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Cinismo y Romanticismo

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CINISMO.

El cinismo es una de las manifestaciones más radicales de la filosofía y también


de las más incomprendidas. Los cínicos consideran que la forma de vivir es parte
fundamental de la filosofía e inseparable de su manera de pensar.
Sin embargo, no todos los integrantes de este movimiento tienen las mismas
actitudes externas ni los mismos comportamientos, por lo que a veces se habla de
filosofía cínica, otras veces de actitud cínica y otras simplemente de locura.

El término cínico es uno de esos términos que han ido perdiendo su significado
original y transformándose en otro distinto al que tuvo en sus orígenes. Tanto es
así que hay algunas propuestas para usar los términos quínico o kínico, con el fin
de diferenciar claramente el concepto de cínico en su sentido original del que se
usa hoy en día, es decir, diferenciar en concepto de cínico en sentido filosófico, de
su sentido popular.

Filosóficamente de lo que se trata, es de retomar o de pensar de un modo nuevo y


diferente algunos temas antiguos, ya que el paso del tiempo ha cambiado
completamente su significado, su origen y desarrollo han sido velados, para llegar
a significar hoy, poco más que un insulto.

El cinismo es una filosofía teórica y una práctica, pero también una forma de vida,
aunque esta carácterística se empezó a perder enseguida, es una filosofía que
pretende alcanzar la felicidad mediante la sabiduría y la ascesis.

Uno de los rasgos que diferencia al cinismo de otros movimientos es precisamente


la importancia que dan a la ascesis, la práctica continua del ejercicio mental y
físico, como camino para conseguir un estado de ánimo apropiado para alcanzar
la autosuficiencia, que les libere de los imprevistos y les endurezca para
permanecer impasibles ante "adversarios existenciales" como el hambre, el frío o
la pobreza, que no dependen de ellos. Esta actitud les emparentaba con el
estoicismo, aunque su desverguenza les volvía a alejar.

Se pueden distinguir dos fases en el movimiento cínico: la primera fase se


desarrolló básicamente en Grecia, durante los siglos -IV y -III, la segunda fase se
desarrolló en las grandes ciudades del imperio romano: Roma, Alejandría y
Constantinopla, y duró desde los siglos I a V.

El nombre de cínicos tiene dos orígenes diferentes asociados a sus fundadores. El


primero viene del lugar donde Antístenes solía enseñar, que era un gimnasio
llamado Cinosarges, que se puede traducir como el perro blanco o el perro veloz.
El segundo origen tiene que ver con comportamiento de Antístenes y de Diógenes,
que se asemejaba al de los perros, por lo cual la gente les apodaba con ese
nombre (kinicós). Está comparación viene por el modo de vida que habían elegido
estos personajes, por su idea radical de libertad, su desvergüenza y sus continuos
ataques a las tradiciones y los modos de vida sociales.
Sin embargo detrás de todo esto, el cinismo pretendía dar una respuesta individual
a la incertidumbre que se vivía en este periodo de crisis cultural, manifestando su
malestar y descontento, y también librarse de los caprichos de la fortuna, guiando
al individuo hacia la felicidad. Este camino no era fácil así que se necesitaba un
entrenamiento, una disciplina para a conseguir una plena autonomía moral y a ser
posible también física. Era característico de los cínicos la transgresión continua,
tanto de los valores tradicionales, como de las normas sociales.

Los cínicos tomaron como modelos a la naturaleza y los animales, los adoptaron
como ejemplos de autosuficiencia y basándose en ello propusieron un modelo de
comportamiento ético que consideraban fundamental para alcanzar la felicidad,
aunque esto solo era posible mediante una rigurosa disciplina física y mental.
Proponen la necesidad de la autoafirmación individual frente a una sociedad
alienante y coaccionadora.

El cinismo es una forma de vivir, pero también de pensar y de expresarse, y como


no se han conservado las obras de los primeros cínicos, hoy son conocidos en
gran parte por dichos y anécdotas (chreiai), que fueron transmitidos en forma de
colecciones, la más usada es la de Diógenes Laercio, referencia fundamental para
el estudio no solo de los cínicos, sino de gran parte de la filosofía anterior a su
autor. Utilizaron recursos literarios diversos donde no faltan la parodia, la sátira, la
anécdota o la burla, pero siempre de forma escandalosa y provocadora.

Fundador de la escuela cínica. (Busto de Antístenes)

Diógenes de Sinope
El cinismo es un movimiento que se desarrolló en Grecia, durante los siglos IV y
III a. C., y siguió en las grandes ciudades del Imperio Romano: Roma, Alejandría y
Constantinopla hasta el siglo V. Uno de los orígenes del nombre está asociado a
uno de sus fundadores, el primero fue Antístenes, que le puso este nombre por el
lugar donde solía enseñar, que era un gimnasio llamado Cinosarges, lo que,
traducido, vendría a ser perro blanco o perro veloz. Después, por el
comportamiento de Antístenes y Diógenes, les apodaron cínicos, ya que sus
comportamientos se asemejaban al de los perros, aunque al principio esta escuela
fue llamada “escuela socrática menor”. La actitud cínica fue iniciada en Occidente
por Diógenes de Sinope en el siglo IV a. C.
El cinismo no fue una escuela a pesar de este título. Una escuela filosófica era un
establecimiento en el cual se impartía una doctrina o inspiración intelectual
mantenida por un grupo de personas dirigidas por un superior. Antístenes fue uno
de sus fundadores y las reuniones las realizaban en un gimnasio que
frecuentaban. Ellos estaban en contra de la escuela, repudiaban las ciencias, las
normas y las convenciones, en especial Antístenes.
(Filosofía antigua.) La secta cínica tuvo por fundador a Antistenes, discípulo de
Sócrates, de quien tomó la rígida sobriedad que llevó todavía más adelante que su
modelo. En vez de imitar la prudencia que caracterizaba a su maestro, afectaba
una virtud severa que sólo respiraba orgullo. Presentábase en público cubierto con
una mala capa, la barba larga y descuidada, y apoyado en un palo. Desechaba
todas las comodidades de la vida, despreciaba las riquezas, la reputación, las
dignidades, en una palabra, todo lo que buscan los hombres con más avidez.

Tenía por máximas que la virtud solo basta para la felicidad; que quien la posee
no tiene que desear mas que el valor; que consiste siempre en acciones y nunca
en palabras; que toda ciencia y arte son inútiles; que el filósofo debe acomodarse
a las leyes de la naturaleza y no a las de los hombres, y que siendo solamente él
capaz de distinguir lo que merece alguna afección, si trata de casarse debe
escoger una mujer digna de su amor para reproducirse en sus hijos. Pero esta
última máxima no tardó en caer en desuso entre sus sectarios, quienes prefiriendo
el título de cosmopolitas al de ciudadanos, sacudieron la dependencia
consiguiente a los vínculos del himeneo y justificaron el nombre de cínicos (en
griego perros) que caracterizaba perfectamente la impudencia de que hacían
alarde. «Dáseles este nombre, dice Ammonio, antiguo comentador de Aristóteles,
a causa de la libertad de sus expresiones y de su amor por la verdad; pues se
nota que el instinto del perro tiene algo de filosófico y que le sirve para distinguir a
los hombres, ladrando a los extraños y acariciando a los de la casa. Los cínicos
de la propia manera acogen y acarician la virtud, y a los que la practican, en tanto
que reprueban las pasiones y vituperan a los que se entregan a ellas, aunque
estén sentados en un trono.»
ROMANTICISMO.
Este movimiento cultural literario se produce a fines del siglo XVIII y a comienzos
del siglo XIX en varios países europeos como Alemania, Francia y Reino Unido, se
desarrolla a lo largo de todo el periodo decimonónico, y continúa ejerciendo su
influencia, en varios de sus rasgos más característicos, hasta la actualidad.
El movimiento romántico hunde sus raíces en el siglo XVIII, al igual que el
Neoclasicismo del que se considera la antítesis; pero no existe una clara
separación entre ambas corrientes que podían coexistir. Las dos se inspiran en las
ideas de la Ilustración.
El término «romántico» se aplicó por primera vez en la Inglaterra del siglo XVIII a
los jardines ingleses “naturales”.
El Romanticismo es más una ideología y actitud de pensamiento y vida que un
estilo. Al racionalismo del Neoclasicismo y a su idea de belleza armoniosa, el
romántico opone su gusto por lo sublime, que provoca dolor e inspira terror, y por
lo pintoresco y lo subjetivo. Es el triunfo del yo. La imaginación, que permite
conectar con lo ininteligible y misterioso del cosmos, y el sentimiento ocupan el
lugar de la razón. El romántico afirma su individualidad frente al mundo,
su genio y su deseo de libertad.
Frente al amor por la Antigüedad del clásico, el artista romántico muestra interés
por la Edad Media y el exotismo de Oriente. Siente pasión por la Historia, atraído
por la diversidad de costumbres de los pueblos. A menudo el Romanticismo va
unido al Nacionalismo. Frente al laicismo, algunos románticos proponen la vuelta a
la Religión.
La burguesía, que se ha convertido en la clase dominante gracias a las
revoluciones políticas, constituye la clientela mayoritaria en el siglo XIX. En
general tiene un gusto reaccionario y académico en materia artística, a la vez que
trata de imitar el lujo y los gustos de la aristocracia reduciendo los gastos. Los
artistas románticos, interesados por las novedades, critican esta actitud y buscan
escandalizar al burgués llevando una vida bohemia, siendo originales en
modales, traje y conducta. Se inicia así una disociación entre el arte oficial de las
Academias y Salones y el arte independiente de los artistas. El romántico, al
luchar contra las reglas, se convierte en un revolucionario.

Desde los inicios de la Ilustración a mediados del siglo XVIII, el Romanticismo


despertó un interés creciente como inspirador de una buena parte de la actitud
crítica que tempranamente se fue forjando frente al triunfalismo racionalista. Se ha
advertido, sin embargo, que no constituyó, en modo alguno, un movimiento que
negara de plano la razón, sino que buscó su ampliación a otros niveles del
quehacer humano, pues como escribe Ávila (1999, p. 48): "el Romanticismo no es
sólo la otra cara de la Ilustración, sino también su fondo inevitable y hasta su
asiduo compañero". El romántico se propuso ver la realidad desde otras
dimensiones donde pudieran germinar la libertad, la igualdad y el amor como
valores que potencializan el alma humana; mientras que el intelectualismo
dieciochesco consideró irracional y rechazable todo aquello que no fuera objeto de
análisis de la razón instrumental de la cual esperaba todo, hasta la felicidad
humana no escapaba de su ámbito especulativo, expresada en una visión remota
de los avances del progreso científico, tecnológico, social y económico. Es posible
decir que la Ilustración cifra su percepción de la felicidad en un valor superficial
que puede estar al alcance de todo aquel que haya adquirido posesiones
materiales de las que pueda hacer acopio.

El Romanticismo se propuso encontrar un equilibrio inteligente entre la


sensibilidad y el entendimiento, entre lo interior y lo exterior, y por ello adquirió,
desde su aparición, un sentido paradójico al impulsar diversas maneras de pensar,
algunas veces tradicionalistas y otras veces en alianza con corrientes
progresistas. Asimismo, puso especial atención en el sentimiento religioso (más
allá de lo institucional), mostrando su preferencia por el misterio, lo sugestivo, lo
velado de la realidad, y su predilección por el pasado, especialmente, la Edad
Media, donde el romántico buscó la posibilidad de encontrar elementos de una
sociedad justa y nociones universalmente válidas sobre el bien y el conocimiento
verdadero.

El Romanticismo surgió como un movimiento que impulsaba a las personas a


buscar un sentido propio a sus vidas a través de la soledad, la quietud de ánimo y
la ensoñación, sin que ello significara la incomunicación o la indiferencia a todo lo
que no era uno mismo, pues se trataba de una reflexión sobre nuestra propia
condición humana que es en el fondo toda filosofía; es decir, un empeño de estar
mejor con nosotros mismos, con los demás y, por consiguiente, con el entorno que
nos rodea. Se trataba de un intento de analizar en las personas aquellos rasgos
que las convierten en algo más que un yo pensante y racional.

La filosofía renacentista en todas sus expresiones se alejó del temor teocéntrico


para dejarse arrastrar por la sensualidad racionalista y el objetivismo naturalista
del empirismo inglés que cambió completamente la visión del hombre de
Occidente que desde ese momento se preparó para los grandes cambios
científicos y tecnológicos que impulsarían la revolución industrial del siglo XIX. El
racionalismo filosófico elevará el individualismo a una posición jerárquica de
dimensiones impensables y con él todas las convicciones políticas y éticas de la
persona en una época de escepticismo y desengaño. Los despojos del
espiritualismo medioeval, son devorados con avidez por la omnímoda razón, la
cual hizo del Enciclopedismo uno de los corolarios intelectuales de los nuevos
tiempos revolucionarios.

Al establecerse un vínculo necesario entre razón y experiencia, la filosofía


renacentista se adscribió a una posición que no se conformó con solo buscar la
esencia del hombre en el horizonte de una realidad que lo abarcaba, sino que, en
consonancia con el viraje antropológico de la Edad Moderna, fijó el ámbito de la
acción de lo ya constituido, como centro de comprensión de la realidad: el hombre
mismo. Con ello, la filosofía adquirió un sentido antropológico-epistemológico que
le permitió designar la realidad que el individuo podía percibir.

OTRA DEFINICIÓN MÁS CORTA


El romanticismo es un movimiento artístico que tuvo gran repercusión en la
literatura y la pintura de finales del siglo XVIII. Alemania e Inglaterra fueron los
dos países donde se originó de la mano de varios artistas. Pero rápidamente se
expandió al resto de Europa y las Américas durante la primera mitad del siglo
XIX. Supuso una ruptura con la Ilustración y el Neoclasicismo que reinaban por
aquel momento. Aunque el término romántico se asocia con el amor, el
romanticismo de aquella época servía para expresar las emociones que
transmitía la naturaleza. En cuanto al romanticismo literario, el adjetivo que se
usaba era antónimo del estilo clásico y grecolatino, alejándose de la literatura
medieval y barroca.

REPRESENTANTES.

Gustavo Adolfo Bécquer

Fue un miembro de este movimiento tardío, pero ha sido de los más


representativos. Su obra, Rimas y Leyendas, recoge toda su obra poética y
narrativa. Se caracteriza por tener un tono delicado, con un gran esfuerzo y
cuidado.

Edgar Allan poe

Edgar Allan Poe es considerado como uno de los grandes maestros en el relato
corto. Se le considera un renovador de la novela gótica, especialmente por sus
cuentos de terror. Además, es uno de los primeros en explorar el género de la
ciencia ficción.
Victor Hugo

Su obra fue una de las más revolucionarias, ocupando un puesto de gran


importancia en la literatura francesa. Entre sus obras destaca, por encima de todo,
la conocida como Los Miserables.

Lord Byron

Fue un poeta inglés de gran repercusión debido a su manejo de la pluma, su


belleza y sus escándalos personales. Se le considera uno de los mejores poetas
en la lengua inglesa, sirviendo de antecedente a la figura del poeta maldito.
Rosalía de Castro

Es una de las escritoras más importantes de la historia de España. Escribió tanto


en castellano como en gallego. Su vida no fue fácil, pero esto hizo que dejase
grandes obras. En Cantares Gallegos Follas Novas, por ejemplo, habla de la
añoranza del hogar.

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