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Turquía y La Unión Europea

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TURQUÍA Y EL PROYECTO COMUNITARIO

I. INTRODUCCIÓN: SITUACIÓN POLÍTICA Y CONSTITUCIONAL

Desde su formación con tres Estados miembros, la Unión Europea se compone


actualmente de 27 países. Para que un nuevo Estado sea parte de la Unión, debe solicitar su
adhesión, el cual es un procedimiento duro y exigente, teniendo que cumplir una larga lista de
requisitos.
En primer lugar, el país que ha solicitado la adhesión a la Unión Europea debe cumplir una
serie de requisitos: “la dignidad humana, libertad, democracia, igualdad, Estado de Derecho y
respeto de los derechos humanos, incluidos los derechos de las personas pertenecientes a
minorías”, como señala el Tratado de la UE en su artículo número 2. Mientras que en el artículo
49, indica que “cualquier Estado europeo que respete los valores mencionados en el artículo
2 y se comprometa promoverlos podrá solicitar el ingreso como miembro en la Unión. […] El
Estado solicitante dirigirá su solicitud al Consejo, que se pronunciará por unanimidad después
de haber consultado a la Comisión y previa aprobación del Parlamento Europeo”, informados
previamente los Parlamentos nacionales.
Si el futuro nuevo miembro de la UE respeta los valores y cumple los procedimientos
de adhesión, se comienza una ronda de negociaciones en calidad de ‘Estatuto de país
candidato’. Estas negociaciones se basan en el acervo, que son los diferentes ámbitos políticos
de la base común del Derecho de la UE que el país candidato debe efectuar. Paralelamente,
se realiza un examen analítico en el cual se comprueba si los puntos individuales del acervo
enumerados en cada uno de los capítulos están reflejados en la legislación del Estado
candidato.
El último paso en los procesos de adhesión del Estado candidato es la firma por ambas
partes, tanto del nuevo miembro como de todos los miembros de la Unión Europea del tratado
que ratifica la conformidad de los procedimientos constitucionales de la Unión Europea, el
llamado Tratado de Adhesión. Además, la incorporación debe ser aprobada tanto por la
unanimidad del Consejo de la Unión Europea como del Parlamento Europeo.

LA CUESTIÓN TURCA:
En septiembre de 1963 la Comunidad Económica Europea y Turquía iniciaron los
primeros contactos para la adhesión (Acuerdo de Asociación entre la Comunidad Económica
Europea y Turquía - Acuerdo de Ankara, de 23 de diciembre de 1963). Más de medio siglo
después, dieciséis países han pasado por delante de Turquía siendo Miembros de la Unión
mientras los turcos siguen a la espera de ser parte del bloque comunitario.

En el presente trabajo, abordaremos los porqué de la “eterna espera” turca como


Estado candidato (desde 1999)

II. RELACIONES TURQUIA - UE:

1. 1959: Solicita ser miembro asociado de la CEE


2. 1963: Acuerdo de Ankara
3. 1993 y 1995: Criterios de Copenhhague, complementados en Madrid, que establece
condiciones previas para la admisión de solicitudes de nuevos Miembros de la UE.
4. 1995-96: Entra en vigor Unión Aduanera a partir del Acuerdo de Ankara y su Protocolo
Adicional de 1970
5. 2004: El Consejo Europeo reconoce que se cumple el “criterio político” de garantías
democráticas en Turquía, Estado de Derecho y los DD.HH. (Criterios de Copenhague)
Se suscribe el Tratado por el que se establece una Constitución europea. El actual presidente
turco, entonces Primer Ministro, Erdogan, suscribe en representación de Turquía.
6. 2004-2006: Se establece una asistencia financiera de 1,050 millones de euros para Turquía
como estrategia de preadhesión.
7. 2005: Inicio de las negociaciones de adhesión condicionado a la cuestión chiprita. Se
aperturan los 6 primeros capítulos del acervo comunitario.
8. 2006-2015: Progresivamente, se van aperturando 29 capítulos más. El capítulo sobre
Política Económica y Monetaria fue bloqueado.
9. 2008: el Consejo adopta la Asociación para la Adhesión con Turquía.
10. 2017: El Consejo Europeo debate sobre las relaciones con Turquía: cooperación migratoria
bilateral.

III. PROBLEMAS PARA LA ADHESIÓN


Los diversos tratados que han ido dando forma a la Unión Europea desde el Tratado
de Maastricht en 1992 empiezan en su artículo 49, relativo al perfil de los países que deseen
entrar en la UE, de la siguiente manera: “Cualquier Estado europeo que respete los valores
mencionados en el artículo 2 – valores de respeto de la dignidad humana, libertad, democracia,
igualdad, Estado de Derecho y respeto de los derechos humanos, etc. – y se comprometa a
promoverlos podrá solicitar el ingreso como miembro en la Unión”. Las tres primeras palabras
son clave. Cualquier Estado europeo. Si no eres un Estado europeo, las puertas de la UE están
cerradas. Y como de si un círculo sin fin se tratase, la pregunta relativa a si Turquía es Europa
vuelve una y otra vez al no quedar clara nunca la respuesta.

TURQUÍA NO ES EUROPA: La mayoría de mapas sitúan a Turquía fuera de Europa como


primer país asiático tras el fin del Viejo Continente, o al menos sitúan el fin de Europa una vez
se cruza el Bósforo. Sin embargo, hasta llegar al comentado estrecho y la ciudad que crece a
sus orillas como es Estambul, Turquía también tiene territorio. Si el criterio geográfico bien
puede arrojar un empate, éste podría ser resuelto con sólo mirar los acontecimientos históricos.
Al decir por ejemplo que Rusia es Europa no es por el hecho geográfico – ya que la
mayoría de territorio ruso se encuentra en Asia – sino por el hecho de que a nivel histórico, la
mayor parte de dinámicas de Rusia – culturales, religiosas, políticas, económicas o bélicas. –
han estado orientadas hacia el continente europeo. Algo así puede pasar con Turquía o al
menos con su antecesor, el Imperio Otomano.

El conocido Imperio Otomano, vivo durante algo más de seis siglos, siempre estuvo a
partes iguales entre Asia – la zona actual de Oriente Medio – y la Europa balcánica y oriental.
En el continente europeo, su expansionismo fue dificultoso y no exento de guerras con los
distintos reinos, ducados, condados y demás protoestados existentes entonces. Lo que hoy
sería la península de los Balcanes fue una de sus primeras anexiones, seguida de otros
territorios más centroeuropeos como la actual Hungría, Eslovaquia, parte de Polonia e incluso
zonas de la actual Ucrania y Rusia. La presencia otomana esos territorios fue fundamental
para la conformación político-religiosa de la región, ya que a pesar de la autonomía de la que
disfrutaron muchos territorios bajo gobierno otomano, la presencia del extinto imperio duró
medio milenio.
A partir del siglo XIX, cuando las potencias europeas fueron lo suficientemente fuertes
como para oponerse al Imperio Otomano y cuando éste estaba sumido en el caos de la
inestabilidad política interna, el imperio comenzó a desgajarse. Surgieron entonces los
movimientos independentistas en los Balcanes así como el colonialismo occidental, que
empezó a presionar en África y Asia. Para 1900, los otomanos todavía mantenían numerosas
posesiones en África y Oriente Medio, mas no así en Europa, donde los jóvenes y pequeños
estados como Bulgaria, Grecia y Serbia intentaban ganar espacio a costa del poder de la
antigua Constantinopla.

IV. SITUACIÓN ECONÓMICA

1. Deuda pública y PIB.


Para conocer unos datos básicos, Turquía es un país ubicado entre Europa Oriental hacia Asia
Occidental, cuenta con una superficie de 785.350 Km2. Su capital es Ankara y su moneda actual es la
“lira turca”.
Turquía es la economía número 19 por volumen de PIB. Su deuda pública en 2020 fue de 231.788
millones de euros, con una deuda del 36,77% del PIB. Su deuda per cápita es de 2.754€ euros por
habitante.
La deuda pública es la obligación que tiene el Estado por los préstamos totales acumulados que ha
recibido o por los que es responsable, es una deuda frente a los particulares u otros países.

La relación entre deuda y PIB.


La ratio deuda/PIB es el cociente entre la deuda pública del estado y su PIB. Una baja relación entre
deuda y PIB indica una economía que produce y vende bienes y servicios suficientes para pagar sus
deudas sin incurrir en más deuda.
En 2020 la deuda pública en Turquía fue de 231.788 millones de euros creció 10.233 millones desde
2019 cuando fue de 221.555 millones de euros.
Esta cifra supone que la deuda en 2020 alcanzó el 36,77% del PIB de Turquía, una subida de 4,17
puntos respecto a 2019, en el que la deuda fue el 32,6% del PIB.

Según el último dato publicado, la deuda per cápita en Turquía en 2020, fue de 2.754 euros por
habitante. En 2019 fue de 2.664 euros, así pues, se ha producido un incremento de la deuda por
habitante de 90 euros.
Es interesante mirar atrás para ver que en 2010 la deuda por persona era de 3.053 euros.
● Haciendo una comparativa con España, según el último dato publicado, la deuda per cápita
en 2020, fue de 28.428 euros por habitante, siendo esta una cifra realmente alta. En 2019
la deuda fue de 25.116 euros, así pues, se ha producido un incremento de la deuda por
habitante de 3.312 euros.
DEUDA POR PERSONA o endeudamiento por habitante, se obtiene dividiendo la deuda total
existente a una fecha determinada entre el número de habitantes.

2. Índice de precios al consumo.


El IPC es un indicador que mide la variación del precio de la vida y del poder adquisitivo de los
ciudadanos, mide la variación en los precios de una cesta de productos y servicios, en un momento y
lugar determinado.
La tasa de variación anual del IPC en Turquía en abril de 2021 ha sido del 17,1%, 9 décimas superior
a la del mes anterior. La variación mensual del IPC (Índice de Precios al Consumo) ha sido del 1,7%,
de forma que la inflación acumulada en 2021 es del 5,5%.
El Banco Central Europeo establece que para que el nivel de evolución económica de un país sea
saludable, el nivel se tiene que mover en torno al 2%.
Si el IPC se encuentra en niveles negativos, estamos hablando de deflación, la cual se encuentra
asociada directamente con un menor crecimiento económico.
● Un IPC elevado supone la disminución del poder adquisitivo de los ciudadanos: si
sus ingresos se mantienen constantes o crecen menos que el IPC, estarán perdiendo
poder de compra.
Turquía se encuentra en este último caso, su ciudadanos estás perdiendo poder de compra.
Destacamos la subida del 7,6% de los precios de Vestido y calzado, hasta situarse su tasa interanual
en el 11%, que contrasta con el descenso de los precios de Comunicaciones del -0,3%, y una variación
interanual del 9,1%.7.

3. PIB PER CÁPITA + IDH.


El PIB per cápita es un muy buen indicador del nivel de vida y en el caso de Turquía, en 2020, fue de
7.520€ euros, con el que se sitúa en el puesto 73 del ranking y sus habitantes tienen un bajo nivel de
vida en relación al resto de los 196 países del ranking de PIB per cápita. A ello se le une el hecho de
el salario medio de los turcos es uno de los más bajos del mundo.

En cuanto al Índice de Desarrollo Humano o IDH, que elabora las Naciones Unidas para medir el
progreso de un país y que en definitiva nos muestra el nivel de vida de sus habitantes, indica que los
turcos se encuentran en el puesto 54, siendo considerado un índice desarrollo “muy alto.”

4. Política monetaria.
La historia de Turquía está ligada a la volatilidad en el tipo de cambio de la lira turca y a la inflación.
Los escenarios inflacionistas son comunes en un país en el que existe escasa independencia entre el
Gobierno y el banco central.
Entre julio de 2019 y mayo de 2020, el Banco Central de Turquía (BCRT) llevó a cabo una política
monetaria de fuerte reducción de tipos de interés.
Desde agosto, acuciado por el debilitamiento de la lira turca y la elevada inflación, el BCRT comenzó
a endurecer su política monetaria a través de un complejo mecanismo de diferentes tipos de interés,
elevó así el tipo medio al que inyectaba liquidez en más de 600 puntos básicos (pb), sin necesidad de
modificar el tipo de interés de referencia.
La inflación en Turquía se situó en el 14,6% interanual en diciembre de 2020, con esta alta tasa se
puede identificar factores recurrentes en la economía turca, como el importante debilitamiento de la lira
y las expectativas de inflación elevada.

5. Economía en general.
La economía de Turquía es de mercado emergente según la definición del Fondo Monetario
Internacional (FMI). El país tiene el 19º PIB nominal más grande a nivel mundial.
Turquía también ha sido definido por economistas y politólogos como uno de los países recientemente
industrializados.
Los sectores servicios e industrial de la economía turca están modernizándose rápidamente, pero su
agricultura tradicional aún es responsable del 25% del empleo.
● Un mercado es emergente porque tiene algunas características de un mercado
desarrollado, pero no cumple con todos los estándares para ser denominado un mercado
desarrollado. Son países que pueden convertirse en mercados desarrollados a futuro o
que lo fueron en el pasado.

En 2020 Turquía fue el trigésimo país exportador más grande del mundo, consiguiendo un total de
171.000 $ US millones en bienes, un 0,9% del total mundial.
En la suma de bienes y servicios exportados, alcanza los US $ 247,1 mil millones y se ubica en el
puesto 26 a nivel mundial. En términos de importaciones, en 2019 fue el 24º mayor importador del
mundo: 200.600 millones de dólares.
Sus principales socios comerciales son la Unión Europea y en especial, Alemania.
Esta situación me hace pensar que Turquía es un socio demasiado importante para Europa en términos
comerciales (numerosas empresas europeas tienen sus plantas de producción en ese país) y de
inversión económica (por ejemplo, el BBVA posee el control del principal banco privado turco).
“Queremos reforzar nuestros lazos económicos […]. Turquía es un socio muy importante en cadenas
de valor cruciales para Europa”, subrayó la presidenta de la comisión europea, Ursula Von der Leyen
en la pasada reunión con el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, el pasado martes 6 de abril de
2021.
Turquía es el único país de fuera de la UE que mantiene con el territorio europeo una Unión Aduanera,
vigente desde 1996, y que permite comerciar productos de ambos lados sin pagar aranceles. Sin
embargo, la agricultura, los servicios y la contratación pública no están incluidos en este tratado y
Ankara presiona desde hace años por su inclusión y por la modernización de las condiciones, algo que
Von der Leyen ha aceptado negociar.

V. CON RESPECTO A LA UNIÓN EUROPEA

Según los criterios de Copenhague, el país candidato debe tener una economía de mercado en
funcionamiento y ser capaz de hacer frente a las fuerzas del mercado y a la presión competitiva dentro
de la Unión.
Tras años de crecimiento estable (entre el 5 y el 8% del PIB, con la excepción de la recesión de 2009),
la economía turca está experimentando fuertes turbulencias. La causa es la crisis de la lira turca,
ampliamente devaluada desde 2015. El crecimiento ha estado a media máquina desde 2015: un 3%
ese año, luego un 2,9% en 2016, un repunte al 7,4% en 2017, luego un 2,6% en 2018 y solo un 0,2%
en 2019, según el FMI. A pesar de la pandemia de Covid-19, el PIB creció un 1,8% durante 2020. Sin
embargo, a pesar de las enormes inversiones del banco central turco, el tipo de cambio ha seguido
disparándose a costa de la moneda turca, con unas 8 liras turcas por dólar. Esto ha provocado un
aumento de la balanza comercial y de los déficits.
Otra cuestión en la que Turquía aún debe avanzar para cumplir los requisitos del proceso de adhesión
es la tasa de acceso al empleo de las mujeres. Sigue siendo el más bajo entre los países de la OCDE,
con un 29,6% en 2020.

El acervo comunitario: un país "moderadamente" preparado


El criterio del acervo se refiere a la capacidad de asumir las obligaciones de la pertenencia a
la Unión Europea. Entre ellas, la capacidad de aplicar eficazmente las reglas, normas y políticas que
forman el corpus jurídico de la UE (el acervo) y de cumplir los objetivos de la unión política, económica
y monetaria.

En cuanto a la adaptación de sus políticas a las de la UE, Turquía ha seguido adaptándose al


acervo, aunque a un ritmo limitado, según el informe de la Comisión para 2020. Sin embargo, hay
varios ejemplos de retroceso en áreas clave (libre circulación de capitales, competencia, política
económica y monetaria, relaciones exteriores, etc.). Por otra parte, Turquía ha avanzado, en particular,
en los ámbitos de la libre circulación de mercancías, los derechos de propiedad intelectual, los servicios
financieros y los asuntos de consumo.
VI. Cuestión geopolítica

La candidatura de Turquía cuestiona así a la Unión Europea sobre la naturaleza de su proyecto político.
También plantea cuestiones geopolíticas, ya que Turquía es a la vez un socio estratégico en Levante,
miembro de la OTAN como muchos países europeos, pero también una potencia con intereses que a
veces divergen considerablemente de los de la UE, como en Siria, Libia o, más recientemente, en
Nagorno-Karabaj.

Estos son los principales temas internacionales en los que Bruselas y Ankara están enfrentados:

- La cuestión de Chipre

Aunque desde el punto de vista del derecho internacional Chipre es un país unido, desde 1974 la
isla está dividida en una parte sur grecoparlante y ortodoxa y una parte norte turcoparlante y
musulmana, la República Turca del Norte de Chipre (RNC). La comunidad internacional no reconoce
a la TRNC, pero Turquía sí la reconoce y la apoya militarmente. En este sentido, la elección, el 18 de
octubre de 2020, del nacionalista turco Ersin Tatar al frente de la TRNC, partidario de una solución de
dos Estados en detrimento de la reunificación con el resto de la isla, refuerza la influencia de Turquía
en la región. Este contexto diplomático complica las relaciones de Ankara con la Unión Europea,
especialmente desde que Chipre entró en la UE en 2004.

Esta situación ha llevado a Turquía a negarse a aplicar el llamado Protocolo de Ankara a Chipre.
Concluido en 2005 al iniciarse las conversaciones con la Unión Europea, prevé la ampliación de la
unión aduanera Turquía-UE a los diez nuevos Estados miembros. Turquía, que exige como condición
previa el fin del aislamiento y el embargo que afectan a la República Turca del Norte de Chipre, prohibía
hasta hace poco el acceso de barcos y aviones grecochipriotas a sus puertos y aeropuertos.

En enero de 2017 se celebraron conversaciones en Ginebra bajo los auspicios de Naciones


Unidas para derribar esta frontera que atraviesa Nicosia, la última que aún divide una capital europea.
Pero el presidente turco, Recep Tayyip Erdoğan, interrumpió las conversaciones diciendo que no
ordenaría la retirada de los soldados turcos en el norte de Chipre. A principios de 2018, las tensiones
volvieron a aumentar entre la isla europea y Turquía. En efecto, este último bloqueó un barco italiano
en aguas chipriotas, lo que constituye una violación del derecho internacional según Nicosia. En el
verano de 2019, a pesar de las amenazas de la UE de cortar la ayuda de preadhesión y los préstamos
del Banco Europeo de Inversiones a Turquía en 2020, Turquía entró ilegalmente en la zona económica
exclusiva de Chipre, que contiene yacimientos de gas.

- La cuestión siria

Vinculado a la cuestión migratoria, el expediente sirio es también uno de los puntos de fricción
entre Turquía y la UE. Desde 2011 y las primeras manifestaciones en Damasco contra el régimen de
Bashar al-Assad, el país está plagado de divisiones. Los movimientos de protesta contra el régimen,
reprimidos por éste, se han militarizado, dando lugar a enfrentamientos armados y las poblaciones
kurdas se han levantado para conseguir su independencia. El Estado Islámico entró en el conflicto en
2013.

En este conflicto, Turquía aprovechó la oportunidad para desplegarse en el norte de Siria,


ocupado principalmente por los rebeldes kurdos. Aunque el objetivo declarado del gobierno turco es
contrarrestar la presencia del Estado Islámico, las sucesivas operaciones lanzadas por Ankara parecen
dirigirse más a las fuerzas kurdas. Turquía pide el apoyo europeo para su intervención en Siria. Sin
embargo, la Unión Europea está más interesada en promover una transición política por la vía
diplomática que por la militar.

- La cuestión libia

Los turcos y los europeos también están enfrentados por la situación en Libia. En 2011, la ola
revolucionaria expulsó del poder a Muamar Gadafi, pero la sucesión del dictador no ha sido tranquila.
En 2014, un gobierno de transición salió de la revolución sin conseguir acabar con las tensiones en el
país. Varias milicias han creado feudos locales, aprovechando el vacío político y el desarrollo del tráfico
de armas.

Al mismo tiempo, el mariscal Haftar, un antiguo oficial de Gadafi que se ha pasado a la oposición,
ha formado un gobierno rival con sede en Tobruk que controla el este del país. Firmados entre las dos
partes, los Acuerdos de Skhirat de diciembre de 2015 prevén la formación de un gobierno de unidad,
con sede en Trípoli y presidido por Fayez el Sarraj. Finalmente, el gobierno no fue reconocido por el
parlamento de Tobruk. El enviado especial de la ONU para Libia, Ghassan Salamé, pidió entonces
nuevas elecciones en el país, que no pudieron celebrarse a causa de los conflictos. El 23 de octubre
de 2020, las dos partes anunciaron un alto el fuego permanente. Una medida frágil pero hasta ahora
respetada, que ha llevado a la reapertura de la embajada francesa en Trípoli el 29 de marzo de 2021,
cerrada desde hace 7 años.

En este asunto, mientras la comunidad internacional ha decidido un embargo de armas a Libia,


los europeos acusan a Turquía de violar este embargo al entregar armas al gobierno de Trípoli y
mostrar así su injerencia.

- La cuestión de Nagorno-Karabaj

El deshielo del conflicto de Nagorno-Karabaj a finales de septiembre de 2020 también contribuye


a las tensiones entre la UE y Turquía. Mayoritariamente poblada por armenios, la región estuvo unida
a Azerbaiyán durante el periodo soviético. Desde la caída de la URSS, la provincia lucha por su
independencia o su unión a Armenia, a la que se opone Azerbaiyán. Los combates estallaron y se
negoció una tregua en 1994, pero las tensiones persistieron.

En septiembre de 2020 se produjeron nuevos enfrentamientos y el gobierno turco hizo saber


inmediatamente que apoyaría a las fuerzas azeríes. Esto dio lugar al envío de mercenarios sirios,
aunque este hecho fue negado por Turquía. La Unión Europea, por su parte, pidió el fin de los combates
y la reanudación de las conversaciones en el marco del Grupo de Minsk, encargado de encontrar una
solución pacífica al conflicto.

- La cuestión migratoria

La crisis migratoria ha dado una nueva dimensión a la relación entre la UE y Turquía. La situación
sin precedentes en el mar Mediterráneo llevó a los Estados miembros de la UE, con Alemania a la
cabeza, a alcanzar un controvertido acuerdo con Ankara el 18 de marzo de 2016.

Según sus términos, todos los migrantes irregulares (aquellos que no solicitan asilo o cuyas
solicitudes de asilo han sido consideradas infundadas o inadmisibles) que han cruzado de Turquía a
las islas griegas desde el 20 de marzo de 2016 son devueltos a Turquía. Y por cada sirio devuelto a
Turquía desde las islas griegas, otro sirio -con derecho a pedir asilo en Europa- es reasentado desde
Turquía a la Unión Europea, hasta un máximo de 72.000 personas.

Un año después del acuerdo, el número de llegadas de inmigrantes a las islas griegas había
descendido considerablemente, un 98%. Sin embargo, ya se alzaron varias voces para denunciar las
condiciones de vida de los refugiados. "Su acceso a los servicios básicos es cada vez mayor, pero
sigue siendo limitado", observaba todavía la Comisión Europea en agosto de 2019. No obstante, en
marzo de 2018, Bruselas aceptó liberar el segundo tramo de ayuda de 3.000 millones de euros
prometido a Turquía a cambio del acuerdo.

En junio de 2016 también se abrió un nuevo capítulo de negociaciones sobre cuestiones


presupuestarias. Pero desde entonces, el relanzamiento del proceso de adhesión se ha visto
obstaculizado en gran medida por la situación política de Turquía (leer más abajo). Asimismo, el
proceso de liberalización de los visados de la UE para los turcos parece haberse detenido.
En febrero de 2020, tras sufrir un revés militar en Siria y enfrentarse a las críticas de la Unión
Europea por negarse a apoyar sus acciones en el país, Turquía respondió fomentando la afluencia de
migrantes en la frontera griega. Recep Tayyip Erdoğan prometió que "3,6 millones" de refugiados
entrarían en territorio europeo. Un "chantaje" denunciado por el Consejo de Ministros del Interior de la
Unión Europea y que muestra el alto nivel de tensión en las relaciones turco-europeas. La cumbre
entre el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, la presidenta de la Comisión, Ursula von der
Leyen, y el presidente turco, Recep Tayyip Erdoğan, celebrada en Bruselas el 9 de marzo de 2020, no
desbloqueó la situación.

El tema sigue preocupando a los dirigentes europeos, como demuestran las declaraciones de
Emmanuel Macron el 22 de marzo de 2021 en un reportaje emitido por France 5. "Si dices de un día
para otro: ya no podemos trabajar con vosotros, no hay más discusiones, te abren las puertas y tienes
3 millones de refugiados sirios llegando a Europa", había dicho el presidente de la República en aquella
ocasión.

VII. CONCLUSIONES
Como observamos, el proceso para que Turquía sea parte del bloque comunitario ha
progresado significativamente en las últimas dos décadas. Con independencia de su ubicación
geográfica, el pueblo turco se reconoce como europeo y así también la Unión. La cuestión
chipriota debe ser abordada y resuelta para que, en cuanto a la votación para que se incorpore
Turquía a la Unión, Chipre no vete su incorporación.

Si bien Turquía contenta a la UE con su compromiso de acogida de refugiados sirios,


la situación política actual muestra al presidente Erdogan como un autócrata, la falta de
fiscalización política y división de poderes (pues por primera vez el presidente podrá tener
poder ejecutivo) podría alejar más a Turquía del proyecto comunitario.
Si Turquía continúa por un camino de alejamiento político de la Unión Europea que de alguna
manera retrasa la convergencia con estándares y políticas de pluralismo, gobernabilidad
democrática y protección de los derechos humanos desde la perspectiva europea, resultará
improbable que las instituciones europeas continúen o reformulen las condiciones en el
proceso de adhesión.

Por tanto, vemos cómo la adhesión aún es posible, pero ello depende de las
condiciones temporales que continúan involucrando los liderazgos políticos de los miembros
europeos y los impactos del diverso e inestable escenario regional, los cuales seguirán
prevaleciendo sobre las cuestiones permanentes, y en cualquier caso determinarán el éxito o
fracaso de la adhesión de Turquía a la Unión Europea.

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