recibir a Cristo (Jn. 1:12). En este texto
didos por las serpientes venenosas, comprenderemos también
vemos que “creer en él nombre” de Cristo equivale a “reci­
cómo mirarían a la serpiente de bronce con toda su alma,
birle”. Ello indica que la fe es como d instrumento (la mano
sabiendo que era el medio necesario, único y suficiente, para
desnuda d d mendigo que recibe la limosna o el tenedor con
salvar su vida. Por tanto, la fe es como una angustiosa mirada
al Cristo levantado en la Cruz, como único medio de salvarse que tomamos d alimento), con que nos apropiamos a Cristo
de la mordedura mortal del pecado. Aquí están —como dice Salvador, o sea, la salvadón que Dios ha provisto para noso­
Berkhof— u todos los elementos de la fe: percepción de tros en la Cruz; con la fe nos vestimos de la justicia de Jesu­
los hechos, satisfacción emocional y el acto deliberado de cristo.
fijar los ojos en el objeto. E’) Como un anda donde sujetar ¡a seguridad de la vida
B*) Como un hambre y sed de Cristo (Mt. 5 :6; Jn. 4:14; eterna, o como un sólido fundamento donde asentar todo el
6:35,50-58). Para entendíer correctamente el “comer” y peso de nuestra miseria y de nuestra esperanza. Heb. 11:1
“beber” a Jesucristo, es preciso analizar Jn. 6:35 “Yo soy dice que la fe es “Ai sustancia —o fundamento— de lo que
el pan de vida; el que a M í viene, nunca tendrá hambre; y el (“pragmáton” = realidades prácticas) esperamos y el argu­
que en M i CREE, no tendrá sed jamás”. Esta comparación m ento convincente de lo que no vem os". Es, pues, una certeza
nos explica también lo que es la fe, pues al sentir hambre y que ofrece toda seguridad, ya que, aunque no podamos ahora
sed, nos percatamos de que algo esencial nos falta, sentimos ver las cosas que creemos, su existencia está respaldada por la
la molestia en el estómago, y nos dirigimos con apetito hada fidelidad de Dios a Sus promesas. Un misionero trataba de
el alimento que nos va a saciar. Así pasa con el hambre y sed explicarle a un catecúmeno del centro d d Africa, en su len­
de salvadón, y con el comer y beber a Cristo, que satisface gua, lo que era “creer”, pues esta palabra no existía mi aque­
para siempre esta hambre y sed.12 lla lengua. El negro, cansado d d viaje, puso sus piernas en­
cima de la mesa, mientras deda: estoy echando todo mi peso
sobre esta mesa. Entonces el misionero recogió la frase “poner
12. Systematic Theology, p. 495. Dice una leyenda hindú que todo d peso sobre” para explicarle lo que significa “creer” .
un joven deseoso de salvación acudió a Buda. Buda le llevó al río
sagrado y le sumergió enteramente. El joven luchaba por desasirse dé
las manos de Buda, para no m orir ahogado. Por fin, Buda le soltó
y le preguntó: —¿Qué es lo que más deseabas, cuando tenias la ca­ 4. Clases de fe
beza bajo el agua? —Aire para respirar— contestó el joven. Entonces En términos teológicos, podemos destinguir cinco clases
Buda le replicó: —Cuando desees la salvación con el mismo afán con
que deseabas el aire, la tendrás. de fe, de acuerdo con el Nuevo Testamento:
94 FRANCISCO LACUEVA
LECCION 15.* LA FE (II)
A”) Fe histórica, que consiste en aceptar hechos y ver­
dades de la Escritura, como se pueden conocer y aceptar
cualesquiera sucesos históricos en que no esté implicada la
propia persona. Esta fe puede ser producto de la tradición,
de la educación o del estudio. Puede ser correctamente orto­
doxa, pero de nada sirve si no está enraizada en d corazón.
B”) Fe de milagros. Es la firme persuasión de poder
realizar milagros por obra del Espíritu, o de recibir los efec­
tos (curación, etc.) de un poder milagroso (Mo. 16:17-18;
1.a Cor. 12:10). Puede no ir acompañada de la fe salvffica 5. Objeto de la fe
(Mt. 7:22-23; 1.a Cor. 13:2). Muchos hechos que parecen
milagrosos, tienen una explicadón natural, por el poder de la Al hablar d d objeto de la fe salvffica, es preciso hacer
sugestión. una importante observación, pues hay que distinguir entre un
C”) Fe temporal u oportunista. Es derta persuasión sentido general de fe y un sentido especial, que es el que co­
d d Evangelio, acompañada de emodones vivas, pero sin rresponde a la fe salvffica.
verdaderas raíces en d corazón, que sigue sin regenerar (Mt. A) Sentido general. En sentido general, d objeto de la
13:20-21 y paral.; Jn. 2:23-25; Hech. 8:13). fe es toda la revelación divina, como se contiene en las Sa­
D”) Fe de conciencia cierta. Es una seguridad de con- gradas Escrituras. Todo cuanto se contiene formalmente en
cienda de obrar conforme a la verdad d d Evangelio. Obrar días (en sus propias expresiones o en su sentido equivalente),
con condenda dudosa es pecado (Rom. 14:23). pertenece al objeto de la fe en sentido general. Por tanto,
E”) Fe saivtfica. Es la que hemos explicado en la pre­ como evangélicos, no aceptamos como (¿jeto de fe ni una
sente lecdón. tradición constitutiva (que contenga como verdad*es de fe otras
que no estén contenidas en la Biblia) ni un Magisterio eclesial
infalible que, por medio de un carisma institucional, trate de
CUESTIONARIO: imponer como objeto de “fe divina y católica” sus propias
1. Concepto bíblico de fe saivtfica. — 2. ¿Cuál es el factor interpretaciones de la Palabra de Dios. Como dice el obispo
fundamental y decisivo de la fe? — 3. ¿Qué papel tienen los católico F. SimonB, 18 la infalibilidad es exdwdva de la
sentim ientos en el concepto de fe? — 4. ¿Es necesario asentir Palabra de Dios; a la Iglesia corresponde la fidelidad, o sea,
a las verdades reveladas? — 5. ¿Qué pasajes bíblicos mues­ la obligación de ser fiel a tal Palabra.
tran que el factor intelectual no es el decisivo? — 6. ¿Qué B) Sentido especial. La fe general es necesaria, pero no
nos enseña Jn. 3:14-15 acerca del concepto bíblico de fe? justifica si no conduce a la fe especial. Hay un determinado
— 7. ¿Cómo ilustra Jn. 6:35 la función d éla fe? — 8. ¿Cuál número de hechos saM ficos y, en consecuencia, de doctrinas13
es el sentido del original en Jn. 6:37? — 9. ¿Qué definición
de fe nos ofrece Jn. 1:12? — 10. ¿Qué descripción nos da de
13. En su libro InfalMHdsd y (Libros del Nopal, 1970).
la fe Hebreos 11:1? — 11. D istintas acepciones de la palabra
"fe" en el Nuevo Testamento.
96 FRANCISCO LACUEVA EL PROCESO DE LA CONVERSIÓN 97

acerca de Cristo y de Su obra, asi como de promesas hechas 7. Historia y desviadoaes del concepto de fe
en Cristo a los hombres, que cada pecador ha de recibir,
hasta conducirle a poner su fe (entrega confiada) en el Sal­ La Igjesia primitiva trató de vivir el concepto de fe, como
vador. Como dice Berkhof, “el objeto de la fe especial es, la condición primordial para salvarse —junto con el arrepen­
timiento—, más bien que de estudiar tal concepto o de rela­
pues, Jesucristo y la promesa de ser salvo a través de E l...
cionarlo con las distintas fases de la salvación. Poco a poco,
Hablando en propiedad, no es el acto de fe como tal, sino
fue pasando a primer término la fe como aceptación de la
más bien lo que se recibe mediante la fe, lo que justifica y,
por tanto, salva al pecador.” 14 verdad revelada en virtud del testimonio, pasando a segundo
término la fe como recepción de los hechos salvíficos y en­
trega personal al Salvador. El ambiente hostil y corrompido
6. La base íntima de la fe del medio ambiente estimuló a los escritores eclesiásticos de
la época post-apostólica en su afán moralizador y defensivo
(apologético), lo cual favorecía la transposición ya aludida de
Si en el punto anterior tratamos del objeto material de
la fe (lo que hay que creer), ahora investigamos su objeto los matices de la fe.
En el siglo III.0, la brillante escuela alejandrina, contras­
formal (por qué creemos). Este objeto puede plantearse de tando la fe como conocimiento inicial, con un conocimiento
dos maneras: (a) ¿Qué es lo que hace al objeto de fe digno
más perfecto del misterio cristiano (la “pístis” frente a la
de crédito o creíble? Respondemos: La veracidad y la fideli­ “gnósis”), tendió a una intelectualizadón de la fe, entramando
dad de Dios en conexión con las promesas hechas en el Evan­ los conceptos bíblicos en la contextura neo-platónica de
gelio. Como éstas se nos dan a conocer en las Sagradas Es­
Filón y de Plotino.
crituras, por eso decimos que la Biblia es la norma suprema En los siglos IV .° y V.°, Agustín de Hipona vuelve a dar
de nuestra fe, aunque en realidad la Biblia es el documento a la entrega amorosa el lugar que le correspondía en el con­
que atestigua la revelación de las promesas divinas y de la cepto de fe, pero falla al estudiar la relación de la fe con la
fidelidad de Dios a ellas: (b) Hay muchos que conocen bien justificación, por confundir la justificadón con la santifica­
la Biblia y admiten la veracidad de Dios y Su fidelidad a Sus ción, así como por admitir la regeneradón bautismal, ya in­
promesas, pero no poseen la fe salvífica; en otras palabras, sinuada por Tertuliano. La mayor parte de la Iglesia ofidal
conocen él objeto de la fe como creíble, pero no creen como se apartó de Agustín en el concepto mismo de fe, tendiendo a
es necesario para salvarse. ¿Qué es, pues, lo que hace confundir cada vez más la fe con la ortodoxia.
que el objeto de la fe se imponga como algo que debe ser Así llegamos a la Edad Media en que toma carta de natu­
creído? Respondemos: el testimonio interno del Espíritu Santo raleza la distindón escolástica entre fe inform e (sin amor ni
en nuestro corazón, junto con el poder del mismo Espíritu, o gracia “santificante”), sufidente para pertenecer al cuerpo so­
sea, la gracia como don que potencia a la voluntad humana y cial de la Iglesia, y que consiste en el mero asentimiento inte­
la induce a creer (V. Rom. 4:20,21; 8:16; Ef. 1:13; 1.a Jn.
lectual a las verdades enseñadas por la Iglesia, y fe formada
4:13, 5:7,10, por una parte; por otra, Jn. 6:44; Ef. 2:8). (informada por la “cáritas”), siendo esta fe la que justifica, al
ser infundida con la gracia “santificante” .
Tomás de Aquino definió la fe habitual como “una virtud
14. Systematic Theology, p. 506. intelectual por la que nuestra mente es inducida a asentir a
98 FRANCISCO LACUBVA LECCION 1 6 “ V E Y OBRAS

las cosas que no se ven” . El Concilio de Trento afirmó que el


acto de fe es el primer paso de un proceso que desemboca
en la justificación. Consecuente con la noción tomista, definió
como dogma que la fe sola no justifica, y que un creyente
puede peider la fe, así como la justificación.
Los Reformadores restablecieron el concepto bíblico de fe
y de justificación por la fe sola, aunque no estuviesen de
acuerdo en algunos pequeños matices. Después de la Refor­
ma, los Arminianos fueron más lejos aún que di Concilio de
'Rento, al concebir la fe como obra meritoria del hombre, en 1. La fe no es obra
virtud de la cual el hombre es objeto del favor divino. La La fe mediante la cual somos salvos (Ef. 2:8) es un acto
moderna Teología católico-romana está volviendo al concepto puramente receptivo de la salvación, como la mano desnuda
bíblico de fe, aunque mezclándolo excesivamente con elemen­ del mendigo que pide una limosna, o como el tenedor prensor
tos existenciaüstas. 10 del alimento, o sea, es el instrumento subjetivo con que reci­
bimos la justificación; y aun esto, en virtud del don con que
CUESTIONARIO: Dios nos capacita para creer. Como dice Strong, “no es el
acto de un alma llena que da algo, sino el acto de un alma
I. ¿Cuál es el objeto de ¡a fe en sus aspectos general y espe­ vacía que recibe algo" “ (V. Rom. 3:28; 4:4,5,16). A la
cial? — 2. ¿Qué es lo que hace creíble el objeto de la fe? pregunta de los judíos: “¿Qué debemos H A C E R ..”, Jesús
— 3. ¿Qué es, en realidad, lo que induce a una persona a responde: “Esta cr la obra de Dios, que C R E A IS..." (Jn.
creer? — 4. Desviaciones del concepto bíblico de fe, a lo lar­ 6:28-29). La fe es llamada aquí “obra” en doble sentido:
go de la Historia de la Iglesia.61 porque es el acto que Dios requiere, y porque es el acto que
El capacita para hacer. Siendo la salvación de pura grada, la
fe no puede ser obra en virtud de la cual el hombre pueda re­
clamar derecho a la salvación. Aunque la fe debe ir acompa­
ñada del arrepentimiento y del amor para mostrar que es ver­
dadera fe salvífica, o sea, fe viva (de ahí la famosa máxima de
la Reforma: “Sólo la fe justifica, p a o no justifica la fe que
está sola”), sin embargo d amor y el arrepentimiento no
impulsan a la fe a recibir la justificación, sino que es la rege­
neración espiritual, como cambio introducido por Dios en d
corazón, la que provoca una tendencia subconsdente hada

16. O. c., p. 847.

15. V. mi libro C atoüdnno Romano, p. 156.


100 FRANCISCO LACUEVA EL PROCESO DE LA CONVERSIÓN 101

Dios, la cual culmina en la fe, siendo en realidad el arrepen­ Santiago dice que “el hombre es justificado por ios obras,
timiento y el amor consciente productos lógicos de la fe, hasta y no solamente por la fe” (2:24) y que “¡a fe , si no tiene
desembocar en un espíritu de obediencia (“paro obediencia de obras, es muerta en sí mismcT (2:17). Algunos exegetas su­
la fe" Rom. 1:5). perficiales pensaron equivocadamente que Santiago enseñaba
una doctrina opuesta a la de Pablo, y el mismo Lutero incu­
rrió al principio en esta equivocación, hasta tener por apócri­
2. La fe fructifica en obras fa la epístola de Santiago. Sin embargo, un estudio atento del
contexto nos aclara que no hay tal oposición, riño que Pablo
“La fe es hecha operativa mediante el amor" dice el y Santiago consideran el binomio “fe-obras” desde un ángulo
original de Gál. 5:6. No es extraño que el fruto de nuestra totalmente distinto: Pablo se refiere a las obras de la Ley
santificación (Rom. 6:22) sea el complejo de virtudes en raci­ como incapaces de justificamos ante Dios, mientras que
mo, que caracterizan una conducta cristian a, por obra del Santiago se refiere a las buenas obras del cristiano, como ma­
Espíritu Santo, Amor personal de Dios (V. Gál. 5:22-23, nifestación, ante los hombres, de una verdadera fe. Por eso,
donde el primer fruto es am or), que ha difundido el amor de en 2:14, Santiago apela a la fe viva, que se manifiesta en bue­
Dios en nuestros corazones (Rom. 5:5). De la misma manera nas obras, como necesaria para la justificación, al preguntar:
que un árbol vive de la savia que chupa del suelo mediante “¿De qué aprovecha si alguno dice que tiene fe, y no tiene
las raíces, y manifiesta su vitalidad y su condición sana en los obras?”. Adviértase que Santiago no se refiere al que tiene
buenos frutos que produce, así también nuestro espíritu chupa fe, sino al que dice que tiene fe, puesto que si tiene fe de
de Cristo la savia de justicia y de vida eterna mediante la veras, llevará necesariamente fruto de buenas obras.
raíz de la fe, y da fruto de buenas obras como manifestación
y consecuencia lógica de la vida que posee. El árbol no vive
3. La fe es susceptible de am orato y progreso
por medio de los frutos, sino por medio de las raíces; así
tampoco son las buenas obras las que nos salvan, sino que Lucas 17:5 supone este aumento. La oposición o contras­
somos salvos mediante la fe, debiendo producir obras buenas te entre “varón perfecto” y “niños” en Ef. 4:13-14 y otros
como prueba exterior de la fe que tenemos. Como dice lugares, nos evidencia esta posibilidad, la cual se explica por
Pablo en Efesios 2:8,10 “Por gracia sois salvos mediante la las siguientes razones:
fe; no POR obras..., creados en Cristo Jesús PARA buenas
obras...". No somos salvos por obras, sino para obras. A) En cuanto acto humano, la fe tiene un elemento in­
telectual, otro emocional y otro volitivo que son psíquicamen­
En Habac. 2:4; Rom, 1:17; Gál. 3:11; Heb. 10:38, te capaces de aumento.
encontramos que “el justo vive de la fe”. La expresión signi­
fica en realidad que “el que es justo por la fe, vivirá”, pues­ B) En cuanto obra de Dios en nuestros corazones, po­
to que la fe verdadera Oo mismo que el arrepentimiento) es demos recibir, bajo la operación del Espíritu Santo, nuevos
una actitud permanente que, como el ancla constantemente su­ incrementos de conocimiento, sensibilización y energía vo­
jeta, nos consigue la salvación final tras el primer instante de litiva.
nuestra también perenne justificación (V. Col. 2:6-7: por fe C) La fe es un recibir a Cristo, un posesionarse de
se recibe y por fe se anda). Cristo, un arraigarse en El. Así como las raíces de los árboles
102 ¿ANCISCO LACUEVA Quinta parte
crecen hundiéndose en la tierra, así también la raíz de nuestra
fe crece hacia dentro posesionándose más y más de Jesucristo.
Esto es lo que Pablo quiso expresar en Col. 2:6-7, al decir
que, de la misma manera que hemos recibido al Señor Je­
sucristo (por la fe), así hemos de crecer en El, cada 'tez más
“arraigados y sobreedificados en E l, y confirmados en la fe".
Y en Filipenses 3 :10ss., nos dice igualmente cómo él marcha­
ba, como un atleta hada la meta, posesionándose cada vez
más de Jesús: “...prosigo, por ver si logro asir aquello para
lo cuál fu i también asido por Cristo Jesús” (vers. 12).17

CUESTIONARIO:
I. ¿Por qué no es obra la fe? — 2. ¿En qué sentido se la lio­
rna “obra” en Jn. 6:29? — 3. S i se requiere el amor y el
arrepentimiento, ¿cómo decimos que la fe sola justifica? — 4.
¿Qué relación hay entre la fe y las obras? — 5. ¿Es la fe
un acto o una actitud? — 6. ¿¡Cómo se explica la aparente
contradicción entre Pablo y Santiago? — 7. ¿Puede la fe
aumentar? — 8. ¿Qué nos enseñan Col. 2.-6-7 y Flp. 3:10ss.
a este respecto?

La justificación
del impío

17. Analizaremos este texto cuando hablemos, en la 6.a Parte,


de la santificación.
LECCION 17.a CONCEPTO DE JUSTIFICACION

1. Nodóa de justificación
Strong define así la justificación: “Es el acto judicial de
Dios, por el que, en virtud de la obra de Cristo, al que ei
pecador está unido por fe, Dios declara que el pecador ya no
está expuesto a la pena que la Ley sanciona, sino que lo res­
taura a su favor y amistad.” 1 Por tanto, la justificación con­
siste en declarar justo al pecador, imputándole Dios la justi­
cia de Cristo.
El concepto de justificación depende del concepto de pe­
cado y de condenación. Recordemos que d pecado es un acto
contra Dios, d d que se sigue un estado de enemistad con
Dios; finalmente, el pecado constituye un poder interior o
disposición que indina constantemente al mal. Por tanto, si
nadie puede presentarse como justo ante d Dios infinitamente
santo, mucho meaos d que, por sus pecados, está contra
Dios. ¿Qué es lo que hace Dios para justificar al pecador que
está contra H y que nada puede hacer para salir de tal es­
tado?
Tengamos en cuenta que el pecado, como acto, es un
hecho irreversible; con toda reverencia podemos decir que
ni la omnipotencia de Dios puede borrarlo de nuestro pasado,
según d proverbio filosófico l o hedió no puede ser no-

1. Sjntoaattc Theology, p. 849.


106 FRANCISCO LACUEVA LA JUSTIFICACIÓN DEL IMPÍO 107
hecho” . Por tanto, respecto de este acto del pecado, Dios entre otros pasajes, muestra evidentemente que no se trata
tiene sólo una alternativa: o exigir su castigo por toda la eter­ de “'hacer justo a uno” . Por otra parte, Rom. 5:19 nos ense­
nidad, pesando siempre sobre el pecador la cólera de Dios ña que la justificación no es una mera declaración sobre
(Rom. 1:18), lo cual significa la condenación eterna, san­ el papel, tino una constitución, es decir, una firm e posición
cionada por la Ley, o no tenerlo en cuenta — pasarlo por de justicia ante Dios (“katastathésontai” = serán estableci­
alto— (Rom. 3:25; 2.* Cor. 5:19), descargando al pecador dos, no “poiethésontai” = serán hechos)*.
de su culpabilidad, y cargando la culpabilidad (en orden a
ia expiación de la pena) sobre otra persona que se haya he­
cho solidaria del pecador, ofreciéndose a sustituirlo (Is. 3. Elementos de la justificación
53:6; 2.a Cor. 5:21). Esta es la noción que explanaremos A) Un perdón del pasado. Al contemplarnos revestidos
con más detalle en la lección siguiente. de la justicia de Cristo, mediante la fe, Dios pierde de vista
y no tiene en cuenta nuestros pecados, basta quedar ante El
2. Terminología bíblica blancos como la tena blanca, pues Dios ha echado a su espal­
da nuestros pecados (¿puede alguien saber dónde está 1a es­
El Antiguo Testamento nos ofrece los vocablos “tsadeq” palda de Dios?)a, los ha sepultado en el océano de Su mise­
= ser justo; “tsideq” = hacer justo, declarar inocente; ricordia (océano sin fondo) y ya no se acuerda de ellos (Dios,
“hitsdiq” =* declarar justo, absolver; utsedeq” = justicia; que no tim e memoria, porque lo tiene todo presente, olvida
“tsadoq” = justo. La raíz “tsdq” implica siempre que existe nuestros pecados, como ti no k» hubiésemos cometido; cuan­
una declaración judicial de que la posición de una persona do a nosotros, que desaparecemos con el tiempo, nos cuesta
está en armonía con las demandas de la Ley (V. Ex. 23:7; tanto el olvidar tes ofensas que se nos hacen, incluso cuando
Deut. 25:1; Is. 5:23; Prov. 17:15). decimos que perdonamos). Véanse Is. 1:18; 43:25; 44:22;
En el Nuevo Testamento encontramos los vocablos “di- Jer. 31:34; Rom. 3:25; 4:5-8; 5:18-21; 2.a Cor. 5:19;
kaMT * justificar; “dikáioma” y “dikáiosis" = justificación. Gál. 2:17; Heb. 10:14; etc. Este perdón misericordioso de
Estos términos griegos comportan el mismo sentido legal o Dios está siempre a disposición del pecador justificado, cuan­
judicial que los vocablos hebreos antes citados. Con ellos tas veces caiga en pecado y lo confiese arrepentido ante Dios,
está relacionado el vocablo griego “dikaiosyne” = justicia. el único que lo puede perdonar.
La diferencia entre "dikáioma” y “dikáiosis” está en que el B) Una aceptación en el presente. A los creyentes nos
l.° indica el proceso en marcha de declarar a alguien justo, justifica Dios, aceptándonos a Su favor en el Amado (Ef. 1:6).
mientras que el 2.° indica el acto de declarar a alguien justo, Al aceptarnos como fustas, Dios no declara que seamos san­
cuando el proceso está ya terminado (V. M t 12:37; Le. 1:6; tos en nuestro interior, sino que, expiados nuestros pecados
7:29; 10:29; 16:15; 18:13-14; Rom. 4:6,8,25; 5:16,18,19; por Jesucristo, entramos en una nueva relación con Dios. En23
6:7; 8:10 a la luz de 8:33-34; 1.a Cor. 1:30; 2.a Cor. 5:19,
21; 1.a Tim. 3:16; Heb. 9:1; etc.). 2. Así no es exacta la traducción que hace la Authorised Ver­
La noción bíblica de justificación comporta un proceso o sión inglesa: “shall be made righteous
juicio (“krím a", en el griego del N.T.), y su sentencia es la 3. Comparando Ex. 33:23 con Jn. 14:9. pueden deducirse pro­
fundísimas consecuencias teológicas: Dios echa nuestro» pecados
opuesta a condenación (V. Rom. 8:33-34). Prov. 17:15, sobre Su H ijo (2.a Cor. 5:21).
108 FRANCISCO LACUEVA LECCION 18.a
NATURALEZA DE LA JUSTIFICACION
efecto, la justificación no debe confundirse con la santifica*
ción, pues ésta supone un cambio en la condición interior
(moral y espiritual) del pecador, mientras que la justifica­
ción es un cambio en la posición legal del pecador frente a la
justicia de Dios.
C) Una posición firm e frente al futuro. La justificación
no se reduce al perdón de los pecados, ni a una declaración
pasajera de aceptación favorable, sino que es una posición
estable: un estado que no cambiará jamás, ya que la justifica­
ción no se basa en una expiación personal del pasado, ni en la Hemos dicho en la lección anterior que, cuando Dios
firmeza de nuestra voluntad para perseverar en el futuro, sino justifica al pecador, no cambia su condición interior, sino que
en la imputación de la justicia de Cristo, hecha de una vez por lo declara justo en Su presencia. En otras palabras, la justi­
todas, como lo fue la imputación de nuestros pecados sobre ficación no comporta un cambio de impiedad a santidad,
Cristo en la Cruz (V. 6:10; 2.a Cor. 5:21; Heb. 10:12), sino un cambio en la posición legal del pecador ante Dios.
y en la fidelidad de Dios a Sus promesas, pues no puede arre­ Por eso, se suele llamar a la justificación una declaración
pentirse de Sus dones (Rom. 11:29). forense, porque es similar a la que se pronuncia en el “forum”
o tribunal de justicia. 4
CUESTIONARIO: Pero el contraste de la justificación forense humana can
la divina es muy notable: La justicia humana sólo puede de­
l. ¿Qué es justificación? — 2. ¿Cómo depende el concepto de clarar justo a un inocente. Por eso, leemos en Deut. 25:1:
justificación del concepto de pecado? — 3. ¿Qué comportan “Si hubiere pleito entre algunos, y acudieren al tribunal para
los términos bíblicos “tsadeq” (hebreo) y “dikaió” (griego)? que los jueces ¡os juzguen, éstas absolverán al justa, y con­
— 4. ¿Es la justificación una mera declaración? ¿Qué nos denarán al culpable ” Y, en consecuencia con esto, leemos mi
dice Rom . 5:19 a este respecto? — 5. ¿Qué expresiones usa Prov. 17:15: “E l que justifica al impío, y el que condena al
la Biblia para referirse al perdón de los pecados? — 6. ¿Es justo, ambas son igualmente abominación a Jehová.” La
lo mismo justificación que santificación? — 7. ¿Por qué es razón es obvia, porque todo juez justo, al hacer un justo jui­
la justificación una posición estable? cio, ha de declarar justo al que lo es, e injusto al que lo es.
Esto indica claramente que justificar significa declarar judo,
porque si pudiese significar hacer justa, o sea, convertir en
justo al injusto, eso no sería abominación a Jehová.

4. Seguimos en esta lección la línea de pensamiento de J.


M urray, o. t , pp. 117-131. V. también L. Berkhof, gyatemattc Theo-
logy, pp. 510-525.
110 FRANCISCO LACUEVA LA JUSTIFICACIÓN DEL IMPÍO 111

A la misma conclusión se llega examinando Rom. 8:33- codos; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga
34: "¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que fuim os nosotros curados... Jehová cargó en él el pecado de to­
justifica. ¿Quién es el que condenará?” El contraste entre dos nosotros” (Is. 53:5,6, comp. con 2.* Cor. 5:21). Por
condenación y justificación muestra aquí, como en Deut. eso dice Pablo que “por la justicia de uno, vino a todos los
25:1; Prov. 17:15; etc., que se trata de declarar justo y, hombres la justificación de vid a ...; por la obediencia de uno,
por tanto, de ser descargado de la acusación que sobre él los muchos serán constituidos justos” (Rom. 5:18,19).
pesaba ante los tribunales. No se trata de cambiar la condi­
ción interior del pecador, lo cual es propio de la regeneración Por tanto, la justificación del impío es un acto constitutivo,
y de la santificación. Cuando Dios justifica, hace de juez, por el que la justicia de Cristo (que llenó todos los requisitos
declarando justo al impío; cuando Dios santifica, hace de de la Ley, al cumplirla exactamente, y al sufrir sobre Sí la
cirujano, extirpando el cáncer del pecado. maldición que la Ley impone a los tranagresores) nos es im­
putada en virtud de la sustitución (pactada en d seno de la
Pero, ¿cómo puede Dios declarar justo al impío? Volva­ Trinidad) por la cual el Jesucristo justo (1.a Jn. 2:1) tomó
mos a Prov. 17:15: "E l que justifica al im pío, y el que con­ sobre sus espaldas nuestros pecados, para que nosotros fuése­
dena al justo, ambos son abominación a Jehová.” Compare­ mos gratuitamente revestidos de Su jtisticia (V. Is. 45:24,25;
mos el comienzo de este versículo con Rom. 4:5: "al que no 56:17; Rom. 8:33). Así pues, la justificación tiene un aspecto
obra, sino cree en EL QUE JUSTIFICA A L IMPÍO, su fe negativo: Dios descarga de culpabilidad al impío, cosa que
le es contada por justickf’. ¿Cómo puede ser un mismo acto sólo Dios puede hacer en su infinito amor, ya que Dios es d
“abominación” en Prov. 17:15, y un acto del Dios infinita­ directamente injuriado por el pecado; y asimismo un aspecto
mente santo en Rom. 4:5? ¿Cómo puede Dios en este acto positivo: Dios, en aras de Su infinita justicia, después de car­
“manifestar su justicia, a fin de que E l sea el justo, y el que gar sobre Jesucristo la expiación del pecado (el cual no puede
justifica al que es de la fe de Jesús” (Rom. 3:26)? quedar sin sanción) imputa d pecador la justicia de Cristo,
Sólo cabe una respuesta: En la justificación divina hay quien ha padecido en lugar del pecador, como si éste hubiese
un cambio de situación, porque aquí entra un nuevo factor satisfecho él mismo la pena. Y así, lo que ha sido justicia
que no puede hallarse en la justificación forense humana: al exigida a Cristo, se convierte en gracia para d pecador, quien
justificar al pecador, Dios declara justo al impío, pero no no ha hecho nada digno de ella, sino que se ha limitado a
falta con ello a la norma de Prov. 17:15, porque Dios es el recibirla como un puro regalo por fe (V. Hech. 13:39; 16:31;
único que puede constituir justo al que declara justo (Rom. 5: Rom. 3:20».; 4 :2 » .; 5:1ra.; 8:1,33-34; 10:3-4; 1.a Cor.
19); en otras palabras, Dios pone al pecador creyente en una 6:11; Gál. 2:16-17; 3:8-11; 5:4; Ef. 2:8-10; Flp. 3:9).
nueva posición legal ante El, otorgándole "el don de ¡a jus­ Basándose nuestra justificación en la perfectísima justicia
ticia” (Rom. 5:17). de Cristo, se comprende que el perdón de nuestros pecados
Pero, ¿cómo puede dar Dios libremente “el don de la sea total, que nuestra justificación sea irreversible, que todo
justicia” faltando a la justicia? Aquí entra de lleno el misterio intento de añadir algo “oteas, méritos, sacrificios, etc.) a la
de nuestra redención. La justicia de Dios da un fallo justo, obra de Cristo, perfecta de una vez para siempre (Heb. 10:
descargando su castigo sobre el pecador y su perdón sobre 12-14), sea un insulto a la gracia de Dios y a la justicia de
el creyente, porque se ha realizado una sustitución: Jesucristo Cristo; que todo lo tenemos de gracia; que somos justificados
“fue herido por nuestras rebeliones, m olido por nuestros pe- con Cristo, en Cristo y a través de Cristo. En fin, la justifi-
112 FRANCISCO LACUEVA LECCION 19.»
CONEXIONES DE LA JUSTIFICACION
ficación es un acto de la justicia de Dios, que puede declarar­
nos justos (siendo impíos interiormente) por habernos cons­
tituido justos en virtud de la justicia de Cristo, que es nuestra
mediante la fe en Su sangre, por obra de una admirable sus­
titución (unUrábile commerdum”, como dice un antiguo do­
cumento litúrgico).

CUESTIONARIO:
I. ¿Por qué se llama a la justijicación un acto jorense? — 2.
¿Puede un justo juez declarar justo a un implo? — 3. Pues, 1. Relación de la justificación con la santificación
¿cómo puede hacerlo Dios? — 4. ¿Cuál es la base sobre la
cual se asienta el acto por el que Dios constituye justo al pe­ Al constituimos justos con la justicia de Cristo, la jus­
cador creyente? — 5. ¿Qué verdades quedan iluminadas por tificación entraña no sólo el perdón de los pecados, sino tam­
el hecho de que somos justificados en virtud de la perfectísima bién la restauración del favor y de la amistad de Dios. En esto
justicia de Jesucristo? se distingue también la justificación forense humana, la cual
puede descargar de culpabilidad a una persona, pero no ofre­
ce ningún premio al supuesto delincuente. Lo mismo suele
suceder con el perdón humano. En cambio, el hijo pródigo
encuentra, no sólo el perdón, sino también el corazón amoroso
y la acogedora casa de su padre.
Pero la restauración al favor y a la casa del Padre supone
algo más que un vestido nuevo y un banquete de recepción.
Los hijos de Dios deben comportarse como núes, llevando en
su conducta los rasgos de familia (V. 2.a Ped. 1: 4ss.; 1.a
Jn. 3:1-3). Esto no lo hace la justificación por sí misma, pues
la justicia propia de Cristo no nos es infumUda, sino imputada.
Sin embargo, Dios sólo justifica a los que, por fe, están en
Cristo, y esto comporta la unión con Jesucristo, como miem­
bros de la Cabeza, pámpanos de la Vid, y piedras vivas del
Templo de Dios, así como la operación del Espíritu Santo en
nuestros corazones, primero por la regeneración, y después
por la santificación progresiva. Con ello, la justificación
no se detiene en el aspecto legal de declaramos libres de culpa,
114 FRANCISCO LACUEVA LA JUSTIFICACIÓN DEL IMPÍO 115

sino que implica la regeneración interior y abre el camino a la es producto de un puro favor de Dios; (b) positivamente,
santificación moral, aunque los tres conceptos son distintos. el fundamento de la justificadón es la perfecta justicia de
Cristo, que es imputada al creyente arrepentido en el momen­
to de la justificadón.
2. Relación de la justificación con la fe
B) En cuanto a la fe, su fundamento está en que es el
Ef. 2:8 expone con toda precisión la doctrina de la justi­ único acto por el que el hombre no obra, es decir, no pone
ficación, ai decir que somos salvos “de gracia, mediante la nada suyo mi orden a la salvadón, sino que se limita a reci­
f f ' \ en otras palabras, la salvación (aquí, sinónimo de justi­ bir, poniendo toda su confianza, toda su esperanza y todas
ficación) es un favor de Dios, que hacemos nuestro por medio sus exigencias, no en algo suyo, sino mi la justicia y en los
de la fe. Una vez más insistimos: no nos salva la fe, sino 1« méritos de Cristo y en el poder de Su Espíritu. Es cierto que,
gracia de Dios por medio de la fe, de la misma manera que para ser salvífica (viva), la fe tiene que ir acompañada d d
no es la cuchara la que nos alimenta, sino la comida que amor y del arrepentimiento, pero no son el amor y el arre­
tomamos con la cuchara. pentimiento (pues son obras) lo que nos justifica, sino la fe,
Así pues, la fe es como una cuchara vacía o una mano ten­ como órgano de apropiadón del puro favor divino.
dida hada Dios, para redbir el don de su grada y el alimento ¿Tiene la fe la misma fuerza en todos los creyentes? La
de su salvación. La fe es, por tanto, un acto humano (Dios fe no se mide por la cantidad, sino por la calidad. Cuando
da el don de la fe, pero no es Dios, sino el hombre, quien el Señor decía: “Hombres de poca fe” se refería a la calidad,
cree.) Por ser semejante a una mano vacía, la fe es un acto, pues El dijo también: “Si tuviereis fe como un grano de mos­
pero no es una obra por la que nuestro esfuerzo o nuestro taza...”. Un gramo de oro es tan oro como un kilo d d misino
mérito ponga algo en la tarea de la salvación. De ahí que el metal. Lo mismo pasa con d alimento: una cucharilla, llevada
Nuevo Testamento establece la misma contraposición entre a la boca de la mano de un niño, puede alimentar lo mismo
grada y obras que mitre fe y obras (V. Rom. 1:17; 3:22,28; que una cuchara llevada de la mano robusta de un adulto,
4:16; Gál. 5:4). En términos técnicos, diríamos que la fe porque no es la fuerza d d brazo, ni el tamaño de la cuchara,
es la causa instrumental subjetiva de la justificadón, no en el sino la calidad y cantidad de la comida, lo que alimenta.
sentido de que la fe produzca la justificación, sino en el sen­ Como dice A.H. Strong: “La fe débil justifica tan perfecta­
tido de que, por la fe, nos apropiamos la justicia de Cristo. mente como la fe fuerte, aunque no da una seguridad tan
fuerte de salvadón.” 0
3. Fundamento de la justificación por la le
4. Objeciones contra la justificación por la fe
Esto nos lleva de la mano a indagar sobre los fundamentos
de la justificadón por la fe. Aunque se trata de misterios, la Todas las objedones contra esta verdad suelen resumirse
Palabra de Dios nos presta suficientes elementos de juido en en la siguiente: La salvación por fe, sin obras, conduce ai
esta materia: libertinaje y a la corrupdón moral. Respondemos: Es cierto
A) En cuanto a la justificadón, diremos que (a) nega­ que la fe sola justifica; pero no justifica la fe que está seria,S
.
tivamente, no puede fundarse en ningún mérito u obra del
hombre, pues la justida propia siempre es imperfecta, sino que S. O. c., p. 865.
116 FRANCISCO LACUEVA LECCION 20.» LA ADOPCION FILIAL

ya que la fe se hace operante por el amor (Gál. 5:6) y mani­


fiesta su vitalidad dando fruto de buenas obras (Gál. 5:22;
Ef. 2:10); de modo que una fe que no manifieste su vitalidad
por medio de obras buenas, demuestra que está muerta en sf
misma (Sant. 2:17-20). No olvidemos que el justificado es
regenerado por el Espíritu y conducido por El a una santifica­
ción progresiva. La salvación no sólo comporta la gracia que
perdona la culpa del pecado, sino también la fuerza que libera
del poder del pecado. Es muy digna de reflexión la seria ad­
vertencia de Gardiner Spring: “Es cierto que el que ha sido 1. Noción de adopción
alguna vez cristiano, siempre es cristiano; pero también es La adopción divina es un acto del favor de Dios, por el
cierto que quien no es cristiano ahora, nunca fue cristiano.” 8 cual un cristiano, es decir, un creyente justificado, habiendo
nacido de nuevo por el Espíritu, al ser engendrado de Dios,
CUESTIONARIO: es colocado en la gloriosa posición de hijo y hecho heredero
de las promesas celestiales,
1. ¿Qué añade la justificación a un mero perdón? — 2. Cuál
es la relación entre la justificación y la santificación? — 3.
¿Qué significa el ser justificados “mediante la fe”? — 4. ¿En 2. Relación de la adopción con la regeneración
qué se funda la justificación del impío? — 5. ¿Por qué es la Al nacer de nuevo por el Espíritu (Jn. 3:3ss.), una perso­
fe el único acta humano que no es obra? — 6. ¿Justifica la na es engendrada por Dios (Jn. 1:13), recibiendo así una par­
fe débil lo mismo que la fuerte? — 7. ¿Induce esta doctrina ticipación de la naturaleza divina (2.a Ped. 1:4). Todo esto
a la corrupción moral? sucede en el orden moral-espiritual, como puede verse por el
contexto de 2.» Ped. 1:4, no en el orden fisico-óntico, ya que
sólo las tres personas divinas pueden poseer la naturaleza di­
vina en sentido óntico y propio.
Al haber nacido de Dios, el creyente entra a formar parte
de la familia divina y, por tanto, queda adoptado como
hijo (pues por naturaleza no lo era) y adquiere derecho a la
herencia divina; una herencia gloriosa, digna de las riquezas
y magnificencia de Dios, y tanto más preciosa cuanto que no
es menester que di Padre muera (no puede morir), para que
los hijos entren a tomar posesión de la herencia.
El griego del Nuevo Testamento usa dos palabras dife­
rentes para designar esta filiación de los creyentes: “téknon”
6. En Loa n distíntíros del verdadero cristiano, p. 81. El
subrayado es suyo.
118 FRANCISCO LACUBVA LA JUSTIFICACIÓN DEL IMPÍO 119
y uhyiódn. Los dos significan “hijo” en castellano, pero en es un acto judicial, por el cual un creyente ya no es considera­
griego existe entre ambas palabras la misma diferencia que do como un extraño a la familia, sino que es situado en posi-
hay en inglés entre “child” y “son” ; d primer término provie­ sión legal de hijo, con pleno derecho a la herencia.
ne del verbo “tíkto” = dar a luz; en este sentido, el creyente Pero la adopción no se identifica con la justificación; va
es hecho “hijo” al ser nacido de Dios (V. Jn. 1:12-13); d más allá. Por la justificación, el hombre pecador es descarga­
segundo término no implica un cambio de naturaleza como el do de su culpabilidad y restituido al favor y amistad de Dios.
primero, sino un cambio de posición; adquirir la “hyiothesüf' Por la adopción, se da un paso más: Dios nos considera ya,
o “adopción” , pues “hyiothcsía” significa “posidón de hijos”, no sólo como amigos, sino también como hijos.
que es como una mayoría de edad, una puesta de largo 0a
toga viriüs de los romanos) y, por tanto, una posición de Consecuencia de esta adopción filial es la “parrhesia"
libertad, como compete a los que son movidos por d Espíritu = completa confianza para hablar a uno cara a cara, que la
(comp. Jn. 3:3-8 con Rom. 8:14-15, y Jn. 8:32-36 con 2.a sangre de Cristo nos ha proporcionado a fin de que podamos
Cor. 3:17) y que no están ya bajo la tutoría de un ayo. entrar osadamente en el Santísimo y dirigimos al Trono de la
gracia (V. Heb. 4:16; 10:19). Si somos hijos de Dios, no
Así como somos engendrados en el Hijo, hechos confor­ necesitamos intermediarios para dirigimos al Padre. Un prín­
mes a la imagen del Primogénito (Rom. 8:29), así también cipe no necesita recomendación alguna para ser recibido en
somos adoptados en El y hechos con El coherederos del Cielo audiencia por el rey, su padre.
(Rom. 8:17).
Todo esto implica que Dios Padre, d Dios y Padre de
Nuestro Señor Jesucristo (Rom. 15:6; 2.a Cor. 1:3; 11:31; 4. El derecho a la herencia
Ef. 1:3; 1.a Ped. 1:3), es también nuestro Padre. Sólo en un
sentido muy amplio, y peligrosamente ambiguo, puede decirse Al ser adoptados por hijos, los creyentes adquieren de­
que Dios es “Padre” de toda la humanidad. El hombre es, recho a la herrada que es la vida eterna (Rom. 8 :14ss.). La
por naturaleza, “W/o de ira" (Ef. 2:3), esclavo del pecado, vida eterna, o "zoé aiónios” en el griego del Nuevo Testamen­
creatina de Dios, pero no hijo. Sólo los nacidos de nuevo to, es la misma vida de Dios, que estaba por derecho propio
son hijos de Dios; sólo ellos tienen a Dios por Padre. Siempre en Jesucristo, y que El vino a damos en abundancia (V. Jn.
que en el Nuevo Testamento se llama “Padre” a Dios, esta 1:4; 5:26; 6:27,40,47,54,57,58; 10:10). Esta vida eterna
palabra hace referencia a Jesucristo o a los creyentes. Lo se adquiere ya en el momento en que uno llega a ser un ver­
mismo sucede con la palabra “hermanos” : sólo se aplica (en dadero creyente (Jn. 3:15-1 ó), pues ese es el momento en que
el orden espiritual) a los creyentes, quienes, por ser hijos de uno recibe el Espíritu prometido (Hedí. 2:39; Rom. 8:17;
Dios, son verdaderos hermanos entre sí.3 Gál. 3:14; 4:6; Ef. 1:13; 2.a Ped. 1:4), pero se consuma y
revela en todo su apogeo en la gloria futura. De ahí, la cone­
xión que Rom. 8:30 y 1.a Cor. 1:30 establecen entre la jus-
3. Rdadón de la adopción con la justificación tificadón y la glorificación. Por ello también, la adopdón in-
cluye, como la gjorificadón, la resurrección final o “reden­
La adopción es una consecuencia de la justificación. De ción" de nuestros cuerpos (V. Rom. 8:23; 1.a Cor. 1:30).
la misma manera que la justificación, también la adopción
120 FRANCISCO LACUBVA Sexta parte
CUESTIONARIO:

1. ¿Qué entendemos por “adopción divine/*? — 2. ¿Qué rela­


ción tiene la regeneración espiritual con la adopción de hi­
jos? — 3.¿Qué diferencia hay entre el nuevo nacimiento y la
adopción? — 4. ¿Es Dios el Padre de todos los hombreé? — 5.
¿En qué se parece la adopción a la justificación, y en qué se
diferencia? — 6. ¿Qué consecuencias se deducen de esto en
relación con nuestro acceso a Dios? — 7. Qué comporta el
derecho a la herencia divina?

La santificación
LECCION 21.* CONCEPTO DE SANTIFICACION

1. El poder del pecado


Ya vimos anteriormente que el pecado tiene tres aspec­
tos: acto, estado y poder. Por la justificación, el acto del
pecado queda perdonado, y el estado de enemistad con Dios
es cambiado en estado de amistad y de filiación divina. Pero
queda todavía dentro de nosotros el poder del pecado (V.
Rom. 6:20; 7:14-25). Este poder del pecado queda contra­
rrestado (“destruido” es una mala traducción del griego
katargethé en Rom. 6:6) mediante el poder y la grada del
Espíritu Santo, quien cambia el corazón del hombre mediante
la regeneración espiritual y el “nuevo nacimiento”, que son
instantáneos como la justificación, y mediante la santificación
que requiere un proceso continuo hasta la hora de nuestra
muerte.

2. Noción de santificad^
La santificación es un proceso continuo de docilidad al Es­
píritu Santo, quien, habiendo regenerado nuestro interior,
mantiene y fortalece esta interna disposición de santidad ini­
cial. Esta definición implica:
A) Que, aunque en nuestra regeneración espiritual el co­
razón ha cambiado de orientadón, quedan todavía tendencias
malas que deben ser sometidas (V. Jn. 13:10; Rom. 6:12). El
pecado ya no reina en el creyente, peto todavía habita en
é l.1
I. V. A.H. Strong, Syiter o flc Theolofy» pp. 869-870.
124 FRANCISCO LACUEVA LA SANTIFICACIÓN 125

B) Que, por tanto, el creyente justificado alberga dentro El Nuevo Testamento emplea el adjetivo “hágios” = san­
de sí dos tendencias contrarias o dos centros de gravitación; to, y el verbo “hagiázo” = santificar, con el mismo sentido
en una palabra, dos naturalezas: la del viejo Adán, por la que los respectivos términos hebreos “qadosh” y “qadash” .
cual se siente inclinado al egocentrismo, o sea, al pecado; Por tanto, también expresan primordialmente la idea de se­
y la del postrer Adán, creado según Cristo en justicia y san­ paración. Sinónimos de “hágios” son: (a) “hierás” = sagrado,
tidad (Ef. 4:24), por la cual se siente inclinado hada Dios que se aplica principalmente a cosas (V. 1.a Cor. 9:13; 2.a
y hacia el bien. La coexistencia de estas dos naturalezas Tim, 3:15); (b) “hásios” = santo, aplicado a personas o
en el creyente, provoca un conflicto constante de por vida. cosas libres de iniquidad (V. Hech. 2:27; 13:34,35; 1.a Tim.
2:8; Tito 1:8; Heb. 7:26; Ap. 15:4; 16:5); (c) “hágnos”
Q Que la victoria en este conflicto se consigue mediante = puro, libre de impureza en sentido ético. El adjetivo “há­
el poder del Espíritu, quien fortalece nuestra fe para que gios” adquirió rápidamente un sentido de «antiHaH moral o
andemos por el camino de la santidad, “arraigados, estableci­ ética, sentido que no tuvo en un p rin cip io .
dos y confirmados” en Cristo, así como Le recibimos (Col.
2:6-7).
D) Que no es suficiente con conocer nuestro estado de 4. Historia del concepto de santificación
tensión entre ios dos polos, sino que es preciso entregarse El moralismo que caracterizó los escritos de los primeros
de lleno a la obra de la santificación, mortificando las ten­ llamados “Santos Padres de la Iglesia”, determinó tnmhiAn
dencias del pecado, dejando el molde del mundo y transfor­ las futuras desviaciones de los teólogos:
mando nuestros criterios y nuestra conducta, con las antenas
siempre alerta a la voz y a la acción del Espíritu, quien A") El Sacramentalismo, por el cual se pensó que el
nos indica en cada momento cual es la voluntad de Dios Bautismo de agua o ritual limpiaba de los pecados pasados,
“buena, agradable y perfecta” (V. Rom. 12:1-3). mientras que los pecados posteriores al Bautismo debían ser
expiados a fuerza de penitencias y buenas obras.
B’) El Asceticismo consiguiente, con el natural incre­
3. La terminología bíblica mento de la vida monástica, llamada “estado de perfección”,
porque en ella se creía ver una mayor oportunidad de consa­
El hebreo del Antiguo Testamento usa la raíz qdsh para gración a Dios, de expiación de los pecados y de ejercicio
expresar el concepto de santidad. Así tenemos: el verbo heroico de las virtudes.
qadash — santificar, el nombre qodesh y el adjetivo qadosh
C) La intrusión del concepto de grada como omiMnii
= santo. L a etimología más probable es la raíz qad, que sig­
nifica “cortar”. Por eso, la significación primordial del tér­ infusa que proporciona formalmente la participación de la
mino “santo” es “cortado” , segregado, del mundo y de lo naturaleza divina y el perdón de los pecados, con lo que se
profano, para ser consagrado a Dios. Esta posición de per­ confundió la justificación con la santificación.
sona consagrada a Dios, propia de todo creyente y manifiesta La Reforma restableció el concepto bíblico de santifica­
—por la preposición eis con acusativo— en el texto griego ción, como proceso continuo de la acción del Espíritu en el
de la fórmula del Bautismo (V. Mt. 28:19), constituye la interior del creyente, distinguiéndolo claram en te de la jus­
santidad óntica. tificación, que comporta una posición legal ante Dios. Sin
126 FRANCISCO LACUEVA
LECCION 22.*
NATURALEZA DE LA SANTIFICACION
embargo, mantuvieron la íntima conexión entre justificación
y santificación mediante el ejercido de la fe en ambas (Col.
2:6-7). El Pietismo y d Modernismo las separaron demasiado,
hasta desembocar en d Perfeccionismo. La Teología Liberal
ha hecho de la santificación un mero proceso de mejoramiento
moral mediante la correcdón psicológica d d carácter perso­
nal.

CUESTIONARIO:
I. ¿Por qué es necesaria la santificación después de la justi­ 1. Verdadera naturaleza de la santificación
ficación? — 2. ¿Cómo se define la santificación? — 3. ¿Qué
consecuencias prácticas implica el concepto de santificación* Hay quienes piensan que la santificadón consiste en la
— 4. ¿pon qué términos expresa la Biblia el concepto de obra del creyente, d cual, teniendo dentro de sí la vida im­
santidad? — 5. ¿Cómo ha evolucionado en la Iglesia el con- plantada por d Espíritu Santo en d momento de la regenera­
cepto de santificación? ción, procura sacar de (ficho manantial nuevos elementos y
energías, mediante un proceso psicológico de auto-persuasión
en virtud de los motivos de moralidad que le presenta la fe.
Nada más falso que esta idea.
El Nuevo Testamento nos presenta la santificación como
una obra de Dios (V. 1.* Tes. 5:23), y más espedficamente
d d Espíritu Santo (Rom. 8 :14), quien va cincelando en nues­
tro ser la imagen del Primogénito, Jesucristo (Rom. 8:29). Es
cierto que esta obra de Dios exige también nuestra coopera­
ción (V. 1.a Cor. 15:10); pero esta cooperación, más que
un esfuerzo por mejorarse, comporta una docilidad al Es­
píritu, a la obra de Dios que trabaja en d interior (V. 1.a
Cor. 3:7). La santificación es d progreso d e la vida divina
en nosotros, y la vida crece de dentro afuera. A una planta
no se la hace crecer tirándole de las hojas, uno con d riego
y el abono d d sudo.
Por tanto, la obra de la santificación se efectúa en el
interior del corazón, desde d fondo mismo d d subconsciente,
de modo que este progreso no aparece directamente a la con-
128 FRANCISCO LACUEVA LA SANTIFICACIÓN 129

ciencia del individuo, aunque éste puede y debe hacerse 2. Loa dos aspectos de la santificación
consciente de él, de alguna manera —indirectamente— , me­ La Sagrada Escritura nos presenta la santificación en dos
chante el “test” de los frutos de una vida santa. Pero tampoco aspectos complementarios y simultáneos: mortificación del
debe angustiarse demasiado cuando no le parezca estar pro­ cuerpo de pecado, y avivamiento de la nueva vida, implanta­
gresando en la virtud, pues la acción del Espíritu es semejan­ da en la regeneración espiritual:
te a aquella semilla que un sembrador salió a sembrar y
después se volvió a casa, y, mientras él dormía, la semilla iba A) La mortificación del hombre viejo comporta el pro­
germinando basta salir un tallo, después la espiga, y luego ceso llamado “purificación” 4 Es consecuencia de nuestro na­
producir fruto maduro en la espiga (Me. 4:26-29). cimiento a la vida divina, siendo ahora hijos de Dios (V. 1.a
Es fácil sucumbir a la tratación de impaciencia, tanto en Jn. 3:1-3). La palabra “puro” viene del griego “pyr” = fue­
nuestra propia santificación, como cuando contemplamos el go, porque así como el fuego limpia y aquilata los metales pre­
aparentemente poco progreso de nuestros hermanos en la fe ciosos, así también la purificación es un aspecto de la santi­
ficación por el cual nuestras almas y nuestros espíritus se des­
(o la lenta y escasa cosecha de nuevos creyentes). Pensamos
quizá que el Espíritu Santo dormita, como Jesús en la popa prenden del óxido y de la contaminación del pecado. El
Apóstol llama a este proceso “crucifixión”, porque al morti­
de la nave, y desearíamos tirar de El para que se diese más
ficar el cuerpo de pecado, nos unimos con Cristo-Cabeza,
prisa. Pero Dios tiene su tiempo, su “kairós" —que no siem­
pre coincide con el “chrónos” de nuestros relojes humanos— crucificando los miembros de una cabeza ya crucificada, y
y ejecuta su plan de salvación dentro de los designios de Su así quedamos también crucificados al mundo, como el mundo
lo está para nosotros, pues la cruz indica contradicción:
Sabiduría infinita, sin llegar nunca a destiempo -—demasiado
pronto o demasiado tarde— , sino siempre e tiempo, porque dos palos cruzados, o sea, la voluntad humana contra la vo­
luntad divina. Por eso, Jesús sufre en la Cruz la contradicción
trabaja desde la eternidad. Nuestra impaciencia se basa en
que, como dice A.H. Strong 23 intentamos practicar en nuestra de Cielos y Tierra, para salvarnos de la enemistad con Dios
vida religiosa una fotografía demasiado rápida. Nuestras fotos (V. Rom. 6:6; G*L 2:20; 5:24; 6:14).
resultan pobres, porque nuestros negativos son débiles. No B) El reavivamiento del “hombre nuevo" comporta el
le damos a Dios en nuestras poses el suficiente tiempo para ejercido de la nueva vida en una direcdón positiva. El Espí­
sacar un buen parecido. Un estudiante de un Colegio preguntó ritu fortifica nuestro espíritu y lo conduce a toda virtud
al Rector si podría hacer el curso en menos tiempo que el (V. 2.a Ped. l:4ss.), tomando el control de todas nuestras fa­
programado por la Sacretaría de estudios. El Rector le con­ cultades (Rom. 8:4,14). Por eso, la santificadón es como un
testó: “Oh, sí, pero eso depende de lo que Vd. quiera llegar entregar al Espíritu Santo todas las llaves de nuestro corazón,
a ser. Cuando Dios quiere hacer una encina, se toma cien para que tome posesión de todos los aposentos (no sólo de la
años; pero cuando quiere hacer una calabaza, le bastan seis habitadón de huésped) y los consagre y controle. Tenemos
meses.” * muchos rincones en nuestro corazón, y cuando alguno de ellos
queda sin entregar al Espíritu, es señal de que allí tenemos
entronizado un ídolo, cuyo altar nos negamos a derribar. Es
2. O. c., p. 869.
3. Citado por A.H. Strong, o. c., p. 871. 4. De ella tratarem os o í detalle en la lección 25.a
130 FRANCISCO LACUEVA LECCION 23.* LOS MEDIOS DE SANTIFICACION

aquí donde tienen cabida las “obras buenas” como fruto de


la salvación adquirida: “creados en Crista Jesús para buenas
obras, ios cuates Dios preparó de antemano para que anduvié­
semos en ellas.” (Ef. 2:10).
Los dos aspectos son, como hemos dicho al principio,
simultáneos y complementarios. Una purificación que no fuese
acompañada del crecimiento espiritual, sería una labor pura­
mente negativa. Una santificación que olvidase la lucha contra
el pecado, sería un peligroso misticismo. En la medida que la
vieja estructura del pecado va desapareciendo, se adivinan 1. La agenda principal de santificación
los contornos de la nueva construcción. Como dice Berkhof:
“G radas a Dios que la erecdón gradual del nuevo edificio no El agente principal de la santificadón, repetimos, es el
tiene que esperar a que el viejo esté completamente demolido; Espíritu Santo. Es preciso insistir en esto, prindpalmente en
de lo contrario, nunca podría el nuevo comenzar su edifica­ nuestros días, en que el activismo parece Senario todo, empe­
ción en esta vida.” 8 zando por la evangelizadón, y en que la Teología se está con­
virtiendo en Antropología puesto que el hombre ocupa el
primer plano en todos los terrenos, mientras la acción de Dios
CUESTIONARIO:
es relegada a seguíalo término, cuando no es olvidada por
I. ¿En qué consiste primordialmente ¡a obra de la santifica­ completo. Es derto que el hombre coopera mi la obra de la
ción? — 2. ¿Cómo y por quién se realiza esta obra? — 3. santificadón, pero esta misma cooperación se efectúa en
¿Dónde se operan ¡as transformaciones que el Espíritu rea­ virtud del poder que el Espíritu imparte sin cesar.
liza? — 4. ¿Podemos apresurar desde fuera el curso de nues­ El Espíritu Santo realiza esta tarea, no móflante la pro­
tra santificación? — 5. ¿Cuál es el aspecto negativo de la san­ ducción y aumento de una cualidad infusa llamada “grada
tificación y cómo se lleva a cabo? — 6. ¿Cuál es el aspecto santificante”, como enseñaba la Teología Escolástica, sino
positivo de la santificación? — 7. Es preciso acabar la tarea directamente, tomando el control de nuestras facultades y
de la purificación (la “vía purgativeP), para pasar a la contem­ transformando progresivamente nuestros criterios, moldeando
plación y unión con Dios?5 nuestros sentimientos de acuerdo con los de Jesucristo (V.
Flp. 2:5), y fortaledendo las decisiones de nuestra voluntad.
También d cuerpo es afectado por esta obra, en cuanto que
es el gesto expletivo y el instrumento de las decisiones del
espíritu. Tanto d alma como el cuerpo llegarán a la perfección
en el día de la resurrección final, cuando un cuerpo espiritua­
lizado y glorioso será el instrumento ideal de un alma y de
un espíritu “sin mancha rú arrugar (Ef. 5:27).

5. Sjrstamatic Tfceology, p. 533.


132 FRANCISCO LACUEVA LA SANTIFICACIÓN 133

2. Medio subjetivo: la fe A) La Palabra de Dios. La labor principal de la Refor­


ma consistió en entronizar la Santa Biblia, la Palabra de Dios,
La santificación es un progreso en la regeneración y una en medio de la Iglesia. Espíritu y Palabra van siempre de la
consecuencia de la justificación. Por eso, el medio subjetivo mano. El Espíritu opera la conversión y la santificación por
de la santificación es también la fe (V. Hech. 15:9; Rom. medio de la Palabra; y la Palabra obtiene su eficacia regenera­
1:17). Hay creyentes que, sabiendo muy bien que la justifi­ dora y santificadora en virtud del Espíritu que la vivifica. La
cación es por fe, se equivocan lamentablemente pensando que Biblia en sí misma no tiene fuerza espiritual; es como un
la santificación es por obras. La santificación es tan obra de cuerpo, por bello que sea, pero sin alma; y son muchos los
la gracia de Dios como la justificación; por tanto, así como que equivocadamente atribuyen a la Sagrada Escritura, a la
recibimos la justificación por fe desnuda, así también somos letra de la Biblia, una especie de influjo mágico, que automá­
santificados por fe (V. Gol. 2:6-7), ya que la santidad no ticamente actúa en los lectores. Pero, cuando las Sagradas
consiste en el aumento de una cualidad, sino en el progresivo Letras (“hiera grámmata” 2.a Tim. 3:15) son vivificadas, in­
enraizamiento en Cristo. El incremento lo dará Dios (1.a terpretadas y aplicadas a una persona por el Espíritu de Dios,
Cor. 3:6-7); lo nuestro es el echar raíces (en contraste con resultan di medio primordial de santificación (2.a Tim. 3 :16-
Le. 8:13). 17. V. también Sal. 119:105; 1.a Ped. 1:22; 2:2; 2.a Ped.
Por lo dicho se advierte que la fe de que hablamos no es 1:4,19).
un mero asentimiento intelectual a las verdades del Evange­
B) Las Ordenanzas (que algunos llaman Sacramentos)
lio, sino un recibir a Cristo en nuestras vidas y un entregar­
son también medios especiales de gracia, aunque no son me­
nos por completo a El (V. 2.a Cor. 3:18; Ef. 4:13; 1.a Jn. dios de una gracia especial (sacramental), en cuanto que,
3:3). Así se comprende que el agente principal de la santifi­ como símbolos ordenados por Jesucristo y “palabras en ac­
cación, el Espíritu Santo, efectúa su tarea en nosotros copian­
ción”, contienen una vivida representación de las verdades
do en nuestro ser los rasgos de Jesús, de forma que cada cris­ nucleares del Cristianismo. Por eso, el Espíritu las emplea,
tiano sea una copia de Jesucristo en la medida en que se deja en subordinación a la Palabra, para excitar la fe del creyente
conducir por el Espíritu de Cristo. Esta conducción se mani­
y darle una ocasión de confesión y testimonio (V. Rom.
fiesta claramente en el cumplimiento de la voluntad del Pa­
6:3; I a Cor. 12:13; U to 3 :5 ; 1.a Ped. 3:21).
dre. Por eso, por haber recibido el Espíritu “no por medida"
(Jn. 3:34), es por lo que el alimento de Jesúr —todo el afán Q La Providencia que Dios tiene de sus elegidos, tanto
de su vida— « a cumplir la voluntad del Padre (Jn. 4:34). en lo próspero como en lo adverso, es también un gran medio
de santificación. Dios siempre está trabajando, incluso en el
día de reposo, en la tarea de la salvación (V. Jn. 5:17). El
3. Los medios objetivos ordena todo para nuestro bien (Rom. 8:28). El lleva a
feliz término lo que empieza (Flp. 1:6; 1.a Tes. 5:23). Su
Si el medio subjetivo de la santificación es la fe, por la poda duele a veces, pero los sufrimientos que El envía están
cual ponemos nuestros ojos en el que es Autor y Consuma­ destinados a nuestra purificación y progreso (Jn. 15:2; 1.a
dor de ella (Héb. 12:2), los medios objetivos son los que sus­ Cor. ll:2 7 ss.; Heb. 12:5-6), e incluso a completar lo que
citan, aquilatan y aumentan la fe. Dichos medios son los falta a los sufrimientos de Cristo para la aplicación de la
siguientes: Redención (Col. 1:24).
134 FRANCISCO LACUEVA LECCION 24.» LAS BUENAS OBRAS

D) La Comunión con los hermanos en la fe es también


un medio poderoso de santificación, pues supone y comporta
la acción mutua de un testimonio, de un consuelo, de un
aliento y de una expansión de nuestra comunión con Jesucris­
to (V. el programa de la Iglesia primitiva en Hech. 2:42).
B) La plegaría u oración es un gran medio de santifica­
ción, pues consiste esencialmente en una perfecta sintonía con
la voluntad de Dios, para asociarnos a El en la tarea de pro­
porcionamos a nosotros mismos y a los demás las cosas que
realmente convienen. Esto lo hacemos por medio del Espíritu, En la lección 16.» hemos tratado de las obras en relación
quien nos enseña a orar como conviene, según la voluntad con la fe. Ahora vamos a analizar el concepto de obra buena
de Dios (V. Rom. 8:26-27). en relación con la santificación. Podemos adelantar que, así
como la vida anterior a la conversión se expresaba en obras
Cuando los medios aquí indicados —meditación de la malas, así la nueva vida originaba en la regeneración y con­
Palabra de Dios, Ordenanzas, paciencia, comunión fraternal y tinuada en la santificación, se expresa en obras buenas. * Ya
oración— se descuidan o abandonan, el tono general de la dijo d Señor que d árbol se conoce por sus frutos (M t 7:16-
vida cristiana decae, y la santificación sufre un lamentable 17), y las obras buenas no son otra cosa que los bunios fru­
retraso. tos d d buen árbol de la fe cristiana.

CUESTIONARIO: L Concepto de «obra buena»


1. ¿Cuál es el agente principal de la santificación — 2. ¿Por Al hablar de “buenas oteas”, no queremos indicar que
qué es preciso enfatizar la acción del Espíritu Santo? — 3. las acciones humanas, ni siquiera las del creyente, puedan
¿Cuál es el medio subjetivo de la santificación y cómo actúa? cumplir con todos los requisitos que demanda la ley divina,
— 4. ¿Cuáles son los medios objetivos de la santificación? de modo que puedan merecer la vida eterna. En nuestro
— 5. ¿Qué consecuencias se siguen del descuido de estos libro Catolicismo Romano T, explicamos d concepto de "mé­
medios?67 rito” según la Teología Católico-Romana, en d sentido de
que nuestras buenas obras, hechas mi grada (con la grada
santificante infusó), merecen la vida eterna en justicia. Contra
esta afirmadón, están las daras palabras d d Señor: “Voso­
tros, cuando hayáis hedió todo lo que os ha sido ordenado,

6. V. L. Berkhof, <kc , p. 540.


7. Pp. 147-150.
136 FRANCISCO LACUEVA LA SANTIFICACIÓN 137

decid: Siervos inútiles somos, pues lo que debíamos hacer, 3. Necesidad de tas buenas obras
hicimos” (Le. 17:10).
Como ya hemos insinuado antes, las obras buenas son ne­
Esto no quiere decir que Dios no apruebe nuestras bue­ cesarias como manifestación de una vida regenerada. No
nas obras. Más aún, El ha prometido recompensa incluso por porque sean necesarias para merecer la salvación, ni para con­
un vaso de agua fresca dado en Su nombre (Me. 9:41). El servar la salvación adquirida, sino porque somos miembros
Nuevo Testamento habla frecuentemente de recompensa por de Jesucristo, y esta unión no puede menos de llevar fruto:
las buenas obras (V. Mt. 10:41,42; 1.a Cor. 3:8,14; 9:17; "Y o soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en
Col. 3:24; 2.a Tim. 4:8; Ap. 22:12). Pero una cosa es hablar
mí, y yo en él, éste lleva mucho fru to ” (Jn. 15:5).
de recompensa prometida, y otra cosa, de recompensa mere­
cida. Sin embargo, es éste un asunto en que sería muy fácil Las obras buenas son también necesarias: (a) en actitud
llegar a un acuerdo, si no estuviese por medio la definición de obediencia a la Ley de Cristo (1.a Cor. 9:21); (b) como
dogmática del Concilio de Trento, según el cual las obras del “test” de una verdadera conversión (V. 2.a Ped. 1:10).
justificado pueden realmente merecer ("vere mereri”) no
sólo un aumento de gracia y de gloria, sino la misma conse­
cución de la vida eterna ("ipsíus vitae aeternae consecutio- 4. ¿Puede el inconverso hacer buenas obras?
nem"), con tal que muera “en gracia” . 8 Un hombre con las piernas sanas puede, a veces, dar
malos pasos; pero un cojo no puede dar un paso a derechas.
2. Características de las buenas obras De la misma manera, un creyente es siempre imperfecto y
puede cometer pecados, sin desviarse por eso habitualmente
A) Las buenas obras son, como hemos dicho, frutos de del camino que le marca el Espíritu Santo (comp. el “hemos
un corazón ya regenerado. Su base está en la gracia divina, pecado” de 1.a Jn. 1:10, con el “no practica el pecado” de
que les presta su fuerza, su recta dirección y su noble motivo 1.a Jn. 3:8,10), mientras que un inconverso puede ser, desde
(por amor y para gloria de Dios). No se hacen sólo por el punto de vista meramente humano, más honesto moralmen-
cumplir la Ley, sino para hacer la voluntad de Dios (V. Mt. mente, pero sin que sus actos merezcan el nombre de “buenas
15:9). obras”. Es cierto que muchos de los no creyentes guardan ex­
B) Las buenas obras, por muy noble que sea su motivo, ternamente la Ley y aborrecen el crimen; incluso pueden obrar
siempre quedan por debajo de la perfección que demandan la por motivos generosos y laudables, gratos a Dios, cuya imagen
Ley y el Sermón del Monte, pues, debido a nuestra debilidad en ellos no se ha borrado totalmente por el pecado. Pero dio
mientras caminamos por esta vida, todas las obras buenas es también debido a la gracia común que Dios imparte univer­
juntas representan solamente una obediencia parcial a las salmente y a nadie la niega.
exigencias de la santidad de Dios y de la perfección de Su Sin embargo, todas estas obras, desde el punto de vista
divina Ley (V. 1.a Jn. 1:8,10; Sant. 3:2). de la salvación, tallan por su base, ya que no nacen de un
puro amor (“agápe”) de Dios, ni se dirigen a Su gloria en obe­
diente sujeción a Su divina voluntad. Ahora bien, como co­
8. Sesión VI, canon 32 (V. Denzinger-Schonmetzer, Enchiridion rrectamente formuló Agustín de Hipona, faltándoles el único
Sym boloniin..., n.° 1582). verdadero y noble fin que determina la cuaüficación teológica
138 FRANCISCO LACUEVA LECCION 25.a LA PURIFICACION

de los actos humanos, es preciso asegurar que tales obras de


los no creyentes tienen ya su premio en esta vida. De tales
“buenas obras” de los inconversos, decía Agustín que eran
“grandes pasos, pero fuera del camino” . El caso de Comelio
en Hechos 10 no es ningún argumento en favor de los incon­
versos, pues Comelio era ya un creyente en Dios y en las
promesas del Mesías, antes de escuchar las Buenas Noticias
de la Redención ya conseguida en el Calvario; de ahí que sus
plegarias y sus limosnas fuesen aceptables a D ios.H
Si las obras buenas nos ofrecen un aspecto de la santifi­
cación, en cuanto que son frutos positivos de salvación, la
CUESTIONARIO: purificación del corazón supone el aspecto negativo de esto
1. Concepto de “obra buena”, — 2. ¿Es lo mismo “obra bue­ tarea, en cuanto que implica la liberación del podar del mal
na” que “mérito”? — 3. ¿Son perfectas nuestras buenas en virtud de la ación del Espíritu Santo, a la cual hemos
obras? — 4. ¿Por qué son necesarias las buenas obras? de sometemos. Ya aludimos a esto en otoa lección10, pero este
— 5. ¿Puede el hombre natural, no regenerado, hacer “bue­ tema bien merece una lección aparte.
nas obras”?
1. Los fallos «a la comunión con Dios
De la misma manera que un hijo puede estar en mejor o
peor relación con su padre, sin que ello afecte a su posición
filial, así también el creyente, por el hecho de estar justificado
con la justicia de Cristo de una vez para siempre, y de ser
hijo de Dios, no puede perder por el pecado esto posición
de justicia y de adopción filial, pero sí puede enfriar su rela­
ción o comunión íntima con Dios. Esta es la causa de que
muchos creyentes vivan una trida lánguida, sin vitalidad espiri­
tual, sin estímulo y sin testimonio, por haberse enfriado su
comunión con Dios y con Jesucristo.
La cama de estos fallos se encuentra en la derroto diaria
(no le expulsa de la posición, pero le hace caer al suelo) que
el creyente puede sufrir fronte a las fuerzas del mal que le

10. V. también mi libro Etica Cristiana, lección 16.a p. 3.


9. V. J. G ilí, en su comentario verso por verso a toda la Biblia,
vol. V. pág. 876.
140 FRANCISCO LACUEVA LA SANTIFICACIÓN 141

rodean: los asaltos del demonio, la corrompida atmósfera del O La carne (“sarx") no debe confundirse con el cuer­
mundo ambiente, y la quinta columna de las tres concupis­ po (“jomo”), el cual es la parte visible del ser humano y no
cencias metidas dentro de nuestro ser (V. Sant. 1:14, comp. representa, de por sí, un enemigo moral del alma y del espí­
con 1.a Jn. 2:16), puesto que la naturaleza vieja no desapa­ ritu. El vocablo "sarx” en Juan significa la parte visible
rece nunca del todo mientras caminamos por este mundo. y débil de nuestra naturaleza humana y, por ello, para expre-
ser la humillación del Verbo al hacerse hombre, Juan dice que
“se hizo CARNE” (Jn. 1:14), siendo así, al mismo tiempo,
2. Los enemigos de la santificación
una expresión visible y palpable, del Padre invisible (Jn. 1:
Así pues, los enemigos del cristiano (y grandes amigos del 18; 14:9). En Pablo, este vocablo indica casi siempre, no
inconverso) son, como clásicamente se les ha llamado: el una parte del ser humano, sino el hombre entero en cuanto
mundo, el demonio y la carne. Vamos a analizarlos breve­ guiado por el espíritu del mal, en oposición al Espíritu de
mente: Dios; es decir, expresa al hombre natural (“psychicós”) o
A) HL mundo o cosmos es obra de Dios, pero, como contal (“sarkikós”), frente al espiritual (“pneumatikós").
efecto del pecado y de la perversión del hombre, tiene un sen­
tido peyorativo en el Nuevo Testamento, cuando significa el 3. La purificación, proceso de integración
complejo y vasto sistema mundano de los hombres contrarios
a Dios, a Jesucristo y al Evangelio, y dirigidos y gobernados La palabra "puro” expresa los conceptos de simplicidad e
por el Maligno, y cuyos criterios y módulos de conducta pe­ incorrupción. Así, al decir que algo es "de oro puro”, quere­
netran como un tóxico en la atmósfera común (V. Jn. 12:31; mos dar a entender que aquello es sólo oro y todo oro. Esta
14:30; 15:19; 16:11,33; 17:9,16; Col. 1:13; I a Jn. 5:4- era la simplicidad e incorrupción que el hombre poseía cuando
5,19). salió de las manos de Dios: era recto (Ecl. 7:29), sencillo e
B) El demonio, siempre envidioso del hombre, por ser íntegro, o sea, entero, sin división. Con él pecado, entró en el
éste la obra maestra de la creación visible y favorecido por los hombre la división; con la división, el conflicto y la guerra:
designios divinos de salvación, es el gran enemigo de la hu­ guerra contra Dios, contra el prójimo y contra sí mismo.
manidad. Es cierto que el demonio fue vencido por Jesucristo, El proceso de la santificación comporta, por tanto, un
y derribado de su pedestal de tirano de la humanidad. Ha proceso de segregación de lo mundano, como el oro es sepa­
sido juzgado (Jn. 16:11), pero no ha sido aún atado (Ap. rado de la ganga, para alcanzar una pureza semejante a la
20:2, sea cual sea la opinión que se tenga sobre el Milenio), de Dios, quien es EL PURO SER (Ex. 3:14: “Yo soy el que
ya que, aun habiendo sufrido la derrota decisiva (V. Col. soy”), sin mezcla de no-ser; sin composición, sin camino, sin
2:14-15), todavía continúa su lucha contra tos cristianos (Ef. corrupción. 0 cristiano debe ser, pues:
6:10-12), dando vueltas alrededor u , buscando a quien poder A*) Uno con Dios, en sus caminos (V. Is. 55:8; 1.a Jn.
devorar (1.a Ped. 5:8).1 2:6; 3:3), a i sus pensamientos (V. Sal. 139:17; Prov. 23:26;
Hech. 15:9; Rom. 12:2; Flp. 2:5; 4:8; Col. 3:10) y en su
11. Como un perro atado a la cadena, y que sólo puede morder vahmtad (Jn. 7:17; Rom. 12:2).
a quienes entran en el radio de acción de la circunferencia que des­ B’) Uno en sí mismo, con sencillez de mente (V. Mt. 6:
cribe dando vueltas hasta el limite que le permite la longitud de la
cadena. 22,33; 2.a Cor. 10:5; 11:3), de lengua (V. 1.a Cor. 1:10;
142 FRANCISCO LACUBVA
LECCION 26.» DOS EXTREMOS ERRONEOS EN
Filp. 2:2; 1 * Tim. 3:8) y de corazón (V. Mt. 5:4; Ef. 5:5; MATERIA DE SANTIFICACION
Heb. 13:15-16; 1.a Jn. 5:21).
C’) Uno frente al mundo. Vacío de lo m u n d an o y del
“yo” (V. Sant 4:4-5), para ser lleno de Dios y usado por El
(2.a Tim. 2:21). Sencillez contra hipocresía. Gomo dice Man­
tón, en su Comentario a Santiago: “la hipocresía espiritual
consiste en tener el color del prim er matrimonio y ser com­
placiente con el mundo”. De esta interna división procede la
infelicidad de los cristianos imperfectos, como dice Th.
Brooks, en su libro Heaven on Earíh: “demasiado buenos
para ser felices con el mundo; demasiado defectuosos para Para terminar esta materia de la santificación, es necesa­
ser felices sin el mundo." Sólo lo que está vacío de otras co­ rio tratar de dos extremos igualmente peligrosos, a los que
sas, puede ser llenado por Dios, teniendo en cuenta que las muchos creyentes son llevados por una interpretación equivo­
cosas no nos alejan de Dios cuando las poseemos, sino cuando cada y unilateral del Nuevo Testamento. Nos referimos al
nos poseen. Antinomianismo y al Perfeccionismo.

CUESTIONARIO:
La palabra “antinomianismo" se deriva de los vocablos
/. ¿Por qué es necesaria la purificación del cristiano para su griegos “and” = “contra” o “enfrente de”, y “nómos” = ley,
santificación? — 2. Diferencia entre adopción filial y comu­ y designa una corriente teológica que sostiene que, puesto que
nión filial. — 3. ¿En qué sentido y forma son enemigos nues­ Jesucristo cumplió perfectamente (activa y pasivamente) con
tros el mundo, el demonio y la come? — 4. ¿Qué expresa la las exigencias de la Ley en nuestro lugar, los creyentes que­
palabra “puro”? — 5. ¿Cómo ¡leva la purificación a ¡a uni­ dan libres de la obligación de cumplirla. K. Barth, con su
dad interior? ideología ultraluterana, siguió las huellas de Agrícola y de
Sandeman, al asegurar que todas las obras, incluso las d d
creyente, son pecaminosas. Esto desemboca en un Monergis-
mo radical y en el Quietismo, o sea, en la actitud pasiva de
no hacer lo bueno, sino dejar que Dios lo haga todo en no­
sotros. Según los antinomiano8, el creyente ha quedado libe­
rado de la Ley y, por tanto, no está obligado a cumplida.
A esto debemos replicar que Jesucristo nos libra de la
Ley : (a) en cuanto que ésta es un sistema penalizados que
corta del pueblo de Dios a los incumplidores de la misma;
en este sentido, El llevó sobre sí la maldición de la Ley (Gál.
144 FRANCISCO LACUEVA LA SANTIFICACIÓN 145

3:13); (b) en cuanto que la Ley exige ser cumplida como demos situar el Activismo. Este sistema sostiene que el cre­
medio de obtener la salvación; en este sentido, Cristo nos yente puede llegar en esta vida a verse totalmente libre de
mereció la salvación, con su perfecta obediencia a la Ley; (c) pf/^do y fibno de santidad moral. Un famoso defensor de
en cuanto que la Ley es una obligación, es decir, algo que esta teoría fue d gran predicador y fundador d d Metodismo,
liga y ata coactivamente desde fuera; en este sentido, Jesu­ John Wesley (recuérdese su Arminianismo, aunque mode­
cristo nos libera de la Ley, clavando en la Cruz las exigencias rado 1S). Para rebatirlo, seguiremos las lineas de la brillante
de la Ley (Ef. 2:15; Col. 2:14), e impartiendo el Espíritu refutación que de él hace A.H. Strong.14
Santo para una obediencia filial, con un corazón tierno y amo­ A) E l Perfeccionismo es falso en sus fundamentos. Esta
roso, de modo que las exigencias de la Ley quedan supera­ teoría se basa en tres falsos supuestos:
das por el amor filial al promulgador de tal Ley. Pero todo (a) que la Ley es como un termómetro para ir marcando
ello no exime al creyente de una norma de vida que el Após­ el progreso en la condición moral de las personas, en vez
tol llama “la ley de Cristo” (1.a Cor. 9:21). de ser d reflejo de la infinita santidad de Dios;
Esta “ley de Cristo” es su mandamiento (Jn. 13:34; 15: (b) que la m alida d d pecado está toda en los actos
12,17; 1.a Jn. 3:23; 2.a Jn. vers. 5). El que cumple este deliberados contra la Ley, como si Va corrupción no penetrase
mandamiento, cumple la Ley (Rom. 13:8; Gál. 5:14; 6:2; en todos los recovecos de nuestra intimidad. No se olvide que
Stg. 2:8). Conforme está expresado en 1.a Jn. 3:23, el man­ el hombre caído no sólo hace pecadas, sino que es pecador;
damiento viene a englobar las dos tablas de la Ley. La fe y (c) que d albedrío humano es capaz de escoger en fa­
el amor (Gál. 5:6) traen como fruto del Espíritu un conjunto vor de Dios en cada decisión, de persistir en tal propósito, y
de virtudes en que no sólo se cumplen las exigencias de la de cumplir en cada momento las obligaciones que de d io se
Ley, sino que se rebasan (V. Gál. 5:22-23). Ahora bien, uno derivan, como si la caída original no le hubiese afectado en
que quebrante aquello de la Ley en que se demanda nuestra
lo más vivo.
correcta relación con Dios y con el prójimo, quebranta la
B ) E l Perfeccionismo contradice las enseñanzas de la
Ley de Cristo y, por tanto, comete iniquidad (V. 1.a Jn. 5:17).
Por tanto, huimos del legalismo hasta el punto de afirmar que Sagrada Escritura:
el Decálogo, como tal, no obliga al creyente (V. Rom. 10: (a*) El Nuevo Testamento asegura que nadie está sin
4 ),13 pero huimos también del antinomianismo, al afirmar que pecado (V. Sant. 3:2; 1.a Jn. 1:8,10);
la ley de Cristo, que engloba y sobrepasa todo lo que no es (b’) En confirmación de ello, la Biblia nos presenta como
meramente cultual en d Decálogo, es para el cristiano una pecadores a los personajes más santos de la Historia de la
norma que no se puede transgredir sin pecado. Salvación: Noé, Abraham, Moisés, Job, David, Pedro, etc.
(c*) El Nuevo Testamento presenta la perfección como
2. El PerfecdoBísmo algo imponible de alcanzar en esta vida: “No que lo haya al­
canzado ya, ni que YA SEA PERFECTO, ...Hermanos, yo
En el extremo opuesto al Antinomianismo, está el Per­ mismo no pretendo haberlo ya alcanzado...” (Flp. 3:12-13).
feccionismo, de la misma manera que frente al Quietismo po­
13. V. la lección 7.a, p.° 6.
12. Para más detalles, V. mi libro Etica Cristiana, lección 20.* 14. O. c., pp. 877-881.
146 FRANCISCO LACUEVA
Séptima parte

Tres aclaraciones son aún necesarias:


1) Los vocablos “santo” y “santificado” (V. 1.a Cor.
1:2; 6:11) pueden significar la santidad posicional, imputada,
o de consagración, que la justificación implica juntamente con
la regeneración espiritual, separando al creyente, del mundo
para Dios. Que ello no implica una santidad moral perfecta
o inherente, se ve por Jo. 13:10.
2) El vocablo "perfecto” (V. Mt. 5:48; 19:21; Ef. 4:
13; Flp. 3:15, etc.) no significa “completamente terminado”
como puede verse por los respectivos contextos, riño “madu­
ro” o “genuino” como cristiano (comp. Flp. 3:12 con
3:15).
3) 1.a Jn. 3:6,9 parece enseñar, no sólo la posibilidad
de absoluta perfección en el creyente, sino también la impo­
sibilidad de pecar por parte del nacido de Dios. Pero si se
compara este texto con 1.a Jn. 1:8,10, se verá que, en 3:6,9,
Juan no habla de impecabilidad, sino de un estado o “práxis”
de pecado incompatible con la nueva naturaleza del regenera­
do espiritualmente; es decir, Juan no contrasta distintos gra­
dos de perfección, sino dos estados antagónicos en su esencia
y en su principio: Un creyente puede caer transitoriamente
en actos de pecado, pero no puede practicar el pecado de mo­
do que éste siga reinando en é l.18

CUESTIONARIO:
I. ¿Qué sostiene el Antirtomianismo? — 2. ¿En qué sentido
nos libera Jesucristo de la Ley? — 3. ¿Está el creyente sin
La perseverancia final
norma alguna de ética? — 4. ¿Qué enseña el Perfeccionismo?
— 5. ¿En qué falsos fundamentos se basei? — 6. ¿Cuál es
la enseñanza de las Escrituras a este respecto? — 7. ¿Qué
significan originariamente los vocablos "santo” y "perfecto?*?
— 8. ¿Cómo debe interpretarse 1.a Jn. 3 $ ,9 , a la luz de
J. ®Jn. 1:8,10?15

15. V. J. Stott, Epbtfcs of John, p. 135.


LECCION 27.»
LA PRESERVACION DIVINA DEL CREYENTE

Una de las verdades más consoladoras de la Santa Biblia,


que la Reforma tuvo cuidado en presentar con su debido re­
lieve, es la de que el verdadero creyente está seguro de su
salvación final, sean cuales sean los futuros avatares que
la vida le haya de deparar. ¿En qué se funda esta seguridad?
Antes de responder a esta pregunta, pasemos breve revista a
la Historia de la controversia que no tardó en levantarse so­
bre esta verdad.

1. Evotadón histórica del concepto de perseverancia


A) Tras d moralismo de los primeros llamados "Padres
de la Iglesia” y por la influentia del monacato, con su énfasis
en la asceás personal, comenzó a desarrollarse la idea de una
salvadón por las obras, que desembocó en d Pelagianismo,
negando así la inidativa divina en la obra de la salvación.
B) Agustín de Hipona, justamente llamado "el Doctor
de la grada”, restabledó la doctrina de la predestinación
divina y de la preservación final de los elegidos, aunque su
equivocado concepto de “vida eterna” le hidese caer en
el error —después corriente en la Teología Escolástica y de­
finido como dogma en Trento— de que la justificación se
puede perder por el pecado "mortal” ; sin embargo, sostuvo
que los elegidos habrán sido restableddos en la grada y pre­
servados por Dios hasta el final.
150 FRANCISCO LACUEVA LA PERSEVERANCIA FINAL 151

C) En la Iglesia de Roma, la seguridad del creyente en mente abandonados ni que se precipiten en el abismo de la
su perseverancia final es negada sobre la base de que la jus­ eterna destruedón.”
tificación (que también tiene por insegura) puede perderse
por un solo pecado “mortal” ; y, por tanto, la salvación final
debe ser conseguida y merecida mediante la recepción de 2. ¿Perseverancia o preservación?
los sacramentos y la práctica de las buenas obras. Es una El hecho de que los verdaderos creyentes, que han nacido
doctrina cercana al Semipelagianismo y al Armmianismo. de nuevo a la vida eterna, tengan asegurada la salvación final,
D) La Reforma restableció la doctrina bíblica de la depende de la preservación divina, la cual no es otra cosa
perseverancia segura de los verdaderos creyentes. Sin embar­ que la continua operación del Espíritu Santo en di creyente,
go, Lutero (y sus seguidores), haciendo énfasis en la fe del por medio de la cual, la obra de la gracia divina en el corazón
creyente como soporte de la justificación, hizo depender la humano es llevada a feliz término. A esta preservación con­
perseverancia final de la continua “actividad de la fe” , de tinua por parte de Dios, corresponde de la parte humana el
modo que la justificación y la salvación final se pueden perder perseverar o permanecer hasta el final, no como una propie­
por el pecado de apostasía, es decir, de incredulidad. Calvino, dad personal o disposición inherente al individuo, sino como
en cambio, con su correcto concepto de justificación, no por una estabilidad directamente producida por la divina pre­
la fe, sino por la gracia, mediante la fe, preservó el concepto servación.
bíblico de preservación divina, basada, no en la mutable fide­
lidad del creyente, sino en la inmutable elección de Dibs,
3. ¿Qué Ace la Escritura?
E) Arnunio, confuso ante ciertos pasajes de la Escritura
que después analizaremos, afirmó que, aunque 3 no se atre­ El Nuevo Testamento nos ofrece suficientes pruebas de
vía a negar la verdad de que un verdadero creyente no puede que Dios no abandona para siempre a los que son suyos:
perder la salvación, sin embargo encontraba ciertos textos
bíblicos que le daban la impresión contraria. Sus discípulos A’) En Ja. 10:27-29, vanos que las verdaderas ovejas
carecieron de los escrúpulos de su maestro y sostuvieron que de Cristo están firmemente en las manos del Padre y de
la perseverancia y la salvación final dependían del libre al­ Jesucristo, y que nadie podrá arrancarlas de allí.
bedrío en su decisión de creer y de continuar, después, en B’) En Rom. 8:35-39 se asegura que nada “nos podrá
su obediencia al Evangelio. separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nues­
tro”. Nuestra salvación no depende del amor que nosotros le
F) El Sínodo de Dort, en 1609, reafirmó la posición
tenemos a Dios, sino d d amor que Dios nos tiene a nosotros.
calvinista contea Anninio, declarando que, a pesar de la de­
bilidad pecaminosa de los creyentes, “Dios, que es rico en O En Rom. 11:29 se afirma que Dios jamás se vuelve
misericordia, conforme a su inmutable propósito y plan de atrás en el don de su grada, manifestado en Su elecdón irre­
salvación, no retira totalmente de Su pueblo el Espíritu vocable y en Su llamamiento eficaz.
Santo, aun en medio de sus graves caídas, ni permite que D’) En FIp. 1:6, el Apóstol expresa su confianza y se­
marchen tan lejos como para perder la gracia de la adopción y guridad en que el Dios que ha comenzado una buena obra en
dejar el estado de justificación...; ni permite que queden total­ la conversión, no la abandonará hasta el final.
152 FRANCISCO LACUBVA LECCION 28.a LA PERSEVERANCIA FINAL.
PRUEBAS Y OBJECIONES
E’) En 2.a Tes. 3:3, el mismo Apóstol asegura a los fie­
les de Tesalónica: “Pero fiel es el Señor, que os afirmará (esta­
blecerá) y guardará (preservará) del mal."
F ) Finalmente, el propio Pablo se regocija de la segu­
ridad que le proporciona el saber que su destino está en bue­
nas manos, y que el Señor le tiene reservada una corona de
recompensa; y no sólo a él, sino también a todos los verda­
deros creyentes (V. 2.a Tim. 1:12; 4:8).

CUESTIONARIO: 1. Pruebas deductivas de la perseverancia final


1. ¿Qué consuelo aporta el Evangelio al verdadero creyente? Además de las pruebas directas que, acerca de la per­
— 2. ¿En qué se parece y en qué se distingue de la Reforma severancia final de los verdaderos creyentes, nos proporciona
la opinión de Agustín de Hipona? — 3. ¿Cuál es la doctrina el Nuevo Testamento, según hemos visto en la lección ante­
oficial de la Iglesia de Roma sobre perseverancia y seguridad rior, hay otras pruebas que podemos llamar deductivas, por­
de la salvación? — 4. ¿En qué difieren Calvino y Lutero en que se deducen de otras verdades manifiestamente enseñadas
esta materia de la perseverancia? — 5. Doctrina de Arminio en la Santa Biblia. Así vemos que esta doctrina se deduce:
y réplica del Sínodo de Dort. — 6. ¿En qué consiste realmente
la perseverancia del creyente? — 7. ¿Qué nos dice el Nuevo A) De la doctrina de la predestinación. La predestina­
Testamento a este respecto? ción divina, como, por ejemplo, se enseña en Rom. 8:29-30,
implica, no sólo que los elegidos recibirán las gracias necesa­
rias para poder salvarse, sino también y principalmente que
serán actualmente salvos en virtud del llamamiento divino
que los conducirá eficazmente a la conversión y les preservará
indefectiblemente hasta la glorificación. Nadie podrá separar
del amor de Dios a los elegidos (Rom. 8:32-39).
B) De la eficacia de la intercesión de Jesucristo. La san­
gre de Cristo es el precio del rescate de los elegidos; por el
derramamiento de esta sangre, Cristo es el Mediador eficaz
de su salvación; y en virtud de esta Mediación, Cristo está
siempre intercediendo en el Cielo por la salvación de los
suyos (V. Heb. 7:25; 1.a Jn. 2:1-2). Esta intercesión es siem­
pre eficaz, tanto más cuanto que la redención de los creyen­
tes fue pactada en la eternidad entre las personas divinas,
154 FRANCISCO LACUBVA LA PERSEVERANCIA FINAL 155

como resultado del precio que el Hijo de Dios se disponía a de la santificación. Una persona que ha sido regenerada por
pagar por sus escogidos (V. Jn. 11:52). el Espíritu Santo a una vida de santidad, no puede albergar
C) De la unión de los creyentes con Jesucristo. La re­ en su corazón la doblez de un hipócrita ni la protervia de un
generación espiritual y la justificación unen estrecham en te a cretino.
los cristianos con el Señor, hasta formar una sola planta, un B’) El Nuevo Testamento nos ofrece muchos textos en
solo cuerpo y un solo edificio (V. Jn. 15: lss.; Rom. 6:4ss.; que se urge a los creyentes a perseverar en el bien como medio
Ef. 2: lss.; 4:15-16; Col. 3:1-3; etc.). Con Cristo son ya par­ de alcanzar la salvación, y en que se les amonesta contra el
ticipantes de la vida eterna, es decir, de una vida que siempre peligro de retroceso y de apostasía. Respondemos: Tales ad­
dura. Ahora bien, la vida no es una abstracción separable del vertencias son claras y han de ser acogidas con la máxima
sujeto viviente, sino una forma inmanente de ser del mismo seriedad pero no significan que los creyentes puedan final­
sujeto; por tanto, uvida eterna” quiere decir que el que la mente poderse, ano simplemente que el uso de tales medios
posee vivirá eternamente, sin posible relapso en la “muerte es necesario para prevenirles de la caída. Por tanto, tales
segunda”. amonestaciones representan un papel instrumental en el men­
D) De la seguridad de la salvación. La seguridad de la saje de Dios respecto del fin (la salvación) que Dios está
salvación del creyente es una verdad escritura! que considera­ decidido a preservar para sus elegidos. Recordemos que el
remos en la lección siguiente. Esta verdad lleva consigo la de creyente no es un mero elemento pasivo mi la obra de la
la perseverancia final del creyente, porque donde no hay salvación; coopera activamente a su salvación, aunque esta
certeza de perseverancia, tampoco puede haber seguridad de actividad es fnito de la iniciativa eficaz y gratuita de Dios.
una salvación final. Examínense los textos objetados (M t 24:12; Col. 1:23;
Heb. 2:1; 3:14; 6:11; 1.» Jn. 2:6) y compárense Hech. 27:
22-25 con el vers. 31 del mismo capítulo.
2. Objeciones contra la doctrina de la perseverancia B ii O Hay otros textos, como 1.a Tim. 1:19-20; 2.a Tim.
Las principales objeciones contra la doctrina de la perse­ 2:17-18; 4:10; Heb. 6:4-6; 10:26-27,39; 2.a Ped. 2:1-2,
verancia final pueden reducirse a tre s1: que parecen indicar la posibilidad (y la realidad) de una apos­
tasía final por parte de alpinos que han sido creyentes.
A’) Esta doctrina conduce a la inmoralidad, porque ase­ Respondemos: Tales textos hablan de apostasía, sí, pero no
gura un final salvo, quitando así la preocupación de la vigi­ de verdaderos creyentes, sino de falsos profesantes que, quizás
lancia que el Señor inculcó tanto, y la necesidad de una con­ como la semilla que cayó en suelo de poco fondo, gustaron
ducta santa, sin la cual nadie podrá habitar en el Cielo con por algún tiempo de la luz del Evangelio (V. Jn. 1:9) y
el Dios tres veces santo. Respondemos: El hecho de que la de las emociones saludables que en toda persona puede pro­
gracia de Dios nos preserve hasta el final, no suprime, sino vocar pasajeramente la operación del Espíritu Santo en
que supone como necesarias, tanto la debida vigilancia en la cuantos escuchan di mensaje, pero tales brotes de aparente
lucha contra el mal, como la docilidad al Espíritu en la tarea vitalidad espiritual no son suficiente garantía de una verdade­
ra conversión y de un nuevo nacimiento, sino que el tiempo y
1. En la lección siguiente, consideramos las objeciones que van la prueba demuestran, en d hecho de la apostasía, que tales
directamente contra la seguridad de la salvación. sujetos no eran de la Iglesia. Véanse Rom. 9 :6 ; Ap. 3:1 y,
156 FRANCISCO LACUEVA LECCION 29.a
LA SEGURIDAD DE LA SALVACION
sobre todo, 1.a Jn. 2:19, donde, con toda claridad, se nos
asegura acerca de los apóstatas: “Salieron de entre nosotros,
pero no eran de los nuestros; porque, si hubiesen sido de
los nuestros, H ABRIA N PERMANECIDO con nosotros;
pero salieron para que se manifestase que no todos son de
los nuestros

CUESTIONARIO:
1. ¿Cómo queda implicada en la doctrina de la predestinación 1. ¿Qn¿ dice el Nuevo Testamento?
la perseverancia? — 2. ¿Cómo se deduce la perseverando fi­
nal de ¡a Mediación de Jesucristo? — 3. ¿Qué influencia tiene La seguridad de la salvación es una doctrina caracterís­
la unión de los creyentes con Cristo en esta doctrina de la tica de la Reforma, y anatematizada como herejía en él Con­
perseverancia final? — 4. ¿Qué conexión guarda esta doctrina cilio de Trento. De ahí que, como ya hemos dicho en nuestro
con la de la seguridad de la salvación? — 5. ¿Es cierto que volumen sobre Catolicismo Romano a, en el momento en que
esta doctrina induce a ¡a inmoralidad? — 6. ¿Cómo se expli­ un católico romano admite esta enseñanza bíblica, ha dejado
can las amonestaciones a la vigilancia, tan claras en el Nuevo prácticamente de pertenecer a la Iglesia de Roma.
Testamento? — 7. ¿Cómo se puede explicar Heb. 6:4-6 en Sólo un inveterado prejuicio teológico puede impedir a
consecuencia con esta doctrina? una persona el ver claramente esta doctrina tan manifiesta
en la Sagrada Escritura:
A) En Jn. 6:37, el Señor dice que de ninguna manera
(ésta es la fuerza del original griego) echará fuera a quien­
quiera que vaya a EL Dos versículos más adelante, asegura
que la voluntad del Padre es que no pierda nada de todo lo
que el mismo Padre ha dado a Cristo (v. 39), porque el que
cree, tiene vida eterna (v. 40). La misma seguridad ofrece
Juan (1.a Jn. 5:13) a los que han creído.
B) En Jn. 10:14, Jesús asegura que sus ovejas le cono­
cen (conocimiento experimental, afectivo) a El como El las
conoce a ellas. En los w . 27-29, Jesús afirma que sus ovejas
le siguen, y que nadie podrá arrebatarlas de su mano, que es2

2. P. 244.
1S8 FRANCISCO LACUEVA 159
LA PERSEVERANCIA FINAL

la misma mano omnipotente del Padre, ya que El es una B’) El Nomismo pietista sostiene que la seguridad de
misma cosa con el Padre (v. 30). Por tanto, la seguridad de la salvación no es consecuencia obligada de la fe, sino que
pertenecer a Jesús lleva consigo la seguridad de no ser requiere una continua introspección para ver si nuestra con­
arrancados de Su mano.
ducta se ajusta al modelo de santidad que nos presentan los
Q En Rom. 8:16-17, el Apóstol nos asegura que el buenos cristianos. Es una opinión equivocada, pues es en la
Espíritu da testimonio a nuestro espíritu de que somos hijos Escritura, no en otros hombres, donde encontramos las se­
de Dios; y, si hijos, también seguros herederos de la vida ñales que denotan la experiencia de una genuina conversión.
eterna. ¿Desheredará Dios Padre a sus hijos? |No! Porque
Dios no se arrepiente jamás de sus dones ni de su llamamien­ O El Metodismo admite, y requiere, la seguridad de la
to (Rom. 11:29). Por eso, Pablo podía asegurar confiado: justificación para todo aquel que, convicto de pecado ante
“Sé a quién he creído, y E STO Y SEGURO que es poderoso Dios, se decide a aceptar a Cristo como su Salvador, sin
para guardar mi depósito para aquel día" (2.a Tím. 1:12). mérito alguno de su parte. El que cree, puede estar seguro
de que es un cristiano, p a o no de que perseverará hasta el
D) En un arranque de cristiano optimismo, Pablo se fin, pues los metodistas (siguiendo en esto a Lutero) piensan
pregunta en Rom. 8:35: Quién nos separará del amor de que el verdadero creyente puede apostatar un día y perder
Cristo?”; para responderse (w . 37-39) que él está seguro
la salvación final. Es una concepción arminiana, con énfasis
de que ninguna cosa creada podrá separamos del amor que
en el libre albedrío (en esto, están muy lejos de Lutero),
Dios nos tiene en Jesucristo.
del cual depende en último término, tanto la aceptación del
Evangelio, como la perseverancia final.
2. Seguridad de salvación y coaviccióa subjetiva de segu­ DO En el extremo opuesto están los antinomianos, para
ridad quienes la certeza subjetiva de la salvación es esencial a la fe.
Toda la salvación depende, así, de aceptar mentalmente la
Antes de exponer la opinión que juzgamos bíblicamente siguiente proposición: “Tus pecados te son perdonados”.
correcta, diremos algo respecto a las diferentes opiniones so­ Esta opinión reduce la seguridad a un asentimiento mental, y
bre este tema. Es cierto que el que cree, se salva; pero, pasa por alto otras actividades de la fe, en cuanto que ésta
¿puede uno estar seguro de poseer la verdadera fe que salva? es una entrega personal y amorosa a Jesucristo, con el propó­
Hay, pues, dos modos de considerar este tema: uno, desde sito de cumplir Sus mandatos.
la objetiva seguridad que la Palabra de Dios presenta a todo
creyente arrepentido; otro, desde la subjetiva y refleja certeza E’) Hay un sector extremo dentro de los Bautistas Es­
de poseer la fe salvífica. La gama de opiniones sobre la trictos y Particulares, que exige una iluminación interior,
adecuación de la seguridad objetiva con la certeza subjetiva personal y refleja, del Espíritu Santo, para que una persona
se extiende de la siguiente manera: tenga evidencia de haber nacido de nuevo y estar, por tanto,
en el «wwmo seguro de la salvación. Esta opinión, fundada
A*) Según la doctrina oficial de la Iglesia de Roma, de­
finida en el Tridentino, nadie, a no ser por personal revelación quizás en una abusiva interpretación de Rom. 8:16, no es
de Dios, puede estar seguro de su salvación final, ni siquiera conforme a la Escritura (V., por ejemplo, 1.a Jn. 5:13) y
de su justificación inicial. tiene además el gravísimo inconveniente de poner la seguridad
de la salvación en una experiencia demasiado subjetiva, que
160 FRANCISCO LACUEVA LA PERSEVERANCIA FINAL 161

se presta, por un lado, a la ilusión y, por otro, a la deses­ CUESTIONARIO:


peración.
F ) Finalmente, la posición correcta, común entre los I . Verdadero sentido de Jn. 6:37-40. — 2. Alcance de 1.a
Reformados y entre cuantos se esfuerzan en recibir y analizar Jn. 5:13. — 3. Importancia de Jn. 10:27-30 para la seguridad
el mensaje completo del Nuevo Testamento, es que la verda­ de la salvación. — 4. ¿Puede Dios desheredar a sus hijos a
dera fe comporta un sentimiento de seguridad, en mayor o ¡a luz de Rom. 8:16-17; 11:29? — 5. Exégesis de Rom.
menor grado según sea la fortaleza de la fe. Sin embargo, 8:35-39. — 6. Seguridad objetiva y certeza subjetiva de sal­
Dios puede permitir que la seguridad subjetiva (refleja), que vación. — 7. Opiniones falsas y correcta sobre esta materia.
es fruto de la introspección, se vea obnubilada por baches — 8. ¿En qué se basa la Teología de Roma para atacar esta
de duda y crisis de desolación espiritual, como una especie doctrina?
de "noche oscura del alma”, según la llam an los m ísticos,
y que Dios usa para purificar nuestros corazones de pequeños
ídolos y de malignas adherencias.345

3. Objeciones a la doctrina de la seguridad de la salvación


M. Fernández, en su libro ¿Tu Camino de Damasco? \ me
preguntaba si creo en el pecado, si creo en la libertad humana,
y en que el mayor de los santos puede caer en pecado. Res­
pondo: Creo en el pecado, y en que cualquier creyente puede
caer en él, pero el cristiano no puede perder ante Dios su
posición legal de justo con la justicia de Cristo, ni tampoco
puede perder su salvación, pues ésta no se halla en manos de
su defectible voluntad, sino en las manos omnipotentes de
Dios; y su perseverancia no depende de su amor a Jesucristo,
sino del amor que Dios le tiene a él en Jesucristo.
Otras objeciones se basan en una equivocada interpreta­
ción de textos como Rom. 11:22; 1.a Cor. 4:3-4; 9:26-27;
10:12 y Flp. 2 :1 2 .a

3. V. el ya citado libro de Th. Brooks Heaven on Earth, donde


se trata a fondo este tema.
4. (Estella, Verbo Divino, 1963), pág. 32.
5. Para su refutación, remitimos al lector a nuestro libro Cato-
Hctuno Romano, lección 25.*, así como a MI Pamlno de Damasco,
2.a edición, pp. 15-16.
LECCION 30.a LA GLORIFICACION O LA PERSEVERANCIA FINAL 163
CONSUMACION DE LA SALVACION
de purificación, ni recorrer nuevos ciclos de vida en sucesivas
encamaciones, porque Jesucristo “con una sola ofrenda hizo
perfectos para siempre a los santificado?' (Heb. 10:14), y el
fuego consumidor que es Dios (Heb. 12:29) habrá juzgado ya
y purificado totalmente los corazones de los suyos (1.a Car.
11:32), aniquilando en el instante de la muerte los últimos
restos de egocentrismo e idolatría que la vieja naturaleza te­
nía aposentados, por el poder del pecado, en el interior de
todo cristiano imperfecto.
1. ¿Qué entendemos por «glorificación»?
Sin embargo, el instante de la muerte no es para ú creyen­
En Rom. 8:30, Pablo describe la posición del cristiano en te el instante de su final glorificación. El hombre es, esencial­
sus cuatro fases: (a) elegido y predestinado en la mente di­ mente, un compuesto de espíritu, alma y cuerpo (1.a Tes. 5:
vina desde la eternidad; (b) llamado por Dios a la vida espi­ 23), y, por tanto, su glorificación final sólo tendrá lugar
ritual en el tiempo; (c) justificado por pura gracia mediante cuando, vencida ya la muerte, que es el último enemigo de
la fe; (d) glorificado en el Cielo, habiendo alcanzado la perfec­ Dios y del hombre (1.a Q>r. 15:26), el cuerpo del creyente
ta y total redención. La santificación moral no aparece aquí, será resucitado y revestido para siempre de incorrupción,
porque no es una posición legal, sino una condición interior, esto es, de inmortalidad (1.a Cor. 15:54). Por eso, d Apóstol
del cristiano. asegura que también nosotros, los creyentes, gemimos junto
con la todavía irredenta creación, “esperando la adopción,
La glorificación es, pues, la última fase en la aplicación de la redención de nuestro cuerpo” (Rom. 8:23).
la Redención. Siguiendo a J. M urray,e podríamos definir la
Por tanto, la glorificación final d d creyente tendrá lugar
glorificación, diciendo que es: la consecución final del obje­
tivo para el cual los elegidos de Dios fueron predestinados cuando, reunidos para siempre su espíritu salvo y su alma in­
en el designio eterno del Padre, el cual implica la consuma­ mortal con su cuerpo resucitado, pueda contemplar en sí mis­
ción de la redención asegurada y procurada por la obra mo la imagen y semejanza de su Salvador Jesucristo, resucita­
vicaria de Cristo. do, exaltado y glorificado ante la creación entera (V. Flp.
3:21; 1.a Jn. 3:2). Cristo es d primogénito de los muertos,
el primer grano de trigo sembrado en el surco de la tumba;
2. ¿Cuándo tendrá lugar la glorificación de los elegidos? los que son suyos, poique han sido complantados en su muerte
y en su resurrección, resucitarán también con E l en la misma
En el momento en que un creyente muere, su espíritu espiga granada de gloria (V. Rom. 6:4-5; 8:11; 1.a Cor. 15:
desencamado pasa inmediatamente a estar en la presencia del 20-21,36-37,45-49).
Señor (2.a Cor. 5:8). No necesita esperar en ningún lugar*
Entonces habrá recuperado d hombre salvo la perfecta
imagen y semejanza de Dios en su ser (V. Gén. 1:26-27).
Applied, pp. 174ss. Y la habrá recuperado con creces, porque ahora será semejan­
te al Hombre con mayúscula, al Postrer Adán (1.a Cor.
15:45-49), el cual es el resplandor mismo de la ¿orla de
164 FRANCISCO LACUEVA LA PERSEVERANCIA FINAL 165
Dios y la perfecta impronta de la sustancia del Padre (Heb. 21:1-7; 22:1-5, son pasajes dignos de ser estudiados a este
1: 2). respecto.

3. Circunstancias de la glorificación 4. IHtimas conclusiones de este tratado


La glorificación del creyente va asociada a tres circuns­ Dos últimas y prácticas consecuencias se deducen de
tancias complementarias de gloria: toda esta doctrina:
A ) A la exaltación final de Cristo en el “Día del Se­ AO 0 cuerpo del hombre es parte esencial de su natura­
ñor". El Nuevo Testamento presta una gran importancia a la leza. No es en el “cuerpo”, sino en la “carne” , en el hombre
2.a y gloriosa Venida del Señor para recoger a su Iglesia, entero sometido, por el pecado, al yugo del demonio, donde
pura y sin mancha, gloriosa y resucitada. No se trata de algo se fragua la enemistad con Dios. Por eso, la salvación no
sin importancia, como suponen los temporalistas y los indi­ consiste en aborrecer el cuerpo o en desencantar el espíritu,
ferentes de todos los tiempos (V. 2.a Ped. 3:3-4); es una sino en santificar espíritu, alma y cuerpo, juntamente redi­
esperanza feliz (“malearían” U to 2:13), asociada al gozo de midos para la glorificación final: aspiramos a la inmortalidad
una “gran alegría" (1.a Ped. 4:13); por lo que todo verdadero de nuestro ser total, no sólo de nuestra alma.
creyente, con santa impaciencia, ha de repetir el último grito
de anhelo expectante de las Escrituras: "¡Sí, ven, Señor B’) 0 cristiano no puede ser indiferente a la redención
Jesúsr (Ap. 22:20). del Cosmos. Todo será pasado por el fuego, pero no todo
será consumido; todo cuanto de valor se haya construido en
B) A la glorificación comunitaria de los demás santos. esta vida, quedará refinado y conservado para la eternidad,
En su 1.a epístola a los fieles de Tesalónica, el Apóstol en la morada incorrupta de los hijos de D ios.7
Pablo tiene buen cuidado en adoctrinar correctamente a los
cristianos “en palabra del Señor” respecto a este importan­
tísimo acontecimiento, el cual sucederá de la siguiente mane­ CUESTIONARIO:
ra: los que, de entre los creyentes, hayan muerto antes de
aquel día, resucitarán primero; entonces, los que hayan que­ 1. Concepto y noción de glorificación. — 2. ¿Cuándo y
dado no morirán, sino que serán transformados, y así “los cómo tendrá lugar la glorificación de los elegidos? — 3. ¿Qué
que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con circunstancias acompañarán a nuestra glorificación final? — 4.
ellos en ¡as nubes para recibir al Señor en el aire, y así esta­ Ultimas conclusiones prácticas de este tema.
remos siempre con el Señor" (1.a Tes. 4:14-17, comp. con
I a Cor. 15:51-52).
O A la transformación del Universo actual. El mundo
actual es la morada del hombre caído: un clima de pecado,
de muerte, de penas y tribulaciones. Cuando los creyentes
hayan sido glorificados con Cristo, tendrán en un Cielo nuevo
y una nueva tierra, un clima y una morada dignos de su
gloriosa inmortalidad. Rom. 8:20-21; 2.a Ped. 3:12-13; Apoc. 7. V. mi libro Etica C rbtiaaa, lección 30.a.
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