Via Crucis 2019
Via Crucis 2019
Via Crucis 2019
INTRODUCCIÓN:
Toda la historia del pueblo hebreo, con su Antigua Alianza, fue una gran preparación
para la llegada del Mesías esperado.
Los profetas fueron voces que se encargaron de recordar al pueblo que el Mesías
debía venir y describieron con muchas imágenes cómo sería la era mesiánica.
Hace cientos de años Dios habló por medio de unos hombres que Él había escogido
para ser sus profetas. Estos hombres tenían una responsabilidad muy grande, la de
comunicar mensajes de Dios a la gente.
El profeta es un hombre, que tiene una conciencia clara de que es Dios quien le habla
y que es su portavoz del Señor. El aprende a leer los signos de los tiempos, mira a su
pueblo y está atento al mensaje de Dios.
Nosotros, somos un pueblo profético, que debe aprender a mirar su entorno y
aprender a leer, en el, los signos de los tiempos. Somos puente entre nuestros
hermanos, la realidad en la que vivimos y el Señor.
Reflexionemos hoy, en cada estación, el eco profético que encarna Jesús,
invitándonos a ser profetas y testigos de su amor.
Dice el profeta Zacarías:
Escucha, Josué, Sumo Sacerdote, tú y tus compañeros que se sientan delante de ti –:
Yo suscitaré a mi servidor «Germen». Sí, esta es la piedra que pongo delante de
Josué: sobre esta única piedra hay siete ojos. Yo mismo voy a grabar su inscripción , y
voy a eliminar el pecado de este país en un solo día. (Zacarías 3,8-9)
Rezamos…
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dio, diciendo: «Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros; hagan esto en
memoria
mía». Después de cenar, hizo lo mismo con el cáliz, diciendo: «Este cáliz es la nueva
alianza en mi sangre, que es derramada por vosotros» (Lc 22, 19–20).
Zacarías 9,9-11
¡Alégrate mucho, hija de Sión! ¡Grita de júbilo, hija de Jerusalén! Mira que tu Rey
viene hacia ti; él es justo y victorioso, es humilde y está montado sobre un asno,
sobre la cría de un asna.
El suprimirá los carros de Efraím y los caballos de Jerusalén; el arco de guerra será
suprimido y proclamará la paz a las naciones. Su dominio se extenderá de un mar
hasta el otro, y desde el Río hasta los confines de la tierra. En cuanto a ti, por la
sangre de alianza yo libraré a tus cautivos de la fosa sin agua.
Simón Pedro le hizo una seña y le dijo: «Pregúntale a quién se refiere». Él se reclinó
sobre Jesús y le preguntó: «Señor, ¿quién es?». Jesús le respondió: «Es aquel al que
daré el bocado que voy a mojar en el plato». Y mojando un bocado, se lo dio a Judas,
hijo de Simón Iscariote.
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En cuanto recibió el bocado, Satanás entró en él. Jesús le dijo entonces: «Realiza
pronto lo que tienes que hacer». Pero ninguno de los comensales comprendió por qué
le decía esto. (Jn. 13, 21-28)
…Jesús le preguntó: —Judas, ¿con un beso traicionas al Hijo del hombre?
(Lucas 22:48 )
En la Cena se respira un hálito de misterio sagrado. Cristo está sereno, pensativo,
sufriente. Judas se siente mal, su ambición ha cambiado, a precio de traición, al Dios
del Amor por el ídolo del dinero. Jesús lo mira y él desvía la mirada. Le llama la
atención ofreciéndole pan con salsa. Y le dice: «Lo que vas a hacer, hacelo pronto».
Desilusión: Si bien Judas no pensó que llegaría al punto de traicionar a quien era su
maestro, durante tres años estuvo con Jesús. Sin embargo tenía una lucha interior,
dejó de sentir esperanza y la desilusión comenzó a formar parte en su vida.. ¿Acaso
soy yo, Señor?
Todos en ocasiones somos unos Judas, cuando nos invade la desesperanza y la
desilusión. Cuando queremos tener todo bajo control y no nos damos tiempo de
vaciarnos y llenarnos de Dios, Abandonarnos en Él.
La gratuidad es lo que marca los vínculos, las personas y las cosas compartidas no
tienen precio. Judas no comprendió la gratuidad de su propuesta. Por eso los que
buscaban la seguridad y la clandestinidad para prender a Jesús. Pero la traición fue
con trato comercial. Y ésta fue fijada en “treinta monedas de plata.” que tenían que
ser siclos del templo, ya que deberían ser repuestos luego en él .El siclo del templo
equivalía a unos 10 denarios aproximadamente. El fijarse el precio de la venta en
treinta siclos se debe, seguramente, a un acto más de desprecio a Jesús, ya que,
según el Éxodo, se fija en “treinta siclos de plata” el precio que había de pagarse a un
dueño por un esclavo que se hubiese inutilizado.
El profeta Zacarías, en la analogía del pastor, hace referencia a la traición y el precio.
Después tomé mi bastón «Favor», y lo quebré para romper mi pacto, el que yo había
establecido con todos los pueblos. El pacto quedó roto ese día. Yo les dije: «Si les
parece bien, páguenme mi salario; y si no, déjenlo». Ellos pesaron mi salario: treinta
siclos de plata. Pero el Señor me dijo: «¡Echa al Tesoro ese lindo precio en que he sido
valuado por ellos!». Yo tomé los treinta siclos de plata y los eché en el Tesoro de la
Casa del Señor.Después quebré mi segundo bastón «Vínculo», para romper la
fraternidad entre Judá e Israel (Zac. 11, 10-14)
Rezamos…
El pueblo que caminaba en las tinieblas ha visto una gran luz: sobre los que habitaban
en el país de la oscuridad ha brillado una luz.
Rezamos….
“Lavarse las Manos”, alude al gesto de Pilatos que condenó a muerte a Jesús, para
luego proclamar su propia inocencia.
Era costumbre de aquella época, cuando alguno quería aparecer como inocente de
algún delito, tomar agua y lavarse las manos en presencia del pueblo.
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Pilato ha querido justificarse, porque se pone en el lugar de que se piense que él ha
querido dejar libre a un inocente, y culpa a los demás de que lo han obligado a tomar
una determinación de la cual no está de acuerdo, es decir, las circunstancias lo
intimaron a pronunciar sentencia contra el Señor. Ciertamente no lo condena. Y para
mayor aclaración, no solo no condena al acusado, se declara inocente.
Jesús hizo suyo todo el dolor del mundo. Al encarnarse, asume nuestra humanidad y,
con ella, las heridas del pecado. Lo que más impresiona es el silencio de Jesús. No se
disculpa, es el cordero de Dios que quita el pecado del mundo, fue azotado,
machacado, sacrificado.
En el silencio de Dios, están presentes todas las víctimas inocentes. Jesús calla en el
corazón de muchas personas que, en silencio, esperan la salvación de Dios.
Jesús, perfecto Dios y perfecto Hombre, es condenado a muerte por un hombre, por
un
juez injusto, cobarde, Poncio Pilato. Este quiere tranquilizar su conciencia y se lava las
manos
sabiendo que su sentencia es injusta.
Dice el profeta Isaías: El creció como un retoño en su presencia, como una raíz que
brota de una tierra árida, sin forma ni hermosura que atrajera nuestras miradas, sin
un aspecto que pudiera agradarnos.
Despreciado, desechado por los hombres, abrumado de dolores y habituado al
sufrimiento, como alguien ante quien se aparta el rostro, tan despreciado, que lo
tuvimos por nada. Pero él soportaba nuestros sufrimientos y cargaba con nuestras
dolencia, y nosotros lo considerábamos golpeado, herido por Dios y humillado. (Is
53,3-4)
GESTO: Bendición.- El agua que evade la realidad en Jesús se transforma en agua que
bendice y transforma la realidad
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herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de
nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados”. (Isaías 53:4-5)
GESTO El cireneo: Una Cruz en la que todos participamos. Los invitamos a escribir,
¿Qué le suma, cada uno, a la cruz de Jesús? Los chicos de catequesis llevan los
carteles que escribieron
Rezamos…
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SÉPTIMA ESTACIÓN: EL CIRINEO AYUDA A LLEVAR LA CRUZ
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OCTAVA ESTACIÓN: LA VERÓNICA ENJUGA EL ROSTRO DE JESÚS
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NOVENA ESTACIÓN: JESÚS ES DESPOJADO DE SUS VESTIDURAS
Te adoramos, Cristo, y te bendecimos, que por tu santa cruz redimiste al mundo.
«Lo crucifican y se reparten sus ropas, echándolas a suerte» (Mc 15, 24).
Mientras preparan los clavos y las cuerdas para crucificarlo, Jesús permanece de
pie. Un despiadado soldado se acerca y, tirándole de la túnica, se la quita. Las heridas
comenzaron a sangrar de nuevo causándole un terrible dolor. Después se repartieron
los
vestidos. Jesús queda desnudo ante la plebe. Le han despojado de todo y le hacen
objeto
de burla. No hay mayor humillación, ni mayor desprecio.
Los vestidos no sólo cubren el cuerpo, sino también el interior de la persona, su
intimidad, su dignidad. Jesús pasó por este bochorno porque quiso cargar con todos
los
pecados contra la integridad y la pureza, y murió para quitar los pecados de todos (Hb
9, 28).
Jesús padece con los sufrimientos de las víctimas de genocidios humanos, donde
el hombre se ensaña con brutal violencia, en las violaciones y abusos sexuales, en los
crímenes contra niños y adultos. ¡Cuántas personas desnudadas de su dignidad, de su
inocencia, de su confianza en el hombre!
Dice el salmo: Me rodea una jauría de perros, me asalta una banda de malhechores;
taladran mis manos y mis pies y me hunden en el polvo de la muerte. Yo puedo
contar todos mis huesos; ellos me miran con aire de triunfo, se reparten entre sí mi
ropa y sortean mi túnica.
Pero tú, Señor, no te quedes lejos; tú que eres mi fuerza, ven pronto a socorrerme.
(Sal 22, 17-20)
GESTO: LOS CHICOS, CONTINUAN ARMANDO EL CUERPO DE JESÚS
Rezamos…
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DÉCIMA ESTACIÓN: JESÚS ES CLAVADO EN LA CRUZ
Te adoramos, Cristo, y te bendecimos, que por tu santa cruz redimiste al mundo.
Y cuando llegaron al lugar llamado «La Calavera», lo crucificaron allí, a Él y a
los malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda (Lc 23, 33).
Habían conducido a Jesús hasta el Gólgota. No iba solo, lo acompañaban dos ladrones
que también serían crucificados. Lo crucificaron; y, con Él, a otros dos, uno a
cada lado, y en medio, Jesús. ¡Qué imagen tan simbólica! El Cordero que quita el
pecado del mundo paga por los demás. El gran pecado del mundo es la mentira, y a
Jesús lo condenan por declarar la Verdad: su ser Hijo de Dios. La verdad es el
argumento para justificar la crucifixión. Es imposible describir lo que padeció
físicamente el cuerpo de Cristo colgando de la cruz, lo que sufrió al verse desnudo
crucificado entre dos malhechores y sentimentalmente, al
encontrarse abandonado de los suyos.
Jesús en la cruz acoge el sufrimiento de todos los que viven clavados a situaciones
dolorosas, como tantos padres y madres de familia, y tantos jóvenes, que, por falta de
trabajo, viven en la precariedad, en la pobreza y la desesperanza, sin los recursos
necesarios para sacar adelante a sus familias y llevar una vida digna.
Dice el profeta Isaías: “Por tanto, yo le daré parte con los grandes, y con los fuertes
repartirá despojos; por cuanto derramó su vida hasta la muerte, y fue contado con los
pecadores, habiendo él llevado el pecado de muchos, y orado por los transgresores”.
(Is. 53:12)
Rezamos…
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piernas» (Jn 19, 33).
Rezamos…
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Con valentía y audacia, José de Arimatea pide a Pilato el cuerpo de Jesús, y ayudado
por Nicodemo bajan el cuerpo sin vida del Maestro, con gran ternura, piedad y mucho
amor. Y lo depositan en el regazo de la Virgen Madre que le había dado la vida
Cristo ha muerto y hay que bajarlo de la cruz. Acerquémonos a la Virgen y
compartamos su dolor. ¡Qué pasaría por su mente! «¿Quién me lo bajará? ¿Dónde lo
colocaré?» Y repetiría de nuevo como en Nazaret: «¡Hágase!» Pero ahora está más
unida a la entrega incondicional de su Hijo: «Todo está consumado». Entonces
aparecieron José de Arimatea y Nicodemo, que, aunque pertenecientes al Sanedrín,
no habían tenido parte en la muerte del Señor. Son ellos quienes piden a Pilatos el
cuerpo del Maestro para colocarlo en un sepulcro nuevo, de su propiedad, que estaba
cerca del Calvario. Cristo hace suyos todos los fracasos de la Humanidad. El Hijo del
hombre ha sido eliminado y ha compartido la suerte de los que, por distintas razones,
han sido considerados la escoria de la Humanidad, porque no saben, no pueden, no
valen. Son, entre otros, las víctimas, que, con las llagas de su cruz, esperan que
alguien se ocupe de ellos.
Los que le querían buscaron un lugar digno. Ya no era un hombre, dejó de ser
peligroso: eran restos humanos. Jesús ya había triunfado, su lugar no era el sepulcro,
sino la plenitud de vida, de una vida nueva. Pero su cuerpo era la representación
cercana de aquel a quien se había amado. El sepulcro pasa de ser una realidad
relevante a ser un signo.
Dice el profeta Isaías: Fue detenido y juzgado injustamente, y ¿quién se preocupó de
su suerte? Porque fue arrancado de la tierra de los vivientes y golpeado por las
rebeldías de mi pueblo. Se le dio un sepulcro con los malhechores y una tumba con
los impíos, aunque no había cometido violencia ni había engaño en su boca…A causa
de tantas fatigas, él verá la luz y, al saberlo, quedará saciado. Mi Servidor justo
justificará a muchos y cargará sobre sí las faltas de ellos. Por eso le daré una parte
entre los grandes y él repartirá el botín junto con los poderosos. Porque expuso su
vida a la muerte y fue contado entre los culpables, siendo así que llevaba el pecado
de muchos e intercedía en favor de los culpables. (Is. 53,8-12)
Rezamos…
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Con actitud filial, situémonos a su lado, y aprendamos a recibir a Jesús con la ternura
y amor con que ella recibió en sus brazos al cuerpo destrozado y sin vida de su Hijo.
«¿Hay dolor semejante a mi dolor?»
Y, mientras preparaban el cuerpo del Señor según se acostumbra a enterrar entre los
judíos para darle sepultura, María, adorando el Misterio que había guardado en su
corazón sin entenderlo, recuerda que tiempo atrás, al oír el anuncio del Ángel, había
contestado: «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra». Ahora ve
que aquellas palabras se están cumpliendo en la palabra de la cruz. Porque es madre,
María sufre profundamente. No obstante, responde también ahora como respondió
entonces, en la anunciación: «Hágase en mí según tu palabra». De este modo,
maternalmente, abraza la cruz. En el camino hacia la cruz, María se manifiesta como
Madre del Redentor del mundo.
El profeta Isaías dirá: El Señor mismo les dará señal: He aquí que la virgen concebirá,
y dará a luz un hijo, y llevará por nombre Emanuel.”(Is. 7:14)
Rezamos…
Poco después llegaron Pedro y Juan, que comprobaron lo que les habían dicho las
mujeres. Pronto comenzaron las apariciones de Jesús resucitado: la primera, sin duda,
a su Madre; luego, a la Magdalena, a Simón Pedro, a los discípulos de Emaús, al grupo
de los apóstoles reunidos, etc., y así durante cuarenta días. Nadie presenció el
momento de la resurrección, pero fueron muchos los que, siendo testigos
presenciales de la muerte y sepultura del Señor, después lo vieron y trataron
resucitado.
En los planes salvíficos de Dios, la pasión y muerte de Jesús no tenían como meta y
destino el sepulcro, sino la resurrección, en la que definitivamente la vida vence a la
muerte, la gracia al pecado, el amor al odio. Hace tan solo unas horas la tristeza
llenaba nuestra alma, todo se había convertido en oscuridad. Pero la luz brilla de
nuevo, y la muerte se ha hecho vida. Cristo vive. Cristo ha resucitado.
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