Metodos de Teoria Politica
Metodos de Teoria Politica
Metodos de Teoria Politica
Métodos de
teoría política
Un Manual
MÉTODOS DE
TEORÍA POLÍTICA
UN MANUAL
Métodos de teoría política: un manual / Luciano Nosetto... [et al.] ;
dirigido por Luciano Nosetto; Tomás Wieczorek.- 1a ed.- Ciudad
Autónoma de Buenos Aires: Universidad de Buenos Aires. Instituto
de Investigaciones Gino Germani - UBA, 2020.
Libro digital, PDF - (IIGG-CLACSO)
Germán Aguirre
Alejandro Cantisani
Lucía Carello
Franco Castorina
Sofía Colias
Nicolás Fraile
Ramiro Kiel
Daniela Losiggio
Octavio Majul
Sabrina Morán
Luciano Nosetto
María Cecilia Padilla
Emilse Toninello
Tomás Wieczorek
Luca Zaidan
Martín Unzué - Director
Carolina De Volder - Coordinadora del Centro de Documentación e Información
Rafael Blanco, Daniel Jones, Alejandro Kaufman, Paula Miguel, Susana Murillo, Luciano Nosetto,
Facundo Solanas, Melina Vazquez - Comité Editor
Sabrina González - Coordinación técnica
Eduardo Rosende - Editor
Luciano Viola - Fotos de tapa y contratapa
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ISBN 978-950-29-1888-4
Esta obra está bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercialCompartirIgual 4.0 Internacional
ÍNDICE
INSTRUCCIONES DE USO
Luciano Nosetto y Tomás Wieczorek | 9
HISTORIA INTELECTUAL
Octavio Majul | 39
HISTORIA CONCEPTUAL
Germán Rodrigo Aguirre y Sabrina Morán | 61
HERMENÉUTICA
Nicolás Fraile y Ramiro Kiel | 85
DECONSTRUCCIÓN
Daniela Losiggio y Luca Zaidan | 123
ARQUEOLOGÍA Y GENEALOGÍA
Sofía Colias y Emilse Toninello | 145
TEORÍA CRÍTICA
Alejandro Cantisani y Luciano Nosetto | 165
INSTRUCCIONES DE USO
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MÉTODOS DE TEORÍA POLÍTICA: UN MANUAL
1. TEORÍA POLÍTICA
Alcanzar una definición teórica de la teoría política constituye en nues-
tro tiempo una tarea cuanto menos difícil. Si, conforme las precisiones
de Giuseppe Duso, la filosofía política antigua tenía por ámbito de
referencia el bien y la justicia comunes, la ciencia política moderna
parece redireccionarse hacia el estudio del poder, trazando un arco
que va de Thomas Hobbes a Max Weber (Duso, 2005). Ahora bien,
desde el momento en que se admite, con Michel Foucault (2003), que
el poder es coextensivo al cuerpo social, o desde el momento en que,
con Carl Schmitt, se sostiene que cualquier ámbito del pensamiento
y la acción humana resulta politizable, parece no haber aspecto de la
vida social que resulte ajeno al interés de la teoría política (Schmitt,
1998). Esta expansión ilimitada del dominio propio de la teoría política
parece conducir a la disolución de toda especificidad y consistencia
disciplinar. Antes de entregarnos apresuradamente a conclusiones de
este tipo, proponemos en lo que sigue asumir una definición de la teoría
política como práctica.
Precisamente, este libro parte del supuesto de que la teoría política
constituye un ámbito de prácticas de investigación, escritura, enseñanza
y aprendizaje que ha adquirido cierta consistencia disciplinar en virtud
de temas, problemas y enfoques comunes. Considerada una rama de
la ciencia política, la teoría política constituye una aproximación a los
problemas políticos del presente, informada en la tradición de pensa-
miento político contenida en las obras del pasado y atenta a las coorde-
nadas históricas propias de cada tiempo. En un planteo esquemático,
podría decirse que la teoría política está comprendida dentro de las
ciencias del espíritu, que asumen como tarea eminente la comprensión.
Mientras la ciencia política se aboca a la comprensión de los procesos
políticos contemporáneos, mientras la filosofía académica se aboca a
la comprensión de las grandes obras y mientras las ciencias históricas
se abocan a la comprensión del pasado, la teoría política guarda rela-
ciones de vecindad con estos tres ámbitos disciplinarios, sin diluirse en
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4. MANUAL DE USO
Se hace notar, finalmente, que lo que aquí se ofrece es un manual. Con
ello, pretendemos poner a la mano de quien se interese por investigar en
teoría política un conjunto de herramientas que le permitan robustecer
su pertrecho metodológico. El inventario o muestrario aquí ofrecido
está lejos de intentar forzar una decisión excluyente por un método
determinado. Bien al contrario, muchos de los ejemplos abordados a
lo largo de los capítulos invitan a explorar el rendimiento heurístico
de la combinación e hibridación metodológica al conducir investiga-
ciones concretas.
Este libro es fruto de cuatro años de lecturas y discusiones sos-
tenidas por la comunidad de quienes aquí escriben. Todos los textos
fueron pensados, estructurados y escritos en diálogo con las restantes
intervenciones de la compilación. Y cada intervención ha sido discu-
tida por el conjunto de autoras y autores de este libro. No obstante,
cada capítulo fue pensado como una herramienta singular, que puede
consultarse con independencia de las restantes y utilizarse para ganar
robustez metodológica en la planificación de las investigaciones.
BIBLIOGRAFÍA
Berlin, Isaiah (2009 [1962]). ¿Existe aún la teoría política?. En El es-
tudio adecuado de la humanidad (pp. 69-103). México: Fondo de
Cultura Económica.
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2 En su clásico Historia de la teoría política, George Sabine apuntó que “la teoría
política no es parte primordial de una tradición poética, musical o artística. Al con-
trario, en su mayor parte debe asociarse con una tradición y un estilo de disertación
científico-filosófico. De hecho, la teoría política es a menudo caracterizada por lo que
se ha llamado una postura ‘arquitectónica’ con respecto a su materia de estudio. Así,
el teórico político se encuentra ‘fuera’ del edificio como lo haría un arquitecto. Lo
observa como un todo, planifica su total desarrollo y ajusta éste y aquel respecto con
vistas al éxito en conjunto” (Sabine, 2009: 20).
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bajo esta noción rectora, los autores aquí reunidos están dispuestos a
afirmar la fundamental traducibilidad de la teoría política, admitiendo
que un centro invariable de la experiencia mundana de la humanidad
comunica a toda reflexión política. Desde que esta tradición supone al
bien como algo distinto del mal y deseable por sobre éste, que prefiere
a la cultura y la civilización por sobre la barbarie y el exterminio, y que
afirma la primacía jerárquica de la razón sobre las tripas, todo esto es
motivo de una historia no relativista, aunque siempre inacabada, del
conocimiento teórico sobre la política. En definitiva, mientras el análisis
lógico del discurso y el conocimiento de la historia son indispensables
para la teoría política, ninguno es criterio suficiente de su objeto: de
hecho, la teoría política tradicional es inescindible de las distinciones
morales, y también lo es su historia.
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BIBLIOGRAFÍA
Abdo Ferez, Cecilia (2013). Castigo y sí mismo. La conformación del in-
dividuo en la temprana modernidad occidental. Buenos Aires: Gorla.
Aguilar Rivera, José Antonio (2000). En pos de la quimera. Reflexiones
sobre el experimento constitucional atlántico. México: Fondo de
Cultura Económica.
Aguilar Rivera, José Antonio (2012). Ausentes del universo. Reflexio-
nes sobre el pensamiento político hispanoamericano en la era de
la construcción nacional, 1821-1850. México: Fondo de Cultura
Económica.
Aristóteles (2005). Ética a Nicómaco. Madrid: Alianza.
Ashcraft, Richard (1975). On the Problem of Methodology and the
Nature of Political Theory. Political Theory, 3(1), 5-25.
Berlin, Isaiah (1962). Does Political Theory Still Exist?. En Peter Laslett
y W. G. Runciman (Eds.), Philosophy, Politics and Society, vol. 2
(pp. 1-33). Oxford: Blackwell.
Berlin, Isaiah (1976). The Philosophical Ideas of Gianbattista Vico. En
Vico and Herder: Two Studies in the History of Ideas. Londres: The
Hogarth Press.
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HISTORIA INTELECTUAL
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1 Para profundizar sobre esta corriente de la teoría política, ver el capítulo de Franco
Castorina y Tomás Wieczorek de la presente compilación.
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lo que el autor en cuestión quiso decir al decir lo que dijo. Esto implica
entender que los textos no sólo contienen un conjunto de significados a
aprehender teóricamente sino que, también, cargan con una intención:
criticar a A, ironizar sobre B, defender a C, etc. Este plano del texto
no tiene que ver con su contenido semántico. No tiene que ver con la
pregunta de qué dice el texto, sino que debe responder otras dos pre-
guntas: ¿para qué dice eso? y ¿cómo lo dice? Si la dimensión semántica
refiere al plano del significado del lenguaje, la dimensión pragmática
apunta a ver los usos situados del lenguaje y la dimensión retórica, a
mostrar la forma en que se lo dice. Para entender cabalmente un texto
debemos atender al contexto semántico —qué significan los concep-
tos y términos que utiliza en los lenguajes políticos de su época— al
contexto pragmático —contra qué o quiénes está escribiendo, qué uso
intenta hacer de su texto— y al contexto retórico —de qué forma lo está
haciendo: con ironías, ridiculizando argumentos ajenos, enfatizando
algunos tópicos en detrimento de otros, etc.
Para desarrollar su teoría, Skinner parte de la base de los aportes
que realizaron Ludwig Wittgenstein y John Langshaw Austin a la filoso-
fía del lenguaje. En sus Investigaciones filosóficas publicadas póstuma-
mente en 1953, Wittgenstein invitaba a que, antes de centrarnos en los
significados de las palabras tomadas individualmente, analicemos los
juegos de lenguaje específicos en los cuales se sitúan. Así, por ejemplo,
las palabras en inglés queer (extraño) o nigger (negro), aun teniendo el
mismo significado, cobran diferentes intenciones si son utilizadas como
formas de discriminación por parte de expresiones políticas excluyentes
o, por el contrario, si son utilizadas como forma de afirmar orgullo-
samente la identidad por parte de expresiones políticas inclusivas. Lo
mismo sucede con el adjetivo “villero” cuyo significado permanece
idéntico, pero la intención que carga la palabra es radicalmente dis-
tinta si es la expresión de la reivindicación de la identidad por parte de
sectores populares a que si es la de un editorial de un diario de derecha
que estigmatiza a esos sectores. En todos estos casos, el significado
abstracto de las palabras —queer, nigger o villero— es el mismo, pero
cobran un matiz distintivo por ingresar en juegos de lenguajes diferen-
tes. Por eso, el análisis del significado de las palabras debe enmarcarse
dentro del contexto específico de su utilización —¿Quién lo usa? ¿Con
qué intención lo usa? ¿Con qué otras palabras y valoraciones asocia ese
concepto?— y esto no se deriva inmediatamente de su significado.
Austin, por su parte, en un ciclo de conferencias dadas entre 1951
y 1954 y luego publicadas en 1963 bajo el título de Cómo hacer co-
sas con palabras, también buscaba enfatizar —como ya lo anticipa
su título— esta dimensión pragmática del lenguaje. Es decir, su parte
referida no al significado en abstracto de palabras y oraciones, sino
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a las dimensiones que tienen que ver con su uso. A la palabra como
acción o, en su terminología, a los actos de habla. Austin dividía los
actos de habla en tres aspectos relevantes: el locutivo, el ilocutivo y el
perlocutivo. La dimensión locutiva del acto de habla corresponde al
conjunto de palabras y el significado que tienen en una oración. La
dimensión ilocutiva refiere a la intención que porta el hablante. Esto
apunta a énfasis, tonos y demás elementos que exceden al contenido
de la oración y su significado (la dimensión locutiva). Así, un mismo
acto de habla locutivo “para el parcial, estudien” puede ser tanto la
expresión de un consejo, de una amenaza o de un chiste. Y aconsejar,
amenazar o hacer un chiste no es lo mismo desde el punto de vista de
la intención ilocutiva. Con esto Austin buscaba marcar en qué medida
el acto ilocutivo no se deriva necesariamente de la dimensión locutiva.
O, en los términos de Skinner, en qué medida la intención no se deriva
inmediatamente del significado. Por último, la dimensión perlocutiva
refiere a los efectos que tiene la emisión del acto de habla, es decir, a lo
que produce luego de haberse pronunciado. En el mejor de los casos,
en nuestro ejemplo, que estudien para el parcial.
Con esto, lo que le interesa a Skinner de la noción de juegos de
lenguaje de Wittgenstein y las dimensiones del acto de habla de Austin
es observar en qué medida el lenguaje trasciende su dimensión referida
únicamente al significado. En lo que nos interesa aquí, en qué medida
el acto de habla trasciende a lo que un texto dice. Por eso debemos
estudiar, también, lo que un texto hace al decir. La dimensión ilocutiva
de ese texto. O, lo que es lo mismo, la intención que lleva. Si queremos
comprender el texto, debemos no sólo entender su significado teórico
sino preguntarnos e investigar qué buscaba hacer el autor o la autora
al escribirlo.
Esto, sin embargo, no implica una investigación que intente me-
terse en la cabeza de la persona que escribió el texto en el pasado y
rastrear qué procesos mentales pasaban por su mente al hacerlo. Ras-
trear intenciones no implica lo que suele llamarse un método empáti-
co. Skinner señala una diferencia entre intenciones y motivos. Si los
motivos responden a los intereses privados de quien escribe ese texto,
las intenciones son necesariamente públicas en la medida que van
dirigidas hacia otras personas y buscan ser comprensibles. Volviendo
al ejemplo del enunciado “para el parcial, estudien”, suponiendo que
la intención que éste lleva es un consejo, si como docentes buscamos
que el mensaje tenga éxito, es necesario que sea comprensible para el
resto. Y esto es diferente a los motivos privados que llevan a aconsejar
al curso que estudie. Quizás es un intento altruista de estimular al curso
a ser más aplicado y que se inicien en la vida académica o quizás nace
de un interés egoísta de no querer corregir parciales con respuestas
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... podría haber hallado todas las doctrinas que se dicen caracterís-
ticas de Hobbes en toda una gama de escritos políticos de facto de
la década de 1650 que, en efecto, es sabido al menos que él leyó,
mientras que no hay certeza en absoluto de que haya leído las obras
de Hobbes. (Skinner, 2007b: 143)
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Seis años más tarde, en 1968, Dunn defiende este trabajo a dos tiempos
en un espíritu similar en “La identidad en la historia de las ideas”, al
sostener que
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Reflexiones sobre la teoría política del siglo XX, un libro compilado por el
propio Pinto y Juan Carlos Corbetta. El libro reúne las presentaciones
de las primeras Jornadas sobre Teoría Política que tuvieron lugar en
la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires en
2004. Allí Lesgart presentó “La dimensión histórica de los conceptos
políticos. Un desafío para la práctica de la Teoría Política”.
En este campo encontramos usos heterodoxos de la historia inte-
lectual y otros trabajos cercanos en sus apuestas metodológicas. Susana
Villavicencio, en Sarmiento y la nación cívica. Ciudadanía y filosofías
de la nación argentina (2008), realiza primero un abordaje histórico
del contexto de la obra sarmientina para extraer su posición en torno
a los conceptos de nación y de ciudadanía. Tras esta investigación his-
tórica, Villavicencio realiza una indagación filosófica al comparar los
postulados de Sarmiento con teóricos y teóricas contemporáneas como
Hannah Arendt, Jacques Rancière y Michel Foucault, entre otros. Por
su parte, Gabriela Rodríguez Rial en “Alberdi: de la patria a la nación”
hace uso de la historia intelectual al ocuparse tanto de extraer la inten-
ción específica de las intervenciones de Alberdi alrededor del concepto
de patria como de retomar las discusiones teóricas sobre patriotismo
de Jürgen Habermas y Maurizio Viroli para iluminar la interpretación.
Desde la Universidad Nacional de Rosario, Silvana Carozzi se detiene
sobre los fundamentos teóricos que permitieron legitimar la revolución
principalmente a partir de los escritos políticos de Mariano Moreno,
Manuel Belgrano y Bernardo de Monteagudo. Así, en Las filosofías de
la revolución. Mariano Moreno y los jacobinos rioplatenses en la prensa
de mayo (1810-1815) de 2011, hace uso de los aportes metodológicos de
Skinner y Pocock tanto como de las intervenciones teóricas de Arendt
en Sobre la revolución. En todos estos casos vemos cómo se conjugan
análisis históricos con indagaciones teóricas.
Más allá de las diferencias que se puedan encontrar en los usos de
la historia intelectual, ya sean internos o adyacentes al campo historio-
gráfico, en su propuesta se anticipa lo que es su sello característico: la
interdisciplina. La investigación histórica y la teórica se conjugan ya
en los escritos de Skinner quien, además de realizar sus investigaciones
históricamente precisas, cuenta con textos como La libertad antes del
liberalismo, en el que interviene en la discusión contemporánea respecto
del ideal de libertad al que debemos aspirar. El auge de la historia inte-
lectual como método vino de la mano, en los países anglosajones, del
auge del neorepublicanismo como alternativa política al liberalismo.
Estas discusiones sobre la república y el republicanismo tanto desde
el plano histórico como del plano político también se encuentran pre-
sentes en muchos de los trabajos de quienes hacen uso de la historia
intelectual en Argentina. Las ya nombradas Rodríguez Rial y Carozzi,
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... puede servir entonces para mostrar hasta qué punto las carac-
terísticas de nuestros dispositivos que tal vez estemos dispuestos
a aceptar como verdades tradicionales e incluso “intemporales”
pueden ser en realidad más meras contingencias de nuestra historia
y estructura social singulares. (2007b: 163)
Es decir, las ideas del pasado, justamente por no hablar el idioma del
presente, pueden permitirnos cuestionar nuestras opciones políticas
contemporáneas no solo por mostrar la historicidad de toda elección
—lo que implica su posibilidad de ser cambiadas— sino también por
presentarnos otras posibles.
4. CONCLUSIONES
Nunca vamos a entender El Leviatán de Hobbes leyéndolo una y otra
vez. Es que ya sabemos que, a pesar de tener una construcción teórica
abstracta pensada hasta el último detalle, también fue escrito en un
contexto histórico determinado como respuesta a una serie de desa-
fíos que su época política presentaba. Para comprenderlo, la historia
intelectual nos invita a combinar aquel trabajo teórico dedicado a la
comprensión de los postulados de los textos con un trabajo histórico
centrado en los lenguajes políticos y en el campo de batalla discursivo
de una época. Debemos centrarnos en la historicidad del pensamiento
de modo que podamos escapar de los anacronismos y otros absurdos
históricos. No sólo debemos dedicarnos a leer el texto sino también a
responder las siguientes preguntas: ¿Cómo se entendían los conceptos
políticos que la obra utiliza en la época que fue escrito? ¿Contra quién
estaba pensando cuando escribió la obra? Al centrarnos en el texto
como acción debemos poner en relación su significado, lo que el texto
dice, con su intención, lo que hace al decir.
Pero la historicidad del pensamiento no sólo refiere a que los textos
poseen intenciones específicas enmarcadas en un momento dado, sino
también que generan efectos que escapan a aquellas intenciones. En los
términos de Austin, los actos de habla no sólo tienen una dimensión ilo-
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BIBLIOGRAFÍA
Altamirano, Carlos (2005). De la historia política a la historia intelec-
tual. Reactivaciones y renovaciones. Prismas, Revista de Historia
Intelectual, 9, 11-18.
Althusser, Louis (2004). Maquiavelo y nosotros. Madrid: Akal.
Arendt, Hannah (1987). Los orígenes del totalitarismo. Madrid: Alianza.
Arendt, Hannah (1988). Sobre la revolución. Madrid: Alianza.
Aricó, José (1999). La hipótesis de Justo. Buenos Aires: Sudamericana.
Austin, John (1998). Cómo hacer cosas con palabras. Barcelona: Paidós.
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Germán Rodrigo Aguirre y Sabrina Morán
HISTORIA CONCEPTUAL
1. ORIGEN Y ANTECEDENTES
Trabajamos todo el tiempo con conceptos políticos: república, demo-
cracia, Estado, nación, revolución, política, justicia, sociedad, entre
otros. Sin embargo, sabemos poco de su historicidad y de la carga de
sentidos (diferentes, plurales y hasta contradictorios) que cada uno
de ellos trae consigo. Los usamos como si se trataran de conceptos
neutrales, transparentes y hasta universales. Y, en cambio, si nos dete-
nemos a pensar, resulta anacrónico e inadecuado hablar de individuo
o Estado en la Antigüedad, por citar algunos ejemplos recurrentes. Un
uso arbitrario de esos conceptos, que haga abstracción de su historia
y de sus contextos de producción, lleva a importantes equívocos y a la
imposibilidad de análisis rigurosos. Para un conocimiento adecuado de
la profundidad histórica de los conceptos fundamentales de la política y
para un tratamiento más preciso del lenguaje político y social, contamos
con las herramientas heurísticas de la historia conceptual.
La historia conceptual (Begriffsgeschichte, en su expresión alemana
original) como corriente, perspectiva o género de investigación nace de
manera reconocible a partir del proyecto de un Diccionario histórico
de conceptos políticos y sociales fundamentales, ideado en la década de
1950 en el seno de la Universidad de Heidelberg y dirigido por Reinhart
Koselleck, Werner Conze y Otto Brunner. La enfermedad del segundo y
la temprana muerte del tercero dejaron en manos del primero el trabajo
sustancial de definir los alcances y la perspectiva metodológica de la
historia conceptual. El diccionario se publicó en alemán bajo el título
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BIBLIOGRAFÍA
Biset, Emmanuel (2010). Conceptos, totalidad y contingencia. Una
lectura de Reinhart Koselleck. Res Publica, 23, 123-143.
Brunner, Otto (1992 [1939]). Land and Lordship. Structures of Gover-
nance in Medieval Austria (H. Kaminsky & J. Van Horn Melton,
eds.). Filadelfia: University of Pennsylvania Press.
Brunner, Otto; Conze, Werner y Koselleck, Reinhart (1972-1997). Ge-
schichtliche Grundbegriffe: Historisches Lexikon zur politisch-so-
zialen Sprache in Deutschland. (9 Tomos). Stuttgart: Klett-Cotta
Verlag.
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Nicolás Fraile y Ramiro Kiel
HERMENÉUTICA
1. INTRODUCCIÓN
Al menos desde que Cicerón afirmó que los hechos “hablan por sí mis-
mos” (1994: 513), la idea de que los acontecimientos pueden demostrar
por sí solos una afirmación recorre no solamente la retórica, sino tam-
bién el discurso científico. A la frase de Cicerón puede contraponerse
una mucho más reciente de Friedrich Nietzsche: “No existen hechos,
solamente interpretaciones” (2002: 60). Esto es, que lo acontecido nada
demuestra y que se trata siempre de una lectura de aquello que aconte-
ció. En este capítulo estamos lejos de zanjar dicha disputa. Sin embargo,
pretendemos reflexionar sobre el vínculo entre hechos e interpretaciones
al introducir una de las tradiciones teóricas cuyo objetivo fue conocer
y sistematizar la interpretación, principalmente la referida a textos y
discursos: la hermenéutica.
El origen del término hermenéutica puede remontarse a la figura
del dios griego Hermes. A partir de Homero,1 este dios fue considerado
el mensajero de Zeus y, por tanto, el encargado de la comunicación entre
los dioses y los seres humanos. La hermenéutica como saber específico
de la interpretación de textos, sin embargo, cobró fuerza tras la Reforma
luterana. Como sabemos, esta desplazó la autoridad personal del Sumo
Pontífice y puso, en su lugar, a las Sagradas Escrituras como autoridad
en sí misma. Al no existir un exegeta privilegiado, el problema de su
interpretación se extendió a todos los creyentes (Troeltsch, 1979).
1 Sobre las diferentes interpretaciones del mito del dios Hermes y su significado
para la hermenéutica, cf. Caputo (2018).
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2. HERMENÉUTICA Y MÉTODO
La primera dificultad estriba en dilucidar si la hermenéutica se trata de
un método orientado a la interpretación o, en cambio, si se encuentra
vinculada a una comprensión que es previa a cualquier tipo de racio-
nalización formal o metodológica. La dificultad de esta dilucidación
reside no tanto en el esclarecimiento de cuál de estas alternativas es
la correcta, sino en que estas concepciones constituyen el horizonte y
los límites en los que se desplegó la reflexión sobre esta disciplina en
el último par de siglos.
Esta desavenencia en lo relativo al papel del método puede ser ex-
presada en dos perspectivas sobre la hermenéutica. La primera consiste
en la afirmación de que la hermenéutica es una disciplina que se sirve
de un conjunto de reglas para garantizar la comprensión correcta de
un discurso cuyo significado nos resulta opaco. En otros términos, que
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Nicolás Fraile y Ramiro Kiel
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2 El término ciencias del espíritu fue acuñado por Dilthey para designar a un con-
junto de disciplinas que están en la génesis de lo que hoy se conoce como ciencias so-
ciales y humanidades. Cf. Dilthey (1949); Gadamer (1998); Mardones y Ursúa (1982).
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Nicolás Fraile y Ramiro Kiel
4 La conocida expresión de Habermas señala que fue Gadamer quien volvió acce-
sible la filosofía de Heidegger. Según afirma, “Gadamer urbaniza la provincia heide-
ggeriana. Y téngase en cuenta que, sobre todo en alemán, con el término ‘provincia’
no solamente asociamos a lo limitativo, sino también lo terco y duro de mollera y lo
primitivo” (1975: 347).
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Nicolás Fraile y Ramiro Kiel
3. PRECAUCIONES METODOLÓGICAS
Más allá de la concepción de hermenéutica que se tenga y de la postura
respecto al método que se tome, creemos que es posible extraer de los
desarrollos teóricos de estos autores una serie de precauciones meto-
dológicas. Esto es, identificar un conjunto de consejos, advertencias
y particularidades del proceso de comprensión de un texto que se en-
cuentra en los escritos que aquí trabajamos. En algunos casos, las ideas
que informan estas precauciones son enunciadas de manera explícita
por los autores. En otros, en cambio, se trata de supuestos o bien de
corolarios a los que se puede arribar tras el examen de sus premisas
conceptuales. En todo caso, las precauciones que aquí presentamos
tienen una naturaleza y un carácter que ameritan una aclaración previa:
no son preceptos que seguir, sino indicadores de la estructura misma
de la comprensión.
Cuando se habla de preceptos o prescripciones de método se suele
hacer referencia a un conjunto de decisiones que el sujeto de cono-
cimiento toma al comienzo o en el transcurso de una investigación.
Aquí, sin embargo, estas precauciones metodológicas no son preceptos
que estén al alcance de la voluntad, sino condiciones que hacen a la
misma estructura de la comprensión. Tal como señala Gadamer, “[e]n
el fondo yo no estoy proponiendo un método, sino describiendo lo que
hay” (2017: 13-14). Así, las precauciones que aquí volcamos refieren
a las características y atributos del mismo ejercicio de comprender.
A nuestro juicio, a pesar de que la estructura existencial de la com-
prensión no esté a la mano de la voluntad, su conocimiento permite
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4. LA HERMENÉUTICA EN ARGENTINA
El ámbito académico local presenta un desarrollo propio de la tradi-
ción hermenéutica que no puede reducirse a una mera réplica de los
trabajos europeos. A modo de ejemplo, podemos señalar que existen,
por un lado, reflexiones que apuntan a vincularla con la ciencia política
e interrogarse por el lugar que ocupa en el interior de esta disciplina.
Por otro lado, existen reflexiones sobre los fundamentos y principios
teóricos de la hermenéutica a la luz de las particularidades latinoame-
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prensión de la tradición tiene sentido en tanto que echa luz sobre los
problemas del presente.
En esta misma línea trabaja Ricardo Laleff Ilieff en varios artícu-
los. Por caso, “La política en el secreto. Reflexiones a partir de lecturas
contemporáneas de Edipo Rey” intenta ganar claridad sobre el vínculo
teórico entre política, verdad y secreto a partir del mito de Edipo Rey
y sus interpretaciones recientes (2018). En otros trabajos se acerca a
la obra de Antonio Gramsci y de Carl Schmitt, más precisamente a la
noción de hegemonía y al concepto de lo político respectivamente, desde
una preocupación por el porvenir de las democracias latinoamericanas
contemporáneas (2016a, 2016b, 2017).
Además de los clásicos, otro motivo típicamente hermenéutico
son las biografías. En este registro, si bien ajustado a los presupuestos
contemporáneos, puede ubicarse el ensayo de Horacio González titula-
do Perón: reflejos de una vida. En él, pretende reconstruir e interpretar
el peronismo y la figura de Juan Domingo Perón valiéndose de sus
escritos y discursos y de aquellos textos que circularon en la esfera
pública argentina por parte de intelectuales de distintas corrientes del
movimiento justicialista, periodistas, ensayistas o historiadores. El
gesto de González de reconstruir un movimiento político a partir de
un conjunto de textos es propiamente hermenéutico.
También la hipótesis central de su ensayo se vincula estrechamente
con esta tradición. Según afirma, la constitución del peronismo como
“lengua segunda” de la cultura política local (2005: 391) es el resulta-
do de que, en el seno de este movimiento, se ha cifrado un conflicto
de interpretaciones sobre el significado del nombre “Perón”. Esto es,
como una articulación de conceptos, palabras e ideas políticas prove-
nientes de otras corrientes y de otras tradiciones discursivas. Así, para
González, el peronismo se trata de un modo de hablar y de interpretar,
de comprender y de poner en diálogo elementos contrapuestos de la
discusión pública.
5. CONCLUSIONES
El propósito de este capítulo fue introducir la hermenéutica en tanto
resulta una de las principales estrategias metodológicas en la investi-
gación teórico-política. A través de las contribuciones de algunos de los
autores más importantes de esta corriente, identificamos el vínculo de
la hermenéutica con el método y señalamos una serie de precauciones
metodológicas que pueden extraerse de sus supuestos fundamentales.
A su vez, presentamos algunos de los principales aportes del ámbito
académico local.
La mayor dificultad de esta empresa estriba en el vínculo ambiva-
lente que tiene la hermenéutica con el método. Mientras la hermenéu-
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Nicolás Fraile y Ramiro Kiel
tica del siglo XIX entendía que esta se trataba de un conjunto de reglas
orientado a comprender de manera adecuada el significado que un autor
le había dado a un texto, la hermenéutica del siglo XX la consideró un
aspecto constitutivo de la existencia humana orientado a comprender
todos los fenómenos que atraviesan al sujeto y al mundo. En virtud de
este giro, la posibilidad de identificarla con una metodología orientada
a la comprensión de textos se vio definitivamente opacada.
Sin embargo, valiéndonos de los principales postulados de la dis-
ciplina, identificamos tres precauciones que se refieren a tres caracte-
rísticas centrales de la comprensión. En primer lugar, la comprensión
adopta una estructura circular, entre las presuposiciones del intérprete
y las diversas partes del texto. Segundo, la comprensión siempre lidia
con la precomprensión, ya que los prejuicios orientan los puntos de
vista del investigador. En tercera instancia, la comprensión está siempre
situada históricamente.
Por último, identificamos que existe un desarrollo de la tradición
hermenéutica en el ámbito académico local. A modo de ejemplo, men-
cionamos, por un lado, el esfuerzo por vincular a la tradición hermenéu-
tica con la ciencia política y, por otro, la reflexión sobre los fundamentos
de la hermenéutica a partir de las particularidades latinoamericanas.
Además, recuperamos dos casos en los que se puede apreciar una puesta
en práctica de la hermenéutica, tanto para releer textos de la tradición
local como de los comienzos de la tradición occidental.
BIBLIOGRAFÍA
Bertorelli, Adrián y Rossi, María José (Eds.) (2017). Esto no es un injerto.
Ensayos sobre hermenéutica y barroco en América Latina. Buenos
Aires: Miño y Dávila editores.
Caputo, John D. (2018). Hermeneutics. Facts and Interpretations in the
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Dilthey, Wilhelm (2000). Dos escritos sobre hermenéutica. Madrid: Istmo.
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Sígueme.
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Sígueme.
González, Horacio (2005). Perón: reflejos de una vida. Buenos Aires:
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Habermas, Jürgen (1975). Perfiles filosófico-políticos. Madrid: Taurus.
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1. DIAGNÓSTICO Y PROPUESTA
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a) Heidegger
Entre 1924 y 1925, Arendt asiste a un curso de filosofía dictado por
Martin Heidegger en la Universidad de Marburgo. Estas clases, junto
con la publicación de Ser y tiempo, tienen gran peso en su formación
teórica en general y ejercen una enorme influencia en el desarrollo de
su metodología. Específicamente, es determinante el giro ontológico
de la hermenéutica que realiza Heidegger. Antes del filósofo alemán,
la hermenéutica refería a un método de interpretación, es decir, a la
aplicación de reglas para comprender un texto o un discurso.3 Con
Heidegger la concepción de la hermenéutica cambia notablemente, ya
que no refiere a un método sino, más bien, a la forma en la que el ser
humano existe en el mundo. En otras palabras, la hermenéutica ya no
alude a las reglas para la interpretación de textos sino al hecho de que
la propia existencia del ser humano implica o conlleva comprender el
mundo. De esto se trata el giro ontológico que realiza Heidegger: la
comprensión no es un medio para un fin, sino un rasgo constitutivo
del ser humano. Siguiendo esta línea, la comprensión arendtiana se
diferencia del método tradicional de la hermenéutica, pues Arendt no
busca comprender textos ni discursos, sino experiencias políticas.
En “Comprensión y política”, Arendt recupera el giro ontológico
heideggeriano e identifica dos tipos de comprensión: la comprensión
previa y la verdadera comprensión. La comprensión previa remite al
hecho de que todos los seres humanos nacemos en un contexto que nos
precede y que, por lo tanto, comprendemos conforme a interpretaciones
heredadas. La comprensión previa constituye el sentido común y está
en la base de todo conocimiento (Arendt, 2005).
Por otro lado, la verdadera comprensión es aquella que retorna a
los juicios y prejuicios que conforman la comprensión previa con el
fin de distinguir claramente los fenómenos políticos. Por eso, entiende
que para interpretar estas experiencias y para que el conocimiento
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MÉTODOS DE TEORÍA POLÍTICA: UN MANUAL
b) Benjamin
Una segunda influencia teórica es la de Walter Benjamin, a quien Aren-
dt conoció en París en la década de 1930, durante el exilio de ambos,
y terminó por considerar uno de sus amigos más cercanos. Tras su
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4 Antes de que Arendt partiera a Estados Unidos, Benjamin le confió sus escritos
para que se los entregara a Adorno, quien ya vivía allí. Entre ellos se encontraban El
narrador y las Tesis sobre la filosofía de la historia, que Arendt logró publicar en 1968.
Este dato biográfico es el punto de partida de varios estudios sobre la influencia teórica
de Benjamin en Arendt, de los que nos hemos valido en este capítulo, circunscribiéndo-
nos al método. Al respecto, cf. Di Pego (2016a); Benhabib (2003); Herzog (2000).
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c) Kant
Arendt falleció antes de finalizar La vida del espíritu, su último proyecto
editorial, dividido en tres partes: el pensamiento, la voluntad y el juicio.
La autora alcanzó a completar las dos primeras partes, mientras que
la tercera quedó inconclusa, aunque se deduce que estaba vinculada
con su interpretación de la noción de juicio de Kant, que había presen-
tado en sus Conferencias sobre la filosofía política de Kant dictadas en
1970. Arendt se sirve principalmente de la noción de juicio de Kant y
de la figura del espectador para comprender los fenómenos políticos.
Cómo juzgar los acontecimientos es la pregunta que llevó a Arendt a
examinar más detenidamente los escritos del filósofo alemán y, sobre
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2. PRECAUCIONES METODOLÓGICAS
El abordaje arendtiano centrado en la comprensión se aleja de ciertos
conceptos tradicionales, como los de causalidad y objetividad, y se
vincula, en cambio, con un nuevo entramado de nociones: el aconteci-
miento, la cristalización y la narración. Como veremos, estos términos
se encuentran entretejidos de manera tal que uno implica al otro, por lo
que es difícil delimitar uno de ellos sin hacer referencia a los restantes.
De este modo, no se trata de pasos a seguir o de una secuencia en el
sentido cronológico, sino, más bien, de elementos que configuran una
concepción de la comprensión en términos narrativos.
El primer concepto a tener en cuenta para llevar adelante una
aproximación comprensiva a los sucesos es el de acontecimiento, que
Arendt considera la unidad de análisis privilegiada de la teoría políti-
ca. Tal como afirma en el capítulo sobre la revolución húngara de Los
orígenes del totalitarismo:
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3. DESARROLLOS RECIENTES
En la academia italiana, un ejemplo de este tipo de aproximación lo
constituye el libro Los nuevos demonios. Repensar hoy el mal y el poder
(2014), de la filósofa Simona Forti. Como el título adelanta, el objeto
de la autora es reflexionar sobre la relación entre mal y poder “hoy”,
es decir, en nuestra contemporaneidad política. Al decir “hoy” Forti
se refiere a nuestro presente, al escenario post-Auschwitz y a todas
las preguntas que, a pesar de las páginas escritas, permanecen sin
respuesta. De esta manera, la autora vuelve a poner en el centro de las
reflexiones al totalitarismo nazi como el acontecimiento, el “corazón
negro del siglo XX” que debemos comprender (Forti, 2014: 20). En el
libro la autora traza dos paradigmas. El primero es el paradigma con el
que la filosofía occidental y el sentido común han pensado y aún pien-
san el mal, el “paradigma Dostoievski”, que identifica malos absolutos
y los distingue de las víctimas mudas y pasivas. Se trata de una visión
simple y unidireccional del poder, atascada en un modelo dualista, que
la autora insiste es necesario revisar. El segundo paradigma (también
presente en Dostoievski) es el “de los demonios mediocres” o de la
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4. CONCLUSIONES
Si bien Arendt es actualmente una referencia ineludible en la teoría po-
lítica, su aporte metodológico continúa siendo relativamente ignorado,
o bien criticado por heterodoxo y ecléctico. Y esto, como señala Steve
Buckler, no es sólo por “lo que dijo” sino por “cómo lo dijo” (Buckler,
2011: 10).7 Este capítulo, pues, se propuso reconstruir y presentar el
método arendtiando, cuya hetorodoxia y eclecticismo lo vuelven una
alternativa valiosa para pensar los problemas políticos desde la teoría
política. Como indicamos, no se trata de un método acabado y unificado,
sino más bien de la forma en la que la autora concibe su propia activi-
dad. Por eso, a lo largo de sus textos, ya fueran libros como Los orígenes
del totalitarismo y Sobre la revolución o publicaciones escritas al calor
del momento, como los artículos compilados en Crisis de la república,
Arendt pone en práctica no sólo un método singular, sino una manera
de hacer teoría política. Una manera guiada por la preocupación por el
presente, por la redefinición de conceptos y el trazado de distinciones.
Una manera, vale aclarar, que ha moldeado la propia definición de lo
que es la teoría política, aunque no siempre se reconozca este legado.
Así, el método que Arendt pone en práctica no pretende ser ni una
hoja de ruta ni un plan de aplicación paso a paso, sino más bien una
invitación a acercarnos al siempre contingente e imprevisible terreno
de lo político, atendiendo a lo que éste tiene para decirnos.
BIBLIOGRAFIA
Althaus, Claudia (2000). Erfahrung denken. Hannah Arendts Weg von
der Zeitgeschichte zur politischen Theorie. Göttingen: Vandenhoeck
& Ruprecht.
Arendt, Hannah (1958). The origins of totalitarianism. Nueva York: Me-
ridian.
7 La cursiva es nuestra.
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DECONSTRUCCIÓN
1. INTRODUCCIÓN
“¿Qué estás esperando para deconstruirte?”, “Me estoy deconstruyendo”,
“¡Deconstrúyanse!” Estos son algunos ejemplos de preguntas, respuestas
y consignas cuya pregnancia ha aumentado en los discursos recientes
del feminismo y el movimiento LGBTIQ+. Ya sea en la forma de impe-
rativo, de necesidad colectiva o de jactancia individual, las alusiones a
la deconstrucción se multiplican en los medios de comunicación, en las
jergas militantes y en el lenguaje del sentido común de nuestra época.
Este fenómeno conduce a la siguiente pregunta: ¿qué tan exactamente
se corresponden estas menciones con los desarrollos que dieron origen
y continuidad a la teoría de la deconstrucción? Pues veamos.
El término “deconstrucción”, de relativa novedad para la historia
del pensamiento occidental, se atribuye a Jacques Derrida y se encuentra
hoy asociado a una serie de operaciones filosóficas presentes en su obra,
así como al pensamiento posfundacional, a las teorías poscoloniales,
de la democracia radical, del populismo y de los estudios queer, entre
otras. Derrida fue un filósofo de origen argelino, formado en Francia
en la década de 1950, cuando —a través de la extendida popularidad
de Maurice Merleau-Ponty y Jean-Paul Sartre— la fenomenología y el
existencialismo dominaban el panorama académico. También Derrida
inauguró su obra en el estudio de la fenomenología, publicando una
traducción de El origen de la geometría de Edmund Husserl, acompaña-
da de un análisis introductorio (1962). Como lo ha indicado él mismo,
en aquel estudio puede encontrarse —en germen— su entera filosofía
de la différance (Derrida, 1989a).
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2.1. LA DIFERENCIA
Echemos un vistazo de la deconstrucción en acto. Entre la introducción
a El origen de la geometría (1962) y De la gramatología (1967), Derri-
da bosqueja su concepto de “diferencia” (différance), una invención
conceptual que designa un problema estructural de ciertos sistemas
filosóficos, a saber, la “metafísica de la presencia”.
En la fenomenología husserliana existe un “principio de los prin-
cipios”, la posibilidad de distinguir entre, por un lado, el original (la
intuición o donación originaria de la cosa de “carne y hueso”) y, por
otro lado, la copia (producto de una intención consciente, no colmada
por la intuición); o la vivencia silenciosa (o presentación) y su expre-
sión (o representación). Derrida propone una rarificación del privi-
legio que la fenomenología le otorga al presente (a la presentación),
más específicamente, al encuentro entre la consciencia y el sentido.
La primera “inversión” deconstructiva del pensamiento derrideano
la hallamos, entonces, en la oposición origen vs. copia. La “donación
originaria”, la intuición fenomenológica, ¿no estará demorada respecto
de la representación? La palabra différance acentúa el doble sentido
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Pero este prejuicio puede invertirse: ¿no es el signo gráfico el que expresa
mejor que ningún otro que en realidad no existe significante puro, que
todo significante es significado de otro significante y así infinitamente?
La metafísica, no obstante, requiere de esto ausente, de la copia, de la
representación y lo bastardo para poder distinguirse. Permanentemen-
te la metafísica está borrando la “huella” de lo ausente. Lo ausente es
huella de aquello que marca los límites de la presencia.
La deconstrucción es una dialéctica que no resuelve. Si la filosofía
es siempre (eidéticamente, necesariamente) “pensamiento de la presen-
cia”, la deconstrucción es su otro constitutivo. No le es ajena, pero sí
paralela: se encuentra tras las huellas de lo ausente (Derrida, 1994: 71).
De allí que la deconstrucción pueda llamarse “doble ciencia”, porque
no es contraria de la metafísica, no la niega, no la refuta, no se funde
en ella, sino que echa mano de los principios de esta metafísica para
deconstruirlos (Culler, 1998: 81).
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5 El resaltado es nuestro.
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4. CONCLUSIONES
El impacto que ha tenido la deconstrucción sobre el pensamiento con-
temporáneo es evidente a la luz de los múltiples desarrollos que ella
ha inspirado, así como de las críticas recibidas. Nada es igual en la
literatura, en el psicoanálisis, en la filosofía, en el feminismo y en el
pensamiento político desde la irrupción de la obra de Jacques Derrida
en la reflexión occidental.
Hemos señalado tres tesis definitorias del movimiento posestruc-
turalista y ubicamos a la deconstrucción como una expresión eminente
de ese movimiento. La obra de Derrida es probablemente la expresión
más grande de la crítica a los contenidos metafísicos del pensamiento
moderno (tercera tesis). La metafísica filosófica tiene reverberación
en las prácticas sociales y, en ese sentido, la preocupación por lo que
hace la filosofía en cuanto discurso tiene una relevancia política a veces
desdibujada en el lenguaje encriptado de Derrida. Un texto como este,
que busca volver llano lo que está plagado de matices, es cierto, pierde
riqueza en algunos aspectos, pero puede ganarla en otros. Abordamos
la noción de deconstrucción en los términos en que ella es presentada
en Posiciones, esto es: como estrategia de lectura, que implica el reco-
nocimiento de una oposición estable, la denuncia de la jerarquía de un
polo sobre el otro y el señalamiento de aquello que queda excluido de
la díada. La relevancia de este ejercicio para la teoría política de fines
del siglo XX y principios del XXI no puede dejar de afirmarse a pesar
del propio Derrida: la deconstrucción ha sido pura ganancia para la
desesencialización teórica de las relaciones de dominación.
BIBLIOGRAFÍA
Aboy Carlés, Gerardo (2013). De lo popular a lo populista o el incierto
devenir de la plebs. En Gerardo Aboy Carlés (Comp.), Las brechas
del pueblo. Reflexiones sobre identidades populares y populismo. Los
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Álvaro, Daniel (2017). Sociología y deconstrucción. Cuestiones de mé-
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Barros, Sebastián (2013). Despejando la espesura. La distinción entre
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Gerardo Aboy Carlés (Comp.), Las brechas del pueblo. Reflexiones
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ARQUEOLOGÍA Y GENEALOGÍA
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2. DIAGNÓSTICO Y PROPUESTA
2.1. ARQUEOLOGÍA
Tal como dijimos más arriba, en La arqueología del saber Foucault brinda
una sistematización del método empleado en sus trabajos precedentes.
Ya desde la primera página interpela a sus principales interlocutores,
a saber: los historiadores. Foucault erige su método arqueológico en
contraposición con la disciplina de historia de las ideas, lo que funge
de puntapié inicial de su presentación. Partiendo de lo que él considera
la labor de los historiadores, esboza la perspectiva que identifica en los
historiadores, para luego presentar una propuesta alternativa. Foucault
parte de un diagnóstico dual que se da en la academia de su tiempo.
Señala, por un lado, que la historia de los Annales, por ejemplo, estuvo
enfocada a desenterrar los “equilibrios estables y difíciles de alterar”
que sirven de basamento de los largos períodos (Foucault, 2018: 11).
Advierte, por otro lado, que la historia del conocimiento, de la filosofía
y de la ciencia han estado interesadas en mostrar los fenómenos de
ruptura, en detectar las interrupciones y los quiebres (Foucault, 2018:
13). Ya sea que se haga foco en las continuidades o en las rupturas, en
ambos casos se trata de lidiar con el recorte y el límite, de ponderar las
transformaciones que dan lugar a la fundación y renovación de diversas
periodicidades (2018: 14).
Si el problema central de las disciplinas históricas es el de identi-
ficar continuidades y rupturas, Foucault advierte que hay tres modos
en los que se cuela de manera inexaminada la continuidad: (1) en la
adopción de unidades a priori; (2) en el establecimiento de grandes
unidades históricas con un sentido teleológico; y, por último, (3) en la
postulación irreflexiva del sujeto.
En primer término, la propuesta metodológica de Foucault apunta
a un trabajo negativo, a saber: liberarse de todo un juego de nociones
que asumen de manera irreflexiva la continuidad. Una de esas nociones
es la de tradición (2018: 34). Apelar a la idea de tradición permite ins-
cribir las novedades sobre un fondo permanente, cuyo sentido estaría
dado por una sucesión de acontecimientos dispersos pero unidos en
su referencia a un principio organizador. Este principio no solo brinda
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2.2. GENEALOGÍA
A comienzos de la década de 1970, Foucault deja de lado la noción de
“arqueología” para adoptar la noción de “genealogía”, de resonancias
claramente nietzscheanas. Con esto, pareciera proponerse comple-
mentar la lectura horizontal de la superficie de los enunciados y las
formaciones discursivas con un análisis vertical de los quiebres, las
rupturas y las emergencias.
Antes de llegar a la noción propiamente foucaultiana de genealogía,
es necesario primero restituir el uso corriente de ese término. En su
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3. COORDENADAS DE MÉTODO
La perspectiva elaborada por Michel Foucault, tanto en su dimensión
arqueológica como en su dimensión genealógica, cuenta con una serie
de nociones centrales sobre las que es preciso ganar claridad. Cabe
señalar que las nociones que se restituirán a continuación no serán
presentadas a modo de receta, cuya aplicación debería cumplirse en un
estricto orden secuencial; por el contrario, son colocadas como precau-
ciones que deberían atenderse al momento de emprender un análisis
arqueológico-genealógico. En primer lugar, el enfoque foucaultiano
postula la necesidad de sospechar de las grandes continuidades, de las
unidades a priori y de las totalizaciones incuestionadas, para poder
reparar mejor en las discontinuidades, las rupturas y los accidentes que
el discurso histórico tradicional ha intentado eliminar. En efecto, las
discontinuidades son aquellas transformaciones que se producen en
una o varias formaciones discursivas. Como un quiebre en las continui-
dades establecidas, las discontinuidades tienen tres características:
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4. PROBLEMATIZACIÓN
Hasta aquí hemos presentado el nivel arqueológico y el nivel genealó-
gico por separado. Sin embargo, cabe señalar un modo de abordar las
investigaciones que hace posible el entrecruzamiento de ambos niveles,
ofreciendo una estrategia de conjunto: la problematización. Proble-
matizar es tomar distancia de aquellas nociones, conceptos, temáticas
que aparecen en nuestra cotidianeidad, de manera que se evite su sen-
tido evidente y pueda emprenderse un análisis del contexto teórico y
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MÉTODOS DE TEORÍA POLÍTICA: UN MANUAL
5. DESARROLLOS RECIENTES
En el pensamiento político contemporáneo se pueden encontrar diver-
sos proyectos de investigación que ponen en marcha, al menos parcial-
mente, las estrategias metodológicas provistas por Michel Foucault.
Giorgio Agamben, referencia ineludible de la teoría política contem-
poránea, es un ejemplo de ello.3 En Homo sacer. El poder soberano y la
nuda vida (2013), Agamben parte de las reflexiones de Michel Foucault
y Hannah Arendt4 para afirmar que el acontecimiento decisivo de la
modernidad es el ingreso de la vida biológica en el espacio político
(2013: 13). Allí, el autor identifica una discontinuidad respecto del or-
den político clásico, donde la participación en la vida política de la
polis suponía colocar al margen del orden jurídico la vida meramente
biológica —zoé es el término griego para denominar la vida biológi-
ca, mientras que la vida calificada es llamada bíos—. En cambio, en
la modernidad la vida biológica adquiere centralidad política, y esta
ruptura supone una transformación en el sistema de categorías del
pensamiento político clásico.
Ante la pregunta por el vínculo entre política y vida, Agamben
evoca una figura del derecho romano arcaico: homo sacer. Esta figura
remite a aquella vida a la que es impune darle muerte y, a la vez, está
prohibido su sacrificio. Según Agamben, esta vida que es desnuda en
tanto se encuentra desprovista de las cualidades que solo una existencia
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Sofía Colias y Emilse Toninello
política podría otorgar, es una vida cuya sacralidad —la impunidad del
homicidio y la prohibición del sacrificio— es una producción del poder
soberano. De manera que la relevancia de la figura del homo sacer en
las reflexiones de Agamben está signada por su capacidad de mostrar
el modo en que el poder soberano y la nuda vida se implican en la po-
lítica moderna de occidente. A partir del análisis del carácter sagrado
de esta figura, se habilita la comprensión de los mecanismos mediante
los cuales el poder opera sobre la vida en la contemporaneidad.
Por lo tanto, vemos movilizado allí el instrumental foucaultiano,
ya que Agamben advierte una discontinuidad en el momento en que la
vida biológica ingresa al centro del espacio político, cuyo efecto es la
apertura de la modernidad. Luego despliega el análisis de la positivi-
dad que ofrece la figura del homo sacer, lo cual habilita la reflexión en
torno a las reglas de funcionamiento del poder soberano sobre la vida
humana. Así, discontinuidad y positividad se ponen en marcha para dar
lugar a la problematización de la relación entre poder y vida, trabajada
en profundidad en las investigaciones del autor italiano.
En 2008, Agamben publica su escrito metodológico Signatura
rerum. Sobre el método, donde clarifica el modo en que llevó a cabo
sus trabajos previos. Allí, la influencia de Michel Foucault es asumida
explícitamente por el autor, que hace propios los postulados foucaul-
tianos sobre la arqueología para emprender sus desarrollos teóricos.
Ante las críticas realizadas por Laclau (2008) en torno a los peligros
de caer en la remisión a un origen último, Agamben (2010) responde,
apoyándose en Foucault, que hacer genealogía no es buscar el origen,
sino atender la dispersión de las desviaciones y errores que dotan de
sentido a los eventos.
En consonancia con los postulados foucaultianos, Agamben cons-
truye una arqueología filosófica que no busca el origen, sino que trata
de captar la emergencia del fenómeno en su singularidad. En ese mo-
mento, se produce un enfrentamiento con la tradición y con las fuentes
que han operado previamente para cubrir el fenómeno que ahora se
intenta dilucidar: suspensión de la familiaridad para habilitar análisis
alternativos.
De suma importancia para las investigaciones llevadas adelante
por Agamben es la noción de paradigma que, si bien no se encuentra
en los trabajos de Foucault, es incorporada al trabajo arqueológico por
Agamben. Según el filósofo italiano, el paradigma se mueve de la singu-
laridad a la singularidad, quebrando de esta manera la clásica dicotomía
entre lo general y lo particular; es decir, no se trata de una parte que
explica el todo ni del todo que explica una parte, por el contrario, es
un caso singular que, suspendiendo su uso normal, expone al conjunto
sin dejar de pertenecer a él. El vínculo que encuentra Agamben entre
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6. FORTALEZAS Y DEBILIDADES
La propuesta arqueológico-genealógica que hemos presentado con
cierto grado de sistematicidad no consiste en un método unificado
y coherente en toda su extensión. Antes bien, constituye una caja de
herramientas para diversos tipos de investigaciones, tal como ha sido
ejemplificado en el apartado anterior. Desde Foucault hasta nuestros
días, la arqueología-genealogía fue apropiada por algunos y cuestionada
por otros en el ámbito del pensamiento político. A los fines de postular
la arqueología-genealogía en sus diversas variantes como un modo de
emprender el estudio teórico-político, es que abordaremos tres de los
problemas más frecuentes al momento de llevar a cabo una investiga-
ción: el relativismo, el partisanismo y el anacronismo. En primer lugar,
restituiremos dos señalamientos fundamentales elaborados por Jürgen
Habermas, referidos al relativismo y al partisanismo presente en las
investigaciones de Michel Foucault.
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BIBLIOGRAFÍA
Agamben, Giorgio (1996). La comunidad que viene. Valencia: Pre-Textos.
Agamben, Giorgio (2010). Signatura rerum. Sobre el método. Barcelona:
Editorial Anagrama.
Agamben, Giorgio (2013). Homo sacer. El poder soberano y la nuda vida.
Valencia: Pre-Textos.
Avellaneda, Aldo y Vega, Guillermo (2018). Conductas que importan,
variantes del análisis de los estudios en gubernamentalidad. Resis-
tencia: EUDENE.
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TEORÍA CRÍTICA
1. INTRODUCCIÓN
En el ambiente de las ciencias humanas y sociales es habitual hablar y
oír hablar de teoría crítica. Esto, en principio, porque el espíritu crítico
es constitutivo de la disposición de quienes creen que vale la pena estu-
diar las cosas propias de lo humano y lo social. Es la disconformidad
con la sociedad existente lo que, en los más de los casos, lleva al estudio
de las ciencias humanas y sociales. En estas circunstancias, a poco de
andar se entera uno de que la crítica tiene su historia y su linaje, y que
es difícil decir algo sobre ella sin remitir tarde o temprano a Immanuel
Kant y a Karl Marx. En ambos casos, la crítica es crítica de algo espe-
cífico: en Kant, de la razón; en Marx, de la economía política. Esto nos
recuerda que el verbo “criticar” es transitivo, que no hay ejercicio de la
crítica en el aire, sino que todo criticar tiene su objeto directo.
Ahora bien, ese objeto parece quedar en suspenso cuando hablamos
de “teoría crítica” sin más. Pues, ¿a qué se refiere con eso? ¿A la con-
ciencia de tener espíritu crítico? Siendo así, ¿quién se privaría de decir
que su propia empresa teórica es una empresa crítica? O, en cambio,
¿quién designaría a su práctica académica o intelectual con la nomen-
clatura de “teoría complaciente”? De seguir esta línea de reflexiones, la
nomenclatura “teoría crítica” pareciera referir a un atributo de quien
la menta (sea su jactancia o sus complejos) más que a un atributo de
la empresa que se asume. Pero bien, todo esto se despeja cuando nos
informamos de que “teoría crítica” es un nombre propio: es el nombre
de lo que han venido haciendo desde la década de 1930 los fundadores,
prosélitos y seguidores del Institut für Sozialforschung (Instituto para
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4. PRECAUCIONES METODOLÓGICAS
Sostener que la teoría crítica constituye uno de los métodos de la teoría
política no es algo evidente. Primero, porque, en su afán de dislocación,
difícilmente la teoría crítica se deje capturar por un campo disciplinar
específico, como lo es el de la teoría política. Segundo, porque, en su
denuncia a la razón instrumental, difícilmente podría la teoría crítica
brindar instrumentos o herramientas para un proceder metódico en
la investigación social. Pero bien, antes de dar el asunto por cerrado,
creemos que vale la pena hacer el esfuerzo de ensayar una respuesta
alternativa.
En primer lugar, hemos visto ya que la teoría crítica es renuente al
desmembramiento de los saberes sociales en campos de objetos discre-
tos y, ante ello, postula el levantamiento de las fronteras disciplinarias.
Esto, en el convencimiento de que la delimitación de esas fronteras no
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5. DESARROLLOS RECIENTES
La difusión de la teoría crítica en la Argentina tiene una historia lar-
ga. Esa historia comienza en la revista Sur, emblemática entre otras
cosas por el protagonismo de Victoria y Silvina Ocampo, de Adolfo
Bioy Casares y Jorge Luis Borges. En el año 1967, esta revista publica
una colección de ensayos de Marcuse reunidos bajo el título Cultura y
sociedad y, dos años más tarde, pone en circulación la primera edición
argentina de Dialéctica del Iluminismo, traducida al castellano por Héc-
tor Murena. Ahora bien, hacia la última década del siglo XX emerge
una revista que resulta central para la teoría crítica local: Pensamiento
de los confines, fundada por Matías Bruera, Nicolás Casullo, Ricardo
Forster, Gregorio Kaminsky y Alejandro Kaufman. Si bien no se trata
de una publicación exclusivamente dedicada a una escuela, a lo largo
de sus ediciones incorpora tanto trabajos específicos sobre autores de
la teoría crítica como análisis de temas de debate público a la luz del
método crítico. Se destacan, en este sentido, los dossiers “Estética y
política” del número 18 y “Lo intelectual y lo político” del número 25.
En ambos monográficos se puede ver una aproximación tanto temática
como estilística a la teoría crítica. En ambos números encontramos a
dos de los principales difusores de la teoría crítica en el campo de la
teoría política, como lo son Eduardo Grüner y Gisela Catanzaro.
Uno de los principales proponentes y difusores de la teoría crítica
en nuestro medio ha sido Grüner. En su libro Las formas de la espada:
miserias de la teoría política de la violencia (1997), es posible reconocer
la operatoria de las advertencias arriba reseñadas. Allí Grüner aborda
las democracias de fines del siglo XX, en su jactancia consensualista,
multicultural y globalizada. Contra la idea de una transición que nos
habría conducido a un punto de llegada superador de los conflictos
ideológicos y de la violencia política del pasado, Grüner asume el es-
fuerzo de rehistorizar las democracias contemporáneas en el marco de
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6. CONCLUSIONES
En este capítulo hemos brindado una breve presentación de la teoría
crítica, con el foco puesto en los aportes de esta corriente a la reflexión
sobre el método de la teoría política. Nuestra primera tarea consistió en
balizar institucionalmente la llamada “teoría crítica”, identificándola
con los desarrollos del Instituto para la Investigación Social, más co-
nocido como Escuela de Frankfurt. Un breve recorrido por la historia
de este Instituto, por sus discusiones político-intelectuales y por sus
renovaciones generacionales, preludió una aproximación a la cuestión
del método, que nos llevó a hacer foco en la propuesta original de
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BIBLIOGRAFÍA
Catanzaro, Gisela (2020). ¿Neoliberalismo? Devenires de la ideología
tras el ocaso de la fantasía multicultural. Buenos Aires: Facultad
de Ciencias Sociales, UBA, mimeo.
Fraser, Nancy (2015). ¿Qué hay de crítico en la teoría crítica? El caso
de Habermas y el género. En Nancy Fraser, Fortunas del feminis-
mo. Del capitalismo gestionado por el Estado a la crisis neoliberal.
Madrid: Traficantes de Sueños.
Grüner, Eduardo (1997). Las formas de la espada. Miserias de la teoría
política de la violencia. Buenos Aires: Colihue.
Habermas, Jürgen (1973). Conocimiento e interés. Ideas y Valores, 42-
45, 61-76.
Habermas, Jürgen (1988). La lógica de las ciencias sociales. Madrid:
Tecnos.
Habermas, Jürgen (1994). Historia y crítica de la opinión pública. Bar-
celona: Gustavo Gili.
Habermas, Jürgen (2010). Facticidad y validez. Madrid: Trotta.
Habermas, Jürgen (2013). El discurso filosófico de la modernidad. Ma-
drid: Katz.
Habermas, Jürgen (2014). Teoría de la acción comunicativa. Madrid:
Trotta.
Habermas, Jürgen; Lubasz, Heinz y Spengler, Tilman (1980). Conver-
sación con Herbert Marcuse. Ideas y Valores, 29 (57-58), 23-68.
Honneth, Axel (2014). El derecho a la libertad. Esbozo de una eticidad
democrática. Buenos Aires: Capital Intelectual – Katz.
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CUADRO ANEXO. Métodos de la teoría política
Algunas expresiones
Método Marcadores metodológicos Materiales Temas preeminentes Referentes
locales
Historia de las Identificación de ideas peren- Grandes obras del canon y Justicia, libertad, bien Isaiah Berlin, Norberto Cecilia Abdo Ferez, Atilio
ideas nes y problemas fundamenta- autores de la tradición. común, relación man- Bobbio, George Sabine, Borón, Natalio Botana,
les. Reconocimiento de la con- do y obediencia. Leo Strauss, Sheldon Beatriz Porcel, Darío
temporaneidad de los clásicos. Wolin Roldán, Andrés Rosler,
Concepción no relativista de la Tomás Várnagy
historia.
Historia Consideración de las intencio- Grandes obras y piezas Obligación política, John Dunn, John Carlos Altamirano, Silvana
intelectual nes autorales en el estudio del que conforman su contexto surgimiento del Esta- Pocock, Quentin Carozzi, Graciela Ferrás,
significado de los textos. Con- discursivo: escritos menores, do, republicanismo. Skinner Cecilia Lesgart, Elías Palti,
sideración de los efectos del correspondencia, panfletos Ariana Reano, Eduardo
texto en diferentes contextos políticos, legislación, regla- Rinesi, José Sazbón,
políticos discursivos. mentos, etc. Susana Villavicencio
Historia Control semántico de los usos Grandes obras, diccionarios, Modernidad política, Otto Brunner, Werner Emmanuel Biset, Marina
conceptual de los conceptos en diferen- normativa legal y adminis- órdenes constitucio- Conze, Reinhart Farinetti, Noemí Goldman,
tes momentos históricos. trativa, periódicos, etc. nales, revoluciones. Koselleck, Carl Schmitt Cecilia Lesgart, Elías
Articulación entre el momento Palti, Julio Pinto, Gabriela
sincrónico y las estratificacio- Rodríguez Rial
nes diacrónicas de significa-
dos. Articulación entre historia
conceptual e historia social.
Hermenéutica Consideración del carácter Grandes obras de la Doctrinas filosófico- Wilhelm Dilthey, Hernán Borisonik, Diego
circular de la comprensión. tradición (hermenéutica políticas, tradiciones Martin Heidegger, Fernández Peychaux,
Reconocimiento del carácter tradicional). culturales, fundamen- Hans-Georg Gadamer, Horacio González, Ricardo
inherente de los prejuicios. Facticidad (hermenéutica tos del pensamiento Paul Ricœur, Friedrich Laleff Ilieff, Julio Pinto,
Atención a la situación históri- heideggeriana). político y social Schleiermacher, Gianni María José Rossi, Miguel
ca de quien interpreta. Vattimo Ángel Rossi
Comprensión Privilegio de las experiencias Grandes obras de la tradi- Totalitarismo, revo- Hannah Arendt Anabella Di Pego, Claudia
del aconteci- políticas en la elaboración ción. Fuentes historiográ- luciones políticas, Hilb, Lucas Martín, Martín
miento de categorías y conceptos. ficas y documentales de justicia transicional, Plot, Daniela Slipak, Julia
Reconstrucción de los ele- acontecimientos políticos. crisis de la tradición Smola
mentos histórico-teóricos del
acontecimiento. Narración
fragmentaria y no causalista
de la historia.
Deconstruc- Desnaturalización de las oposi- Textos filosóficos y teóricos, Discurso y poderes, Judith Butler, Jacques Gerardo Aboy Carlés, Mer-
ción ciones y jerarquías conceptua- obras literarias, escritos identidades políticas, Derrida, Ernesto cedes Barros, Sebastián
les vigentes. Identificación de políticos, etc. subalternidades Laclau, Chantal Barros, Paula Biglieri,
un afuera constitutivo. Mouffe, Eduard Said, Emmanuel Biset, Julián
Gayatri Spivak Melo, Ana Penchaszadeh
Arqueología y Trazado de discontinuidades. Grandes obras, tratados Tecnologías de Giorgio Agamben, Aldo Avellaneda, Luis
genealogía Descripción de las positivi- administrativos, proyectos poder, racionalidades Michel Foucault Blengino, Verónica Gago,
dades en su singularidad de arquitectónicos, reglamen- políticas, modos de Fabián Ludueña Roman-
acontecimiento. Admisión de tos, registros visuales, obras subjetivación dini, Elías Palti, Guillermo
la coexistencia de formaciones literarias, etc. Vega
heterogéneas.
Teoría crítica Rehistorización de los proce- Textos filosóficos y teóricos, Ilustración, progreso, Theodor Adorno, Gisela Catanzaro, Ricardo
sos sociales. Dislocación de los obras políticas, productos de neoliberalismo, globa- Jürgen Habermas, Forster, Mariana Gainza,
saberes respecto de sus fron- la industria cultural, etc. lización Axel Honneth, Max Eduardo Grüner, Ezequiel
teras disciplinarias. Descifra- Horkheimer, Nancy Ipar, José Sazbón
miento de las contradicciones Fraser, Herbert
de la formación social. Marcuse
SOBRE LAS AUTORAS Y LOS AUTORES
COLECCIÓN IIGG-CLACSO
catálogo de las prin-
cipales apuestas de
método que caracteri-
zan a la subdisciplina
de la teoría política, a
saber: historia de las
ideas, historia intelec-
tual, historia concep-
tual, hermenéutica,
comprensión del acontecimiento, deconstrucción, ar-
queología, genealogía y teoría crítica. El inventario pro-
puesto pretende dar cuenta de la variedad de perspecti-
vas actuales, sin intentar forzar una decisión excluyente
por un método determinado en detrimento de otros. Más
bien, los ejemplos abordados a lo largo de los capítulos
invitan a explorar el rendimiento heurístico de la com-
binación e hibridación metodológica al momento de
conducir investigaciones concretas.