Parcial 3 Ramos Cecilia Nota 7
Parcial 3 Ramos Cecilia Nota 7
Parcial 3 Ramos Cecilia Nota 7
Según dispone el art. 2518 del C. Civil, la propiedad del suelo se extiende a toda su profundidad,
comprendiendo todos los objetos que se encuentran bajo el suelo, como es el caso de los
yacimientos mineros presentes en la naturaleza pero cuya existencia es desconocida por los
hombres.
Por otro lado, el art. 11 del C. de Minería establece que "las minas forman una propiedad distinta
de la del terreno en que se encuentran; pero se rigen por los mismos principios que la propiedad
común, salvo las disposiciones especiales de este Código".
Por lo que al ser descubierto un yacimiento minero, con motivo de un permiso de exploración
minera o de un hallazgo casual, automáticamente se produce la separación del dominio civil del
suelo que lo contiene, cambiando su status jurídico. En estos casos, si son de la primera o segunda
categoría, sus dominios originarios pasan a ser parte del dominio privado del estado nacional o
Provincial, según el lugar en donde se encuentren (art. 7 C. Minería). Si se trata de un yacimiento
de tercera categoría, para la cual el codificador claramente adoptó el sistema de la accesión, la
propiedad se atribuye ab initio al dueño del suelo (art. 2 último párrafo del C. Minería).
Entonces, mientras que la propiedad civil es meramente privada (salvo excepciones), la propiedad
minera representa un interés público debido a que los particulares dueños del terreno a explotar
por lo general no cuentan con los recursos para la actividad. Sin embargo el Estado no puede
explotar ni enajenar las minas; solo puede concederles a los particulares para su explotación.
Esta reserva del dominio directo del estado no cercena, el derecho del concesionario que tiene
todos los caracteres de la propiedad civil. El derecho de explotación de una mina puede ser objeto
de toda clase de transacciones por su titular, puede venderse, hipotecase, darse en usufructo,
dejarse en sucesión, etc. Pero a diferencia de la propiedad civil, la concesión minera, está
sometida a una condición resolutoria, una constante amenaza de caducidad, si el concesionario no
cumple con las condiciones que le imponen las leyes.
Al conceder el Estado una mina se reserva el dominio directo y cede al particular el dominio útil
esto es el derecho de explotarla y aprovecharla como dueño.
Pero cualquiera que sea el carácter de la facultad concedida a los particulares para explotar las
minas del Estado lo cierto es que este derecho en su faz utilitaria se asemeja completamente a la
propiedad civil. Si bien el concesionario no es dueño del inmueble-mina resulta propietario del
derecho inmobiliario que surge de la concesión.
Así el código de minería modifica parcialmente el derecho civil en punto a los contratos de
sociedad conyugal, usufructo, arrendamiento, etc. En cambio solo algunos artículos existe
referencia accidental a la hipoteca minera: en tal caso el derecho civil será imperativo en cuanto
concilie con la naturaleza y esencia de la institución minera.
Determine los sistemas de dominio originario de minas , y explicite cuál es el sistema adoptado por
nuestro código de minería? (10 puntos)
Se entiende por dominio originario aquel que pertenece desde su origen a una persona (Estado o
particulares) y no reconoce titular anterior.
Este sistema parte del supuesto que el subsuelo, o la mina, es lo accesorio y la superficie o tierra,
lo principal. No tiene en cuenta que las minas por regla general se ramifican y que suelen llegar
abarcar más de una propiedad.
2 El sistema regalista, a diferencia del anterior, parte del principio de que las minas forman una
propiedad distinta y separada del suelo que las contiene y constituyen una categoría de bienes 'res
nullus': no pertenecen a nadie, ni siquiera al Estado. El Estado tiene, sin embargo, sobre todas las
cosas ubicadas en su territorio, un derecho de tutela o jurisdicción denominado en el derecho
público "dominio eminente o radical", vinculado a la soberanía que ejerce y no a la propiedad, en
virtud del cual, como representante del interés público, puede reglar jurídicamente el destino de
las cosas aunque no le pertenezcan patrimonialmente. Es en virtud de este dominio, potestad o
jurisdicción, que el Estado atribuye a los particulares diferentes derechos sobre las minas,
prefiriendo un destinatario a otro, según la importancia de las sustancias y el grado de interés
general comprometido. El regalista, o derecho regaliano, indicaba en el medioevo y en el régimen
feudal, el privilegio del sumo imperio. Constituye, en el derecho moderno, un verdadero patronato
o derecho de tutela que el Estado ejerce sobre las minas, por evidentes razones de interés público.
3 El sistema dominial o dominical, por último, atribuye al Estado una suerte de derecho de
propiedad sobre las minas y no sólo la jurisdicción o el patronato minero, como en el sistema
regalista. Las minas, en el sistema dominial, forman parte del patrimonio indisponible del Estado.
Los sistemas que ubican a las minas en el dominio privado del Estado consideran perfectamente
transmisible ese dominio. También autorizan al estado a explotar por si dichos patrimonios, pero
no a venderlos, hipotecarlos, arrendarlos o cualquier otro acto de disposición o administración no
autorizado por la ley.
El sistema que rige en Argentina no reconoce la existencia de dominio originario, este sistema es el
Regalista, que parte del supuesto que las minas originariamente no pertenecen a nadie ni siquiera
al estado. Pero que el estado tiene como poder soberano y sobre todas las cosas ubicadas dentro
de su territorio una especie de dominio que se llama dominio inminente o radical.
Para este sistema, el Estado, ejerce sobre las minas un privilegio que por su remoto origen real se
llama regalismo y en virtud del cual como representante de los intereses generales distribuye o
concede las minas vigila el cumplimiento de las condiciones de concesión y puede imponer
tributos cargas y participaciones.
En virtud de este dominio el estado se reserva el derecho de reglar el destino de la riqueza minera,
lo que si bien no le pertenece jurídica y patrimonial mente, cae bajo su control en virtud de la
soberanía.
Ese dominio se atribuye a la Nación o a las provincias, según el lugar en que las minas se
encuentren situadas, y con el carácter de bienes privados, declaración ésta concordante con la del
Art. 2342, inc. 2 del Código Civil, que le sirvió de antecedente, al Artículo 7º: "Las minas son
bienes privados de la Nación o de las Provincias, según el territorio en que se encuentren".
Las cláusulas constitucionales reivindican en todos los casos para los Estados el dominio sobre los
recursos, pero no necesariamente su uso y explotación. Estos, por lo tanto, pueden quedar
librados a los particulares, según la organización económica aceptada, o ser objeto de concesión,
autorización o permiso de uso e, incluso, de una reserva a favor del propio Estado a causa de un
interés público de orden superior.
El dominio originario del Estado sobre los recursos mineros es inalienable e imprescriptible, sin
perjuicio de la concesión que se otorga a los particulares para su aprovechamiento. Nadie puede
constituir un título legal sobre una parte del patrimonio minero del Estado sin seguir el
procedimiento de la concesión legal, instituido en el Código.
Este único medio de adquirir un derecho sobre los recursos mineros, es un principio de orden
público y constituye la garantía de una distribución disciplinada de la riqueza pública, realizada con
arreglo a los objetivos y principios de la ley: ART. 10 del Código de Minería: "Sin perjuicio del
dominio originario del Estado, la propiedad particular de las minas se establece por la concesión
legal. Las minas se adquieren originariamente por concesión otorgada por autoridad competente,
esto es, por la autoridad minera de cada provincia".-
¿Puede cualquier persona manifestar minas por otro? Sí/No. Fundamente jurídicamente su
respuesta. (10 puntos)
Conforme el Código de Minería, en su Artículo 55: "Nadie puede manifestar ni registrar minas para
otra persona sin poder especial, que podrá otorgarse ante la autoridad más inmediata, o ante DOS
(2) testigos o por medio de una carta. No necesitan poder los ascendientes, descendientes, ni los
hermanos del descubridor. Tampoco han menester poder los socios en la empresa, ni los
cateadores e individuos que compongan la expedición exploradora".
El fundamento se encuentra en que no era posible exigir la presencia del mismo descubridor en el
acto de la manifestación del descubrimiento, la ley ha facultado a realizar esta diligencia por
medio de interpuesta persona.
En la práctica el mandato se otorga a favor de la persona designada, mediante Poder Especial ante
escribano público o en el mismo cuerpo del pedimento, autorizando a dicha persona a efectuar
todos los trámites relativos a la solicitud.
El mandato minero se otorga, según el Cód.de Minería, para los siguientes objetos: manifestar un
descubrimiento y registrar un yacimiento.
Ambos objetos son adquisitivos de derechos y como actos lícitos están amparados por las
disposiciones de los arts.1889 y siguientes del Cód. Civil. El mandatario, según el art. 1905 de este
Cód., debe circunscribir su gestión a los límites de su poder no haciendo menos de lo que se le
encarga.
"El descubridor o dueño del descubrimiento - art.56 del Cód. de Min. ratificará, rectificará o
rehusará la manifestación o registro hecho a su nombre, dentro del término de diez (10) días,
pasado los cuales, se tendrá por aceptado".
Casos especiales:
-la persona que ejecutando por otro trabajos mineros hace un descubrimiento (dentro del área de
permiso de exploración) descubre para el dueño de los trabajos (es decir para el que está
autorizado a explorar). Si los trabajos no son verdaderamente mineros (ej.: hacer la limpieza,
cocinar etc.) el descubrimiento pertenece a este y al dueño del cateo por igual.
-los empleados que descubren en un radio de 1km alrededor de la mina donde trabajan deben
compartir por igual dicho descubrimiento con el dueño del cateo. Si descubre más allá de 1 km le
pertenece (no debe compartir con el dueño del cateo) porque se considera que no tiene vínculo
alguno con su trabajo.
Si las personas que registran minas no expresan el nombre de los socios en el descubrimiento y
desconocen sus derechos no podrán cobrar gastos de ningún género.
La concesión minera es el modo originario de adquisición de las minas regulado por el Código de
Minería en su artículo 44. Llamamos concesión legal minera al acto jurídico por medio del cual el
Estado le entrega la propiedad de la mina (distinta a la propiedad de la superficie o terreno donde
está la mina), a un particular. Esta concesión es legal y otorgada por la autoridad competente, de
suyo que es la autoridad minera.
UTILIDAD PUBLICA tiene tal carácter la exploración, la concesión y los demás actos consiguientes.
Está dada por el art. 13, que establece "La explotación de las minas, su exploración, concesión y
demás actos consiguientes, revisten el carácter de utilidad pública. La utilidad pública supone en
todo lo relativo al espacio comprendido dentro del perímetro de la concesión (fuera de ese
perímetro se establece la utilidad pública si se prueba ante la autoridad minera la utilidad
inmediata que resulta a la explotación).
PERPETUIDAD se entrega por tiempo ilimitado, si el minero cumple con las condiciones que la ley
establece. En virtud del art. 18, "Las minas se conceden a los particulares por tiempo ilimitado". Se
conceden hasta que se agotan (consiste en la desaparición total de la veta e inexistencia en su
interior de otro mineral explotable), mientras que el minero cumpla con los requisitos exigidos por
ley.
INDIVISIBILIDAD la mina no puede ser dividida materialmente, se estableció esta prohibición para
que haya unidad económica de explotación. La indivisibilidad, expuesta por el art. 14, que
establece "Es prohibida la división material de las minas, tanto con relación a sus dueños, como
respecto de terceros. Ni los dueños, ni terceros, pueden explotar una región o una parte de la
mina, independientemente de la explotación general."
El fundamento de la indivisión es lograr la unidad geológica de cada mina así como su explotación
racional, evitando que el desorden y conflicto entre los mineros y trabajadores, cause el cese de la
actividad minera. Solamente podrá dividirse:
Se considera descubridor al primero que solicitó el registro de la mina, salvo que esa prioridad
resulte de dolo o fraude.
Aunque el art. 42 C.M. dispone que "el dueño de la superficie puede hacer en ella todo trabajo de
exploración, aún en los lugares exceptuados, sin permiso previo, pero, si no hubiese obtenido el
permiso de la autoridad ni limitado con su intervención el campo de sus exploraciones, no podrá
oponer contra un tercer solicitante, ni preferencia como dueño, ni prelación como anterior
explorador."; no corresponde lo peticionado por Márquez,El art. 26, dispone: "el permiso es
indispensable para hacer cualquier trabajo de exploración. El explorador que no ha tenido el
consentimiento del propietario del suelo ni el permiso de la autoridad, pagará a más de los daños
y perjuicios ocasionados, una multa a favor de aquél cuyo monto será de diez a cien veces el canon
de exploración correspondiente a una unidad de medida, según la naturaleza del caso.
La multa no podrá cobrarse pasados los treinta días desde la publicación del registro de la
manifestación de descubrimiento que hubiere efectuado el explorador."
Pero aun así, Domínguez tendrá los derechos sobre la mina, ya que fue el 1º en registrarla, aunque
no haya solicitado el permiso. Se toma como un descubrimiento directo, ya que no hubo dolo ni
fraude de su parte para priorizar su descubrimiento. No responderá ante el Estado ya que es
cateador de hecho, pero sí puede responder por multas si el propietario lo solicita.
Frente al Estado, la falta de permiso no genera ninguna sanción, siempre que las actividades se
mantengan dentro del concepto de exploración, porque al Estado le interesa que los territorios
se exploren y se aporten nuevas riquezas a la economía de la Nación.
En consecuencia, el que catea sin permiso, mientras no ejerza actos de explotación, es frente al
Estado, un cateador de hecho y no un cateador ilegal.
Daniel Domínguez no perderá su derecho, ya que frente al Estado, la falta de permiso no genera
ninguna sanción, pasa a un segundo plano debido a que el Estado necesita que se generen nuevas
riquezas, por lo tanto no se le podrá negar el registro de descubrimiento.
Pero, para mantener los derechos emergentes del descubrimiento deberá cumplir con los
requisitos del artículo 46, apoyándose en la demostración de su buena fe como descubridor. Una
vez interpuesto el oportuno registro, al Sr Domínguez Daniel, (descubridor) le corresponderá
afirmar que como producto de un accidente y por los conocimientos con los que cuenta en la
materia en cuestión, se encontró con el yacimiento. De lo contrario, podría quedar en tela de
juicio de la autoridad minera la aplicación o no del artículo 26
Oscar Ocaña denuncia el descubrimiento de una mina de oro y al mismo tiempo Fernando
Reyes ,denuncia el descubrimiento de un yacimiento de plata a unos 160 metros sobre el recuesto
del yacimiento denunciado por Ocaña, siendo paralelos los rumbos y los recuestos de ambos
yacimientos . Enterado Ocaña de la situación, pide que se considere al descubrimiento efectuado
por Reyes como dentro de la futura concesión que le corresponderá se le otorgue.
a- ¿Corresponde lo solicitado por Ocaña ?
b- ¿Ante qué conflicto nos encontramos? A los fines de resolver el caso, verifique la legalidad del
planteo efectuado por Ocaña.
Identifique el conflicto y resuelva el mismo con expreso fundamento legal. (30puntos)
No corresponde lo solicitado por Ocaña, debido a que se trata de un caso de concurrencia en el
cual dos personas se presentan simultáneamente ante la autoridad minera y declaran el
descubrimiento de un yacimiento, que si bien distintos son vecinos. No obstante le cabe a Oscar
Ocaña, quien se cree con derecho al descubrimiento manifestado por Fernando Reyes, la
posibilidad de deducir sus pretensiones dentro de los sesenta (60) días siguientes al de la
publicación del registro (artículo 66 C.M.)
2) En este caso se trata de la concurrencia y preferencia regulado por los artículos 60 a 66 del
Código de Minería, suponiendo particularmente dos solicitudes simultáneas respecto a un mismo
sector.
El art. 62 trata de varios pedimentos simultáneos, pero de criaderos distintos. En este caso, la
mayor importancia del criadero puede determinar una preferencia en la ubicación relativa de las
minas y en lo que se refiere al número de pertenencias que cada descubridor puede tomar, en
caso de insuficiencia de terreno para demarcar las minas.
En este caso hay un problema de insuficiencia de terreno para demarcar las líneas de latitud, ya
que el yacimiento de plata está a 160 metros sobre el recuesto del yacimiento denunciado por
Ocaña. Y si se tiene en cuenta que el art. 73 dispone que: "El terreno correspondiente a cada
pertenencia se determina en la superficie por líneas rectas, y en profundidad por planos verticales
indicados por esas líneas. Las pertenencias constarán de 300 metros de longitud horizontal y de
200 de latitud, la que puede extenderse hasta 300, según la inclinación del criadero."
Entonces se ve que hay insuficiencia de terreno para demarcar las líneas de latitud, y siendo
paralelos los rumbos y recuestos de ambos yacimientos, se aplica lo que dispone el art. 63 del C.
Minero, que sostiene que cuando el espacio que media entre dos minas a un mismo tiempo
descubiertas, no sea suficiente para llenar las medidas de latitud según la inclinación del criadero
(160 metros en este caso), hay derecho a seguirlo hasta el complemento de la medida,
internándose en la inmediata pertenencia.
Cuando las minas consten de dos o más pertenencias, la autoridad permitirá, a solicitud de partes,
que se haga la separación siempre que, previo reconocimiento pericial, no resulte perjuicio ni
dificultad para la explotación independiente de cada una de ellas (art. 15 C. M.).