Los Tambores Ngomas en Las Celebraciones Rituales Festivas de Los Paleros
Los Tambores Ngomas en Las Celebraciones Rituales Festivas de Los Paleros
Los Tambores Ngomas en Las Celebraciones Rituales Festivas de Los Paleros
DE LOS PALEROS
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La Sistemática de los Instrumentos Musicales publicada en Alemania en la revista Etnología
del año 1914, por Hornbostel y Curt Sachs, abrió nuevas posibilidades para la clasificación de
los instrumentos musicales. También la traducción al idioma español realizada por el
musicólogo argentino Carlos Vega en su obra, Los instrumentos musicales aborígenes y criollos de la
Argentina, publicada en 1946, pero insuficiente para el estudio de los instrumentos en el área del
Caribe. Esta apremiante necesidad, fue resuelta con la investigación realizada por Ana
Casanova en 1984, Premio Casa de las Américas, en la que aborda la Problemática Organológica
Cubana y propone una serie de ampliaciones y rectificaciones aplicables a los instrumentos
folklóricos cubanos. Como toda sistemática, el trabajo plantea inventariar tipologías
específicas: los instrumentos musicales como objetos independientes de su contexto musical o
social. Aquí se definen rasgos cualitativos del instrumento musical en sí, al considerar sólo
peculiaridades acústicas, morfológicas, constructivas y de ejecución.
El culto congo de origen bantú conocido en Cuba por palo monte o brujería procede del
área bantú en África Occidental, específicamente, los actuales países de las Repúblicas del
Congo, Zaire y Angola. Reciben el nombre de paleros porque el objeto de culto fundamental
que es llamado nganga (*), contiene diversos ingredientes vegetales, minerales y animales,
especialmente palos.
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HISTORIA Y DIFUSIÓN
En uno de los primeros libros que aborda el estudio de la música en Africa, The
musical instruments of the native races of South Africa, su autor, Percival Robson Kirby, nos
comenta:
“El tambor ngoma surgió entre los Venda del Transvaal del Norte y sus vecinos
cercanos. Es un membranófono semiesférico de un solo parche, clavado con estacas de
madera y de tronco ahuecado. El instrumento ha sido decorado a favor de la fibra y la
parte superior es ornamentada con cuatro agarraderas, que se entrelazan en pares y son
utilizadas para cargar el instrumento que es de un peso considerable”.
Cada parte del ngoma tiene un nombre simbólico que se menciona en el libro citado:
“El cuerpo del instrumento se llama GUMBA LA POHO o huevo del avestruz; las
agarraderas, MGHONA VHA LUCHELI o patas de rana; la membrana LUKHANDA
LAMUNA o piel del hombre; las estacas que aseguran la piel del tambor son MUNWE
o los dedos, y las baquetas de madera dura, utilizadas para tocar el instrumento, son
llamadas TSHANDA TSHA MUTHU o las manos del hombre.
La construcción de este ngoma es un proceso difícil y costoso; en su mayoría son
tribales y raras veces de posesión individual.
La función de los tambores es variada. Como acompañamiento de la danza, para
mantenerse juntos en tiempos de guerra, como señal de victoria después de la batalla y
en otras ceremonias que cumplen una función musical o extramusical”.
Y continúa más adelante: “Estos instrumentos son tocados por mujeres y niñas,
aunque el gran ngoma es tocado por un hombre.
El tambor grande es llamado NGOMA NKULU o el gran ngoma y el pequeño,
THUNGWA. Los tocadores de este último mantienen un golpe, mientras que el
anterior ejecuta variaciones rítmicas...”(Kirby, 1934: 58).
Estos membranófonos, al igual que otros de origen bantú, perdieron en las tierras de
América los detalles simbólicos. La fabricación se simplificó y sólo mantuvieron el principio
básico de su construcción, o sea, el cuero clavado o atado. El esclavo reconstruyó en un nuevo
medio sus instrumentos ancestrales bajo una apremiante fuerza evolutiva, ocasionada por la
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diferencia de los materiales de que disponía y por la pérdida del simbolismo mágico de cada
tambor, vinculado a los ritos que se efectuaban durante su reconstrucción. Gran variedad
morfológica de estos tambores encontramos en varios países de Nuestra América, desde
tambores rústicos, de tronco ahuecado, hasta el tambor de duelas, cónico o abarrilado y con
diversos sistemas de tensión, lo que hace evidente la presencia de influencias de otros grupos
procedentes del Africa. Tales son estos ejemplos de Cuba, Brasil y Colombia. (*) En Cuba, los
tambores ngomas se caracterizan por presentar el cuero clavado y en algunos ejemplos,
sistema de tensión por llaves.
Aunque con el paso del tiempo y producto de los cambios económico-sociales, las
manifestaciones de ese gran conglomerado se extendieron por toda América, la presencia de
sus instrumentos se remonta al siglo XVI, cuando fueron traídos del Africa miles de esclavos.
A partir de ese momento, se dieron crecientes y sucesivas migraciones, que conformaron la
fuerza de trabajo esencial en la base económica hasta el siglo XIX. La abolición de la esclavitud
frenó esta influencia directa.
TERMINOLOGÍA
La relación música - lenguaje es muy importante para los africanos, no sólo limitada al
canto, sino también presente en sus instrumentos, especialmente en los membranófonos. Para
ellos, la palabra tiene una connotación creadora y sus entonaciones inciden directamente en la
“parla de los tambores”, que encierran un gran poder de comunicación.
Las palabras de muchos dialectos africanos son tonales, es decir, que su sentido se deriva
de los diferentes tonos con que se emiten sus sílabas y del ritmo de su fraseo. En este rezo congo
se hacen evidentes estas características :
Tekúnku Kipungulé
Maní masongo silánbansa
Sese meddié, silámbáká
Bica dioko bica ndiambe
Sese meddié, sese meddié.
No se trata de una decoración estética de los vocablos. El individuo necesita más poder
en sus palabras y lo logra espontáneamente a través del énfasis en las expresiones, de la fuerte
acentuación rítmica y de la modulación tonal. Ésto se podrá apreciar más adelante con algunos
ejemplos sonoros.
El vocablo ngoma, como habíamos comentado antes, es un término genérico que sirve
para designar a los membranófonos, que de procedencia bantú, forman parte de la cultura de
algunos países latinoamericanos. Tales son los llamados makuta, kinfuiti y tambores de palo. El
término se ha mantenido en Cuba con el mismo significado que en Africa, o sea, tambor.
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El grupo bantú, que tiene unos 60 millones de parlantes, está formado por múltiples
tribus con diferencias dialectales, sin embargo, presenta algunas características comunes. Son
lenguas dotadas de cliks (sonidos especiales obtenidos por la succión de la lengua contra la
bóveda palatina); se caracterizan por la ausencia de género y presentan tono musical de valor
morfológico y acento rítmico.
En otras regiones, por ejemplo en Brasil, estos tambores se conocen con los nombres
de ingome, ingono, engono o ingomba. Estos vocablos evidencian las transformaciones
fonéticas producto de la influencia del portugués.
El mayor recibe el nombre de caja, posiblemente por haber sido ésta utilizada con la
función del tambor más grave. Estas cajas se empleaban como medida antigua del azúcar y es
probable que hayan sido usadas por los esclavos para sus toques. El mediano, llamado mula,
alude a ese animal por ejecutarse un ritmo constante cuya figuración recuerda su trote.
Cachimbo se le llama al más pequeño, que, según aparece en el Nuevo Catauro de Cubanismos
de Fernando Ortíz, proviene de la cacimba o cubo que se empleaba en los buques para sacar
agua. En Cuba la voz cachimbo también se utilizó para designar al pequeño ingenio de moler
caña y “...a una pieza de metal que funcionaba como una bomba con la cual se trasladaba el
líquido de una a otra paila o tacho en los ingenios...”.( Pichardo, 1976 :116).
(*) Audición
TECNOLOGÍA DE CONSTRUCCIÓN
Los tambores que fueron observados para este trabajo continúan la tradición de
construirlos artesanalmente, de acuerdo con las necesidades inmediatas del grupo portador.
Como materiales de construcción se utilizaron: duelas de barril hechas de pino, cuero de buey
o chivo, alambrón y clavos pequeños; además se recupera un cintillo metálico del barril
original. En este tipo de tambor, ha sido frecuente el empleo de barriles desarmados, cuyas
duelas se procesan cepillándolas y lijando la superficie hasta lograr el tamaño adecuado, pero
en los tambores observados, no ocurrió este proceso.
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Este vocablo introducido por el etnólogo cubano Fernando Ortíz expresa las fases del procedimiento de
transición de una cultura a otra abarcando las facetas de aculturación, desculturación y neoculturación dentro
del proceso de integración inter - étnica.
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Los instrumentos de trabajo utilizados fueron:
Para comenzar, se afloja el barril y se le quita la tapa superior, donde luego irá el parche. En
este proceso se separan los anillos superior y central, sólo se mantiene el inferior. Se arma el
barril afirmando las duelas con dos alambrones que rodean su cuerpo hacia el centro. Estos se
aseguran por medio de clavos, que en forma de grapas, fijan el alambrón a las duelas, para que
no sufran ninguna modificación. Por último, se coloca la membrana, previamente curtida y
cortada, por el método tradicional, es decir, se tiende la piel al sol en una superficie plana, se
limpian los residuos de grasa y se corta el diámetro necesario, se deja en agua para ablandarla y,
finalmente, es estirada por dos hombres para ser clavada en el extremo superior del barril. Se
afeita el cuero con la cuchilla para terminar.
Los tambores no llevan ningún proceso de acabado y se van construyendo de acuerdo con
la necesidad práctica de sustituir un instrumento deteriorado, por ello la relación de medidas es
aproximada. En la observación, el largo de los instrumentos no rebasa los 44 cms., y los
diámetros, superior e inferior oscilan entre 24 y 28 cms. Una característica muy notable, es su
forma abarrilada, comprobada al medir sus circunferencias, superior, central e inferior. Por
ejemplo, en el tambor mayor, las medidas son respectivamente: 90, 95 y 88 cms.
Entre los detalles comunes, notamos que la madera es de pino, muy rústica y sin pulimentar.
Los clavos por dentro, no están remachados, ni doblados. El diámetro superior del cuerpo del
tambor está rebajado, para facilitar el toque del ejecutante y sus parches mantienen algunos de
los pelos del animal, sobre todo en el doblez.
En primer lugar, el sentido cíclico, que simboliza el lapso de la vida del hombre, denota
un comportamiento peculiar en los principios de identidad y contraste. Ésto advierte, que en la
música africana, una frase musical no está preconcebida, ni atada a una estructura fija. Su
forma es abierta, pudiéndose añadir más partes, sin alterar su ordenación básica.
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llamado y respuesta, en la que el coro repite la misma frase y el solista introduce variaciones.
(Buscar ejemplos). Ejemplo antifonal:
El conjunto instrumental que acompaña los cantos y bailes en sus celebraciones rituales
y festivas, es variable, pues depende de las condiciones con que cuentan en cada casa donde se
realiza la fiesta. En general, participan dos o tres tambores y un hierro, cuyos toques son la
base del canto y el baile.
Como habíamos expresado antes, el culto congo de origen bantú se conoce en Cuba,
desde la época colonial, como palo monte o brujería. Estas creencias se basan en el culto a la
nganga (*) o recipiente que contiene diferentes sustancias minerales, vegetales y animales, que
simbolizan las fuerzas de la naturaleza concentradas en un objeto, con el fin de dominarlas por
el principio de la magia simpática2. Alrededor de la nganga, en la casa templo del palero, se
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La noción de magia simpática se basa en la atracción de los elementos a partir del principio de simpatía, ya
sea por imitación o afinidad de elementos semejantes y por contacto o dominio de un todo orgánico a partir de
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realizan las ceremonias de iniciación, de conmemoración y funerarias. Los que preparan la
nganga, prenda o fundamento, son el tata nganga (sacerdote y hechicero) o la mama wandi, con
el mayordomo como ayudante, y su confección puede ser para el bien o el mal. La división de
los ritos no es estricta, pues en la práctica se sincretizan3, incluso con elementos de las
creencias yorubá4 y católicas.
Los Cantos de Palo, como cantos de “fundamento”, incluyen rezos para abrir las
ceremonias, estimular los poderes mágicos que contiene la nganga y acelerar el estado de
“posesión” de los asistentes a la fiesta. El toque de los tambores desempeña un papel
fundamental en la relación entre el bailador y el tocador, pues con su ritmo, le transmite a los
bailadores el sentido de posesión ritual.
Además de los cantos de función ritual, existen otros satíricos o jactanciosos, llamados
managuas o macaguas, que mantienen la alternancia solo-coro, como característica propia de las
culturas de antecedente africano. Al solista se le llama gallo o insunsu y al coro, vasallo o muana.
Aquí, la función social de los tambores es propiciar el canto y el baile colectivos.
Los géneros, estilos e instrumentos de los paleros son muy variados. Otros tambores,
de tronco ahuecado son los llamados yuka, (*) de procedencia muy antigua. Estos
acompañaban el baile del mismo nombre, que se caracterizaba por el vacunao; movimiento
pélvico presente en muchos bailes de pareja de antecedente africano. También se citan los
bailes de maní, de carácter pugilístico, con gestos acrobáticos similares a la capoeira brasileña,
ejecutados especialmente por hombres.
Otro instrumento utilizado es el garabato, (*) rama en forma de V, que se usa como
utensilio de trabajo y que en los toques del mismo nombre funciona como instrumento
“estampado”, en ocasiones de gran poder mágico y fúnebre.
la posesión de una parte. Véase James Frazer. La Rama Dorada. Fondo de Cultura Económica, Méjico, 1944,
p. 33.
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El sincretismo religioso es el proceso por el cual, determinadas deidades, de una religión específica, son
identificadas por los creyentes; con las deidades, atributos y ceremonias, de otra religión.
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Abarca el grupo de origen africano, de denominación étnica lucumí, procedentes del área que rodea el
margen oeste de la desembocadura del río Níger, cuyo culto religioso se conoce con el nombre de Regla de
Ocha o Santería.
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La marímbula, empleada por nuestros antiguos conjuntos de sones, es un aporte de
este grupo; llamada en Africa sanza o mbila fue inicialmente dedicada a acompañar el canto. Lo
mismo el tingotalango o tumbandera, especie de arco sonoro. (*)
Entre los tambores de carácter ritual se mencionan el kinfuiti y los tambores de makuta,
estos últimos, prácticamente desaparecidos. El primero, asociado a ritos funerales y ambos,
citados como los únicos tambores sagrados, entre los antiguos congos.
Los tambores, en general, se tocan colocados entre las piernas de los ejecutantes y
ligeramente presionados, de manera que el instrumento permanezca separado del suelo durante
su ejecución, aunque a veces, éste se deja caer, lo que enriquece el resultado sonoro. Los
tamboreros percuten la membrana directamente con sus manos sobre dos áreas de su
superficie o sobre diversos puntos. El toque sobre el parche se puede hacer con la mano
abierta (golpe abierto); con la mano semi-cerrada (golpe tapado); con los tres últimos dedos de
la mano en la orilla del parche (golpe semi-tapado) y poniendo el codo, golpeando con la otra
mano (golpe seco). En el centro se obtiene un sonido más grave que en los bordes y al cambiar
la posición de las manos, varía la intensidad del toque. Entre los tocadores, existe una
comunicación para variar el toque, a través de gestos o figuraciones rítmicas.
Como característica de las manifestaciones folclóricas, los toques son aprendidos por
tradición oral, de generación en generación. La distribución de acentos, la riqueza expresiva y
las variaciones de alturas, propias de una manifestación de carácter empírico, implica grandes
dificultades para una escritura musical precisa, utilizando la notación convencional. No
obstante, se han efectuado muchas transcripciones, como la que presentamos a continuación,
realizada por el maestro Argeliers León: (*)
A RITMO DE TAMBOR
Para finalizar, podemos observar la variedad de aportes del grupo bantú a la música popular
cubana.
Precisamente, cito una de las obras más importantes de Roldán. Puede decirse que es
considerada la primera creación de cámara para instrumentos de percusión, al explorar la
riqueza sonora de instrumentos folclóricos tales como: las claves, el bongó, la marímbula, las
maracas, la quijada y el güiro, entre otros, proponiendo una notación específica para cada uno
de ellos; se trata, de su Rítmica No. V. En tiempo de Son, compuesta en 1930. (*)
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BIBLIOGRAFÍA
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ORTIZ, Fernando Nuevo Catauro de Cubanismos.
1974 Edit. Ciencias Sociales.
No. 2 : Solo de tambores batá - Los tres tambores del juego, (iyá, itótele y okónkolo, de mayor a
menor), sirven para acompañar los cantos y bailes rituales dentro de los cultos de Santería, de
procedencia yorubá. El resultado sonoro del toque pone de manifiesto una resultante rítmica
que recurre a las diferencias de altura que se obtienen en sus seis membranas, a lo cual se une la
sonoridad de sendas sartas de sonajas metálicas que se colocan en los bordes de sus parches.
No. 3 : Tambores de Tumba Francesa. A finales del siglo XVIII ocurrió una nutrida
migración hacia Cuba de colonos blancos, negros y mulatos, procedente de Haití. Entre sus
aportes se encuentran las agrupaciones y fiestas de Tumba Francesa, que se conservan en el
Oriente de la Isla. Al final de uno de sus bailes, el yubá, se produce el front, estableciéndose un
diálogo entre el bailador y el toque del tambor premier.
No.5 : Congas de Carnaval. Entre los estilos de comparsas de Carnaval, se desarrolla la conga
que lleva sólo tambores, cencerros, hierros sonantes y la típica trompeta china.
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No.6 : Toques de tambor yuka. Los antiguos tambores yuka están hechos de troncos
ahuecados. El mayor, que hace figuraciones rítmicas libres, se ejecuta apoyado en una cruceta y
con el tamborero montado sobre él. El efecto de golpe sobre su cuerpo o en otro tronco es
conocido como guagua o cáscara; un toque muy característico en géneros populares cubanos de
procedencia africana. El tambor que le sigue en tamaño es llamado mula y el más pequeño,
cachimbo.
No.8 : Canto Ritual Congo. En las fiestas para la iniciación de los congos escuchamos cantos
acompañados por garabatos que se golpean contra el suelo, respondiendo el coro de creyentes
a boca cerrada.
No.10 : Canto a Ebioso. Ebioso es una deidad arará que se sincretizó en Cuba con la virgen
católica Santa Bárbara y el orisha Changó, de procedencia yorubá. Está interpretado por un
solista que alterna con un coro que lleva el ritmo con palmadas.
No.13 : Canto de Trabajo. Este canto de trabajo es de aire lento y presenta un texto de
jactancia, en el cual se recurre a décimas populares de la época colonial. Se inicia el canto con
un guía, respondiéndole el coro de trabajadores, al ritmo de los instrumentos de trabajo.
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No. 16 : Arco Sonoro interpretado por Sindulfo Izquierdo, del Conjunto, Siete Notas
Musicales de Pueblo Bujo, de Córdoba. Lo acompañan, tambores de procedencia indígena.
Artículo escrito en 1985 y revisado con posterioridad por Gisela de la Guardia. La Habana. Cuba.
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