Dios y La Covid Una Consulta Llegada A
Dios y La Covid Una Consulta Llegada A
Dios y La Covid Una Consulta Llegada A
Mira, los tres casos que planteas están dentro de un mismo supuesto: arriba está Dios, que lo
ve, lo sabe y lo puede todo, y por tanto podría evitarnos todo mal. Este «supuesto» es lo que
filosóficamente llamamos «teísmo»: una forma de entender la Realidad, que incluye un segundo piso,
el mundo sobrenatural paralelo, el cielo, en el que habita un Ente supremo, creador, gobernador del
mundo, al que los griegos llamaron Theos… palabra que se transformó en Deus en latín, y luego en
Dios en castellano. Por eso hablamos de «teísmo». Tu consulta está planteada «dentro de ese marco
de comprensión» que das por supuesto, el teísmo.
Pues bien, fíjate, esa pregunta resulta tan difícil responder esa cuestión, que la humanidad no lo
ha conseguido todavía, y son ya unos seis los milenios que llevamos haciéndonos acompañar por
Theos. Los filósofos antiguos –algunos, incluso, cristianos– ya se la planteaban hace mil quinientos
años en los mismos términos que hoy; dijeron:
Suponemos que Theos-Dios es todopoderoso y bueno:
- si puede librarnos y no quiere hacerlo, es que no es bueno...;
- y si quiere librarnos y no puede hacerlo, es que no es todopoderoso.
Como los filósofos no han encontrado respuesta, se ha hablado tradicionalmente de «el misterio
del Mal». Porque no es un problema, sino un Misterio; los misterios, en realidad, no se pueden
resolver; son inalcanzables para nuestra razón; sólo una «fe» religiosa puede intentarlo.
¿Será pues ésa, la «fe en Dios a pesar de todo», la respuesta que buscas al problema del mal?
Date cuenta de que no hay una respuesta... hay muchas. Y ninguna «obligatoria», ni definitiva.
De hecho, hace bastante tiempo que hay bastantes cristianos que piensan que el teísmo, esa forma de
entender la realidad, que dice que hay por ahí arriba un Ser Todopoderoso y Omnisciente que nos
cuida y nos protege incluso con ángeles de la guarda, no sería la mejor manera de imaginar la
estructura y el funcionamiento de la realidad. Parece como si fuera una explicación muy a la medida de
nuestra imaginación. O sea: una explicación muy nuestra, muy humana (antropomórfica, dicen):
arriba hay un Ser Supremo, una Persona como nosotros, un Padre precisamente, que lo sabe y lo
puede todo, y lo controla todo, y, lógicamente, nos protege.
Claro, nos preocupa que esa forma de entender la realidad –toda ella apoyándose sobre la clave
de la bóveda de esa Persona suprema allá arriba–, no resulte una explicación satisfactoria, porque, en
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efecto, hay muchos casos en los que no parece funcionar, parecería que no nos protege. Hay ya
bastantes creyentes que perciben en sí mismos que esa explicación «teísta» no les convence, y se
sienten aliviados al saber que no es la única explicación, y que pueden no creer en ella y buscar una
nueva manera de explicar la realidad: sin segundo piso, sin nivel sobrenatural o celestial, sin un Theos
ahí arriba/ahí fuera, que intervenga siempre que haga falta para cuidarnos a nosotros. Son personas a
las que, por lo que han reflexionado, la explicación clásica (ese «teísmo») les parece increíble, como si
hubiera sido elaborada para niños.
¿Y si el cosmos, la Realidad, no tuviera dos pisos?, se preguntan. ¿Y si la explicación del mundo
no estribara en la existencia de una Super-persona omnipotente y omnisciente controladora en un
segundo piso? ¿Y si lo que hemos llamado Dios fuera algo así como el alma, la potencia, el Misterio, la
creatividad de este fantástico cosmos en el que estamos, del que provenimos, que somos, pero no un
Alguien, un Señor misterioso por fuera o por encima del mundo? Somos la primera generación a la que
la ciencia actual le ha dado conocimientos que nunca imaginaron los humanos que nos han precedido.
No tiene nada de extraño que las explicaciones que ellos nos transmitieron ya no sirvan; eran
explicaciones muy perspicaces y llenas de buena intención, pero hoy, a nosotros, nos resultan
atrasadas, se nos quedan cortas.
Nuestros bisabuelos pensaban que el mundo tenía 6.000 años de edad –lo que les había dicho la
Biblia-. Por el tiempo en que nacieron nuestros padres se descubrió que estábamos en «una» galaxia,
y pensaron que el mundo sería esa galaxia. Ahora sabemos que quizá sean trescientos mil millones de
galaxias, con doscientos mil millones de estrellas cada una. Y la historia conocida de este cosmos no
baja de los 13,700 millones de años. Hace sólo 25 años (1996) que hemos descubierto que existen
planetas fuera de nuestro sistema solar. Y cosmos adentro, planetas como el nuestro, con capacidad de
albergar vida... pueden ser trillones de trillones los que contengan vida… (¿vegetal, animal, humana,
espiritual, religiosa...?) ¿También aquellos ‘humanos’ se explicarán la realidad echando mano de la
existencia de un Dios que les entregó el mundo y les cuida a ellos frente a cualquier peligro local?
La verdad más cierta y humilde es que no tenemos explicación. La ciencia nos dice que «apenas
estamos abriendo los ojos»… Todavía no sabemos dónde estamos parados: qué es esto, ni de dónde
viene, ni a dónde va, o qué hacemos nosotros aquí, o si somos sólo un episodio fugaz de una aventura
cósmica infinitamente mayor. Muchas personas que hoy día se dan cuenta de ello, ya no pueden seguir
creyendo con aquella seguridad con la que nos nuestros abuelos creyeron la historia y el sentido del
cosmos que las religiones les presentaron como una doctrina de fe obligatoria bajo pena de pecado
mortal (!).