Estudio 2004 3
Estudio 2004 3
Estudio 2004 3
AGUSTINIANO
*
V
S U M A R I O
ARTÍCULOS
SEPTIEMBRE-DICIEMBRE
2004
S UMARI O
ARTÍCULOS
G. S á n c h e z , E c c l e s ia m u n d u s r e c o n c il ia t u s . Algunas consideraciones
sobre la Iglesia y reconciliación en San Agustín de Hipona.................. 479
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Editorial Estudio Agustiniano
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La revista no asume necesariamente los puntos de vista expuestos por sus colaboradores
1. H. L ietzmann, Petrus und, Paulus in Rom. Liturgische und archäologische Studien (AKG
1), Berlin 19272; O. Cullmann , Petrus. Jünger - Apostel - Märtyrer. Das historische und das teo-
logische Petrusproblem, Zürich 19853. Para una visión de las posturas de los exégetas modernos
véase, Lothar W ehr , Petrus und Paulus - Kontrahenten und Partner. Die beiden Apostel im Spie
gel des Neuen Testaments, der Apostolischen Väter und früher Zeugnisse ihrer Verehrung (Neutes-
tamentliche Abhandlungen N.F. 30), Aschendorff, Münster 1996, 4-27; Christfried B öttrich,
Petrus. Fischer, Fels und Funktionär (Biblische Gestanten 2), Leipzig, Evangelische Verlagsantalt
2001,262-277.
446 D. ÁLVAREZ CINEIRA
2. Véase p.e. el epigrama del papa Dámaso (366-384), Epigr. 26: cf. R. Brändle, “Petrus und
Paulus als nova sidéra”, en: Teologische Zeitschrift 27 (1992) 207-215.
3. Saint Pierre dans le Nouveau Testament (Coll Lectio divina 79), Paris 1974,191-192.
LA MUERTE DE PEDRO Y PABLO EN ROMA 447
goga fue en Roma, como había sucedido también en Grecia, el lugar por
excelencia donde los cristianos llevaron a cabo su labor misionera y el punto
de partida para la formación de la comunidad cristiana. Todo hace suponer
que la comunidad cristiana de Roma tuvo su origen en ambientes y círculos
del judaismo romano. De otro modo no se explicaría la expulsión de algunos
judíos y cristianos en el año 49 mediante el edicto del emperador Claudio oca
sionado por el conflicto interno, dentro del judaismo romano, entre judíos y
judeocristianos4.
El testimonio literario más antiguo de la presencia de cristianos en Roma
nos lo ofrece Pablo en su la carta a los Romanos (κλητοί Ιησού Χρίστου, Rom
1,6). Esta comunidad existía antes de su llegada y, por tanto, él no la pudo fun
dar. Es de suponer que ninguno de sus colaboradores la fundó, pues Pablo lo
habría mencionado en la carta5. Una antigua tradición cristiana vincula la
iglesia de Roma con la figura del apóstol Pedro. Éste es el único apóstol que
la tradición cristiana asocia a dicha ciudad e incluso, como después veremos,
en algunas fuentes viene considerado como el primer “episkopos” de Roma
(Ireneo, adv. III 1,1; 3,2; Eusebio, HE II 14,6), aunque no especifican el con
tenido del término. Esta función la desempeñaría Pedro durante veinticinco
años6. La indicación lucana (Hech 12,17) de que Pedro abandonó Jerusalén a
inicios de los años cuarenta y se fue a otro lugar, alberga la remota posibili
dad7 de que se trasladara a Roma8. Ciertos autores buscan los orígenes de la
4. Cf. I. Levinskaya, Book ofA cts in its First Century Setting. Vol. 5: The Book ofA cts in Its
Diaspora Setting, Grand Rapids, Mich - Carlisle 1996,167-193.
5. F. Watson, “The Two Roman Congregations: Roman 14:1-15:13”, in: K.R D onfried
(ed.), The Romans Debate, Edinburgh 1991,210s., presupone que Andrónico y Junia (Rom 16,7)
fueron los fundadores del cristianismo en Roma.
6. Jerónimo, De viris illustribus 8; Eusebio, HE 11,14,6; 11,15,2.
7. H. B otermann, Das Judenedikt des Kaisers Claudius, Franz Steiner Verlag, Stuttgart
1996,137-140. Véase J.W. W enham, “Did Peter go to Rome in A.D. 42?”, in: TynB 23 (1972) 94-
102. C.P. Thiede, Geheimakte Petrus. A u f den Spuren des Apostels, Kreuz, Stuttgart 2000, identi
fica el lugar desconocido de Hech 12,17 con Roma, y justifica este silencio de Lucas: “Lukas, der
noch zu Lebzeiten des Petrus für einen einflussreichen Römer schreibt, hütet sich davor,
Theophilus dadurch in Verlegenheit zu bringen, dass er ihm mitteilt, wohin jener Mann gegan
gen war, der sich der von den Römern eingesetzten Staatsgewalt durch Flucht entzogen hatte”
(223). En contra de esta interpretación, J. G nilka, Petrus und Rom. Das Petrusbild in den ersten
zwei Jahrhunderten, Herder, Freiburg 2002.
8. Es muy difícil determinar cuándo Pedro pudo llegar a Roma por primera vez. Según
Eusebio, HE II 14,6, sucedió en tiempo del emperador Claudio. En la crónica, Eusebio indica
que seguramente sería en el segundo año del emperador Claudio. Es imposible determinar de
dónde obtuvo esta información. Cf. también Clemente Alejandrino, Strom VI 5,43. R. Pesch,
Petrus 109s, cree que la llegada de Pedro a Roma tuvo que suceder, como muy pronto, en el 55.
La ausencia de su nombre en la lista de saludos de la carta a los romanos se considera, normal
mente, como un indicio de que Pedro no estaba en Roma cuando Pablo escribió la carta.
448 D. ÁLVAREZ CINEIRA
15. Véase H. Lichtenberger, “Josephus und Paulus in Rom. Juden und Christen in Rom
zur Zeit Neros”, en: Koch, D.A. - L ichtenberger, H. (ed.), Begegnung zwischen Christentum
und Judentum in Antike und Mittelalter. FS H. Schreckenberg (SIJD 1), Göttingen 1993,245.
16. W. Schmithals, Römerbrief 67s., cree que los primeros cristianos eran pagano-cristia
nos procedentes de Antioquía, pues sólo así es comprensible el hecho de que Pablo considerara
en Rom a la comunidad como pagano-cristiana. Excluye, sin embargo, una uniformidad del cris
tianismo romano, pues el pagano-cristianismo tampoco era uniforme.
17. Vgl. R.E. B rown - J.P. M eier, Antioch and Rome. New Testament Cradles o f Catholic
Christianity, New York - Ramsey 1983, 126: “Roman Christianity came from Jerusalem in the
40s”. E l Ambrosiaster menciona en su comentario sobre la carta a los Romanos (PL 17.48 =
CSEL 81,1,5-6), que los romanos llegaron a la fe en un contexto judío (ritu licet Judaico).
450 D. ÁLVAREZ CINEIRA
18. W. Schmithals, Römerbrief 87, n. 243, considera que las medidas imperiales son com
prensibles sólo si estaban implicados los pagano-cristianos en los altercados.
19. P. L ampe, Die stadtrömischen Christen in den ersten beiden Jahrhunderten. Unter
suchungen zur Sozialgeschichte (WUNT I I 18), 2..Aufl., Tübingen 1989, 30-52, analiza la distri
bución y la procedencia social de la población cristiana romana en los dos primeros siglos.
20. De las 13 sinagogas que hubo en Roma, tres o cuatro ya existían en el siglo I d.C. cf. H J.
Leon, Jews 149s.
21. Véase W. W iefel, “Die jüdische Gemeinschaft im antiken Rom und die Anfänge des
römischen Christentums. Bemerkungen zu Anlaß und Zweck des Römerbriefes”, in: Jud. 26
(1970)75.
22. Cf. David Á lvarez Cineira , Die Religionspolitik des Kaisers Claudius und die pauli-
nische Mission (HBH 19), Herder, Freiburg 1999.
LA MUERTE DE PEDRO Y PABLO EN ROMA 451
23. P. Lampe, Christen 9, considera la separación del cristianismo de la sinagoga como una
consecuencia de la expulsión. Cf. también R. B rándle - E.W. Stegemann, “Entstehung” 9.
24. R.E. B rown - J.P. Meier, Antioch 92-127, y P.S. M inear , Obedience 12-17, ven dentro de
la iglesia romana algunos grupos que representan a las diversas tendencias dentro de la Gran
Iglesia (desde los judaístas extremistas hasta los libertinistas). Estos grupos estaban en conflicto
entre ellos. E E B ruce, “The Romans Debate-Continued”, in: Donfried, K.p. (ed.), The Romans
Debate, Edinburgh 1991,186, subraya la variedad y heterogeneidad de las comunidades cristia
nas romanas “in thought and practice between the firm Jewish retention of the ancestral customs
and Gentile remoteness from these customs, with some Jewish Christians, indeed, found on the
liberal side of the halfway mark between the two extremes and some Gentile Christians on the
‘legalist’ side”.
452 D. ÁLVAREZ CINEIRA
Por tanto, podemos deducir que los cristianos que permanecieron en Roma
después del edicto de Claudio eran judeocristianos25 y pagano-cristianos, los
cuales no se separaron unos de otros, sino que continuaron reuniéndose en
casas privadas26. A partir de entonces, la labor misionera de los cristianos en
las sinagogas romanas fue imposible. De este modo, el campo de misión se
redujo fundamentalmente a ambientes familiares de los paganocristianos.
Éstos llegarían a ser paulatinamente mayoría dentro de la comunidad roma
na. La organización de los cristianos que permanecieron en Roma después
del edicto hasta la muerte de Claudio no es fácil de determinar porque no
tenemos información al respecto27.
Muerto Claudio (54 d.C), el edicto de expulsión dejó de tener vigor. Los
judíos y judeocristianos expulsados pudieron regresar a Roma. Algunos auto
res consideran que los judeocristianos que regresaron a Roma28, debido a la
distinta interpretación de la creencia cristiana, constituirían comunidades
separadas de los cristianos que habían permanecido allí con la consiguiente
desestabilización de las comunidades existentes. Sin embargo, esta hipótesis
es improbable dado que los afectados -aunque eran judeocristianos- com
partían las mismas ideas teológicas de los paganocristianos romanos. Éste era
el caso de la comunidad formada en torno a Áquila y Priscila, así como tam
bién de las comunidades domésticas mencionadas en Rom 16.
29. N. Schneider , Schwachen 8-49, concluye en su estudio que Pablo tenía presente a la
hora de componer Rom 14s un conflicto concreto dentro de la comunidad cristiana romana.
Según P. Lampe, Christen 56, dicho conflicto era entre los “débiles” y los “fuertes”. Otros exé-
getas consideran Rom 14-15 como una parénesis general, cf. R.J. K arris, “Romans 14:1-15:13
and the Occassion of Romans”, in: D onfried , K.P. (ed.), Debate 84; E. K ásemann , Rom, 348ss.
30. R.E. B rown - J.P. M eier, Antioch 113.
31. L.A. Jervis, The Purpose o f Romans. A Comparative Letter Structure Investigation
(JSNT.S 55), Sheffield 1989, 82.162s., defiende la idea de que Pablo evitó la mención de Ekklesia
para poder dirigirse a todos los cristianos individualmente en vez de a una o a más comunidades.
454 D. ÁLVAREZ CINEIRA
puesta a un compromiso38, que sólo exigían para ellos unas mínimas exigen
cias legales. Esto no significa que todos los judeocristianos fueran “débiles en
la fe”. Los “fuertes” son identificados como pagano-cristianos39 liberales.
Varios exégetas, U. Wilckens40, R.E. Brown, D. Zeller y G. Strecker, sin em
bargo, evitan hablar de tal antagonismo étnico en Roma. Presuponen otros
problemas: diversidad de costumbres, éticas y mentalidades.
Otro tema son los agitadores de Rom 16,17-20, quienes presumiblemen
te intentaran una re-evangelización judeocristiana41. Pero no se puede hablar
de una misión directa contra Pablo, dado que todavía no había predicado en
Roma, sino más bien de una incipiente misión42 contra la evangelización pau
lina de la comunidad romana realizada por sus colaboradores.
Los judeocristianos constituían una minoría dentro de la comunidad cris
tiana. Los que eran conocidos como tales, serían mal vistos por los judíos y
considerados como traidores de la fe. Por eso estaban más o menos excluidos
de las sinagogas romanas.
38. N. S chneider, Die “Schwachen” in der christlichen Gemeinde Roms. Eine historisch-exe
getische Untersuchung zu Röm 14,1-15,13, Diss. Wuppertal 1989, 123.
39. Para W. Schmithals, Römerbrief 103ss., tanto los “fuertes” como los “débiles” son pa-
ganocristianos.
40. U. W ilckens, Röm Bd. 1,40.
41. Algunos estudiosos consideran que Rom 16,17s se refiere a los judaístas como enemigos
paulinos: A. Suhl, Paulus 282; U. W ilckens, Röm Bd. 3,145; D. Z eller, Röm 249.
42. M. K ettunen , Der Abfassungszweck des Römerbriefes (AASF.DHL 17), Helsinki 1979,
70s.
43. Es imposible pensar que el centurión estuviera dispuesto a esperar una semana a Pablo,
cuando ya estaba tan cerca de su destino. E. H aenchen, Apg 642, ofrece una explicación con
vincente: “Lukas hat... V. 14a eingeschoben, damit während dieser Woche die Ankunft des
Paulus den römischen Christen gemeldet werden konnte”. Contrario se muestra B. Rapske, Book
273-276.
456 D. ÁLVAREZ CINEIRA
44. Hay dos posibles motivos para el envío de dos delegaciones distintas: a) La comunidad
romana estaba divida y las dos delegaciones representaban a los dos grupos existentes en la
comunidad, es decir, los “fuertes” y los “débiles”, b) Según C.K. B arrett, “E nd” 546, un grupo
se componía de gente joven y el otro estaba formado por “the more sedentary members of the
Roman church”.
45. C.K. B arrett, “The End of Acts”, in: Lichtenberger, H. (ed.), Geschichte - Tradition -
Reflexion. Bd. 3: Frühes Christentum, Tübingen 1996, 546, designa la escena como una “triump
hal procession”.
46. Sobre la estructura narrativa de estos versículos cf. H.J. H auser , Strukturen der
Abschlusserzählung der Apostelgeschichte (Apg 28,16-31) (AnBib 86), Roma 1979; J. Z mijewski,
A pg 880-882, ve en la narración de las tractativas entre Pablo y los judíos (17a.17b.19.20a.21.
22a.23a) elementos de la tradición.
47. G. Lüdemann, Das frühe Christentum nach den Traditionen der Apostelgeschichte. Ein
Kommentar, Göttingen 1987, 273s., considera Hech 28,17-28 como “in toto lukanisch”, tanto a ni
vel de contenido como lingüístico. Cf. J. Murphy- 0 ’Connor, Paul. A Critical Life, Oxford 1996,354.
48. La custodia custodia militaris se componía de al menos dos soldados romanos. Sobre la
prisión de Pablo en Roma véase el amplio estudio de B. R apske, Book 227-242, quien parte sin
embargo de la historicidad de los acontecimientos narrados en Hechos. Según este autor, Pablo
fue custodiado por “a regular soldier and a solitary one” (p. 181); cf. M.-E. R osenblatt, Paul the
Accused: His Portrait in the Acts o f the Apostles (Zacchaeus Studies: NT), Collegeville,
Minnesota 1995, cap. 4. Sobre las distintas formas de custodia cf. EH. H itzig, “Custodia”, in:
PRE IV 2 (1901) 1896-1899; B. R apske, Book 243-281.369-392; cf. R J. Cassidy, Paul in Chains.
Roman Imprisionment and the letters o f St. Paul, New York, Crossroad 2001.
49. No es claro quiénes eran estos dirigentes judíos. Según H.W. Tajra, The Trial o f Paul
(W U N T II35), Tübingen 1989,184, serían “Presbyters, Archontes, Scribes and other leading men
of the synagogues...”.
LA MUERTE DE PEDRO Y PABLO EN ROMA 457
con el estado romano. H.W. Tajra55 resume con estas palabras el objetivo polí
tico y apologético de la obra lucana:
“Luke... stressed to his readers that Rome did not view nascent Christianity as
an illicit or subversive movement, intrinsically hostile to the state and its ruler
and actively bent on subverting or overthrowing the Principate. He constantly
represents the Christians as loyal and apolitical subjects of the Emperor and
their communities as politically unthreatening (apologia pro ecclesia). Luke...
directs his reader’s attention to the Roman authorities’ benevolence towards the
Church and to the political stability and peace which the Principate provided
and which allowed the Christian mission to progress with such rapid strides
(apologia pro imperio)”.
Sobre el final de la vida de Pablo solo se puede especular. El texto de
Hechos de los Apóstoles permanece abierto56 y, por tanto, no se puede afir
mar con rotundidad que Pablo fuera condenado a muerte inmediatamente
después de su presidio57. Por ello, se han presentado diversas hipótesis58.
Según algunas tradiciones cristianas (1 Clem 5,5-7; ITim 6,13; MPol 1,1;
19.21s.59) se presupone que Pablo murió en Roma. 1 Clem 5,4-7 (95-97 d.C)
escribe:
Gruyter, Berlin 2001, 304s., considera el final abierto de Hechos como el planteamiento de una
disyuntiva a las autoridades romanas del tiempo de Lucas de convertirse en instrumento de Dios
para la salvación o, por el contrario, en enemigos de Dios, como había sucedido al Sanedrín de
Jerusalén o a Herodes Agripa I.
55. H.W. Tajra , The Martyrdom ofSt. Paul. Historical and Judicial Context, Traditions and
Legends (WUNT II 67), Tübingen 1994, 38. Varias leyendas sobre el martirio del apóstol pre
sentan el juicio ante Nerón y la muerte de Pablo, cf. Μαρτύρων του άγίου’ Αποστόλου Παύλου ο
Passio Pauli Fragmentum.
56. El final abierto de Hechos es considerado por algunos exégetas como una figura retóri
ca, típica en la literatura greco-romana. D. M arguerat, “Énigme” 1-21, denomina esta figura
como “la suspension narrative” (p. 1). J. D upont, “Conclusion” 457-511, esp. 483-511, ofrece un
estudio clásico sobre el final de Hechos.
57. A.N. Sherwin-White, Society 119, C.K. Barrett, “End” 546, y J. MuRPHY-O’CoNNOr,
Paul 355, consideran la posibilidad de que Pablo fuera puesto en libertad gracias a la dementia impe
rial.
58. Véase R. P esch, A pg Bd. 2,311s. C.K. B arrett, “End” 548, considera posible la libera
ción del apóstol. De los pasajes 2 Tim 4,16 y 1 Clem 5,5 concluye este autor (p. 550), que Pablo
fue abandonado por los cristianos romanos: “Luke did not see fit to tell the story of it. Paul’s rela
tion with the Roman church may have been stormy and in the end non-existent”. Cf. también J.
M urphy-O’C onnor, Paul 360s.369s.
59 . Cf. Ignacio, Eph 12; P olicarpo, Phil 9. Otros testimonios de los Padres en H.W.
Tajra, The Martyrdom 172-194.
60. Según A. L indemann , Paulus 76, los conceptos ζήλος και ερις fueron “vom Vf aus der
aktuellen Absicht heraus gewählt worden”. J. R oloff, A pg 372, entiende estas intrigas y rivali-
LA MUERTE DE PEDRO Y PABLO EN ROMA 459
Se ha visto en este texto una alusión al martiro de Pablo. Sin embargo, esa
hipótesis es discutible como posteriormente evidenciaremos al tratar el marti
rio de Pedro63. 2 Tim se presenta como una carta desde la prisión de Roma, en
la que se presupone el aislamiento de Pablo y su martirio (2 Tim 1,15; 4,6-8):
“En mi primera defensa, nadie salió a mi favor”. No obstante, no es elaro si se
refiere al proceso en Jerusalén-Cesarea o al primer interrogatorio en Roma64.
Estos son los principales testimonios pertenecientes a finales del siglo I. En los
siguientes decenios no existe un desarrollo constatable de la tradición. Ignacio,
Rom 4,3 parece conocer la tradición del martirio de Pablo, pero no menciona
ningún detalle. Del mismo modo, Policarpo, Phil 9 insinúa la tradición del mar
tirio. Obtenemos nueva información a partir de la segunda mitad del siglo II
con los Hechos de Pablo65, los cuales narran claramente su martirio.
dades como conflictos entre los miembros de las comunidades cristianas. Para L. W ehr, Petrus
300, muchas de las indicaciones de 1 Clem están acomodadas a la finalidad de la argumentación
y no puede “für die historische Rückfrage fruchtbar gemacht werden. So darf man auch nicht
hinter ζήλος (1 Clem 5,4) bzw. ζήλος και έρις (1 Clem 5,2.5) bestimmte historische Ereignisse aus
dem Leben der Apostel suchen”.
61. Se cuestiona si ICIem se refiere al viaje de Pablo a España (Rom 15,24.28; A. Petr. C.
Sim. 1; Canon Muratori). El “extremo Occidente” podría referirse a Roma cf. A. Lindemann,
Paulus 78s. No es seguro, según L. W ehr , Petrus 300, que se pueda concluir de las indicaciones
de ICIem que los dos apóstoles murieron en Roma.
62. A. L indemann , Die Clemensbriefe 39: No se puede afirmar con seguridad si esos “gober
nantes” se refieren a las autoridades ciudadanas, las cuales conocemos de la presentación lucana
de Hechos, o si el autor de 1 Clem entiende con ello el tribunal imperial. “Das Bild ist ja stilisiert,
wenn auch nicht ohne Anhalt an der überlieferten Biographie des Paulus. Danach (ούτως) schied
Paulus aus der Welt; von einem gewaltsamen Tod ist nichts gesagt (s. aber 5,2; es ist von daher
fraglich, ob der Vf wirklich aus politischen Gründen auf das Martyrium nicht eingeht”. (39)
63. Muy crítico se muestra A. Lindemann , Paulus 79: “Hinter 1 Clem 5,5-7 steht keinerlei
authentische Detailkenntnis der Biographie des Paulus... Kenntnis der paulinischen Briefe ist an
dieser Stelle ebensowenig sichtbar wie Kenntnis der (Traditionen der) Apg”.
64. R. Pesch, Apg Bd. 2,313.
65. La primera mención sobre los Hechos de Pablo se encuentra en Tertuliano (200 d.C.)
quien los considera como una falsificación (de bapt 17). Por el contrario, Hipólito, Dan III 29,4 y
Orígenes, princ 1 2,3; comm in Joh XX 12 conocen y utilizan dicha obra.
66. Véase la crítica en Harry W. Tajra , The Martyrdom 101.
460 D. ALVAREZ CINEIRA
La tradición de que los dos apóstoles, Pedro y Pablo, sufrieron prisión (en
el Foro Romano, Mamertinum66) y murieron en Roma como mártires se ha
puesto desde hace tiempo en duda y ha sido muy discutida. L. Wehr resume
los resultados de la historia de la investigación sobre este tema de la siguien
te forma: “Heute dürfte die Frage insofern geklärt sein, als sich zwar nicht
zwingend nachweisen läßt, daß beide in Rom starben, daß aber die Wahrs
cheinlichkeit dafür spricht”67.
Hay autores que se apoyan en un pasaje de Eusebio para afirmar que
Pablo estuvo encarcelado dos veces en Roma68: La primera se refiere a la
apelación “appello ad Caesarem” y habría concluido con que los cargos pre
sentados contra Pablo no fueron defendidos por ningún demandante del
sanedrín, dado que éstos no comparecieron ante el tribunal69 (cf. Hech 28,21);
después de su puesta en libertad, Pablo continuaría misionando en occidente
(España). La segunda encarcelación en Roma se debería a la acusación cri
men laesae maiestatis. Contra la historicidad de esta indicación se aduce que
Eusebio habría sacado la conclusión erróneamente de Hech, Filip 2,24 y de 1
Clem.
El canon de Muratori 35-39 (250 d.C) menciona el viaje de Pablo a
España (usque ad ultimum terrae), pero no su muerte. Eusebio, HE II 22,1-8;
25,5s.; III 1,3 narra el final de la vida de Pablo, pero no dispone de más infor
mación que nosotros. Esto indicaría que el silencio de las fuentes no se debe
a una casualidad de la tradición, sino que corresponde a la situación real de
las fuentes: o no existía ninguna información sobre el final de Pablo o los tra-
dentes cristianos tenían sus motivos para no transmitir dicha información.
Oscar Cullman formuló una hipótesis donde propone identificar a los
acusadores de Pablo como miembros de la comunidad cristiana romana70.
Este autor subraya el silencio sobre la muerte de los apóstoles, Pedro y Pablo,
tanto en Lucas (Hech 28) y en Clemente de Roma (EpCor 5), interrogándo
se por los motivos de dicho silencio. Tras examinar las evidencias lingüísticas
del uso de los términos “envidia” y “discordia” (ζήλος, ερις, φθόνος) en lClem
71. Crítica en H.W. Tajra , Martyrdom 81-84; Otto K arrer , Peter and the Church. A n
Examination o f Cullmann’s Thesis (QD 8), 3. Aufl., Herder and Herder - Burns & Aother Limi
ted, New York - London 1970.
72. Para la literatura cristiana apócrifa posterior (Pseudo-Marcellus, Acta Petri et Pauli [la
cual no relaciona a los apóstoles en Roma], Passio Apostolorum Petri et Pauli, Historiae Apos-
tolicae de Pseudo-Abdías) véase H.W. Tajra , Martyrdom 143-165.
462 D. ÁLVAREZ CINEIRA
73. D. Á lvarez Cineira , “Pablo, ¿un ciudadano romano?”, en: EstAg 33 (1998) 455-486.
LA MUERTE DE PEDRO Y PABLO EN ROMA 463
74. C.P. T hiede , Geheimakte 230s, subraya la fiabilidad de dicha información, afirmando
que Pedro misionó antes que Pablo tanto en Corinto como en Roma, afirmando incluso: “Rom
war das Gebiet des Petrus, nicht das des Paulus”.
464 D. ÁLVAREZ CINEIRA
75. War Petrus in Rom?, Gotha 1936; War Petrus wirklich römischer Märtyrer?, Leipzig 1937;
Die römische Petrustradition in kritischer Sicht, J.C.B. Mohr & Paul Siebeck, Tübingen 1954, 56:
“Daß tatsächlich von den Aposteln nur Paulus in Rom gewesen sein sollte, wäre für die Römer
auf die Dauer ein schwer erträglicher Gedanke gewesen, denn Paulus gehörte eben doch nicht
zu den nächsten Jüngern Jesu. Um so weniger vermochte man in Rom auf Petrus zu verzichten,
als dessen Ansehen ständig wuchs und er in der Phantasie der Christen zum Weltapostel empors
tieg, zum mystischen Hauptrepräsentanten des Apostolats”.
76. Cf. O. Cullmann , Petrus 104s.
77. J.M. M ichaels, 1 Peter (Word Biblical Commentary 49), Waco, Texas 1988, lv-lxvii.
78. Daniel Wm. O ’Connor , Peter in Rome. The Literary, Liturgical and Archeological Evi
dence, Columbia University Press, New York - London 1969, 50.
LA MUERTE DE PEDRO Y PABLO EN ROMA 465
nías del Vaticano. Pero veamos los textos más significativos relacionados con
su muerte.
El NT contiene algunas alusiones de la dirección que pudieron tomar los
acontecimientos finales de la vida de Pedro. Jn 21,18-19 viene interpretado
frecuentemente como una clara alusión a la muerte cruenta de Pedro, por lo
que el EvJn testimonia que su último redactor conocía la tradición del marti
rio de Pedro (a finales del siglo I o principios del II). El “extender las manos”
indica presumiblemente la muerte en cruz. En la literatura apócrifa de fina
les del II se desarrolló la idea de que Pedro había sido crucificado boca abajo
por propio deseo. Ello corresponde al carácter edificante de dicha literatu
ra™.
La literatura petrina también contiene alguna referencia a su muerte
(IPet 5,1.13). La “elegida” es la comunidad y el término “Babilonia” ha sido
interpretado comúnmente como un nombre simbólico para Roma80. La ima
gen de Pedro como pastor (IPet 5,1) indica cómo fue recordado Pedro en las
últimas décadas del siglo I, lo cual hace referencia a Jn 21,1681. Por lo que
IPet sugiere que las dos imágenes, de Pedro como “presbítero/pastor” y la
tradición de su martirio fueron asociadas con la cristiandad romana a finales
del siglo I.
Una ampliación de esa tradición aparece en 1 Clem 5,4: “Pedro, que tan
tos sufrimientos -no uno ni dos- tuvo que padecer por causa de una injusta
envidia, y que, tras haber dado testimonio, marchó a la morada de gloria que
le era debida. Y Pablo...”.
Este pasaje ha sido considerado por muchos autores como el testimonio
más antiguo y fiable del martirio de los dos apóstoles en Roma82. El martirio
de los dos apóstoles aparece así como el punto de partida y el modelo del tes-
79. Eusebio, H E III 1,2. La razón aducida en ActPetr 38 para dicha forma de crucifixión es
una especulación gnóstica.
80. Cf. Ap 17,5; ApBarsyr 11,1; 67,4; 4 Esr 3,1.28.31; también Billerbeck III 816. Ora Sib
5,158-160: “Llegará desde el cielo una estrella grande hasta el mar divino e incendiará el ponto
profundo, la propia Babilonia y la tierra de Italia, por la que perecieron numerosos santos y fie
les hebreos y el pueblo verdadero” (texto traducido por E.S uárez de la T orre , Oráculos sibi
linos, en: Alejandro D iez M acho, Apócrifos del Antiguo Testamento Vol. 3, Cristiandad, Madrid
1982,326). Este oráculo de la estrella destructora, formulado de manera bastante confusa, no ha
encontrado una interpretación satisfactoria hasta el momento.
81. El elemento de guardar el rebaño (Jn 21,15-17) plantea diversas cuestiones: ¿Este man
dato se refería únicamente a las actividades de Pedro en el primitiva comunidad de Jerusalén, tal
y como lo encontramos en Hech? O ¿Pedro se convirtió en “pastor” de otras iglesias, después
que fue obligado a abandonar Jerusalén?
82. Otto B. K noch , “Im Namen des Petrus und Paulus: Der Brief des Clemens Romanus
und die Eigenart des römischen Christentums”, en: ANRW II 27.1 (1993) 3-54, 40.
466 D. ÁLVAREZ CINEIRA
84. X G nilka, Petrus 117; Horacio E. L ona , Der erste Clemensbrief (KAV 2), Vandehoeck
& Ruprecht, Göttingen 1998,160; otras opiniones en pag. 160, nota 5.
85. 4,2-3: “After it has come to its consummation, Beliar, the great prince, the king of this
world who has ruled it since it came into being, shall descend; he will come down from his fir
mament in the form of a man, a lawless king, a slayer of his mother, who himself (even) this king
will persecute the plant which the Twelve Apostles of the Beloved have planted; and one of the
twelve will be delivered into his hand”. Traducción C. D etlef - G. M üller , “The Ascension of
Isaiah”, en Wilhelm Schneemelcher, New Testament Apocrypha, Vol II, James Clarke & Co,
Cambridge 1992, 609.
86. C. Clemen, “Die Himmelfahrt des Jesaja”, en: ZWTh 24 (1896) 388-415 considera este
pasaje como el testimonio más antiguo sobre el martirio de Pedro.
87. E. P eterson, “Das Martyrium des hl. Petrus nach der Petrus-Apokalypse”, en: Frühkir
che, Judentum und Gnosis, Rom u.a. 1959, 88-91.
LA MUERTE DE PEDRO Y PABLO EN ROMA 467
mi Hijo, quien está sin pecado, para que su trabajo... de destrucción sea san
tificado. Así comenzará su destrucción, tú sin embargo, te harás digno de la
promesa...”88. El martirio en Roma está veladamente expresado. La ciudad de
la prostitución (o del Oeste) se refiere a Roma, y el cáliz hace referencia a la
muerte violenta (cf. Me 10,39). Esta tradición resalta la figura de Pedro. Es la
más antigua frente al paralelismo de Pedro y Pablo. Gnilka89 la considera
como una tradición independiente que pudo haber surgido en los años 90.
Las razones del martirio de Pedro son confusas. Pudiera haber sido por
la conexión con el gran fuego de Roma, o por negarse a ofrecer sacrificios
rituales al emperador como símbolo de lealtad. Gnilka, tomando 1 Clem 6,ls
y Tácito, Anuales 15,38-44, llega a concluir que hubo dos persecuciones en
Roma en tiempos de Nerón. En la primera sufrieron persecución algunos
miembros cristianos y en la segunda, después del incendio de Roma (19 de
julio de 64), fueron objeto de martirio una gran multitud (multitudo ingens),
culpada no tanto por el incendio, cuanto por el odio contra el género huma
no (odio humani generis)90. Pedro habría padecido el martirio en el año 64,
aunque sin determinar si en la primera o segunda persecución, y como lugar
de ejecución sería el circo de Gayo y Nerón, en el ager Vaticanus91.
Pronto surgieron diversas leyendas en torno a la muerte de Pedro. En
cuanto al modo del martirio se dice que Pedro fue crucificado con la cabeza
hacia abajo (HechPe 35-40; cf. Eusebio HE 3,1). Probablemente se trata de
una invención de nuestro autor, si bien por lo que se refiere a la crucifixión
podría derivarse esa afirmación de Gal 2,19; Heb 6,6. En autores posteriores
aparece el mártir como otro Cristo que padece el martirio (Orígenes,
c.Celsum II 44; Tertuliano, De pudicitia 22). El detalle de la crucifixión de
Pedro puede tener su origen en Jn 21,18-19. Podría ser una alusión velada a
la crucifixión de San Pedro, pero no se puede demostrar con certeza. Otra
leyenda, tomada de los Stromata de Clemente, narra un encuentro entre
Pedro y su mujer, quien va a ser martirizada antes que él (HE 3,30). Una de
las más populares viene descrita en los Hechos de Pedro, con la escena quo
vadis, Domine? (HechPe 35), la cual podría depender de 2 Pe 1,14.
92. Miguel R odríguez , Tres apócrifos no gnósticos sobre Pedro (el apocalipsis de Pedro, el
evangelio de Pedro y los hechos de Pedro), en: R. Aguirre Monasterio (ed.), Pedro 141-184,181.
93. Richard J. B auckham , “The Martyrdom of Peter in Early Christian Literature”, en:
ANRW II 26.1 (1992) 539-595, aquí 588-589.
LA MUERTE DE PEDRO Y PABLO EN ROMA 469
94. H.G. T hüm m el , Die Memorien für Petrus und Paulus in Rom. Die archäologischen
Denkmäler und die literarische Tradition (Arbeiten zur Kirchengeschichte 76), de Gruyter, Berlin
1999, 97: “Vielmehr stimmen das literarische Zeugnis und das Ergebnis der Ausgrabungen darin
überein, daß vor der 2. Hälfte des 2. Jahrhunderts nichts nachweisbar ist, was auf ein Petrus
gedenke hinweisen könnte. Daß auch die Todestage der Apostel nicht überliefert sind, spricht
ebenfalls gegen eine Kulttradition”.
470 D. ÁLVAREZ CINEIRA
ñas por haber sido llamadas unas antes que otras, como tampoco se puede
hacer distinción entre los judíos, que primeramente escucharon la palabra de
Dios, y los gentiles. Pablo no criticaría a Pedro en la polémica de los partidos
en Corinto (1 Cor 1,12). Por tanto, Lohse95 concluye: no hay indicaciones de
parte de Pablo para afirmar una ruptura de relaciones entre los dos após
toles. Las cartas paulinas muestran que el prestigio y la autoridad de Pedro ya
había sido reconocida por los cristianos más allá de las áreas de Siria-
Palestina, en las que éste había trabajado. No sabemos lo que los gálatas o los
corintios sabían sobre Pedro. Pero la retórica paulina deja entrever que Pablo
no podía afirmar su propia autoridad como apóstol, ni siquiera en las iglesias
que él había fundado, sin tener en cuenta su relación con otros apóstoles, y
especialmente con Pedro. El empleo de la figura de Pedro, como figura auto-
ritativa en una argumentación para validar la misión paulina, indica su impor
tancia dentro de las comunidades cristianas de la diáspora.
Algún autor cree que Pedro perdió ineludiblemente su relevancia en
comunidades paulinas, no a causa del conflicto de Antioquía, sino mucho más
tarde, y eso a pesar de las coincidencias importantes en temas teológicos fun
damentales. Este fenómeno se puede explicar tal vez históricamente. En lugar
de considerar una pérdida unilateral de la importancia de Pedro, se debería
hablar de una división de círculos autoritarios eclesiales en la segunda mitad
del siglo I. Pablo se convertirá en el apóstol por excelencia de sus comunida
des. Al mismo tiempo, éste pierde importancia en Oriente, especialmente en
Siria. Allí se incrementará la autoridad de Pedro. Aparece así el significado
de su nombre como piedra de la iglesia (Mt 16,18s)96.
El hecho de que una carta petrina (1 Pet) esté dirigida a un área (Asia
Menor), en la que tanto las tradiciones paulinas como joánicas eran impor
tantes, sugiere que la importancia de Pedro para la gran iglesia fue reconoci
da tempranamente. Por tanto, 1 Pet debe ser considerada como un testimonio
95. “St. Peter’s Apostleship in the Judgment of St. Paul, the Apostle to the Gentiles: An
Exegetical Contribution to an Ecumenical Debate”, en: Gegrorianum 72 (1991) 419-435.
96. Martin K a r r e r , “Petrus im paulinischen Gemeindekreis”, en: ZNW 80 (1989) 210- 231
97. Terence V. S m ith , Petrine Controversies in Early Christianity. Attitudes towards Peter in
Christian Writings o f the First Two Centuries (WUNT II 15), J.C.B. Mohr, Tübingen 1985, 154:
“The fact that the letter was sent to areas associated with the missionary efforts of Paul may indi
cate the existence of a rival, Petrine mission in the same area. In this way, 1 Pet is recognized as
“Petrine” in the sense that it stems from a group, perhaps based in Rome, concerned to venera
te Peter’s memory and disseminate traditions associated with him”.
98. T.V. S mith , Controversies 101: “Hence, whether the adoption of Peter as the chief apos
tolic authoriy was provoked by the opponents’ denigration of him or by their own attempts to
claim him as a Gnostic authority, 2 Peter would indicate that the second century witnessed con
troversies between rival Christian groups, and that part of such disputes was concerned with the
standing of the Peter-figure”.
LA MUERTE DE PEDRO Y PABLO EN ROMA 471
100. Cf. Rec III, 65; X 54; Hom I I 17. Cfr. Fernando C u e n c a , “Pedro en la tradición judeo
cristiana”, en: R. A g u irr e M onasterio (ed.), Pedro 223- 233.
101. Santiago G uijarro, “Trayectoria” 25.
102. S. G uijarro , “Trayectoria” 26. Ignacio de Antioquía asociaba también a los dos após
toles Pedro y Pablo, inseparablemente unidos, a los destinos de la iglesia: “No os doy órdenes
como lo hacían Pedro y Pablo: ellos eran apóstoles, mientras que yo soy un condenado; ellos eran
libres, mientras que yo hasta el presente, soy un esclavo” (Ign Rom 4,2-3).
LA MUERTE DE PEDRO Y PABLO EN ROMA 473
tianos en Siria por la misma época. Ignacio menciona a Pedro y Pablo unidos,
porque estaban en una relación especial con la comunidad de Roma. Final
mente, la alusión a Pablo y a sus cartas en 2Pet 3,15-16 es un dato más de la
relación que se estableció entre la tradición paulina y la petrina.
Ireneo103 pone en relación directa la fundación de la comunidad romana
con Pedro y Pablo. Su martirio sin embargo no se menciona. Ireneo tenía que
saber que la comunidad de Roma ya existía antes de la llegada de Pedro y
Pablo. ¿Cómo pudo escribir eso a Roma? Seguramente defendía la teoría de
que sólo con la aparición de los apóstoles en Roma adquirió la comunidad
una verdadera entidad. El presupuesto de que Pedro y Pablo habían muerto
en la persecución de Nerón ayudó sin lugar a dudas a relacionar a los dos
apóstoles en la tradición. Tertuliano, en la misma época que Ireneo, pero en
Cartago, habla de la iglesia de Roma como la iglesia afortunada en la que los
apóstoles derramaron, junto con su sangre, toda su doctrina (cfr. De praes
criptione 3 6 ,1-3)104. El obispo Firmiliano de Cesárea (hacia el año 255) escri
be a Cipriano y sigue haciendo referencia a esta relación de ambos apóstoles
con la iglesia de Roma.
Se ha constatado105 que únicamente las fuentes griegas hablan de Pedro
y Pablo siempre relacionados con la comunidad de Roma. Ejercen conjunta
mente su autoridad en la comunidad en Roma. En un documento interesan
te, la lista de los obispos romanos de Epifanio de Salamina (320-403), se deja
traslucir la idea de que Pedro y Pablo dirigieron la iglesia de Roma, nombra
ron obispos sucesores a Lino, Cleto y Clemente y sufrieron el martirio en el
mismo año. Epifanio sigue la tradición de las fuentes griegas,, según la cual
103. “Pero, como sería muy prolijo enumerar las sucesiones que se han producido en todas
las iglesias, hablaremos de la mayor de ellas, la más conocida y la más antigua de todas, fundada
y constituida en Roma por los dos gloriosísimos apóstoles Pedro y Pablo... Habiendo así funda
do y edificado la Iglesia, los bienaventurados apóstoles transmitieron su administración episco
pal a Lino, al que Pablo menciona en sus epístolas a Timoteo. A éste le sucedió Anacleto, tras el
cual el episcopado recayó en Clemente, el tercero después de los apóstoles, que conoció a los pro
pios apóstoles y habló con ellos...En tiempos de este Clemente, y con ocasión de una muy viva
discusión entre los hermanos de que estaban en Corinto, fueron escritas importantes cartas por
la iglesia de Roma...” (Adv. Haer III, 3,1-2).
104. Tertuliano habla también del apóstol Juan.
105. F.R. G ahbauer , “Petrus und Paulus in Rom. Sprachlich und ekklesiologisch bedingte
Tedenzen zugunsten des Petrus oder Paulus in den Texten (2.-4. Jh.)?”, en: Pietro e Paolo. Il loro
rapporto con Roma nelle testimonianze antiche. X X IX Incontro di studiosi dell’antichità cristiana,
Roma, 4-6 maggio 2000, (Studia Ephem. August. 74), Institutum Patristicum Augustinianum,
Roma 2001, 161: “Petrus und Paulus werden also wie vorher schon in der griechischen so auch
in der lateinischen Version zusammen gesehen und somit eine Tendez aus dem griechischen
Osten übernommen. Die Petrustendenz ist in der lateinischen Version stärker als in der grie
chischen”.
474 D. ÁLVAREZ CINEIRA
106. U.M. Fasola , Pietro e Paolo a Roma: orme sulla roccia, Roma 1980, 57; H.W. Tajra ,
Martyrdom 101-102
LA MUERTE DE PEDRO Y PABLO EN ROMA 475
7. Conclusión
107. Gonzalo Aranda, El apóstol Pedro en la literatura gnóstica, en: R. A guirre M onas
terio(ed.), Pedro 205.
108. J. G nilka, Petrus 106.
476 D. ÁLVAREZ CINEIRA
109. F.R. G ahbauer , “Petrus” 163, concluye, “dass vorwiegend lateinische Quellen und nur
ein bis zwei griechische einzig über Petrus und seine Stellung in Rom berichten, ohne den Paulus
zu erwähnen. Jedoch nicht nur vorwiegend lateinische und nur wenige griechische Quellen des
zweiten bis vierten Jahrhunderts wissen von der Bedeutung der Apostel Petrus und Paulus in
Rom, auch für orientalische Zeugnisse trifft dies zu”.
LA MUERTE DE PEDRO Y PABLO EN ROMA 477
D a v id Á l v a r e z C i n e i r a
Estudio Teológico Agustiniano
Valladolid
110. Peter B row n , The Cult of the Saints: Its Rise and Function in Latin Christianity,
Chicago, University Press 1981, 96s.
Est Ag 39 (2004) 479-499
1. “ ‘Augustin mérite d'être nommé le docteur de l'Eglise aussi bien que le docteur de la
grâce’. Ainsi s'exprime M. Specht, Die einheit der Kirche, 1881, p. 4 ...”. Portalié, Eugene. “Au
gustin (Saint)”. En: Dictionnaire de Théologie Catholique. Dir. por A. Vacant y E. M an -
genot. Tomo I.II. Paris; Librairie Letouzey et Ané 1923, col. 2408.
2. Cfr. Stanislaus G rabowski. La Iglesia. Introducción a la teología de San Agustín. Madrid;
RIALP 1965; Teodoro C. M adrid . La Iglesia Católica según San Agustín. Madrid; Editorial Re-
480 G. SÁNCHEZ ROJAS
• Los fundamentos
vista Agustiniana 1994; Rafael Palmero R amos. Ecclesia Mater en San Agustín. Teología de la
imagen en los escritos antidonatistas. Madrid; Cristiandad 1970; Joseph R atzinger. Popolo e
Casa di Dio in Sant'Agostino. Milano; Jaca Book 1978; S. F olgado F lórez . “Sentido eclesial
católico de la Civitas Dei. Puntos de eclesiología agustiniana”. En: Augustinianum, vol. XIV
(Roma 1974), pp. 91-146; Pierre B attifol. “L'ecclésiologie de Saint Augustin”. En: Revue
Biblique, vol. XIII (París 1915), pp. 5-34 y 281-357, entre otros muchos. Aún sin tratar exclusiva
mente de la eclesiología de Agustín, hay una interesante referencia en Henri de Lubac.
Meditación sobre la Iglesia. Madrid; Encuentro 1980, p. 150, cuyo contenido nos ha ayudado
mucho en la presente reflexión.
3. Cfr. nuestro trabajo Jesucristo Reconciliador. La reconciliación por Jesucristo en ‘La
Ciudad de Dios’ de San Agustín. Lima; Vida y Espiritualidad-FTPCL 1996, en donde se profun
diza en la dimensión cristológica de la reconciliación, que ha desarrollado Agustín, especialmen
te en La Ciudad de Dios. También los artículos: “El Espíritu Santo reconciliador en la teología
de San Agustín de Hipona”. En: Revista Teológica Límense, vol. XXXII (Lima 1998), pp. 57-72;
“Dios Padre, origen y meta de la reconciliación en San Agustín. Una reflexión a partir de los
Tratados sobre el Evangelio de San Juan”. En: Revista Teológica Límense, vol. XXXIII (Lima
1999), pp. 97-112; “Paz y reconciliación en San Agustín”. En: Revista Teológica Límense, vol.
XXXIV (Lima 2000), pp. 585-604.
4. Cfr. S.S. Juan Pablo II. Exhortación Apostólica postsinodal Reconciliado et poenitentia
(1984), n. 25, que se refiere al diálogo como medio de reconciliación. Pero en un número ante
rior (n. 11) el Papa ha denominado a la Iglesia “sacramento, o sea, signo e instrumento de recon
ciliación”.
5. Ver Catecismo de la Iglesia Católica (1992), n. 845.
ECCLESIA, MUNDUS RECONCILIATUS. ALGUNAS CONSIDERACIONES 481
6. Tenemos: Quaestiones Evangeliorum, II, 33; PL 35,1345; cinco referencias en los Tratados
sobre el Evangelio de Juan: tr. 41, 5: PL 35,1695; tr. 52,10; PL 35,1773; tr. 87, 2; PL 35,1853; tr.
110, 2 ss; PL 35,1920 y 1922; once referencias en las Enarraciones sobre los Salmos: In ps. 9,15;
PL 36,119; In ps. 34, II, 5; PL 36, 337; In ps. 59, 8; PL 36, 718; In ps. 67, 23; PL 36, 828; In ps. 67,
40; PL 36, 837; In ps. 68,1,2; PL 36, 847; In ps. 7 0 ,1,12; PL 36, 882; In ps. 71, 6; PL 36, 904; In ps.
75,1; PL 36, 956; In ps. 95,14; PL 37,1235; In ps. 118, s. 4, 8; PL 37 1511; sermón 81, 3; PL 38,
500-501; sermón 96, nn. 6 y 8 (dos referencias diversas); PL 38, 588; sermón 121, 1; PL 38, 678;
sermón 152,10; PL 38, 824; sermón 162 B ; PL 39,1709; sermón 219; PL 38,1087 ss; sermón 325,
1; PL 38, 1447-1448; Resumen del Debate con los Donatistas IX, 15; PL 43, 632; Mensaje a los
Donatistas después de la conferencia, 6, 9; PL 43, 657 y 658-659; Consecuencias y perdón de los
pecados y el bautismo de los párvulos, 1,27,44; PL 44,134; Sobre la Corrección y la gracia, 15,46;
PL 44, 944; Réplica a Juliano, VI, 5; PL 44, 823; VI, 9; PL 44, 826.
7. Así, recrimina a Juliano de Eclana diciéndole: “A no ser que lleves tu audacia hasta el
extremo y digas que los niños no son elegidos del mundo cuando son lavados por el bautismo de
quien está escrito: ‘Dios estaba en Cristo reconciliando al mundo consigo’ (2 Cor 5,19). Si negáis
que los niños tengan parte en esta reconciliación, les negáis que sean del mundo; no sé cómo
tenéis cara para vivir en el mundo ...”. Contra Juliano, VI, 5; PL 44, 823-824. En otra obra contra
el mismo heresiarca precisa esta misma idea: “Y todo el que dice que los niños están libres de
pecado, en el cual fueron hechas las enemistades, les niega que pertenezcan a esta reconciliación
por la cual Cristo es el mediador; en consecuencia, les excluye de la justificación que tiene lugar
por la sangre de Cristo ...”. Obra inacabada contra Juliano, II, 172; PL 45,1215.
8. Cfr. Enarración sobre el salmo 6 8 ,1, 8; PL 36, 847: “desfallecieron mis ojos esperando en
mi Dios. No permita Dios que se tome esto de la persona de la Cabeza. No desfallecieron los ojos
esperando en su Dios, en aquel en quien estaba reconciliando el mundo consigo y en Aquel que
siendo Verbo se hizo carne (...) sino que desfallecieron los ojos de su cuerpo, es decir, de sus
miembros”.
9. “Dirigía mi oración a mi interior (cf. Sal 34,13). Lo que por ahora se me ocurre (...) es
que se dijo: dirigía mi oración a mi interior o seno, pues en su seno traía al Padre. Pues Dios esta
ba en Cristo reconciliando al mundo consigo ...”. Enarración sobre el salmo 34, s. 2, n. 5; PL 36,
337.
482 G. SANCHEZ ROJAS
10. “Puede entenderse muy bien reciban los montes la paz para el pueblo de tal suerte que
entendamos por paz la reconciliación por la que nos reconciliamos con Dios (...) Aquí tenéis
cómo los montes reciben la paz para el pueblo. Como que Dios estaba en Cristo reconciliando al
mundo consigo; no imputándoles sus delitos sino poniendo en nosotros la palabra de la reconci
liación....”. Enarración sobre el salmo 71, 6; PL 36,904. ¿Quiénes son estos montes y collados? El
mismo Agustín lo precisa un poco más adelante: “Debe entenderse por montes y collados los
predicadores de la paz evangélica, tanto los anteriores como los posteriores”. A llí mismo.
11 Al decir que San Juan muestra una visión más mística no se quiere decir que le sea ajena
una perspectiva soteriológica. De igual modo, hablar de dimensión soteriológica en Pablo no
niega ni excluye la misma perspectiva en San Juan. Se trata, como es obvio, de acentos. Pero son
estos acentos los que dibujan la fisonomía particular de cada autor.
12. Cfr. Confesiones, VII, 9,13-14; PL 32, 740-741.
13. Cfr. el famoso episodio del Huerto, que marca el momento culmen de la conversión de
Agustín: Confesiones, VIII, 12, 29: PL 32, 762.
14. “Cette lecture de Paul eut pour Augustin des conséquences considérables: l'apôtre Paul
devint désormais le maître à penser du futur évêque dH ippone, le critère du dernier recours dans
les cas des obscurités ou des scandales de l'Ecriture”. Anne-Marie La Bonnardière. “L'initiation
biblique d'Augustin”. En: Saint Augustin et la Bible. Dir. por Anne-Marie La Bonnardière.Paris;
Beauchesne 1986, p. 42.
ECCLESIA, MUNDUS RECONCILIATUS. ALGUNAS CONSIDERACIONES 483
15. Es común a maniqueos y donatistas una valoración completamente negativa del mundo,
en unos desde un punto de vista “metafísico” -si cabe la expresión- y en otros desde una pers
pectiva sobre todo moral. No puede ser bueno un mundo que tiene como uno de sus elementos
constitutivos lo material, considerado por los maniqueos como un principio malo.
16. Notemos que tanto en los maniqueos como en los donatistas, el rechazo del mundo los
llevaba a una actitud de evasión y de ausencia de compromiso, por lo que ellos mismos se ex
cluían de la vida social, cultural y política.
17. Señala Robert A. Markus que los donatistas heredan la tradición cristiana norteafrica-
na que establece una marcadísima separación entre Iglesia y mundo: “La tradición cristiana afri
cana había concedido desde antiguo gran importancia al ‘estado de separación’ en que la Iglesia
vivía con respecto al mundo, y deseaba trazar una firmísima línea de demarcación en torno a la
Iglesia. D entro de esta línea se hallaba la esfera de la pureza y la santidad, rodeada por un mundo
de pecado y de contaminación. La Iglesia era una sociedad que constituía una alternativa al
‘mundo’; era el refugio de los santos. La santidad se hallaba en su interior. Más allá de sus lindes
se encontraba el mundo, regido por poderes hostiles y demoníacos. No podían coincidir en nada.
El mundo y la Iglesia se excluían mutuamente”. “Donato, donatismo”. En: Diccionario de San
Agustín. San Agustín a través del tiempo. Dir. por Alian D. Fitzgerald O.S.A. Burgos; Monte
Carmelo 2001, p. 444.
484 G. SÁNCHEZ ROJAS
se restauró la vida eclesial, las consecuencias y los rezagos del cisma duraron
hasta entrado el siglo VI18.
Pero en todos los elementos señalados anteriormente resplandece la figu
ra de Jesucristo como un punto clave de intelección del “mundo reconcilia
do”. Es de Cristo y de su obra de quien se habla en 2 Cor 5, 18-20, y sólo
teniendo al Señor Jesús como referencia central es que se puede comprender
lo que San Agustín enseña sobre la Iglesia. Si tomamos en consideración que
la temática del “mundo reconciliado” está ligada a la polémica antidonatista,
y que en esta polémica se discute sobre cuál es la Iglesia verdadera, la res
puesta tiene que ser buscada en relación a Jesucristo. ¿Dónde actúa Cristo
Salvador? ¿Dónde bautiza y otorga su gracia? Para San Agustín, los donatis-
tas, al considerar que sólo los ministros “santos” (= ellos) bautizaban válida
mente, se arrogaban el derecho de bautizar que únicamente pertenece a
Jesucristo. Los que bautizan tienen el ministerio, otorgado por el Señor, pero
el derecho (potestas) pertenece a Cristo. Él dio el ministerio a todos los que
confieren el bautismo, buenos y malos. Pero el derecho a bautizar le es pro
pio. ¿Cómo puede alguien apoderarse de tan salvífica prerrogativa?19.
San Agustín comprendió muy bien que la afirmación donatista de que
sólo los ministros sin pecado pueden bautizar válidamente lleva a la negación
de la acción salvífica de Jesucristo, que obra a través de sus sacramentos20.
Pero los sacramentos, siendo lo que son, signos sensibles que dan la gracia a
toda la humanidad, necesitan de una instancia al mismo tiempo sensible y
‘comprometida’ con toda la humanidad, no sólo con una parte de ella. Lo que
nos remite a la Iglesia universal, o mejor aún, en su nombre propio, Católica.
18. Sobre el donatismo, se puede consultar Pedro Langa O.S.A. “Introducción general” a los
escritos antidonatistas. En: Obras de San Agustín. Vol. XXXIII. Escritos antidonatistas. Madrid;
B.A.C. 1988, pp. 5-155; W.H.C. F r e n d . “Donatismo”. En: Diccionario Patrístico y de la
Antigüedad Cristiana. Dir. por A. Di Berardino. Tomo I. Salamanca; Sígueme 1991, pp. 633-640.
Desde una perspectiva más histórica y biográfica, pero no por ello menos interesante y profun
da, F. V a n D er M e e r . San Agustín, pastor de almas. Vida y obra de un Padre de la Iglesia.
Barcelona; Herder 1963, pp. 123-182.
19. “Juan (el Bautista) aprende en aquel que ya conocía, pero aquello que no sabía, porque
lo que sabía yano lo aprende. ¿Qué sabía? Que era el Señor. ¿Qué ignoraba? Que el Señor no
haría jamás transferencia del poder de bautizar a nadie, sino solamente haría transferencia minis
terial: el derecho, a nadie; el ministerio, sí, a buenos y malos”. San Agustín. Tratados sobre el
Evangelio de San Juan, tr. 5,12; PL 35,1419.
20. “Pretendían (los donatistas) ser los únicos que podían bautizar válidamente: considera
ban que la santidad era una privativa de la Iglesia donatista. De más está decir las consecuencias
eclesiológicas que esta actitud acarreaba. Su fundamento teológico era la negación del papel fun
damental de Cristo en la economía salvífico-sacramental”. F.J. Weismann O.S.A. “Cristo, Verbo
Creador y Redentor en la controversia antidonatista de los Tractatus in Ioannis Evangelium I-
XVI de San Agustín”. En: Stromata, vol. XLII (Buenos Aires 1986), p. 310.
ECCLESIA, MUNDUS RECONCILIATUS. ALGUNAS CONSIDERACIONES 485
21. “Si preguntamos Cur Deus homo? tenemos un Cristo mediador, maestro, redentor,
camino, verdad, vida, etc. Pero ya que Cristo entró en la historia, nació, murió y está sentado a
la diestra del Padre, hay que preguntar Cur Ecclesia? Y entonces tenemos la misma respuesta:
porque Cristo necesita mediaciones y sigue siendo pastor, médico, maestro, redentor, etc. Y no
sólo esto sino que la Iglesia misma necesita mediaciones y entonces hay que seguir preguntando
Cur sacramental Y la respuesta seguirá siendo la misma”. Lope Cilleruelo. "El cristocentrismo
de San Agustín. El período antidonatista". En: Estudio Agustiniano. Vol. XVIII (Valladolid
1983), p. 325.
22. De lejos, son los que más emplean la palabra en todo el Nuevo Testamento. Cfr. H.
S asse . “Koopo^”. En: Grande Lessico del Nuovo Testamento. Fundado por Gerhard Kittel; cont.
por Gerhard Friedrich. Volumen V. Brescia; Paideia 1969, cois. 916-917.
23. Cfr. Hch 17, 24, Rom 1, 20; Ef 1, 4
24. Cfr. Jn 3,16; Jn 1, 9.
25. Cfr. Jn 6,33; Jn 6, 51. En el mismo sentido, Rom 11,15: “Porque si su rechazo ha sido la
reconciliación del mundo ...”; 1 Tim 1,15.
26. Jn 12, 47.
486 G. SÁNCHEZ ROJAS
27. Cfr. Jn 8,12: “Yo soy la luz del mundo. El que me sigue no camina en tinieblas ...”.; Jn
9, 5; Jn 12, 46. En Pablo: 1 Cor 4, 9 (incluye a los ángeles como miembros del mundo); Rom 3, 6
y passim.
28. Jn 12, 31.
29. Jn 15,18.
30. Jn 17,14.
31. Jn 16,33; cfr. Jn 1,29. “En cuanto que en Juan, hablando del k!o|ío^ se dice que no cono
ce ni al Hijo de Dios, ni a Dios, que no cree, que odia , el k!o|io^ viene entendido en cierto senti
do de manera personal, como el gran antagonista del Redentor en la historia de la Salvación”. H.
Sasse, art. cit., col. 948.
32. Cfr. Jn 1, 3; 1 Cor 8, 6 ss, Col 1,15; Hbr 1,1-2.
33. “El mundo sale hasta 77 veces en el cuarto evangelio. Puede significar el universo (raro),
los hombres (frecuente), los que no conocen o son enemigos de Dios y de Cristo (sentido peyo
rativo y moral)”. Juan Leal S.I. “Evangelio de San Juan. Traducción y comentario”. En: La
Sagrada Escritura. Texto y comentario por los Profesores de la Compañía de Jesús. Nuevo
Testamento. Tomo I. Dir. por Rafael Criado S.I. y Juan L eal S.I. Madrid; B.A.C. 1961, p. 811.
Vid. también A ndré F euillet. El prólogo del cuarto evangelio. Madrid; Paulinas 1971, p. 59.
ECCLESIA, MUNDUS RECONCILIATUS. ALGUNAS CONSIDERACIONES 487
“Así es como se dice. Esta casa es buena o esta casa es mala. Ni en la mala cen
suramos los muros ni en la buena los elogiamos. La calificación de buena o mala
afecta a quienes la habitan. En este sentido llevan la calificación de mundo quie
nes por el amor habitan en él. ¿Quiénes son éstos? Los que aman el mundo. Su
corazón fija allí su morada. Quienes no aman el mundo viven sólo en él corpo
ralmente, pero con el corazón viven en el cielo, según estas palabras del apóstol:
Nuestra conversación es en los cielos (Flp 3, 20). Esto es lo que significa que el
mundo fue hecho por él y el mundo no lo conoció (Jn 1,10)”36.
34. S an A gustín . Tratados sobre el Evangelio de San Juan, tr. 2,11; PL 35,1393.
35. “Cada uno es tal cual es su amor. ¿Amas la tierra? Serás tierra. ¿Amas a Dios? ¿Diré
que serás Dios? No me atrevo a decirlo como una cosa mía; oigamos la Escritura: Yo dije: todos
sois dioses e hijos del Altísimo (Sal 81,6)”. Exposición de la Carta de San Juan a los Partos, II, 14;
PL 35,1997.
36. S an A gustín , lug. cit.
37. St 4,4.
488 G. SÁNCHEZ ROJAS
“Lejos de nosotros pensar que el diablo, por el hecho de ser llamado príncipe
del mundo, ejerza su dominio sobre el cielo y sobre la tierra. Por mundo se
entiende los hombres malos diseminados por todo el orbe, del mismo modo que
por los habitantes se dice de una casa que es buena o mala; entonces no repren
demos o alabamos las paredes y techos del edificio, sino las costumbres buenas
o malas de sus moradores. En este sentido, pues, se le llama príncipe de este
mundo, es decir, príncipe de todos los malos que en el mundo habitan. También
se dice el mundo de los buenos, que igualmente están diseminados por toda la
haz de la tierra; del cual dice el Apóstol: Dios estaba en Cristo para reconciliar
al mundo consigo (2 Cor 5, 19). Estos son aquellos de cuyo corazón se lanza
fuera al príncipe de este mundo”38.
38. San A gustín . Tratados sobre el Evangelio de San Juan, tr. 52,10; PL 35,1773.
ECCLESIA, MUNDUS RECONCILIATUS. ALGUNAS CONSIDERACIONES 489
39. San A gustín Resumen del debate con los donatistas, IX, 15; PL 43, 632. Cfr. también
Mensaje a los donatistas después de la conferencia, 6, 9; PL 43, 657-659.
40. “Unipluralidad” es el nombre que da el P. Bertrand de Margerie a esta multisignifica-
ción, y ve en ella una manifestación de la riqueza de la Palabra de Dios escrita. Cfr. Bertrand de
Margerie S.I. Introduzione alia storia dell'esegesi. Vol. 3. Sant'Agostino. Roma; Borla 1986, p. 84
ss. Recordemos que el Concilio Vaticano II, en la Constitución Dogmática sobre la Divina
Revelación, Dei Verbum, n. 12, recuerda como criterio fundamental de interpretación “en el
mismo Espíritu en que la Biblia ha sido escrita”, la unidad de toda la Escritura.
41. Contraste tanto más interesante cuanto que usualmente San Agustín es tildado de pesi
mista. Pero lo que brilla aquí, más que los temperamentos, es la fe. San Agustín es optimista en
su interpretación porque es católico. El pesimismo de los donatistas brota de su sectarismo y de
su heterodoxia.
490 G. SÁNCHEZ ROJAS
Sabiendo, pues que “mundo” se refiere a los hombres, y que estos se dis
tinguen por su amor, podemos reconocer en ambos tipos de hombres, y por
ende en ambos mundos, caracteres y actitudes propias. San Agustín conside
ra que aquellos que aman al mundo detestan a los que, estando en el mundo,
aman a Dios. Este rechazo se expresa en persecución, de allí que se pueda
hablar de un mundo que persigue y de un mundo que es perseguido:
“Está claro que el que persigue recibe el nombre de mundo: probemos que tam
bién lo recibe el que es perseguido. ¿Eres acaso sordo ante la voz de Cristo que
dice, o mejor, de la Escritura que atestigua: Dios estaba reconciliando el mundo
consigo en Cristo (2 Cor 5,19)? Si el mundo os odia, dice, sabed que antes me odió
a mí (Jn 15,18). Ved que el mundo odia. ¿Qué odia sino al mundo? ¿Qué mundo?
Dios estaba reconciliando al mundo consigo en Cristo (2 Cor 5,19). Persigue el
mundo condenado; sufre persecución el mundo reconciliado. El mundo condena
do es cuanto está fuera de la Iglesia; el mundo reconciliado es la Iglesia”42.
El Sermón 96, del que hemos tomado esta referencia, tiene como tema la
renuncia. Cuestiones como el amor, el mundo, el pecado y la gracia, se hallan
allí presentes, y San Agustín los orienta hacia la acción salvífica de Jesucristo,
que es propiamente la reconciliación. ¿Qué supone la reconciliación como
obra de Jesús?
En el Nuevo Testamento, San Pablo es el gran teólogo de la reconcilia
ción. Emplea esta categoría para expresar un aspecto fundamental de la sal
vación, que consiste en la eliminación del pecado que lleva al hombre a vivir
en ruptura con Dios, consigo mismo, con los demás hombres y con la creación
toda. Pero por otra parte, implica también la recuperación de la amistad y de
la cercanía con Dios, así como la recepción del don de la filiación adoptiva.
Así, recuerda el Apóstol que, si cuando éramos enemigos fuimos reconcilia
dos con Dios por la muerte de su Hijo43, cuánto más ahora que estamos jus
tificados. La reconciliación es don del Padre por medio del Hijo44 y tiene en
los ministros de la Iglesia sus instrumentos y sus mensajeros45. Cristo recon
ciliador establece la unidad entre los pueblos que por el pecado y el odio esta-
46. Ef 2,14-16: “Él es nuestra paz: el que de los dos pueblos hizo uno, derribando el muro
que los separaba, la enemistad, anulando en su carne la ley de los Mandamientos con sus pre
ceptos, para crear en sí mismo, de los dos, un solo Hombre Nuevo, haciendo la paz, y reconciliar
con Dios a ambos en un solo Cuerpo, por medio de la Cruz ...”.
47. Col 1, 20-22.
48. Cfr. también Rom 5,11; Rom 11,15; 1 Cor 7,11 ss, aunque en este pasaje se trata sobre
la reconciliación entre marido y mujer. Cfr. F. B üchsel. ''aXkaoca)'. En: Grande Lessico del
Nuovo Testamento. Fundado por Gerhard Kittel. Cont. por Gerhard Friedrich. Vol. I. Brescia;
Paideia 1965, cois. 673-696.
49. “... Hay un medio que nos separa, pero hay un mediador que nos reconcilia: el medio
que nos separa es el pecado, y el mediador que nos reconcilia es el Señor Jesucristo”. Tratados
sobre el Evangelio de San Juan, tr. 41, n. 5; PL 35,1695.
50. “... era necesario un mediador, esto es, reconciliador, que aplacase esta ira con la obla
ción de un sacrificio singular ...”. Compendio de la fe, esperanza y caridad a Lorenzo, 33,10; PL
40, 248-249.
51 Epístola 187,6,20; PL 33,839-840. Nótese el manejo de la “teoría del intercambio” carac
terística de la época patrística, presentada en clave de reconciliación. Vid. también Sermón 51, n.
35; PL 38, 354.
52 “Luego, todos los hombres que creyendo, amaron y amando, imitaron la humildad de
Cristo, ya por revelación antes de tomarla, ya por el Evangelio después de recibirla, fueron sana
dos por esta humildad de la impiedad de la soberbia para ser reconciliados con Dios”. Exposición
de la Carta a los Gálatas, n. 24; PL 35, 2122.
53. “El que es Dios sobre todas las cosas, Hijo igual al Padre, se hizo hombre para que, sien
do hombre-Dios, fuese mediador entre los hombres y Dios, y así reconciliase a los alejados, unie-
492 G. SÁNCHEZ ROJAS
“Resistamos, por tanto, a los gobernantes de las tinieblas con la luz de las vigi
lias. No es ese mundo el que se mantiene en vela en esta solemnidad, sino aquel
del que se dice: Dios estaba reconciliando el mundo consigo en Cristo, no impu
tándoles sus delitos (2 Cor 5,19). Tanto resplandece en todo el orbe de la tierra
la fama de esta vigilia que hasta obliga a estar despiertos en su carne a quienes
no diré que duermen en sus corazones, sino que están sepultados en la impiedad
infernal (...) En esta noche, pues, está en vela todo el mundo, tanto el mundo
enemigo como el mundo reconciliado. Está en vela éste, ya liberado, para ala
bar al médico; está despierto aquél, ya condenado, para blasfemar contra el
juez. Está en vela el primero, enfervorizado y resplandeciente en sus mentes
piadosas; está despierto el segundo, consumiéndose y rechinando sus dientes. A
aquél le impide dormir en esta fiesta la caridad, a éste la maldad; a aquél el vigor
cristiano, a éste la envidia diabólica”56.
se a los separados, llamase a los enemigos y acompañase a los peregrinos. Para esto se hizo hom
bre”. Enarración sobre el salmo 100, n. 3; PL 3 7 ,1285.Sobre el mismo tema, vid. Consecuencias
y perdón de los pecados y el bautismo de los niños, I, 26,39; PL 44,131; Sobre el pecado original,
II, 26, 31; PL 44, 400; Del Génesis a la letra, VIII, 14, 32; PL 34, 385; Sermón 361, n. 16; PL 38,
1608 y numerosas citas.
54. “¿Qué pudiese tan gratamente ser ofrecido y recibido como la carne de nuestro sacer
dote? Cuatro elementos integran todo sacrificio: el que ofrece, a quién se ofrece, qué se ofrece y
por quiénes se ofrece. El único y verdadero mediador nos reconcilia con Dios por medio de este
sacrificio de la paz, permanece uno con aquel a quien ofrece, se hace uno mismo con aquellos por
quienes ofrece y el que ofrece es lo que ofrece”. La Trinidad, IV, 14,19; PL 42, 901.
55. Cfr. Compendio de la fe, esperanza y caridad a Lorenzo, 41,13; PL 40, 253; La Ciudad
de Dios, X, 22; PL 41,299-300; Enarración sobre el salmo 67, n. 32; PL 36, 833; La Trinidad XIII,
10,14; PL 42,1025.
56. S a n A gustín . Sermón 219; PL 38,1088.
ECCLESIA, MUNDUS RECONCILIATUS. ALGUNAS CONSIDERACIONES 493
“Los que Él recibió del Padre son los mismos que Él escogió del mundo y los
eligió para que no fuesen ya del mundo, como Él no es del mundo; mas de
manera que ellos formen parte también del mundo que cree y conoce que Cristo
fue enviado por el Padre para que el munido fuese liberado del mundo, a fin de
que el mundo que ha de ser reconciliado con Dios no perezca con el mundo su
enemigo irreconciliable”57.
57. S an A gustín Tratados sobre el Evangelio de San Juan, tr. 111, n. 1; PL 35,1925.
494 G. SÁNCHEZ ROJAS
este mundo y se hallan “mezclados” (“permixta”, dice San Agustín) con los
miembros del mundo o de la ciudad terrena. En una y en otra, sus miembros
son tomados del mundo, y allí viven, desempeñando labores profanas o secu
lares. La única existencia humana vivida en esta tierra es común a unos y
otros. Y, en un plano más teológico, habrá que señalar que la invitación a vivir
la comunión con Dios es ofrecida a todos sin excepción, tanto a los miembros
del mundo reconciliado como a los miembros del mundo profano; tanto a los
miembros de la Ciudad de Dios como a los miembros de la ciudad terrena.
Unidad de existencia, de convivencia y de destino sobrenatural: tal es la pri
mera constatación que puede ser establecida aquí.
En segundo lugar, d i s t i n c i ó n . La Iglesia no es el mundo. Retomando la
terminología joánica, se puede decir que la Iglesia, que está en el mundo, “no
es del mundo”. Se diferencia de él por su fe en Cristo, por el amor que vive y
que no brota de ella misma, sino que es la apropiación del amor con el que
Dios la amó, por Jesucristo y en el Espíritu Santo. A tal punto este amor es el
núcleo distintivo de la identidad de la Iglesia, que configura su identidad de
un modo nuevo, único e incomparable. San Agustín describe este amor con-
figurador como reconciliador:
“El amor con que Dios ama es incomprensible, y al mismo tiempo inmutable.
Porque no comenzó a amarnos desde cuando fuimos con Él reconciliados por la
sangre de su Hijo, sino que nos amó antes de la formación del mundo para que,
juntamente con su Hijo, fuésemos hijos suyos cuando nosotros no éramos abso
lutamente nada. Pero, al decir que hemos sido reconciliados con Dios por la
muerte de su Hijo, no debemos oírlo ni tomarlo como si el Hijo nos haya recon
ciliado con Él para comenzar a amar a quienes antes odiaba, al modo que un
enemigo se reconcilia con otro enemigo para hacerse amigos, amándose después
los que antes se odiaban; sino que fuimos reconciliados con el que ya nos amaba
y cuyos enemigos éramos por el pecado”58.
58. San A gustín Tratados sobre el Evangelio de San Juan, tr. 110, 6; PL 35,1923.
59. “La fuente misma de la gracia es Dios por naturaleza,y por una gracia inefable es hom
bre, nacido del Espíritu Santo y de la Virgen. Finalmente, ya que la gracia de Dios viene por
Jesucristo, Señor nuestro, por Él mismo éstos también han conocido, dice, que Tú me has envia
do. Este es el mundo reconciliado. Pero te han conocido porque Tú me has enviado; luego te han
conocido por una gracia”. Tratados sobre el Evangelio de San Juan, tr. 111, 5; PL 35,1929.
ECCLESIA, MUNDUS RECONCILIATUS. ALGUNAS CONSIDERACIONES 495
nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos ha sido dado”60, Pero está
además la fe, que distingue al miembro de la Iglesia y lo “separa” del mundo
profano. Creyendo, el ser humano participa de la misma vida de Dios, hace
suyo el Designio del Creador y se inserta además en una comunidad. Así
como la caridad, la fe posee un efecto reconciliador. Comentando las palabras
de Jesús; “No ruego solamente por éstos, sino también por aquellos que por
su palabra han de creer en mí” (Jn 17, 20), San Agustín dice:
“Hay un mundo del que está escrito: Para que no seamos condenados con este
mundo (1 Cor 11,32). Por este mundo no ruega, porque no ignora el lugar a que
está predestinado. Y hay asimismo otro mundo, del cual está escrito: No ha veni
do el Hijo del Hombre a juzgar al mundo, sino para que por Él se salve el mundo;
por eso dice el apóstol: En Cristo estaba Dios reconciliando al mundo consigo (2
Cor 5,19). Por este mundo ruega diciendo: Para que crea que Tú me enviaste.
Esta es la fe que reconcilia al mundo con Dios, creyendo en Cristo, que fue
enviado por Dios”61.
61. San A gustín Tratados sobre el Evangelio de San Juan, tr. 110, n. 2; PL 35,1920-1921.
62. “El poder ser regenerado por ministerio de voluntad ajena, cuando es ofrecido uin con
sagrando, es obra del único Espíritu. Éste es quien regenera al ofrecido, porque no está escrito:
Si alguien no renaciere de la voluntad de los padres o de los oferentes o ministros... sino: Si alguien
no renaciere del agua y del Espíritu Santo (Jn 3, 5). Son, pues, el agua, que representa exterior-
mente el sacramento de la gracia, y el Espíritu, que obra interiormente el beneficio de la gracia,
los que desatan el vínculo de la culpa y reconcilian el bien de la naturaleza (con Dios)”. San
Agustín. Carta 98, n. 2; PL 33, 360.
63 “¿Qué le aprovecha al hombre la sola fe sana, o el solo sacramento auténtico de la fe, si
la herida mortal del cisma ha destruido la salud de la caridad, por cuya sola ruina son arrastra
dos a la muerte también los otros miembros sanos? Para que no suceda esto, no cesa la miseri
cordia de Dios, mediante la unidad de su santa Iglesia, para que acudan y sean curados median
te la medicina de la reconciliación y el vínculo de la paz”. San A gustín Sobre el bautismo, I, 8,
11; PL 43,116.
64. Cfr. La Ciudad de Dios, XX, 9,2; PL 41, 674, que habla sobre la Eucaristía ofrecida por
los difuntos, y que, presentada ante Dios como sufragio, les obtiene la reconciliación que busca
ron en esta vida.
496 G. SÁNCHEZ ROJAS
“Y en esta vida no deja (Dios) de aumentar los flagelos, para que, consideran
do lo que padecen y por qué padecen, en algún momento se den cuenta, y quie
nes ya en la unidad de Donato recibieron el bautismo de los maximianistas,
ahora abracen por la paz de Cristo el bautismo en la tierra, vuelvan a la raíz, se
reconcilien con la unidad, vean que nada les queda por decir, sino por hacer, a
fin de que por sus hechos pasados ofrezcan un sacrificio de amor al Dios fácil de
aplacar, cuya unidad rasgaron con su nefasto crimen y a cuyos sacramentos infi
rieron prolongadas injurias”65.
“...Ya desde aquí abajo, e incluso desde un punto de vista humano, la Iglesia ase
gura entre nosotros esta comunnión que nuestras civilizaciones modernas igno
ran y que, además, nunca fue sino pasajera. ‘La esposa de Cristo no cesa de
tener conciencia de esta Humanidad cuyo destino ella lleva en su regazo’.
Tal es por consiguiente el doble beneficio que reporta. Arca de salvación, ella
nos salva de las olas de este mundo perecedero; pero al mismo tiempo recoge
las esperanzas del género humano. Mundus reconciliatus Ecclesia66.
“El Padre quiso convocar a toda la humanidad en la Iglesia de su Hijo para reu
nir de nuevo a todos sus hijos que el pecado había dispersado y extraviado. La
Iglesia es el lugar donde la humanidad debe volver a encontrar su unidad y su
salvación. Ella es el ‘mundo reconciliado’ (San Agustín, serm. 96,7-9). Es, ade
más, este barco que ‘pleno dominicae crucis velo Sancti Spiritus flatu in hoc
bene navigat mundo’ (‘con su velamen que es la cruz de Cristo, empujado por
el Espíritu Santo, navega bien en este mundo’) (San Ambrosio, virg. 18, 188);
según otra imagen estimada por los Padres de la Iglesia, está prefigurada por el
Arca de Noé que es la única que salva del Diluvio (Cf. 1 Pe 3, 20-21)”69.
66. Henri d e L ubac . Meditación sobre la Iglesia. Madrid; Encuentro 1988, p. 150. Cita a San
Agustín, Sermón 96, 8-9; PL 38, 588.
67. Cfr. Catecismo de la Iglesia Católica, nn. 839-841, que habla sobre las relaciones de la
Iglesia con los judíos y con los musulmanes.
68. Cfr. Catecismo de la Iglesia Católica, nn. 842-843.
69. Catecismo de la Iglesia Católica, n. 845.
70. El Catecismo parece recoger las reflexiones del Cardenal de Lubac en el n. 830, cuando,
hablando de la catolicidad de la Iglesia, señala que ésta se entiende primeramente como totali-
498 G. SÁNCHEZ ROJAS
dad o plenitud, y no en sentido cuantitativo. Por eso: “...La Iglesia, en este sentido fundamental,
era católica el día de Pentecostés”. Compárese con lo que dice de Lubac sobre el mismo tema:
“La Iglesia no es católica por estar actualmente extendida en toda la superficie de la tierra. Era
ya católica la mañana de Pentecostés, cuando todos sus miembros cabían en una sala ...”.
Cateolicismo. Aspectos sociales del dogma. Madrid; Encuentro 1988, pp. 37-38.
71. Cfr. Constitución Dogmática sobre la Iglesia, Lumen gentium, n.l; también n. 48: “Cristo
... envió sobre los discípulos a su Espíritu Vivificador, y por Él hizo a su Cuerpo, que es la Iglesia,
sacramento universal de salvación”.
72. Continúa el mismo texto: “En esta expresión simple y clara subyace la convicción de que
la Iglesia, para anunciar y promover de modo más eficaz al mundo la reconciliación, debe con
vertirse cada vez más en una comunidad (aunque se trate de la ‘pequeña grey’ de los primeros
tiempos) de discípulos de Cristo, unidos en el empeño de convertirse continuamente al Señor y
de vivir como hombres nuevos en el espíritu y práctica de la reconciliación”, n. 9.
73. Allí mismo, n. 11.
ECCLESIA, MUNDUS RECONCILIATUS. ALGUNAS CONSIDERACIONES 499
Dr. Gustavo S á n c h e z R o ja s
Lima-Perú
4. L ’Altro Agostino, pp. 218-221. Al tener conocimiento de la tesis de Hombert, propuso dos
posibilidades distintas de datación para la segunda parte, manteniéndose firme en la defendida
para la primera.
5. «Unde huius muneris magnitudo..., quanto est excellentius atque divinius, tanto magis
admonet sollicitudinem nostram non solum de gloriosissima castitate, uerum etiam de tutissima
humilitate aliquid loqui» (XXXI,31 CSEL 41, 268, k 7-11).
6. «Pro modulo itaque nostro et de sanctitate..., et de humilitate..., satis locuti sumus»
(LVI,57 CSEL 41, 301,1.17-19).
7. «Si ergo nuptias contempsistis filiorum hominum, ... toto corde amate speciosum forma
prae filiis hominum» (LIV,55 CSEL 41,300,1. 9-11).
LA COMPOSICIÓN DEL DE SANCTA UIRGINITATE DE SAN AGUSTÍN 503
8. «Sed non contendo cum eis, qui adserunt hominem posse in hac uita sine ullo peccato uiue-
re... Unum scio... quamlibet magni sint, non est servus maior domino suo... (Io 13,16). E t utique
ille est dominus... qui dicit: venite ad me omnes, qui laboratis et discite a me. E t tamen quid disci
mus? Quoniam mitis sum, inquit, et humilis corde (Mt 11,27-29)» (L,51 CSEL 41,296,1.10-22).
9. «Facilius sequuntur agnum, etsi non quocumque ierit, certe quousque potuerint, coniu-
gati humiles quam superbientes virgines» (LI,52 CSEL 41, 297,1.12-14).
504 PÍO DE LUIS
10. «Quapropter hoc agite, uirgines dei, hoc agite: sequimini agnum quocumque ierit. Sed
prius ad eum, quem sequimini, uenite et discite, quoniam mitis est et humilis corde... Dona eius
illi seruanda committite, fortitudinem uestram ad illum custodite. Quidquid mali ipso custodien
te non committitis, tamquam remissum ab illo deputate, ne modicum uobis existimantes dimis
sum modicum diligatis et tundentes pectora publicanos ruinosa iactantia contemnatis» (LII,53
CSEL 41,298,1. 7-19).
11. «Metuo... ne cum te agnum quocumque ierit secuturum esse gloriaris, eum prae tumore
superbiae sequi per angusta non possis» (XXXVIII,39 CSEL 41, 280,1. 3-5).
12 «Humiliate uos in omnibus... ne superbis resistat, ne se exaltantes humilet, ne inflatos per
angusta non traiciat» (LIII,54 CSEL 41,300,1. 4-7). Que este capítulo pertenece todavía a la sec
ción interpolada se deduce de que aún mantiene la comparación moral entre los vírgenes y los
casados: «Ecce iam tales estis, ut professae atque seruatae uirginitati ceteris etiam moribus con
gruatis...» (LIII,54 CSEL 41, 299,1.11-11).
13. Aquí la comparación es entre los estados, no entre las personas que los profesan.
LA COMPOSICIÓN DEL DE SANCTA VIRGINITATE DE SAN AGUSTÍN 505
rás gracia ante Dios (Si 3,18)14; al final escribe: “Mas en la medida en que sois
grandes los que lo sois en el modo indicado, en esa misma medida humillaos
en todo para hallar gracia ante Dios (cf. Sir 3,18)” 15.
Llegados aquí es preciso retroceder momentáneamente. Como ya indica
mos, P.-M. Hombert creía que el texto elaborado por san Agustín en la segun
da etapa comenzaba con el capítulo treinta y ocho (38,39) y nosotros lo hemos
puesto en el treinta y siete (37,38). El que hayamos presentado el mismo capí
tulo (37,38) como integrado también en la parte correspondiente a la motiva
ción cristológica no implica que la motivación cristológica y la personal se
superpongan en el capítulo, sino que hace necesaria una división del mismo.
La primera parte llega hasta «lavó los pies de sus discípulos» y cae dentro de
la motivación cristológica; la segunda comienza con «Conozco la dignidad de
tu condición virginal» y corresponde ya a la motivación personal. Dos argu
mentos cabe aducir a favor de esta división.
El primero es de carácter literario. La que hemos considerado como pri
mera parte del capítulo treinta y siete está estructurado sobre un doble “no te
envío” y un único “te envío”; un doble “no irás” y un único “irás” 16. La con
tinuación del texto, que comienza con una ponderación del valor de la virgi
nidad (“Conozco la dignidad de tu condición virginal”) 17, rompe esa estruc
tura, y presenta otra diferente: “No te propongo..., pero temo”; “No te
digo..., pero temo” 18. Este comenzar con oraciones principales negativas se
puede interpretar como una forma de continuidad con el texto anterior y de
camuflar la sutura 19. Esa continuidad aparece también en los personajes
En esta sección sorprende el ergo («por lo tanto») inicial del capítulo cin
cuenta y tres: “Por lo tanto (ergo), si habéis despreciado el matrimonio
humano por medio del cual engendraríais hombres, amad de todo corazón al
más hermoso entre los hijos de los hombres (cf. Sal 44,3)” 20. No sorprende por
sí mismo, pues nada impide a un autor sacar conclusiones de algo en un
momento determinado, sino por lo distante que queda el antecedente del que
extrae la consecuencia. La última vez que san Agustín ha hablado en la obra
de esa renuncia al matrimonio humano fue en el capítulo cuarenta y uno con
estas palabras: «así, pues, para amar con todo el ardor a aquel por cuyo amor
os mantenéis libres de los lazos del matrimonio, juzgad que se os ha perdo
nado absolutamente todo cuanto de negativo no habéis cometido bajo su
guía» (40,41) 21, y la penúltima en el treinta y ocho con estas otras: «¡Virgen
21. «Proinde... uos ut ardentissime diligatis, cui diligendo a coniugiorum nexibus liberi
uacatis, deputate uobis tamquam omnino dimissum quidquid mali a uobis non est illo regente
commisum» (XL,41 CSEL 41, 284,1.19-22 - 285,1.1).
22. «Non ego te, anima pia, pudica, quae adpetitum carnalem nec usque ad concessum
coniugium relaxasti, quae decessurum corpus nec successori propagando indulsisti, quae fluitan
tia membra terrena in caeli consuetudinem suspendisti...» (XXXVII,38 CSEL 41, 278,1.17-20).
23. «Si ergo nuptias contempsistis filiorum hominum... uacat vobis, liberum est cor a coniu-
galibus vinculis» (LIV,55 CSEL 41, 300,1. 9)- «... quae adpetitum carnalem nec usque ad con-
cesssum coniugium ralaxasti» (XXXVII,38 CSEL 41, 278,1.17-18).
24. «... ex quo gigneretis filios hominum» (LIV,55 CSEL 41, 300,1.10) - «... quae decessu
rum corpus nec succesori propagando indulxisti» (XXXVII,38 CSEL 41, 278,1.18-19).
25. «... toto corde amate speciosum forma prae filiis hominum» (LIV,55 CSEL 41,300,1.10-
11) - «te mitto..., ad speciosum forma prae filios hominum...» (XXXVII,38 CSEL 41, 279,1. 3-
5). Este texto no vuelve a ser citado entre uno y otro capítulo, y anteriormente sólo en cap. 11,11.
26. «... amatoris uestri» (LIV,55 CSEL 41,300,1.12-13) - «... ibis ad eum, qui de coelo des
cendit pondere caritatis» (XXXVII,38 CSEL 41, 279,1.14-15).
27. «... etiam in caelis dominantem et in terris seruientem» (LIV,55 CSEL 41, 300,1. 14)-
«... qui dominans angelis inmortalibus non dedignatus est seruire mortalibus» (XXXVII,38
CSEL 41, 279,1. 6-7).
28. «... creantem omnia, creatum inter omnia» (LIV,55 CSEL 41, 300,1. 14-15) - «... per
quem creati sunt homines et qui creatus est inter homines» (XXXVII,38 CSEL 41, 279,1. 3-4).
29. «illud ipsum, quod in eo derident superbi, inspicite quam pulchrum sit (LIV,55 CSEL 41,
300,1. 15-16) - «... ad speciosum forma prae filiis hominum et contemptum a filiis hominum...
obprobria exprobrantium tibi ceciderunt super me» (XXXVII,38 CSEL 41, 279,1. 55-6.11).
30. La frase «haec in statera caritatis adpendite» (LV,55 CSEL 41, 300, 1. 19,20) hay que
ponerla en relación con «...ad eum, qui de caelo descendit pondere caritatis» (XXXVII,38 CSEL
41, 279,1.14-15).
508 PÍO DE LUIS
opción, no les queda sin amar a Cristo cuyos títulos para ser amado, la encar
nación y la pasión y muerte, recogen uno y otro texto, un poco más orgánica
mente presentados en el cincuenta y cuatro que en el treinta y siete.
El «te envío al más bello de los hijos de los hombres» -y el «irás»-, diri
gido en el capítulo treinta y siete a los vírgenes que han renunciado al matri
monio, tiene su continuidad lógica en el «amad 31 de todo corazón al más
bello de los hijos de los hombres» porque «vuestro corazón está libre de los
lazos conyugales» del capítulo cincuenta y cuatro. Parece, pues, razonable
suponer que en la redacción original se sucedían sin solución de continuidad,
sin espacio para la motivación personal de la humildad que en el texto actual
se interpone entre ambos capítulos.
La convicción se hace más firme al advertir que lo que ha de suscitar el
amor 32 de los vírgenes a Cristo es la belleza que, en el texto, se manifiesta
únicamente en la humildad de Cristo -de que es prueba su encarnación y su
pasión y m uerte- y no en el hecho de haberle perdonado los pecados, aunque
sólo sea preventivamente. Expresado en otros términos, la belleza de Cristo
se manifiesta en su dimensión universal, no en la particular; o, si se prefiere,
se halla en relación con la primera motivación de la humildad, estando ausen
te la segunda. El lector de la obra esperaba que también aquí, ya en fase con
clusiva, recurriese a la idea, tan explotada anteriormente, de Le 4,47 para
motivar el amor a Jesucristo.
Se podría pensar que el capítulo siguiente, el cincuenta y cinco (55,56),
ofrece lo que acabamos de echar de menos. La prueba podría estar en su
penúltimo punto: “No os es lícito amar poco (parum... amaré) a aquel por
quien no amasteis (amastis) hasta lo que os sería lícito” 33. La mención del
“amar poco” podría llevar a pensar en una referencia a Le 4,47. Pero lo exclu
ye, de una parte, la motivación aducida para señalar la ilicitud de ese poco
amor: no el que el Señor le haya perdonado mucho, sino la renuncia a otro
legítimo amor humano por amor a Jesucristo. De otra parte, lo hacen poco
probable razones de naturaleza filológica. Sólo hay que advertir que el adver
bio latino traducido por “poco” es parum, mientras que, cuando en la obra
31. Una pequeña incongruencia: el paso del singular al plural. Pero se puede explicar fácil
mente. En el capítulo treinta y siete (37,38) el texto cae dentro del apostrofe en singular que sigue
al dirigido a Jesucristo (35,35-37,37). En cambio en el capítulo cincuenta y cuatro (54,55), con
cluido el apostrofe, el santo recupera el discurso en plural usado con anterioridad (cf. 27,27ss).
32. «Amate speciosum forma prae filiis hominum» (LIV,55 CSEL 41, 300,1.10-11).
33. «Parum uobis amare non licet, propter quem non amastis et quod liceret» (LV,56, CSEL
41, 301,1. 14-14).
LA COMPOSICIÓN DEL DE SANCTA UIRGINITATE DE SAN AGUSTÍN 509
hace referencia a Le 7,47, utiliza siempre modicum 34. Y por no si fuera sufi
ciente, el verbo empleado para indicar el amor es amare y no diligere, el utili
zado por el santo en sus referencias a Le 4,47, no sólo en De sancta uirginita-
te, sino en toda su obra. Resultaría extraño que habiendo utilizado sistemá
tica y repetidamente en los capítulos del treinta y siete al cincuenta y tres el
modicum diligere, al llegar al cincuenta y cuatro (54,55) y al cincuenta y cinco
(55,56), recurriese al parum amare. Lo excluye, por último, el punto conclu
sivo que remite también a la motivación de la humildad: “Si así amáis a quien
es manso y humilde de corazón no temo en vosotros el más mínimo orgu
llo” 35. Tenemos aquí el texto de Mt 11,29, básico en la motivación cristoló-
gica.
Después de cuanto hemos dicho, cabe dar un paso más en la comprensión
de la estructura de la obra. Si el capítulo cincuenta y cuatro (54,55) recapitu
la la segunda parte de la obra original, es decir, la sección que hemos llama
do motivación cristológica de la humildad, ¿no podrá decirse lo mismo del
capítulo cincuenta y cinco, aunque referido a la primera parte de la obra? Al
menos lo juzgamos probable. Sólo es preciso prestar atención a uno y otro
texto. En el capítulo cincuenta y cinco leemos: “todo el amor que habíais pen
sado encauzar hacia vuestro matrimonio, dádselo a él (Jesucristo)” 36; “en el
esposo (uir) que no veis con los ojos, pero contempláis con la fe, no tenéis nin
gún defecto objetivo que reprender, ni teméis que llegue a ofenderse por una
sospecha falsa. Así, pues, si estaríais obligados a amar intensamente a vuestro
cónyuge, ¡cuánto más debéis amar a aquel por el cual renunciasteis a tener
cónyuge!” 37; “que él posea enteramente en vuestro corazón todo lo que no
quisisteis que ocupase un cónyuge” 38. La idea central es, pues, la de una rela
ción esponsal entre el virgen y Jesucristo, en el marco de una renuncia a tener
cónyuge. Ahora bien, con esa idea esponsal comienza la obra: “Que me ayude
34. «... cum tibí modicum dimitti putas, modicum diligas» (XXXVII,38); «ut modicum dili
gas eum qui te tantum dilexit» (XL,41); «... ut modicum diligat» (XLI,42); «... et noli modicum
diligere, quasi a quo tibi modicum dimissum est» (XLII,43); «... ne modicum vobis existimantes
dimissum modicum diligatis»2 (LII,53), etc. hasta dieciséis veces.
35. «Sic amantibus mitem et humilem corde nullam uobis superbiam pertimesco» (LV,56
CSEL 41, 301,1.15-16).
36. «... et quidquid amoris in nuptias uestras inpendendum habebatis, illi rependite» (LV,56
CSEL 41, 300,1. 20-21).
37. «Vos in isto (uiro), quem oculos non uidetis et fide conspicitis, non habetis uerum quod
reprehendatis, nec eum metuitis, ne de falso forsitan offendatis. Si ergo magnum amorem coniu-
gibus deberetis, eum, propter quem coniuges habere noluistis, quantum amare debetis!» (LV,56
CSEL 41, 303,1. 7-11).
38. «... totum teneat in animo uestro, quidquid noluistis occupari conubio» (LV,56 CSEL 41,
303,1.12-13).
510 PÍO DE LUIS
El prólogo
39. «adiuvet Christus, uirginis filius et uirginum sponsus, uirginali utero corporaliter natus,
uirginali conubio spiritaliter coniugatus» (11,2 CSEL 41, 236,1.10-12).
40. El autor recurre a una inclusión. En el capítulo inicial (31,31) Cristo es presentado como
modelo de humildad en razón de su encarnación, con la cita de Fil 2,7-8, y en su capítulo conclu
sivo (37,38a) Cristo vuelve a aparecer como el modelo de humildad, que prueban los diversos
aspectos vinculados a su encarnación.
41. «... in quo (b. coniug.) etiam Christi uirgines commonuimus atque monuimus, ne... con
temnant in sui comparatione patres et matres populi dei hominesque illos... ideo meriti inferio
ris esse arbitrentur...» (1,1, CSEL 41, 235, 1. 2,10); «... at uero continentes... sed sanctorum
patrum nuptias... non solum prae suo proposito non contemnant, uerum etiam suo proposito
sine dubitatione praeponant» (b. coniug. XXVI,34, 229,1.12-20). Es cierto que los textos a que
se refiere el texto son los que están o han estado casados, pero a continuación habla ya de los uir
gines a los que recomienda la humildad.
LA COMPOSICIÓN DEL DE SANCTA UIRGINITATE D E SAN AGUSTÍN 511
Conclusión
42. S. uirg. IX,9 CSEL 41, 243,1. 4 (imunus); XXVIII,18, 251,11 (donum); XXI,21, 255,1. 6
(idonum)·, XXIX,29, 266,1.15 (donum); XXXI,31, 268,1. 7 (munus). En el contexto, cuando san
Agustín habla de don, se entiende que se trata de un don divino, algo que, por otra parte, afirma
explícitamente: cf. XXXI,31 (divinius). Difícilmente se puede sostener pues, la afirmación de
Lettieri de que en la primera parte de la obra (según él 2,2-35,35) «nessun ruolo è riservato alla
grazia» (L ’altro Agostino, p. 219). Por otra parte, no deja de ser significativa la estadística: en la
sección que consideramos inicial el sustantivo donum aparece sólo 4 veces -ninguna en los tres
últimos capítulos-, mientras que en la sección interpolada, se lee 19 veces. Munus, a su vez, apa
rece tres veces en la primera parte y sólo una en la segunda.
43. Cf. Reír. 2,22-23.
512 PÍO DE LUIS
cita de Sir 3,18, la misma con que había comenzado aquella, formando así una
inclusión 44.
Una vez intercalada esa sección antipelagiana -lo que en verdad le inte
resaba-, ya no modificó la que consideramos tercera parte (54,55-55,56). En
efecto, a la vez que se echa de menos en ella una referencia a la motivación
personal de la humildad, se advierte que toda la reflexión está centrada en la
humildad de Cristo. Si, como creen Hombert y Lettieri, los capítulos cin
cuenta y cuatro y cincuenta y cinco hubiesen sido escritos en la misma época
que los capítulos del treinta y siete (en su última parte) al cincuenta y tres, ¿no
hubiese reflejado también allí Agustín la nueva problemática? ¿No les hubie
se recordado la necesidad de un “mayor” amor al Señor porque les había per
donado más? Es difícil pensar lo contrario.
Ponemos término a estas páginas presentando lo dicho en forma esque
mática:
B. Sección añadida:
Motivación personal de la humildad (37,38b-53,54):
a) el virgen ha de amar más porque se le ha perdonado más (37,38b-42-43).
b) el virgen no ha de juzgarse superior al casado (43,44-46,47).
c) el virgen no ha de creerse sin pecado (47,48-50,50).
c’) el virgen no ha de creerse sin pecado - Mt 11,27-29 (50,51).
b ’) el virgen no ha de juzgarse superior al casado -* Ap. 14,1-4 (51,52).
a’) el virgen ha de amar más porque se le ha perdonado más - Mt 11,29
(52,53).
44. Al mismo texto había recurrido ya antes en la parte intercalada (XLIII,44 CSEL 41,289,
1. 3-5).
LA COMPOSICIÓN DEL DE SANCTA VIRGINITATE DE SAN AGUSTÍN 513
Auch wenn das Werk des Dominikaners schon rasch einen besonderen Rang einnahm, lohnt es
sich, die Ekklesiologie des Petrus de Aragón näher zu betrachten, zumal sich in ihr eine reihe von
interessanten Nuancierungen finden”. U. H orst , Papst-Konzil-Unfehlbarkeit. Die Ekklesiologie
der Summenkommentare von Cajetan bis Billuart, (Maguncia 1978) 149-150.
13. Cf. Tack 33.
14. “E t sic tantum est dubitatio de haeretico mentali, qui haeresim habet in intellectu, nec
eam verbis, aut signis exterius expressit, vtrum sit excommunicatus: quae quaestio difficilis est”.
P. D e A r ag ó n , In Secundam Secundae divi Tomae doctoris Angelici commentariorum. Tomus
primus, (Salmanticae 1584) 340a
Se citará sólo el número de página correspondiente, con la a que indica la columna prime
ra y la b, que indica la segunda. Todas las citas serán a continuación de esta obra de P. de Aragón
en su comentario al artículo 3 de la cuestión undécima.
15. “Huius dubitationis determinatio pendet ex decisione alterius, vtrum scilicet, Ecclesia
habeat iurisdictionem in actus tam exteriores, quam interiores: an vero tantum in actus exterio
res”. 340b.
16. “De qua quaestione eadem est varietas opinionum, quae erat de praecedenti. Nam illi,
qui affirmant quod haereticus mentalis non incurrit excommunicationem, consequenter dicunt
Ecclesiam non habere iurisdictionem in actus interiores. A t vero illi, qui affirmant illos incurre
re excommunicationem subinde dicunt, Ecclesiam habere iurisdictionem in quoscumque actus.
Et sic prius haec secunda quaestio erit determinanda, et ex illius declaratione constabit, quid ad
principalem quaestionem sit respondendum”. 340b.
LA IGLESIA NO JUZGA LAS INTERIORIDADES 519
17. “E t quidem quod Ecclesia habeat iurisdictionem in actus tam interiores, quam exterio
res probatur primo. Ecclesia praecepta imponit de actibus pure interioribus: et aliquando eos
prohibet censuris impositis contra delinquentes, ergo habet iurisdictionem in actus pure interio
res. Consequentia est nota, et antecedens probatur, ex Clementina prima de statu monachorum,
quo loco monacho interdicitur sub poena excommunicationis accessus ad curiam animo nocendi:
et excommunicatio imponitur pro ipso animo nocendi: siquidem eo non existente accessus non
prohibetur: et tamen ille actus est interior, vt constat. Item in iure excommunicantur inquisitores
odio, vel amore contra aliquem procedentes, vt patet ex Clementina multorum de haereticis: et
odium, vel amor sunt actus interiores. Item in capite fundamenta de electione et electi potest
libro 6. excommunicantur consentientes electioni in eo textu reprobatae: et in capite dolentes de
celebratione missarum attentio diuini officij clericis praecipitur cum tamen attentio sit actus inte
rior distinctus a recitatione officij, quae alio loco fuerat praecepta. Item in capite ad abolendam
extra de haereticis, excommunicatur quicumque senserit aliter de septem sacramentis, quam sen
tit Romana Ecclesia, aliter autem sentire est actus interior: et in capite 13. extra de haereticis
excommunicantur omnes credentes erroribus haereticorum: credere autem est actus interior: et
in capite vnico de schismaticis excommunicantur omnes, qui Petrum, et Iacobum olim cardinales,
scienter, et deliberate pro talibus eos habuerint, qui actus est etiam interior: ergo Ecclesia habet
iurisdictionem in actus interores". 340b-341a.
520 I. JERICÓ BERMEJO
18. “Secundo principaliter argumentor, Summus Pontifex potest dispensare in voto interius
emisso, vt omnes doctores fatentur, et tamen dispensatio est actus iurisdictionis, ergo Ecclesia
habet iurisdictionem in actus interiores. E t confirmatur, Quando Ecclesia proponit aliquid cre
dendum omnes obligantur ad habendum actum fidei interiorem, ergo Ecclesia habet iurisdictio
nem supra actus interiores”. 341a.
19. Es costumbre admitida colocar la sigla cf. cuando la cita bíblica no es al pie de la letra.
Aquí se seguirá esa norma.
20. “Tertio, Ecclesia habet potestatem absoluendi omnia peccata tam interiora quam exterio
ra, vt constat ex eo, quod Christus dixit Apostolis, Quaecumque solueritis super terram erunt solu
ta, et in caelis. In quibus verbis nulla fit distinctio actus interioris, et exterioris: quin potius omnes
dicunt, quod ea potestas se extendit ad omnia illa, per quae ingressus regni coelorum, potest impe
diri, qualia sunt multa in actibus interioribus, ergo Ecclesia habet iurisdictionem in actus interiores.
Et confirmatur. Ille, qui habet tantum peccata interiora, tenetur ea confiteri ex praecepto Ecclesiae,
saltim semel in anno, ergo Ecclesia habet iurisdictionem in actus interiores”. 341 a.
21. “Sed praecipua, et principalis ratio pro hac sententia est autoritas dominorum Inquisi
torum, qui hoc habent in practica: et ita volunt obseruari, quibus tanquam aequissimis iudi-
LA IGLESIA NO JUZGA LAS INTERIORIDADES 521
cibus, et censoribus magna est fides adhibenda. Vnde in cap. 5. primae instructionis Hispalensis,
vbi datur forma generalis publicae abiurationis in omnibus haereticis conuersis, sic dicitur: Nisi
crimen vsqueadeo fuerit occultum, vt solus poenitens illud sciat, nec ab alio sciri possit, tunc enim
secreto reconciliatus absolueretur, cum per alium reconciliari nequiret, quia ita iure cautum est.
Haec inquam instructio quae magnae est auctoritatis, docet haereticum mentalem esse excom-
municatum, cum praecipiat secreto absolui, et reconciliari. Propter haec argumenta doct. supra
citati, et communiter Canonistae dicunt, quod Ecclesia habet iurisdictionem in actus interiores”.
341a-341b.
22. “Contraria tamen sententia est probabilior, quam tenent D. Th. et Caietanus 1. 2. qua-
est. 91. artic. 4. et communiter omnes Theologi. Et probatur ex capite Christiana 32. quaestione
5. Vbi dicitur, quod Ecclesia non iudicat de occultis. Idem etiam habetur 2. quaest. 5. capite cons
tituisti et 6. quaestione 1. capite si omnia. Et in capite erubescant 32. distinet, etiam dicitur, quod
secretorum Deus, et cognitor, et iudex est". 341b.
23. “E t ratio est manifesta: nam de his potest homo, vel Ecclesia legem ferre, de quibus
potest iudicare: sed de actibus interioribus, et per se occultis Ecclesia non potest iudicare, ergo
nec de illis legem ferre: atque ex consequenti non habet iurisdictionem supra illos. Ex quo colli
git Diuus Ihom as 1. 2. quaestione 91. articulo 4. quod vitra legem humanam Ecclesiasticam, est
necessaria alia lex diuina, quae ad actus interiores se extendat eos ordinans, et praecipiens, quae
ad illorum rectitudinem fuerint necessaria, alioqui non recte esset homini prouisum, cum ad illius
perfectionem requiratur, quod in vtriusque actibus sit perfectus. Denique est maximum argu
mentum ad probandum Ecclesiam non habere huiusmodi potestatem in actus interiores, quod
nunquam ea vsa est in aliquo tempore, vel occasione”. 341b.
522 I. JERICÓ BERMEJO
24. “Ad alia argumenta, quibus probatum fuit Eclesiam habere iurisdictionem in actus pure
interiores respondetur ad primum negando antecedens. E t ad probationem ex Clementina de
statu monachorum dico, quod in illo loco prohibetur actus exterior, scilicet, accessus ad curiam,
non quicumque, sed ex malo animo proueniens, et similiter respondetur ad illud de
Inquisitoribus. Vnde ex his locis non licet colligere Ecclesiam habere iurisdictionem in actus inte
riores”. 342a.
25. “Ad aliud ex cap. fundamenta respondetur quod ibi excommunicatur, qui consenserit
electioni, hoc est, qui exterius se gesserit erga electum, ac si recte esse electus. Consentire enim
in illo loco non significat solum actum interiorem, sed illum, qui signis exterioribus fuerint decla
ratus. Vnde si consensus tantum fuerit intellectualis, nullam incurret excommunicationem”. 342a-
342b.
26. “Ad aliud ex capite dolentes respondetur, quod quamuis verum sit quod Ecclesia direc
te, et per se solum respicit actus exteriores, mediate tamen respicit actus interiores, quatenus sunt
conditio requisita ad actus exteriores. Nam qui praecipit missam audire ex consequentia etiam
mediate praecipit voluntatem audiendi, et similiter contigit in attentione, et recitatione diuini
officij, qui praecipit attentionem, quae est conditio necessario requisita ad debitam recitationem:
et sic praeceptum non est de actu pure interiori, sed potius de exteriori simpliciter, qui debet fieri
cum omnibus circumstantijs requisitis ab bonitatem illius”. 342b.
LA IGLESIA NO JUZGA LAS INTERIORIDADES 523
exterior, siendo éste precisamente el único acto que puede juzgar la Iglesia.
Así se ha explicado con anterioridad27. Cuando se habla de la consideración
de una determinada persona concreta como verdadero cardenal, se está alu
diendo al hecho concreto de mostrarle exteriormente reverencia y honor,
como si fuera auténtico de verdad. Es al respecto como termina diciendo
Aragón que, en todos los lugares que se aportan como prueba, quedan prohi
bidos únicamente los actos exteriores. De tales pruebas no es entonces lícito
en modo alguno inferir que esté en posesión la Iglesia de jurisdicción sobre
actos puramente interiores28.
Pero, ¿no puede acaso el Papa dispensar del voto emitido interiormente?
Lo es. De todas formas, se ha de tener en cuenta al respecto que, cuando se
utiliza esta forma de hablar, la afirmación puede hacer referencia a un acto
exterior, el cual cae bajo la autoridad del prelado, como es el caso del ayuno.
Puede sin embargo referirse también a un acto interior, como es el de la con
templación. Cuando se trata de un acto exterior, el Sumo Pontífice puede sin
duda alguna dispensar. Esto es del todo cierto. Es capaz consiguientemente
de mandar bajo precepto que cene quien ha hecho voto de ayunar, quitándo
le de esta manera al mismo el voto porque es un impedimento a lo que se
ordena a continuación. Cuando se está ante un voto emitido interiormente y
referido a un acto interior, es entonces el Papa incapaz de dispensar; pero
puede sin embargo ocupar al que ha hecho el voto en una situación exterior
con la que sea incompatible la contemplación. Aunque el Sumo Pontífice
carece de jurisdicción sobre los actos puramente interiores, no ha de olvidar
se que, desde el mismo momento en que se le manifestó de alguna forma
mediante un signo exterior el acto concreto interior, entró éste en su jurisdic
ción. Desde ese instante podrá el Sumo Pontífice dispensar del mismo como
lo hace en cualquier otra obra exterior29.
27. “Ad aliud ex capit. 13. extra de haereticis respondetur, quod excommunicantur creden
tes erroribus haereticorum sicut quicumque alij haeretici, quod est ita intelligendum, dummodo
suum errorem signo exteriori expresserint. Nam hunc tantum actum potest Ecclesia iudicare ad
modum iam explicatum”. 342b.
28. “Ad aliud ex capite vnico respondetur, quod illi tantum dicuntur habere aliquem tan-
quam cardinalem, qui in exterioribus illi reuerentiam, et honorem exhibuerint, ac si vere esset
cardinalis. Et sic in his omnibus locis tantum prohibentur actus exteriores: nec ex eis inferre licet
Ecclesiam habere iurisdictionem in actus pure interiores”. 342b.
29. “Ad secundum argumentum principale respondetur notando, quod votum interius emis
sum, potest esse aut de actu exteriori, qui subest praelato, vt de ieiunando: aut de actu interiori,
scilicet, de contemplando. Si sit de actu exteriori nulla est dubitatio, sed est certum, quod sum
mus Pontifex potest supra illud dispensare. Nam potest praecipere, vt talis vouens caenet, et sic
tollere votum, quod erat impeditiuum sui precepti. Tamen, si votum sit interius emissum, et de
actu interiori non potest papa dispensare supra illud, quamuis possit vouentem occupare circa ali-
524 I. JERICÓ BERMEJO
quod opus exterius, cui repugnet contemplatio: quoniam ipse summus Pontifex non habet iuri-
dictionem in actus pure interiores. Verum tamen est, quod eo ipso quod illud votum fuerit
Pontifici aliqua ratione manifestatum signo exteriori, spectat ad iurisdictionem illius, et tunc
potest supra illud dispensare sicut supra quodcumque aliud opus exterius”. 342b-343a.
30. “Ad confirmationem respondetur, verum esse, quod eo ipso, quod Ecclesia proponit ali
quid credendum omnes vniuersaliter obligantur habere actum fidei interiorem: haec tamen obli
gatio non nascitur ex praecepto Ecclesiastico, sed ex iure diuino, quo obligamur assentiri propo
sitionibus ab Ecclesia definitis, et propositis. Nam quamuis verum sit, quod Ecclesia sit quae pro
ponit et declarat res credendas, et hac ratione quaedam dicantur credibilia de iure positiuo,
tamen obligatio credendi, et assentiendi omnibus propositis, et declaratis est de iure diuino, quod
se extendit etiam ad actus interiores”. 343a.
31. “Ad tertium argumentum respondetur primo concedendo quod Ecclesia habet iurisdic
tionem in actus interiores in foro conscientiae, vt recte probat argumentum: at vero nostra opi
nio procedit de foro exteriori: et quoniam excommunicatio et caeterae poenae pertinent ad
forum exterius, pro actu interiori haeresis non incurruntur. Vel secundo respondetur, quod
Ecclesia non potest immediate exercere actum iurisdictionis circa actum internum, nec imme
diate absoluere a peccato interiori, nisi mediante confessione exteriori: et sic semper Ecclesiae
iurisdictio est penes actus exteriores. Sed melior es prima solutio”. 343a.
LA IGLESIA NO JUZGA LAS INTERIORIDADES 525
32. “Ad confirmationem respondetur concedendo, quod habens tantum peccata interiora
obligatur ex praecepto Ecclesiae ea saltim semel in anno confiteri. Ex hoc tamen non sequitur,
quod Ecclesia habet iurisdictionem supra actus interiores. Non enim praecipit, nisi exteriorem
confessionem faciendam, quae quoniam necessario debet esse integra, ex consequenti tenetur
homo omnia peccata tam interiora, quam exteriora dicere: et sic quodam modo mediate
Ecclesiae iurisdictio se extendit ad actus interiores: sicut qui obligatur ad audiendam missam, ex
consequenti obligatur velle audire missam, qui est actus interior”. 343a-343b.
33. “Ad vltimum ex capite 5. primae instructionis Hispalensis, respondet Didacus (texto:
Iacobus) Simancas in institutionibus catholicis capite 42. num. 9. quod illa verba sunt intelligen-
da de haeretico, qui solus haeresim protulit, vel scripsit, et est occultus per accidens: hic enim cum
sit excommunicatus indiget absolutione et non intelliguntur de haeretico pure mentali”. 343b.
34. Cf. nota 15
35. Cf. nota 16.
36. Cf. nota 21.
526 I. JERICÓ BERMEJO
Sostienen los canonistas que la Iglesia tiene jurisdicción también sobre los
actos internos y el más decisivo de ellos es la autoridad de los señores inquisi
dores, los cuales llevan a la práctica lo que se dice teóricamente y manifiestan
además su voluntad de que se observe lo mandado. Y no hay duda que ha de
concederse a éstos gran credibilidad ya que son jueces y censores muy justos.
En la primera instrucción de Sevilla se utiliza la fórmula general de abjuración
pública para los herejes todos convertidos. La misma goza de gran autoridad y
enseña concretamente que el hereje mental queda excomulgado ya que manda
de hecho que sea absuelto y reconciliado en secreto41. De modo principal se
argumenta también con que el Sumo Pontífice tiene poder para dispensar del
voto emitido en el interior, lo cual es reconocido por los doctores todos. Al ser
la dispensa un acto de jurisdicción, deberá deducirse de esto la conclusión de
que la Iglesia posee auténtica jurisdicción sobre los actos interiores. Esto se
confirma además porque, cuando la Iglesia propone una verdad de fe para que
sea creída umversalmente, quedan obligados todos a creerla en el interior42.
Tampoco debe olvidarse al respecto que la Iglesia tiene potestad para
absolver de cualquier pecado: interior o exterior. De ello se tiene constancia
por las palabras mismas de Cristo a los Apóstoles de que quedaría desatado
en los cielos cuanto ellos desataran en la tierra (cf. Mt 18,18). Por supuesto,
estas palabras no establecen distinción entre actos interiores y exteriores.
Todos admiten además que tal potestad conferida por Cristo se extiende a
todo lo que puede impedir entrar en el reino de los cielos. Al ser ciertamen
te muchos los actos interiores que impiden tal ingreso, se deberá concluir que
tiene potestad la Iglesia también sobre los actos interiores. Se recuerda asi
mismo que, si uno poseyera sólo pecados interiores, queda obligado a confe
sarlos por haberlo mandado así la Iglesia al menos una vez al año43.
A estos argumentos se añaden otros. Se dice en concreto que la Iglesia
impone preceptos de actos puramente internos y que llega incluso a prohibir
actos interiores con censuras que establece contra los delincuentes. No habrá
duda entonces de que la Iglesia tiene jurisdicción sobre actos puramente inte
riores. Así, queda prohibido en concreto al monje bajo pena de excomunión
acceder a la curia si su ánimo es el de dañar. La excomunión le viene impues
ta a un monje tal por su intención, que es la de dañar y ésta es interior sin
prohibírsele el acceso a la curia cuando no abroga esa malvada intención.
Asimismo, se excomulga en el derecho a los inquisidores que proceden con
tra alguien por odio o por amor. De aquí se deduce sin duda alguna que lo
uno y lo otro son actos interiores. También se excomulga a los que consienten
en una elección que es reprobada según el derecho. Por otra parte, se manda
a los clérigos la atención al recitar el oficio divino y la atención es acto inte
rior distinto del de la recitación. Está mandada la recitación en otro lugar. Por
supuesto, se excomulga a todo el que sintiera diversamente sobre los siete
sacramentos a como siente la Iglesia de Roma. Con esto se está delante de un
acto interior. También se excomulga a todos los que creen los errores de los
herejes y no hay duda de que el acto de creer es interior. Quedan finalmente
excomulgados todos los que tuvieran consciente y deliberadamente como
verdaderos cardenales concretamente a Pedro y a Santiago, pese a que éstos
lo hubieran sido con anterioridad. Se está entonces ante una decisión que
afecta a un acto interior. De todos estos ejemplos debería deducirse que la
Iglesia posee también jurisdicción sobre actos interiores44.
50. “Hoc supposito, vt certa ab incertis separemus, dico certum esse, quod illi haeretici, qui
verbis aut signis haeresim mente conceptam declararunt, et expressarunt, sive declaratio, et
expressio sit manifesta, siue occulta, sunt excommunicati excommunicatione reseruata summo
Pontifice: ita enim habetur expresse in §. 1. bullae caena Domini”. 340a.
51. Cf. nota 33.
52. Cf. nota 31.
53. Cf. nota 32.
530 I. JERICÓ BERMEJO
3. CONCLUSIÓN
atención el oficio divino. Si se dice que se han de confesar los pecados mor
tales todos, se incluirán también en semejante precepto los puramente inte
riores. La atención durante la lectura se ordena en concreto una actitud inte
rior. Pese a todo, se ha de reconocer que se trata de disposiciones que afectan
sólo a actos exteriores. Lo que se manda en el primer caso es la confesión y,
si han de confesarse los pecados todos, incluidos los interiores, es porque la
confesión exterior ha de ser necesariamente íntegra. Así sucede también con
la atención mandada en la recitación del oficio divino. Toda buena recitación
implica en sí misma la digna atención. Aquí está lo decisivo en que la Iglesia
manda que se realicen determinados actos interiores y, sobre ello, tiene por
cierto perfecta jurisdicción.
Aunque la Iglesia no posee ciertamente jurisdicción inmediata sobre lo
interior, la tiene de forma mediata. Ha quedado esto claro en los casos rela
tivos a la obligación de la confesión anual y en la atención por parte de los
sacerdotes en la recitación del oficio divino. Asimismo, puede decirse tam
bién esto mismo cuando la Iglesia dice que incurren en herejía los que tuvie
ran a determinadas personas concretas como cardenales, cuando no lo son en
realidad. Es que la consideración por la que se incurre en la pena de exco
munión no es el acto interior de la consideración sino el exterior de la reve
rencia. ¿No es acaso el Papa capaz de dispensar de un voto emitido interior
mente? Si dicho voto repercute exteriormente, será capaz el Sumo Pontífice
de obligar a realizar algo al que lo ha hecho que evite su cumplimiento. Si el
voto no repercutiera en el exterior, sería incapaz el mismo Papa de dispensar.
Ha de tenerse en cuenta a este respecto de todas formas que podría ocupar el
Sumo Pontífice siempre al que ha hecho el voto en su interior en una deter
minada situación que le hiciera imposible el cumplimiento del mismo.
Conviene recordar aquí cómo, si se le ha manifestado dicho voto interior al
Papa, puede ya éste actuar sobre lo manifestado.
Cuando la Iglesia define infalible y obligatoriamente una verdad de fe
católica, realiza una operación doble. Por una parte, declara que lo definido
se corresponde con la verdad revelada y no es posible en esta decisión la posi
bilidad de error. Por otra parte, impone universalmente a todos los bautiza
dos la obligación de creer lo definido. Es cierto que se preguntará si esta
imposición de creer obligatoriamente no implica a las claras que la Iglesia es
poseedora realmente de jurisdicción sobre los actos interiores por ser la fe
una realidad interior. Se dirá al respecto que obligación de la fe no la impone
la Iglesia sino Dios. En definitiva, la obligación de creer en el interior no es
algo decidido de suyo por la Iglesia. Es algo de derecho divino y es algo que
se extiende de verdad también a los actos interiores de las personas. La defi
nición de una verdad católica por parte de la Iglesia es más que un mero acto
534 I. JERICÓ BERMEJO
Ignacio J e r ic ó B e r m e j o
Peralta (NA)
Est Ag 39 (2004) 535-577
1. Introducción
1. F ernández A lonso, Justo, “Don Francisco de Prat, primer Nuncio permanente en Es
paña (1492-1503)”, Anthologica Annua (1953) 67-154; Legaciones y nunciaturas en España de
1466 a 1521, I, 1466-1486. Roma 1963; R ouco Várela , Antonio María, Staat und Kirche im
Spanien des 16 Jahrhunderts, Munich 1965. Aquí se usa la traducción realizada por Szumla -
kowski M orodo , Irene, Estado e Iglesia en la España del siglo XVI, Madrid 2001, donde se men-
536 F. CAMPO DEL POZO
40 veces a Isabel la Católica. En 1970 hice el trabajo de seminario sobre "El primer nuncio per
manente, la inquisición y el patronato en tiempo de los Reyes Católicos", mecanografiado en 8
folios, que me han servido de base para una parte de este trabajo. Se dio una charla sobre esto el
día 6 de noviembre de 2003 en la Caja Círculo Católico de Valladolid.
2. M artínez , Zacarías, Oración fúnebre con motivo del cuarto centenario de la muerte de
Isabel la Católica, Madrid 1904, pp. 8 y 65.
3. L afuente , Modesto, Historia General de España, VIII, Introducción a la Edad Moderna,
Barcelona 1889, pp. 23-24.
4. Enciclopedia Espasa, vol 28, Barcelona 1925, p. 2017. Sobre esto he publicado dos ar
tículos: "Isabel la Católica y Nuestra Señora de la O", Isabel, revista internacional de la sierva de
Dios, n. 25, enero-febrero del 2000, pp. 3-4 y "Nuestra Señora de la O de Otengá", en Iconografía
Agustiniana, Instituto Histórico Agustiniano, Roma, 2001, pp. 610-612.
ISABEL LA CATÓLICA, FIEL HIJA DE LA IGLESIA, Y LA HISPANIDAD 537
9. Ríos, Amador de los, Historia crítica de la Literatura Española, VI, Madrid 1865, p. 8.
10. S e r r a n o , Luciano, Los Reyes Católicos y la ciudad de Burgos, Madrid 1943, p. 9.
11. Ir isarri , Ángeles de, Isabel, Reina, Barcelona 2001, p. 24. En la capilla de la pila de bau
tizar de San Nicolás hay una inscripción del siglo pasado recordando este hecho.
12. S u á r e z F e r n á n d e z , Luis, Isabel, mujer y reina, Madrid 1992, p. 12,
13. Memorias de don Enrique IV de Castilla, tomo II, Colección diplomática compuesta y
ordenada por la Real Academia de la Historia, XLVI, Madrid 1835-1913, pp. 116-117. Cf. V a l ,
Isabel del, Isabel la Católica, princesa (1468-1474), p. 38.
ISABEL LA CATÓLICA, FIEL HIJA DE LA IGLESIA, Y LA HISPANIDAD 539
fiarla, ante todas las cosas, el amor a Dios y el respeto profundo a la santa
Madre Iglesia. Entre los formadores desempeñó un papel importante el agus
tino fray Martín de Córdoba, que había sido amigo de D. Alvaro de Luna.
Tomaron parte también los franciscanos del convento Arévalo, como fray
Llórente y otros eclesiásticos14.
A la edad de 11 años, en una época de bandos nobiliarios y de intrigas,
fue llevada a la corte de su hermanastro Enrique IV, "el impotente" para que
amadrinase a Juana, la "Beltraneja", y prestase juramento de obediencia a las
Cortes, que habían sido convocadas para reconocer a la Beltraneja como
heredera del trono. Fue llamada de nuevo a la Corte, al año siguiente, cuan
do cumplía los doce años, junto con su hermano Alfonso con pretexto de
completar su educación y de iniciarles en la vida palaciega, aunque la razón
era, en realidad, apartarles de Arévalo. Se trataba de un tránsito peligroso en
la Corte por los escándalos que allí había. Podía interrumpirse y peligrar la
formación recibida en Arévalo, por cuyo castillo deambulaba Isabel de
Portugal evocando al condestable Don Alvaro de Luna, que había sido eje
cutado en Valladolid, en 1453, sin un proceso legal, por sus intrigas, como des
cargo de su conciencia. Fue entonces cuando intervino providencialmente su
mejor formador, fray Martín de Córdoba, que se había graduado en Tolosa y
estaba de catedrático en la universidad de Salamanca en 1451. Volvió a
Tolosa, como profesor en 1461. En 1465 y 1468 presidió los capítulos provin
ciales de Castilla y se relacionó con la corte de Enrique IV, como lo había
hecho anteriormente con D. Alvaro de Luna y Juan II. Siguió asesorando a
Isabel de Portugal en Arévalo que le encargó la educación de su hijo Alfonso
y de Isabel. En el libro Jardín de Nobles Doncellas, se menciona ya la muerte
del Príncipe Alfonso (5 de junio de 1468) por lo que la dedicatoria es poste
rior a esa fecha, probablemente el 22 de abril de 1469, y antes de octubre de
1469. Martín de Córdoba asesoró a Isabel de un modo especial entre los 15 y
los 17 años. Se puede considerar este libro como un regalo en sus 16 años con
esta dedicatoria: "a la muy clara y serenísima señora, doña Isabel, de real
simiente procreada, infanta legítima heredera de los reinos de Castilla y
León"15. Le puso como modelo a la Santísima Virgen. Ella lo conservó como
una guía y joya.
14. S u á r e z , Luis, Isabel I, Reina, Madrid 2004, p. 16, donde se da la bliografía fundamental
sobre esta época en las notas de esta edición aparecida en Biblioteca ABC
15. C ó r d o b a , Martín de, Jardín de Nobles Doncellas, edic. por P. Félix García, Madrid 1956,
poemio, p. 69. En la p. 74 se menciona la muerte de Alfonso, su hermano. La primera edición se
hizo en Valladolid en los talleres de Juan de Burgos en 1500. En 4o got., 64 p. con 28 líneas. Se
conserva un ejemplar en la Biblioteca de la Sociedad Hispánica de Nueva York. La segunda edi-
540 F. CAMPO DEL POZO
ción se hizo en Medina del Campo en 1542 por Juan de Espinosa, mercader de libros. Se encuen
tra un ejemplar en la Biblioteca Nacional de Madrid, R. 9717, en cuarto, letra gótica, cuarenta y
ocho hs., signatura A-F. De ésta hay una edición facsímil en 1953 de 250 ejemplares en la
Colección Joyas Bibliográficas para bibliófilos. Es mencionada la edición de Medina del Campo
por A nto nio , Nicolás, Bibliotheca Hispana Vetus, tomo II, Madrid 1672, p. 307, como Vergel de
Nobles Doncellas, con esta dedicatoria: Ad Elisabetham tune Infantem. Henrici IV sororem, non-
dum, ut credimus, regnauguratam. Hay una edición facsímil hecha en Madrid 1996, II, p. 304, n.
664. de la traducción castellana por Benito Fidel Aguilar, Madrid 1788.- Lo mencionan como
Vergel san Alonso de Orozco y el P. Portillo. Cf. G a r c ía , Félix, "prólogo", p. 45. Este autor uti
lizó la edición hecha en Medina del Campo para la de 1956, en Religión y Cultura, con una orto
grafía modernizada. El P. Manuel Vidal cita la obra como "Huerto de Nobles Doncellas" y el P.
Antonio Possevino, S.J. como "Huerto de las Doncellas Nobles". H a sido publicado el Jardín de
Nobles Doncellas por el P. Fernando Rubio en Biblioteca de Autores Españoles, Colección
Rivadeneira, vol 171, Madrid 1964, pp. 67-117. Luis Suárez afirma que "se lo entregó, precioso
regalo, el 22 de abril de 1467, cuando cumplía dieciséis años y había tenido sus primeras expe
riencias políticas". Ella lo conservaba "como una joya". S u á r e z , Luis, Isabel I, Reina, pp. 16 y
367.
16. R o d r íg ue z V a l encia , Vicente. Artículos del postulador sobre la fama de santidad, vida
y virtudes, etc. art. 14, Valladolid 1972, p. 13.
17. M a se g u e r F e r n á n d e z , Juan, "La dispensa del impedimento de consanguinida en la
boda de los Reyes Católicos", en Archivo Iberoamericano, vol. (1967) 351-354. Cf. V a l , Isabel
del, Isabel la Católica princesa, pp. 184-199.
18. R o d r íg ue z V alencia , Vicente, Perfil moral de Isabel la Católica, Valladolid 1974, pp.
203-214 y 224-226.
ISABEL LA CATÓLICA, FIEL HIJA DE LA IGLESIA, Y LA HISPANIDAD 541
una idea clara y distinta de lo que fue la Cristiandad medieval, vertebrada por
tres ideas fundamentales: I a Distinción entre el poder espiritual y el temporal,
simbolizados en el texto de Jesucristo: "dad al César lo que es del César y a
Dios lo que es de Dios"21’, 2a deber de colaboración entre ambos poderes y 3a
superioridad del poder espiritual sobre el temporal22. A la autoridad de la
Iglesia le compete juzgar de los actos temporales relacionados con lo espiri
tual. Estas ideas habían sido establecidas por San Agustín en su Ciudad de
Dios y en algunas de sus Cartas para lograr una república cristiana. Esta doc
trina ha sido denominada Agustinismo político, que defendió el Estado con
fesional, tal como se había establecido anteriormente en la constitución
Cunctos populos del emperador Teodosio en el 380. Estuvo vigente en
España, con algunos breves paréntesis, desde el III Concilio de Toledo (año
589) hasta 197823.
A las tres ideas vertebradoras de la sociedad medieval se unió otro prin
cipio muy importante: predominio de lo comunitario sobre lo individual, uno
de los mayores aportes de la Filosofía cristiana a la cultura de Occidente, que
había sido aglutinada al mismo tiempo por san Agustín y otros santos padres,
haciendo una conjunción o simbiosis de tres grandes aportes o culturas: Io
Religión de Israel, que anunciaba al verdadero Mesías, Cristo; 2o la Filosofía
Griega y 3o el Derecho Romano, que va a marcar a perpetuidad las coordena
das del pensamiento jurídico. A estas ideas se unen otras de caballería, resal
tando el honor y los valores humanos. Las ideas de fraternidad y de igualdad
esencial de los hombres radican en que son hijos de Dios. Se hicieron varias
formulaciones de derechos humanos en 1188 en las Cortes de León, 1215 en la
Carta Magna inglesa, 1265 en las Cortes de Ejea, Aragón, etc.24.
En la Cristiandad medieval, la mujer era igual al hombre como persona.
Podía ser abadesa, reina y tener los mismos derechos que un rey. Esto lo
defendió uno de los principales formadores y maestros de Isabel la Católica,
fray Martín de Córdoba, agustino, que le dedicó su obra Jardín de Nobles
Doncellas25, donde puso en práctica las ideas de la Cristiandad medieval tal
ble de la generación y condición, composición de las nobles dueñas; en especial de aquellas que
son o esperan ser reinas, esperando por este trabajo de sólo Dios galardón, por lo cual los reyes
reinan y los siervos son dignos de ser reyes. Allegóse a esto la gran binevolencia [benevolencia]
que hobe [tuve] a mi Señor, de gloriosa memoria, el Rey don Alfonso, vuestro hermano, y la gran
devoción que él en mí tenía y por su dulce y real clemencia". Como afirma el R Félix García, que
pone grafía moderna para facilitar su lectura "Su prosa fluye lozana y garbosa. La construcción
es ya firme y lograda; la sintaxis suelta y airosa. Abunda en giros y expresiones familiares que,
como más tarde con fray Luis, adquieren categoría literaria" (ibíd., pp. 61-62). Por éste y otros
escritos ha sido incluido en el Diccionario de Autoridades de la Real Academia Española. R u b io ,
Fernando, "Estudio preliminar. Fray Martín de Córdoba", Biblioteca de Autores Espa
ñoles, 171, pp. X-XXVII.
26. C am po d e l P o z o , Fernando, "Opúsculo sobre la potestad eclesiástica de Martín de
Córdoba", La Ciudad de Dios, 208 (1995) 672-673, donde se expone la distinción de poderes y
cómo el poder espiritual de jurisdicción podía ser ejercido por los laicos, como sucedió con el
derecho de patronato. El Código de Derecho Canónico de 1983, c. 129 & 2 sólo admite que "pue
den colaborar a tenor del derecho".
27. C ó r d o b a , Martín, Jardín de Nobles Doncellas, Prohemio, p. 70. R o d r íg ue z V a l encia ,
Vicente, Artículos del postulador sobre la fama de santidad, vida y virtudes de la sierva de Dios
Isabel, Reina de Castilla, Valladolid 1972, p. 7, donde se cita a la Documentación, v. 4, documen
to 246, pp. 51, 82 y 83. La documentación ocupa 42 volúmenes.
28. C ó r d o b a , Martín, Jardín de Nobles Doncellas, parte 2a, cap. 3, p. 158.
29. Ibíd., p. 159.
544 F. CAMPO DEL POZO
por amas devotas y católicas que les nombren a Jesús y Santa María y San
Miguel"30.
35. R ubio C a l z a d a , David, La filosofía del Quijote, 3 edic., Valladolid 1951, pp. 154-193.
36. A gustín , San, Confesiones, lib. 1, cap. 1, n. 1, traducción y edición crítica por Angel C.
Vega, Madrid 1946, p. 25 Cf. M aló n d e C h a id e , Pedro, Libro de la conversión de la Magdalena,
prólogo de 1588, Barcelona 1881, pp. 18-19, donde pone de relive las características del caballe
ro cristiano y los libros de caballerías.
37 C astiglione [C astellón ] Baldassare [Baltasar], El Cortesano, trad. por Juan Boscán,
Barcelona 1534 edic. de Mario Pozzi, lib. III, n. 35, Madrid 1994, p. 388. B. Castiglione (1478-
1529) fue nuncio en España desde 1524 hasta su muerte en 1529.
546 F. CAMPO DEL POZO
o malas obras, y así con sólo su nombre y con las leyes establecidas por ella, se
gobiernan aún aquellos reinos de tal manera, que aunque su vida haya falleci
do, su autoridad siempre vive, como rueda movida con gran espíritu largo rato,
después ella misma se vuelve como de suyo por buen espacio, aunque nadie
la vuelva más "38. Esto le lleva a afirmar a Julián Marías de acuerdo con Casti-
glione, que "Isabel la Católica tenía un evidente derecho a gobernar. No ya por
sus títulos dinásticos sino por la ejemplaridad de su ejercicio. Por eso su muer
te, la terminación de su poder, de su capacidad de acción, de imperio, no afec
ta a su vigencia. Sigue ejerciendo esa potestad que le fue conferida por su con
ducta. Sigue teniendo un influjo que va más allá de los posibles medios de coac
ción. Nadie se atreve a discrepar de las normas de quien ya no puede impo
nerlas. Ese poder irreal al que se refiere Castiglione es una admirable descrip
ción de la autoridad"39.
Entre las obras, que tenía Isabel la Católica se encontraban la Ciudad de
Dios, De civitate Dei de san Agustín y el tratado del Regimiento de los prínci
pes en latín, De regimine principum de Egidio Romano, el representante más
conspicuo de la Escuela Agustiniana, junto con otros 252 libros, en su mayo
ría religiosos, históricos y políticos, que resaltaban los valores del caballero
cristiano, como El Cartuxano, el Martirologio, La Leyenda aurea, De imita
tione Christi, que ella leía en latín, en cuyo idioma rezaba las horas menores
del Oficio divino, y no pocas veces las Horas de Nuestra Señora u oficio parvo,
etc. Siempre tuvo mucha devoción a la Santísima Virgen, bajo distintas advo
caciones, cuyas fiestas celebraba como las de Jesucristo, los apóstoles y los
santos según se lo recomendó Martín de Córdoba40.
41. V a l , Isabel del, Isabel la Católica princesa (1468-1474), pp. 61-199 y 292-351.
42. R omán , Román, Chrónica de la Orden de los ermitaños del glorioso Padre Sancto
Augustín, diuidida en doze Centurias compuesta por, etc. Centuria 11, 4, Salamanca 1568, f. 94v;
lib. 4 en la edición de Madrid 1865, p. 8 Cf. G arcía , Félix, "Prólogo" Jardín de Nobles dDonce-
llas, p. 8.
43. Proverbios, 31,10.
44. C ó r d o b a , Martín de, Jardín de Nobles Doncellas, parte 2, cap. 6, ed. de Félix García,
p. 181.
45 Ibíd., pp. 185-186. Vuelve a considerarla otra vez reina de España en la p. 186.
548 F. CAMPO DEL POZO
Isabel llegó a gobernar no sólo por derecho, con legítimo título dinástico,
sino también por voluntad popular que la admiraba y quería por su belleza
espiritual y física, sirviendo de modelo de Dama, mujer perfecta en su vida pri
vada y pública. Tuvo buenos consejeros y se atuvo a las disposiciones de la
Iglesia, a la hora de tomar decisiones importantes, como fue la de su matrimo
nio con Fernando. Así, a primeros de enero de 1469 consulta al colector ponti
ficio o legado y luego nuncio Veneris o de Veniero la solución canónica de su
matrimonio obteniendo en secreto la dispensa pertinente, dando "testimonio
contundente de fe, fortaleza de espíritu, prudencia y paciencia superior a cuan
to de semejante haya podido conocerse en la historia de los príncipes"46.
El 13 de diciembre de 1474, después de ser proclamada reina de Castilla
y de León en Segovia, como observa D. Vicente Rodríguez Valencia, convie
ne resaltar de entre todas las ceremonias de su toma de posesión, su entrada
en la iglesia de San Miguel, donde después de hacer oración, tomó en sus
manos el pendón real y "ofreció el dicho su pendón a Dios en las manos de un
preste que en el dicho altar estaba puesto para recibir esta ofrenda"47. Se pro
ponía servir a Dios y la Iglesia, que se aferraba en el siglo XV al ideal medie
val de la política eclesial de la Cristiandad con la doctrina de la potestad indi
recta sobre lo temporal.
3. Su actuación como fiel hija de la Iglesia y sus relaciones con la Santa Sede
Su actuación cómo fiel hija de la Iglesia se constata por las consultas que
hacía a su confesor fray Hernando de Talavera y a otras personas entendidas,
como fray Martín de Córdoba, el cardenal D. Pedro González de Mendoza,
cuando era arzobispo de Sevilla, y miembros del Consejo Real. En su horario
semanal, fijado por su confesor, estaba el de oír los lunes al prior del monas
terio de Prado, que era Hernando de Talavera, los martes oír las consultas del
Consejo, etc.48
49. C lem ente V, "Saepe contingit quod causas committimus, etc., del 19 de noviembre de
1306. Clementinas, 5, 11, 2, F r ie d b er g , Aemilius, Corpus luris Canonici, II, col. 1100. La
Inquisición y el proceso sumario se remontan a los siglos XII y XIII con orígenes romanos y se
institucionalizan formalmente con Clemente V, el XIII de las calendas de diciembre, 11 de su
pontificado. Cf. L efevre , Charles, "Les orígenes romaines de la Procedure Sommaire aus XII et
XIII".., Ephemerides luris Canonici, 12 (1956) 149-197. Los Reyes Católicos siguieron las direc
trices de la Iglesia Católica, como hijos de ella.
50. Bulario Pontificio de la Inquisición Española en su período constitucional (1478-1525),
ed. por Bernardino Llorca, Roma 1949, 3, p. 53. Luego se amplió la jurisdicción siendo gran
inquisidor Tomás de Torquemada en 1483.
550 F. CAMPO DEL POZO
51. M inguijón , Salvador, Historia del Derecho Español, 2 edic. Barcelona 1933, pp. 386-391.
Sobre el Santo Niño de La Guardia hay mucha bibliografía. Cf. C a n te ra B u r g o s , Francisco, "El
Santo Niño de La Guardia", Año Cristiano, III, Madrid 1965, pp. 735-741; B elm onte D ía z , José,
Judíos e Inquisición en Ávila, Ávila 2003, 203 pp.
52. Positio super scriptis, etc. Roma 1973, pp. 4-5 y 7, donde se menciona la Relación, p. 23.
El ejemplar que se usa está fotocopiado del que perteneció a D. Vicente Rodríguez Valencia con
fecha 16 de julio de 1973. La parte histórica ha sido aprobada en 1991.
53. L l orca , Bernardino, La Inquisición en España, Barcelona 1936, pp 124-149. Cf. P inta
L lórente , Miguel de la, La Inquisición Española y los problemas de la cultura y la intolerancia,
Madrid 1958.
54 B eneyto , Juan, "San Juan de Arbués", Año Cristiano, 2a ed. por Lamberto de Eche
verría y Bernardino Llorca, III, Madrid 1965, p. 672.
ISABEL LA CATÓLICA, FIEL HIJA DE LA IGLESIA, Y LA HISPANIDAD 551
56. Archivo General de Simancas, Registro del Sello, 1479,-XI- f. 12. Cf. S u á r e z , Luis,
Política internacional de Isabel la Católica, p. 248 y 258.
57. M etzler , Josef, America pontificia primi saeculi evangelizationis, 1493-1592, Vaticano
1991, pp. 72-83; R o d r íg ue z y F e r n á n d e z , Ildefonso, Historia de la muy noble, muy leal y coro
nada villa de Medina del Campo, Madrid 1903-1904, pp. 98,104-107 y 520-521.
58. P érez M ier , Laureano, Iglesia y Estado nuevo, Madrid 1940, p. 290; B a u e r s , Cle
mens, "Studiens zur spanischen Konkordatgeschischte des späten Mittelalters. Gresammelte Auf
sätze zur Kulturgeschiscte Spaniens", Spanische Forschungen der Görres Gesselschaft, 11 (1955)
ISABEL LA CATÓLICA, FIEL HIJA DE LA IGLESIA, Y LA HISPANIDAD 553
43-93; A zc o n a , Tarsicio, La elección y reforma del episcopado español en tiempo de los Reyes
Católicos, Madrid 1960, pp. 117-119.
59. S u á r e z F e r n á n d e z , Luis, Política internacional de Isabel la Católica, p. 258. Fue nom
brado obispo de Cuenca fray Alonso de Burgos.
60. Pou y M artí, J. M., "Los archivos de la Embajada de España cerca de la Santa Sede",
Studi e Testis, 165 (1952) 297-298.
61. G utiérrez , Constantino, "La Política Religiosa de los Reyes católicos en España hasta
la Conquista de Granada", Miscelánea Comillas, 18 (1952) 64-267.
62 L e t u r ia , Pedro de, "La Bula del Patronato de las Indias Españolas, que falta en el
Archivo Vaticano. Un intento de reproducción", Analecta Gregoriana, 101 (1959) 233-256.
63. R o uco V a r e l a , Antonio María, Estado e Iglesia, pp. 233-238 y 329.
64. C am po d el P ozo , Fernando, "Patronato y Vicariato Regio en Alonso de Veracruz y
Gaspar de Villarroel", Anuario Jurídico Escurialense, 25 (Homenaje a Fr. José López Ortiz), El
Escorial I (1970) 485-512.
554 F. CAMPO DEL POZO
65. F e r ná n d e z A lonso , Justo, Legaciones y Nunciaturas en España, I, doc. 58-82, pp. 84-
118.
66. Archivo Secreto Vaticano, Archivum Arcis, arm. I-XVIII, vol. 52023, ff. 61v-64.
ISABEL LA CATÓLICA, FIEL HIJA DE LA IGLESIA, Y LA HISPANIDAD 555
Beatitud, quisiera mirar mejor estas cosas, etc.". El nuncio le observó a Isabel
"que no tenía razón para estar tan enojada de las cosas de vuestra Santidad, y
que bien se veía que su Majestad, no había querido comprender ¿comparar? la
vida de los otros Pontífices predecesores a vuestra Beatitud. Que él había corre
gido algunas cosas de los papas predecesores Sixto IV e Inocencio VIH". El
mismo Alejandro VI aceptó bien la amable corrección, porque la admiraba,
conocía su buena voluntad y la quería, lo mismo que a su pariente y "compa
dre ", Fernando, que quedó al margen de la conversación y del informe. En
ese mismo año de 1493 les concede nuevas facultades, y el 19 de diciembre de
1496 les otorga el título de "Reyes Católicos"61.
Alejandro VI, siendo cardenal y colector había defendido los intereses de
España ante Inocencio VIII y lo siguió haciendo siendo papa. Le había apo
yado Fernando de Aragón decididamente para conseguir la tiara. Como papa
colaboró para la reforma de la Iglesia en España, especialmente de las Órde
nes religiosas con sus bulas desde 1490 hasta 1500. La reina Isabel influyó
decididamente en la empresa reformadora, donde se constata su religio
sidad y "sus esfuerzas espirituales y eclesiales"68. Con el descubrimiento de
América en 1492 y las bulas Inter caetera, dadas por Alejandro VI en 1493, va
a surgir además del Patronato y el Vicariato Regio, lo que se llama Hispa
nidad, como algo perenne, y realidad en la que influyó decididamente Isabel
la Católica.
"En las dichas poblaciones e junto a las iglesias, faga hacer una casa, en
que todos los niños... se junten cada día dos veces, para que allí el dicho cape
llán los maestre a leer e a escribir"12. Ordenes semejantes siguen repitiéndose
en 1509, 1511 y después. Se despachaban para todo el Nuevo Mundo, que
empieza a ser evangelizado o misionado. "Esto que hoy nos parece una dis
posición sin novedad -como afirmó el P. Pedro Barnola S. J. en 1962-, era un
gesto adelantadísimo entonces"73.
Ya en real cédula de 20 de junio de 1500 se había lamentado la Reina de
los abusos que se estaban cometiendo en la Española, ordenando en las ins
trucciones dadas al gobernador Ovando de 16 de septiembre de 1501, que
pusiera en libertad a los indios repartidos y de acuerdo con los caciques, seña
lase el tributo que aquellos, como vasallos libres, debían satisfacer, debiendo
"compelerlos...a trabajar en las cosas de nuestros servicios, pagando a cada uno
el salario que justamente vos parecieres e devieren de aver, según la calidad de
la tierra"1*.
Al concepto de Cristiandad, con un Estado al servicio de la Iglesia, se une
un nuevo concepto de Estado moderno, que expuso Maquiavelo, consideran
do a Fernando el Católico como modelo y uno de sus promotores. Se dan exi
gencias del Estado a la Iglesia, como ha observado Antonio Ma Rouco Várela:
"Se inició un completo proceso de cambio en la disposición del poder del
Estado, que a lo largo del siglo se madurará en un verdadero aparato estatal,
que sin duda estaba en la línea del moderno estado administrativo. El rey, en
torno al cual se llevó a cabo la vuelta en sí del Estado moderno, la conciencia
de su soberanía, fue el punto clave de esta evolución. Alrededor de él, que unía
en sí, como fundamento del Estado, la legislación suprema y el poder judicial
y administrativo, se erigió un edificio compacto de autoridades reales centrales
y provinciales"75. Se va a aplicar un Derecho Medieval a un Mundo Nuevo
con el derecho de Patronato y un elemento estatal, moderno y regalista. Esto
72. AGI, Indiferente General, 418, lib. 1, f. 904rv. Cf. R om eu de A rm as , Antonio, La polí
tica indigenista de Isabel la Católica, Valladolid 1969, pp. 390-395.
73. C ampo del Pozo , Fernando, "Aportes agustinianos a la cultura de América y Vene
zuela", Pensamiento Agustiniano X III. Jomadas Internacionales de Agustinología, Univer
sidad Católica Andrés de Bello, Caracas 1998, pp. 134-135, donde se cita a Pedro Barnola y se
hace ver que había en España 34 universidades y unas 4.000 escuelas de gramática con un siste
ma educativo que se trasplantó a las Indias Occidentales y Orientales en el siglo XVI.
74. Colección de documentos inéditos relativos al descubrimiento, conquista y organización
de las antiguas posesiones españolas de América y Oceanía, Madrid 1864-1884, tomo VI, p. 177.
75. R ou co V a r e l a , Antonio María, Estado e Iglesia en la España del siglo XVI, pp. 117-
118. Trata del Patronato real en las pp. 233-290. Omite lo referente al Vicariato Regio desarro
llado por fray Alonso de Veracaruz. Cf. C ampo del P o z o , Fernando, "Patronato y vicariato
regio en Alonso de Veracruz y Gaspar de Villarroel", pp. 485-512.
558 F. CAMPO DEL POZO
hay que tenerlo en cuenta para comprender la Hispanidad, de la que fue ver-
tebradora Isabel la Católica con su Testamento y Codicilo, donde aparece
también su indigenismo con algunos aspectos valiosos, debidos a su esposo D.
Fernando, promotor del Estado moderno.
79. Testamento, edic. por la Dirección General de Archivos en 1969, p. 26 [f. lvj.
80. Ibíd., p. 36 [f. 8r]
81. Ibíd,., p. 31 [f. 5rj.
82. Ibíd., p. 33 [f. 6v].
560 F. CAMPO DEL POZO
nieto, hijo primogénito heredero de los dichos Príncipe e Princesa sea de edad
legítima, a lo menos de veinte años cumplidos, etc."83.
Les recomienda a su hija Da Juana y a su yerno Felipe el Hermoso que
sean fieles a la Iglesia y prosigan la conquista y evangelización de África con
estas palabras: "Ruego e mando a la dicha Princesa mi hija, e al dicho
Príncipe, su marido, que como Cathólicos Príncipes, tengan mucho cuidado de
las cosas de la honra de Dios e su sancta fe, celando e procurando la guarda e
defensión e ensalzamiento della, pues por ella somos obligados a poner las per
sonas e vidas, e lo que tuviéramos, cada que fuere menester, e que sean obe
dientes a los mandamientos de la Sancta Madre Iglesia e protectores e defen
sores della, como son obligados, e que no cesen de la conquista de África e de
pugnar por la fe contra los infieles"84. Hace recomendaciones a los príncipes
y al rey para que vivan en concordia y administren rectamente los reinos, res
petando las libertades, fueros y buenos usos y costumbres, que tenían las ciu
dades, villas y lugares de sus antepasados. Establece recompensas para los
servidores reales, orden de sucesión en el reino y legados de joyas y reliquias,
nombramiento de testamentarios, etc. Luego añade: "Cumplido este mi testa
mento e cosas en él contenidas, mando que todos los otros mis bienes muebles
que quedaren, se den a las iglesias e monasterios para las cosas necesarias, al
culto de Santo Sacramento e las cosas que a mis testamentarios pareciere. E así
mismo se den a hospitales y pobres de mis Reynos, e a criados míos, si algunos
hubiese pobres, como a mis testamentarios pareciere"85.
Aunque este Testamento se redactó y firmó el 12 de octubre de 1504, no
cabe duda de que había sido meditado y preparado de antemano, al menos en
parte. Luego siguió reflexionando sobre el cumplimiento de sus obligaciones
para ver si se había olvidado de algunos deberes atando bien los cabos de sus
cláusulas. Por eso, el 23 de noviembre, próxima ya su agonía, tres días antes
de morir, estableció en un Codicilo adicional que aún le quedaban algunas
dudas sobre la legalidad del impuesto de alcabala, por lo que manda a sus
herederos averigüen bien su origen y legalidad, y "si necesario fuere hagan
luego jurar Cortes, e den en ellas orden qué tributos se deban justamente impo
ner en estos mis Reynos, para sustentación del dicho Estado Real dellos, con
beneplácito de los dichos mis Reynos, para que los Reyes que después de mis
días en ellos reinasen, lo puedan llevar justamente"86. No se podía olvidar de
sus vasallos queridos, los indios del Nuevo Mundo, por lo que encargó y orde-
nó al Rey y Príncipes, sus sucesores que pusiesen toda diligencia para no per
mitir que los naturales y moradores de las Indias y Tierra Firme, ganadas y
por ganar, recibiesen agravio alguno en personas y bienes, sino que fuesen
bien y justamente tratados, y si algún agravio hubiesen recibido, que lo reme
diasen y proveyeren: "Item, por quanto al tiempo que nos fueron concedidas
por la sancta Sede Apostólica las Yslas e Tierra Firme del Mar Océano, descu
biertas e por descubrir, nuestra principal intención fue, al tiempo que lo supli
camos al papa Alejandro sexto, de buena memoria, que nos hizo la dicha con
cesión, introducir e traer los pueblos dellas e les convertir a nuestra sancta fe
cathólica, e enviar a las dichas Yslas e Tierra Firme prelados e religiosos e clé
rigos e otras personas doctas e temerosas de Dios para instruir los vecinos y
moradores dellas en la fe cathólica, e les enseñar y doctrinar buenas costum
bres, e poner en ellos la diligencia debida, según más largamente en las letras
de la dicha concesión se contiene, por ende suplico al rey mi señor muy afec
tuosamente, e encargo e mando a la dicha princesa, mi hija, e al dicho prínci
pe, su marido que así lo hagan e cumplan, etc. "81.
90. G onzález S á n c h ez , Vidal, Isabel la Católica y su fama de santidad, p. 127; Medina del
Campo en la vida y muerte de Isabel la Católica. Conferencia en el 490 aniversario de su muerte,
Medina del Campo, 26 de noviembre de 1994, ff. 23-25, donde se menciona al Sacramentarlo de
D. Pedro de Toledo, que era usado en aquella época. Se considera como causa de la muerte la del
cáncer de útero, verecundus ulcus del que habla Marineo. Se trataba de una llaga o úlcera púdi
ca (maligna). Los informes de los médicos doctores, Soto y Julián, que atendían a la Reina eran
alarmantes ya en 20 de junio de 1503. Cf. B lanco S á n c h ez , Antonio, Sobre Medina del Campo
y la Reina agraviada, Medina del Campo 1994, pp. 82-83. Mandaban quemar su carta, que se con
servó.
91. M artínez , Zacarías, Oración fúnebre, p. 12, nota 1; A r a m b u r u , Ignacio, "El Capítulo
toledano de 1504 fin de la Claustra en la Provincia de España", Archivo Agustiniano, 57 (1963)
70-71 y 83-90; G a rcía O r o , José, La reforma de los religiosos, p. 116. G u t iérrez , David,
Historia de la Orden de San Agustín. Los Agustinos en la edad media 1357-1517,1/2, Roma 1977,
p. 36. Había muerto el P. General Graciano Ventura.
ISABEL LA CATÓLICA, FIEL HIJA DE LA IGLESIA, Y LA HISPANIDAD 563
Católica como fiel hija de la Iglesia al filo del mediodía92. Se conserva todavía
una parte valiosa del llamado Palacio Testamentario, con un patio interno,
donde se inauguró el 26 de noviembre de 2003 un Centro de Interpretación de
la Reina, que consta de tres salas: una dedicada a su vida y dos al Testamento y
muerte con el cuadro de Luis Rosales. Se sabe que murió en una habitación del
cuarto patio, hacia la huerta del poniente, donde se hicieron excavaciones a
finales del siglo XX y comienzos del XXI. Se podía precisar el lugar de las dos
cocinas, de la panadería y de otras piezas nobles como la capilla real, el come
dor y la sala grande del trono que tuvo artesonado mudéjar93.
ña Ysabel de gloriosa memoria, hera falles^ida en Medina del Campo dycho día a medio dya, la
qual muryó de hedad de £inquenta e tres años e syete meses e tres días.." Vidal González consi
dera "a boca de la noche" como amanecer del 27, día en que se levantó el acta. G onzález
S á nch ez , Vidal, Medina del Campo en la vida y muerte de Isabel la Católica, f. 27. El mismo autor
hizo su tesis doctoral sobre Documentos dé la época de los Reyes Católicos en el Archivo Catedral
de Málaga o la constatación de una política integradora, intramuros de la ciudad de Málaga (1451-
1516). Ha publicado la obra Málaga. Perfiles de su historia en documentos del archivo catedral
(1487-1516), Málaga 1995. Se le agradece la facilitación de esta obra.
95. AGS, Casas y Sitios Reales, leg. 45, f. 77. F l ó r ez , Enrique, España Sagrada, 27, Madrid
1772, p. 497.
96. Proverbios, 31, 30 sobre la "perfecta ama de casa". F l ó rez , Enrique, Memorias de las
Reinas Cathólicas, II, Madrid 1790, p. 844.
97. AGS, Casa y Sitios Reales, leg. 5, pieza 5, f. 369. N o llegó a 29 reales de los de entonces.
98. M artínez N úñez , Zacarías, Oración fúnebre, pp. 11-12.
ISABEL LA CATÓLICA, FIEL HIJA DE LA IGLESIA, Y LA HISPANIDAD 565
inclina la cabeza, aquella cabeza que sostenía la corona más hermosa del
mundo y entrega su espíritu en manos de Aquel por quien vivió, luchó y ven
ció".
"Murió, Señores, exclama el P. Zacarías Martínez, en Medina del Campo;
se apagó la estrella de Castilla, tendió sus alas el ángel para volar a los cielos;
España perdió su gran felicidad y la Religión a la gran amadora de la virtud"99.
Añade testimonios como el de Pedro Mártir de Anglería, que la consideró
"modelo de toda virtud" y de los que presenciaron su muerte o la trataron
para concluir con estas palabras: " Yo hablé de ella como pude hablar de una
santa". Acata el juicio de la Iglesia y añade: "tengo la convicción de que tu
sierva Isabel goza ya de las venturas celestiales, que tienes preparadas, desde el
principio del mundo para las almas justas"m .
En Madrigal afirmé al recordar el 405 aniversario de la muerte de fray
Luis de León, que "era un genial poeta con dotes de gobernante". Y que allí,
en Madrigal, había nacido "una Reina digna de los altares"101. Aunque en el
testamento afirma que quiere "que sin detrimento alguno, fuere llevado mi
cuerpo entero como estuviere a la qibdad de Granada ",102 no siempre se cum
plía ese deseo. Era una praxis normal en aquella época cuando se hacía tras
lado de cadáveres, como sucedió con fray Luis de León. Es posible que en
Medina del Campo quedase el corazón de la Reina, que tanto había amado,
junto con otras partes internas de su cuerpo. Se solían enterrar en la huerta o
jardín.
111. Positio super scriptis, Roma 1973, pp. 9 y 18-19. La Relación, que se presentó al Tribunal
Diocesano el 21 de enero de 1972 tiene 252 pp. La historia de la causa aparece en la Positio, pp.
18-19, en Reina Católica y la Revista Isabel.
112. R o d ríg uez V alencia , Vicente, Artículos, pp. 3-4.
ISABEL LA CATÓLICA, FIEL HIJA DE LA IGLESIA, Y LA HISPANIDAD 569
des113 y otro el 22 de abril de 1973, donde concluye con un elogio y símil con
santa Teresa, que había hecho Palafox: "Hice concepto que eran tan parecidos
estos naturales y espíritus..., que si la Santa hubiera sido Reina, fuera otra
Católica Doña Isabel; y si esta esclarecida princesa hubiera sido religiosa -que
bien lo fue en virtudes-, fuera otra Santa Teresa"114.
En los Artículos del Postulador va apareciendo la vida de Isabel la
Católica, desde su nacimiento en Madrigal de las Altas Torres el 22 de abril
de 1451, pasando por su infancia en Arévalo, su formación, vida de oración,
Pacto de Guisando del 18 de septiembre de 1468; capitulaciones matrimonia
les con Fernando de Aragón, 7 de enero de 1469; proclamación de Reina de
Castilla y León en Segovia, el 13 de diciembre de 1474, plan de vida, virtudes
en grado heroico de fe, fortaleza, prudencia, paciencia, templanza, humildad,
caridad, justicia, castidad, etc., hasta su muerte en Medina del Campo el 26 de
noviembre de 1504, cuando tenía "cincuenta y tres años de edad"115. En los
artículos del Proceso aparece la mejor vida de Isabel la Católica con sus luces
y sombras que le dan colorido y belleza, como una buena cristiana, cumpli
dora de sus obligaciones y fiel hija de la Iglesia.
113. Positio, pp. 46-48, donde aparece la palabra "venganza" en la toma de Barcelona el 3
de noviembre de 1472; sobre el párrafo 12 del Testamento, donde trata de la reducción de los ofi
ciales que habían sido aumentados en su reinado "de lo cual ha redundado y redunda daño" y el
párrafo 13, donde se hace "anulación de mercedes, no voluntariamente concedidas y que se rela
cionaban con una carta ajena al testamento".
114. Ibíd., pp. 17 y 60.
115. Ibíd., pp. 7-51.
116. Ibíd., p. 66.
117. Ibíd., p. 77.
570 F. CAMPO DEL POZO
123. Inventario del Museo Lázaro Galdiano, Madrid, Sala de peines 1, peine 006. Se agra
dece a Da Carmen Espinosa, conservadora del Museo, la facilitación de estos datos.
124. L oynaz, Dulce María, "El último rosario de la Reina", ABC, del 6 de noviembre de
1992, p. 1.
125. Se agradece a D. José Martín Sanz, que es de Prádena, el envío de una foto, cuyo pie
de imprenta dice así: "Cuadro de la venerable Isabel la Católica que se encuentra en la Iglesia
Parroquial de Prádena (Segovia). S. XVI. Anónimo"
126. P érez G ómez, José, "Apuntes para la Historia de la Provincia Agustiniana de Nuestra
Señora de Gracia en Colombia", Archivo Histórico Hispano-Agustiniano, 23 (1925) 52-63; Cf. D.
M ucientes del Campo, Centurias colombo-agustinianas, Bogotá 1969, p. 59. Según fray E. Báez,
O.P la llevó Da Susana (Juana) Dávalos Marín que fue de España hacia 1615 y fue nombrada
encomendera de Otengá en 1620 por D. Juan de Borja, Justicia mayor o Presidente de la real
Audiencia de Santafé de Bogotá, "Noticia histórica de Nuestra Señora de la O de Otengá", en
Novena a Nuestra Señora de la "O" de Otengá, Sogamoso 1936 y 1950, p. 3.
ISABEL LA CATÓLICA, FIEL HIJA DE LA IGLESIA, Y LA HISPANIDAD 573
127. Campo del P ozo , Fernando, "Santuarios marianos en el Nuevo Reino de Granada",
Provincia agustiniana de Nuestra Señora de Gracia en Colombia, II, Bogotá 1993, p. 571; y en
Iconografía Agustiniana I, Roma 2001, pp. 610-612, donde se observa que tiene afinidad con cier
tos iconos de la Virgen existentes en el antiguo Reino de Valencia; pero difiere de ellos en cuan
to a la cara e indumentaria.
128. M esanza , Andrés de, Célebres Imágenes y Santuarios de Nuestra Señora en Colombia,
Chiquinquirá 1950, pp. 419-421, donde recoge el testimonio del Pbro. Joaquín R. Medina.
574 F. CAMPO DEL POZO
tiene los rayos, porque tampoco los tiene el original. Una copia se encuentra
en el Museo del Convento San Agustín de Bogotá129. En presencia de aquella
imagen se siente la impresión de que la Reina Isabel ya está en los altares,
aunque no se le venere aún, porque se espera el fallo definitivo de la Iglesia.
7. Conclusión
129. V allín M agaña , Rodolfo, Arte y fe. Colección artística agustiniana. Colombia, Santafé
de Bogotá 1995, p. 59, n. 104. Se la denomina también Virgen de la Esperanza. Óleo sobre tela
(40 x 30 cm.)
130. Córdoba , Martín de, Jardín de Nobles Doncellas, parte I a, cap. 3, pp. 99-100. Se ha uti
lizado la edición hecha por el P. Félix García en Madrid 1956.
131. R ouco V arela , Antonio Ma., "Reformadora de la Iglesia", p. 13.
ISABEL LA CATÓLICA, FIEL HIJA DE LA IGLESIA, Y LA HISPANIDAD 575
como sucedió con Edith Stein, que ya ha sido canonizada. Se esperaba para
el año 2004.
Como se ha observado anteriormente, la Conferencia Episcopal Espa
ñola, a petición del arzobispo de Valladolid actualmente emérito, Mons. José
Delicado Baeza, acordó "insistir respetuosamente" ante el Papa para reanu
dar lo que se estancó en 1991 por razones de índole diversa, como sucede en
esta clase de procesos. El problema de la expulsión de los judíos está ya supe
rado, aunque haya opiniones discordes. Las posibles dificultades se estaban
superando por el que era postulador P. Rafael Ma. Serra y actualmente por el
P. Fernando Rojo, agustino, experto en la materia. La mayoría de los obispos
de Hispanoamérica y de todos los católicos, incluso cristianos no católicos,
están a favor de su posible canonización132.
A primeros de noviembre de 2002, D. Vicente Vara Sanz, Vicario Gene
ral de la diócesis de Valladolid, el R. P. Rafael Ma. Serra Bover, postulador de
la causa, y D. Vidal González Sánchez visitaron en Roma al Cardenal Saravia
Martins, Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, que repi
tió varias veces la frase: La Causa de la reina non é fermata, cammina". La
causa no está parada, sino que camina"133. Con el nuevo postulador, P.
Fernando Rojo, ya se cuenta con un milagro y se aprobarán pronto sus virtu
des. En la documentación aportada para el proceso de canonización aparece
claramente que estuvo siempre al servicio de Dios y de la Iglesia Católica de
Roma a la amó como fiel hija de la misma, según consta en su Testamento,
Codicilo y otros escritos suyos134.
El lugar, donde nació, está custodiado por las Madres Agustinas, que lo
enseñan a los visitantes, resaltando sus virtudes. El Palacio Testamentario,
donde murió, se ha declarado "Bien de Interés Cultural" como "Sitio Histó
rico" por la Junta de Castilla y León el 15 de mayo de 2003. Se cumplió en
parte una vieja aspiración formulada por los Caballeros de la Hispanidad y
los de Isabel la Católica, que han visto con alegría cómo, el 26 de noviembre
de 2003 se inauguraba el Centro de Interpretación de la Reina Católica en el
Palacio Testamentario, con una Exposición bien dirigida y organizada. Se
exponen, entre otros valiosos objetos de aquella época, las planchas que con
tienen los nombres de los 700 medinenses que participaron en la colonización
de América, con una réplica del dormitorio, donde testó y murió Isabel la
Católica135.
Se ha reparado y restaurado el Castillo de la Mota, lo mismo que la
Colegiata de San Antolín y el Palacio Testamentario para un Espacio Museo-
gráfico de la Reina Isabel y su relación con Medina. Tuvo gran resonancia la
exposición Esplendor de un reinado, que se inauguró en la primavera del 2004
en Medina del Campo, con sede también en Valladolid y en Madrigal de las
Altas Torres según declaración de la ministra de Educación y Ciencia, Da
Pilar del Castillo, después de haber presidido el día 16 de octubre de 2003 una
reunión de la Comisión Estatal para el V Centenario de la muerte de Isabel
la Católica136. Las comisiones locales, regionales y nacionales en torno al V
Centenario de su muerte se están moviendo para conmemorar digna y solem
nemente esta fiesta. Los Caballeros de Isabel la Católica y la Academia de la
Hispanidad podemos hacer también un buen aporte para dar realce al V
Centenario de su muerte, colaborando para que la veamos en los altares.
Personalmente, como el P. Zacarías Martínez, casi todos los medinenses y
vallisoletanos, incluso la mayoría de españoles e hispanoamericanos, tenemos
la íntima convicción de que la sierva Isabel goza ya de la bienaventuranza
eterna. Conviene movernos y orar con mucha devoción y fe para conseguir
que su proceso de canonización siga adelante. Hay estudios serios realizados
en estos últimos años 137y peticiones de Hispanoamérica en favor de su cano
nización, como lo resaltó el arzobispo de Valladolid, Mons. Braulio
Rodríguez en una conferencia dada en Roma, recordando la evangelización
de América138. Conviene tener en cuenta que Isabel la Católica en su vida y
en su muerte demostró ser fiel hija de la Iglesia Católica.
Fernando C a m p o d e l P o z o
Medina del Campo
Valladolid
LIBROS
Sagrada Escritura
BEN -TO R, A m non (ed.), La Arqueología del Antiguo Israel. Ediciones Cristiandad,
M adrid 2004, 23 x 15, 687 pp.
W ITTE, Marcus- A L K IE R , Stefan (Hrs.), Die Griechen und der Vordere Orient. Beiträge
zum Kultur- und Religionskontakt zwischen Griechenland und dem Vorderen Orient im
1. Jahrtausend v. Ch. U niversitätsverlag- V andenhoeck & R uprecht, Freiburg-
G öttingen 2003, 24 x 16, X+135 pp.
H ógem ann que estudia la cultura jónica de las colonias griegas de A sia M enor. Estas colo
nias son las que crearon lo que nosotros entendem os por cultura griega clásica, no A tenas
que únicam ente detentó el poder. Es interesante la opinión, pero no se ve su relación con
el objetivo del simposio. Algo más interesante es la ponencia de Veit R osenberger, sobre
los oráculos en Grecia y el M edio O riente. A través de ellos hubo un intercam bio de cul
tura de larga tradición en el oriente. Tanja Scheer parte de la acusación lanzada por
Pausanias contra Jerjes de haber robado la estatua de A rtem isa de B rauron y el A polo de
Dídimo. Esta acusación es injustificada, pero a la autora sirve para exponer la política reli
giosa de los Persas en relación con los griegos. Para los que se dedican al estudio de la
Biblia el más interesante es el artículo de O. Kaiser que trata de los contactos culturales y
religiosos entre el judaism o tardío y el helenismo. H istóricam ente hasta el asedio de Tiro
en el 332 no hubo encuentro entre el helenismo y el judaismo. D esde entonces Palestina
políticam ente se vio envuelta en los avatares del próximo oriente. El autor analiza las hue
llas del helenismo especialm ente en tres libros del A. T.: Q ohelet, Sirácida y Sabiduría. El
libro contiene 4 ilustraciones en color de ánforas griegas. Las ponencias conservan un tono
muy genérico. El libro no ofrece lo que prom eten el título y el subtítulo.- C. M IELG O.
El autor com para los textos legales del D euteronom io con las leyes antiguas griegas
en lo referente al individuo y a la sociedad. El trabajo no es de lingüística ni de crítica lite
raria, sino de antropología social y cultural. Los dos sistema legales están en la misma área
geográfica; ello perm ite la comparación. Prim eram ente el autor en la introducción presen
ta el estado actual de los estudios sobre el D euteronom io y hace el balance de lo que se ha
opinado hasta ahora sobre las relaciones entre Grecia y el A. T. E n el cap. 1 expone el
m étodo antropológico de comparación a pequeña escala, que perm ite com parar los valores
sociales y culturales de dos áreas geográficas contiguas sin necesidad de establecer contac
tos o influencias literarias. La contigüidad y la cercanía física y am biental facilitan la asun
ción de valores semejantes. Los sistemas legales de G recia y Palestina son independientes,
aunque procedentes de la misma área geográfica. O tro punto a ten er en cuenta es la iden
tidad social de la persona. El individuo antiguo y el grupo eran como una sola entidad. La
m entalidad corporativa y colectiva lo envolvía todo. Con estas prem isas comienza en el cap.
2 la comparación. Prim eram ente estudia en detalle D eut 16,18-18,22, es decir, las leyes
sobre los cargos públicos para averiguar cómo los individuos organizan la autoridad judi
cial y política. El D eut determ ina que la asam blea (a la que pertenecen los adultos varo
nes) son responsables de la elección de los jueces y lo mismo sucede con el rey. Parece una
democracia. U n grupo comisiona a individuos para gobernar y juzgar conforme a la ley.
También el rey está sometido a la ley. Esto es extraño, pero no desconocido. E n G recia tam
poco el rey detentaba el poder militar. El cap. 3 examina D eut 20,1-20, donde se habla de
la guerra, cuyas leyes tratan de asegurar la defensa de la sociedad e im pedir que disminu
yan los pequeños propietarios, porque estos son los responsables del m antenim iento de la
misma. Tampoco en G recia había una autoridad central, sino una asam blea de varones. El
siguiente capítulo trata de la familia y de la herencia, o mejor, del conflicto de generacio
nes. Los textos son D eut 21,15-17 y 21,18-21. E n este tem a no hay inm ediatos paralelos
sobre la poligamia y la herencia, porque los griegos no practicaban la poliginia ni la primo-
EstA g 39 / fas. 3 (2004) LIBROS 581
genitura; pero se detectan los mismos problem as que preocupan al D eut. Tener más de una
mujer tiene problem as en ambos lugares. A continuación en el cap. siguiente habla de las
desviaciones sexuales reguladas en el D eut 22, 13-21. 22-29; y las com para con el sistema
legal griego. ¿Cuáles son las conclusiones? Varias e interesantes. D esde luego no se advier
te influencia directa, pero sí semejanzas culturales que no deben extrañar. Por ejemplo, las
leyes se escriben tanto en G recia como en Israel, por lo que la ley escrita es el árbitro supre
mo. En ambas culturas se advierte la presencia de una especie de asam blea form ada por
varones propietarios y ciudadanos libres que eligen a los oficiales responsables del bien de
la comunidad, en concreto, de la administración de la justicia y de la defensa de la nación.
D e este mismo grupo de la asam blea debe salir el profeta y el rey, quien no tiene poderes
militares. Es normal, p o r ello, que vean con suspicacia cualquier práctica de adivinación
que puede poner en peligro sus privilegios. Las medidas contra los conflictos familiares y
desviaciones sexuales tratan de salvaguardar la integridad, la arm onía del grupo y la respe
tabilidad de todos los miembros. La democracia, pues, se lim itaba a este grupo de miem
bros relativam ente pequeño de la sociedad. O tra conclusión digna de notarse es que la acu
sación de utopía tantas veces lanzada contra el D euteronom io, debe ser m atizada en vista
de la legislación griega. Tal estado y organización de la sociedad, que el D eut predica, era
posible. N otemos en fin que el autor añade no sólo una amplia bibliografía sino tam bién el
gran Códice de G ortyn en griego y en inglés - C. M IELGO.
M ILLER, Patrick D., The Way o f the Lord. Essays in Oíd Testament Theology (=
Forschungen zum A lten Testament, 39). M ohr Siebeck, Tübingen, 2004, 24 x 16, X+
341 pp.
Se trata de una colección de ensayos sobre tem as de teología del Antiguo Testamento.
La m ayor parte de ellos ya habían sido publicados anteriorm ente. El autor los distribuye en
tres apartados. Nueve ensayos tratan diversos aspectos del decálogo. Los temas exam ina
dos son exclusivamente de carácter doctrinal y teológico. El autor no echa mano de la crí
tica literaria o histórica. D e esta m anera los tem as tienen que ver con el carácter funda
m ental de los diez mandam ientos, su suficiencia o no como resum en de toda la ética, su
influencia en el resto del A.T., particularm ente del prim er m andam iento en la literatura
deuteronom ista, qué tipo de comunidad pretenden crear estos mandatos, etc. Los siete
siguientes artículos tratan del libro de los salmos. Decimos “libro de los salmos” porque
este es el título de uno de los ensayos. El autor considera que el salterio puede y debe leer
se como un libro unitario que contiene una teología. Particularm ente los tem as más estu
diados son la noción de Dios y la antropología presente en el salterio. Finam ente los cinco
ensayos restantes tratan de diversos temas siempre de carácter doctrinal, como el Dios de
los Profetas, el objetivo del D eut, la enseñanza de la Escritura, etc. Todos los artículos son
fáciles de leer, porque la exposición es m etódica y ordenada - C. M IELGO.
CORDES, A riane, Die Asafpsalmen in der Septuaginta. Der griechische Psalter ais Über-
setzung und theologische Zeugnis (= H erders Biblische Studien, 41). H erder, Freiburg,
etc, 24 x 16, 261 pp.
Se llaman “de A saf” los salmos 50, 73-83, porque llevan esta inscripción. El libro que
presentam os estudia la versión de los LXX de estos salmos como traducción y como testi
monio de la teología y doctrina de los traductores y del am biente en que fue hecha. E l tra
bajo no es fácil. E sta doctrina propia de los traductores hay que extraerla de aquellos tex
tos donde el traductor se distancie del texto hebreo, pero con algunas salvedades. Puede ser
que se distancie del texto, porque no lo ha com prendido o lo ha leído mal o el texto hebreo
que m anejaba no era el mismo que hoy tenemos. Estos problem as son los que la autora
trata en la introducción, así como las razones que la han movido a fijarse en estos salmos,
que ciertam ente form an un grupo bastante hom ogéneo; su tem a es entender la catástrofe
de la destrucción de Jerusalén y del templo. La traducción se hace en un mom ento en que
tanto la ciudad de Jerusalén como el tem plo habían sido reconstruidos; la pregunta que se
presenta es cómo los traductores se apropian estos salmos en la nueva situación. E l libro
analiza cada salmo por separado estudiando el texto y su interpretación verso por verso.
Luego se com para con el texto hebreo y se señalan las diferencias lingüísticas y semánticas
y a qué se deben. E n un capítulo final la autora expone sus conclusiones. C uantitativam ente
la traducción es bastante buena y fiel. Cualitativamente, en la elección de palabras y de los
tiempos verbales, en la más o menos equivalencia de los campos semánticos, el traductor
tom a sus libertades. Algunas son explicables por razones filológicas. O tras son conscientes
y aquí es donde se advierte la doctrina propia de la traducción: evitar llamar a Dios con el
nom bre de un elem ento de la naturaleza, como piedra, sol, etc., entusiasmo por Sión y el
templo, im portancia de la ley, insistencia en el monoteísmo, actitud esperanzada hacia el
futuro. E n cuanto el estilo, la autora afirma que es menos torpe de lo que com únm ente se
afirm a.- C. M IELG O.
EstA g 39 / fas. 3 (2004) LIBROS 583
LANG, Martin, Goti und Gewalt in der Amosschrift (= Forschung zur Bibel, 102). E chter
Verlag, W ürzburg 2004, 23 x 15,299 pp.
Definiría a este libro como un com entario sincrónico del libro de Amos. E l au to r con
sidera que debe hacerse una lectura continua, tal como está, como un escrito parcial del
libro de los doce profetas menores. El título se debe a que el autor considera que el tem a
de la violencia de Dios es central. La obra se articula en cuatro partes, m etodológicam ente
muy semejantes. Se ofrece un traducción, en parte propia, con gran atención a la filología,
incluso recurriendo a paralelos extrabíblicos. A parte de este mérito, se estudia detenida
m ente la estructura y la construcción de la perícopa. Y finalm ente se expone el contenido
doctrinal, resaltando especialm ente el tem a de la violencia divina. E n la prim era parte se
analizan los cap. 1 y 2, que anticipan prácticam ente el contenido del resto de los capítulos.
La culpa es excesiva y la intervención de Dios va a ser violenta no sólo contra los pueblos
vecinos, sino tam bién contra Israel. E n la segunda se exam inan los cap. 3-6, donde el futu
ro se ve negro; la violencia practicada con los pobres, y la farsa del culto no perm iten otra
salida que el castigo por parte de Dios creador: el terrible día de Yahvé es lo que el pueblo
puede esperar. No obstante, se m antiene la invitación a buscar a Dios. La tercera parte se
ocupa de los cap. 7-9. Las visiones están ordenadas hacia un clímax que culmina en la visión
quinta con la destrucción del tem plo y del altar. El autor señala los paralelismos con el
Éxodo (concretam ente con las plagas). Parece que se asiste a un “anti-éxodo”. Finalm ente
en la segunda parte del cap. 9 habla A mos de la posibilidad de un nuevo comienzo, gracias
al poder creador de Dios. La violencia del hom bre es la que provoca la violencia de Dios,
pero ésta conoce un final: la voluntad de salvar al pueblo. El autor, pues, presenta al p ro
feta como un predicador de penitencia que hace consciente al pueblo de la situación lam en
table en la que está, de los castigos que recibe por parte de Dios y trata de evitar que a los
israelitas les ocurra algo peor. Pero el futuro está lleno de esperanza y la restauración se da
por descontada. El abandono prácticam ente total del m étodo diacrònico y sobre todo, des
pacharlo como carente de utilidad, resulta llamativo, sobre todo en un libro tan inm erso en
el entram ado social y político como el del profeta A m os - C. M IELGO.
texto y finalm ente la exégesis de los textos. E sta parte es detallada; cada térm ino o giro lin
güístico es analizado extensam ente, citando los textos del resto del A. T. en que ocurren las
palabras con el fin de fijar con precisión el significado de cada una. H ay que alabar la deli
cadeza de la autora, que al final de cada análisis a veces prolijo de lo textos fija en pocas
frases el resultado de la búsqueda. La conclusión del Sal 8 es la siguiente. E l texto no es pri
m eram ente antropológico, sino un him no al C reador y Rey. Sólo en dependencia de Dios
puede entenderse el papel del hom bre que es parte de la creación. Lo propio del salmo es
señalar que el hom bre tiene un lugar especial en el mundo creado, pero su poder está limi
tado por el poder de Dios. É ste rodea a Dios de gloria y esplendor, atributos propios del
rey quien participa de la soberanía divina sobre la naturaleza. A hora bien la proclamación
del poder atribuido al rey abraza la práctica de la justicia y la defensa de los pobres y débi
les. Al extender al hom bre los atributos del rey el dominio no es arbitrario ni despótico.
Parece acertado colocar el salmo como reacción a la postración del exilio. El segundo apar
tado está dedicado al estudio de G en 1, sobre todo a los dos conceptos más im portantes: El
hom bre como imagen de Dios y a los verbos empleados para exponer el papel del hombre
respecto de los animales: kbsh=someter y rdh=dominar. La exposición es amplia con discu
siones detalladas sobre los opiniones de otros autores. Piensa que afirm ar que el hom bre es
imagen de Dios no significa que tenga una cualidad por la cual es imagen, sino que es
expresión de una tarea, precisam ente dom inar sobre ellos. Los verbos en im perativo son
explicativos. A m bos hablan de una relación jerárquica, pero no indican violencia, sino
dom inar en general. Tampoco G en 1 es un texto directam ente antropológico. Yahvé es el
protagonista. E l hom bre com parte con los animales el alimento. E stá integrado en la natu
raleza. Pero tiene un puesto especial. Al hacer al hom bre imagen de Dios le confiere un
carácter regio. Y como la tarea del rey es crear la paz, lo mismo cabe esperar del hombre
respecto de la naturaleza. Bibliografía e índices cierran el volum en escrito con com peten
cia y mucha dedicación - C. M IELGO.
Como es habitual en todas las Teologías del A. T., la introducción contiene amplias
reflexiones sobre este género literario, sus diferentes orientaciones y enfoques, todo ello
acompañado de amplia bibliografía. U na vez que la teología del A.T. se liberó de ser con
siderada pura historia de la religión de Israel, varias opiniones surgieron sobre su ámbito,
posibilidad de escribirla, relación con el N. Testamento, etc. A continuación el autor expo
ne los dos m étodos principales empleados. Señala que a veces se ha optado por hacer una
presentación sistemática de los contenidos. E n este caso las discusiones continúan sobre el
centro del A.T., tem a arduo, sobre el que nunca habrá consenso. N o obstante, las exposi
ciones por muy diferentes que sean, aportan algo positivo. El otro enfoque es el genético-
histórico, que es el seguido por el autor. La teología, piensa el autor, debe recoger no sólo
palabras sobre Dios, sino toda la fe de un pueblo, que está condicionada históricam ente y
su formulación varía. Por ello la teología del A. T. no debe renunciar a incorporar la histo
ria de la religión y la antropología, sin olvidar que la fe de ellos es tam bién nuestra fe. A
continuación sigue la exposición dividida en cuatro partes. E n la prim era presenta el subs
trato cananeo de la religión de Israel y la aparición de Yahvé. E n esta parte son visibles las
nuevas orientaciones más escépticas sobre la historia de Israel. E n la segunda parte el autor
expone el enfrentam iento de Israel con las grandes potencias en cuyo m om ento el campo
de la fe y la personalidad de Yahvé se desarrollan enorm em ente m erced al profetismo. En
E stA g 39 / fas. 3 (2004) LIBROS 585
la tercera parte presenta el autor las nuevas formulaciones de la fe provocada por la pérdi
da de la independencia nacional: cambia el profetismo e Israel escribe la propia historia
pasada. Finalm ente en la cuarta parte el tem a es la orientación de la fe hacia el futuro. La
exposición parece equilibrada; quizá con poca atención a la sabiduría, lo que es norm al en
este tipo de teologías de Israel - C. M IELGO.
Es una colección de artículos sobre la versión de los LXX con motivo de la em presa
puesta en m archa para traducir esta versión al alemán. E l proyecto lleva consigo diversas
preguntas sobre las técnicas textuales filológicas e históricas de la traducción. Este segun
do volumen, como ya el prim ero, recoge los trabajos presentados en las jornadas dedicadas
a esta em presa tan m eritoria. C uatro son los campos tratados en este volumen. E n prim er
lugar cuatro se dedican a las relaciones históricas, culturales y religiosas entre el helenismo
y judaism o en Egipto. E n el segundo grupo se estudian las propiedades de la traducción de
los LXX, su lenguaje, lexicografía y técnicas de traducción. El tercer grupo se dedica a las
investigaciones españolas sobre el texto antioqueno. El proyecto español consiste en editar
el texto griego de la recensión de Luciano, que estuvo en boga en A ntioquía en el s. IV,
texto publicado en la políglota de Alcalá. Son dos artículos debidos a N. Fernández Marcos,
conocido especialista de los LXX. El cuarto grupo toca aspectos concretos de la traducción
griega de algunos libros en particular - C. M IELGO.
E sta edición postum a de las clases de E. Peterson sobre Jn es un com entario frag
m entario del cuarto evangelio: Jn 1,1-7,30 (excepto 4,46-54). Su autor no lo concibió para
ser publicado, sino como apuntes para sus estudiantes de B onn (1927/29). A puntes que tie
nen vigencia y contribuyen al enriquecim iento de la exégesis bíblica. E n una amplísima
introducción trata los tem as clásicos: género literario (aretología), autoría, lugar y tiempo
de composición, relación de Jn con los sinópticos, la cuestión de las fuentes... Los editores
nos indican la literatura secundaria usada por Peterson. La parte final del libro contiene
unos estudios sobre el canon bíblico procedentes de su época como profesor en Rom a
(1941/42), en los que resalta la im portancia del judaism o para la com prensión de algunos
fenóm enos concretos de la iglesia primitiva. El primer texto, los 12 apóstoles como traden-
tes de la tradición, pensado para un amplio público, está dedicado a los grandes Padres,
desde los apologistas hasta Tertuliano. E l 2o texto trata sobre Papías, quien transm ite un
cuadro m uy distinto de la relación entre la tradición oral y escrita dentro de la iglesia pri
mitiva. O tro capítulo expone un artículo sobre Cayo de R om a y los alogos. Concluye con
una peq ueña miscelánea sobre el tem a “espíritu y logos en los Padres de la Iglesia”. Según
nuestro autor, Jn fue aceptado en el canon no por causa de la tradición, sino por la recep
ción. Ya que una recepción intraeclesial presupone una decisión libre, entonces Jn debía ser
586 LIBROS EstA g 39 / fas. 3 (2004)
reconocido tanto inspirado como escrito por una persona de los tiempos apostólicos, y
piensa en el hijo del Zebedeo. Peterson rechaza los influjos mándeos en Jn y considera que
la aparición de Jn y su aceptación en un canon con 4 evangelios, se debió a una creación
antignóstica de la iglesia.
E. Peterson es un pensador e investigador cuya obra ha sido redescubierta en los últi
mos años. Tanto la exégesis (Jn 1-7) como su amplia introducción m uestran a Peterson
como un teólogo independiente y preciso, a la vez que original y en ocasiones en contra del
consenso. E l autor redescubre el valor histórico del evangelio de Jn. Es conocedor de la
literatura neotestam entaria, apócrifa y patrística. La interpretación de Jn realizada por
Peterson perm anece enriquecedora, especialm ente sus reflexiones teológicas sobre el
canon, las consideraciones herm enéuticas e implicaciones de su interpretación de la escri
tura, el uso y conocimiento de los testimonios de la iglesia primitiva, su interpretación esca-
tológica de im pronta personal de la teología joánica. La edición está bien presentada, aun
que existe algún error tipográfico m enor (pág LII, Anm. 77: Hans-Joachim K lauck).- D. A.
C IN EIRA .
El libro es una recopilación de 16 artículos escritos por el Prof. Klauck durante el perí
odo en que fue profesor ordinario de exégesis de NT en las universidades de W ürzburg y
Munich. En la actualidad es Prof. en Chicago. Algunos artículos no habían sido publicados
hasta la actualidad y otros eran difíciles de acceder a ellos, por lo que han sido puestos a
disposición del gran público después de haber sido sometidos a una revisión exhaustiva y,
en ocasiones, su autor ha modificado la perspectiva u objetivo original. El prim er trabajo
ha sido compuesto ad hoc para este libro a modo de introducción y quiere ser el horizonte
general para entender el resto de los artículos. Se centra en las nuevas discusiones sobre el
panteísmo, el m onoteísmo y el politeísmo, una reflexión sobre la teología greco-rom ana y
bíblica. Todos los artículos tienen como característica común el uso de la m etodología: el
ám bito de la historia de la religión desde una perspectiva histórico-social.
Los artículos están organizados en los siguientes epígrafes: La prim era sección contie
ne dos artículos, “El pecado y el perdón de los pecados: inscripciones de confesiones de
Asia M enor y el N T ” o “El pecado y su perdón en el N T”. El segundo epígrafe gira en
torno a los discursos extáticos, donde se analiza el fenóm eno de la glosolalia en el m undo
circundante del NT, así como el carisma de los discursos inteligibles de 1 Cor 14.3o: Los cul
tos mistéricos y la cena del Señor, donde com para los cultos mistéricos y el cristianismo pri
mitivo, m ientras que otro artículo analiza la cena del Señor según la tradición paulina (IC o r
10-12). 4o: Pueblo de Dios y comunidad: los tem erosos de Dios en el Magníficat,
“Comunidad y sociedad en el cristianismo primitivo: ¿un modelo para el futuro?”. E l quin
to grupo de artículos está dedicado a la crítica bíblica sobre el culto a los señores y al em pe
rador. Es un tem a que el autor ya ha profundizado en otros libros, así como en sus clases.
E ste apartado consta de 3 artículos: “La crítica a los potentados en H ech 12,20-23”, el tema
de “N erón redivivus y el A p ” y “Diversas representaciones del niño dios”. U n sexto apar
tado estudia la recopilación de cartas en la correspondencia de Cicerón. El último grupo de
artículos, con el título de “exégesis e iglesia”, m uestra que la exégesis realizada con pre
tensiones científicas y en el contexto académico, no excluye de ningún modo la responsa
bilidad teológica y eclesial, sino que por el contrario puede servir como acom pañam iento
EstA g 39 / fas. 3 (2004) LIBROS 587
crítico. En esta sección nos encontram os con un artículo, “D ebate sobre la justificación:
Pablo, Santiago y M artín L u tero ” que se público en prim er lugar en castellano en la revis
ta Carthaginensia, por lo que sería el prim er artículo completo de este autor alem án en cas
tellano. O tro artículo está dedicado a presentar la exégesis de N T en ám bito católico desde
el Vaticano I al Vaticano II. E l libro concluye con un comentario, que en su día tuvo amplia
difusión en ámbito alemán, sobre el docum ento de la pontificia comisión bíblica y la inter
pretación de la Biblia de 1993.
Como es norm al en este tipo de libros, recopilación de artículos concebidos para ser
publicados independientem ente, no se ve el hilo de unión entre ellos, a pesar de su agru
pación en diversos epígrafes. No obstante, estos artículos se caracterizan por su profundi
dad, seriedad, cientificidad y sus sopesadas conclusiones, como toda la obra de este profe
sor. El autor es gran conocedor del mundo y de las fuentes greco-romanas, las cuales pue
den iluminar a entender algunos textos del NT dentro de su am biente helenista. E ste infa
tigable autor y profesor, sin lugar a dudas uno de los más reconocidos exégetas católicos de
NT de ámbito alemán, perm anece siendo un desconocido para los lectores de lengua cas
tellana. Esperem os que pronto podam os ver alguno de sus libros traducidos al c astellan o -
D. A. C IN EIRA .
TR E B IL C O , Paul, The Early Christians in Ephesus fro m Paul to Ignatius (W UNT, 166),
M ohr Siebeck, Tübingen 2004, 23 x 16, 826 pp.
La im portancia de A sia M enor en la vida de la iglesia de los prim eros siglos es incues
tionable y la vida de los prim eros cristianos en Éfeso aportará una buena visión sobre el
cristianismo antiguo en general. El contexto para esta investigación es la historia y el signi
ficado de Éfeso y de su vida religiosa, incluyendo su comunidad judía en el siglo I desde las
fuentes arqueológicas y literarias (cap. 1). A tención especial dedicará a los documentos
relacionados con los cristianos de Éfeso y si su información es fiable. A sí la carta a los efe-
sios no es una fuente fiable, porque el epígrafe “a los efesios” no form aba parte del texto
original. El objetivo del libro es doble: a) una tarea descriptiva: delinear o esbozar lo que
las fuentes dicen a cerca de la actividad y vida de los prim eros cristianos en Éfeso por lo
que se analizará la presencia y misión de Pablo según es presentada en las cartas y en
Hechos. E n la segunda parte discutirá las cartas pastorales, las cartas joánicas y Ap.
R elaciona estos documentos con Éfeso y los data, con el objetivo de constatar el desarro
llo o los cambios producidos dentro de la comunidad en diversas épocas. El segundo obje
tivo es dem ostrar que exceptuando en un prim er momento, en la ciudad siempre existieron
diversos grupos, de los que se describen algunas facetas. Para ello considera que las cartas
pastorales y las cartas joánicas no están dirigidas al mismo grupo de cristianos, sino a dife
rentes lectores. Trebilco ha intentado delim itar la naturaleza de los diversos grupos. Analiza
algunos aspectos claves de la vida de la comunidad a la que el Pastor se dirige y a la que
escribió 1-3 Jn respecto a sus actitudes frente al mundo externo, los bienes m ateriales, el
uso que hacen de ellos, la estructura de liderazgo, la concepción de la autoridad, la posición
de la m ujer y los términos usados como etiquetas para autodenom inarse. La descripción de
las actitudes evidencian una diversidad dentro del cristianismo primitivo en Éfeso. Estas
cuestiones vienen estudiadas en la 3 parte. Estos tem as ofrecen la posibilidad a nuestro
autor p a ra describir la vida de dichas comunidades.
A l final de la misión paulina, la comunidad paulina estaba bien establecida y existía
diversidad de tendencias dentro de la comunidad. E n el 55 la m ayor parte de los cristianos
en É feso eran paulinos, aunque no todos debían su lealtad a Pablo. La 2a y 3a parte estu-
588 LIBROS EstA g 39 / fas. 3 (2004)
dian la evolución de la comunidad entre los años 80 y 100. Existían diferentes grupos que
se consideraban ellos mismos cristianos: el grupo paulino (pastorales), el grupo joánico (a
los que se dirigían 1-3 Jn), los adversarios del Pastor (1 y 2 Tim), que form aban probable
m ente un grupo separado, los secesionistas que abandonaron la comunidad mencionados
en 1 Jn, y los Nicolaítas de A p 2. Los destinatarios de las cartas pastorales y de las epísto
las joánicas no eran antagonistas, sino que se consideraban parte de un amplio movimien
to, aunque querían m antener y conservar la integridad de sus grupos separados. La 4a parte
esta dedicada a la época posterior: Juan, el visionario en el A p e Ignacio se dirigen a todos
los cristianos de la ciudad por lo que no existía en Éfeso una comunidad de Jn del Ap.
Ignacio intentará unificar las distintas facciones cristianas de la ciudad. En esa época exis
tía un grupo cristiano de docetistas, surgido del desarrollo de los secesionistas joánicos de
1-2 Jn, aunque Ignacio no se dirige a ellos en sus cartas.
El libro m uestra la diversidad de grupos cristianos de la primitiva comunidad de Éfeso
con sus características determinadas. Expone cómo desde la época de las pastorales algu
nos cristianos propusieron líneas divisorias para excluir a otros que se consideraban a sí
mismos cristianos. E sta es la tendencia que se constata en las pastorales, en las cartas jo á
nicas, en el A p y en Ignacio. A sí la vida de la comunidad se caracterizó por los conflictos
internos y la presencia de diferentes tendencias de la fe cristiana. Pero no todo era división
y conflicto. A unque no existía unidad, habría un sentido de corporativismo, en el sentido de
querer preservar su propia identidad distinta, pero deseosos de conocer la pretensión de
validez de otros grupos que componían el cristianismo. Sin lugar a dudas, este estudio p ro
fundiza y arroja luz sobre las primitivas comunidades cristianas. E stá muy bien docum en
tado y ha em pleado gran cantidad de bibliografía, documentos, fuentes.- D. A. C IN EIRA .
W EIHS, A lexander, Die Deutung des Todes Jesu im Markusevangelium. Eine exegetische
Studie zu den Leidens- undAuferstehungsansagen, (FzB 99), E chter Verlag, W ürzburg
2003,23 x 15, 668 pp.
M E IßN E R , Joachim, Das Kommen der Herrlichkeit. Eine Neuinterpretation von Röm 8,14-
30 (Forschung zur Bibel, Band 100), E chter Verlag, W ürzburg 2003, 23 x 15, 422 pp.
del cuerpo. A ello está dedicado el prim er capítulo. Por tanto se indica que se ha concedi
do a los creyentes la gloria (v. 30) y la filiación (v.15). La liberación del cuerpo sería un
acontecimiento presente y la gloria una magnitud actual. La dim ensión presente de la glo
ria se apoya en 2 Cor 3,18. A su vez, Pablo habla de la transform ación del cuerpo en Rom
8,11; 1 Cor 15,35-53; 2 Cor 5,1-10; Fil 3,21. D ado que algunos autores (B aum ert y
Schneider) ya han interpretado 2 Cor 5,1-9 y 1 Cor 15,35-53 en este sentido, nuestro autor
se centra en el resto de los pasajes. Especial atención dedica a Rom 8,11 dentro del con
texto argum entativo de la carta. D ada la im portancia de la estructura de la carta para
entender el proceso argum entativo paulino, dedicará el 2o capítulo a esta cuestión. El capí
tulo 3o está centrado en el estudio de Rom 8,10-13. Puestos estos preámbulos, inicia el estu
dio exegético desde esta nueva perspectiva. Esto perm ite una interpretación más sencilla y
m uestra de forma ilum inadora el razonam iento y estructura de Rom. El autor postula un
m étodo no centrado tanto en la descripción e interpretación del texto, lo cual ya se puede
obtener en otros comentarios, sino se trata de una nueva com prensión fundam ental, es
decir, la búsqueda del sentido literal bajo unos nuevos presupuestos metódicos. Son im por
tantes las consideraciones semánticas que hace. La tesis con su nueva interpretación del
texto m uestra la argum entación lógica del pensam iento paulino: los creyentes son hijos de
Dios. En Cristo son los creyentes herederos. E l presupuesto para ser hijos y herederos es el
co-sufrimiento, camino éste para la gloria - D. A. C IN EIRA .
R A D L , Walter, Das Evangelium nach Lukas. Kommentar. Erster Teil: 1,1-9,50, H erder,
Freiburg i. B. 2003, 24 x 17, 656 pp.
La editorial H erder presenta un gran com entario sobre el Ev. de Lucas, el cual quiere
seguir los pasos y m ejorar el realizado por H. Schürmann. W alter Radl, profesor de N T en
la universidad de Augsburg, ya está familiarizado con el estudio del Ev. de Lucas. E n 1996
publicó en la misma editorial un com entario a los dos prim eros capítulos de Le (D er
U rsprung Jesu), libro que en su día ya fue com entado en esta revista. A hora sale a la luz el
prim er volumen de esta magnífica obra, Le 1,1-9,50.
En una breve introducción analiza los temas clásicos: el texto, la lengua y estilo, el
autor o compositor, las circunstancias de composición, las fuentes, la redacción, el género
literario, la intención teológico del evangelio y la estructura. Prosigue el com entario pro
piam ente dicho. É ste está estructurado de la siguiente forma: D entro de cada perícopa o
pasaje comienza con una traducción del texto. C ontinúa con un apartado dedicado a infor
m ar del estilo, estructura del texto, construcción, género literario y especial atención dedi
ca a la procedencia del m aterial y de los términos o conceptos característicos del texto, com
parándolos con los paralelos o influencias posibles del AT, del NT o de escritos greco-
romanos. O tro apartado está centrado en el análisis exegético versículo por versículo con
el objetivo de aclarar el texto. Las notas a pie de página ofrecen una amplia información
procedente de la literatura judía o de la literatura clásica para esclarecer la interpretación.
La tercera parte del com entario está dedicado a considerar el pasaje en cuestión dentro de
la m acroestructrua del evangelio y relaciona la perícopa con el resto del evangelio, tam bién
a nivel teológico. Finaliza con la aportación de literatura secundaria más específica para
profundizar en la perícopa. E l libro contiene además dos apéndices dedicados: a) el amor
a los enemigos en el m undo circundante del NT y b) la renuncia a la sublevación, a la re
vancha y al derecho en el entorno del NT. El comentario constituye una valiosa ayuda para
la comprensión del Ev. de Lucas y destaca por sus nuevas perspectivas de comprensión
del texto así como por la claridad de su presentación. Esperem os que el autor nos presen-
EstA g 39 / fas. 3 (2004) LIBROS 591
La herm enéutica es una ciencia siempre antigua y siempre nueva. Tradicionalm ente se
circunscribía a los estudios bíblicos y filosóficos, pero en el siglo XX ha ampliado su visión
a todos los ámbitos: teoría de la literatura... El autor presenta una visión y descripción redu
cida de la historia de la herm enéutica. Las diversas corrientes herm enéuticas han fallado
frecuentem ente en un m arcado juicio de futuro; son esbozos inacabados que solo a la luz
de una trayectoria pueden encontrar su verdadero sentido. Por eso discute algunos aspec
tos como el de la universalidad, la relación praxis e interpretación natural, las codificacio
nes herm enéuticas especiales. La interpretación se considera de muchos modos. Para la
herm enéutica, el problem a no es tanto ver lo que hay sino más bien señalar que, detrás de
lo que parece evidente, hay algo oscuro o, al menos, oculto. El objetivo de la herm enéutica
sería la comprensión, la creación de visiones del mundo. El libro propone al final una serie
de lecturas de autores im portantes dentro de los estudios herm enéuticos con el objetivo de
profundizar. Tal vez por la pretendida brevedad de la obra, algunos epígrafes parecen estar
desconectados con los anteriores; faltaría una línea expositiva más clara para las personas
que no tengan conocimientos previos de la materia. -D . A . C IN EIR A .
PU IG V ER T, Pedro (ed.), ¿Cómo llegó la Biblia hasta nosotros? (^H erm enéutica y
Exégesis 1). Editorial Clie - U nión Bíblica, Terrassa 1999, 23 x 14, 268 p.
Teología
Hay palabras que se im ponen al paso del tiempo. U na de ellas es “D ios”. A pesar de
los vaticinios (incluso teológicos) de que con la m odernidad este térm ino desaparecería
como un vestigio de las sociedades prem odernas, contra todo pronóstico esta palabra sigue
existiendo. Porque la realidad que encierra form a parte de la condición hum ana. Temía
R ahner que el día en que esta palabra dejara de ser significativa, el hom bre dejaría de ser
hom bre para convertirse tan sólo en un “animal ingenioso”. Pero parece que podem os des
terrar definitivam ente tan malos presagios.
Es la palabra más vilipendiada, sí; pero tam bién la más necesaria, la más “santa”. El
autor la repropone “con tem or y tem blor” para dar título a esta publicación que intenta
quitarle el polvo, o mejor, como quería M. Buber, “levantarla del polvo”. E n ella quiere
expresar, ante todo, el asom bro del creyente y del teólogo ante Dios porque “a Dios hay
que invocarle antes de pensar sobre él, hablarle a él antes de hablar acerca de él”.Aunque
Dios nunca ha sido una pura evidencia (desde la experiencia hum ana hay tan buenas razo
nes para no creer como para hacerlo), la situación en que se pronuncia el discurso sobre
Dios ha cambiado radicalm ente a partir de la m odernidad. E n la antigüedad la vida en su
conjunto era vivida bajo el dominio de lo sagrado, algo equivalente a la noción de “ser”
para el pensam iento occidental. La realidad de Dios era incuestionable. Hoy a comienzos
del s. XXI el contexto es otro.
Dios, ¿es una pregunta o es una respuesta? Si es una pregunta, ¿quién la hace: Dios al
hom bre o el hom bre a Dios? Y si es una respuesta, ¿a qué pregunta responde? D ice el
autor que la historia de la cultura de Occidente es la suma de las preguntas hum anas a Dios
(filosofía) y de las preguntas divinas al hom bre (Biblia). Según él, lo im portante no es si
nosotros preguntam os a Dios; lo decisivo es si Dios nos pregunta a nosotros. “Sobre lo que
no podem os hablar, debem os callar” pero entre el hablar y el callar está el escuchar. La
afirmación bíblica clave es que Dios nos precede siempre en la palabra y en la pregunta. La
Biblia no es el libro del deseo hum ano de Dios, sino del deseo divino del hombre. El libro
que relata la historia de un Dios que sale al encuentro de un hom bre que no le buscaba, de
un Dios que respondía cuando no preguntaban por él (cf. Is 65,1-2; Rm 10,20-21). Cristo es
el lugar personal donde Dios nos busca y nos encuentra. Por eso es al mismo tiem po el lugar
suprem o donde podem os encontrar a Dios. Porque de Dios sólo habla bien Dios (B.
Pascal). S. Agustín sabía que sólo si Dios nos busca lo encontrarem os y sólo si se revela lo
reconoceremos, si queremos. Porque sólo hay Dios para quien quiere que haya Dios y le
quiere. La obra comienza y term ina con las citas de dos oraciones agustinianas (C o n f 1,1,1;
D e Trin 15,28). Es un recorrido lleno de erudición, pero que quiere ser antes que nada un
testim onio agradecido ante Dios. Por eso el título del cap. 1 (“Dios m ío”) recuerda que la
actitud prim ordial ante Dios está hecha de invocación y adoración. El discurso teológico, la
palabra sobre Dios, es siempre palabra “segunda” respecto al discurso doxológico. E l cap.
2 (“Dios divino”) analiza las posibilidades del pensam iento y del lenguaje sobre Dios a lo
largo del siglo pasado y en los albores del presente. Dios está ahí antes y después del hom
bre. No es una invención hum ana, una m era proyección de sus aspiraciones o el rem edio
frente a la muerte. Dios hum anado y el hom bre divinizado, unidos “sin confusión, ni m ez
cla; sin separación, ni división”. En el cap. 3 (“Dios real”) se plantea el problem a teologal
del hombre. A ntes de pasar a ser objeto de conocimiento, la realidad de Dios se propone
E stA g 39 / fas. 3 (2004) LIBROS 593
como la cuestión del hombre. Sólo después la persona se posiciona ante “la ultim idad de lo
real” (X. Zubiri) desde la fe, la duda o la increencia. Tanto la posición teísta como la atea
sólo son posibles inscritas dentro de esa dimensión teologal. Por último, a p artir de la afir
mación creyente, en un tercer mom ento, surge la pregunta teológica: el problem a de deter
m inar en qué Dios se afirma creer. El último capítulo (“Dios histórico”) presenta la res
puesta del cristianismo más allá de la metafísica y de la naturaleza. Se trata del Dios de los
patriarcas, del Dios de la prom esa y de la alianza, el Dios de Jesucristo, un Dios de vivos,
con tiempo y historia para los hombres. E n un esfuerzo por recapitular lo expuesto, la
“Reflexión final” del autor sintetiza los presupuestos del pensar a Dios, el alcance de la
palabra hum ana sobre Dios y la situación del hombre preguntado por Dios.
Es un libro concebido con gran honestidad intelectual. Por un lado, no deja lugar a
dudas de la incapacidad del ser hum ano por conocer a un Dios que sim ultáneam ente se nos
escapa y nos pertenece, que es A bsoluto y es persona, transcendente e histórico, que se
revela ocultándose, que es om nipotente y no evita el mal. Por otro, está escrito desde la
condición creyente de quien no ve el cristianismo como una doctrina, sino como una exis
tencia, radicalm ente real y concreta, más allá de toda reflexión filosófica o teológica - R.
SALA.
O G L IA R I, D onato, Gratia et certamen. The relationship between grace and free will in the
discussion o f Augustine with the so-called semipelagians. University Press, Leuven
2003, 24 x 16, 468 pp.
EstA g 39 / fas. 3 (2004) LIBROS 595
zación de su pensam iento sobre la gracia soberana, que desem boca en su concepto de p re
destinación, elaborado desde A d Simplicianum para ilum inar la diferente actitud de Dios
ante Jacob y ante Esaú (cf. R om 9,10-29), antes explicada por la simple presciencia divina.
Para A gustín la predestinación no es el resultado de una presciencia de elecciones futuras,
sino el preconocim iento y preparación, por decreto divino, de los actos benéficos de Dios
por los que los predestinados a ser salvados se salvarán: doctrina innovadora a nivel term i
nológico y doctrinal. A unque A gustín afirme que su visión coincide con la de otros com en
tadores bíblicos, no es el caso. Para estos se trataba de presciencia de m éritos y deméritos
del hombre; para A gustín de actos gratuitos de Dios. Dios es el único y absoluto sujeto de
la predestinación, ante praevisa merita.
El autor insiste en que la exégesis agustiniana estaba influenciada por sus premisas
teológicas sobre la suprem acía de la gracia preveniente y, sin pretenderlo, lee a san Pablo
con las lentes de su idea de la gracia absoluta, teniendo en la verdad sobre la humanidad
caída una especie de leitmotiv, causa de una antropología sombría. Y en conexión con la
doctrina misma de la predestinación, no puede evitar el sentim iento de incom odidad acer
ca del modo como A gustín elabora el concepto de certus numerus electorum, que parece un
dualismo, un planteam iento fatalista que divide la hum anidad en dos campos. Señala asi
mismo la tensión insoluble que Agustín introdujo entre el concepto de predestinación eter
na y el lugar y rol de la mediación de Cristo y de la Iglesia, com partiendo la idea de
H arnack de que tal concepto de predestinación destruye la noción de la Iglesia como insti
tución de salvación y la hace inútil. E xpone las sucesivas exégesis agustinianas de 1 Tim 2,4,
sosteniendo que el santo sacrificó la exégesis más tradicional del texto y lo interpretó fle
xiblemente para acom odarlo a su visión de una dispensación restringida de la gracia, preo
cupado por salvaguardar la om nipotencia de Dios en el marco de la gracia y predestinación
absolutas. E n cuanto a la acusación vertida sobre Agustín de defender una doble predesti
nación, el autor reconoce que nunca habla de ella, pero su doctrina de la predestinación
contiene de facto y sin quererlo una indicación de ella. E n su opinión, presentada la pre
destinación como la más obvia consecuencia de la doctrina de la gracia soberana y gratui
ta, Agustín no pudo librarse ya de la tram pa de un determinism o asimétrico. E l que se plan
tee la cuestión es prueba del callejón sin salida en que introdujo al santo su teoría de la pre
destinación e indicador de su incapacidad para dar una explicación válida. R especto al
reproche de fatalismo maniqueo, juzga que el modo determinístico de p intar la elección y
reprobación de Dios perm ite afirm ar que la predestinación es, de hecho, el concepto que él
usó en lugar del concepto astronómico pagano del fatum \ con todo, no se le podría llamar
fatalista al m odo estoico, por ejemplo. Juzga igualmente que no se puede considerar la pre
destinación agustiniana como fruto de la enseñanza maniquea, porque la secta no partici
paba de ninguna visión predestinacionista. A hora bien, si A gustín no puede ser considera
do un cripto maniqueo, en más de un aspecto de su teología de la gracia él parece haber
perm anecido un m aniqueo por implicación.
E n la conclusión, el autor recuerda que la doctrina de la predestinación de Agustín
suscita más cuestiones que resuelve, cuestiones que en últim a instancia afectan al verdade
ro significado de la vida. Pero reconoce que tam poco las respuestas de los marselleses, diri
gidas a salvar algo de los derechos del hombre, son plenam ente satisfactorias. Con todo,
confiesa sentir una simpatía intuitiva hacia las propuestas de los m onjes africanos y m arse
lleses. Señala tam bién cómo las diferencias de contexto jugaron un rol im portante en la for
mación de las ideas de A gustín y de los monjes sobre la intervención de la gracia.
El autor ha ofrecido su interpretación de los textos agustinianos. O tros hacen otra,
como lo m uestra la obra que presentam os a continuación de la presente. A ntes de acabar,
dos observaciones: no es cierto que L. Verheijen defienda ( cf. p. 54) el 391 como año de
E stA g 39 / fas. 3 (2004) LIBROS 597
composición dei praeceptum·, según la edición crítica de Goldbacher, san A gustín no desig
na a Valentín como A bad (cf. p. 55). La obra concluye con varios índices: de textos bíblicos,
de autores antiguos, de autores modernos, y de nombres, lugares y tem as - P. D E LUIS.
TARA NTO, Salvatore, Agostino e la filosofía del amore. Morcelliana, Brescia 2003, 22,5 x
15,5, 338 pp.
H e aquí una obra más sobre la doctrina agustiniana de la gracia en su relación con la
libertad hum ana, pero diferente en su planteam iento a lo que suele ser habitual. Su tono es
apologético: librar al santo de la acusación de haber sostenido la predestinación absoluta:
ni negativa, a la condenación, ni positiva, a la gloria. E n efecto, como conclusión, le parece
poder afirm ar que no es posible advertir en Agustín un asertor de la predestinación abso
luta porque en él la predestinación tiene su fundam ento en el respeto de la libertad. La lógi
ca que encuentra en el santo no es la de un burdo predestinacionismo, sino la del am or que
se dona a quien desea querer amarlo. E n efecto, la preocupación fundam ental del santo
perm anece constantem ente la afirmación del amor misericordioso de Dios, sosteniendo,
por otra parte, que no hay redención sin voluntad.
E n la prim era parte, el autor examina los temas fundam entales a la luz de las fuentes
utilizadas por el santo, Plotino y, significativamente, dos autores orientales. Primero, seña
la cómo el concepto de predestinación a la condena se opone a la concepción agustiniana
del mal; sostenerla supondría que el santo contradecía su convicción de siem pre de que
Dios no puede tener nada que ver con el mal y que admitía una cierta relación entre Dios
ser-bien y el mal-no ser/corrupción. Pero Dios no puede ten er ninguna relación con el mal
ni lo puede causar ni directa ni indirectam ente; su origen está en la voluntad. A hora bien,
mal-no ser es tanto el pecado como la pena del pecado. Se trata de una herencia plotinia-
na: el ser debe coincidir necesariam ente con el bien, p o r lo que el no-ser debe determ inar
se como mal. Luego hace ver cómo la libertad de determ inación del hom bre no la puede
limitar ni la presciencia divina ni otros factores externos a la libertad misma. E l autor con
sidera infundado atribuirle la intención de limitarla de algún modo, sin negar con ello el pri
mado de la gracia en la obra de la salvación. A dm itir la presciencia divina de los aconteci
m ientos futuros en ningún m odo implica negar la libre capacidad de determ inación de la
criatura hum ana, porque su conocimiento es noético, no causativo. Al entrar la voluntad
del hom bre en el orden de la causalidad, es tam bién voluntad de Dios y no atenta contra
su omnipotencia. A quí la reflexión agustiniana parece estructurarse sobre las huellas del
pensam iento origeniano. Por último, la realidad de la imagen divina presente en el hombre
y nunca perdida es el signo más claro de su libertad de autodeterm inación. Por otra parte,
el prim ado de la gracia sobre la libertad hum ana no quita nada a la libertad del hombre, ni
la libertad desvirtúa el rol básico de la gracia. La teología de la im agen no puede no som e
te r la libertad a la gracia, a la vez que perm ite concebir la posibilidad de una auténtica liber
tad de autodeterm inación. D e aquí el optimismo agustiniano. La gracia libera la libertad,
no la m ata. No cabe que un am or indefectible como el de Dios -e so es la gracia- tenga un
límite en sí mismo y no únicam ente en la voluntad de la criatura. Dios no rehúsa a nadie su
gracia; todo hombre, si quiere, puede hallarse en las condiciones de acoger la salvación. El
autor m uestra cómo este planteam iento está ya en san G regorio Niseno, probable inspira
dor aquí del obispo de Hipona.
No cabe, pues, predestinación absoluta, ni a la condenación ni a la gloria. E l misterio
de la redención radica en el hombre; en la voluntad de Dios sólo como condición de posi
bilidad. A unque san A gustín sostiene que el hom bre no perdió p o r el pecado original la
598 LIBROS E stA g 39 / fas. 3 (2004)
imagen de Dios ni, p o r tanto, el libre albedrío, adm ite que se vio afectado negativamente.
El resultado fue que podía elegir el mal que le lleva a la condenación, pero tam bién dese
ar querer el bien, aunque ese deseo resulte ineficaz. E n este contexto integran tres tipos de
gracia: la original o preveniente, la coadyuvante y la santificante. La prim era la posee todo
hombre, pues está vinculada a la imagen, que posibilita el desear querer el bien; la segun
da, fecunda la naturaleza expresada en el deseo ineficaz del bien, pero al que se concede
siempre la gracia, y la hace eficazmente capaz de salvación. La gracia es auxilio para el libre
albedrío. La tercera, de carácter irresistible, otorga la certeza de la salvación. El hom bre
solo no puede realizar acciones dignas sin la ayuda de la gracia; tras el pecado original tiene
la capacidad de desear realizar el bien pero no de realizarlo eficazmente. Pero la caída de
A dán no puede ser de por sí razón de condena; sino la m uerte de Cristo h abrá sido en vano.
El m érito nace siempre de las disposiciones actuales. El juicio de Dios se ejerce siempre, y
con absoluta equidad, sobre algún pecado. La predestinación no es sino la presciencia que
Dios posee del desarrollo en el tiem po de la historia hum ana, en ningún m odo determ i
nado por la voluntad de Dios; no es una decisión de Dios, tom ada desde la eternidad, de
condenar a algunos hombres, sino la concretización de aquel querer eficaz que Dios ha que
rido fundar sobre la liberad de la criatura. Tiene, pues, una causa en la criatura y en su
obrar. Por otra parte, un am or que no desease la salvación universal no sería amor, pero
tam poco lo sería un am or que no consintiese a la criatura autodeterm inarse librem ente,
pues anularía su dignidad de ser. La gracia, pues, no elimina el libre albedrío sino que, más
bien, lo libera haciéndolo capaz de una libertad auténtica, la que une al hom bre a la ley
eterna. La gracia no puede suprimir la libertad porque esta se constituye precisam ente
como su objeto.
Agustín, pues, adm ite dos voluntades: el deseo de la voluntad (fruto de la im agen) y la
voluntad eficaz (obra de la gracia coadyuvante). E l que el santo se detenga más en la segun
da lo atribuye al autor a una motivación más pastoral que teológica: evitar en los fieles el
orgullo, causa del prim er pecado. A su vez, el deseo de la voluntad ineficaz parece consti
tuirse en criterio del justo juicio. El criterio de la acogida y de la donación de la gracia pare
ce ser la actitud de humildad, por la que el hom bre pone todo su m érito en Dios y se des
poja de toda soberbia. Pero esto ya es admitir algún m érito de parte del hombre. Por eso,
después de haber expuesto la íntim a coherencia del sistema agustiniano, tratando de com
prender sus razones sin sobreponerse a su pensam iento, el autor considera algunas incon
gruencias de fondo que em ergen de su edificio epistemológico. Es el caso del bautism o de
los niños para el que el santo confiesa no tener respuesta plausible y se am para en lo ines
crutable de los juicios divinos, y la distinción, aunque sin estas palabras, entre m érito inefi
caz y m érito eficaz, escapatoria poco sólida. El autor m uestra la contradicción que ello
implica, y cómo acaba anteponiendo la coherencia de su visión teológico-racional a la
misma Escritura, al buscar un por qué para la concesión de la gracia. U na incongruencia
que a su juicio redim ensiona la distancia “teórica” que separa a Agustín de Pelagio. L a gra
cia agustiniana no parece ser gracia en sentido absoluto; él perm anece ambiguo sobre su
absoluta gratuidad.
E n un último capítulo el autor m uestra cómo la filosofía del am or que sostiene este
edificio está ya presente en las Confesiones en cierto m odo en De doctrina cristiana. La
obra está llena de referencias críticas a la obra de G. Lettieri, L 'altro Agostino. Ermeneutica
e retorica della grazia dalla crisi alia metaformosi del D e doctrina christiana. Morcelliana,
Brescia 2001, m ostrándose más en sintonía con la interpretación que de la teología de la
gracia y su relación con la libertad ofreció en su día A. Trape. El autor presenta su estudio
con modestia, afirmando que no pretende ofrecer la interpretación auténtica de Agustín,
sino, más simplemente, cuanto el santo sugiere a su sensibilidad, dispuesto a escuchar lo
EstA g 39 / fas. 3 (2004) LIBROS 599
que el santo quiere decir y no a hacerle decir lo que él quiere. O frece una propuesta inter
pretativa sin pretender que sea la única posible. El autor ha ofrecido su interpretación de
los textos agustinianos. O tros han hecho otra, como lo m uestra la obra que presentam os
previa a la presente. La obra se com plem enta con los índices de nom bres y cosas notables,
y con el de los autores m odernos.- P. D E LUIS.
SU TTN ER, E rnst Christoph, Kirche in einer zueinander rückenden Welt. Neure Aufsätze zu
Theologie, Geschichte und Spiritualität des christliches Ostens. Mir einem Geleitwort
von Franz Cardinal König. H erausgegeben von Wolfgang N ikolaus R ap p ert (=Das
östliche Christentum . N eue Folge, Band 53), Augustinus-Verlag, W ürzburg 2003,16 x
22, 870 pp.
Las más de 800 páginas de la presente obra recogen 46 artículos escritos en los últimos
14 años -d e 1990 a 2003- por el sacerdote católico de rito bizantino, em inente conocedor
de la historia y doctrina del oriente cristiano y destacado im pulsor de la unidad de las
Iglesias, E. C. Suttner. A excepción de tres de ellos, todos han aparecido ya en otras publi
caciones, m ayorm ente en las revistas Ostkirchliche Studien y Die christiche Osten. Sus temas
son variados, abarcando tanto la teología, como la historia y la espiritualidad. Los artículos
están distribuidos en Cuatro secciones con una básica unidad tem ática: la unidad en la plu
ralidad vivida por la Iglesia ya desde sus comienzos (12 artículos); testimonios a favor de la
unidad de las Iglesias: doctrina sacram ental, hechos históricos o personajes significativos
(13 artículos); mirando a los signos de los tiempos, percibidos en distintas Iglesias: Rusia,
R um ania, Yugoslavia; en las relaciones con E uropa, con Roma; el problem a de las Iglesias
nacionales, etc. (10 artículos) y la diversidad en la vida espiritual de las Iglesias con temas
como la evangelización, la inculturación, tem as sacramentales, culto, iconos, etc. (11 artícu
los). El texto de los artículos va precedido de una visión panorám ica de sus distintos capí
tulos.
E n el prólogo el C ardenal em érito de Viena F. König pone de relieve el significado de
estos estudios para la reconciliación de las Iglesias, pues hacer visible la unidad querida por
Cristo p ara ellas urge hoy más que nunca a la Iglesia que se encuentra ante el m undo «dán
dose m utuam ente la espalda», como reza el título de la obra. La obra concluye con un índi
ce de personas - R D E LUIS.
BOSS, M., LAX, D., R IC H A R D , J. (éd.) Mutations religieuses de la modernité tardive: Actes
du XVI. Colloque International Paul Tillich, Marseille 2001 (= Tillich-Studien, Band
7), L IT Verlag, M ünster-Ham burg-London 2002,23,5 x 16, xxxvii + 293 pp.
hacer justicia tanto a la absolutez de la propia fe, como a la relatividad de las diferentes
“fes” religiosas; Tillich piensa que las personas religiosas no solam ente pueden afirm ar la
absolutez de su fe ( y deben hacerlo), pero deben tam bién estar abiertas a la “verdad” de
las otras religiones y a sus poderes salvíficos.
Termina el volum en con una breves páginas de Théo Junker con el titulo de Lectura
tillichiana del Islam religioso y político. La trascripción de las ponencias está precedida de
una Introducción (III-X X X V II) en francés, inglés y alem án, debida a la plum a de M arc
Boss, del Instituto Protestante de Teología de Montpelier. Las citas y los textos tanto de
Tillich como de otros autores han sido copiados en su m ayor de las traducciones francesas,
cuando existen; en el caso de Tillich, pocas veces echan m ano de las Gesammelte Werke, la
edición crítica alemana. Se gana en facilidad, pero quizás se pierda en precisión. D e todos
modos, el volum en es rico de contenido y abre horizontes dentro de esta am plia tem ática
en que nos encontram os - A. G A R R ID O .
Bajo la dirección del profesor E. Salmann, este estudio fue presentado como diserta
ción para el doctorado en Teología en la U niversidad G regoriana. El autor es un benedic
tino español que reside en la abadía de Santa Otilia (Baviera), donde desarrolla actual
m ente su labor docente. Se trata de un trabajo de alta especulación teológica sobre el mis
terio de la redención a la luz de la filosofía del lenguaje. E n concreto su fuente de inspira
ción son los trabajos de P. R icoeur (cf. P. Ricoeur-E. Jüngel, Metapher. Z u r Hermeneutik
religiöser Sprache, M ünchen 1974).
La obra plantea un doble problem a. E n prim er lugar la posibilidad de pensar la reden
ción. Es decir, se tra ta de buscar una lógica subyacente que perm ita descubrir el entram a
do reflexivo que la redención supone y ello en un contexto que adm ita pensar dentro de ese
mismo esquem a las diversas perspectivas teológicas. Para ello el autor traza un “círculo her-
m enéutico” capaz de contener sim ultáneam ente sistemas de pensam iento tan divergentes
entre sí como las soteriologías de Ireneo, Küng y Balthasar. Pero no basta con pensar la
redención. La segunda cuestión que se plantea es si la redención puede ser vivida. El sopor
te lógico que explique la redención no puede estar separado del m undo de la existencia, sin
que pierda sentido todo el proceso de salvación. D e ahí la necesidad de entrar en un autén
tico “proceso m etafórico” que se despliegue “delante del tex to ” y delinee las característi
cas esenciales que ha de ten er esa explicación lógica para que sea posible encontrar vida en
ella.
D espués de m ostrar la imposibilidad de explicar la redención en el marco de la des
cripción y la narración y la insuficiencia de una aproximación sem ántica y pragmática, la
tesis descubre en los teólogos analizados tres claves herm enéuticas que perm iten construir
una lógica de la redención: el símbolo como proceso m etafórico (Ireneo), el sujeto como
paso de la teleología a la escatología (Küng) y el sí mismo como alteridad (Balthasar). A
partir de ahí el autor concluye con la propuesta de una herm enéutica teológica posible de
la redención, basada en las categorías de “sustitución” e “ipseidad como atestación”.
El lector interesado en la m ateria podrá com probar que es un serio trabajo de inves
tigación filosófico-teológica que afronta con com petencia una tem ática compleja. Como es
habitual en esta colección se ofrece la bibliografía completa, el índice general y un índice
de autores. R - SALA.
N IG G LI, U rsula (Hg.), Peter Abaelard. Leben - W e r k - W irkung (= F E G 4), H erder, Frei-
burg-Basel-W ien 2003, 23,5 x 15,5, 420 pp.
El libro aparece dentro de esta serie de biografías que brinda la editorial H erder en
un esfuerzo por recopilar estudios de investigación sobre las figuras más influyentes de la
historia espiritual europea. E n este caso se trata del fruto del trabajo colectivo de cinco
reconocidos medievalistas coordinados por la profesora Niggli (Zürich). A belardo (1079-
1142) nació en Le Pallet, localidad cercana a Nantes, en el seno de una noble familia bre
tona. Considerado uno de los padres de la escuela teológica de París, fue discípulo de
Roscelino de Compiégne. E n 1102 inicia su labor docente en M elun y tras pasar después
por Corbeil y por Santa Genoveva de París, se convierte en director de la prestigiosa
Escuela de N otre D am e en 1113. El m aestro A belardo fue ante todo un infatigable con
troversista. D e la prim era etapa de su vida m erecen ser recordadas sus dos intensas polé-
E stA g 39 / fas. 3 (2004) LIBROS 603
micas con G uillerm o de Champeaux (1100 y 1105). Tras una atorm entada relación senti
m ental, fruto de la cual tuvo un hijo, abandona París. E n tra como monje en la abadía de
San Dionisio, donde perm anece recluido por un tiempo. C uando reem prende la docencia,
refuta las doctrinas trinitarias de su antiguo maestro. A p artir de entonces S. B ernardo de
Claraval se convertirá en su gran antagonista: prim ero atacando sus posiciones en aquella
m ateria bajo sospecha de sabelianismo y posteriorm ente señalando sus errores en cuestio
nes de moral. La doctrina abelardiana recibió la condena de los sínodos de Soissons (1121)
y de Sens (1140). Camino de R om a para apelar al Papa Inocencio II, fue acogido en Cluny
por Pedro el Venerable que logró su reconciliación con la Iglesia. M urió en el priorato de
S. Marcel cerca de Chalón.
E l volum en está organizado en diez capítulos. E n el primero, de carácter introducto
rio, U. Niggli hace el retrato bio-bibliográfico del autor iniciado la exposición con una tabla
cronológica y un m apa geográfico. A continuación se presenta su dram a hum ano y familiar
en dos capítulos, en los que se destaca la relación con su m ujer Eloísa a través de su corres
pondencia epistolar. Los siguientes capítulos analizan los aspectos principales de la obra
abelardiana: su soteriología (cap. 4), la ética (cap.5), el diálogo interreligioso (cap. 6), su
m étodo escolástico y su contribución a la “theologia” (caps. 7 y 8). El cap. 9 repasa sus
influencias y su herencia. Corresponden de nuevo a la editora de la publicación las palabras
conclusivas (cap. 10). La magnífica presentación del libro, en pastas duras, incluye ilustra
ciones, fotografías y reproducciones de manuscritos en blanco y negro, varios cuadros de
contenido, una exhaustiva bibliografía sistemática (hasta 1988), así como unos ricos índices
de autores, m aterias y obras citadas.- R. SALA.
El presente estudio es una tesis doctoral. E n un principio el autor tenía en m ente estu
diar el concepto “sinceridad”, muy presente en las enseñanzas de S. Josem aría Escrivá,
pero, al constatar su lim itada presencia en los manuales y diccionarios de espiritualidad,
optó por el concepto de “simplicidad” que se puede considerar perteneciente al mismo
ám bito semántico.
La obra consta de dos partes. La prim era estudia, en sendos capítulos, el m encionado
concepto en la Sagrada Escritura y en la tradición patrística; la segunda está dedicada ente
ram ente a san Agustín. Para el exam en de la voluminosa obra de san Agustín, establece
cuatro períodos: el anterior al presbiterado, el del presbiterado, la prim era etapa episcopal
(es decir, hasta los inicios de la polém ica pelagiana: 396-412), y la segunda etapa episcopal
(desde la polémica pelagiana hasta la muerte: 412-430). E n cada período constata las p re
sencias del térm ino simplecitas (y simplex) -incluyendo estadísticas- y examina qué signifi
cado tiene en cada una de ellas: si bíblico, filosófico o vulgar (incluida su valoración nega
tiva). E l resultado de la investigación m uestra un neto y progresivo predom inio del valor
bíblico del concepto -m ás de la m itad - que coincide con un m ayor conocimiento, estudio y
explicación de Escritura. H ay que decir, sin embargo, que las conclusiones derivadas de los
datos estadísticos pierden buena parte de su valor por estar elaborados sobre una cronolo
gía de las obras agustinianas, por un lado, anticuada y, por otro, mal aplicada. Dos ejemplos:
E n los Tractatus in lo. ev. constata 29 empleos, presentes, sobre todo, en los tratados 5 y 6.
Desconociendo los estudios de La B onnardiére y B errouard y aceptando que los tratados
vieron la luz entre el 414 y el 416 (cronología hoy rechazada) incluye todas esos empleos
del concepto en la cuarta etapa ante indicada, cuando la m ayor parte de ellos deberían
incluirse en la tercera, dado que aparecen en los tratados 5 y 6, predicados en el año 407.
O tro ejemplo: los 30 empleos del térm ino en D e Trinitate los contabiliza dentro del tercer
período, cuando al ser una obra compuesta a lo largo de muchos años, determ inados textos
tenía que haberlos contabilizado en la tercera etapa y otros (por ejemplo, los presentes en
el libro XV) en la cuarta. Los ejemplos se podrían multiplicar. A l m enos en el texto en
nuestra manos faltan las páginas 136-137 - P. D E LUIS.
EstA g 39 / fas. 3 (2004) LIBROS 605
CLÉMENT, Olivier., Roma, de otra manera. Un ortodoxo opina sobre el papado. Ediciones
Cristiandad, M adrid 2 0 0 4 ,17’5 x 10,148 pp.
O. Clém ent es, hoy día, uno de los teólogos ortodoxos de m ayor renom bre; la cuestión
del papado sigue siendo una de las principales, sino la principal, piedras de tropiezo en el
camino de las Iglesias cristianas hacia la unidad querida por Cristo; el libro es de reducido
form ato y de pocas páginas: tres razones que invitan a su lectura.
Como indica el título, el autor presenta otra m anera de ver a “R o m a”, es decir, de con
cebir el primado, aceptable para la Iglesia ortodoxa. Y lo hace en trece breves capítulos,
guiado por el deseo de servir al ecumenismo. Prim ero estudia brevem ente los textos del
Nuevo Testamento referidos a san Pedro y san Pablo. Luego se ocupa de la historia de la
Iglesia, examinando la función otorgada a la sede rom ana por las Iglesias de oriente y occi
dente, mostrando, a la vez, cómo llegó a formarse el hecho del prim ado de la concepción
católica. Obviamente, interpreta los hechos desde una perspectiva ortodoxa, pero sin coin
cidir siempre con las presentaciones tradicionales dentro de la misma O rtodoxia (p. ejem
plo, cuando considera que los nacionalismos, en el marco de la autocefalía, fijó una relación
entre el centro y la periferia que en general no difiere tanto de la práctica rom ana). En
cuanto a la visión católica, una veces la interpreta en clave de com plem entariedad respec
to de la ortodoxa; otras veces como fruto de contam inaciones no evangélicas; otras como
novedad inaudita (por ej. que las posesiones bizantinas pasasen a ser los E stados de la
Iglesia). E l resultado fue que, por caminos inesperados, pero comprensibles, “La O rto
doxa... se fue deslizando desde la negación del «papismo»... hasta una casi negación de
este (el prim ado) como «presencia» de Pedro en la Iglesia. Por usar una im agen simplista,
Pedro se quedó sin sus herm anos los apóstoles, y estos se quedaron sin P ed ro ”. E n un te r
cer mom ento, el autor m uestra los caminos abiertos a la esperanza de que cuando sea res
tablecida la unidad de fe, el prim ado perm anecerá inseparablem ente fundado en la perso
na y fe de Pedro, en un m inisterio cetrino equilibrado p o r el de Pablo, y el de Juan, el visio
nario”. Esa esperanza la alim entan los múltiples hechos y gestos que se han dado tanto por
parte de Rom a, sobre todo a partir del Vaticano II y el actual papado (“en estos últimos
años, Juan pablo II parece abrirse cada vez más a la O rtodoxia”), como de parte de la
O rtodoxia, aún con puntuales marchas atrás. E l libro concluía con una referencia al aten
tado sufrido por el Papa en la Plaza de san Pedro en 1981, “el precio de la visita a
C onstantinopla, el sacrificio que confirió a esa visita un carácter místico cuya im portancia
se revelará poco a poco. Porque indudablem ente, la sangre convirtió al Pontifex Maximus
en Servus servorum D el”. E sta edición española añade como posdata un nuevo capítulo con
el título: “Por un futuro com ún”, en que señala cuál podría ser el program a ante el mundo
de una Iglesia unificada bajo el prim ado de P edro.- P. D E LUIS.
ILLAN ES, José Luis, Existencia Cristiana y mundo. Jalones para una reflexión teológica
sobre el Opus Dei. Eunsa, Pam plona 2003, 24x16, 334 pp.
dad hum ana y cristiana, la responsabilidad social del cristiano como justicia y caridad, y,
finalmente, la radicación en Cristo como ideal definitivo de todo cristiano en cuanto alter
Christus o ipse Christus según toda la tradición cristiana ya desde los santos Padres como
puede verse en san Agustín. Todos los que quieran conocer y vivir esta nueva espirituali
dad, que significó tam bién una bocanada de aire fresco en el cristianismo español de pos
guerra, tienen aquí un lugar preferente de referencia fundam ental para su m editación.- D.
NATAL.
Parece ser que el hom bre de nuestro tiem po cada vez va encontrando mayores difi
cultades para poder encontrar huellas de Dios en el m undo y en su historia personal y
colectiva. E l autor afronta una vez más esta tem ática filosófico-teológica, encam inando su
reflexión en un análisis porm enorizado de esas huellas de Dios en la historia, precisam en
te allí donde el mismo Dios ha hecho su acto de presencia, como es a partir de la misma
creación y en los diversos acontecimientos de la historia de la salvación, que culmina en
Cristo como el universal concreto desde el cual puede descifrarse de forma definitiva la re a
lidad de Dios en su acontecer histórico. D esde esta perspectiva de identidad cristiana el
autor va desarrollando diversos aspectos que configuran la tem ática de la teología funda
m ental, a p artir de la pretensión de la misma de dar razón de la fe y la esperanza que habi
ta en el creyente. D e esta m anera va tratando los tem as de la revelación, de la fe y de la
presencia del acontecim iento revelador y salvador en la vida de la comunidad cristiana,
referida continuam ente a los testimonios perm anentes de dicho acontecimiento. Se insiste
en la persistencia de la pretensión de San Pablo en R om anos sobre el valor revelador de la
creación, frente al desencantam iento de la misma por los profetas de los secularismos
actuales y el significado de Cristo como centro significativo, dándole consistencia y abrien
do caminos de encuentro con Dios, no solo en lo que aconteció, sino en lo que sigue acon
teciendo en la historia actual y futura, como apertura escatològica del Reino que se va
haciendo presente en los avatares de la evolución del hom bre y del mundo desde la pers
pectiva de Dios. Estudios de este calibre y en clave herm enéutica, muy a la altura del m en
saje cristiano y de las lecturas del mismo para nuestra época, servirán, sin duda, para seguir
ayudando a los creyentes a dar razón de la esperanza que anida en sus corazones y a testi
m oniar en su vida y lenguaje el significado de la presencia de Dios en nuestro mundo, a
pesar de las oscuridades por las que parece pasar. Bienvenidas obras de esta categoría que
pueden servir tanto a profesores de teología, como al público cristiano en general, a tom ar
conciencia de la misión profètica a la que han sido enviados - C. MORAN.
E1 autor de este curso de Teología Fundam ental parte de la constatación de que “el
cristianismo no es en prim er lugar una doctrina, sino una experiencia salvifica que ha sido
expresada y transm itida en un contexto histórico concreto, som etida al riesgo de la liber
tad, a la form a de la cultura y por tanto sujeta a las múltiples posibilidades de la in terp re
tación”. Todos los tem as tratados en el presente trabajo, que son los propios de un curso de
Teología Fundam ental, como son el concepto de revelación, de fe y su transmisión, son tra-
EstA g 39 / fas. 3 (2004) LIBROS 607
L A D R IE R E Jean., Sens et vérité en théologie. L ’articulation du sens III. Cerf, París 2004,
21,5 x 13,5, 315 pp.
Se recogen en este trabajo estudios realizados por el autor Ladriére, publicados duran
te los años 1985-1999, constituyendo el tercer volum en de la obra L ’articulation du sens. Se
trata de analizar las implicaciones de lo que se ha llamado el “giro lingüístico” en la com
prensión de la epistem ología teológica para la actualidad. El estudio del lenguaje de la fe
como portador de sentido y significación, llamando continuam ente a renovar la com pren
sión del acto de fe, de su relación a la palabra reveladora, a la tradición y a la existencia cris
tiana está en la base del presente trabajo. Pero no se puede separar el sentido, de la cues
tión de la verdad. ¿Q ué es lo que tiene de específico el lenguaje de la fe, com parándolo con
otras formas de lenguaje-especialm ente los lenguajes usados en las ciencias y en la filoso
fía- donde tam bién la articulación del sentido y de la verdad juegan un papel sumamente
im portante?. Conduce todo esto a la problem ática del estudio del lenguaje de la fe, que nos
lleva hasta los acontecimientos que dan origen al mismo y el resurgir del pensam iento espe
culativo en su relación con el discurso teológico. Se trata en últim a instancia de com pren
der cómo el discurso teológico puede ser portador de la experiencia de la fe, asumiendo lo
que lleva consigo la posibilidad de ser conceptualizado. Reflexiones que ayudarán a una
m ejor elaboración de una herm enéutica teológica, que se debe preocupar de ser fiel a la
realidad revelada y a la posibilidad de poder ser dicha en los diversos mom entos y contex
tos culturales en los cuales va a ser vivida y actualizada en la praxis creyente. Agradecemos
al profesor L adriére sus aportaciones al saber filosófico-teológico y creem os que el pre
sente trabajo colaborará a perfeccionar el discurso teológico y una m ejor comprensión del
m ism o.- C. M ORAN.
L A D R IÉ R E , Jean, L a Foi chrétienne et le Destín de la raison. Cerf, París 2004, 21,5 x 13,5,
367 pp.
Las relaciones entre la fe, la ciencia y la filosofía es sin duda uno de los tem as de nues
tro tiempo de diálogo integrador de la diferencias y a ello es a lo que quiere responder la
reflexión realizada por el Prof. Jean Ladriére en la obra que hoy presentam os. La fe cris
tiana interpreta la existencia hum ana desde la perspectiva de una realidad que le trans
ciende y le da sentido en su quehacer en perspectiva escatológica, realidad que se hace pre
sente en la historia a través del reino de Dios y sus mediaciones. A su vez la razón tam bién
tiene pretensiones de escatología en cuanto abre el pensam iento a realidades que le trans
cienden en la aplicación al ámbito de la ciencia y de la filosofía. El autor se hace la pregunta
sobre la posibilidad de reconciliar ambas pretensiones entre la perspectiva de la fe y la pers
pectiva de la razón, dado que la fe en el desarrollo de sus potencialidades, llegará un
m om ento en el cual integrará tam bién las posibilidades de la razón, abocando de esta
m anera a su integración. E n últim a instancia se trata de ver cómo una filosofía de la cien
cia, una filosofía de la religión y la reflexión teológica no deben estar tan distanciadas, sino
que es posible un diálogo capaz de justificar la fe a los ojos de creyentes e increyentes, sin
renunciar a las pretensiones propias de cada disciplina. Reflexiones oportunas en la elabo
ración de la justificación del carácter científico de la teología y posibilidad de introducirla
en el ámbito de lo humano, como apertura de sentido y significado transcendente.
Agradecem os a la editorial C erf por ofrecernos estudios de esta categoría, que tanto están
colaborando en la elaboración de una teología que sepa dar razón de la fe cristiana en diá
logo con la cultura de nuestro tiem po - C. M ORAN.
EstA g 39 / fas. 3 (2004) LIBROS 609
Con ocasión de los aniversarios redondos que a todos acechan, el “círculo de discípu
los” del profesor R atzinger ha em pezado a prom over una serie de escritos en torno a su
figura. El primero, con ocasión de su 60 cumpleaños, fue un libro de hom enaje en dos volú
m enes en el que participaron gran variedad de autores. Al contar 70 años, publicaron una
selección de escritos de R atzinger conform ando un todo unitario que acercaba a su teolo
gía. Y ahora, cumplidos hace poco los 75, nos presentan este libro, que recoge básicam en
te las últimas intervenciones del cardenal. D esde su responsabilidad como prefecto de la
Congregación para la D octrina de la Fe, la más poderosa de la curia rom ana, pendiente de
la ortodoxia doctrinal en todos los rincones y esquinas de la Iglesia, es obvio que no tiene
tiem po para la investigación teológica -lo que a veces insinúa añorar-, que no puede conti
nuar la labor del brillante teólogo, consejero conciliar y catedrático que fue. Los trabajos
aportados en este libro son alocuciones de doctorados honoris causa, ponencias en congre
sos eucarísticos, presentación de docum entos curiales como D om inus Iesus, sobre la salva
ción y las religiones, o Memoria y reconciliación, sobre las culpas de la Iglesia, y corres
pondencias con un obispo luterano y otro ortodoxo; pero tam bién algunos de los últimos
artículos suyos aparecidos en revistas teológicas o libros de colaboración. E n tre éstos son
destacables los tem as de la koinonía, centro de los últim os debates eclesiológicos, el ecu-
menismo, en el que reconoce que nos hemos quedado lejos de las expectativas, y el minis
terio sacerdotal, el aliento imprescindible de la vitalidad eclesial. E l libro term ina con la
bibliografía com pleta del cardenal R atzinger hasta 2002, fecha de su cumpleaños. Buen
hom enaje, pues, a quien ha gastado sus fuerzas en servicio de la Iglesia - T. M ARCOS.
E n 1984 apareció en Estados U nidos una de esas obras que marcan, en el campo de
una ciencia, un antes y un después: The Nature o f Doctrine. Religión and Theology in a
Postliberal Age, de G eorge Lindbeck. E n seguida se convirtió en uno de los teólogos más
citados en N orteam érica, centro de todas las discusiones teológicas. Sorprendentem ente,
hasta diez años después no fue traducido al alem án, despertando entonces p o r allí un inte
rés sem ejante. Y siguiendo la sorpresa, acaba de aparecer ahora la edición en francés, lo
que ha m otivado el libro que aquí presentam os, que considera el significado e influencia de
la teología de Lindbeck. A sí que en E spaña suponem os que será traducido en el 2014. (U n
pionero doméstico es F. Joven, La propuesta de Lindbeck acerca de las doctrinas religiosas:
E stA g 32,1997,431-498.). Luterano, profesor de la universidad de Yale, observador invita
do en el Vaticano II, comisionado en grupos de diálogo luterano-católicos, su vida y obra
están m arcadas por dos ejes: el ecumenismo y la inserción de la fe en una cultura secular.
Precisam ente, su famoso libro propone una superación de la religión dogmática tradicional
(revelación como verdad) y la religión liberal decimonónica (revelación como experiencia
interna), para acceder a una religiosidad “posliberal” o posm oderna, que entiende la reli
gión com o m arco de fe y sentido de vida comunitarios. L utero y Tomás de A quino son sus
autores favoritos, W ittgenstein se adivina en el trasfondo. Tanto entre protestantes como
católicos, los conservadores le tachan de relativista y los progresistas de reaccionario, lo que
bien p u ede significar que ha encontrado una salida. E ste libro fom enta el debate tras la
publicación francesa de The Nature o f Doctrine, recogiendo las ponencias de varios profe-
610 LIBROS E stA g 39 / fas. 3 (2004)
D esm intiendo la imagen de oscurantismo que siempre acompaña al Opus, tres profe
sores universitarios, dos de Pam plona y uno de Rom a, todos ellos pertenecientes a él, se
proponen analizar el papel que corresponde a su joven institución en la Iglesia. Con
m em orando el décimo aniversario de la erección papal del Opus como P relatura personal,
el año 1982 con la constitución apostólica Ut sit, dichos profesores idearon abordar dicho
trabajo desde sus especialidades académicas. N adie m ejor que ellos para hacerlo. Ofrecen
un punto de vista teológico y teórico desde su trabajo, a la par que experiencial dada su con
dición. A parte de estructurar de común acuerdo los capítulos del libro, cada cual ha pasa
do a los otros su propio trabajo, de modo que sugerencias e intercam bios contribuyeran al
carácter unitario del resultado final. Sus fuentes inciden especialm ente en los escritos del
fundador y en los E statutos de la prelatura, así que se trata de una inm ejorable oportuni
dad de acercarse al conocim iento de una institución tan significativa en la vida eclesial en
general y española en particular. Siguiendo el orden de los autores del libro, cada uno
encargado de un capítulo, el prim ero trata de la estructura interna del O pus y su inserción
en la vida eclesial. El segundo aborda la peculiaridad religiosa de la Obra, es decir, lo que
solemos llamar el carisma, el atractivo vocacional que ofrece. Y el tercero, se detiene en la
secularidad del Instituto, no olvidemos que el Opus nació como Instituto Secular, que quie
re diferenciarse de los carismas religiosos. La prim era edición fue del año 1992 y este libro
que com entamos es la quinta reim presión.- T. MARCOS.
CISLAG HI, Gabriele, Per una ecclesiologia pneumatologica. II concilio Vaticano I I e una
proposta sistemática, Edizioni Glossa, Milano 2004,16 x 23,5, 508 pp.
BEVANS, Stephen, M odelos de teología contextual. Edición revisada y aum entada, Verbo
Divino, Q uito 2004,17 x 24, 248 pp.
T O R N O S, Andrés, E l más allá. Mitos y creencias (= Cruce 11), PPC, M adrid 2002, 22,5 x
11,118 pp.
E s u n libro de lectura fácil y am ena que sirve muy bien como introducción a los temas
propios d e la escatología cristiana. D ado el carácter de la publicación, el autor ha reducido
el aparato crítico a la mínima expresión en unas breves notas a cada capítulo al final del
libro. Sólo como curiosidad nos gustaría saber por qué en las listas de los títulos de la colec
ción aparece con otros subtítulos. Seguram ente lo más sobresaliente del libro es la acerta
da perspectiva cristocéntrica que sirve de hilo conductor a todas las cuestiones tratadas. El
“más allá” de los cristianos tiene esta im pronta personal más allá de lugares, tiem pos o esta
dos últimos. Se comienza tratando el trasfondo cultural del tem a en los mitos, creencias e
612 LIBROS E stA g 39 / fas. 3 (2004)
ideas de los pueblos (caps.1-2), para repasar en los demás capítulos las claves para en ten
der hoy el reino de Dios, el juicio final, el infierno, la m uerte y la resurrección de los m uer
t o s - R. SALA.
Moral-Pastoral-Liturgia-Derecho
E ste escrito pretende invitarnos al diálogo para llegar a una ética mundial en la que
todos podam os coincidir y con la que todos podam os protegernos. E n el capítulo prim ero
se trata el tem a del diálogo en la ciudad secular, y para ello se presenta la teoría del diálo
go en la Filosofía desde la época de Platón y de San A gustín hasta los pensadores dialógi
cos actuales como M artín B uber y otros. También se estudia el sentido del diálogo en la
sicología contem poránea, La pedagogía, la lingüística, la antropología cultural y la sociolo
gía. El capítulo segundo, nos habla del diálogo en la ciudad de Dios. Se estudia la idea del
diálogo en el A ntiguo y el Nuevo Testamento, en los Padres de la Iglesia y en el catolicis
mo actual, con una atención especial a los Sínodos sobre Asia y África. Luego se pasa a
estudiar el diálogo interreligioso, como paso previo al planteam iento de una ética mundial
tanto en las diversas religiones como en el catolicismo. E n el capítulo tercero se describen
las aportaciones de H. Küng al diálogo interreligioso y a la ética mundial. D e modo pare
cido se estudian las aportaciones del pluralismo liberal de J. Hick, la soteriología m oderna
de P. K nitter, el diálogo interreligioso y el desarm e cultural de R. Panikkar, el modelo inte-
grador de praxis liberadora y diálogo interreligioso de A. Pieris, el modelo com unitario y
liberador del diálogo interreligioso según M. Amaladoss, y la mística ecológica de Leo
nardo Boff. El capítulo final es como un balance sobre la fuerza y la debilidad de una con
vergencia ética en el diálogo interreligioso con sus resultados y frutos, el diálogo interreli
gioso como factor esencial en la convergencia ética mundial actual, la ética civil y la ética
EstA g 39 / fas. 3 (2004) LIBROS 613
BENASSAR, Bartom eu, E lfu tu r de la teología moral. Per una ética actual, creient i creíble,
Edit. Publicacions de TAbadia de M onserrat, Barcelona 2003,19 x 13, 330 pp.
tares para salvar a millones de seres (Ingeniería hum anitaria) y la ambigüedad de las lla
madas “guerras preventivas”. Tampoco deja en el tintero el enorm e m undo de la Bioética:
clonación, terapia genética, eutanasia, etc.. La últim a parte es una apelación a las mejores
actitudes evangélicas, hacia unos ministerios eclesiales moralizadores, hacia una iglesia más
espiritual y más en relación con los problem as de los hombres, ya que solam ente si nos p re
ocupa el reino de D ios y el mundo nos preocupará realm ente la iglesia.- A. G A R R ID O .
KHOULAP, Vladimir, Coniugalia Festa. Eine Untersuchung zu Liturgie und Theologie der
christlichen Eheschliessungsfeier in der römisch-katolischen und byzantinisch-orthodo
xen Kirche m it besonderer Berücksichtigung der byzantinischen Euchologien. (Das
E stA g 39 / fas. 3 (2004) LIBROS 615
östliche Christentum , N eue Folge, Band 52) Augustinus Verlag, W ürzburg 2003, 22’5
x 15’5, 300 pp.
E l presente libro tiene su origen en la percepción de una urgencia pastoral: la que p re
senta el núm ero creciente de matrim onios mixtos entre católicos y ortodoxos en la
República Federal A lem ana. Su objetivo es abrir caminos a un ritual único, elaborado por
ambas confesiones cristianas, para la celebración de tales matrimonios.
A unque no aparezca así en su estructura formal, cabe distinguir en dos partes los sie
tes capítulos que com ponen la obra: la prim era m ira al pasado, la segunda al presente. En
efecto, los cinco prim eros presentan la concepción del m atrim onio cristiano propio de la
Iglesia católica y de la Iglesia ortodoxa en su devenir histórico que, teniendo raíces com u
nes, cristalizó en ritos litúrgicos diferentes, expresión de otras divergencias teológicas y
canónicas. A m bas Iglesias son herederas de la tradición judía y de la tradición greco-rom a
na. Con sus diferencias, ambas tradiciones contem plaban dos momentos: los esponsales
(Verlobung) y el matrimonio propiam ente (Trauung]); ambas unían la dimensión religiosa
a la social, obvia y bien visible en su celebración, nunca de carácter estrictam ente privado;
en ambas tenía un rol significativo, de signo religioso, el padre de los contrayentes, y nin
guna de ellas conoció una manifestación explícita del consenso entre ellos. Estos elem en
tos básicos continuaron en la Iglesia primitiva. El autor lo m uestra con textos de san
Ignacio de A ntioquía (oriente), Tertuliano (occidente), las A ctas de Tomás, sin que obsten
a las conclusiones otros textos (p. ej., Diogneto, 5). Pero la nueva fe tenía que dejar huellas
en los ritos de celebración: concebida la Iglesia como una sociedad patriarcal (el autor
habla de una o/fcos-eclesiología), el rol del padre lo desem peña ahora el obispo; se vincula
la celebración a la Eucaristía, etc. Cam biada la situación con la llegada de la paz con
Constantino, la Iglesia no sintió necesidad de crear formas radicalm ente nuevas de cele
bración del matrimonio, pero tuvo que cristianizar las existentes, eliminando aspectos paga
nos e introduciendo o reafirm ando otros cristianos (vinculación con la Eucaristía, presen
cia del m inistro de la Iglesia, sin que fuera imprescindible, etc). La caída del im perio rom a
no de occidente y el florecer del Im perio Bizantino, hizo que oriente y occidente tom asen
vías diferentes en sus ritos, consecuencia en parte del distinto orden político. La tradición
rom ana hizo del elem ento jurídico rom ano de la manifestación del consenso lo constituti
vo del m atrim onio, dejando en segundo lugar el expresar la naturaleza específicamente
cristiana del sacramento, m ientras para la oriental lo constitutivo pasó a ser la “coronación”
con las respectivas oraciones, haciendo imprescindible la presencia del ministro de la
Iglesia. M ientras la tradición rom ana se m antuvo más uniforme, la oriental adquirió formas
diversas, como manifiesta detenidam ente el autor a través del estudio de los diversos euco
logios bizantinos, de los cuales el Barb. 336 presenta la estructura básica perm anente.
La segunda parte m ira al presente, decíamos. E l capítulo sexto establece una com pa
ración e n tre la actual liturgia de la celebración del m atrim onio de la Iglesia católica y la de
la Iglesia ortodoxa. A l estudiar la prim era contem pla, obviamente, el Ordo celebrandi
m atrim onium (de 1969 y 1990), ritual para la Iglesia universal, pero presta particular aten
ción al ritual, específico para ella, elaborado por la Iglesia católica alemana: D ie Feier der
Trauung (de 1975 y 1992). E l hecho de que el rito litúrgico católico haya sido renovado por
m andato del Vaticano II (SC 77), perm ite al autor exam inar los aspectos novedosos, de
cualquier signo, introducidos en él, que pueden favorecer la m eta deseada de una celebra
ción com ún para los fieles de las dos Iglesias. Novedad significativa considera el haber ubi
cado el rito del m atrim onio entre la liturgia de la palabra y la liturgia eucarística, igual que
en otros sacramentos. El autor aprecia el que el ritual general no haya propuesto un esque
m a fijo sino que adm ita eventuales acomodaciones locales, lo que abre posibilidades para
616 LIBROS E stA g 39 / fas. 3 (2004)
ese deseado rito común. Varios otros datos, referidos a cada uno de los m om entos del rito
sea del ritual universal, sea del alem án, van en la misma dirección; por ejemplo, el hecho de
que la declaración del consenso haya sufrido un corrim iento al ám bito eclesiológico, su
integración orgánica en el conjunto de la ceremonia, la eliminación de la fórmula ego vos
coniungo, el dejar de lado las diferencias en la concepción del rol del sacerdote, el m om en
to de la declaración del consenso, el poner la oración inm ediatam ente tras la declaración
del consenso, la bendición a los dos contrayentes, aunque uno sea de otra confesión, la con
cepción del m atrim onio eclesiástico como un rito de pasaje unido al bautism o y orden, etc.
Al análisis sigue la reflexión teológica sobre una divergencia fundam ental que subsiste, el
del rol del sacerdote, ofreciendo un intento de solución. Por último, en el capítulo séptimo,
el autor examina desde la misma perspectiva logros concretos, es decir, rituales ya existen
tes para celebración del m atrim onio acordado entre las Iglesias evangélica y católica en
A lem ania (1971 y 1995) y en Suiza (1973 y 1993), y las Iglesias evangélica y ortodoxa de
Suiza (1996). A p artir de ellas presenta un esquem a general p ara la elaboración de una
celebración católica-ortodoxa del matrimonio, siguiendo una a una las partes del rito.
Excluyendo dos celebraciones paralelas según el rito de cada Iglesia, o sólo uno de los dos
ritos, el católico o el ortodoxo, propone, según el modelo suizo últim am ente indicado, una
celebración común con la participación de los sacerdotes de una y otra confesión que incor
pore los elem entos que son esenciales para una y otra Iglesia. U na aportación sin duda váli
da a un problem a real - P. D E LUIS.
Numerosos son los autores que han escrito sobre la propiedad privada en el pensa
miento de san Agustín, pero en el marco de otros estudios. A. Folgado ofrece una m ono
grafía al respecto, recogiendo la amplia documentación que sum inistra el santo sea al expo
ner los preceptos del Señor, sea al rebatir a los disidentes de cualquier signo. El autor orga
niza su estudio, hecho en perspectiva jurídica, en dos partes. La prim era, dedicada a los
supuestos fundam entales, com prende tres capítulos que versan sobre el dominio de Dios
(cap. I o), sobre el dominio del hom bre (cap. 2o), y sobre la Ley y el D erecho (cap. 3 o); los
siete capítulos restantes, que constituyen la segunda parte, tratan los siguientes temas: la
terminología (cap. 4o), la licitud de la propiedad privada (cap. 5o), las riquezas y la salva
ción (cap. 6o), la naturaleza jurídica del derecho de propiedad privada (cap. 7o), los sujetos
del derecho de propiedad privada (cap. 8o), el objeto del derecho de la propiedad privada
(cap. 9o) y los títulos justificativos de la propiedad privada (cap. 10°).
La tesis sostenida por el autor es que por derecho divino -n a tu ra l- (“todo el derecho
divino es natural y sólo el derecho natural es divino”) no hay propiedad privada, pues Dios
es el único propietario y, de otra parte, al ser todos los hom bres iguales, la tierra es patri
monio de todos. E l que alguien pueda llamar suyo a algo tiene su origen en el derecho posi
tivo humano. La conclusión la extrae en prim er lugar de los dos textos agustinianos objeto
de discusión: la ep. 93,12,50 y Tract. in lo. ev. 6,25-26, situados ambos en su propio contex
to. El m ayor énfasis lo pone en el último citado cuyas proposiciones examina detenida
mente, después de haber presentado las tres interpretaciones (m ayoritarias, restrictivas y
patriarcales) que ha recibido a lo largo de la historia, representadas en el texto, en conjun
to, por una treintena de autores que van desde el s. XI hasta los últimos tiem pos y de haber
las som etido a crítica. A la misma conclusión llega tras el examen de los argum entos de
quienes sostienen la posición contraria, juzgando algunos de ellos como “un atentado a la
EstA g 39 / fas. 3 (2004) LIBROS 617
lógica”. A dm ite que la conclusión a que él ha llegado no es, quizás, la más agradable a las
tesis neoescolásticas del s. X IX y de otros autores posteriores, y se m uestra severo con algu
nas críticas vertidas contra el santo: “E sta crítica acerba a sus palabras es una form a de asu
mir que el santo está diciendo sobre la propiedad privada lo que sus autores hubieran dese
ado que no hubiera dicho” (p. 348).
Como es lógico, el autor ha tenido en cuenta los puntos de vista que sobre el tem a
defendieron los autores cercanos a san Agustín, tanto paganos (Cicerón, Séneca), como
cristianos (Ambrosio, H ilario de Poitiers y Lactancio), así como el derecho rom ano m ode
lador de la sociedad. R especto de este último, el santo sabe m antenerse libre y suplir sus
lagunas, tom ando en consideración, por ejemplo, no sólo la legitimidad de origen, sino tam
bién la de uso de la propiedad. E n este marco, el estudio presta especial atención al pasaje
de Prov. 17,6 (LXX) citado por A gustín en el contexto de la propiedad privada (cf. parti
cularm ente ep. 153) y que A. F. interpreta en clave clásica: el justo equivaldría al sabio de
Cicerón y Séneca, en el marco de la distinción entre possidere anim o y possidere iure. A
partir de aquí critica tam bién a quienes, al no haber percibido esta distinción, afirman que
san A gustín negase la propiedad privada a los increm entes o que sostuviese un comunismo
teocrático para los creyentes. Tomar en serio ciertos argum entos, dice, es ofender el buen
sentido de Agustín. O portunas y esclarecedoras nos parecen tam bién las consideraciones
sobre las relaciones entre esclavos y amos. Volviendo al tem a del uso que se da a la pro
piedad privada, respecto de al cual san Agustín se m ostraba pesimista, al no ver solución
posible en este mundo, digamos que la obra concluye m anifestando el giro actual en
muchas legislaciones actuales que van en la línea deseada p o r san Agustín. Con estas pala
bras le pone término: “hay un encuentro, lo limitado que se quiera, entre el pensam iento
m oderno y el pensam iento de A gustín”.
El estudio es pródigo en textos del santo, y más bien escaso en referencias a autores
modernos, salvo en el caso anteriorm ente anotado. El au to r desarrolla los tem as norm al
m ente al hilo de los textos del santo. Ellos suelen abrir la exposición, no cerrarla como para
confirm ar lo dicho. La exposición en sí es siempre clara; a esa claridad sirve el recurso en
repetidas ocasiones al silogismo escolástico cómo m étodo argum entativo. A h o ra algunas
observaciones: aunque es un problem a fijar la fecha de los textos de predicación de san
Agustín, no hubiera estado de más prestar atención a la cronología de los aducidos como
respuesta al D e divitiis del pelagiano Agrícola. El autor conoce las dos fechas asignadas por
los estudiosos a los Tractatus in Ioannis evangelium, pero opta por la antigua y tardía, difí
cilmente sostenible. A pesar de ten er fácil acceso a la edición crítica de la Regula ad servos
D ei de L. V erheijen sigue citando p or Migne en un tex to donde hay variantes.
L am entablem ente ignora por completo las cartas del santo descubiertas y editadas por J.
Divjak, que sin duda habrían enriquecido la información. Las referencias bibliográficas a
diccionarios y revistas están a m enudo incompletas al faltar la indicación dé las páginas. El
tipo de letra hace cóm oda la lectura de la obra, pero no resulta fácil el m anejo interno de
la misma al buscar las citas de otros capítulos a que de vez en cuando rem ite, por faltar
tanto la paginación en el índice general como el núm ero o título del capítulo en el encabe
zam iento de las páginas. Se echa m enos un índice de m aterias y, en concreto, de términos
jurídicos. Son peccata minora que no quitan en absoluto valor a la obra - R D E LUIS.
SA LA CHA S, Dim itrios - SA BB A RESE, Luigi, Chierici e ministero sacro nel Codice lati
no e orientale. Prospettive interecclesiali, U rbaniana University Press, R om a 2004,21 x
15, 392 pp.
618 LIBROS EstA g 39 / fas. 3 (2004)
Siguiendo las necesidades actualizadoras prom ocionadas por el Vaticano II, ya hace
veinte años de la publicación del nuevo Código de Derecho Canónico (1984). Pero el con
cilio patrocinó tam bién la autonom ía jurídica de las Iglesias católicas orientales, costum bre
que rem onta a los inicios de la Iglesia y que no se opone en absoluto a la unidad de la
Iglesia. “Las Iglesias de oriente y occidente tienen el derecho y el deber de regirse según
sus propias disciplinas particulares” (O E 5). D e este modo se promulgó el Codex Canonum
Ecclesiarum Orientalium (1991), de lo que resultan dos códigos, latino y oriental, en una
única Iglesia. Pero la movilidad actual, sobre todo de los católicos de O riente medio y de
E uropa oriental hacia occidente, lleva a problem as prácticos derivados de legítimas dife
rencias en ritos y costumbres religiosos. D os juristas y profesores de la U rbaniana, uno con
sultor en la curia rom ana, ponen manos a la obra en este libro para clarificar las interac
ciones entre ambos códigos. El tem a se refiere al ministerio del O rden, pero en cuanto
entendidos desde sus diferencias con el sacerdocio común y en su calidad de adm inistrado
res de los sacramentos, prácticam ente queda tocada toda la vida práctica de la Iglesia. Si en
una prim era parte se centran en la legislación general del CIC y del CCEO, en la segunda
pasan a la com paración entre ambos y posibilidades de integración. Incardinación, p arro
quia, cambio de rito, colaboración jerárquica estarán entre los aspectos básicos an alizad o s-
T. M ARCOS.
G RO C H O LEW SK I, Z enon, La Filosofía del Diritto di Giovanni Paolo II, Edit. Falma
Edium , Roma, 21 x 13,64 pp.
G RO C H O LEW SK I, Zenon, La Filosofía del Derecho en las enseñanzas de Juan Pablo I I y
otros escritos, Edit. Temis, Bogotá, 20 x 13,5, XXXVI + 73 pp.
C IC CO N E, Lino, Bioetica. Storia, princìpi, questioni (= M anuali 10). Deis. Ares, Milano
2003,17 x 24,404 p.
E sta obra sobre Bioética -e l «estudio sistemático de la conducta hum ana en el campo
de las ciencias de la vida y de la salud, examinada a la luz de los valores y principios m ora
les» (2 1 )- está dividida en 2 partes. La I a se dedica a los aspectos generales y fundam enta
les: nace como ciencia en torno al 1969-70 -au n q u e ya se pueden encontrar precedentes en
la obra de Giuseppe A ntonelli (1891), en la ética médica tratada en la Teología Moral y en
el magisterio pontificio de Pío X II-, p ara responder a la amenaza que suponen algunos
avances tecnológicos para la supervivencia hum ana y el equilibrio ecológico; sus plantea
m ientos son interdisciplinares (científico-médicos, sociológico-culturales, históricos, éti
cos...) y según una pluralidad de m odelos (contractualista o procedim ental, clínico, utilita
rista y personalista, este último etiquetado como “moral católica” en contraposición a la
“ética laica”). Son ya clásicos los principios bioéticos de autonom ía, no maleficencia-bene
ficencia y justicia, pero cuya interpretación y aplicación encuentran dificultades al carecer
de perspectiva ontològica y antropológica, debiendo ser com pletados con los principios
personalistas de inviolabilidad de la vida física, dignidad de la persona, libertad-responsa
bilidad y totalidad; estos principios son enriquecidos por el magisterio católico con una fun-
620 LIBROS E stA g 39 / fas. 3 (2004)
Filosofía
E l presente libro es una adaptación de la tesis doctoral en filosofía presentada por este
Profesor, Religioso Agustino, en la Universidad de Valladolid en año el 2000. E n ella p re
tende rehabilitar al epicureismo de la aureola tradicional negativa que ha encubierto este
grupo filosófico. El presente estudio parte de la intuición de que la vida com unitaria, la
am istad y la organización de las comunidades epicúreas eran muy sem ejantes a las que
622 LIBROS E stA g 39 / fas. 3 (2004)
encontram os en las primitivas com unidades cristianas. A dem ás encuentra otras afinidades:
el alejam iento de la vida política, la veneración de los fundadores y la aceptación de los
esclavos y mujeres. Por tanto, se centrará en la comparación del cristianismo primitivo hele
nístico con el epicureismo en general.
El autor estructura su investigación en cuatro grandes apartados. 1) El epicureismo:
donde estudia la escuela y el m ensaje de Epicuro, así como el cuidado del alma en la tradi
ción epicúrea; 2) el pensam iento político epicúreo: analiza la concepción sobre la sociedad
y el Estado, el alejam iento de la vida política, la amistad y la justicia. La filosofía de Epicuro
está orientada hacia la felicidad, la cual se identifica con el placer que se traduce en no sen
tir dolor en el cuerpo ni el espíritu. Por tanto, busca el placer superior, caracterizado p o r la
ausencia de dolor. Con el objeto de encontrar la felicidad, E picuro funda su escuela (el
Jardín) donde cultivaba la convivencia apacible basada en la amistad, el rechazo de las
riquezas y poderes, la renuncia a la vida política... Su análisis se basa en el uso directo de
las fuentes que nos han llegado y donde transm iten información al respecto. Además, hace
gran acopio de literatura secundaria para interpretar y esclarecer los textos.
El tercer apartado está dedicado a la presentación del cristianismo primitivo, espe
cialmente el helenístico y centrado fundam entalm ente en las com unidades paulinas: su
situación social y organización, las relaciones hum anas dentro de estos grupos, el com por
tam iento sociopolítico de S. Pablo y su posición frente a la esclavitud. Para ello se basa en
los nuevos resultados postulados por los estudios desde la sociología del cristianismo.
La cuarta parte sería la esencia de la tesis. Presentados o descritos ambos movimien
tos, es hora de plasmar divergencias y convergencias. D ejando a un lado aspectos de la doc
trina epicúrea rechazados p o r los cristianos, existen paralelismos entre ambos grupos. En
líneas generales serán más los elem entos del epicureismo rechazados que los aceptados por
el cristianismo. Para sus conclusiones recurre fundam entalm ente a los Padres, pues las refe
rencias al epicureismo son más claras.
Hay puntos que los primitivos cristianos no podían aceptar de los epicúreos: la nega
ción de la divina providencia, la concepción fisicista o m aterialista de la naturaleza, así
como las divergencias éticas (la escuela epicúrea como academ ia de vicios, depravaciones
y perversiones relativas a la satisfacción carnal). El epicureismo fue considerado como
posible fuente de doctrinas heréticas.
C onstata la existencia de múltiples semejanzas entre las que cabría reseñar: las cele
braciones conmemorativas en honor del fundador, las comidas en común, la comunicación
p o r carta, el constituir un único cuerpo, la presentación del cristianismo como una nueva
filosofía, una nueva paideia. Epicúreos y cristianos coinciden en la oposición a las supersti
ciones y oráculos de las religiones paganas. A m bos presentan ofertas de salvación. E l cris
tianismo corrige el com ponente individualista-egoísta y propone el am or universal e incon
dicional; es decir, crea lazos entre los hom bres independientem ente de la amistad.
Sem ejantes son tam bién los grados de adhesión a la escuela o al grupo: el estilo de vida de
un grupo reducido (estilo de vida monástica) al rem anso de la vida política (p. 310) y otro
grupo más numeroso inm erso en la sociedad. N uestro autor cree que la escuela filosófica
m isionera epicúrea preparó el terreno o se anticipó al cristianismo como religión m isione
ra. A sí mismo existe similitud entre las comunidades paulinas y los epicúreos en lo relacio
nado a la participación m utua de los miembros, en la exhortación, edificación y corrección
fraterna. “La práctica social de la edificación y exhortación, al igual que la corrección
m utua presentes en cristianos y epicúreos, presentan unos paralelismos no constatables en
otros grupos de la A ntigüedad”. Frente a esta afirmación tal vez habría que recordar que
tales rasgos ya existían a su vez en Q umran.
EstA g 39 / fas. 3 (2004) LIBROS 623
Las semejanzas entre ambos grupos fue la causa de que en el siglo II ateos, epicúreos
y cristianos fueron colocados al mismo nivel. La gente extraña a estos grupos los asociaba
porque en el ámbito sociológico presentaban muchas semejanzas: vida en común, prácticas
psicológicas, aceptación de personas de todas las condiciones sociales... Por dicha asocia
ción es posible que los Padres apologistas reaccionaran en contra de los epicúreos para
diferenciarse y distanciarse de ellos, en un intento por crear una identidad propia y que disi
mulase lo más posible cualquier afinidad con los epicúreos, y nada m ejor para ello que uti
lizar la filosofía estoica o neoplatónica.
E l autor ha realizado un gran trabajo de recopilación de datos, uso de fuentes y los ha
puesto a disposición del lector. Es m eritoria la labor de presentar el cristianismo helenista
dentro de un contexto filosófico greco-rom ano más amplio y en especial com parándolo con
un grupo filosófico de la época. E sto nos ayuda a entender que el cristianismo no fue una
invención de la nada sino que se sirvió de rasgos presentes en la sociedad por la que se
expandió.
Existen algunas afirmaciones generalizadas que habría que matizar. H abría que
comenzar con el título del libro y cambiarlo a “epicureismo y cristianismo prim itivo”, pues
al final parece que no se encuentra tanto epicureismo en el cristianismo, sino solamente
semejanzas o coincidencias, como tam bién se encuentran con otros movimientos de la
época (véase religiones mistéricas...). E n ocasiones utiliza los térm inos “influencias o afini
dades” como si fueran sinónimos o intercambiables, especialm ente al inicio de la com para
ción de los dos grupos. H ablando de la iconografía usada p ara representar a Jesús con
barba, afirma “los cristianos hicieron representaciones de Jesús siguiendo el modelo de
E picuro” (p. 253), no será más bien que los cristianos hicieron representaciones de Jesús
siguiendo el modelo ideal de hom bre de la época. U n lapsus se ve en la afirmación “los
saduceos se niegan a ocupar un puesto público” (p. 255). Por lo demás; nuestra felicitación
cordial al com pañero y amigo, que sabe conjugar esta alta investigación con su tarea misio
nal en el África tanzano - D. A. C IN EIRA .
E ste ensayo esta concebido como el prim ero de una serie de siete volúmenes que abar
can la historia de la filosofía. E l autor esta convencido, que el simple acto de pensar al
alcance de todo hombre, produce un profundo placer, p o r eso dirige este libro a todos los
públicos, para que sea leído por todos los amigos de la filosofía. G arcía-Baró se confiesa
alumno de Sócrates y cree firm em ente que si la filosofía fuera practicada en el mundo,
aportaría un cambio beneficioso a la existencia colectiva, porque no ha habido nunca una
hum anidad extensa y profundam ente im pregnada de los ideales de la vida filosófica.
H acer filosofía es poner en máxima tensión la inteligencia y aun la existencia toda,
para tra ta r de entrar en contacto con la realidad sin velos ni distancias. La verdad, el amor
y la responsabilidad son los ingredientes esenciales de la filosofía: sus tem as a la vez que su
vida peculiar. La filosofía se define como teoría de la verdad y el autor en el libro analiza
las sucesivas navegaciones, basándose en el Fedón, o los diversos conceptos de filosofía que
han aparecido en esta búsqueda de la verdad. Si la prim era navegación de la filosofía pre
socrática explica lo sensible a través de lo sensible, la segunda navegación, que surge tras el
fracaso del prim er intento, abrirá una nueva ruta que conduce al descubrimiento de lo
suprasensible, esto es, lo inteligible, para conocer la realidad hay que usar el razonam iento.
624 LIBROS EstA g 39 / fas. 3 (2004)
E l libro esta dividido en tres partes. La prim era comienza con la escuela de Mileto,
analizando extensam ente el prim er texto filosófico que conservamos de Anaxim andro. A
continuación estudia a Anaximenes, H eráclito de Éfeso y Parm énides de Elea. La segunda
parte corresponde a los sistemas pluralistas: Empédocles, Anaxágoras, los atom istas y la
sofística. La tercera parte la dedica a Sócrates quien centra sus reflexiones en la plenitud
de la existencia, es decir, en la virtud y la felicidad. Sócrates da una im portancia funda
m ental al cuidado del alma, su misma persona, al conocimiento personal. Sócrates dedica
su existencia como filósofo a examinarse a sí mismo y a examinar a sus conciudadanos. Lo
que Sócrates intenta afirmar con su vida entera es que no se debe com eter injusticia. No
hay que hacer el mal, se sufra por ello lo que se sufra, incluso la m uerte. E n fin, el libro es
una invitación a pensar en compañía de aquellos que lo hicieron en los albores de la filo
sofía griega. D eseam os que el libro ayude a los lectores actuales a seguir pensando y a des
pertar el sentido crítico por la realidad.- J. ANTOLÍN.
Con estas palabras presenta el autor su obra: «Este manual desearía reconstruir ese
esquem a de ideas básicas, que proporcionarían la clave sencilla para adentrarse en el estu
dio del gran pensador africano. Por eso adrede se prescinde de las discusiones de los espe
cialistas, de las citas eruditas y, en general, del aparato crítico. La única docum entación la
form an las obras del santo, cuyos textos van a pie de página, en general, para no entorpe
cer la lectura ni distraer la atención. E n realidad, este manual no es sino un entram ado de
textos urdidos con el hilo de un com entario que, según creemos, se acom oda al orden inter
no del pensam iento filosófico agustiniano. Para facilitar la labor del estudioso, junto a los
textos acotados, se citan otros lugares paralelos de las diversas obras agustinianas». E n la
introducción nos presenta, además, una breve reseña de las fuentes en las que bebió
A gustín y el orden lógico seguido en el libro, el de sus preocupaciones íntimas: el conoci
m iento del alma y el de Dios (cf. Sol 2,1,1). E n cuanto a las fuentes nos sorprende la afir
mación de que A gustín había leído libros de Simpliciano. D e acuerdo con el orden lógico
indicado, el libro está estructurado en tres partes. La prim era versa sobre el hombre y cons
ta de cinco capítulos (Existencia del alma y sus relaciones con el cuerpo, Vida y actividad
propias del alma, N aturaleza del alma hum ana, Origen del alma hum ana y D estino del
alma); la segunda, sobre Dios, consta de otros cinco capítulos (Existencia de Dios, N atu
raleza de Dios, Dios creador, Dios en el m undo creado, E structura ontològica de la criatu
ra y orden del universo), y la tercera, sobre el hom bre y Dios, de sólo tres capítulos (A lie
nación-interiorización-trascendencia, Principios capitales de la ética agustiniana, Política y
sociología).
D entro de los límites que el autor se impuso, ofrece un m anual que puede considerar
se completo. Tiene la gran ventaja de una exposición clara, de fácil intelección aun para
quien no está avezado a los tem as y lenguaje filosóficos. Muchos, estudiantes o simples afi
cionados a san Agustín, se lo agradecerán. Pero tiene tam bién el inconveniente de simpli
ficar demasiado las cosas. Q uien no posea más información puede creer que el pensam ien
to del santo fluye con la misma claridad, que no se dan problem as de interpretación. De
hecho, sólo a propósito de la doctrina de la iluminación tiene constancia neta el lector de
la diversidad de puntos de vista. Y es obvio que no es el único campo de su pensam iento
que plantea problem as y donde, en consecuencia, surge la discrepancia. El autor no hace
uso ni de las cartas ni de los sermones últim am ente descubiertos por J. Divjak y F. D olbeau
EstA g 39 / fas. 3 (2004) LIBROS 625
respectivamente. O tros descuidos son más puntuales. Por ejemplo, atribuir a los manique-
os algo que ellos criticaban en los católicos: «Las fábulas maniqueas no llegaron a satisfa
cer el ánimo del joven estudiante: “Me parecía una cosa muy grosera creer que tú tenías
figura de carne humana...”» (p. 217). D e igual m anera, se atribuye a los m aniqueos haber
infundido en la m ente de A gustín el panteísm o grosero, de origen estoico, que consiste en
pensar a la naturaleza divina como una sustancia sutil que se extiende p o r todas las partes
y llena todos los espacios, que pudo superar con la lectura de los libros neoplatónicos (p.
328). A l presentar fuera de su contexto algunos pasajes del santo, el lector puede interpre
tarlos de forma no correcta. Es el caso, nos parece, del célebre «Ama y haz lo que quieras»
(In ep. loan 8,7, p. 427).- P. D E LUIS.
A bundar en las raíces culturales de la E uropa actual nos debe ayudar a despertar nue
vas y esperanzadas inquietudes con respecto al futuro de O ccidente y de toda la civilización
hum ana. E n esta grandiosa tarea, la filosofía de K ant ha sido siem pre un punto de refe
rencia inevitable, pues ella nos ayuda a liberam os del viejo realismo crudo y a alejarnos de
un subjetivismo dem asiado infantil que nos lleva a olvidar la realidad, creyendo que la
inventamos, de m odo que el siglo de las luces term ina p o r despertar a un alba de viles ase
sinatos. Así, una Ilustración que no haga justicia a la realidad se convierte en una sofística
que la pulveriza y m ata a los seres humanos. El autor de esta obra, a partir del estudio de
Kant, nos ofrece una respuesta tranquila al m alestar que flota en el am biente con respecto
a la verdad de las cosas y al problem a de la vida que hoy a todos nos concierte. D e este
modo, lleva al lector poco a poco, a través de una lectura reposada de las tres Críticas de
K ant hacia una idea adecuada y realista del m undo que nos rodea, nos asom bra y con fre
cuencia, tam bién, nos agobia y sobrecoge. El lector tiene aquí una guía muy apropiada no
solamente de la filosofía de K ant sino tam bién de nuestro tiem po y nuestra vida - D.
NATAL.
pensar muy en serio hoy en día a todos aquellos que nos decimos y creemos creyentes pero
que luego actuamos con criterios de paganos - D. NATAL.
E sta obra recoge las conferencias del V. Congreso Internacional para una reconstruc
ción de la tradiciones filosóficas y educativas de nuestro m undo desde una perspectiva
intercultural y de respeto a la diversidad de género de los seres humanos. D espués de unas
palabras de bienvenida de Josef Esterm ann, R aúl Fornet-B etancour presenta los objetivos
fundam entales del Congreso. La conferencia inaugural corre a cargo de R aim on P anikkar
que durante años ha desarrollado su vida y su pensam iento en la línea intercultural, que
ahora se presenta como más necesaria que nunca ante la crisis actual. Luego se ofrecen dos
conferencias acerca de la enseñanza de la filosofía en Á frica para contribuir al diálogo
intercultural, de A lbert K asanda Lumem bu, y o tra sobre la filosofía africana y el problem a
del género de A lbertine Tshibilondi Ngoyi. Lo mismo se hace para el caso de A sia con dos
conferencias del mismo tem a, una de M athew C handrankunnel y de Choe H yondok que se
centra m ás en Corea. Ricardo Salas A strain y D ina Piccoti desarrollan esos mismos tem as
desde A m érica Latina. Finalmente, D iana de Vallescar Palanca presenta el tem a de la filo
sofía en E uropa y la cuestión del género. Se recogen tam bién otras aportaciones de grupos
de trabajo en A sia sobre el diálogo intercultural y la filosofía del género. Juan José Tamayo
nos ofrece un lúcido ensayo para un nuevo paradigm a intercultural e interreligioso. M aría
José Fariñas D ulce presenta la tensión del “pluralism o”, y Juan A ntonio Senent de Frutos
hace u na reflexión trem endam ente actual sobre el arte de la guerra y la crisis de las rela
ciones sociales. Finalmente, G erd-R üdiger H offm ann ofrece una reflexión últim a sobre
Filosofía e realidad intercultural en África. Se trata de un Congreso que ha vivido con enor
m e intensidad el palpitar del m undo actual y el dolor de los que sufren, en sus propias car
nes, la crueldad de la guerra y la violencia.- D. NATAL.
Los trabajos recogidos en esta obra son una buena m uestra de las inquietudes intelec
tuales de su autor. D os son los tem as que resum en el conjunto de estos escritos: la idea de
la naturaleza y la com prensión de la m odernidad. Así, comienza p o r analizar el problem a
de la naturaleza y su sentido controvertido en la filosofía, la idea de una posible teleología
natural y de la acción así como la actualidad que pueda ten er la antigua teoría del derecho
natural. También se discute sobre el problem a del progreso y su diversa vigencia.
Igualm ente se plantea el espinoso tem a de la moral de la violencia. E l sentido actual de la
problem ática y vigente teoría de la evolución, así como el posible y problem ático futuro de
una cim entación funcionalista de la religión. Finalmente, se aborda el im portante problem a
del fin de la m odernidad con las diversas discusiones que en relación a esta cuestión se han
ido sucediendo en los últimos tiempos. U na obra que nos pone a reflexionar profunda
m ente sobre nuestro ser más profundo y nuestra situación más actual.- D. NATAL.
N IC H O LI, A rm and M., La cuestión de Dios. C. S. Lewis vs. S. Freud. Dios. El A m or. El
sexo. El sentido de la vida. Rialp, M adrid 2004,20 x 13, 380 pp.
Estam os ante un escrito que es a la vez muy profundo y fascinante. A partir de la cues
tión de Dios, el autor ha investigado durante más de veinte años la distinta visión que tení
an de la vida y de las cosas S. Freud y C. S. Lewis. Y en este libro nos la ha acercado a todos.
D e este modo se plantean los problem as de la religión, de la conciencia m oral, del sentido
de la vida y de la realidad, de lo que significa y encierra la felicidad, de la sexualidad y la
búsqueda del placer, del am or y de la vida, del dolor y de la m uerte. A. M. Nicholi recoge
honestam ente lo que uno y otro autor pensaban de cada uno de los tem a. M uchas son las
anécdotas curiosas que nos hacen pensar y que nuestro autor nos recoge de la vida de Freud
y de la de C. S. Lewis. Anotam os, simplemente, una de Lewis. C uando se supo que el fam o
so escritor tenía los días contados, una gran adm iradora le envió una misiva diciendo que
eso era injusto y que no podía ser así. Pero Lewis le contestó con su buen hum or de cre
yente: señora, m orir no es nada deshonroso, de hecho conocemos muchas personas hones
tas que así lo han hecho. Estam os ante un escrito intenso, asequible y hondo, que da muchas
luces y ofrece claras respuestas para las grandes preguntas de la vida y de la m uerte. Quien
hoy se plantea el sentido de su vida con seriedad tiene aquí un apoyo im portante y se g u ro -
D. NATAL.
Historia
El presente volumen recoge las Actas del Congreso celebrado en los prim eros días del
mes de octubre de 2001 en la ciudad de W ittemberg, bajo el am paro de la Fundación
Luthergedenkstätten, responsable de los cuatro museos históricos de la R eform a (Casas de
L utero y M elanchton en W ittemberg, y casas del nacim iento y m uerte de L utero en
EstA g 39 / fas. 3 (2004) LIBROS 629
Eisleben). Ninguna o tra personalidad alem ana ha alcanzado tanta im portancia como la de
M artín Lutero; im portancia que la historia ha ido m atizando en m ultitud de recuerdos: pin
turas, grabados, objetos de recuerdo, museos erigidos, estatuas, archivos, jubileos conm e
morativos, etc.. La presencia y el recuerdo del R eform ador alem án ha estado presente a
través de la historia política de los territorios germanos, así como en los tiem pos del Reich,
del Nacionalsocialismo y de la República D em ocrática A lem ana (A ntigua A lem ania del
Este). Y este Congreso fue prueba manifiesto de lo anterior: historiadores, teólogos, muse-
ólogos y estudiosos del arte se dieron cita para analizar y exponer la iconografía luterana
en sus diversas facetas. Ya en el año 1655 aparece la expresión M useum Lutheri y en 1693
- a iniciativa de los ciudadanos- se comienza el prim er M useo H istórico de W ittem berg. En
1883 junto al Seminario de Predicadores Evangélicos de W ittem berg aparece el M useo
Histórico de la Reform a. C entro del análisis y de las diversas ponencias es la ciudad de
W ittemberg, donde el R eform ador vivió de m anera oficial desde 1508 hasta su m uerte en
1546. La ciudad pronto comenzó a girar en torno al gran personaje: universidad, iglesia del
castillo, la StadtKirche donde se escuchaban sus sermones, el convento de agustinos y pos
terior casa-vivienda del monje Reform ador. M ención especial es el estudio de la escena de
la D ieta de W orms(abril 1521) m ediante los grabados, pinturas, im ágenes y textos de la
escena, elaborados en el s. XIX, y proponiendo a Lutero como el símbolo del héroe alem án
con un sentido m arcadam ente nacionalista. Se estudia tam bién la biografía de Catalina
Bora y la recepción de la figura de Lutero y la Reform a en la extinguida A lem ania del E ste
(D D R ). Concluye el volum en con la narración de la celebración de los 450 años de naci
miento de Lutero en Eisleben (19-27 agosto, 1933), con el triste espectáculo de la presen
cia de fotografías y aclamaciones hitlerianas. Unos índices, perfectam ente elaborados,
sobre lugares, personas, pinturas y grabados, cierran este interesante libro de carácter em i
nentem ente histórico - A .'G A R R ID O .
tra m entalidad, ya que junto al análisis de la universidad de Leipzig en los finales del
medioevo, estudia con detalle diversas facetas de la Facultad de Teología de dicho centro:
la im portancia de la reform a hum anista llevada a cabo por M elanchthon en dicha
Universidad; desarrollo de la teología luterana en Leipzig hasta los tiempos de Bach; los
intentos fallidos de llevar a Leipzig a R. Bultmann; y por fin los avatares de una Facultad
teológica bajo la som bra de Karl Marx (mayo 1953 a febrero 1991), es decir la complicada
situación de los centros universitarios de ciencias religiosas en los tiempos duros de la dic
tadura comunista en la República D em ocrática alem ana (D D R ). La vida entera del autor
está íntim am ente ligada a dicho centro de estudios y sufrió en sus carnes los altibajos y las
contradicciones del sistema marxista. El volum en concluye con una com pleta bibliografía
de G ünther W artenberg desde 1969 a 2002, con 136 títulos entre libros, artículos y confe
rencias, así como un completo índice de nombres, tal como nos tiene acostum brada esta ya
famosa colección de la Evangelische Verlagsanstalt. Responsables de la edición son Joñas
Flóter y M arkus H ein - A. G A R R ID O .
D esde hace ya más de quince años, desde su prim er puesto de trabajo como A sistente
universitario en Tübingen (abril 1987), M artín H. Jung ha publicado varios libros y muchos
artículos sobre el Pietismo. E l presente volum en contiene una selección de trabajos teoló
gicos e históricos que tienen p or finalidad exponer la grandeza y amplitud de ese movi
m iento renovador de la vida y de las comunidades cristianas evangélicas, a la vez que pone
de manifiesto su carácter m odernizador en algunos aspectos de su reflexión. El seguimien
to intim o de Jesu-Cristo, la renovación eclesial y la intuición de futuro han significado siem
pre las exigencias del más im portante movimiento renovador luterano. A parecen aquí
hom bres y mujeres, posiblem ente desconocidos pero muy dignos de tener en cuenta, que
en su vida interior y en seno de sus com unidades renovadoras llegan a afrontar problem as
como los siguientes: relación con el judaismo, emancipación de la mujer, teología de la reli
gión, ofertas ecuménicas y esperanzas escatológicas. Junto a los famosos nom bre del conde
Zinzendorf y de Johanna E leonora Petersen (teóloga laica del Pietismo radical), nos encon
tram os con figuras marginales como el médico Johann Kayser, el piadoso peregrino
Magnus F. Roos, con pensadores originales como la comerciante Suiza A nna Schlatter o los
predicadores y párrocos Christian A dan D ann y A lbert K napp (iniciadores del cuidado y
protección de los animales). Especial mención requiere el artículo dedicado a Johann
A lbrecht Bengel como teólogo del Pietismo en la región de W ürttem berg (pp. 75-91). Para
aquel que esté interesado en el desarrollo de las comunidades evangélicas luteranas, este
librito es una delicia, ya que anima a revalorizar la vivencia cristiana en el m undo de la
R eform a - A. G A R R ID O .
W ITTSTADT, Klaus, A u s der D ynam ik des Geistes. A spekte der Kirchen- und Theologie
geschichte des 20. Jahrhunderts, E chter Verlag, W ürzburg 2004, 23,5, x 14, 386 pp.
líeos y judíos tras la catástrofe del nazismo. C om pletan el libro una pequeña biografía y la
bibliografía del autor - T. M ARCOS.
LÉM ANN, Augustin y Joseph, La asamblea que condenó a Jesucristo. Trad. C. López-Arias,
Rialp, M adrid 2004,19 x 12,131 pp.
Con el título “Valor de la asam blea que pronunció la pena de m uerte contra Jesús”
esta obra fue publicada originalm ente en francés en 1881 con el nihil obstat del Papa Pío IX
(pp. 7-8). Se trata de un estudio sobre la composición y actividad del Sanedrín realizado por
los herm anos Lém ann, sacerdotes y judíos conversos, en el marco de la apologética de la
época.
E l libro valora la responsabilidad del Sanedrín en la m uerte de Jesús tratando dos
cuestiones que corresponden a sus dos partes. E n un análisis inédito, según los autores, la
prim era estudia el valor personal, competencias y m oralidad de los miembros de este alto
tribunal judío. La segunda hace una revisión del valor de sus pronunciam ientos de acuerdo
Con la legislación judía, identificando hasta veintisiete irregularidades en el proceso contra
Jesús. Se puede im aginar fácilm ente la conclusión: eran unos canallas y sus decisiones una
farsa.- R. SALA.
Para com prender el libro es im portante tam bién conocer algunos datos de su autor.
B ernardo C ervellera es un m isionero del P IM E (Pontificio Instituto de Misiones
Extranjeras) y, al mismo tiempo, es periodista. E n la actualidad dirige la agencia de noticias
"Asia News". Como misionero m ira al inmenso país de la China, desde una perspectiva
religiosa y cristiana; como periodista, tiene la sensibilidad de contactar con la realidad pre
sente y expresar la problem ática en un lenguaje ágil y comprensible.
E l autor -q u e ha vivido y enseñado durante años en C hina-, ofrece una "fotografía
desde dentro" del Im perio Celeste, y deja entrever los posibles escenarios del desarrollo.
La obra engancha desde el prim er m om ento y se lee con la pasión de una novela. Capitulo
tras capítulo se analizan algunos de los problem as de la China actual: el paso del estalinis-
mo al capitalismo salvaje; las plagas y el retraso de la gran masa de agricultores en contraste
con el mundo urbano; el problem a de la inestabilidad y las revueltas sociales; la corrupción
y las reform as políticas; el resurgir de la espiritualidad y la "vuelta de D ios". U na atención
especial m erece el análisis de las etapas de la evangelización en China, la persecución de la
iglesia y las difíciles relaciones entre China y el Vaticano. M irando hacia el futuro, en medio
de tantos interrogantes, se reflexiona sobre la situación de la juventud, que vive entre espe
ranza y revolución, entre idealismo y consumismo.
E n palabras de su autor la obra es "un pequeño intento de m ostrar algunos rasgos de
este inmenso país, un viaje por China, entre sus grandezas y sus miserias, entre las contra
dicciones y desafíos del presente y del futuro". Se recom ienda su lectura, en especial a
todos aquellos interesados y relacionados de una u otra form a con el gran país de C h in a -
B. S IE R R A D E L A CALLE.
EstA g 39 / fas. 3 (2004) LIBROS 633
BLET, Pierre, Pío X I I y la Segunda Guerra Mundial. Ediciones Cristiandad, M adrid, 2004,
12,5 x 20,5, 424 pp.
D esde hace algunos años asistimos a una cam paña orientada a difam ar a Pío X II, al
que se acusa una y otra vez de haber sido complaciente con el nazismo y de no haber alza
do la voz para im pedir el Holocausto. D e poco ha servido para frenarla la publicación a p ar
tir de 1965, por orden de Pablo VI, de los doce volúmenes de Actas y D ocumentos de la
Santa Sede relativos a la Segunda Guerra M undial, posiblem ente porque aunque supone
poner al alcance de los historiadores una riquísima fuente, su mismo carácter hace que sea
inaccesible para un público que en cambio puede leer los libros de Cornwell, plagados de
difamaciones carentes de fundamento. Si a esto añadimos el gusto por lo escandaloso p ro
pio de los tiempos que vivimos debem os adm itir que limpiar el nom bre de un Papa calum
niado es una tarea extrem adam ente ardua. A ella se entrega con rigor Pierre Blet -u n o de
los padres jesuítas encargados de la edición de las A ctas- en este libro, en que recoge, orga
nizado por temas, todo lo que puede decirse sobre el com portam iento de Pío X II a lo largo
de la guerra a la luz de la docum entación conservada en los archivos del Vaticano. Q ueda
constancia así de la firme e inequívoca actitud del Papa frente a los totalitarism os nazi y
comunista, de sus esfuerzos por evitar la guerra, de su oposición a las leyes racistas y, en fin,
de su constante labor en favor de las víctimas. Todo ello en un contexto extrem adam ente
duro en que cualquier palabra de la Iglesia inevitablem ente sería aprovechada con fines
propagandísticos y en que toda intervención fácilmente podía desem bocar en resultados
opuestos a los deseados. D eberían, con todo, bastar los elogios de Roosvelt, D e G aulle o
G olda M eir para disipar cualquier duda sobre el com portam iento de Pío XII. Si algo cabe
concluir es que la actitud del Papa fue imparcial ante los bandos en conflicto. U na im par
cialidad qüe dim ana no de la equidistancia, sino del compromiso con todos los seres hum a
nos, independientem ente de su nacionalidad y, como entonces se decía, de su raza; en defi
nitiva, de la tom a de partido por las víctimas. Sólo queda decir que la paz, cuando final
m ente se produjo, no llegó en el m odo querido por el Papa, ya que dejó toda la E uropa
O riental y gran parte de la Central som etidas a un totalitarism o no menos enemigo de la
dignidad y de la libertad hum anas que el nazismo derrotado - F. J. B ER N A D M O RALES.
E n tre los muchos lugares comunes que integran el bagaje intelectual de lo que pudié
ramos llam ar lectores semicultos -aquéllos que incluso en caso de que posean un título uni
versitario jam ás se han planteado la más ligera duda sobre la validez del pensam iento único
progresista- ocupa un lugar destacado la convicción de que la Iglesia Católica ha sido a lo
largo de la historia enemiga declarada de la ciencia y, por ende, del progreso. Se trata de
una noción que hunde sus raíces en el enciclopedismo y en el positivismo -recordem os las
tres etapas comtianas del desarrollo del conocim iento- y que, pese a carecer del más leve
apoyo empírico, con una insistencia digna de Goebbels, se ha repetido hasta la saciedad, de
tal m odo que, como enseñó el gran propagandista nazi, para muchos ha term inado p o r ser
verdadera. A desm entirla viene el libro de Francesc Nicolau Pous. R epasa para ello este
sacerdote una larga, aunque no exhaustiva, nóm ina de eclesiásticos que en todas las épocas
han ocupado un lugar destacado en las más variadas ciencias, con particular, y para los
tiem pos más m odernos casi exclusiva, atención a las naturales. El volumen se com pleta con
una reflexión en torno al lugar respectivo de la ciencia y de la fe, que el autor considera
634 LIBROS E stA g 39 / fas. 3 (2004)
como nunca opuestas, toda vez que la prim era conduce al conocim iento de la Creación.
O tra cuestión es la aplicación de los descubrimientos científicos que, com o tarea práctica,
precisa de una guía ética a fin de evitar aberraciones incompatibles con la dignidad hum a
na. Nos encontramos, por otra parte, ante un libro de agradable lectura, en el que el rigor
en la aportación de datos corre parejo con la claridad de la exposición - F. J. B ER N A D
M ORALES.
NAVARRO-VALLS, Rafael y PALOM INO, Rafael, Estado y Religión. Textos para una
reflexión crítica,. A riel, B arcelona 2003,12,5 x 20,8,475 pp.
Recoge este libro una amplia serie de textos sobre las complejas relaciones entre el
E stado y la Religión en Occidente. D esde precedentes tan lejanos como el código de
H am m urabi hasta la conferencia “E uropa, Política y R eligión”, pronunciada en el año 2000
p or el cardenal Ratzinger, o unas reflexiones de Rafael Navarro-Valls sobre la Constitución
europea, cuando ésta aún era un proyecto, se ponen así al alcance del lector, ordenados cro
nológicamente, docum entos clave en la historia de nuestra civilización. Como el propio
título indica, se trata de facilitar los elem entos que perm iten una reflexión crítica sobre un
asunto que hoy día adquiere una enorm e relevancia, toda vez que desde sectores autode
nominados progresistas se prom ueve un cierto fundam entalism o laico que intenta deslegi
tim ar toda intervención pública de la Iglesia y relegar así lo religioso a un ám bito estricta
m ente privado. Si en un determ inado m om ento se interpretó la laicidad del Estado como
neutralidad de éste ante las diferentes confesiones religiosas, hoy día el concepto se p re
senta —como señala Navarro-Valls en el estudio que cierra la obra— íntim am ente unido al
relativismo ético y en la práctica supone una actitud beligerante del poder político, que se
hace portavoz y propagandista de una ideología y de unos valores m orales para los que no
busca otra fundam entación que el supuesto acuerdo de la mayoría. U n acuerdo, p o r otra
parte fácilmente inducido desde la escuela y desde la influencia sobre medios de com uni
cación y productos culturales subvencionados - F. J. B ER N A D M O RALES.
do, sin duda, de una capacidad excepcional, capaz de causar la adm iración de sus contem
poráneos, pero extrañam ente prem ioso en la realización de unos trabajos que a menudo
dejaba sin finalizar y aficionado a la experimentación con nuevas técnicas que en ocasiones
han tenido consecuencias funestas para la conservación de su obra. E n cuanto a su vida más
íntima, más allá de su conocida hom osexualidad y de la extraña relación con Salaí, el discí
pulo que durante tantos años explotó en provecho propio y de su familia, la predilección
del maestro, todo se nos escapa. Los sentimientos, los deseos, las pasiones quedan ocultos,
velados por el mismo m isterio que en sus pinturas parece a punto de aflorar en una sonri
sa, pero cuyo conocim iento nunca alcanzaremos - E J. B E R N A D M O RALES.
Mucho, aunque a m enudo poco serio, se ha escrito sobre la guerra de Sucesión espa
ñola. U n conflicto que, pese a su lejanía tem poral, aún es capaz de levantar la pasión patrió
tica de un catalanismo, que ha construido a su alrededor un m ito de pérdida de la patria, en
torno al cual dar rienda suelta a esa melancolía nacionalista m agistralm ente analizada por
Jon Juaristi. González Cruz nos m uestra, sin embargo, que aún quedan caminos p o r explo
rar. E n su caso, con una enorm e aportación de documentos, nos conduce a través de la uti
lización propagandística de la religión por ambos contendientes. N o sin sorpresa vemos
como tanto Felipe de B orbón como Carlos de Habsburgo, los dos inequívoca y ferviente
m ente católicos, tratan de presentarse ante los españoles como únicos defensores de la
ortodoxia frente a un rival enemigo de la fe. Es un enfrentam iento que se desarrolla por
medio de papeles impresos, predicaciones en el púlpito, procesiones, ofrendas, tedeums,
etc., en que cada uno de los pretendientes se esfuerza por m ostrar la firmeza de sus con
vicciones religiosas y la irreligiosidad del adversario. Como siem pre sucede, la verdad p re
ocupa poco a unos propagandistas, que no vacilan en difundir la intervención milagrosa de
la Virgen o de algún santo en las batallas, naturalm ente a favor del propio bando, y que no
retroceden ante las más viles calumnias. Es un terreno en que la victoria, al igual que en el
estrictam ente bélico, parece decantarse por el pretendiente borbónico, que sabe explotar
en su provecho el apoyo prestado al austríaco por las heréticas Inglaterra y H olanda, en
tanto qu e las acusaciones de regalismo lanzadas en su contra apenas hacen mella en una
opinión que quizá no considerara éste como una grave falta. D e todas maneras, hay que ser
prudente puesto que la historia, como siem pre se ha dicho, la escriben los vencedores y si
la fuerza de las armas hubiera dado la victoria a Carlos, valoraríam os de otra m anera su
tarea propagandística, de la que incluso probablem ente hubiera sobrevivido un mayor
núm ero de documentos. E n cualquier caso, el trabajo de G onzález Cruz nos m uestra que el
esfuerzo bélico se acompaña en todo m om ento de una enconada lucha por conquistar a la
opinión pública y que ésta era especialm ente sensible a los argum entos de fundam ento reli
gioso.- F. J. B ER N A D M ORALES.
serie de trabajos sobre este tem a, especialm ente en lo referente al s. xviii. A quí se recogen
algunos, con tem ática parecida, como aparece en el titulo del libro. Superando el ám bito
local granadino, los autores analizan ahora a nivel nacional este fenóm eno social del cofra
de, dada la relevancia que tuvo en la edad m oderna española y que obligó a la intervención
gubernam ental, especialm ente bajo la férula del Conde A randa y de Campomanes.
Teniendo en cuenta principalm ente los fondos del Archivo H istórico Nacional, así como
otros archivos y m onografías ya publicadas, los autores nos ofrecen nueve artículos, siete de
ellos dedicados exclusivamente al siglo xviii: cofradías, religiosidad popular e ilustración,
cofrades y gremios en N avarra, debate político y control estatal de las cofradías, la “políti
ca ilustrada” y la religiosidad popular, actuaciones gubernam entales en contra de las cofra
días, postura de las jerarquías católicas ante las m anifestaciones de la religiosidad popular...
E l prim ero de los artículos está dedicado de form a genérica a la religiosidad popular anda
luza en la E spaña de la C ontrarreform a, acentuando la preocupación que aparecen ya en
las disposiciones sinodales del s.xvi-xvii sobre el destino de los fondos económicos de las
cofradías. La m etodología es la misma que se seguirá en los otros artículos: las cofradías
como factores de integración social de las gentes, especialm ente de la gente más sencilla,
sus actividades cultuales (aniversarios, sufragios, misas, rosarios, sabatinas, procesiones,
sem ana santa, el serio problem a de los “fragelantes” o “disciplinantes”, vestim enta, actos
nocturnos, etc..); las tareas asistenciales, hospitalarias, atención a huérfanos, encarcelados y
condenados por parte muchas de las herm andades o cofradías. El s. xviii contem pló atóni
to el esplendor máximo de dichas agrupaciones, llegando a más de veinticinco mil en toda
España. Prácticam ente toda la sociedad se agrupó en torno a estas instituciones: cofradías
de nobles, herm andades clérigos, pueblo sencillo y diferentes gremios, ya para defensa de
sus intereses, ya como cauce de convivencia asociativa que ofrecía la oportunidad a todos
de sentirse integrados en su comunidad, pudiendo ahora distinguir cofradías devocionales,
penitenciales, gremiales y asistenciales, congregacionales (que dependen de O rdenes o
Congregaciones religiosas, con el consabido recelo y envidia del clero secular que veía con
tristeza cómo sus rentas m erm aban). La “Política Ilustrada” de Carlos III, m ediante el
conde A randa y los suyos, intenta prim ero hacer un amplio censo de cofradías, se pide la
opinión a los señores obispos, se exige a los C orregidores de A ragón y a los Intendentes de
Castilla qué elaboren un censo completo de H erm andades e se intenta el control regalista
y la reducción de las mismas, en la esperanza de superar una “concepción viciada de la reli
gión” y con la intención de ofrecer una “religiosidad ilustrada”( con la enseñanza de la doc
trina, el compromiso personal y la necesidad de la aprobación real), bajo la batuta del
“absolutismo ilustrado” que exigía sin pudor alguno “un rey, una ley y una grey”. Todo esto
se lleva a cabo entre los años de 1769 y 1784. Los Ilustrados pretendían en principio “sus
tituir la caridad de los cofrades por la beneficencia del E stad o ”, quedándose el Estado con
algunas rentas y prebendas. Fue un palo a las herm andades, ya que vieron m erm ada sus
capacidad de acción, disminuidos sus ingresos y controladas sus actuaciones. Pero no hubo
m uerte completa. El pueblo vivía ajeno y lejano a la élite ilustrada, y los religiosos (más en
núm ero que los curas seculares) las m antienen y las defienden con nuevos tintes menos
supersticiosos y más serios en la formación y en la acción social, en un afán de paliar las
desigualdades sociales y de prestar ayuda hum ana y cristiana a los grupos menos favoreci
dos (gitanos, pobres, esclavos, ciegos, población redenta, m undo de la prostitución). Todo
ello despertó la envidia m aledicente de los clérigos seculares sobre los religiosos y sus
obras, ya que notaban los seculares la decadencia de sus iglesias parroquiales y la disminu
ción de oblaciones, misas, etc.. H asta aquí la historia. ¿Fue esto un aviso para las posterio
res reform as de G odoy y las futuras desam ortizaciones del s. xix? El libro se lee con cierta
curiosidad, aunque uno tiene a veces la impresión de leer las mismas líneas y párrafos en
EstA g 39 / fas. 3 (2004) LIBROS 637
diversas ocasiones. Quizás no pueda evitarse ese fallo, pero los autores -que son hábiles-
intentarán rehacer la metodología usada y seguir ofreciéndonos con claridad y detalle esta
faceta un tanto olvidada de nuestro ayer no lejano - A. G A R R ID O .
SED G W ICK , M ark J., Breve introducción al Sufismo. Ediciones Sígueme, Salam anca 2003,
21 x 13,140 pp.
C om o bien hace notar el autor en la Introducción (pp. 8-27), la riquísima docum enta
ción histórica del Archivo Diocesano de la diócesis de Valencia (A D ),iniciado ya en el s.
X III, se perdió casi por completo en la quem a y devastación del Palacio arzobispal en los
prim eros meses de la G uerra Civil E spañola (1936-37). Lo que se salvó es lo que ahora
constituye la Sección I del Fondo Histórico, recuperado de las fábricas, traperías y alm ace
nes de viejo. Los molinos papeleros de la Z ona de Levante fueron testigos de la barbarie,
ya que convertían en pasta archivos enteros procedente tanto de la zona de L evante como
de otras partes de la Península. La abundancia de m aterial histórico, la riqueza del mismo
y la preocupación de la Curia diocesana p or m antenerlo y exponerlo al estudio de los his
toriadores son datos que solamente pueden deducirse de las crónicas anteriores a esos tris
tes años del desastre bélico. Algunos cronistas, se nos dice, “lloramos la pérdida de un teso
ro m onum ental de Valencia que ilustraba el arte y la historia de nuestros tem plos del s.
X IV ”. Se habla de la destrucción de más de 13.000 legajos vendidos para pasta de papel.
638 LIBROS E stA g 39 / fas. 3 (2004)
Expone el contenido básico del Fondo Histórico, en sus 32 secciones con una breve expli
cación de cada sección. El Catáleg de Pergamins (pp. 141- 243) del A D abarca un total de
181 llegados a los fondos del Archivo en estos últimos decenios, así como un grupo de 18
documentos pontificios de los s. X IX y XX, más otros fondos en deposito, llegando a sumar
un total de 474 pergaminos, cuya signatura actual es “Fons Historie. Seccio III. Pergam ins”.
El libro viene acom pañado de un CD. Felicitamos al autor, así como a la diócesis de
Valencia en su em peño p o r “publicar guías, índices, inventarios y catálogos que faciliten el
acceso al estudio de los archivos eclesiásticos”.- V. D E L VAL.
G A R IT A G O ITIA , José R., Juan Pablo I I y Europa (=Col. Libros de bolsillo, 183). Ed.
Rialp, M adrid 2004,19 x 12,156 pp.
La tesis doctoral del autor, publicada en el 2002, lleva por titulo E l pensamiento ético-
político de Juan Pablo II. E n este ensayo, de lectura fácil y asequible, se presenta un análi
sis del las intervenciones del actual Pontífice sobre E uropa, una “E uropa del espíritu, basa
da en los valores y símbolos que la han modelado en la tradición cristiana que une a todos
los pueblos”. Junto a los grandes valores, el Papa tam bién reconoce las carencias de estas
sociedades desarrolladas, en ellas hay “una ausencia deliberada de toda referencia moral
transcendente”. Y así, junto a los enorm es logros conseguidos, aparecen los contravalores
del egoísmo, racismo y materialism o práctico. La lectura se hace am ena e interesante, por
la actualidad de los problem as que afronta y tam bién por la buena información concreta
que el autor nos ofrece. Todo ello queda analizado en los cuatro apartados del librito:
“revolución de la libertad” (revolución de 1989, los dos pulm ones de E uropa, volver a las
raíces), “Fuentes y valores de la cultura europea”, “dimensión pública del hecho religioso:
herencia cristiana y laicidad en E uropa”, y “la herencia cristiana en la nueva constitución
europea”. Todo ello bajo la óptica de las múltiples intervenciones habladas y escritas de
Juan Pablo II. A l conceder a Juan Pablo II el Prem io Internacional Carlomagno, el Comité
argum entó que el Papa era m erecedor del galardón por ser “un em inente y ejem plar m ode
lo de los valores europeos para la gente de todo el m undo.... y que como ningún otro, afir
m a el carácter inalienable de los derechos del hom bre y de la paz”.- V. D E L VAL.
ción; restauración alfonsina; guerra civil; fundación de dos nuevos monasterios (Santom era
y G uatem ala) etc.. Sin dejar en el tintero la vida regular contem plativa de oración, liturgia
y trabajo de las religiosas que allí han morado. La lectura del capitulo V “D e la Ilustración
a la guerra de la Independencia” resulta especialm ente atractiva, ya que se describe, al
m enos de deja intuir, la política religiosa de los liberales en el período ilustrado de Carlos
III. Diego de Rojas, obispo murciano libra su batallita “contra las heterodoxias teológicas
y políticas del m om ento, por cuanto constituyen el origen de todos los males de los claus
tros fem eninos” poniendo en funcionamiento un plan correctivo, en carta pastoral de fina
les de 1777, contra las nuevas corrientes de iluminismos místicos, jansenism o y regalismo en
su doble faceta política y religiosa (p. 212). La investigación se concluye con un capitulo
dedicado al arte existente en el monasterio, analizando la pintura, escultura, platería y tex
til, con veinticinco ilustraciones, y unos apéndices docum entales con la relación de las aba
desas del m onasterio y de las religiosas que allí han vivido desde 1602 hasta el presente (pp.
359-384). E ste m odo de hacer historia, partiendo de lo local y cercano, está ayudando a
corregir muchos apriorismos de algunos historiadores más generalistas,- A. G A R R ID O .
VACA D E OSM A, J. A., Carlos I y Felipe I I frente a frente. Glorias, m itos y fracasos de dos
grandes reinados. Ediciones Rialp, M adrid 2004·^, 17,30 25,20, 429 pp.
E n realidad, no se trata de un enfrentam iento en tre padre e hijo, sino de valorar críti
cam ente ante la historia, desde la admiración y el respeto, sus aciertos y sus fracasos, y de
rebatir los mitos y las leyendas que los rodean. E l autor no pretende convertirse en juez de
la historia sino com prender los dos grandes y controvertidos reinados. Y pide a sus lecto
res que adopten la misma actitud. El libro se divide en dos partes. E n la prim era estudia la
difícil sucesión testam entaria de Isabel la Católica. Los territorios eran patrim onio de los
640 LIBROS E stA g 39 / fas. 3 (2004)
PONS, Guillermo, Europa, tierra de santos. Descubrir sus raíces cristianas. Ciudad Nueva,
M adrid 2004, 20,5 x 13,5, 310 pp.
D. Campos, entre otros. Todos ellos nos trasm iten el gran espíritu investigador, em prende
dor y hum anista que alentó en el profesor G aspar M orocho cuya pérdida todos lam enta
mos. D. NATAL.
La Universidad de León ha querido rendir un gran hom enaje a la m em oria del profe
sor G aspar M orocho como testim onio de aprecio y agradecim iento de sus com pañeros pro
fesores o alumnos. C oordinado por el profesor Jesús-Ma. N ieto Ibáñez expresan su profun
dos sentim ientos para con el fallecido profesor, Miguel C ordero del Campillo, Prisciliano
Cordero, Félix Piñero, un discípulo de G. Morocho, M a. Teresa García, M anuel Abilio
R abanal Alonso, A ntonio R eguera Feo y Ma. A. Sánchez Manzano. D. S arm entera M artín
le recuerda tam bién en breves pinceladas. Olegario G. de C ardedal hace un sem blanza del
profesor desde su pueblo a su cátedra, que es todo un tratado sobre la Iglesia y las hum a
nidades en España. R aúl López se ocupa de la bibliografía del profesor Morocho, F. R.
Pascual escribe sobre G aspar M orocho: formas de Logos y sabiduría silenciosa. U n grupo
de profesores escribe sobre literatura indoeuropea, griega y latina y otro mucho más
amplio sobre literatura griega y latina con tem as como Sócrates, Platón y el cuerpo, Marco
Aurelio, los Sofistas, Diógenes el Cínico, Eurípides, Esopo, el eros, el m atrimonio, la mujer,
o la pederastía. O tros profesores e investigadores escriben sobre historia antigua y arque
ología con tem as como Ulises, el pueblo escita en los tratados hipocráticos, el hom bre en la
perspectiva mesopotám ica, la verdadera filosofía o sobre un gobierno de ociosos en la
Política de Aristóteles. El vol. IIo se ocupa de temas de religión y mitología, de Bizancio y
la G recia m oderna, de la tradición clásica con estudios sobre el H erm es Trismegisto, o
M edea o la retórica de Cervantes, la edad M edia con aportaciones de G oya C avero sobre
la encom ienda de Puente de Ó rbigo o de H enar Velasco sobre Santiago en H ibernia, y la
edad M oderna con tem as como el Renacim iento según O rtega de Isabel la Fuente.
También hay un apartado para literatura española con un estudio del profesor Balcells
sobre Sagrario Torres y su poem a de am or al Quijote, otro sobre los plúm beos de G ranada
y el Q uijote, o la influencia del humanism o en la novela picaresca, de F. G arrote Pérez.
Finalmente, un apartado de Varia que recoge algunos tem as leoneses más locales y otros de
tem áticas especiales más difíciles de encuadrar. Muchos han sido los estudiosos, profesores
e investigadores, que ha querido participar en este sentido hom enaje al profesor Gaspar
Morocho, el hum anista entusiasta, el investigador incitante, el amigo de tantos amigos, y a
fe que el resultado han sido dos tom os espléndidos llenos de tem as sugerentes, a veces,
curiosos, y siempre interesantes - D. NATAL.
O RLA N D IS, José, Europa y sus raíces cristianas. Rialp, M adrid 2004,24 x 16,196 pp.
Según las diferentes llamadas realizadas por el Papa Juan Pablo II, con m otivo de la
redacción de la Constitución europea, nuestro continente necesita repensar sus raíces cris
tianas p ara ahondar en su propia esencia y en sus más profundas y auténticas virtualidades.
E l autor de esta obra, conocido historiador de la Iglesia, reedita su estudio sobre la Iglesia
europea de los tiempos prim eros com enzando por la época rom ano cristiana p ara continuar
con la conversión de los invasores bárbaros y su paso definitivo del arrianism o a la Iglesia.
Se analizan tam bién los caminos de esa conversión destacando el papel de los Papas, de los
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grandes misioneros de los reyes y los príncipes y de las m ujeres cristianas. Se estudia tam
bién la formación de las cristiandades celtas y anglosajonas, en las Islas y el C ontinente, la
cristianización de la península Escandinava y de la E uropa del Este, para term inar con el
análisis de un milenio de historia de la E uropa cristiana. Estam os ante un escrito que tiene
un prestigio bien ganado y que ahora se reedita para dar lugar y ocasión a la nueva m edi
tación de E uropa que diría O rtega - D. NATAL
Espiritualidad
H erm oso libro este de santo Tomás Moro. M ientras aguardaba su ejecución en la
Torre de Londres (1534-1535), escribió varios libros en los que expresaba sus estados de
ánimo y sus convicciones. El Diálogo de la fortaleza contra la tribulación es la obra más
im portante de esos días, obra m aestra de la literatura renacentista. Sitúa el diálogo en 1527
ó 1528, cuando el ejército turco, el terrible G ran Hirco, que tenía aterrorizados a los cris
tianos, estuvo a punto de invadir H ungría. U n joven, Vicente, acude a su tío A ntonio, ancia
no, a pedirle consejo, buscando en él luz y fortaleza en medio de la tribulación angustiosa
en la que están viviendo los cristianos. D etrás de cada mención del H irco está oculto
E nrique V III y la persecución desencadenada por él contra la unidad de la Iglesia en
Inglaterra. M oro no sufrió el peligro del turco, pero sí la persecución de E nrique V III con
tra él y muchos de sus amigos. El Diálogo fue escrito para fortalecer la fe de su m ujer e
hijos, familiares y amigos; tam bién para fortalecer a los cristianos de entonces y de todos
los tiempos, y a todos los hom bres que sufren tribulación. El libro prim ero es una brillante
defensa del dolor y la tribulación en la vida cristiana. E n el libro segundo, la conversación
entre tío y sobrino corre viva y anim ada en tono jovial, salpicada de buen humor. Cristo
aparece como la verdadera fortaleza del cristiano, su roca y salvación, en el libro tercero.
El anciano tío introduce a su sobrino en la conversación con Cristo. Libro lleno de sabidu
ría cristiana, en el que abundan las citas bíblicas (el salmo 90 estructura el libro), obra m aes
tra de uno de los grandes humanistas cristianos. La traducción es de Alvaro de Silva, buen
conocedor de M oro y de su obra. A él se debe tam bién una acertada introducción. E n la
página 283, se dice dos veces "delante tuyo", un disparate gramatical - J. V EG A .
LA VALLE, R aniero, Prima que Vamore finisca. Testimoni per un'altra Storia possibile.
Edit. Ponte alie Grazie, Milano 2003, 20 x 14, 350 pp.
R aniero La Valle (1931 -...), periodista y director del “Avvenire d H a lia ” en los años
del Vaticano II, parlam entario desde 1976 a 1992 por la “Sinistra Indipendente“, ferviente
y m ilitante católico, nos ofrece en este atardecer de su vida un herm oso libro con este suges
tivo titulo. Tras una larga y nada fácil existencia, el autor sigue creyendo que merece la pena
afrontar la vida con la fuerza del amor, sin necesidad de hacer en cada am anecer el ritual
de genuflexión ante los siempre antiguos y siem pre nuevos ídolos del poder y del tener,
recreados en cada generación dentro de toda institución, bien sea política, económica,
social, cultural o religiosa. La metodología usada es sencilla y altam ente pedagógica. N arra
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sus relaciones hum anas y su amistad con 23 personajes de la historia italiana y del mundo
cristiano: Lercaro, Papa G iovanni, Berlinger, Dossetti, Balducci M ontini, M oro, Carreto,
Manzini, Taubes, Ivan Illich,.... con la finalidad de transm itir a las nuevas generaciones la
m em oria elocuente del s. XX y ayudarles a com prender la herencia que deben m antener y
la herencia que deben rechazar. Es la historia de cómo su propia vida “ha sido atravesada
por los otros“ . Los personajes -am igos y com pañeros de vida y de esperanza- aparecen
como un antídoto contra la cultura de la desesperanza y del nihilismo. Su profunda viven
cia cristiano le condujo a aceptar responsabilidades que eran retos. Y aunque los últimos
tiempos parecen cargados de situaciones y hechos apocalípticos, el autor m antiene firme la
esperanza de que la “m uerte“ no vencerá, al menos “m ientras dure el am or“ y m ientras
alguno siga pensando y actuando para que un “otro m undo“ sea posible. A través de los
análisis de los personajes y de los hechos que describe, La Valle pretende hacer com pren
der el presente y el futuro m ediante las utopías, los sueños y la acción de los mismos p er
sonajes. E l autor es un hom bre em inentem ente culto, m etido en mil faenas políticas y reli
giosas. Por eso nos puede narrar con detalle el significado especial de la D eclaración de
Nueva D ehi, firmada en 1986 por G orbachob y Raijv Gandhi: encuentro entre la tradición
política y espiritual india y soviética, que asumían la no-violencia como proyecto político
general, a la vez que ofrecían un comienzo del desarm e nuclear. Por sus m em oria discurren
hom bres de iglesia e intelectuales rebeldes para los que ser cristianos significó ante todo
recordar a cada m om ento que el ser hum ano encuentra en la relación con el otro la belle
za de la existencia. Se trata de un libro que sugiere mucho y que invita a recordar lo m ejor
de la segunda parte del siglo pasado: encuentros mundiales, civilización del am or -com o
decía Pablo VI-, gestación de un hom bre planetario -e n palabras de Balducci-, encuentros
y diálogos entre culturas y religiones diferentes, relaciones ecuménicas e inter-religiosas,
etc.. La Valle ha sido y sigue siendo un cristiano am ante y defensor de la paz, ha elevado su
voz ante lo que ha considerado erróneo como la guerra de Irak; ha criticado con dureza el
famoso docum ento The National Security Strategy de los Estados Unidos, hecho público en
agosto del 2002; se ha preocupado de la política ecológica, del problem a del ham bre en el
planeta, así como de toda causa justa, hum ana y evangélica - A. G A R R ID O .
H ay libros que respiran vida y fecundan vida. E ste es uno de ellos. A ndré Louf es un
monje cisterciense (1929-...) de la abadía de Monts-des-Cats, en la que ingresó a los diecio
cho años y de la cual ha sido A bad durante treinta y cinco. E n la actualidad vive retirado
como erm itaño. Su estancia de seis meses en la Universidad de la Sorbona y de tres años
en el Instituto Bíblico de R om a nos hace pensar en un espíritu cultivado, inquieto y atento
a los signos de los tiempos. A través de una entrevista con S. D elberghe nos presenta “las
grandes etapas por las que trascurre la vida del orante desde los prim eros pasos de duda y
esfuerzo hasta el gusto de la soledad, la comunión con los hermanos, la oración, la po b re
za, el desierto...”. Con un realismo sencillo, mezcla de seguridad personal y de contenta
m iento con Dios y consigo mismo, el monje nos descubre su proceso vital: sus altibajos, “su
tendencia pronunciada a la critica”, sus dudas ante la decisión, sus enemigos imaginarios,
sus tentaciones de huida y negación, la “grandeza de lo re a l”, el despojarse de las máscaras
y de las falsas imágenes.... Todo eso significa para el m onje “dejar sitio a la vida”, gratuita
vida recibida del am or de Dios en Cristo. E n medio de su proceso espiritual tiene que acep
ta r ser red acto r de Collectanea Cisterciensia, revista de espiritualidad de la O rden, y tiene
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que asumir el puesto de A bad del m onasterio durante más de tres decenios, a pesar de sus
renuncias. E l repaso que va haciendo a la vida cenobítica, su traducción a nuestros días de
la espiritualidad de los grandes “M aestros del E spíritu”, su humanism o certero en el enjui
ciar las nuevas situaciones del m undo y de la Iglesia, su experiencia de soledad, su valora
ción del “acom pañam iento espiritual” propuesto por él como decisivo p ara el futuro de la
fe en el s. XXI, el enriquecim iento y la transform ación que ocasiona dicho “acom paña
m iento”,.. hacen de este hom bre un ejemplo de altísima hum anidad. Todo eso lo ha valo
rado debidam ente la Universidad de la Sorbona al concederle el título de Doctor Honoris
C a u sa - A. G A R R ID O .
A R N Á IZ , José M aría, ¡Es el Señor!. Para centrar nuestra vida en Jesús. E ditorial PPC,
M adrid 2003,19 x 12, 250 p.
habían aparecido en el B oletín Oficial del Obispado, es positivo poder leerlos en conjunto.
Además, hay algunos otros que estaban inéditos hasta el momento. La recopilación - acer
tada y oportuna-, es una im portante reflexión sobre el sacerdocio, cuya lectura puede
ser ciertam ente enriquecedora p ara una m ejor comprensión de este m inisterio.- B. SIE
R R A D E L A CALLE.
G R A M L IC H , Richard, La mística del Islam. M il años de textos sufíes. Sal Terrae, San
tander 2004, 23,5 x 16, 407 pp.
Nos ofrece este libro una antología de textos sufíes escritos entre los siglos X y XX.
Aunque no aparecen, como es obvio, todos los autores y ni siquiera todas las corrientes, se
trata de una aproximación suficientem ente representativa a una tradición mística vista a
m enudo con recelo p o r los guardianes de la ortodoxia. Prescinde G ram lich de estudios
introductorios y de notas aclaratorias, con lo que nos pone en contacto directo con autores
difícilmente accesibles en Occidente, con la intención, según aclara, de que el lector vaya
penetrando por sí mismo en el sentido de ideas que en un prim er m om ento pueden resul
tarle incomprensibles. Temo, sin embargo, que, cuando para la m ayoría de los europeos el
contacto con el sufismo se reduce a alguna foto o a algún docum ental sobre los derviches
danzantes de Iconium, pocos legos en la m ateria tom arán sobre sí tan ardua tarea. E n resu
men, la obra es interesante, pero en tanto que el especialista le reprochará la ausencia de
aparato crítico, el profano echará en falta una guía que le oriente en los a m enudo intrin
cados caminos de la m ística.- F. J. B ER N A D M O RALES.
E l jesuita americano John D ear queda seducido por la obra de M ohandas Gandhi,
recogida en 95 volúm enes que incluyen libros, cartas, discursos, ensayos, telegram as y artí
culos. A dem ás de testim oniar con su vida el mensaje de Gandhi, nos presenta esta selec
ción de escritos, precedida de una extensa introducción biográfica.
M ahatm a, cuyo significado en sánscrito es “A lm a G rande” es un térm ino acuñado por
el poeta R abindanath Tagore para referirse a un gran hom bre que no sólo dedicó su vida a
un búsqueda constante de Dios y la Verdad, sino tam bién de la justicia social y de la paz.
Su trayectoria como político incluye la lucha contra el racismo en Sudáfrica y por la inde
pendencia de la India. Pero su legado es tam bién y fundam entalm ente espiritual. E l senti
do de la vida es la presencia continua de Dios en todos y cada uno de los hombres. La ora
ción y el ayuno son valiosos instrum entos para el encuentro con Dios, al mismo tiem po que
poderosas “arm as” p ara el cambio social. Él es un ejemplo de oración contem plativa y
grandes ayunos. Su vida es un apostolado de la no violencia activa, como ética personal y
como m otor de grandes transform aciones sociales. No se trata de una actitud pasiva frente
a las injusticias o las agresiones, sino de una resistencia activa en la que el am or vence a la
violencia, aceptando con alegría los castigos y sufrimientos que traigan como consecuencia.
G andhi es tam bién profeta del diálogo interreligioso, para él todas las religiones son váli
das y conducen a la paz, las limitaciones que puedan tener se deben sin duda a que están
elaboradas por hombres. E n tre sus lecturas habituales en los mom entos de oración se
encontraba el Sermón de la M ontaña y destaca a Jesucristo como el gran precursor que tes-
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timonió con su vida la no violencia. Hoy día en que la violencia está enraizada en nuestras
vidas, el mensaje de G andhi cobra plena actualidad y se nos ofrece como medio para con
seguir la paz entre los hom bres y entre los pueblos - C. S Á E Z G U T IÉ R R E Z .
así, EM M A NU EL. E l rostro hum ano de Dios. La espiritualidad de Nazaret. N arcea E di
ciones. M adrid 2004, 21 x 13,5,152 pp.
C A B R E R O U G A R T E , Ángel, Vivir sin D ios (Col. Libros de bolsillo, 175). Ed. Rialp,
M adrid 2003,19 x 12,186 pp.
D E FIO R ES, Stefano, ¿Quién es María?. Las preguntas que se hace la gente. Editorial
Ciudad Nueva, M adrid 2003,13 x 20,126 pp.
E ste libro responde, a partir del camino de renovación instaurado por el Vaticano II y
desde los textos bíblicos, a preguntas sobre M aría hechas por hom bres y mujeres que viven
en el m undo actual, a través de la correspondencia m antenida con el autor en la revista
“Famiglia Cristiana”. Partiendo de la experiencia cristiana, del contacto con personas que
piensan de m odo diferente y de la lectura m editada del evangelio, surgen interrogantes que
la gente se plantea en torno a la Virgen. El autor las agrupa en tres áreas: la fe eclesial, las
apariciones y el culto. Y por este orden, va ofreciendo respuestas convincentes a la luz de
los más recientes estudios mariológicos. Sitúa a M aría como clave del misterio de la reden
ción cristiana y como ejem plo a seguir por los creyentes para llegar a Jesucristo. Justifica
los cuatro dogmas m arianos y coloca en su justo lugar el significado religioso de las apari
ciones y lagrimaciones de la Virgen, dando sentido litúrgico al culto que recibe M aría por
parte de los creyentes. Es un libro de lectura sencilla y agradable, que aporta luz sobre la
figura de M aría, im pulsando la espiritualidad m ariana, muy apropiado para catequesis de
adultos en las que se aborde el tem a de la M adre del Señor - C. S Á E Z G U T IÉ R R E Z .
FO R TE, Bruno, Siguiéndote a TI, L u z de la vida (= Colección Nueva Alianza, 192). Edit.
Sígueme, Salam anca 2004, 21 x 13, 205 pp.
Se suele decir, de un m odo coloquial, que hay gente para todo, por lo que es posible
que haya quien se sorprenda de que el Papa haga “ejercicios espirituales”, dando por sen
tado, quizá, que él no los necesita. Pues, sí, los hace anualm ente, y este libro es una mues
tra de ello, pues recoge los “ejercicios espirituales” realizados por el Santo Padre, Juan
Pablo II, en la cuaresma del año 2004. Los dirigió B runo Forte, teólogo y arzobispo de
Chieti-Vasto, quien ha tenido la agradable idea de ponerlos por escrito, para disfrute y ali
m ento de quien a su vez desee fortalecer el espíritu en el camino del seguimiento de
Jesucristo.
Comienza el libro con la carta de agradecimiento que el Papa tuvo la bondad de diri
gir a m onseñor B runo Forte y que el mismo Juan Pablo II quiso leer al final de aquellos
días, en presencia de los participantes. Sigue una introducción del autor, donde presenta el
plan de los ejercicios, ese tiempo que Dios nos regala para que nosotros, por nuestra parte,
se lo regalemos a él, p ara conocer ante él la verdad sobre nosotros mismos y conformarnos
siempre más a su voluntad. El esquem a y el espíritu de los ejercicios de san Ignacio se trans-
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parentan en su desarrollo, y a lo largo de cinco días se plasman algunos de los tem as fun
damentales de la existencia cristiana: la invitación a vivir desde la libertad, opción funda
m ental de Jesús y de todo creyente; el camino que conduce a la cruz, donde el Jesús sufrien
te introduce a sus seguidores en el corazón de la Trinidad; el encuentro pascual, donde la
resurrección cambia la existencia radicalm ente; la formación de una com unidad concreta y
universal, que se expresa en la pertenencia a la Iglesia; y la misión evangelizadora, como
compromiso nacido de la Eucaristía y expresión de la belleza de la fe. E ste itinerario espi
ritual se encuentra enriquecido con varias meditaciones que, siguiendo el esquem a de la
lectio divina, invitan a la oración contem plativa a p artir de pasajes significativos de la
Sagrada Escritura. Conociendo el au to r la debilidad del Papa, le obsequia con preciosas
meditaciones en las que M aría, la m adre del Señor, «la más hum ilde y alta de las criaturas»,
en palabras de D ante, cobra un protagonism o ejem plar y una presencia lum inosa en esas
etapas imprescindibles de la experiencia de los creyentes, como N azaret, Caná, el Calvario.
Concluye el libro con una reflexión sobre el apóstol Juan, el contem plativo del amor, el des
tinatario del testam ento del Señor, junto a su madre, a los pies de la cruz.
Libro para leer con calma, por partes, incluso con el ritm o de los días, como si de los
propios ejercicios espirituales se tratase, pues de eso trata este libro: de aprender a ser dis
cípulo del amor, y así, como el mismo Papa, cargado de años y de experiencia de fe, sepa
orientar sus ojos y los ojos de los otros hacia el Cordero inm olado que está en pie, hacia el
Cristo m uerto y resucitado, Luz de la Vida - J. B. BALM O RI.
Incluso quien aparentem ente reúne buenas condiciones para ser feliz, puede no serlo
por estar lleno de resentim ientos que le am argan la vida. Los síntomas: el tono ácido y
negativo en las conversaciones, enfados sin motivo, quejas constantes, victimismo, frustra
ciones, aislam iento... Los dos prim eros capítulos de este libro de bolsillo tratan de este
tem a, sobre el que hay poca literatura, quizás debido a las naturales resistencias para afron
ta r una cuestión dolorosa para la que no tenem os respuestas a mano y que preferim os silen
ciar. E stud iar el resentim iento supone comprenderlo, analizar sus causas y buscar solucio-
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nes concretas que ayuden a paliar sus efectos y prevenirlo en el futuro. E l medio más
im portante para resolver este problem a es el perdón. El autor dedica a esta m ateria los
otros dos capítulos. D espués de las conclusiones, se ofrece la lista de los títulos citados. R.
SALA.
KAUFM ANN, Cristina y M ARIN, Rosario, E l am or tiene nombre. N arcea, M adrid 2004,
21 x 13,5,115 pp.
Sin otra pretensión que com partir la propia experiencia personal de fe, la carm elita C.
Kaufmann, cuyo testim onio en aquel program a televisivo de M. Milá causó un gran impac
to en los años 80, y la teresiana R. M arín, ex-directora de la revista Vida Nueva, proponen
estas páginas “con la esperanza de traspasar las orillas de nuestros grupos de pertenencia,
de nuestra Iglesia”. Se tra ta de sus reflexiones sobre diez puntos de m editación, que comen
tan con libertad y naturalidad, “sin afán de disertar”, para presentar el m ensaje cristiano en
el mundo de hoy como B uena Noticia. Los distintos tem as del libro son com entados suce
sivamente por cada una de las autoras. E l resultado es un rico intercam bio de textos que
provocan a la oración. U nas páginas que nacen del deseo de m irar nuestro m undo como el
lugar concreto donde tam bién hoy se manifiesta la presencia del Espíritu - R. SALA.
M O REN O, Ángel, Voy contigo. Acompañamiento. N arcea, M adrid 2004, 21 x 13,5,155 pp.
E l acom pañam iento espiritual ha sido siempre la m ediación hum ana fundam ental en
el proceso de crecimiento en la vida cristiana. Cuando no hace mucho parecía que su prác
tica había entrado en una fase de progresivo abandono, curiosam ente en los tiempos que
corren, de fuerte individualismo, son muchos los que ahora vuelven a sentir la necesidad de
retom ar este instrum ento formativo. Sin embargo, su rehabilitación no resulta sencilla. Los
adultos del último tercio del siglo pasado, aunque crecieron de la m ano de directores espi
rituales, maestros o confesores, han atravesado la edad adulta de form a autodidacta, y
cuando les toca hoy ejercer este servicio se sienten retraídos ante una actividad a la que
ellos mismos no han acudido. Y es verdad que el m ejor acom pañante es el que, a su vez, es
acompañado. Por otro lado, los jóvenes de las nuevas generaciones, al haber crecido sin el
acompañamiento inicial, adolecen de subjetivismo y su falta de referencias, sobre todo en
cuestiones emocionales y afectivas, los conduce a procesos muy adversos y dolorosos.
Consciente de que el acom pañam iento es beneficioso en toda circunstancia, Á ngel M oreno
ha escrito estas páginas, desde su propia experiencia como acom pañante, pensando espe
cialmente en los que atraviesan situaciones negativas de desorientación y, en ocasiones, de
tanta confusión que ni siquiera se atreven a expresarlo - R. SALA.
gente sencilla “currada” por la vida (los del bar, albañiles, prostitutas, inm igrantes...). U n
libro para m om entos de oración “con el corazón puesto en la tierra”, que ha sido prologa
do por D olores Aleixandre. R. SA LA
A muchas personas les resulta difícil entrar en contacto con su “yo interior” y a partir
de ahí poder transcender a una realidad más profunda. P artiendo de la propia experiencia,
el autor de este libro nos narra cómo la oración tiene que surgir desde lo más profundo de
cada uno de nosotros. Basándose en la ayuda de la pedagogía, las técnicas de relajación y
los maestros espirituales, se nos ofrecen unas páginas que nos pueden ayudar y acom pañar
en la difícil tarea de descubrirnos a nosotros mismos y al D ios-amor. O rar, dice el autor, es
aprender a vivir en plenitud; por eso la experiencia de la oración se convierte en camino
para vivir el encuentro profundo con nosotros mismos y con D ios.- L. F E R N Á N D E Z .
RAVASI, Gianfranco, Martini. Mis tres ciudades. Un coloquio revelador.Milán, Roma, Jeru-
salén. Ciudad Nueva, M adrid 2003, 20 x 13,125 pp.
B asado en un diálogo real, el autor nos presenta un diálogo ideal con afirmaciones que
el cardenal M artini hace acerca de los retos fundam entales de la situación eclesial, social y
cultural contem poránea, declaraciones tom adas de cartas pastorales del arzobispo así como
de las biografías existentes sobre su persona. D escubrimos el rostro humano, espiritual y
pastoral de M artini, presentado desde su emblema episcopal de las tres ciudades simbóli
cas: R om a, Milán y Jerusalén. Rom a, ciudad de su actividad académica: Milán, ciudad de
su m inisterio pastoral y Jerusalén, ciudad de sus raíces y m eta espiritual. Es un obispo que
ha sabido conjugar el aspecto académico y pastoral. E l proyecto pastoral de su episcopado
ha sido educar a todo el pueblo cristiano desde la Escritura así como aprender a orar a p ar
tir de ella. El diálogo es sugestivo y atractivo - D. A. C IN EIR A .
Colección: 15 días con.... Dir. José D. G aitán. O.C.D., Edit. Ciudad Nueva, 19 x 11,5
La Editorial Ciudad Nueva nos viene ofreciendo últimamente esta colección de libros
“accesibles”: para un amplio público y atendiendo a lo esencial; libros “de referencia”: para
m om entos de retiro o descanso; y libros “prácticos”: con una breve exposición de la vida y
obra, con quince temas para acercarse a su interior y con una bibliografía básica para saber
más. La mayoría de ellos son traducción de originales franceses publicados añas atrás en
Nouvelle Cité, Montrouge. D e los ocho que presentamos, dos se deben a la plum a del actual
Obispo de Palencia (España), dedicados a dos personajes carismáticos: E L H erm ano Rafael
(1911-1938), monje trapense de San Isidro de Dueñas y beatificado ya en 1992; y el otro dedi
cado a D on M anuel González (1877-1940), el obispo de la Eucaristía, tam bién beatificado en
abril del 2001. Los demás pertenecen a la edición original francesa: Teresa de Jesús, Escrivá,
Ignacio de Loyola, Edith Stein, Clara de Asís y M adre Teresa de Calcuta. Los autores son
personas estrecham ente ligadas a la espiritualidad y al carisma de cada uno de los Santos por
ellos analizados. Se trata de páginas de lectura agradable y densa, que llegan dentro y son
capaces de producir en el lector no solo admiración sino tam bién una amor “resuelto” que
invitan a dar gracias a Dios por estos hom bres y m ujeres que han vivido a fondo y han hecho
realidad el proyecto evangélico del “hom bre nuevo”.- V. D E L VAL.
Pedagogía
La investigación cualitativa tiene cada vez más arraigo en el estudio de las relaciones
sociales y la psicología, y se halla en proceso de continuo avance con la aparición de nue-
EstA g 39 / fas. 3 (2004) LIBROS 653
vos enfoques y métodos. E ste libro, escrito por Flick, profesor de psicología y actualm ente
catedrático de investigación en enferm ería empírica, es una nueva aportación a este campo
de la teoría de la ciencia. Su objetivo principal es la presentación de los pasos necesarios
que han de darse en el proceso de investigación cualitativa, y para ello expone los procedi
mientos y técnicas más im portantes de recogida de datos tanto verbales como visuales para
poder valorar los resultados de las investigaciones que puedan desarrollarse, especificando
cuáles son las más adecuadas y definiendo las limitaciones de cada una.
A lo largo del texto aparecen numerosos casos prácticos que ilustran y justifican todas
las afirmaciones, al tiem po que facilitan la comprensión de la lectura. La edición nueva que
se presenta es una revisión de las anteriores, en la que aparecen las innovaciones más
recientes, haciendo una m ención especial a las aportaciones que el m undo de la inform áti
ca realiza a este enfoque metodológico, de modo que da a conocer distintos programas
informáticos y aconseja cuales son los más idóneos según el tipo de investigación. A l final
de cáda capítulo aparece una bibliografía com entada sobre cada uno de los aspectos allí tra
tado, lo que ofrece la posibilidad al lector de profundizar en ellos. Es un libro de m arcado
carácter científico, muy apropiado para la elaboración de diseños de investigación en las
ciencias sociales - C. S Á E Z G U T IÉ R R E Z .
Varios
Pahnke, el autor elabora catorce características de la experiencia mística o del éxtasis: sen
sación de unidad, inefabilidad, paradojas, fuerte tono afectivo, disociación, intenso placer,
pérdida del tiem po y del espacio, cambios de conducta... Y es ya en el capítulo 7, donde
tras citar a Emerson: “la religión que tiene miedo de la ciencia, deshonra a Dios y comete
suicidio”, el autor se adentra a describir y buscar los fundam entos neurobiológicos del éxta
sis, desde las fuentes actuales de la neuroanatom ía, de la neurobioquím ica y de la neurop-
sicofarmacología.. “Partiendo de la base que la m ente no es otra cosa que la visión subjeti
va de procesos objetivos que tienen lugar en nuestro cerebro, la afirmación de que todas
nuestras experiencias y conductas, incluidas las religiosas, tienen una base orgánica cerebral
resulta una obviedad”, dice el autor al principio de este capítulo.
Todas las experiencias, actividades físicas, psíquicas, mentales, intelectuales, cognitivas,
todas tienen su base en el cerebro, y así todos los comportam ientos, norm ales o patológi
cos, ascéticos o místicos, terrenales o divinos tienen su yacimiento en el sistem a nervioso, y
por lo tanto son influenciables y modificables por estímulos externos, internos, p o r drogas
o fármacos, por el fenotipo personal o social. Lo que ocurre es que esto que se llama p re
ternatural se nos escapa como científicos, estudiosos de lo norm al, de lo conocido y admi
tido estadísticam ente como dentro de la m ayoría, de la m edia normalidad.. Los fenómenos,
las vivencias, las situaciones de éxtasis que nos han contado los místicos, los chamanes, los
filósofos, los grandes creyentes de las distintas religiones no son sino fruto del desconoci
m iento de los límites de esta norm alidad, del desconocimiento de las bases y fundam entos
neurobiológicos, neuropsicológicos y neuropsiquiátricos, siendo este tratado gran ayuda
para aclarar por dónde va en el m om ento actual la ciencia psiconeurobiológica: conocer
más y m ejor las causas de los signos y síntomas de las alteraciones neurobiopsicopatológi-
cas. E s de resaltar el glosario terminológico al final de la obra, así como que se trata de una
edición muy cuidada y atractiva.- J. G Ó M E Z NIETO.
E s de agradecer que la editorial H erder prom ueva la difusión de los idiomas y en espe
cial oferte al público español un m anual para iniciarse en el ruso, en ocasiones no fáciles de
encontrar. E n una sociedad multicultural y políglota, el ruso constituye todavía una lengua
im portante a nivel mundial p o r lo que significó el país, por su núm ero de habitantes así
como p o r el potencial económico que ofrece este alejado país europeo para empresas. El
m anual, confeccionado por las profesoras del departam ento de Ruso de la Escuela Oficial
de Idiom as de Barcelona, está destinado a personas que aspiren a tener un prim er contac
to con la lengua rusa, lo que perm itirá al estudiante poder desenvolverse en tem as cotidia
nos. D idácticam ente esta bien presentado, pues por medio de dibujos, diálogos y cuadros
se introducen el léxico, las expresiones idiomáticas y las estructuras gramaticales. Cada tres
lecciones se ofrece un pequeño examen o control con el objetivo de consolidar lo aprendi
do y verificar la progresión en el aprendizaje. Al final del libro aparece un glosario con los
térm inos o palabras utilizadas en el libro así como un cuaderno de ejercicios para que el
alum no se ejercite y consolide los contenidos introducidos en el manual. Ojalá este libro y
otros com o éste estimulen al español a aprender idiomas. - D. A. C IN EIRA .
ÍNDICE G EN ER A L
ARTÍCULOS
LIBROS
Sagrada Escritura
FRANCO MARTÍNEZ, Cesar A., Eucaristía y presencia real: glosas de San Pablo y
palabras de Jesús. A n o ta cio nes a IC o r 11 y J n 13, 175
FRANZ, Matthias, D er B arm herzige u n d gnädige Gott. D ie G nadenrede v o m Sinai
(E xo d u s 34,6-7) u n d ihre Parallelen im A lte n Testam ent u n d seiner U m w elt, 371
FREVEL, Christian- WISCHMEYER, Oda, M enschein. P espektiven des A lte n u n d
N euen Testaments, 373
HAGEDORN, Anselm G, B etw een M oses and Plato. In d ivid u a l a n d Society in D eute-
ro n o m y a n d A n c ie n t G reek L a w , 580
HARDMMEIER, Christof, Textwelten der B ib el entdecken. G rundlagen u n d Verfahren
einer textpragmatischen Literaturw issenschaft der Bibel, 169
HERRMANN, Wolfram, Theologie des A lte n Testaments. G eschichte u n d B ed eu tu n g
des israelitisch-jüdischen G laubens, 584
JANOWSKI, B .,D er G ott des Lebens. Beiträge zu r Theologie des A lte n Testaments 3.,
172
KENNEDY, George A., R etórica y N u e vo Testamento. L a interpretación del N u evo
Testamento m ediante la crítica retórica, 180
KISS, Jenö, D ie Klage G ottes u n d des Propheten. Ihre R olle in der K o m p o sitio n u n d
R ed a ktio n vo n Jer 11-12,14-15 u n d 18, 372
KLAUCK, Hans-Josef, R eligion u n d G esellschaft im frü h e n C hristentum, 586
KÖCKERT, M.,- NISSINEN, M. (eds.), P ropheten in Mari, A ssyrien u n d Israel, 170
KOENEN, Klaus, Bethel. Geschichte, K u lt u n d Theologie, 373
KREUZER, Siegfried- LESCH, Jürgen Peter (Hrsg), Im B ren n p u n kt: D ie Sep tu a
ginta. Studien zu r E ntstehung u n d B ed eu tu n g der griechischen Bibel. Bd.2, 585
LANG, Martin, G ott u n d G ew alt in der A m osschrift, 583
LEUENBERGER, Martin, K onzeptionen des K önigtum s Gottes im Psalter. U ntersu
chungen z u K om position u n d R edaktion der theokratischen B ücher IV -V im Psalter,
374
LÖHR, Hermut, Studien z u m frühchristlichen u n d früh jü d isch en Gebet. U ntersuchun
gen z u 1 Clem 59 bis 61 in seinem literarischen, historischen u n d theologischen
Kontext, 175
LOHSE, Eduard, D er B r ie f an die R ö m e r STUHLMACHER, Peter, B iblische T h eo
logie u n d E vangelium . G esam m elte A u fsä tze , 172
LUSTIGER, Jean-Marie, L a P rom esa, 178
LUTERO, Martin, C om entarios a R o m a n o s, 177
MEIßNER, Joachim, D as K o m m en der H errlichkeit. E ine N euinterpretation vo n R ö m
8,14-30, 589
MERINO R., M. (Dir.), L a B iblia com entada p o r los Padres de la Iglesia. A n tig u o
Testamento. 1. G énesis 1 -1 1 , 176
MILLER, Patrick D., The Way o fth e L ord. Essays in O ld Testament Theology, 582
NEUMANN-GORSOLKE, Ute, H errschen in den G renzen der Schöpfung. E in Beitrag
zu r alttestamentlichen A n thropologie am B eispiel von Psalm 8, Genesis 1 u n d ver
wandten Texten, 583
OMERZU, Heike, D er P rozess des Paulus. E ine exegetische u n d rechtshistorische U n
tersuchung der Apostelgeschichte, 174
PETERSON, Erik, Johannesevangelium u n d K anonstudien. A u s dem N achlass heraus
gegeben von Barbara N ichtweiß unter M itarbeit von K urt A n g let u n d K laus Schol-
tissek, 585
ÍNDICE GENERAL 659
Teologia
Moral-Pastoral-Líturgia-Derecho
Filosofía
Historia
W A R T E N B E R G , G .,W ittem berger R efo rm a tio n und, territoriale Politik. A usgew ählte
A ufsätze, 629
W E G E M E R , G é ra rd B. Tomás M o ro , 219
W e i r , A lison, E nriq u e V III, el rey y la corte, 223
W IL K IN SO N , Philips, D iccionario ilustrado de las religiones, creencias y prácticas de
todo el m undo, 428
W IT T ST A D T , K laus, A u s der D y n a m ik des Geistes. A sp e k te der K irchen- u n d T h eo lo
giegeschichte des 20. Jahrhunderts, 631
Espiritualidad
L E W IS, H . S. J., E n cam ino con Dios. O raciones para discernir tu ru m b o en la vida,
227
L Ó P E Z Q U IN T A S , A lfonso, E l secreto de una vida lograda. C urso de Pedagogía del
A m o r y la Familia, 436
L Ó P E Z V IL L A N U E V A , M a r id a , L a voz, el am igo y el fu e g o , 228
L O U F, A n d ré , M i vida en tus manos. E l itinerario de la gracia, 643
L O Z A N O , Jo sé / B A L L E S T E R O S , M aite, C am ino de Santiago. Vivencias de un pere
grino, 651
M A R T ÍN E Z G O R D O , J. L o s laicos y el fu tu ro de la Iglesia. Una revolución silencio
sa, 226
M A R T ÍN E Z L. E n riq u e , D o n d e están las raíces. Una pedagogía de la experiencia de
oración, 651
M E L E N D O , T., San Josem aría Escrivá y fam ilia, 230
M E R IN O , M aría, Peregrinos a Santiago. L o que viven, lo que sienten, 229
M E R L O T T I, G iovanni, E l arom a de Dios. M editaciones sobre la creación, 434
M E R T O N , T hom as, N u eva s sem illas de contem plación, 432
M IL L E R , A n n e tta , Sharing Boundaries. L earning the W isd o m o f A frica , 434
M O R A L E S , José, Fidelidad, 433
M O R A L E S , José, Jesús de N azaret, 229
M O R E N O , Á ngel, Voy contigo. A co m p a ñ a m ien to , 650
M O R O , Tomás, D iálogo de la fo rta leza contra la tribulación, 642
N G U Y E N V A N T H U A N , F rançois-X avier, E l g o zo de la esperanza. U ltimo retiro
espiritual dado p o r el Card. van T huan,649
O L IV E R D O M IN G O , V ictorio, E l sacerdocio co m o vida, 645
O R T IZ L Ó P E Z , J., L a Iglesia que desea Juan Pablo II, 230
P A L M E R O , R afael, Q uince días con D o n M an u el G o n zá lez, 652
P A L M E R O , R afael, Q uince días con E l H erm ano R afael, 652
P A R D IL L A , A ., Vita Consacrata p e r il n uovo millenio. Concordanze, fo n ti e linee m aes
tre dell'E sortazione A postólica "Vita Consecrata ", 431
P H IL IP P E , Jacques, L a p a z interior, 651
PO F F E T , Jean-M ichel, H eu reu x l ’hom m e. L a sagesse chrétienne à l ’école du P saum e I,
225
R A V A SI, G ianfranco, M artini. M is tres ciudades. Un coloquio revelador.M ilán, R om a,
Jerusalén, 651
SIM O N P A R D O , Jesús, L a devoción a la Virgen en E spaña, 230
T E R E S A D E JE SÚ S, O ra r es h ab lar con Q u ien nos am a, 437
T E R E S IT A D E L N IÑ O JE SÚ S, O bras selectas de Teresa de L isieu x, 225
T O L IN , A lfredo, D e la m ontaña al llano. Claves para el encuentro con Jesús, 434
T O M M A S I, W anda, E tty H illesum . L a inteligencia del corazón, 228
T O U R N IE R , P aul, A p re n d ie n d o a envejecer, 435
T R IV IÑ O , M a V ictoria, L a oración de intercesión. P erfum e en cuenco de oro, 228
U G A R T E C O R C U E R A , Francisco, D el resentim iento al perdón. Una puerta a la fe li
cidad, 649
U R T E A G A , Jesús, Sí, 436
V E L M A N S , T.,(dir.)£7 m u n d o del Icono. D esde los orígenes hasta la caída de B izan-
cio, 432
INDICE GENERAL 669
Pedagogía 2004
Varios
□ La Ciudad de Dios
Real Monasterio - 28200 San Lorenzo de
El Escorial (Madrid)
□ Archivo A gustiniano
Filipinos, 7 - 47007 Valladolid
□ Religión y C ultura
Columela, 12 - 28001 Madrid
□ Revista A gustiniana
Ramonet, 3 - 28033 Madrid
□ Estudio A gustiniano
Filipinos, 7 - 47007 Valladolid
PUBLICACIONES D E ED ITO R IA L “ESTU D IO AGU STIN IAN O ”