Estudiante El Ensayo y Sus Características
Estudiante El Ensayo y Sus Características
Estudiante El Ensayo y Sus Características
COMUNICACIÓN
SEMESTRE I
ESTUDIANTE:______________________________
UNIVERSIDAD DE LA AMAZONIA
FACULTAD DE CIENCIAS CONTABLES
FLORENCIA CAQUETÁ
2021
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¿QUÉ ES UN ENSAYO?
Redactar consiste en poner por escrito un pensamiento, una opinión, etc., aunque no todo tipo
de escrito (o también llamado redacción) es el apropiado dentro del mundo académico. Al
escrito académico lo llamamos ensayo.
-Utiliza un tono formal. Por ello deben evitarse el humor, el sarcasmo, el vocabulario coloquial
y las observaciones tangenciales o irrelevantes. Hay que tener presente que existe más
diferencia entre el lenguaje hablado (informal) y escrito (formal) en español que en inglés, por
lo que a un angloparlante a menudo el estilo español le parecerá impersonal e incluso
pretencioso.
-Se escribe para un lector que, aunque inteligente, no necesariamente conoce a fondo la
materia.
De hecho, el propósito fundamental del ensayo de examen o tarea, es demostrar los propios
conocimientos sobre el curso de la manera más completa posible. Es importante responder
exactamente a la pregunta.
Hay que tener en cuenta que un ensayo suele juzgarse de acuerdo con tres criterios:
El ensayo es un texto escrito, generalmente breve, que expone, analiza o comenta una
interpretación personal sobre un determinado tema: histórico, filosófico, científico, religioso,
literario, etc. En él predomina lo personal y subjetivo: el punto de vista del autor.
Características.
Variedad temática, brevedad, estructura libre, (a excepción del ensayo argumentativo, los
demás no requieren mucho rigor sistemático). Relativa profundidad en el tratamiento del tema,
estilo cuidadoso, amenidad en la exposición; al final del mismo un cierre -no siempre de
conclusiones- y en él, no se plantean soluciones.
Etapas en la elaboración
Selección y delimitación de un tema. El tema es el título del ensayo o cualquier texto que
usted escriba. No olvidar que todo texto lo encabeza un título.
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Acopio de información sobre él; para ello es necesario estudiarlo en todos sus aspectos e
inventariar sus partes.
Determinación de su estructura de acuerdo con el tipo de ensayo que se va a elaborar.
Esquema de las ideas que se van a desarrollar; se logra mediante la realización de la
estructura semántica del ensayo.
Redacción del texto utilizando un estilo personal.
Clasificación
Ensayo digresivo
Su objetivo es el de exponer ideas sobre un tema determinado: hacer una divagación
interesante sobre él. Su estructura es enunciativa pero muy libre puesto que no posee partes
fijas. Para su elaboración se exige un tema básico. Se realiza una asociación libre de ideas
relacionadas con él; se hace un plan esquemático y luego se redacta en un estilo muy personal.
Ensayo crítico
En él se analiza cualquier idea, obra o actividad humana. Tiene mucha variedad temática
(medicina, historia, ciencias exactas, literatura, etc.).
Ensayo poético
Es un poema en prosa; en él lo poético predomina sobre lo conceptual. Se caracteriza
porque expresa en grado máximo, la sensibilidad del autor, por la belleza de las ideas que
expone y por el lenguaje literario que utiliza para expresarlas.
Ensayo argumentativo
Su objetivo es defender una tesis y lograr que el lector se adhiera a ella. Exige un gran rigor
de pensamiento lógico y una gran organización de sus partes. Para obtener su objetivo, debe
utilizar un léxico preciso, alusiones directas, preguntas que creen expectativas frente a lo que
se va a afirmar (preguntas retóricas) y citas textuales de autoridades en el tema que respalden
la opinión del autor del ensayo.
El ensayo argumentativo es un texto escrito, generalmente breve, que expone, analiza o
comenta una interpretación personal sobre un determinado tema: histórico, filosófico,
científico, religioso, literario, etc. En él predomina lo personal y subjetivo: el punto de vista del
autor.
No piense que los escritores profesionales escriben cualquier texto de una sola vez. Antes de
llegar al texto definitivo deben escribir varios borradores [drafts]. Le ocurrirá lo mismo y no debe
desanimarse por ello pues es parte del proceso.
Le recomiendo que, en los inicios del proceso, no se preocupe por lograr un vocabulario idóneo
ni pierda el tiempo con el diccionario. Eso corresponde a una etapa posterior.
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Cuando no logre encontrar la palabra adecuada, escriba la que más se le aproxime y
subráyela, o no se moleste por utilizar una palabra en español y déjela en su propio idioma.
1. Hacer una lista de ideas. Una vez hecha, intente buscarle un orden lógico y ordenarla por
categorías.
2. Hacer un esbozo [outline]. Ello le permitirá presentar todas las ideas así como los
argumentos centrales de un modo visual.
3. Escribir el primer borrador [draft], y luego todos los que sean necesarios.
Introducción
El primer paso de la introducción consiste en generar ideas pero ¡cuidado!: se trata de generar
ideas sobre una pregunta concreta y no sobre un tema muy amplio. Por lo tanto, habrá que
limitar el tema y enfocarlo, es decir, organizarlo de acuerdo con una cierta perspectiva y
mediante una serie de preguntas que el escritor se hace a sí mismo.
Al enfocar el tema es posible elaborar la tesis: una frase que consiste en la respuesta a una
pregunta de enfoque. Ahora bien, para llamar la atención del lector esa tesis puede hacer uso
de las siguientes estrategias:
-Confirmación: cuando se basa en la información que el lector ya conoce a fin de que le sea
más fácil aceptar el resto de la argumentación.
-Contradicción: cuando empieza con una idea común y aceptada por una mayoría, para
seguidamente demostrar que es errónea y corregirla.
-Suspenso: cuando se presentan los datos poco a poco dejando abierta la pregunta clave, tal
vez planteándosela al lector.
-La introducción, que no se extenderá más de un párrafo (a lo sumo dos), contendrá las
siguientes partes:
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-Seguidamente la tesis, la cual indicará la interpretación de las implicaciones de la pregunta
así como el orden que seguirá el ensayo.
Tesis 1. El Cid, personaje principal del Poema, se distingue por su fortaleza física, propia de
guerrero, y su fortaleza interna que lo vuelve símbolo del padre y del esposo cristiano.
Esta tesis indica lo que el escritor considera fundamental en la personalidad del Cid, y a la vez
indica la organización del ensayo que consistirá en un párrafo destinado a la fortaleza física,
otro destinado a la fortaleza interna, y una conclusión. Por cierto, utiliza la estrategia de
sorpresa al aunar fortaleza física e interna.
Esta tesis indica que un párrafo se dedicará a desarrollar el idealismo de DQ por medio de
ejemplos sacados de la obra, el otro a desarrollar el realismo de SP, el otro a comparar los
puntos de contacto entre ambos y, por último, se encontrará la conclusión. Este es un ejemplo
de ensayo de comparación y contraste en el que dos párrafos están dedicados al contraste y
uno a la comparación. Utiliza la estrategia de contradicción.
Hay que tener en cuenta que la introducción, en la mayoría de los casos, se escribe una vez
la organización del ensayo está clara, es decir, después de varios borradores. Ahora bien, el
pensar en la tesis rápidamente facilita mucho el proceso.
En los ensayos de tarea/examen el título es la pregunta misma. Sin embargo, cuando escriba
un ensayo con otros propósitos debe tener presente la gran importancia del título, el cual es
una guía o señal retórica para el lector. El título por sí solo puede despertar el interés o apatía
del lector y es también importante porque transmite, desde el principio, la impresión que quiere
comunicar el escritor.
Nudo o cuerpo
Es una sección muy importante del ensayo pues demuestra la capacidad de organización y
argumentación del escritor. Así pues, son cruciales en esta sección, el uso adecuado de
transiciones y el buen manejo de la lógica.
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Existen diferentes estrategias de organización del nudo/cuerpo, con frecuencia, se utilizan
varias de ellas en el mismo ensayo. El ensayo académico no suele hacer uso de la
descripción ni de la narración sino de la exposición, es decir, incluye una declaración
general (tesis) y la evidencia específica para apoyarla. Ahora bien, dependiendo del propósito,
el escritor utilizará una u otra estrategia de argumentación:
-Es una técnica propia del estudio de la literatura. Así pues, el análisis de una novela incluiría
los personajes, el argumento, el punto de vista y demás elementos que componen la novela.
-Comparación y contraste. Sirve para señalar semejanzas y diferencias entre dos o más
conjuntos o entidades.
Los diferentes modos de definir incluyen: la situación de un concepto dentro de una clase, la
ilustración por medio de ejemplos, el uso de sinónimos y la etimología.
-Clasificación. Se parece mucho al análisis pero en vez de preguntarse por las partes de que
se compone la totalidad se pregunta por las diferentes clases de la entidad. Por ejemplo, la
novela picaresca se podría estudiar como una clase dentro de la novela en general en tanto
que es un subgrupo o género.
-La causa y el efecto. Examina un objeto o fenómeno y busca sus orígenes y consecuencias.
Otro modo de convencer al lector no por la evidencia sino por la emotividad corresponde a
las llamadas estrategias de persuasión. Se recurre al lenguaje figurado (imágenes, metáforas
y otras figuras retóricas) con el fin de llegar al lector. Si bien se utilizan tanto en publicidad
como en la escritura creativa, no son materia de este curso y no deben utilizarse en los ensayos
académicos.
La conclusión
La conclusión es el último párrafo del ensayo y debe recoger (o recapitular) las ideas que se
presentaron en la tesis, en la introducción.
En la conclusión se invierte la fórmula de la introducción: se empieza con un breve resumen
del ensayo y se termina con una frase bien pensada que llame la atención del lector sobre el
punto clave del artículo. Esta última frase debe reflejar bien el enfoque del ensayo y a menudo
servir para situar la idea central dentro de un contexto más amplio.
Después de escribir
Una vez terminado el ensayo debe revisarlo. Tenga en cuenta que esta revisión consiste en
dos pasos fundamentales:
-En la primera revisión debe observar el contenido y la organización del ensayo, ver si
comunica su propósito al lector y si hay cohesión entre las partes.
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-En la segunda revisión debe fijarse en los aspectos gramaticales. Entre ellos, prestará
atención a los signos de puntuación, la acentuación, la concordancia entre género y número,
la ortografía de las palabras que dude (éste es el momento de usar el diccionario), y los
aspectos de gramática, especialmente los que se hayan dado en clase hasta el momento de
esa tarea y aquellos con los que suela tener dificultad.
Es importante que anote los problemas gramaticales que tuvo en este ensayo y que los
compare con los del ensayo anterior. Quizás sería de utilidad hacerse una lista de sus errores
comunes para revisarlos antes de entregar la siguiente tarea. Le ayudará a mejorar en las
tareas siguientes.
El estilo evoluciona con el tiempo y la práctica. He aquí unas sugerencias para mejorar sus
escritos e ir adquiriendo un estilo propio.
-Lea mucho, de estilos diversos, y fíjese en lo que le gusta y no le gusta del estilo de los demás.
-Experimente con la escritura ensayando diversos estilos. Le ayudará a encontrar el propio.
-Lea con cierta regularidad un periódico en la red. Fíjese en el vocabulario y en las
construcciones desconocidas.
-Mantenga un diccionario personal para ir anotando nuevas expresiones, o palabras con las
que tiende a tener dificultad, a medida que las encuentre.
-Escriba mucho. Escriba frecuentemente para sí mismo: anote momentos clave de su vida en
un diario o escriba sobre asuntos importantes aunque no vaya a compartirlos con nadie.
-Mantenga correspondencia en español con algún amigo, o participe en un chat-room en
español.
La lógica
La lógica es crucial en un ensayo y lograrla es algo más sencillo de lo que parece: depende
principalmente de la organización de las ideas y de la presentación. Para lograr convencer al
lector hay que proceder de modo organizado desde las explicaciones formales hasta la
evidencia concreta, es decir, de los hechos a las conclusiones. Para lograr esto, el escritor
puede utilizar dos tipos de razonamiento: la lógica inductiva o la lógica deductiva.
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¿Cuándo debemos utilizar uno u otro método?
Eso depende del tema que deseemos tratar. En el caso de un asunto que le es familiar al
lector, la lógica inductiva, con la participación activa del lector, suele resultar más interesante.
Ahora bien, si los lectores perciben el asunto como desconocido, complicado, o más allá de su
propia experiencia, reaccionarán más positivamente al método deductivo. El escritor puede así
presentar las opiniones de los expertos al principio, lo cual les sirve a los lectores como guía o
consejo en una materia desconocida.
Los problemas lógicos que hay que evitar son las generalizaciones (comentarios sin
fundamento), los argumentos circulares (explican el tema con las mismas palabras de la
introducción sin aclaraciones), los saltos de lógica (información irrelevante que no tiene
conexión alguna con las premisas propuestas).
Las transiciones suelen ser expresiones, palabras o frases que conectan las ideas y los
argumentos del escritor y son de fundamental importancia tanto para lograr mantener la lógica
del ensayo (pues dan fluidez a lo que escritor quiere comunicar y hacen más clara la
organización del ensayo), como para orientar al lector.
Las transiciones facilitan el paso de una idea a otra pues señalan los elementos clave y las
conexiones entre las ideas. Todas estas expresiones pueden considerarse como en un
segundo nivel de comunicación que complementa el argumento.
El uso correcto de las transiciones demuestra el dominio del idioma del estudiante
avanzado. Por ello, es conveniente empezar a familiarizarse con ellas lo antes posible.
La lista que sigue a continuación presenta una clasificación temática de algunas de las
transiciones que puede utilizar. Naturalmente hay muchas otras y le aconsejo que mantenga
una lista de ellas para poderlas utilizar en los ensayos.
Análisis del breve ensayo llamado “Mi raza”, escrito por el escritor cubano José Martí, donde
podemos distinguir esquemáticamente las tres partes del ensayo.
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Martí usa expresiones que reflejan su idea como
“en Cuba hay mucha grandeza en negros y en blancos“, o “el hombre es más que blanco, más que
mulato, más que negro” o “en los campos de batalla por Cuba subieron juntas por los aires las almas
de los blancos y de los negros” o “los negros, igual que los blancos, se dividen por sus caracteres en
valerosos o tímidos, abnegados o egoístas” o “los hombres verdaderos, negros o blancos, se tratarán
con lealtad y ternura” o “todo lo que divide a los hombres es un pecado contra la humanidad”
Introducción
En sus primeras líneas José Martí presenta el tema del racismo expresando que las
personas no son superiores a otras por ninguna raza ni color.
“El hombre no tiene ningún derecho especial por pertenecer a una raza o a otra: dígase
hombre y ya se dicen todos sus derechos“.
Desarrollo
A través del desarrollo del ensayo y a lo largo de él, el autor cubano expone la serie de
razones por las que rechaza el racismo entre sus compatriotas, alegando que tanto el
“hombre negro” como el “hombre blanco” no tienen realmente ningun motivo para
considerarse superiores. La superioridad absurda es la causa de la enemistad en una nación.
“La paz pide los derechos comunes de la naturaleza. Los derechos diferenciales, contrarios a
la naturaleza, son enemigos de la paz“.
Conclusión
En su parte final, José Martí rememora el pasado heroico de su país mencionando la
Constitución. Señala que ella no postula diferencias o distinciones raciales, y hace hincapié en
el principio de igualdad de todos los derechos públicos.
“La grandeza de un país reside en todos sus hombres, sin importar su color o raza”
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EL PAÍS DE LAS CIEN PALABRAS
Marta Mata Garrido
Érase una vez un país…del que no recuerdo el nombre, pero que llamaremos el País de las Cien
Palabras, y ya veréis por qué.
En aquel país los hombres eran muy felices; vivían en un pueblo ni grande ni pequeño, y todos se
conocían. Si alguna vez se peleaban dos, los demás los separaban enseguida; si alguien caía enfermo,
los vecinos se encargaban de darle las medicinas y de tener la casa arreglada; si uno tenía que salir
de viaje, los amigos le ayudaban a hacer las maletas y a la vuelta iban a esperarle. En una palabra: se
querían y todos les iban bien.
De una parte, no hacía ni demasiado calor, ni demasiado frío; así es que no necesitaban si estufas, ni
neveras, ni abrigos de piel, ni gafas de sol.
Por otra, el país no era ni demasiado seco ni demasiado húmedo. Llovía lo necesario para que las
plantas y los árboles de los cultivos dieran el mejor fruto y también para que los niños pudieran ponerse
el impermeable y las botas de vez en cuando.
Si la tierra era buena o mala, no os lo sabría decir; pero lo que sí sé es que, como la tierra era de todos
y la trabajaban juntos; y todo lo repartían bien repartido, obtenían lo necesario para vivir. Por eso no
había ni ricos ni pobres, ni gandules ni atareados, ni avaros ni ladrones.
Tenían además, un comedor donde almorzaban todos juntos después de trabajar la tierra y donde
cenaban cada noche, la comida era de lo mejor porque, como en la cocina trabajaban los mejores
cocineros y cocineras del pueblo, nunca les quedaba cruda o quemada, sosa o salada, ¡Y no os podéis
imaginar qué de conversaciones y risas mientras comían!
Cada día parecía una fiesta y hasta me han dicho que muchas noches, después de cenar, los jóvenes
se quedaban un buen rato a bailar o a hacer teatro.
Los niños, ¡ah, los niños! Vivían juntos en unas casitas hechas a su medida. No como en las casas de
los mayores que, o no se llega a la mesa, o los pies cuelgan al sentarse, y no se alcanza a coger las
cosas del armario o mirar por las ventanas.
No; eran unas casitas hechas a propósito para los niños, con todas las cosas que los niños han de
tener, como pueden ser tarros y cajas y maderas y cordeles y pinceles… y todo eso que ya sabéis.
Cada tarde, cuando sus padres acaban el trabajo, los niños iban a jugar con ellos, sobre la hierba,
delante de las casas. Allí jugaban a la pelota, lanzaban cometas, hojeaban libros… yo diría que los
niños eran los más felices de todo aquel país, si no fuera porque, cuando acababa un cuento y
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preguntaban “¿y qué más?”, nadie sabía responderles. Pero quizá pensaréis que esto no tiene
importancia.
Por la noche, cuando los niños estaban durmiendo, los padres y los chicos mayores se reunían para
saber qué faena harán al otro día: cosechar manzanas o peras, sembrar trigo o patatas, vacunar las
ovejas o las gallinas… no tenían que hablar mucho –ni quizá habrían podido- porque enseguida se
entendían.
Los sábados por la tarde, mientras los pequeños hacían su concurso de cometas cerca de la piscina,
los mayores decidían qué cosas comprarían y venderían aquella semana.
Y los domingos, ¡no sabría cómo explicaros los domingos! Todos cantaban, bailaban, tocaban la flauta,
daban volteretas sobre la hierba… y en la comida ¡había un roscón tan grande como la rueda de un
carro!
Ya os he dicho que las cocineras y los cocineros eran los mejores del pueblo, ¡hasta sabían hacer
hojaldre! Porque cada año los escogían. También escogían cada año al que mejor pulía las mesas,
para carpintero, y al herrero que tenía más fuerza para golpear el hierro, y a los maestros que sabían
más cuentos, y al que hacía las paredes más rectas, para albañil, y al limpiachimeneas más rubio…
¡tenían un jabón que limpiaba hasta el carbón!
Y, finalmente, también escogían al secretario que era quien organizaba todas las cosas: que no jugasen
ante la casa de un enfermo, que en las reuniones hablaran uno tras otro, que hubiese casas y flautas
para todos, y todo lo que necesita un pueblo así.
Y ¿sabéis qué es lo que no necesitan? Pues palabras. No sabían decir ni demasiado, ni poco, ni calor,
ni frío, ni rico, ni pobre, ni estufa, ni nevera, ni…
Me parece, me parece, que con cien palabras les bastaba; por eso le hemos llamado “El País de la
Cien Palabras” pero quizá nos hemos equivocado; contad vosotros las palabras que necesitan, no sea
que haya ciento una y le tengamos que cambiar el nombre.
La cosa es que en aquel país vivían muy felices; que cada día, cada semana y cada año, todos sabían
qué tenían que hacer y qué tenían que decir… menos cuando los niños preguntaban “¿y qué más’”
Pero esto, ¿tenía importancia?
He aquí que una vez en el País de las Cien Palabras –mientras no digáis lo contrario le llamaremos
así- hubo un caso de los que pasan cada cien años, o quizás cada mil. El día que tenían que escoger
secretario para el año siguiente, no supieron hacerlo. Porque habían tres muchachos que podían serlo,
a pesar de que los tres eran muy distintos.
El primero tenía la mejor vista y el mejor oído de todo el pueblo; él lo oía y lo veía todo para cogerlas,
aunque estuviera muy lejos. Y esto era muy importante para ver dónde están las peras más maduras
o cuando no puede hacerse ruido, y qué canción es la más bonita; le llamaban Buen-Ojo, pero también
podrían haberlo llamado Oreja Fina, sólo, que con esto de tener tan pocas palabras no sabían qué era
eso de fina,
Al segundo lo llamaban Mañoso y en verdad que lo era; sabía hacer las cometas que subían más alto
y calcular exactamente el tiempo que se necesita para cocer el hojaldre y hacer las sumas y
multiplicaciones más complicadas –me parece que en aquel país no tenían que sumar ni dividir-, pero
quizá me equivoco.
El que no se equivocaba nunca era Mañoso. También le pudieron haber llamado Ocurrencias, pero es
que para no tener, no tenían ni la doble r. ¡Claro! No se daban porrazos ni coscorrones, ni hacían la
guerra, y como no cerraban las puertas no necesitaban cerraduras, ni cerrojos, ni…
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Quizá diréis que era muy raro: no tener la doble r y tener la ñ. Pero ya sabéis que en esto de las letras
ocurren cosas muy raras.
Y el tercero, el tercero sí que era un caso especial: con las cien palabras que tenían- o quizá ciento
una- o quizá ciento una- sabía hacer las canciones más bonitas, hablar mejor en las reuniones y armar
más jolgorio a la hora de cenar. Y cuando salía en el teatro, no sé cómo se las arreglaba para tener a
todos con la boca abierta… y cuando los niños preguntaban “¿y qué más?” se quedaba con una cara…
como si fuese la respuesta. ¡Tal vez fuera importante!
Se había inventado una palabra: su nombre. Una palabra muy extraña, pero como las letras eran
sencillas, los del pueblo, y primero los niños, acababan aprendiéndola y todos le llamaban Poeta,
aunque no sabían qué quería decir.
¡Qué os parece! Si ahora no supieseis cuál es el primero, el segundo o el tercero, ¿a cuál escogeríais?
En los cuentos siempre gana el tercero, pero este cuento es muy diferente a todos los demás, ya lo
veréis: ¿habíais leído alguno de un país de cien palabras? Pues, pensad quien haría mejor de secretario
y veréis que la cosa no es nada fácil.
Lo mismo les ocurrió a mujeres y hombres de aquel país. Si escogían a Buen-Ojo sabrían dónde estaba
a punto el trigo para la siega, pero se podían equivocar en la cuenta de los sacos que saldrían. Si
escogían a Mañoso, quizá comerían los roscones más grandes, pero ¿se reirían en el teatro? Y, si
escogerían al Poeta, claro que todos se divertirían mucho, pero ¿qué ocurriría en el campo y en la
cocina?
¿Sabéis qué decidieron? Pues que durante aquel año continuaría haciendo de secretario el mismo que
ya tenían y, entretanto Buen-Ojo, Mañoso y el Poeta irían a recorrer el mundo. El que volviese con las
mejores cosas para el pueblo, aquél sería el secretario.
Dicho y hecho. Hete aquí que el poeta, Mañoso y Buen-Ojo marcharon y todo el pueblo fue hasta el
torrente a despedirles.
Todo aquel año en que continuaron con el mismo secretario, muchas tardes recordaban a los tres
muchachos y hablaban de ellos. También les llegaban noticias, aunque muy extrañas: que habían visto
a Buen-Ojo con una gran caja cada vez más cargada; que a Mañoso no se le veía por ningún sitio,
que se había metido en una cajita pequeña de la que sólo salían hilos y ruidos raros; que el Poeta se
había vuelto un poco… que no daba golpe –recordad que no tenían la palabra gandul-, que tan pronto
le encontraban aquí como allí, hablando con gente de toda clase.
¡Ay, ay, ay! -pensaban algunas veces-: a ver si les hemos pedido una cosa…-demasiado y difícil
tampoco sabían decirlo- y cuando vuelvan ya no serán ni tan Bue-Ojo, ni tan Mañoso, ni tan… ni tan
Poeta, vaya… -aunque ya recordaréis que eso de Poeta no sabían del todo lo que quería decir.
Al fin llegó el día señalado para la vuelta. Todo el pueblo fue a esperarles al puente un buen rato antes
de la hora; los niños y las niñas adelante, para verlos mejor. Y os aseguro que lo vieron, los niños
antes que nadie, porque iban aprendiendo a tener buen-ojo, a ser mañosos en subir a los árboles y
hasta explicarse las cosas como el mismo Poeta…
Buen-Ojo iba adelante, tirando de un armatoste cargado hasta los topes. Después iba Mañoso dentro
de su casa con ruedas… que andaba sola. Detrás iba el Poeta… con las manos en los bolsillos. Y así
los acompañaron hasta la plaza, delante del comedor.
Una vez allí, todos se acercaron a Buen-Ojo. Llevaba maderas muy bonitas, ¡una de ellas hasta olía a
todo!, ¿qué muebles iba a hacer!; llevaba una piedra muy grande, blanca, con aguas, ¡qué casas
construirían!; llevaba los higos más gordos que hayáis visto: se los comerían como postre y guardarían
unos pocos como simiente, llevaba… ¡llevaba una montaña de cosas bonitas!
Pero ocurrió que al descargar las cosas para ponerlas en su sitio, no se entendieron:
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-Poned esto en la despensa- decía.
Y ponían la madera sobre las cajas de huevos y se rompían.
-Plantad aquello en el huerto…
Y van y se llevan aquella piedra tan fina al lado de las coles.
-Poned esto de más allá…
-Pero ¿qué es esto, aquello y de lo más allá?
-Preguntaba la gente-.
Y es que, como Buen-Ojo no tenía más que las cien palabras -o ciento una- de cuando se marchó, no
sabía explicarlo. ¡Y vengan disparates!
Esta palabra, disparates, la sabemos nosotros; ellos los hacían sin saberlo, que es peor.
Entonces la gente del pueblo se puso a mirar aquella casita sin ruedas en la que paseaba Mañoso.
Andaba completamente sola, hacia acá o hacia allá, según como Mañoso girara una rueda del interior.
Y se paraba cuando Mañoso tiraba de un palo. Después, mañoso sacó una caja llena de hilos y
botones, y nada más tocarlos, se empezó a oír una música maravillosa. Todos escuchaban con la boca
abierta, hasta que aquella caja comenzó a hablar; ¡entonces sí que no entendieron nada! Y empezaron
a preguntar:
-¿Qué dice?
-¿Cómo anda esta casa?
-¿Cómo se hace hablar esta caja?
-Y esta otra, ¿qué hace?
Porque Mañoso había ido sacando muchas y muchas y muchas cajas, y todas hacían cosas
sorprendentes: una lavaba, otra barría –era como un palo-; otra…
-¿Y cómo funciona esta?
Mientras tanto, Mañoso sólo sabía decir:
-Así, asá; no, así no; así tampoco…
Y es que querían oír música con la caja de lavar, y cogían la de barrer para afeitarse y la de… No os
imagináis qué líos!
El Poeta que iba con las manos en los bolsillos, lo miraba todo en silencio. Pero ponía una cara… que
el niño más pequeño del pueblo le dijo:
-Hazme reír a mí también.
Los mayores, un poco preocupados, se acercaron y le dijeron al Poeta:
-¿Y tú? ¿No traes nada? ¿No traes algo, por pequeño que sea, pero que sepamos qué es y cómo se
usa?
-Pues no faltaba más -dijo el Poeta- Os traigo muchas y muchas cosas, no sé si son pequeñas o
grandes, eso lo diréis vosotros, pero tenéis que saber qué son y cómo funcionan. Escuchad: Veis esta
piedra tan fina que os ha traído Buen-Ojo? Se llama mármol y sirve para hacer las casas más bonitas
y no se planta en el huerto, sino que se lleva al almacén del albañil hasta que haga falta. ¿Veis? ¿Veis
esta casita con ruedas que ha traído Mañoso? Se llama automóvil y sirve para transportar cosas y
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personas, muy de prisa, de un sitio a otro. Se pone en marcha con esta llave y gira con este volante, y
avisa con esta bocina, y…
Y así, el Poeta iba explicando qué eran y para qué servían cada una de las cosas que habían traído
sus amigos.
La gente, al principio, se quedaba sorprendida con aquellas palabras nuevas:
-¿Maqui…qué? Preguntaban.
-¿interrup… qué?
Pero después las iban aprendiendo, sobre todo los niños. Pronto todas las cosas quedaron ordenadas
y funcionando como debían.
-¡Ha ganado el Poeta! -¡Ha ganado el Poeta!
-Decían todos-. Nos ha traído lo más importante, nos ha traído…-y no sabían cómo decirlo.
-¡Que sea él nuestro secretario!
-¡Silencio! –dijo el Poeta. Era una palabra nueva, pero todos la entendieron y se callaron-. Es verdad,
yo os he traído las palabras, y las palabras hacen falta para vivir y ser felices, pues un nombre para
cada cosa y cada cosa con su nombre…
Aquí todos aplaudieron.
-…pero también hay palabras para unas cosas muy importantes y que no se ven; recordad bien este
nombre: hay palabras para las ideas.
-Ideas, ideas, ideas… -repitieron todos.
-Pues bien, aquí va una idea que he aprendido viendo mundo y hablando con la gente: Para que los
pueblos sean felices es necesario que logren tener todas las cosas que el mundo les pueda dar y que
inventen cosas nuevas, que las puedan usar y que las puedan explicar y contar a todos.
-¡Muy bien! Dijeron los mayores.
_ ¡Magnífico! –dijo el más pequeño, inventándose esta palabra.
-Yo propongo –continuó el Poeta- una idea nueva: que este año no tengamos un secretario, sino tres:
Buen-Ojo, Mañoso y yo.
-¡Este año y para siempre!- decían todos.
-No, siempre no, porque los niños nos preguntarán cada día “¿y qué más?”, y nosotros tenemos que
buscar más palabras, ideas y cosas nuevas para contestar. ¿Y quién será el que encontrará más?
Entretanto los niños jugarán con todas las cosas y las máquinas y, en la escuela, aprenderán a hacerlas
mejor cada día. Y jugarán con las palabras y encontrarán ideas nuevas. ¡Ah!, y cada año harán un
concurso para ver cuáles son las más bonitas.
-Y ¿Cómo se llamará ese concurso? –Preguntaron todos.
-Se llamarán Los Juegos Florales -contestó la niña más pequeña, entusiasmada- y el que lo gane será
el Poeta de aquel año.
-¡Viva! ¡Viva!- repetía la gente, porque ya habían entendido lo que era poeta.
¿Los habéis entendido vosotros?
-Y cuando sean mayores, ¡ya veréis que cantidad de secretarios! Acabó el Poeta.
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¡Magnífico! –dijeron al fin todos los mayores.
Y así fue.
“¿Y qué más?” preguntaréis vosotros.
Pues que aquel país crece y cambia tanto –como los cuentos y los niños-, que ahora ya no lo
reconoceríais-
Si hoy es el País de las Cien Mil Palabras, mañana será el País de las Cien Mil Una.
A continuación –como ejemplo de Ensayo- un texto elaborado por el docente Jorge Enrique
Basto sobre el cuento: El país de las cien palabras de Marta Mata.
No me cabe la menor duda que la autora (Marta Mata) no obstante hacer abordaje en su parte
descriptiva e inicial de una temática con un manejo de situaciones comunes y muy asequibles a
cualquier lector no importando su nivel académico ni etáreo; ambienta la parte inicial con una forma
narrativa muy tradicional de la literatura infantil “Érase una vez un país…”, despertando en el lector
esa capacidad del recuerdo pueril, trayendo de forma retrospectiva, aspectos y hechos tanto
espaciales como temporales que fueron parte de su existencia; y ubicándolo asimismo a un pasado
cercano –si es niño-; a un pasado mediato si es joven, o a un pasado remoto, si es un adulto con
muchos recuerdos que ahora alimentan sus vivencias.
El andamiaje y telar discursivo inicial que presenta el texto, es sólo el túnel literario, para introducirnos
de manera paulatina en el mar polisémico de la fuerza sígnica que connotan las palabras; y la vital
importancia, que para un país de cualquier espacio geográfico del mundo tiene la lengua y el lenguaje,
como vehículo de comunicación intrapersonal e interpersonal.
La tranquilidad que vivía el país, la felicidad reflejada en sus habitantes, el sentido de solidaridad y sus
relaciones fraternales, no podría ser todo para pensar que era suficiente para la convivencia humana.
El reducido corpus lingüístico utilizado en aquel país, limitaría algún día las posibilidades o necesidades
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de comunicación; y la acción del poeta al interesarse más por el lenguaje, por el acrecentamiento de
palabras, por ampliar aún más el poder discursivo; resultaba mucho más relevante, que la suplencia
inmediata de las necesidades materiales que podrían traer tanto Mañoso como Buen Ojo.
En cualquier sitio donde se encuentre el hombre; la posibilidad discursiva está dada por el proceso de
comunicación que éste utilice ya sea en lenguaje oral, kinésico o proxémico; y para cualquiera de estos
aspectos, necesariamente están implícitos los signos y símbolos que representados grafemática o
fonéticamente, dan fuerza cognitiva en el uso de las palabras; objetivo que el Poeta con las manos en
los bolsillos… de manera premeditada y adrede buscaba en el país que lo requería, y que además,
necesitaba ampliar el espectro lingüístico-comunicativo de sus habitantes.
Podría pensarse que el poeta se convirtió, sin habérselo propuesto, en el maestro, el pedagogo, el
facilitador auténtico de unos procesos de aprendizaje, que en palabras de C. Rogers. 1975; y
parafraseado en J. Palacios 1999. Pág. 234 “Cuando el facilitador es una persona auténtica, obra
según es, y traba relación con el estudiante sin presentar una máscara o una fachada, su labor será
proclive a alcanzar una mayor eficiencia…”; probablemente el Poeta, tenía pleno conocimiento de esta
falencia lingüística-comunicativa de su pueblo, y la estadía, fuera de su país, lo había llenado de
argumentos y fundamentos para convencer tanto a niños como a mayores de su ingenio y sabiduría, y
quizá de ahí su proclividad al aumento lexical.
El Poeta se convenció que el desarrollo de su país podría estar alrededor del aumento del número de
palabras existentes; que ellas traerían pujanza y avance, conocimiento y tecnología; por eso, cuando
los mayores lo inquirieron un poco preocupados con preguntas tales como: ---¿Y tú? ¿No traes nada?
¿No traes algo, por pequeño que sea, pero que sepamos qué es y cómo se usa? Aparece aquí la
contundencia de la fuerza explosiva de la palabra, la no vacilante e inmediata respuesta del Poeta fue:
---Pues no faltaba más ---dijo el Poeta--- Os traigo muchas y muchas cosas, no sé si son pequeñas o
grandes, eso lo diréis vosotros, pero tenéis que saber qué son y cómo funcionan. Escuchad: ¿Veis esta
piedra tan fina que os ha traído Buen-Ojo? Se llama mármol y sirve para hacer las casas más bonitas
y no se planta en el huerto, sino que se lleva al almacén del albañil hasta que haga falta. ¿Veis? ¿Veis
esta casita con ruedas que ha traído Mañoso? Se llama automóvil y sirve para transportar cosas y
personas, muy de prisa, de un sitio a otro. Se pone en marcha con esta llave y gira con este volante,
y avisa con esta bocina, y… podrían traerse a colación otros ejemplos más para corroborar los
objetivos implícitos del Poeta en esta relación pedagógica y didáctica de la diada enseñanza y
aprendizaje de la lengua en su país; y de la incursión lingüística y pragmática, con energía creadora e
innovadora de un hombre preocupado para subsanar una necesidad apremiante de sus congéneres:
los habitantes del País de las Cien Palabras.
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Resulta muy significativo, que el Poeta no asumiera sólo el cargo de secretario que por unanimidad su
pueblo aclamaba, a pesar de haber demostrado cualidades y capacidades mayores a la de sus
contrincantes o en términos menos belicosos, los aspirantes a secretario --Mañoso y Buen Ojo--, sino
que quiso un triunvirato gubernativo; y en sus propias palabras propuso una idea nueva: Pág. 41 “que
este año no tengamos un secretario, sino tres: Buen Ojo, Mañoso y yo”.
Aquí hay un fundamento pedagógico de trabajo colectivo que podría servir como soporte para hablar
de triunvirato gubernativo y que se plantea el texto de Moacir Gadotti denominado: Historia de las
Ideas Pedagógicas. 2000. pág. 140, cuando habla del trabajo colectivo como principio pedagógico y
dice: En mis investigaciones llegué a una conclusión más: “no imaginé ni imagino cómo se podría
educar a un conjunto, por lo menos a un conjunto infantil, sino hubiera un conjunto de pedagogos”.
Considero, que en un trabajo conjunto o colectivo, en donde cada quien desde su experiencia, su
conocimiento y sus aptitudes logren hacer su aporte, que probablemente era el que perseguía el Poeta
con Mañoso y Buen Ojo; y si éste evidencia elementos de carácter pedagógico, donde el proceso
docente educativo se realiza desde el querer, saber y poder como lo plantea en el prólogo que hace
Miguel Ángel Santos G. en el libro Constructivismo y Escuela, de Rafael Porlán Ariza. 1995; deben
estos tres elementos estar concatenados y con aparición simultánea, para hacer de la díada
enseñanza-aprendizaje, una manera de aprendizaje cooperativo como lo caracteriza Leigthon, M.
1999. Pág. 149, cuando dice: “lo que distingue el aprendizaje cooperativo frente a otras actividades que
dependen del trabajo en pequeños equipos; es su combinación particular de objetivos grupales o
recompensas en equipo, de responsabilidad individual, y de oportunidades iguales para lograr el éxito”.
Visto así el querer, el saber y el poder, y la petición de trabajo colegiado del Poeta, no habría duda que
se cumpliría su objetivo, cual era que cada uno de ellos hicieran su aporte cognitivo, didáctico,
pedagógico y tecnológico desde su experticia; y además, que todos entendieran en su país lo que
significaba en este contexto la palabra Poeta cuando dice. “¿Lo habéis entendido vosotros? –-Y
cuando sean mayores, ¡ya veréis qué cantidad de secretarios!”; en relación a la cantidad de palabras,
porque entendiendo el valor, la fuerza semántica y semiótica de las palabras y teniendo una amplia
gama lexical, aquel país crecería y cambiaría tanto, que luego ya no lo reconocerían; y termina el
Poeta vaticinando: “Si hoy es el País de las Cien Mil Palabras, Mañana será el País de las Cien Mil
Una”.
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BIBLIOGRAFÍA
JIMÉNEZ LARGO, Fabio y OSSA GIRALDO, Alba Lucía. (2003) Hacia la comprensión y producción de
textos autónomos. Universidad de la Amazonia. Florencia. C.
MATA GARRIGA, Marta. (1981) El país de las cien palabras. Ed, la Galera. Barcelona
PARRA, Marina. (2001) ¿Cómo se produce el texto escrito? Teoría y práctica. Cooperativa Editorial
Magisterio. Bogotá.
VÁSQUEZ RODRÍGUEZ, Fernando. (2007). Pregúntele al ensayista. Ed. Kimpres. Bogotá.
CIBERGRAFÍA
https://normasicontec.co/como-escribir-un-ensayo/
https://es.wikipedia.org/wiki/Ensayo
https://normas.co › Trabajos escritos › Ensayos ›
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