Fumagalli Carlos
Fumagalli Carlos
Fumagalli Carlos
El rol, en sí, es una noción que como concepto implica una abstracción. En realidad,
tendríamos que hablar de conducta de rol; los roles son conductas, son funciones sociales.
Por otro lado, hay un modelo, una categorización que hacemos de aquellos que ocupan una
posición (de la cual es la conducta adecuada a la misma) → el rol no es una noción aislada,
sino que es una noción que está en reciprocidad, en complementariedad con otro rol. El rol
es una función social interdependiente; rol implica siempre un contra-rol, rol de padre-rol de
hijo, por ejemplo.
Una segunda noción es la de modelo: del que ocupa una posición se espera algo. El
modelo empieza a definir la interacción desde el punto de vista de las expectativas que
ponemos en juego respecto de cómo tiene que comportarse el otro, pero en la misma
medida sabemos cómo nos tenemos que comportar nosotros (complementariedad).
Status supone la jerarquía del rol y refleja en parte la vida social, porque no todos los roles
son valorados de la misma forma. De todas formas, lo habitual es usar la noción de status
como equivalente a posición.
- “Personalidad”: la idea del sujeto. La personalidad sería la totalidad de los roles que
jugamos en el desarrollo de nuestra vida, eso es nuestra identidad. Identidad supone una
continuidad en el tiempo.
Nos vinculamos a través de los roles que asumimos. Según Pichón-Riviére, el rol es un
instrumento de interacción. Son nuestros instrumentos para relacionarnos, pero son
conductas que, por un lado, tienen que ver con nuestra personalidad pero, por otro lado,
tienen que ver con lo que pasa en el vínculo con los otros y con lo que pasa en función del
contexto amplio social. Es toda una realidad que tiene dimensiones múltiples que se ponen
en juego.
“El rol es un modelo organizado de conducta, relativo a una cierta posición del individuo en
una red de interacción, ligado a expectativas propias y de los otros.” Pichón-Riviére.
Estamos, por ser seres sociales, condicionados a tener que aceptar determinados valores
que hacen a la regulación de la vida social. Esto forma parte del modelo; también los
modelos pueden -según el momento histórico- entrar en el obsoletismo o en cambio, porque
cambian las necesidades, las formas de valorar, de ver la realidad.
El modelo es el rol en sentido general, y el rol seria aquello que de alguna forma tiene una
cierta permanencia, y lo que le da la variación es lo individual → ésta es la diferencia entre
el rol en el sentido dramático y el rol en el sentido social. Cada situación nos va requiriendo
conductas, se innova. Sin embargo, la sociedad tiende a establecer modelos con una fuerza
tal que es difícil re crearlos.
Hay roles muy fuertes que se nos impregnan y nos llevan a la manera en que nos
desempeñamos en otro contexto. Por eso lo social está presente en cómo jugamos nuestro
rol en las situaciones de interacción.
Los roles producen una impronta, y tiene que ver con nuestra identidad.
Cuando se juega un rol no se juega uno solo, se juegan muchos roles; es como que hay un
fondo y figura, el rol es una figura pero hay un fondo que son todos los otros roles que
vamos trasladando. Hay todo un sistema de roles, una red, donde decimos que jugamos
uno, pero están todos interconectados.
“Conflicto de rol”→ se traduce en una tensión, en realidad es un conflicto intrarol, que hace
que hace a toda esta red de interacción internalizada que en algún momento entra en
contradicción.
Es preciso establecer una dialéctica entre el rol y la persona donde aparece la identificación
no alienante (perdernos en el rol sin saber quienes somos).
Somos una persona, por eso el tema de la identidad que nos identifica, pero vamos
teniendo conductas más viables de acuerdo a la situación y el contexto.
En el plano de la horizontalidad grupal, en ese encuentro del conjunto, los roles son los
instrumentos con los cuales nosotros nos vamos a incluir. Del encuadre del grupo operativo
surgen 3 posiciones fundamentales:
- El rol de integrante.
- El rol de coordinador.
- El rol de observadores.
Son tres posiciones diferentes, y cada una tiene una función acorde a la posición. Esta es la
relación entre posición y persona en el sentido del rol prescripto. Hay roles predeterminados
en el grupo. Si estamos trabajando en el grupo, el coordinador va a tomar su rol, así como
el observador.
Pero en la situación de grupo nos tenemos que relacionar, por lo que pondremos en juego
roles, de acuerdo a la situación. Fundamentalmente, el rol como instrumento de interacción
es el instrumento -en función del grupo operativo- para realizar la tarea y para integrarnos y
ubicarnos en el grupo.
Los roles no surgen solamente de un aspecto intelectual (ya que sabemos lo que tenemos
que hacer), sino que también ponemos en juego nuestros aspectos emocionales.
El rol como instrumento de interacción nos tiene que servir para vincularnos con el otro. Nos
vamos incluyendo en una alternativa de conducta también para relacionarnos con el otro,
para resolver la tarea, y para elaborar situaciones que vienen de la historia, del contexto, y
que necesitamos llevarlas necesariamente porque somos personas.
Cuando nos relacionamos, buscamos resolver una situación pero también nos proponemos
algo. En función de una situación externa de importancia, lo que pasa en el contexto
sociodinámico del grupo tiene que ver con lo psicosocial de cada uno, pero también tienen
que ver con lo institucional y comunitario.
En el tema de las diferencias que se juegan en los roles (la complementariedad no se daría
si fuéramos todos iguales) puede aparecer la complementariedad o aparecer la
suplementariedad.
Todos tenemos que mantener nuestra integridad, pero ese rol no lo jugamos solos, lo
jugamos en relación a otros, y ahí viene el aspecto de cambio que necesariamente se da en
las situaciones vinculares. También podría pasar que se arme a veces una especie de
cultura de grupo muy estable, cuando no se puede salir de un conflicto; entonces se arman
roles ya fijos, porque hay que elaborar y procesar un conflicto que es propio y de todos. La
importancia del rol es que va vinculando a todos, y también nos incluye.
Reconocemos cuatro roles fundamentales que son, en función de los vectores, lo que
Pichón llamó el rol de líder, en el sentido de un rol funcional, de alguien que define y orienta
la acción situacionalmente en base a los requerimientos que el grupo tiene de su proceso
de afiliación - pertenencia, de su proceso de cooperación, de pertinencia, de su aprendizaje,
comunicación, telé, busca más la integración, la identidad del grupo, la afiliación y la
pertenencia; alguien que trae los afectos recíprocos y juega más lo de la telé.
Entonces, el rol entendido como liderazgo serían funciones grupales en el sentido de cómo
se juegan los vectores, como funciones que el grupo necesita para su funcionamiento.
Otro rol es el de portavoz, el que denuncia, pone de manifiesto una situación compartida por
el conjunto. El portavoz es el que cruza verticalidad con horizontalidad. Nos va a permitir
básicamente la lectura de lo implícito.
Este es el rol de portavoz que se ligaba directamente con el rol de chivo emisario, según la
conducta que se tenía en el grupo. Aquel que perturbaba podía ser segregado, y el rol del
chivo emisario es ser depositario de una situación grupal.
↓
Y aquí se cruza la horizontalidad con la verticalidad, nadie tiene un rol porque se lo
adjudican, también lo asume y a veces busca que el otro asuma un rol. El chivo emisario a
veces aparece porque es el modo en que el grupo puede ubicar el problema.
El rol del saboteador es lo opuesto a los liderazgos funcionales. Es aquel que se hace eco
de la resistencia de cambio, que lo puede jugar como portavoz de una situación interna o
manifestando una situación resistencial de conjunto. Y en este sentido, podríamos ligar el
rol de saboteador con el de portavoz.
A veces viene la tendencia a la fijeza del rol, y la fijeza del rol es porque tenemos que
mantener un cierto grado de equilibrio, ya que en el grupo se ponen en juego los miedos
básicos.
EL DISPOSITIVO GRUPAL.
Dados un tiempo, un espacio, un número de personas y algún objetivo común, se crean las
condiciones de posibilidad para que un agrupamiento se constituya en grupo. Tiempo, espacio,
número de personas y objetivo conforman un dispositivo. Una virtualidad, especifica y propia de ese
grupo, y no de otro.
EL PROCESO GRUPAL.
Intentaremos focalizar el proceso grupal más que como juegos tensionales de fuerzas, como una
dialéctica de una totalización en proceso.
Para Sartre, el grupo se constituye contra la serie. La vida de los grupos está hecha de una
permanente tensión entre estos dos polos extremos. Será esta tensión la que constituya el motor de
la dialéctica de los grupos.
Pero, si bien un grupo se constituye contra la serialidad, siempre tiende a volver a ella. Así, contienen
la posibilidad de disolución en la organización y la virtualidad de estructuración en la dispersión.
Podríamos hacer referencia a los términos encuadre, contrato, etc. como un aspecto de esa
juramentación, o más bien su forma explícita. En sus formas implícitas, incluiríamos la producción de
formaciones imaginarias grupales propias y únicas de cada grupo.
Un grupo de estructura como tal, más que por su tarea, cuando va consolidando un conglomerado de
representaciones imaginarias comunes (red de identificaciones cruzadas, ilusión y mitos grupales, la
institución como disparador de lo imaginario grupal).
Es por esto que pensamos que la tarea es convocante de un grupo, más que estructurante del
mismo.
Todo grupo alberga en su seno aspectos repetitivos y aspectos transformadores en una dialéctica
permanente. Desde ya, que determinadas coordinaciones favorecen su tendencia en uno u otro
sentido.
Esto se hallara indisolublemente ligado a los objetivos explícitos e implícitos que la institución en que
se inscriben tenga planteados, como a las ilusiones y mitos grupales en que se estructura el grupo, la
red de identificaciones que ligue a sus miembros, como los aspectos transferenciales.
El tema de la repetición – transformación nos remite al problema del poder en los grupos, las
relaciones de saber-poder en su seno, ya que desde la sanción de lo transgresivo suele omitirse que
esto constituye una poderosa fuerza cuestionadora de lo instituido.
Para Pichón, el grupo se estructura sobra la base del interjuego de mecanismos de asunción y
adjudicación de roles.
La teoría del rol, desde la óptica de la sociología funcionalista, se ha desarrollado en función del
concepto de posición: una posición define un mínimo de comportamiento obligatorio para el individuo.
Desde esta concepción, rol es la manera en que una persona desempeña los requerimientos de su
posición. A su vez, rol es el aspecto dinámico del status.
El cómo una persona se comporta depende, en gran medida, del status en que se halle: de la
posición particular que ocupe en su medio social.
Según Pichón, la estructura y función de un grupo estarán dados por el interjuego de los mecanismos
de adjudicación y asunción de roles. Estos representan modelos de conducta correspondientes a la
posición de los individuos en esa red de interacciones, y están ligados a las expectativas propias y a
la de los otros miembros del grupo.
De esta manera, el rol y su nivel, el status, se ligan a los derechos, deberes e ideologías que
contribuyen a la cohesión de la unidad.
En el interjuego de roles, que tiene para Pichón un carácter estructurante en el grupo, destaca tres
roles:
- El portavoz.
- El chivo emisario.
- El líder.
Estos roles son funcionales y rotativos. En cada situación grupal, un individuo tomará tal o cual rol, de
acuerdo a su situación individual y a la situación generada en el grupo.
Portavoz → denuncia el acontecer grupal, las fantasías que lo mueven, las ansiedades y
necesidades de la totalidad del grupo. Se articula en él una fantasía inconciente individual
entrecruzada con el acontecer grupal. Toda interpretación deberá develar la situación de todos los
miembros del grupo, en relación con la tarea, ejemplificando el problema enunciado por el portavoz.
Chivo emisario → depositación en un miembro del grupo de aspectos negativos o atemorizantes del
mismo o de la tarea, apareciendo mecanismos de segregación frente a dicho integrante.
Ambos roles, líder y chivo emisario, están íntimamente ligados, ya que uno surge como preservación
del otro, en virtud del proceso de disociación que todo grupo implementa en su tarea de
discriminación.
Así como nos parece insoslayable el análisis del interjuego de roles en una lectura de lo grupal,
pensamos éste más como un efecto de latencia grupal que como una causa estructurante del grupo.
Nos resulta más preciso abordar la estructuración del grupo desde la producción de sus formaciones
propias, las formaciones imaginarias grupales.
En toda lectura de la grupalidad, pensamos que el análisis del interjuego de roles mantiene un nivel
de eficacia valedero, en tanto abra su lectura.
Procesos imaginarios que un grupo produce. Un grupo produce formas imaginarias propias. En toda
situación grupal hay una representación imaginaria subyacente, común a la mayoría de sus
miembros.
La tarea opera como convocante del grupo, pero no como fundante. Para que un grupo de personas
pueda pasar de la serialidad al grupo, se deberá ir consolidando un conglomerado de
“representaciones” imaginarias. Éstas podrán propiciar la eficacia como la ineficacia grupal, etc.
Son procesos imaginarios que pueden ser leídos en el transcurso del devenir grupal, y que hablan de
su conformación, inscripción, historia, posibilidades de desarrollo y de transformación de dicho grupo.
Formaciones grupales:
Esta matriz grupal tiene que ver con la posible organización libidinal que este grupo se ha dado. Esta
organización está basada en los lazos libidinosos que los individuos tienen entre si y con el
coordinador. Estos lazos libidinosos tienen que ver con la red de identificaciones que se va
estableciendo en el transcurso del grupo, y esa matriz es en realidad una matriz de identificaciones
formada por identificaciones secundarias.
La matriz básica tiene que ver con la permanencia. Son los integrantes que nunca faltan,
comprometidos con los demás, son afectivos, etc.
Esta red de identificaciones es una red móvil, y es, a su vez, una matriz de identificaciones y una
matriz identificatoria (lo que identifica a ese grupo de otro grupo). Es lo que habla de la subjetividad
grupal.
Hablar de red de identificaciones cruzadas en grupos significa hablar de aquello que da cuenta de la
permanencia, de la movilidad de las rigideces. Los procesos identificatorios que se producen en los
grupos van a funcionar como motor de la vida de los mismos.
Este concepto de red de identificaciones está unido al concepto de transferencia. Las transferencias
son las que posibilitan que las identificaciones se den, brindando el campo propicio para que se
realicen.
“Transferencia”: proceso mediante el cual los deseos inconscientes de un sujeto se actualizan sobre
ciertos objetos en relación a ellos. Muchas veces se transfiere sobre la coordinación de los grupos y
también sobre las instituciones la repetición de ciertos deseos que se actualizan en el transcurso de
la tarea.
El grupo se dinamiza, se recrea y se torna más productivo cuanto más jueguen dentro de él los
diferentes vértices de la red de identificaciones y de la transferencia, formas grupales que le dan
movilidad y perfil propio al grupo.
La red transferencial es la clave o la base de las identificaciones. Tanto la red transferencial como la
red de identificaciones son procesos que se producen concominantemente, y la red de
identificaciones estaría más puntualmente desarrollada entre los miembros del grupo en tanto que la
red transferencial tiene su punto de apoyo fundamentalmente en la coordinación.
La ilusión grupal → “ilusión” para Freud: es una creencia engendrada por el impulso a la
satisfacción de un deseo prescindiendo de su relación con la realidad. Una de sus características es
tener su punto de partida en los deseos humanos de los cuales derivan.
Para Anzieu, la ilusión grupal es un estado psíquico particular que se expresa en frases tales como:
“estamos bien juntos”, “somos un buen grupo”, etc.
Para nosotros, la ilusión grupal es aquello que un grupo dado cree que es, que puede realizar. Todo
grupo necesita creer que es lo que desea ser, para poder lograr sus objetivos, y sólo desde una
ilusión obtendrá la fuerza necesaria para lograrlos, para enfrentar sus adversidades, sostener sus
creencias, etc. A su vez, esta ilusión creará las condiciones para llegar a un “nosotros”, desarrollar
una pertenencia, organizar un código común.
Dicha ilusión es lo que los integrantes del grupo esperan que este grupo realice. Así, todo el conjunto
de la vida del grupo aparece como modelado con carácter esls y los mitos de un grupo. A su vez,
estas 2 formaciones en su conjunto integran la “novela grupal”, que da cuenta de la modalidad típica
de las escenificaciones fantasmáticas que ese grupo ha construido a lo largo de su historia.
Freud: “para que haya una ilusión debe existir un deseo que quiera ser realizado, una realidad que
quiera ser cambiada, una historia que quiera ser modificada, un ideal que quiera ser realizado.”
c) El tiempo de organización del grupo como tal con su historia particular, entrecruzado por las
historias individuales de los miembros que lo componen.
Dentro de esta fantasmática grupal se constituyen los mitos grupales. Siempre la historia mítica es
historia mítica de un origen.
Los mitos que un grupo construye acerca de su origen, del por qué de su existencia, pero vividos por
sus integrantes como la historia real.
Entre mito e ilusión hay una permanente relación reciproca, por cuanto mito es siempre ilusorio, y
toda ilusión grupal tiene su anclaje en la historia mítica del grupo.
Sin embargo, el mito está inscripto necesariamente en el origen novelado del grupo, mientras que la
ilusión (aunque se nutre de este origen novelado) tiene siempre un referente prospectivo.
Los mitos grupales son aquellas producciones imaginarias que conforman el imaginario grupal,
dando cuenta de la historia del origen fantasmático de un grupo, apoyadas en la historia real y
entrecruzadas a su vez con la ilusión grupal.
El relato del origen circula repetitivamente, pero al repetirse nunca se repite de la misma forma.
Cada vez que circula lo hace con alguna modificación, aunque permaneciendo siempre fiel a si
mismo.
La institución como disparador del imaginario grupal → la dimensión institucional constituye, al
decir de Lapassade, lo impensado, el negativo, lo invisible, su “inconciente”. Genera, por lo tanto,
efectos desde la latencia grupal.
El coordinador, junto con las normas formales explicitadas para la organización del grupo, serán los
elementos que indicarán el sistema institucional en que un grupo se inscribe.
Un grupo puede tender a aceptar, transgredir o transformar las reglas estipuladas en el contrato. Que
un grupo opte, consciente o inconscientemente, por alguna de estas opciones dependerá de la red
identificatoria – transferencial que con el coordinador y la institución se ha establecido.
- Explicita: que la forma de coordinación sea adecuada o no para llevar a cabo el objetivo
propuesto,
- Implícita: que la forma de coordinación adoptada dispare efectos en el imaginario grupal de: