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Características de Las Lenguas Caribe

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Características fonológicas y morfosintácticas de la Familia Lingüística Caribe

La familia Caribe es una de las más grandes de Sudamérica, si observamos su


extensión geográfica (hasta el siglo XVIII también se extendía por el Caribe), seguida de la
familia arahuaco-maipure. La familia de lenguas caribes consta de unas 30 lenguas y unos
50 mil hablantes en Venezuela, Guayana, Brasil y algunas partes de Colombia. 
En Venezuela, las lenguas caribes pertenecen a las ramas Norte, Central y Sur del
Amazonas y se sitúan en los estados Bolívar, Amazonas, Anzoátegui y Monagas; dos
lenguas de esta familia, el yukpa y el japreria, se sitúan en el estado Zulia. Las lenguas
caribes con más hablantes en la actualidad son el ka'riña, con alrededor de 10 mil hablantes.
El macushi tiene unos 24 mil hablantes y el pemón una cantidad similar.
Las lenguas caribes han sido bien estudiadas durante los últimos años, aunque aún
son superadas en número por los estudios sobre lenguas arahuacas y tupíes. Se ha
estudiado tanto la división interna de la familia como el vocabulario comparado y las
características gramaticales generales de las mismas. Importantes investigaciones han sido
las pertenecientes a Mattéi-Muller (1975-2003), Gildea (1998), Derbyshire (1999), Álvarez
(2000), Mosonyi (2000), Meira (2003) y otros, quienes han realizado excelentes estudios
gramaticales sobre la reconstrucción y clasificación interna de las lenguas de la familia
Caribe. La bibliografía revisada es la siguiente:
LENGUAS Estudios fonológicos, morfosintácticos y lexicográficos
Familia Caribe Desmond C. Derbyshire & G. K. Pullum, 1991Dixon, R.M.W. (1999). Oquendo
en general (2006); (Meira, 2003) Aikhenvald (1991), Epps (2008)
Kariña E. y J. Mosonyi2000, J.Mosonyi 2002
Panare (Eñepa) Gonzalo Tosantos (2006), Marie-Claude Mattéi Müller 1994, Álvarez
Mapoyo (wanai) Mattéi Müller 1975, 2003
Pémono Mattéi-Muller 2003
Pemón E. y J. Mosonyi2000, Fr. Armellada y Fr. Gutiérrez 1948 Álvarez (2000). Garcia
(2008)
Yekuana Chavier (2006)Escoriaza (1959)
Yabarana Méndez Arocha 1959, MattéiMuller 2003
Yukpa Jaramillo (1987), Oquendo (2004), Equipo de investigación lingüística Yukpa 2007
– 2009; Félix de Vegamián 1978; Meira (2003); Niño (1999).
Japreria Oquendo (2004); Flores (2008)
Macushi Abbott, 1986
Akawaio  Spike Gildea y Desrey Fox,
Chaima Francisco de Tauste; A. Humboldt
Tamanaco Gilij, 1965-1972; Mattéi-Muller 2003
Cumanagoto Diego de Tapia (1969)

A pesar de haber recibido el interés de los estudiosos, algunas lenguas caribes no


han sido atendidas oportunamente, como es el caso del mapoyo, el akawaio y el chaima,
lenguas aún vivas que poseen algunos hablantes; otras como el pémono han sido
descubiertas hace poco y, por otra parte, las lenguas muertas como el tamanaco y el
cumanagoto sólo cuentan con estudios muy escasos e incluso muy antiguos. Haremos, a
continuación, un esbozo general de las características fonológicas y morfosintácticas de esta
familia lingüística.

Sistema Fonológico
Es necesario estudiar a fondo el sistema fonológico de cada lengua en particular
sobre la que vaya a elaborarse un diccionario. La pronunciación de las palabras es un
elemento de suma importancia dentro de la entrada lexical, por lo cual esta información
no debe obviarse. Derbyshire (1999) diferencia los sonidos presentes en las lenguas
caribes basándose en estudios realizados a 17 lenguas, entre las cuales se encuentran el
macushí, pemón y su variante arekuna, akawaio, ye’kuana, mapoyo, yabarana, panare y
ka’riña. Los sonidos son presentados en dos tablas: una para las consonantes y otra para
las vocales.
El sistema fonémico de las lenguas caribes comprende alrededor de 26
consonantes y 7 sonidos vocálicos; esto difiere de una lengua a otra, algunas presentan
22 consonantes y más de 8 vocales. Basándonos en tablas de Derbyshire (1999) y el
inventario de sonidos recabados de estudios de lenguas caribes como en (Mosonyi,
1982), Álvarez (2004), Oquendo (2004), Hoff (1968), Mattéi-Muller (2003, 2004)y otros,
construimos la siguiente tabla con el inventario consonántico típico de una lengua caribe:
Consonantes Bilabial Dental Alveolar Alveo-Palatal Velar Glotal
Oclusiva Sonora (b) (d) (g)
OclusivaSorda p t k, (kʷ) (ʔ)
OclusivaSordaaspirada
FricativaSorda (ɸ) s (ʃ) (x) j*
Fricativa Sonora (β) (v) (z) (ʒ)
AfricadaSorda (ʧ)
Africadasonora (ʤ)
Lateral (l)
Vibrante ɾ (ɹ)**
Nasal m n ɲ (ŋ)
Aproximante W (ʋ) y
Tabla .- Inventario consonántico de lenguas caribes
Los sonidos entre paréntesis sólo aparecen en algunas lenguas de la familia.
*Tomando como referencia el ALIV, representamos como j la fricativa glotal sorda,que básicamente suena
como la j del español, (se representa como h en la práctica internacional).
** El sonido (ɹ) es identificado por Derbyshire (1999) como vibrante alveopalatal, aunque en el AFI este
símbolo representa la aproximante alveopalatal.
La mayoría de las lenguas caribes presenta bastante similitud en el sistema
fonológico. Derbyshire (1999) señala que la estructura silábica general en la mayoría de
las lenguas caribes es: palabra- o frase inicial (C)(C) V(V)(C)
El inventario vocálico típico de las lenguas caribes, es:
Anteriores Centrales Posteriores
Altas i, i: ɨ, ɨ:, ü u, u:
Medias e: /e/ /ε:/ ö: /ø/ /ə/

Bajas a, a:
Tabla .- Inventario vocálico de las lenguas caribes
Ciertas particularidades fonológicas de esta familia de lenguas que deben
considerarse cuidadosamente a la hora de elaborar un diccionario, son las siguientes:
1.- La mayoría de las consonantes presentadas en la tabla previa están presentes en casi
todas las lenguas caribes venezolanas; sin embargo, las consonantes entre paréntesis no
aparecen dentro del inventario fonológico de algunas de las lenguas caribes. Por ejemplo,
la lengua maquiritare no exhibe la consonante p; la ɲ está ausente en ka’riña y macushí;
la j está ausente en akawayo y pemón (Derbyshire, 1999).En algunas lenguas, como
japreria, está presente la consonantev (bilabial fricativa sonora; otros autores han
llamado aproximante labiodental a este sonido)(Oquendo, 2004).  
2.- Las diferencias fonéticas y fonológicas entre algunas lenguas caribes se manifiestan
fundamentalmente en el sistema consonántico yen la variación del punto de articulación
de algunasoclusivas y fricativas. Estos fenómenos que afectan las oclusivas yfricativas
del sistema corresponden a cambios muy comunes en ladiacronía de la fonología caribe
(Mattei-Muller, 2003).
3.- Muchas lenguas caribes se caracterizan por no tener oclusivassonoras; algunas
presentan los sonidos b, d, y g. Por otra parte, en la familia de lenguas caribes ocurre la
glotalización y/o fricativización de todas las oclusivas, así como la palatización de todas
las consonantes alveolares, en particular de las oclusivas y fricativas, en menor grado de
las nasales y de las vibrantes (Matéi- Müller y Henley, 1990: 50- 57).En el caso del
mapoyo, pémono y yabarana, ocurren fenómenos desonorización sistemática de la
oclusiva bilabial cuando ésta vieneprecedida por la oclusiva glotal, y que va acompañada
de una vocal centralo posterior; si la vocal es anterior, la sonorización no se da. La
nasal /m/ sonoriza las oclusivas bilabiales y alveolares (Mattei-Muller, 2003)
4.- En algunas lenguas, como el yabarana, se observa la ausencia del fonema oclusivo
glotal /ɂ/ (Méndez-Arocha, 1959). Mattéi-Muller (2003) observó en yabarana la realización
de una oclusiva glotal como alófono del fonema /h/en final de sílaba acentuada ante una
consonante nasal o antes de la fricativa faringal. Pero este fenómeno parece haber
desaparecido ya que, “durante mis dos trabajos de campo, recogí una sola ocurrencia de
unaglotal en posición intervocálica ëɂë, variante de hehe“sí, de acuerdo” (Mattéi-Muller,
2003:37). En otras lenguas caribes como el mapoyo, pémono, panare y ye´kuana sí se
observa la oclusión glotal /ɂ/, además de la fricativaglotal /h/.
5.- La velarización de las oclusivas también constituye un fenómeno relevante en las
lenguas caribes; cuando se da este fenómeno, también afecta a la alveolar –t(Oquendo,
2004).
6.- Otro fenómeno fonológico, es la palatización de la fricativa alveopalatal, que se
presenta en yekwuana, panare y yukpa. Aunque el japreria presenta la palatización de la
fricativa alveopalatal, solamente lo exhibe en posición inicial de sílaba (Oquendo, 2004).
7.- En posición intervocálica, la fricativa glotal es muy poco frecuente en ciertas lenguas
como en mapoyo, yabarana y pémono. Mattéi-Muller (2003) señala un debilitamiento de
la oclusiónglotal en mapoyo. Francia Medina (1997, citada por Mattéi-Muller, 2003)
presenta casos en los cuales la oclusiva glotal tiende a realizarse como una fricativa
(palatal o glotal), o adesaparecer a través de un alargamiento vocálico.
8.- Gilij (1965), en su descripción de la lengua tamanaku, observa la ausencia de
fonemas fricativos en este idioma. El tamanaku tenía dos fonemas africados /ts/ y /ʤ/.
9.- Muchas lenguas caribes, como el ka’riña, pemón, panare, ye’kuana, poseen hoy en
día uno o dos fonemas africados (/tš/ y/o/ts/). En mapoyo y pémono la africada alveolo
palatal /ʤ/ está ausente. La única africada que subsistió en mapoyo es la alveolar /ts/ que
se realiza generalmente en posición inicial y sílabaacentuada como alófono de /s/ (Mattéi-
Muller, 2003). Méndez-Arocha (1959) observó también este fenómeno en yabarana. En
pémono, Mattéi-Muller (2003) no registró ninguna africada, sino unas fluctuaciones entre
fricativa alveolar /s/ y fricativa alveolopalatal /š/.
10.- Se observan diferencias en los puntos de articulación de ciertas consonantes; por
ejemplo, la consonante W es normalmente una aproximante labial ([w]) a veces no
redondeada ([V], [B]) en yukpa; en algunos casos, una realización oclusiva sonora ([b])
fue observada por Oquendo (2004), sobre todo cuando la vocal siguiente es o. Ejemplo
de Meira (2003): wonkü ‘la lengua yukpa’, donde wonkü ocurrió como [wonkˆ], [Bonkˆ] y
[bonkˆ]); para wa‘no’, la realización más frecuente es [ba]~[Ba] (Meira, 2003).
11.- En ka’riña, un morfema final n antes de p, t o k resulta en la secuencia mb, nd o la
velar nasal ŋ respectivamente. En algunos de los dialectos ka’riña se han perdido las
sílabas centrales de palabra las cuales han resultado en aspiración de la vocal en la
sílaba precedente, la cual tomaría la forma de una fricativa velar o glotal en posición final
de sílaba (Hoff, 1992 citado por Derbyshire 1999:30).
12.- Abbott (1986) observó que en lengua macushí, donde la bilabial obstruyente p posee
la variante sonora y la variante sorda. La sonora ocurre siguiendo una sílaba larga
(CVV,CVC O VC) en la cual hay una vocal larga o una nasal n final o la oclusiva glotal ɂ.
Aparte de ese caso, las demás producciones de p son sordas. Abbott (1986) señala
además que en macushí la obstruyente alveolar t también posee la variante sonora y la
sorda. La sonora ocurre siguiendo también una sílaba larga; y en el resto de los casos, la
variante es sorda. Lo mismo ocurre con la velar obstruyente k (Abbott,1986).
13.- Contrario al fenómeno de nasalidad vocálica en idiomas europeos, que se entienden
como derivadas de una consonante nasal siguiente, la nasalidad vocálica en muchas
lenguas amazónicas está relacionado con las vocales en sí mismas. De hecho, en
muchas de estas lenguas no hay ningún contraste entre consonantes orales y nasales
(e.g. b v/s m), y la nasalidad en consonantes depende de las vocales adyacentes, y no al
revés.
14.- Es necesario observar los préstamos de otras lenguas a la lengua amerindia. Los
préstamos del español con fricativa glotal al inicio de palabra son adaptados en ka’riña
sin tal glotal en la misma posición: jabón > kavoono) (Álvarez, 2005).Los casos de
variación libre son muy numerosos, y sin aparente condicionamiento fonológico: nótese
que incluso préstamos al español tienen las dos pronunciaciones, como vemos en el
yukpa: piru~ peru ‘perro’ (Meira, 2003). El mismo préstamo "perro", está adaptado en
mapoyo y yabarana, es we:roro “perro” (Mattei-Muller, 2003).
15.- La reducción silábica es un fenómeno ampliamentedifundido en toda la familia
caribe, que ha generado en esta familia lingüísticadiversos cambios en laestructura
silábica: raíces que terminan en ciertos tipos de sílabas, cambios en todas las vocales
finales, produciendo secuencias nuevas entre palabras distintas, aparición de
numerosassílabas cerradas, alargamientovocálico y diptongación,nuevas combinatorias
consonánticasdando pie incluso a secuencias de tres consonantes, normalmente
ausentes en lenguas caribes(Meira, 2003).El panare (Mattéi-Muller:1981) manifiesta una
fuerte reducción silábica; por otra parte, una lengua extinta como el tamanaco no
presenta tal fenómeno; según Mattéi-Muller (2003) esto se debe a que apenas estaba
iniciando este proceso antes de su desaparición.
16.- Con respecto a los sonidos vocálicos, la realización fonética de las vocales en
lenguas caribes es muy semejante a la realización de sus correspondientes españolas,
salvo por las vocales centrales ü, ɨ o la posterior ö.
17.- En muchas lenguas amazónicas, incluyendo a las caribes, los inventarios vocálicos
presentan un contraste entre vocales orales y vocales nasalizadas. Se reporta que en
lengua yukpa hay vocales orales y nasales, en algunas variantes hay presencia de la
vocal [i] como en los hablantes yukpa de Sokorpa en Colombia (Mosonyi&Mosonyi,
2000). Gonzalo Tosantos (2006) apunta que en panare las vocales i y e parecen
posteriores o velares cuando van seguidas de una consonante nasal.Otro fenómeno
fonológico, es la palatización de la vocal -i, cuando una consonante oclusiva se encuentra
en la sílaba precedente (Oquendo, 2004).
18.- Álvarez (2004) ilustra en kari’ña un proceso fonológico al que llama Copia
de Glide por el cual una vocal alta final del tema es copiada como las semiconsonantes
wau o yod después del ataque de la primera sílaba del morfema siguiente (Álvarez,
2004). Mosonyi (1982) ha descrito este proceso que él denominó reflejo vocálico:
"consistente en la repetición de la vocal alta de una sílaba, con carácter semivocálico, en
la sílaba siguiente, cuando esta última constituye un morfema aparte que en su forma
pura no contiene dicha vocal" (Mosonyi, 1982: 5). Hall y Villalón (1988) reportan que en
panare ocurre un proceso en el cual, al haber una vocal posterior redondeada en una
sílaba, la sílaba que le sigue presenta una glide externa acompañando a una vocal
posterior no redondeada; las autoras lo atribuyen a la presencia de una consonante
bilabial, la cual absorbería el rasgo +redondeado; ejemplo: [anupʷë’].
19.- En varias lenguas caribes se observa la omisión de vocales altas, especialmente ɨ (ü)
y u, cuando éstas ocurrenal final de morfema, siguiendo una consonante no-ligada y
anterior a una vocal inicial o consonante no-ligada, siempre que el morfema resultante
CC (consonantes ligadas) esté permitido (Derbyshire, 1999: 30). En macushí, algunas
sílabas Cɨ (pɨ, tɨ, kɨ, sɨ) son débiles, y cuando ciertos afijos se añaden, la sílaba completa
puede ser eliminada o reducida a h(Derbyshire, 1999: 30).
20.- Se han reportado casos de inserción vocálica. En macushí, ocurre la inserción de y
entre un prefijo de una sola vocal (u ó a) y la vocal inicial del radical. Un proceso similar
de inserción de y ocurre en panare (Gildea, 1998 citado por Derbyshire 1999: 30).
También se observa en macushí la inserción de t entre el prefijo de 3era persona i- y la
vocal inicial de radical (Derbyshire, 1999: 31).
21.- Es importante tener en consideración las reglas de metátesis en las fronteras
morfémicas que puedan apreciarse en las distintas lenguas Caribe, como el caso del
maquiritare:
i- + t >ty>tʃ i- + k >ky>tʃ
i- + s >sy>ʃ i- + m > my > ɲ
i- + n >ny> ɲ i- + ‫>׆‬ry> y
En macushí ocurre un fenómeno similar en frontera morfémica: hi y hu>ih y uh
respectivamente (Derbyshire, 1999: 31).
22.- Esta familia lingüística, al igual que otras familias amerindias venezolanas, presenta
procesos de reducción vocálica, así como también de armonía vocálica; es necesario
prestar atención a estos procesos y estudiarlos en cada lengua específica sobre la cual
se realice algún trabajo lexicográfico.
23.- Las lenguas caribes son bifonemáticas , de modo que presentan diptongos e incluso
triptongos como es el caso del ka’riña.
24.- El inventario fonémico del macushi es muy parecido al del pemón, excepto porque
carece de la vocal central media. El inventario fonémico el panare es también muy
parecido al del pemón.
Esta sección ha sido un esbozo general de las características fonológicas
principales de la familia lingüística Caribe. Cada lengua perteneciente a la familia Caribe
presenta sus particularidades propias; en el momento en que se decida elaborar un
diccionario sobre alguna de estas lenguas, es necesario que se estudien los sonidos
característicos de la lengua en cuestión, la pronunciación de sus palabras, la acentuación
y las variantes o diferentes realizaciones que pudieran tener los morfemas: los alomorfos.

Sistema Morfosintáctico

Morfología Nominal.
La mayor parte de las lenguas amazónicas son polisintéticas y aglutinantes con
pocos elementos fusionantes. La morfosintaxis de las lenguas caribes muestra grados
variados de una sintaxis y morfología organizados ergativamente; en algunas, la
ergatividad es fuerte, mientras que en otras, es más débil. La mayoría de estas lenguas
presenta ergatividad escindida, son en parte ergativas y en parte acusativas (Derbyshire,
1999). Akawayo, pemón (arekuna) y macushí son las lenguas caribes venezolanas con
ergatividad más fuerte.
Gildea (1998:119-21) indica que la organización del sistema caribe de
nominalización es ergativa; señala, por otro lado, que la relación genitiva con respecto al
verbo nominalizado es poseída por los argumentos absolutivos nocionales del verbo (S y
O), mientras que el argumento ergativo nocional (A) sintácticamente forma una
construcción oblicua. El pemón, según Álvarez (1998), es una lengua que sigue el patrón
absolutivo-ergativo. Sin embargo, en algunas construcciones interrogativas o en
construcciones con verbos en tiempo pasado distante o futuro inmediato muestran afijos
pronominales presentes en lenguas que muestran el patrón nominativo-acusativo. Es
decir, el pemón es una lengua ergativa que presenta una intransitividad escinidida en
algunas construcciones y en algunos tiempos verbales.

Características morfosintácticas de ciertas categorías.


Nombres.
En las lenguas caribes hay dos clases mayores bien definidas que son los
nombres y los verbos, además de otras clases que podemos definir como partículas y
adjuntos. No todas las lenguas caribes presentan las mismas clases de palabras.
Los sustantivos presentan dos formas: general (llamados también inalienables) y
poseída (alienables). La forma general es independiente y la poseída es dependiente o
perteneciente a algo o alguien. La posesión se marca mediante afijación. Los nombres
poseídos, sobre todo las partes del cuerpo o términos de parentesco pueden aparecer,
dependiendo del contexto discursivo, en forma general o con la presencia del prefijo de
posesión (García, 2008).
Abbott (1986) señala que hay muchas palabras de uso común en estas lenguas
que son préstamos, sobre todo del portugués, del inglés o del español. Ocurre, como en
macushí, que algunos préstamos son adaptados a la lengua amerindia: la palabra ‘rei’ del
portugués siempre ocurre en la forma plural (como singular) en macushí ‘reis’, y es
pluralizada con el sufijo –yami cuando se refieren al plural.

Género y número.
La mayoría de las lenguas caribes establece la distinción entre singular (una sola
entidad) y plural (más de una entidad). El singular suele ser no marcado, mientras que el
plural se marca por afijación; en algunas lenguas, la marca del plural es inexistente, por lo
cual generalmente se usan el término en singular con un numeral, adjetivo o
demostrativos en plural.
Escoriaza (1959) menciona que en ye’kuana el plural gramatical es casi
inexistente, y sólo unos pocos nombres presentan desinencia de plural gramatical. La
distinción en géneros masculino o femenino no se da en panare. Existen palabras
propiamente masculinas o femeninas. Los sustantivos no tienen plurales; se colocan
numerales frente al sustantivo plural, pero este no cambia su forma. Hay términos
propiamente plurales, terminados en –chan (Tosantos, 2006).En yukpa tampoco
encontramos marcas de género en las palabras. Si lo referido es masculino, utilizan la
palabra “kupa” (hombre, macho) acompañando al sustantivo; si es femenino, lo
acompaña la palabra “oripa” (hembra, mujer). El plural es marcado con afijación.

Posesión.
La posesión en lenguas caribes se manifiesta mediante el uso de morfemas
específicos los cuales añadidos a la base nominal construyen la forma poseída (Chavier,
2008). Gildea (1998) sostiene que la posesión en lenguas caribes sigue el patrón
poseedor-poseído en una construcción de núcleo marcado y generalmente el poseído
lleva marca de posesión. Cada lengua caribe tiene su propia marca o sufijo que indica
posesión, el cual puede presentar varios alomorfos. Por supuesto, hay diferencias entre
unas lenguas y otras dentro de la familia caribe. El japreria, por ejemplo, no presenta los
mismos patrones de posesión expuestos por Gildea. En esta lengua puede ocurrir que el
núcleo de los poseídos no exhiba siempre una huella morfológica poseída (Oquendo,
2000). Incluso hay casos en los que se invierte el orden resultando así: prefijo-poseído +
poseedor o prefijo-poseedor + poseído (Chavier, 2008).

Afijos de posesión.
El orden en la frase posesiva es Poseedor-Poseído, teniendo la marca posesiva
casi siempre el nombre poseído. La marca o sufijo de posesión se adhiere casi siempre al
objeto poseído (Niño, 1999). Las lenguas caribes marcan sustantivos poseídos con un
sufijo (normalmente -rü, -tü, etc.), indicando simultáneamente el poseedor con un prefijo
de persona (1, 2, 3, 1+2) o con un prefijo de ligación o ‘relacionador’ (normalmente y- en
raíces con inicio vocálico), que identifica el sustantivo precedente como el poseedor. Hay
también un prefijo de ‘tercera persona reflexiva’, que refiere al sujeto de la oración (‘su
mismo, no de otro’).
En yukpa, los sufijos de posesión existen, pero parecen ser opcionales. Los
prefijos de persona casi no se usan; en su lugar, se encuentran los pronombres
personales (Meira, 2003). Además de esta forma, el yukpa posee otra estrategia para
indicar posesión, se trata de la forma independiente yemarshi, que se usa delante del
objeto poseído, en dicho caso, este último va en aposición. (Niño, 1999).
En panare se utiliza un sufijo –n o –em al final de la palabra poseída: poseedor +
palabra poseída + -n (o –em). Ejemplo: Kanawá (carro); natá (puerta); Kanawanatán>
puerta del carro. Pero también existen formas poseídas en panare que cambian
totalmente de forma; ejemplo: Cobija en panare es Kouwiya; persona panare es eñepá; la
forma poseída “cobija de un panare” es tikubí.
En cuanto a los prefijos, señala (Gildea (1988:105) que en la mayoría de las
lenguas caribes ocurre la pérdida de los prefijos posesivos, lo que deja a la 2da persona
sin prefijación (Gildea, 1988). También señala que cuando un P1 nominal precede a un
P2 que empieza por vocal, el prefijo y- ocurre entre P1 y P2. Gildea indica que Derbyshire
considera a -y- alomorfos del prefijo posesivo de tercera persona que co-ocurren con
poseedores libres, lo cual resulta consistente en las lenguas caribes.
Álvarez, citado en Gildea (ob.cit.:llO), ilustra como en la lengua pemón los prefijos
posesivos están en distribución complementaria con los pronombres personales y
sustantivos en la construcción posesiva. Oquendo (2000:4-5) muestra esta misma
secuencia para el japreria, es decir, P1 precede a P2. La lengua japreria exhibe dos
marcadores maike/yembRe indicando posesión, bajo un denominador común, donde P1,
como elemento nominal o pronominal, precede a estos indicadores de posesión
(Oquendo, 2000).
En general, Gildea (1988) expresa que 9 lenguas caribe adicionan el prefijo y- en
todos los P2 que empiezan por vocal; 3 lenguas muestran al prefijo y- en algunos
subconjuntos con P2 que empiezan por vocal y 11 lenguas no muestran evidencia del
prefijo y-. Nombres poseídos, algunos adverbios derivados y algunas posposiciones
(locativas en su mayoría) presentan prefijos que expresan al poseedor.

Afijos personales.
Debido a que la mayoría de las lenguas caribes presenta ergatividad escindida –
son en parte ergativas y en parte acusativas– los sistemas de marcaje de persona forman
cuatro distintos grupos, a saber:
- Prefijos marcadores de Sujeto Transitivo
- Prefijos marcadores de Objeto Directo Transitivo
- Prefijos marcadores de Sₐ Sujeto Intransitivo activo (en verbos activos)
- Prefijos marcadores de Sₒ Sujeto Intransitivo inactivo (experimentador, en verbos
estativos) (Derbyshire, 1999).
El akawayo, el pemón (arekuna) y el macushí son las lenguas que presentan
ergatividad más fuerte. Sus sistemas de marcación personal son algo diferentes
(Derbyshire, 1999). En cuanto al resto de las lenguas de esta familia, las cuales presenta
características de ergatividad, los prefijos personales varían dependiendo de si ocurren
cuando el Objeto es tercera persona o cuando el Sujeto Transitivo es tercera persona. En
la mayoría de las lenguas caribes, el prefijo de tercera persona n- desaparece cuando el
objeto directo precede inmediatamente al verbo.
Los marcadores de personan varían de una lengua a otra y, generalmente, uno de
los participantes es expresado mediante un pronombre personal libre (Derbyshire, 1999).
En la lengua mapoyo, reportan Villalón y Granadillo (2000), los marcadores de persona
afijados al radical verbal están transparentemente derivados de las formas pronominales
libres. El paradigma de marcadores, además, luce extremadamente simple si se le
compara con el que presentan otras lenguas caribes (cf. Hoff 1968; Hall 1988). Por esta
razón, la expresión de las funciones gramaticales que cumplen los argumentos verbales
recae sobre el orden canónico y la marca ergativa en un grado mucho mayor que en
otras lenguas caribes documentadas (Villalón y Granadillo, 2000).
La complejidad en el sistema de marcación personal amerita que el lexicógrafo
estudie este fenómeno a profundidad, para que pueda reflejarlo en su material
lexicográfico, ya sea dentro del artículo de entrada o en las secciones introductorias del
diccionario. Otras lenguas caribes (no habladas en Venezuela) presentan menor
complejidad, puesto que todos los verbos intransitivos toman los mismos prefijos.

Pronombres personales y demostrativos.


Las lenguas caribes, contarían con un conjunto de formas libres pronominales.
Las distinciones de persona y número, típicas de la familia Caribe, tienen expresión
morfológica en la posesión nominal y en la conjugación verbal. Muchas veces los
pronombres en lenguas caribes presentan la diferencia entre animado e inanimado; en el
caso de los pronombres demostrativos, se presenta la diferencia para indicar cosas
presentes, cosas de las que se está hablando y para seres animados o inanimados
(Tosantos, 2006).
Es muy frecuente en la familia caribe que los pronombres de tercera persona no
presenten la distinción animado/inanimado; algunos pronombres se utilizan tanto para
personas como para objetos. Los pronombres en yukpa diferencian cinco personas y dos
números. Los pronombres de tercera persona son considerados más bien demostrativos.
Los pronombres pueden aparecer en combinación con partículas enfáticas. De Tauste,
en 1680, refiere que en la lengua chaima distingue entre un nosotros exclusivo (tú y yo y
no otro) y un nosotros inclusivo (tú, yo y los otros) y la manera en que lo hace (Sánchez,
2012).
En ye’kuana, ocurren construcciones con los pronombres interrogativos como
compuestos y derivados; sin embargo, algunos pronombres interrogativos son invariables
(Chavier, 2008). En la mayoría de las lenguas caribes no existe el pronombre relativo.
Chavier (2008) reporta no haber hallado ningún pronombre relativo en ye’kuana. Los
adjetivos verbales o participios parecen suplir al pronombre relativo. Ej: el indio que
camina: tuomaneáhto yekuana: el indio caminante (Chavier, 2008).
En algunas lenguas caribes, las formas pronominales, además de indicar el sujeto
de la oración, también pueden referirse al tiempo en que dicho pronombre-sujeto participa
dentro de la oración o elentorno, tal es el caso del yukpa con el sufijo -k, kse, que sugiere
una acción pasada. Dicho sufijo se trata de un marcador intencional de tiempo de acción
del sujeto, y que puede usarse con todas las personas (Niño, 1999).
No existen los pronombres ni los adjetivos posesivos en lenguas caribe que
correspondan exactamente con las formas españolas mío, tuyo, suyo. Para expresar
posesión, como ya sabemos, se hace mediante sustantivos en forma poseída (afijados).

Numerales.
Los numerales en lenguas caribes llegan en la mayoría de las lenguas hasta el
veinte (20). En época moderna, se han adoptado términos criollos para la negociación de
artículos, como la palabra “mil” (Tosantos, 2006).

Adjetivos y Adverbios.
Se ha dicho que los adjetivos en lenguas caribes suelen presentar dos formas
básicas: la forma atributiva (acompañando a sustantivo) y la forma predicativa (utilizada
con la mediación de un verbo ser o estar). Sin embargo, con el paso del tiempo y nuevos
estudios desarrollados, se ha determinado que las palabras tipo adjetivo observadas en
estas lenguas no son tales. Derbyshire (1979, 1985) refiere que las modernas
descripciones de lenguas caribes han argumentado que no hay ninguna categoría
"adjetivo" dentro de estas lenguas, sino que los conceptos de propiedad están divididos
entre las categorías léxicas de "sustantivo" y "adverbio" (Abbott, 1991, para Makushi;
Meira, 1999 para Tiriyó; para el wayana, Tavares 2005).
García (2008) refiere que no se tiene claro la existencia o no de la clase adjetivo
en las lenguas caribes. En las lenguas indoeuropeas, los adjetivos están relacionados
con la función de modificación y tienenla capacidad de concurrir en co-constituyencia con
el nombre; con el fin de lograr un mayor enriquecimiento del significado del nombre. En
las lenguas caribes, este tipo de construcción (adjetivo-nombre o nombre-adjetivo) no
existe. Sin embargo la predicación nominal puede aparecer como dos tipos de
construcciones: una con un elemento copular y una sin una marca evidente o
yuxtapuesta, denominada construcciones arremáticas (García, 2008:49).
Dietrich (1997), citado por Niño (1999:45), con relación a los adjetivos en las
lenguas caribes, también propone que esta clase de palabra no existe, lo que ocurre es
un proceso morfológico derivacional que transforma los temas sustantivos o verbales
mediante el empleo de sufijos. Pachano (1997) también indica que en las lenguas caribes
no debe considerarse la categoría independiente adjetivo, por tratarse de casos de
nominalización o frases posposicionales, tal como lo explica el uso frecuente de éstas
últimas. Al respecto, Socorro (1997) concuerda con pachano al considerar que los
llamados "adjetivos" son realmente frases posposicionales, donde la posposición sigue a
un nombre con el prefijo de posesión t- lo que d lugar a una sola palabra que expresará
un sentido instrumental, modal, temporal o causal. La autora identificó ocho (8) morfemas
con interpretación adjetiva en ka’riña, a saber: -me, -pe, -sha, -ne, -ke, -se, -yye, y -re, las
primeras dos de ellas poseen alomorfos.
Señala Oquendo (2000) que en japreria, el proceso de formación de adjetivos a
partir de bases nominales o verbales cobra mayor fuerza que la existencia de esta clase
gramatical como tal. En este sentido, la marca semántica del atributivo, es el resultado de
un proceso de sufijación adjetival, de la cual se pudiese hablar en dos sentidos:
adjetivización denominal cuando la base es un nombre, o adjetivización deverbal cuando
la base es un verbo o forma verbal derivada. Esto nos lleva a pensar más en un proceso
de sufijación adjetival que en la existencia de esta clase gramatical como una categoría
lexical sin que intervengan en ella procesos morfosintácticos.
Contrario a lo que se ha observado, Mosonyi y Mosonyi (2000: 515) asumen la
existencia de una categoría diferenciada en el pemón. Establecen la distinción entre
adjetivos primarios y derivados. Los primeros son pocos: tanno ‘grande’, chi’rö’kö
‘pequeño’, komik ‘frío’, a’nek ‘caliente’, nosan ‘alto’, rora ‘azul’, wakü ‘bueno’, sorü ‘agrio’ y
chuyu ‘rojo’. Los otros se derivan, principalmente de nombres; pero también de adverbios,
verbos, postposiciones, interjecciones, partículas e incluso sintagmas completos (García
2008). Por otra parte, Escoriaza (1959) advierte que en ye’kuana existen adjetivos
derivados de nombres que se forman con ciertos sufijos (-hano, -ahto), dando sentido
positivo de cualidad y en algunos casos de intensidad. Indica que el sufijo –da o la
particula –mhuene dan al nombre, al verbo o al adjetivo un sentido de privación o falta.
Escoriaza (1959) ilustra su explicación con listas de palabras tipo adjetivo presentes en
ye’kuana (maquiritare), entre los cuales tenemos los determinados y los indefinidos,
además de colores, calificativos, comparativos y numerales. El autor señala que en esta
lengua hay tres grados de determinación según la distancia. Estos adjetivos, sin cambio
alguno, se convierten en los pronombres correspondientes. A veces llevan el sufijo –
komo para formar el plural.
En cuanto a los adverbios en las lenguas caribes, la mayoría de los autores
coinciden en identificar palabras tipo adverbio, o palabras que influyen en el sentido del
verbo al que acompañan. Oquendo (2000) señala que para expresar inclusión con
respecto a una acción, evento o estado, en japreria se emplea la postposición -tka. Esta
lexía es equivalente al adverbio "también" que se usa en español para indicar que el
hablante, alguien o algoestán incluidos, por ejemplo, en el evento. El Padre Tosantos
identifica en panare una serie de palabras que califica de adverbios, las cuales
acompañan al verbo e influyen en el sentido del mismo. El autor menciona adverbios
afirmativos y negativos, así como de cantidad, de tiempo, de modo y de lugar (Tosantos,
2006).
En pemón, se pueden identificar dos tipos de adverbios: los mono-morfémicos que
forman un grupo bastante limitado y los derivados que son la mayoría de la lista. Mosonyi
y Mosonyi (2000) confirman la tesis planteada por la mayoría de los caribanistas y
afirman que la lengua “dispone de una buena dotación de adverbios, sobre todo si se
toma en cuenta que la mayoría no son morfemas simples sino formas
derivadas, compuestas y frases adverbiales, entre las cuales se dan radicales verbales
con posposición y expresiones aun más complejas” (Mosonyi y Mosonyi, 2000: 525).
A diferencia de los sustantivos y verbos, los adverbios en lenguas caribes no
presentan morfología flexiva: no se observa ningún afijo marcador de persona, número o
tiempo-aspecto en estas lenguas. Su única posibilidad morfológica es la nominalización.
Sintácticamente, los adverbios suelen tener la misma distribución que las frases
posposicionales, sirviendo como complemento de la cópula o como modificadores de
predicados verbales (Meira y Gildea, 2009). Los verbos pueden convertirse directamente
a sustantivos o adverbios, los sustantivos pueden convertirse directamente en verbos o
adverbios, y los adverbios pueden convertirse directamente en sustantivos.

Preposiciones o posposiciones.
Postposiciones, partículas e ideófonos son relativamente grandes clases cerradas
que no son aumentadas por la morfología derivativa productiva, o lo son sólo
marginalmente (Meira y Gildea, 2009). Posposiciones son palabras que pospuestas a
sustantivos y pronombres les añaden una connotación especial. Según Meira (2001), en
las lenguas caribes, las posposiciones cumplen con los siguientes criterios: a) forman
frases posposicionales, b) toman marcas de número y persona, c) pueden ser
nominalizadas y d) ocurren como complemento en una cláusula copular y como adjunto
en una cláusula no copular.
En el pemón, Armellada y Olza (1999) establecen las características básicas de
las posposiciones, las cuales se pueden resumir de la siguiente manera:
1. El término de posposición puede ser un nombre (absoluto o relativo), un pronombre
(forma libre, un afijo personal, pronombre reflexivo o recíproco) o quizás un adverbio.
3. Las posposiciones pueden nominalizar, formando adjetivos, que en algunos casos
mantienen el término de posposición.
4. Algunas posposiciones se vuelven conjunciones.
5. Dos o más posposiciones se pueden unir y formar posposiciones compuestas.
Mosonyi y Mosonyi (2000) señalan que en pemón las posposiciones cumplen
doble función, como la posposición dau, que puede significar ‘en’ y pök ’en o por’. Para
los autores, estas partículas pueden ser llamadas posposiciones verbales (Mosonyi y
Mosonyi, 2000: 526-527).
Meira y Gildea (2009) indican que las posposiciones en lenguas caribes pueden
ser utilizadas como construcciones comparativas, aunque no sean específicamente
construcciones gramaticalizadas. Tendrían la forma de morfemas específicos con
significado de “más que”, “más fuerte o más grande que”, “superior a”, “demasiado para”,
etc. Estas posposiciones a menudo encierran un significado locativo en otros contextos,
como en la lengua caribe hixkaryana, donde la posposición oho significa ’encima’.
Meira y Gildea (2009) añaden que ciertas posposiciones ocurren sólo como
complementos de la cópula y nunca como adjuntos verbales. Las posposiciones pueden
incluir significados adjetivales o verbales, tales como los pertenecientes a áreas
semánticas de “estado mental”, “inclinación hacia o predisposición hacia”; ejemplos en la
lengua tiriyó: se ‘deseoso de’, pɨnə ‘protector de’, ino ‘temeroso de’, etc.
En muchas lenguas caribes encontramos la posposición locativa poko, p´k´. Su
uso locativo, indicando ‘contacto con superficie no horizontal, o mantenido por
adherencia’, es bien conocido, y también su uso metafórico, en el sentido ‘ocupándose
con’, ‘trabajando con’, ‘interesado en’ (Meira, 2003).
Escoriaza (1959) reporta que en ye’kuana, todas las funciones del nombre se
expresan por medio de posposiciones. Chavier (2005: 2) señala el uso de partículas
(posposiciones o clíticos) en la lengua ye’kuana. La autora reporta tres coordinadores: el
conjuntivo maja ‘y’, el disyuntivo ne ‘o’ y el adversativo mane ‘pero’. Estas posposiciones
pueden unir nombres, frases y cláusulas. Oquendo y Palencia (1999c:13), al caracterizar
el sistema verbal del yukpa y del japreria, señalan que ambas lenguas son
posposicionales. Las posposiciones encontradas en japreria son: -ya ‘hacia’, -ye ‘sobre
de, encima de’ (no implica movimiento), -po ‘sobre de, encima de’ (implicando
movimiento, también la posee el panare), -ya ‘dentro de’.

Conjunciones e interjecciones.
En algunas lenguas caribes existen diversos marcadores que se utilizan para
enlazar cláusulas. En kari’ña se observa el uso de este tipo de conectores, como las
conjunciones iy:ome:ro ‘y’, ka:tü ‘o’ y iy:ompo ‘pero’ (Beria, 2001), las cuales se colocan
entre las cláusulas a unir, como en español. Según Mosonyi y Mosonyi (2000), en pemón,
la mayoría de los conectivos inter-clausales, conjunciones o partículas conjuntivas, van
pospuestas. Este mecanismo es típico de la lengua y se usa para formar las oraciones
subordinadas de carácter adverbial: causales, temporales, condicionales, comparativas y
concesivas. Muchas partículas conjuntivas cumplen funciones tanto de posposición como
de conectivo inter-clausal (Mosonyi y Mosonyi, 2000).
Gutiérrez (2001: 147-149) observa en pemón pocas conjunciones copulativas,
pero sí bastantes expresiones que se usan con los mismos fines. El autor menciona el
conmitativo dare y la partícula –re, mientras que la única conjunción disyuntiva
considerada por el autor es kari, la cual se usa sólo en interrogativas. Para las
adversativas se usan tese, tise y algunas otras expresiones que tienen ese oficio: nawa
tise ‘no obstante’ ynawa para ‘al contrario’.
En algunas lenguas caribes, como el panare, se observan conjunciones así como
gran número de expresiones onomatopéyicas, interjecciones e ideófonos. Las primeras
son palabras más o menos espontáneas que lanza el ser humano ante la observación de
los fenómenos de la naturaleza; se pueden clasificar en interjecciones de movimiento u
onomatopeyas cinéticas, las palabras onomatopéyicas de ruido, o las de imitación de
ruido.

Morfología Verbal.
Las lenguas caribes son, por lo general, aglutinantes y medianamente
polisintéticas y admiten alrededor de 2 a 7 afijos por verbo. La categoría verbal es fácil de
identificar en lenguas caribes por sus propiedades morfológicas y los afijos de carácter
verbal.
Orden de los constituyentes.
Para Gildea (1998), el orden de constituyentes en lenguas caribes puede
ser: OVS, SOV, SVO, VSO. 
Tipos de Verbos.
Los verbos en lenguas caribes son morfológicamente complejos. Existe la
oposición de verbos activos y estativos, al igual que en lenguas arahuacas. Verbos
nominales y adverbiales exhiben cantidad de prefijos y sufijos, tanto derivativos como
flexivos. Los verbos presentan numerosos afijos que son característicos de los verbos; el
número de afijos varía de una lengua a otra dentro de la familia, pero incluye al menos
marcadores de imperativo, prefijos marcadores de persona y afijos de cambio de valencia
como los adverbializadores (nominalizadores referentes a sujeto de verbo transitivo,
objeto de verbo transitivo y sujeto de verbo intransitivo, circunstancia o instrumento)
(Meira y Gildea, 2009). La mayoría de las categorías verbales (tiempo, modo, aspecto,
etc) son expresadas por medio de sufijos (Aikhenvald, 1999).
Gildea (1998) señala que la morfología de las lenguas caribes es flexiva. Sin
embargo, según Oquendo (2006) la tendencia de las lenguas caribes es hacia la
derivación, aunque se evidencian algunos rasgos de flexión. En su estudio inflexión o
derivación en las lenguas caribes, Oquendo (2006) señaló que mientras las lenguas
caribes yukpa, japreria y ye’kuana tienden hacia la derivación, las lenguas ka’riña y
pemón tienden hacia la flexión.
Gildea presenta las propiedades morfosintácticas de siete sistemas verbales, para
un total de 22 lenguas caribes. El autor identificó siete tipos diferentes de cláusula en
toda la familia Caribe; uno de estos tiene un conjunto único de prefijos marcadores de
persona y sufijos marcadores de tiempo-aspecto-modo-número, pero los otros seis tipos
de cláusula comparten su morfología flexiva con nombres y adverbios (posposiciones)
(Meira y Gildea, 2009).
Oquendo y Palencia (1999:13), al caracterizar el sistema verbal del yukpa y del
japreria, señalan que si un verbo intransitivo es empleado con dos argumentos, uno de
ellos está marcado por la posposición y si un verbo emplea tres argumentos, a excepción
del sujeto, por lo menos uno de los dos argumentos estará igualmente marcado por ella.
Estructura del Verbo.
Los elementos de morfología verbal están dados por marcadores de persona,
tiempo y número, además de acercamiento aspectual. La estructura del verbo en la
mayoría de las lenguas caribes es:
Prefijo de + prefijo + raíz + sufijo + sufijo de
persona destransitivizador derivativo tiempo/aspecto/
modo/número

Gildea expresa que existe un orden de palabra libre para el sistema


verbal t- V- ce, el cual no es ubicado en el eje de la nominatividad-ergatividad como el
resto de los sistemas (Gildea, 1998).
Los verbos caribes tienden a poseer una gran cantidad de prefijos de persona.
Los verbos transitivos llevan prefijos de dos series distintas, una serie “agentiva”
(marcadores de sujeto, usados cuando el objeto es una tercera persona) y una serie
“pacientiva” (marcadores de objeto, usados cuando el sujeto es una tercera persona). En
muchas lenguas caribes hay dos grupos de verbos intransitivos: uno se conjuga con la
serie “agentiva” de los verbos transitivos, y el otro con la serie “pacientiva”, generando un
patrón muy semejante a lo que a menudo se llama “sistema activo-estativo” o “split-S” en
la literatura (Meira, 2003)
Marcación de categorías en el verbo.
Como hemos mencionado, la mayoría de las lenguas caribes presenta ergatividad
escindida, son en parte ergativas y en parte acusativas. El akawayo, el pemón (arekuna)
y el macushí son las lenguas que presentan ergatividad más fuerte. A diferencia de
algunas lenguas arahuacas, en las caribes la oposición verbo activo-verbo estativo no
determina siempre a qué grupo en particular pertenece un verbo dado. En algunas
lenguas esto lo determina la diferencia entre Sₐ y Sₒ; en otras, como el panare, la
distinción que lo determina es entre dos paradigmas de tiempo/aspecto: “pasado
perfectivo” y no-pasado perfectivo” (Derbyshire, 1999).
Los sufijos verbales en el modo indicativo son portmanteaus (palabras
combinadas) que expresan tiempo, modo, aspecto y número. Algunas lenguas caribes
poseen tres tiempos pasados y dos no-pasado, sin distinciones aspectuales (Hawkins,
1998); otras presentan cinco formas para el pasado y dos para el no-pasado; hay tres
formas básicas del pasado, el pasado reciente y el distante que tienen diferencias
aspectuales; mientras que las dos formas de no-pasado presentan diferencias modales
(Derbyshire, 1999).
Mattéi-Muller (2003) advierte que el mapoyo, el pémono y el yabarana presentan
una morfología verbal muy simple si se la compara con la de las lenguas caribes del área
–panare, ye´kuana y tamanaco. La investigadora Identificó sólo cuatro sufijos (aspecto)-
temporales: dos de presente y dos de pasado. Los morfemas -ri, alomorfo -ru, y -ni
provienen de antiguas formas verbales nominalizadas, más precisamente formas
verbales posesivas. En efecto -ri, alomorfo -ru, y -ni son sufijos de posesión en el sistema
nominal, como en varias lenguas caribes (Mattéi-Muller, 2003:50).
Macushi presenta tres distinciones: pasado (día previo o más temprano);
aproximado (indicado con auxiliar, refiere tiempo pasado dentro de un periodo de 24
horas); y el universal (se refiere a presente o futuro) (Abbott, 1986). Además de la forma
del pasado inmediato, el yukpa posee formas de presente (o progresivo) y de futuro, ya
mencionadas en Niño (1999:66). La forma progresiva es caracterizada por un “sufijo –p ó
–po (Meira, 2003).
Tres formas tempo-aspectuales de los verbos (‘pasado inmediato’, ‘progresivo’ y
‘futuro/desiderativo’) poseen formas correspondientes en otras lenguas caribes. De estas
tres, solamente el ‘pasado inmediato’ tiene cognados verbales finitos; las otras dos son
derivadas etimológicamente de construcciones no-finitas (específicamente, locuciones
posposicionales con raíces verbales nominalizadas y un verbo copular o auxiliar). La
construcción original del progresivo, basada en la posposición po < *poko ‘sobre,
ocupado con’, generó formas progresivas en otras lenguas caribes; por otra parte, el
‘futuro/desiderativo’, basado en la posposición desiderativa se, parece ser único en la
familia yukpa (Meira, 2003).
En ciertas lenguas caribes, el sufijo imperativo puede tener formas como -k, -ko,
-k´, pero nunca con un segundo k final; la forma -kok sólo se encuentra en yukpa. Existe
un verbo copular/existencial e (o ech). Este verbo tiene cognados en todas las otras
lenguas caribes (p.ej. tiriyó ei, kari’ña w-e:i, apalaí eSi, waiwai e:Si, etc.). Las formas del
presente son normalmente irregulares, con una raíz a en lugar de e ó eSi, (primeras
personas: waiwai wasˆ, apalaí ase, kari’ña wa; terceras personas: kari’ña maN), wayana
man), y son probablemente cognadas de las formas yukpa ya(s) y mak (que ocurre
también en forma no reducida: mako) (Meira, 2003).
Considerándose los cognados en otras lenguas caribes, es evidente que una
construcción copular fue el origen etimológico de la construcción progresiva: lo que
inicialmente significaba “estoy (ocupado) por el estudiar” (una oración copular con un
sintagma posposicional: utuwanpa=p ‘en/por el estudiar’) pasó a significar “estoy
estudiando”. Este tipo de evolución histórica no es rara en la familia caribe (Meira, 2003).
El gerundio se forma en ye’kuana con el prefijo k-, ka-, y los sufijos –éye, –áye, -–
eiye. En esta lengua, el gerundio tiene gran importancia en el lenguaje cotidiano, ya sea
en modismos como en perífrasis y locuciones (Escoriaza, 1959). En yukpa, el gerundio se
forma por el morfema -po añadido al tema verbal, comúnmente es seguido de -mak, que
constituye una forma predicativa del verbo (Niño 1999).
Sufijo de infinitivo.
En las lenguas caribes observamos que la forma de expresar el infinitivo verbal
varía de una lengua a otra. En japreria, el sufijo de infinitivo es –tpo. El proceso de
formación es: Forma verbal + Infinitivo + Glosa (t-oRta-tpo: PB-sentarse-INF) (Flores,
2002). Anteriormente en el pemón, la forma de expresar el infinitivo de un verbo era con
el tema de presente, obtenido a partir del imperativo substrayendo -kö (Álvarez 1995);
más tarde Álvarez indica que el pemón exhibe el sufijo de infinitivo –Ø (Álvarez, 2000).
Los verbos intransitivos en kari’ña se caracterizan por la presencia del sufijo -
no en el infinitivo o su alomorfo -ño. Para la conjugación de los verbos intransitivos se
sustituye el sufijo -no por un conjunto de flexiones que indican número y tiempo (Beria,
2000). Los verbos transitivos en kari’ña se caracterizan por la presencia del sufijo -rü en
el infinitivo. Al igual que con verbos intransitivos, en la conjugación de los transitivos se
sustituye el sufijo del infinitivo por afijos de número y tiempo, conjuntamente con los
prefijos personales que indican a cada persona (Beria, 2009).
En la lengua yukpa encontramos gran cantidad de temas verbales cuya
terminación es la forma independiente ichpo, echpo. Se asume que ichpo, echpo,
participa en la construcción verbal (García, 2008). García explica que esta terminación
proviene del verbo copulativo ech ‘ser’, más una forma que el autor llama “infinitiva” –fpo.
Así el autor indica que esto podría traducirse como “tema verbal o nominal + ser+
infinitivo”.
Procesos Derivativos.
El proceso de formación de verbos a partir de raíces sustantivas es común en
muchas lenguas caribes. Se han identificado distintos sufijos verbalizadores con varios
grados de productividad y se clasificaron en cuatro grupos: (a) Sufijos que forman verbos
transitivos (b) Sufijos que forman sólo verbos intransitivos (c) Posibles combinaciones de
sufijos (d) Otros sufijos menos frecuentes considerados idiosincrásicos (Ynciarte, 1997).
Atendiendo a los grupos (a) y (b), observamos que las lenguas caribes presentan un
proceso de morfología derivativa mediante la cual un verbo transitivo se hace intransitivo
por medio de la prefijación de un elemento especial para tal función. En algunas de estas
lenguas existe un morfema destransitivizador único con diferentes alomorfos (Meira,
2003).
Estos procesos derivativos han sido descritos en varias lenguas caribes
venezolanas: tamanaco (Gilij 1782), pemón (Armellada 1943; Álvarez 1996-2000),
makushi (Abbot 1991). Tanto Gilij (1972) en tamanaco, como Armellada (1945) en
pemón, coinciden en la derivación producto de los sufijos -po, -ma, -ka y -ta adicionados
a nombres, y cada uno le asigna características especiales distintas a cada verbalizador.
Gildea (1998) menciona algunos sufijos comunes dentro de las lenguas caribes, como –
rü (de acción), –tupu-ru (de tiempo pasado), topo (de lugar o instrumento), –ne (agente) y
–sapo (objeto). Estas formas tienen cognados en las diferentes lenguas, con variantes
modernas (Chavier, 2008). En pemón, por ejemplo, la variante moderna de –ne (agente)
es –nin/-n.
Las lenguas caribes son consideradas por Gildea (1998) como flexivas. Sin
embargo, Oquendo (2006) señalaba la tendencia de las lenguas caribes hacia la
derivación en su estudio inflexión o derivación en las lenguas caribes, Oquendo (2006). El
autor señaló que las lenguas caribes con mayor tendencia a la derivación son yukpa,
japreria y ye’kuana. En la mayoría de las lenguas caribes pueden observarse diferentes
afijos derivativos de atributivo, carencial, instrumental, causativa, finalidad, pasiva,
agente/paciente, desiderativo, reflexivo, reciprocidad; veremos ejemplo de ello.
En sus descripciones del tamanaco, Gilij (1782) menciona los procesos derivativos
por medio de los cuales se crean verbos a partir de sustantivos mediante la adición de
ciertos sufijos: -po, - ma, -ka y - ta. De hecho, Gilij hace la declaración radical que "de
cada sustantivo puede formar un verbo" (Gilij 1782: 152). Armellada (1945) ofrece
también una de las primeras descripciones de la lengua pemón donde hace mención
explícita de la derivación de los verbos a partir de sustantivos mediante la adición de
sufijos. Dos de estos sufijos se dicen que son raíces verbales -ma y -te. Los otros sufijos
verbalizadores son -ta, -ka y -pa. Semánticamente, los sufijos -ma, -te y -pa se usan para
transmitir la idea de “hacer activamente lo que significa el sustantivo”, mientras que -ta
expresa la idea de hacer neutral el significado del sustantivo; -ka, por el contrario,
transmite la idea de quitar o destruir lo que significa el sustantivo. En su descripción de
makushi, Abbott (1991) trata los procesos derivativos de verbos como casos de
incorporación de elementos nominales en el verbo (Ynciarte, 1997).
En japreria se localizó el sufijo -mpo y enepo como marca de aspecto, el sufijo -
she como marca de modalidad indicando baja transitividad en las oraciones futuras, el
sufijo -cho, como elemento focalizador, los sufijos -po y -ne como nominalizadores, el
prefijo kuv- como destransitivizador o intransitivizador, el prefijo -n como marca transitiva,
los prefijos de base k- y t- para la formación de verbos, las partículas de tiempo na, la
cual indica que la acción o el evento se ha concluido y ma como marcador de un futuro
inmediato, el sufijo -tpo como marca de infinitivo (Flores, 2002). En pemón, García (2008)
señala los marcadores de repetitivo -tü’ka, frecuentativo -pütü, acción incompleta o fallida
-donpa (García, 2008).
En el caso del atributivo, muchas lenguas amerindias poseen verbos posesivos
formados con prefijos de atributivo. En las lenguas caribes, el proceso es diferente. En
japreria, la marca semántica del atributivo es el resultado de un proceso de sufijación
adjetival, que puede ser adjetivación denominal cuando la base es un nombre, o
adjetivación deverbal cuando la base es un verbo o forma verbal derivada (Oquendo,
2000). En panare, se trata del sufijo –uya (Cauty, 1974). El carencial, se expresa por
medio de afijación. En pemón, el sufijo –ka deriva verbos que indican privación. Otras
formas privativas son los prefijos k- y ka-, que es una forma prohibitiva de los verbos y el
sufijo –mara/-mün que da a los sustantivos, verbos y adjetivos un significado privativo o
negativo (García, 2008). Las formas derivadas de instrumental también se construyen
por afijación. En ye’kuana observamos el sufijo –toho, equivalente a “cosa o instrumento,
que sirve para tal o tal cosa” con el cual se derivan nombres a partir de verbos
(Escoriaza, 1959: 9). En pemón son los nombres deverbales con significado de
instrumento o medio se forman mediante la adjunción del sufijo nominalizador -tok al
tema de infinitivo (Garcia, 2008). En panare el sufijo –kye expresa el instrumental (Cauty,
1974).
El desiderativo, posibilidad, deseo u obligación, se construye con el sufijo verbal
-pai, -paino) en pemón (García 2008). Los casos desiderativos en yukpa, comúnmente
utilizan el sufijo -se. Esta partícula sugiere propósito, intención, y frecuentemente es
usada con el sufijo -mak (auxiliar, ser) expresando futuro (Niño, 1999). Meira advierte que
el marcador desiderativo -se del yukpa tiene cognados en muchas lenguas caribes, en las
cuales existe como posposición (Meira, 2003).
La forma causativa en lenguas caribes puede expresarse de manera morfológica,
léxica o sintáctica. En la mayoría de las lenguas caribes, el verbo principal de una oración
causativa consiste en un verbo simple al que se le ha unido un afijo, originándose un
verbo causativo. (Palencia, 2000). En otras lenguas caribes el tipo de causatividad
morfológica es muy productiva, por ejemplo en Kari’ña (Mosonyi, 1982) mediante la
adición de afijos como el cognado –po al tema verbal, asignándole el carácter causativo.
El causativo -po se inserta entre el tema verbal y el marcador de infinitivo -no, el cual se
reemplaza en la conjugación del verbo con sus correspondientes inflexiones de tiempo y
número. Con los verbos transitivos ocurre igual, a excepción de que el marcador de
transitividad es -rü (Beria, 2009). La sufijación con -po también cumple una función
causativa en yukpa (Niño, 1999).
Palencia (2000) ilustra que la causatividad en pemón se puede expresar
morfológica, léxica o sintácticamente. Los verbos empleados para expresar el causante y
la posibilidad de entrada de otro participante son varios: a’dontö “ordenar”, ekanonka
“obligar” y emaputö “forzar” son empleados para el predicado de causa. Otros verbos
como: nonka “dejar”, taure “decir”, esatü “pedir”, kupü “hacer”, también son portadores del
efecto causado sobre el participante ejecutor de la acción. Este tipo de causatividad
léxica semántica, con un solo verbo o con dos, es la más empleada en pemon. En las
construcciones léxicas el predicado de efecto se expresa a través de dos formas que bien
podríamos llamar morfosintácticas, pues lo hacen alternando la inclusión de dos sufijos:
-to’pe y –to’ (Palencia, 2000). La causatividad morfológica es observada por García
(2008) en pemón, cuando afirma que la partícula –pa se añade a verbos y nombres con
significado causativo y transitivo; no obstante, algunos verbos transitivos derivados de
esta partícula se pueden volver intransitivos o reflexivos (García, 2008).
Los verbos caribes tienden a poseer una gran cantidad de prefijos de persona.
Los verbos transitivos llevan prefijos de dos series distintas, una serie “agentiva”
(marcadores de sujeto, usados cuando el objeto es una tercera persona) y una serie
“pacientiva” (marcadores de objeto, usados cuando el sujeto es una tercera persona)
(Meira, 2003). Sin embargo, formas derivadas de agente o paciente no son observadas
en todas las lenguas caribes; de hecho, Escoriaza (1959) desconoce algún término para
el sujeto agente o paciente en ye’kuana. En el pemón, las nominalizaciones de agente
afectan sólo a verbos transitivos. Se puede representar de la siguiente forma: V→ N
AGENT de V. Si el verbo está en presente singular se adjunta el sufijo -nin, pero si es
plural es –nan (Garica 2008).
Otra forma derivativa es la de finalidad, la cual no se aprecia en todas las lenguas
caribes. El carácter terminativo en yukpa, está formado por una partícula con significado
equivalente la finalización de la acción. Este es un morfema que puede preceder a una
frase nominal o a un verbo para indicar su aspecto temporal terminativo, sin embargo no
constituye lo que podría llamarse un formante de aspecto, sino más bien un componente
adverbial en la particula “pen” (Niño 1999). En panare, existe un sufijo de finalidad –to
(Cauty, 1974). Algo similar ocurre con la voz pasiva, la cual no se detecta en ye’kuana
(Escoriaza, 1959) ni en pemón (García, 2008). Algunas lenguas registran construcciones
aparentemente similares a la pasiva; de la lengua panare, dice García-Miguel (2001) que
posee un sentido similar al pasivo con expresión del agente en dativo, pero el morfema
-sa sirve de nominalizador o como marca de aspecto perfecto e intransitivización (García-
Miguel, 2001). Ejemplo:
y-amaika-sa’ mën y-úya Lo guardé /fue guardado por mí.
(caribe) 3-guardar-PASIVA eso 1-DAT
Aunque no explica la formación de la pasiva en panare, Cauty (1974) refiere que
cuando en una frase aparece la voz pasiva, el sufijo flexivo –uya expresa el agente.
Añade que con la voz pasiva también es posible combinar la flexión del instrumental con
la de agente. Mattéi-Muller (1994:9) expone que el verbo copulativo en panare sirve como
auxiliar para la voz pasiva.
La reflexividad o la reciprocidad también se expresan por medio de derivación
verbal. Un prefijo formativo muy frecuente e importante es el morfema destransitivizador
es- ~ et- ~ e'-. Según Álvarez (1998:19), los distintos alomorfos del prefijo tienen la
siguiente distribución: e’- ocurre delante de consonante, et- (intercambiable con at- por
armonía vocálica) delante de vocal ‘a’ y es- en los demás casos. Su significado es
básicamente reflexivo, aunque por ampliación semántica pueden recibir una
interpretación semántica recíproca (García, 2008). García (2008) expone que en pemón
existe el prefijo reflexivo tV- que se une a temas que comienzan por vocal. Abbot (1991)
aporta a esta afirmación sobre prefijos destransitivizadores que en el makushí se excluye
el objeto directo de los temas transitivos dándole un nuevo significado al tema verbal, que
bien puede ser reflexivo, recíproco, medio-pasivo o intransitivo.
Negación.
La negación de cláusulas puede realizarse por medios léxicos, morfológicos y
analíticos (Payne, 1997: 282-294). La negación léxica involucra verbos que
intrínsecamente incluyen la negación dentro de su semántica (verbos como carecer). La
negación morfológica se presenta cuando al verbo se añade un afijo que le invierte el
semantismo (como el prefijo ma- en verbos de algunas lenguas arahuacas). La negación
analítica se realiza mediante partículas negativas (como el adverbio no en español), por
lo común asociadas al verbo, o mediante verbos negativos finitos. Cuando se usa este
segundo tipo de negación analítica, el verbo negativo toma las propiedades
morfosintácticas de los verbos finitos, como son la flexión y la posición.
La mayoría de los estudios en lenguas caribes refleja una función paralela de dos
formas negativas, una de ellas como base de toda la conjunción negativa que permanece
invariable y que obtiene la flexión al ser combinada con un llamado "verbo copulativo, y
otra, menos compleja, que niega la propuesta del tema verbal.
En la mayoría de las lenguas caribes: existe una forma negativa como base de
toda la conjunción negativa, la cual permanece invariable y obtiene la flexión mediante su
combinación con diversas formas del verbo copulativo vañño (kari’ña). En kariña, el verbo
copulativo vañño acompaña al resultante valor predicativo que tiene el tema verbal
negativo (Mosonyi, 1982). Según Álvarez (2005) el morfema negativo -ja se usa en un
proceso de derivación morfológica en la que la forma resultante tiene valor adverbial y es
esta característica la que permite tenerla como complemento de dicho verbo vañño.
Álvarez (1998) argumenta que este sufijo negativo adverbializa el tema verbal y ello
permite tenerlo como complemento de dicho verbo vaaño. Es decir, el verbo se negativiza
y el auxiliar toma la flexión. Álvarez (2005) concluye que existe una considerable
uniformidad en la morfosintaxis de la negación en las lenguas caribes, aunque exista
también una considerable variabilidad fonológica.
La construcción negativa en las lenguas caribes tiene origen copular. Esta
construcción negativa no sólo aparece en formas progresivas, sino que también en el
pasado inmediato. La estructura está marcada por el morfema negativo para (o, en el
pasado inmediato, -ra, que se reduce a -r delante de los clíticos copulares), y tiene la
misma estructura en todas las lenguas caribes; casi siempre tiene un morfema cognado
con para (en lengua wayana -ra, en kari’ña -xpa, -ha, en pemón pra, etc.) (Meira, 2003).
En ye’kuana la forma negativa se construye con el sufijo –da, que se añade al final
del verbo si no presenta otros sufijos finales de conjugación, o bien puede intercalarse
entre el radical verbal y los sufijos finales. Raras veces se forma con el prefijo ta-, toe-,
antepuesto a la raíz verbal (Escoriaza, 1959).
Jorge Mosonyi (2002) indica que la forma de negar en muchas lenguas caribes es
hecha mediante el uso de una conjugación negativa combinándola con el verbo ser o
estar, que funciona como auxiliar. La negación verbal se realiza por medio de afijación.
Construcciones negativas paralelas han sido reportadas en otras lenguas caribes:
tamanaco (Gilij, 1782), galibí (Rénault-Lescure, 1981), hixkaryana (Derbyshire, 1985),
makushi (Abbott, 1991), y pemón (Álvarez, 1997), entre otras.
Gilij lo ilustra en tamanaco: “en tamanaco no se dice no veo, no oigo, etc., sino no
soy vidente, no soy oyente, etc. He aquí los ejemplos: enepráuochii, anitapráuochii, etc."
(Gilij1965:152). En makushí, Abbott (1991:55-59,80) discute la negación de
constituyentes y la negación de cláusulas; en relación con las últimas afirma que el
mecanismo de su formación es la partícula negativa pra siguiendo a la cláusula afirmativa
y transformándola en un complemento adverbial negativo del verbo copulativo (Abbott,
1991).
En Panare, Mattéi-Müller (1992) explica la aparición de la negación como tal
mediante el recurso de sufijación, en este caso -'ka, el cual negativiza al verbo y hace de
la oración negativa una cláusula copulativa.
Para contrastar con los argumentos mencionados arriba, observamos el caso de
la negación clausal en hixkaryana, lengua caribe brasileña estudiada por Derbyshire
(1985). Esta lengua tiene gran parecido con el kari’ña, el galibí y el tamanaco. Derbyshire
(1985) nos ofrece una interpretación diferente del fenómeno de la negación. En la
negación clausal en hixkaryana, el verbo léxico toma una forma adverbial que se obtiene
con la posposición negativa -hira usada como transpositor, mientras que los elementos
de la flexión van todos en la cópula. (Álvarez, 2005).
Hasta este punto hemos realizado una panorámica bastante general de las
características morfosintácticas y fonológicas con incidencia en elaboración de
diccionarios de las lenguas caribes venezolanas. Será trabajo del investigador y el
lexicógrafo revisar a profundidad cada lengua Caribe o, en su defecto, la lengua
específica sobre la cual se vaya a elaborar un diccionario. Hemos intentado mostrar
claramente todos esos aspectos morfosintácticos y fonológicos que comparten las
lenguas caribes como familia lingüística y aquellos aspectos que las diferencian. Como
sabemos, algunas diferencias entre las lenguas de una misma familia se deben a las
tipologías areales y a los contactos con otros grupos lingüísticos; queda del lexicógrafo
estudiar todas estas posibilidades al momento de elaborar una obra lexicográfica.

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