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Separata 27 2020

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ISSN 2591-569X

S E P A R A T A
Segunda Época
año XVII / nº 27 / diciembre de 2020

Creencias y devociones, festividades y costumbres

María Alba Bovisio / Metáforas animales en el arte del NOA prehispánico:


imágenes del poder sagrado
Sergio Barbieri / La fe convertida en objetos: los exvotos de la Argentina, un arte
popular poco conocido
María Alejandra Lanza / Mirar las flores y pintar con ellas: La naturaleza como
cuerpo de las ermitas del Vía Crucis de Tilcara
Luciano Rondano / Entre lo sagrado y lo profano: fiestas populares en los Salones
Nacionales de Bellas Artes, 1911-1960
Adriana Armando / Dos artistas y algunos recorridos: notas sobre Alfredo Guido y
Nicolás Antonio de San Luis

Centro de Investigaciones del Arte Argentino y Latinoamericano


Facultad de Humanidades y Artes
Universidad Nacional de Rosario
María Alba Bovisio* / Metáforas animales en el arte del NOA prehispánico:
imágenes del poder sagrado
“Los hombres solo hacen en parte lo
que el animal es enteramente”
Frank Hamilton Cushing

En el arte andino prehispánico, vinculado a prácticas rituales, son


frecuentes las iconografías que integran en un ser a varios animales o que
combinan lo humano y lo animal,1 en este último caso se las ha asociado con
los procesos de transformación chamánica, y en el primero, con imágenes de
posibles deidades. El propósito de este texto es profundizar esta clave inter-
pretativa a través del análisis de un caso concreto: la producción cerámica del
Noroeste argentino (NOA) durante el período Medio (600-1000), a partir de
las siguientes preguntas: ¿qué rol le cabe a los animales en la configuración del
orden cosmológico? ¿Qué principios cosmológicos materializan las imágenes
que integran humanos y animales presentes en objetos involucrados en prác-
ticas ceremoniales? Al encarar este análisis las variables que se consideran son
cómo se plasma en las imágenes la experiencia que los humanos tienen de los
animales y qué procedimientos retóricos se ponen en juego.

Quimeras andinas: metáforas + metonimias


El antropólogo Carlo Severi, ha llamado la atención acerca de la efi-
cacia de las imágenes quiméricas2 en la trasmisión de contenidos cosmológi-
cos a lo largo del tiempo. Retomando la pregunta de Aby Warburg, frente a
Centro de Investigaciones del Arte Argentino y Latinoamericano la pervivencia del símbolo de la serpiente,3 acerca de qué hace perdurables
Facultad de Humanidades y Artes a las imágenes, sostiene que el mecanismo de configuración de la quimera
Universidad Nacional de Rosario que “asocia […] en un solo cuerpo la imagen de elementos provenientes de
ISSN 2591-569X cuerpos diferentes”,4 le confiere un poder particular en virtud de las opera-
ciones mentales que su decodificación demanda, en tanto se ponen en juego
Director: relaciones entre lo visible (las partes representadas) y lo invisible (los cuerpos a
Guillermo Fantoni
los que corresponden esas partes). El desciframiento de la quimera implica no
Coordinación editorial:
solo reconocer los seres aludidos que se articulan en uno solo sino compren-
Elisabet Veliscek der/saber cuáles son las relaciones que justifican esta articulación.
Ahora bien, respecto de los procedimientos a través de los cuales en
Comité de Asesores Externos: un solo cuerpo se asocian partes de cuerpos diferentes, distingo dos que dan
Roberto Amigo, José Emilio Burucúa, Silvia Dolinko, Ana Longoni, como resultado dos tipos de cuerpos: el “híbrido” y el “metafórico”. Tomemos
Laura Malosetti Costa, Mariano Mestman, Marcelo Nusenovich, Marta Penhos, como ejemplo del primero, una de las imágenes de la Quimera griega pintada
Irina Podgorny, Gabriela Siracusano, Diana Wechsler, Clementina Zablosky.
en un plato de figuras rojas de Apulia, s. IV a.C. (figura 1) y del segundo, la
Correspondencia:
imagen de una de las losas grabadas que se ubicaban en patios, paredes y
Dorrego 124 cornisas del templo de Chavín de Huántar, en la sierra norte del Perú, s. XIII-V
2000 Rosario a.C. (figura 2). En el primer caso, podemos ver un animal fantástico que tiene
Argentina un cuerpo de león pero con mamas que pueden corresponder a las de una
e-mail: adrianayguillermo@express.com.ar leona o una cabra, dos cabezas, una de macho cabrío y otra de león, y una
cola que termina en una cabeza de serpiente. El proceso de configuración
Portada: Rodolfo Cascales, Terminó el carnaval (fragmento), catálogo del XLVI SNBA,
de este icono se basa en la adición de partes de seres existentes que dan
1956, Museo de Bellas Artes Benito Quinquela Martín.
1
como resultado un ser híbrido. En el segundo caso, la estructura del cuerpo del al signo a través de una suerte de perífrasis determinada por un contexto
personaje, que ha sido interpretado como una de las versiones de la Deidad de referencia muy específico: los relatos míticos y las sagas. Rowe propone
principal de Chavín,5 remite a un antropomorfo en tanto presenta una simetría entender como kenning los motivos iconográficos que en la iconografía chavín
axial, vertical, especular, es bípedo, y posee cabeza, torso y miembros inferiores funcionan por sustitución, como por ejemplo, las bocas felínicas en lugar de la
y superiores. Pero se trata de un ser antropo-zoomorfo puesto que, a través de boca de cualquier tipo de ser (ave, antropomorfo, serpiente, etc.) y sostiene
un proceso de sustitución, ese cuerpo presenta partes que corresponde a ciertos que la explicación al sentido de estas imágenes muy probablemente estuviese
animales: los dientes humanos están reemplazados por dientes felínicos con en la tradición mítica oral, que se ha perdido.9
colmillos, los pies, por garras de falcónidas (águilas o halcones), los cabellos, por Si bien creo que no podemos identificar directamente los
serpientes entrelazadas. No vamos a detenernos en el análisis interpretativo de procedimientos retóricos de configuración de los signos icónicos con los de
esta iconografía, lo que me interesa es señalar que el proceso de configuración los signos lingüísticos, hay una serie de características del funcionamiento de
de la imagen de la deidad se funda en un procedimiento metafórico en tanto los tropos de la poesía nórdica que pueden servir para elaborar hipótesis
opera por sustitución. válidas para casos como el de las imágenes chavín. Por un lado, la idea de
metáforas que aluden al conocimiento no solo de una convención sino de
un relato que da cuenta de la historia y la cosmovisión de un pueblo; por
otro, el funcionamiento de esas metáforas en un contexto ritual. Coincido
con Rowe respecto a que la iconografía chavín remitiría a mitos cosmológicos
y cosmogónicos que se trasmitían oralmente y se plasmaban en los textos
plásticos (lítica, cerámica, textiles, orfebrería, etc.). Los artistas que realizaban
estas obras, de modo análogo al de los poetas escandinavos, participaban
Figura 1: Quimera. Plato de de esos conocimientos mítico-religiosos e históricos. Pero, además, esta
figuras rojas de Apulia, Italia.
Cerámica, diámetro: 21, 4 consideración se puede hacer extensiva a otros casos del arte andino, incluido
cm, ca. 350-340 a.C. Museo
del Louvre. Tomado de el de la producción del NOA objeto de este trabajo.10
https://commons.wikimedia.
org/wiki/File:Chimera_Apu- Volviendo al procedimiento de configuración de estos “cuerpos me-
lia_Louvre_K362.jpg tafóricos”, este se caracteriza por la combinación de la metáfora con la meto-
nimia de la parte por el todo,11 en tanto las sustituciones se hacen con partes
de cuerpos que remiten a un todo identificable: serpientes, felinos, falcónidas,
etc. En este sentido, en el caso de la imagen de la deidad chavín (figura 2),
a través de ese procedimiento, el cuerpo antropomorfo deviene un cuerpo
antropo-zoomorfo.
Estas operaciones, metáfora y metonimia, se fundan en la lógica de la
analogía en tanto se establecen equivalencias entre la sustitución y lo sustituido,
en la primera, y entre la parte y el todo, en la segunda. Razonar “por analogía”
implica, tal como señala Godelier, establecer correspondencias entre todos los
aspectos y niveles de la realidad natural y social.12 Desde esta perspectiva no
hay realidades unívocas, y a través de operaciones metafóricas y metonímicas
Figura 2: Losa del “Dios Sonriente”, piedra grabada. Sitio de Chavín de Huantár. Sierra norte del Perú.
1200-400 a.C. Foto y dibujo de la autora.
se condensan sentidos complejos y múltiples que se atribuyen a las diversas
entidades existentes en el universo. Las iconografías de cuerpos metafóricas dan
John Rowe propuso analizar la iconografía chavín6 a partir del concepto cuenta de un modo de concebir equivalencias ontológicas entre lo humano, lo
de kenning, metáfora propia de la antigua poesía nórdica, que se remonta al no humano y lo supra humano. Al respecto, Descola, señala que la oposición
año 100, dedicada a los mitos, relatos sobre los dioses desde el origen del entre naturaleza y cultura carece de sentido para las culturas no modernas pues-
mundo, y a las sagas, aventuras de los héroes. Los poemas eran cantados en las to que es un “esquema de objetivación del mundo” que surge, justamente, en
ceremonias de iniciación de los jóvenes que pasaban a la edad adulta. El término seno del desarrollo de la sociedad occidental moderna.13 El antropólogo estable-
deriva del verbo “conocer”7 y refiere a un tipo particular de metáforas que no ce sus, ya célebres, modelos ontológicos donde el naturalismo moderno sería
funcionan por una comparación que establece una analogía entre dos términos uno de ellos. No me voy a detener en la reseña de estos modelos que han sido
disímiles a los que se atribuye algún rasgo semántico común8 sino que sustituyen largamente discutidos y explicados por el autor y sus exégetas en numerosos

2 3
trabajos14 sino que me voy a “apropiar” parcialmente de uno de los modelos del Carta Anua de Lima fechada en 1614:
autor susceptible de vincularse con la problemática que se está encarando: el del [Llivia Cancharco] Habiendo sido el primer cacique de aquella
analogismo, en tanto supone concebir una red de relaciones que articulan todo provincia, habían aprendido de sus mayores, por la fama y las historias
lo existente, tanto en su dimensión material como ideal.15 Este sería el modelo que les escucharon, que él había sido fundador del género humano,
ontológico16 que subyace en la lógica de la metáfora y la metonimia y que, como que era quien daba la vida, productor de todas las plantas y de las
veremos en el próximo apartado, se corresponde con la lógica que sustenta el mieces, el que daba la lluvia, el hacedor único de todos los alimentos
culto a las wakas que articula las sociedades andinas. necesarios para la conservación el vida humana...23
El culto a las wakas en el mundo andino
Numerosas investigaciones acerca de las culturas andinas prehispáni-
cas, entre las que se cuentan las del Noroeste argentino, permiten afirmar que
la organización socio-política y económica se sustentó en el culto a las wakas-an-
tepasados,17 fundadores del linaje que detenta la autoridad de una unidad terri-
torial y parental y vela por su continuidad y prosperidad.18 Esta cita del padre
Cristóbal de Albornoz19 resulta elocuente acerca de la particular naturaleza de
las wakas y de su existencia desde épocas pre incaicas:

...el principal genero de guacas que antes que fuesen subje-


tos al ynga tenían, que llaman pacariscas, que quieren dezir criadoras
de sus naturalezas. Son en diferentes formas y nombres conforme de
las provincias: unos tenían piedras, otros fuentes y ríos, otros cuebas,
otros animales y aves e otros géneros de árboles y de yervas y desta
diferencia tratavan ser criados y descender de las dichas cosas…20

Defino waka, entonces, como toda entidad sagrada que puede asumir
Figura 3: Mapa del NOA con los sitios referidos
diversas corporalidades (humana, animal, vegetal, pétrea, etc.) que, además, no en el artículo.
es fija sino que puede devenir en otras. Este pasaje del tratado de extirpación de
idolatrías del jesuita José de Arriaga21 es ilustrativo acerca de las transformaciones Ese ancestro mítico supera la condición humana e individual y se cons-
y mutaciones de las wakas y las relaciones de parentescos que involucran a seres tituye en una red de relaciones, asociadas a la génesis espacio-temporal del
de diversas condiciones: humano, animal, vegetal, mineral…: grupo y a su identidad, que involucran a los fundadores de linaje, sus lugares de
origen, los ciclos vitales, etc., tal como señala el historiador Frank Salomon: “…
...Huaina yura, hijo de Apu Yurac [...] me dixeron que se avia ancestry could be imaginated as a seamless web expanding from family organi-
convertido en halcón luego, que tuvo hijos, y que este halcón estava zation to geographic and even cosmological order”.24 Es por esta condición que
en dicho lugar, donde mandé cavar y a un estado se halló un deposito son las wakas/ancestro las que legitiman los derechos de cada comunidad sobre
a modo de boveda un halcón de piedra sobre una planchilla de plata, su territorio y el poder del curaca-chaman como su representante. El chamán es
rodeado de muchas conopas [...] muchos saxrificios y una trompeta. quien comparte con las wakas la condición ontológica de la multiformidad jus-
Aqui cerca estavan quatro cuerpos enteros y secos [...] que [dicen] son tamente en tanto puede devenir/encarnar a la deidad durante el trance. En esta
hijos de esta huaca, y progenitores de todos los de este ayllo”22 transformación se pone de manifiesto la identificación del poder sagrado con
determinados animales,25 tal como menciona el padre jesuita pedro Lozano:
Esta multiformidad, a mi juicio, responde al principio de que las cosas
son en un continuum ontológico, vale decir, todo lo que está en el mundo par- ...entre las naciones de esta gobernación de Tucumán [...] que-
ticipa del mismo principio vital otorgado por las wakas, entidades dadoras de dan vestigios de lo que seria en la gentilidad, pues hay todavia no pocos
vida (“criadoras de sus naturalezas”) y en este sentido el concepto de waka está que despues de haber abrazado la ley de Cristo profesan estrecha
indisolublemente ligado al de ancestro en tanto origen de la vida del grupo en su familiaridad con el demonio, con cuyo magisterio salen eminentes en
conjunto humano y no-humano, tal como podemos leer en el informe de esta el arte mágico; unos para transformarse en varias fieras...26
4 5
verse la vinculación entre los chamanes que “hablan” por la waka y el consu-
mo de chicha y vilca (esta última refiere al cebil planta psicoactiva).30

...y los hechiceros responden […] sí ó no aviendo hablado


con el demonio en lugar obscuro, de manera que se oye su voz más
no se ve con quién hablan ni lo que dizen, y hazen mil ceremonias y
sacrificios para este efecto, allende que invocan para esto al demo-
nio, emborráchanse y para este oficio particular usan de una llerva
Figura 4: Felino. Puco negro grabado, alto: 6 cm., [yerba] llamada villca, echando en el sumo della chicha, ó tomándola
diámetro: 19 cm. Aguada Hualfín. Procedencia: Las
Mansas, Catamarca. Museo Etnográfico de la Facultad de Figura 5: Felino. Puco gris grabado, alto: 11, 5 por otra vía.31
Filosofía y Letras (UBA), Buenos Aires. Nº 4662. Foto cm, diámetro: 17 cm. Aguada Hualfín. Museo
de la autora. Nacional de Bellas Artes, Nº 9001. Foto de
la autora.
La iconografía del poder sagrado en la cerámica del Período Medio del
NOA: wakas y chamanes
En el apartado anterior dejé planteado, brevemente, el contexto
macro en el que inscribo la producción, uso y circulación de las imágenes
del Período Medio del NOA: el culto andino a las wakas. Este período se
identificó con la cultura de la Aguada, definida por Alberto Rex González en
la década del ’60, con presencia fundamentalmente en las provincias de Ca-
tamarca y de La Rioja.32 Actualmente hay consenso entre los investigadores
acerca de que más que tratarse de una entidad socio-cultural única y ho-
mogénea, en los diversos valles se habrían desarrollado organizaciones con
Figura 7: Felino. Jarra globular policroma, alto:
11,1 cm, diámetro:17,6 cm. Aguada Hualfín. distintos grados de complejidad social. Sin embargo, en todas estas entidades
Museo Nacional de Bellas Artes, Nº 9173. Foto
de la autora. socioculturales el poder o autoridad se sustentaría en el culto panandino a las
wakas, que está intrínsecamente ligado al chamanismo. Práctica evidenciada
Figura 8: Felino.
Olla negra grabada, en el hallazgo de pipas y morteros para moler semillas del cebil –planta que
Figura 6: Felino. Jarra policroma, alto: 15, 7 cm, alto: 11 cm.,
diámetro: 12,5 cm.
crece en los bosques de las sierras del Ancasti– en los valles de Ambato,
diámetro: 12 cm. Aguada Hualfín. Procedencia:
Sitio Airampo, Las Faldas, Belén, Catamarca. Aguada Ambato. Hualfín, San Fernando de Catamarca y en los del norte de La Rioja.33 En las
Instituto de Arqueología y Museo de la Univer- Museo Arqueoló-
sidad Nacional de Tucumán, Nº MA0077. Foto gico Adán Quiroga, Cartas Anuas de la provincia de Tucumán34 la información es ambigua respecto
Catamarca, Nº
de la autora.
413. Foto de la al rol de los curacas (jefes) y de los chamanes o sacerdotes de las wakas, a los
autora.
que se llama “hechiceros”, ambigüedad que permite suponer que en muchos
casos ambos roles estaban en manos de una misma persona, situación que
En las diversas fuentes son recurrentes las referencias a los “sacer- podría remontarse al Período de Integración.
dotes” o “hechiceros” de las wakas que tienen a su cargo el culto, tal como se En función de los límites que impone el formato de un artículo me
menciona en el tratado de Arriaga: “Estas huacas tienen todas sus particulares voy a concentrar en el análisis de la producción cerámica de los valles de Am-
sacerdotes, que ofrecen los sacrificios, y aunque saben todos hazia donde es- bato y de Hualfín en la provincia de Catamarca (figura 3). En el primer caso
tán, pocos las ven, porque ellos se suelen quedar a atras, y solo el sacerdote se trata de una cerámica negra, bruñida, y grabada después de la cocción;
es el que le habla y ofrenda”27; o en esta Carta Anua de la Residencia de Juli de en el segundo, de dos tipos diferentes, uno gris grabado y otro policromado.
1604: “...antiguamente cada familia tenia su sacerdote como agora lo tienen en Cada una de estas tradiciones técnico-plásticas tuvieron, como veremos, su
algunos pueblos mal doctrinados y estos sacerdotes son echizeros [...] el oficio especificidad en la interpretación del corpus iconográfico a analizar. Lamenta-
principal destos es governar al cacique principal y a todos los demás de aquella blemente, de la mayoría de los ejemplares que relevé en distintas colecciones
familia aserca del culto a sus idolos”.28 del país no se conoce el contexto ya que provienen del huaqueo, sin embargo,
La parafernalia ritual procedente del registro arqueológico, pipas, la inconfundible filiación con los ejemplares procedentes de sitios excavados en
morteros, inhaladores, que encuentra su correspondencia con la información campañas arqueológicas permite inferir contextos similares.
etnohistórica, evidencia la existencia, a lo largo de toda la historia andina prehis- Respecto del valle de Ambato, el contexto arqueológico en el que
pánica, de prácticas chamánicas que estarían en directa asociación con el culto se hallaron ceramios negros bruñidos corresponde a espacios habitacionales,
a las wakas.29 En esta cita del funcionario virreinal Polo de Ondegardo puede
6 7
como los cuatro sitios Martínez, que posiblemente configuraran un conjunto varon a pensar en otras especies. Sabemos que las características ambientales
de asentamientos ubicados en las proximidades de las acequias y terrazas de del NOA sufrieron importantes cambios a lo largo de los siglos con el aumento
cultivo emplazadas junto al río los Puestos, y al sitio de la Rinconada que se de las condiciones de sequedad, como lo demuestran, por ejemplo, los ba-
ha interpretado como centro ceremonial. Tanto en los sitios de vivienda rreales con cementerios de algarrobales y la gran cantidad de cauces secos.
como en La Rinconada,35 esta cerámica aparece asociada a restos humanos Se presume que en el Período Medio existieron zonas de yungas, esteros y
(huesos fragmentados, piezas craneales) y de camélidos, lo que permite pensar lagunas más amplias que las actuales con la consecuente presencia de la fauna
en sacrificios de animales y humanos, a lo que se suman conanas y manos de propia de esos ambientes. Además, en el faldeo oriental de valle del Ambato,
moler que podrían haberse destinado a la molienda de algarroba y maíz para gracias a la irrigación de numerosas vertientes, existe una zona de yungas que
elaborar bebidas rituales, aloja y chicha, mientras que un hornillo de pipa hallada se extiende entre los 400 y 3000 msnm, que ha sido el hábitat preferido del
en Martínez 1 hablaría del consumo de cebil.36 jaguar, en el que convivió con el caimán overo, con yararás, lampalaguas y una
La cerámica del valle de Hualfin ha sido hallada fundamentalmente en gran variedad de lagartos (en las tierras bajas predomina el lagarto overo y
el cementerio Aguada Orilla del Norte. La más importante colección de estos en las zonas más secas, el colorado, ambos de considerable tamaño, pueden
objetos corresponde a la famosa colección Muniz Barreto que forma parte del alcanzar 1,50 m de largo).46 Respecto del jaguar, específicamente, su presencia
acervo del Museo de La Plata.37 El ajuar conservado consiste mayoritariamente en San Juan, San Luis, Mendoza, Córdoba, Catamarca, la Rioja, Tucumán,
en pucos y jarras de cerámica y en menor cantidad, pipas y morteros de piedra Santa Fe y Corrientes, incluso a principios del siglo XX, se expresa en relatos
y hachas de cobre y de piedra.38 Se halló un cráneo suelto acompañando dos históricos y folclóricos y en la toponimia.47 A estos animales debemos sumar,
esqueletos en la tumba 16839 y esqueletos sin cráneos que podrían explicarse entre las especies que interactuaron con los habitantes del NOA, el otro gran
como evidencias de prácticas sacrificiales.40 Además, de 377 individuos inhu-
mados, 9 tenían pucos, lisos o con motivos felínicos grabados o pintados, en la
cabeza a modo de sombrero,41 lo que podría indicar una posición jerárquica.42
En síntesis, si bien en un caso se trata de espacios de vivienda y /o
ritual y en otros de sitios funerarios, en todos la evidencia arqueológica permite
inferir actividades ceremoniales, en el primer caso asociadas a posibles sacrifi-
cios de humanos43 y animales y a consumo de cebil y en el otro, a ofrendas y
ajuar mortuorio, también vinculados con esas prácticas. Mi hipótesis principal
es que las imágenes de los objetos involucrados en prácticas ceremoniales,
materializan discursos acerca de la naturaleza de las wakas y de las interaccio-
nes entre wakas y chamanes (jefes político-religiosos). Este discurso iconográ-
fico se plasma de modos específicos que apelan a la metáfora y la metonimia
para configurar cuerpos metafóricos que expresan relaciones de equivalencia
entre determinados animales identificados con el poder sagrado, y entre esos
animales y los humanos que detentarían ese poder.
Ahora bien, a partir del análisis del corpus de materiales44 identifi-
qué, por su recurrencia formal, cinco motivos iconográficos que definí como:
Figura 9: Felino. Olla negra grabada, alto:15,7 cm, ancho con asas: 24,9 cm.
el felino, el draconiforme, el antropo-zoomorfo, el zoo-antropomorfo y el Aguada Ambato. Museo Nacional de Bellas Artes, Nº 9026. Foto de la autora.
antropomorfo con atributos. Todos denotan una referencia a humanos y ani-
males. Respecto de estos últimos me dediqué a indagar a cuáles correspon- felino americano: el puma, cuyo hábitat se extiende desde los 50º de latitud
dían los atributos observables que configuraban los cuerpos metafóricos.45 hasta el estrecho de Magallanes y desde la costa de Pacífico hasta la del Atlán-
Mi intención fue indagar qué experiencia perceptiva y cognitiva del hombre tico,48 gracias a su gran capacidad de adaptación a ambientes muy diversos:
frente a determinados animales subyace a estas imágenes y qué sentidos po- llanuras, montañas, selva húmeda, altiplano árido.49
drían tener los rasgos/atributos que se abstraen de estos animales. Veamos Al observar el felino hibrido vemos que el rasgo propio del jaguar
cada motivo en particular: (figura 23), es la mancha compuesta (figura 24), rasgo que como veremos
*El felino (figuras 4 a 9) presenta un cuerpo cuadrúpedo con cola y más adelante no es exclusivo de este animal, pero las fauces aserradas corres-
manchas compuestas que habilitan su identificación con un jaguar, pero las ponden a la morfología de otro habitante de las tierras bajas: el yacaré (figura
fauces alargadas y aserradas y la lengua hacia afuera (figuras 6, 7 y 8) me lle- 25), mientras que las lenguas hacia afuera, a mi juicio, remiten a los reptiles,

8 9
alcanzar hasta 2,50 m de largo, valiéndose de su lengua bífida ubica a su presa
y la captura con sus dientes curvos, la desgarra y luego la fagocita sostenién-
dola con una de sus hemimandíbulas, pueden engullirse animales que superen
hasta cuatro veces el tamaño de su propia cabeza. La yarará (figura 26), por su
parte, también abre desmesuradamente su boca en el momento del ataque
pero a fin de clavar sus colmillos para inocular el eficaz veneno que afecta
rápidamente al sistema nervioso e inmoviliza a la víctima, que luego devora.52
Finalmente, las largas colas enroscadas aludirán más al puma (figura
Figura 10: Draconiforme. Puco gris grabado, alto:
10 cm, diámetro: 22, 5 cm. Aguada Hualfín. Mu- 23) que al jaguar puesto que este último se distingue por la cabeza ancha,
seo Nacional de Bellas Artes, Nº 12788 (M0492).
Foto: Matías Iesari. robusta y grande con relación al cuerpo musculoso y compacto, y cola re-
lativamente corta, mientras que el puma tiene cabeza pequeña con relación
al cuerpo y cola más larga que le sirve para mantener el equilibrio particular-
mente cuando trepa a los árboles.
En síntesis: el felino es un motivo configurado de modo tal que el
cuerpo felínico, que remite al jaguar por las manchas y al puma por las largas
colas (figura 28), se le sustituye las fauces de felino (cortas y con colmillos en-
trelazados) por fauces draconiformes, y en algunas versiones, tanto grabadas
como pintadas, la cola remata en una cabeza draconiforme (figuras 6, 7 y 9).
Figura 12: Draconiforme. Puco
negro grabado, alto: 9, 5 cm, Estas corresponden al motivo del draconiforme (figuras 10 a 13), que presenta
diámetro: 15 cm. Aguada Ambato.
Museo Arqueológico Adán Quiro- la particularidad de que no se define por el cuerpo sino, justamente, por la ca-
ga, Catamarca Nº 1257. Foto de
la autora. beza, que presenta siempre esta morfología: largas fauces aserradas, abiertas
y con lenguas hacia afuera, que en muchos casos son bífidas (figura 30) y un
par de protuberancias en forma de gancho sobre los ojos, que podrían aludir
Figura 11: Draconiforme. Jarra policroma, alto:
15 cm, diámetro: 12, 4 cm. Aguada Hualfín. al aspecto de los ojos del yacaré que asoman por encima del agua cuando está
Colección de la Cancillería Argentina, Nº 88. Foto
de la autora.
nadando (figura 29).53
Cabe detenernos en la convención de los ojos de círculos concén-
particularmente lagartos (figura 27) y serpientes (figura 26), y las fauces muy tricos presente en draconiformes y felinos (por ejemplo, figuras 6 y 13), en
abiertas a estas últimas y al hidrosaurio. La lengua bífida, notablemente móvil, tanto no remiten a un referente directo dejo planteadas dos posibles lecturas
es un elemento indispensable para percibir el entorno y detectar a las presas, que no son excluyentes: podrían identificarse con los ojos de las serpientes
puesto que capta partículas del suelo y el aire que, al regresar a la boca, se que se perciben siempre abiertos porque carecen de párpados y en su lugar
ponen en contacto con los verdaderos sensores, los órganos de Jacobson (un tienen una escama córnea protectora que es transparente (figura 30); también
par de cavidades ubicadas en el paladar tapizadas de mucosa sensitiva) y así podría vincularse con la capacidad de reptiles, hidrosaurios y felinos de dilatar
estos reptiles “huelen”.50 Las bocas muy abiertas nada tienen que ver (como su pupila en la oscuridad lo que los vuelve aptos para cazar en plena noche.
se ha propuesto) con un felino en actitud de ataque, estos muestran los dien- En la mayoría de las versiones, tanto grabadas como pintadas, el dra-
tes y echan las orejas para atrás cuando asumen una actitud amenazante coniforme es bicéfalo, el cuerpo del puede asumir formas romboidales (figuras
pero sacan la lengua cuando están regulando la temperatura o bostezando, 12 y 13) como el de los lagartos, o serpentinos (figura 11) y en muchos casos
es decir, en momentos de descanso. Quienes abren ferozmente sus bocas
ante presas o enemigos, son las serpientes y los yacarés, tal como podemos
leer en esta descripción del zoólogo Marcos Freiberg: “…un hidrosaurio [de
3 metros de largo], el yacaré overo o colorado de hocico ancho (caimán
latirostris) […] la boca inverosímil, como una hendidura tajante, descomunal,
provista de dientes agudos, cónicos […] con lengua carnosa adherida, exhibe
generosa el fondo de las fauces al menor asomo de enojo y descarga mordis-
cos formidables”.51
Figura 13: Draconiforme. Puco negro grabado, alto: 7 cm, diámetro: 18, 5 cm. Aguada Ambato, Catamarca.
En cuanto a las serpientes, la lampalagua (figura 26), boa que puede Museo Etnográfico de la Facultad de Filosofía y Letras (UBA). Nº 9686. Foto de la autora.

10 11
patas y lenguas son sustituidas por cuerpos ofídicos que rematan en cabezas
draconiformes (figura 12), pueden estar asociados a motivos serpentinos con
cabezas triangulares o romboidales, morfología compartida por serpientes
y lagartos al igual que la piel escamosa que se puede identificar con formas
reticuladas. Los cuerpos bicéfalos pueden estar ligados al apareamiento tanto
de serpientes como de lagartos que durante la copula se enroscan de modo
tal que adoptan el aspecto de un único ser con dos cabezas. Esta asociación
Figura 14: Antropo-zoomorfo.
resulta significativa a la hora de pensar en la identificación de estas imágenes Puco gris grabado, alto: 10
cm., diámetro: 10 cm. Aguada
con las wakas, dadoras de vida. Hualfín. Museo Condorhuasi,
Cuando el draconiforme tiene cuerpo ofídico siempre presenta las Belén, Catamarca, Nº 165.
Foto de la autora.
mismas manchas que los felinos (figuras, 10 y 11) que interpreté como alu-
siones al jaguar pero en tanto se integran a cuerpos serpentinos podrían
también aludir a la piel de lampalagua y la de la yarará que poseen grandes
manchas oceladas (figura 31). Existe, además, otra serpiente que a mi juicio
estaría involucrada en las metáforas animales del poder sagrado: la curiyú (fi-
gura 33), boa que alcanza hasta 4 m. Si bien no habita, ni habitó los espacios
ocupados por las cultura/s Aguada, sí se encontraba en una región cercana,
en el este de Santiago del Estero, en las zonas húmedas54 y las evidencias ar-
queológicas dan cuenta de activas relaciones, desde épocas tempranas, entre
los grupos de las tierras bajas y los de los valles occidentales del NOA.55 Uno
de los rasgos que más nos ha inducido a pensar en este animal como uno
de los posibles referentes de la iconografía sagrada el sorprendente parecido
entre la piel de esta boa, de color amarillo sembrada de manchas negras Figura 15: Antropo-zoomorfo. Ceramio
negro grabado en forma de batracio, alto:
compuestas y con el vientre amarillo claro, y el pelaje del jaguar, con quien 19,5 cm, largo: 25 cm. Aguada Ambato.
comparte el hábitat en las zonas de esteros, lagunas y ríos (figura 31). Museo Nacional de Bellas Artes, Nº 8949.
Foto de la autora.
Como señalé al inicio, los modos de configurar estas quimeras se
fundan en procedimientos analógicos (metáfora y metonimia) que implican
establecer una red de equivalencias entre las entidades involucradas. Estas
operaciones encuentran una notable correspondencia con la condición on-
tológica de las wakas reconstruida a través de las fuentes: estas pueden mutar
de una naturaleza a otra, multiformidad fundada en un continuum ontológico
que involucra todo lo existente.
Ahora bien, en la iconografía analizada se establecen analogías y
equivalencias entre animales que encarnan el poder suprahumano por capa-
cidades y atributos que los hombres perciben y experimentan en tal sentido.
En todos los casos se trata de predadores y dado que la caza está destinada
a alimentarse se pondría en juego una metáfora del sacrificio a las wakas:
la entrega de vida a cambio de garantizar la renovación del ciclo vital. Pero
además, estos cazadores poseen capacidades que superan a las de los hom-
bres ampliamente y que permiten establecer relaciones de equivalencia entre
ellos: todos los animales mencionados poseen pupila vertical (figura 32), que
tiene una apertura mucho mayor que la del ojo humano permitiendo a las
células fotorreceptoras captar mayor cantidad de luz y poder ver en plena
Figura 16: Antropo-zoomorfo y Antropomorfo con atributos. Puco negro grabado,
noche; salvo el puma, todos poseen pelajes o pieles manchadas que les po- alto: 15, 3 cm, diámetro: 15 cm. Aguada Ambato. Museo Nacional de Bellas Artes,
Nº 9168. Foto de la autora.
sibilitan mimetizarse con el entorno lo que equivaldría a transformarse en el

12 13
medio ambiente y/o invisibilizarse (figura 31); todos poseen armas letales en su
anatomía (garras, colmillos, veneno, anillos constrictores, enormes mandíbulas
dentadas, poderosas colas) y una gran fuerza. Muchos comparten destrezas:
las boas, los lagartos, el yacaré y el jaguar son eximios nadadores, capaces de
cazar también en el agua, y otros, similares capacidades de mutación: la muda
periódica de piel de la serpiente56 y la regeneración de las colas en los lagartos
si las pierden en un enfrentamiento con otros animales.57 También comparten
el modo de cazar, sobre todo jaguares y pumas que desnucan o degüellan, con
colmillos y garras a la presa –lo que podría remitir analógicamente a la decapi-
tación–; también los reptiles capturan a sus víctimas por la cabeza, puesto que
para tragarlas, deben hacerlo en el sentido de los pelos o las plumas para que
estos no dificulten la deglución. A las relaciones de equivalencia se suman las
Figura 17: Zoo-antropomorfo. Jarra negra grabada, alto: 18, 5 cm, diá-
de complementariedad: el jaguar es el felino más grande de América, su peso
metro: 14 cm. Aguada Hualfín. Colección de la Cancillería Argentina, oscila entre 90 y 140 kg, y posee una enorme fuerza mientras que el puma
Nº 96. Foto de la autora.
es de menor tamaño, su peso entre 40 y 100 kg., y no posee tamaña fuerza
pero sí mayor agilidad, a diferencia del jaguar, no nada y, en cambio, es suma-
mente ligero para saltar y correr, puede dar saltos de hasta 18 m de alto y 10
m de largo y correr hasta 80 km/h. Si el jaguar comparte con boas y lagartos
la habilidad de nadar, el puma comparte con estos los hábitos arborícolas y la
agilidad para trepar.
Si me he detenido en el detalle de todas estas características es por-
que permiten aproximarnos a la experiencia que los habitantes de la región
valliserrana tuvieron de estos animales con los que interactuaron. En su con-
ferencia sobre los rituales de los indios pueblo Aby Warburg, sostiene que la
“religiosidad primitiva” establece causalidades globales fundadas en “una relación
encarnecida entre el ser humano y el mundo circundante”.58 Siguiendo la lección
Figura 18: Zoo-antropomorfo. Jarra policroma, alto: 17,1 cm, diámerto: 12,3 cm. Aguada Hualfín. Museo Nacional de
Bellas Artes 8953. Foto de la autora. del antropólogo y filósofo italiano, Tito Vignoli, parte del supuesto de que los
hombres transforman los “reflejos fóbicos de proyección causal” en identificacio-
nes controlables a través de las imágenes, que por un lado, facilitan la operación
racional de nombrar y explicar, y por otro, remiten a esos reflejos fóbicos, siendo
el arte el único medio que posibilita la articulación de estas dos vertientes de la
memoria.59 En relación al símbolo de la serpiente (que aparece asociada al rayo y
al pájaro nube) sostiene que se trata de una imagen jeroglífico de los pueblo que
condensa las significaciones ligadas al temor al veneno de la serpiente, a la sequía,
y a la necesidad del agua: “existe una conexión mágico-causal entre la silueta
de la serpiente y el relámpago”.60 Podemos pensar que los habitantes del NOA
sintieron frente a esos cazadores nocturnos, felinos, saurios y ofidios, un temor y
una fascinación similar a la que provocaba la serpiente de cascabel entre los indios
pueblo, y que también sus imágenes operaron condensando significaciones a
Figura 19: Zoo-antropomorfo y Felino. través de procedimientos analógicos.61 La experiencia perceptiva de los humanos
Puco negro grabado, alto 14, 9 cm., diáme-
tro 19, 9 cm. Aguada Ambato. Proceden-
frente a los animales es una experiencia de orden emocional que se racionali-
cia, Los Varela, Catamarca. Museo Ambato, za, en las imágenes son el resultado de este proceso. Aquellos animales que
La Falda, Córdoba, Nº 83. Foto: Museo
Ambato. aparecen ante los ojos de los hombres con capacidades suprahumanas (lo que
provocaría temor y fascinación) se constituyen en la manifestación de poder
sagrado. Propongo entonces, pensar a la iconografía de los felinos y los draco-

14 15
niformes como la expresión de ese poder que corresponde a las wakas; no se cuerpos metafóricos dan cuenta del proceso que acontece en el cuerpo del
trata de animales sacralizados sino de la expresión del poder sagrado que se chaman que trasciende su propia humanidad, pasaje de lo antropomorfo a
identifica con capacidades y atributos de esos animales, y con prácticas ligadas lo zoomorfo (waka), para luego retornar a ella, de lo zoomorfo a lo antro-
al culto a las wakas: el mimetismo, la regeneración, la mutación podría asociarse pomorfo.
a la transformación chamánica; la caza y el modo de cazar, con el sacrificio en Antropomorfo con atributos (figuras 20, 21 y 22):64 estos personajes
general y la decapitación ritual en particular; la capacidad de ver en la oscuridad presentan cuerpos enteramente humanos, llevan adornos cefálicos y ore-
de la pupila vertical con la dilatación que se produce por efecto de las plantas jeras en forma de felinos y draconiformes y, frecuentemente, sus cuerpos
psicoactivas que, efectivamente, aumenta la capacidad de ver del chaman (con tienen “trajes” o “adornos corporales” con manchas felínicas o un reticulado
todo lo que ello denota y connota). que puede aludir a la piel escamosa de los reptiles. Portan, “escudos”, “ce-
Es justamente en relación al proceso de transformación chamánica tros”, “lanzaderas”, que, considerando la significación general de este tipo de
que planteo mi interpretación de los tres motivos iconográficos restantes. objetos en el mundo andinos, serían emblemas de autoridad. A mi juicio estos
Antropo-zoomorfo62 (figuras 14, 1563 y 16): personaje bípedo de cuerpo motivos aluden al mundo humano, a los curacas chamanes, que detentan
estructurado a partir de la simetría especular vertical propia de los antropomor- su poder en nombre de las wakas, identificadas con eso animales cazadores
fos, cuya cabeza, y a veces también pies y/o manos, se sustituyen por cabezas expresados en sus atributos metonímicos (manchas, cabezas draconifor-
draconiformes. mes, etc.).
Zoo-antropomorfo (figuras 17, 18 y 19): tiene el cuerpo de felino pero Es interesante observar que en algunas piezas hallamos claves de
la cabeza zoomorfa está sustituida por una antropomorfa, que generalmente lectura que evidencian las relaciones entre los distintos motivos analizados:
lleva un par de adornos circulares y “pinturas” faciales. en la figura 16 vemos un vaso negro globular que tiene grabado un antropo-
A mi entender estos iconos expresarían el proceso de transformación morfo con atributos de un lado y un antropo-zoomorfo del otro, el primero
por el cual el chamán, a través del trance, encarna a la waka. El consumo de tiene cuerpo manchado y un tocado de forma de draconiforme serpentino
plantas psicoactivas implica que la transformación es real, acontece en el cuer- bicéfalo, lleva un escudo y una estólica que tiene en un extremo una cabeza
po que sufre una serie de “alteraciones” que le permiten atravesar las barreras draconiforme y en el remate un felino; el segundo, tiene el mismo cuerpo
de lo humano y alcanzar lo supra humano. En este sentido considero que estos antropomorfo, pero reticulado, su cabeza es la de un draconiforme, tam-
bién lleva un tocado draconiforme y una estólica que remata en un felino.
Podemos pensar que al girar la pieza se pone en acto la transformación y el
curaca chaman (antropomorfo con atributos) pasa a su condición de encar-
nación de la waka (antropo-zoomorfo).
La figura 19 corresponde a una olla negra grabada en la que ve-
mos un felino de un lado y al girarla, un zoo-antropomorfos que presenta
el mismo cuerpo de felino pero con cabeza antropomorfa, en este caso se
expresaría la relación entre el cuerpo transformado del chaman en el ritual
Figura 20: Antropomorfo con atributos. Puco gris Figura 21: Antropomorfo con atributos. Puco (zoo-antropomorfo) y la waka a la que encarnaría en dicho ritual (el felino).
grabado, alto: 9 cm., diámetro: 16 cm. Aguada Hual-
fín. Museo Arqueológico Adán Quiroga, Catamarca,
gris grabado, alto: 9, 6 cm, diámetro: 25 cm.
Aguada Hualfín. Instituto de Arqueología y
La idea de mutación, transformación, está presente de diversos
Nº 2176. Foto de la autora. Museo de la Universidad Nacional de Tucu- modos en el corpus analizado: la olla negra grabada de la figura 9 tiene un
mán, Nº 1096. Foto de la autora.
felino a cada lado, ambos son casi iguales salvo porque uno de ellos tiene
una cola que remata en cabeza de serpiente. ¿Se trata de dos felinos o al
girar la pieza vemos como la cola del felino se transforma y aparece una
cabeza de serpiente en su extremo? Inútil es buscar una respuesta certera
a esta pregunta lo que me interesa es plantear que la imagen misma pone
en juego la idea de mutación, de lo cambiante, lo multiforme, propio de la
ontología de las wakas. En relación a esto cabe enfatizar la relevancia que
adquiere el uso de la metáfora para constituir los cuerpos quiméricos anali-
zados: la quimera por adición (figura 1) no alude a un pasaje de un cuerpo
a otro en tanto se trata de un nuevo cuerpo resultado de la suma de partes
Figura 22: Antropomorfos con atributos. Olla negra grabada, alto: 15 cm, ancho con asas: 15 cm. de otros, en cambio, la quimera por sustitución opera a partir de un cuerpo
Aguada Ambato. Museo Nacional de Bellas Artes, Nº 9027. Foto de la autora.

16 17
base, humano o animal, que se transforma en ese proceso de sustitución, gico y cosmogónico de las comunidades del NOA durante el Período Medio.
deviniendo otro. Es muy probable que la eficacia ritual de esos objetos estuviese garantizada
por sus imágenes que, quizás, aludían, como se propuso para el caso Chavin,
Lo que los hombres hacen, lo que los animales son a mitos que tenían por protagonistas a las wakas/ancestros, fundadoras del
A lo largo del texto he indagado el rol que le cupo a los animales grupo, origen de todo lo existente y dueñas del poder de renovar el ciclo vital.
en la configuración de la concepción del poder sagrado, las wakas, que es-
tructuró el orden cosmológico sobre el que se organizaron y desarrollaron
las sociedades del NOA. Esta indagación implicó reconstruir, aunque sea de
modo aproximado, la experiencia que los hombres y mujeres de esas socie-
dades tuvieron de los animales con los que interactuaron. Recurrí entonces,
a estudios de zoología, etología y a mis propias observaciones a fin de poder
develar qué rasgos habilidades, etc. podían haberse experimentado como “lo
supra-humano”. Me resultó sumamente significativo que las operaciones re-
tóricas a las que se recurre para configurar los cuerpos quiméricos, metáforas
y metonimias, sean congruentes con la lógica de la analogía que se expresa
también en concepción de las wakas, entidades multiformes y polivalentes Figura 24: detalle de la piel de jaguar y versiones
de las cerámicas, gris grabado, negro grabado y
que pueden mutar de una corporalidad a otra, estableciéndose una red de policromado, de las manchas compuestas.

equivalencias entre lo humano, lo supra-humano y lo animal. En estas opera-


ciones las metonimias parecen aludir directamente a esas capacidades que los Figura 23: Jaguar (Panthera onca), puma (Felis
concolor). Fotos: Guido Pastorino.
hombres no poseen y que hacen de esos cazadores, que habrían inspirado
temor y fascinación, la expresión misma del poder de las waka: los ojos de
círculos concéntricos en relación a la capacidad de ver, las largas colas a la de Notas
trepar a gran velocidad y altura, las manchas, a la de mimetizarse, las garras, *
Facultad de Filosofía y Letras. Universidad de Buenos Aires.
a la de decapitar de un zarpazo al enemigo, los cuerpos serpentinos enros- 1
Ciertamente este tipo de imágenes se dan a lo largo de la historia en
cados, a la fuerza constrictora, las fauces dentadas o bocas muy abiertas, a la culturas de distintos tiempos y lugares, no son exclusivas del mundo andino
de engullir a la presa. Todas destrezas que sustentan el poder que confiere la prehispánico, pero en cada caso adquieren connotaciones y denotaciones
fuerza cazadora, poder que podría identificarse con los conceptos de autori- particulares.
dad y prestigio, como así también con el ritual sacrificial en el que los hombres 2
Quimera, tanto en latín como en griego, significa “monstruo o animal
ofrendan a las wakas vidas en función de la renovación del ciclo vital, práctica fabuloso”; se trata de un personaje de la mitología griega que atemorizaba
profusamente documentada en las fuentes históricas y arqueológicas. a las poblaciones y atacaba a los rebaños, algunas versiones le atribuyen
Los cuerpos metafóricos que se constituyen a partir de esas meto- cuerpo de león, cabeza de cabra y cola de serpiente, otras, cuerpo de león
nimias permiten materializar de un modo sutil y complejo la concepción del y tres cabezas: una de león, otra de macho cabrío y otra de dragón. Es por
poder sagrado y de la relación que establecen los humanos con ese poder a el carácter híbrido de este personaje que se denomina “imagen quimérica” a
través de los curacas chamanes, quienes detentan un poder conferido por las aquella que presentan este carácter y que generalmente involucra a animales.
wakas a las que encaran durante el ritual. Quiero insistir en que estoy propo-
3
Warburg, Aby, Images from de region of the Pueblo indians of North America,
niendo que las imágenes no describen el proceso de transformación, sino que Ithaca-Londres, Cornell University Press, 1995 [1927]. El ritual de la
lo conceptualizan en virtud de la relación indispensable que vincula a wakas y serpiente, “imagen jeroglífico”
humanos. Del mismo modo, no entiendo a la iconografía del felino y del dra-
4
Severi, Carlo, El sendero y la voz. Una antropología de la memoria, Buenos
coniforme como deidades zoomorfas sino como la expresión metafórica de Aires, Editorial SB, 2010, p. 52.
la waka a través de valores y poderes identificados con los animales aludidos
5
Rowe, John, “El arte de Chavín; estudio de su forma y su significado” en
metonímicamente. Historia y Cultura, Museo Nacional de Cultura, 6, Lima 1972 [1ª edición en
La presencia de esta iconografía en objetos que han sido usados en inglés 1969].
contextos cúlticos, asociados a distintos tipos de ceremonias que involucran,
6
Todas las imágenes chavín se configuran de este modo. Analice esta iconografía
consumo de cebil, sacrificios, ofrendas, ajuar funerario, etc., refuerza la idea en: Bovisio, María Alba “El poder del ocultamiento: eficacia simbólica en las
de que se trata de la expresión del discurso que sustentó el orden cosmoló- imágenes religiosas prehispánicas” en Poderes de la imagen, Buenos Aires,
CAIA, 2002, pp. 1-17.
18 19
7
Rowe, op. cit., p. 259.
8
La metáfora es un procedimiento retórico que implica una comparación entre
dos términos a partir de la cual la relación entre el término metafórico y el
objeto que él designa habitualmente queda destruida. Se produce una puesta
entre paréntesis de una parte de los semas constitutivos del lexema empleado:
“...la incompatibilidad semántica juega el papel de una señal que invita al
destinatario a seleccionar entre los elementos de significación constitutivos
del lexema a aquellos que no son incompatibles con el contexto”. Le Guern,
Michel, La metáfora y la metonimia, Madrid, Cátedra, 1990 [1ª edición en
francés 1970], p.19.
9
Rowe, op. cit., p. 262.
Figura 25: yacaré overo (Caimán latirostris). Foto de 10
La inexistencia de testimonios escritos en el mundo andino prehispánico no
la autora.
permite corroborarlo, pero, es probable, que estas operaciones estuviesen
presentes en el lenguaje verbal y el plástico. En el caso de la cultura náhuatl,
gracias a la existencia de crónicas como las de Sahagún y Durán, que
transcribieron una gran cantidad de textos poéticos conservando el sentido
original prehispánico, sabemos que en el lenguaje verbal se usaron metáforas
y disfrasismos (“metáforas apareadas”) que tienen su correlato con el lenguaje
plástico de códices y esculturas: “Tu que estás aquí águila, ocelote”, se alude
a los guerreros miembros de la orden de las águilas o de los ocelotes; “El
lugar de la estera, el lugar de la silla”, referencia al gobierno, la autoridad,
el mando. Alcina Franch, José y otros, Azteca-Mexica, Madrid, Lunwerg
Editores, 1992, p.33.
11
Uso el concepto de metonimia icónica como equivalente al de sinécdoque,
el signo y lo referido poseen una relación intrínseca que puede ser de causa-
efecto, parte-todo, continente-contenido, productor-producto.  Los casos
Figura 26: izquierda arriba: lampa- analizados corresponden mayormente a la de la parte por el todo.
lagua (Boa constrictor occidentalis);
izquierda abajo: yarará (Bothrops
12
Godelier, Maurice, “Mito e historia: reflexiones sobre los fundamentos del
alternatus); derecha: curiyú (Eunectes
notaeus). Fotos: Guido Pastorino. pensamiento salvaje” en Economía, fetichismo y religión en las sociedades
primitivas, México, Siglo XXI, 1974, p. 370.
13
Descola, Philippe, Más allá de naturaleza y cultura, Buenos Aires/Madrid,
Amorrortu, 2012 [1ª edición en francés 2005], p. 19. Considero la posición
de Descola superadora de la de Godelier, quien en sus tesis sobre el
funcionamiento del pensamiento mítico mantiene la oposición levistraussiana
entre Naturaleza y Cultura.
14
Además de su libro Par-delà la nature et la culture (Más allá de naturaleza
y cultura), puede consultarse el artículo: Descola, Philippe, “Más allá de
naturaleza y cultura” en Montenegro, Leonardo (ed.), Cultura y Naturaleza,
Figura 27: arriba: lagarto colorado
Bogotá, Jardín Botánico de Bogotá “Celestino Mutis”, 2011, pp.75-98; y la
(tupinambis rufescens); abajo: lagarto introducción de Descola, Philippe, La Fabrique des images. Visions du monde
overo (tupinambis teguixin). Fotos:
Guido Pastorino. et formes de la représentation, Paris, Somogy Editions D´art, 2011.
15
En realidad esta distinción se desvanece en el seno del pensamiento andino
que no distingue entre cuerpo y espíritu sino que concibe ambos como una
unidad indisoluble.
16
Cabe aclarar que, siguiendo a Descola (op. cit), defino ontología como un
sistema de distribución de propiedades entre las entidades existentes en
20 21
el mundo (humanos y no humanos) y cosmología como la concepción
del mundo producto de esa distribución de propiedades, que implica
determinadas relaciones entre esas entidades.
17
Excede los alcances del presente artículo enumerar la bibliografía sobre
wakas que he consultado a lo largo de varias décadas dedicadas al tema,
baste nombrar mis principales referentes, Luis Millones, Frank Salomon,
Henrique Urbano, Mario Polia Meconi, Gerald Taylor, Pierre Duviols,
Franklin Pease. Respecto de las fuentes primarias me aboqué a las producidas
en el contexto de la extirpación de idolatrías (fines del siglo XVI y siglo XVII),
tratados de extirpación, procesos, informes de funcionarios de la Corona,
Cartas Annuas, diccionarios de evangelización, su valor específico radica
en que están referidas a los cultos que perduraron en las comunidades
rurales una vez desestructurada la religión estatal incaica, de modo que dan
cuenta de la religión andina más ancestral. Recurrí a las historias del padre
Lozano y del padre Guevara, del siglo XVIII, porque representan, junto con
las correspondientes Cartas Annuas, la escasa información acerca del área
del NOA, dado que el grueso de estas fuentes está referido al área andina
central.
18
En un trabajo anterior he intentado demostrar a través del análisis de
información entohistórica y arqueológica que la noción de waka está
indisolublemente unida a la de antepasado, cfr. Bovisio, María Alba, “Las
huacas andinas: lo sobrenatural viviente” en Krieger, Peter (ed.), La imagen
sagrada y sacralizada, Vol. I, México, Instituto de Investigaciones Estéticas,
UNAM, pp. 53-85.
19
Albornoz, párroco y visitador del obispado de Cuzco en 1560, conocedor
del quechua, volcó en sus Instrucciones... todos los conocimientos adquiridos
durante las campañas de extirpación de idolatrías iniciadas con la represión
de la revuelta del Taqui Ongoy en el obispado de Huamanga entre 1569 y
1571. Figura 28: puma y felinos en
20
Albornoz, Cristóbal de, “Instrucciones para descubrir todas las guacas del versiones grabadas y policromadas
que evidencian las largas colas
Pirú y sus camayos y haziendas” en Fábulas y mitos de los incas, Edición de propias de este animal. Arriba a la
derecha: jarra de la figura 6; abajo
Pierre Duviols y Henrique Urbano, Madrid, Histo­ria 16, 1989 [1581/5], a la izquierda: olla de la figura 8;
abajo a la derecha: puco gris graba-
p.169. do, alto: 13 cm., diámetro: 16 cm.
21
Este jesuita fue uno de los activos participantes en las campañas de Aguada Hualfín. Museo Arqueoló-
gico Adán Quiroga, Catamarca. Nº
extirpación siguiendo las disposiciones del arzobispo de Lima Bartolomé 3449. Fotos de la autora.

Lobo Guerrero.
22
Arriaga, Pablo José de, Extirpación de la idolatría en el Perú, Edición de María
Isabel Balducci, Buenos Aires, CONICET, 1984 [1621], p. 117.
23
Polia Meconi, Mario, La cosmovisión religiosa andina en los documentos
inéditos del Archivo Romano de la Compañía, Lima, Pontificia Universidad
Católica del Perú, 1999, pp. 369-70.
24
Salomon, Frank, “The beautiful Grandparents” en Dillehay, Tom (ed.), Tombs
for the living. Andean mortuary practices, Washington D.C., Dumbarton
Oaks, 1995, pp. 315-354.
25
Estos varían a lo largo de la historia andina si bien hay ciertas recurrencias
sobre todo respecto de los felinos, las serpientes y ciertas aves rapaces.
22 23
26
Lozano, Pedro, Historia de la conquista del Paraguay, Río de la Plata y
Tucumán, Buenos Aires, Imprenta Popular, 1874, p. 430.
27
Arriaga, op. cit., p. 24.
Figura 29: cabeza de yacaré y
versiones grabadas y policromadas
28
Polia Meconi, op. cit., p. 254.
de la cabeza draconiforme. Arriba
a la izquierda: detalle de puco
29
Respecto del chamanismo en el Noroeste argentino puede consultarse:
negro grabado, procedente de Los
Castillos, vivienda Nº 5, Ambato,
Pérez Gollán, J. A. y Gordillo, I., “El uso de vegetales alucinógenos en
Museo Ambato, La Falda, Córdo- las sociedades indígenas del antiguo Noroeste argentino”, Anales de
ba, Nº49 (foto Museo Ambato,);
en el centro a la derecha: detalle Antropología, vol. 30, México, Instituto de Investigaciones s Antropológicas,
puco gris grabado procedente del
Cementerio Aguada orilla Norte, UNAM, 1993, pp. 299-350.
Colección Muniz Barreto, Museo
de La Plata (dibujo de la autora);
30
Anadenanthera colubrina, mimosa arborescente que crece hasta los 1200
abajo derecha: detalle pieza de la msnm, alcanza una altura de 20 mts. y su tronco un diámetro de 60 cm.,
figura 7.
y cuyas semillas en vainas tienen propiedades psicoactivas; los polvos
elaborados con esas semillas se pueden fumar o inhalar.
31
de Ondegardo, Juan Polo, “Los errores y supersticiones de los indios” en
Colección de Libros y Documentos referentes a la Histo­ria del Perú, tomo III.,
Edición de Horacio Urteaga, Lima, Imprenta Sanmartí, 1918 [1570], p.30.
Polo vuelca en esta obra toda la información recogida durante su gestión
como corregidor del Cuzco entre 1558 y 1561.
32
González, Alberto Rex, “La cultura de la Aguada de N.O. argentino” en
Revista del Instituto de Antropología de la Universidad Nacional de Córdoba,
vol. 2‑3, Córdoba, 1961-4.
Figura 30: lagarto overo y yarará sacando su
33
Pérez Gollán y Gordillo, op. cit., p, 345.
lengua bífida y versiones grabadas y policro-
madas de draconiformes con lenguas bífidas.
34
A.A.V.V, “Cartas Anuas de la Pcia. del Paraguay, Chile y Tucumán de la
Abajo a la izquierda: detalle de puco gris Compañía de Jesús (1609-1626)” en Documentos para la Historia Argentina,
grabado, Aguada Hualfín. Museo Arqueo-
lógico Adán Quiroga, Catamarca. Nº 839; tomos XIX/XX, Buenos Aires, Facultad de Filosofía y Letras, Instituto de
en el centro: detalle de puco negro grabado
procedente de Los Castillos, vivienda Nº Investigaciones Históricas, 1927.
5, Ambato. Museo Ambato N° 49; abajo
derecha: detalle de la pieza de la figura 11.
35
Sobre las investigaciones en los sitios Martínez y la Rinconada puede verse:
Fotos de la autora. Herrero, R y Ávila, “Secuencia estratigráfica 1 del sitio arqueológico Martínez
3 (ScatAmb 003), pcia de Catamarca” en Publicaciones Arqueología 46,
Córdoba. CIFF y H, UNC, 1991; Gordillo, Inés “Arquitectura y religión en
Ambato. Organización socio-espacial del ceremonialismo” en Publicaciones
Arqueología, N 47, Córdoba C.I.F.F. y H., Universidad Nacional de Córdoba,
1994; Gordillo, Inés “Detrás de las paredes... Arquitectura y espacios
domésticos en el área de La Rinconada (Ambato, Catamarca)” en Nielsen,
Axel et al. (comp.) Procesos Sociales Prehispánicos en los Andes Meridionales:
Perspectivas desde la casa, la comunidad y el territorio, Córdoba, Editorial
Brujas, 2007, pp. 65-98; Juez, Sofía “Unidad arqueológica Rodeo Grande,
valle de Ambato: excavaciones en el sitio Martínez 2 (ScatAmb 002)” en
Publicaciones Arqueología, 46, C.I.F.F.y H., Córdo­ba. Universidad Nacional de
Figura 31: detalles de pieles
y pelajes que permiten a
Córdoba, 1991; Bedano, M.C, Juez, M.S. y Roca, M.D. Análisis del material
los animales camuflarse con arqueológico de la colección Rosso procedente del departamento de Ambato,
el entorno. Fotos: Guido
Pastorino. provincia de Catamarca. Publicaciones 7, Tucumán, Instituto de Arqueología,
Universidad Nacional de Tucumán, 1993; Pérez Gollán, José Antonio “El
proceso de integración en el valle de Ambato: complejidad social y sistemas
simbólicos” en RUMITACANA, año 1, nº 1, julio-noviembre, Dirección
de Antropo­logía de Catamar­ca. 1994, González, Alberto Rex, Cultura La

24 25
Aguada. Arqueología y diseños, Buenos Aires Filmediciones Valero, 1998;
Assandri Susana “Primeros resultados de la excavación en el sitio Martínez 1
(ScatAmb 001), Pcia. de Catamarca”. Publicaciones Arqueología 46, Córdoba
CIFF y H, UNC 1991.
36
Assandri op. cit., p 71.
37
Las expediciones llevadas a cabo entre 1922-1930, en su mayor parte
por el Ingeniero Weisser, por encargo del coleccionista Benjamín Muniz
Barreto, permitieron identificar más de millar de tumbas a partir de las cuales
A.R. González definió la secuencia y cronología de las culturas Ciénaga,
Condorhuasi y Aguada.
38
Sempé, 1999 “Evidencia de ceremonialismo en sitios habitacionales
y funerarios en la región valliserrana catamarqueña” en Contribución
arqueológica, N. 5, tomo 1, Copiapó Museo Regional de Atacama, 1997.
pp. 861-873.
39
Balesta, B. y Zagorodny, N. “Los frisos antropomorfos en la cerámica Figura 32: rasgos
comunes entre
funeraria de La Aguada de la Colección Muñiz Barreto” en Estudios felinos y reptiles:
atacameños, Nº 24, San Pedro de Atacama, 2002, p. 49. pupila vertical, col-
millos. Fotos: Guido
40
González, 1961-64, p. 223. Pastorino
41
Sempé, op. cit., p. 867; Sempé, C. y Baldini, M., “Contextos temáticos y
ordenamiento funerario en el cementerio Aguada orilla norte”, Relaciones
de la Sociedad Argentina de Antropología, Nº XXVII, Buenos Aires. 2002, p.
256.
42
Sempé y Baldini (op. cit) han descripto exhaustivamente los hallazgos
de las tumbas del Cementerio Aguada Orilla Norte y planteado algunas
interpretaciones acerca de posibles evidencias de sacrificios de párvulos y por
decapitación y. Aún no se ha hecho un análisis sistemático de la iconografía
de los materiales hallados en relación al contexto específico de cada uno, es
decir, relación con el /los individuos enterrados y con el conjunto del ajuar.
43
Acerca del debate en torno al sacrificio en el Período Medio del NOA puede
consultarse: Gordillo, I. y Solari, A., “¿Práctica real o imaginaria? El sacrificio
humano en las sociedades aguada del Período de Integración Regional (ca.
600-1200 d. C.) en el Noroeste argentino » en Bulletin de l’Institut Français
d’Études Andines, 46 (2). 2017, disponible «https://journals.openedition.
org/bifea/8478» acceso: 12 de noviembre de 2020.
44
Trabajé con unas 100 piezas relevadas en colecciones públicas y privadas
de la Argentina. Figura 33: curiyú y una versión de draconiforme
con cuerpo que presenta manchas análogas a
45
Me interesa enfatizar que, por un lado, tanto en las versiones grabadas las de esta serpiente y el jaguar. Puco policro-
mado, alto: 9 cm., diámetro: 15 cm., Aguada
como en las pintadas, hay características comunes que permiten identificar Hualfín. Museo Etnográfico de la Facultad de
motivos iconográficos, vale decir, iconos que tienen una identidad específica Filosofía y Letras (UBA). Nº 176. Fotos: Guido
Pastorino/ María Alba Bovisio.
dada por su configuración formal, pero por otro lado, vemos que cada
tradición plástica le imprime un estilo propio a ese discurso iconográfico
común, que estaría expresando una cosmología compartida. Además, como
veremos, hay ciertos motivos que no se dan en determinadas técnicas, por
ejemplo, el antropomorfo con atributos no aparece en versiones pintadas.
He abordado la cuestión de la relación entre iconografía y tradiciones plásticas
en Bovisio, María Alba, “Esculpir, pintar, grabar: consideraciones sobre las

26 27
diversas tradiciones plásticas y la trasmisión de significados cosmológicos Balaji The cult of the serpent. An interdisciplinary survey of its manifestation
durante el Período Medio del Noroeste Argentino (S. IV-X d.C.)”, ponencia and origins, Albany, State Universtiy of New York Press, 1983.
presentada en Congreso LASA: Diálogo de Saberes, sesión: Materialidades, 62
Esta iconografía se da solo en la cerámica grabada, tanto en Ambato como
texturas y colores en los Andes. Abordajes desde la antropología, Lima, en Hualfín, pero está ausente en la cerámica policroma.
2017. MS. 63
Me interesa llamar la atención sobre la pieza de la figura 15, el ceramio
46
Herrán et al., Las Yungas. Informe Completo”, disponible en: www.jaguares. tiene la forma del cuerpo de un sapo, este batracio está presente en la
com.ar, 2006, p.4. producción plástica del NOA prehispánico a lo largo de toda su historia.
47
Ambrosetti, J. B., “Notas biológicas. Contribución al estudio de la biología Datos etnohistóricos y etnográficos y los propios hábitos del animal
Argentina. X El Jaguar ó Yaguareté (Felis Onça, L.). Revista del Jardín Zoológico, permiten afirmar que está directamente asociado al agua y al anuncio de las
tomo II, III (9) 44:55, Buenos Aires, 1907; Chebez, J. C. Las que se van. lluvias; lo considero un “animal tutelar”. Excede los alcances de este texto
Especies Argentinas en peligro. Buenos Aires, Albatros, 1994, 277. profundizar en el rol simbólico de otro tipo de especies que no son temibles
48
Cabrera, A. y Yepes, J., Historia Natural. Mamíferos Sud-americanos (vida, cazadores pero que cumplen funciones propiciadoras y protectoras.
costumbres, descripción), Buenos Aires, Compañía Argentina Editores, 64
Este motivo, al igual que el antropo-zoomorfo, no aparece en la cerámica
1940, p. 169. policroma de Hualfin, al parecer esta tradición plástica estuvo destinada a
49
Cabrera, A., “Los felinos vivientes de la República Argentina”, Revista del un discurso centrado en las wakas y la transformación chamánica.
Museo Argentino de Ciencias Naturales “Bernardino Rivadavia” e Instituto
Nacional de Investigación de las Ciencias Naturales, tomo VI, nº 5. Buenos
Aires, pp. 161-247, 1960, p. 209. Cómo citar este artículo:
50
Muñiz Saavedra, J. y Freiberg, M., La yarará, Fauna Argentina 7, Buenos Bovisio, María Alba, “Metáforas animales en el arte del NOA prehispánico:
Aires, Centro Editor de América Latina, 1983, p. 3. imágenes del poder sagrado”, en Separata «Creencias y devociones, festividades
51
Freiberg, Marcos, Vida de batracios y reptiles sudamericanos, Buenos Aires, y costumbres», año XVIII, nº 27, Rosario, CIAAL/UNR, diciembre de 2020,
Cesarini Hermanos Editores, 1954, p. 185. pp. 1-29, URL: http://ciaal-unr.blogspot.com/
52
Muñiz Saavedra, J. y Freiberg, M., op. cit, p. 8.
53
“La cabeza chata, rugosa con crestas salientes, exhibe en posición superior
los ojos saltones y los orificios nasales, que le permiten flotar sobre el agua
[…], asomando únicamente las pupilas verdosas”. Freiberg, op. cit., p. 186.
54
Su hábitat se extendía desde allí hasta el Amazonas, donde aún se encuentra.
Véase: Cei, J. M. Reptiles del noroeste, nordeste y este de la Argentina. Torino,
Monografía XIV, Mus. Reg. Sci. Nat., 1993.
55
Ávila, A. y Herrero, R., “Secuencia estratigráfica 1 del sitio arqueológico
Martínez 3 (ScatAmb 003), pcia de Catamarca”, Publicaciones Arqueología
46. CIFF y H, UNC, Córdoba.
56
“[El animal sale] como si se quitase una camisa trasparente que reproduce
detalle por detalle toda su anatomía exterior”, Astor et al., 1984: 21) La boa
de las vizcacheras. Fauna Argentina 35, Buenos Aires, Centro Editor de
América Latina, p. 21.
57
La cola de los lagartos es un arma de defensa que golpea con gran fuerza
poniendo en peligro los huesos de quien se acerque demasiado, Freiberg,
op. cit., p. 157.
58
Warburg, Aby, El ritual de la serpiente, México, Sextopiso, 2004 [1927], p.
11.
59
Burucúa, José Emilio et al., Historia de las imágenes e historia de las ideas,
la escuela de Aby Warburg, Buenos Aires, Centro Editor de América Latina,
1992, p. 12.
60
Warburg, op. cit., p. 20.
61
Sobre el culto a la serpiente en esta clave de análisis puede verse Mundkur,

28 29
Sergio Barbieri* / La fe convertida en objetos: los exvotos de la Argentina,
un arte popular poco conocido

En el año 2015, en el Museo de Arte Popular “José Hernández” de


Buenos Aires, presenté la exposición Exvotos Argentinos, un Arte Popular. Esa
muestra era el resultado de largos años de investigación que se habían mate-
rializado en un libro,1 un extenso registro y una colección. La primera vez que
exhibí el tema fue en 1973 y en la Fundación Lowe, con el título Exposición
Fotográfica Documental - Exvotos de la Catedral de La Rioja.
En aquel momento mostré sólo las fotos que registraban los con-
servados en dicha catedral. Provocó mucho interés y asombro en el público
y el periodismo ya que no había antecedentes de un relevamiento de esta
particular y poco conocida manifestación de fe. Significó para la mayoría de los
visitantes algo original y de valor cultural.
En la exposición de 2015, además de las fotos documentales de pie-
zas existentes en muchos santuarios, catedrales e iglesias del país, expuse los
exvotos que fui consiguiendo a lo largo de más de 47 años.
A partir de ese momento comenzaron a pedirme que diese confe-
rencias sobre el tema. Al inicio de dichas conferencias pronunciaba, en broma,
la misma frase: “todos sabemos que nadie sabe qué son los exvotos”. Hace
poco, en un ámbito universitario, el presentador hizo una breve reseña de mi
actividad, dio el título de la charla y luego se arrimó y me preguntó por lo bajo:
“¿qué son los exvotos?”

¿Qué son los exvotos?


“Objetos cultuales”, así los define Iguacen Borau.2 Los exvotos son
esas pequeñas obras de arte y de calificada artesanía que los cristianos ofren-
dan a Dios, la Virgen y los santos en agradecimiento de un bien recibido. Son
testimonios de fe.
Se los conoce popularmente como promesas o milagros. La primera
palabra alude a la promesa que hace el creyente al pedirle a la figura divina que
lo ayude en el trance peligroso por el cual está transitando él o algún familiar.
Milagro es lo que se produce cuando adviene la ayuda sobrenatural. La fórmula
en latín es exvoto suscepto, es decir “por promesa comprometida”.

El exvoto en la antigüedad, en Europa y América


En casi todas las culturas ha existido la costumbre de pedir y agrade-
cer a los dioses. La diferencia es que en el paganismo se entregaba el exvoto
cuando se hacía el pedido de ayuda. Era un objeto supererogatorio. El cristia-
nismo lo modifica y pasó a ser un objeto post factum, es decir, la materialización
de la gracias recibida.
En Grecia se ofrendaban distintas partes del cuerpo hechas en terra-
cota, mármol o metal. Los romanos llamaban donarias (de donar) a las piezas
que entregaban a sus dioses.
El filósofo romano Cicerón (106-45 a C.) en su libro Sobre la na-

30 31
turaleza de los dioses cuenta que un amigo, para convertir al ateo Diágonas,
recurrió al siguiente argumento:

tu, que no crees que los dioses se ocupen de las cosas hu-
manas, no te das cuenta, por las muchas tablas pintadas que hay, que
por haber hecho un voto, [los marinos] eludieron las tormentas y
llegaron sanos y salvos al puerto?3

En las excavaciones arqueológicas que se hicieron en la Basílica de San


Martín y San Silvestre, en Roma, se hallaron exvotos de plata con inscripciones.
En una de ellas se lee: “Pedí, recibí y cumplí lo prometido”.
La costumbre se difundió por toda Europa durante la Edad Media y
se generalizó aún más luego del Concilio de Trento (1545-1563) que auspició
la promoción de formas populares de piedad y los testimonios de curaciones
milagrosas con el fin ejemplificador de patentizar la gracia divina. 2) Madre e hijo. Plata batida, burilada y
cincelada. Alto: 10 cm. Último tercio
Con la conquista española estas prácticas se mezclaron con las de las del siglo XIX.
sociedades precolombinas ya que ellas también ofrendaban diversos objetos a 1) Nazareno. Imagen de vestir, Perú, siglo XVIII. Iglesia
de la Piedad, Buenos Aires. Foto de 1973.
los dioses como forma de agradecimiento.
Esta manera de acercarse a las divinidades, sin la intervención de los
cultos establecidos, generó en todos los países católicos una producción artísti-
co-artesanal que ha sido motivo de análisis, estudio y documentación.

Los exvotos en la Argentina. Registros de archivo


Desde la etapa colonial, diversos documentos hacen referencia a la
existencia de exvotos ofrendados en lugares de peregrinación del país. En fecha
tan temprana como 1624, Fray Juan de Gamarra describe las gracias recibidas
en Itatí, actual provincia de Corrientes, aunque sin nombrar los objetos mate-
riales que se entregaban.4
3) Cabeza de hombre. Plata 4) Busto de niña. Plata batida. Alto: 5
Algunas décadas más tarde, se registra el primer milagro documen- recortada y burilada. Alto: 4 cm. Principios del siglo XX. Provincia
cm. Catedral de La Rioja. de Buenos Aires.
tado en Luján, actual provincia de Buenos Aires. En el año 1695, un peregrino
expresaba:

Declaro que por el voto que hice por la salud de mi hijo


Pedro, a Nuestra Señora de Luján, de ofrecerle lo que el dicho niño
pesase de cera, si le diese vida, y habiéndole pesado en la ocasión del
voto pesó veinte y ocho libras.5
5) Ojos en una bandeja, ofrenda
a San Lucía. 1953. Plata batida
y cincelada; vidrio pintado.
Era común entregar exvotos de cera, ya sea la materia sin elaborar Alto: 4,5 cm.; ancho: 10 cm.
Catedral de La Rioja.
como el ejemplo anterior o que fueran modelados de acuerdo con la gracia
que se había solicitado. Una muestra de ello es lo anotado en el registro de
milagros del santuario de la Virgen del Valle, en Catamarca, en el año 1764,
donde se escribió que:

El Maestre de Campo Don José Correa, vecino de esta ciu- 6) Medios cuerpos y cuerpos enteros,
masculinos y femeninos. Plata maciza,
dad, que nació con una pierna encogida y cuasi pegada al muslo y fundida. Alturas mínimas y máximas: 2,7
y 6 cm. Noroeste argentino.

32 33
que, compadecido, su padrino, el cura Rector Don Luis de Medina,
determinó cantarle una misa a Nuestra Señora, y mandó hacer una
pierna y pie de cera y se la presentó; llevaron al niño y puesto en la
tarima del altar se cantó la misa y acabada de cantar, salió el enfermo
por sus pies sano y bueno con inenarrable admiración de todos fue
por sus pies a su casa.6

Estos exvotos realizados en cera convivían con otros elaborados en


materiales más valiosos y de mayor perdurabilidad. Durante el siglo XIX y parte
del XX, los santuarios, los sitios de peregrinación y las iglesias se fueron llenando
7) Pájaros. Plata recorta- de estos objetos devocionales con los cuales los fieles agradecían curaciones,
da, burilada y cincelada.
Alturas: 4 cm.; anchos: 6
amor, trabajo y otros dones. El santuario de Luján, uno de los más importantes
y 8 cm. de la Argentina, recibía gran cantidad de ofrendas que llamaba la atención a los
viajeros como William Mac Cann. En su libro Viaje a caballo por las Provincias
Argentinas, de 1847, narra su paso por Luján:

En la mañana siguiente visité la iglesia. El párroco estaba ce-


lebrando misa y asistían algunas mujeres, arrieros y carreteros [...] Lle-
gan ofrendas procedentes de todo el país. Estas ofrendas consisten
en objetos de oro y plata y simulan brazos, manos y otros miembros,
emblemas de los beneficios que los creyentes han creído alcanzar con
sus votos. 7

En el Registro Estadístico de las Repúblicas del Plata, del año 1869,


cuando se refiere a Luján, se escribe que “[...] las ofrendas de brazos de plata,
piernas, etc., exceden en número a 50.000, pesando todas juntas varias arro-
bas; las donaciones del año pasado sumaban 15 libras de plata [...]”. 8
El imaginero puneño Hermógenes Cayo llegó a Luján en el año 1946
8) Pedro Grossi. (Provincia de Buenos Aires, 1884-1971). Vaca y ternero. Plata recortada, cincelada y participando del “Malón de la Paz por las rutas de la Patria” que había partido
burilada. Alto: 6 cm; ancho: 13,3 cm. Estaba en el Museo Devocional de Luján.
desde la Puna jujeña con el fin de llegar a Buenos Aires para solicitar al Gobierno
Nacional la titularidad de las tierras que habitaban. Cayo llevó un diario de viaje
donde anotó: “[...] pasamos al camarín de la Virgen a conocerla y la vemos tan
hermosa y brillante como sus altares y sus arquitecturas hermosas y alhajas y
joyas de oro y plata de sus devotos y promesas que traen a sus pies”. 9
En las zonas rurales las ofrendas están directamente relacionadas con
las cosechas, la salud de los animales y los accidentes de trabajo. Fue una cos-
tumbre en Luján a fines del siglo XIX, anotar y describir en los Libros de Prome-
santes, el objeto que se entregaba y a veces, el motivo de la ofrenda. Quedaron
de esa manera reflejados datos, aunque a veces sin nombrarlos específicamen-
te, sobre epidemias, sequías, plagas de langostas y otros avatares que padecie-
ron los peregrinos.
9) Ángel. Plata maciza fundida, 10) Niño desnudo. Corpóreo 11) Cabeza de hombre. Plata
La lectura de dichas anotaciones completa y da sentido a muchos de
cincelada y burilada. Pies de
oro. Alto: 7 cm. Provincia de
hueco. Plata batida y burilada.
Alto: 10,5 cm. Principios del
recortada y burilada. Alto: 3,4
cm. Catedral de La Rioja.
los exvotos hallados. Hay ejemplos poéticos, ingenuos o descriptivos:
Buenos Aires. siglo XX. Córdoba.
Don Pedro Alersa, del Saladillo, envía un pajarito de plata,

34 35
(1891).
Un perro de plata por haber sanado su perro, que de una
puñalada le habían sacado los bofes, (1891).
Cumpliendo la promesa que hiciera mi madre cuando me
encontraba postrado en cama herido de bala, vengo, oh Virgen, a
depositar a tus pies la bala con que fui herido que fue hecha engarzar
en oro por mi madre, (1898).
María de Castro ofrece a la Sma. Virgen un cuadro con seis
corazones de plata, un angelito, un anillo, un clavo y una pierna de
oro, en memoria de haber curado una herida que se había hecho 12) Ojos. Plata fundida sobredorada, cincelada; esmalte.
En la filacteria se lee: Corina Emilia, por haber recu-
al penetrar un clavo en el pie y de una fístula en una pierna, (1894). perado la vista, 1945. Ancho: 6,7 cm. Museo de la
Virgen, Itatí, Corrientes.
De Rodríguez, Paula Bettinoti, ofrece un gallo de plata por
haber conseguido la extirpación de una peste que tenía entre las ga-
llinas, (1892).
Catalina Barilati ofrece una planta de maíz con una langosta
de oro, (1891).10

En nuestro país y también en otros, existe la costumbre de visitar una


vez al año el santuario de la patrona del mismo. Así quedó de manifiesto en
uno de Los libros de Promesantes, de Luján, el 3 de noviembre de 1891 donde
se agradece los diversos sucesos ocurridos a lo largo de ese año:

De Rosario de Santa Fe, Don Valentín Casas es portador


de las siguientes promesas: tres piernas de plata maciza; una medalla;
dos corazones; una cabeza; dos piernas; un brazo; dos niños; un ca-
ballo de plata; un hombre; un pecho; un vientre; dos ojos y un perro
de plata.11
13) Hombre con las manos en los bol- 14) Mujer embarazada y con un niño en brazos.
sillos del saco. Plata fundida, burilada Plata recortada y burilada. Alto 7 cm. Noroeste
A partir de la riqueza de las anotaciones que se hacían en los Libros y cincelada. Alto: 8,5 cm. argentino.
de Promesantes, analizamos detalladamente lo registrado en 1898. A lo largo
de ese año fueron entregados 2.468 objetos en 81 tipologías diferentes. De
ellos, 1.285 fueron exvotos metálicos con las más diversas representaciones.
El resto eran objetos reales como espadas, velas, prendas de vestir y joyas.
Éstas últimas sumaron 94 piezas.

Un arte popular
Las culturas no se dan nunca en estado puro. Todas reciben influen-
cias desde otros puntos y lugares. Lo popular, al igual que muchas otras mani-
festaciones, es ecléctico, híbrido y sincrético. Se alimenta de lo que la sociedad
toda produce y genera.
15) Cabeza y columna verte- 16) Cabeza de hombre con
El artista popular es parte activa de la sociedad en la que vive. No es bral. Plata recortada y burilada. bigotes y corbata. Plata re-
Alto: 13,4 cm. Córdoba. cortada, cincelada y burilada.
un creador aislado de ella y de su realidad. Es el intérprete del sentir colectivo. Alto: 5,6 cm. Córdoba.
Elabora un lenguaje formal y realiza obras que no resultan artificiales. No crea
un producto para su propia satisfacción o que sólo pueda llegar a ser interpre- 17) Niño de cuerpo entero. Plata
fundida. Alto: 8 cm. Córdoba.
tado por un grupo de elegidos, sino que sus obras son el resumen del conoci-

36 37
miento y la sensibilidad de toda la comunidad y, por consiguiente, entendidas y
aceptadas por todos los integrantes de la misma.
El promesante, no se pregunta “si está bien” entregar un exvoto.
Tiene el convencimiento que su gesto espontáneo se une a los de miles de
personas. Ese acto individual de ofrendar tiene el significado de comunicar a
otros fieles que la intervención sobrenatural ha sido efectiva. De esa manera se
comparte, en actos silenciosos, un sentimiento común:

En el mundo donde se lleva a cabo este tipo de devoción


se vive en comunidad. Y por medio de los exvotos es que ésta se
entera que entre las divinidades y uno de sus miembros sucedió algo
importante e insólito, pero que se integra a la vida de esa comunidad
como un acontecimiento ordinario más.12
18) Pedro Fontéñez, Niño con las ma- 19) Pedro Fontéñez, Busto de hombre.
nos en los bolsillos del pantalón. 1946,
La Rioja. Plata burilada. Medidas:
1935, La Rioja. Plata batida y cincelada.
Medidas: 12x9,6 cm. Catedral de La
Analizando la miríada de piezas que hallé en el país pude constatar
12,7x7,3 cm. Catedral de La Rioja. Rioja. la increíble capacidad de los plateros para interpretar el pedido de los prome-
santes antes de realizar el exvoto. Eran esos artesanos que hacían maravillosos
estribos, mates, jarros y también exvotos. El que hubiese plateros en ciudades
o pueblos fue común hasta bien entrado el siglo XX. A ellos acudían las perso-
nas cuando necesitaban un exvoto. Los hacían por lo general con moldes pre-
existentes pero también realizaban piezas únicas a pedido del comitente. Esas
fueron las piezas que más me interesaron. Esos pequeños artefactos donde se
aúna la creatividad y la capacidad técnica para el manejo del metal. En pocos
centímetros de alto y ancho el orfebre resuelve con habilidad lo que debe re-
presentar: un hombre con las manos en los bolsillos, una madre con su hijo en
brazos, una vaca y su ternero o la figuración de órganos humanos con diversas
20) Busto femenino. Plata recor- enfermedades.
tada y cincelada. La aplicación de
oro en el cuello puede indicar Existen también las piezas serializadas que pueden ser fundidas, de
bocio o una operación. Alto: 5
cm. Noroeste argentino.
recorte o troqueladas, enriquecidas todas ellas con trazos de buril. Dentro
de ese enorme conjunto, ya que son las más numerosas, espigamos aquellas
21) Corte longitudinal de un
hombre. Posible hemiplejia. Plata que poseen diferentes moldes pero igual representación como pueden ser los
batida y burilada. Alto: 10,5 cm.
Noroeste argentino. hombres, mujeres y niños de cuerpo entero que toman un exvotos italiano
como modelo y que luego, los plateros del país, a medida que lo copian lo van
modificando o reinterpretando con el fin de hacer una pieza más personal.

El hallazgo, el comienzo
Como egresado de Bellas Artes, mi acercamiento a los exvotos fue
estético. Luego, a medida que avanzaba en la investigación, pude mensurar
y valorar la implícita fe que contiene este particular arte popular. Los descu-
brí en 1966 y en Tucumán, en la vidriera del negocio del platero Alfredo de
Innocentis. Le compré dos, un ojo y un tronco femenino, que aún conservo.
Me atrajeron sus diseños, la abstracción de algunas piezas y el aire primitivo y
22) Niño con viruela. Plata recortada, burilada y agujereada. 23) Mujer con cicatriz moderno que poseen a la vez.
Largo: 4,3 cm. Noroeste argentino. de apendicectomía. Plata
burilada. Alto: 7,3 cm. Unos años más tarde, como quedó dicho, recorriendo la catedral de
Catedral de La Rioja. La Rioja pude ver unas grandes vitrinas colmadas con todo tipo de ofrendas

38 39
ubicadas en las paredes de la escalera que sube al camarín de San Nicolás factura, son aquellos que no tienen un molde previo, configuran piezas únicas
de Bari. Allí estaban depositados desde zapatos de niños, textos manuscritos, que fueron hechas a pedido del promesante. Dos de ellas escapan en exceso a
cintas con chupetes y un largo etcétera de objetos puestos por orden de lle- las medidas que hemos mencionado más arriba y se encontraban en el Museo
gada y tapándose unos a otros. Entre ellos logré vislumbrar exvotos de plata Devocional dependiente de la Basílica Luján.13
de gran creatividad y calidad artesanal. Convencido del valor del hallazgo al La primera representa una fábrica de vidrio y es la pieza más grande
regresar a Buenos Aires le comenté al Dr. Augusto Raúl Cortazar lo que había y de ejecución más compleja que se conservaba en dicho museo. Confeccio-
descubierto. El Fondo Nacional de las Artes me otorgó un subsidio y trabajé nada totalmente en plata, y con una base de madera; mide 17 cm. de alto;
en la catedral durante el verano de 1972. Pude confirmar mi intuición, luego, 33 cm. de ancho y 26 cm. de profundidad. Las maquinarias, los operarios que
cuando analicé todo el material y seleccioné los ciento cincuenta exvotos que tienen brazos móviles, las columnas doble T y las chapas acanaladas del techo,
fotografié. están trabajados con gran habilidad por el platero S. Alonso. Fue ofrendada en
Algunos de los más elaborados tenían buriladas las iniciales “P.F.” que 1945 por los hermanos Albani agradeciendo la creación de su fábrica.
resultaron ser las del platero Pedro Fontéñez (1898-1975) que vivía y todavía La segunda pieza destacada que se exhibía en el Museo de Luján era
trabajaba en La Rioja y que en ese momento tenía 74 años. Compartí la emo- una cabeza tamaño natural (35 cm. de altura) que ofrendó Alfio Consoli. Es
ción con él cuando pudo ver y reconocer esas y otras piezas que no estaban corpórea hueca y trabajada en plata batida. Por sus notables bigotes podemos
firmadas y que había hecho hacía 20 o 30 años. ubicar su factura a principios del siglo XX.
La selección hecha en La Rioja y más tarde en otros santuarios e igle- Un exvoto notable pero que sólo lo conocemos por los registros ya
sias, a medida que avanzaba con la documentación, se basó en la originalidad que no llegó hasta nuestros días, fue ofrendado en Luján en 1898: “[…] un
del planteo estético y en la capacidad de los plateros para interpretar el pedido caballo que pesa cuatro kilos 10 gramos de plata buena, garantida, de valor
de los promesantes. Porque en un objeto metálico “mudo”, de pequeñas di- 420$”. 14
mensiones, reitero, el artífice tiene que plasmar la dolencia, el problema o las Otra obra de realce es el carro que hizo el platero de la provincia de
vicisitudes que padeció la persona que le pidió el exvoto o algún familiar de Buenos Aires
ella. J. Fernández a principios del siglo XX, donde se podía apreciar su
Hallé aquella primera vez y después en otros lugares, ejemplos des- calificada mano.
tacados que traducían con originalidad las afecciones de las personas que pa- En el año 2003, cuando rehíce el museo ya no estaba.
decían bocio (inflamación del cuello por falta de yodo) u otra piezas que figu- Del material encontrado durante el trabajo, distinguimos, entre otros,
raban hemipléjicas o mutilaciones en las extremidades a causa de accidentes la cabeza de mujer confeccionada en oro, de 4,5 cm de alto, que estuvo en el
laborales o caseros. Museo de Itatí. Otra pieza de calidad es la cabeza de niña, de 4 cm. de alto,
En los exvotos argentinos todos los órganos están representados y cuya particularidad es que tiene seccionada la parte superior del cráneo evi-
en muchos casos la dolencia, o las iniciales del nombre del donante se destacan denciando una operación de cerebro. Dicha parte se abre mediante charnela.
con oro sobrepuesto a la pieza de plata. Existen en todo el país muchas repre- La transcripción plástica que realizó el platero y la labor en plata batida hace
sentaciones de hombres y mujeres, de cuerpo entero, vestidos o desnudos. que se supere el mórbido mensaje representado.
En el caso de éstos últimos, suelen tener buriladas la cicatriz de alguna ope- Como ejemplo de síntesis formal está el busto de mujer, de 4,3 cm,
ración o enfermedad. Pero cuando aparecen vestidos colegimos que se trata o la cabeza de hombre con bigotes de 2,2 cm., ambas piezas de plata maciza,
que dichas personas han padecido males físicos o espirituales y han querido fundida. Son buenos ejemplos de todos los que hemos hallado en el Noroeste
agradecer el bien recibido, con la representación de toda su humanidad. del país.
En la Argentina los exvotos de plata representan más de 250 tipolo- Otras piezas excepcionales son las del platero “ADC” que desarrolló
gías diferentes. Pudimos comprobar que es el país de América que tiene la ma- su actividad en Villa Concepción del Tío o en La Para, Córdoba, desde prin-
yor variedad a lo que se le agrega una gran creatividad. Están también las piezas cipios y hasta mediados del siglo XX. No logramos saber a qué nombre y
adocenadas y repetidas. Todas cumplieron su función: el agradecimiento. apellido correspondía el punzón con que están firmadas sus obras. Confeccio-
Al ver el conjunto de estas miles de piezas y pese a su repetición, nadas por recorte de una gruesa chapa de plata y con base, todos los detalles
se encuentran entre ellas pequeñas variantes que nos permiten verificar que anatómicos y de vestimenta están trabajados con cincel, buril o punzones con
plateros de distintas provincias han copiado una pieza preexistente pero que la diferentes diseños.
han modificado separándola de su modelo originario. Esto es evidente, como Cabe agregar aquí algo que hemos comprobado desde el comienzo
dijimos, en las figuras que tiene su origen en Italia. de la investigación en Luján y Catamarca y que, sabemos, también ocurría en
Los exvotos que sobresalen del conjunto estudiado, por su tamaño y Puerto Rico. El recorrido doble o triple que hacían los exvotos metálicos en los

40 41
26) Cabeza de
hombre. En la
tarjeta se lee: A la
Virgen de Luján
/ donado por /
Alfio Consoli. Plata
batida; corpórea
hueca. Alto: 35
cm. Principios del
siglo XX. Estaba en 27) J. Fernández, Carro. Provincia de Buenos
el Museo Devocio- Aires; principios del siglo XX. Plata fundida y
nal de Luján. recortada. Ruedas y puerta trasera móviles.
Largo: 10,5 cm. Estuvo en el Museo Devocio-
nal de Luján.

24) Mujeres y hombres con


vestimenta renacentista. En las
dos fotografías las piezas de la
izquierda son similares al mo-
delo italiano. Las restantes son
diversas versiones realizadas por
plateros de la Argentina desde fi-
nes del siglo XIX hasta mediados
del XX. Solían ofrendarse juntas
como símbolo de matrimonio.
Plata fundida; troquelada; cincela-
da. Alturas mínimas y máximas:
6 y 7,8 cm.
28) Cabeza de mujer. Oro 29) Cabeza de niña. Prin- 30) Busto de mujer. Principios del 31) Cabeza de hombre con
batido, burilado y cincela- cipios del siglo XX. Plata siglo XX. Plata fundida, burilada bigotes. Plata maciza fundi-
do. Alto: 4,5 cm. Estuvo batida y cincelada. Alto: 4 y cincelada. Alto: 4,3 cm. No- da. Alto: 2,2 cm. Noroeste
en el Museo de Arte Sacro cm. Estaba en el Museo roeste argentino. argentino.
de Itatí. Devocional de Luján.

25) L. Alonso,
Fábrica de vidrio,
1945, provincia de
Buenos Aires.Plata
fundida, recortada,
cincelada y burila-
da. Alto máximo:
17 cm; ancho: 33
cm; profundidad:
26 cm. Estaba en
el Museo Devocio-
nal de Luján.

32) Platero ADC. Mujer y niña de cuerpo entero. Primera mitad del
siglo XX, Córdoba. Plata recortada y burilada. Alturas: 12,7 y 7,6 cm.

42 43
santuarios. Ofrendados una primera vez, permanecían un tiempo expuestos metálicos. Para las fiestas patronales (21 de enero) se recibían miles de estas
en la iglesia o la sacristía y luego volvían al comercio, es decir a los puestos piezas que luego se descartaban y la cera se vendía por peso. Con el fin de ha-
callejeros o negocios cercanos al templo. Era evidente el contraste de calidad cer una selección de los mejores exvotos para exhibirlos en el futuro museo,
artesanal y del material de estas piezas con las otras exhibidas, que eran de a partir de 2008 y por cinco años estuve junto a las monjas que recibían las
confección más moderna, troqueladas, de recorte y de plata baja o metal ofrendas para que no las tirasen al piso o dentro de bolsas de arpillera. Pasado
blanco. un tiempo fueron ellas las que me reservaban las piezas.
Hemos documentado exvotos de calidad en trece provincias de la Las grandes advocaciones reciben un registro universal de pedidos,
Argentina y en varias de ellas hallamos piezas firmadas (punzonadas) de pla- hay otras que por tradición histórica o legendaria, tienen temáticas exclusivas
teros muy reconocidos, como, por ejemplo: S. Alonso; Bertuche; Dupont, J. por las cuales se acude a ellas.
Fernández, H. Firmenich, Félix Gallaso, Pedro Grossi, Ramón Martínez, Luis En nuestro país, como en tantos otros, está el caso de San Cayeta-
Picoa, Juan F.M. Ramos y B. Sala, que desarrollaron su actividad desde fines no, al que se le pide por trabajo o Santa Lucía a la que se recurre por proble-
del siglo XIX y hasta la década de 1970 del siglo XX. mas en la vista.
Varios museos del país poseen excelentes ejemplos de platería crio- En diciembre de 2019 fui convocado para curar una exposición que
lla de estos artífices. se presentó en el Museo Juan de Tejeda de la ciudad de Córdoba. Llevaba
Pero no todos los exvotos eran de factura local, algunos llegaban de como título Por Gracias Recibidas, exvotos de la iglesia de San Roque.
Europa, traídos por los inmigrantes entre su equipaje. Lo habitual era que los El hospital y la iglesia aneja fueron inaugurados en el siglo XVIII por
ofrendaran en los templos de las principales advocaciones marianas del país Diego Salguero de Cabrera, obispo electo de Arequipa. Con buen criterio
al que habían llegado. Este fenómeno no es particular de la Argentina. En la y respeto, las autoridades eclesiásticas, a lo largo del siglo XX, conservaron
Basílica de Luján, como en el Santuario de la Virgen de La Altagracia, en el en seis vitrinas que están ubicadas en las paredes de la iglesia, siete mil qui-
pueblo de Higüey, Republica Dominicana, hay ofrendados exvotos metálicos nientos exvotos de plata ofrendados desde comienzos de dicho siglo y hasta
italianos. Elaborados a fines del siglo XIX, poseen diseños estandarizados y aproximadamente 1970. No hay más antiguos. San Roque es el santo al que
son estampados en plata baja o en metal bañado en plata. Representan cuer- se invoca para curar pestes y enfermedades de todo tipo. Era frecuente, du-
pos humanos o partes de él y animales. Del conjunto sobresalen los corazo- rante la colonia que se sacara su imagen en procesión y se hicieran rogativas
nes porque tienen en todo su perímetro roleos vegetales, flores estilizadas y cuando había epidemias. Los exvotos que se conservan en esta iglesia son
cabezas angélicas. Sobrepuesto y en metal sobredorado suelen tener en el un elocuente ejemplo de lo dicho. Abundan las piernas porque San Roque,
centro de la pieza las siglas de María o las iniciales entrelazadas “PGR” (por según la leyenda, tuvo la llaga de la peste en su pierna derecha. También hay
gracias recibidas) y en la cimera una corona en relieve. figuraciones de todas las partes del cuerpo humano y los órganos del mismo
y de perros porque al santo se le pide también para la cura de las pestes de
Dos experiencias: República Dominicana y ciudad de Córdoba animales.
En el año 2008 y a pedido de las autoridades eclesiásticas y de em- En ese corpus encontramos una pieza única que no conocíamos
presarios que apoyaron la iniciativa, comencé a idear el Museo de La Altagra- que llamamos Las cinco llagas de Cristo. Es una exvoto de plata de 5,8 cm. de
cia, dependiente de la Basílica de Higüey, en República Dominicana. Además diámetro y está realizado con punzones de diversos tamaños para resaltar las
de los 40.000 exvotos de metal se conservaba pintura del siglo XVIII, excelen- heridas, la sangre y el nombre de quien lo ofrendó.
te platería del XVII al XX, imaginería, muebles y joyas. Con un proyecto ar-
quitectónico de 1.500 metros cuadrados, obra de un arquitecto dominicano, Exvotos pintados
y un diseño museográfico y museológico de mi autoría, se construyó en cinco Es en Italia a mitad del siglo XV donde se comienzan a hacer pinturas
años y se inauguró en 2012.15 Lo dirigí durante dos años. sobre madera para ser utilizadas como ofrendas. Después del Concilio de
En Higüey, los exvotos metálicos de principios del siglo XX resulta- Trento, en el que primó el espíritu de la contrarreforma, es donde los exvotos
ron ser los más atractivos por las mismas razones que en nuestro país: mejo- pintados tuvieron un gran desarrollo en toda Europa y en los siguientes siglos.
res plateros, metal de más calidad y diseños no reiterados, pero, igualmente Su estructura suele estar dividida en tres partes. El ámbito terrenal, en el cual
sin la inventiva de los argentinos. En la actualidad se utilizan unas hojas foto- se representa el suceso; el celeste, donde está la figura divina, que, a veces,
copiadas con diversas siluetas humanas y de animales que los artífices pegan aparece sobre nubes o en un rompimiento de gloria y abajo el texto que na-
sobre el metal para luego recortarlos con sierra. Ha dado como resultado rra, con mayor o menor precisión lo ocurrido.
una producción adocenada. Es muy común ofrendar exvotos de cera virgen La pintura votiva se difundió en México y Brasil desde la llegada de
de abeja realizados sin molde. Son mucho más creativos y variados que los los españoles y hubo y hay destacados pintores como Hermenegildo Bustos

44 45
(1852-1906) en México o “Toilette de Flora” (1860-1935), en Brasil. En la
Argentina tuvo escaso desarrollo. Son muy pocos los ejemplos que pudimos
documentar. El más antiguo que hallamos fue ofrendado a la Virgen de Itatí.
Es un óleo sobre madera donde está representada la Virgen dentro de la
hornacina del retablo del siglo XVIII y rodeada de ocho ángeles. Lo pintó Juan
Bedoya en 1872 y lo ofrendó su familia. Incluimos aquí a modo de ejemplo,
otra pintura votiva de mitades del XX. Los pulmones sanados, en primer pla-
no, ocupan más de la mitad de la composición, arriba de ellos y a la izquierda
se escribió un ingenuo verso y a la derecha aparece la Virgen de Luján. Lo
realizó Alie de Gómez a pedido de Abelardo Del Campo.
Es de interés, por lo novedoso, los datos que aporta en su libro An-
gelo Turchini. Así como vimos que los italianos traían exvotos metálicos para
ofrendar en América, algunos de ellos, ya instalados en tierras americanas
pero aferrados a su suelo natal, solicitaban que se done una pintura en Italia.
En el año 1916, un inmigrante, ve como su hija al caer debajo de un carro
se salva de no ser aplastada por una de las ruedas. Como agradecimiento,
envía a Italia el dinero y un boceto de lo ocurrido para que un pintor realice
la obra y luego la done, en su nombre, en la iglesia de la Virgen de la Costa
(Bérgamo) de la cual era devoto. Otro connacional hace lo mismo. Pide que
se pinte en Italia la cubierta de un barco en el que deben aparecer él, su mujer 33) Corazón. Exvoto italiano. Fines del
siglo XIX. Metal plateado y sobredorado;
y sus cuatro hijos, elevando la vista al cielo, por haberse salvado de una tem- troquelado y soldado. Alto: 22 cm.
pestad durante el viaje a América y ruega que se lleve el exvoto a la iglesia de
Pinerolo, de donde era oriundo.16

Los exvotos y los artistas


El valor y el significado de los exvotos fueron reconocidos por mu-
34) Hombre de cuerpo entero. 2013. Cera.
chos artistas que abrevaron en la pintura votiva y tomaron de ella sus caracte- Alto: 66 cm. Museo de la Virgen de La
Altagracia, Higüey, República Dominicana.
rísticas más genéricas a las que le agregaban su propia carga, incorporándole
su estética sin que por ello transformasen la obra en una ofrenda.
Tiziano dejó inconclusa, una Piedad para su tumba. Abajo y a la de-
recha de la obra ubicó una pequeña pintura votiva donde se representó junto
a su hijo, arrodillados delante de la Virgen del Carmen (está fechado en 1576,
año de su muerte. La pintura está en la Academia de Venecia).
Goya pintó en el año 1820 un Autorretrato con el Dr. Arrieta como
agradecimiento por haberlo curado de “una peligrosa enfermedad”, tal como
aparece escrito en la parte inferior de la obra. Se ve al doctor detrás del pintor
con un vaso tratando que el artista beba algo para lograr su mejoría. Este es
35) Las cinco llagas de Cristo. Plata recor-
un agradecimiento a un ser terrenal pero está considerado como exvoto (se tada, batida y trabajada con punzones de
diversas medidas. Diámetro: 5,8 cm. Ins-
conserva en el Minneapolis Institute of Art). cripción: ELENA. SOTELO. BEROVAO.
Primera mitad del siglo XX. Iglesia de San
En el siglo XX, la pintora Frida Kahlo coleccionaba pinturas votivas Roque, ciudad de Córdoba.
(“retablos” como los llaman en México) y en la composición de alguna de sus
obras se aprecia la influencia de aquellas.
Kathy Vargas, en Estados Unidos, en la década de 1990, hizo una
serie de collage donde utilizó fotografías y radiografías coloreadas a mano en
las que incluyó exvotos metálicos.

46 47
En Brasil, Farnese de Andrade, presentó en 2012, en el Museu Casa
do Pontal, Río de Janeiro, la exposición Liturgias contemporáneas. En sus tra-
bajos incorpora exvotos de madera del nordeste de su país.
En la Argentina, varios artistas, en diversas épocas, han utilizado los
exvotos metálicos como tema para sus pinturas y esculturas. Osky (Oscar
Conti), en la década de 1970, a una serie de excelentes dibujos les sobrepuso
exvotos metálicos italianos. Nicolás Rubió, Jorge Ricciardulli y Estela Zariquie-
gui, al conocer el material de mi relevamiento, hicieron obras inspiradas en el
hecho de ofrendar.
La muestra del año 2015 en el Museo Hernández motivó a un grupo
de joyeros conducidos por Jimena Ríos a realizar piezas a partir en los exvotos.
Con el material seleccionado de nueve joyeros publicaron, en 2017, el libro
Por Gracias Recibidas, exvotos de joyeros contemporáneos que lleva un texto
introductorio de mi autoría.
Los escritores también se vieron atraídos por la profusión de ofren-
das halladas en los templos, y lo reflejaron en sus textos. Jorge Amado (1982),
cuando escribe sobre la popular iglesia de Bomfim de Bahía (Brasil) y al refe-
rirse a la sala de milagres (así llaman en ese país donde se depositan y exhiben
los exvotos), dice que es una:

asombrosa sala donde hay millares de objetos ofrecidos al


santo en pago de promesas realizadas. Allí se ven piernas, manos,
brazos y cabezas modeladas en cera, abiertas por heridas [...] Toda
la terrible historia de la miseria humana, del sufrimiento, de crímenes
y maldades, de extraño misticismo, se encuentra allí, colgada del te-
cho, por las paredes y llenando armarios.17

Oliverio Girondo, en la primera edición de 1922 de su libro Veinte


poemas para ser leídos en el tranvía y en uno que llamó Sevillano escribe: “La
36) Juan Bedoya, 1872. NUE. SEÑORA DE ITATI´ / 37) Alie de Gómez. Pulmones. Óleo sobre tela.
PATRONA DE TUYUTI´. Óleo sobre tabla. Medidas: Medidas: 44x34 cm.Estaba en el Museo Devocional iglesia se refrigera para que no se le derritan los ojos y los brazos...de los
51x39 cm. Museo de la Virgen de Itatí, Corrientes. de Luján. Se lee: Virgencita / Quiero grabar en este
cuadrito / Cual si fuera una oración / mi eterno agrade-
exvotos”. Incorpora una excelente ilustración realizada por él donde se ven
cimiento / por haberme curado el pulmón / - Abelardo exvotos de cera alrededor de una Dolorosa.18
Del campo - / - B. Blanca.
Ramón Gómez de la Serna (1979), en la serie SENOS que consta
de cuatro libros, incorpora en el segundo volumen, un magnífico cuento que
llamó Exvoto. En él narra como una mujer sin senos ofrenda a una santa unos
de cera comprados en una tienda. Pasado un tiempo de rezos y ruegos sus
senos comenzaron a crecer y ella salió a lucirlos.19
Como quedó dicho y demostrado, los exvotos metálicos constitu-
yen el conjunto más sobresaliente de nuestro país, sin embargo, existen otras
ofrendas realizadas por manos hábiles y con materiales disímiles. De esa pro-
ducción rescatamos a los que llamamos “artesanos espontáneos de la fe” que
son las personas que quieren ofrendar un objeto confeccionado por ellos.
Hay muy buenos ejemplos como la Basílica de Luján tallada en madera y po-
licromada por José Sassone o un rancho también tallado y pintado, de autor
anónimo.

48 49
Palabras finales 16
Turchini, Angelo, EX-VOTO. Per una lettura dell ex-voto dipinto, Milan, Arolo
A partir del año 1987, el Vaticano aconsejó llevar a cabo una pastoral editore, 1992.
que alentase a hacer obras de caridad en vez de la entrega de exvotos. Apun- 17
Amado, Jorge, Bahía de todos los santos, Buenos Aires, Losada, 1982.
taba a la solidaridad pero quizás daba por tierra con una expresión popular de 18
Girondo, Oliverio, Veinte poemas para ser leídos en el tranvía, Argenteuil,
la fe con mucho arraigo. Imprenta Coulouma, 1922.
Con esta investigación y relevamiento, a lo largo de 47 años, hemos 19
Gómez de la Serna, Ramón, Senos, vol. 2, Buenos Aires, Albino y Asociados
incorporado para la Argentina, la investigación y documentación de un arte Editores, 1979.
popular que de alguna manera pasaba desapercibido para la mayoría de la
gente y que estaba destinado, en muchos casos, a desaparecer por acción del
fuego, por robo, desidia o cambios de concepción dentro de la Iglesia.

Notas
*
Profesor de Bellas Artes. Fotógrafo. Durante 26 años fue investigador de la
Academia Nacional de Bellas Artes. Es autor y coautor de 15 libros sobre el
patrimonio artístico de la Argentina.
1
Barbieri, Sergio, Exvotos argentinos, un arte popular, Buenos Aires, Fondo
Nacional de las Artes, 2007.
2
Iguacen Borau, Damián, Diccionario del Patrimonio cultural de la Iglesia,
Madrid, Encuentro Editorial, 1991.
3
Toschi, Paolo, Arte Popolare Italiana, Roma, Carlo Bestetti, 1960.
4
Presas, Juan A., Anales de Nuestra Señora de Luján. Trabajo histórico-documental
1630-2002, Buenos Aires, Dunken, 2002.
5
Ibíd. Que equivalen a 12,88 Kg.
6
Ibíd. 38) Oliverio Girondo. Ilustración del autor
7
Mac Cann, William, Viaje a caballo por las Provincias Argentinas, Buenos Aires, para el poema Sevillano del libro Veinte
poemas para ser leídos en el tranvía, en su
Hispamérica, 1986. primera edición del año 1922.
8
Presas, op. cit.
9
Cayo, Hermógenes, Diario de Viaje de Hermógenes Cayo, Buenos Aires,
Museo de Arte Popular “José Hernández”, 2012. 39) José Sassone. Mitad del siglo XX.
10
Libros de Promesantes del siglo XIX (originales manuscritos), Basílica de Luján, Basílica de Luján. Madera tallada y
policromada. Alto: 55,5 cm; ancho: 29
Provincia de Buenos Aires. cm. Estaba en el Museo Devocional de
Luján.
11
Ibíd.
12
De Orellana, Margarita, “Editorial”, en Artes de México, N° 53, 2002.
40) Casa. 1972. Madera tallada y
13
El Museo Devocional de Luján se encuentra cerrado definitivamente en la policromada. Alto: 22 cm.; ancho: 35,5
cm. Estaba en el Museo Devocional de
actualidad. En el año 1979 realicé el proyecto junto a Iris Gori y lo rehíce en Luján.
2003. Aquella primera experiencia me permitió concretar el proyecto del
Museo de la Virgen de Itatí en 1980. Años después, en 2005, volví a hacerme
cargo de su remodelación, cuya muestra sigue abierta hasta la actualidad.
14
Presas, Juan A., op. cit.
15
Dentro del rico patrimonio de ese museo cabe mencionar, por su
importancia histórica y por ser las únicas obras pictóricas de esa época de las
que se conoce el autor, a Los Medallones que pintó Diego José Hilaris, a fines
del siglo XVIII. De formato ovalado, de allí su nombre, y de 78 x 63 cm.,
eran originariamente 27, pero en la actualidad se conservan 16. En ellos se
relata pictóricamente sucesos milagrosos ocurridos en los siglos XVII y XVIII.

50 51
42) Figura masculina. Plata recortada y burilada. 43) Niño de cuerpo entero, camina y reza. Plata
Alto: 3,8 cm. maciza, fundida. Alto: 14 cm. Estaba en el
Museo Devocional de Luján.

41) Retablo de la familia Sanagua. Humahuaca, Jujuy. En primer plano la imagen


de Santa Lucía que tiene en la mano derecha la bandeja con los ojos que le
arrancaron como parte de su martirio. Del manto penden exvotos de plata con
forma de ojos. La imagen que está detrás parece Santa Catalina de Alejandría.
Ofrendas de plata cubren el fondo del retablo. Foto de 1988.

44) Mujeres vestidas a la moda de principios


del siglo XX. Plata fundida; recortada, batida,
cincelada y burilada. Alturas mínimas y
máximas: 8,8 y 11,2 cm.

52 53
48) Casa. Bronce cincelado. alto: 7,5 cm.; ancho: 10 cm.
45) Ovejas. Plata. La madre: plata recortada, cincelada y burilada. El cordero es de
fundición, con molde. En la base, las iniciales en oro: L - E . Alto máximo: 6,5 cm; largo
máximo: 9,3 cm. Estaba en el Museo Devocional de Luján.

49) Luis Picoa.1939, (activo en la provincia de Buenos Aires a principios del siglo
XX). Bicicleta chocada (detalle). Plata fundida. Apoya sobre una placa donde
46) Perro de San Roque. Plata maciza, fundida, burilada y cincelada. Largo: 5 cm. está escrito el agradecimiento. Medidas de las bicicleta: 4,3 x 9 cm. Estaba en el
Museo Devocional de Luján.

51) Automóvil. Metal cromado. Largo: 10 cm.


50) Avión. Principios del siglo XX. Plata recortada y Estaba en el Museo Devocional de Luján.
burilada. Largo: 6,6 cm.

47) Cabezas de vaca, caballo, chivo y oveja. Plata fundida, recortada y cincelada. Iniciales
buriladas: D / G . Alto: 3,3 cm.; ancho: 10,6 cm. Noroeste argentino.

54 55
53) Busto femenino de perfil. 54) Media cabeza de hombre
52) Figuras orantes. Plata fundida. Alturas: Plata burilada. Alto: 4,9 cm. sobre un plato. 1967. Posible
2,7 cm. Noroeste argentino. Catedral de La Rioja. hemiplejia. Metal plateado.
Diámetro: 16 cm. Estaba en el
Museo Devocional de Luján.

55) Cabeza de hombre. Plata 56) Busto de hombre. Conforma-


batida, cincelada y burilada. da por dos piezas de troquel: la
Alto: 7,8 cm. Santiago del cabeza y el tronco. Iniciales de oro
Estero. fundido: P - R. De esta manera el
oferente personalizaba el exvoto.
Plata y oro. Alto: 5,8 cm.

58) Cabeza de mujer con gran cicatriz en la frente y la Virgen de Luján


en la mejilla. 1939. Plata batida, cincelada y burilada. Alto: 14 cm.
Estaba en el Museo Devocional de Luján.

57) Platero ADC (activo


en Córdoba en la primera
mitad del siglo XX). Dos
cabezas de hombres. Plata
recortada y burilada. Alto:
4,2 cm.; ancho: 6 cm.

56 57
59) Genitales masculinos. Plata recortada, batida y 60) Genitales internos femeninos. Plata recortada y cincelada. Alto: 5
burilada. Alto: 2,2 cm. Noroeste argentino. cm.; ancho: 8 cm. Catedral de La Rioja.

63) Mano sin el dedo anular. Ins-


cripción: Gratitud / Favor Recibido /
el 4/6/936 / J M M C. Largo: 10 cm.
Catedral de La Rioja.

62) El platero Ramón Martínez,


activo en Valle Fértil, San Juan, en la
década de 1970, abre el molde, de
tierra, donde fundió una figura de
cuerpo entero.

64) Casa Escasany, fines del siglo 65) Mujer arrodillada rezando. Fines
XIX. Niño rezando. Plata batida, del siglo XIX. Plata batida, burilada
cincelada y burilada. Alto: 11 y cincelada. Alto: 8 cm. Estaba en el
cm. Museo Devocional de Luján
61) Troncos femeninos y masculinos. Plata batida y cincelada. Altu-
ras: 5,5 y 6,6 cm. Noroeste argentino.

58 59
66) Platero ADG. Dos
mujeres. Córdoba. Plata
recortada, burilada y cince-
lada.Alturas: 12 y 11 cm.

69) Casa y automóvil. Yeso policromado. Medidas: 22x20 cm. Mendoza. Las ofrendas de yeso
policromado fueron muy comunes en la zona de Cuyo a mediados del siglo XX. Estaba en el
Museo Devocional de Luján.

67) Siluetas masculinas. Plata recortada y calada. Alturas: 8 cm. La 68) Hombre acodado. Plata recortada,
figura de la derecha es obra del platero Segundo Herrera, platero batida y burilada. Alto: 8,3 cm. Iglesia
de Villa Atamisqui,Santiago del Estero. de San Roque, ciudad de Córdoba.

Cómo citar este artículo:


Barbieri, Sergio, “La fe convertida en objetos: los exvotos de la Argentina, un
arte popular poco conocido”, en Separata «Creencias y devociones, festividades
y costumbres» año XVIII, nº 27, Rosario, CIAAL/UNR, diciembre de 2020,
pp. 31-61, URL: http://ciaal-unr.blogspot.com/ 70) Nariz y ojo. 1960. Yeso policromado sobre un azulejo de 15x15
cm. Mendoza. Estaba en el Museo Devocional de Luján.

60 61
María Alejandra Lanza* / Mirar las flores y pintar con ellas: La naturaleza
como cuerpo de las ermitas del Vía Crucis de Tilcara

Introducción
En Quebrada de Humahuaca (Jujuy, Argentina), se conoce con el
nombre de ermitas a los objetos plásticos de carácter efímero que se crean
cada año en localidades como Tilcara o Maimará, para oficiar como las catorce
estaciones del Vía Crucis que conmemora el camino de Cristo con la cruz
(Figs. 1 y 2). En el caso tilcareño, las ermitas son elaboradas artesanalmente y
de manera colectiva por distintas familias e instituciones locales1 con elementos
de la naturaleza como flores, semillas, arcillas, cortezas de árboles.
Durante la tarde del Viernes Santo, las ermitas son emplazadas en
catorce esquinas de la ciudad para configurar el recorrido de la procesión del
Vía Crucis. Hacia la noche, se desarrolla el ritual de Descendimiento de Cristo
en el que la talla articulada del siglo XVIII sale de su lugar habitual en la iglesia
para ser manipulado por fieles denominados “Juanitos”, y transformarse en el
Cristo yacente que será depositado en una urna de vidrio (Fig. 3). Luego de
esta escena, el Cristo es trasladado en andas bajo la custodia de fieles ataviados
como soldados romanos, y acompañado de las esculturas de la Dolorosa, San
Juan Evangelista y el Señor de la columna.2 La procesión detiene su marcha
en cada una de las catorce estaciones, momento en el que la ermita adquiere
agencia al funcionar como una capilla abierta en la que se posa el Cristo
yacente, se lee el relato bíblico correspondiente a la estación del Vía Crucis, así
como un texto elaborado por la familia o institución responsable de la ermita
(Fig. 4). De este modo, la ermita funciona como un elemento que pone en
relación actores sociales, palabra e imágenes de distintas temporalidades (el
elenco de esculturas coloniales y del siglo XIX que salen en procesión y las
imágenes efímeras de las ermitas contemporáneas).
La confección de las ermitas compromete el encuentro de los
actores sociales en contexto doméstico o privado, quienes semanas o días
previos a la celebración se organizan para reunir los materiales, diseñar el
motivo figurativo que ocupará el panel central de la ermita y producir el texto
que acompaña dicho motivo y actualiza el ciclo pasionario de acuerdo a los
intereses de cada grupo responsable. En ese encuentro creativo las familias
e instituciones no sólo debaten y deciden qué imágenes quieren crear y
exhibir ante la comunidad, sino que también ponen en circulación saberes,
procedimientos técnicos y experimentaciones en torno a la naturaleza que es
reunida para dar cuerpo a la ermita.
En este artículo abordamos el estudio de estos objetos plásticos y
devocionales a partir de tres nodos. En el primer apartado caracterizamos
su devenir, deteniéndonos en los principales cambios formales y técnicos
acontecidos desde su aparición en 1885 hasta la actualidad. En el segundo
apartado analizamos el rol de las ermitas en los procesos de construcción
de memoria e identidad, a partir de dos casos de estudio en los que los
motivos representados en ellas se corren de la iconografía pasionaria para

62 63
poner en escena devociones locales, como la Virgen del Abra de Punta aguas”,6 o como “una especie de refugio confeccionado con los frutos de
Corral y el Cristo guerrillero. Por último, en el tercer apartado inscribimos la estación (…) que aportaban los agricultores de los Valles, Malka y Cerro
la celebración del Vía Crucis en el calendario productivo de la región para Chico, La Banda y Juella, y Maimará”.7 Esas ermitas eran construidas con
estudiar la integración de las liturgias cristiana y andina, y el modo en que se armazón de cañas y recubiertas plenamente con flores frescas y “yuyos
expresa en la materialidad de las ermitas. aromáticos como por ejemplo molle, cedrón, toronjil, hinojo, etc. En el
interior de la casita se diseñaba una figura que representaba el rostro de Jesús,
el Cáliz, el Espíritu Santo, etc.; o se colocaba un cuadro con una fotografía”.8
Los registros de Constenla permiten acercarnos visualmente
a todos los aspectos señalados en esos testimonios. En efecto, muestran
cuatro cuerpos arquitectónicos que, conformados por elementos naturales
entre los que se destacan las flores, presentan una estructura envolvente
o albergante (en términos de Graciela Sarti).9 Los documentos fotográficos
permiten también poner de relieve la presencia de dos componentes que
aquí se presentan como secundarios, pero que tendrán un gran desarrollo
en las etapas siguientes en las que las ermitas adquieren otro formato. Nos
referimos a la configuración de símbolos o escenas figurativas a partir de la
materialidad de las flores, y a la incorporación de la palabra como elemento
que permite la apropiación y resignificación local del culto de la Pasión de
Cristo, al anclar mensajes particulares en cada una de las ermitas. Así, en
estas fotografías pueden observarse cruces de distintos tamaños realizadas

Figura 1: Ermita oficiando como estación del Figura 2: Ermita oficiando como estación del
Vía Crucis, Tilcara, foto Alejandra Lanza, Vía Crucis, Maimará, foto Alejandra Lanza,
19/04/2019. 19/04/2019.

Registros perdurables de una materialidad efímera: relato visual sobre el


devenir de las ermitas
En este apartado presentamos un recorrido visual que, organizado
a partir de tres corpus fotográficos, pretende caracterizar las formas, técnicas
y cambios en tres momentos de la historia de las ermitas. Estos registros
fotográficos son articulados con diversos testimonios de actores sociales de
Figura 3: Descendimiento, Tilcara, foto Alejandra Lanza, 19/04/2019.
la comunidad de Tilcara, que fueron recuperados en publicaciones locales
como así también en entrevistas realizadas en el marco del trabajo de campo
desarrollado el pasado abril de 2019 en la Quebrada de Humahuaca.3
Asimismo, este apartado dialoga con estudios previos que han analizado el
caso de las ermitas, desde las perspectivas de la Historia oral, la Antropología
y la Teoría e Historia del Arte.4
Nuestro recorrido visual comienza con los registros más antiguos
que hallamos, una serie de cuatro fotografías de autoría de la pedagoga y
periodista tucumana Concepción Prat Gay de Constenla (Figs. 5 a 8).5 Las
ermitas documentadas en estas fotografías se corresponden con el formato
que según los relatos de los actores locales tenían las primeras, aquellas que
se realizaron entre el año 1885 y 1956 aproximadamente.
Estos testimonios indican que en ese entonces se realizaban sólo Figura 4: Cristo yacente posado en el altar de la ermita durante el Vía
cuatro ermitas que estaban configuradas como “unas casitas con techo a dos Crucis, Tilcara, foto Alejandra Lanza, 19/04/2019.

64 65
con flores, la figura de Cristo cargando la cruz, y una cartela en la cumbre de en el apartado siguiente, constituye un motivo recurrente hasta la actualidad.
una de las ermitas con la frase “Perdón, Dios mío”. Con mirada atenta, Barbieri se ocupó de fotografiar algunos
Ahora bien, estas fotografías nos dan a ver cuerpos arquitectónicos detalles que nos permiten visualizar la variedad de elementos utilizados para
despoblados de humanos pero, al igual que hoy, las ermitas cobraban sentido componer las imágenes (flores de estatíes de distintos colores, cortezas de
o agencia en el ejercicio piadoso del Vía Crucis. Para intentar recrear esta árboles y semillas, Fig. 13), así como también el modo en que son montados
dinámica, apelamos al siguiente relato sobre la puesta en escena de las que en el panel. Este conjunto de ermitas presenta composiciones sencillas, en
esas primeras ermitas eran protagonistas: tanto las escenas están integradas por una o dos figuras de igual tamaño que
se disponen sobre un fondo plano, recurso que contribuye a crear la idea
En algunos casos, en la parte inferior se construían dos de un espacio sagrado. El montaje de los elementos orgánicos en el plano
torres hechas de aromo, y, en sus cúspides se ubicaban dos niñas demuestra minuciosidad en su confección y variedad de procedimientos. Así
sentadas, vestidas de angelitos al momento del paso del Cristo por ejemplo, se confiere especial atención a los rostros y manos, otorgando
Yacente. En el interior se colocaba una mesa cubierta de pétalos de un tratamiento pictórico del volumen a partir de la graduación de las distintas
flores, en especial rosas y claveles. Por varios años las ermitas eran tonalidades de los pétalos de las flores frescas (Fig. 14). En algunos de los
custodiadas por los ‘Guardias romanos’.10 fondos puede observarse que distintas hojas son cortadas con igual tamaño y
yuxtapuestas como un mosaico (Fig. 15).
Este testimonio pone el acento en la funcionalidad de las ermitas, Graciela Sarti señala que las flores de estatíes, conocidas
señalando que nacen para ser estaciones de un recorrido procesional y como “flores de papel” o también “siempre vivas” por su condición de
ofrecer sitio a la imagen del Cristo yacente que se posa en ellas. Para finalizar perdurabilidad, comienzan a cultivarse en la Quebrada de Humahuaca
con la caracterización de las primeras ermitas, vale señalar que la forma, la en 1979 y progresivamente suplantan el uso de flores frescas. La autora
cantidad en la que se presentan, así como la función que cumplen, rememora menciona además que “a esta flor ‘siempre viva’ se le fueron sumando
a las capillas posas coloniales emplazadas en los extremos de los atrios de las cantidad de especies vegetales –incluidas semillas y otras variedades de flores
iglesias.11 secas–, y algunos elementos minerales, para generar diversidad de texturas
Nuestro segundo hito en este recorrido visual corresponde al y colores en una imagen más perdurable. A partir de ese momento muchas
período en el que tiene lugar el pasaje de cuatro capillas arquitectónicas ermitas pudieron ser conservadas”.15 Agregamos que es también 1979 el
a catorce cuadros en los que se representan escenas figurativas12. Para año en que coinciden dos iniciativas que expresan un interés creciente en la
caracterizar estos cambios presentamos los registros fotográficos tomados conservación de las piezas, así como en su difusión o promoción: la apertura
por el profesor Sergio Barbieri en el año 1984.13 del Museo de las Ermitas en Tilcara, creado y administrado por la familia
Puede observarse que los pequeños cuadros figurativos que Cáceres; y el traslado a Buenos Aires de algunas ermitas con el propósito de
ocupaban un lugar secundario en las primeras ermitas, ahora han cobrado gran ser expuestas en espacios culturales, comerciales y/municipales con motivo
dimensión y desplazado a la anterior exuberancia de la naturaleza dispuesta del 167 aniversario del éxodo jujeño.16 Vale mencionar que estas iniciativas
como capilla. Al tiempo que toma protagonismo absoluto la figuración, el ponen en tensión el carácter perecedero del cuerpo de las ermitas, a la vez
número de ermitas se multiplica en función de su correspondencia con las que remodelan su función específica de oficiar como estaciones del Vía Crucis
catorce estaciones que conmemoran el camino de Cristo al sacrificio en la por única vez. Estos aspectos aparecen expresados en el mediometraje Las
liturgia cristiana. No obstante, las ermitas documentadas por Barbieri ponen catorce estaciones de María Esther Bianchi, también de finales de los ’70.17 En
de relieve que las escenas representadas en ellas no reproducen los motivos la última escena una voz en off relata:
pasionarios canónicos pautados por la Iglesia desde el siglo XVIII para el
ejercicio piadoso del Vía Crucis.14 En efecto, podemos observar que en las Cuando en el pueblo resuenen las campanas del sábado
ermitas confeccionadas en 1984 conviven motivos que representan episodios de gloria, cuando las bandas de sikuris vuelvan a los más alejados
previos al camino de Cristo con la cruz, como el Prendimiento (Fig. 9); motivos rincones de la Quebrada, la obra que costó horas y horas de
que representan estaciones del Vía Crucis, como la Caída de Cristo por el empeñosa tarea comenzará a diluirse, se marchitarán los pétalos de
peso de la cruz (Fig. 10); y motivos que aluden a episodios posteriores al las flores, se apagarán los colores como borrados por un polvo de
ciclo pasionario, como la Resurrección (Fig. 11). Puede advertirse también la cenizas. No importa, habrá siempre una próxima vez.
presencia de temas que exceden al ciclo cristológico, y que traen a la escena
del ritual del Viernes Santo devociones locales, como es el caso de la Virgen Más tarde, el interés por la promoción de las ermitas toma forma
de Copacabana del Abra de Punta Corral (Fig. 12), que tal como veremos de ley: en 2005 la Legislatura jujeña declara a Tilcara capital provincial de las

66 67
ermitas y establece que la Secretaría de Turismo y Cultura de la Provincia de
Jujuy, conjuntamente con las autoridades municipales deberán encargarse de la
promoción turística de la Semana Santa, de la difusión “de este acontecimiento
a nivel provincial, nacional e internacional”, y de “realizar las acciones
tendientes a preservar y conservar la tónica artesanal lugareña mediante el uso
de materiales tales como semillas, tallos, frutos, cortezas, flores, etc.”18 En la
actualidad, las ermitas mantienen el carácter artesanal, colectivo y orgánico de
sus materiales, a la vez que presentan un gran desarrollo técnico y estético, y
el Vía Crucis se desarrolla ante gran cantidad de fieles y de turistas que acuden
desde distintos puntos geográficos.
El último hito de nuestro recorrido visual corresponde a las
ermitas confeccionadas para el Vía Crucis de 2019. El material fotográfico
que compartimos aquí fue producido durante nuestro trabajo de campo
desarrollado en abril de ese año en la Quebrada de Humahuaca.
Actualmente, las catorce ermitas que se crean para señalar las
estaciones de la Pasión de Cristo presentan complejas composiciones que
están elaboradas principalmente con frutos de la tierra, a los que se suman
otros elementos como arcillas, plumas de aves (Fig. 16), fieltros, pompones
de lana, tejidos y cintas. Se observa variedad de resoluciones técnicas, estilos
o estéticas familiares e institucionales, como también temáticas de preferencia Figura 5: Ermita arquitectónica, Tilcara, foto Figura 6: Ermita arquitectónica, Tilcara, foto
sobre las que suele trabajar cada colectivo. Así por ejemplo, algunos colectivos Concepción Prat Gay de Constenla, ca.
1935-1956, Biblioteca Nacional Mariano
Concepción Prat Gay de Constenla, ca.
1935-1956, Biblioteca Nacional Mariano
cosen los elementos al lienzo desde hace muchos años (Fig. 17), otros Moreno (Argentina), Departamento de
Archivos, Fondo Giussani- Constenla (AR-
Moreno (Argentina), Departamento de
Archivos, Fondo Giussani- Constenla (AR-
experimentan con el volumen19, y algunos otros exploran las posibilidades BNMM-ARCH-PG-JC). BNMM-ARCH-PG-JC).
de la materia. Algunos colectivos abordan la temática pasionaria desde una
perspectiva política y contemporánea, otros le dan una impronta andina al
ritual, y algunos otros se mantienen dentro de la tónica cristiana.
La mayoría de las ermitas presentan una estructura que sintetiza
la forma de capilla que tenían las cuatro ermitas arquitectónicas originales.
En efecto, las ermitas contemporáneas están conformadas por un cuerpo
central sobre el que se plasman motivos figurativos configurados explotando
las cualidades sensibles de la materia orgánica, a cuyos lados se disponen
dos módulos realizados con cañas recubiertas de flores frescas. Estos tres
componentes forman un cuerpo escenográfico o capilla abierta, que configura
un espacio interior destinado a albergar la mesa que funciona como altar sobre Figura 7: Ermita arquitectónica, Tilcara, foto Concep-
ción Prat Gay de Constenla, ca. 1935-1956, Biblioteca
el que se posa la imagen escultórica del Cristo yacente (Figs. 18 a 20). Nacional Mariano Moreno (Argentina), Departamento
de Archivos, Fondo Giussani- Constenla (AR-BNMM-
Las composiciones de los paneles centrales presentan algunos ARCH-PG-JC).
recursos plásticos que, junto con la estructura recién descripta, apuntan a
envolver al fiel y generar con él un espacio de intimidad. Entre esos recursos Figura 8: Ermita arquitectónica, Tilcara, foto
plásticos que son puestos al servicio de la teatralidad y persuasión podemos Concepción Prat Gay de Constenla, ca.
1935-1956, Biblioteca Nacional Mariano
enumerar: profundos contrapicados que magnifican las figuras representadas Moreno (Argentina), Departamento de
Archivos, Fondo Giussani- Constenla (AR-
e invitan a mirar hacia lo alto y a sentirnos más pequeños (Fig. 1 y 21); planos BNMM-ARCH-PG-JC).
detalles o zoom que acentúan el dramatismo de la escena representada (Fig.
22); uso de perspectiva simbólica para destacar a determinados personajes o
emociones (Fig. 23); y por último, la representación de la iglesia de Tilcara,
que apunta situar el episodio en el paisaje local (Fig. 23).

68 69
En 2019 pudimos detectar tres ermitas con una estructura distinta
a la mencionada anteriormente. La primera de ellas es autoría de la familia
Cáceres y está conformada por pequeños paneles yuxtapuestos en los que
aparecen representados distintos motivos religiosos (Fig. 24). Los otros dos
casos corresponden a las ermitas creadas por el Museo Soto Avendaño y los
Talleres Libres de Artes y Artesanías. Ambas están compuestas por un único
cuerpo planimétrico, representan escenas que actualizan la Pasión en clave
andina, como la muerte de la tierra por los malos comportamientos de la
humanidad, y presentan un carácter más artístico que devocional (Fig. 25 y
26).
Respecto de los temas representados en las ermitas, detectamos el
siguiente abanico: a) recreación libre del ciclo pasionario, que incluye también
el momento de la Resurrección; b) citas de fórmulas iconográficas del culto
cristiano que exceden la temática cristológica, como santos, vírgenes y ángeles
arcabuceros (Fig. 27);20 c) citas de esculturas que remiten a devociones
locales, como la Virgen del Abra de Punta Corral o el Cristo guerrillero
(casos que analizaremos en el próximo apartado); d) motivos que son
parte del imaginario andino, como llamas, sikuris, cóndor, la representación
antropomorfa y femenina de la tierra; y e) creación de imágenes novedosas
que ponen en escena problemáticas que son de interés para la comunidad
Figura 9: Ermita en la que se representa Prendimien- Figura 10: Ermita en la que se representa Caída de y sobre las que se sienta posición, como por ejemplo, la discriminación, el
to de Cristo, Tilcara, foto Sergio Barbieri, 1984. Cristo por el peso de la cruz, Tilcara, foto Sergio
Barbieri, 1984. alcoholismo, la contaminación de la tierra (Figs. 25 y 26), la corrupción (Fig.
21).
Este último grupo resulta interesante para futuras investigaciones ya
que es un terreno fértil para estudiar la tilcarización de la liturgia pasionaria,
dado que hay una multiplicidad de ejemplos en los que el sufrimiento de
Cristo se actualiza en clave local, a partir de la identificación con las injusticias
sufridas por los humanos contemporáneos21. Estos motivos que desbordan
el Vía Crucis cobran significación cuando se da lugar a la lectura del texto
producido por la familia o institución responsable de la ermita. Por medio
de la palabra, sus creadores anclan la estación a un sentido particular que se
activa en el momento en el que el Cristo yacente es posado allí.
En suma, el recorrido desarrollado hasta aquí muestra que las
ermitas están en un proceso de constante reconfiguración que atiende las
necesidades, decisiones, intereses, gustos, creatividad y exploraciones
técnicas de sus hacedores. En este devenir el rol activo de la materia orgánica
se mantiene como constante. Esa materia orgánica reunida para constituir
el cuerpo de la ermita configura un nuevo universo germinativo, en tanto
generador de nuevos sentidos y efectos sensoriales múltiples (visuales,
térmicos, hápticos y olfativos).
Figura 11: Ermita en la que se representa Resurrec- Figura 12: Ermita en la que se representa Virgen del
ción de Cristo, Tilcara, foto Sergio Barbieri, 1984. Abra de Punta Corral, Tilcara, foto Sergio Barbieri, Cuerpos efímeros para una memoria que se modela y actualiza en el
1984.
ritual: la Virgen del Abra y el Cristo guerrillero en las ermitas
En este apartado focalizamos en el estudio de ermitas que dentro
de la tónica cristiana otorgan un acento local al culto pasionario. Se trata de

70 71
ermitas que no replican o reproducen la iconografía de las catorce estaciones,
sino que representan motivos visuales que son parte del imaginario local y
que responden a devociones que se sostienen en imágenes escultóricas que
fueron objeto de controversias y disputas por su potestad y sentido. Nos
referimos a la Virgen del Abra de Punta Corral y el Cristo guerrillero, en su
versión de Cristo mutilado.22
Estos dos casos ponen de relieve que la renovación anual de
ermitas destinadas a funcionar como estaciones del Vía Crucis ofrece
oportunidad para que las familias e instituciones se reúnan, debatan y
decidan qué imágenes quieren crear y exhibir ese año ante la comunidad.
En ese marco, el desplazamiento de la iconografía pasionaria opera como
un mecanismo que posibilita la recreación de imágenes significativas para
la comunidad, a la vez que permite que los actores sociales modelen su
identidad y disputen discursos sobre la memoria de la historia reciente local
a través de la creación de imágenes provisionales. Postulamos entonces que
las ermitas pueden ser concebidas como materializaciones (efímeras) de la
memoria y vehículos de la identidad.
Para el estudio de ambos casos presentamos dos constelaciones
de imágenes23 que están conformadas por ermitas de distintos eventos Figura 13: Detalle de ermita, elementos de
la naturaleza conformando motivo figurativo,
celebratorios y por las esculturas que funcionan como sus referentes, las Tilcara, foto Sergio Barbieri, 1984.
cuales fueron talladas por el santero salteño Edmundo Villarreal a principios
de la década de 1970 para la comunidad de Tilcara pero, tal como veremos,
corrieron suertes distintas. A continuación presentamos cada constelación
mediante un breve relato sobre la historia y controversias de esas imágenes
escultóricas, y luego un análisis del modo en que son recreadas o revisitadas
en las ermitas.
En la primera constelación están reunidos los registros fotográficos
de la imagen escultórica de la Virgen de Copacabana del Abra de Punta
Corral (Fig. 28), de la ermita confeccionada por la familia Gordillo en 2019
(Fig. 29), de otra realizada por la familia Cáceres en 2018 (Fig. 30), y de una
tercera capturada por Barbieri en 1984 (Fig. 12).
La devoción a la Virgen que aquí nos ocupa tiene su origen en el Figura 15: Detalle de ermita, hojas cortadas y
relato que narra su aparición milagrosa en lo alto del cerro de Punta Corral yuxtapuestas conformando el fondo de la escena,
Tilcara, foto Sergio Barbieri, 1984.
ante el pastor Pablo Méndez en julio de 1835, sitio donde se levantó la ca-
pilla.24 Desde ese momento, la Virgen de Copacabana de Punta Corral se
convirtió en la patrona de la Quebrada de Humahuaca y su culto comenzó
a celebrarse con una peregrinación anual que, a partir de 1967 tomó la si-
guiente forma: la imagen de la Virgen descendía a Tumbaya cada Domingo
Figura 14: Detalle de ermita, pétalos de
de Ramos y a Tilcara cada Miércoles Santo. En Semana Santa de 1971 tuvo distintas tonalidades conformando el rostro de
lugar un litigio entre Tumbaya y Tilcara por la tenencia de esa imagen. En esa Cristo, Tilcara, foto Sergio Barbieri, 1984.

disputa intervinieron autoridades judiciales y eclesiásticas provinciales, quie-


nes dispusieron que la imagen pertenecía a Tumbaya. Es entonces cuando
se desdobla la devoción a la Virgen con dos peregrinaciones y se genera una
rivalidad entre ambas localidades. La comunidad de Tilcara decide construir
un santuario propio en el Abra y encargar una nueva imagen al santero

72 73
Villarreal, que es conocida desde entonces como Virgen del Abra de Punta grupo y son el fundamento de la identidad social, y en este caso, “el conflicto
Corral. entre Tumbaya y Tilcara por la posesión de la verdadera imagen de la Virgen
La devoción a esta Virgen continúa desarrollándose en la actualidad es evidente cada Semana Santa y no todo el año. O también podríamos decir
con una gran participación de Bandas de sikuris de toda la Quebrada. El día que es en esas fechas que cobra fuerza porque a la razón de cada pueblo se
lunes de la Semana Santa los fieles ascienden hasta el santuario de altura y le suma el apoyo sobrenatural de María”.25
descienden el día miércoles con la imagen de la Virgen hasta la iglesia de Los tres registros fotográficos de ermitas que presentamos en esta
Tilcara, momento en que las familias vecinas construyen arcos con flores y constelación nos permiten estudiar la relación entre ellas y la imagen escultó-
distintos frutos de la cosecha para acompañar su paso (Fig. 31). La peregri- rica de la Virgen del Abra que citan (Fig. 28). Podemos observar que las tres
nación de la Virgen del Abra funciona como antesala de la Semana Santa y ermitas convergen en un mismo mecanismo o procedimiento de representa-
contrapunto del Vía Crucis del Viernes, en tanto la primera está signada por ción, la traslación de una imagen tridimensional a una bidimensional26. En los
la alegría y el segundo por la tristeza, emociones que son enfatizadas por los tres casos se mantienen todos los atributos de la Virgen escultórica: María y
distintos tonos que ejecutan los sikuris. niño con coronas, dos medialunas, arcos de destellos, bastón.
La presencia recurrente del motivo de la Virgen del Abra en las Tanto la ermita de la familia Gordillo (Fig. 29) como la fotografiada
ermitas del Vía Crucis puede entenderse como una manera de reafirmar la por Barbieri (Fig. 12) enfatizan la concepción de la Virgen como “mamita de
identidad tilcareña, a la vez que una manera de actualizar el reclamo por la los cerros”, nombre con el que se conoce localmente a la imagen, y en ese
legitimidad de la custodia de aquella primera imagen, que hoy pertenece a sentido, no sólo se la representa en un entorno natural sino que también el
Tumbaya. En ese sentido, coincidimos con María Cristina Di Sarli quien sos- cuerpo de la imagen es el propio paisaje. En el primer caso, el manto de la
tiene que el rito pone en escena una serie de símbolos que pertenecen al Virgen tiene la misma morfología que los cerros con los que comparte esce-
na, y en el segundo, la Virgen es escenificada junto a figuras que forman parte
del imaginario sobre la identidad andina, como músicos ejecutando sikus, una
llama y un cóndor (Fig. 32). La ermita confeccionada por la familia Cáceres
en 2018 (Fig. 30) presenta algunas variaciones en relación a estas dos: aquí,
la Virgen aparece sobre una pantalla plana en la que se omiten referencias
espaciales, topográficas, de flora o fauna, y los materiales seleccionados así
como la paleta dan sensación de mayor frialdad respecto de las otras.
En la segunda constelación están reunidos los registros fotográficos
de la escultura conocida como Cristo guerrillero junto a su autor en 1973
(Fig. 33);27 de una ermita recuperada en la Revista Amara en la que se repre-
senta el motivo del Cristo mutilado (Fig. 34);28 y de la ermita confeccionada
por la familia Méndez en 2016 (Fig. 35).29
La talla de Cristo que está en el centro de esta constelación es una
Figura 16: Detalle de ermita, plumas de aves conformando el cuerpo del cóndor, imagen que despertó controversias desde el momento de su creación, por
Tilcara, foto Alejandra Lanza, 20/04/2019.
la vinculación que su propio autor estableció entre las heridas de la talla de
Cristo y las heridas de bala de su hija asesinada por la última dictadura militar,
situación que le valió la denominación de Cristo guerrillero.30 La talla fue en-
tronizada en Semana Santa de 1973 en el santuario del Abra de Punta Corral
a espaldas de las autoridades eclesiásticas y políticas.31 Más tarde, en 1995,
sufrió un ataque violento en el que sus extremidades fueron mutiladas y su
cabeza fue desaparecida. Si bien la identidad del atacante permanece en el
anonimato, distintos testimonios locales sostienen que este acto iconoclasta
estaría expresando un mensaje antisubversivo y de disconformidad con el
modo en que representantes de la Teología de la Liberación desempeñaban
la tarea evangelizadora en Tilcara.32
Luego de la agresión a la talla, la Comisión de la Virgen del santuario
Figura 17: Detalle de ermita de la familia Salazar, elementos naturales cosidos del Abra convocó al escultor santafesino Alfredo Yacussi para su restauración,
en el lienzo, Tilcara, foto Alejandra Lanza, 20/04/2019.
74 75
pero finalmente se decidió realizar una nueva imagen,33 y que el Cristo des- el sacrificio de “otros hermanos”. Por su parte, la composición de la ermita
trozado quedara depositado en una urna de vidrio que estaría expuesta en de la familia Méndez (Fig. 35) presenta dos registros, en el superior puede
una de los camarines del templo tilcareño. En el viaje que el artista Eduardo observarse el Cristo fragmentado en manos de ángeles, y en registro inferior
Molinari realizó a Tilcara en 2003 en el marco del proyecto denominado la iglesia de Tilcara y el Papa Francisco contemplando la escena. Debajo, se
Archivo Caminante, encontró que “por decisión eclesiástica, el Cristo roto representa un textil que, para su autor Luis Ismael López, “vendría a ser un
se encuentra en el piso, bajo una mesa y cubierto por un lienzo, en el coro manto sagrado, el sostén de la creencia, costumbre, psicología y filosofía que
del templo. Permanece ‘invisible’, substraído a la mirada de los habitantes y tiene el pueblo y lo acompaña todos los años para representar este episo-
visitantes”.34 dio”.36
La biografía de Villarreal y en particular, la plasmación de las heridas Finalmente, vale señalar que estas dos ermitas operan inscribiendo
de bala de su hija en el cuerpo de Cristo crucificado, otorgan a la imagen la la historia local en la historia cristiana universal. Este aspecto aparece de ma-
nueva identidad de Cristo guerrillero. La dimensión política redefine enton- nifiesto en la puesta en escena del Vía Crucis, y más específicamente en el
ces la sacralidad de la imagen en tanto se da la asimilación de la muerte de momento en el que la imagen escultórica colonial del Cristo yacente se posa
Cristo con la empresa de la hija del escultor y de este modo, se reconfigura
el prototipo tanto para los defensores como para los enemigos de la imagen.
Este plus político genera controversias sobre la imagen, despierta sentimien-
tos de empatía y antipatía que la condenan al éxito, a la vez que a su desven-
tura. El poder de la imagen explica tanto las acciones humanas “clandestinas”
desarrolladas por los/as habitantes de Tilcara en torno a esta imagen, sea su
entronización en la capilla a espaldas de las autoridades en 1973 o sea su
ataque violento veinte años más tarde, como así también la conservación de
los fragmentos rotos al modo de reliquias. Siguiendo las enseñanzas de David Figura 18: Gráfico que muestra los elementos que
Freedberg,35 podemos decir que tanto la veneración como la profanación del componen la estructura de la ermita.

Cristo responden a la confusión entre imagen y prototipo. El poder pertur-


bador de esta confusión justifica el acto iconoclasta al punto tal que la imagen
es víctima de operaciones de tortura tal como si fuese un cuerpo vivo: se la
violenta, mutila y desaparece su cabeza. La conservación y veneración de sus
fragmentos profanados en una urna nos habla también de un especial valor
conferido a la dimensión material de la imagen.
En este marco, la aparición recurrente de este Cristo en las ermitas
del Viernes Santo nos sitúa en el terreno de disputa por la apropiación de la
memoria de la historia reciente local a través de materialidades que la cosifi- Figura 19: Estructura de la ermita como espacio Figura 20: Panel lateral confeccionado con cañas y
can. La desventura de la imagen se convierte en un acto de posicionamiento envolvente, Tilcara, foto Alejandra Lanza, recubierto de flores frescas, Tilcara, foto Alejandra
Lanza, 20/04/2019.
20/04/2019.
político de una parte de la comunidad a través de la operación de darla a
ver en ocasión de la conmemoración del ciclo pasionario de Cristo. Los dos
en el altar de ermitas que muestran la imagen efímera del Cristo mutilado. La
registros de ermitas que presentamos en esta constelación (Figs. 34 y 35)
actualización del ciclo pasionario en clave local se expresa precisamente en
muestran que las imágenes confeccionadas con elementos de la naturaleza
ese encuentro de imágenes de distintas temporalidades (colonial y contem-
rescatan al Cristo en su versión mutilada y no en otras escenas posibles,
poráneo) y materialidades (imperecedera y perecedera).
como podrían ser el Cristo antes de su rotura o el instante preciso de su
ataque.
Integración de la liturgia cristiana y andina: la ermita como metáfora del
En efecto, la composición de la ermita publicada en la Revista Amara
sacrificio de Cristo y de la naturaleza
(Fig. 34) ubica en un primer plano la escultura de Cristo mutilada y con un
En este apartado analizamos el rol de la naturaleza reunida en la er-
brazo aún en la cruz, y en un segundo plano la localización del episodio en
mita a partir de la inscripción de la Semana Santa en el calendario productivo
la capilla del Abra. En la parte superior aparece una cartela con una pregunta
local. Tomando como disparadores algunos testimonios sobre distintas viven-
que interpela “¿Dónde está tu hermano? La voz de su sangre grita desde la
cias de la naturaleza comprometidas en la creación de ermita, estudiamos el
tierra hasta mí”. La muerte de Cristo es oportunidad entonces para mostrar
modo en que las liturgias cristiana y andina aparecen integradas en el ritual
76 77
del Vía Crucis de ermitas. Para aproximarnos al análisis, apelamos a algunos
conceptos de la perspectiva del habitar desarrollada por Tim Ingold.37
Desde esa perspectiva, el paisaje puede ser entendido como una
obra en progreso que, al igual que la música, se configura mientras el tiempo
transcurre. En tanto que la música es en el movimiento de muchos ritmos
confluyendo y sólo existe realizándose (no prexiste), el paisaje nunca se com-
pleta ya que no es un objeto terminado, sino que por el contrario, las formas
del paisaje son generadas en movimientos polifónicos o en un proceso de
encarnación que surge del ensamble de las interminables actividades del habi-
tar. Éstas involucran las más amplias tareas sociales que implican tanto marcas
fijas e invariantes en el paisaje (como construcciones arquitectónicas), como
también marcas efímeras producto de formas móviles y transitorias (como
celebraciones), dado que todas ellas son integrales al paisaje. A su vez, el
paisaje adquiere un carácter temporal no solo por su cambio incesante sino,
también, porque se entrelaza con las historias de las identidades humanas y
sus valoraciones.
Bajo esta propuesta, la celebración del Vía Crucis así como el con-
junto de prácticas alrededor de las ermitas merecen ser consideradas como
actividades del habitar, en tanto modifican momentánea y cíclicamente la con-
figuración del paisaje. Entre esas prácticas pueden destacarse: reunir y ma-
nipular elementos de la naturaleza para conformar el cuerpo de la ermita,
emplazar la ermita en el espacio público, procesionar para meditar ante ella
sobre la estación del Vía Crucis que conmemora, y posar en ella la imagen del
Cristo yacente. Nos interesa ahora compartir tres testimonios de integrantes
Figura 21: Efectos teatrales en la composición del Figura 22: Efectos teatrales en la composición del
motivo figurativo, ermita de la familia Vega, Tilcara, foto motivo figurativo, ermita de la familia Salazar, Tilcara, de la comunidad local que recuperan vivencias sobre la creación de ermitas, es
Alejandra Lanza, 19/04/2019. foto Alejandra Lanza, 19/04/2019.
decir, sobre la práctica de reunir y manipular elementos de la naturaleza. Estos
tres testimonios ponen de manifiesto que la creación de ermitas compromete
un carácter experiencial del paisaje, y más puntualmente de los frutos de la
tierra.
Nuestro primer interlocutor es el miembro de mayor edad de una
de las familias que tradicionalmente participa del Vía Crucis confeccionando
ermitas, quien en un cálido encuentro en abril de 2019 nos comentó lo si-
guiente:

Mi familia participa desde siempre. Al principio no eran cua-


dros, todo va en ascendencia, en querer perfeccionarse. Las ermitas
yo creo que han existido siempre porque el ser humano, las perso-
nas siempre han mantenido la fe: fe al santito éste, fe a la virgencita,
lo que ahora lo llaman misachico. Bueno, esos venían una vez al año,
una vez cada cinco años a pasar misa al santito que tenían, lo traían
Figura 23: Efectos teatrales en la composición del y acompañaban cuatro, cinco o seis personas, los que podían. Pero
motivo figurativo, Tilcara, foto Alejandra Lanza,
20/04/2019. del campo a aquí, de los valles a aquí, ponéle, un día de camino,
tenían que tener lugares para descansar. Entonces hacían el lugar de
descanso en una ermita.
Ermita, lugar de descanso. Entonces ahí, como podían

78 79
ellos, con dos palitos ponían ramitas, flores y adornaban ese palito.
Sería la ermita tradicional. Después se trasladó al pueblo. Aquí en el
pueblo, ¿cómo comenzó? Con cuatro palos forraditos con flores,
colgada una corona arriba y un cuadrito, alguna estampa, algo al
fondo.
Y después han empezado a salir ya las maestras, profe-
sores de dibujo, de tareas especiales, y en buena hora será, han
empezado a meterse o acompañar esto. Y de ahí salió. Ya lo vamos
a perfeccionar, hagamos este motivo, hagamos aquello. Siempre
mirando las flores. Y después hemos empezado a mirar las cosas
de aquí, todo lo que se produce en la zona para volcarlo ahí, maíz,
trigo, semilla de cayote, quínoa, todas las semillas y después rellena-
Figura 24: Ermita de la fa-
mos con flores (…).38 milia Cáceres compuesta
por paneles yuxtapuestos,
creada en 2018 y vuelta a
exhibir en la bajada de la
El testimonio sitúa el origen de la ermita en el paisaje, y más precisa- Virgen del Abra en 2019,
mente en la práctica de transitar portando imágenes, lo cual invita a establecer Tilcara, foto Alejandra
Lanza, 17/04/2019.
un enlace entre la denominación española del concepto ermita como capilla
o santuario provisional y rural, y las prácticas andinas de origen prehispánico
de celebrar, danzar, cantar, libar y trasladar objetos sagrados (wakas) por los
senderos del paisaje.39 En esa memoria del devenir de las ermitas que com-
prendió el pasaje del campo al pueblo, y con ello la participación de distintos
agentes sociales, la experiencia de “mirar las flores” aparece como una viven-
cia de permanencia en el tiempo, a la que luego se le suma la de “todo lo que
se produce en la zona para volcarlo ahí”, como cuerpo de la ermita. El tes-
timonio pone de relieve distintas modalidades de vinculación con el paisaje,
de experimentación sensorial de la naturaleza e invita a concebir a las ermitas
como uno de los modos en que esas relaciones se encarnan o materializan.
El segundo testimonio corresponde a la Sra. Hebe Mendoza de
Camacho, quien en una entrevista publicada en un medio local comenta que
“en el momento que estamos comiendo alguna fruta, cuando miramos una Figura 25: Ermita creada por el Museo Soto Avendaño en la que se representa
la contaminación de la tierra, Tilcara, foto Alejandra Lanza, 20/04/2019.
flor, uno va pensando en recolectarla y se imagina cómo se incorporará cada
elemento en la imagen”.40 El último testimonio que compartimos aparece
publicado en la Revista Amara y corresponde a las voces de los chicos y chicas
de séptimo grado de la Escuela Normal de Tilcara:

(…) En un principio, hace aproximadamente cien años,


empezaron siendo pequeñas chozas hechas con cañas y molle con
los altares. Se le ofrecían a la Virgen los mejores frutos del lugar,
agradeciendo la cosecha. (…)
Hoy se realizan en bastidores de madera con un lienzo so-
bre el que se dibuja. Se rellenan con semillas, flores, hojas, corteza
de árboles, aserrín, espinas, pétalos, etc.
En los barrios se organizan: entre todos piensan el dibujo,
pero lo hace el que más se da maña, todos llevan los materiales, Figura 26: Ermita creada por los Talleres Libres de Arte y Artesanías en la que
algunos cortan, otros PINTAN CON FLORES.41 se representa la contaminación de la tierra, Tilcara, foto Alejandra Lanza,
20/04/2019.

80 81
Este último testimonio recupera algunas de las observaciones co-
mentadas en los otros apartados de este artículo (como el pasaje de cuatro
chozas a trece o catorce cuadros, y la relativa correspondencia entre los dis-
tintos mensajes de las imágenes y las catorce escenas canónicas del Vía Cru-
cis), y amplía los dos testimonios anteriores. Así, al “mirar las flores” suma la
experiencia plástica de “pintar con ellas”, y a la experiencia de comer una fruta
ofrecida por la tierra, suma la experiencia devocional de ofrendar los frutos de
la tierra a la Virgen en agradecimiento de la cosecha. A su vez, este relato ubica
a la Virgen como partícipe del ritual de ermitas que conmemora el camino de
Cristo con la cruz hacia su sacrificio, y la asocia a la productividad de la tierra.
En síntesis, en estos testimonios “el mirar la flor” o degustar una fruta
para inspirarse, el asir la flor para “pintar con ella”, el reunir todo lo que se
produce en la zona para “volcarlo ahí” como cuerpo de la ermita, aparecen
como experiencias sensoriales que construyen la relación entre personas, pai-
saje y ermita. Vemos entonces que la naturaleza no sólo es la corporalidad de
la ermita, sino que es también una sustancia activa o agente en el proceso de
creación de ésta, es un elemento maleable sobre el que se interviene, explo-
ra, experimenta procedimientos técnicos, y con el que se configura un objeto
plástico con valor artístico. En suma, el carácter experiencial del paisaje en el
proceso de creación de las ermitas permite concebirlas como encarnaciones
(o materializaciones de duración de efímera) de esa relación formativa y de
Figura 27: Ermita que cita motivo de ángel arcabucero Figura 28: Imagen escultórica de la Virgen de complementariedad que sujeto y paisaje sostienen en el proceso de habitar.
conocido como Oziel oblacio Dey de la iglesia de Uquía, Copacabana del Abra de Punta Corral en su urna,
familia Cáceres, Museo de las Ermitas, foto Alejandra altar de la iglesia de Tilcara, foto Alejandra Lanza, En el caso de la localidad vecina de Maimará donde también se cons-
Lanza, 2012. 17/04/2019.
truyen ermitas, aparecen otras particularidades que son sintetizadas en la de-
nominación de ermitas productivas, para diferenciarlas de las ermitas artísticas
de Tilcara. Esta caracterización responde a que las de Maimará presentan una
factura más sencilla que las de Tilcara,42 a la vez que al perfil agrícola de la
primera localidad en contraposición al urbano y turístico de la segunda. Este
último aspecto aparece expresado en la presencia de la cosecha en el Vía
Crucis maimareño, la cual es ofrendada a la Dolorosa43 que se posa en cada
una de las ermitas. En Maimará, la puesta en escena del ritual del Viernes San-
to está integrada por flores, hierbas aromáticas, hinojo, uva, lechuga, ají que
conforman arquitecturas que enmarcan los paneles de las ermitas (Fig. 36), se
acumulan en cajones ubicados debajo del altar de las ermitas, y engalanan la
cruz emplazada en lo alto del cerro, lugar en el que se representa teatralmente
la decimocuarta estación que escenifica la Crucifixión (Fig. 37). Podemos aven-
turar que en el caso maimareño se construye otra vivencia o experiencia de la
naturaleza, ya que muchas de las personas que están a cargo de la creación de
las ermitas son productores agrícolas, por lo cual son responsables de prepa-
rar la tierra, sembrar, cosechar y también de seleccionar ese fruto para luego
Figura 29: Ermita que recupera motivo de la
Virgen de Copacabana del Abra de Punta Corral,
llevarlo como ofrenda a un altar o manipularlo para transformarlo en un objeto
confeccionada por la familia Gordillo, Tilcara, plástico como un marco o una ermita.
foto Alejandra Lanza, 20/04/2019.
Ahora bien, ¿cómo se relaciona la reunión de elementos de la na-
turaleza configurando objetos plásticos y devocionales como las ermitas, y la
conmemoración de la Pasión de Cristo en el Vía Crucis?

82 83
Atendiendo a la superposición del calendario litúrgico cristiano y pro-
ductivo andino, señalamos que la celebración de Semana Santa coincide con la
época de las cosechas (de enero a mayo), siendo la Fiesta de la Cruz del 3 de
mayo su clausura y estando acompañada por ferias de fin de cosecha.44 El ciclo
productivo tiene su inicio en julio con los trabajos de preparación y laboreo de
la tierra para las siembras, continúa en septiembre con el sembrado y creci-
miento de los cultivos, y culmina con las tareas inherentes a las cosechas que
abarcan de enero a mayo.45 Desde la cosmovisión andina para la cual la tierra
o Pachamama es concebida como una entidad viva y desde una estructura del
tiempo caracterizada por el equilibrio, la simetría y la complementariedad, el
inicio del ciclo agrícola puede entenderse como una nueva vida, el desarrollo
del ciclo como la niñez o adultez de la tierra y el término del ciclo como madu-
rez, vejez o muerte de la que prontamente brotará vida. De este modo, tanto
para el calendario litúrgico cristiano como para el productivo y ritual andino, el
trayecto abril-mayo representaría el paso de la muerte a la vida renovada. Así,
mientras que el paso de la muerte a la vida en el calendario litúrgico cristiano
se correspondería con la celebración de la vida renovada en la figura de Cristo,
en el andino se vincularía con la celebración de la maduración de la naturaleza
que asegura el paso al nuevo ciclo vital.
A esa correspondencia respondería entonces la presencia de la cose-
cha y de todo lo que se produce en la zona en el ritual pasionario, sea como
ofrenda (principalmente para el caso de Maimará y el de las cuatro ermitas
originales de Tilcara) o como ermita (tanto en Tilcara como en Maimará). Te-
niendo en consideración todo lo planteado sobre el carácter experiencial del
paisaje, y más puntualmente de los frutos de la tierra, terminamos este aparta-
do postulando que la metáfora del sacrificio46 es apropiada para conceptualizar Figura 30: Panel central de la ermita de familia
Cáceres que recupera motivo de la Virgen de
el modo en que liturgia cristiana y andina aparecen integradas en el ritual del Copacabana del Abra de Punta Corral (detalle de
Fig. 24), foto Alejandra Lanza, 20/04/2019.
Vía Crucis de ermitas. Bajo esta analogía, la creación de ermitas implicaría un
acto sacrificial de la naturaleza en función de generar una nueva vida: así, arran-
car una flor de la tierra implicaría un sacrificio, y pintar con ella para conformar para el cristianismo recurriendo a su tradición iconográfica, así como también
el cuerpo de la ermita implicaría, a su vez, otorgarle una nueva sacralidad. en algunos casos se elige poner en escena conceptos y elementos de raigam-
Por último, queremos mencionar que las reflexiones vertidas en este bre andina. En este sentido, la creación de ermitas es una oportunidad para
apartado no pretenden ser concluyentes, sino puertas de ingreso para inves- pensarse como comunidad y para representarse a sí misma.
tigaciones futuras que estén centradas en el estudio de otras celebraciones de En el transcurso de estos 135 años de historia, las familias e insti-
la Quebrada vinculadas al culto a la cruz. tuciones participantes fueron desarrollando, experimentando y perfeccionan-
do saberes técnicos que propiciaron cambios en la fisonomía de las ermitas.
Palabras finales Desde aquellas cuatro capillas iniciales hasta los catorce altares escenográficos
A modo de cierre, nos interesa destacar que la renovación anual de actuales, la naturaleza se mantuvo como constante: como cuerpo de la ermita
ermitas desde el año 1885 a la fecha, se sostiene a partir de la responsabilidad y como agente en la experiencia creativa.
y el compromiso de las familias e instituciones que participan del Vía Crucis. Vimos que este rol activo de la naturaleza en tanto materia viva apa-
Cada año se asumen desafíos que implican decidir qué y cómo representar la recía expresado en el carácter experiencial del “mirar las flores” y “pintar con
estación asignada. ellas” recuperado en distintos testimonios. Planteamos que en ese proceso
Tal como analizamos a lo largo de este artículo, en algunos casos se de creación, la materia viva que era arrancada de la tierra, y en ese sentido
elige diseñar motivos que actualizan el ciclo pasionario recuperando episodios sacrificada, adquiría una nueva sacralidad al conformar un nuevo cuerpo ritual.
o devociones locales, en otros casos se elige reafirmar los paradigmas válidos En esta instancia final del artículo, podemos agregar que en la esfera de la re-

84 85
cepción esta materia natural también opera como agente, en tanto el cuerpo Notas
de la ermita nos invita a demorarnos frente a ella, sea en su variante ritual o *
Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas / Instituto de Teoría
devocional durante la noche del Viernes Santo en el momento del paso del e Historia del Arte Julio E. Payró (Facultad de Filosofía y Letras, Universidad
Cristo yacente, o en su variante artística luego de cumplir el ciclo para el que de Buenos Aires).
nació. En efecto, las ermitas permanecen montadas en el espacio público hasta 1
Las instituciones que participan son: la Municipalidad, el Hospital Salvador
el Domingo de Resurrección, plazo que permite revisitarlas a la luz del día y Mazza, el Museo Soto Avendaño, los Talleres Libres de Artes y Artesanías.
contemplarlas estéticamente. 2
La primera imagen data del siglo XVIII y las últimas son del siglo XIX. Goris, Iris
Finalmente, no queremos cerrar esta comunicación sin mencionar y Barbieri, Sergio, Patrimonio Artístico Nacional. Inventario de Bienes Muebles:
que el desarrollo del Vía Crucis del año 2020 se vio modificado por la coyun- Provincia de Jujuy, Buenos Aires, Academia Nacional de Bellas Artes, 1991,
tura sanitaria que atraviesa la humanidad. El Vía Crucis de ermitas fue suplido pp. 341-343.
por la realización del ejercicio piadoso procesionando por la nave de la iglesia, 3
El trabajo de campo se desarrolló en el marco de una Beca Doctoral de
con el Cristo yacente en brazos, en presencia de un puñado de devotos y CONICET, y con financiamiento del Proyecto UBACyT Modalidad I N°
transmitido por Facebook (Fig. 38). 20020170100321BA, “De objetos, imágenes y ontologías: un abordaje
interdisciplinar sobre el rol de la producción plástica del NO. argentino en la
Agradecimientos constitución de órdenes cosmológicos” (2018-2021), dirigido por la Dra. María
A quienes colaboraron en la planificación y organización del traba- Alba Bovisio y co-dirigido por el Dr. Javier Nastri.
jo de campo desarrollado en Quebrada de Humahuaca en abril y mayo de 4
Zapana, Lucía Amalia, “La naturaleza reunida para crear obras de arte” en
2019, las Dras. María Alba Bovisio y Mariel López. A quienes con amabilidad Amara. Revista de Testimonios Orales de la Quebrada de Humahuaca, Año
me hospedaron en su comunidad a partir de recuerdos y vivencias, Walter 5, nº 7, Quebrada de Humahuaca, Talleres Libres de Artes y Artesanías
Apaza, Judith Acevedo, Analía Mamaní, “Poroto” Vega, Sebastián Sardina. A de la Quebrada de Humahuaca, 2012, pp. 24-25; Méndez, Laura y
Sergio Barbieri por compartir su valioso registro fotográfico así como también Miranda, Imelda Araceli, “Entrevistas sobre las ermitas”, en Amara, op.cit,
sus apreciaciones sobre las ermitas. p. 26; Di Sarli, María Cristina, “Semana Santa en Tilcara. Transformación,
resignificación y sincretismo en Latinoamérica”, en Alonso Ponga, José Luis
et.al. (Coords.), La Semana Santa: Antropología y Religión en Latinoamérica,
Valladolid, Ayuntamiento de Valladolid, 2008, pp. 115-124; Sarti, Graciela,
“Aportes para el estudio de las Ermitas de Tilcara. Del rito a la imagen”, en
Francisco Bauzá, Hugo (Comp.), El imaginario de las formas rituales. Figuras
y teatralidad en el Norte Grande, Buenos Aires, Facultad de Filosofía y Letras
(UBA), 2011, pp. 23-38. Este último constituye un valioso antecedente con
el que dialogamos a lo largo de este trabajo. Sarti reconstruye la historia
formal de las ermitas a partir de las denominaciones de ermita albergante,
ermita planimétrica y ermita escultórica; y clasifica las producciones actuales
en tres grupos, de acuerdo al énfasis puesto en el valor artístico, religioso y
Figura 31: Arcos con frutos de la cosecha y sikuris acompa-
ñando la bajada de la Virgen del Abra, foto Alejandra Lanza,
político o social.
17/04/2019. 5
Biblioteca Nacional Mariano Moreno (Argentina), Departamento de Archivos,
Fondo Giussani- Constenla (AR-BNMM-ARCH-PG-JC). Agradezco la noticia
sobre estas fotografías a la Dra. Clara Mancini.
6
Testimonio de Víctor Cáceres en Méndez, Laura y Miranda, Imelda Araceli,
op.cit, p. 26.
7
Machaca, Antonio René, Los sikuris y la Virgen de Copacabana del Abra de
Punta Corral, Tilcara, Editorial San Francisco de Jujuy, 2011, p. 33.
8
Zapana, Lucía Amalia, op.cit., p. 24.
9
Op.cit, p. 25.
10
Zapana, Lucía Amalia, ibíd.
Figura 32: Cóndor conformado por distintos elementos naturales
11
Con este señalamiento no pretendo sostener la hipótesis de la continuidad
(detalle Fig. 29), foto Alejandra Lanza, 20/04/2019.
86 87
de la tradición de fórmulas arquitectónicas y litúrgicas desde la colonia hasta el 17
Bianchi, María Ester, Las catorce estaciones, 14 min., VHS–Color, Fondo
presente pero sí la idea de resignificaciones, continuidades y discontinuidades Nacional de las Artes.
como dinámicas propias de la vida y sentido de los objetos en sus sucesivos 18
Legislatura de Jujuy, “Ley 5477”, 01/09/2005, disponible en http://
contextos de uso y circulación. Asimismo, este señalamiento pretende boletinoficial.jujuy.gob.ar/?s=tilcara+capital+de+las+ermitas, acceso
asumir el desafío de trabajar con distintas temporalidades poniendo en juego 06/08/2020.
la noción de Historia del arte como disciplina anacrónica y de los objetos de 19
Sarti comenta que en los ’90 por iniciativa del Museo Soto Avendaño
dicha disciplina como objetos heteróclitos. algunas familias comienzan a experimentar con el volumen. En las entrevistas
12
Graciela Sarti caracteriza este momento como pasaje del espacio albergante realizadas en el trabajo de campo han surgido testimonios que referenciaban
al planimétrico. también la incorporación de nuevas tecnologías como luces de leds.
13
Estos registros fueron tomados en el marco de la gestación del Inventario de 20
En el Museo de las Ermitas pudimos observar tres ermitas que citan las
bienes artísticos de la provincia de Jujuy publicado por la Academia Nacional fórmulas iconográficas de los ángeles arcabuceros de la Iglesia de la Santa
de Bellas Artes (Goris, Iris y Barbieri, Sergio, op.cit). Agradezco al Profesor Cruz de Uquía conocidos como Rafael, Salamiel y Oziel oblacio Dey.
Sergio Barbieri por facilitarme estas fotografías. 21
Entre esos ejemplos podemos mencionar ermitas que en 2018 referían
14
La devoción al culto que conmemora la Pasión y específicamente los al aborto, en 2007 ermitas alusivas al asesinato del maestreo Carlos
últimos momentos de la vida de Cristo es el resultado de los intercambios Fuentealba (Sarti, op.cit, p. 32), en 1988 una ermita que representaba el
entre Europa y Tierra Santa y tiene a los franciscanos como sus actores cuerpo desangrado del obispo Angellelli bajo una rueda de jeep militar. Otra
impulsores, dado que desde 1342 tienen la custodia de los Santos Lugares. ermita que mostraba a un soldado romano muy malo que torturaba a Jesús;
A partir de ese momento comienzan a establecerse los primeros elementos pero en la versión tilcareña el soldado no llevaba capa ni caso romano sino
de la Vía Dolorosa y a producirse una vasta literatura pasionista que fue pantalón caqui y botas de milico, y en vez de azotes, empuñaba un fusil
agregando distintos aspectos del carácter sufriente de Cristo. En el siglo ‘made in USA’” (Roy, Eloy, “Pañuelazo en Tilcara”, en Amara, op.cit, p. 32).
XV la Orden impulsa la construcción de Calvarios y Sacromontes en 22
Muchas de las reflexiones vertidas en este apartado surgen del intercambio
Europa. En 1731 bajo el papado de Clemente XII queda establecido el con la antropóloga Rocío Acosta.
ejercicio espiritual del Vía Crucis como la única forma devocional dedicada 23
Usamos el término “constelaciones de imágenes” para dar cuenta de la
al camino de la cruz reconocida por el Papado, basada en seguir los pasos multiplicidad de intereses y expectativas de los actores que integran una
que Jesucristo recorrió cargando con la cruz hasta su muerte mediante la comunidad respecto de un conjunto de imágenes. Ver Penhos, Marta,
meditación de catorce escenas, conocidas como estaciones. Éstas eran las “Una constelación de imágenes. Pinturas andinas en la Argentina”, en
siguientes: I Jesús condenado a muerte; II Jesús es cargado con la cruz; III Ricardo Kusunoki y Luis Eduardo Wuffarden (Eds), Pintura cuzqueña, Lima,
Jesús cae bajo el peso de la cruz; IV Jesús se encuentra con su Madre; V Asociación Museo de Arte de Lima, 2016, pp. 135-153.
Simón Cirineo ayuda a Jesús a llevar la cruz; VI La Verónica limpia el rostro 24
Para conocer en detalle el relato sobre esta aparición, así como la historia
de Jesús; VII Jesús cae por segunda vez; VIII Jesús consuela a las Hijas de de esta devoción local y las desavenencias entre Tumbaya y Tilcara puede
Jerusalén; IX Cae Jesús por tercera vez; X Jesús es desnudado; XI Jesús es consultarse: Costilla, Julia, “La celebración de la Virgen de Copacabana
clavado en la cruz; XII Muerte de Jesús; XIII Jesús es bajado de la cruz y en la Quebrada de Humahuaca: historia y religiosidad”, en Enrique Cruz
entregado a su Madres; XIV Es sepultado el cuerpo de Jesús”. Más tarde, (Comp.), Carnavales, fiestas y ferias en el mundo andino de la Argentina,
el Concilio Vaticano II suprimió las estaciones cuarta y sexta, por carecer de Salta, Purmamarka Ediciones, 2010, pp. 267-298; Machaca, Antonio René,
fundamentos escriturísticos. Sobre el tema puede consultarse: Schenone, op.cit.
Héctor, Iconografía del arte colonial. Jesucristo, Buenos Aires, Fundación 25
Di Sarli, María Cristina, op.cit, p. 124.
Tarea, 1998, pp. 245-267; Robin, Alena, “Vía Crucis y series pasionarias 26
Dicho procedimiento y el resultado triangular del manto rememoran las
en los virreinatos latinoamericanos” en Goya, nº 339, España, Fundación pinturas coloniales de Vírgenes de altar en las que esa forma se asimila a la
Lázaro Galdiano, 2012, pp. 130-145. del cerro.
15
Sarti, Graciela, op.cit, p. 26. 27
La fotografía fue publicada por El Tribuno y recuperada por Machaca, René
16
S/A, “Ermitas de Tilcara. Se exhibirán en Buenos Aires”, en Clarín, Buenos Antonio, op.cit, p.70.
Aires, 21/08/1979, p. 26, disponible en Biblioteca Nacional Mariano 28
Roy, Eloy, op.cit, p. 30.
Moreno (Argentina). Departamento de Archivos. Fondo Editorial Sarmiento. 29
Imagen recuperada de El Tribuno web, 26/03/2016, disponible en https://
Subfondo Crónica. Subsección Archivo de redacción (AR-BNMM-ARCH- www.youtube.com/watch?v=3xY90LnLd7I, acceso 03/03/2020.
ESAR-CRO-ARCH-ARED). 30
La hija del santero se llamaba Ana María Villarreal, era militante del ERP,

88 89
esposa de Mario Santucho, y fue asesinada en la Masacre de Trelew el 22 de
agosto de 1972. Para estudiar el caso del Cristo guerrillero puede consultarse:
Machaca, Antonio René, op.cit; Roy, Eloy, op.cit.; Molinari, Eduardo, El
libro plateado y real, cat. exp., Colonia, Alemania, Museo Ludwing, 2004,
disponible en https://www.academia.edu/8363238/Eduardo_Molinari_
Archivo_Caminante_El_libro_plateado_y_real, acceso 10/04/2020;
Molinari, Eduardo, “El Archivo Caminante y el caso del Cristo Guerrillero”,
s.f., disponible en http://conti.derhuman.jus.gov.ar/2012/10/6_seminario/
mesa_38/molinari_mesa_38.pdf, acceso 06/03/2020; Gudemos, Mónica,
“Discursividades de una historia conflictiva. Espacio-tiempo ceremonial
de la Semana Santa y conflictos sociales emergentes en la Quebrada de
Humahuaca (Noroeste Argentino)” en Revista Española de Antropología
Americana, vol. 45, núm. 2, Madrid, Universidad Complutense, 2015, 501-
516.
31
El antropólogo tilcareño Antonio Machaca comenta que “algunos peregrinos
recuerdan que las autoridades del gobierno y los militares de entonces
querían impedir su entronización por lo que fue trasladada de noche y en
silencio, sin ceremonias que llamaran la atención de la iglesia y el gobierno”
(op.cit, p.77).
32
Uno de los representantes de la Teología de la Liberación en Tilcara fue el
padre canadiense Eloy Roy. Entre los/as habitantes tilcareños/as es recordado Figura 33: Fotografía de Edmundo Villarreal junto
al Cristo conocido como guerrillero en 1973,
Figura 34: Ermita que conmemora la destrucción
de la imagen del Cristo en el Abra, s.f., Foto
por haber puesto el pañuelo blanco de las Madres de Plaza de Mayo en la Imagen recuperada de Machaca, 2011, p.70. Amara, 2012, p. 30.
cabeza de la Virgen en Semana Santa de 1988. Mónica Gudemos señala que
el sacerdote “fue ‘removido’ de Tilcara en 1989 por la actividad, ‘educativa’
para unos, ‘subversiva’ para otros (…)”; y agrega que “aún goza de gran
estima por parte de un sector de la comunidad, pero otros sectores opinan
que lo único que hizo fue abrir profundas grietas en la sociedad tilcareña”
(op.cit, p.507). Otros testimonios sobre la labor del sacerdote así como
sobre el episodio del ataque al Cristo pueden encontrarse en: Machaca,
Antonio René, op.cit; Roy, Eloy, op.cit.; Molinari, Eduardo, op.cit.
33
Esta imagen es conocida como Señor del Abra de Punta Corral o Cristo
de la Unidad.
34
Molinari, Eduardo, op.cit, p.21. Este artista se ha ocupado de recuperar las
desventuras de esta imagen en el marco del proyecto Archivo Caminante
fundado en 2001. En palabras del autor, dicho proyecto se trata de un
“archivo visual en progreso que indaga las relaciones entre arte, historia y
política, desarrolla un pensamiento crítico respecto de las narrativas históricas Figura 35: Ermita confeccionada por la familia
dominantes y un accionar contra la momificación de la memoria social” y Méndez recuperando motivo del Cristo mutilado,
Imagen recuperada de El Tribuno web https://
concibe el “caminar como práctica estética”. V. http://archivocaminante. www.youtube.com/watch?v=3xY90LnLd7I,
26/03/2016, acceso 03/03/2020. Agradezco a
blogspot.com/ Marie López el tratamiento de la imagen.
35
Freedberg, David, El poder de las imágenes: estudios sobre la historia y la
teoría de la respuesta, Madrid, Cátedra, 1992.
36
Testimonio del autor en El Tribuno web, op.cit.
37
Ingold, Tim, “The temporality of the landscape”, en The Perception of the
Environment. Essays on livelihood, dweliing and skill, London and New York,

90 91
Routledge, 2000, pp. 189-208.
38
Testimonio de “Poroto” Vega. Entrevista de la autora 19/04/2019. Agradezco
a la familia Vega por abrirme las puertas de su hogar en el momento de
creación de la ermita, y en especial al Sr. “Poroto” Vega por compartir
conmigo una cálida y valiosa conversación.
39
Estos conceptos son tomados de Abercrombie, Thomas, Caminos de
la memoria y del poder. Etnografía e historia en una comunidad andina, La
Paz, Institut francais d`études andines, Instituto de Estudios Bolivianos-IEB,
Cooperación ASDI-SAREC, 2006.
40
S/A, “Expresión de fe y arte popular en las ermitas tilcareñas”, 16/04/2014,
disponible en http://www.telam.com.ar/notas/201404/59702-expresion-
de-fe-y-arte-popular-en-las-ermitas-tilcarenas.php, acceso 08/09/2019.
41
Amara, op.cit, p. 25.
42
Esta denominación surgió en enriquecedoras charlas con Walter Apaza.
Respecto de las ermitas de Maimará vale aclarar que se las realiza desde
el regreso de la democracia y a diferencia de Tilcara, casi no hay turistas.
En lugar de la ceremonia del Descendimiento se realiza un Vía Crucis
teatralizado. Las composiciones de los paneles centrales son sencillas, y en
general se trata de una figura principal que se destaca sobre un fondo plano.
Se observan grandes superficies cubiertas por un mismo elemento de la
naturaleza, o incluso, zonas desprovistas de elementos de la naturaleza que
son pintadas para cubrir la superficie del lienzo que es soporte. Por último,
puede destacarse que presentan motivos que están en concordancia con
los motivos canónicos de las catorce estaciones del Vía Crucis.
Figura 36: Detalle de arco con vegetales cosechados Figura 37: Uvas y flores engalanando la cruz en
43
La imagen escultórica de la Dolorosa es la única que procesiona y se posa
en Maimará acompañando la ermita, Maimará, foto la que se representa la Crucifixión, Maimará, foto en el altar de las ermitas.
Alejandra Lanza 19/04/2019. Alejandra Lanza 19/04/2019. 44
En el trabajo de campo desarrollado en abril y mayo de 2019 en Quebrada
de Humahuaca pudimos tomar conocimiento de la existencia de distintas
ferias de final de cosecha, que se ubican a continuación de la Fiesta de
la Cruz del 3 de mayo: “VIII Feria Fruti-hortícola” en el Valle escondido
de Ocumazo el 4 de mayo, “V Festival de los yuyos andinos y la kutana”
en Valiazo (Humahuaca) el 4 de mayo, y “IV Feria Final de Cosecha” en
Maimará el 11 de mayo.
Cabe poner de relieve que la superposición de calendarios y la integración
de liturgias responde a un largo proceso que se inicia con la imposición del
cristianismo y el intento de desactivación del culto a las wakas. Sintéticamente,
podemos decir que en función de algunas coincidencias entre calendarios,
así como de los intereses de los distintos grupos sociales, se desarrollaron
complejos y largos procesos de selecciones, sustituciones, acomodaciones
Figura 38: Vía Crucis en el interior de la iglesia de Tilcara, Imagen recuperada de y re-significaciones de fechas de ambos calendarios, así como de prácticas y
transmisión en vivo, Facebook Servidores de María, 11/04/2020. Agradezco a
Mariela Pettinati el tratamiento de la imagen. personajes cultuales. De igual modo, en muchos casos el culto a las wakas
de la geografía sagrada dio lugar al culto a los santos y a las peregrinaciones,
remodelando los caminos andinos y la memoria inscripta en el paisaje.
En este sentido, y para el caso específico de la Fiesta de la Cruz distintos
autores señalan que se superpuso a los rituales y fiestas de aymoray (de

92 93
las cosechas) o fiestas de troje (almacenamiento), desarrolladas en señal
de agradecimiento a la Pachamama por la abundancia de los frutos de
las cosechas. Sobre la Fiesta de la Cruz en América puede consultarse:
Molinié, Antoinette, “Buscando una historicidad andina: una propuesta
antropológica y una memoria hecha rito”, en Varon Gabai, Rafael y Flores
Espinoza, Javier (Eds.), Arqueología, Antropología e Historia en los Andes.
Homenaje a María Rostoworowski, Lima, Banco Central del Perú, 1997, pp.
693-708; Sánchez Huaringa, Carlos Daniel, “La chakana y la cruz cristiana:
rituales, religión, fiestas, ideología y simbologías en los conjuntos de sikuris
urbanos” en Arqueología y Sociedad, nº 32, UNSM, 2016, pp. 533-554.
45
Las observaciones sobre el calendario derivan de la lectura de: Merlino,
Rodolfo y Rabey, Mario, “El ciclo agrario-ritual en la Puna Argentina” en
Relaciones de la Sociedad Argentina de Antropología XII, 1978, pp. 47-70;
Bugallo, Lucila, “La estética de la crianza. Los santos protectores del ganado
en la Puna de Jujuy”, en Bovisio, María Alba y Penhos, Marta (Coords.),
Arte indígena. Categorías, Prácticas, Objetos, Córdoba, Encuentro Grupo
Editor, 2010, pp. 85-102; Vilá, Bibiana y Arzamendi, Yanina, “Construcción
de un calendario ambiental participativo en Santa Catalina, Jujuy, Argentina”
en Revista Etnobiología, Vol. 14, nº 3, 2016, pp.71-83.
46
El concepto de sacrificio es deudor de las ideas aportadas por Neurath,
Johannes, “El sacrificio de un cuchillo” en Revista de Antropología, Vol. 59,
nº 1, 2016, pp. 73-59. Agradezco a la Dra. María Alba esta referencia
bibliográfica.

Cómo citar este artículo:


Lanza, María Alejandra, “Mirar las flores y pintar con ellas: La naturaleza como
cuerpo de las ermitas del Vía Crucis de Tilcara”, en Separata «Creencias y
devociones, festividades y costumbres», año XVIII, nº 27, Rosario, CIAAL/
UNR, diciembre de 2020, pp. 63-94, URL: http://ciaal-unr.blogspot.com/

94 95
Luciano Rondano* / Entre lo sagrado y lo profano: fiestas populares en los
Salones Nacionales de Bellas Artes, 1911-1960

Este es el Señor de la Peña, el Jesucristo de piedra vene-


rado desde hace muchos años por los creyentes. Los peregrinos
vienen a veces de lejos: de toda la provincia de La Rioja, desde ya,
puesto que el peñasco se encuentra en las cercanías de la localidad
de Aimogasta; pero los creyentes llegan también desde Catamarca,
San Juan, Santiago del Estero y de la un tanto lejana Tucumán.
A partir del miércoles de Semana Santa comienzan a llegar
los primeros peregrinos y a instalar sus negocios los vendedores
ambulantes que ahora están en La Rioja, mañana en Itatí y pasado
en Renca o Mailín. De todo hay en estos kioskos: desde empana-
das, tamales y locros hechos con el sabor incomparable de antes,
hasta amuletos y yerbas para todo uso: contra los dolores de la
vejez, presbicie o el mal de amor…
Realmente, sin el ingrediente de los puestos de venta y el
colorido que le dan las especias, los ponchos y pullos, los colgantes
y aretes de alpaca, platería o metal bañado en oro, la fiesta del Se-
ñor de la Peña no sería lo que todos los años de nuevo vuelve a ser:
una kermesse en torno de un peñasco lítico cuya leyenda parece
convertirse en algo tangible.
(...) El jueves comienzan a poblarse los alrededores con
los primeros peregrinos y el Viernes Santo ya es compromiso de
honor para todos. De día y de noche el peñasco es rodeado por
centenares de peregrinos, que permanecen allí el tiempo necesario
para que termine por devorarse el sebo de la vela que acaban de
encender. Horas y horas, parados o arrodillados, protegiendo la
llamita con un poncho, una prenda, una manta, para que el cirio se
consuma hasta el final. Luego, cumplida así la promesa, a mirar las
mercaderías expuestas por los comerciantes, tentar la suerte con
algún vendedor de víboras, y comer algo típico y sabroso.1

El escritor y periodista Federico Kirbus, ilustra en esta crónica la co-


existencia al interior de las festividades populares de aquellos aspectos que el
pensamiento moderno se ha encargado de separar tajantemente: el mundo
secular de los placeres y el mercado, frente al sagrado, cargado de seriedad
y solemnidad. De un lado la fiesta, la alegría, el baile, la lubricidad y los ex-
cesos; en el opuesto la procesión, la devoción, el recogimiento y el orden
moral. Dos dimensiones, en apariencia irreconciliables, encarnadas por los
extremos de la Cuaresma cristiana: el Carnaval y la Semana Santa. La división
entre lo sagrado y lo profano es un concepto trabajado por la antropología
y la sociología, y de manera especial por la sociología de la religión, desa-
rrollada por autores como Max Weber y Emile Durkheim, entre otros. Este
último, por ejemplo, plantea que una división del mundo entre el dominio

96 97
de lo sagrado y de lo profano es intrínseca a toda creencia religiosa.2 De esa fiesta del Salón Nacional, los hombres y mujeres del interior de las provincias
manera existiría una jerarquía a través de la cual ciertas cosas se desprenden –en especial las del Noroeste–, elevados por las elites intelectuales al esta-
de lo cotidiano y resultan investidas de un aura particular diferenciada. Define do de arquetipos de la nacionalidad, fueron caracterizados como habitantes
entonces que: privilegiados de lo sagrado. Dicho de otra manera, fueron tipificados como
partícipes de un modo de estar en el mundo en contacto directo y armónico
(...) lo característico del fenómeno religioso es que siem- con la naturaleza y lo divino, ya sea mediante un vínculo inmediato con el
pre supone una división bipartita del universo conocido y cognosci- universo ancestral indígena; por medio de una vivencia sincera de la fe y los
ble en dos géneros que comprenden todo lo que existe, pero que valores católicos; o a través del amor y la devoción a los símbolos patrios
se excluyen radicalmente. Las cosas sagradas son aquéllas que las (sentimientos homologados en el Estado laico al fervor religioso y visualmen-
interdicciones protegen y aíslan; las cosas profanas, aquellas a las te manifiestos, por ejemplo, en las banderas argentinas que solían acompañar
cuales se aplican estas interdicciones y que deben mantenerse a las procesiones y misachicos en valles y quebradas). Si bien aquellas imágenes
distancia de las primeras.3 parecieran describir una particularidad de las sociedades premodernas, por el
contrario, tenían más que ver con una proyección moderna de lo sacro que
Mircea Elíade, por su parte, agrega que si bien tanto lo sagrado con la experiencia real de las comunidades en dichas celebraciones. De esta
como lo profano “constituyen dos modalidades de estar en el mundo, dos si- manera, prescindieron de aquellos elementos que no se ajustaban del todo
tuaciones existenciales asumidas por el hombre a lo largo de su historia”,4 en a su enfoque. Un ejemplo lo encontramos en los excesos en el consumo de
las sociedades tradicionales pre-modernas lo sagrado constituiría un principio bebidas alcohólicas10 que quedaron al margen de las escenas festivas rurales
de realidad,5 mientras que en la modernidad asistiríamos a un proceso de –y no de las urbanas– a pesar de cumplir un rol fundamental en la vida ritual
secularización de la sociedad a partir del cual, como señala Santiago García, andina. Aún en las obras sobre el carnaval –la fiesta de la transgresión, el
“la religión dejó de ser el centro sagrado de la sociedad para pasar a situarse desorden y la licencia–, la celebración reviste el hálito de sobriedad y respeto
como una esfera más al lado de las otras”.6 Siguiendo a este último, enten- que configura la única modalidad de acercamiento posible para el hombre
demos que: moderno a las cosas sagradas. Difícilmente encontraremos en los catálogos
del Salón Nacional comportamientos que muestren una alteración del orden
En los orígenes, la religión se extendía por toda la vida so- y la concordia en las fiestas situadas en el ámbito rural.
cial, de tal manera que sociedad y religión eran una y la misma cosa. Podríamos afirmar que la fiesta, de acuerdo a lo que indica Homo-
Pero paulatinamente, y como consecuencia del proceso de dife- bono Martínez:
renciación, las funciones política, económica y científica se hicieron Se sitúa en oposición al tiempo ordinario y a la vida cotidia-
independientes de la religión y se desarrollaron autónomamente.7 na, y establece una relación dialéctica, paradójica y contradictoria,
entre lo sagrado y lo profano, la ceremonia –religiosa o cívica– y lo
En las representaciones sobre fiestas presentadas al Salón Nacio- lúdico, la celebración y la rutina, las pautas de institucionalización y
nal podemos observar cómo se replica esta separación entre lo sagrado y
8
de espontaneidad, la liturgia y la inversión, la trasgresión y el orden,
lo profano, conformando dos bloques de obras, en principio, claramente la estructura y la communitas, las dimensiones de lo público y de lo
diferenciados. De un lado, las imágenes de celebraciones religiosas adopta- individual.11
ron un tono grave, acorde a la idea de lo representado, y se manifestaron
principalmente a través de las procesiones, colmadas de semblantes serios, Se nos presenta como un umbral a través del cual puede vivirse
resignados o suplicantes. En ellas se resaltaba la fe sencilla y la devoción, la el tiempo sagrado y con la capacidad de mediar entre dimensiones que se
preeminencia de los valores morales por encima de lo material y, por qué no, encuentran separadas en lo cotidiano, volverlas permeables o directamente
la posibilidad trascender divergencias en un plano igualador.9 Del otro lado, disolver los límites entre ellas. Las jerarquías y órdenes sociales entre los
la fiesta en el plano secular admitía el jolgorio y la relajación, negados durante participantes se relajan y estos pueden experimentar lo que Víctor Turner
el solemne encuentro con lo divino. Los bailes, las ferias y el carnaval, entre denomina communitas, es decir “la confrontación directa, inmediata y total de
otros, integran este conjunto profano. las identidades humanas que, cuando ocurre, tiende a hacer que quienes la
Ahora bien, si pensamos algunas de estas imágenes en el marco de experimenten piensen en la humanidad como una comunidad homogénea,
los debates en torno a la identidad nacional, resulta viable trasladar esta opo- desestructurada y libre”.12 El clima de la fiesta puede invadir incluso los límites
sición a aquella fundamentada en la idealización del mundo rural frente a la de lo privado, abrir la intimidad de los hogares, socializar lo propio y dar paso,
percepción de lo urbano cosmopolita. Podríamos decir que en las escenas de fugazmente, a la vivencia de otro mundo posible. Sin embargo, este retorno

98 99
breve e inasible a la Edad de Oro es la condición misma de su existencia. de la llegada de Colón a América. La ciudad de Buenos Aires se convirtió,
No se puede vivir en la fiesta y quizás por ese motivo al Carnaval se lo suele en poco tiempo, en un mercado particularmente receptivo para el arte
despedir entre lágrimas de verdadera congoja. contemporáneo español. El impulso dado por emprendedores como José
Estas cuestiones enriquecen nuestra perspectiva y nos permiten Artal y galerías privadas como Witcomb, a través de diversos salones, fue
plantear lo sagrado y lo profano, ya no como categorías excluyentes, sino decisivo en la circulación del arte peninsular, la formación de coleccionistas
como polos que tensionan tanto las fiestas como las obras sobre festividades y de una clientela en aumento debido al pujante crecimiento económico.15
presentes en los Salones. Un eje al cual podemos intersectar con otro con-
formado por la dupla público/privado.

Fiestas religiosas
En su análisis sobre las festividades brasileñas, Roberto Da Matta
distingue entre aquellas que en su discurso destacan el orden social mediante
una operación de refuerzo de las jerarquías, como el Día de la Patria, de
aquellas otras en las que se enfatiza la disolución del sistema de papeles y
posiciones sociales mediante un proceso de inversión, como el carnaval. Una
tercera forma la constituyen las festividades religiosas cuyo discurso, simultá-
neamente, puede enfatizar tanto las jerarquías como la igualación de grupos
sociales diversos mediante la neutralización de las diferencias bajo la figura de
la divinidad.13 Las festividades religiosas suelen compartir un desarrollo similar
entre sí que, según Da Matta, muestran la coexistencia de elementos de ritos
formales e informales y la fluidez de la dicotomía sagrado/profano:

Estos ritos en general comienzan con una misa, se centran


en la procesión (donde la imagen del santo va de un santuario al 1) Carlos Camillioni, Procesión en Córdoba, catálogo del IX SNBA, 1919.
otro) y terminan con una fiesta en el atrio de la iglesia, donde se
deposita la imagen. Allí se venden dulces, bebidas y se subastan Wechsler afirma sobre estas primeras obras que:
objetos para la hermandad del santo; hay juegos y bailes, y se crea
un ambiente de encuentro y comunión muy semejante al del car- Subyace en ellas la intención de ofrecer estampas en las
naval.14 que se cristaliza lo social, se desdibuja toda posible conflictividad
y se omiten las variedades regionales unificándose tipos en favor
Las procesiones suelen ser el núcleo central de las festividades re- de la construcción de referencias icónicas de gran síntesis para el
ligiosas y constituyen uno de los aspectos más versionados de éstas en el imaginario de una sociedad que está dando forma a su identidad
Salón Nacional. Las encontramos representadas prácticamente desde sus nacional. Se elabora una imaginería nacional que cuenta con una
primeras ediciones, por ejemplo, en los envíos de Inocencio Medina Vera, extensa galería de personajes construida con una sucesión de íco-
en 1914; Carlos Camilloni en 1919; Roberto Nieves en 1923, Alberto Rossi nos regionales, presentados más allá de su situación real dentro de
en 1924 y Benjamín Nemirowsky en 1925. Estos artistas acompañaron las la sociedad. Aparecen estos mistificados en su autoctonía y rusti-
propuestas estéticas desarrolladas por los miembros del grupo Nexus quie- cidad (...). La mirada pintoresquista neutraliza la variedad y acaba
nes, en torno al Centenario, representaron con mayor visibilidad las posturas por idealizar las diferentes posiciones sociales. La propuesta es cla-
nacionalistas al interior del campo artístico, disputando los espacios institucio- ra: proveer estereotipos fáciles de incorporar.16
nales a la generación que les precedió. Fernando Fader, Cesáreo Bernaldo
de Quirós y Jorge Bermúdez, entre otros, utilizaron fórmulas luministas y Carlos Camilloni nació en la ciudad costera de Ancona, Italia, en
espiritualistas para representar el paisaje argentino y sus tipos, a la vez que 1882 y llegó a la Argentina con apenas cinco años. Cursó sus estudios en
tomaron como referente a la pintura regionalista española, en sintonía con la la academia de la Sociedad Estímulo de Bellas Artes y en 1912 fue contra-
reconsideración de la herencia hispánica que se llevó adelante a partir de las tado para trabajar en la decoración de la Catedral de Córdoba por Emilio
últimas décadas del siglo XIX, al tiempo de cumplirse el Cuarto Centenario Caraffa, director en ese entonces de la Academia Provincial de Bellas Artes.

100 101
A partir de allí se instala en la provincia mediterránea y desarrolla una exten-
sa actividad como decorador en muchas iglesias y capillas como la Basílica
de Santo Domingo, Nuestra Señora de Loreto, la Catedral de La Rioja, la
Iglesia de la Inmaculada Concepción, la Iglesia de San José de las Hermanas
Dominicanas, la Basílica de Nuestra Señora de la Merced, entre otras, a la
vez que ejerció la docencia en la Academia de Bellas Artes y en la Facultad de
Arquitectura, Urbanismo y Diseño de la Universidad Nacional de Córdoba.
Su pintura abordó mayormente el paisaje de las serranías cordobesas, aun-
que también entró en contacto con la pintura religiosa a través de su trabajo
como decorador. En varias ocasiones presentó procesiones a los Salones
Nacionales que muestran la intensa vida religiosa en la provincia. En Procesión
en Córdoba, podemos apreciar algunas de las observaciones que hace Da
Matta sobre el proceso de neutralización. Las autoridades eclesiásticas y civi-
les tienen un lugar diferenciado, encabezan la procesión y rodean la figura del
santo, pero a la vez forman parte de la masa que se desplaza por las calles:

Como el desfile carnavalesco, une al alegre con el triste, al


sano con el enfermo, al puro con el pecador y, lo más importante,
a las autoridades con el pueblo. Dado que, al mismo tiempo que
el santo homenajeado va en andas y está separado del pueblo por
su naturaleza y por la mediación de las autoridades que lo rodean,
camina, sin embargo, con el pueblo y recibe en la calle (y no en la
iglesia) sus oraciones, sus cánticos y su piedad.17

Las nuevas formas de la figuración, que paulatinamente ganaron su


espacio en los Salones Nacionales sobre el final de la década del 20, fueron
actualizando el repertorio de procesiones y fiestas religiosas a partir de la dé-
cada siguiente. En 1935, el pintor sanjuanino Miguel Burgoa Videla, presentó
Procesión en San Gonzalo (Brasil), una obra singular dentro de su ya de por sí
singular producción según los parámetros tradicionales de la historiografía del
arte moderno. Burgoa Videla hizo una particular interpretación de la natura-
leza y el paisaje, de los parques y jardines botánicos, verdaderos oasis al in-
terior de las ciudades. Una naturaleza recreada en las visiones del artista que
se despega de la representación para adoptar las formas evanescentes del
ensueño. Marcelo Pacheco compara las situaciones de extrañeza y misterio
en las obras del pintor cuyano con aquellas presentes en dos pintores que le
son contemporáneos: en las terrazas que pintó Lino Enea Spilimbergo y en
los óleos sobre la selva misionera realizados por Carlos Giambiagi.18 Burgoa
realizó su viaje de formación a Europa entre 1914 y 1919, estableciéndose
2) Armando Jorge Díaz Arduino, Procesión, en Madrid donde tomo clases en la Real Academia de Bellas Artes de San
catálogo del XXXV SNBA, 1945.
Fernando bajo la tutela del importante decorador Manuel Villegas. Luego
de haber vivido la escena porteña de los años 20, regresó a Europa segura-
mente más selectivo y con la intención de apropiarse de todo aquello que
las nuevas tendencias en el arte moderno pudieran dejarle. Señala Marcelo
Pacheco:

102 103
A diferencia de su primer viaje (…), las vanguardias histó-
ricas le deben haber resultado interesantes de investigar en su au-
tonomía de la representación o en sus tendencias expresivas, sobre
todo, una línea como la del fauvismo no tanto histórico como en
sus soluciones de los años 20’. Su relación con la obra de Cézan-
ne debió madurar sin descartar la posibilidad de alguna revisión y
distancia, Burgoa ya no era un estudiante de la Academia de San
Fernando sino un artista que estaba creando un modelo de mezclas
singular, era un pintor en acción.19

Procesión en San Gonzalo (Brasil) forma parte de una etapa de ma-


duración del artista luego de este segundo viaje y una estadía en Brasil a
principios de los 30. Se trata de una obra de gran formato preparada es-
pecialmente para el concurso y que se destaca por incluir una arquitectura
cúbica, sólida y fuertemente geometrizada, un rasgo ausente en el resto de
su producción. Este óleo representa una procesión en las puertas de la Iglesia
de San Gonzalo de Amarante, en la localidad homónima que hoy forma par-
te del área metropolitana de Río de Janeiro, sobre el río Imboaҫu. Pacheco
detalla en qué consistía el culto al santo:

Su figura aparece siempre ligada a la protección de la mujer


y el amor. San Gonzalo bendecía a los enamorados y podía hacer
que una persona encontrara la pareja indicada para casarse y vivir
3) Juan Del Prete, Víspera de San Juan en el
siempre en la felicidad. La procesión de San Gonzalo convocaba a altiplano, catálogo del XXXV SNBA, 1945.
jóvenes y mozas que deseaban unirse en matrimonio.20

El grabado fue también uno de los medios a través de los cuales se


representaron las procesiones en el Salón Nacional. Como señala Dolinko,21
hasta entrada la década del 50, los artistas gráficos argentinos se abocaron
con exclusividad a la figuración, utilizando mayormente imágenes monocro-
máticas “visualmente accesibles y de fácil decodificación en sus contenidos
narrativos o programáticos”.22 Un ejemplo es Procesión, una estampa de Ar-
mando Jorge Díaz Arduino que formó parte del Salón de 1945. Este artista,
nacido en Buenos Aires en 1913 y egresado de la Escuela de Artes Decora-
tivas de la Nación en 1937, comenzó a participar de los certámenes nacio-
nales y provinciales desde principios de los 40 obteniendo algunos premios
como el Primer Premio de Grabado en el Salón de Mar del Plata en 1946, el
Primer Premio de Grabado en el Salón de La Plata en 1948 y el Gran Premio
de Honor de Grabado en el Salón de Santa Fe en 1964, entre otros. Sus
4) Marta Gravensky, Procesión, catálogo del
obras formaron parte de los envíos a las Bienales de San Pablo y La Habana, XLV SNBA, 1956.
en 1957 y 1965 respectivamente. La obra de Díaz Arduino aprovecha las
cualidades expresivas del material y los contrastes de la técnica para trabajar
las texturas ásperas que conforman las paredes, tejas, calles, la vestimenta y
los mismos rostros de los devotos, que parecieran máscaras talladas en la
madera. La estampa tiene una orientación vertical, alargada, que recurre al

104 105
uso de diagonales, escorzos pronunciados y diversos puntos de fuga para Límites porosos
crear una composición sumamente dinámica en la que los cuerpos y el pai- El pintor tucumano Demetrio Iramaín fue un activo participante de
saje geometrizados acentúan un carácter expresionista. los Salones Nacionales desde 1930, año en el que obtuvo el premio Estímulo
Desde mediados de los 40, otros artistas representaron procesio- y Adquisición para el Museo Nacional de Bellas Artes. Paisajista por excelen-
nes y festividades religiosas mediante resoluciones plásticas que tensionaron cia, adoptó la notación rápida y las pinceladas heredadas del luminismo para
en diferente grado la figuración haciendo uso de una geometría lírica, planos representar los campos, cerros y rancheríos de su provincia natal. Adquirió su
de color, manchas y grafismos sin renunciar a una cierta iconicidad. Juan Del formación en el taller de su hermano Juan Carlos, importante escultor y autor,
Prete fue uno de los pioneros de la abstracción no figurativa en Argentina. entre otras obras, del monumental Cristo Bendiciente emplazado en la cima
Formó parte, estando en Europa en 1932, del grupo Abstraction–Creation– del Cerro San Javier (provincia de Tucumán) y del Cristo Penitente ubicado en
Art non figuratif junto a otros importantes referentes de las vanguardias his- La Caldera (provincia de Salta). Las fiestas, ferias y actividades religiosas de los
tóricas como Jean Arp, Piet Mondrian y Georges Vantongerloo, entre otros. habitantes de los empobrecidos parajes del suelo tucumano formaron parte
Su muestra en Amigos del Arte en 1933 es considerada la primera de arte no considerable de su producción, así como también de los constantes envíos
figurativo en el país. Su producción exploró siempre los límites entre abstrac- realizados a los Salones Nacionales, que se sostuvieron durante todo el pe-
ción y figuración, fluyendo sin prejuicios entre ambos polos. Un ejemplo es riodo estudiado. El año de su debut, por ejemplo, participó con los cuadros
Víspera de San Juan en el altiplano de 1945 en la que distintos planos y líneas, Procesión en el Aconquija y Bajando a la fiesta. En esta última observamos la
ordenados de manera rítmica, conforman un grupo esquemático de figuras salida de algunas familias en procesión, desde sus casas a la calle, cargando la
que se recortan sobre unas arquitecturas apenas esbozadas y algunos cerros imagen de un Santo y acompañando su marcha con guitarra, caja y bando-
que asoman en el fondo. neón. Algunos vecinos se asoman, curiosos, a presenciar la escena. Esta prác-
La Víspera o Fiesta de San Juan es una celebración del santoral ca- tica, conocida como misachico, es común en todo el Noroeste argentino. En
tólico que, junto a otras similares como la de San Pedro y San Pablo, se ella, un pequeño grupo de devotos de una imagen, limitado en ocasiones a
superpusieron a los rituales agrarios relacionados con el solsticio de verano una familia que ostenta la propiedad de la misma,26 se reúne para procesionar
en el hemisferio norte y el de invierno en el hemisferio sur. Su característica y celebrar al santo venerado. Los misachicos pueden realizarse para pedir la
principal consiste en las grandes fogatas que se encienden en la noche, en intersección de lo divino ante alguna necesidad; como agradecimiento, cuan-
las cuales suelen quemarse muñecos. Al calor de la lumbre, la noche se abre do el pedido fue escuchado; o simplemente como parte de la celebración en
para el juego de niños y niñas que, como es costumbre, aprovechan las bra- el día del santo. Se acostumbra, en algunos casos, que los devotos realicen
sas para cocinar papas y batatas. Las fogatas de San Juan fueron representadas largas peregrinaciones desde sus pueblos de origen cargando las efigies hasta
por numerosos artistas como Antonio Berni, Benito Quinquela, César Caru- las sedes donde se realizan las celebraciones oficiales de dichas imágenes, ubi-
go, César Augusto Caggiano, entre otros, sin embargo, la obra de Juan Del cadas casi siempre en lugares centrales y capitales, como ocurre con la Virgen
Prete es la única que llegó a los Salones Nacionales de Bellas Artes. del Valle de Catamarca o el Señor de Los Milagros en Salta.
Martha Gavensky fue una artista, crítica y escritora, formada en la Estas reducidas procesiones, coloridas y musicalmente ricas, escol-
Escuela Nacional de Bellas Artes y que pasó por el taller de Cecilia Markovich. tadas casi siempre por pequeñas banderas argentinas, aparecen también en la
Esta última, importante escultora y docente, internalizó las teorías de André obra de otros artistas como Salvador Calabrese, Emilio Centurión y Alfredo
Lothe en su estadía en Paris y las transmitió a sus estudiantes en los cursos que Gramajo Gutiérrez. Este último, por ejemplo, recorta frontalmente al reduci-
impartió en la década del 40 en Buenos Aires.23 Gavensky tuvo una partici- do grupo de promesantes en el óleo La promesa, de 1918. Una figura central,
pación constante en el Salón Nacional de 1953 a 1960 y fue una de los tres un anciano canoso y de tez clara, envuelto en un poncho a rayas, sostiene la
argentinos24 becados por el Pratt Institute de New York para estudiar en el imagen de Cristo crucificado en un retablo. A su lado destaca, elevando una
Pratt Graphic Arts Center, institución por la que pasaron algunos de los más tacuara con un banderín, una joven mujer cuyo rostro iluminado se asemeja
importantes artistas latinoamericanos y que cumplió un papel fundamental en a las morenas vírgenes americanas. En el sector inferior derecho se ubican
la renovación de las artes gráficas en los años 60.25 En el óleo Procesión, presen- los músicos, mientras que el margen superior es cercado por algunos jinetes
tado al Salón de 1956, la artista resuelve la escena mediante grandes planos de y el elevado horizonte del paisaje de fondo. El óleo de Gramajo Gutiérrez
color que por sí solos constituirían una obra no figurativa, de no estar apenas circunscribe el tema al aspecto religioso, a los rostros piadosos de aquellos
interrumpidos por algunas indicaciones de puertas y ventanas que traen de hombres y mujeres del interior cargados de espiritualidad, y lo resuelve ape-
vuelta la ilusión espacial. La obra está atravesada por las siluetas de las personas lando a un decorativismo que debe mucho tanto al estudio de las tendencias
que protagonizan la procesión y la imagen de la virgen, fácilmente reconocible finiseculares como a una atenta mirada y una especial sensibilidad hacia las
en el grupo central y resuelta sintéticamente mediante una forma triangular. artes y culturas populares.

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Demetrio Iramaín, por su parte, pendiente un poco más de lo anec-
dótico, elige narrar el contexto y de esa manera deja visible la capacidad de la
fiesta, no solo de abrir el mundo cotidiano al tiempo sagrado, sino además de
volver porosos los límites entre lo público y lo privado. Como mencionamos
anteriormente, las imágenes que participan en un misachico son propiedad de
una familia determinada y no pertenecen a ninguna capilla ni otro órgano de la
iglesia. El carácter privado de estas figuras se vuelve permeable durante las ce-
lebraciones al ser socializadas entre los devotos. En Bajando a la fiesta, Iramaín
se detiene en el momento en que se traslada a la imagen santa, posiblemente
desde el domicilio particular de sus propietarios hasta la capilla del pueblo, para
tomar parte en los festejos que se realizarán en ese día o al siguiente. Aquellas
personas que se ven acompañando el camino pueden no ser necesariamente
familiares directos de los dueños, sino vecinos que comparten la veneración
de la efigie. A su vez, el punto de vista alejado permite separar a aquellos que
participan del ritual de los otros, que son interpelados en su quehacer habitual,
convertidos en espectadores del acontecimiento.
Mientras que la peregrinación implica un desplazamiento de la per-
sona en búsqueda de un encuentro con la divinidad a través del camino, desde
su casa al centro de peregrinación, en la procesión ocurre la situación inversa:
5) Demetrio Iramaín, Bajando a la fiesta, catálogo del XX SNBA, 1930. es la imagen la que sale del templo al encuentro de las personas. De esta ma-
nera, según Da Matta:

(...) el cortejo pasa por las calles donde las familias ordena-
das como tal pueden ver y recibir al santo (o santa) en sus casas. En
la procesión, lo que entra a las casas es lo sagrado y, dicen los religio-
sos, al corazón de cada uno de los acompañantes y observadores. La
procesión se configura como un momento en el que el santo, que
está por encima de todos, suprime la dicotomía casa/calle, creando
su propio campo social. Cargado en una plataforma y más arriba
de los hombres, se encuentra realmente elevado y por encima de
todos, hermanando a los fieles que, en el momento de su paso,
transfieren (…) sus sentimientos de filiación hacia él.27

Durante el recorrido de la procesión las puertas y las ventanas suelen


abrirse, la gente embellece los frentes de las casas, adornando ventanas y bal-
cones con telas y arreglos florales, con la intención lograr que la bendición del
santo (lo sagrado) alcance y penetre en los hogares. El autor sostiene entonces
que, “en ese paisaje físico y social, las calles se transforman y las fronteras se
diluyen entre sí, como espacio público, y las casas, como espacio íntimo”.28
Esta transformación se ve claramente representada en Procesión de San Ni-
cola de Bari en La Boca, obra de Germán Leonetti enviada al Salón Nacional
de 1942. Leonetti, como otros pintores de La Boca, trabajó los motivos del
puerto, la ribera y el barrio y formó parte de su intensa vida cultural. Estudió
6) Alfredo Gramajo Gutiérrez, La promesa, catálogo del VIII SNBA, 1918. en la Academia Nacional egresando en el año 1919 y en 1922 se embarcó en
un viaje de perfeccionamiento a Europa, recorriendo algunas de las capitales

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culturales del Viejo Continente. En Procesión…, la habitualidad de una esqui-
na del conocido barrio porteño se ve transfigurada por el paso del santo y su
comitiva. Banderines cuelgan de un lado a otro y su colorido rompe el paisaje
cotidiano, el cielo surcado por el tendido eléctrico y la ropa tendida al sol. Las
familias se asoman a los balcones o salen a la calle, se arreglan y visten para
la ocasión. Los niños curiosos bajan al encuentro y los vendedores callejeros
aprovechan la oportunidad de vender su mercancía.
Si bien la procesión constituye el foco de la fiesta religiosa, en varias
ocasiones, los artistas decidieron apartar la mirada de los momentos relacio-
nados específicamente con la liturgia para mostrar en cambio las ferias, bailes
y divertimentos que formaron parte también de estas celebraciones. Estos
aspectos, que podríamos clasificar como profanos, aparecen por ejemplo en
la obra del ya mencionado Demetrio Iramaín. En Día del Carmen, presentada
en el Salón Nacional de 1931, la plaza central de una localidad se encuentra
tomada por la feria en el día de fiesta. Una muchedumbre pasea y se agolpa
contra los puestos de comida; los niños arrastran a sus padres hacia el ca-
rrusel o el vendedor de globos; los músicos ambulantes toman un descanso
mientras eligen un nuevo rumbo para llevar los acordes de sus guitarras bajo
un cielo cruzado por banderines coloridos. Una escena similar a la que trans-
curre en La feria del Sud Tucumán, de 1950 y en Día de la Virgen, un conjunto
de cuatro óleos que el artista presentó en 1958 y que recrean distintos mo- 7) Germán Leonetti, Procesión de San Nicola de Bari en La Boca, catálogo del XXXII SNBA, 1942.
mentos de una fiesta popular.
En algunos lugares se nombra romería a estos festejos populares
que se realizan en torno a un santo en su día, especialmente en santuarios
ubicados en parajes rurales, y con ese nombre aparecen en algunas obras en
los Salones Nacionales. Entre ellas, encontramos a Romerías españolas, de
1924. Se trata de una estampa de la pintora y grabadora María Teresa Valei-
ras que muestra una escena de un baile tradicional ejecutado por una pareja
bajo la mirada atenta de una multitud que ocupa la totalidad del plano de
fondo. Valeiras estudió en la Academia Nacional con Pio Collivadino y Carlos
Ripamonte. Fue compañera de Lino Enea Splimbergo y Lorenzo Gigli, con
quien contrajo matrimonio en 1926. Juntos realizaron un viaje prolongado
por Europa estableciéndose bastante tiempo en Recanati, Italia, lugar de na-
cimiento de Gigli.
En contraste con esta escena de baile en el espacio público, Leonor
Terry presentó al Salón de 1939 un momento de intimidad familiar a través
del óleo Después de la romería. En éste cuadro observamos a cinco figuras
femeninas junto a un niño que regresaron a su casa y descansan luego de las
celebraciones. Aún llevan puestos sus vestidos de fiesta, aunque algunas co-
menzaron a desarmar sus peinados. Un mate cebado y la bombacha, botas 8) María Teresa Valeiras, Romerías españolas, catálogo del XIV SNBA, 1924.
y poncho que viste el infante son los únicos indicios que podrían situar la es-
cena en Argentina. Por sus diferentes posturas y vestimentas estampadas, las
jóvenes mujeres guardan un parecido a las majas popularizadas por la pintura
regionalista española. La pared de fondo clausura toda profundidad en este
interior despojado, con excepción de una ventana en el extremo superior

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izquierdo que deja ver el cielo y la línea de horizonte. Después de la romería
forma parte de un grupo de obras similares que Terry presentó al Salón Na-
cional entre finales de los 30 y mediados de los 40 que tienen en común la
representación de varias figuras en un entorno doméstico, casi siempre en
una sala o habitación con una abertura hacia el exterior.29 Los objetos en es-
tas pinturas parecieran estar dispuestos en una escenografía teatral y las figu-
ras –de manera similar que en los cuadros realizados por su hermano mayor,
José Antonio Terry– aparecen envueltas en un “clima de aislamiento” sin que
haya “conexión entre ellas pero tampoco hacia el espectador, siempre distan-
te”.30 Pablo Fasce señala una posible relación entre la particular forma en que
José Antonio representaba a sus personajes y su condición de sordomudez,
la cual era también compartida por su hermana Leonor.31 Resulta interesante
observar que en algunas de estas obras el mutismo deriva en escenas que
rozan lo insólito, como ocurre en En la granja día Domingo de 1942. En ella
aparecen distintos personajes acompañados de objetos y animales cuyos ta-
maños difieren de lo ordinario, dando lugar a la ambigüedad: ¿Se trata acaso
de juguetes, figuras de porcelana o animales pequeños? Da la impresión que
estuviéramos ante la habitación de una casa de muñecas. El piso de dame-
ros, la apertura hacia el exterior, la caja de madera que funciona como mesa
para los niños, en fin, todo el cuadro está envuelto en una atmosfera extraña
9) Leonor Terry, Después de la romería, catálogo del XXIX SNBA, 1939.
que recuerda las configuraciones del realismo mágico o la pintura metafísica.
Como señala Fantoni:

Los seres vivos que lindan con lo inerte tanto como las
esculturas y maniquíes vivificados por un extraño aliento, fueron
otro de los tópicos frecuentes en la pintura de estos años a partir
de los ejemplos del Novecento Italiano, del realismo mágico y la
Nueva Objetividad alemanes, y de los surrealistas que, a través de
un variado repertorio de seres inanimados reactualizaron, en otro
contexto creativo, algunos de los temas de la pintura metafísica.32

Cabría preguntarse entonces si esta manera de representar la reali-


dad corresponde únicamente a un acercamiento intuitivo de la artista, dadas
sus condiciones físicas, o si ésta, en cambio, deliberadamente puso en juego
una serie de opciones estéticas –en boga en aquel momento– para elaborar
una obra peculiar. La falta de datos biográficos precisos y la poca fidelidad de
las reproducciones en los catálogos hacen que sea difícil contestar esta pre-
gunta. Sabemos, sin embargo, que Leonor Terry era una artista formada, que
estudió con Reinaldo Giudici, probablemente en la academia de la Sociedad
Estímulo de Bellas Artes, y que continuó su formación en Francia y Suiza. Tan-
to ella como su hermana menor Sotera sostuvieron una intensa participación
en los Salones Nacionales desde 1919 hasta 1954 inclusive. Sin embargo,
10) Leonor Terry, En la granja día Domingo, catálogo del XXXII SNBA, 1942.
ambas hermanas carecieron del reconocimiento por parte de la historia del
arte del que gozó su hermano mayor, el pintor José Antonio Terry.

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Identidades. La Virgen de Copacabana de Punta Corral y el Tinkunaku o “un corte clásico” y un “franco modernismo”.37 A la vez, a pesar de poseer
la fiesta del Niño Alcalde un “manifiesto dominio de los pinceles” y manejar diversos formatos, para el
La Semana Santa es una de las celebraciones de mayor importancia autor de la nota, su despliegue más eficaz se da en las acuarelas, medio en el
a lo largo de la Quebrada de Humahuaca. En varias localidades, como es que se puede apreciar “un excelente dibujo, una buena perspectiva y hasta
el caso de Humahuaca y Tilcara, la gente conserva aún la tradición de erigir cierta delicadeza”.38 La asociación de la delicadeza y los pequeños formatos
altares en cada estación del Vía Crucis, las llamadas “ermitas”, confeccionadas a una supuesta naturaleza femenina se corresponde con el rol asignado tra-
con arcillas, flores, ramas y granos de la región. Estas imágenes, que repre- dicionalmente a la mujer dentro de las artes y con el que las artistas debían
sentan los distintos episodios de la marcha de Cristo hacia la cruz, constitu- negociar para acceder al reconocimiento. Como señala Adriana Armando:
yen verdaderos prodigios del arte popular. A pesar que hoy en día se tiene
la costumbre de resguardarlas para su exhibición, las ermitas son en esencia Los lazos que unieron a las mujeres con la naturaleza expresaban
efímeras; cobran valor especial únicamente en el contexto de la fiesta. De un orden binario, patriarcal y jerárquico que fijó un rango amplio de
la misma manera lo hacen las estructuras y arcos, bellamente decorados, a oposiciones abarcando atribuciones, capacidades y roles; entre esas
través de los cuales hace su entrada la imagen santa, y que son desarma- asignaciones la feminidad concebida como la naturaleza delicada y
dos al concluir la celebración. Sin embargo, la fiesta comienza mucho antes sensible de las mujeres, proyectó visiones esencialistas de gran arrai-
del Viernes Santo. Desde el Domingo de Ramos, numerosas de bandas go en el conjunto social y que, como no podía ser de otra manera,
de sikuris se congregan en Tumbaya y Tilcara para realizar, año tras año, las atravesó las obras de artistas tanto mujeres como varones.39
peregrinaciones en honor a la Virgen de Copacabana de Punta Corral. Estos
músicos, en su mayoría no profesionales, acompañan la larga y exigida pro- Sobre el final del artículo, Usandivaras vaticina un futuro promisorio
cesión a través de los cerros con el sonido de sus instrumentos de viento. para la artista a partir de su futuro viaje y aplaude la idea de “estudiar debida-
Si bien la zampoña fue siempre uno de los instrumentos característicos de mente al tipo autóctono y a nuestro paisaje más representativo” poniéndose
las festividades religiosas andinas,33 la inclusión de las bandas en la fiesta data en contacto con los verdaderos modelos que “es a lo que debe aspirar un
de 1930, siendo registradas por Carlos Vega recién en 1932.34 Hoy día cada artista que quiere pintar la verdad”.40 La decisión de recorrer el Noroeste
una de estas localidades realiza su propia peregrinación –con recorridos, argentino influyó notablemente en su carrera, convirtiéndolo en un motivo
destinos e imágenes diferenciadas–, no obstante, se trata de una división casi exclusivo de su obra y con el que participó en diversos certámenes en
reciente, producto de una disputa entre ambas. Desde 1917, la procesión Santa Fe, Rosario, Córdoba, Bahía Blanca y Mendoza, incluso obteniendo el
partía de Tumbaya hacia el santuario de Punta Corral y desde allí bajaba hasta Gran Premio de Pintura del Salón Femenino de Bellas Artes en 1941. Las
Tilcara para la celebración, ya que la primera carecía de sacerdote para el festividades y ferias, asociadas a la religiosidad local y las peregrinaciones a
oficio. Varios conflictos por la apropiación de la imagen y el destino final del través de los cerros le atrajeron particularmente, como lo demuestran las
recorrido produjeron el quiebre definitivo en 1972, año en que Tilcara dis- numerosas presentaciones que realizó al Salón Nacional sobre estos temas.
puso la creación de un nuevo santuario dentro de su propia jurisdicción y la Podría preguntarse si acaso la elección de los mismos constituyó una es-
adquisición de otra imagen de la Virgen de Copacabana.35 trategia de inserción dentro del campo artístico, relacionada con la función
La peregrinación hasta el santuario y el descenso hacia Tilcara apa- pedagógica que implicaban estas imágenes. Como muchas otras artistas de
rece numerosas veces en el Salón Nacional. Eloísa Dufour, por ejemplo, su época, Eloísa Dufour ejerció la docencia en paralelo a su actividad como
presenta en 1953 Hacia Punta Corral. En esta obra se muestra el ascenso de creadora y dedicó parte de su obra a la ilustración de libros y manuales es-
los peregrinos, algunos con sus instrumentos musicales. Los cerros, caminos colares, incluso escribió un apartado sobre la geografía de Jujuy en el Monitor
y las largas cañas de los erkenchos, aportan las diagonales que ordenan el de la Educación Común en 1936.41 Pareciera que a pesar de los numerosos
paisaje, mientras que las figuras en primer plano enmarcan la arquitectura reconocimientos y de su sostenida actuación en los Salones Nacionales, su
de una capilla que asoma en la parte inferior.36 Eloísa Dufour realizó nume- suerte no se tradujo de igual manera a un plano económico.42
rosos viajes al Noroeste argentino desde 1933. En ellos registró tanto el En 1941, la pintora y grabadora Lydia Rotondaro presentó al XXXI
paisaje como las costumbres en notas, acuarelas y óleos, varios de los cuales Salón Nacional de Bellas Artes una serie de aguafuertes, editada por La Pla-
presentó a los Salones Nacionales, en los que tuvo una actuación prolífica tina, que ilustra los textos de Joaquin V. González sobre la fiesta del Niño Al-
durante casi tres décadas. Antes de su primer viaje, la revista Nativa le dedica calde en La Rioja incluida en el libro Mis montañas. Esta celebración, llamada
una nota escrita por Julián Díaz Usandivaras en su sección “Arte Argentino”. hoy Tinkunaku, comienza todos los 31 de diciembre y se extiende durante
En ella se ensalzan las prometedoras cualidades de la pintora, aunque se la los primeros días de enero, razón por la cual el decir popular asegura que
acusa de una “falta de definición” en su obra, a la que perciben transitar entre “Es la única fiesta que dura dos años”.43 De origen jesuítico, ésta refiere a un

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episodio ocurrido en el siglo XVI en el cual un levantamiento indígena logró
ser sometido por los españoles mediante la intersección de la imagen del
Niño Jesús. Hebe Estrabou –realizadora audiovisual y directora del documen-
tal Tinkunaku: una historia en busca de su origen– afirma en una entrevista:

El Tinkunaco es una celebración de origen histórico–políti-


co ya que está basado en el alzamiento indígena de 1593 y su pos-
terior rendición ante los españoles. Años más tarde la orden jesuita
toma los elementos del hecho ocurrido y lo convierte en una cere-
monia religiosa, porque fue tan impactante, que había quedado la-
tente en la memoria colectiva de los habitantes. Es por eso que entre
los elementos rituales que forman parte de este culto se observan
los hispánicos y los indígenas conviviendo “naturalmente”. Este era el
modo evangelizador Jesuita, tomar símbolos de la cultura originaria
y transformarlos a símbolos de ritual católico, de este modo no era
tan brutal el cambio como en las otras órdenes. Estamos hablando
del origen mismo de la conquista de La Rioja que se convierte en una
celebración de fe tal cual la conocemos hoy. Es por esto que es tan
imbricada y tan apasionante desde el aspecto que lo mires.44

El inicio de la festividad está marcado por el encuentro frente a la


Casa de Gobierno de la imagen del Niño Jesús Alcalde y la de San Nicolás
de Bari. La primera es llevada desde la iglesia de San Francisco de Asís por
la cofradía de los Aillis, representantes de los indígenas, seguidos por los pá-
rrocos franciscanos, autoridades municipales y promesantes del Niño Jesús.
La segunda, en cambio, es conducida desde la Iglesia Catedral por el Alférez
Mayor de la cofradía de los Alféreces, representantes de los españoles, junto a
la jerarquía de todas las iglesias locales. En el clímax del encuentro, el Niño es
erigido como Alcalde del Mundo durante el tiempo de la fiesta, reconocido y
saludado por todas las autoridades, como relata Joaquín V. González:

El momento solemne llega: las dos procesiones se encuen-


tran delante del Cabildo de la ciudad, y se detienen para que el divi-
no Alcalde reciba la triple salutación de su general, del que acaudilló
en los tiempos de pruebas las huestes indígenas sometidas por el 11) Eloisa Dufour, Hacia Punta Corral, catálogo del XLIII SNBA, 1953.
poder de sus milagros. Las andas del Santo Patriarca se inclinan tres
veces delante del Niño, que ha quedado inmóvil, imponiendo silen-
cio a la multitud, con la faz risueña y los ojos serenos fijos en actitud
de bendición sobre su pueblo, el cual le adora de rodillas en aquel
mientras el Inca, que conduce la ceremonia, entona con un coro
de voces graves las estrofas del himno de alabanza, alusivas a aquel
punto del ritual.45
Dos de las cinco láminas expuestas en el catálogo (de un total de
siete) muestran a los gigantes, mencionados por J. V. González, formando
parte de la fiesta. Según el autor, estos personajes enmascarados cumplían un

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rol clownesco, semejante al de los diablillos y demás espíritus del carnaval,
bailando, asustando a los niños y molestando a los celebrantes. Su caracteri-
zación era exclusiva de aquellos que habían realizado una promesa al Santo,
evidenciando la importancia de estos gigantes dentro del contexto ritual, a
los que se les permitía, no solo acompañar las procesiones, sino también
ingresar a la misa. Para las últimas décadas del siglo XIX, momento en que se
escribe Mis montañas, esta práctica ya había desaparecido, consecuencia de
las numerosas prohibiciones ejercidas contra la festividad. Lydia Rotondaro
recupera del relato a estos constructos y los imagina como seres espectrales
sobresaliendo por encima de la multitud. Estas figuras, con un rostro apenas
esbozado y enseñando muecas de tristeza, tienen en ocasiones un parecido
asombroso con clowns y pierrots. La expresividad que la artista otorga a es-
tos muñecos contrasta enormemente con el vacío e inexpresivo semblante
de la multitud que, en las estampas, oficia los rituales cual si fueran autómatas.
Diversos sustratos identitarios se afirman, recrean y superponen
una y otra vez en estas fiestas. La Virgen de Copacabana tiende puentes en-
tre la religión católica y el universo sagrado indígena; así como también entre
la pertenencia a lo americano-andino, el ser nacional y la particularidad local.
Lo mismo sucede en la dramatización realizada durante el Tinkunaku, reme-
morando un hecho fundacional de la comunidad. Como señala Delgado:

La ejecución periódica de ritos serviría para que los in-


dividuos no perdiesen de vista todo aquello de que depende el
12) Lydia Rotondaro, El Niño grupo al que pertenecen: qué es, cuáles son sus valores, cuáles son
Alcalde, catálogo del XXXI
SNBA, 1941. sus fronteras, cuál es su naturaleza última…, todo lo cual aparece
transfigurado en ese drama sacro que es toda fiesta.46

Esta cualidad del momento festivo mutada en una concepción


esencialista de la identidad, podía ligarse eficientemente con las búsquedas
nacionalistas en el arte.

Ciclos agrarios, ciclos festivos


Algunas festividades se conectan en mayor o menor medida con
los ciclos agrarios y productivos así como con ciertos fenómenos naturales.
Esta conexión es particularmente visible en el mundo rural andino, donde
las prácticas rituales, la música y la danza autóctonas, son inseparables de
actividades como el cultivo de la papa y la producción del chuño, la marca-
ción de animales o los cambios de estación. Los ciclos festivos se distribuyen
a lo largo del año a través de las tres estaciones: jallu pacha, la estación;
juiphi pacha, la estación helada; y lapak pacha, el tiempo caluroso; estas dos
últimas conforman el awti pacha, el tiempo seco.47 La estación seca del awti
pacha abarca un gran número de celebraciones del santoral católico como
por ejemplo la Semana Santa, San Juan, San Pedro y San Pablo, San Santiago,
Santa Anita, Santa Rosa, entre otras. También durante esta época se realizan,
a principios de agosto, las corpachadas en honor a la Pachamama. El llamado

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“pago a la tierra” se efectúa el primero de agosto en uno de los momentos cosechado; durante dicha estación ocurren festividades de agradecimiento
más inciertos del calendario agrícola, cuando comienza la preparación de la que facilitan el intercambio de productos”.50 Por el contrario, el jallu pacha es
tierra y la siembra para el año siguiente. En las corpachadas se agradece a la una estación “asociada con la fertilidad y la feminidad; los rituales y las fiestas
Madre Tierra por todo lo brindado, se le pide permiso y se le da de comer llevadas a cabo durante esta época, que enfatizan el proceso de crecimiento
ofreciéndole libaciones de comidas, granos, bebidas y cigarros. A su vez, se y florecimiento de los sembradíos, terminan en los festejos de Anata/Pujllay/
le cantan coplas y se festeja –se la “alegra”– con el fin de que ella propicie un Carnaval, celebración de la precosecha”.51 Esta fertilidad refiere no solamente
buen año y abundancia en las cosechas. a los productos de la tierra, sino también a la fertilidad humana. Se trata de
Parte de la simbología referente al culto a la Pachamama es utilizada una época propicia para los juegos y competencias, para las danzas amatorias,
por Raul Bongiorno en el aguafuerte Recuerdos de la Pacha Mama (Jujuy). En la provocación y el coqueteo, así como el relajamiento de las normas sociales
este grabado, aparecen simultáneamente distintos momentos relacionados que distancian habitualmente a los sexos.
con la vivencia de lo sagrado, posiblemente atestiguados por el artista durante Además de una época de abundancia y regocijo, los meses que van
sus viajes al Noroeste. Se organiza a través de un eje vertical ocupado en su de noviembre a marzo tienen la particularidad de ser el tiempo del año en
parte central por cinco figuras femeninas orando o cantando alabanzas, cual
si estuvieran en la iglesia, pero con la particularidad de encontrarse dentro de
un gran hoyo abierto en la tierra. La apertura de un hueco en el suelo forma
parte del ritual de la corpachada, posibilita la comunión con la Pacha y se
equipara con una boca, a través de la cual se le da de comer, fumar y beber
a modo de ofrenda. La Virgen María se eleva como un espíritu protector
sobre las figuras centrales, que al juntar sus manos derrama su luz en forma
de triángulo. Esta configuración triangular se replica en la composición hasta
llegar al cerro que remata la estampa, equiparando la imagen cristiana con
los espíritus y divinidades quechua/aymaras. Alrededor del núcleo central,
siguiendo un recorrido circular, se suceden distintas escenas en relación a
la fiesta: algunas personas realizan una caminata, tal vez una procesión hacia
una iglesia que podría ser la de Santa Rosa de Lima en Purmamarca; dos
hombres llevan atado en unos palos un animal para ser consumido (una ima-
gen de sacrificio tal vez); una carpa improvisada sirve de escenario para el
baile; hombres y mujeres forman una ronda de coplas;48 músicos solitarios
suenan una caja y una erkencho, fabricado con la guampa de algún torito; una
pareja se aleja llevando una botella de bebida. En la parte inferior, un grupo
de personas sentadas en ronda parecieran conjurar todo lo que vemos en la
estampa, evocando imágenes o recuerdos, como si se tratara de un sueño o
un relato alrededor de una hoguera. 13) Raúl Bongiorno, Recuerdos de la Pacha Mama (Jujuy), catálogo del XXXVII SNBA, 1947.
Para Radek Sánchez Patzy,49 la celebración de la Pachamama funcio-
naría como un primer anticipo ritual del tiempo de verano, la estación lluviosa
que las fronteras que separan el mundo de los vivos con el de las ánimas se
que tiene su comienzo con la festividad de Todos los Santos; el invierno es-
vuelven lábiles, permitiendo el contacto con los espíritus sobrenaturales, las
taría relacionado exclusivamente con lo cristiano (a excepción de la fiesta de
almas de los difuntos y los seres del inframundo. En los ritos y festividades
la Pachamama), mientras que el verano lo haría con la fertilidad agropecuaria.
celebrados en dicha estación, existe una relación estrecha entre fertilidad/
Si bien reconocemos, como otros autores, las diferencias rituales entre las
muerte que resulta particularmente visible durante el carnaval, cuando los
distintas estaciones del año, una división tan tajante entre rituales cristianos/
diablos y espíritus del otro mundo se liberan trayendo consigo la fiesta, que
no cristianos simplifica por demás la enorme complejidad de elementos de
finaliza, dicho sea de paso, con un entierro.
diversos orígenes que se fueron resignificando a lo largo del tiempo en estas
El comienzo del ciclo ritual del jallu pacha está marcado por la fiesta
festividades.
de Todos los Santos y el Día de los Fieles Difuntos, comúnmente llamado
Evelin Sigl afirma que “el awti pacha se relaciona con el género
Día de los Muertos, el 1 y 2 de noviembre respectivamente. Estas celebra-
masculino, con la cosecha y con el procesamiento y almacenamiento de lo
ciones del calendario católico pueden encontrarse por toda América, con
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14) Gaspar Besares Soraire, Día de los Difuntos en Sumampa, catálogo del XIX SNBA, 1929.

15) Alfredo Gramajo Gutierrez, Un velorio de angelito, catálogo del XLIV SNBA, 1954.
16) Delia Otaola de Della Valle, La telesiada, catálogo del XXXVII SNBA, 1947.

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sus respectivas variantes, siendo la fiesta mexicana quizás la más conocida de Caras y Caretas, Plus Ultra y el diario El Liberal, de Santiago del Estero. En
todas. Según Krmpotic y Vargas, estas costumbres se enmarcan en una serie 1928 fue fundador y director de la revista Camuatí y presidente honorario de
de cuidados especiales hacia los difuntos que parten de una consideración la Asociación de Artistas Plásticos Argentinos. A través de sus obras plasmó
de la muerte distinta a “la acepción biológica propia de la cultura moderna las costumbres del interior de su provincia, entre ellas algunas de sus festivi-
occidental, sostenida en la negación del morir”.52 Como señalan las autoras: dades.
Si bien durante el Día de los Fieles Difuntos se suele honrar a todos
Del cuidado del difunto depende el cuidado de aquel ha- los muertos, los niños fallecidos a temprana edad tienen su propia fecha para
cia los vivos, en una comunicación y reciprocidad continua entre vi- ser rememorados en el Día de Todos los Santos.55 Esta diferenciación parte
vos y muertos. Intercambios de trabajo y amor, mediante ofrendas, de la creencia de que al morir los pequeños, lo hacen sin haber pecado –ya
regalos y visitas a las tumbas, conforman los recursos del cuidado. que aún no tienen discernimiento del bien y el mal–. De esta manera, as-
Reflejan ese conjunto de pequeños y sutiles actos, consientes en cienden directamente al cielo convertidos en “angelitos” que velarán por el
inconscientes, en los que se vuelcan sentimientos, acciones, cono- bien de la familia. Los velorios de los angelitos adquieren en ocasiones un
cimientos y tiempo, en un tiempo mundano, pero al mismo tiempo verdadero carácter festivo. El párvulo, sujeto a una sillita, preside la fiesta
sagrado y cíclico.53 vestido como un ángel con alitas de cartón. Se ofrendan bailes en su honor
y es costumbre no derramar lágrimas, ya que éstas podrían mojar sus alas
En la víspera del Día de los Muertos se espera la visita de las almas dificultando su entrada al paraíso.56 Así puede verse en la obra Un velorio de
a la casa de los deudos y se procura agasajarlas con comidas y bebidas, entre angelito, realizada por Alfredo Gramajo Gutiérrez y galardonada con el Gran
ellas la chicha, cuya preparación a través del fermento del maíz consume Premio de Honor “Ministerio de Educación” en 1954.
varios días y mucho trabajo. Suele prepararse una mesa abundante en la que Ofelia Espel ofrece una descripción del cuadro en la cual resalta su
se disponen los alimentos favoritos de los difuntos en vida y se confeccionan cualidad documental:
altares domésticos en los que se disponen las fotografías que recuerdan a los
muertos de la familia. Como indican Krmpotic y Vargas: Sobre una mesa cubierta con una manta tejida con dibujos
de colores, y sentado en una silla, está el angelito. Vestido de blanco
Las ofrendas permanecen en la mesa principal de las casas lleva una vincha y alitas. En la cintura le han atado un cordón. En
de los deudos y recién se levantan el día 2 de noviembre a medio- este cordón los asistentes hacen nudos, porque creen que cuando
día. Las ofrendas “que no comió el almita” son compartidas entre muere la persona que ha hecho el nudo su alma se apoya en éste
parientes, amigos y vecinos, quienes luego concurren al cemente- y el angelito la lleva al cielo.
rio a dejar flores, algunos panes en las tumbas, y a participar de las Dos arcos con flores de papel aplicadas se hallan a los cos-
misas que allí se celebran durante los dos últimos días.54 tados del angelito. Floreros y vasijas con flores están sobre la mesa
y, alrededor del niño muerto, velas encendidas ensartadas en cañas.
El pintor santiagueño Gaspar Besares Soraire retrató una de estas En el suelo, macetas con flores.
visitas al cementerio en el Día de los Difuntos en Sumampa. Esta obra de for- Las paredes de la casa son de adobe. Las sillas de madera
mato horizontal muestra a un grupo de personas dando sus respetos a los con asientos de cuero.
muertos en un paraje del interior de Santiago del Estero. Pueden observarse Las mujeres de más edad cubren sus cabezas con pañue-
distintos tipos de ofrendas que los deudos acercan a sus seres queridos, los de colores; las más jóvenes se peinan con trenzas.
familiares y amigos, que incluyen velas, alimentos y arreglos florales. Estos Junto al niño un hombre, posiblemente el padre, lee al-
cuidados y dedicaciones hacen que los cementerios en el Noroeste se llenen gunas oraciones, acompañado por un grupo de asistentes. Toda la
de color y de vida, abarrotados de coronas y flores, naturales o de papel. gente del lugar ha acudido al velorio. Las viejas conversan, o tal vez
Besares Soraire, nacido en el año 1900 en la localidad de La Banda en San- cuentan antiguas historias, mientras fuman y toman mate.
tiago del Estero, estudió en la Academia de Bellas Artes fundada por el artista En el ángulo superior izquierdo del cuadro, el baile. Mú-
español José María Reinares en Santa Fe, por la cual pasaron importantes sica de guitarra y arpa es bailada por una pareja. Junto al arpa, las
personalidades de la plástica santafesina como Enrique Estrada Bello, Agustín botijas llenas con las bebidas que se van a consumir en la fiesta.
Zapata Gollán y Ricardo Suspisiche. Luego se trasladó a Buenos Aires y Del techo cuelga un zarzo hecho con varas de caña, sobre
completó su formación en la Academia Nacional de Bellas, de la cual egresó el que se han colocado diversos objetos.57
como profesor de dibujo en 1917. Trabajó como ilustrador para las revistas

124 125
Sobre esta descripción resalta la importancia que tienen las flores y cional de Dibujo en 1935. Estudió las técnicas del grabado con Pío Collivadi-
los textiles durante el rito fúnebre, en particular el cordón sujeto a la cintura no, Rodolfo Franco y Cata Mortola de Bianchi y aprendió la cerámica de José
del infante, confeccionado especialmente para la ocasión, como lo demues- de Bikandi. Se dedicó a la docencia en escuelas primarias y de adultos e in-
tran los testimonios recogidos por Maricel Pelegrin en la localidad de Barrial cursionó en la ilustración. Es muy probable que estampas como Bailecito y La
Alto en Santiago del Estero.58 Resulta más que probable que algunos de sus telesiada fueran realizadas con un fin pedagógico y hayan acompañado alguna
hilos, incluso el mismo cordón, hayan sido torcidos en sentido contrario a publicación dedicada a la enseñanza de folklore, a las costumbres regionales
las agujas del reloj, lo que se conoce como hilado zurdo o lloq’e. El hilado o a la geografía argentina. Puede ser que Delia Otaola haya construido estas
lloq’e es reservado para aplicaciones mágicas y protectoras, siendo común su aguafuertes según estereotipos en circulación y tomado como modelo otras
utilización en contextos funerarios.59 representaciones sobre la vida en el Noroeste, sin haber viajado y observado
El poder milagroso de algunos angelitos perdura en leyendas, ca- de primera mano sus motivos. Este procedimiento no resultaba extraño en
nonizados por el sentir popular. Tal es el caso de La Telesita, en Santiago del la época. José León Pagano describió un proceso similar en la construcción
Estero: de las obras norteñas que el pintor Abel Laurens elaboró a fines de los años
20.62 De esta manera se explicaría la trasposición de un culto popular difun-
Cuenta la leyenda popular, Telésfora Castillo –más cono- dido con exclusividad en el monte santiagueño, como el de la Telesita, a un
cida por el nombre de la Telesita– fue una niña que, abandonada escenario de valles y quebradas.
por sus padres, se crió en el monte lejos de todo contacto humano.
Se dice que solo se dejaba ver cuando, en días de fiesta, escucha- Un carnaval y muchos carnavales en el Noroeste Argentino
ba el sonido del bombo legüero y le daba por bailar. Cuando fue El ciclo ritual de la estación lluviosa concluye en el carnaval. La for-
descubierto su cuerpo carbonizado, la tradición exaltó su existencia ma actual de esta festividad proviene de la Europa de la Edad Media y se lleva
inocente y determinó que, al haber muerto en estado de gracia, “la a cabo en una fecha variable, los días que anteceden a la Cuaresma en el
Tele” se había transformado en un espíritu capaz de interceder por calendario cristiano. A pesar que presenta variantes y particularidades según
cualquier cuestión ante Dios.60 el lugar donde se lo celebra, todos los casos comparten rasgos comunes
como pueden ser las inversiones, la suspensión de jerarquías y una cierta
Se invoca su nombre especialmente para sanar enfermedades, en libertad moral y sexual, entre otros. El carnaval es uno y son muchos. Detrás
épocas de sequía o ante la pérdida de algún animalito. El ritual obliga al pro- de sus máscaras y disfraces, antiguos dioses caminan por la tierra; siempre
mesante a organizar una gran fiesta con música que dure toda la noche, jóvenes, nacen y mueren cada año. Como indica Avenburg: “En el Noroeste
abundante en comida y bebida. Como ofrenda a la Telesita, debe bailar un Argentino, esta festividad de origen europeo se articuló con rituales agrarios
total de siete chacareras seguidas, cada una acompañada de la ingesta de destinados a homenajear, agradecer y pedir a la Pachamama”.63 Se corres-
caña o aguardiente.61 Estas fiestas, conocidas como “telesiadas”, han tenido ponde con el tiempo de la anata o pujllay, palabras que en lengua aymara y
su lugar en los Salones a través de un aguafuerte presentado por Delia Otao- quechua, respectivamente, se utilizan para nombrar al juego.
la de Della Valle en 1947. La escena de baile comparte lugares comunes con Entre las principales actividades que se desarrollan en la región du-
otras representaciones de danzas folklóricas de la época, en la que los baila- rante el carnaval se encuentran las copleadas. Estas formas de canto comuni-
rines junto a los músicos ocupan una franja horizontal en la zona central de tario o “habla colectiva”, como les llama María Eduarda Mirande,64 pertene-
la estampa. Sin embargo, la imagen de la niña en la parte superior, pareciera cen al género de la baguala. Estas consisten en la interpretación de una serie
remitir al arte popular de los exvotos pintados en los que suele aparecer la fi- de cuartetas octosilábicas sobre una base musical de escala tritónica. Siempre
gura santa a la que se pide intersección. También llama la atención que ningún ligadas a la ritualidad popular, las coplas acompañan la vida ceremonial de los
elemento de la obra hace referencia a Santiago del Estero, provincia en la habitantes de los montes, valles y quebradas de todo el Noroeste argentino.
cual se llevan a cabo estos rituales. Ni el paisaje con sus cerros y cardones, ni Avenburg señala que:
los personajes y sus atuendos, ni la coreografía de los bailarines ni los instru-
mentos de los músicos. De no ser por el título y la niña flotando en el cielo, Las coplas se cantan en ronda, muchas veces tomados
tranquilamente podríamos confundir la escena con un carnavalito en Jujuy. de la mano, entonadas en conjunto y siguiendo la letra que alguien
Más aún, la semejanza con Bailecito, un conjunto de tres grabados presenta- inicia; la misma ya es conocida o, en caso contrario, tras escucharla
dos en el Salón Nacional de 1942, indicaría la pertenencia a una misma serie. se la continúa dado que se repiten sus dos estrofas.65
Delia Otaola nació en Buenos Aires en 1916 y egresó de la Escuela
Nacional de Bellas Artes Prilidiano Pueyrredón con el título de Profesora Na- La ronda gira lentamente y los participantes pierden la noción del

126 127
tiempo “cantando y bebiendo a lo largo de la tarde y la noche hasta el agota- una mujer y un hombre en contrapunto. Haciendo gala de la destreza para
miento”.66 La palabra va y viene, de una boca a la otra, juega y se libera de las la improvisación y el humor, estos enfrentamientos suelen adquirir atrevidos
ataduras de la vida ordinaria. Tanto hombres como mujeres participan de las tintes picarescos.
rondas, pero son ellas las que ejercen el mayor protagonismo. Además, de En el Salón de 1947, Armando Jorge Díaz Arduino dedica un linogra-
acuerdo a Mirande: bado a la fiesta de la Chaya riojana. Este carnaval es gobernado por el espíritu
alegre y bromista del Pujllay, que se manifiesta en la forma de un muñeco se-
(…) hombres y mujeres realizan un tránsito diferenciado mejante a un espantapájaros. Bajo su reinado los rostros se cubren de harina
por el espacio-texto de la fiesta. y el olor a albahaca que perfuma el aire ahuyenta los malos augurios y atrae
Ambos comparten un mismo universo de coplas tradicio- el amor. Challar es dar de beber a la tierra, alegrarla para que conceda buena
nales, pero en ese conjunto existen cantos propiamente femeninos fortuna. Se challa la tierra y se challan también los cuerpos, empapados bajo
que dan cuenta de cómo la mujer vive su propia experiencia carna- el sol del verano. El carnaval en la Rioja se caracteriza por sus topamientos o
valera y cómo la resignifica desde su/s lugar/es social/es.67 coronaciones en las cuales mujeres y hombres se enfrentan debajo de un arco
cantando coplas y vidalas, tirándose harina e intercambiando coronas flores y
Para la autora, el relato manifiesto por las cantoras forma parte de ramilletes de albahaca. Debajo del arco, el afecto une a “compadres” y “coma-
un contradiscurso femenino, posible a partir de la liberación transitoria de la dres” en la ceremonia del bautismo de la guagua. Este pequeño muñeco de
fiesta, la fuerza del colectivo y la alteración de la conciencia a través del con- masa cocida entrelaza los destinos de sus padrinos, que reciben la bendición
sumo de alcohol.68 de algún “cura” autoproclamado y de los traviesos duendes del carnaval. En
La coronación (carnaval en Anillaco), Díaz Arduino recoge el momento en el
que se consolida una de estas parejas: ella sostiene la guagua y el ofrece una
corona. La estampa repite el formato vertical de Procesión y comparte muchas
de sus características, cómo los diversos puntos de vista y el tratamiento ex-
presionista. Puestas a la par, estas obras invitan a una lectura compartida en la
que los aspectos sagrados y profanos de la fiesta aparecen como dos caras de
una misma moneda. Además de Procesión y Coronación, Díaz Arduino trabajó
el motivo de la fiesta en un conjunto de tres linóleos titulado Carnaval en Las
Mojarras (Catamarca – Valles Calchaquíes) que envió al Salón de 1946. Una
de las estampas exhibe un particular grupo de personajes que aparecieron con
frecuencia en varias obras de la década del 40. Se trata de las comparsas de
indios de carnaval que, según afirma Pérez Bugallo,69 surgieron a finales de los
años 20 de los intercambios culturales entre migrantes de diversas provincias,
desplazados de sus lugares de origen como consecuencia del empleo golon-
drina en trabajos estacionales como la zafra. Los vínculos entre santiagueños,
catamarqueños, jujeños e indígenas de la zona del chaco dieron forma a estas
agrupaciones que cantaban vidalas y vestían adornos plumarios inspirados en
17) Raul Bongiorno, Carnaval en Purmamarca, catálogo del XXVIII SNBA, 1938. los trajes festivos de las comunidades chaqueñas. El cine norteamericano, a
través del western y sus estereotipos, fue otra de las influencias que dejó su
Raúl Bongiorno retrató las rondas de copla en el grabado Carnaval marca en la confección del vestuario y los nombres de algunas comparsas
en Purmamarca presentado en 1938. Éste fue uno de varios artistas platenses, –como “Los Pieles Rojas”, “Los Siux” y “Los Águila Blanca”– que supieron
destacados grabadores, que en la década del 30 peregrinaron hacia la zona presentarse en los carnavales salteños.70
andina en búsqueda de motivos artísticos, como también lo hicieron Francis- Quizá la obra más conocida que ha retratado a estos personajes sea
co de Santo y Miguel Elgarte. La escena en cuestión muestra a los diversos Indios del carnaval de Simoca, tríptico que Alfredo Gramajo Gutiérrez presentó
personajes festejando en las inmediaciones de lo que parece ser el cabildo de en el Salón Nacional de Santa Fe en 1942. No obstante, fueron un motivo
Purmamarca, ubicado frente a la plaza central del poblado. Detrás aparece la bastante recurrente en los envíos sobre el carnaval durante toda la década de
vista de la histórica iglesia de Santa Rosa de Lima, levantada en 1648, impo- 1940. Aparecen también en las obras Carnavalito en el valle, de Antonio Oso-
sible de apreciar desde esa perspectiva. Al interior de la ronda se enfrentan rio Luque, y Preparativos de carnaval, de Luis Caputo Demarco, entre otros.

128 129
La obra de Caputo Demarco retrata, sentado sobre una forma cúbica, a un
niño vestido con un poncho sosteniendo una pequeña guitarra de juguete.
A su alrededor se exhiben una variedad de máscaras colgadas de la pared.
Escondido, detrás y a su izquierda, se asoma un personaje caracterizado
de diablo soplando una corneta. En el piso, del lado contrario, se apoyan
dos elementos característicos de las comparsas de indios: la caja para inter-
pretar las vidalas y la flecha que formaba parte de su indumentaria. Una de
las tradiciones de estas comparsas consistía en la realización de combates,
también llamados encuentros, mediante las cuales se dirimían disputas con
otras comparsas originadas por la violación de fronteras territoriales. Estas
contiendas tomaban la forma de contrapuntos musicales, en los cuales el
ganador se quedaba con la recaudación obtenida por el otro bando durante
el “chirolaje”: recorridos serenateros mediante los cuales se conseguían fon-
dos para financiar la vestimenta de los integrantes. En no pocas ocasiones,
los encuentros pasaban a la violencia física, no sin mediar un rígido protocolo
ceremonial:

Cuando se decidían por el combate, las comparsas de-


sarrollaban una auténtica ceremonia bélica. En primer lugar, se co-
locaban una a la par de la otra, de modo que los “orilleros” de
cada grupo quedaran, al girar noventa grados, frente a frente. Se
trazaba en el suelo una línea divisoria entre ambos campos –fron-
tera simbólica similar a la del conocido desafío infantil de “pisar la
raya”– mientras ambos grupos emprendían una hostil gritería para
amedrentar al contrario.71

Estas escaramuzas, como otros tantos aspectos conflictivos de los


carnavales, quedaron completamente ausentes de las representaciones en
las obras del Salón Nacional. En ellas, primó una imagen armónica de las
celebraciones centradas en las cualidades homogeneizadoras de toda fiesta,
su capacidad de formar comunidad y de apuntalar una memoria colectiva.
Por último, no podemos dejar de mencionar a uno de los protago-
nistas de los carnavales en la Quebrada de Humahuaca y también de varias
obras del Salón Nacional. Nos referimos al diablo del carnaval, el espíritu
alegre que mueve los cuerpos y los hace bailar; infunde amor, lujuria y tam-
bién olvidos. Olvido de los pesares y ataduras de la vida diaria, de los miedos
y vergüenzas, olvido de sí:

¿Dónde era que yo vivía?


¿Mi caballo dónde está?
¿Seré casado, soltero?
¡Qué me has hecho, carnaval!72

18) Díaz Arduino, Armando Jorge, La coronación (Carnaval en


Costa y Karasik73 advierten que el origen de este personaje se en- Anillaco), catálogo del XXXVII SNBA, 1947.
cuentra en la homologación por parte de los colonizadores españoles de la

130 131
figura del Supay andino y de formas heredadas de los autos sacramentales
medievales, como las danzas de Moros y Cristianos. En los diferentes pueblos
de la Quebrada, los diablos se organizan a través de comparsas. Cada una
de ellas posee un mojón ubicado en los márgenes del pueblo, generalmente
en algún cerro o a orillas del río. Los mojones son construcciones de piedra
semejante a las apachetas vinculadas al culto a la Pachamama y, como éstas,
funcionan como nexo con las divinidades. De esta manera, como señalan
Costa y Karasik: “el mojón no es solamente un espacio donde moran seres
sobrenaturales, es también un conducto, una vía de comunicación con otros
mundos, fundamentalmente con el mundo de abajo”.74 El sábado de carnaval
estos montículos se convierten en el centro del ritual. Luego de challarlo y
ofrendarlo con coca, cigarrillos y serpentinas, se procede a desenterrar al
diablo (y con él al carnaval) en la forma de un pequeño muñeco de trapo. Esa
es la señal para que dé comienzo la fiesta y los diablos, escondidos hasta ese 20) Rodolfo Cascales, Terminó el carnaval, catálogo del XLVI SNBA, 1956, Museo
momento, se muestren a la multitud desatando la euforia y la alegría. de Bellas Artes Benito Quinquela Martín.

Si bien el carnaval culmina el miércoles de ceniza, la fiesta en la


Quebrada de Humahuaca se prolonga hasta el domingo siguiente. A esta 1933, recién en 1952 comenzó a participar del Salón Nacional.
fecha se la conoce como “carnaval chico” o “tentación” y marca el momen- El entierro del carnaval cierra la brecha abierta hacia el universo
to en que, entre lágrimas, se devuelve el carnaval a la tierra culminando el sagrado y restituye el orden y la estructura suspendidos momentáneamente
ciclo festivo. La obra de Rodolfo Cascales, Terminó el carnaval –galardonada durante la celebración. Al finalizar la celebración todo seguirá igual, nada en
en el Salón de 1956 con el Premio Quinquela Martín– es una de las tantas el fondo habrá cambiado demasiado. Sin embargo, por un breve instante, la
que ilustraron esta ceremonia. El óleo de formato apaisado, resuelto con fiesta permitió a la gente habitar la experiencia de otro mundo posible. Al final
una factura sintética aun deudora de estéticas residuales, plantea una escena de la jornada, suelen cantarse estos versos acompañando el latir de las cajas:
teñida por la imaginación en la cual los disfrazados se transfiguran en verda-
deros espíritus del inframundo, oficiantes de ancestrales rituales herméticos. Ya se ha muerto el carnaval,
Cascales, nacido en Argentina, tuvo una formación en la Academia de Bellas ya lo llevan a enterrar.
Artes de Sevilla y ejerció como docente en la misma después de graduarse Echenlé poquita tierra,
como profesor de pintura en 1930. Si bien retornó a su país de origen en que se vuelva a levantar.75

El carnaval se ha ido con la promesa y la esperanza de volver, siem-


pre verde, en un eterno retorno. Porque, a fin de cuentas, la fiesta debe ser
así de simple, como alguna vez la describió Roland Barthes: “La fiesta es lo
que se espera”.76

Notas
*
Centro de Investigaciones del Arte Argentino y Latinoamericano, Universidad
Nacional de Rosario.
1
Coluccio, Félix, Cultos y canonizaciones populares de Argentina, Buenos
Aires, Ediciones del Sol, 1994, pp. 158-159.
2
Durkheim, Emile, Las formas elementales de la vida religiosa, Buenos Aires,
Schiappire, 1968, p. 41.
3
Ibíd., p. 44.
19) Luis Caputo Demarco,
4
Eliade, Mircea, Lo sagrado y lo profano, Madrid, Guadarrama, 1981, p. 12.
Preparativo de carnaval, 5
“El hombre de las sociedades arcaicas tiene tendencia a vivir lo más posible
catálogo del XXXV SNBA,
1945. en lo sagrado o en la intimidad de los objetos consagrados. Esta tendencia
132 133
es comprensible: para los «primitivos» como para el hombre de todas las estas y otras metas colectivas, hace que la communitas existencial original sea
sociedades pre-modernas, lo sagrado equivale a la potencia y, en definitiva, organizada en un sistema social perdurable. La tercera es la “ideológica”,
a la realidad por excelencia”. Ibíd., p.11. “una etiqueta aplicable a una variedad de modelos o anteproyectos utópicos
6
Santiago García, José Antonio, “El proceso de secularización. Apuntes sobre de sociedades consideradas por sus autores ejemplares o proveedoras de
el cambio histórico de la religión a la ciencia”, en Revista Internacional de las condiciones óptimas para la communitas existencial.”
Sociología, tercera época, n° 31, Madrid, CSIC, 2002, p.61, disponible en: 13
Da Matta, Roberto, op. cit., pp. 74-82.
http://revintsociologia.revistas.csic.es/index.php/revintsociologia/article/vie 14
Ibíd., p. 76.
w/705/1288 15
Amigo, Roberto, “El arte español en la Argentina, entre el mercado y la
7
Ibíd., p. 62. política”, en Artundo, Patricia (Org.), El arte español en la Argentina. 1890-
8
Siguiendo a Diana Wechsler y Marta Penhos, diversas estrategias debieron 1960, Buenos Aires, Fundación Espigas, 2006, p. 28.
ponerse en juego para hacer frente y neutralizar la heterogeneidad social 16
Wechsler, Diana, “Impacto y matices de una modernidad en los márgenes.
producto de la acelerada inmigración que fue poblando el país y transformó Las artes plásticas entre 1920 y 1945”, en Burucúa, José Emilio (director
la vida en las ciudades, principalmente en Buenos Aires y el Litoral. Entre de tomo), Nueva Historia Argentina. Arte Sociedad y política, vol. I, Buenos
éstas, la creación de instituciones y dispositivos político-culturales que se Aires, Sudamericana, 1999, p. 280.
encargaron de distribuir los principios de una identidad nacional. Dentro 17
Da Matta, Roberto, op. cit.
de estas instituciones, el Salón Nacional cumplió con el objetivo de crear 18
Pacheco, Marcelo, Miguel Burgoa Videla: invenciones modernas, San Juan,
una tradición académica “(...) que es el resultado de un proceso activo e Museo Provincial de Bellas Artes Franklin Rawson, 2016, p. 33.
intenso de selección de artistas, obras, modalidades expresivas (…)” así 19
Ibíd., pp. 49-50.
como de un variado repertorio iconográfico que incluía, por supuesto, 20
Ibíd., p. 52.
tanto imágenes del paisaje nacional como de los tipos y costumbres de sus 21
Dolinko, Silvia, “Impresiones sociales. Una lectura sobre la tradición del
habitantes. Penhos, Marta y Wechsler, Diana, “Introducción” en Tras los grabado en la Argentina”, en Separata, año 10, n° 15, Rosario, CIAAL-UNR,
pasos de la norma. Salones Nacionales de Bellas Artes (1911-1989), Buenos 2010, p. 21.
Aires, Ediciones del Jilguero, 1999, p. 8. 22
Ibíd.
9
Roberto Da Matta señala que, mientras que el foco de las festividades 23
Ricardo Sívori, fundador del grupo Síntesis fue otro de los estudiantes
cívicas está puesto en las autoridades y las fuerzas militares y el del carnaval de Cecilia Markovich. Durante los años 50, el rosarino desarrolló junto a
recae sobre el pueblo llano, las festividades religiosas cumplen un papel los alumnos de su taller una “síntesis plástico realista” que consistía en la
homogeneizador y neutralizador de conflictos, ya que los diferentes actores búsqueda de un “equilibrio entre realidad objetiva y subjetivismo artístico”.
sociales quedan igualados simbólicamente bajo la autoridad de la imagen En: Fantoni, Guillermo, La diversidad de lo moderno: arte de Rosario en los
santa. Da Matta, Roberto, Carnaval, Malandros y Héroes. Hacia una sociología años 50, Buenos Aires, Fundación OSDE, 2011, pp.16-17. La influencia
del dilema brasileño, México D.F., Fondo de Cultura Económica, 2002, pp. de la escultora es notoria en esta etapa de su producción y su propuesta
80-81. plástica coincide con la que simultáneamente desarrolló Martha Gavensky
10
La violencia, tanto real como simbólica, muchas veces presente en en Buenos Aires.
festividades como el carnaval, quedaba excluida también de estas imágenes. 24
Los otros dos fueron Fernando López Anaya y Liliana Porter.
Tal es el caso de los “encuentros” de las comparsas de indios en los carnavales 25
Silvia Dolinko sostiene a propósito: “Relacionado con diversos proyectos
del Noroeste argentino. Estas competencias terminaban frecuentemente en de redefinición de políticas artístico-culturales e institucionales, el grabado
episodios de violencia física. obtuvo un nuevo estatuto a partir de una nueva legitimidad y autonomía,
11
Homobono Martínez, José Ignacio, “Fiesta, ritual y símbolo: epifanías de las entendida esta última tanto desde su sentido modernista de una
identidades”, en Zainak, n° 26, 2004, p. 34. autorreferencialidad en las formas y recursos plásticos como también por
12
Turner, Victor, “El centro está afuera. La jornada del peregrino”, en su independencia respecto de la tradición del grabado de ilustración. A fines
Maguaré, n° 23, Bogotá, Universidad Nacional de Colombia, 2009, p. de los años cincuenta, con la incorporación de otras técnicas y poéticas, se
20.Turner distingue en ese trabajo tres tipos de comunnitas , la primera es la generó un proceso de modernización y autonomización del discurso gráfico
“existencial o espontánea”, de la cual tomamos la definición. La segunda es la que lo colocó en una mejor posición para la apreciación y validación general
“normativa”, “donde (bajo la influencia del tiempo) la necesidad de movilizar de esta disciplina.” Dolinko, Silvia, Arte plural: El grabado entre la tradición y
y organizar recursos para mantener vivos y prósperos a los miembros de la experimentación, 1955-1973, Buenos Aires, Edhasa, 2012, p. 15.
un grupo, y de ejercer control social entre aquellos miembros en busca de 26
Es importante señalar que las imágenes veneradas en los misachicos son

134 135
propiedad de una familia y no pertenecen en sí a la iglesia. El carácter privado Buenos Aires véase Glusman, Georgina, Trazos invisibles. Mujeres artistas en
de estas figuras se vuelve en parte permeable durante las celebraciones, Buenos Aires (1890-1923), Buenos Aires, Biblos, 2016.
pudiendo ser socializado entre los devotos. 40
Díaz Usandivaras, Julián, op. cit.
27
Op. cit., p. 113. 41
Dufour, Eloísa, “Impresiones de viaje: Jujuy”, en Monitor de la Educación
28
Ibíd., p. 114. Común, año 55, n° 764, Buenos Aires, Consejo Nacional de Educación,
29
Una cuestión que resulta sugestiva es que varias de estas obras se relacionan agosto de 1936, pp. 62-69, disponible en http://repositorio.educacion.
con fiestas en una clave intimista: Esperando el coche para el corso (SNBA gov.ar:8080/dspace/handle/123456789/97986
1938); Después de la romería (SNBA 1939); Hermanos disfrazados (SNBA 42
En una visita al Estudio Museo Ramoneda en Humahuaca pude ver un
1940); En la granja día Domingo (SNBA 1942). pequeño paisaje firmado por Eloísa Dufour. Al preguntar por la obra, Luis
30
Amigo, Roberto, “La hora americana 1910-1950. Del indianismo al Ramoneda me confió que fue adquirida en una subasta que organizaron
indigenismo”, en Amigo, Roberto y Petrina, Alberto, La hora americana algunas amistades de la pintora (entre las que se encontraban el padre de
1910-1950, Buenos Aires, Asociación Amigos del Museo Nacional de Luis, Francisco Ramoneda, y Benito Quinquela Martín) como gesto solidario
Bellas Artes, 2014, p. 38. ante la mala situación que atravesaba su amiga.
31
Fasce, Pablo, El noroeste y la institucionalización de las artes en Argentina: 43
S/A, “Histórica celebración en La Rioja: Angelelli es un beato de su
tránsitos, diálogos y tensiones entre región y nación (1910-1955) [tesis doctoral] pueblo”, en El Diario, Villa María, 28.04.2019. Disponible en https://www.
Baldasarre, María Isabel (dir.), Universidad Nacional de San Martín, 2017, p. eldiariocba.com.ar/locales/2019/4/28/historica-celebracion-en-la-rioja-
28, disponible en https://ri.conicet.gov.ar/bitstream/handle/11336/82898/ angelelli-es-un-beato-de-su-pueblo-6685.html
CONICET_Digital_Nro.0bc6f8d9-803c-41ad-86d7-1239b9408073_A. 44
S/A, Tinkunaco: conocé la ceremonia popular que cruza política, historia y
pdf?sequence=2&isAllowed=y religión, Buenos Aires, Ministerio de Cultura Argentina, S/F, p. 6, disponible
32
Fantoni, Guillermo, La luz en la tormenta: arte moderno entre dos guerras, en https://www.cultura.gob.ar/conoce-que-es-el-tinkunaco-8655/
Santa Fe, Ministerio de Innovación y Cultura/Museo Provincial de Bellas 45
González, Joaquín V., Mis montañas, Biblioteca Virtual Universal, 2003, p.
Artes “Rosa Galisteo de Rodriguez”, 2017, p. 19. 31, disponible en https://biblioteca.org.ar/libros/71090.pdf
33
“Estas sikuriadas toman importancia en esta celebración, porque también 46
Delgado, Manuel, “Tiempo e identidad. La representación festiva de la
forman parte de la religiosidad del momento como expresión de todo un comunidad y sus ritmos”, en Zanak, n° 26, 2004, p. 83.
pueblo; marcan el inicio del ciclo del calendario religioso de Tilcara, que 47
Sigl, Eveline, “Erotismo, sexualidad y humor en las danzas del altiplano
va desde la Semana Santa hasta la fiesta de la Candelaria que se celebra el boliviano”, en Maguaré, vol. 26, n° 2, Bogotá, Universidad Nacional de
2 de febrero. El único momento del año que no hay presencia de sikuris Colombia, 2012, pp. 54-55.
es durante el mes de enero”. Picconi, María Lina, Sikus, Virgen y Cerro. 48
Este mismo grupo aparece en un grabado presentado al Salón de 1938,
Una etnografía de la festividad de Semana Santa en el Noroeste Argentino, Carnaval en Purmarca, que analizaremos más adelante.
Cordoba, edición del autor, 2009, p. 33. N. del A.: Al mes de enero y en 49
Sánchez Patzy, Radek. “Hacia un nuevo panorama sonoro y musical de la
especial al carnaval, le corresponde una instrumentalización distinta según la Quebrada de Humahuaca y los valles de altura de Jujuy. Reflexiones desde
tradición festiva andina. Los vientos que se utilizan durante estas fechas son la antropología social”, en Normando Cruz, Enrique (comp.), Carnavales,
unas flautas de madera conocidas como Anatas. fiestas y ferias en el mundo andino de la Argentina, Salta, Purmamarka
34
Ibíd. Ediciones, 2010, p. 192.
35
Costilla, Julia, “La celebración de la Virgen de Copacabana en la Quebrada 50
Sigl, Eveline, op. cit.
de Humahuaca: historia y religiosidad local entre Tumbaya y Tilcara (1835- 51
Ibíd.
2009)”, en Normando Cruz, Enrique (ed.), Carnavales, fiestas y ferias en el 52
Krmpotic, Claudia y Vargas, Amalia, “El día de los muertos y el cuidado del
mundo andino de la Argentina, Salta, Purmamarka Ediciones, 2010, p. 276. espíritu en el noroeste argentino”, en CUHSO. Cultura-hombre-sociedad,
36
Posiblemente se trate de la iglesia de Nuestra Señora de Dolores en vol. 28, n°2, diciembre 2018, p. 228.
Tumbaya, aunque no se logra distinguir en la reproducción. 53
Ibíd.
37
Díaz Usandivaras, Julián, “La pintora Eloísa Dufour”, en Nativa, año 10, n° 54
Ibíd., p. 239.
114, 1933, p. 19. 55
Bondar C., “Muerte, ritualización y memoria. Imágenes sobre la (re)
38
Ibíd. memoración de los angelitos. Corrientes. Argentina”, en Corpus. Archivos
39
Armando, Adriana, La naturaleza de las mujeres: artistas rosarinas entre virtuales de la alteridad americana, vol. 2, n° 1, 2012, p. 6.
1910 y 2010, Buenos Aires, Fundación OSDE, 2010, p. 4. Para el caso de 56
Espel, Ofelia, “El pintor argentino Alfredo Gramajo Gutiérrez. Valor

136 137
documental de su obra desde el punto de vista folklórico”, en Cuadernos del 75
Castilla, Manuel, “Desentierro del carnaval”, en Manuel J. Castilla, obras
Instituto Nacional de Investigaciones Folklóricas, n° 2, Buenos Aires, Ministerio completas, Buenos Aires, Eudeba, 2015, p. 354.
de Educación y Justicia, 1961, p. 89. 76
Barthes, Roland, Fragmentos de un discurso amoroso, Madrid, Siglo XXI,
57
Ibíd., pp. 89-90. 1993, p. 103.
58
“(…) Después un hilo colorado, hilado, teñido, hilo que lo hacemos
nosotros, se lo ata un cordón en la cinturita, a veces, aquí en el cuellito, como
una bufanda ¿vio?. Se le pone así todo el que quiera. Dicen qie eso es para Cómo citar este artículo:
que algún día, cuando nosotros nos morimos, ese bebé, ese ángel venga y Rondano, Luciano, “Entre lo sagrado y lo profano: fiestas populares en los
nos encuentre, entonces que nosotros, que nosotros nos agarramos detrás Salones Nacionales de Bellas Artes, 1911-1960”, en Separata «Creencias
de ese nudo que hicimos y llegamos al cielo.” Pelegrin, Maricel, “Desde el y devociones, festividades y costumbres», año XVIII, nº 27, Rosario, CIAAL/
Mediterráneo a tierras de quebrachos. El Vetlatori del Albaet en Valencia y UNR, diciembre de 2020, pp. 97-139, URL: http://ciaal-unr.blogspot.com/
su correlato en el Velorio del Angelito en Santiago del Estero, Argentina”, en
Espéculo: Revista de Estudios Literarios, n° 30, 2005, p. 8.
59
Con variaciones en sus colores, puede encontrarse la utilización de hilos
lloq’e en práticas funerarias dedicadas a personas adultas. Hopkins, Cecilia,
Tincunacu: teatralidad y celebración popular en el noroeste argentino, Buenos
Aires, Instituto Nacional del Teatro, 2008, pp. 219.
60
Ibid., p. 220.
61
Coluccio, Félix, op. cit., p. 25.
62
Pagano, José León, Historia del arte argentino. Desde los aborígenes hasta el
momento actual, Buenos Aires, L’Amateur, 1944, p. 405.
63
Avenburg, Karen, “Comidas y copleadas. Reflexiones en torno al carnaval
iruyano (Salta – Argentina)” en Normando Cruz, Enrique (ed.), Carnavales,
fiestas y ferias en el mundo andino de la Argentina, Salta, Purmamarka
ediciones, 2010, p. 18.
64
Mirande, Maria Eduarda, “Larguenmé p’al carnaval… Borrachera, coplas y
contradiscurso femenino en el carnaval quebradeño”, en Normando Cruz,
Enrique (ed.), Carnavales, fiestas y ferias en el mundo andino de la Argentina,
Salta, Purmamarka ediciones, 2010, p. 151.
65
Avenburg, Karen, op. cit. p. 28.
66
Ibid.
67
Ibid. p. 162.
68
Ibid., pp. 162-163.
69
Pérez Bugallo, Ruben, “El Carnaval de los ‘Indios’. Una advertencia sobre
el conflicto social”, en Cuadernos del Instituto Nacional de Antropología y
Pensamiento Latinoamericano, n° 14, 1992-93, p. 97.
70
Ibíd., pp. 98-99.
71
Ibíd., p. 102.
72
Pérez, Miguel Ángel (comp.), El cantar del carnaval, Buenos Aires, Instituto
Movilizador de Fondos Cooperativos, 2004, p. 30.
73
Costa, Mercedes y Karasik, Gabriela, “¿Supay o diablo? El carnaval en la
Quebrada de Humahuaca (Provincia de Jujuy, Argentina)”, en Normando
Cruz, Enrique (ed.), Carnavales, fiestas y ferias en el mundo andino de la
Argentina, op. cit., p. 49.
74
Ibíd., p. 50.

138 139
Adriana Armando* / Dos artistas y algunos recorridos: notas sobre Alfredo
Guido y Nicolás Antonio de San Luis

Alfredo Guido y Nicolás Antonio de San Luis fueron viajeros infati-


gables:1 sus desplazamientos y residencias estimularon reflexiones y obras, así
como sociabilidades y posicionamientos; en sentido inverso, también algunos
de esos aspectos guiaron movimientos y definieron localizaciones, de modo
que los itinerarios de cada uno respondieron a dinámicas e interacciones
particulares. El temprano viaje de Alfredo Guido a países andinos se gestó a
la par de un ideario americanista que tradujo, en imágenes, una experiencia
cultural diversa;2 el periplo europeo posterior no constituyó un viaje de for-
mación en sentido estricto ya que su trayectoria previa lo tornó de mayores
incumbencias profesionales, aunque estudio y observación también integra-
ron su agenda; los recorridos por las provincias del país y particularmente
sus regulares visitas a Córdoba y a las sierras enlazan con su disposición hacia
la naturaleza y con una intensa sociabilidad. El derrotero de Nicolás Antonio
se inició de niño con el desplazamiento familiar desde Sicilia a San Luis; su
vocación artística lo condujo a Buenos Aires primero y a Europa después,
cuando ya había visitado buena parte de las provincias del centro y el norte
del país. La sensibilidad hacia el mundo rural con sus costumbres y sus creen-
cias, la adquisición de conocimientos múltiples y la construcción de vínculos
sólidos con artistas y escritores fueron constantes de su vida, sostenidas y
diversificadas con cada movimiento y en cada permanencia.
Inmersos en Buenos Aires, Madrid, Córdoba o Rosario, estos ar-
tistas desplegaron una actividad significativa, transitando esas ciudades y sus
cercanías de modo independiente; no se trató de recorridos conjuntos sino
de coexistencias casuales. Aunque con trayectorias diferentes y seguramen-
te proyectos estéticos también diversos, ambos recalaron en Buenos Aires
ante la posibilidad de realizar estudios programáticos de arte y más tarde, en
1924, un evento español los reunió y los proyectó ante otro público y otra
crítica. Madrid entonces, a través del V Salón de Otoño, fue una instancia
importante en el marco de un itinerario europeo que definieron según las
circunstancias y las expectativas de cada uno. Al cabo de unos años, ya en
nuestro país, Córdoba resulta un común denominador para intersectar la
obra de los dos artistas. En 1928 Nicolás Antonio se radicó en la capital de
la provincia y fue parte indisociable de ese medio artístico, de sus talleres y
escuelas de arte, de sus cenáculos y revistas. Y en ese mismo año Guido, que
regularmente se trasladaba a las sierras cordobesas, donde dibujaba y pinta-
ba, produjo con ese paisaje una extensa serie de aguafuertes, contraparte de
la que en 1923 dedicó a Bolivia. Finalmente, Rosario en 1937 fue el último
puerto donde ancló Nicolás Antonio; ciudad que lo acogió con afecto y ad-
miración hasta su muerte, al tiempo que entorno de su más destacada labor
profesional. Ángel Guido valoraba tanto la obra como los conocimientos y la
personalidad de Nicolás Antonio, de modo que posibilitó la nueva radicación
del escultor al tiempo que afianzó una amistad duradera. Desde 1932 su

140 141
hermano, Alfredo, se había instalado en Buenos Aires para ejercer el cargo
de Director de la Escuela Superior de Bellas Artes Ernesto de la Cárcova y
desplegar desde ahí una intensa labor, aunque seguía visitando a Rosario,
donde había dejado marcas ineludibles. Sin duda, como Alfredo Guido y
Nicolás Antonio de San Luis, muchos artistas compartieron desplazamientos,
escenas urbanas y artísticas que no sólo incluyeron los imprescindibles cen-
tros de formación europeos o los destinos suramericanos, sino que hicieron
de muchas ciudades y rincones del país sitios donde estudiar, enseñar, crear,
desplegar sociabilidades, participar de sus instituciones e imaginarse en cada
nueva instancia.

Buenos Aires y Madrid


La Academia Nacional de Bellas Artes de Buenos Aires fue el primer
destino común de ambos artistas que habían mostrado tempranas aptitudes
para el dibujo y que habían iniciado sus estudios en Rosario y San Luis, res-
pectivamente. Guido perteneció a una familia de ascendencia genovesa con
un próspero comercio en Rosario y realizó estudios en la afamada Academia
Doménico Morelli dirigida por el escenógrafo italiano Mateo Casella instala-
do en Rosario desde 1905, obteniendo así una formación inicial sólida con la
que abrazó tanto las artes decorativas como las bellas artes. Nicolás Antonio
llegó con su abuelo a San Luis en 1903 proveniente de Messina en Sicilia3 ya
que su padre, un escultor, pintor e imaginero, se había radicado para trabajar
en esa provincia unos años antes, y también desde niño manifestó habilidad
para el dibujo. Las dificultades económicas hicieron que ejercitara por su
cuenta el dominio de la línea y el color, si bien asistió a la Academia Buona-
rroti donde tomó clases con el maestro italiano Rafael Radogna, instalado
en la capital puntana desde 1911; de todos modos sus retratos y caricaturas
políticas y sociales eran conocidos y valorados en San Luis antes de trasladar-
se a Buenos Aires. Guido ingresó a la Academia en 1913 y Nicolás Antonio
unos años después, en 1918, gracias al apoyo de una beca de la provincia de
San Luis, completando ambos una formación orgánica que atendía las diver-
sas disciplinas artísticas de la mano de maestros relevantes, entre los que se
destacó Pio Collivadino. La radicación en Buenos Aires amplió horizontes y
sociabilidades sin que abandonaran los lazos con sus respectivas ciudades de
origen. Guido expuso, trabajó y participó activamente en las dos ciudades;
muchos años después recordó sus inicios en la capital cuando debió salir a
trabajar y consiguió una plaza como dibujante en El Magazine que dirigía
Alejandro Hoch. Así alternó con Álvaro Melián Lafinur y con Manuel Rojas
Nicolás Antonio de San Luis, Archivo Histórico Silveira, además de conocer a un dibujante de la talla de Alejandro Sirio;
de la Provincia de San Luis
más tarde colaboró en Caras y Caretas y Fray Mocho, revistas que fueron en
su momento y según su opinión, “el centro de la vida intelectual y artística
de Buenos Aires”. Y de Rosario tenía muy presente su participación en una
publicación particular como La Nota y la puesta en marcha de La Revista
de “El Círculo” y Apolo, reeditada en Buenos Aires bajo la dirección de Evar
Méndez.4 Nicolás Antonio encontró en la capital del país un ambiente fe-

142 143
cundo de escritores y pintores con los cuales compartir una vida bohemia,5
intercambiar experiencias artísticas e incluso trazar vínculos de largo aliento
como el del poeta Alfredo Bufano y así sumarlos al círculo intelectual previo.
Y es que San Luis tenía, según su amigo Rosendo Guiñazú Alaniz, un carácter
propio dado por la cultura media de su pueblo y porque “dado su quieto
ambiente mediterráneo se lee, vale decir, se hace vida interior”.6 Ese perfil
de la ciudad inserto en un relato breve de juventud se extiende a Buenos
Aires, cuando ambos coinciden en la estadía, momento en que describe a
su comprovinciano como “un pintor noble”, “un muchacho delgado, de gran
corazón, de melena renegrida, de ojos tristísimos”. Y agrega: “Figurista de
verdadero talento, se concretaba a pintar tipos representativos de la raza.”7
El escritor manifestaba así, junto a rasgos personales, el tipo de obra al que
Nicolás Antonio estaba abocado en esos años y que ya mostraban algunas
revistas. Entre ellas, El Hogar del 1 de abril de 1921, en cuya tapa se reprodu-
jo Muchacho de mi terruño firmado todavía como N. A. Russo; un óleo que al
año siguiente integró su envío al V Salón de Otoño de Rosario.8 Expresiones
como “tipos representativos de la raza” y “terruño”, resultaban frecuentes en
la caracterización de obras inspiradas en ideas del nacionalismo cultural del
Centenario con su exaltación de la herencia española; un nacionalismo cuyos Portada El Hogar N°599, 1 abril 1921.
aspectos espaciales y temporales fueron puntualizados por Miguel Ángel Mu-
ñoz al referirse a las propuestas de Manuel Gálvez:

Este nacionalismo es entendido sobre todo como un sen-


timiento, y este sentimiento se proyecta, en primer lugar, hacia dos
dimensiones: la espacial y la temporal. Un territorio y una historia,
fundamentos de la Nación. Planteado en términos de sentimiento,
el territorio se entiende como el “terruño”, como el “alma de la tie-
rra”, y la historia, como ese pasado legendario que es la “tradición”.9

De ahí la consideración de Gálvez sobre el interior del país como


la sede de lo auténticamente nacional en oposición a la cosmopolita Buenos
Aires, cuestión que aunada a los principios euríndicos de Ricardo Rojas des-
plegará Alfredo Guido junto a su hermano Ángel en La Revista de “El Círculo” Nicolás Antonio de San Luis, La muerte del angelito (triptico) óleo.

de Rosario entre 1923 y 1925.


Los años de juventud en Buenos Aires fueron intensos y proteicos
pero el recorrido por países europeos volvió a ensanchar las perspectivas de
estos artistas. Un viaje que por circunstancias ajenas a su voluntad, como el
estallido de la Primera Guerra Mundial y la consecuente cancelación de las
becas, o por gestos deliberados, como las travesías americanas, fue larga-
mente postergado por Alfredo Guido; de modo que en 1924 cuando llegó a
España con treinta dos años, tenía una prolífica producción artística y gozaba
de amplio reconocimiento tanto en Rosario como en Buenos Aires, que re-
forzaría con la obtención del primer premio de pintura en el Salón Nacional
de Buenos Aires de ese año. Nicolás Antonio de San Luis, unos años menor,
había obtenido en 1922 el primer premio en pintura del Salón Nacional de Nicolás Antonio de San Luis, Entierro en San Luis, Catá- Nicolás Antonio de San Luis, La promesa, Catálogo Salón
logo Salón de Otoño, Madrid, 1924. de Otoño, Madrid, 1924.

144 145
Artes Decorativas y poco después dos becas de estudio del gobierno de
San Luis le permitieron concretar una estancia de varios años de estudio
y trabajo en diferentes países de Europa que inició en Portugal y continuó
en Madrid. Justamente la ciudad donde se realizaba el V Salón de Otoño
para el cual ambos artistas habían sido invitados; un encuentro que, si bien
fortuito, permitió observar al público y a la crítica española dos conjuntos
de obras centradas en figuras y aspectos telúricos10 de Argentina y Bolivia.
Junto a Guido y Nicolás Antonio, Tito Cittadini y Gregorio López Naguil,
pertenecientes al círculo de Anglada Camarasa en Mallorca, y el pintor
platense Ernesto Riccio, completaban la sala dedicada al arte argentino del
Salón de Otoño. Nicolás Antonio presentó en esa ocasión seis trabajos,
entre ellos, La muerte del angelito, el tríptico premiado en Buenos Aires en
1922 en el salón antes citado. Por su parte, Alfredo Guido concurrió con
la serie de aguafuertes Motivos del altiplano11 realizada en 1923 y que ese
La Revista de "El Círculo" de Rosario, Verano, La Revista de "El Círculo" de Rosario, Verano,
año expuso en la Galería Witcomb de Buenos Aires.12
1924, p. 15. 1924, p. 24. En este envío Guido fue consecuente con dos cuestiones que lo
ocupaban. Por un lado, el ejercicio paralelo de diferentes aspectos de las
artes que lo había llevado, sin jerarquizaciones, a producir piezas decora-
tivas y pinturas de caballete así como dibujos y xilografías destinados a la
gráfica de revistas y a ilustraciones de libros. Una actitud en la que se pue-
de enmarcar su opción por el grabado en metal para el salón madrileño,
lo cual implicaba asumir la valoración de la disciplina y sus resultados como
obras de arte; esto sin desatender la profunda ligazón existente entre gra-
bado e ilustración que la historia manifiesta y de la cual Guido es uno de
sus protagonistas.13 Por otro, su inmersión en una perspectiva sintonizada
con la impronta esteticista de los nacionalismos culturales, particularmente
con las ideas de Ricardo Rojas, lo impulsó a recorrer el noroeste argenti-
no, Chile, Perú y Bolivia y así configurar diversas escenas andinas en busca
de un sustrato americano, lírico y espiritual, para el arte argentino. El con-
junto presentado, que incluyó veintiuna aguafuertes centradas en Bolivia,
La Revista de "El Círculo" de Rosario, Verano, 1924, pp. 16-17. es parte del horizonte ideológico que abrazó14 con su hermano Ángel y
resultado de experiencias de viajes;15 al unísono constituye una suerte de
“oscura melodía”,16 como lo sugiere el sombrío entramado de grises de las
aguafuertes y la desolación que las envuelve.
Al explayarse sobre la vida de los indígenas en el imponente mar-
co de los Andes o del lago Titicaca, de las arquitecturas coloniales o de
los diversos poblados, Guido registró actividades y descansos, fiestas y
creencias y construyó así un friso sobre las duras condiciones de existencia
de quechuas y aymaras, con infortunios y esparcimientos, bajo un realis-
mo verista y sin declinar el sesgo idealista que circundó tenazmente su
obra. A través de casi todos los títulos17 dejó sentado ubicaciones precisas
que devenían de bocetos realizados en cada lugar y de anotaciones al
Alfredo Guido, Iglesia de San Pedro, La Paz,
modo de un artista viajero y de un observador con ánimo de etnógrafo;
Aguafuerte, La Revista de "El Circulo" de de ese modo es posible seguir su itinerario por La Paz y sus alrededores,
Rosario, Verano 1924, p. 19.
La Revista de "El Círculo" de Rosario, por Tiahuanaco y Copacabana.18 En la mayoría de las estampas enfatizó
Verano 1924, p. 25.

146 147
las figuras, ya sea en primeros planos o más alejadas pero indisolublemen- otras críticas madrileñas y dio lugar a insistencias en torno a cualidades de
te integradas a su contexto. Esas aguafuertes habían motivado la encendida ingenuidad y candor y a consideraciones de su obra como digna de un “pri-
valoración de Martín Noel ̶ a propósito de la transcripción de su conferen- mitivo”, a raíz de las notas arcaicas que presentaba ligadas a cierto planismo
cia en Rosario sobre la arquitectura hispanoamericana del siglo XVII que La y a un uso particular del color. Este envío no se desprende de otras obras
Revista de “El Círculo” ilustró con algunas de esas estampas ̶ por considerar, tempranas realizadas en Buenos Aires que aluden a motivos cuyanos como
entre otras muchas aseveraciones, que el talento y la sensibilidad de Guido Suburbio puntano y El juez de Aguas entre muchas más, así como la ya citada
despertaban los remotos vestigios de “nuestra América tutelar.”19 Un texto Muchacho de mi terruño en la que se observa un tratamiento de mayor em-
cuyos párrafos iniciales citó el crítico español José Francés al referirse a los paste y con la figura situada en un gran primer plano, acercándola así a los
grabados de Guido en el Salón de Otoño, aunque ese escrito para El Año Ar- tipos regionales de Jorge Bermúdez. Aún con las diferencias formales que
tístico está precedido de una larga disquisición sobre La chola recientemente asume, la producción pictórica de esos años responde mayoritariamente a
premiada en Buenos Aires y de una serie de “orientaciones” para los artistas una temática de figuras y de costumbres populares y rurales relevadas en su
hispanoamericanos con los que expresó su posicionamiento dentro de la recorrido por las distintas provincias, así como a un interés por lo folklórico
crítica de arte: que daba cauce a la emoción popular inspirada en los escritos de Ernesto
Morales, de acuerdo al testimonio del pedagogo y escritor pampeano Juan
Hemos insistido siempre en lo absolutamente necesario Ricardo Nervi. Nicolás Antonio, escribió Nervi en 1964, tal vez haya hecho
de volver al ejemplario eterno de la vida, las costumbres, los paisa- hincapié en la permanencia del folklore como síntesis del espíritu popular en
jes, las tradiciones, la arquitectura y sus bellos oficios populares de la historia de la cultura, “para proyectarse en la busca de una representación
cada nación. Sólo así el arte tendrá su verdadero acento y no será regional, nacional y universal a través de su obra”; en el mismo artículo na-
un alfeñicado y enfermizo remedo, una grotesca parodia de ciertas rró que el artista recordaba de Ernesto Morales “su devoción por los temas
escuelas europeas, desligadas en absoluto de cuanto puede y debe folklóricos” y que a él debía “más de una obra de inspiración folklórica”.22
significar el arte hispanoamericano. Esa sugestión acompañó largamente a Nicolás Antonio aun cuando amplió
(…) Los argentinos y los mexicanos son los que acusan sus preocupaciones al campo de la escultura, efectivamente Nervi escribió
con mejor elocuencia ese retorno a la incomparable cantera nacio- este artículo cuatro años después de la muerte de Nicolás Antonio, teniendo
nalista. E inevitablemente, como un sendero paralelo, ese retorno presente las ideas y motivaciones que lo acompañaron a lo largo de su vida.
conduce también a España.20 Mucho antes, en 1937, José León Pagano se refirió a Nicolás Antonio cuando
ya era plenamente reconocido como escultor, señalando que había llegado
Una perspectiva que permite comprender la exaltación de la obra a la escultura por la pintura y que le resultaba ilustrativo de ese proceso el
de Guido, compartida por cierto con otros críticos españoles, y el hecho de tríptico La muerte del angelito al que caracterizó como:
que la reseña sobre el conjunto de los autores que integraban la sala de arte
argentino aparezca subsumida bajo el título de “Un gran artista argentino. Un motivo costumbrista de tierra adentro. A la sana y
Alfredo Guido”. Aún con esta restricción, Francés valoró la obra que Nicolás ruda poesía de los campos volvió con la reiteración de quien co-
Antonio presentó en Madrid, la comparó con la de Gramajo Gutiérrez y la noce y ama la vida de los humildes. Por este carácter de autoctonía
percibió ligada a la emoción sentimental como punto culminante: dominante en sus cromadas ideaciones figurativas no faltó quien
le proclamase nuestro verdadero pintor nacional, más la plástica de
Son escenas de dolor y de unción. Paráfrasis religiosas tres dimensiones le atrae luego y como Constantino Meunier le
adaptables a campesinos humildes, episodios amargos de la vida retiene.23
cotidiana. Y todo ello compuesto con cierto arcaico concepto de
la perspectiva, con una plena agregación de términos y con la sabia Después de la instancia del Salón de Otoño Guido y Nicolás Anto-
tosquedad de los tonos enteros y primarios suavemente emplea- nio continuaron su periplo europeo recorriendo los países centrales y visitan-
dos.21 do museos, galerías y talleres. Guido había integrado antes la exposición de
artistas latinoamericanos realizada en el museo Galliera de París entre marzo
Se refería al óleo El Niño Jesús, a los temples La promesa y Un en- y abril de 1924, organizada por La Maison de l’Amérique Latine y LÁcadémie
tierro en San Luis, al guache La Raza y a un proyecto para vitral Nuestro Internationale des Beaux-Arts24 y Nicolás expuso en varias ciudades italianas;
Señor de la Quebrada, que junto con La muerte del angelito completaban las viajaron con bitácoras propias y las experiencias que tuvieron los impactaron
obras presentadas por Nicolás Antonio. Esta última concitó la atención de de diferentes modos. Así, la adopción de una paleta más vibrante y expre-

148 149
Alfredo Guido, Mujeres del Altiplano, Alfredo Guido, Aymarás del Altiplano, 1923,
1923, Aguafuerte, Serie Altiplano Boli- Aguafuerte, Serie Altiplano Boliviano, col. Museo
viano, col. Museo Castagnino+macro. Castagnino+macro. Alfredo Guido, San Pedro (La Paz), 1923, Aguafuerte, Serie
Altiplano Boliviano, col. Museo Castagnino+macro.

Alfredo Guido, Mula con arneses, 1922, Alfredo Guido, La virgen del Lago, 1923,
grafito, col. Museo Castagnino+macro. Aguafuerte, Serie Altiplano Boliviano,
col. Museo Castagnino+macro.

Alfredo Guido, Feria en Copacabana, 1923, Aguafuerte,


Serie Altiplano Boliviano, col. Museo Castagnino+macro.

150 151
sionista le permitió a Guido, ya en Rosario, configurar en las paredes de la
casa Fracassi una versión del altiplano andino radicalmente diferente a la de
las aguafuertes, imponiendo una visión grandilocuente del paisaje y una ento-
nación vitalista, donde el infortunio indígena cede paso al ensueño andino, un
idealizado reservorio cultural. También el contacto con las nuevas formas de la
figuración, en boga en Europa en los veinte, debió resultarle estimulante y las
retomó con voz propia en pinturas sobre los chacareros del sur de la provincia
de Santa Fe25 y más tarde sobre los trabajadores portuarios, asumiendo los
cambios como modulaciones suaves, que pueden ir y venir según las necesi-
dades, pero que nunca constituyen transformaciones radicales. La estadía más
prolongada de Nicolás Antonio le permitió vincularse a escritores y pintores
españoles: Ramón Gómez de la Serna y Antonio Machado, Ignacio Zuloaga y
Romero de Torres, entre otros. Luego de París se dirigió a Italia donde visitó
las principales ciudades y regresó a su Messina natal; estudió el arte clásico,
los primitivos y el Renacimiento.26 Dos aspectos se pueden resaltar en función
del carácter que tendrá su obra luego de los años europeos: la frecuentación
y el estudio de la tradición artística greco-latina a la par del encuentro con los
realismos de nuevo cuño que lo condujeron a adoptar la escultura como otra
forma de expresión; también, el contacto con Juan Gris y con obras construc-
tivas y geométricas que le abrieron las puertas hacia una representación más
estilizada que ensayó al volver al país.
El libro del Rosario, Rosario, 1925.

Córdoba y Rosario
En 1925 habiendo concluido el viaje europeo y a propósito de la con- La mirada de Guido sobre las sierras involucra cuestiones que atañen
memoración del bicentenario de Rosario, Guido fue reconocido como un artis- a vínculos familiares y sociales, tanto como al clima de ideas que favoreció la
ta cuya pintura, además del “tecnicismo artístico” que evidenciaba, supo encon- identificación de las sierras cordobesas con el paisaje nacional, transitado por
trar a los “habitantes de la América” y cuya fama había salido de su ciudad y su numerosos pintores en las primeras décadas.30 El lazo familiar con Victoria
patria “ganando gloria para el arte argentino”; paralelamente Guido expresó su Crenna de Majorel, hermana de Argentina Crenna, su esposa, cimentó las
convicción respecto a los artistas de la ciudad escribiendo: “No conozco un solo visitas frecuentes a La Loma en Los Cocos, una casa que aún conserva la
artista rosarino que haya comercializado su profesión; lo que significa una gran habitación que el matrimonio Guido utilizaba durante sus estancias; que ade-
honradez intelectual y una bella promesa para el Arte Argentino.”27 Opinión más, fue sede de una extendida sociabilidad de pintores, escritores, músicos
entrelazada a su amistad con Manuel Musto, Augusto Schiavoni y otros pinto- y científicos y donde apenas llegado de Perú y Bolivia, Guido pintó los muros
res, a los que se refirió, muchos años después, como parte de sus recuerdos del comedor con las visiones andinas que traía. Pero esas estadías también
de juventud.28 En octubre de ese año se presentó en Rosario el que resultó el le permitieron dibujar el paisaje cordobés y valorarlo, como lo había hecho
último número de La Revista de “El Círculo” que dirigía, también celebrando el Ángel Guido desde Tanti, a partir de su belleza natural y sin las insolencias del
bicentenario, y se aprestó para una serie de trabajos murales y cuadros de gran afán turístico que llevaban, según su opinión, a la pérdida del “connubio entre
formato –las pinturas para la casa Fracassi, para la sede de Federación Agraria en hombres y paisaje”; de ahí la advertencia del arquitecto:
Rosario y las destinadas a la Exposición de Sevilla de 1929– además de seguir
realizando obras de caballete significativas que lo ocuparon en la segunda mitad Pero no os alarméis de los delitos estéticos, de las estriden-
de esa década.29 Más allá del compromiso con su ciudad natal y de los contactos cias en esta bella y profunda soledad. En las quietas noches de sierra,
profesionales que sostenía en Buenos Aires, Guido siempre recaló en las sierras solo hecha de estrellas, luciérnagas y silencio, suele llamar la atención
cordobesas en tanto lugar de descanso, de contemplación y de tema para sus de los veraneantes el rebuzno áspero, feo, de algún asno encelado,
obras. Así en 1928 estampó otra extensa serie de aguafuertes, Sierras de Córdo- encerrado dentro de un ruedo de pirca.31
ba, dedicada a sus parajes, el mismo año en que a poco de llegar de su periplo
europeo, Nicolás Antonio decidió instalarse en la ciudad de Córdoba. Con una entonación próxima, de mujeres y hombres en armonía
con su hábitat, con claros de luna y un tono bucólico, Alfredo realizó veinte
152 153
Alfredo Guido, Faenando (San Esteban), Aguafuerte, Se- Alfredo Guido, Algarrobos, Aguafuerte, Serie Sierras de
rie Sierras de Córdoba, col. Museo Castagnino+macro. Córdoba, col. Museo Castagnino+macro.

Alfredo Guido, Día de carreras, Aguafuerte, Serie Sierras de


Córdoba, col. Museo Castagnino+macro.

Alfredo Guido, Viejo quebracho, Aguafuerte, Serie


Sierras de Córdoba, col. Museo Castagnino+macro.

154 155
aguafuertes sobre el paisaje de las sierras; 32 retomó en esta ocasión el dibujo junto a un libro que revelaba actualización plástica y opciones estéticas den-
preciosista para dar lugar a un conjunto de motivos en los que no gravita la tro del arte moderno no fue único. Pocos años después, Víctor Cúnsolo en
extensión del paisaje sino los encuadres más focalizados, pintorescos, aque- Tradición combinó, entre otros elementos, el Martín Fierro de Hernández
llos que le permiten destacar aspectos y detalles de algarrobos y molles, de con el catálogo del Novecento Italiano, la exposición realizada en Buenos
senderos y corrales, de caballos y cabras, con algunos paisanos en sus faenas Aires en 1930, configurando así una suerte de “manifiesto plástico”41 de la
y en los días de carreras; sin olvidar, como en Motivos del altiplano, la arqui- pintura reciente.
tectura colonial visible en las dos estampas de Alta Gracia. La obra de Pedone como la de Nicolás Antonio fue del interés
Mientras tanto en ese año 1928 Nicolás Antonio se estableció en la de otro residente circunstancial en la ciudad de Córdoba, Ricardo Montes i
ciudad de Córdoba; después de la intensa gira europea le resultó un medio Bradley. El joven e inquieto Montes i Bradley se había trasladado desde Ro-
más estimulante que su provincia para continuar su actividad y tenía vínculos sario a la ciudad mediterránea para estudiar y trabajar y en agosto de 1929
que le posibilitaron integrarse a la vida artística como docente, como pintor puso en marcha la revista Directrices, una brevísima experiencia editorial a
y ya más decididamente como escultor. La llegada de los primeros becarios partir de vínculos y colaboraciones. La amistad que lo unía a Nicolás An-
y las noticias sobre los que todavía estaban en Europa o en América,33 así tonio se extendía a escritores como Brandán Caraffa y Oliverio de Allende
como otras resonantes manifestaciones,34 produjeron una renovación de la que también participaron en la revista, además de J. C. Roca, a quienes se
escena artística en la que Nicolás se aprestó a participar. Además en Italia ha- puede ver en una fotografía compartiendo una insólita velada.42 Nicolás An-
bía coincidido con Antonio Pedone, Francisco Vidal y José Malanca y gestado tonio fue una figura destacada en Directrices y tuvo a su cargo la imagen de
con ellos una amistad que continuó durante su estadía cordobesa. A su vez la tapa. Con ese cometido dibujó la figura de un arquero lanzando flechas
los pintores cordobeses participaban de los salones de Rosario35 y mantenían hacia el cielo, con un lenguaje marcadamente sintético y apelando a formas
lazos de camaradería con varios artistas, entre ellos Luis Ouvrard y Guido, geométricas, que también utilizó para dibujar las letras y el número de la
quien además los pudo encontrar en Europa en 1924; el divisionismo se- revista, resuelto todo en negro y rojo sobre el fondo ocre del papel. Pro-
gantiniano, cuyas obras traslucen, constituyó un nexo importante entre estos cedimientos modernos para un asunto como el de los arqueros largamen-
artistas. te visitados por la historia del arte; obertura entonces de una publicación
Un cuadro de Pedone de 1928, El mantón celeste, patrimonio del cuya gráfica combinó referencias a lo antiguo europeo y americano con lo
Museo Castagnino de Rosario,36 traduce parte del universo de intereses es- nuevo43, al modo de las revistas de vanguardia, si bien su contenido resulta
téticos traído de Europa por los becarios y fue compartido, a través de revis- menos sesgado y más heterogéneo. El motivo del arquero concuerda con
tas que circulaban en el país y de las narraciones de los viajeros, por muchos el texto de presentación imbuido de futuridad, “flechas para un mañana
artistas que sin viajar procuraban informarse de lo que sucedía en las princi- mejor”, en el que Montes i Bradley aclaró:
pales capitales europeas. La obra aludida es una naturaleza muerta enfocada
sobre el rincón de un interior: el fragmento de un cuadro sobre la pared y somos un núcleo que aspira, como órgano directriz de
varios objetos apoyados sobre una mesa, entre los que se destaca una gui- un movimiento, primero a preparar el terreno. hay que arar, ras-
tarra sobre un mantón de seda con motivos chinescos, pero donde también trear, abonar; después vendrá la siembra.
se encuentran catálogos y libros, distinguiéndose Realismo mágico de Franz allí será cuando delimitaremos y trazaremos definitiva-
Roh.37 La sola lectura de ese texto impactó en muchos artistas desde fines de mente “directrices”.
los años veinte,38 más aún en aquellos que pudieron observar y estudiar las y ahora, a poner la cuchilla sobre el ambiente, a roturar!
pinturas europeas bajo esa modalidad, pero todos los que se conmovieron “directrices” flechas para un mañana mejor, cumplirá su
con los nuevos cauces del realismo encontraron ahí una forma moderna de misión de saetero y estará allí donde haya senda nueva que mar-
recuperar el tema de las figuras y las naturalezas muertas, tal como Pedone car.44
lo hizo en sus obras. En el mismo año 1928, Lozano Moujan aludió a la
A la par del tono fundacional que comparte con los preámbu-
difusión que habían tenido las “teorías proclamadas en el viejo mundo por
los de otras revistas culturales, resulta claro que para Montes el presente,
los llamados a la nueva sensibilidad” y a la gran aceptación del ensayo de
en términos artísticos y culturales, no resultaba satisfactorio ya que con su
Roh, advirtiendo: “¿Podrá negarse que los libros como ´realismo mágico´
peculiar estilo escribió: “haremos todo cuanto podamos y aún más. el am-
de Franz Roh, despiertan viva sintonía al exponer la procedencia y lo que
biente es negativo, contra el ambiente. por el contrario; lo que pasa es que
es el arte post-expresionista?”39 El gesto del pintor cordobés de asociar un
está fastidiado de inútiles cruzadas, gracias, será nuestro aliado.”45 Después
mantón de Manila y una guitarra –referencia cultural general o encuentro de
del diagnóstico, había que propiciar y difundir los nuevos rumbos; esto es,
un instrumento incorporado a la música nacional con una moda cultural40–,
aquellas obras y autores que bajo su perspectiva aportasen a la modificación
156 157
del panorama cordobés. Para lograrlo se valió de la colaboración de lo que
llamaba las “esferas externas”, los artistas que, generosamente, se anotaron
en la empresa para darle impulso inicial; entre ellos, Nicolás Antonio tuvo un
papel relevante en el primer número y Montes expresó su agradecimiento
en una semblanza, señalando en un fragmento:

nicolás antonio une entonces al misticismo de los clásicos


pintores del XVI y XVII, la estilización que sintomatiza la época ac-
tual y da así a sus realizaciones una vaguedad de incienso que se
quema, en contraste –sin daño, muy al contrario, embelleciendo–
con la tonalidad viva y los trazos escasos y firmes del arte moderno.
vuelto a su patria nicolás antonio de san luis, vuelca el fruto
de su peregrinación por el viejo mundo, en telas que le abren paso
y le cotizan altamente entre los entendidos, hasta que hastiado de
la “metrópoli torbellino”, sepulta –vivifica según su modalidad– su
existencia entre las torres monacales y las líneas azuladas de una
serranía, marco exquisito para su torturado espíritu, torturado por
el incansable afán que le domina: superarse!...46

Montes deja entrever sus valoraciones: una ciudad de conventos y


entornos paisajísticos en la que Nicolás, supone, vino a sepultar su existencia,
aunque en seguida debe interponer otra expresión, vivificar, seguramente
más atenta al sentir del artista; a la vez, referirse al punto de partida como
un torbellino es una invitación a imaginar el contraste con lo inmóvil o quieto
del punto de regreso. Un prejuicio sobre el que, en parte asienta su línea
editorial, acompañado de una pulsión de renovación de las artes y la cultura
distanciada de rupturas profundas, como lo expresaba la obra de caballete
y las esculturas de Nicolás. El texto está ilustrado con una auto caricatura de
Nicolás Antonio, en la que definió su cabeza, de perfil y con líneas precisas
de expresión; ese dibujo tiene una versión, levemente diferente en cuanto
al tratamiento del cabello, en la tarjeta que le dedicó a Montes i Bradley, y
en el reverso de la misma se distingue una tercera con una vista frontal y
más facetada de su rostro. No sólo la tapa y esta caricatura sino que todo
el número uno de Directrices está dibujado por Nicolás Antonio, ya que
cada escrito contaba con una viñeta de su autoría. En esos dibujos pequeños
Antonio Pedone, El mantón celeste, 1928, óleo
utilizó tanto formas curvas y motivos orgánicos como líneas geométricas y s/ tela, col. Museo Castagnino+macro.
diseños abstractos, algunos con cierta impronta del art deco.47 También se
publicó a toda página Keyserling, un grafito en el que Nicolás modeló la cabe-
za con sombreados ilustrando una breve dedicatoria manuscrita del filósofo a
la revista; y en el mismo tamaño se reprodujeron las fotografías de dos de sus
esculturas, Visionario, un bronce, y el yeso Un hombre de la multitud. En ese
pequeño conjunto de obras puede notarse el dominio del dibujo académico
y la impronta clásica de las esculturas junto a abordajes del dibujo más sin-
tonizados con vanguardias de comienzos del siglo como el cubo futurismo,
concentrados en la gráfica de la revista; esta última actitud de incursionar en
158 159
lenguajes geométricos a través de viñetas e ilustraciones mientras se transitan
otras modalidades en obras de caballete y esculturas, fue compartida por
otros artistas. En este sentido los dibujos del rosarino Ricardo Warecki en la
revista Quid Novi?,48 más radicales que sus pinturas, resultan un ejemplo que
puede acompañar el proceder de Nicolás Antonio y Onofrio Palamara en las
viñetas y dibujos de Directrices.
Además de Montes, Manuel Coutaret escribió sobre la obra de
Nicolás Antonio para caracterizarla fluctuando entre dos épocas, la de la
pintura gestada con la preparación académica y sus nuevas interpretaciones
pictóricas “más libres”:

Dentro de un sentido de profunda estilización, llevan


sus telas un sello de recatada y dulce timidez. Sin forzosos alardes
“pour epater le bourgeois”, sino con una armoniosa composición,
ejecuta las escenas de la campaña argentina, que adquieren en sus
templos, expresiones de infinitas dulzuras y recogimiento, de tris-
teza y languidez.
No creo que su modalidad artística se encuentre inspirada
en las tendencias espirituales del proto renacimiento, sin por eso
dejar de reconocer que hay en sus obras una íntima conexión con
las huellas del gusto arcaico del sentido gótico, pero tan solo por
simple coincidencia de espíritus.
Nicolás Antonio es además de artista del pincel, robusto
Nicolás Antonio de San Luis como fantasma. ejecutante plástico que realiza con la amplitud y seguridad del que
se siente dueño del secreto de la forma, exquisitas obras que ya le
han consagrado.49

El pintor tucumano radicado en Córdoba dio así su opinión en la


revista adjuntando un dibujo con la cabeza de perfil de Nicolás bajo el epí-
grafe “visto por Coutaret”. De este modo, Directrices iniciaba su camino con
una sentida valoración de la obra de Nicolás Antonio, mostrando diferentes
facetas de su producción, la de los dibujos y las caricaturas que lo acompa-
ñaban desde su juventud en San Luis y Buenos Aires, ahora bajo lenguajes
renovados, y la de sus esculturas, que iniciadas en Europa continuó desarro-
llando a su regreso; y sin olvidar, como lo registraron los escritos de Montes
y Coutaret, las características de las pinturas anteriores realizadas a partir de
su ingreso a la Academia de Buenos Aires.
En ese número inaugural, Directrices reseñó de un modo celebra-
torio y con amplitud la exposición de Antonio Pedone, “el excelente pintor
de naturalezas muertas”, en el Salón Fasce, explayándose sobre los paisajes
de la sierra y su “luminoso colorido”, la nueva cualidad que, según el crítico,
presentaban estas pinturas; también señaló errores o carencias de ciertas
Revista Directrices, N° 1, agosto 1929. Revista Directrices, N° 1, agosto 1929. obras que imponían la espera de trabajos futuros para apreciar adelantos,
toda una tópica de la crítica de arte en esos años. En la misma nota hay unos
párrafos finales dedicados a la obra del “humilde escultor Horacio Juárez”,50

160 161
resaltando la cabeza de Nicolás Antonio reproducida con la leyenda “una de
las mejores obras del escultor Horacio Juárez”. Junto a ella también se pu-
blicaron las fotografías de El pillete de Juárez y de dos pinturas de Pedone,
Galería serrana y La cabra gris. La última página de la revista mostraba en pe-
queñísimo tamaño el afiche publicitario de la misma realizado por Francisco
Vidal: una mujer con el cabello de acuerdo a la moda de esos años, de factura
muy sintética y resuelto con planos negros informaba la presencia pública
de Directrices. Artes. Letras a un costo de $ 0.20 moneda argentina. Otro
ejemplo de la utilización de lenguajes más radicales en la gráfica, sumado aquí
a una referencia parisina de los años veinte.51
Finalmente y mencionando solo cuestiones referidas a las artes plás-
ticas, la revista publicó una nota traducida del inglés sobre el pintor mexicano
José Clemente Orozco,52 que revela el temprano interés de Montes por el
arte mexicano, acrecentado por sus vínculos posteriores con ese país; un
gusto por la pintura y las artes populares de México compartido con Nicolás
Antonio. En el número siguiente Montes publicó un poema de Alfonso Reyes
y un artículo de Saúl Taborda, compañero de Nicolás en uno de sus viajes a
Italia, a propósito de dos conferencias que brindó Walter Lehmann, de paso
para Bolivia, dedicadas al “arte antiguo de México” e ilustradas con expresio-
nes mayas y zapotecas.53
En setiembre de 1929 apareció el segundo número de Directrices
con la misma tapa diseñada por Nicolás Antonio pero ilustrada, con viñetas
decididamente geométricas y pequeñas cabezas retratos, por el pintor cor-
dobés Onofrio Palamara, otro artista “que directrices cuenta orgullosamente Tarjeta enviada por Nicolás Antonio de San Luis a Reverso de la tarjeta enviada por Nicolás
Montes i Bradley. Antonio de San Luis a Montes i Bradley.
como vinculado a su acción de belleza”54 escribió Montes. También manifestó
su apoyo ante las presentaciones y logros en el Salón Nacional: “musso, de
san luis, juarez i otros muchachos que cultivan la pasión que es crear, los unos
cordobeses de nacimiento, de san luis en afectos, han sido vencedores en el
salón nacional últimamente inaugurado.”55 Dedicó una página para mostrar
las obras Estudio, un yeso de Ricardo Musso, y El lírico, un bronce de Nicolás
Antonio, que obtuvieron el primer y segundo premio respectivamente en
escultura; junto a ellas están reproducidas las obras de Alfredo Guttero y José
Merediz que merecieron los premios en pintura. Y como mantenía estre-
chos lazos con su ciudad natal, Montes publicó las fotografías de las dos obras
premiadas en pintura y escultura en el XI Salón de Rosario, Paisaje de Lino E.
Spilimbergo y Dolor de Alfredo Bigatti. De ese modo acercaba al público un
corpus de imágenes portadoras de la deseada renovación. Poesías de Pedro
Vignale, disquisiciones sobre el mundo poético de Paul Eluard a cargo de Ma-
nuel Rodeiro, la presentación del grupo Megáfono de Mendoza y su nueva
literatura,56 el impacto de la estilización lograda en Le coq d’or, el espectáculo
de la compañía rusa de revistas,57 entre otras cuestiones, integraron también
el segundo número de Directrices.
La aparición de la siguiente revista se anunciaba para el mes de oc- Revista Directrices, N° 1, agosto 1929.
tubre con un slogan rotundo: “será interesante el número 3 directrices ¡léa-
lo!” y un avance de las colaboraciones, entre ellas las de César Tiempo, Saúl

162 163
participación en esa agrupación, fue un artista sintonizado con su tiempo en
términos estéticos y políticos, como lo indica su posterior participación en
el Salón cordobés de 1942 y la activa posición que asumió años más tarde
en Rosario; el estallido de la segunda guerra y el avance de los fascismos lo
colocó entre los defensores de las libertades individuales y colectivas y entre
los militantes del arte moderno, en correspondencia con los vínculos intelec-
tuales y artísticos que sostuvo a lo largo de los años en los variados ámbitos
en que desarrolló su trabajo.
Dio clases en su taller y fue profesor en la Academia Provincial de
Bellas Artes, se casó con Thela Henric, modelo de muchas de sus obras, y se
abocó a las esculturas. El lírico lo visibilizó como escultor en la escena porteña
y años después Pagano se refirió a esta obra diciendo que Nicolás había dado
Revista Directrices N°2 setiembre 1929.
“la mejor definición de su arte –de todo el arte– cuando modeló los tan su-
gerentes rasgos de El lírico.”59 Buena parte de los acercamientos a la figura de
Nicolás raparan en ciertos aspectos de su personalidad: sencillez, gentileza
y altruismo pero también lirismo. Una percepción que Bufano volcó en el
romance que le dedicó y que en el final expresa: “Así, Nicolás Antonio/te ve
mi romance viejo:/monje, pirata y truhán,/inquisidor y hechicero…/Pero hay
en tu alma un niño/que pide peces al viento.” La apreciación coincide con el
primer tramo de un artículo publicado en América Libre de 1935: “Nicolás
Antonio de San Luis hace milagros, entiende de magia, su espíritu sensible
Taborda y Francisco Vidal en las ornamentaciones. Sin embargo ese número se trasunta en su voz tremolada y temblorosa. Todo el aspecto de un sacer-
ya no se pudo concretar, de modo que el proyecto editorial rápidamente dote maya, la vara florida en una mano, y en la otra su ingenuo corazón.” Y
quedó trunco. El epistolario de Montes i Bradley revela las dificultades para agregaba: “Vive hoy en Córdoba, en su casita mitad atelier, círculo de amigos
distribuir la revista en Buenos Aires y los apremios económicos que acecha- innocuos; mitad claustro y encierro.” Seguidamente y en concordancia con
ban ante la inminente crisis mundial y que constituyó un factor determinante los presupuestos ideológicos de la revista, el autor argumentó sobre la mer-
para la interrupción de la publicación; de modo paralelo, las cartas familiares cantilización y burocratización del arte y, en consecuencia, la excepcionalidad
que recibía desde Rosario le expresaban preocupación por la tozudez que
tenía para con sus proyectos y por la frágil situación económica que atrave-
saba junto a su esposa y su hijo y de la cual ellos no estaban eximidos. De
todos modos, aunque breve, Directrices fue una apuesta a la renovación
de las letras y las artes en Córdoba, que también concernía a la música, el
cine y el teatro. Una revista realizada a partir de valores locales, residentes
temporales y colaboradores externos que resulta un eslabón significativo de
las modulaciones que ofrecen los procesos de modernización y de la nutrida
saga de publicaciones que encaró Montes i Bradley a lo largo de su vida.
Más allá de Directrices, Nicolás continuó viviendo en Córdoba. La
creciente politización de los años treinta lo llevó a participar del “Centro
Artístico y Cultural Ideario” junto a algunos colaboradores de Directrices
como Onofrio Palamara, Saúl Taborda, Oliverio de Allende, Manuel Rodeiro
y otras figuras, Alberto Nicasio, Emilio Casas Ocampo, Horacio Juárez entre
ellas, que expresaban, como lo plantea Carolina Romano, una diversidad
de “espacios culturales, intelectuales y políticos del medio local” y ciertos
acuerdos en torno al compromiso de los jóvenes con el presente y el fo-
mento de las nuevas expresiones que tuvieron un cauce en las reflexiones Revista Directrices N°2 setiembre 1929. Revista Directrices N°2 setiembre 1929.
publicadas en la revista Frente en 1933.58 Independientemente del grado de
164 165
de Nicolás “en estas tierras desoladas y tristes de América” porque a pesar
de esas ingratas circunstancias trabaja siempre “enamorado de sus cosas, de
sus cabezas”. Finalmente, la crítica a las políticas culturales del momento, deja
traslucir las dificultades económicas que estaría atravesando el escultor.60 Lo
cierto es que por ésta razón o por tener nuevas y mejores perspectivas, Ni-
colás Antonio de San Luis decidió abandonar la ciudad de Córdoba: en 1936
ya figuraba entre los docentes del Profesorado de Dibujo del Normal N° 2
de Rosario, la ciudad donde se instaló.
En 1929, el año que Montes y un grupo de amigos lanzaron los
dos números de Directrices, Alfredo Guido visitó la Escuela Normal N° 2
de Rosario en la búsqueda de un espacio donde poder instalar las pinturas
que había realizado para Sevilla. Años después Dolores Dabat, su directora,
recordó esa visita:

En cuanto a la biblioteca, acaeció como en los cuentos.


Una tarde cualquiera sin fecha fija, allá por 1929, un artista llegó
hasta nosotros. Era Alfredo Guido. Buscaba una amplia sala que
permitiera el desarrollo de las telas que pintara por encargo del
Gobierno para el Pabellón Argentino de la Exposición de Sevilla.
Anhelaba que su ciudad natal los reservara para siempre. Y eligió
una escuela: la de su simpatía.61

Estas palabras formaron parte del discurso pronunciado por la edu-


cadora, en setiembre de 1936, con motivo de la creación del Profesorado
de Música y Dibujo y de la inauguración del museo y la biblioteca de la es-
cuela que dirigía. Las pinturas de Guido finalmente, después de sortear largas
gestiones, lucían en la biblioteca y Dabat las celebró y detalló con sentidas
palabras: “Forman el desarrollo de nuestra rica decoración 200 metros cua-
drados de telas pintadas al óleo. Las anima un solo pensamiento; vivificar al
campo argentino”;62 introduciendo así su narración sobre los episodios de los
murales, sus motivos y las diferentes regiones del país que mostraban.
Por esos años Alfredo Guido ya estaba radicado en Buenos Aires
dado que desde 1932 era Director de la Escuela de la Cárcova, un cargo
que desempeñó hasta 1955. Su hermano, Ángel Guido, gestor junto a Do-
lores Dabat de las dos ramas del profesorado recientemente creado, fue
regente de la orientación Dibujo y responsable de organizar las cátedras que
Nicolás Antonio de San Luis, El Lírico, bronce.
se impartirían; de ahí la convocatoria a Nicolás Antonio de San Luis quien
junto al mismo Guido y a Lelia Pilar Echezarreta, Alcides Greca y Demetrio
Antoniadis formaron parte del primer cuerpo de profesores. Nicolás se inte-
gró rápidamente a la nueva institución que albergaba los murales de Alfredo
Guido en la biblioteca y que, al año siguiente, también dispuso del busto en
bronce de Juan María Gutiérrez, patrono de la escuela, realizado por el es-
cultor, además de la fuente que desde 1942 homenajeaba a Dolores Dabat,
fallecida un par de años antes y admiradora de su talento artístico. Gozó de
la estima de los alumnos del Profesorado de Dibujo quienes con tono estu-

166 167
Boletin de Cultura Intelectual, setiembre 1938.

Nicolás Antonio de San Luis, Mediodía, bronce.

168 169
diantil y jocoso le reconocieron sus virtudes con un dibujo y un texto en la
revista mecanografiada que armaban: “Mostacillas agradece desde al alma, su
solicitud, que es la de un profesor dedicado, la del artista fino y, sobre todo,
la del amigo intelectual.”63
Paralelamente a su labor docente siguió intensamente su carrera
de escultor alcanzando nuevos reconocimientos y galardones; así en 1938
obtuvo el primer premio en el Salón Nacional con el bronce Mediodía al que
Montes i Bradley dedicó la primera hoja de su nueva publicación. Desde hacía
varios años Montes había regresado a Rosario donde seguía febrilmente con
su rol de editor y, como en 1929, elogió la obra de Nicolás Antonio, ahora
desde el Boletín de Cultura Intelectual. Dio a conocer a los lectores de Rosa-
rio el recorrido artístico de Nicolás hasta sus obras recientes, pero partió del
año 1924, cuando estando en Italia y dedicado a la pintura tuvo “la imperiosa
necesidad de trabajar la arcilla” y entonces “sus dedos nerviosos i su pasión
turbulenta” dieron nacimiento a Espíritu y materia, primera obra de volumen;
momento iniciático en su carrera de escultor consolidada con El lírico. Para
Montes ya no hacía falta la narración del pintor de su terruño que le precedió.
Mediodía es una figura femenina, modelada escribió, “con espíritu crítico, que
ahora se da en Nicolás Antonio de San Luis, contrariamente a lo que sucedie-
ra antes, vigorosa en su contextura, serena en su porte, esbelta en su planta
insisto, clásica en su factura i en su conceptual existir.”64 Justamente el ideal clá-
sico que inspiró el arte europeo entre las dos guerras mundiales y, en virtud
de esa atmósfera, la adopción de resoluciones formales armónicas y sobrias,
constituyen los sustentos de Mediodía, una obra que recala sabiamente en los
retornos al orden y la recuperación de la figura humana, trazando diferencias
con El lírico, de mayores ondulaciones matéricas y una disposición sentimen-
tal ajena a los principios del nuevo realismo.65
Nicolás se afianzó en esta orientación estética en Rosario y participó
intensamente del grupo de artistas modernos de la ciudad quienes dispu-
sieron, entre otros espacios, del Museo Municipal de Bellas Artes como un
ámbito propicio para la exposición y difusión de sus obras, así como un foro
de debates y de sociabilidad. La llegada a Rosario de Nicolás coincidió con
estrenos importantes en el campo de las instituciones ligadas al arte, por un
lado la creación del Profesorado de Dibujo en la Escuela Normal N° 2 y por Nicolás Antonio de San Luis, Dr. Anadon,
otro, la inauguración en 1937, del nuevo edificio del Museo Municipal de bronce, Anuario Plástica, 1940, p. 140.
Bellas Artes que desde ese momento llevó el nombre de Juan B. Castagnino
y la asunción de Hilarión Hernández Larguía como director, ambas centrales
para su inserción en la escena cultural local. La gestión de Hernández Larguía
se caracterizó por la difusión del arte local y extranjero, la multiplicación de
las obras patrimoniales, la promoción de eventos y salones, y el decidido es-
tímulo a aquellos artistas de la ciudad que compartían su perspectiva sobre un
arte y un museo modernos. Nicolás, comprometido con ese núcleo, fue par-
tícipe de la Agrupación de Artistas Plásticos Independientes creada en 1942
y de los avatares de un periodo tan fecundo como convulsionado ante las
diferentes posiciones generacionales, estéticas y políticas de los protagonistas

170 171
de la escena artística local.66 En ese marco de tensiones, propias del gesto
de ampliación de lo moderno, varias de sus esculturas ingresaron al acervo
del museo, entre ellas las que expresan su horizonte de amistades como los
retratos de Hilarión Hernández Larguía, Ángel Guido y Juan Trillas, además
de El medallón, Judith y La Telesita, esta última una cita al folklore del interior
que seguía considerando vital. En 1942 participó del II Salón Municipal de
Pintura y Escultura de Córdoba donde obtuvo el primer premio en escultura
por Facundo y Alberto Nicasio el de grabado por Barranca Yaco. Además,
los escultores Horacio Juárez y Onofrio Pacenza ganaron con Barranca Yaco
el concurso de maquetas para un monumento a Jerónimo Luis de Cabrera.
Cristina Rocca analizó estas coincidencias temáticas y sus niveles explicativos,
en los que tienen un rol significativo los nexos ideológicos entre artistas e
intelectuales y sus redes de sociabilidad, aglutinados en torno a figuras como
Deodoro Roca, Rosalía y Ernesto Soneira y Saúl Taborda, deteniéndose par-
ticularmente en el vínculo entre Nicasio y Taborda.67 Nicolás Antonio des-
de los años veinte tenía amistad con Taborda, vivificada en el viaje a Italia a
propósito de las colaboraciones para la revista El Hogar,68 y ya sobre los años
cuarenta junto a Alberto Nicasio y Horacio Juárez “estaban comprometidos
en las luchas contra los totalitarismos y la reivindicación del federalismo a
partir del ‘genio nativo’ tabordiano.”69 La cuestión “facúndica” desplegada y
debatida por Taborda interpeló a Nicolás Antonio en Rosario inmerso en una
coyuntura beligerante y con diferentes colectivos en pugna: la Agrupación de
Nicolás Antonio de San Luis, El medallón,
bronce, Anuario Plástica, 1942, p. 113.
Artistas Plásticos Independientes que integraba, la filial rosarina de la Sociedad
Argentina de Artistas Plásticos y la Agrupación de Artistas Plásticos Refugio.70
La sociabilidad de Nicolás se extendió a muchos artistas y profesio-
nales y su casa fue un punto de amables reuniones como lo expuso el psicoa-
nalista David Ostrovski al recordar los almuerzos dominicales donde conoció
a Leónidas Gambartes;71 ínfima anécdota que sugiere la consideración que
acompañaba a Nicolás en la ciudad y que devenía tanto de figuras destacadas
del ambiente cultural como de alumnos y pares. Entre los pintores compar-
tió la amistad con Julio Vanzo y Carlos Uriarte, aunque se caracterizó por la
amplitud de sus vínculos y la ductilidad para acercar artistas de diferentes po-
siciones ideológicas, como lo narró Juan Grela.72 Un prestigio fundado en sus
saberes, actitudes y perspectivas; alguna de esas cuestiones las reflejó Ricardo
Nervi en su artículo, al incluir pequeños párrafos de la correspondencia que
mantuvo con Nicolás donde se expresaba sobre el arte y la ética, la libertad
y el amor, afirmando su humanismo en concordancia con su obra y “su abo-
lengo espiritual hecho de inmensa fe en el hombre y de apasionada creencia
en las posibilidades de un mundo mejor.”73
La obra de Alfredo Guido y Nicolás Antonio de San Luis es, obvia-
mente, más prolífica que la señalada aquí; vivieron y trabajaron más allá de los
episodios narrados; no fueron compañeros de ruta, simplemente residentes
Nicolás Antonio de San Luis, Judith, yeso, en los sitios aludidos; sin embargo se pueden esbozar escenas y caminos
Anuario Plástica, 1944, p, 105.
que los entrecruzan y analizar desde ahí algunas de sus producciones y acti-
vidades, así como vínculos y sociabilidades, por ende solo se trata de puntos

172 173
de observación y de fragmentos de sus respectivos itinerarios. El de Alfredo 6
Guiñazú Alaniz, Rosendo, La última sonrisa (de la bohemia provinciana), Cas-
Guido resulta más conocido dado su último desplazamiento que lo situó en tex, La Pampa, 1924 [San Luis, 1920], disponible en: http://bpd.sanluis.gov.
la centralidad de Buenos Aires; Nicolás Antonio sigue siendo una figura que ar:8383/greenstone3/library/collection/literatu/document/HASHe7a2af-
amerita mayor luz, si bien Rosario lo hizo uno de sus grandes escultores, sin 31ba1e2d50097dc2
duda compartido con San Luis, la ciudad que adoptó como origen y a la que 7
En el relato de Guiñazú Alaniz el personaje de Nicolás Antonio de San Luis
retribuyó con su nombre. tiene el nombre de Nicanor Antonio Rubio, en tanto que el del narrador y
protagonista es Jorge Alcántara, en ibídem.
Agradecimientos 8
Junto a Muchacho de mi terruño, Nicolás Antonio presentó en esa oportuni-
La autora agradece a Mariel Heiz y Lucía Bartolini, de los equipos de dad los óleos Tipo cuyano y Stella.
Registro y documentación y Registro fotográfico del Museo Castagnino+macro, 9
Muñoz, Miguel Ángel, “Manuel Gálvez, crítico de arte” en Caiana. Revista
las imágenes de Alfredo Guido y Antonio Pedone pertenecientes a la colección. electrónica de Historia del Arte y Cultura Visual del Centro Argentino de In-
vestigadores de Arte (CAIA), nº 1, año 2012, en línea desde el 4 julio 2012.
URL:http://www.caiana.org.ar/arts/Art_Munioz.html Cfr. también el ya clá-
sico artículo “La Argentina del Centenario: campo intelectual, vida literaria y
Notas temas ideológicos” en Altamirano, Carlos y Sarlo, Beatriz, Ensayos argentinos.
*
Centro de Investigaciones del Arte Argentino y Latinoamericano, Universidad De Sarmiento a la vanguardia, Buenos Aires, CEAL, 1983, pp. 69-105.
Nacional de Rosario. 10
Sobre el rescate de lo telúrico y el concepto de nativismo en el arte ar-
1
Extiendo aquí a Nicolás Antonio de San Luis (1897-1960) la caracterización gentino en el marco del nacionalismo cultural cfr. Penhos, Marta, “Nativos
de viajero infatigable que realizó Cora Bertolé de Cané en una entrevista en el Salón. Artes plásticas e identidad en la primera mitad del siglo XX” en
periodística a Alfredo Guido (1892-1967). Cfr. “Alfredo Guido: vivir con sen- Penhos, Marta y Wechsler, Diana (coord.), Tras los pasos de la norma. Salones
cillez” en Clarín, Buenos Aires, 22 de noviembre de 1964. Nacionales de Bellas Artes (1911-1989), Buenos Aires, del Jilguero, 1999,
2
En el capítulo “Culturas viajeras” James Clifford desarrolla el concepto de viaje pp. 111-152. Sobre la perspectiva americanista cfr. Amigo, Roberto, “La hora
como término de comparación cultural y de traducción, entre otros aspectos. americana 1910-1950. El americanismo del indianismo al indigenismo” en
Cfr. Itinerarios Transculturales, Barcelona, Gedisa, 1999, pp. 29-69. Amigo, Roberto (coord. edit.), La hora americana 1910-1950, Buenos Aires,
3
Específicamente de la localidad de Barcellona Pozzo di Gotto; su nombre Asociación Amigos del Museo Nacional de Bellas Artes, 2014, pp. 31-52.
era Nicolás Antonio Russo y tempranamente adoptó el de Nicolás Antonio 11
La serie formó parte de la colección personal de Juan B. Castagnino, quien
de San Luis. Aspectos de su biografía pueden consultarse en Sánchez Vacca, la adquirió en Witcomb de Buenos Aires; hoy pertenece al patrimonio del
Carlos, La pintura y la escultura en San Luis, 1996, disponible en: http://bpd. Museo Municipal de Bellas Artes “Juan B. Castagnino” en virtud de la dona-
sanluis.gov.ar:8383/greenstone3/library/collection/material/document/HAS- ción de veintitrés estampas que en 1938 realizara su madre, Rosa Tiscornia
H7cacf0018a425a90f33a3c de Castagnino, años después de la temprana muerte de su hijo. Cfr. Montini,
4
Estos recuerdos sobre el inicio de sus trabajos como dibujante en Buenos Pablo, “Del coleccionismo al mecenazgo: la familia de Juan B. Castagnino en
Aires los expresó en una entrevista de la revista Atlántida. Cfr. Ballesteros, la concreción de su legado, 1925-1942” en Montini, Pablo et al., De la Comi-
Anselmo, “Alfredo Guido”, Atlántida, diciembre de 1944, pp. 42 y 69. sión Municipal de Bellas Artes al Museo Castagnino. La institucionalización del
5
Conrado Nalé Roxlo, Alfredo Bufano, Ernesto Palacio, Brandán Caraffa y arte en Rosario, 1917-1945, Buenos Aires, Fundación Espigas, 2012, p. 122.
Evar Mendez eran parte de los escritores que frecuentaba. Cfr. Sanchez Vac- 12
En el catálogo de la exposición realizada en Witcomb, junto al título Motivos
ca, Carlos, op. cit. Con respecto al término bohemia, Pablo Ansolabehere del altiplano aparece la especificación: Bolivia, 1923. Cfr. Pacheco, Marcelo
precisa que “sintetiza una común posición de grupo de escritores y artistas (dir.), Memorias de una Galería de Arte. Archivo Witcomb 1896-1971, Buenos
mayoritariamente jóvenes: camaradería, desafío de las convenciones (que in- Aires, Fundación Espigas/Fondo Nacional de las Artes, 2000, p. 97.
cluyen ciertas lecturas y preferencias intelectuales no limitadas a la literatura), 13
Acerca de la problemática del grabado en Argentina cfr. Dolinko, Silvia, “Gra-
rechazo del ‘filisteísmo’ burgués, y la convicción de pertenecer a un sector bados originales multiplicados en libros y revistas” en Malosetti Costa, Lau-
social que se distingue por su juventud, su limpia pobreza y, sobre todo, por ra y Gené, Marcela (comp.), Impresiones porteñas. Imagen y palabra en la
la decisión de dedicar la vida al arte.” En “Itinerarios de la bohemia porteña historia cultural de Buenos Aires, Buenos Aires, Edhasa, 2009, pp. 165-194;
(1880-1910)” en Prismas, n° 16, 2012, UNQ, dossier “Sociabilidades cultu- “Impresiones sociales. Una lectura sobre la tradición del grabado en la Argen-
rales en Buenos Aires, 1860-1930: círculos, sociedades, ateneos y cafés”, p. tina” en Separata, año X, n° 15, CIAAL/UNR, octubre de 2010, pp. 20-27
180. y “Consideraciones sobre la tradición del grabado en la Argentina”, Nuevo

174 175
Mundo Mundos Nuevos [Online], Pictures, memories and sounds, Online los mitos y que los quichuas de hoy, ocultan como mudas efigies de un pa-
since 05 July 2016, connection on 25 October 2020. URL: http://journals. sado fabuloso.
openedition.org/nuevomundo/69472 ; DOI : https://doi.org/10.4000/nue- Pero ellos también, sorprendidos en su forma y en su expresión; ya en la
vomundo.69472 quietud hierática del ídolo, o bien en el gesto viril de la danza agreste o en el
14
Cfr. Armando, Adriana, “Alfredo Guido y el americanismo en los años veinte” rapto poético de la canción pastoril, han descifrado en un instante indiscreto
en La hora americana 1910-1950, op. cit., pp. 189-203. y revelador el sentido de los misterios olvidados: del rito y de la endecha;
15
La Revista de “El Círculo” de Rosario y Apolo informaron sobre el viaje a los del poder y del amor de lo que fue y de lo que ya no es y se desvanece en
países andinos iniciado en diciembre de 1919 y concluido en enero de 1920 dolorosa agonía a la espera de los gérmenes de una nueva vida…
y situaron a sus protagonistas como embajadores culturales, expresando así Alfredo Guido es un artista cuyo talento y exquisita sensibilidad le permiten
una modalidad peculiar, la de los viajeros culturales, frecuentes en la década despertar estos remotos vestigios de nuestra América tutelar. Su obra está
del veinte. Sobre este aspecto en el marco de las vanguardias argentinas cfr. llamada a prevalecer, sus raíces aliméntanse de las mieles más puras del pa-
Aguilar, Gonzalo, “El cuerpo y su sombra (Los viajeros culturales en la década sado y su profundo valor emocional la hacen moderna por excelencia y muy
del veinte)” en Episodios cosmopolitas en la cultura argentina, Buenos Aires, digna de llegar más allá de nuestras fronteras.
Santiago Arcos editor, 2009, pp. 171-183. El viaje aludido está narrado en un Es para mí mucha honra e inolvidable recuerdo de mi estada en Rosario, que
libro de Alcides Greca, el escritor que compartió el primer tramo del periplo la conferencia publicada en “El Círculo” vaya hoy ilustrada por el bello talento
con los hermanos Guido. A propósito de la visita a la Sociedad de Bellas de un hijo dilecto de esa noble ciudad, que reina con su progreso a las puer-
Artes de Chile, presidida por Montaner Bello, con el objetivo de estrechar tas del histórico Paraná como una resucitada Alejandría en el Nilo Argentino”.
vínculos intelectuales y artísticos entre ese país y Argentina, Greca afirma que Noel, Martín, “Durante el siglo XVII florece un tipo de arquitectura hispano-
el pintor Alfredo Guido ya era conocido en los países que visitaban y por americana” en La Revista de “El Círculo” de Rosario, verano de 1924, p. 15.
ello eran recibidos con “tanta benevolencia en todos” y muy especialmente 20
Francés, José, El Año Artístico 1923/1924, Madrid, p. 366.
en la institución mencionada. Cfr. La torre de los ingleses (crónicas de viaje) 21
Ibídem, pp. 364-365.
Argentina, Chile, Perú, Bolivia, Uruguay, Buenos Aires, Editorial Inca, 1929, p. 22
Nervi, J. Ricardo, “Presencia de Nicolás Antonio de San Luis en la plástica ar-
41. Un dibujo de Alfredo Guido firmado en Jujuy, en 1922, permite inferir gentina”, en Universidad, n° 59, 1964, pp. 75-76, disponible en la biblioteca
otro viaje al norte argentino y probablemente a Bolivia y Perú. Cfr. Papeles virtual de la Universidad Nacional del Litoral. https://bibliotecavirtual.unl.edu.
reencontrados. Conservación y catalogación de la colección de dibujos del Mu- ar:8443/handle/11185/4359
seo Castagnino+macro, Rosario, 2008, p. 50. 23
Pagano, José León, Historia del Arte Argentino, Buenos Aires, L’Amateur,
16
“Es la hora del agua fuerte, la de la obscura melodía” escribió Fernán Félix 1944, p. 479.
de Amador al referirse a la obra que representaba la última orientación del 24
La Exposition d’Art Américain-Latin estuvo integrada por Pettoruti, Xul Solar
temperamento de Rodolfo Franco en Apolo, año II, n° 9, marzo-abril de y Curatella Manes y por un conjunto heterogéneo de “pintores y escultores
1920, p. 265. con propuestas muy disímiles entre sí: desde una Anita Malfatti a Víctor Bre-
17
Los títulos de la serie de acuerdo al registro del Museo Castagnino son cheret y Celso Antonio por el Brasil; Juan M. Gavazzo Buchardo, Rodolfo
los siguientes: Aymaras del altiplano (Bolivia), Mujeres del altiplano, Niños Alcorta, Alberto Lagos y Alfredo Guido eran otros de los argentinos, y los
aymaras, Chichería (La Paz), Caserío (La Paz), Fiesta en Killi Killi (La Paz), La uruguayos Pedro Figari, Bernabé Michelena, Carlos A. Castellanos, Pedro
merienda (Killi Killi), Fiesta en Meja Huira (La Paz), San Francisco (La Paz), San Blanes Viale y José L. Zorrilla de San Martín, además de Camilo Egas, entre
Pedro (La Paz), Huancaras (La Paz), Contraluz en San Jorge (La Paz), Casa de otros no muy recordados por la historiografía del arte.” Artundo, Patricia, “El
los marqueses de Villaverde (La Paz), Leñadores de Mecapaca, Tipos de Puca- viaje dentro del viaje. O sobre la transitoriedad de los lugares-destino” en
rani, Los parias (Tiahuanacu), Danzarines chiriguanos (Copacabana), Nocturno Catálogo Exposición Artistas modernos rioplatenses en Europa 1911/1924. La
en Copacabana, La virgen del lago, Las tres cruces (Copacabana), Feria de experiencia de la vanguardia, Buenos Aires, Malba, 17 de octubre de 2002 al
Copacabana. 27 de enero de 2003, p. 19.
18
También se ocupó de estudiar piezas arqueológicas, etnográficas y colonia- 25
Cfr. Armando, Adriana, “Alfredo Guido y una épica rural” texto curatorial
les en los museos de Lima y La Paz haciendo, por ejemplo, bocetos detalla- correspondiente a uno de los núcleos de la exposición Un museo moder-
dos de las iconografías de los queros. no 1937-1945. Arquitectura, coleccionismo y gestión en el Museo Castagnino,
19
Transcribo aquí el segundo tramo de las palabras de Noel: “Y es que el ar- organizada en 2017 por el Museo Castagnino+macro. Disponible en línea:
tista rosarino al herir las frías planchas de acero con el tajo agudo de su mano https://castagninomacro.org/page/exposiciones/id/311/title/Alfredo-Gui-
sabia, ha comprendido el secreto del enigma que se confía a las piedras y a do-y-una-%C3%A9pica-rural

176 177
26
Sobre el itinerario europeo y sus vínculos cfr. Segal, Alicia, “La escultura en premio de figura por el óleo La mujer del cántaro.
Cuyo: Nicolás Antonio de San Luis” en Cuadernos de Historia del Arte n° 9, 36
El mantón celeste de Pedone fue donado por Rosa Tiscornia en 1929 junto
1970, Mendoza, Universidad Nacional de Cuyo, p. 83. con Vieja hilando de Francisco Vidal y la serie Sierras de Córdoba de Guido
27
Ricardone, Natalio, Velloso Colombres, M. J. y Torres Portillo, Julio, El libro antes mencionada, cfr. Montini, Pablo, op. cit., p. 99.
del Rosario, Rosario, edición de los autores, 1925, s/p. 37
Cfr. Roh, Franz, Realismo mágico. Post Expresionismo. Problemas de la pintura
28
Cfr. Armando, Adriana, “Los recuerdos de Alfredo Guido” en Nusenovich, europea más reciente, Madrid, Revista de Occidente, 1927 [1925]. Véase
Marcelo y Zablosky, Clementina (eds.), Testimonios en la historia de las artes también Realismo Mágico. Franz Roh y la pintura europea 1917-1936, Valen-
de Córdoba y de Rosario, Córdoba, Brujas/UNC, 2016, pp. 79-117. cia, IVAM Centre Julio González/Fundación Caja de Madrid/Centre Atlántico
29
En el IX Salón de Otoño de Rosario, en mayo de 1927, obtuvo el primer de Arte Moderno, 1997.
premio de figura con el óleo Retrato de Emilia Bertolé. 38
Sobre la recepción de esta modalidad en Buenos Aires cfr. Constantín, María
30
Cfr. el apartado “La querella del paisaje y el arte nacional” en Malosetti, Costa, Teresa, “Todo lo sólido se petrifica en la pintura o la re-formulación de la mo-
Laura, Los primeros modernos. Arte y sociedad en Buenos Aires a fines del siglo dernidad en Guttero, Cúnsolo y Lacámera” en Weshsler, Diana B. (coord.),
XIX, Buenos Aires, FCE, 2001, pp. 337-346; Wechsler, Diana, “Impacto y Desde la otra vereda. Momentos en el debate por un arte moderno en la Argen-
matices de una modernidad en los márgenes. Las artes plásticas entre 1920 y tina (1880-1960), Buenos Aires, del Jilguero, 1998, pp. 157-178 y Wechler,
1945” en Burucúa, José Emilio (dir. de tomo), Arte. Sociedad y política. Nueva Diana, “Melancolía, presagio y perplejidad. Los años 30, entre los realismos
Historia Argentina, vol. I, Buenos Aires, Sudamericana, 1999, pp. 279-288; y lo surreal” en Catálogo Exposición Territorios de diálogo. España, México y
para reflexiones y recapitulaciones acerca del paisaje cordobés cfr. Zablosky, Argentina 1930-1945, Buenos Aires, Fundación Mundo Nuevo, 2006, pp.
Clementina, “Fragmentos para una historia del paisaje en Córdoba” en Sepa- 17-33; en Rosario cfr. Fantoni, Guillermo, “Travesías del realismo mágico.
rata, año XI, n° 16, CIAAL/UNR, oct. 2011, pp. 3-20 y Alderete, Ana Sol, Leónidas Gambartes entre la realidad y el ensueño” en Separata, año III, n° 5
“La reconstitución del paisaje de Córdoba como proyecto visual moderno: y 6, CIAAL/UNR, 2003, pp. 1-27 y en Córdoba cfr. Alderete, Ana Sol, “Ante
la mirada de Waisman, Álvarez y Farina en los años cuarenta” en Avances, n° los modernismos metropolitanos: aproximaciones y distancias” en La Aso-
24, UNC, 2014-2015, pp. 45-64. ciación de Pintores y Escultores de Córdoba: arte moderno, emprendimientos
31
Guido, Ángel, “Impresiones serranas”, Argos, año I, n° 3, marzo de 1926, institucionales y compromiso social entre 1937 y 1947, Tesis de Doctorado,
pp. 49-50. Universidad Nacional de Córdoba, 2019, pp. 73-104, disponible en https://
32
La serie Sierras de Córdoba compuesta de veinte aguafuertes estampadas en rdu.unc.edu.ar/handle/11086/16506
1928 también fue donada por Rosa Tiscornia al Museo Municipal de Bellas 39
Lozano Mouján, José María, Figuras del Arte Argentino, Buenos Aires, A.
Artes, en 1929, nueve años antes de la donación del conjunto Motivos del García Santos, 1928, p. 32.
Altiplano. Cfr. Montini, Pablo, op. cit., p. 99. Una parte de la serie integró la 40
Los mantones de Manila eran piezas preciadas; fueron parte de la rica co-
exposición Retórica y metáfora. Paisajes de Córdoba en la colección del Museo lección de indumentaria de Hermen Anglada-Camarasa, cfr. El món d’An-
Castagnino+macro, desarrollada en mayo-junio de 2016 en dicho museo y glada-Camarasa, Barcelona/Palma, Fundació “la Caixa”, 2007, pp. 180-185.
curada por Tomás Bondone, disponible en línea: https://castagninomacro. También le interesaron a Montes i Bradley dado el encargo que le realizó a
org/page/exposiciones/id/88/title/Ret%C3%B3rica-y-met%C3%A1fora Antonio Berni en 1926, cfr. Fantoni, Guillermo, Berni entre el surrealismo y
33
Cfr. Otero, Romina, Artistas en tránsito. Viajes, tradición y renovación en las Siqueiros. Figuras, itinerarios y experiencias de un artista entre dos décadas,
artes plásticas en Córdoba durante los años 20, Bernal, UNQ, 2017. Libro Rosario, Beatriz Viterbo, 2014, pp. 97-98.
digital PDF. 41
Para un análisis pormenorizado de esta obra, sus componentes y el sentido
34
En 1926 Marinetti visitó Córdoba y dictó dos conferencias en la Universidad, que adquiere en el arte argentino, cfr. Wechsler, Diana, “Impacto y matices
Pettoruti expuso en el Salón Fasce y comenzó la publicación de la revista de una modernidad en los márgenes. Las artes plásticas entre 1920 y 1945”
Clarín. Sobre estos episodios cfr. García, Diego (ed.), Clarín. Revista de críti- en op. cit., pp. 271-274.
ca y cultura. Córdoba 1926-1927. Edición facsimilar con estudios de Paulina 42
En el revés de la fotografía Montes escribió que se había corrido la voz de
Iglesias, Matías Rodeiro, Guillermo David y Ana Clarisa Agüero, Universidad que en una casa desocupada de la calle Lavalleja en Córdoba había fantasmas
Nacional de Córdoba, 2014; Iglesias, Paulina, “‘Entre ellos, 9 de vanguardia’. y que a medianoche los “espantaban”, por esa razón, agrega, “nos fuimos a
Obras de Pettoruti en Córdoba” en Separata, Segunda época, año XV, n° 20, espantar al fantasma con otro nuestro” que era Nicolás Antonio cubierto con
CIAAL/UNR, dic. 2017, pp. 5-23. una tela blanca; así se lo ve en la foto junto al amistoso equipo.
35
Los tres pintores cordobeses participaron en Rosario del V Salón de 1922 y 43
En ese sentido Raymond Williams en “La política de la vanguardia” plantea:
en el VIII inaugurado en octubre de 1925, Francisco Vidal obtuvo el Primer “El arte visto como primitivo o exótico pero creativamente poderoso –y

178 179
ahora, dentro de un imperialismo desarrollado, accesible de fuentes mucho mexicano” en Directrices, n° 2, 1929, pp. 51 y 56-58.
más amplias, en Asia y África– se considera en varios movimientos diferen- 54
“onofrio palamara” en Ibídem, p. 39.
tes, dentro de esta turbulenta gama creativa, no sólo como ejemplar sino 55
mib, “solo es un paso” en Ibídem, p. 38.
como formas que pueden entrelazarse con lo conscientemente moderno.” 56
Sobre los textos que integraban la presentación Montes escribió: “este ser-
Al mismo tiempo, agrega, “se pone un énfasis sin precedentes en los rasgos pentín que aquí recibimos, evidencia una comunión de ideales. “megáfono”
más evidentes de un mundo moderno urbano e industrializado: la ciudad, y “directrices” en sus órbitas giran vertiginosamente, los cosmos devendrán
la máquina, la velocidad, el espacio –la ingeniería creativa, construcción de i la metrópoli porteña ya asustada en su mundo renovado, con la recepción
un futuro–.” En La política del modernismo. Contra los nuevos conformistas, de la onda mendocina, sabrá ahora que la corriente juvenil invade en sus
Buenos Aires, Manantial, 1997, pp. 75-76. últimos reductos, la enfermiza generación literaria de salón i de peluca.” El
44
“flechas para un mañana mejor” en Directrices, n° 1, 1929, p. 6. Se pre- dibujo de Palamara, un hombre megáfono en mano, resuelto con formas
senta como una revista mensual de cultura artística y literaria editada por geométricas y planas, acompaña el carácter de la nota, en mib, “Exposición
R.E. Montes i Bradley, J. Romero del Prado y E. Gómez Ibáñez, contiene de la nueva literatura mendocina por el Grupo Megáfono”, ibídem, p. 43.
32 páginas. No apareció reseñada en Lafleur, Héctor, Provenzano, Sergio y 57
“el arte nuevo en Córdoba” fue el título que Montes eligió para narrar su
Alonso, Fernando, Las revistas literarias argentinas 1893-1967, Buenos Ai- experiencia como espectador: “nos trajo ese soplo de renovación que a
res, Ediciones Culturales Argentinas, 1962, pero sí en Pereyra, Washington nuestro apático medio debía algún día llegar”, en mib, “Reflectores”, ibí-
Luis, La prensa literaria argentina 1890-1974. Tomo segundo. Buenos Ai- dem, p. 65.
res, Librería Colonial, 1995, pp. 135-136. Acerca del estudio de las revistas 58
Cfr. Romano, Carolina, “Ideario, Frente y nueva escultura: contextos para
culturales, problemas y tendencias, cfr. Tarcus, Horacio, Las revistas cultu- un debate sobre arte moderno en provincias” en Avances, n° 24, UNC,
rales latinoamericanas, Giro material, tramas intelectuales y redes revisteriles, 2014, pp. 361-375.
Buenos Aires, Tren en Movimiento, 2020. 59
Pagano, José León, op. cit., p. 478.
45
Ibídem. 60
Fuentes, Máximo, “Nicolás Antonio de San Luis. El hombre y el espíritu”
46
“esferas exteriores” en ibídem, p. 8. en América Libre, n° 1, 1935, pp. 15-16, disponible en http://americalee.
47
El art déco se había difundido con la Exposición Internacional de Artes de- cedinci.org/portfolio-items/america-libre/
corativas e Industriales Modernas realizada en París en 1925. Fue un estilo 61
Dolores Dabat, “Discurso con motivo de la inauguración de los Profeso-
moderno alternativo a las vanguardias que tuvo entre sus fuentes al cubis- rados de Música y Dibujo”, en Shakespear, Isabel (dir. de la publicación),
mo y a los mundos coloniales a través de sus materias primas y repertorios Escuela Normal de Profesoras N° 2 “Juan María Gutiérrez”. De 1935 a 1960,
formales. Cfr. Catálogo Exposición Fundación Juan March El gusto moderno: Rosario, 1960, p. 94.
Art déco en París 1910-1935, Madrid, Edit. De Arte y Ciencia, 2015. 62
Ibídem, p. 95.
48
Cfr. Veliscek, Elisabet, “Temáticas escolares y cultura gráfica: ilustradores 63
“Sr San Nicolás Antonio de San Luis” en Mostacillas, año 1, n° 3, 1er año
y decoradores en la revista Quid Novi? (1932-1934)”, en Separata, año de Dibujo, Escuela Normal N° 2 “Juan María Gutiérrez”, 2 de septiembre
XVIII, n° 26, Rosario, CIAAL/UNR, septiembre de 2020, pp. 69-101 y “De de 1940.
la melancolía al horror. Una aproximación a la gráfica de Ricardo Warecki” 64
Montes i Bradley, R-E, “Mediodía en Nicolás Antonio de San Luis” en
en La Trama de la Comunicación, vol. 20, n° 1, enero a junio 2016, pp. Boletín de Cultura Intelectual, Libra, año I, n° 4, setiembre de 1938, pp.
91-107. 25-26. Otros compañeros de Directrices estuvieron en el Boletín de Cultura
49
Coutaret, Manuel, “Nicolás Antonio de San Luis” en Directrices, n° 1, op. Intelectual, por ejemplo, Oliverio de Allende escribió sobre las naturalezas
cit., p. 25. muertas de Antonio Pedone y Francisco Vidal dibujó algunas viñetas. El
50
Lombard, P., “Las exposiciones de Antonio Pedone y Horacio Juárez”, en bronce Mediodía de Nicolás Antonio también fue en 1941 Premio Ad-
ibídem, p. 22. quisición “Martín Rodríguez Galisteo” en el XVIII Salón Anual de Pintura,
51
La cabeza femenina del afiche guarda relación con las imágenes de Kiki de Escultura y Grabado de Santa Fe.
Montparnase, verdadera musa de los años veinte en París retratada por 65
“Los principios de este nuevo realismo se pueden enunciar de una manera
muchísimos artistas, entre ellos Man Ray y Foujita. Cfr. Klüver, Billy y Martin, muy sencilla: la pulcritud en el dibujo, la sencillez de las composiciones y la
Julie, El París de Kiki. Artistas y amantes 1900-1930, Barcelona, Tusquets, huida de todo aquello que pudiera resultar oscuro o apasionado. Así, con
1989. un ojo puesto en el cubismo y otro en los primitivos, uno en lo local y otro
52
Spratling, William, “Orozco”, en Directrices, n° 1, op. cit., pp. 19-20. en lo internacional, se estableció un estilo que durante esos años conoció
53
Reyes, Alfonso, “Dos horas para ti” y Taborda, Saúl, “Lehmann y el arte un éxito internacional inédito hasta entonces.” En Jiménez Burrillo, Pablo

180 181
y Bozal Chamorro, Leyre, “La internacionalización de los nuevos realismos Cómo citar este artículo:
de entreguerras” en Avanzi, Beatrice y Ferrari, Daniela (dirección científica), Armando, Adriana, “Dos artistas y algunos recorridos: notas sobre Alfredo
Retorno a la belleza. Obras maestras del arte italiano de entreguerras, Madrid, Guido y Nicolás Antonio de San Luis”, en Separata «Creencias y devociones,
Fundación Mapfre, 2017, pp. 60-61. festividades y costumbres», año XVIII, nº 27, Rosario, CIAAL/UNR, diciembre
66
Cfr. Mouguelar, Lorena, “Plásticos independientes junto al museo. La difu- de 2020, pp. 141-182, URL: http://ciaal-unr.blogspot.com/
sión del arte moderno en Rosario”, texto curatorial correspondiente a uno
de los núcleos de la exposición Un museo moderno 1937-1945. Arquitectu-
ra, coleccionismo y gestión en el Museo Castagnino, organizada en 2017 por
el Museo Castagnino+macro. Disponible en línea: ttps://castagninomacro.
org/page/exposiciones/id/312/title/Pl%C3%A1sticos-Independientes-jun-
to-al-Museo
67
Cfr. Rocca, María Cristina, “Lo facúndico tabordiano en la obra de Alber-
to Nicasio” en Artistas y reformistas en la cultura de Córdoba (1933-1943),
UNC, 2018, pp. 79-104.
68
En Italia, Nicolás Antonio: “Coincide providencialmente con la presencia del
conocido filósofo cordobés Saúl Taborda, quien acababa de realizar estudios
en Alemania y llegaba a la península con el encargo de enviar colaboracio-
nes a la revista argentina El Hogar. Russo hizo los retratos que ilustraron los
reportajes a los personajes más destacados en el arte y el pensamiento italia-
nos: Benedetto Croce, Luigi Pirandello, Giovanni Gentile, Roberto Bracco.”
En Segal, Alicia, op. cit., p. 83.
69
Rocca, María Cristina, op. cit., p. 95.
70
Más allá de los diferentes nucleamientos y sus respectivas adhesiones es-
téticas, políticas y gremiales, el álgido período comprendido entre 1937 y
1946, coincidente con la gestión de Hilarión Hernández Larguía en el Museo
Castagnino, implicó un afianzamiento general de lo moderno que puede
advertirse en las modalidades y los temas de las obras que integraron ex-
posiciones o bien que fueron adquiridas o premiadas por el museo en ese
lapso. Cfr. Fantoni, Guillermo, “Elecciones de un museo: salones, premios y
otras adquisiciones”, texto curatorial correspondiente a uno de los núcleos
de la exposición Un museo moderno 1937-1945. Arquitectura, coleccionis-
mo y gestión en el Museo Castagnino, organizada en 2017 por el Museo
Castagnino+macro. Disponible en línea: https://castagninomacro.org/page/
exposiciones/id/324/title/Elecciones-de-un-museo%3A-salones%2C-pre-
mios-y-otras-adquisiciones
71
Ostrovski, David, “Simbolismo en los grabados de Gambartes”, disertación
en el Museo Municipal de Bellas Artes “Juan B. Castagnino”, desarrollada el
23 de agosto de 1964, texto mecanografiado.
72
Grela recordó que Nicolás era amigo del pintor Jacinto Castillo e hizo de
nexo para su integración a la Agrupación de Artistas Plásticos Independientes
a pesar de estar en una posición política diferente a la del grupo que, en esos
años, estaba próximo a la figura de Hernández Larguía. Cfr. Fantoni, Gui-
llermo, Una mirada sobre el arte y la política. Conversaciones con Juan Grela,
Rosario, Homo Sapiens, 1997, pp. 39-40.
73
Nervi, J. Ricardo, op. cit., p. 91.

182 183
S E P A R A T A
Centro de Investigaciones del Arte
Argentino y Latinoamericano
Universidad Nacional de Rosario

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