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Sentencia T 506 Del 2011

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Sentencia T-506/11

ALIMENTOS QUE SE DEBEN ENTRE CONYUGES Y CONYUGES DIVORCIADOS-Consideraciones

La obligación alimentaria entre esposos se ve materializada en virtud del principio de


reciprocidad y solidaridad que se deben entre sí, y por ende la obligación recíproca de otorgar
lo necesario para garantizar la subsistencia cuando uno de sus miembros no se encuentre en
posibilidad de suministrárselos por sus propios medios. Entre los esposos la obligación de
solidaridad se despliega en los deberes de socorro y ayuda mutua que se originan por el
vínculo matrimonial, los cuales pueden subsistir inclusive cuando media separación de cuerpos
o su disolución. Valga señalar que esta Corporación ha indicado que en caso de disolución de la
unión conyugal, las obligaciones de socorro y ayuda se reducen “en la medida en que las
prestaciones de orden personal no siguen siendo exigibles”; pero, igualmente, se transforman,
por cuanto “algunas obligaciones económicas pueden subsistir en condiciones específicas.”

PRINCIPIO DE SOLIDARIDAD-Deber de ayuda mutua entre los cónyuges extensivo a los


compañeros permanentes

La legislación civil colombiana, en atención del principio de solidaridad que se traduce en el


deber de ayuda mutua entre los cónyuges, implica que se deban alimento en las siguientes
situaciones: - Cuando los cónyuges hacen vida en común; - Cuando existe separación de hecho.
Los cónyuges separados de hecho o de cuerpos o judicialmente, entre tanto se mantengan sin
hacer vida marital con otra persona conservan el derecho a los alimentos. -En caso de divorcio,
cuando el cónyuge separado no es culpable. Finalmente, es preciso señalar que las
disposiciones en materia de alimentos no se limitan a los cónyuges, sino que se hacen
extensivas a los compañeros permanentes, por cuanto el origen de esta obligación se
encuentra en el deber de solidaridad, según fuera dispuesto en sentencia T-1033 de 2002.

EXTINCION DE LA OBLIGACION ALIMENTARIA-Causales

La obligación alimentaria, por regla general se mantiene por toda la vida del alimentado
mientras se conserven las condiciones que dieron origen a ella, es decir en tanto subsista la
necesidad del alimentario y la capacidad del alimentante. En caso de divorcio o separación, se
requiere además que, el cónyuge inocente no inicie vida marital con otra persona, pues en
este caso se extinguirá el derecho. Lo anterior, implica que la muerte del alimentado será
siempre causal de extinción del derecho de alimentos, porque el término máximo de duración
de dicha obligación es la vida del mismo, pues los alimentos no se trasmiten por causa de
muerte. Situación diferente a la anterior, se presenta cuando quien fallece es el alimentante, o
lo que es lo mismo, el deudor de los alimentos, pues en este caso no siempre se extingue la
obligación, ya que si subsiste el alimentario y su necesidad, éste último podrá reclamarlos a los
herederos del deudor, aunque concretando su pretensión sobre los bienes dejados por el
aliméntate, siempre y cuando no opere la confusión, como modo de extinguir las obligaciones.
Los alimentos hacen parte del pasivo sucesoral y, como tal, el estudio de los mismos, en caso
de muerte del alimentante, se debe dar dentro del proceso de sucesión, en el cual se definirá
el futuro de ellos y la posible confusión que se presente en el alimentario, quien en virtud del
fallecimiento del causante, puede ser deudor y acreedor de la masa sucesoral.
ACCION DE TUTELA-Improcedencia para reclamar pago de cuotas alimentarias vencidas

Referencia: expediente T-2.936.513

Acción de tutela instaurada por Santos María Silva de Pérez contra Fondo Pasivo de Puertos de
Colombia –FONCOLPUERTOS-

Magistrado Ponente:

HUMBERTO ANTONIO SIERRA PORTO

Bogotá D.C., treinta (30) de junio de dos mil once (2011).

La Sala Octava de Revisión de la Corte Constitucional integrada por los Magistrados Luis
Ernesto Vargas Silva, María Victoria Calle Correa y Humberto Antonio Sierra Porto, quien la
preside, en ejercicio de sus competencias constitucionales y legales, específicamente las
previstas en los artículos 86 y 241 numeral 9º de la Constitución Política y en los artículos 33 y
siguientes del Decreto 2591 de 1991, ha proferido la siguiente

SENTENCIA

Dentro del proceso de revisión del fallo de tutela proferido por la Sala Civil-Familia del
Tribunal Superior del Distrito Judicial de Santa Marta, que declaró la existencia de hecho
superado, en la acción de tutela instaurada por Santos María Silva de Pérez contra el Fondo de
Pasivos de Puertos de Colombia –FONCOLPUERTOS-.

I. ANTECEDENTES

El pasado veinticuatro (24) de septiembre de dos mil diez (2010), la ciudadana Santos María
Silva de Pérez, a través de apoderada, interpuso acción de tutela solicitando el amparo de su
derecho fundamental de petición, el cual, en su opinión, ha sido vulnerado por el Fondo de
Pasivos de Puertos de Colombia –FONCOLPUERTOS-.

De acuerdo con la solicitud de tutela, el escrito de insistencia presentado por la Defensoría del
Pueblo y las pruebas obrantes en el expediente, la accionante sustenta su pretensión en los
siguientes

Hechos

1.- La señora Santos María Silva contrajo matrimonio católico con el señor Pedro Pérez Pertuz
el 1 de diciembre de 1962. Los contrayentes tuvieron una convivencia aproximada de 17 años.

2.- En 1998 la señora Santos María Silva, a pesar de que se encontraba separada del Sr. Pérez
desde hacía aproximadamente 20 años, decidió tramitar un proceso de alimentos de mayores
en busca de la ayuda de su esposo en razón a la precaria situación económica que atravesaba.

3. El referido proceso terminó con sentencia proferida el 13 de agosto de 1998 por el Juzgado
Promiscuo de Familia de Ciénega Magdalena, en la cual se impuso al señor Pérez Pertuz la
obligación de pagar como alimentos la suma equivalente al 25% de la pensión de jubilación y
primas que recibiera del Fondo de Pasivo Social de Puertos de Colombia Foncolpuertos.
4. Los argumentos sobre los cuales se basó esa decisión fueron los siguientes: (i) el señor Pérez
Pertuz se encontraba en capacidad de dar alimentos en razón a que era jubilado; (ii) no tenía
obligaciones con menores de edad, puesto que todos sus hijos ya eran mayores y, (iii) la
accionante era su esposa y tenía la necesidad de aquellos.

5. Mediante sentencia de 25 de febrero de 1999, proferida por el Juzgado Segundo Promiscuo


de Familia de Ciénega Magdalena, se declaró la cesación de los efectos civiles del matrimonio
católico celebrado entre la actora Santos María Silva y Pedro Vidal Pérez Pertuz. El juez de
conocimiento no se pronunció sobre los alimentos, por lo que quedó vigente lo dispuesto en el
fallo de 13 de agosto de 1998.

6.- El 2 de mayo de 1999, se produjo el fallecimiento del señor Pedro Pérez Pertuz. Al
momento del deceso no se había liquidado la sociedad conyugal entre éste y la Señora Santos
María Silva[1].

7.- Manifiesta la parte actora que Foncolpuertos siguió consignando la cuota alimentaria en la
forma decretada hasta el 27 de septiembre de 1999. A partir de esa fecha la entidad
demandada se negó al pago de la prestación.

8.- Indica la apoderada que, desde el año 1999 solicitó a Foncolpuertos reiteradamente y a
través del Juzgado Segundo Promiscuo de Familia de Ciénega, el pago de la cuota alimentaria,
poniendo de presente la difícil situación económica de la accionante. La entidad demandada se
negó a lo pedido en razón a que el señor Pérez aparecía como fallecido en la base de datos,
razón por la cual cesaron todos los descuentos que se venían efectuando sobre la pensión.

9.- El 5 de agosto de 2010, la apoderada judicial de la accionante, presentó derecho de


petición a Foncolpuertos, solicitando explicación respecto al no cumplimiento de la medida de
embargo decretada por el Juzgado Segundo Promiscuo de Familia de Ciénega, Magdalena, por
conceptos de alimentos a favor de la señora Santos María Silva de Pérez. Al momento de
presentación de la tutela, la entidad demandada no había dado respuesta a la misma.

10.- En la actualidad, la señora Silva vive en una invasión, no tiene trabajo y depende
económicamente de su hija, quien es madre soltera.

11.- La pensión del señor Pérez Pertuz fue sustituida en forma completa a su compañera
permanente.

Solicitud de Tutela

12.- Con fundamento en los hechos narrados, la ciudadana Santos María Silva, a través de
apoderada, reclama la protección de su derecho fundamental de petición y, como
consecuencia, se ordene a la entidad demandada la cancelación de las cuotas alimentarias que
en adelante se causen, así como las dejadas de consignar. Lo anterior, a fin de garantizar su
derecho a la vida digna, el mínimo vital y la salud.Respuesta del demandado

13.- La Coordinadora del Área de Prestaciones económicas del Grupo Interno de Trabajo,
Gestión Pasivo Social Puertos de Colombia y facultada por el Coordinador General para
tramitar y responder a las acciones de tutela que se formulen contra el Grupo, indicó que el
derecho de petición presentado por la accionante se encontraba en estudio para proceder a
dar una respuesta de fondo, por lo tanto solicitó al juez ampliar en 5 días el plazo para
responder.

Lo anterior, por cuanto el volumen de peticiones que llegan al Grupo es tan alto que se
imposibilita dar respuesta a todas en el término señalado en la ley.

Decisión judicial objeto de revisión

Sentencia de Primera instancia.

14.-El Juez Segundo Promiscuo de Familia de Ciénega, Magdalena, en sentencia proferida el 11


de octubre de 2011, amparó el derecho fundamental de petición de la accionante. En
consecuencia, ordenó al Fondo Pasivo de Puertos de Colombia –Foncolpuertos- que, en el
término de 5 días hábiles, contados a partir de la notificación del fallo, diera resolución de
fondo a la petición de la señora Santos María Silva de Pérez.

Lo anterior, por cuanto de las pruebas obrantes en el expediente, se desprendía que


transcurrido el término para dar respuesta a la solicitud presentada, Foncolpuertos no se
pronunció al respecto.

Impugnación

Escrito presentado por la entidad demandada

15.-La representante de la entidad demandada, solicitó en su escrito de impugnación, se


declarara la nulidad de todo lo actuado, por cuanto el Juez competente para conocer del caso
era el Tribunal Superior del Distrito Judicial, por cuanto el Grupo Interno de Trabajo para la
Gestión del Pasivo Social del Puerto de Colombia forma parte del Ministerio de la Protección
Social.

Escrito presentado por la parte actora.

16.- La representante de la parte actora, presentó escrito de impugnación, en el que manifestó


haber recibido la respuesta extemporánea del derecho de petición presentado. Indicó que la
respuesta no resolvió nada y, por el contrario, empeoró la situación de la accionante.

En la respuesta al derecho de petición presentado, la entidad accionada informó haber


reconocido la pensión y el pago de las mesadas atrasadas a la compañera permanente del
fallecido Pedro Pérez Pertuz, señora Dube María García Orozco. Lo anterior, por cuanto una
vez realizada la publicación del edicto de ley, no se presentó otra u otras personas invocando
igual o mejor derecho y; al darse todos los presupuestos legales, se sustituyó la pensión a la
peticionaria con Resolución N. 125 de 19 de enero de 2000 reconociéndosele el 100% y las
mesadas atrasadas desde septiembre de 1999 hasta el día de la muerte del causante.

Considera la apoderada, que la respuesta de la entidad demandada desconoce los derechos de


la actora, dado que cumple con la carga legal para obtener el pago de la cuota alimentaria. Por
lo anterior, solicita que se le resuelva la situación de fondo a la señora Santos María Silva por
parte del Fondo Pasivo Social de Puertos de Colombia –Foncolpuertos-. En consecuencia, pide
que se realice el reconocimiento y consecuente pago de la sustitución pensional a la
accionante por haber sido cónyuge del señor Pedro Pérez Pertuz y estar recibiendo al
momento de su muerte la cuota alimentaria fijada por un juez de familia.

Sentencia de Segunda Instancia

17.-El Tribunal Superior del Distrito Judicial de Santa Marta, Sala Civil- Familia, en providencia
emitida el 17 de noviembre de 2010, se refirió en un primer momento a la presunta nulidad
alegada por la parte demandada, al respecto señaló:

“Es posición de la Corte Constitucional que las disposiciones contenidas en el Decreto 1382 del
2000 no son reglas de competencia para conocer de las tutelas, sino meras directrices para su
reparto entre los jueces, y como consecuencia de la anterior afirmación, no pueden
presentarse conflictos de competencia o decretarse nulidades por el desconocimiento de tales
ellas.”

En relación con el derecho de petición señaló el fallador de instancia que al mismo se le dio
respuesta con posterioridad a la presentación de la impugnación, razón por la cual cesó la
vulneración del derecho y se procedió en la parte resolutiva a declarar la carencia de objeto
por hecho superado.

Pruebas relevantes obrantes en el expediente.

1.- Copia de la solicitud escrita elevada ante la entidad accionada.[2]

2. Copias de la diligencia y sentencia del proceso de alimentos.[3]

3. Declaraciones extrajuicio de amigos de la pareja donde consta que la señora Santos en las
que manifiestan que ésta última siempre dependió de él.[4]

4.-Requerimientos hechos por el juez Segundo Promiscuo de Familia de Ciénega solicitando el


embargo de la pensión.[5]

5.- Certificación expedida por el Juzgado Segundo Promiscuo de Familia de Ciénega, donde
consta, el último título recibido por concepto de alimentos.[6]

6.- Fotografías de la Sra. Santos Silva.

7.- Escrito de contestación del derecho de petición.

8.- Auto de 22 de junio de 1999 que admitió la demanda de la sucesión intestada de Pedro
Vidal Pérez Pertuz, formulada por Santos María Silva y otros.

9.- Copia de la sentencia de 7 de febrero de 2005 que puso fin al proceso de sucesión del señor
Pedro Pérez Pertuz.

II. CONSIDERACIONES Y FUNDAMENTOS

Competencia
1.- Esta Corte es competente para revisar el presente fallo de tutela de conformidad con lo
previsto en los artículos 86 y 241 de la Constitución Nacional, el Decreto 2591 de 1991 y las
demás disposiciones pertinentes.

Problema jurídico

2.- En atención a lo expuesto, corresponde a esta Sala de Revisión determinar la procedencia


de la acción de tutela en el caso particular y, en caso de ser procedente, se establecerá si el
Fondo de Pasivos de Puertos de Colombia vulnera los derechos fundamentales de la
accionante al negar el pago de la cuota alimentaria fijada a la actora mediante sentencia
judicial.

3.- A fin de resolver el asunto, la Sala se pronunciará sobre los siguientes tópicos: (i)
Consideraciones generales sobre los alimentos que se deben por ley entre cónyuges y
cónyuges divorciados, (ii) Extinción de la obligación alimentaria , (iii) improcedencia de la
tutela para definir derechos litigiosos de contenido económico y, (iv) el caso concreto.
Consideraciones generales sobre los alimentos que se deben por ley entre cónyuges y
cónyuges divorciados. Reiteración de jurisprudencia.

La noción del derecho de alimentos implica la facultad que tiene una persona de exigir los
emolumentos o asistencias necesarias para su subsistencia, cuando no se encuentre en las
condiciones para procurárselos por sí misma, a quien esté legalmente en la obligación de
suministrarlos. Generalmente, el derecho de solicitar alimentos deviene directamente de la
ley, aun cuando también puede tener origen en un acto jurídico.

Cuando su origen deriva directamente de la ley, la obligación alimentaria se encuentra en


cabeza de quien debe sacrificar parte de su patrimonio con el fin de garantizar la supervivencia
del alimentario.[11] Al respecto, el artículo 411 del Código Civil señala quiénes se encuentran
en la obligación de suministrar alimentos a quienes no se encuentren en la capacidad de
procurarse su propia subsistencia.

En esta última hipótesis, se ha expuesto que para poder reclamar alimentos es necesario el
cumplimiento de ciertas premisas, a saber: (i) Que el peticionario carezca de bienes y, por
consiguiente, requiera los alimentos que demanda; (ii) Que la persona a quien se le piden
alimentos tenga los recursos económicos para proporcionarlos y (iii) Que exista un vínculo de
parentesco o un supuesto que origine la obligación entre quien tiene la necesidad y quien
tiene los recursos. Sobre estos aspectos, la sentencia C-237 de 1997, dispuso: “El deber de
asistencia alimentaria se establece sobre dos requisitos fundamentales: la necesidad del
beneficiario y la capacidad del deudor, quien debe ayudar a la subsistencia de sus parientes,
sin que ello implique el sacrificio de su propia existencia.” Por ello, la obligación alimentaria se
supedita al principio de proporcionalidad, en cuanto consulta la capacidad económica del
alimentante, y la necesidad concreta del alimentario.[12]

Así mismo, esta Corporación ha señalado que el derecho de alimentos encuentra fundamento,
por lo general, en el deber de solidaridad que se debe a los miembros del núcleo familiar, ya
sea por razones de parentesco, matrimonio o unión marital de hecho, y de manera
excepcional, por razones de equidad, en el evento en que el donante puede exigirlos al
donatario, cuando se ha desprendido de suma cuantiosa de sus bienes a favor de éste último.
En este sentido, la Corte ha dicho

“De este modo, la obligación alimentaria se fundamenta en el principio de solidaridad, según el


cual los miembros de la familia tienen la obligación de suministrar la subsistencia a aquellos
integrantes de la misma que no están en capacidad de asegurársela por sí mismos, aunque
también puede provenir de una donación entre vivos, tal como lo establece el artículo 411 del
Código Civil. Por esta razón, se ha señalado que ‘dicho deber se ubica en forma primigenia en
la familia, dentro de la cual cada miembro es obligado y beneficiario recíprocamente,
atendiendo a razones de equidad. Una de las obligaciones más importantes que se generan en
el seno de una familia es la alimentaria…”

Igualmente, la jurisprudencia ha explicado que la obligación alimentaria encuentra


fundamentos más firmes a la luz de la Constitución Política, especialmente en cuanto respecta
a los niños (art. 44 C.P.), a las personas de la tercera edad (art. 46 C.P.), al cónyuge o
compañero permanente (art. 42 C.P.)[14], y a las personas que por su condición económica,
física o mental se encuentren en circunstancias de debilidad manifiesta (art. 13 C.P:

“La obligación alimentaria, contemplada de tiempo atrás en el Código Civil, encuentra hoy
fundamentos mucho más firmes en el propio texto de la Constitución Política, particularmente
en cuanto respecta a los niños (art. 44 C.P.), a las personas de la tercera edad (art. 46 C.P.), a
las personas que por su condición económica, física o mental se encuentren en circunstancias
de debilidad manifiesta (art. 13 C.P.) y al cónyuge o compañero permanente (art. 42 C.P.), y es
evidente que el legislador no sólo goza de facultades sino que tiene la responsabilidad de
establecer las normas encaminadas a procurar el cumplimiento de los deberes a cargo del
alimentante, las acciones y procedimientos para que los afectados actúen contra él y las
sanciones aplicables, que pueden ser, como resulta del ordenamiento jurídico vigente, de
carácter civil y de orden penal.”[15]

En igual sentido, esta Corporación, en otra oportunidad, señaló:

“El reconocimiento y concreción de las obligaciones alimentarias y su realización material, se


vincula con la necesaria protección que el Estado debe dispensar a la familia como institución
básica o núcleo fundamental de la sociedad, y con la efectividad y vigencia de derechos
fundamentales reconocidos por la Constitución, en la medida en que el cumplimiento de
aquéllas sea necesario para asegurar en ciertos casos la vigencia de los derechos
fundamentales de las personas al mínimo vital o los derechos de la misma estirpe en favor de
los niños, o de las personas de la tercera edad, o de quienes se encuentren en condiciones de
marginación o de debilidad manifiesta (art. 2º, 5, 11, 13, 42, 44 y 46 C.P.).”[16]

Ahora bien, la Carta Política dispone, como principio fundamental, el amparo a la familia como
institución básica de la sociedad (Art. 5°), que según el artículo 42 puede constituirse por
vínculos naturales o jurídicos, por la decisión libre de un hombre y una mujer de contraer
matrimonio o por la voluntad responsable de conformarla.

Por consiguiente, aún cuando de los cónyuges no se predica un grado de parentesco de


consanguinidad, afinidad o civil, éstos, al unirse, constituyen una familia, y por ende, contraen
obligaciones recíprocas, a saber: guardarse fe, socorrerse y ayudarse mutuamente en todas las
circunstancias de la vida (Art. 176 C.C., modificado por el Art. 9° del Decreto 2820 de 1974).
Obligaciones que comprenden diversas esferas, tales como las prestaciones de carácter
económico que hacen posible la vida en común.

En este escenario, el deber de solidaridad que se predica entre cónyuges se revela cuando se
dispone que se deben auxilio mutuo entre quienes libremente deciden formar una familia. Por
lo anterior, encuentra asidero la disposición del numeral 1° del artículo 411 del Código Civil
que señala que al cónyuge se le deben alimentos.

Así las cosas, la obligación alimentaria entre esposos se ve materializada en virtud del principio
de reciprocidad y solidaridad que se deben entre sí, y por ende la obligación recíproca de
otorgar lo necesario para garantizar la subsistencia cuando uno de sus miembros no se
encuentre en posibilidad de suministrárselos por sus propios medios.

Entre los esposos la obligación de solidaridad se despliega en los deberes de socorro y ayuda
mutua que se originan por el vínculo matrimonial, los cuales pueden subsistir inclusive cuando
media separación de cuerpos o su disolución.[18] Valga señalar que esta Corporación ha
indicado que en caso de disolución de la unión conyugal, las obligaciones de socorro y ayuda se
reducen “en la medida en que las prestaciones de orden personal no siguen siendo exigibles”;
pero, igualmente, se transforman, por cuanto “algunas obligaciones económicas pueden
subsistir en condiciones específicas.”

Ahora, es preciso señalar que el artículo 5° de la ley 25 de 1992, que modificó el artículo 152
del Código Civil,[20] dispone que el matrimonio civil se disuelve por la muerte real o presunta
de uno de los cónyuges o por divorcio judicialmente decretado. En este sentido, el artículo 11
de la misma ley, el cual modificó el artículo 160 del Código Civil, señala que una vez
ejecutoriada la sentencia que decreta el divorcio, cesan los efectos civiles al disolverse la
sociedad conyugal, pero subsiste el derecho de percibir alimentos de los cónyuges entre sí,
según el caso. Obsérvese que el artículo 411 del C.C. en su numeral 4°, modificado por el
artículo 23 de la ley 1° de 1976) señala que el cónyuge divorciado tiene el deber de proveer
alimentos al divorciado o separado de cuerpos sin su culpa. En conclusión, la legislación civil
colombiana, en atención del principio de solidaridad que se traduce en el deber de ayuda
mutua entre los cónyuges, implica que se deban alimento en las siguientes situaciones:

- Cuando los cónyuges hacen vida en común.

- Cuando existe separación de hecho. Los cónyuges separados de hecho o de cuerpos o


judicialmente, entre tanto se mantengan sin hacer vida marital con otra persona conservan el
derecho a los alimentos.

-En caso de divorcio, cuando el cónyuge separado no es culpable.

Finalmente, es preciso señalar que las disposiciones en materia de alimentos no se limitan a


los cónyuges, sino que se hacen extensivas a los compañeros permanentes, por cuanto el
origen de esta obligación se encuentra en el deber de solidaridad, según fuera dispuesto en
sentencia T-1033 de 2002.[21] Sobre este punto no se profundiza en la presente providencia
por cuanto la accionante, en el momento que se ordenaron los alimentos, ostentaba la calidad
de cónyuge.

Extinción de la obligación alimentaria

En relación con la duración de la obligación alimentaria, el artículo 422 del Código Civil
prescribe: “Los alimentos que se deben por ley, se entienden concedidos para toda la vida del
alimentario, continuando las circunstancias que legitimaron la demanda.”

De la norma transcrita se desprende que la obligación alimentaria, por regla general se


mantiene por toda la vida del alimentado mientras se conserven las condiciones que dieron
origen a ella, es decir en tanto subsista la necesidad del alimentario y la capacidad del
alimentante.

En caso de divorcio o separación, se requiere además que, el cónyuge inocente no inicie vida
marital con otra persona, pues en este caso se extinguirá el derecho.

Lo anterior, implica que la muerte del alimentado será siempre causal de extinción del derecho
de alimentos, porque el término máximo de duración de dicha obligación es la vida del mismo,
pues los alimentos no se trasmiten por causa de muerte.

Situación diferente a la anterior, se presenta cuando quien fallece es el alimentante, o lo que


es lo mismo, el deudor de los alimentos, pues en este caso no siempre se extingue la
obligación, ya que si subsiste el alimentario y su necesidad, éste último podrá reclamarlos a los
herederos del deudor, aunque concretando su pretensión sobre los bienes dejados por el
alimentante, siempre y cuando no opere la confusión, como modo de extinguir las
obligaciones.

Lo anterior, encuentra asidero además, en el artículo 1016 del Código Civil que, señala a los
alimentos como una de las bajas de la sucesión. Al respecto el citado artículo prescribe: “En
toda sucesión por causa de muerte, para llevar a efecto las disposiciones del difunto o de la
ley, se deducirán del acervo o masa de bienes que el difunto ha dejado, incluso los créditos
hereditarios:

1o.) Las costas de la publicación del testamento, si lo hubiere, y las demás anexas a la apertura
de la sucesión.

2o.) Las deudas hereditarias.

3o.) Los impuestos fiscales que gravaren toda la masa hereditaria.

4o.) Las asignaciones alimenticias forzosas.

5o.) La porción conyugal a que hubiere lugar, en todos los órdenes de sucesión, menos en el de
los descendientes. El resto es el acervo líquido de que dispone el testador o la ley”.

Así mismo, en capítulo I del Libro V del Código Civil, en lo referente a las asignaciones forzosas
dispone en el artículo 1227 lo siguiente:
“Los alimentos que el difunto ha debido por ley a ciertas personas, gravan la masa hereditaria,
menos cuando el testador haya impuesto esa obligación a uno o más partícipes de la
sucesión.”

Las anteriores disposiciones permiten concluir que los alimentos hacen parte del pasivo
sucesoral y, como tal, el estudio de los mismos, en caso de muerte del alimentante, se debe
dar dentro del proceso de sucesión, en el cual se definirá el futuro de ellos y la posible
confusión que se presente en el alimentario, quien en virtud del fallecimiento del causante,
puede ser deudor y acreedor de la masa sucesoral.

El principio de subsidiariedad en la acción de tutela. Reiteración de jurisprudencia.

El artículo 86 de la Carta Política instituye la acción de tutela como un procedimiento de


naturaleza constitucional, destinado a la protección de los derechos fundamentales y de
carácter subsidiario, lo que significa que sólo procederá cuando el afectado no disponga de
otro mecanismo de defensa judicial, salvo que aquélla se utilice como mecanismo transitorio
para evitar un perjuicio irremediable. Así mismo, el numeral 1 del artículo 6 del Decreto 2591
de 1991 dispone que la acción de tutela es improcedente en los casos en que el accionante
tenga a su alcance otros recursos o medios de defensa judiciales para la protección de sus
derechos.

El requisito de subsidiariedad de la acción de tutela responde al carácter expansivo de la


protección de los derechos fundamentales respecto de las instituciones que conforman el
aparato estatal y, de manera particular, las instancias que ejercen la función pública de
administración de justicia. En efecto, la exigencia de este requisito, lejos de disminuir el
ámbito de exigibilidad judicial de dichos derechos, presupone que los procedimientos
judiciales ordinarios son los escenarios que, por excelencia, están diseñados para garantizar su
efectividad, a través de órdenes con contenido coactivo. De manera armónica con estas
consideraciones, las decisiones de la Corte han establecido que el requisito de subsidiariedad
de la acción de tutela implica que el amparo constitucional no pueda tornarse en un
mecanismo que sustituya o se convierta en una instancia adicional a los procedimientos
judiciales ordinarios. Así, esta Corporación ha sostenido que “el principio de autonomía judicial
contenido en los artículos 228, 230 y 246 Superiores, impide que el juez constitucional
adelante un control de legalidad sobre el procedimiento judicial, por lo que su competencia se
encuentra limitada exclusivamente a los conflictos de rango constitucional que surjan de la
actividad judicial. Así mismo, la procedencia de este amparo se encuentra supeditada a que el
accionante haya acudido previamente a los mecanismos procesales previstos en el
ordenamiento jurídico para subsanar las irregularidades en las que pueda haber incurrido el
juez. Como mecanismo residual y subsidiario, la acción de tutela no puede remplazar las
figuras procesales destinadas a obtener la satisfacción de sus derechos, ni puede subsanar la
incuria o negligencia de las partes en hacer uso de ellas de la manera y dentro de los términos
previstos legalmente para ello. En efecto, al respecto esta Corporación ha dicho que: “(...) si
existiendo el medio judicial, el interesado deja de acudir a él y, además, pudiendo evitarlo,
permite que su acción caduque, no podrá más tarde apelar a la acción de tutela para exigir el
reconocimiento o respeto de un derecho suyo. En este caso, tampoco la acción de tutela
podría hacerse valer como mecanismo transitorio, pues esta modalidad procesal se subordina
a un medio judicial ordinario que sirva de cauce para resolver de manera definitiva el agravio o
lesión constitucional".[22].

En criterio de la Corte Constitucional, en aplicaciones de las disposiciones anotadas, en el


evento en que para el caso concreto existan otros mecanismos judiciales, corresponde al
accionante agotar dichos recursos, es decir, hacer uso de todos los medios ordinarios y
extraordinarios de defensa judicial que se encuentren a su disposición para invocar la
protección de sus derechos, antes de acudir a la acción de tutela.

Al respecto, en la sentencia T-698 de 2004, esta Corte precisó: “El principio enunciado de
subsidiariedad resulta ser una exigencia fundamental para la procedibilidad de la acción, en la
medida en que es necesario que quien alega la vulneración haya agotado los medios de
defensa disponibles por la legislación, para lograr la protección de sus derecho. La razón de ser
de esta exigencia, es la de confirmar que una acción subsidiaria como la tutela, no pueda ser
considerada como una instancia más en el tránsito jurisdiccional, ni tampoco como un camino
extraordinario para solucionar las eventuales falencias de los procesos ordinarios o
contenciosos. Menos aún cuando es en estas jurisdicciones en donde se encuentran previstos
los mecanismos propios para conjurar los posibles inconvenientes que se susciten para las
partes durante los trámites procesales. Al respecto esta Corporación ha señalado que la
jurisdicción ordinaria y contenciosa, es “sede por antonomasia del ejercicio dialéctico entre las
diversas posiciones de las partes (…). De allí que la exigencia del agotamiento efectivo de los
recursos correspondientes, como expresión de la subsidiariedad de la acción de tutela frente a
los mecanismos ordinarios de defensa judicial, se haga evidente”.

Sin embargo, es preciso señalar que esta Corporación ha admitido la procedencia excepcional
de la acción de tutela en los casos en que existan otros medios y recursos de defensa judicial a
disposición del actor. En desarrollo del principio de subsidiariedad, esta Corte ha reiterado que
en los casos en que el accionante tenga a su alcance otros medios o recursos de defensa
judiciales, la acción de tutela procederá excepcionalmente en los siguientes eventos[25]:

(i) Los medios ordinarios de defensa judicial no son suficientemente idóneos y eficaces
para proteger los derechos presuntamente conculcados;

(ii) Aún cuando tales medios de defensa judicial sean idóneos, de no concederse la
tutela como mecanismo transitorio de protección, se produciría un perjuicio irremediable a los
derechos fundamentales.

(iii) Cuando el accionante sea un sujeto de especial protección constitucional (personas de


la tercera edad, personas discapacitadas, mujeres cabeza de familia, población desplazada,
niños y niñas), se realizará un análisis más tenue de los requisitos para la procedencia de la
acción de tutela.

En síntesis, se puede indicar que de acuerdo con el principio de subsidiariedad de la acción de


tutela, ésta resulta improcedente cuando es utilizada como mecanismo supletorio o
alternativo de los medios judiciales ordinarios o extraordinarios de defensa judicial previstos
por la ley. Sin embargo, en los casos en que existan medios de protección ordinarios al alcance
del actor, la acción de tutela será procedente si el juez constitucional logra determinar que: (i)
los mecanismos y recursos ordinarios de defensa no son suficientemente idóneos para
garantizar la protección de los derechos presuntamente vulnerados; (ii) se requiere el amparo
constitucional como mecanismo transitorio, pues de lo contrario el actor se vería frente a la
ocurrencia inminente de un perjuicio irremediable; y, (iii) el titular de los derechos
fundamentales amenazados o vulnerados es sujeto de especial protección constitucional.

III. CASO CONCRETO

En el presente caso, la ciudadana Santos María Silva de Pérez, interpone acción de tutela, a
través de apoderado, contra el Fondo Pasivo de Puertos de Colombia –FONCOLPUERTOS-, a fin
de que se proteja su derecho fundamental de petición.

La actora, contrajo matrimonio católico con el señor Pedro Pérez Pertuz, con quien convivió
por un tiempo aproximado de 17 años, y con quien estuvo separada de hecho por más de 20
años.

En el año 1998, la accionante, debido a su precaria situación económica, inició proceso de


alimentos contra el señor Pérez Pertuz, quien en ese momento aún era su esposo. En dicho
proceso se condenó al demandado al pago del 25% de la pensión de jubilación y primas que
recibiera Puertos de Colombia Foncolpuertos.

La anterior condena se produjo en atención a la precaria situación económica que atravesaba


la accionante y la capacidad de pago del su cónyuge.

El 25 de febrero de 1999, en sentencia proferida por el Juzgado Segundo Promiscuo de Familia


de Ciénaga, Magdalena, se declaró la cesación de efectos civiles del matrimonio católico
vigente entre la hoy actora y el señor Pedro Pérez Pertuz. En aquella oportunidad no se dijo
nada sobre los alimentos, quedando vigente la sentencia previa en la cual se condenaba al
señor Pedro Pérez al pago de los mismos.

El 2 de mayo de 1999, con posterioridad a la sentencia que declaró la cesación de efectos


civiles del matrimonio, y cuando aún no se había liquidado la sociedad conyugal, el señor Pérez
Pertuz falleció; a pesar de ello, Foncolpuertos continuó cancelado la cuota alimentaria a la
accionante hasta el 27 de septiembre de 1999.

A partir de la última fecha señalada, la accionante dejó de percibir la cuota alimentaria que
recibía de la pensión de su ex marido. Previo al momento en que se dejó de realizar el pago,
la accionante presentó demanda de sucesión intestada del señor Pedro Pérez Pertuz, la cual
fue admitida el 22 de junio de 1999.

La accionante, al no recibir la cuota alimentaria que se descontaba de la pensión de su ex


marido, solicitó en varias oportunidades directamente y a través del juez de la sucesión, que se
pusieran a disposición las mesadas no pagadas al señor Pedro Pérez Petuz y causadas hasta el
día de su muerte. Así mismo, la actora en más de una ocasión solicitó a la entidad demandada
continuar con el pago de la obligación alimentaria.
El proceso de sucesión culminó con sentencia proferida el 7 de febrero de 2005 por el Juzgado
Segundo Promiscuo de Familia de Ciénaga, Magdalena. En dicho proceso de sucesión, además,
se liquidó la sociedad conyugal entre la accionante y el causante.

En la aludida providencia a la accionante se le otorgó una hijuela, que constaba varios bienes,
entre los que figuran el 50% proindiviso de un predio rural ubicado en municipio de Ciénaga
corregimiento de Sevillano, el 50% proindiviso con su respectiva casa de material ubicado en la
Urbanización de las Colinas, Segunda etapa, municipio de Soledad Atlántico, entre otros bienes
referenciados en la sentencia en mención.

El 5 de agosto de 2010, la apoderada judicial de la accionante, presentó derecho de petición a


Foncolpuertos, solicitando explicación respecto al no cumplimiento de la medida de embargo
decretada por el Juzgado Segundo Promiscuo de Familia de Ciénega, Magdalena, por
conceptos de alimentos a favor de la señora Santos María Silva de Pérez.

El derecho de petición presentado, fue resuelto de manera extemporánea y, en él se indicó a la


accionante que se había dejado de realizar el descuento por cuanto la pensión de jubilación
que ostentaba el señor Pedro Pérez se le asignó a su compañera permanente como pensión
sustitutiva.

En este punto es preciso aclarar que, si bien la accionante en su escrito de tutela solicita la
protección de su derecho de petición, en el fondo, la pretensión va encaminada al pago de los
alimentos que fueron ordenados a su favor mediante sentencia judicial en el año 1998. De allí
que, en el caso particular la Sala procederá a resolver la procedencia de la pretensión señalada
en el caso concreto.

Es importante recordar que, la obligación alimentaria se extingue con la muerte del


alimentario, pero no con la muerte del alimentante como ocurrió en el presente caso. De allí
que, lo primero que corresponde fijar a la Sala es que el derecho en cabeza de la accionante no
se extinguió con la muerte de su ex cónyuge, pues como manifiesta la apoderada, la necesidad
de alimentos continuó. Ahora, el hecho de que no se haya extinguido el derecho a los
alimentos no equivale a decir que la pretensión de la accionante sea de recibo en sede de
tutela por las siguientes razones:

-Con la muerte del señor Pérez Pertuz, la obligación de alimentos pasó a ser un pasivo de la
sucesión.

-El momento para manifestar la necesidad de los alimentos que hoy se expone, junto con los
demás argumentos esbozados por la parte actora, era el proceso sucesoral.

-La hoy accionante tuvo conocimiento del proceso de sucesión, incluso fue ella quien presentó
la demanda que dio inicio al mismo.

-Si en el proceso de sucesión no se incluyeron los alimentos como parte del pasivo sucesoral,
como efectivamente sucedió, la acción de tutela no se constituye en el medio idóneo para que
la accionante los solicite, pues dentro del proceso tuvo oportunidad para ello.
-Si bien en la sentencia no se hizo referencia a los alimentos, a la accionante se adjudicaron
dentro del proceso sucesoral y de liquidación de sociedad conyugal varios bienes, entre los que
se destacan varios lotes, como consta en el expediente

-Correspondía al juez de la sucesión además, verificar si en el caso de la señora Silva los


alimentos se extinguían por confusión, pues tal declaración no le corresponde al juez de tutela.

La razones expuestas permiten concluir que la solicitud presentada por la parte actora
tendiente a que se ordene el pago de las cuotas alimentarias vencidas y las que en adelante se
causen, es un tema que escapa a la competencia del juez de tutela y, que como se señaló, se
debió debatir dentro proceso de sucesión por disposición de los artículos 1016 y 1227 del
Código Civil. Se reitera en esta oportunidad que, la muerte del alimentante no extingue el
derecho a recibir alimentos y que el momento propicio para definir el futuro de la obligación
alimentaria, en caso de fallecimiento del deudor, es la sentencia que pone fin al proceso de
sucesión. De allí que, en casos como el de la actora, en el cual no se hizo referencia a los
alimentos reconocidos judicialmente dentro de dicha providencia, se ha debido controvertir la
misma en las oportunidades procesales para ello, e incluso a través de la acción de tutela en
caso de configurarse las causales generales y específicas de procedencia de la misma.

Por lo anterior, si la actora no hizo uso de los mecanismos de los que dispone nuestra
legislación para solicitar los alimentos dentro del proceso de sucesión o para controvertir la
providencia que puso fin al mismo, no le es dable en esta oportunidad solicitar que se
modifique lo decidido por el Juez Segundo Promiscuo de Familia hace más de 5 años, a fin de
que se ordene el pago de las cuotas alimentarias vencidas y las que en adelante se causen.
Finalmente, en relación con el desacuerdo manifestado por la actora ante el reconocimiento
que de la pensión de sobreviviente hiciera la entidad demandada a la compañera permanente
del fallecido Sr. Pérez Pertuz, encuentra la Sala que la misma fue asignada mediante
Resolución 125 de 29 enero de 2000, lo que implica que la misma quedó en firme hace más de
10 años, siendo imposible que el juez de tutela entre a modificarla cuando la accionante no se
presentó a la entidad demandada a pesar del llamado que se hiciera a través del edicto
señalado por la ley previo al reconocimiento de la pensión, no ejerció las acciones procedentes
ante la jurisdicción ordinaria y dejó transcurrir tanto tiempo para interponer la tutela.

Por las razones expuestas de manera presente, y en atención al principio de subsidiariedad


para la procedencia de la acción de tutela, la conclusión de la Sala no puede ser una distinta a
la declaratoria de improcedencia de la presente solicitud, pues, como se indicó, la pretensión
en ella esbozada no es otra que el pago de las cuotas alimentarias dejadas de percibir desde
hace mas de 10 años y las que en adelante se causen, las cuales considera la parte actora, se
deben descontar de la pensión de sobrevivientes del señor Pedro Pérez Pertuz.

Finalmente, encuentra la Sala que en el presente caso no se configura un perjuicio


irremediable, por las siguientes razones:

- La actora dentro del proceso de sucesión y liquidación de la sociedad conyugal le fueron


reconocidos varios bienes, como consta en el expediente.
- La accionante lleva mas de 5 años sin recibir la cuota alimentaria y no indicó que su
situación haya variado últimamente

IV. DECISION

En mérito de lo expuesto, la Sala Octava de Revisión de la Corte Constitucional, administrando


justicia en nombre del pueblo y por mandato de la Constitución,

RESUELVE Primero.- Revocar el fallo emitido por el Tribunal Superior del Distrito Judicial
de Santa Marta, Sala Civil- Familia, el 17 de noviembre de 2010 en el que se declaró la
existencia de hecho superado, y en su lugar, Declarar la improcedencia de la acción de tutela
interpuesta por la Señora Santos María Silva de Pérez, a través de apoderado, contra el Fondo
Pasivo de Puertos de Colombia –Foncolpuertos.-

Segundo.- Por secretaría General, líbrense las comunicaciones previstas en el artículo 36 del
Decreto Ley 2591 de 1991.

Notifíquese, comuníquese, publíquese en la Gaceta de la Corte Constitucional y cúmplase

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