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Hecho Religioso

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El hecho religioso

Vamos a estudiar el hecho religioso. Es decir, vamos a tratar de comprender una


realidad que está ahí y no podemos ignorar: la existencia de hombres y mujeres que, a lo
largo de los siglos, han dicho que tienen una religión. Una religión que han estudiado,
anunciado y explicado a otros; una religión sobre la que han escrito y por la que incluso
han llegado a dar la vida.

Al hablar del hecho religioso, nos estamos refiriendo a todas las religiones que han
existido en el pasado o existen hoy. En todas ellas encontramos algo común que nos
permite llamarlas "religión", a pesar de las notables diferencias que puede haber entre
ellas. Eso que todas las religiones tienen en común es lo que intentamos ver en este tema,
sin fijarnos, por consiguiente, en una religión concreta.

Vivir la religión es, sin duda, lo más importante para una persona que dice tener una
"religión". Pero también es necesario conocerla e incluso conocer otras religiones
diferentes. Lo primero, porque el conocimiento de la propia religión ayuda a ser
consecuente con lo que la religión dice y, lo segundo, porque conocer otras religiones
puede ayudar a comprender mejor a los que las practican. Con ello no queremos decir que
todas las religiones tengan el mismo valor para cada uno.

Además, necesitamos mantener el equilibrio entre nuestra cultura religiosa y


nuestra cultura en otras ramas del saber. Abundan, por desgracia, las personas que
desconocen casi todo de su propia religión o/y de las que le rodean. Se empieza a hablar
de un cierto "analfabetismo religioso".

Manifestaciones pseudoreligiosas

En nuestra sociedad encontramos muchas manifestaciones más o menos


relacionadas con la religión que debemos aprender a diferenciar de ésta. Tenemos
tendencia a considerar como religión todo aquello que hace referencia a lo desconocido y
al misterio; así se suelen considerar o confundir con la religión fenómenos tan dispares
como la astrología, la adivinación, la quiromancia, la magia, la superstición o la idolatría...

Magia

La magia es un conjunto de actos que se realizan con la intención de "dominar" las


fuerzas ocultas o divinas y así orientarlas en beneficio de quien realiza las prácticas
mágicas. En la magia, la persona busca su propio beneficio para satisfacer alguna
necesidad. De este modo, el mago "somete" esos poderes superiores, que se convertirían
en un instrumento en sus manos. Y si esas "fuerzas" pueden ser dominadas en un
momento dado por algo o por alguien es que no son la "Realidad Suprema".
Superstición

La persona supersticiosa cree que existe algo superior, una especie de fuerza oculta
que puede no favorecerla, o incluso castigarla si realiza ciertos actos que, por lo tanto, hay
que evitar.

Idolatría

La idolatría consiste en tomar como Dios aquello que no lo es, ya sean objetos (el
dinero) o seres naturales (personas, animales). Estos objetos o seres naturales son
divinizados por la persona que los convierte en ídolos. Las relaciones que se establecen
son de sometimiento, dependencia y casi de adoración.

Ciencias ocultas

Se llama ciencias ocultas a todo un conjunto de prácticas orientadas a conocer el


futuro, generalmente por procedimientos poco científicos. El interés del ser humano por
conocer su futuro es muy antiguo; por ejemplo, los orígenes de la astrología se remontan
a los caldeos y a los asirios, unos tres mil años antes de nuestra era.

Todas estas prácticas suponen que la vida de las personas está ya predeterminada
por una especie de destino; la decisión personal no cuenta. Entre las denominadas
ciencias ocultas están:

 La astrología, que estudia la influencia que la posición y el movimiento


de los astros tienen sobre las personas.
 Los adivinos. Con el sufijo griego "mancia" (de manteia = adivinar) se
construyen en castellano una serie de palabras que designan la adivinación a
través de algo: Cartomancia, arte que pretende adivinar el futuro a través de
los naipes (como el Tarot). La quiromancia, que practica la adivinación por
medio de la interpretación de las rayas de la mano. Ornitomancia: adivinación
por el vuelo y el canto de las aves. Etc.
 El horóscopo, que consiste en la predicción del futuro mediante el
estudio de la posición de los astros en relación con los signos del zodiaco.

Este tipo de prácticas está muy lejos del sentimiento que motiva la religión:
aceptación libre de la divinidad, en cuya relación se encuentra el sentido de la vida.

El sentido de la vida de una persona religiosa brota de su interior en diálogo con la


divinidad. En las ciencias ocultas, la persona renuncia a esa búsqueda personal y se limita
a intentar descubrir un pretendido futuro ya escrito y predeterminado. En nuestra
sociedad se dan, junto con la religión, otros muchos fenómenos que no deben confundirse
con ella. A la hora de saber si una conducta es religiosa o no, debemos fijarnos en
el sentimiento o actitud que tiene ante la divinidad el que practica esa conducta. El
cuadro siguiente presenta un sencillo procedimiento de análisis para indicar a qué
fenómeno de los anteriores pertenece una determinada conducta. Aunque no debemos
olvidar que detrás de una conducta hay una actitud, y serían éstas las que habría que
diferenciar, cosa que es muy difícil.

Sentimiento hacia lo divino Práctica

Aceptación libre de la divinidad. Adoración amorosa. Diálogo RELIGIÓN

Deseo de manipular lo divino para obtener un beneficio MAGIA

Temor a las fuerzas superiores que pueden existir. Intención


SUPERSTICIÓN
de evitar su posible castigo

Convertir en dios aquello que sólo es humano IDOLATRÍA

Deseo de conocer el futuro que cada persona tendría


CIENCIAS
predestinado y que no dependería, por tanto, de sus
OCULTAS
decisiones personales.

Cuándo, cómo y dónde surge la religión

Resulta imposible dar una respuesta definitiva a estas preguntas. Sin embargo,
podemos rastrear los lejanos orígenes del hecho religioso.

 El primer rastro que nos muestran las investigaciones de los


arqueólogos es de hace 500.000 años. En la colina del Hueso del Dragón,
próxima a Pekín, encontraron restos que han sido interpretados como indicios
de que los homínidos tenían la idea de una prolongación de la vida más allá de
la muerte. Los restos de los que hablamos pertenecen al Pleistoceno.
 En Europa occidental hay hallazgos que permiten asegurar que 200.000
años a. C. se practicaba el enterramiento ritual.
 Hacia el 70.000 a. C., período que corresponde a la aparición del homo
sapiens, se intentaba vivificar el cuerpo de los difuntos aplicándoles ocre rojo.
Restos de estos enterramientos han sido encontrados en Gales del Sur,
Dordoña (Cro-Magnon).
 Más tarde, entre los años 20.000 y 10.000 a. C., fecha aproximada del
final del paleolítico superior, aparecen entre los hombres el culto a la
fecundidad, los ritos relacionados con la caza y el dominio de los animales.
Todos estos indicios demuestran una incipiente actitud religiosa en el hombre
primitivo. Es un intento de superar las situaciones que más le impresionan y con las que
tiene que enfrentarse: el nacimiento y la propagación de la especie; la subsistencia (a base
de la caza) y la muerte.

El hombre primitivo recurre a técnicas rituales para abordar las situaciones que le
asombran. De esta manera se consolida la actitud religiosa. Surgen amuletos de
fecundidad (Venus de Brassenpouy, Lespugue y Willendorf), danzas rituales ejecutadas en
cuevas casi inaccesibles, adornadas con pinturas de animales heridos (caverna de
Montespau, de los tres hermanos), como un intento de controlar y dominar la caza.

 El sentido religioso se acentúa en el Neolítico. El hombre empieza a


ofrecer sacrificios, a veces humanos, como intento de intercambiar dones con
los poderes superiores. La sustitución de los sacrificios humanos por la
ofrenda de animales se hace progresivamente. La complejidad de estas
actividades rituales obliga a algunas personas a especializarse en ellas;
adquieren así cierto carácter sagrado.
 Durante el quinto milenio a. C. aparecen la agricultura y la ganadería
en la región denominada "media luna fértil". El hombre ya no necesita
trasladarse para buscar su alimento. Aunque siguen existiendo grupos
humanos nómadas, surgen núcleos estables de población. Nace la vida
sedentaria y se extiende lentamente por Europa. Con ella brotan nuevas
formas religiosas más elaboradas y precisas.
 Hacia el tercer milenio a. C., aparece la escritura que con el tiempo
servirá de instrumento precioso para fijar, expresar y transmitir las ideas y
creencias religiosas.

También resulta imposible saber con exactitud qué imagen del Ser Supremo tenía el
hombre primitivo. Parece ser que estaba relacionado con la fecundidad de las personas,
animales y plantas; también con la actividad de la caza y con el culto a los muertos. Era
concebido como un ser, de alguna manera responsable del mundo que el hombre veía
(Mitos de Creación). Aparece además la idea de la diosa madre, engendradora de vida. Y
posteriormente surgen otras divinidades especiales, relacionadas con las dos primeras y
honradas en lugares llamados panteones.

El nacimiento y la pubertad constituyeron dos acontecimientos de la vida humana


que marcaron al hombre primitivo en su actividad e ideas religiosas.

Podemos afirmar, por consiguiente, que las danzas sagradas, las ofrendas y
sacrificios, los ritos de iniciación y el culto a los muertos constituyen las primeras
expresiones religiosas de la humanidad.

El estudio de tribus y pueblos que, aún hoy, viven de forma parecida (Nueva Guinea,
Australia, África) puede ayudarnos a la hora de conocer la expresión religiosa del hombre
primitivo. Con todo, hemos de ser cautos a la hora de elaborar teorías basadas en estos
estudios, por cuanto estos pueblos tienen una larga historia, tal vez no escrita, que de
alguna forma les diferencia del hombre del neolítico. Señalamos, finalmente, que hombre
primitivo no es lo mismo que hombre salvaje. Las creencias religiosas de muchos pueblos
primitivos preservan su estricta moral y rigurosa organización social y familiar.

Elementos que integran una religión

Analizamos los elementos esenciales de una «religión».

Realidad suprema o misterio

Ya hemos visto que en la mayoría de las religiones recibe el nombre genérico de


Dios, pero que algunas prescinden de darle un nombre por considerarlo tarea imposible.

A Dios no se le puede definir, pues esto supone ponerle límites. Pero se puede saber
algo de él, sobre todo por la huella que Dios deja en las cosas y en la historia de los
hombres. Dios es anterior al hombre y superior a él. Cuando Dios sale al encuentro del
hombre, éste experimenta la necesidad de cambiar y de ver la vida de forma diferente. El
encuentro con Dios afecta a lo más profundo y definitivo de su ser.

Indudablemente no resulta fácil hablar de Dios, ya que las palabras siempre se


quedan cortas. Por ello, la actitud del hombre religioso ante Dios es la de escuchar y
hablar con El antes que la de hablar de Él. De aquí surge la oración, actividad importante
en todas las religiones.

Lo sagrado

La irrupción del misterio (Dios) en la vida del hombre hace que todo lo que se
relacione con él adquiera un carácter sagrado. Sagrado quiere decir «separado». Una
persona que orienta su vida a Dios, una cosa que se dedica a Él, son sagradas. No
podemos tratarlas de cualquier manera. Ya no son para sí, sino para Dios. Cuando el
hombre entra en un lugar sagrado, se comporta de forma diferente, queda inmerso en
una atmósfera nueva y expresa esta realidad con una serie de actitudes distintas (silencio,
descalzarse, postrarse...). También en la vida del hombre hay tiempos sagrados —las
fiestas— dedicados de forma especial a esta relación con Dios.

Aunque algunas personas, cosas y tiempos estén especialmente dedicados a Dios,


conviene señalar que no siempre es fácil establecer la distinción entre sagrado y profano.
En cierto modo, al menos para algunas religiones, todo tiene algo de sagrado, todo dice
algo respecto a Dios.
Actitudes religiosas

Todo lo dicho provoca en el hombre la actitud religiosa, porque el hombre necesita


expresar, lo que siente y vive. Lo hace con gestos, formas, palabras, modos de hacer las
cosas. Con todo, lo fundamental de la actitud religiosa es que el hombre no se considere
nunca ni el centro ni la medida de sí mismo.

El hombre religioso conoce y reconoce el misterio llamado Dios, es decir, acepta esa
superioridad que le desborda. Y esta aceptación le lleva a cambiar de vida. Su
comportamiento es ya diferente.

Caben otras actitudes ante el Misterio: rebelarse, desesperarse, huir, enfrentarse


con él. Pero la auténtica actitud religiosa es la de aceptar porque en la aceptación del
Misterio que asombra y desborda, compromete y exige, está la plena realización, es decir,
la salvación del hombre religioso.

El hombre no dimite de su responsabilidad por aceptar el Misterio. Más bien sucede


lo contrario. Se puede decir que ésta se amplía y adquiere dimensiones nuevas.

 Creer que Dios ha creado el mundo compromete con ese mundo.


 Creer que Dios perdona compromete a perdonar a los demás.
 Creer que Dios ama a los hombres compromete a amar al prójimo.

Muchas de las actitudes que adoptamos ante los hombres y las cosas dependen del
Dios en que creemos.

Mediaciones

La distancia entre el Misterio y el hombre que lo acepta queda, en cierto modo,


salvada por las diferentes mediaciones a través de las cuales aquél se manifiesta en la vida
del hombre.

Los fenómenos de la naturaleza, la historia, los hombres, pueden ser mediaciones


que hagan presente el Misterio en nuestras vidas. En lenguaje técnico estas mediaciones
de lo sagrado se llaman «hierofanías». Son los caminos por los que se nos transparenta el
Misterio, pero no el Misterio en sí.

A lo largo de la historia se produjeron de muchas formas y en muy diferentes


ocasiones. Los lugares (montes, santuarios, altares...), los tiempos, los acontecimientos...
han servido a los hombres de vehículo para traer a sus vidas una presencia más clara del
Misterio.
Expresiones de la experiencia religiosa

La experiencia religiosa, fruto del encuentro entre el hombre y el Misterio, se vive y


se expresa a través de palabras, gestos, acciones, comportamientos... Todos ellos
son expresiones simbólicas es decir, para entenderlos tenemos que mirar a la realidad
que simbolizan.

El Mito, es un relato, generalmente dramático, situado en un pasado remonto que


tiene por finalidad explicar la razón de lo que existe (el por qué y para qué) en relación con
el Misterio Ultimo. Los hay de diversa índole: Teogonías, cosmogonías, cosmológicos,
antropológicos, escatológicos...

Si nos quedamos en la letra, el mito es ficción, pues lo que narra no ha acontecido


nunca. Pero si atendemos al significado del mito vemos que es real, describe la realidad de
la vida del hombre y proclama la verdad de esa realidad. Por eso el mito es un relato con
el que el hombre se identifica siempre pues en él ve reflejada su existencia. El mito es el
arquetipo de la existencia. Además el mito no es una expresión primitiva, el hombre actual
sigue produciendo mitos... personajes, historias con las que el hombre de hoy se identifica
porque ve reflejado en ellas el sentido o el ideal de su vida. Por ello perdura hoy
coexistiendo con otras formas más conceptuales de expresión de sentido.

El Rito Es el conjunto de acciones y gestos que exteriorizan el mito y que sirven de


medio para que el hombre se identifique con él y lo reviva en su historia.

Rito y mito aparecen íntimamente unidos: El mito es la palabra sagrada y el rito la


acción que la hace presente aquí y ahora. O bien, al revés, el rito es la acción sagrada y el
mito la acción que la explica y la motiva (ej. la creación en 7 días). El mito expresa en
palabras el mundo de lo trascendente y el rito lo hace presente, así, mediante el rito, el
hombre religioso transporta la propia acción y vida al ámbito de lo sobrenatural. El
hombre religioso cree en la eficacia de los ritos no porque se trate de una acción mágica,
sino porque son el lugar del encuentro con lo trascendente y, en definitiva, con el sentido
de la existencia.

La Oración es la palabra por la que el hombre religioso eleva su mente, su corazón y


todo su ser hacia el Misterio Ultimo en una alabanza, una súplica e incluso a veces en una
queja. Es el reconocimiento más patente del hombre religioso de que toda su existencia
está referida al Misterio Último. Brota de un sentimiento de dependencia pero su lenguaje
es siempre más cercano al del amor y la poesía que al del miedo. Por supuesto es muy
diferente la oración religiosa que el conjuro mágico.

Leyes de pureza son normas de prohibición (tabú, prohibición de lo impuro) o de


purificación (adquisición de la pureza) que expresan la necesidad de presentarse
incontaminado y digno ante el Misterio Último.
Tabú es una palabra indonesia que significa "aislado", "prohibido" y es o se
convierte en tabú toda persona, cosa o acción que aparezca poseída de una fuerza de
naturaleza más o menos incierta, sea de forma permanente o transitoria, se evita su
contacto para no ser contaminados "impuros, aislados" y perder la capacidad de relación,
incluso con el Misterio Último, ya que lo divino es soberanamente puro, incontaminado,
Santo.

Paralelamente al tabú encontramos las leyes de pureza ritual para readquirir la


pureza requerida en el hombre:

 Restablecen el orden perturbado por la trasgresión del tabú


 Hacen al hombre capaz de relación con el Misterio.

Todas las leyes morales y de conducta con el prójimo de las religiones podrían tener
aquí su fundamento: es la necesidad de presentarse puro ante la divinidad. "Sed santos,
porque Yo, Yavé, vuestro Dios, soy Santo" Lv.19,2.

Igualmente, el lenguaje racional complementa al simbólico en el intento de


conceptualización del Misterio, surgiendo así las teorías (dogmas, catecismos, credos...) o
teologías en las distintas religiones.

Los ritos dan paso a las "liturgias": el culto oficial.

En cuanto que la experiencia religiosa se vive en grupo, éste tiende a organizarse


generando una estructura organizada.

Así, hoy, podemos distinguir unas religiones de otras, no porque crean en el Misterio
Último o en una Realidad Trascendente, sino por cómo lo conceptualizan (doctrina), como
lo viven o celebran (culto), como lo llevan a sus vidas (moral) o cómo se organizan
(estructuras).

El lenguaje religioso

El lenguaje es el mejor medio de comunicación que posee el hombre. En la


actualidad el lenguaje religioso está siendo objeto de estudio y análisis como nunca antes
lo fue. Y es que el lenguaje también plantea en ocasiones problemas y malentendidos.

El hombre crea formas de expresión nuevas cuando se encuentra en su vida ante


realidades importantes. Forja un lenguaje. Hay un lenguaje técnico, otro popular, otro
religioso...

• Dentro del lenguaje religioso distinguimos dos grandes líneas: Hablar de Dios y
hablar a Dios. En la primera entra el lenguaje que llamamos «doctrinal». Al afirmar «Dios
es creador», empleamos una fórmula teológica que nos dice algo sobre Dios. Estamos
hablando de Dios.

En la línea del hablar a Dios se encuentran el lenguaje de la liturgia (palabras y


gestos cargados de simbolismo) y el de la oración (de alabanza, petición y acción de
gracias).

• Las formas del lenguaje religioso son simbólicas. Es decir, emplean símbolos para
expresarse ya que la realidad a la que hablan o de la que hablan no puede ser delimitada
por ninguna palabra humana por superar de lleno las posibilidades de nuestro lenguaje.

• Señalamos una característica más del lenguaje religioso. Decir algo sobre Dios
compromete al que habla y le exige vivir en consonancia con lo que está diciendo. La
expresión «Dios es bueno», pide al que lo dice de verdad que intente ser bueno como el
mismo Dios lo es. En el lenguaje religioso la actitud con que se dice es tan importante
como lo que se está diciendo.

• Nos fijamos, finalmente, en la influencia que el lenguaje religioso ejerce sobre el


lenguaje ordinario. Exclamaciones, refranes, frases como «Dios mío», «Si Dios quiere»,
«adiós», «¡Vaya por Dios!» «A quien Dios se la dé...» están tomadas del lenguaje religioso
y demuestran la enorme influencia que, a lo largo de los siglos, ha tenido la religión y sus
formas de expresión en la cultura popular.

Buscar la verdad

Buscar la verdad es una actitud fundamental de un ser dotado de inteligencia como


el ser humano. Pero, al hacerlo, no sólo pone en juego la razón sino todo su ser.

En nuestra sociedad actual, la influencia de la ciencia y de la técnica puede hacernos


pensar que sólo alcanzaremos la verdad mediante ellas y sus métodos. Es cierto que la
ciencia busca la verdad, pero nunca puede pretender encontrar la verdad global ya que
carece de posibilidades para ello. De hecho, el hombre necesita otros medios para hacer
frente a momentos importantes y situaciones de fondo por los que atraviesa su vida.

La religión trata de encontrar la verdad global y definitiva que explique y dé sentido


a la existencia total del hombre, del mundo y de la historia. El hombre cometería un error
si pretendiese buscar en la ciencia la explicación y fundamentación de toda su existencia...
hasta de su actitud religiosa.

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