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Triduo Pascual 2021

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TRIDUO

PASCUAL
JUEVES SANTO
ÚLTIMA CENA
Y SE PUSO
A LAVARLES
LOS PIES
Subir a “la habitación de arriba” y mirar a
Jesús levantándose de la mesa, cambiando el
lugar donde se sientan los señores por aquel
en que se mueven los que sirven, situándose
en ese otro ángulo de mirada. Desde esa otra
perspectiva se ven de cerca el barro, el polvo,
el mal olor, la suciedad…, todo eso que los
sentados a la mesa ignoran o piensan que no
ÚLTIMA les concierne. A ras del suelo y en contacto
con los pies de los demás, se produce un
CENA cambio de plano que revela lo elemental de
cada persona, su desnudez, las limitaciones de
su corporalidad. Jesús se había quitado el
manto y, con él, toda pretensión de poder o
dominio. Con la toalla ceñida y de rodillas,
como el último de todos, iba lavando los pies
de sus discípulos. Era esa su manera de
disponerse a recibir “el Nombre sobre todo
nombre” (Fil 2,9).
En la escena del huerto vemos a Jesús
experimentando una fuerte resistencia a
morir, luchando, suplicando y sudando
sangre. Desde entonces él va delante de
quienes estén dispuestos a entrar en su
mismo proceso: ese que nos va haciendo
semejantes al Hijo y que puede durar
toda una vida.
GETSEMANÍ “El espíritu está bien dispuesto, pero la
carne es débil” (Mt 26,41): esa fue la
lección más difícil que el Hijo del
hombre tuvo que incorporar a su
aprendizaje de pertenencia a la condición
humana. “Aunque era Hijo, padeciendo,
aprendió a obedecer” afirma el autor de
la carta a los Hebreos (Hb 5,8).
Y CANTÓ EL GALLO
El canto del gallo “despierta” a Pedro, le hace volver de su desvarío, le
“convierte”. Se había situado “de espaldas” a Jesús, eligiendo su propia
seguridad, aferrándose a “salvar su vida” y a protegerla ante cualquier
amenaza.
Tomo conciencia de qué “cantos de gallo” han tenido poder para
despertarme en algunas situaciones de mi vida. Me reconozco formando
parte de una humanidad tentada de vivir ensimismada y “de espaldas” a
los inmensos desafíos que nos toca afrontar (las desigualdades, la
destrucción de la naturaleza, los autoritarismos, las migraciones
forzosas…).
Dejo que resuenen en mi conciencia a las voces que promueven unas
metas diferentes: acoger al extraño, cuidar lo frágil, hacer las paces con la
naturaleza, optar por la solidaridad, los derechos, la inclusión y la
participación. Las acojo como “el canto del gallo” que hoy nos despierta.
V
I
E
R
N
E
S

S
A
N
T
O
En la Pasión Jesús es “El Descartado. El
término evoca un largo proceso de
conspiraciones, tramas, maniobras,
traiciones y pactos entre sus enemigos. En
torno a Jesús se fue tejiendo una red
siniestra, hábilmente justificada con
argumentos y razones políticas: “Conviene
que muera un solo hombre por el pueblo”,
había sentenciado Caifás. Hay que
EL descalificarlo hasta convertirle en
sospechoso, en encausado y presunto
DESCARTADO imputado; no sabrá defenderse de las
calumnias y será fácil demostrar su
culpabilidad, conseguir sentencia firme y
un linchamiento popular hasta
quitárnoslo de en medio. “¿No oyes de
cuantas cosas te acusan? – le dijo Pilato- .
Pero él permanecía en silencio” (Mt
27,14). Estaba envuelto en el silencio
como en un manto real, ese manto en el
que siguen envueltos hoy los descartados
de nuestro mundo.
“Todo está acabado” (Jn 19,30)

Dejo que resuene en mí esa palabra de Jesús antes de morir,


con todo lo que hay en ella de acabamiento de obra, de término
de carrera, de meta alcanzada y recorrido final. De él dijeron
que había amado hasta el fin (Jn 13,1) y yo expongo ante él mi
propio camino de búsquedas, trabajos, fracasos y logros. Le
pido coincidir con él en esa trayectoria vital de amar, que es lo
único importante.
Jesús, inclinando la cabeza, entregó el espíritu” (Jn 19,30). El
gesto evoca su actitud de consentimiento absoluto al Padre, el
final coherente de su apuesta arriesgada de confiar por encima
de todo. El que había hecho de su vida entera una donación,
entrega ahora su última espiración con el abandono del niño
que se duerme en brazos de su madre.
DESCENDIMIENTO
SÁBADO
SANTO
En una homilía oriental José de Arimatea se
atreve a pedir su cadáver al gobernador:
“Entrégame, gobernador, para que pueda
sepultarlo, el cuerpo de Jesús el Nazareno,
el pobre, que vivía a cielo abierto, el
huésped desconocido venido de otra tierra.
Entrégame a este peregrino voluntario, que
no tenía donde reclinar la cabeza y que, al
no tener casa propia, recibió albergue y fue
colocado en un pesebre y soportó la vida
peregrina. Entrégame al despreciado,
vencido y colgado ¿qué utilidad tendrá
para ti el cuerpo de este peregrino…? Vino
de una región muy lejana, para seguir
siendo peregrino, bajó al lugar de las
tinieblas.
Es por este muerto por quien te suplico: se
encuentra colgado del madero porque no
tiene casa. Nadie intercede por él, como
haría un padre de esta tierra, un amigo, un
discípulo, un pariente, un sepulturero.
Verdaderamente solo él es el unigénito del
único Dios. Es el Dios que ha venido a este
mundo y no hay otro”.
Domingo
de
Pascua
Junto a la tumba vacía
Aprendemos que hay dolores que son de parto y que el
grano de trigo cuando cae en tierra y muere, da mucho
fruto. – ‘Sois más que esas heridas que os habitan -
escuchamos ahí-. El sufrimiento y la muerte no tienen la
última palabra sobre vosotros’.
Si guardamos esas palabras en la memoria del
corazón, podemos transitar la noche con la confianza de
quien espera la llegada del Compasivo, del que enjugará
las lágrimas de todos los rostros.
“Al anochecer nos visita el llanto, por la mañana el
júbilo”, había dicho un salmista (Sal 30, 6). Y un sufí:
“Viendo las huellas dejadas por la brisa
mido lo que será el Huracán de la alegría”.
LO
RECONOCIERON
AL PARTIR
EL PAN

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