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Ensayo 2

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Asignatura: “El ministro como

intérprete”

Maestro: Dr. Sadrac Meza

Estudiante: Bonifacio Peregrino

Villarreal

Trabajo: Ensayo No. 2: ¿Cómo se

debe estudiar un pasaje de la Biblia con

el fin de predicar o enseñar sobre él?

Fecha: 19 de Febrero, 2021.

Celaya, Guanajuato, México.

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¿Cómo se debe estudiar un pasaje de la Biblia con el fin de predicar o

enseñar sobre él?

Sin duda alguna hay diversas perspectivas en la respuesta que podríamos dar a la

pregunta que da título a este ensayo. E indudablemente, también, una amplia cantidad

de respuestas correctas a la misma. Pues muchos estudiosos bíblicos, tanto seculares

como cristianos, se han encargado de escribir infinidad de libros o tratados sobre el

tema.

Sin embargo, a través de este escrito, me propongo responder a la cuestión acerca de

cómo se debe estudiar un pasaje bíblico con la finalidad de predicar o enseñar sobre el

mismo a partir de tres diferentes puntos de vista que menciono a continuación.

Tomando en cuenta el ideal que Dios ha revelado del predicador.

El primer punto de vista, que debo mencionar, es el que tiene que ver con el hecho,

de que Dios mismo en la Biblia nos ha revelado el ideal que Él tiene, o mejor dicho que

Él desea, de un predicador de Su Palabra. En otras palabras, todo aquel que tenga el

anhelo de estudiar un pasaje bíblico con el fin de predicarlo o enseñarlo debe tomar en

cuenta lo que Dios espera de él como predicador o maestro. Pues lo que vamos predicar

o a enseñar, no es cualquier palabra o cualquier libro, es la mismísima Palabra de Dios.

Y esto es un gran privilegio, pero también es una gran responsabilidad.

Pero, ¿cuál es el ideal que Dios quiere o espera, y que nos ha revelado, de un

predicador o maestro de la Biblia? La misma Palabra de Dios menciona algunas

imágenes o metáforas que tienen mucho que ver con lo que Dios espera de un

predicador o maestro bíblico; y que deberíamos tomar cuenta.

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Por ello, para responder a la pregunta anterior enumeraré tres imágenes que la Biblia

enseña en cuanto al ideal de predicador o maestro que Dios desea y que, en lo personal,

me parecen las más importantes:

1. Administrador.

Primeramente, la Biblia en 1ª Corintios 4:1,2 hace mención de la imagen del

administrador para describir la tarea de un predicador o maestro de la Biblia. En esta

carta del apóstol Pablo la Escritura dice: “Así, pues, téngannos los hombres por

servidores de Cristo, y administradores de los misterios de Dios. Ahora bien, se

requiere de los administradores, que cada uno sea hallado fiel.” (RVR60). La palabra

griega “oikonomos” que era la más comúnmente usada en el Nuevo Testamento y que

significa literalmente “administrador” o “mayordomo”, es la misma que se usaba para

describir a aquel siervo de la casa o hacienda que era el encargado de administrar,

cuidar y supervisar los asuntos y el buen uso de los bienes de su amo y dueño de todo.

John Stott, hablando de la labor del predicador cristiano, en su libro “Imágenes del

predicador en el Nuevo Testamento” menciona que “al igual que el administrador o

mayordomo bíblico” el predicador en la actualidad “es el depositario o dispensador de

los misterios de Dios revelados en Su Palabra escrita”. (Stott, 1996, p. 12). Y dice

también que el “administrador”, hablando del predicador, “es un título descriptivo de

todos aquellos que tienen el privilegio de predicar la Palabra de Dios, particularmente

en el ministerio”. (Stott, 1996, p. 16).

2. Testigo.

Una segunda imagen que la Biblia menciona acerca de la labor del predicador o

maestro bíblico es la del testigo, esto debido a que en algunas ocasiones la propia Biblia

hace referencia al acto de predicar como “testificar”. En Hechos 20:21,24, señala que:

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“…testificando a judíos y a gentiles acerca del arrepentimiento para con Dios, y de la

fe en nuestro Señor Jesucristo.”. “Pero de ninguna cosa hago caso, ni estimo preciosa

mi vida para mí mismo, con tal que acabe mi carrera con gozo, y el ministerio que

recibí del Señor Jesús, para dar testimonio del evangelio de la gracia de Dios.”

(RVR60).

Aquí encontramos al apóstol Pablo describiendo su ministerio de predicación

comparado con el de un testigo que testifica o da testimonio del evangelio de Cristo. En

otras palabras, podemos ver que el testigo es aquel que tiene el muy grande privilegio de

dar testimonio de y por Cristo.

3. Siervo.

La tercera metáfora que la Biblia usa para describir el ministerio del predicador o

maestro cristiano, y que nos habla del ideal que Dios quiere de un predicador de Su

Palabra, es la del siervo. Y la encontramos en 1ª Corintios 3:5 donde el apóstol Pablo

escribe preguntando a sus lectores en la iglesia de Corinto: “¿Qué, pues, es Pablo, y

qué es Apolos? Servidores por medio de los cuales habéis creído; y eso según lo que a

cada uno concedió el Señor.”. (RVR60).

Nuevamente, en su libro “Imágenes del predicador en el Nuevo Testamento”, John

Stott escribe muy atinadamente acerca de la respuesta a la pregunta de Pablo en 1ª

Corintios 3:5 lo siguiente: “La respuesta es inmediata. Somos meros siervos, afirma,

siervos de Jesús el Señor, y ¿qué gloria se le debe a un siervo?” (Stott, 1996, p. 97).

Es muy claro, por este único pasaje, que los predicadores o maestros de la Palabra de

Dios además de administradores y testigos de los misterios de Dios son también

llamados a ser siervos de Cristo y siervos de los hombres al mismo tiempo.

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Tomando en cuenta la naturaleza de la Biblia.

El segundo enfoque, que deseo mencionar, para dar respuesta a la pregunta cómo se

debe estudiar un pasaje de la Biblia con el objetivo de predicar o enseñar sobre él, es el

que tiene que ver con el hecho de tomar en cuenta la misma naturaleza de la Biblia.

Por mucho tiempo, y de manera errónea, los predicadores o maestros bíblicos se han

acercado al estudio e interpretación la Biblia trayendo sus propias ideas preconcebidas o

formas de pensar. Ignorando, y dejando de lado, el hecho de que la Palabra de Dios

tiene su propia naturaleza, o, dicho de otro modo, su propia esencia o forma de ser, de

actuar y de comportarse.

Entonces, ya que se afirma que la Biblia tiene su propia naturaleza, la pregunta

pertinente para aclarar este punto debe ser: ¿en dónde o en qué radica la naturaleza de la

Biblia?

1. En que es una obra literaria.

La primera respuesta a la pregunta en dónde o en qué radica la naturaleza de la

Biblia esta simplemente en el hecho de que la Biblia es una obra de literatura universal.

Una obra literaria única que se compone a su vez de sesenta y seis obras literarias

divididas en dos testamentos o tratados llamados Antiguo y Nuevo Testamento.

Pero, ¿por qué es tan importante el reconocimiento de la Biblia como obra literaria?

En primer lugar, y desafortunadamente, porque muchos se han acercado a la Palabra de

Dios para estudiarla a partir de una lectura “literalista” cometiendo el error de

exponerla literalmente, y no desde el punto de vista de lo que en realidad es: una obra de

literatura. Dando como resultado una exégesis y, por lo tanto, “una interpretación muy

pobre y probablemente distorsionada de la Biblia.” (Sánchez, 2003, p. 29).

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Otra razón del por qué es tan importante el reconocer a la Palabra de Dios como una

obra de literatura se debe, a que “el reconocimiento de la Biblia como obra literaria

ofrece la oportunidad de tomar con seriedad el texto bíblico tal como nos ha llegado en

su etapa final.” (Sánchez, 2003, p. 26).

La Biblia es el gran libro de los dichos y los hechos de Dios a través de la historia.

No es cualquier libro de literatura. Es el gran libro de literatura universal. El más

vendido, el más copiado y el más distribuido en la historia.

2. En que es una obra lingüística.

Como afirme anteriormente la naturaleza de la Biblia no solamente radica en el

hecho de que es considerada una obra literaria sino también en el hecho real de que nos

ofrece una respuesta lingüística a su propia naturaleza. La Biblia como tal fue escrita

por los autores bíblicos bajo la supervisión sobrenatural de Dios en por lo menos tres

idiomas originales. Estos idiomas son el hebreo, el arameo y el griego, y además ha sido

traducido a cientos de idiomas, entre ellos nuestro propio idioma castellano. Por ello es

considerada una obra lingüística por todos aquellos que se han dedicado a estudiarla y a

interpretarla.

Entonces, ¿por qué es tan importante que la Biblia sea considerada una obra

lingüística? Creo que hay muchas razones, pero por ahora mencionaré solo dos. La

primera razón, y, creo en lo personal, la más importante para los que tenemos el

privilegio de estudiarla y proclamarla, es la mencionada por el maestro Edesio Sánchez

en su tratado llamado “¿Qué es la Biblia?”. Donde afirma muy atinadamente “que para

la exégesis y la correcta interpretación del texto bíblico es necesario estar familiarizado,

en primer lugar, con los idiomas bíblicos (hebreo, arameo y griego), y, en segundo

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lugar, con el idioma receptor (en nuestro caso, el castellano).” (Sánchez, 2003, p. 11). Y

allí mismo dice, hablando del estudiante bíblico, Sánchez (2003):

Quien no conozca los idiomas bíblicos, aunque sea de manera instrumental,


dependerá casi cien por ciento de las traducciones bíblicas. Eso, por supuesto, nos
introduce al asunto, por no llamarle problema, de la fuente de nuestra exégesis,
interpretación y quehacer teológico: ¿Sobre qué versión o texto se basa la doctrina
de mi iglesia? ¿Qué texto informa mi exégesis o interpretación? ¿Qué palabra le
predico o enseño a mi comunidad? (p. 11).

Es muy clara, a todas luces, la exhortación. Es necesario, para una correcta exégesis

e interpretación de la Biblia, que nos adentremos más en el conocimiento de los idiomas

bíblicos y en el conocimiento de la gramática castellana. De otra manera nuestra

tendencia en la predicación será a distorsionar la verdad bíblica.

3. En que es una obra social y cultural.

Por último, la naturaleza de la Biblia también radica en el hecho de que es una obra

social y cultural. En ella podemos encontrar infinidad de indicios acerca de la sociedad

y de la cultura de los pueblos; y de los tiempos en que escribieron los autores bíblicos

siendo inspirados por Dios, y como tal es que debemos acercarnos a ella para estudiarla

e interpretarla de la manera correcta.

El reconocimiento de la Biblia como obra social es importante debido a que como

bien escribe Edesio Sánchez, en su libro acerca de lo qué es la Palabra de Dios: “En la

Biblia se habla de modos de producción diferentes de los que hoy conocemos. Se habla

de clases sociales y relaciones de justicia e injusticia. Estos y otros temas sólo se

entienden cabalmente cuando se abordan desde una perspectiva sociológica.” (Sánchez,

p. 39). Es por esto, que si deseamos interpretar correctamente la Biblia es necesario

adentrarnos en el contexto social de las Escrituras. Entendiendo que la Biblia como tal

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fue escrita durante aproximadamente 1500 años, y desde el último libro escrito por el

apóstol Juan (el libro de Apocalipsis) han pasado más de 2000 años. Es imperativo, que

para librar la barrera del tiempo en que escribieron los autores bíblicos y los que la

interpretamos en la actualidad, donde es obvio las grandes diferencias sociales de unos y

de otros, vayamos al estudio de la Biblia basados en un análisis detallado de la sociedad

y las relaciones de los autores y los actores bíblicos.

Por último, el reconocimiento de la Biblia como una obra cultural también es muy

importante por la razón, muy grande, por cierto, de que el contexto cultural en que los

escritores bíblicos fueron movidos por el Espíritu Santo para escribir es muy diferente a

nuestro propio contexto cultural.

Hablando al respecto del reconocimiento y la importancia del contexto cultural de la

Biblia, Sánchez (2003) señala que:

Al estudiar los textos bíblicos, debemos tener en mente la siguiente pregunta:


¿Dónde están las diferencias entre nuestra cultura y la cultura que dio origen al
texto al asignar significados y valores a elementos culturales, tales como ser padre o
madre, varón o mujer, tener hijos, el hogar, el transporte, las relaciones
interpersonales, y demás factores? (p. 48).

Por ello, como exégetas bíblicos, debemos acercarnos a la Biblia en el entendimiento

de que para poder tener una comprensión correcta del mensaje bíblico que los autores de

la Biblia quisieron comunicarnos, es necesario que tomemos en cuenta el contexto

cultural que envolvía todo el entorno bíblico en conjunto con nuestro propio ámbito

cultural.

Tomando en cuenta un método exegético para interpretar la Biblia.


En conclusión, para poder estudiar un texto o pasaje bíblico con el objetivo final de

predicarlo o enseñarlo es imperativo que primeramente tomemos en cuenta el ideal que

Dios nos ha revelado del predicador cristiano.

En segundo lugar, y no por eso menos importante, es necesario que para estudiar un

pasaje o porción de la Biblia también tomemos en cuenta lo que es la Biblia misma, es

decir, su propia naturaleza.


Referencias

Sanchez, Edesio (2003). ¿Qué es la Biblia? Buenos Aires.: Editorial Kairos.

Stott, John (1996). Imágenes del predicador en el Nuevo Testamento. Buenos Aires-

Grand Rapids.: Editorial Nueva Creación.

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