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Rosario Mistdolor

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MISTERIOS DOLOROSOS (Martes y Viernes)

Los Misterios Dolorosos tienen como objetivo recordarnos los momentos más significativos de la Pasión y la Muerte de
Jesús, por nuestra salvación. Nos acercamos a contemplar estos Misterios, con profunda humildad y gran devoción, por
lo que ellos representan para cada uno de nosotros y para el mundo entero, incluyendo, sin duda, a quienes ni siquiera
saben de ello. Intentemos penetrar en los sentimientos del corazón amoroso de Jesús, en esta circunstancia especial y
definitiva de su vida en el mundo, y pidámosle que nos ayude a creer en él y en su sacrificio salvador, cada día con mayor
decisión y valentía.
PRIMER MISTERIO DOLOROSO: JESÚS ORA AL PADRE EN EL HUERTO DE GETSEMANÍ
Del Evangelio según San Marcos: (14, 26.32-36)
Después de cantar los himnos se dirigieron al monte de los Olivos. Llegaron a un lugar llamado Getsemaní, y Jesús dijo a
sus discípulos: "Siéntense aquí mientras voy a orar". Y llevó consigo a Pedro, a Santiago y a Juan. Comenzó a llenarse de
temor y angustia, y les dijo: "Siento en mi alma una tristeza de muerte. Quédense aquí y permanezcan despiertos".
Jesús se adelantó un poco, y cayó en tierra suplicando que si era posible no tuviera que pasar por aquella hora. Decía:
"Abbá – Padre - para ti todo es posible, aparta de mi esta copa. Pero no se haga lo que yo quiero, sino lo que quieres tú".
REFLEXIÓN: La oración fue para Jesús, a lo largo de toda su vida, un elemento de vital importancia; los evangelios nos
dan testimonio de ello. En la oración, Jesús encontró siempre la fuerza que necesitaba para enfrentar los momentos
difíciles, y para cumplir a cabalidad la misión que el Padre le había encomendado, como su Mesías Salvador. Por eso, en
esta situación particularmente peligrosa y complicada para él, acudió a ella sin vacilación y con absoluta
confianza. De ella, de la comunicación con su Padre, sacó la humildad, la paciencia, la entereza, el valor y el infinito amor
que necesitaba para enfrentar a sus enemigos, conforme a la Voluntad salvadora de Dios que le pedía amar hasta el
extremo. La oración hizo que su amor fuera más grande que su temor; su fe en Dios más fuerte que su deseo legítimo de
evitar el sufrimiento; su generosidad más poderosa que el odio de sus enemigos; su humildad más profunda y verdadera
que la falsedad y la cobardía de quienes querían deshacerse de él, porque sus enseñanzas no les satisfacían y su obrar
les incomodaba.
INTENCIÓN: En esta primera decena del Rosario, pidamos a Jesús que nos dé un corazón orante como el suyo, y que por
la fuerza y sinceridad de nuestra oración, haga crecer nuestra fe en Dios y nuestra capacidad de amar a los demás, con
un amor compasivo y misericordioso, sincero y servicial, en todas las circunstancias de nuestra vida, y a pesar de ellas.
SEGUNDO MISTERIO DOLOROSO: JESÚS ES FLAGELADO POR LOS SOLDADOS DE PILATO
Del Evangelio según san Mateo: (27,24-26)
Al darse cuenta Pilato de que no conseguía nada, sino que más bien aumentaba el alboroto, pidió agua y se lavó las
manos delante del pueblo. Y les dijo: "Ustedes responderán por su sangre, yo no tengo la culpa". Y todo el pueblo
contestó: "¡Que su sangre caiga sobre nosotros y sobre nuestros hijos!". Entonces Pilato les soltó a Barrabás. Mandó
azotar a Jesús y lo entregó a los que debían crucificarlo.
REFLEXIÓN: Impresiona sobre manera la incapacidad del gobernador romano para defender a Jesús y hacer prevalecer
la justicia sobre el odio de sus enemigos: sabiendo que era inocente lo entregó para que fuera crucificado no sin antes
mandarlo a azotar. En contraposición podemos apreciar la bondad y la valentía de Jesús que permaneció silencioso y
aceptó con paz el castigo inmerecido, que frustraba de alguna manera sus planes, y ponía aparentemente fin a su misión
en el mundo. Mientras rezamos las diez Avemarías de este segundo Misterio, pensemos en los horribles dolores físicos
que Jesús padeció durante la flagelación, y también en sus dolores espirituales, viéndose traicionado por Judas, negado
por Pedro, abandonado por demás discípulos, y acusado injustamente por las autoridades religiosas de su pueblo, que
debieron haberlo reconocido como el Mesías prometido por Dios y anunciado por los profetas.
INTENCIÓN: Ofrezcamos esta decena del Rosario, por todas las personas que a lo largo y ancho del mundo, padecen
injusticia y violencia. Por quienes están encarcelados por delitos que no han cometidos. Por quienes en las cárceles de
nuestro país y del mundo, son ofendidos en su dignidad personal por el hacinamiento, los malos tratos, los castigos
injustos y exagerados, y por la carencia de defensores, que son un derecho para todos, incluyendo a quienes son
culpable.
TERCER MISTERIO DOLOROSO: JESÚS ES CORONADO DE ESPINAS
Del Evangelio según san Mateo: (27, 27-30)
Los soldados romanos llevaron a Jesús al patio del palacio y reunieron a toda la tropa en torno a él. Le quitaron sus
vestidos y le pusieron una capa de soldado de color rojo. Después le colocaron en la cabeza una corona que habían
trenzado, con espinos; y en la mano derecha le pusieron una caña. Doblaban la rodilla ante Jesús, y se burlaban de él
diciendo: "¡Viva el rey de los judíos!". Le escupían en la cara y con la caña le golpeaban en la cabeza.
REFLEXIÓN: La crueldad de los soldados se ensañó en contra de Jesús. A la condena a muerte añadieron las burlas y
afrentas que su rudeza y su ignorancia les inspiró. Pero él permaneció en silencio, dejando que su crueldad se expresara
con toda su crudeza. Ni una queja salió de sus labios. Había aceptado plenamente los acontecimientos que se estaban
sucediendo, con infinito amor y absoluta paz; sabía muy bien por qué lo hacía y a quién servía con ello, y eso era lo
realmente importante. Este Misterio del Rosario debe hacernos pensar en lo distinta que es nuestra conducta cuando
somos ofendidos por alguien. Por ofensas infinitamente menores a esta que recibió Jesús de parte de sus verdugos,
reaccionamos en contra de quien sentimos que nos ha hecho daño, con notable brusquedad y en no pocos casos con
violencia de palabra y de obra, de tal manera que lo que comenzó siendo un simple mal entendido, o una ofensa menor,
se puede llegar a convertir en un problema de envergadura.
INTENCIÓN: Pidamos a Jesús doliente, en esta decena del Rosario, que nos haga "mansos y humildes de corazón", como
él lo fue siempre; hombres y mujeres de paz y no de guerra; personas capaces de perdonar y de pedir perdón, en todas
las circunstancias de nuestra vida.
CUARTO MISTERIO DOLOROSO: JESÚS ES CARGADO CON LA CRUZ Y EMPRENDE EL CAMINO DEL CALVARIO, DONDE
SERÁ CRUCIFICADO
Del Evangelio según san Juan: (19, 17-19)
Jesús, cargando su propia cruz, salió de la ciudad hacia el lugar llamado Calvario, que en hebreo se dice Gólgota. Allí lo
crucificaron y con él a otros dos, uno a cada lado y en el medio Jesús. Pilato mandó escribir un letrero y ponerlo sobre la
cruz. Estaba escrito: "Jesús el Nazareno, Rey de los judíos".
REFLEXIÓN: El proceso de Jesús siguió el curso previsto, y lo contemplamos ahora crucificado y levantado en alto, en
medio de dos ladrones. Sus enemigos siguen mofándose de él y retándolo para que deje la cruz. Es la última tentación
que padece Jesús. El demonio que una vez le propuso que se tirara de lo más alto del templo, para que Dios enviara a
sus ángeles a socorrerlo, le pide ahora por boca de quienes están en el Calvario, que haga un milagro en favor de sí
mismo y se salve de la muerte. Pero Jesús no los escucha, y deja que las cosas sigan su curso, y todo sea como tiene que
ser. Está decidido a llegar hasta el final. En cada circunstancia de su vida, Jesús nos enseña algo. En esta oportunidad nos
muestra que el amor cuando es verdadero no puede ser derrotado por nada ni por nadie, porque es una fuerza que
proviene de Dios y es tan grande como Él. Jesús ama por encima de todo a Dios Padre y a nosotros, y el amor le da la
fuerza que necesita para llevar su entrega hasta el final, sin dejarse vencer por nada ni por nadie.
INTENCIÓN: Mientras rezamos las diez Avemarías de este cuarto Misterio del Rosario, unámonos a Jesús crucificado por
amor a nosotros. Pensemos en sus dolores físicos y espirituales, y démosle gracias por su inmenso gesto de amor y de
perdón, realizado enteramente en favor nuestro. Tengamos en cuenta también a todas las personas del mundo que
sufren a causa de la violencia, y pidamos para ellas y para sus familiares, la ayuda y la protección amorosa de Dios.
QUINTO MISTERIO DOLOROSO: JESÚS MUERE EN LA CRUZ
Del Evangelio según san Juan: (19,28-30)
Después, sabiendo Jesús que ya todo estaba cumplido, dijo: "Tengo sed", y con esto también se cumplió la Escritura.
Había allí un jarro lleno de vinagre. Pusieron en una caña una esponja empapada en aquella bebida y la acercaron a sus
labios. Jesús probó el vino y dijo: "Todo está cumplido". Luego inclinó la cabeza y entregó el espíritu.
REFLEXIÓN: Las profecías sobre el Mesías han sido cumplidas. Jesús ha muerto y ha muerto por amor. El amor más
grande del mundo, que es el amor mismo de Dios. El dolor ha llegado a su culmen, pero el amor lo superó infinitamente.
Jesús está muerto, realmente muerto, pero aún subsiste la esperanza. A pesar de la profunda oscuridad que rodea el
Calvario, se vislumbra a lo lejos una pequeña luz que puede iluminarlo todo de nuevo. Una luz que sin duda crecerá y
derrotará el miedo y la soledad de la noche que envuelve al mundo entero. Aunque parezca contradictorio y difícil de
creer, ya no tenemos nada que temer, el mal ha sido vencido definitivamente por el bien. Sólo hace falta que transcurra
un poco de tiempo para que podamos experimentarlo personalmente.
INTENCIÓN: En esta quinta y última decena del Rosario, demos gracias a Dios por nuestra salvación y la salvación del
mundo entero, que Jesús consiguió para nosotros con su muerte en la cruz, y entreguémosle nuestra propia vida, como
un acto de correspondencia a su amor. Oremos muy especialmente, para que todos los hombres y mujeres del mundo
abran su corazón al amor salvador de Dios, que se nos da cada día de mil maneras distintas, aunque muchas veces no
sepamos reconocerlo y aceptarlo.

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