Protocolo Infancia
Protocolo Infancia
Protocolo Infancia
Dimos inicio a la sesión, retomando algunas direcciones que Lyotard nos abrió en su texto
Prescripción, en el que se expone la relación entre ley, cuerpo e infancia, a partir de una
lectura de la colonia penitenciaria de Kafka.
El cuerpo ha sido capturado por la ley, toda vez que ha sido condenado a ser una mera
superficie donde la palabra de la ley se inscribe, traduciéndose como impresión, como re-
toque, como herida, que instala al cuerpo sufriente en una economía de la culpa, cuya
operación sería la administración de la muerte. En este sentido, Lyotard dirá que solo la ley
libera al cuerpo de la culpa por medio de la muerte, puesto que para la ley, el cuerpo es
desde ya culpable, por el hecho de haber sido tocado antes que ella lo tocara. Por lo tanto,
el cuerpo solo puede coincidir con la ley, muriendo en virtud de la justicia. Una vez muerto,
queda redimido pues ya no queda nada de ese remanente de culpa ¿Habría que entender,
entonces, que la única redención posible del cuerpo, sería aquella que llega con la muerte?
¿Cómo desactivar la relación entre cuerpo y ley, sin tener que pasar por la muerte? ¿Cómo
pensar una idea de redención que no sea expiatoria, que no pase por la ley?
¿Cómo recuperar esa potencia? La clave está quizás en el fragmento I del texto. Para
Benjamin, la historia es un campo de batalla y una de sus batallas es la que se libra por el
concepto de historia. La lucha de la historia contra la historia dominante, contra aquello que
ha vencido y seguirá venciendo, si es que no se desactiva el concepto dominante de
historia, la interrupción de ese dominio es la tarea del materialista histórico benjaminiano.
Sin embargo, la victoria depende de su alianza secreta con la teología, nos dice Benjamin.
¿Por qué esa alianza es la clave de la única chance de triunfo? Es porque la teología abre la
posibilidad de pensar y hacer la historia desde una experiencia radicalmente distinta de la
temporalidad: da lugar a la experiencia redentora, interrumpiendo la idea de historia como
un saber objetivo y como un continuum temporal, lineal y progresivo.
¿Se puede pensar la infancia como aquello que tiene que ser redimido porque ha sido
vencido y no ha cesado de perder? ¿forma parte de la tradición de los oprimidos? ¿Es la
infancia una potencia que podría abrirnos a otra dimensión de la experiencia y de la
temporalidad? Si aquel recuerdo que nos puede salvar, acontece como experiencia
involuntaria en el instante de peligro, ¿Cómo podemos estar seguros de que volverá a
acontecer esa experiencia? ¿Qué relación hay entre ese recuerdo que salva y la infancia?
¿Cómo podemos producir las condiciones para que esa experiencia del tiempo acontezca?
En otras palabras ¿Cómo podemos crear las condiciones de acontecimiento de una infancia
redentora?
Waldo Ortiz