Sentencia T 506 Del 2011
Sentencia T 506 Del 2011
Sentencia T 506 Del 2011
La obligación alimentaria, por regla general se mantiene por toda la vida del alimentado
mientras se conserven las condiciones que dieron origen a ella, es decir en tanto subsista la
necesidad del alimentario y la capacidad del alimentante. En caso de divorcio o separación, se
requiere además que, el cónyuge inocente no inicie vida marital con otra persona, pues en
este caso se extinguirá el derecho. Lo anterior, implica que la muerte del alimentado será
siempre causal de extinción del derecho de alimentos, porque el término máximo de duración
de dicha obligación es la vida del mismo, pues los alimentos no se trasmiten por causa de
muerte. Situación diferente a la anterior, se presenta cuando quien fallece es el alimentante, o
lo que es lo mismo, el deudor de los alimentos, pues en este caso no siempre se extingue la
obligación, ya que si subsiste el alimentario y su necesidad, éste último podrá reclamarlos a los
herederos del deudor, aunque concretando su pretensión sobre los bienes dejados por el
aliméntate, siempre y cuando no opere la confusión, como modo de extinguir las obligaciones.
Los alimentos hacen parte del pasivo sucesoral y, como tal, el estudio de los mismos, en caso
de muerte del alimentante, se debe dar dentro del proceso de sucesión, en el cual se definirá
el futuro de ellos y la posible confusión que se presente en el alimentario, quien en virtud del
fallecimiento del causante, puede ser deudor y acreedor de la masa sucesoral.
ACCION DE TUTELA-Improcedencia para reclamar pago de cuotas alimentarias vencidas
Acción de tutela instaurada por Santos María Silva de Pérez contra Fondo Pasivo de Puertos de
Colombia –FONCOLPUERTOS-
Magistrado Ponente:
La Sala Octava de Revisión de la Corte Constitucional integrada por los Magistrados Luis
Ernesto Vargas Silva, María Victoria Calle Correa y Humberto Antonio Sierra Porto, quien la
preside, en ejercicio de sus competencias constitucionales y legales, específicamente las
previstas en los artículos 86 y 241 numeral 9º de la Constitución Política y en los artículos 33 y
siguientes del Decreto 2591 de 1991, ha proferido la siguiente
SENTENCIA
Dentro del proceso de revisión del fallo de tutela proferido por la Sala Civil-Familia del
Tribunal Superior del Distrito Judicial de Santa Marta, que declaró la existencia de hecho
superado, en la acción de tutela instaurada por Santos María Silva de Pérez contra el Fondo de
Pasivos de Puertos de Colombia –FONCOLPUERTOS-.
I. ANTECEDENTES
El pasado veinticuatro (24) de septiembre de dos mil diez (2010), la ciudadana Santos María
Silva de Pérez, a través de apoderada, interpuso acción de tutela solicitando el amparo de su
derecho fundamental de petición, el cual, en su opinión, ha sido vulnerado por el Fondo de
Pasivos de Puertos de Colombia –FONCOLPUERTOS-.
De acuerdo con la solicitud de tutela, el escrito de insistencia presentado por la Defensoría del
Pueblo y las pruebas obrantes en el expediente, la accionante sustenta su pretensión en los
siguientes
Hechos
1.- La señora Santos María Silva contrajo matrimonio católico con el señor Pedro Pérez Pertuz
el 1 de diciembre de 1962. Los contrayentes tuvieron una convivencia aproximada de 17 años.
2.- En 1998 la señora Santos María Silva, a pesar de que se encontraba separada del Sr. Pérez
desde hacía aproximadamente 20 años, decidió tramitar un proceso de alimentos de mayores
en busca de la ayuda de su esposo en razón a la precaria situación económica que atravesaba.
3. El referido proceso terminó con sentencia proferida el 13 de agosto de 1998 por el Juzgado
Promiscuo de Familia de Ciénega Magdalena, en la cual se impuso al señor Pérez Pertuz la
obligación de pagar como alimentos la suma equivalente al 25% de la pensión de jubilación y
primas que recibiera del Fondo de Pasivo Social de Puertos de Colombia Foncolpuertos.
4. Los argumentos sobre los cuales se basó esa decisión fueron los siguientes: (i) el señor Pérez
Pertuz se encontraba en capacidad de dar alimentos en razón a que era jubilado; (ii) no tenía
obligaciones con menores de edad, puesto que todos sus hijos ya eran mayores y, (iii) la
accionante era su esposa y tenía la necesidad de aquellos.
6.- El 2 de mayo de 1999, se produjo el fallecimiento del señor Pedro Pérez Pertuz. Al
momento del deceso no se había liquidado la sociedad conyugal entre éste y la Señora Santos
María Silva[1].
7.- Manifiesta la parte actora que Foncolpuertos siguió consignando la cuota alimentaria en la
forma decretada hasta el 27 de septiembre de 1999. A partir de esa fecha la entidad
demandada se negó al pago de la prestación.
8.- Indica la apoderada que, desde el año 1999 solicitó a Foncolpuertos reiteradamente y a
través del Juzgado Segundo Promiscuo de Familia de Ciénega, el pago de la cuota alimentaria,
poniendo de presente la difícil situación económica de la accionante. La entidad demandada se
negó a lo pedido en razón a que el señor Pérez aparecía como fallecido en la base de datos,
razón por la cual cesaron todos los descuentos que se venían efectuando sobre la pensión.
10.- En la actualidad, la señora Silva vive en una invasión, no tiene trabajo y depende
económicamente de su hija, quien es madre soltera.
11.- La pensión del señor Pérez Pertuz fue sustituida en forma completa a su compañera
permanente.
Solicitud de Tutela
12.- Con fundamento en los hechos narrados, la ciudadana Santos María Silva, a través de
apoderada, reclama la protección de su derecho fundamental de petición y, como
consecuencia, se ordene a la entidad demandada la cancelación de las cuotas alimentarias que
en adelante se causen, así como las dejadas de consignar. Lo anterior, a fin de garantizar su
derecho a la vida digna, el mínimo vital y la salud.Respuesta del demandado
13.- La Coordinadora del Área de Prestaciones económicas del Grupo Interno de Trabajo,
Gestión Pasivo Social Puertos de Colombia y facultada por el Coordinador General para
tramitar y responder a las acciones de tutela que se formulen contra el Grupo, indicó que el
derecho de petición presentado por la accionante se encontraba en estudio para proceder a
dar una respuesta de fondo, por lo tanto solicitó al juez ampliar en 5 días el plazo para
responder.
Lo anterior, por cuanto el volumen de peticiones que llegan al Grupo es tan alto que se
imposibilita dar respuesta a todas en el término señalado en la ley.
Impugnación
17.-El Tribunal Superior del Distrito Judicial de Santa Marta, Sala Civil- Familia, en providencia
emitida el 17 de noviembre de 2010, se refirió en un primer momento a la presunta nulidad
alegada por la parte demandada, al respecto señaló:
“Es posición de la Corte Constitucional que las disposiciones contenidas en el Decreto 1382 del
2000 no son reglas de competencia para conocer de las tutelas, sino meras directrices para su
reparto entre los jueces, y como consecuencia de la anterior afirmación, no pueden
presentarse conflictos de competencia o decretarse nulidades por el desconocimiento de tales
ellas.”
En relación con el derecho de petición señaló el fallador de instancia que al mismo se le dio
respuesta con posterioridad a la presentación de la impugnación, razón por la cual cesó la
vulneración del derecho y se procedió en la parte resolutiva a declarar la carencia de objeto
por hecho superado.
3. Declaraciones extrajuicio de amigos de la pareja donde consta que la señora Santos en las
que manifiestan que ésta última siempre dependió de él.[4]
5.- Certificación expedida por el Juzgado Segundo Promiscuo de Familia de Ciénega, donde
consta, el último título recibido por concepto de alimentos.[6]
8.- Auto de 22 de junio de 1999 que admitió la demanda de la sucesión intestada de Pedro
Vidal Pérez Pertuz, formulada por Santos María Silva y otros.
9.- Copia de la sentencia de 7 de febrero de 2005 que puso fin al proceso de sucesión del señor
Pedro Pérez Pertuz.
Competencia
1.- Esta Corte es competente para revisar el presente fallo de tutela de conformidad con lo
previsto en los artículos 86 y 241 de la Constitución Nacional, el Decreto 2591 de 1991 y las
demás disposiciones pertinentes.
Problema jurídico
3.- A fin de resolver el asunto, la Sala se pronunciará sobre los siguientes tópicos: (i)
Consideraciones generales sobre los alimentos que se deben por ley entre cónyuges y
cónyuges divorciados, (ii) Extinción de la obligación alimentaria , (iii) improcedencia de la
tutela para definir derechos litigiosos de contenido económico y, (iv) el caso concreto.
Consideraciones generales sobre los alimentos que se deben por ley entre cónyuges y
cónyuges divorciados. Reiteración de jurisprudencia.
La noción del derecho de alimentos implica la facultad que tiene una persona de exigir los
emolumentos o asistencias necesarias para su subsistencia, cuando no se encuentre en las
condiciones para procurárselos por sí misma, a quien esté legalmente en la obligación de
suministrarlos. Generalmente, el derecho de solicitar alimentos deviene directamente de la
ley, aun cuando también puede tener origen en un acto jurídico.
En esta última hipótesis, se ha expuesto que para poder reclamar alimentos es necesario el
cumplimiento de ciertas premisas, a saber: (i) Que el peticionario carezca de bienes y, por
consiguiente, requiera los alimentos que demanda; (ii) Que la persona a quien se le piden
alimentos tenga los recursos económicos para proporcionarlos y (iii) Que exista un vínculo de
parentesco o un supuesto que origine la obligación entre quien tiene la necesidad y quien
tiene los recursos. Sobre estos aspectos, la sentencia C-237 de 1997, dispuso: “El deber de
asistencia alimentaria se establece sobre dos requisitos fundamentales: la necesidad del
beneficiario y la capacidad del deudor, quien debe ayudar a la subsistencia de sus parientes,
sin que ello implique el sacrificio de su propia existencia.” Por ello, la obligación alimentaria se
supedita al principio de proporcionalidad, en cuanto consulta la capacidad económica del
alimentante, y la necesidad concreta del alimentario.[12]
Así mismo, esta Corporación ha señalado que el derecho de alimentos encuentra fundamento,
por lo general, en el deber de solidaridad que se debe a los miembros del núcleo familiar, ya
sea por razones de parentesco, matrimonio o unión marital de hecho, y de manera
excepcional, por razones de equidad, en el evento en que el donante puede exigirlos al
donatario, cuando se ha desprendido de suma cuantiosa de sus bienes a favor de éste último.
En este sentido, la Corte ha dicho
“La obligación alimentaria, contemplada de tiempo atrás en el Código Civil, encuentra hoy
fundamentos mucho más firmes en el propio texto de la Constitución Política, particularmente
en cuanto respecta a los niños (art. 44 C.P.), a las personas de la tercera edad (art. 46 C.P.), a
las personas que por su condición económica, física o mental se encuentren en circunstancias
de debilidad manifiesta (art. 13 C.P.) y al cónyuge o compañero permanente (art. 42 C.P.), y es
evidente que el legislador no sólo goza de facultades sino que tiene la responsabilidad de
establecer las normas encaminadas a procurar el cumplimiento de los deberes a cargo del
alimentante, las acciones y procedimientos para que los afectados actúen contra él y las
sanciones aplicables, que pueden ser, como resulta del ordenamiento jurídico vigente, de
carácter civil y de orden penal.”[15]
Ahora bien, la Carta Política dispone, como principio fundamental, el amparo a la familia como
institución básica de la sociedad (Art. 5°), que según el artículo 42 puede constituirse por
vínculos naturales o jurídicos, por la decisión libre de un hombre y una mujer de contraer
matrimonio o por la voluntad responsable de conformarla.
En este escenario, el deber de solidaridad que se predica entre cónyuges se revela cuando se
dispone que se deben auxilio mutuo entre quienes libremente deciden formar una familia. Por
lo anterior, encuentra asidero la disposición del numeral 1° del artículo 411 del Código Civil
que señala que al cónyuge se le deben alimentos.
Así las cosas, la obligación alimentaria entre esposos se ve materializada en virtud del principio
de reciprocidad y solidaridad que se deben entre sí, y por ende la obligación recíproca de
otorgar lo necesario para garantizar la subsistencia cuando uno de sus miembros no se
encuentre en posibilidad de suministrárselos por sus propios medios.
Entre los esposos la obligación de solidaridad se despliega en los deberes de socorro y ayuda
mutua que se originan por el vínculo matrimonial, los cuales pueden subsistir inclusive cuando
media separación de cuerpos o su disolución.[18] Valga señalar que esta Corporación ha
indicado que en caso de disolución de la unión conyugal, las obligaciones de socorro y ayuda se
reducen “en la medida en que las prestaciones de orden personal no siguen siendo exigibles”;
pero, igualmente, se transforman, por cuanto “algunas obligaciones económicas pueden
subsistir en condiciones específicas.”
Ahora, es preciso señalar que el artículo 5° de la ley 25 de 1992, que modificó el artículo 152
del Código Civil,[20] dispone que el matrimonio civil se disuelve por la muerte real o presunta
de uno de los cónyuges o por divorcio judicialmente decretado. En este sentido, el artículo 11
de la misma ley, el cual modificó el artículo 160 del Código Civil, señala que una vez
ejecutoriada la sentencia que decreta el divorcio, cesan los efectos civiles al disolverse la
sociedad conyugal, pero subsiste el derecho de percibir alimentos de los cónyuges entre sí,
según el caso. Obsérvese que el artículo 411 del C.C. en su numeral 4°, modificado por el
artículo 23 de la ley 1° de 1976) señala que el cónyuge divorciado tiene el deber de proveer
alimentos al divorciado o separado de cuerpos sin su culpa. En conclusión, la legislación civil
colombiana, en atención del principio de solidaridad que se traduce en el deber de ayuda
mutua entre los cónyuges, implica que se deban alimento en las siguientes situaciones:
En relación con la duración de la obligación alimentaria, el artículo 422 del Código Civil
prescribe: “Los alimentos que se deben por ley, se entienden concedidos para toda la vida del
alimentario, continuando las circunstancias que legitimaron la demanda.”
En caso de divorcio o separación, se requiere además que, el cónyuge inocente no inicie vida
marital con otra persona, pues en este caso se extinguirá el derecho.
Lo anterior, implica que la muerte del alimentado será siempre causal de extinción del derecho
de alimentos, porque el término máximo de duración de dicha obligación es la vida del mismo,
pues los alimentos no se trasmiten por causa de muerte.
Lo anterior, encuentra asidero además, en el artículo 1016 del Código Civil que, señala a los
alimentos como una de las bajas de la sucesión. Al respecto el citado artículo prescribe: “En
toda sucesión por causa de muerte, para llevar a efecto las disposiciones del difunto o de la
ley, se deducirán del acervo o masa de bienes que el difunto ha dejado, incluso los créditos
hereditarios:
1o.) Las costas de la publicación del testamento, si lo hubiere, y las demás anexas a la apertura
de la sucesión.
5o.) La porción conyugal a que hubiere lugar, en todos los órdenes de sucesión, menos en el de
los descendientes. El resto es el acervo líquido de que dispone el testador o la ley”.
Así mismo, en capítulo I del Libro V del Código Civil, en lo referente a las asignaciones forzosas
dispone en el artículo 1227 lo siguiente:
“Los alimentos que el difunto ha debido por ley a ciertas personas, gravan la masa hereditaria,
menos cuando el testador haya impuesto esa obligación a uno o más partícipes de la
sucesión.”
Las anteriores disposiciones permiten concluir que los alimentos hacen parte del pasivo
sucesoral y, como tal, el estudio de los mismos, en caso de muerte del alimentante, se debe
dar dentro del proceso de sucesión, en el cual se definirá el futuro de ellos y la posible
confusión que se presente en el alimentario, quien en virtud del fallecimiento del causante,
puede ser deudor y acreedor de la masa sucesoral.
Al respecto, en la sentencia T-698 de 2004, esta Corte precisó: “El principio enunciado de
subsidiariedad resulta ser una exigencia fundamental para la procedibilidad de la acción, en la
medida en que es necesario que quien alega la vulneración haya agotado los medios de
defensa disponibles por la legislación, para lograr la protección de sus derecho. La razón de ser
de esta exigencia, es la de confirmar que una acción subsidiaria como la tutela, no pueda ser
considerada como una instancia más en el tránsito jurisdiccional, ni tampoco como un camino
extraordinario para solucionar las eventuales falencias de los procesos ordinarios o
contenciosos. Menos aún cuando es en estas jurisdicciones en donde se encuentran previstos
los mecanismos propios para conjurar los posibles inconvenientes que se susciten para las
partes durante los trámites procesales. Al respecto esta Corporación ha señalado que la
jurisdicción ordinaria y contenciosa, es “sede por antonomasia del ejercicio dialéctico entre las
diversas posiciones de las partes (…). De allí que la exigencia del agotamiento efectivo de los
recursos correspondientes, como expresión de la subsidiariedad de la acción de tutela frente a
los mecanismos ordinarios de defensa judicial, se haga evidente”.
Sin embargo, es preciso señalar que esta Corporación ha admitido la procedencia excepcional
de la acción de tutela en los casos en que existan otros medios y recursos de defensa judicial a
disposición del actor. En desarrollo del principio de subsidiariedad, esta Corte ha reiterado que
en los casos en que el accionante tenga a su alcance otros medios o recursos de defensa
judiciales, la acción de tutela procederá excepcionalmente en los siguientes eventos[25]:
(i) Los medios ordinarios de defensa judicial no son suficientemente idóneos y eficaces
para proteger los derechos presuntamente conculcados;
(ii) Aún cuando tales medios de defensa judicial sean idóneos, de no concederse la
tutela como mecanismo transitorio de protección, se produciría un perjuicio irremediable a los
derechos fundamentales.
En el presente caso, la ciudadana Santos María Silva de Pérez, interpone acción de tutela, a
través de apoderado, contra el Fondo Pasivo de Puertos de Colombia –FONCOLPUERTOS-, a fin
de que se proteja su derecho fundamental de petición.
La actora, contrajo matrimonio católico con el señor Pedro Pérez Pertuz, con quien convivió
por un tiempo aproximado de 17 años, y con quien estuvo separada de hecho por más de 20
años.
A partir de la última fecha señalada, la accionante dejó de percibir la cuota alimentaria que
recibía de la pensión de su ex marido. Previo al momento en que se dejó de realizar el pago,
la accionante presentó demanda de sucesión intestada del señor Pedro Pérez Pertuz, la cual
fue admitida el 22 de junio de 1999.
En la aludida providencia a la accionante se le otorgó una hijuela, que constaba varios bienes,
entre los que figuran el 50% proindiviso de un predio rural ubicado en municipio de Ciénaga
corregimiento de Sevillano, el 50% proindiviso con su respectiva casa de material ubicado en la
Urbanización de las Colinas, Segunda etapa, municipio de Soledad Atlántico, entre otros bienes
referenciados en la sentencia en mención.
En este punto es preciso aclarar que, si bien la accionante en su escrito de tutela solicita la
protección de su derecho de petición, en el fondo, la pretensión va encaminada al pago de los
alimentos que fueron ordenados a su favor mediante sentencia judicial en el año 1998. De allí
que, en el caso particular la Sala procederá a resolver la procedencia de la pretensión señalada
en el caso concreto.
-Con la muerte del señor Pérez Pertuz, la obligación de alimentos pasó a ser un pasivo de la
sucesión.
-El momento para manifestar la necesidad de los alimentos que hoy se expone, junto con los
demás argumentos esbozados por la parte actora, era el proceso sucesoral.
-La hoy accionante tuvo conocimiento del proceso de sucesión, incluso fue ella quien presentó
la demanda que dio inicio al mismo.
-Si en el proceso de sucesión no se incluyeron los alimentos como parte del pasivo sucesoral,
como efectivamente sucedió, la acción de tutela no se constituye en el medio idóneo para que
la accionante los solicite, pues dentro del proceso tuvo oportunidad para ello.
-Si bien en la sentencia no se hizo referencia a los alimentos, a la accionante se adjudicaron
dentro del proceso sucesoral y de liquidación de sociedad conyugal varios bienes, entre los que
se destacan varios lotes, como consta en el expediente
La razones expuestas permiten concluir que la solicitud presentada por la parte actora
tendiente a que se ordene el pago de las cuotas alimentarias vencidas y las que en adelante se
causen, es un tema que escapa a la competencia del juez de tutela y, que como se señaló, se
debió debatir dentro proceso de sucesión por disposición de los artículos 1016 y 1227 del
Código Civil. Se reitera en esta oportunidad que, la muerte del alimentante no extingue el
derecho a recibir alimentos y que el momento propicio para definir el futuro de la obligación
alimentaria, en caso de fallecimiento del deudor, es la sentencia que pone fin al proceso de
sucesión. De allí que, en casos como el de la actora, en el cual no se hizo referencia a los
alimentos reconocidos judicialmente dentro de dicha providencia, se ha debido controvertir la
misma en las oportunidades procesales para ello, e incluso a través de la acción de tutela en
caso de configurarse las causales generales y específicas de procedencia de la misma.
Por lo anterior, si la actora no hizo uso de los mecanismos de los que dispone nuestra
legislación para solicitar los alimentos dentro del proceso de sucesión o para controvertir la
providencia que puso fin al mismo, no le es dable en esta oportunidad solicitar que se
modifique lo decidido por el Juez Segundo Promiscuo de Familia hace más de 5 años, a fin de
que se ordene el pago de las cuotas alimentarias vencidas y las que en adelante se causen.
Finalmente, en relación con el desacuerdo manifestado por la actora ante el reconocimiento
que de la pensión de sobreviviente hiciera la entidad demandada a la compañera permanente
del fallecido Sr. Pérez Pertuz, encuentra la Sala que la misma fue asignada mediante
Resolución 125 de 29 enero de 2000, lo que implica que la misma quedó en firme hace más de
10 años, siendo imposible que el juez de tutela entre a modificarla cuando la accionante no se
presentó a la entidad demandada a pesar del llamado que se hiciera a través del edicto
señalado por la ley previo al reconocimiento de la pensión, no ejerció las acciones procedentes
ante la jurisdicción ordinaria y dejó transcurrir tanto tiempo para interponer la tutela.
IV. DECISION
RESUELVE Primero.- Revocar el fallo emitido por el Tribunal Superior del Distrito Judicial
de Santa Marta, Sala Civil- Familia, el 17 de noviembre de 2010 en el que se declaró la
existencia de hecho superado, y en su lugar, Declarar la improcedencia de la acción de tutela
interpuesta por la Señora Santos María Silva de Pérez, a través de apoderado, contra el Fondo
Pasivo de Puertos de Colombia –Foncolpuertos.-
Segundo.- Por secretaría General, líbrense las comunicaciones previstas en el artículo 36 del
Decreto Ley 2591 de 1991.