314-Artículo Completo (.Docx) - 1131-2-10-20201023
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Introducción
En tangos consultados de finales del siglo XIX y principios del siglo XX,
encontramos una tendencia a la flexibilización del ritmo y la métrica a través del uso de
hemiolas verticalizadas o consecutivas, 1 síncopas y polirritmias, que evidencian una
ascendencia afro y que creemos vale la pena analizar para una adecuada reconstrucción
de la etapa gestacional y la “Guardia Vieja” del tango.2 Nos centramos en conductas
rítmicas atípicas dentro de lo que el género luego va a privilegiar, ya que lo que
abordamos son tangos de entre 1880 y 1915, 3 reconociendo rasgos propios de un
proceso de binarización de los ritmos ternarios africanos en América Latina, siguiendo a
Pérez Fernández. 4 El enfoque que proponemos es el análisis musicológico de los
registros musicales escritos. Tendremos en cuenta, para visualizar los elementos afro y
efectuar una oportuna comparación, contradanzas, guarachas y habaneras cubanas
decimonónicas, que son ciertamente, las antecesoras de las habaneras que llegan a
nuestro suelo importadas desde Europa.
Lo afro en el tango
1. Uno de los recursos utilizados en la música africana es el de ejecutar pulsaciones ternarias y binarias de
forma consecutiva o simultánea lo que recibe el nombre de “hemiola o sesquiáltera”. Armando
Rolando Pérez Fernández, La binarización de los ternarios africanos en América Latina (La Habana:
Edición Casa de Las Américas, 1986).
2. García Brunelli, al precisar sobre la terminología, expresa que “El término “afro” implica africanía. Es
decir, no necesariamente un elemento africano trasplantado a América sino africanía en el sentido que
le reconoce Fernando Ortiz, como el ingrediente africano de una “transculturación blanquinegra” (en
Omar García Brunelli, “Bases para una aproximación razonable a la cuestión del componente afro del
tango” Revista Argentina de Musicología, Vol. 18 (2017): 96).
3. En casi todos los casos se trata del análisis de los registros escritos ya que hay muy pocas grabaciones
de la época. Asimismo, en su mayoría son tangos instrumentales, debido a que las letras, que no
descartamos pudieron tener, no llegaron a la actualidad.
4. Pérez Fernández, La binarización de los ternarios.
5. Carlos Vega, Panorama de la música popular argentina (Buenos Aires: Edición Losada, 1944).
6. Jorge Novati e Inés Cuello, “Aspectos histórico musicales I. Primeras noticias y documentos”, en
Antología del Tango Rioplatense. Desde los comienzos hasta 1920. Vol. 1, coord. Jorge Novati
(Buenos Aires: Instituto Nacional de Musicología “Carlos Vega”, 1980).
7. Blas Matamoro, La ciudad del tango. Tangos históricos y sociedad (Buenos Aires: Editorial Galerna,
1982).
186 Revista Argentina de Musicología 21/2 (2020)
bajo porcentaje de la población, hasta las insinuaciones un tanto irónicas por parte de
Binda y Lamas, que se preguntan: “¿O el mitológico Negro Casimiro con su raquítico
violín, se bastó solo para dejar tamaña impronta?”.8 Todo esto conforma el grueso de
quienes descartan esa posible influencia. Sin embargo, otra serie de estudios más
recientes, como los de Pablo Cirio, 9 Gustavo Goldman 10 y García Brunelli, 11 han
trabajado con seriedad la presencia de parentescos musicales y componentes de
africanía en el tango.
Sobre lo que más se ha debatido es acerca del origen del vocablo “tango” y las
relaciones con la voz “tam tam” del tambor o “tambo” como lugar o reunión en donde
se bailaba. Las conjeturas son variadas y contrastantes. Goldman lo resume
acertadamente así:
8. Enrique Binda y Hugo Lamas, El tango en la sociedad porteño (18880-1920) (Buenos Aires: Ediciones
Héctor L. Lucci, 1998),139.
9. Pablo Cirio, La presencia del negro en grabaciones y géneros afines, en Buenos Aires negra. Identidad
y cultura, comp. Leticia Maronese (Buenos Aires: comisión para la preservación del Patrimonio
Histórico Cultural de la Ciudad de Buenos Aires, 2006), 25-59; Pablo Cirio, “Ausente con aviso ¿Qué
es la música afroargentina?”, en Músicas populares. Aproximaciones teóricas. Metodológicas y
analíticas en la Musicología Argentina, ed. Federico Sanmartino y Héctor Rubio (Córdoba, Arg.:
Universidad Nacional de Córdoba, 2008), 81-134; Pablo Cirio, La historia negra del tango. Todo
tiene su historia negra pero de ésta estamos orgullosos. (Buenos Aires: Museo Casa Carlos Gardel,
2010).
10 . Goldman, Lucamba, Herencia africana en el tango. 1870-1890. (Montevideo, Uruguay: Perro
Andaluz, 2009).
11. Omar García Brunelli, “Bases para una aproximación razonable”, 91-124.
12. Goldman, Lucamba, 150.
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afroargentina, esa última, negada durante muchos años por discursos que privilegiaron
la “blanquedad”.
En el presente trabajo, escogiendo como material para el análisis lo que la propia
música nos dice, vamos a considerar algunos tangos de entre 1880 y 1915 que
evidencian elementos o componentes de corte afro en el marco de un proceso de
binarización de los ternarios africanos. Nos interesa la mirada de Pérez Fernández13 y de
Rodríguez Ruidíaz, 14 quienes proponen análisis pertinentes de esas transformaciones
rítmicas en diversos estilos. Serán esos dos trabajos los pilares bibliográficos sobre los
que se basará nuestro análisis.
todo, el tango no aparece entre los géneros que compara, por lo que creemos que el
aporte que brindamos en el presente trabajo es significativo.
Rodríguez Ruidíaz, 16 basándose en la binarización de los ternarios de Pérez
Fernández,17 explica cómo la “sesquiáltera o hemiola” (superposición de una pulsación
ternaria y otra binaria) se transforma en el tresillo cubano, el cual, combinado con una
pulsación binaria, forma el “ritmo de habanera”. A continuación, citamos el cuadro
explicativo de esas transformaciones rítmicas:
Tresillo cubano
una garufa”, “Alberto”, “La reina de Saba”, “Don José María” y “El torpedero” de
Rosendo Mendizábal; “La C…ara de la L…una” y “Ahí nomás” de Manuel
Campoamor; “La Viruta”, “Ojos negros”, “Rodríguez Peña”, “Racing Club”, “El Pato
de la Z”, “Tiene la palabra”, “El perverso” y “El saladillo” de Vicente Greco; “La
Catrera” de Arturo De Bassi; “Espiga de oro”, “Armenonville”, “Sábado inglés” y
“Margot” de Juan Maglio; “Alice”, “Lágrimas”, “Batarás”, “La Cabrera”, “El Marne”,
“Maipo”, “Moñito”, “Rawson”, “Retintín”, “La guitarrita”, “Bien tirao”, “Nariz” y
“Anatomía” de Eduardo Arolas; “Yunta Brava” de Ángel Villoldo; “Aguardate China”,
“El afamao”, “El pretencioso”, “La coqueta del plata” y “Tomale el tiempo” de Alfredo
Eusebio Gobbi; “Ricurita” de Emma Silvia Troisi; “El burro” de Carlos Minotti: “¿A la
vuelta?” De Próspero Cimaglia y “Don Justo” de Rafael Fracassi.19 Transcribimos un
ejemplo a continuación:
19. Es preciso aclarar que en el tango “La C…ara de la L...una” de Campoamor grabado por la orquesta
de Vicente Greco en 1911, la guitarra que realiza el acompañamiento, según lo que podemos apreciar
en la grabación muy defectuosa, pareciera ligar algunos de los bajos generando el tresillo cubano. Lo
mismo sucede con “La Viruta”, tango grabado por Arolas y su orquesta típica entre 1913 y 1918. Sin
embargo, la tendencia se inclinaba a generar la repetición de esos acordes en el centro. Los enlaces
para escuchar son https://www.youtube.com/watch?v=dLUSJP-VxNQ y
https://www.youtube.com/watch?v=9Ccbr1X4giw
20. En la grabación de época a cargo de la Cattani’s band no se perciben esos diseños ligados.
21. Consultado en https://imslp.org/wiki/Danzas_Cubanas_(Cervantes%2C_Ignacio)
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Pero Pérez Fernández analiza que ese “patrón de la habanera”, con las notas
internas ligadas, es el resultado de la binarización del “moloso” (sucesión de tres negras
en un compás de 6/8).22 Y explica la evolución de la siguiente manera:
El hecho es que esa forma particular en la disposición del “patrón de la habanera” con
notas u acordes repetidos en el centro daría cuenta de un estadio previo ternario y de
ascendencia afro.
Queda sugerida esa división, como vemos, por el uso de una octava o un
bicordio en el primer y tercer tiempo y una nota repetida sin armonizar, que da más la
sensación de un bajo en contratiempo para el segundo y cuarto tiempo. En “El otario”
de Gerardo Metallo, en “De pura yerba” de Augusto Berto y en el tango del
afrodescendiente Carlos Posadas titulado “Retirao”, se plantea el diseño de la habanera
con las mismas características señaladas en el ejemplo anterior.
Rodríguez Ruidíaz apunta que, en algunas contradanzas cubanas del siglo XIX,
ese tipo de “sincopación” es, generalmente, pasada por alto.23 El ejemplo que incluye es
de la contradanza “La Matilde” de 1829, en donde los sonidos del bajo están
desplazados de los tiempos fuertes por el uso del contratiempo. Pero hay otras de
Manuel Saumell Robredo, 24 como “La Linda”, “El Bazar”, “La gota de agua”, “La
territorial”, “La Trenita” o “La Veleta”, en donde encontramos la habanera invertida, tal
como en los ejemplos de los tangos propuestos.
Flexibilización rítmica
27 . Consultado en http://conquest.imslp.info/files/imglnks/usimg/9/98/IMSLP311511-PMLP503210-
SAUMELL,_CONTRADANZAS.pdf
28. Consultado en http://bdh-rd.bne.es/viewer.vm?id=0000174866&page=1
Artículos 193
exhiben están ligados a los negros. 29 Sobre lo musical resaltan: “…una de las
características principales de la habanera: la alternancia de tresillos sobre ritmo binario,
que hemos visto vinculada al tango americano y que acompañó, aunque muy
fugazmente, las primeras plasmaciones del tango rioplatense”.30
Adjuntan un ejemplo de “El tango del mate” de Pedro Palau de 1891, el cual fue
introducido en 1894 en una zarzuelita en un acto denominada De Madrid a Buenos
Aires, en donde se observa el tresillo de corcheas sobre el ritmo de habanera. Los
autores marcan que “existen además varios pasajes en compás ternario alternando con el
binario. Si bien el texto tiene carácter local, se trata de una habanera o un tango
americano, como bien lo evidencian sus características”.31 Es decir, advierten el uso de
la hemiola como una característica primordial de la habanera o del tango americano,
pero sin vislumbrar en ello un componente afro.
Se puede observar el uso de hemiolas y del recurso de “microtiempo” en tangos
de la etapa de gestación y Guardia Vieja (entre 1880 y 1915), como: “La entrerriana” de
Anselmo Rosendo Mendizábal, “La Morocha” de Enrique Saborido, “A la gran flauta”
de Alberto Poggi, varios tangos de Miguel Tornquist, como “El Maco”, “El estopín”,
“El chinchorro”, “El Batarás” y “El ñato” y también en otros de Leopoldo Corretjer,
como “Apuntá pa otro lao”, “El argentino”, “Don Viruta y Chicharrón”, “Mate amargo”
y “El afilador”.
Dentro de los últimos años del siglo XIX, localizamos el tango “Sargento
Cabral” de 1899, de Manuel Campoamor, en donde se visualizan polirritmias mucho
más osadas, ya que se superponen células rítmicas que aluden a una acentuación
completamente diferente.
La superposición del quintillo y las dos corcheas seguida de una hemiola marca
una acentuada propensión hacia la ambigüedad métrica. Incluso, es dado pensar, que lo
que intenta hacer el compositor con la escritura, es reproducir una idea de fraseo que
corre libremente por encima de las corcheas más rígidas en el acompañamiento. Pero en
el mismo tango, unos compases más adelante, Campoamor redobla la apuesta:
Artículos 195
33. Agradecemos las observaciones aportadas por Héctor Rubio en este punto.
34 . La referencia digital para escuchar “Sargento Cabral” por la Banda Republicana de París es
https://www.youtube.com/watch?v=WDXtVLiZFbE
35. Esta valiosa observación nos fue aportada por Omar García Brunelli.
196 Revista Argentina de Musicología 21/2 (2020)
era afrodescendiente, y existe un registro de ese dúo de 1905 de “El cochero”.42 Allí, lo
que ejecuta Campoamor, casi con seguridad, se trata de una improvisación. Ahora, si
bien hay una libertad agógica, no se escuchan superposiciones rítmicas o métricas
complejas. Esto se podría deber al hecho de estar supeditado a desarrollar el
acompañamiento al payador Gabino Ezeiza y haber sentido coartada la libertad que
pudiera tener al tocar como solista.
Hay otro tango “El bollitero”, de Próspero Cimaglia, en donde encontramos el
uso de quintillos superpuestos al “ritmo de la habanera” y también a una corchea y dos
semicorcheas. Pocos datos hay de ese compositor. De todos modos, quizás no era un
ejemplo tan aislado el tango de Campoamor, en relación con el uso del quintillo sobre
ritmos binarios.
Respecto de las formas de ejecución plagadas de complejidades rítmicas o
métricas, hay un dato interesante sobre la interpretación de las contradanzas cubanas. El
periodista francés Jean Baptiste Rosemond de Beauvallon escribió en 1844:
Los aires de danza están plenos de frescor y originalidad; pero erizados de síncopas
y de medidas a contratiempo que para quienes la ejecutan es de una dificultad
inaudita. El célebre violonchelista Behrer me ha confesado haber ensayado
inútilmente de descifrar una parte del contrabajo ejecutado todas las noches en La
Habanera por un negro que no conocía ni una sola nota.43
mitad y fines del siglo XIX, que exhiben las mismas estructuras rítmicas. El fragmento
que transcribimos a continuación es de “La niña tropical” de 1895.47
50. La franja negra de la que habla el autor coincide con el área que Carlos Vega asignó al “cancionero
binario oriental” en donde se concentra el mayor poblamiento africano. Abarca la región porteña de
Argentina, Uruguay, Brasil, llega también hasta Venezuela y Colombia a lo largo del litoral atlántico
alcanzando las islas del Caribe e incluso México. Tiene como centro Río de Janeiro.
51. Ibid., 82.
52 . J.T. Wilkes e I. Guerrero Cárpena, Formas musicales rioplatenses (Buenos Aires: Publicación
Estudios Hispanos, 1946) citado en Pérez Fernández, La Binarización.
53. Pérez Fernández, La binarización, 88.
Artículos 201
alarga la corchea del medio (célula rítmica que tampoco la encontramos en ningún
ejemplo de Pérez Fernández o Rodríguez Ruidíaz). Esa célula se situaría casi a un paso
de conseguir el anfíbraco binarizado. El cuadro se completaría así:
Como vemos, muchos tangos albergan más de una de las variaciones posibles
del “patrón anfíbraco” o sincopado dentro de la línea melódica.
En “El ñato” también Tornquist plantea una apuesta rítmica de mayor dificultad
que superpone un tresillo de negras a una figura de tresillo formada por negra más
corchea, lo que crea una apariencia de 3/4 para el bajo y un 6/8 para la voz superior
(podría tratarse de tres negras en un 6/8 o el “moloso”, pero que por la acentuación
supondría un 3/4 también). La alternancia de ese tresillo de negras con la síncopa de
corchea-negra-corchea, nos permite más aún, vislumbrar fases intermedias en el proceso
de binarización: “…en el contexto binario del dos por cuatro el tresillo resulta una
reminiscencia de la ternaridad precedente”.56
Al mismo tipo de intercambio ternario-binario o de células ternarias y sus
correspondientes diseños binarizados, pero a nivel lineal, lo observamos en el siguiente
tango de Leopoldo Corretjer, pero sobre la unidad de la corchea.
Las contradanzas de Manuel Saumell en donde aparece el tresillo de negras en
compases en 2/4 son: “La Luisiana”, “Las quejas”, “Tu sonrisa”, “La gota de agua” y
“La niña bonita”.
Por otra parte, en “Que sí que no” de D’Herbil, existe una conexión más
evidente con la cultura negra debido a la letra, que es de su autoría también. Tiene
relación, sin dudas, con los típicos cantos posibles de corear por una concurrencia, en
donde el juego de palabras cortas toma protagonismo. Cirio asevera que algunos
compositores blancos recurrieron a incluir conductas musicales en sus tangos que le
permitieran al público entender su conexión con la “negritud”. 58 Entre uno de esos
recursos destaca el uso de onomatopeyas muy propias del canto responsorial, que es una
de las marcas estilísticas de la música africana. En este caso, si bien no son
onomatopeyas, son frases cortas repetidas con leves variaciones de la letra. Los
primeros dos versos “Que sí, que no” y “que no, que si” dan lugar a un principio de
forma responsorial. Decimos “principio”, ya que, en verdad, la división de las estrofas
es en todo caso “antifonal” y se trata de un diálogo de seducción entre una mujer y un
hombre (en vez de coro y solista) con cierto tono de picardía. Así y todo, creemos que
hay un componente afro en el juego y el intercambio de dos interlocutores sumado a las
palabras cortas y repetitivas.
(Él)
Que sí, que no
que no, que sí
que sólo, sólo,
que sólo, sólo,
te quiero a ti.
(Ella)
Que no, que sí
que sí, que no
que así te quiero,
te quiero, te quiero,
te quiero yo.
(Él)
Que sí, que no
que no, que sí
que mis suspiros,
suspiros, suspiros,
son para ti.
(Ella)
Que no, que sí
que sí, que no.
También suspiro,
suspiro, suspiro,
suspiro yo.
Artículos 209
Conductas Tangos
Polirritmias 2 tangos
Conclusiones
jugar los sucesivos compositores e intérpretes, aún sin tener plena consciencia de
ello”.62
La pregunta, simplemente, es si esas hemiolas, polirritmias y flexibilizaciones
del ritmo y la métrica que los tangos exhiben, tienen o no un componente afro o
afrocubano, en el mejor de los casos. Siendo prácticamente imposible probarlo, diremos
que, en el análisis, debido a la similitud de los patrones, hay mixturas evidentes. Pero el
evento sonoro musical es mucho más que estructuras rítmicas; implica un todo
integrado que atañe a lo melódico, armónico, textural, tímbrico y formal e incluso al
conjunto de fines estéticos y estilísticos que un producto musical implica. Por eso
hablamos de “influencias de ascendencia afro”.
De todos modos, esas huellas afro que identificamos en este trabajo y que
quedaron registradas en la música escrita hacen pensar que conductas musicales que
privilegiaron la superposición de células binarias y ternarias, o incluso polirritmias más
complejas, pueden haber tenido mayor repercusión en las formas de ejecución, pero que
lamentablemente no llegaron hasta nuestros días a través de las partituras editadas.
Finalmente, diremos que la conjunción de todos los elementos que hacen a un fenómeno
musical es un producto de una profundidad y complejidad que debe ser abordada con
cautela para no caer en afirmaciones precipitadas. Esperamos no haber sucumbido a esa
tentación.
Bibliografía
García Brunelli, Omar. “Bases para una aproximación razonable a la cuestión del
componente afro del tango”. Revista Argentina de Musicología, Vol. 18 (2017):
91-124.
Goldman, Gustavo. Lucamba, Herencia africana en el tango. 1870-1890. Montevideo:
Perro Andaluz, 2009.
Matamoro, Blas. La ciudad del tango. Tangos históricos y sociedad- Buenos Aires,
Argentina: Editorial Galerna, 1982.
Novati, Jorge e Inés Cuello. “aspectos histórico musicales I. Primeras noticias y
documentos”. En Antología del Tango Rioplatense. Desde los comienzos hasta
1920. Vol. 1, ed. Jorge Novati. Buenos Aires: Instituto Nacional de Musicología
“Carlos Vega”, 1980.
Pérez Fernández, Rolando Antonio. La binarización de los ternarios africanos en
América Latina. La Habana: Edición Casa de Las Américas, 1986.
Pérez Fernández, Rolando Antonio. “El mito del carácter invariable de las líneas
temporales”. Revista transcultural de música, N° 11 (2007): 1-13.
Rodríguez Ruidíaz, Armando. La contradanza cubana, 2015. Consultado en:
https://www.academia.edu/34091015/La_Contradanza_cubana
———. El origen de la música cubana: Mitos y realidades, 2015. Consultado en:
https://www.academia.edu/4832395/El_origen_de_la_m%C3%BAsica_cubana._
Mitos_y_realidades
Vega, Carlos. Panorama de la música popular argentina: Buenos Aires, Argentina:
Edición Losada, 1944.