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Apuntes Consumo

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CURSO 2017-2018

DERECHO DEL
CONSUMO
Re-resumen en base a los apuntes realizados por los compañeros

Andrea: No son apuntes propios, son los realizados por los compañeros para el curso
2017-2018, intentando resumir lo máximo posible.
2017-2018
DERECHO DEL CONSUMO 17-18

PRIMERA PARTE: PROTECCIÓN DE CONSUMIDORES Y USUARIOS

TEMA 1 – PROTECCIÓN DE CONSUMIDORES Y USUARIOS – EXCLUIDO

TEMA 2 – LA LEGISLACIÓN ESPAÑOLA SOBRE DEFENSA DE LOS CONSUMIDORES

1. INTRODUCCIÓN

2. LA COSTITUCION ESPAÑOLA Y LA PROTECCION DE LOS CONSUMIDORES


2.1. El artículo 51 CE
1. Los poderes públicos garantizarán la defensa de los consumidores y usuarios, protegiendo, mediante
procedimientos eficaces, la seguridad, la salud y los legítimos intereses económicos de los mismos.
2. Los poderes públicos promoverán la información y la educación de los consumidores y usuarios, fomentarán
sus organizaciones y oirán a éstas en las cuestiones que puedan afectar a aquéllos, en los términos que la ley
establezca.
3. En el marco de lo dispuesto en los apartados anteriores, la ley regulará el comercio interior y el régimen de
autorización de productos comerciales.
Este mandato constitucional fue el arranque de la política de protección del consumidor y se convirtió en un
verdadero principio del desarrollo de la legislación ordinaria.

2.2. La protección de consumidores y usuarios como principio general informador del Ordenamiento
Jurídico
En desarrollo del art 51.1 CE, esta ley tiene por objeto la defensa de los consumidores y usuarios, lo que, de
acuerdo, con el art 53.3 CE tiene el carácter de principio general informador del Ordenamiento Jurídico [art. 1.1.1º
de la Ley General defensa de los consumidores y usuarios (LCU)]

2.3. La negación del principio


Los tratadistas del Dcho. Mercantil consideran que ha de cohonestarse y ponerse en relación con una serie de
principios y derechos constitucionales de mayor y mejor rango, como la libertad de empresa, el principio de la
autonomía privada, el principio de la propiedad privada e incluso el derecho a elegir libremente una profesión
(art. 35 .1 CE). Por lo tanto, esta línea lo que busca es debilitar el alcance y significado de la protección de los
consumidores y usuarios por lo que les parece exacerbado afirmar la existencia de un nuevo principio general del
derecho.

2.4. La afirmación del principio


Otros autores consideran que es improcedente negar el carácter informador de la defensa de los consumidores y
usuarios, pues la existencia de un principio o derecho no puede pretender la anulación de los demás.

3. LA LEY GENERAL PARA LA DEFENSA DE LOS CONSUMIDORES Y USUARIOS


3.1 Presentación
Ley 26/1984, 19 julio, impulsada por el Ministerio de Sanidad debido a un masivo envenenamiento alimentario
muy mal afrontado (aceite de colza adulterado). Era un mínimo marco normativo que permitió desarrollar el
artículo 51 CE.

3.2. Sistemática y objetivos


La LCU fue bastante breve y no incidía directamente en las normas contractuales previamente aplicables y
generando una sensación de duplicidad de regulaciones.

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Objetivos:
1. Establecer los procedimientos eficaces para la defensa de los consumidores y usuarios.
2. Disponer del marco legal adecuado para favorecer un desarrollo del movimiento asociativo.
3. Declarar los principios, criterios, obligaciones y derechos que configuran la defensa de los consumidores y
usuarios que en el ámbito de sus competencias habrán de ser tenidos en cuenta por los poderes públicos en las
actuaciones y desarrollos normativos futuros.

3.3. Irrenunciabilidad de los derechos otorgados a consumidores y usuarios


Un criterio fundamental es declarar la irrenunciabilidad previa de los derechos y facultades otorgados por la LCU
a los consumidores y usuarios, así como la declaración de nulidad de cualesquiera actos o contratos realizados en
fraude de esta Ley.

4. EL DESARROLLO LEGISLATIVO POSTERIOR


4.1 Disposiciones estatales y autonómicas
Es necesario atender tanto a las disposiciones comunitarias procedentes de la UE, como a las propias nacionales,
a la legislación autonómica

4.2. Las Leyes españolas de mayor importancia


[Aquí el libro hace una enumeración cronológica en letra pequeña de las normas con rango de ley promulgadas en España,
desde 1991 hasta 2015]

5. EL TEXTO REFUNDIDO DE LA LEY DE CONSUMIDORES APROBADO MEDIANTE REAL


DECRETO LEGISLATIVO 1/2007
5.1. Introducción: Objeto de la Refundición Normativa
El TRLCU (Real Decreto Legislativo 1/2007, de 16 de noviembre, por el que se aprueba el Texto refundido de la
Ley General para la Defensa de los Consumidores y Usuarios y otras Leyes complementarias) refunde en un
único texto la LCU (Ley 26/1984), y las normas de transposición de las directivas comunitarias (Directiva
98/27/CE) dictadas en materia de protección de los consumidores y usuarios regularizando, aclarando y
armonizando los textos legales.
El TRLCU incide en los contratos celebrados a distancia y los celebrados fuera de establecimiento comercial; e
incluye también la regulación sobre garantías en la venta de bienes de consumo; la disciplina relativa a los viajes
combinados; y la regulación sobre la responsabilidad civil por los daños causados por productos defectuosos

5.2. Disposiciones excluidas de la refundición


Quedan excluidas otras normas de transposición de las directivas comunitarias que instrumentaban regímenes
jurídicos muy diversos que regulaban ámbitos sectoriales específicos alejados del núcleo básico de la protección
de los consumidores y usuarios:
 Leyes que regulaban los servicios de la sociedad de la información y el comercio electrónico
 Normas sobre radiodifusión televisiva y Ley 29/2006, 26 de julio, de garantías y uso racional de los
medicamentos y productos sanitarios
 Ley 7/1995, 23 de marzo, de crédito al consumo
 El régimen de los derechos de aprovechamiento por turno de bienes inmuebles de uso turístico en la ley
42/1998, 15 de diciembre
 Ley 34/98, 11 de noviembre, General de Publicidad

5.3. La Disposición Derogatoria


La Disposición Derogatoria Única especificaba algunas leyes que dejaba sin efecto y, aunque no lo indicara, se
entiende que todas las disposiciones anteriores con rango de ley que se opongan o que hayan sido integradas en
el texto refundido, son objeto de derogación, salvo aquellos mandatos contenidos que se refieran a preceptos de
otras disposiciones legislativas no refundidas.

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5.4. Sistemática
El TRLCU contiene 165 arts., 3 DT y 3 DF, estructurado en 4 libros, con diversos títulos y capítulos.
-Preámbulo: explica la sistemática del texto
-Primer Libro: “Disposiciones Generales”: fundamentalmente tributario. Contempla en 5 títulos:
1. Derechos básicos de los consumidores
2. Derecho de representación, regulando las asociaciones y el Consejo de Consumidores y Usuarios
3. Conferencia Sectorial como organismo básico de cooperación institucional
4. Potestad sancionadora
5. Las acciones de cesación y el sistema arbitral de consumo como manifestaciones procesales básicas del
régimen peculiar de los consumidores
-Segundo Libro: “Contratos y Garantías” regula:
1. Aspectos específicos de la contratación con los consumidores, especial, el derecho de desistimiento
2. Condiciones generales y cláusulas abusivas
3. Contratos celebrados a distancia y contratos celebrados fuera de los establecimientos comerciales
4. Garantías y Servicios Post-venta
-Tercer Libro: “Responsabilidad Civil por Bienes o Servicios Defectuosos”
-Cuarto Libro: “Viajes Combinados”

6. MODIFICACIONES POSTERIORES AL TEXTO REFUNDIDO


1º) Ley 2/2009, del 31 de marzo, por la que se regula la contratación con los consumidores de préstamos o
créditos hipotecarios y de servicios de intermediación para la celebración de contratos de préstamo o crédito
Complementa la protección de los consumidores en relación con los préstamos o créditos hipotecarios
concedidos por entidades o instituciones que no se encuentran sometidas al control del Banco de España, y con
las numerosas sociedades de intermediación que se ofrecen en el mercado para llevar a efecto la denominada
“unificación de créditos”
2º) La Ley 29/2009, 30 de diciembre, por la que se modifica el régimen legal de la competencia desleal y la
publicidad, para la mejora de la protección de los consumidores y usuarios, que incorpora al derecho español las
Directivas 2005/29 CE, relativa a las prácticas comerciales desleales de las empresas en sus relaciones con los
consumidores y la Directiva 2006/114 CE, sobre publicidad engañosa y publicidad comparativa
El RD 231/2008, 15 de febrero, regula el sistema arbitral de consumo, y el RD 863/2009, 14 de mayo, que ha
supuesto una revisión completa al sistema arbitral de consumo
3º) La ley 3/2014, 27 de marzo, por la que se modifica el texto refundido de la ley General para la Defensa de los
Consumidores y Usuarios
La Directiva 2011/83/UE procede a derogar la normativa europea vigente sobre la protección de los
consumidores en los contratos celebrados a distancia y los contratos celebrados fuera de los establecimientos
mercantiles, estableciendo un nuevo marco legal en esta materia, al tiempo que modifica la normativa europea
sobre cláusulas abusivas en los contratos celebrados con consumidores y sobre determinados aspectos de la
venta y las garantías de los bienes de consumo.
4º) También hay modificaciones por parte de la Ley 15/2015, de jurisdicción voluntaria.

7. ESTADO Y COMUNIDADES AUTÓNOMAS


7.1. Distribución de competencias en materia de consumo
Se ha producido una autoatribución competencial en ciertos Estatutos de Autonomía a favor de las
correspondientes CCAA, para crear ex novo un título competencial que no está definido, lo que ha provocado
algunas fricciones competenciales en la materia jurídica del consumo
El TC ha asentado una serie de criterios básicos sobre la materia:
1. El Derecho del consumo es una materia en la que concurren disposiciones de Derecho privado y de
Derecho público. Respecto a las normas jurídico-públicas las CCAA tienen reconocida competencia: disposiciones
de derecho administrativo, quedando fuera tanto las normas de Derecho penal como de Derecho procesal.

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2. El régimen del comercio interior está regulado por normas administrativas de diverso tipo. Sobre éstas
tienen igualmente competencias las CCAA si así se establecen en los respectivos Estatutos.
3. El Estado tiene competencias sobre una diversidad de títulos referentes al comercio, al Derecho de los
contratos y a la responsabilidad extracontractual:
a) Aseguramiento de la unidad de mercado
b) Competencia sobre la legislación civil, con la salvedad de los territorios con derecho civil foral
c) Competencia exclusiva sobre la legislación mercantil
d) Competencia exclusiva sobre la regulación de las bases de las obligaciones contractuales
e) Competencias exclusivas sobre la responsabilidad contractual y extracontractual
f) La regulación de las condiciones generales los contratos y las modalidades contractuales corresponden al
legislador estatal
Dentro del debate general entre Estado y las CCAA, parece existir un cierto consenso sobre la aceptación de:
 El Derecho de obligaciones (contratos, responsabilidad civil…) es competencia exclusiva del Estado, debido,
sobre todo a la atribución de determinadas competencias exclusivas al Estado y principio de unidad de mercado
 Las CCAA con competencias plenas en materia de consumo pueden regular todas las cuestiones jurídico-
públicas de carácter administrativo, especialmente las materias de sanciones y controles administrativos
 Las CCAA sin competencia plena en materia de consumo podrán desarrollar reglamentariamente y
ejecutar las normas referidas en la relación anterior

7.2. Horarios Comerciales y Actividad Comercial


La STC 264/1993, declara inconstitucionales diferentes preceptos de la ley 9/89, 5 de octubre de la C Aragón
sobre ordenación de la actividad comercial: venta a pérdida por invasión del derecho de competencia, sobre
perfección de contratos y determinación de obligaciones contractuales
La STC 225/1993 declara inconstitucional el art 9 de la ley valenciana 8/96, 29 diciembre sobre ordenación del
comercio y superficies comerciales
La ley 7/96 de ordenación del comercio minorista, en su disposición final única, señala los preceptos que tienen
carácter estatal y sus títulos competenciales, en los demás casos, la norma estatal tiene carácter supletorio de
la legislación autonómica. Corresponden a las CCAA:
 La determinación de los dos períodos de rebajas (art. 25) dentro de los límites generales
 El otorgamiento a los comerciantes de las correspondientes autorizaciones, creación de registros y su
inscripción, en los casos de las denominadas ventas especiales (a distancia, ambulante, automáticas y en subasta
pública). Salvo en las ventas a distancia, que se difunden por medios que excedan el territorio de la CCAA, que la
competencia es estatal
 La homologación de las máquinas para la venta automática
 La competencia sancionadora
La LO 2/96, complementaria de la ordenación del comercio minorista, desarrolla el régimen de los horarios
comerciales y encomienda dicha regulación a las CCAA
Esta ley, ante el desencuentro entre gobierno central, CCAA y grades superficies comerciales y el pequeño
comercio o estructura comercial tradicional, ha sido modificada por una ley específica de ámbito estatal: la Ley
1/2004, 21 de diciembre, de horarios comerciales que ha establecido algunas reglas mínimas:
a) En los días laborales, cada comerciante decidirá libremente su horario de apertura y cierre, respetando
siempre el horario global máximo fijado por la CCAA
b) El número de domingos y festivos de posible apertura será de doce al año, aunque las CCAA pueden
reducir (hasta un mínimo de 8), o ampliar dicho número
c) El horario de apertura de domingos y festivos no puede ser limitado por las CCAA a menos de 12 horas
d) Existen establecimientos con régimen especial de horarios con plena libertad de apertura, los destinados
a la venta de pan, repostería, prensa, carburantes… así como “tiendas de conveniencia”
A su vez, dicha ley ha sido modificada por RD-ley 20/2012, 13 de julio, de medidas para garantizar la
estabilidad presupuestaria y de fomento de la competitividad, por el que se modifica el régimen vigente
introduciendo una mayor liberalización de horarios y de apertura comercial en domingos y festivos:
1. El horario global en que los comercios podrán desarrollar su actividad durante el conjunto de días
laborables de la semana no podrá restringirse por las CCAA a menos de 90 horas

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2. El horario de apertura y cierre dentro de los días laborables de la semana será libremente decidido por
cada comerciante, respetando el límite máximo del horario global que se establezca por la CCAA
3. Las CCAA que así lo decidan podrán establecer en su normativa aquellas obligaciones de información al
público en materia de horarios comerciales, incrementándolo o reduciéndolo, sin que se pueda limitar por
debajo de 10 el número de domingos y festivos de apertura autorizada y cada comerciante determinará
libremente el horario correspondiente a cada domingo o día festivo en que ejerza su actividad
4. El número mínimo de domingos y días festivos en los que los comercios permanecerán abiertos, será de
dieciséis, pudiendo las CCAA aumentarlos o reducirlos
Se añade la STC 108/2014, 26 de junio, dictada por el pleno ante el recurso de inconstitucionalidad interpuesto
por el Gobierno de Canarias respecto a los art. 9 y 13 de la ley 15/2007, 3 de julio de defensa de la competencia
Esta STC falla favorablemente sobre la constitucionalidad de los preceptos legales que reservan a la
Administración estatal el ejercicio de funciones ejecutivas en el control de concentraciones económicas
declarando que “no sólo el mercado de <<ámbito nacional>>, sino también los eventuales <<mercados
geográficos definidos>> forman parte del mercado único español”, término éste que equivale al espacio
económico unitario reconocido implícitamente como tal por art 139.2 CE
La STC 142/2014, 11 de septiembre desestima el recurso interpuesto por el Gobierno de la CCAA de Madrid,
respecto de los art 4 y 5 del RD-Ley 1/2009, 23 de febrero, de medidas urgentes en materia de
telecomunicaciones
La STC 18/2016, 4 de febrero, dice que la regulación sobre horarios comerciales en cuanto a fijación de horarios
globales semanales es una materia perfectamente incardinable en la competencia estatal exclusiva en materia
de mercado interior, supone “el establecimiento de unas directrices o criterios globales que cumplen, dado su
carácter de condiciones mínimas y comunes, los parámetros constitucionales para su consideración material
como norma básica”.

7.3. El Ejercicio de la Competencia Autonómica


La mayor parte de las CCAA han hecho uso de sus competencias y en casi su totalidad se han dotado de
disposiciones generales de protección a los consumidores, dictadas con rango de ley en sentido formal
Así ha ocurrido en Andalucía, Aragón, Asturias, canarias, Cantabria, Castilla-La Mancha, Castilla –León, Cataluña,
Navarra, Madrid, Valencia, Extremadura, Galicia, Baleares, País Vasco, Murcia y La Rioja
El núcleo fundamental lo constituye la regulación de los supuestos en que se regula o se hace referencia a
extremos que deberían estar reservados a la legislación general

7.4 Relación de las Leyes Autonómicas


1. Ley 10/1981, derogado por Ley 6/2003, modificada por la 2/2012, Estatuto de Consumidores del País Vasco
2. Ley 12/84, 28 de diciembre, derogado por Ley 2/12, 28 marzo, Estatuto del consumidor y usuario de Galicia
3. Ley 5/85, 8 julio, derogada por 13/2003, de defensa y protección de los consumidores y usuarios de Andalucía
4. Ley 2/87,9 abril, modificada por Ley 1/2011, 22 de marzo Estatuto de consumidores y usuarios de Valencia
5. Ley 3/93, 5 marzo, Estatuto de consumidor de Cataluña, sustituida por Ley 22/2010, 20 julio
6. Ley 3/95, 9 marzo, Estatuto del consumidor de Castilla-La Mancha, derogado por Ley 11/2005, 18 diciembre
7. Ley 4/96, 14 junio, Estatuto de los Consumidores y usuarios de Murcia, modificada por la Ley 10/2016
8. Ley 8/97, 30 octubre, Estatuto del consumidor de Aragón, derogada por ley 16/2006, 28 diciembre
9. Ley 1/98, 10 marzo, Estatuto de los consumidores y Usuarios de Islas Baleares, derogado por Ley 7/14, 23 julio
10.Ley 6/98, 15 mayo. Derogada por Ley 1/2006, 7 marzo de defensa de los consumidores y usuarios de Cantabria
11.Ley 11/98, 9 julio protección de los consumidores de Madrid
12.Ley 11/98, 5 diciembre de defensa de los consumidores y usuarios de Castilla-León, sustituida por Ley 2/2015,
4 marzo
13.Ley 6/2001, 24 mayo, Estatuto de los consumidores y usuarios de Extremadura
14.Ley 11/2002, 2 diciembre de los consumidores y usuarios de Asturias
15.Ley 3/2003, 12 febrero, se aprueba el Estatuto de Consumidores y usuarios de Canarias
16.Ley Foral de Navarra 7/2006, 20 junio
17.Ley 5/2013, 12 abril de defensa de los consumidores de La Rioja

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Todas las comunidades cuentan con una ley propia en la materia, salvo Ceuta y Melilla.

8. PLANES DE ACTUACIÓN Y DESARROLLO DE LA PROTECCIÓN AL CONSUMIDOR


El Plan estratégico de Protección al Consumidor para el período 2002/2005, fue sustituido por el Marco Común de
Actuación para el cuatrienio 2006-2009
El INC ha sido refundido, junto a la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición, en la AECOSAN
(Agencia Española de Consumo, Seguridad Alimentaria y Nutrición)
Ciertas CCAA tienen capacidad para generar instituciones paralelas al Instituto Nacional de Consumo, el cual
debería o podría garantizar una protección nacional de los consumidores y usuarios.
La totalidad de las CCAA tienen su organismo de consumo.

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TEMA 3 – LA NOCIÓN DE CONSUMIDOR

1. INTRODUCCIÓN
1.1. La noción económica de consumidor
Sujeto de mercado que adquiere bienes y servicios para su propio uso o satisfacción de sus necesidades, sin
integrarlo en una actividad laboral o profesional. El consumidor pretende hacerse con el valor de uso, siendo el
último eslabón del proceso productivo. El empresario adquiere el producto por su valor de cambio, para
integrarlo en una actividad productiva.
No ha sido hasta las últimas décadas del siglo XX cuando se ha producido la identificación del colectivo de
consumidores como categoría de entidad propia.

1.2. Sociedad de consumo y protección de los consumidores


El Derecho Privado clásico es insuficiente para proteger al consumidor (la parte débil de la contratación) en la
sociedad de consumo. En las últimas décadas es cuando se han desarrollado políticas de protección al
consumidor, que buscan corregir las insuficiencias y lagunas del funcionamiento del mercado y restablecer un
equilibrio entre los recursos y los participantes en el sistema, aboliendo disfunciones de la economía de
mercado.
Utilizaremos la expresión “protección de consumidores (adquieren bienes de consumo) y usuarios (de servicios)”

1.3. Ámbito de la protección: protección directa y protección indirecta


Protección indirecta: son todo el conjunto de medidas adoptadas o asumidas por los poderes públicos a
consecuencia del nuevo principio general del Derecho instaurado por el artículo 51 de la Constitución: la
ordenación del mercado interior, libertad de competencia, regulación de monopolios, política de precios,
regulación de importaciones, control de la actividad de grupos transnacionales, etc.
Protección directa: son actividades o medidas realizadas mediante atribución de facultades, beneficios o
derechos concretos en favor del consumidor.

2. LA NOCIÓN DE CONSUMIDOR EN GENERAL


Establecer una noción legal del consumidor tiene la ventaja de que salvo que en la ley se disponga otra cosa,
todas las personas incluidas en dicha noción legal podrán ejercitar los derechos, facultades y beneficios que la
ley les otorga sin examinar caso por caso.
Esto significa que sólo deba disponerse de una noción legal única.
No existe una clara y única noción científico-jurídica sobre consumidor.

3. LA DELIMITACIÓN ABSTRACTA DE LA NOCIÓN DE CONSUMIDOR


La noción contemporánea de consumidor está vinculada a la evolución tras el movimiento de protección de los
consumidores de las últimas décadas del siglo XX. Cada vez se ha ido ampliando más el círculo de personas que se
consideran necesitados de especial protección en materia de consumo.
-Noción concreta o estricta: quienes adquieren bienes o servicios para uso privado, basadas en criterios
subjetivos y recogidas textos legales, que atribuyen derechos a cada consumidor en concreto, pudiendo
ejercitarlos individualmente
-Noción abstracta o amplia: incluye a todos los ciudadanos en cuanto a personas que aspiran a una adecuada
calidad de vida; concepto sobre el que se asienta la política normativa comunitaria en materia de protección de
los consumidores. El artículo 51 de nuestra Constitución tiene una base en la noción abstracta, pero la explícita
alusión a los intereses económicos del consumidor parece apuntar hacia una noción concreta.
En la noción abstracta, destacan dos ideas: la protección a los consumidores y la protección de la calidad de
vida. Por ello, esta noción no es adecuada para la atribución de derechos individuales sino para expresar
programas políticos de atención a todos los ciudadanos en cuanto consumidores.
Las nociones concretas y abstractas no son categorías homogéneas

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4. EL RECURSO A LOS ACTOS DE CONSUMO


El acto de consumo es un acto jurídico (un contrato, casi siempre) que permite obtener un bien o servicio con
vistas a satisfacer una necesidad personal o familiar. No se precisa habitualidad (basta un acto de consumo
aislado para calificar de consumidor al que lo realiza)
Como acto material, consiste en utilizar el bien o servicio, objeto de contrato. Se reserva la cualidad de
consumidor solamente a la persona que compra o que contrata.
Para entrar en el ámbito de protección de los consumidores, vedado a los profesionales, industriales,
comerciantes o prestatarios de servicios que adquieren para las necesidades de su empresa bienes de equipo, se
exige que se consuma para la satisfacción de una necesidad personal o familiar
Por tanto, las nociones basadas en un criterio subjetivo se apoyan en conceptos difíciles de precisar. En cambio,
en la noción de acto de consumo se procede a una simplificación conceptual, ya que consumidor es todo aquel
que realiza un acto de consumo
La noción de acto de consumo y resto de definiciones son incompletas e insuficientes para resolver los problemas
que se plantean en el acontecer diario.
El término consumidor tendría significados distintos dependiendo de la finalidad protectora de la legislación.

5. LA DELIMITACIÓN CONCRETA DEL CONSUMIDOR OBJETO DE PROTECCIÓN


5.1. El consumidor en su condición de cliente
Cliente es cualquier persona que interviene en relaciones jurídicas situándose en la posición de solicitante o
demandante de bienes y servicios en un vínculo con el titular o responsable de la oferta. Se incluye clientes de
un empresario, sin que sea relevante la finalidad perseguida por estos al tomar parte en esa relación contractual.
Así, es consumidor cualquier comprador, arrendatario, usuario, derechohabiente, espectador, etc.
Se engloba a todos aquellos que contratan con un empresario para adquirir bienes y servicios, no importando
el destino que le otorguen

5.2. El consumidor como destinatario final de bienes y servicios


Se perfila la idea de consumidor final de bienes y servicios para uso privado, tanto como adquirente de bienes
de consumo cuanto como usuario de servicios públicos y privados.
No se considera la naturaleza de la relación jurídica operada por el transferente del bien o de la prestación, ni de
la misma existencia de la transacción. El criterio del uso privativo limita la cualidad de consumidor a quien, sin ser
profesional, persigue la satisfacción de necesidades de carácter particular (personales, familiares,...). Queda
excluido el empresario, sólo cuando actúe como empresario.

5.3. La tensión persona física-persona jurídica


Consumidor como las personas físicas o jurídicas que se procuran o que utilizan bienes o servicios para un uso
no profesional (Directiva 577/85, de 20 de diciembre de 1985 sobre contratos negociados fuera de los
establecimientos comerciales)
Todos somos consumidores en potencia al vivir en una sociedad de consumo, pero en cuanto realicemos
determinados actos, sin haber dejado de estar en el ámbito de la noción abstracta de consumidor-ciudadano,
pasaremos al ámbito de la noción concreta, lo que va a permitir al consumidor reclamar la protección de que es
objeto por el hecho de reunir los requisitos que le son exigidos por la Ley en cada caso.

5.4. La contraposición entre consumidor jurídico y consumidor material


El consumidor jurídico es el contratante. Sobre este gira la protección del consumidor
El consumidor material es el que, sin haber contratado la cosa o el servicio, puede utilizarlos. Ha habido un
movimiento en favor de una mejor protección de este consumidor (Ley 22/1994, de 6 de julio, de responsabilidad
civil por los daños causados por productos defectuosos, refundido como artículo 135 TRLCU). Los sujetos
protegidos por esta norma son, en general, los perjudicados por el producto defectuoso, con independencia de
que tengan o no la condición de consumidores en sentido estricto.

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DERECHO DEL CONSUMO 17-18

El concepto material de consumidor puede coincidir o no con el jurídico. Este último es quien podrá ejercitar los
derechos, garantías y acciones derivados de la adquisición. Sin embargo, las excepciones son cada día más
numerosas y de mayor incidencia.

6. LA NOCIÓN DE CONSUMIDOR EN EL ORDENAMIENTO JURÍDICO ESPAÑOL


6.1. El precepto constitucional como pilar del sistema
La LCU desarrolla el art. 51 de la Constitución (que a su vez sigue la línea marcada por el Consejo de Europa y
Comunidad Europea) enumerando una serie de derechos del consumidor: derechos fundamentales como la
seguridad, salud y legítimos intereses económicos; y derechos instrumentales, necesarios para garantizar los
anteriores, como información, educación y participación por medio de organizaciones propias. No compartimos
esta clasificación de derechos.
En cambio, de los artículos 51 y 53 de la CE, sí se deduce que la defensa de los consumidores y usuarios es un
principio informador del ordenamiento jurídico, de la práctica judicial y de la actuación de los poderes públicos,
en términos de expansión tanto en extensión como en intensidad de la defensa o protección de los
consumidores. La defensa y protección del consumidor es, propiamente hablando, un principio general del
Derecho.

6.2. La Ley general de defensa y protección de consumidores y usuarios


La LCU delimita su ámbito de aplicación a los consumidores y usuarios, definidos, mediante un criterio
subjetivo y concreto, como destinatarios finales.1
Hay que considerar incluida en la noción de la LCU la relación del consumidor con la economía de mercado,
siendo así destinatario final de los bienes o servicios cuando haga uso de ellos, aunque vuelva a desprenderse de
ellos (ejemplo, los regalos que se realizan a personas ajenas).
No hay consumo frente a las AAPP cuando éstas actúan sometidas al Derecho administrativo, ni las actuaciones
de consumidores en condiciones especiales y distintas a las del mercado en atención (por ejemplo, a la relación
laboral existente entre cliente y empresa).
Es fundamental que la adquisición de bienes y servicios para uso privado se realice con relación a un empresario,
por lo que no habrá protección cuando las relaciones se establecen entre particulares (porque la finalidad de las
normas protectoras de los consumidores consiste en defender al particular que contrata con un empresario) o
entre empresarios (de quienes que se presume que son expertos en el tráfico mercantil).
La Ley 3/2014, define, en su artículo 3, al consumidor/usuario como “las personas físicas que actúen con un
propósito ajeno a su actividad comercial, empresarial, oficio o profesión”, incluyendo también a “las personas
jurídicas y entidades sin personalidad jurídica que actúen sin ánimo de lucro en un ámbito ajeno a una actividad
comercial o empresarial”.

6.3. La interrelación existente entre los apartados primero y tercero del artículo primero de la Ley de
consumidores
Se plantea la duda de si ambos apartados son independientes entre sí o existe una relación entre ellos. Nos
inclinamos por la última opción, entendiendo que el apartado tercero se refiere precisamente a quienes caen
dentro de la noción del apartado segundo, aunque la redacción varíe en las palabras concretas utilizadas.
Se pretende proteger a quien en última instancia consume el bien o servicio; no, en cambio, a quien interviene
en la cadena de producción, distribución o comercialización de bienes o servicios, pues el consumo empresarial se
caracteriza precisamente por la adquisición por parte del empresario de bienes muebles (fundamentalmente
maquinaria) a otro empresario con la finalidad de usarlos en su explotación o revender, en el marco de su
actividad económica.
1
Artículo 1: 2. son consumidores o usuarios las personas físicas o jurídicas que adquieren, utilizan o disfrutan como
destinatarios finales, bienes muebles o inmuebles, productos, servicios, actividades o funciones, cualquiera que sea la
naturaleza pública o privada, individual o colectiva de quienes los producen, facilitan, suministran o expiden
3. No tendrán la consideración de consumidores o usuarios quienes sin constituirse en destinatarios finales, adquieran,
almacenen, utilicen o consuman bienes o servicios, con el fin de integrarlos en procesos de producción, transformación,
comercialización o prestación a terceros

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La protección del consumidor se basa en la desigualdad entre las partes provenientes de la mayor competencia
y pericia del empresario, desequilibrio que puede producirse también cuando el profesional no contrata en el
sector de su actividad habitual. La apreciación de la especialidad profesional puede ser objeto de una
interpretación más o menos rigurosa, según el grado de complejidad de la actividad ejercida. De modo que
cuando las adquisiciones realizadas por los profesionales no se relacionen con el tráfico peculiar de su
profesión, éstos podrían ser considerados como consumidores o usuarios. Tal solución no adolece de falta de
lógica si tenemos en cuenta que la protección de los consumidores responde a la necesidad de equilibrar
situaciones jurídicas donde una de las partes está en situación de inferioridad con respecto a la otra parte. Sin
embargo, sería excesivamente problemático establecer una distinción como esta ya que podría dar lugar a una
gran inseguridad jurídica

6.4. Los bienes y servicios objeto de adquisición


La LCU se refiere a la adquisición, uso o disfrute bienes muebles o inmuebles, productos, servicios, actividades o
funciones.

6.5. Los destinatarios finales: consumidores jurídicos y consumidores materiales


La LCU considera consumidores o usuarios a quienes adquieren, utilizan o disfrutan, como destinatarios finales,
incluyendo así tanto al consumidor jurídico (adquirente) como al consumidor material (quien utiliza o disfruta).
Pueden coincidir, o no, ambas figuras en una misma persona
Cuando el adquirente sea distinto a quien utiliza o disfrute o consume el bien, ambos tendrán la consideración
de consumidor a los efectos de la LCU. Pero ello no supone que puedan ejercitar cada uno de ellos todos los
derechos que la Ley General reconoce al consumidor: los derechos vinculados directamente a la realización del
contrato de adquisición serán ejecutables por el adquirente; mientras que los derechos otorgados a los
consumidores para proteger su salud o su seguridad jurídica serán ejecutables por quienes utilizan o disfrutan
los bienes y servicios.

6.6. Las personas jurídicas en condición de consumidores


La LCU, a diferencia de la normativa comunitaria, admite que puedan ser considerados como consumidores
también las personas jurídicas (que adquiere bienes o servicios para que sean utilizados o consumidos por
personas vinculadas a ella cuando no medie entre ellas relación alguna de mercado). La circunstancia de carecer
de una organización que les permita auto protegerse, no concurre en el caso de personas jurídicas, aunque
actúen sin ánimo de lucro. Pero esta circunstancia podría resultar excesiva para asociaciones sin finalidad
lucrativa y de escasa entidad patrimonial.
Por lo tanto, habría que determinar qué personas jurídicas pueden ser conceptuadas como consumidores por
reunir los mismos requisitos que se piden al consumidor persona física. El artículo 1.3 excluye a todo el que
realice una actividad de producción, transformación, comercialización o prestación a tercero, reduciéndose a
supuestos de personas jurídicas que sin finalidad de lucro transmitan a título gratuito o a precio de coste los
bienes y servicios adquiridos (por ejemplo, para ser utilizados por los miembros de la entidad).
Tanto la LCC como la LVC circunscriben su ámbito de aplicación subjetivo a las personas físicas.
El TRLCU define como consumidor o usuario a cualquier persona en la que concurra la condición de contratante
principal, beneficiarlo o cesionario.
La Ley 3/2014 armoniza el concepto, incluyendo entre ellos a las personas jurídicas que puedan considerarse
destinatarias finales siguiendo lo fijado ahora en toda la UE.

6.7. Recapitulación: otras nociones de consumidor con sustentación legal


No siempre el legislador español ha seguido la noción de consumidor del artículo 1 de la LCU.
Así pues, no puede afirmarse que la noción de consumidores y usuarios establecida en el artículo 1 sirva para a
delimitar la aplicación de la LCU en todas sus partes. No hay que olvidar que la LCU es una ley general en el
sector, lo que explica que sean muy heterogéneas las materias sobre las que se proyecta su disciplina.

6.8. La noción de consumidor y usuario en el TRLCU

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DERECHO DEL CONSUMO 17-18

La nueva disposición legislativa, que intenta acercarse a la legislación comunitaria, plantea un concepto general y
armonizado de consumidor y usuario, restringiendo supuestos específicos de consumidor.
El consumidor y usuario, definido en la ley, es la persona física o jurídica que actúa en un ámbito ajeno a una
actividad empresarial o profesional. Esto es, que interviene en las relaciones de consumo con fines privados,
contratando bienes y servicios como destinatario final, sin incorporarlos, ni directa, ni indirectamente, en
procesos de producción, comercialización o prestación a terceros.

6.9. La noción de consumidor y usuario en el TRLCU según la modificación de la Ley 3/2014, de 27 de


marzo
“Son consumidores o usuarios las personas físicas que actúen con un propósito ajeno a su actividad comercial,
empresarial, oficio o profesión. Son también consumidores y usuarios a efectos de la ley, las personas jurídicas y
las entidades sin personalidad jurídica que actúen sin ánimo de lucro en un ámbito ajeno a una actividad
comercial o empresarial” (preámbulo de la 3/2014, que intenta adaptar la legislación española a la Directiva
2011/83/UE, de 25 de octubre de 2011, sobre los derechos de los consumidores

7. LOS SUMINISTRADORES DE BIENES Y SERVICIOS


7.1. Los empresarios y profesionales en general
Aunque nuestro legislador no menciona expresamente, el sujeto con el que el consumidor ha de entrar en
relación para ser tutelado, debe tener condición empresarial o profesional
Según la LCU, para la calificación de una persona como consumidor o usuario es indiferente quién haya
producido o suministrado el bien o servicio adquirido o utilizado por aquel.
El TRLCU optó por diversificar y conceptuar a las distintas personas que pueden haber tenido relaciones
contractuales con los consumidores o usuarios o que por causa de responsabilidad extracontractual hay de
indemnizarlos, realzada en loa artículos iniciales del texto refundido conforme a lo siguiente:
Artículo 4. Concepto de empresario. A efectos de lo dispuesto en esta norma, se considera empresario toda persona física o
jurídica que actúa en el marco de su actividad empresarial o profesional ya sea pública o privada
Artículo 5. Concepto de productor. A efectos de lo dispuesto en esta norma se considera productor al fabricante del bien o
al prestador del servicio o su intermediario, o al importador del bien o servicio en el territorio de la Unión Europea, así como a
cualquier persona que se presente como tal al indicar en el bien, ya sea en el envase, el envoltorio o cualquier otro elemento
de protección o presentación, o servicio su nombre, marca u otro signo distintivo
Artículo 7. Concepto de proveedor. A efectos de esta norma es proveedor el empresario que suministra o distribuye
productos en el mercado, cualquiera que sea el título o contrato en virtud del cual realice dicha distribución
La Ley 3/2014, de 27 de marzo, da un concepto de empresario: A efectos de lo dispuesto en esta norma, se
considera empresario a toda persona física o jurídica, ya sea privada o pública, que actúe directamente o a
través de otra persona en su nombre o siguiendo sus instrucciones con un propósito relacionado con su
actividad comercial, empresarial, oficio o profesión.

7.2. Actividades económicas y actividades empresariales


Lo que caracteriza principalmente la figura del empresario es la actividad económica que desarrolla:
1) Actividad industrial: producción y bienes y servicios: producción de bb y ss.
2) Actividad dirigida a la producción agrícola y ganadera: el CCom no los considera sometidos al Derecho
Mercantil
3) Actividad artesanal: también lo excluye el CCom de la esfera mercantil
4) Profesiones liberales: categoría especial de empresario
5) Actividad intermediaria en la circulación de bienes y servicios: empresario comercial o comerciante.

7.3. La intranscendencia de la calificación o caracterización empresarial


Tras enumerar las diferentes actividades que pueden ser objeto de contratación con un consumidor o, con los
consumidores en general, se puede concluir que las personas frente a las que se protege al consumidor por la
TRLCU incluirían a todo tipo de empresario sin limitarse a los empresarios mercantiles.
Tampoco se distingue entre pequeños y grandes empresarios

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DERECHO DEL CONSUMO 17-18

Conviene tener presente que en algunos sectores, se está abriendo paso una tendencia a equiparar al consumidor
la figura del pequeño empresario. Es el caso, marcadamente de la reciente Directiva (UE) 2015/2302 del
Parlamento Europeo y del Consejo de 25 de noviembre de 2015, relativa a los viajes combinados y a los servicios
de viaje vinculados en cuyo considerando séptimo se pone de manifiesto que los profesionales liberales y los
trabajadores autónomos merecen en este ámbito un nivel de protección similar al del consumidor en sentido
estricto, el que actúa al margen de una actividad empresarial o profesional.
Otro de los criterios de clasificación de los empresarios es en función de su condición personal. Conforme a este
criterio se distinguen entre empresario o comerciante individual (cualquier persona física o persona
propiamente dicha que reúna los requisitos para ser calificado como empresario) y los empresarios sociales. El
primero sería (que hace una referencia genérica a todos aquellos supuestos en los que la estructura formal de la
empresa se reserva a unja figura societaria cualquier a fundamentalmente a sociedades anónimas, sociedades
limitadas o cooperativa, etc. Así pues, sería empresario social cualquier persona jurídica que satisfaga idénticas
exigencias en relación con la habitualidad de actos de comercio e intermediación).

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DERECHO DEL CONSUMO 17-18

SEGUNDA PARTE. CONTRATACIÓN Y CONSUMIDORES

TEMA 4 – LA FORMACIÓN DE LOS CONTRATOS EN GENERAL

1. LA DEFENSA DE LOS CONSUMIDORES Y LA FORMACIÓN DEL CONTRATO EN GENERAL


En los Códigos civiles del siglo XIX, no existe la categoría de consumidor, ni, lógicamente, su protección, pues es
una figura del siglo XX.
Los Códigos se refieren a partes contratantes

2. EL CONCEPTO DE CONTRATO
2.1. Idea inicial de contrato
Contrato contemporáneo: acuerdo o pacto que vincula a dos o más personas respecto de una determinada
conducta de carácter patrimonial, mediante a la prestación de consentimiento (artículo 1254 CC).
El hecho del que el mero consentimiento da lugar al nacimiento de las obligaciones, ha sido una conquista
paulatina desde los tiempos romanos hasta el momento de la codificación.
En el formalismo del derecho romano clásico, no toda la materia hoy considerada contrato era tal y no siempre eran
obligatorios si no reunían determinados requisitos.
La idea contemporánea nace por la influencia de los canonistas y del derecho mercantil
El tránsito a la Edad Moderna acentúa la consideración de la voluntad individual como base del contrato ->
consentimiento

2.2. El intercambio de bienes y servicios como sustrato económico del contrato


La satisfacción de las necesidades individuales se consigue a través de una cadena sucesiva de intercambios
económicos.
Aun así, no todo intercambio de bienes y servicios es un contrato, aunque la mayor parte de tales intercambios
constituyen la base de lo que los juristas denominan contrato: el acuerdo en realizar un determinado intercambio
de un bien o servicio por otro bien o servicio.
Constituye el dinero, el medio de intercambio por excelencia

2.3. La patrimonialidad de la relación contractual


El contrato es la forma (revestimiento jurídico) de una operación consistente en un intercambio de bb y ss.
Todo contrato debe tener por objeto prestaciones susceptibles de valoración económica: el requisito de
patrimonialidad ha de estar presente en todo acuerdo contractual, incluso en los contratos unilaterales
(donación); mientras que, otras figuras consistentes también en un acuerdo de voluntades (matrimonio) no
pueden ser consideradas propiamente como contratos por faltarles la nota de patrimonialidad.

3. EL PRINCIO DE AUTONOMÍA PRIVADA Y LA FUERZA VINCULANTE DE LOS CONTRATOS


3.1. Libertad de iniciativa económica privada y autonomía privada
Libertad de iniciativa económica privada-> valoración de los bb y ss por las partes (“economía de mercado”).
Autonomía -> autonormarse. El ordenamiento jurídico reconoce a los particulares un amplio poder de
autorregulación de sus relaciones patrimoniales.

3.2. Ámbito propio de la autonomía


Notas de la autonomía privada y de la libertad contractual:
1º No está al margen del ordenamiento jurídico -> carácter dispositivo de las normas referentes al contrato,
aunque también hay normas de ius cogens, que priman sobre la autonomía de la voluntad.
2º El contrato no es solo la voluntad de las partes, se necesita la nota de patrimonialidad.

3.3 Autonomía privada y fuerza vinculante de los contratos

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DERECHO DEL CONSUMO 17-18

“Los contratantes pueden establecer los pactos, cláusulas y condiciones que tengan por convenientes, siempre
que no sean contrarios a las leyes, a la moral, ni al orden público” (Art.1255 CC).
Aunque las normas imperativas (ius cogens) poseen un rol preventivo sobre los contratos, esto se ha de
completar con otras consideraciones:
1.- El ordenamiento jurídico despliega también un papel positivo, pues las prescripciones legales pueden dotar
de un significado distinto al establecido por las partes.
2.- El ordenamiento jurídico otorga al contrato una fuerza vinculante (art.1091CC: “Las obligaciones que nacen
de los contratos tienen fuerza de ley entre las partes contratantes, y deben cumplirse a tenor de los mismos”).

4. LOS ELEMENTOS DEL CONTRATO


4.1. Elementos esenciales y elementos accidentales del contrato
Elementos esenciales: deben existir en todo contrato para que sea válido, mínimum de elementos (1261 CC):
 Consentimiento de las partes
 Objeto cierto que sea materia del contrato
 Causa de la obligación que se establezca
En los contratos formales o solemnes constituye un requisito la forma; en los contratos reales requieren que
se haya entregado la cosa, pues sin ella no hay perfección del contrato.
Elementos accidentales: pueden estar presentes por voluntad de las partes (autonomía privada). Su presencia
no es esencial, ni determinante para que se pueda hablar de contrato válido (art. 1261CC):
 La condición
 El término
Estos últimos, una vez integrados en un contrato, asumen suma importancia respecto de la vida del contrato,
por lo que difícilmente pueden ser calificados de meros accidentes.
En contratos gratuitos, tiene importancia el modo
Si se incorporan al acuerdo contractual por voluntad de las partes, acaban siendo requisitos determinantes de
la eficacia del contrato, pese a que éste sea válido y eficaz desde el momento en que concurran consentimiento,
objeto y la causa.

4.2 Los denominados elementos naturales del contrato


Según los civilistas clásicos, los elementos naturales del contrato, serían características que la regulación legal de los mismos
considera implícitas en los acuerdos contractuales si las partes no disponen nada en contrario (ejemplo, el carácter gratuito
del contrato de depósito).
La doctrina actual ha abandonado esta categoría

5. LA FORMACIÓN DEL CONTRATO


5.1. La igualdad de las partes contratantes
Los contratantes son iguales para contratar y tienen la misma capacidad económica para llevar a cabo la
negociación patrimonial del contrato.
En algunas esferas, la negociación contractual se produce, pero en otras (transporte público, suministros…) el
particular, se ve obligado a contratar ciertos bienes y servicios en condiciones impuestas por los agentes
económicos más poderosos

5.2. Los actos en masa: los contratos de consumo


Los actos de masa escapan al esquema codificado y se plantean en términos diversos: crisis del esquema
codificado
La intervención estatal se ha hecho necesaria en la autonomía privada. A su vez, los particulares han dejado de
actuar individualmente para organizarse como grupo/s en defensa de sus intereses (“movimiento
consumerista”)
El art. 51 CE, que establece que los poderes públicos garantizan la defensa de los consumidores y usuarios,
protegiendo la seguridad, la salud y los legítimos intereses de los mismos, se ha desarrollado mediante Ley
General de Defensa de los Consumidores y Usuarios (Ley 26/84, de 19 de julio), refundida en el 2007

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DERECHO DEL CONSUMO 17-18

6. LAS FASES DE FORMACIÓN DEL CONTRATO


6.1. La oferta contractual
“El consentimiento contractual se manifiesta por el concurso de la oferta y de la aceptación” (1262 CC): la
propuesta contractual que realiza el oferente, al ser aceptada por el aceptante, conlleva la perfección del
contrato.
Los tratos preliminares, oferta y aceptación dependen en gran medida del tipo de contrato. También es
importante si las partes contratantes se encuentran presentes en el mismo lugar o no (contratación entre
ausentes). El momento de la perfección del contrato es importante pues a partir de ese momento la oferta dejará
de serlo o pasará a ser irrevocable y empezaran a correr los plazos.
La oferta contractual es una declaración de voluntad emitida con la intención de celebrar un contrato y que ha de contener
todos los elementos necesarios para que con la mera aceptación de la otra parte se pueda decir que el contrato se ha
perfeccionado.
Se caracteriza por ser un acto unilateral y generalmente revocable, aunque hay ofertas de carácter irrevocable al
menos en un plazo temporal determinado (ejemplo Ley Contrato Seguro, “proposición de seguro por el
asegurador vinculará al proponente durante 15 días”).
Para que realmente sea oferta contractual requiere que se mantenga en sus condiciones iniciales en espera de
la aceptación de la contraparte. Si se modifican las condiciones de la oferta por el eventual aceptante se está
realizando una contraoferta, que ahora habrá de ser objeto de aceptación por el que inicialmente era oferente.

6.2 La aceptación: el valor del silencio


La aceptación es una declaración de voluntad por naturaleza recepticia; debe ser dirigida al oferente y ser
concordante con la oferta (u contraoferta), con independencia de que puede ser de forma expresa o tácita, a
través de hechos concluyentes que no dejen lugar a dudas sobre la admisión de las condiciones contractuales
ofrecidas.
“Si la aceptación se realiza modificando o alterando la propuesta o sometiéndola a condición, no es posible
apreciar su existencia, sino la de una simple proposición que deja el convenido en estado de proyecto”
(Jurisprudencia).
El valor del silencio, en la aceptación tácita, del eventual aceptante respecto de la oferta hecha por quien se
encuentre en negociaciones con él, no puede considerarse como manifestación positiva de la voluntad que lo
vincule
La Jurisprudencia del TS dice que el silencio puede implicar afirmación tácita en aras a no faltar a la buena fe en aquellos
casos que, por relaciones previas que impondrán al eventual aceptante la adopción de medidas de carácter positivo
(rechazando la oferta, proponiendo renegociación…) da la callada por respuesta.

6.3. La perfección del contrato entre ausentes según los Códigos


Cuando las negociaciones se estén llevando en la distancia y los contratantes no tengan un medio que de forma
inmediata les permita concluirlas (teléfono, radio; dejando aparte los problemas de prueba de la celebración del
contrato), pueden surgir problemas con el momento de la perfección del contrato.
La doctrina y diferentes sistemas jurídicos han ofrecido diferentes respuestas bajo las siguientes teorías:
a) Teoría de la emisión: perfecto el contrato desde el momento que el aceptante emite su declaración de voluntad.
b) Teoría de la expedición o remisión: bastaría que el aceptante remitiese al oferente la declaración de voluntad para que
éste último quede vinculado contractualmente
c) Teoría de la recepción: exige que la aceptación llegue al círculo de actividad del oferente, aunque la recepción no
suponga efectivo conocimiento de la aceptación por parte de éste por no encontrarse presente.
El CC se planteaba la cuestión en relación con la “aceptación hecha por carta”, y establecía que la aceptación “no
obliga al que hizo la oferta sino desde que llegó a su conocimiento” (teoría del conocimiento); sin embargo, la
mayoría de la doctrina se pronuncia a favor de la teoría de la recepción (basta con que la aceptación llegue al
círculo propio de actividad del oferente, desde que la aceptación llegue a su conocimiento).
El C Com se adscribía a la teoría de la expedición o remisión como momento de perfección del contrato, al
disponer que “los contratos que se celebren por correspondencia quedarán perfeccionados desde que se
conteste aceptando la propuesta”.

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DERECHO DEL CONSUMO 17-18

6.4. La Ley 34/02: contratación automática, telemática y electrónica


La Ley 34/02, de 11 de julio, de servicios de la sociedad de la información y de comercio electrónico, regula la
contratación por vía electrónica, entre otras. Ésta Ley ha modificado parte del art. 1262 CC y el art. 54 C Com:
“Hallándose en lugares distintos el que hizo la oferta y el que aceptó, hay consentimiento desde que el oferente conoce
la aceptación o desde que, habiéndosela remitido el aceptante no pueda ignorarla sin faltar a la buena fe. El contrato, en
tal caso, se presume celebrado en el lugar en que se hizo la oferta.
En los contratos celebrados mediante dispositivos automáticos hay consentimiento desde que se manifiesta la
aceptación”
Como regla general, la recepción es determinante en relación con la perfección del contrato. Como regla
especial, la aceptación es determinante en los casos de contratación automática, habiendo consentido desde
que se manifiesta (ej. Máquina expendedora escoger caja aperitivos).
En cuanto a la contratación electrónica, la Ley 34/02 establece un cuadro regulador de una materia nueva. Los
aspectos fundamentales del derecho contractual no han sido modificados, limitándose esta Ley especial a
consagrar la admisión de este tipo de contratación. Dejando a salvo en todo caso:
a) Que los contratos electrónicos serán válidos cuando concurra el consentimiento y los requisitos necesarios
para su validez, como cualesquiera otros.
b) Tales contratos se regirán por lo dispuesto en la ley especial y en CC y C Com.
La Ley 56/07, de 28 de diciembre, de medidas de impulso de la sociedad de información, ha modificado el art. 24
y 27 de la Ley 34/02, el primero para destacar el especial valor probatorio de la firma electrónica y el segundo que la
información que debe facilitarse en la contratación electrónica ha de ponerse a disposición de los usuarios mediante
técnicas adecuadas al medio de comunicación utilizado y que cuando el prestador de servicios diseñe específicamente sus
servicios de contratación electrónica para acceder con dispositivos de pantallas reducidas, se entenderá cumplida obligación
de información cuando las facilite de forma permanente, fácil, directa y exacta la dirección de internet en que la información
ésta a disposición del destinatario.
Asimismo, la Ley 3/14, de 27 de marzo, en su art 94 (Comunicaciones comerciales y contratación electrónica) contempla que
en las comunicaciones comerciales por correo electrónico u otros medios de comunicación electrónica y en la contratación
a distancia de bienes o servicios por medios electrónicos, se aplicará la normativa específica sobre servicios de la sociedad
de información y comercio electrónico además de lo dispuesto en éste título; caso de contradicción de éste título y
normativa específica ésta será de aplicación preferente, con la salvedad de los dispuesto en art. 97.7, párrafo segundo

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DERECHO DEL CONSUMO 17-18

TEMA 5 – LA INFORMACIÓN CONTRACTUAL


1. LA INFORMACIÓN CONTRACTUAL
Los consumidores tienen el derecho a ser informados, lo que se traduce en un deber de información a cargo de
los suministradores o proveedores de bb y ss
Cualquier consumidor tiene derecho a ser informado de las relaciones contractuales.

2. LA INFORMACIÓN EN LA LEY DE CONSUMIDORES


2.1. Los derechos básicos de los consumidores
El art. 51 de la CE habla de seguridad, salud, legítimos intereses económicos, información y educación de los
consumidores y finalmente, audiencia de sus organizaciones
El art. 2 LCU y, posteriormente, el art. 8 del TRLCU, dispone que “son derechos básicos de los consumidores y
usuarios:
a) La protección contra los riesgos que puedan afectar su salud o seguridad.
b) La protección de sus legítimos intereses económicos y sociales; en particular las prácticas comerciales
desleales y la inclusión de cláusulas abusivas.
c) La indemnización por daños y la reparación de los perjuicios sufridos.
d) La información correcta sobre los diferentes bienes o servicios y la educación y divulgación para facilitar el
conocimiento sobre su adecuado uso, consumo o disfrute.
e) La audiencia en consulta, la participación en el procedimiento de elaboración de las disposiciones generales
que les afecten directamente y la representación de sus intereses, a través de las asociaciones, agrupaciones, etc.
f) La protección de sus derechos mediante procedimientos eficaces, en especial ante situaciones de
inferioridad, subordinación e indefensión”.

2.2. La información como derecho básico


El derecho a la información aparece en el art. 13 de la LCU de 1984 y en el art. 18 del TRLCU, que plantea sin
duda alguna el tema como un derecho del consumidor y una obligación de los productores o empresarios, en
cuanto que la información debe incorporarse a los propios bienes, productos o servicios. El art. 18.2 TRLCU, dice
que “todos los bienes y servicios puestos a disposición de los consumidores y usuarios deberán incorporar,
acompañar o, en último caso, permitir de forma clara y comprensible, información veraz, eficaz y suficiente
sobre sus características esenciales

2.3. Las características o cualidades de los bienes y productos.


La información debe suministrarse sobre las siguientes características:
a) Nombre y dirección completa del productor.
b) Naturaleza, composición y finalidad.
c) Calidad, cantidad, categoría o denominación usual o comercial, si la tienen.
d) Fecha de producción o suministro y lote, cuando sea exigible reglamentariamente, plazo recomendado para
el uso o consumo o fecha de caducidad.
e) Instrucciones o indicaciones para su correcto uso o consumo, advertencias y riesgos previsibles.
En el caso de que, por la circunstancia que fuere, otras características del bien o del producto se considerasen
esenciales o de interés en relación con su uso o disfrute, es obvio que también deben incorporarse, pese a que no
se encuentre expresamente recogidas en el texto legal (no se trata de un numerus claussus)
Los distintos extremos no han de ser considerados de manera cumulativa, sino adecuándolos a los bienes y
productos de que se trate

3. DINÁMICA CONTRACTUAL Y DEBERES DE INFORMACIÓN


Aunque muchos contratos de consumo se agotan de manera inmediata (uno ictu), no todos los contratos
celebrados por los consumidores son de ejecución instantánea, ya que, bastantes de los contratos de adhesión

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DERECHO DEL CONSUMO 17-18

celebrados por los consumidores son de naturaleza duradera y, en muchos supuestos, contratos de suministros
(agua, gas, electricidad, teléfono, etc).

3.1. Fase precontractual


No cabe duda de que los deberes de información a cargo de los proveedores o suministradores de bb y ss son
exigibles desde el mismo momento en que son puestos a disposición de los consumidores y usuarios, es decir,
desde el momento en que se integran en la cadena de distribución comercial o se ofrecen en el mercado,
mediante la “oferta al público”, que constituye, en términos jurídicos, una declaración de voluntad tendente a la
celebración de un determinado contrato.
La puesta a disposición viene a coincidir con la incorporación de los bienes y servicios en el mercado, en cuanto
su ofrecimiento manifiesta la idea de contratar del productor, en espera sólo de la aceptación del consumidor
concreto que se decida a celebrar el contrato de consumo de que se trate.
Durante la fase contractual, los deberes de información vendrían a ser elementos necesarios para formar o
conseguir un correcto consentimiento contractual, desempeñando un papel activo y positivo.

3.2. Fase de ejecución o consumación del contrato


Los deberes de información no deben entenderse desaparecidos o extinguidos con la celebración del contrato
cuando éste tenga naturaleza duradera o los bienes y productos tengan tal carácter.
El TRLCU, en su art. 18.2 (antiguo13.1 LCU), establece que deben suministrarse a los consumidores y usuarios
“instrucciones o indicaciones” para el “correcto uso y consumo” de los bienes de que se trate o constituyan
objeto del contrato.

4. EL NECESARIO DESARROLLO REGLAMENTARIO


4.1. La Ley de consumidores y Reglamentos
El art. 13.2 LCU daba paso al desarrollo reglamentario (“las exigencias concretas en esta materia se determinarán
en los Reglamentos de etiquetado, presentación y publicidad de los productos o servicios, en las
reglamentaciones o normativas especiales aplicables en cada caso, para garantizar siempre el derecho de los
consumidores y usuarios a una información cierta, eficaz, veraz y objetiva”)
Tal previsión se plasma de igual manera en el art. 18.2 del Texto refundido
De otro lado, se recogen Reglamentos del Consejo de la Unión Europea, dada su directa aplicación en todos los
Estados miembros de la Unión Europea (art. 189 TCEE).

4.2. Relación básica de Reglamentos nacionales


[Se recogen Reales Decretos desde el año 1972 hasta el año 2015]

4.3. Algunos Actos legislativos de la Unión Europea.


[Se recogen Reglamentos y Directivas relacionadas con la materia]

5. LA INFORMACIÓN ESPECIAL EN RELACIÓN CON LA VIVIENDA


El art 13 LCU y el posterior 64 TRLCU, contenían una previsión especial en relación con la primera transmisión de
las viviendas, obligando al promotor o constructor a entregar al comprador “una documentación completa
suscrita por el vendedor, en la que se defina, en planta a escala, la vivienda y el trazado de todas sus
instalaciones, así como los materiales empleados en su construcción, en especial aquellos a los que el usuario
no tenga a acceso directo”.

6. LA APLICACIÓN PRÁCTICA DEL DERECHO A LA INFORMACIÓN


6.1. Los años iniciales de la LCU
En los años iniciales de la vigencia de la LCU, se tenía poca confianza en la incidencia del derecho de información.

6.2. La jurisprudencia sobre el art. 13 de la LCU

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DERECHO DEL CONSUMO 17-18

El art. 13 LCU ha sido objeto de desarrollo en varias sentencias de las Audiencias Provinciales e incluso en la
jurisprudencia del Tribunal Supremo, sobre todo en el ámbito jurídico-privado:
1) Sentencia de la AP de Alicante en 2002, aplica el precepto en un supuesto relativo al mal funcionamiento de
las instalaciones de la empresa en orden a la facturación telefónica devengada, por no estar derivada del
consumo.
2) Sentencia de la AP de Asturias en 2002, también aplica el precepto en un caso de venta al público de prótesis
dentales, al considerar que la oferta al público inducía a error.
3) Sentencia de la Sala 1ª (Civil) del Tribunal Supremo en 2000, donde llega incluso a tomar en consideración el
precepto comentado en relación con un supuesto de intervención quirúrgica, a consecuencia de la cual una
persona queda sorda de un oído.
4) Sentencia del Tribunal Supremo en 2012, sobre los efectos adversos del medicamento Agreal, que “no se
hallaban descritos suficientemente en el prospecto, siendo la información en él contenida insuficiente e
inadecuada en orden a posibilitar un consentimiento informado completo y suficiente para la ingesta del
fármaco”.
5) STS del 2014, que desestima los recursos de la farmacéutica por el caso Agreal
6) Sentencia del Tribunal Supremo en 2015, por la que se confirma la Sentencia de la Audiencia Provincial de
Madrid de 2014, en la que se anulaba el pago de la indemnización a efectos de la talidomida que reclamaron 204
millones de euros por las malformaciones que les causó ese medicamento contra las náuseas del embarazo, por
entender que la acción había prescrito.

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DERECHO DEL CONSUMO 17-18

TEMA 6 – CONTENIDO CONTRACTUAL E INTEGRACIÓN DE LA PUBLICIDAD

1. EL CONTENIDO DEL CONTRATO


1.1. El contenido y el objeto del contrato
La expresión contenido del contrato se refiere al conjunto de derechos y obligaciones generados por el contrato
en cuestión. El contenido del contrato es una indicación de carácter objetivo que permite diferenciar el cuadro de
facultades, prerrogativas y derechos, del conjunto de cargas, deberes y obligaciones de cada una de las partes.
El contenido del contrato es más amplio que el objeto, incluyendo no sólo a las prestaciones contractuales (en
sentido técnico), sino también a cualesquiera poderes, prerrogativas o derechos de cualquiera de las partes
Se considera que el objeto debe alcanzar a las prestaciones de las partes y no sólo a las cosas o servicios que son
"objeto cierto" del contrato.

1.2. La autonomía privada y las reglas contractuales


El contenido contractual depende de la reglamentación autónoma de las partes contratantes (autonomía
privada), quienes "pueden establecer los pactos, cláusulas y condiciones que tengan por conveniente, siempre
que no sean contrarios a las leyes, a la moral, ni al orden público" (1255 CC).
Las primeras reglas contractuales a tener en cuenta son las normas imperativas (ya sean normas generales
aplicables a cualquier contrato, o se trate de normas específicas para un determinado tipo de contrato: por ej.-
nadie puede vincularse vitaliciamente a una determinada prestación de servicios). Tales normas imperativas no
pueden ser desconocidas ni sustituidas por acto alguno de autonomía privada.
Los contratantes están habilitados por el Ordenamiento Jurídico para establecer el "tipo" o "modelo" de
contrato que crean más favorable. Consecuencias del 1255:
1) Los particulares pueden introducir las modificaciones que consideren adecuadas en los contratos regulados.
2) El principio de la autonomía privada no tiene por qué quedar limitado o circunscrito al ámbito de los
contratos legalmente regulados o tipificados (contratos típicos). Muy al contrario, los particulares son libres para
celebrar pactos que no contraríen las normas imperativas, aunque tales acuerdos no estén contemplados
expresamente por la ley como contratos.

2. LOS CONTRATOS TÍPICOS Y ATÍPICOS


2.1. Los contratos típicos
Son aquellos esquemas contractuales que están legalmente contemplados y a los que el Derecho objetivo
proporciona una regulación de carácter general que, siendo en gran medida de carácter dispositivo, permitirá en
línea de máxima la resolución de la mayor parte de lagunas que presente la lex privata (clausulado contractual)
establecida por los contratantes. Así pues, los diversos tipos de contrato recogidos en el Código Civil
(compraventa, arrendamiento...) o en cualquier otra disposición legal (contrato de edición, etc.) serían calificables
como típicos.

2.2. Los contratos atípicos


Son los contratos que, aun careciendo de reconocimiento legal y de regulación positiva, reúnen los requisitos
esenciales de la genérica figura contractual (art. 1.261 y concordantes).
Doctrina y jurisprudencia suelen insistir en la necesidad de existencia de una causa lícita.
La jurisprudencia declara que la libertad contractual derivada de la iniciativa económica privada conlleva que las
personas puedan estructurar libremente figuras contractuales no consagradas aun legalmente (por lo común,
transcurrido algún tiempo de "tipicidad social" o generalización en la práctica, acaban siendo reguladas
legalmente; con todo, hay excepciones gloriosas, como el contrato de mediación, hasta la aprobación de la Ley
5/2012, de mediación en asuntos civiles y mercantiles, o el contrato de corretaje).
La celebración de un contrato atípico supone estructurar un modelo contractual que no cuenta con una
regulación supletoria ad hoc y es conveniente, por tanto, perfilar muy cuidadosamente las reglas o cláusulas
contractuales para evitar imprevisiones en la ejecución efectiva del contrato.
En caso de litigio entre las partes, ¿qué normas se aplicarán supletoriamente al caso concreto planteado?:

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DERECHO DEL CONSUMO 17-18

1) Teoría de la absorción: Una vez acercado el contrato atípico al esquema contractual típico que le resulta más
próximo, habrían de aplicarse las normas de éste, por ser el elemento preponderante del contrato atípico
analizado.
2) Teoría de la combinación: Habrán de tenerse en cuenta la regulación supletoria de todos aquellos modelos
contractuales típicos que, parcialmente -claro es-, estén presentes en el contrato atípico.
3) Teoría de la aplicación analógica: Han de aplicarse las normas propias del contrato típico que presente
mayor identidad de razón y siempre conforme a las reglas internas de la aplicación analógica de las normas
establecidas en el artículo 4 del Código Civil.

3. EL CONTENIDO DEL CONTRATO Y LAS PROMESAS U OFERTAS PUBLICITARIAS


3.1. La defensa del valor propio de la integración del contrato (primera línea)
Llegado el momento de ejecución, en caso de discrepancia entre las partes, todo contrato debe ser
interpretado y calificado después, para determinar cuál es el sector normativo que le corresponde.
Una vez finalizadas tales tareas, el contrato debe obligar a todo cuanto se derive del acuerdo contractual
objetivamente entendido.
En este sentido, algunos autores han entendido y defendido en las últimas décadas del siglo XX que la
determinación del alcance y significado exacto de cualquier acuerdo contractual requiere proceder a la
integración del contrato, como fase o etapa autónoma de la dinámica contractual: "Los contratos se perfeccionan
por el mero consentimiento, y desde entonces obligan, no sólo al cumplimiento de los expresamente pactado,
sino también a todas las consecuencias que, según su naturaleza, sean conformes a la buena fe, al uso y a la ley"
(1258 CC)

3.2. La redacción del artículo 8 de la LCU (segunda línea)


Art. 8 LCU (hasta la Ley 23/2003):
1. La oferta, promoción y publicidad de los productos, actividades o servicios, se ajustarán a su naturaleza,
características, condiciones, utilidad o finalidad, sin perjuicio de lo establecido en las disposiciones sobre publicidad.
Su contenido, las prestaciones propias de cada producto o servicio, y las condiciones y garantías ofrecidas, serán
exigibles por los consumidores o usuarios, aun cuando no figuren expresamente en el contrato celebrado o en
documento recibido.
2. Si el contrato celebrado contuviese cláusulas más beneficiosas, éstas prevalecerán sobre el contenido de la
oferta, promoción o publicidad.
3. La oferta, promoción o publicidad falsa o engañosa de productos, actividades o servicios, será perseguida y
sancionada como fraude. Las asociaciones de consumidores y usuarios, constituidas de acuerdo con lo establecido en
esta Ley, estarán legitimadas para iniciar e intervenir en los procedimientos administrativos tendentes a hacerla cesar.
El inciso 2º del número 3º fue declarado inconstitucional por la STC 15/1989. A tal efecto, habrá de entrar en
aplicación la Ley General de Publicidad (Ley 34/1988, de 11de noviembre).
La importancia del precepto consiste en que, al menos en relación con los consumidores, a partir de la LCU, la
integración de las promesas publicitarias en el contrato constituye una norma de directa aplicación.

3.3. La refundición normativa de 2007


Artículo 61 TRLCU:
1. La oferta, promoción y publicidad de los bienes o servicios se ajustarán a su naturaleza, características, utilidad
o finalidad y a las condiciones jurídicas o económicas de la contratación.
2. El contenido de la oferta, promoción o publicidad, las prestaciones propias de cada bien o servicio, las
condiciones jurídicas o económicas y garantías ofrecidas serán exigibles por los consumidores y usuarios, aun cuando
no figuren expresamente en el contrato celebrado o en el documento o comprobante recibido y deberán tenerse en
cuenta en la determinación del principio de conformidad con el contrato.
3. No obstante, lo dispuesto en el apartado anterior, si el contrato celebrado contuviese cláusulas más
beneficiosas, estas prevalecerán sobre el contenido de la oferta, promoción o publicidad.
Aparece aquí el principio de la Buena Fe, y, en particular, el de la buena fe objetiva que, aparece en el nuevo
artículo 65 TRLCU: "Los contratos con los consumidores se integrarán, en beneficio del consumidor, conforme al
principio de buena fe objetiva, también en los supuestos de omisión de información precontractual relevante".

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DERECHO DEL CONSUMO 17-18

3.4. La Ley 3/2014: el nuevo artículo 60 sobre la información previa al contrato


El artículo 60 (Información previa al contrato), con la Ley 3/2014 queda redactado en los siguientes términos:
1. Antes de que el consumidor y usuario quede vinculado por un contrato u oferta correspondiente, el empresario
deberá facilitarle de forma clara y comprensible, salvo que resulte manifiesta por el contexto, la información
relevante, veraz y suficiente sobre las características principales del contrato, en particular sobre sus condiciones
jurídicas y económicas.
2. Serán relevantes las obligaciones de información sobre los bienes o servicios establecidas en esta norma y
cualesquiera otras que resulten de aplicación y, además:
a) Las características principales de los bienes o servicios.
b) La identidad del empresario
c) El precio total, incluidos todos los impuestos y tasas. Si el precio no puede calcularse razonablemente de
antemano o está sujeto a la elaboración de un presupuesto, la forma en que se determina el precio.
d) Los procedimientos de pago, entrega y ejecución
e) La existencia de una garantía legal de conformidad para los bienes, la existencia y las condiciones de los
servicios posventa y las garantías comerciales.
f) La duración del contrato, o, si el contrato es de duración indeterminada o se prolonga de forma automática, las
condiciones de resolución.
g) La lengua o lenguas en las que podrá formalizarse el contrato, cuando no sea aquella en la que se le ha ofrecido
la información previa a la contratación.
h) La existencia del derecho de desistimiento que pueda corresponder al consumidor y usuario, el plazo y la forma
de ejercitarlo.
i) La funcionalidad de los contenidos digitales, incluidas las medidas técnicas de protección aplicables, como son,
la protección a través de la gestión de los derechos digitales o la codificación regional.
j) Toda interoperabilidad relevante del contenido digital con los aparatos y programas conocidos por el
empresario o que quepa esperar razonablemente que conozca físicos.
k) El procedimiento para atender las reclamaciones de los consumidores y usuarios, así como, en su caso, la
información sobre el sistema extrajudicial de resolución de conflictos prevista en el artículo 21.4.
3. El apartado 1 se aplicará también a los contratos para el suministro ee3 aguas, gas o electricidad
4. La información precontractual debe facilitarse al consumidor y usuario de forma gratuita y al menos en
castellano».

4. LA INTEGRACIÓN DEL CONTRATO EN EL CÓDIGO CIVIL


4.1. Alcance y significado del artículo 1. 258 del Código Civil
Interpretación y la calificación- operaciones lógicas cuyo resultado determina de los derechos y obligaciones de
las partes
Integración del contrato (1258CC)- no basta con la interpretación y calificación exhaustiva sino que se precisa
extraer consecuencias complementarias acordes con el conjunto del sistema normativo, cuyo resultado puede
suponer la agregación de derechos y obligaciones no contemplados por las partes ni por las normas de carácter
dispositivo aplicables al contrato en cuestión, la sustitución de determinadas estipulaciones convencionales por
otras consecuencias impuestas por el ordenamiento o la declaración de nulidad de algunas cláusulas
contractuales.
Esta norma (1258 CC) es un precepto de carácter imperativo (ius cogens) que se aplica con independencia de la
voluntad de las partes. Su aplicación no requiere inexcusablemente que haya laguna contractual, sino que puede
entrar en juego incluso cuando las partes hayan previsto extremos que son indisponibles por los particulares (por
ser, señaladamente, contrarios a la ley imperativa). En tal caso, las cláusulas pactadas habrían de ser sustituidas
por las legalmente aplicables.
La eficacia normativa directa del articulo 1.258 respecto de la integración del contrato tuvo ocasión de
declararla el Tribunal Supremo en la Sentencia de 27 de enero de 1977 (confirmada posteriormente por otras,
SSTS de 19 de abril de 1977 y 22 de febrero de 1979), imponiendo a una constructora cumplir con las obligaciones
dimanantes de la actividad publicitaria relativa a la venta de unos inmuebles, aunque en el contrato celebrado no
se recogían tales especificaciones.

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4.2. Los medios de integración


El artículo 1.258 señala como tales la buena fe, el uso y la ley. Sin embargo, el escalonamiento jerárquico debe
ser el contrario: en primer lugar, deberá integrarse la regulación contractual con lo dispuesto en la ley imperativa
y, en su defecto, dispositiva: a continuación, deberán ser tenidos en cuenta los usos normativos; y finalmente la
buena fe.
Al ser establecidos por una norma de carácter imperativo, tales medios de integración son calificados por algunos
autores como heterointegradores, en cuanto cabria también proceder a la autointegración del contrato, pues las
lagunas contractuales podían ser suplidas otorgando a la reglamentación contractual una capacidad expansiva que le
permitiera deducir una regla complementaria que evitara recurrir a los medios legales de heterointegración.

4.3. La ley
La norma imperativa aplicable a un supuesto contractual determinado formará e integrará el régimen del
mismo con primacía incluso sobre el acuerdo o clausulado contractual (prórroga legal de arrendamientos;
entrega en contratos reales, etc.).
Las normas dispositivas, sólo integrarán el contrato cuando contemplen un elemento natural del mismo que no
haya sido contemplado o regulado de forma diversa a la legalmente prevista (art. 1.455: gastos de escrituras;
art. 1.478: contenido típico del saneamiento por evicción; art. 1.760: gratuidad del depósito, etc.).

4.4. Los usos normativos


Los usos tienen carácter normativo y, por tanto, integran el acuerdo contractual en cuanto costumbre.
En caso de ser conocidos y no queridos por las partes, pueden ser excluidos del acuerdo contractual. La razón
de ello es fácil de expresar: como la costumbre sólo rige en defecto de ley aplicable (art. 1.3), la legitimación
normativa o legal de la autonomía privada (art. 1.255 y concordantes) conlleva la posibilidad de excluir la
aplicación de las normas consuetudinarias.

4.5. La buena fe
La buena fe, como principio general del Derecho, no puede ser extraña a la propia conformación de los usos
normativos y de los mandatos legales. Se ha de presuponer inserta en ambos grupos de normas o, al menos, debe
ser inspiradora de aquéllos.
Es el último canon hermenéutico que, entendido en sentido objetivo, utiliza el legislador para tratar de que en
todo momento los efectos del contrato se adecúen a las reglas de conducta socialmente considera- das como
dignas de respeto.
La buena fe no puede ser entendida desde una perspectiva subjetiva, sino como un criterio ordenador de las
relaciones contractuales, que se superpone al propio comportamiento de las partes y configura el contenido o los
efectos del contrato de acuerdo con las reglas de conducta socialmente consideradas como dignas de respeto.

5. LA CONSOLIDACIÓN DE LA INTEGRACIÓN DEL CONTRATO


5.1. La superación del debate sobre el carácter imperativo del art. 8 LCU
No es lo mismo argumentar mediante la lectura de jurisprudencia y doctrina, que alegando, directamente, una
norma positiva directamente aplicable.
En la actualidad no cabe duda que tanto el artículo 1.258 del Código Civil cuanto el artículo 8 de la LCU son
normas radicalmente imperativas y aplicables
El artículo 8.1 LCU ha sido ligeramente retocado por la Ley 23/2003, de 10 de julio, de garantías en la venta de
bienes de consumo, al introducirse en el primer inciso (justo antes del punto y seguido) la siguiente perífrasis: "y
de acuerdo con el principio de conformidad con el contrato regulado en su legislación específica".
Tras el RD legtvo 1/2007, el texto original del artículo 8 LCU ha quedado derogado, pero al mismo tiempo queda
refundido (artículos 61y 65 del TRLCU).

5.2. La jurisprudencia en materia de adquisición de vivienda

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Muchas de estas sentencias han encontrado su origen en supuestos de compraventa de viviendas, con ocasión de
las cuales es sumamente frecuente que los promotores o constructores ofrezcan todo lo que se les pasa por la
imaginación, despreocupándose del resultado final de las obras.
Así, por ejemplo, en los últimos años el precepto ha sido considerado por varias sentencias del Tribunal Supremo:
- 7 de noviembre de 1988, que, salvo error por nuestra parte, es la primera que aduce expresamente el artículo
8 LCU.
- 15 de junio de 2000 (falta de piscina prometida, en Sevilla precisamente).
- La Sentencia del Tribunal Supremo, de 15 de marzo de 2010, que estima el recurso de casación formulado por
la representación procesal de Inmobiliaria del Sur. S.A. contra la SAP Sevilla del 8 de junio de 2005. Conforme a la
sentencia, los adquirentes de las viviendas suscribieron el contrato de compraventa, al que se unió una Memoria
de calidades distinta de la que fue inicialmente ofertada.

5.3. Otros supuestos contractuales sometidos a conocimiento de los Tribunales


El artículo 8 LCU tiene un ámbito de aplicación mucho más amplio, pues en principio la integración contractual de
la publicidad se refiere a cualesquiera relaciones patrimoniales en las que estén interesados los consumidores.
Quizá no estuviera de más rememorar la famosa Sentencia del Tribunal Supremo de 9 de mayo de 2013, relativa a
las cláusulas suelo incorporadas por las entidades financieras a los préstamos hipotecarios, y, asimismo, por la
relación que con ella guarda, la STJUE, de 17 de julio de 2014, sobre ejecuciones hipotecarias, que advierte que el
artículo 7, apartado 1, de la Directiva 93/13/CEE del Consejo, de 5 de abril de 1993, sobre las cláusulas abusivas
en los contratos celebrados con consumidores, en relación con el artículo 47 de la Carta de los Derechos
Fundamentales de la Unión Europea, debe interpretarse en el sentido de que se opone a un sistema de
procedimiento de ejecución, como el controvertido en el litigio principal (referido, obviamente, al sistema
procesal español), que establece que la ejecución hipotecaría no podrá ser suspendida por el juez que conozca del
proceso declarativo; juez que, en su resolución final, podrá acordar a lo sumo una indemnización que compense
el perjuicio sufrido por el consumidor

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DERECHO DEL CONSUMO 17-18

TEMA 7 – LAS CONDICIONES GENERALES DE LA CONTRATACIÓN


1. LA CRISIS DEL ESQUEMA CODIFICADO
La desinvidualización del contrato es paralela a la producción en masa, que permite a los suministradores de
bienes y servicios “dictar”, con sus principios condiciones contractuales (autonormarse).
Los Ordenamientos jurídicos se han visto obligados a reaccionar, protegiendo al contratante débil (consumidor),
bien mediante la regulación de las condiciones generales de la contratación, bien mediante la legislación general
de protección del consumidor, o bien a través de ambas vías (lo que sucede desde la aprobación de la Ley 7/1998,
de 13 de abril, sobre condiciones generales de la contratación).

2. LAS CONDICIONES GENERALES DE LA CONTRATACIÓN Y LOS CONTRATOS DE


ADHESIÓN
2.1. Noción de condiciones generales
Condiciones generales de la contratación: cláusulas, estipulaciones o contenido contractual seguido en los actos
en masa por las grandes empresas y potentes suministradores de bienes y servicios.
Por ejemplo, el clausulado contractual que acompaña a la petición de una tarjeta de crédito a cualquier entidad financiera
Contrato de adhesión: una de las partes contratantes se suma, acepta o se “adhiere” al contenido contractual
preestablecido por la otra. El consumidor, al aceptar el contenido del contrato, se adhiere al mismo.
En la actualidad, condiciones generales de la contratación y contratos de adhesión son sustancialmente dos caras
de la misma moneda. Por tanto, cabe utilizar indistintamente ambas expresiones.

2.2. La eficacia obligatoria de los contratos de adhesión


La aceptación del contrato de adhesión (en masa) por el consumidor o el cliente conlleva su consentimiento,
pudiendo resultar incluso obligatorio (firma en la correspondiente casilla de la póliza de crédito; recogida del
ticket en un aparcamiento, etc.).
De lo que se trata es de evitar abusos por parte del predisponente de las condiciones generales de la
contratación, permitiendo incluso que la obligatoriedad de aquél no obste a la posible ineficacia de alguna o
algunas de las cláusulas que contradigan los más elementales principios de justicia contractual o de equivalencia
de las prestaciones. Se consigue establecer un cierto equilibrio entre las obligaciones a cargo del predisponente y
del consumidor o usuario, al tiempo que se imposibilita que posibles reclamaciones o demandas en relación con
determinadas cláusulas contractuales lo excluyan de la posibilidad de contar con los bienes y servicios ofrecidos
en masa.

2.3. Las condiciones generales de la contratación en Derecho español bajo la regulación del Código
Civil
Si no se contemplaban las condiciones generales de contratación en la legislación (caso español), la cuestión se
reenviaba a la jurisprudencia.
La jurisprudencia española (años treinta del siglo XX) ha sido tradicional recurrir a una interpretación progresista y finalista
del artículo 1.288 CC (“la interpretación de las cláusulas oscuras de un contrato no deberá favorecer a la parte que hubiese
ocasionado la oscuridad”), vistas a proteger ciudadanos frente a los poderes económicos que preparan y rectan las
condiciones generales de la contratación. El Tribunal Supremo se ha limitado a requerir dos requisitos para dar lugar a la
interpretación contra proferentem: de una parte, clausulado contractual haya sido redactada unilateralmente por el
predisponente; de otra, sea inherente a la cláusula una oscuridad material claramente favorable para el predisponente.
Cuando el artículo 1.288 CC no podía aplicarse, la jurisprudencia ha procurado restablecer la justicia conmutativa basándose
en normas generales que excluirían la validez de las condiciones generales de la contratación que fuesen excesivamente
onerosas o lesivas para el contratante débil: artículos 7 y 1.258, presuponen y requieren la buena fe en la contratación;
artículo 1.256, prohíbe dejar el cumplimiento del contrato al arbitrio de uno de los contratantes; artículo 1.255, bastión de la
autonomía privada.
El Consejo de las Comunidades Europeas, aprobó la Directiva 93/13 sobre las cláusulas abusivas en los
contratos celebrados con consumidores.

2.4. La Ley de Contrato de Seguro

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DERECHO DEL CONSUMO 17-18

Según la Ley de Contrato de Seguro (Ley 50/1980, de 8 de octubre, aún en vigor), se declaran nulas las cláusulas
que tengan carácter lesivo o que sean perjudiciales para el asegurado, al tiempo que se obliga a los
aseguradores a modificar en las pólizas vigentes las cláusulas que hayan sido declaradas nulas por el TS.

3. LA LEY GENERAL PARA LA DEFENSA DE LOS CONSUMIDORES Y USUARIOS


La LCU contenía una regulación bastante completa de las condiciones generales de la contratación.
No vamos a transcribirlas aquí, pues la Ley no está en vigor.

4. LA DIRECTIVA 93/13/CEE, DE 5 DE ABRIL DE 1993


4.1. Ámbito de aplicación de la Directiva
La finalidad fundamental de la Directiva es la coordinación y aproximación de los Derechos europeos “sobre las
cláusulas abusivas en los contratos celebrados entre profesionales y consumidores” (Art. 1.1).
Artículo 2º de la Directiva:
- “Consumidor” es “toda persona física que, en los contratos regulados (por ella) actúe con un propósito ajeno a su
actividad profesional”.
- “Profesional” es “toda persona física o jurídica que, en las transacciones reguladas por la presente Directiva,
actúe dentro del marco de su actividad profesional, ya sea pública o privada”.
Esta disposición procura la defensa del consumidor stricto sensu y pretende erradicar las cláusulas abusivas en la
contratación que afecte a los consumidores.

4.2. La caracterización de las cláusulas abusivas


Requisitos de las cláusulas abusivas (artículo 3º de la Directiva):
1) Que no hayan sido objeto de negociación individual, y
2) Que originen un desequilibrio importante entre los derechos y obligaciones de las partes (consumidor y
profesional)

4.3. La falta de negociación individual


La Directiva pretende atajar la imposición de un clausulado contractual predispuesto por la parte económicamente
fuerte (profesional)
La falta de negociación individual puede darse tanto en los contratos de adhesión como en cualquier otro tipo de
contrato, incluso en un contrato aislado.
“Se considerará que una cláusula no se ha negociado individualmente cuando haya sido redactada previamente y el
consumidor no haya podido influir sobre su contenido, en particular en el caso de los contratos de adhesión” (art 3.2)
La Directiva pretende recuperar el hábito negociador
La erradicación de la predisposición del contenido contractual es potenciada por la Directiva al establecer algunas
presiones complementarias de gran importancia (art 3.2):
1) Fijando la carga de la prueba en perjuicio del suministrador de bienes y servicios
2) Que una o más cláusulas hayan sido pactadas, no supone que el resto del contrato también

4.4. El desequilibrio de las prestaciones


Sólo podrán calificarse como cláusulas abusivas aquellas que “causan en detrimento del consumidor un desequilibrio
importante entre los derecho y obligaciones de las partes que se derivan del contrato” (art. 3.1).

4.5. La concreción de las cláusulas abusivas y la nulidad parcial del contrato


Una lista negra contiene las cláusulas más conocidas y de frecuente utilización, bien sea para presumir su ilicitud o bien
para decretar iuris et de iure su nulidad. Cuando solo se establecen ad exemplum, se habla de lista gris.
La Directiva contiene un extenso elenco de cláusulas enumeradas (Lista gris), consistente en “una lista indicativa y no
exhaustiva de cláusulas que pueden ser declaradas abusivas”. No vamos a considerar dicho listado expresamente.

5. LA REFORMA LEGISLATIVA ESPAÑOLA: LA LEY 7/1998


5.1. Condiciones generales de la contratación y cláusulas abusivas
Las condiciones generales de contratación no deben considerarse cláusulas abusivas: preámbulo de la Ley:

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Se pretende así distinguir lo que son cláusulas abusivas de lo que son condiciones generales de la contratación.
Una cláusula es condición general cuando está predispuesta e incorporada a una pluralidad de contrataos
exclusivamente por una de las partes, y no tiene por qué ser abusiva. Cláusula abusiva es la que contra de las exigencias
de la buena fe causa en detrimento del consumidor un desequilibrio importante e injustificado de las obligaciones
contractuales, y puede tener o no el carácter de condición general…

5.2. Los aspectos fundamentales de la reforma


La Ley 7/1998 introdujo las siguientes reformas fundamentales:
a) La disposición adicional primera de la LCGC modificaba ampliamente la LCU, dando nueva redacción al
artículo 10. Añadía el artículo 10 bis, sienta las bases de desarrollo de la relación o elenco que realiza la nueva
disposición adicional primera de la LCU de las cláusulas contractuales que han de entenderse abusivas.
b) Regula la Ley en su primera parte los aspectos requeridos por el análisis de las condiciones generales
afecten o no a los consumidores, introduciendo ex novo un Registro de condiciones generales de la contratación
(art. 11) que ha sido sumamente discutido.
c) Igualmente ha sido criticada ácidamente la circunstancia de que las sentencias de casación pudieran vincular a
los jueces inferiores, aunque doctrinalmente el debate apuntaba también hacia la imposibilidad del acceso al
recurso de casación.

5.3. La lista de cláusulas abusivas


El legislador español de 1998 optó por añadir a la LCU una disposición adicional primera que recogía un extenso
elenco de previsiones o cláusulas contractuales que debían considerarse cláusulas abusivas (lista gris).

5.4. La noción general de cláusulas abusivas


Artículo 10 bis de la LCU:
1. Se considerarán cláusulas abusivas todas aquellas estipulaciones no negociadas individualmente que en contra de las
exigencias de la buena fe causen, en perjuicio del consumidor, un desequilibrio importante de los derechos y
obligaciones de las partes que se deriven del contrato. En todo caso se considerarán cláusulas abusivas los supuestos de
estipulaciones que se relacionan en la disposición adicional de la presente Ley.

6. CONDICIONES GENERALES Y CLAÚSULAS ABUSIVAS EN EL TEXTO REFUNDIDO


6.1. La Ley 44/2006, de mejora de la Protección de los Consumidores y Usuarios
Una de las razones fundamentales de su elaboración radicaba en la condena del Estado español, en virtud de una
sentencia del Tribunal de Justicia de las Comunidades (exposición de motivos de la L 44/2006):
Como manifestó en la citada sentencia del 9 de septiembre del 2004 el Tribunal de Justicia, “la distinción del artículo 5
de la directiva, en lo que atañe a la regla de interpretación aplicable, entre las acciones que implican a su consumidor
individual y las acciones de cesación, que implican a las personas u organizaciones representativas del interés colectivo,
se explica por la distinta finalidad de ambos tipos de acciones. En el primer caso, los tribunales u órganos competentes
han de efectuar una apreciación en concreto del carácter abusivo de una cláusula contenida en un contrato ya
celebrado, mientras, en el segundo caso, les incumbe efectuar una apreciación in abstracto del carácter abusivo de una
cláusula cuya posible inclusión se prevé en contratos que todavía no se han celebrado. En el primer supuesto, una
interpretación favorable al consumidor individualmente afectado beneficia inmediatamente a éste. En el segundo
supuesto, para obtener con carácter preventivo el resultado más favorable para el conjunto de los consumidores, no
procede, en caso de duda, interpretar la cláusula en el sentido de que produce efectos favorables para ellos. Una
interpretación objetiva permite prohibir con mayor frecuencia la utilización de una cláusula oscura o ambigua, lo que
tiene como consecuencia una protección más amplia de los consumidores”.

6.2. El Texto Refundido de 2007


Las modificaciones de la Ley de mejora han sido objeto de refundidas en el Título II del Libro II (lista gris):
Artículo 85. Cláusulas abusivas por vincular el contrato a la voluntad del empresario.
Las cláusulas que vinculen cualquier aspecto del contrato a la voluntad del empresario serán abusivas y, en todo
caso, las siguientes:

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1. Las cláusulas que reserven al empresario que contrata con el consumidor y usuario un plazo excesivamente largo
o insuficientemente determinado para aceptar o rechazar una oferta contractual o satisfacer la prestación debida.
2. Las cláusulas que prevean la prórroga automática de un contrato de duración determinada si el consumidor y
usuario no se manifiesta en contra, fijando una fecha límite que no permita de manera efectiva al consumidor y
usuario manifestar su voluntad de no prorrogarlo.
3. Las cláusulas que reserven a favor del empresario facultades de interpretación o modificación unilateral del
contrato, salvo, en este último caso, que concurran motivos válidos especificados en el contrato.
En los contratos referidos a servicios financieros lo establecido en el párrafo anterior se entenderá sin perjuicio de las
cláusulas por las que el empresario se reserve la facultad de modificar sin previo aviso el tipo de interés adeudado por el
consumidor o al consumidor, así como el importe de otros gastos relacionados con los servicios financieros, cuando
aquéllos se encuentren adaptados a un índice, siempre que se trate de índices legales y se describa el modo de variación
del tipo, o en otros casos de razón válida, a condición de que el empresario esté obligado a informar de ello en el más
breve plazo a los otros contratantes y éstos puedan resolver inmediatamente el contrato sin penalización alguna.
Igualmente podrán modificarse unilateralmente las condiciones de un contrato de servicios financieros de duración
indeterminada por los motivos válidos expresados en él, siempre que el empresario esté obligado a informar al
consumidor y usuario con antelación razonable y éste tenga la facultad de resolver el contrato, o, en su caso, rescindir
unilateralmente, sin previo aviso en el supuesto de razón válida, a condición de que el empresario informe de ello
inmediatamente a los demás contratantes.
4. Las cláusulas que autoricen al empresario a resolver anticipadamente un contrato de duración determinada, si al
consumidor y usuario no se le reconoce la misma facultad, o las que le faculten a resolver los contratos de duración
indefinida en un plazo desproporcionadamente breve o sin previa notificación con antelación razonable.
Lo previsto en este párrafo no afecta a las cláusulas en las que se prevea la resolución del contrato por
incumplimiento o por motivos graves, ajenos a la voluntad de las partes, que alteren las circunstancias que motivaron la
celebración del contrato.
5. Las cláusulas que determinen la vinculación incondicionada del consumidor y usuario al contrato aun cuando el
empresario no hubiera cumplido con sus obligaciones.
6. Las cláusulas que supongan la imposición de una indemnización desproporcionadamente alta, al consumidor y
usuario que no cumpla sus obligaciones.
7. Las cláusulas que supongan la supeditación a una condición cuya realización dependa únicamente de la voluntad
del empresario para el cumplimiento de las prestaciones, cuando al consumidor y usuario se le haya exigido un
compromiso firme.
8. Las cláusulas que supongan la consignación de fechas de entrega meramente indicativas condicionadas a la
voluntad del empresario.
9. Las cláusulas que determinen la exclusión o limitación de la obligación del empresario de respetar los acuerdos o
compromisos adquiridos por sus mandatarios o representantes o supeditar sus compromisos al cumplimiento de
determinadas formalidades.
10. Las cláusulas que prevean la estipulación del precio en el momento de la entrega del bien o servicio o las que
otorguen al empresario la facultad de aumentar el precio final sobre el convenido, sin que en ambos casos existan
razones objetivas y sin reconocer al consumidor y usuario el derecho a resolver el contrato si el precio final resulta muy
superior al inicialmente estipulado.
Lo establecido en el párrafo anterior se entenderá sin perjuicio de la adaptación de precios a un índice, siempre que
tales índices sean legales y que en el contrato se describa explícitamente el modo de variación del precio.
11. Las cláusulas que supongan la concesión al empresario del derecho a determinar si el bien o servicio se ajusta a
lo estipulado en el contrato.
Artículo 86. Cláusulas abusivas por limitar los derechos básicos del consumidor y usuario.
En cualquier caso serán abusivas las cláusulas que limiten o priven al consumidor y usuario de los derechos
reconocidos por normas dispositivas o imperativas y, en particular, aquellas estipulaciones que prevean:
1. La exclusión o limitación de forma inadecuada de los derechos legales del consumidor y usuario por
incumplimiento total o parcial o cumplimiento defectuoso del empresario.
En particular las cláusulas que modifiquen, en perjuicio del consumidor y usuario, las normas legales sobre
conformidad con el contrato de los bienes o servicios puestos a su disposición o limiten el derecho del consumidor y
usuario a la indemnización por los daños y perjuicios ocasionados por dicha falta de conformidad.
2. La exclusión o limitación de la responsabilidad del empresario en el cumplimiento del contrato, por los daños o
por la muerte o por las lesiones causadas al consumidor y usuario por una acción u omisión de aquél.

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DERECHO DEL CONSUMO 17-18

3. La liberación de responsabilidad del empresario por cesión del contrato a tercero, sin consentimiento del deudor,
si puede engendrar merma de las garantías de éste.
4. La privación o restricción al consumidor y usuario de las facultades de compensación de créditos, retención o
consignación.
5. La limitación o exclusión de la facultad del consumidor y usuario de resolver el contrato por incumplimiento del
empresario.
6. La imposición de renuncias a la entrega de documento acreditativo de la operación.
7. La imposición de cualquier otra renuncia o limitación de los derechos del consumidor y usuario.
Artículo 87. Cláusulas abusivas por falta de reciprocidad.
Son abusivas las cláusulas que determinen la falta de reciprocidad en el contrato, contraria a la buena fe, en
perjuicio del consumidor y usuario y, en particular:
1. La imposición de obligaciones al consumidor y usuario para el cumplimiento de todos sus deberes y
contraprestaciones, aun cuando el empresario no hubiere cumplido los suyos.
2. La retención de cantidades abonadas por el consumidor y usuario por renuncia, sin contemplar la indemnización
por una cantidad equivalente si renuncia el empresario.
3. La autorización al empresario para resolver el contrato discrecionalmente, si al consumidor y usuario no se le
reconoce la misma facultad.
4. La posibilidad de que el empresario se quede con las cantidades abonadas en concepto de prestaciones aún no
efectuadas cuando sea él mismo quien resuelva el contrato.
5. Las estipulaciones que prevean el redondeo al alza en el tiempo consumido o en el precio de los bienes o servicios
o cualquier otra estipulación que prevea el cobro por productos o servicios no efectivamente usados o consumidos de
manera efectiva.
En aquellos sectores en los que el inicio del servicio conlleve indisolublemente unido un coste para las empresas o los
profesionales no repercutido en el precio, no se considerará abusiva la facturación por separado de tales costes, cuando
se adecuen al servicio efectivamente prestado.
6. Las estipulaciones que impongan obstáculos onerosos o desproporcionados para el ejercicio de los derechos
reconocidos al consumidor y usuario en el contrato, en particular en los contratos de prestación de servicios o
suministro de productos de tracto sucesivo o continuado, la imposición de plazos de duración excesiva, la renuncia o el
establecimiento de limitaciones que excluyan u obstaculicen el derecho del consumidor y usuario a poner fin a estos
contratos, así como la obstaculización al ejercicio de este derecho a través del procedimiento pactado, cual es el caso de
las que prevean la imposición de formalidades distintas de las previstas para contratar o la pérdida de las cantidades
abonadas por adelantado, el abono de cantidades por servicios no prestados efectivamente, la atribución al empresario
de la facultad de ejecución unilateral de las cláusulas penales que se hubieran fijado contractualmente o la fijación de
indemnizaciones que no se correspondan con los daños efectivamente causados.
Artículo 88. Cláusulas abusivas sobre garantías.
En todo caso se consideraran abusivas las cláusulas que supongan:
1. La imposición de garantías desproporcionadas al riesgo asumido.
Se presumirá que no existe desproporción en los contratos de financiación o de garantías pactadas por entidades
financieras que se ajusten a su normativa específica.
2. La imposición de la carga de la prueba en perjuicio del consumidor y usuario en los casos en que debería
corresponder a la otra parte contratante.
Artículo 89. Cláusulas abusivas que afectan al perfeccionamiento y ejecución del contrato.
En todo caso tienen la consideración de cláusulas abusivas:
1. Las declaraciones de recepción o conformidad sobre hechos ficticios, y las declaraciones de adhesión del
consumidor y usuario a cláusulas de las cuales no ha tenido la oportunidad de tomar conocimiento real antes de la
celebración del contrato.
2. La transmisión al consumidor y usuario de las consecuencias económicas de errores administrativos o de gestión
que no le sean imputables.
3. La imposición al consumidor de los gastos de documentación y tramitación que por ley corresponda al
empresario. En particular, en la compraventa de viviendas:
a) La estipulación de que el consumidor ha de cargar con los gastos derivados de la preparación de la titulación
que por su naturaleza correspondan al empresario (obra nueva, propiedad horizontal, hipotecas para financiar su
construcción o su división y cancelación).

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b) La estipulación que obligue al consumidor a subrogarse en la hipoteca del empresario o imponga


penalizaciones en los supuestos de no subrogación.
c) La estipulación que imponga al consumidor el pago de tributos en los que el sujeto pasivo es el empresario.
d) La estipulación que imponga al consumidor los gastos derivados del establecimiento de los accesos a los
suministros generales de la vivienda, cuando ésta deba ser entregada en condiciones de habitabilidad.
4. La imposición al consumidor y usuario de bienes y servicios complementarios o accesorios no solicitados.
5. Los incrementos de precio por servicios accesorios, financiación, aplazamientos, recargos, indemnización o
penalizaciones que no correspondan a prestaciones adicionales susceptibles de ser aceptados o rechazados en cada
caso expresados con la debida claridad o separación.
6. La negativa expresa al cumplimiento de las obligaciones o prestaciones propias del empresario, con reenvío
automático a procedimientos administrativos o judiciales de reclamación.
7. La imposición de condiciones de crédito que para los descubiertos en cuenta corriente superen los límites que se
contienen en el artículo 19.4 de la Ley 7/1995, de 23 de marzo, de Crédito al Consumo.
8. La previsión de pactos de renuncia o transacción respecto al derecho del consumidor y usuario a la elección de
fedatario competente según la ley para autorizar el documento público en que inicial o ulteriormente haya de
formalizarse el contrato.”

Artículo 90. Cláusulas abusivas sobre competencia y derecho aplicable.


Son, asimismo, abusivas las cláusulas que establezcan:
1. La sumisión a arbitrajes distintos del arbitraje de consumo, salvo que se trate de órganos de arbitraje
institucionales creados por normas legales para un sector o un supuesto específico.
2. La previsión de pactos de sumisión expresa a Juez o Tribunal distinto del que corresponda al domicilio del
consumidor y usuario, al lugar del cumplimiento de la obligación o aquél en que se encuentre el bien si éste fuera
inmueble.
3. La sumisión del contrato a un Derecho extranjero con respecto al lugar donde el consumidor y usuario emita su
declaración negocial o donde el empresario desarrolle la actividad dirigida a la promoción de contratos de igual o
similar naturaleza.

6.3. La reforma de la Ley 3/2014, de 27 de marzo


Ley 3/2014, de 27 de marzo, ha añadido nuevas garantías en esta materia, referida al tamaño de la tipografía
empleada en los contratos de adhesión.
Ha modificado la redacción del art 80.1.b) (Requisitos de las cláusulas no negociadas individualmente):
1. En los contratos con consumidores y usuarios que utilicen cláusulas no negociadas individualmente, incluidos los
que promuevan las Administraciones públicas y las entidades y empresas de ellas dependientes, aquéllas deberán
cumplir los siguientes requisitos:
a) Concreción, claridad y sencillez en la redacción, con posibilidad de comprensión directa, sin reenvíos a textos o
documentos que no se faciliten previa o simultáneamente a la conclusión del contrato, y a los que, en todo caso, deberá
hacerse referencia expresa en el documento contractual.
b) Accesibilidad y legibilidad, de forma que permita al consumidor y usuario el conocimiento previo a la celebración
del contrato sobre su existencia y contenido. En ningún caso se entenderá cumplido este requisito si el tamaño de la
letra del contrato fuese inferior al milímetro y medio o el insuficiente contraste con el fondo hiciese dificultosa la lectura
c) Buena fe y justo equilibrio entre los derechos y obligaciones de las partes, lo que en todo caso excluye la
utilización de cláusulas abusivas.
2. Cuando se ejerciten acciones individuales, en caso de duda sobre el sentido de una cláusula prevalecerá la
interpretación más favorable al consumidor.”
Ha sido también modificado el artículo 81 del TRLCU (Aprobación e información), para que, de forma preventiva,
las administraciones, así como los notarios y registradores, puedan realizar una tarea previa de control de la
ausencia de abusividad en el clausulado de los contratos a celebrar con consumidores y usuarios que haya sido
predispuesto por los profesionales o suministradores de bienes y servicios, sean de naturaleza privada, o bien
privada, o bien concesionarios de servicios públicos:
1. Las empresas que celebren contratos con los consumidores y usuarios, a solicitud de la Agencia Española de
Consumo y Seguridad Alimentaria y Nutrición, de los órganos o entidades correspondientes de las Comunidades
Autónomas y de las Corporaciones locales competentes en materia de defensa de los consumidores y usuarios,
dentro del ámbito de sus respectivas competencias, estarán obligadas a remitir las condiciones generales de

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contratación que integren dichos contratos, en el plazo máximo de un mes desde la recepción de la solicitud, al
objeto de facilitar el estudio y valoración del posible carácter abusivo de determinadas cláusulas y, en su caso,
ejercitar las competencias que en materia de control y sanción les atribuye esta ley.
2. Los Notarios y los Registradores de la Propiedad y Mercantiles, en el ejercicio profesional de sus respectivas
funciones públicas, informarán a los consumidores y usuarios en los asuntos propios de su especialidad y
competencia.
3. Las cláusulas, condiciones o estipulaciones que utilicen las empresas públicas o concesionarias de servicios
públicos, estarán sometidas a la aprobación y control de las Administraciones públicas competentes, cuando así se
disponga como requisito de validez y con independencia de la consulta al Consejo de Consumidores y Usuarios,
prevista en esta u otras leyes, todo ello sin perjuicio de su sometimiento a las disposiciones generales de esta
norma.”

6.4. La Ley 42/2015, de 5 de octubre, de reforma de la LEC


Se modifica el tenor literal del artículo 552 LEC, que queda redactado así:
1. Si el tribunal entendiese que no concurren los presupuestos y requisitos legalmente exigidos para el despacho de
la ejecución, dictará auto denegando el despacho de la ejecución.
El tribunal examinará de oficio si alguna de las cláusulas incluidas en un título ejecutivo de los citados en el artículo
557.1 puede ser calificada como abusiva. Cuando apreciare que alguna cláusula puede ser calificada como tal dará
audiencia por quince días a las partes. Oídas éstas, acordará lo procedente en el plazo de cinco días hábiles conforme a
lo previsto en el artículo 561.1.3. ª
2. El auto que deniegue el despacho de la ejecución será directamente apelable, sustanciándose la apelación sólo
con el acreedor. También podrá el acreedor, a su elección, intentar recurso de reposición previo al de apelación.
3. Una vez firme el auto que deniegue el despacho de la ejecución, el acreedor sólo podrá hacer valer sus derechos
en el proceso ordinario correspondiente, si no obsta a éste la cosa juzgada de la sentencia o resolución firme en que
se hubiese fundado la demanda de ejecución.
Se modifica el apartado 1 y se añade un nuevo apartado 4 al artículo 815 LEC, conforme a lo siguiente:
1. Si los documentos aportados con la petición fueran de los previstos en el apartado 2 del artículo 812 o
constituyeren un principio de prueba del derecho del peticionario, confirmado por lo que se exponga en aquella, el
secretario judicial requerirá al deudor para que, en el plazo de veinte días, pague al peticionario, acreditándolo ante
el tribunal, o comparezca ante éste y alegue de forma fundada y motivada, en escrito de oposición, las razones por
las que, a su entender, no debe, en todo o en parte, la cantidad reclamada. En caso contrario dará cuenta al juez
para que resuelva lo que corresponda sobre la admisión a trámite de la petición inicial.
El requerimiento se notificará en la forma prevista en el artículo 161 de esta ley, con apercibimiento de que, de no
pagar ni comparecer alegando razones de la negativa al pago, se despachará contra él ejecución según lo prevenido en
el artículo siguiente. Sólo se admitirá el requerimiento al demandado por medio de edictos en el supuesto regulado en el
siguiente apartado de este artículo.
2. En las reclamaciones de deuda a que se refiere el número 2 º del apartado 2 del artículo 812, la notificación
deberá efectuarse en el domicilio previamente designado por el deudor para las notificaciones y citaciones de toda
índole relacionadas con los asuntos de la comunidad de propietarios. Si no se hubiere designado tal domicilio, se
intentará la comunicación en el piso o local, y si tampoco pudiere hacerse efectiva de este modo, se le notificará
conforme a lo dispuesto en el artículo 164 de la presente Ley.
3. Si de la documentación aportada con la petición se desprende que la cantidad reclamada no es correcta, el
secretario judicial dará traslado al juez, quien, en su caso, mediante auto podrá plantear al peticionario aceptar o
rechazar una propuesta de requerimiento de pago por el importe inferior al inicialmente solicitado que especifique.
En la propuesta, se deberá informar al peticionario de que, si en un plazo no superior a diez días no envía la
respuesta o la misma es de rechazo, se le tendrá por desistido.
4. Si la reclamación de la deuda se fundara en un contrato entre un empresario o profesional y un consumidor o
usuario, el secretario judicial, previamente a efectuar el requerimiento, dará cuenta al juez para que pueda apreciar
el posible carácter abusivo de cualquier cláusula que constituya el fundamento de la petición o que hubiese
determinado la cantidad exigible.
El juez examinará de oficio si alguna de las cláusulas que constituye el fundamento de la petición o que hubiese
determinado la cantidad exigible puede ser calificada como abusiva. Cuando apreciare que alguna cláusula puede ser
calificada como tal, dará audiencia por cinco días a las partes. Oídas éstas, resolverá lo procedente mediante auto
dentro de los cinco días siguientes. Para dicho trámite no será preceptiva la intervención de abogado ni de procurador.

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De estimar el carácter abusivo de alguna de las cláusulas contractuales, el auto que se dicte determinará las
consecuencias de tal consideración acordando, bien la improcedencia de la pretensión, bien la continuación del
procedimiento sin aplicación de las consideradas abusivas.
Si el tribunal no estimase la existencia de cláusulas abusivas, lo declarará así y el secretario judicial procederá a
requerir al deudor en los términos previstos en el apartado 1.
El auto que se dicte será directamente apelable en todo caso.
Las modificaciones contempladas carecen de eficacia retroactiva en todo caso, respecto de los procesos monitorios
entablados con anterioridad a la entrada en vigor de la Ley 42/2015 hay que estar a lo establecido en su disposición
transitoria segunda.

7. LA NULIDAD PARCIAL DEL CONTRATO


En caso de existencia de cláusulas abusivas, está fuera de duda que procede tenerlas por no puestas,
manteniendo sin embargo la eficacia general del contrato celebrado. La parte válida o útil del contrato no debe
verse viciada por la abusiva o nula.
Art. 10.2 LCU: “Serán nulas de pleno derecho y se tendrán por no puestas las cláusulas, condiciones y estipulaciones en
las que se aprecie el carácter abusivo. La parte del contrato afectada por la nulidad se integrará con arreglo al o dispuesto
por el artículo 1258 del CC. A los efectos, el juez que declara la nulidad de dichas cláusulas integrará el contrato y dispondrá
de facultades moderadoras respecto de los derechos y obligaciones de las partes, cuando subsista el contrato, y de las
consecuencias de su ineficacia en caso de perjuicio apreciable para el consumidor o usuario. Sólo cuando las cláusulas
subsistentes determinen una situación o equitativa en la posición de las partes que no pueda ser subsanada podrá declarar la
ineficacia del contrato”.
Este precepto ha sido refundido en el TRLCU como artículo 83
El incumplimiento apreciado por el Tribunal de Justicia de la Unión Europea, sobre el artículo 83 del texto
refundido, se refiere a la facultad atribuida al juez nacional de modificar el contenido de las cláusulas abusivas
que figuran en los contratos, para integrar la parte afectada por la nulidad con arreglo a lo dispuestos por el
artículo 1258 CC y el principio de buena fe objetiva. “el Tribunal considera que dicha facultad podría poner en
peligro la consecución del objetivo a la largo plazo previsto en el artículo 7 de la Directiva, pues contribuiría a
eliminar el efecto disuasorio que ejerce sobre los profesionales el hecho de que, pura y simplemente, tales
cláusulas abusivas no se apliquen a los consumidores, en la medida en que dichos profesionales podrían verse
tentados a utilizar las cláusulas abusivas al saber que, aun cuando llegara a declararse la nulidad de las mismas, el
contrato podría ser integrado por el juez nacional en lo que fuera necesario, garantizando de este modo el interés
de los empresarios”.
Se modifica la redacción del citado artículo 83 del texto refundido, para la correcta transposición del artículo 6,
apartado 1, de la Directiva 93/13/CEE, de 5 de abril de 1993:
Artículo 83. Nulidad de las cláusulas abusivas y subsistencia del contrato.
Las cláusulas abusivas serán nulas de pleno derecho y se tendrán por no puestas. A estos efectos, el Juez, previa
audiencia de las partes, declarará la nulidad de las cláusulas abusivas incluidas en el contrato, el cual, no obstante, seguirá
siendo obligatorio para las partes en los mismos términos, siempre que pueda subsistir sin dichas cláusulas.”
El general “efecto disuasorio” que habría de atribuirse a la radical inaplicación de las cláusulas abusivas es
sumamente dudoso; el absoluto olvido del principio de conservación de los contratos, con el rigurosísimo efecto
anulatorio que dicho planeamiento provoca, es contraproducente, privar radicalmente a los órganos judiciales de
los países miembros de la UE de la posibilidad de integrar el contrato del que se trate.
El TJUE únicamente admite la integración del contrato mediante el derecho dispositivo que resulte de
aplicación, en aquellos casos en que la eliminación de la cláusula abusiva conduzca a la anulación del contrato en
perjuicio de los interese del consumidor.

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PARTE TERCERA: SECTORES NORMATIVOS ESPECÍFICOS

TEMA 8 – COMPRAVENTA Y ARRENDAMIENTO DE VIVIENDAS


1. INTRODUCCIÓN
“Todos los españoles tienen derecho a disfrutar de una vivienda digna y adecuada. Los poderes públicos
promoverán las condiciones necesarias y establecerán las normas pertinentes para hacer efectivo este derecho,
regulando la utilización del suelo de acuerdo con el interés general para impedir la especulación” (art. 47 CE)
Uno de los principales problemas que afectan a la persona en la compra o alquiler de una vivienda, es la falta de
información respecto al acto que va a celebrar, así como las medidas protectoras que le asisten frente a los
profesionales del sector: técnico arquitectónico, promotores, constructores, intermediarios diversos y agentes de
la propiedad inmobiliaria, todos los que actúan en un marco de una actividad profesional.
Los adquirientes o consumidores ven cómo sus expectativas se ven gravemente frustrados, ya sea porque el
inmueble entregado no responde a la calidad prevista y esperada, o porque los metros útiles no concuerdan con
los ofertados, o el precio pactado inicialmente ha sido incrementado en atención a conceptos que no figuraban
en el momento de suscribir el contrato, o por cualquier tipo de anomalía o deficiencias detectadas con
posterioridad a la entrega de la vivienda.
La sociedad actual demanda la adopción de medidas tendentes a asegurar la calidad de las edificaciones y a
paliar la desigualdad existente entre ambas partes contratantes.
Todo esto ha propiciado la elaboración y promulgación de una serie de normas tendentes a incrementar las
facultades y derechos de los consumidores, en un doble sentido:
a) A través de la información, facilita al adquiriente de una vivienda una serie de datos, que con carácter previo
tiene derecho a exigir para que en un momento posterior a la compra no surjan complicaciones generadas por
esa falta de información
b) Le facilita al adquiriente la posibilidad de proceder de manera solidaria contra todos los implicados en el
proceso de construcción, incluso por vía extracontractual contra el fabricante o suministrador de los materiales o,
contra el posible principal responsable en el proceso de construcción de un inmueble.
La Ley General para la Defensa de Consumidores y Usuarios tiene previsto un mecanismo de reclamación más
rápido que el recurso a la jurisdicción ordinaria, consiste en el acuerdo común y voluntario de ambas partes de
someterse al sistema arbitral de consumo.

2. EL DESARROLLO NORMATIVO DE LA PROTECCION DE LOS CONSUMIDORES Y


USUARIOS EN RELACIÓN CON LA VIVIENDA
2.1. El planteamiento tradicional: CC
La relaciones que se establecen entre empresarios inmobiliarios, ya sea promotores o constructores, y los
consumidores, son relaciones sometidas al Dº civil, inspirado en la libertad y autonomía de la voluntad y, por
tanto, la validez inicial de los pactos introducidos por las partes con las únicas limitaciones derivadas de la ley, la
moral o el orden público.
El CC aborda temas relacionados con los problemas que surgen de este tipo de contratos, pero sin ofrecer una
protección clara y genérica a todo consumidor, como el art. 1256 que prohíbe dejar al arbitrio de uno de los
contratantes el cumplimiento del contrato; los art.1281 y ss interpretación de las cláusulas contractuales; los
1152 y ss que regulan la cláusula penal; y el art.1484 y 1591 incluidos en la regulación de la compraventa y del
contrato de obra , abordan aspectos tales como la responsabilidad del vendedor por vicio oculto , en general y
vicios ocultos en la construcción.

2.2. La Ley 57/1968, sobre percepción de cantidades anticipadas en la construcción, y la modificación


por la Ley 20/2015, de 14 de julio
Esta ley trata la situación de los cesionarios o adquirentes, de viviendas, que deben o han debido abonar
cantidades anticipadas en relación con la eventual entrega de una vivienda futura , incluso con anterioridad al

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DERECHO DEL CONSUMO 17-18

inicio de la construcción, estableciendo una serie de medidas preventivas tendentes a garantizar tanto la
aplicación efectiva a la construcción de su vivienda de los medios económicos anticipados por los adquirentes y
futuros usuarios, como su devolución en el caso de que la construcción no se llevare a efecto.
Recientemente, la Ley 20/2015, de 14 de julio, de ordenación, supervisión y solvencia de las entidades
aseguradoras y reaseguradoras, da nueva redacción a la Disposición Adicional Primera de la Ley 38/1999, de
ordenación de la edificación, que había derogado a la ley de 1968:
La percepción de cantidades anticipadas en la edificación por los promotores o gestores se cubrirá mediante un seguro que
indemnice el incumplimiento del contrato en forma análoga a lo dispuesto en la ley de 1968, la cual se aplicará a las
viviendas, con las siguientes modificaciones:
a) La expresada normativa será de aplicación a la promoción de toda clase de viviendas, incluso a las que se realicen en
régimen de comunidad de propietarios o sociedad cooperativa.
b) La garantía que establece la ley de 1968 se extenderá a las cantidades entregadas en efectivo o mediante cualquier
efecto cambiario, cuyo pago se domiciliará en cuenta especial prevista en la Ley.
c) La devolución garantizada comprenderá las cantidades entregadas más los intereses legales del dinero vigentes hasta el
momento en que se haga efectiva la devolución.
d) Las multas por incumplimiento a que se refiere el artículo 6, se impondrán por las CCAA, en cuantía, y por infracción, de
hasta el 25% de las cantidades cuya devolución deba ser asegurada o por lo dispuesto en la normativa propia de la CA.
La diferencia más sobresaliente, se encuentra en que la Ley de 1968, en su art.3 disponía que “expirado el plazo
de iniciación de las obras o de entrega de la vivienda sin que una u otra hubiesen tenido lugar, el cesionario podrá
optar entre la rescisión del contrato con la devolución de las cantidades entregadas a cuenta, incrementadas con
el seis por ciento de intereses anual , o conceder al cedente prorrogado ; mientras que en la nueva disposición de
la Ley 38/1999 solo prevé, en la hipótesis de devolución de las cantidades, su incremento en el interés legal,
conforme a los nuevos tiempos y a la denominada desindexación de la economía , legalmente formulada ahora en
la Ley 2/2015, de 30 de marzo, precisamente bajo dicha rúbrica: de desindexación de la economía española.

2.3. La CE de 1978
En su art.47 reconoce el derecho que todos los españoles tienen a disfrutar de una vivienda digna y adecuada ,
y en su art. 51 incorpora el principio de protección de los consumidores y usuarios e impone a los poderes
públicos el deber de garantizar la defensa de los consumidores y usuarios, protegiendo, mediante procedimiento
eficaces, la seguridad , la salud y los legítimos intereses económicos de los mismos; debiendo, asimismo,
promover la información y la educación de los consumidores y usuarios. Por último, el art 53.3 trata el desarrollo
normativo, al ordenar que los principios del capítulo tercero informen “la legislación positiva, la práctica judicial y
la actuación de los poderes públicos”.

2.4. La legislación especial: Ley de consumidores y normas complementarias


 La vigente TRLCU, protector de los derechos de los consumidores en nuestro ámbito nacional.
 Real Decreto 515/1989, de 21 de abril, regulador de la protección de los consumidores en cuanto a la
información a suministrar en la compraventa y arrendamiento.
 De manera indirecta:
a) Real Decreto 1507/2000, de 1 de septiembre, por el que se catalogan diversos productos, bienes y servicios
a determinados efectos de la entonces Ley General para la Defensa de Consumidores y Usuarios (ahora TRLCU).
Incorpora dos anexos del cual solo nos interesa el anexo I, que relaciona bienes, productos y servicios de uso o
consumo común, ordinario y generalizado B)”productos no alimenticios “ se encuentra la vivienda destinada a
residencia habitual y en el apartado C) “servicios “, hallamos el arrendamiento de vivienda destinada a residencia
habitual.
b) Ley 7/1998, de 13 de abril, sobre Condiciones Generales de la Contratación, introdujo modificaciones
importantes en la LCU y en la Ley Hipotecaria atribuyendo a Notarios, Registradores y Corredores de Comercio.
c) Ley 38/1999, de 5 de noviembre, de ordenación de la edificación, mayor control de la calidad de las
edificaciones y mayor tutela del interés de aquellos en los términos que más adelante comentaremos.

3. NOCIONES INSTRUMENTALES
3.1. El comprador o arrendatario como consumidor

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DERECHO DEL CONSUMO 17-18

El RD 515/1989 se aplica a la oferta, promoción y publicidad que se realice para la venta o arrendamiento de
viviendas que se efectúa en el marco de una actividad empresarial o profesional, siempre que aquellos actos
vayan referidos a consumidores (art. 1).
Tanto las personas físicas como las jurídicas pueden tener esta esta consideración siempre que sean los
destinatarios finales de los inmuebles, y deben realizarse con el ánimo de satisfacer sus necesidades personales
o familiares y no para volver a introducirlos en el proceso de comercialización.

3.2. El vendedor o arrendador como profesional


Salvo la referencia relativa a que la venta o arrendamiento deberá efectuarse “en el marco de una actividad
empresarial o profesional “, no aparece en la normativa una exigencia expresa de tal condición de empresario o
profesional, a la persona que comercializa la vivienda objeto de compraventa o arrendamiento, pero se trata de
un presupuesto implícito en toda actuación merecedora de la protección de los consumidores ya que esta se
plantea dentro del mercado y frente a quienes comercializan en él sus productos o servicios.

3.3. La noción de vivienda


En ninguna de las disposiciones legislativas en examen aparece un concepto legal delimitador de la vivienda.
El TRLCU recoge menciones expresas a la vivienda en diversos preceptos que abordan cuestiones como los
materiales de construcción y documentación a entregar en la adquisición.
Solo podemos referirnos al derogado artículo 1 de la ley 57/1968, que dice que serán las destinadas a domicilio o
residencia familiar, con carácter permanente o bien a residencia de temporada, accidental o circunstancial; y a la
LAU (L-29/1994) que se refiere a vivienda como el objeto sobre el que recae el contrato que regla, configurándola
como edificación habitable cuyo destino primordial es el de satisfacer la necesidad permanente de vivienda del
arrendatario.
Cuando el legislador hace referencia a la vivienda como objeto de la compraventa o arrendamiento no se está
limitando a una superficie de terreno perfectamente delimitado por los muros que la rodean y habitable, sino que
se comprende algo más: las zonas comunes y los servicios accesorios, en su caso, tal como se recoge en el RD
515/1989 para hacer referencia a jardines, piscinas, zonas deportivas, etc.
La protección al consumidor de viviendas no se circunscribe a los casos en que estas se encuentren ya
totalmente construidas, sino que se hace extensiva a aquellas que se encuentren en fase de ejecución.

4. LA INFORMACIÓN COMO DERECHO DEL CONSUMIDOR


Una buena información relativa a los bienes y servicios, respecto de los que negocian las partes, constituye la
base sobre la cual se asienta una correcta contratación. Su falta o distorsión es la generadora de gran número de
problemas entre las partes contratantes. Por ello es tan importante que el consumidor sea informado
adecuadamente en la fase previa a la celebración el contratado para que pueda acceder a un correcto y efectivo
conocimiento de los aspectos contractuales de interés.
La LCU consagró como un derecho básico de los consumidores y usuarios la información correcta sobre los
diferentes productos o servicios, así como la educación y divulgación, para facilitar el conocimiento sobre su
adecuado uso, consumo o disfrute.
En la publicidad que en numerosas ocasiones actúa como reclamo frente a los consumidores, se invoca el
“principio de veracidad en la oferta promoción y publicidad” (arts. 2 y 3 RD 515/1989), que exige que deberá
ajustarse a las verdaderas características, condiciones y utilidad de la vivienda, expresando siempre si la misma se
encuentra en construcción o si la edificación ha concluido. Con este principio se pretende proteger al comprador
y al arrendatario frente a las actuaciones empresariales de promoción, tendentes a traer su atención como
cliente potencial.
La exigencia de veracidad en el ámbito de la vivienda aparece contemplada en el art.3 del RD 515/1989, que
prohíbe la publicidad engañosa: “La oferta, promoción y publicidad… se hará de manera que no induzca ni pueda
inducir a error a sus destinatarios, de modo tal que afecte a su comportamiento económico, y no silenciará datos
fundamentales de los objetos de la misma”. Así mismo se faculta al comprador o arrendatario de una vivienda
para exigir cuantos datos, características y condiciones relativas a la construcción de la vivienda, su ubicación,

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servicios e instalaciones, adquisición, utilización y pago que se hubieren ofrecido por vía publicitaria “aun
cuando no figuren expresamente en el contrato celebrado” (art. 3.2 RD-515/89; 8 LCU y 61 TRLCU)

5. EL DESARROLLO REGLAMENTARIO DE LOS DEBERES DE INFORMACIÓN


5.1. Los preceptos de la Ley de consumidores
La LCU regula y concreta el derecho a la información que asiste a los consumidores, presidido por las medidas
precisas para garantizar siempre el derecho de los consumidores y usuarios a una información cierta, eficaz,
veraz y objetiva, la cual es una obligación precontractual a cargo de los empresarios o profesionales que
ofrezcan una primera transmisión de vivienda, consistente en facilitar al comprador una documentación
completa suscrita por el vendedor.
Se exige la puesta a disposición del cliente de toda la información
Obliga también al promotor que entregue folletos o documentos similares.

5.2. Información exigida reglamentariamente a los promotores y constructores


El art.4 del RD 515/1989 exige la puesta a disposición del público y, en su caso, de las autoridades, la siguiente
información que, tiene un carácter meramente enunciativo y no exhaustivo:
1) Identificación perfecta de la persona física o jurídica que actúe como vendedor o arrendador.
2) Planos de emplazamiento y de la vivienda, así como descripción y trazado de las instalaciones eléctricas, de agua, gas,
calefacción y sus garantías, así como de las medidas de seguridad contra incendios con que cuente el inmueble.
3) Descripción de la vivienda con determinación de la superficie útil, descripción del edificio, zonas comunes y servicios
accesorios.
4) Cabe diferenciar entre:
-Superficie útil -> es la superficie del suelo de la vivienda cerrada por el perímetro definido por la cara interior de sus
cerramientos con el exterior o de otras viviendas o locales, incluyendo la mitad de la superficie del suelo de los espacios
exteriores de uso privativo de la vivienda, como terrazas o balcones, por los elementos estructurales verticales y por las
canalizaciones o conductos con sección horizontal superior a 100 m2 (Orden del Ministerio de economía de 1989)
-Superficie construida -> es la superficie útil sin excluir el espacio ocupado por los elementos interiores e incluyendo los
elementos exteriores al 100% o al 50%, según se trata de cerramiento de fachada o cerramiento compartido con otras
viviendas.
-Superficie Total -> es la superficie de la vivienda más la de los elementos de la comunidad divididos entre los demás
propietarios.
5) Materiales empleados en la construcción de la vivienda, en el edificio, zonas comunes y servicios accesorios.
6) Instrucciones sobre uso y conservación de las instalaciones que exijan algún tipo de actuación especial y sobre
evacuación del inmueble en caso de emergencia.
7) Datos registrales de la finca o expresión de no hallarse inscrita en el mismo.
8) Precio total o renta de la vivienda y servicios accesorios y forma de pago.
Cabe resaltar la gran transcendencia que para cualquier consumidor tiene la sobre información sobre el estado
registral de la finca, ya que el adquiriente de un bien inmueble solo habrá realizado una adquisición segura
cuando pueda contar con que nadie le va a perturbar en su propiedad por motivos anteriores a su adquisición.
Mediante esta información registral, se sabe que el que actúa como vendedor es el auténtico propietario, y
también tiene acceso a conocer los diferentes actos o negocios jurídicos que sobre la finca que pretende adquirir
se han ido produciendo -> seguridad jurídica y protección del consumidor.

5.3. Información exigida por el RD 515/1989 en la promoción de viviendas en venta


a) Información sobre cumplimiento de normas urbanísticas
Se requiere copias de las autorizaciones preceptivas para la construcción de la vivienda y de la cédula urbanística,
así como la licencia de ocupación de la vivienda, zonas comunes y servicios accesorios.
b) Información relativa al régimen de propiedad horizontal
Estatutos y normas de funcionamiento de la Comunidad de Propietarios, contratos de servicios y suministros de la
comunidad. Si la Comunidad ya estuviese funcionando, además, un extracto de cuentas y obligaciones de la
vivienda objeto de la venta.
c) Información sobre los tributos

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DERECHO DEL CONSUMO 17-18

1) Impuesto sobre el Valor Añadido (IVA), regulado por la ley 37/1992 del 28 de diciembre
Este impuesto grava las transmisiones patrimoniales cuando se realizan en el desarrollo de una actividad empresarial. El
IVA es el impuesto que repercute la parte vendedora sobre la compradora, sobre la base de la contraprestación total,
incluidos los intereses de la parte aplazada por la parte vendedora (tipo de gravamen actual: 10%). Caben pagos anticipados,
cada uno de ellos incrementado con la repercusión del IVA correspondiente, debiendo abonarse íntegramente el resto del
impuesto en el momento en que se verifique la entrega del inmueble al comprador, aun cuando no se haya abonado
íntegramente el precio estipulado en compraventa. Las operaciones sujetas a IVA no se sujetarán al ITPAJD
2) Impuesto sobre Transmisiones Patrimoniales y Actos Jurídicos Documentados (ITPAJD), regulado por el Real
Decreto Legislativo 1/1993, de 24 de septiembre
Grava actos jurídicos documentados (compraventa). El tipo de gravamen es del 0.5%, si bien las administraciones
autonómicas tienen competencias que les permite fijar otro tipo de gravamen.
3) Impuesto sobre el incremento del Valor de los Terrenos de Naturaleza Urbana (RDLeg 2/2004)
Grava el incremento real del valor de los terrenos de naturaleza urbana puesto de manifiesto en el momento de la
transmisión de la propiedad y generado a lo largo de un periodo máximo de 20 años. Debe ser satisfecho por el transmitente,
pero es habitual que en clausulado de compraventa se incluya la obligación de que sea satisfecho por el comprador.
4) Impuesto sobre Bienes Inmuebles (RDLeg 2/2004)
Grava la propiedad sobre este tipo de bienes y afecta al consumidor desde el momento en que se convierta en
propietario. La determinación de la cuantía a ingresar tomará como base los valores catastrales tanto del terreno
como de la edificación. El impuesto se devenga el primer día del periodo impositivo, el cual coincide con el año
natural
d) Información sobre la documentación del contrato
1) Que consumidor no soportará los gastos derivados de la titulación que corresponda legalmente al
vendedor.
2) Los art. 1280.1 y 1279 del CC.
3) El derecho que asiste a todo consumidor de elegir el Notario, con las limitaciones lógicas derivadas de la
conexión con los elementos personales o reales del negocio.
e) Fase de ejecución y de entrega
Si la vivienda o las zonas comunes o los elementos accesorios no se hallen totalmente terminados se hará constar
con claridad la fecha prevista de entrega y la fase en que se encuentra.
f) Identificación del arquitecto y constructor, cuando se trata de primeras transmisiones:
Resultarán de gran utilidad para el consumidor en aquellos casos en que se pongan de manifiesto vicios o
defectos en la construcción y sea preciso reclamar o ejercitar las correspondientes acciones judiciales en defensa
de sus intereses.

5.4. En particular, la información respecto al precio de venta


Hincapié hace el RD 515/1998 al decir que deberá ofrecerse la información en cuanto al precio de venta. Se
exige la elaboración y puesta a disposición del público y de las autoridades competentes, de una nota explicativa
con los siguientes datos [art. 6 desarrollado por el art. 13.1.d) de la LCU (hoy art. 60.2 b) TRLCU]:
a) Precio total de la venta, incluyendo honorarios del Agente, en su caso, y el IVA o ITPAJD.
b) Forma de pago. De mediar aplazamientos se especificará el tipo de interés aplicable por tal circunstancia,
detallándose las cantidades a abonar por principal e intereses y fechas de vencimientos.
c) Medios de pago admisibles para las cantidades aplazadas.
d) Posible subrogación del consumidor en alguna operación de crédito no concertada por él, con garantía real
sobre la propia vivienda, aportándose cuantos datos identificativos del préstamo hipotecario, Notario
autorizante, fecha de esta e inscripción en el Registro de la Propiedad y la responsabilidad hipotecaria que
corresponda a cada vivienda, con expresión de vencimientos y cantidades. En caso de no quererse por el
comprador tal subrogación, los gastos de cancelación de esa hipoteca deberán ser de cuenta del vendedor.
Garantías que deberá constituir el comprador por la parte de precio aplazada, en su caso.

5.5. Las cantidades entregadas a cuenta en edificaciones futuras

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DERECHO DEL CONSUMO 17-18

Para los casos en que la vivienda no se encuentre terminada, o no iniciada, y se estén llevando a cabo pagos
anticipados por parte de los consumidores, se deberá tener “a disposición del público y de las autoridades
competentes copia del documento en que se formalicen las garantías de las cantidades entregadas a cuenta”
[aplicación de la Ley 57/1968, de 27 de julio, que contiene el RD 515/1989 en su art 7]. La Ley de Ordenación de la
Edificación, en su Disposición Adicional primera ha venido a precisar y ampliar el ámbito de protección de la
citada Ley.
La exigencia de medidas que aseguren las cantidades entregadas a cuenta por el comprador obedece al espíritu
protector e irrenunciable por parte de éste, afectando tanto a las personas físicas como jurídicas que promuevan
la construcción de viviendas, cuyo destino sea el de residencia familiar. Actualmente esta exigencia es aplicable a
la promoción de todo tipo de viviendas, incluso a las que se realicen en régimen de comunidad de propietarios o
sociedad cooperativa.
Las medidas a cumplir por el promotor son dos:
a) Para cubrir la eventualidad de que la construcción no se inicie o no llegue a buen fin por cualquier causa en
el plazo convenido, se obliga a garantizar la devolución de las cantidades entregadas más los intereses legales
del dinero vigentes hasta el momento en que se haga efectiva la devolución, mediante contrato de seguro o
aval solidario prestado por entidad bancaria; y
b) Todas las cantidades que se perciban en concepto de anticipo facilitado por los adquirentes deberán
depositarse en una cuenta especial habilitada al efecto por el promotor de la construcción en entidad
autorizada, con la finalidad d que en ningún caso tales cantidades puedan ser destinadas a otros fines distintos
de los que le son propios, con separación de cualquier otro tipo de fondos pertenecientes al promotor.
Además la Ley 57/1968 y la DA primera de la LOE, imponen la obligación de hacer constar expresamente en tales
contratos: a) Que el cedente se obliga a la devolución al cesionario de las cantidades percibidas, incrementadas
con los intereses legales del dinero vigentes hasta el momento en que se haga efectiva la devolución en tres
supuestos: si la construcción no se inicia, si no se termina en los plazos previstos en el contrato, o si no se
obtiene la Cédula de Habitabilidad; b) Referencia al aval bancario o contrato de seguro suscrito, así como
identificación de la entidad con la que cualquiera de ellos han sido suscritos; y, c) Designación de la entidad y
número de cuenta a través de la cual los adquirentes deberán hacer entrega de las cantidades anticipadas
pactadas en el contrato. Junto con esta reseña, deberá entregarse al adquirente en el momento de
formalización del contrato, copia de la póliza de seguro suscrita o del aval referido anteriormente. En caso de
incumplimiento de los términos contractuales objeto de aseguramiento, al adquirente se le ofrecen las siguientes
opciones: o bien rescindir el contrato con devolución de las cantidades entregadas a cuenta; o bien conceder al
cedente prórroga, haciéndolo constar en cláusula adicional de contrato suscrito, especificando la nueva fecha
prevista de terminación y entrega de vivienda.
En cuestiones relativas a propaganda y publicidad de la cesión de viviendas, en la publicidad debería hacerse
constar que el promotor ajustará su actuación y contratación a los requisitos establecidos en la Ley 57/1968,
haciendo referencia expresa a la entidad garante y aquéllas en las que habrán de ingresarse las cantidades a
cuenta que vayan satisfaciendo los contratantes. Se exigirá claridad y precisión en dicha publicidad y propaganda.

6. LA CELEBRACIÓN DEL CONTRATO


6.1. Redacción del contrato y condiciones generales de la contratación
Los consumidores al celebrar cualquier tipo de contrato pueden encontrarse en dos situaciones: pueden
negociar directamente con los suministradores de bienes o pueden adherirse a cualesquiera formularios
contractuales que reclamen la aplicación de la Ley de condiciones generales de la contratación. En ambos
supuestos son de aplicación las normas protectoras de consumidores y usuarios.
Se exige de una “información veraz, eficaz y suficiente” sobre los bienes, productos y servicios puestos a
disposición de los consumidores [art. 13 de la LCU (ahora art. 18.2 TRLCU)]
En el caso de viviendas cuya primera transmisión se efectúe con posterioridad a la entrada en vigor de la ley, se
facilitará, además, al comprador una documentación completa suscrita por el vendedor, en la que se defina, en
planta a escala, la vivienda y el trazado de todas sus instalaciones, así como los materiales empleados en su
construcción, en especial aquellos a los que el usuario no tenga acceso directo.

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DERECHO DEL CONSUMO 17-18

6.2. Entrega de documentos


Tal como dispone el art. 9 del RD 515/1989, a la firma del contrato todo adquirente tiene derecho a recibir a
costa del vendedor todos los documentos citados anteriormente, los cuales tienen valor probatorio para el
supuesto de que la ejecución del contrato no se realice conforme a lo comprometido.

7. INCUMPLIMIENTO DEL CONTRATO


El RD 515/1989 no indica cuáles son los mecanismos jurídicos de los que dispone el consumidor de vivienda en
los casos de incumplimiento contractual, limitándose en su art. 11.1 a establecer una remisión al régimen
sancionador de la LCU, considerándose “infracción en materia de protección al consumidor” cualquier
incumplimiento de los preceptos contenidos en este RD 515/199, y dando por hecho que son de aplicación las
reglas generales (Código Civil).

8. LA LEY DE ORDENACIÓN DE LA EDIFICACIÓN


La Ley 38/1999, de 5 de noviembre, de ordenación de la edificación, nace con voluntad de ordenar la
construcción de los edificios, y de superar la discrepancia entre la legislación preexistente y la realidad
constructiva por la insuficiente regulación del proceso de la edificación.
Pretende establecer el marco general en el que pueda fomentarse la calidad de los edificios, y el compromiso de
fijar las garantías suficientes a los usuarios frente a los posibles daños.

8.1. Responsabilidades y garantías


Esta Ley dispone que la responsabilidad general de los diferentes agentes de la edificación por daños
materiales se exigirá de forma personal e individualizada, tanto por actos propios, como por actos de otros
agentes por los que se deba responder; no obstante, se exigirá solidariamente cuando no pueda ser atribuida
en forma individualizada al responsable del daño o cuando exista concurrencia de culpa, sin que pueda
precisarse la influencia de cada agente interviniente en el daño producido. Consecuentemente, las personas
físicas o jurídicas que intervienen el proceso de edificación y con independencia de sus responsabilidades
contractuales, responderán frente a los propietarios y adquirientes de los siguientes daños en el edificio y
durante los plazos siguientes, a contar desde la recepción de la obra:
1) Durante 10 años: De los daños materiales causados en el edificio por vicios o defectos que afecten a la
cimentación, soportes, vigas, forjados, muros de carga u otros elementos estructurales y que comprometan
directamente la resistencia mecánica y la estabilidad del edificio.
2) Durante 3 años: De los daños materiales causados en el edificio por vicios o defectos de los elementos
constructivos o de las instalaciones que ocasionen el incumplimiento de los requisitos de habitabilidad.
3) Durante 1 año: El constructor responderá de los daños materiales por vicios o defectos de ejecución que
afecten a elementos de terminación o acabado de las obras.
Se impone un régimen de garantías: obligación de suscribir los correspondientes seguros que cubran el riesgo de
que se produzcan los daños que acaban de ser reseñados, siendo los obligados como tomadores de los
respectivos seguros el promotor, salvo pacto de lo que suscriba el constructor, en los dos primeros casos,
mientras que en el tercero, lo será en todo caso el constructor. El asegurado, siempre será el promotor y los
sucesivos adquirentes.

8.2. El Libro del Edificio


Es novedad de la LOE. La obligatoriedad de la elaboración del Libro del Edificio es una medida que garantiza el
derecho de información del usuario final de la vivienda, que deberá aparecer recogida en los contratos de
compraventa.
Una vez finalizada la obra, el proyecto, con la incorporación de las modificaciones aprobadas, será facilitado al
promotor por el director de obra para la formalización de los correspondientes trámites administrativos (7 LOE).
A dicha documentación se adjuntará, al menos, el acta de recepción, la relación identificativa de los agentes que
han intervenido durante el proceso de edificación, así como la relativa a las instrucciones de uso y mantenimiento
del edificio y sus instalaciones, de conformidad con la normativa que le sea de aplicación.

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DERECHO DEL CONSUMO 17-18

Toda la documentación referida en los apartados anteriores constituirá el Libro del Edificio y será entregada a los
usuarios finales del edificio.

9. PROTECCIÓN DE LOS CONSUMIDORES Y NORMATIVA AUTONÓMICA


El RD 515/1989 se aplicará supletoriamente en las Comunidades Autónomas que estatutariamente hayan
asumido la competencia plena sobre la defensa de consumidores y usuarios, salvo:
-el art. 3º, apartado 2: exigibilidad de las condiciones ofertadas en la publicidad aun cuando no consten en
contrato, y
-el art. 10: redacción y contenido de los contratos de compraventa y arrendamiento, que tendrán vigencia en
todo el Estado, en virtud de lo dispuesto en la regla 8ª del art.149.1 CE.

10. VIVIENDAS DE PROTECCIÓN OFICIAL


En el ámbito de las viviendas de protección oficial se ha experimentado un importante incremento de la
protección de consumidores y usuarios. Actualmente debe tenerse claro que las normas administrativas
reguladoras de las viviendas de protección oficial no centran su atención en la protección de los consumidores
en cuanto adquirentes de este tipo de viviendas, por lo que será necesario remitirnos a la normativa estatal y
autonómica aplicable. La DA primera del RD 515/1989 otorga carácter supletorio a las disposiciones contenidas
en el mismo
Requisitos (art. 113 del Decreto 2114/1968, de 24 de julio, por el que se aprueba el Reglamento para la aplicación
de la Ley sobre Viviendas de Protección Oficial): que el texto haya sido previamente aprobado por la Delegación
del Ministerio de la Vivienda de la provincia donde radiquen las mismas, y la necesario inclusión en el texto de
diferentes datos, los cuales habrán de componerse en el anuncio en tipos perfectamente legibles y de tamaño
igual al predominante donde se inserte.
Una vez solicitada la aprobación del texto publicitario, si ésta es concedida, se hará constar por diligencia en
uno de los ejemplares presentados, que se devolverá al interesado y en el que se consignará el número de
inscripción que corresponda en el Registro de Publicidad que a estos efectos se llevará en las Delegaciones
Provinciales

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TEMA 9 – LOS CONTRATOS A DISTANCIA O FUERA DE LOS


ESTABLECIMIENTOS MERCANTIL
1. PREMISA
La misión de la Ley 3/2014es actualizar el contenido del TRLCU:
“La nueva definición de contrato a distancia abarca los casos en que los contratos se celebran entre el
empresario y el consumidor en el marco de un sistema organizado de venta o prestación de servicios a
distancia, mediante el uso de técnicas de comunicación, como pueden ser la venta por correo, Internet,
teléfono, fax, hasta el momento en que se celebra el contrato y con inclusión de ese momento. Abarca hasta el
momento en que se celebra el contrato, incluyendo las situaciones en las que el consumidor visita el
establecimiento de la empresa para recabar información teniendo el contrato lugar a distancia. Este sistema
organizado incluye los sistemas ofrecidos por un tercero que no sea el empresario pero utilizado por éste, no
cubriendo casos de webs que solo ofrecen información.
“La nueva definición de contrato celebrado fuera del establecimiento mercantil se justifica porque, fuera del
establecimiento, el consumidor podría estar bajo posible presión psicológica o sorpresa. Abarca situaciones en
que se establece contacto personal e individual con el consumidor fuera del establecimiento, aunque el contrato
se celebre después en el establecimiento mercantil del empresario o por un medio de comunicación a distancia.
Las compras realizadas en una excursión organizada por el empresario que éste promociona y vende los
productos, se consideran en este tipo de contratos”.

2. LOS CONTRATOS A DISTANCIA


2.1. Descripción y características
Los contratos realizados a distancia son un modo particular de negociación o contratación. El mensaje
transmitido a distancia constituye el mecanismo para ofrecerlos a una clientela indeterminada y potencial. Fases:
1º) El consumidor recibe una oferta escrita, visual u oral, con indicación del precio y del resto de las
condiciones.
2º) Sobre esta base el consumidor efectúa su pedido.
3º) Más tarde recibirá el producto o servicio en la dirección suministrada.
La difusión de la oferta al consumidor se realiza mediante una técnica de comunicación a distancia, como la
usada por el consumidor para recibirla. Así, no se producirá la presencia física en ningún momento (en los
contratos realizados fuera del establecimiento mercantil sí hay un contacto con el consumidor).
En los contratos fuera del establecimiento mercantil, el consumidor contratará sin reflexionar su decisión, cosa
que no tiene por qué suceder en los celebrados a distancia, ya que el consumidor tiene tiempo para reflexionar
antes de efectuar el pedido. El riesgo en estos casos es que la mercancía recibida no se corresponda con sus
deseos, no sea conforme a la publicidad o que sea defectuosa. El período para privar de eficacia al contrato, por
desistimiento unilateral, no es para reflexionar sino para examinar el producto comprado o las características del
servicio.

2.2. Supuestos principales


1º) Los contratos por correo: sistema de contratación en el que el mensaje impreso es el soporte para ofrecer
productos o servicios. Formas diversas:
-Catálogo: medio esencial utilizado por las empresas más importantes del sector. Pueden ser generales o
especializados, también hay mini-catálogos.
-Mailing: a través de la publicidad postal, sobre uno o varios artículos. Dos tipos, publicidad postal masiva
utilizando listas y la prospección por pequeños paquetes (cartas anunciando una llamada o visita).
-Anuncios en prensa, proponen al lector de un periódico, semanario o revista, la compra de un producto, una
documentación, o ver un catálogo, con el fin de realizar con posterioridad unos pedidos de venta por
correspondencia.
2º) Los contratos por teléfono: todas las fases del proceso de contratación por este medio. Hay intervención
humana o a través de un sistema automático.

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3º) Los contratos por televisión.


4º) Los contratos por radio.
5º) Los contratos mediante uso de instrumentos informáticos o telemáticos.
En estos últimos subtipos, existen elementos comunes en mensajes y técnicas de venta. Sus diferencias resaltan
los cauces que tienen en común la distancia, la inexistencia de contacto o relación personal entre las partes.

3. NOCIÓN GENERAL Y CARACTERÍSTICAS DE LOS CONTRATOS CELEBRADOS FUERA DEL


ESTABLECIMIENTO MERCANTIL
En estos contratos la empresa realiza un contacto directo con los consumidores y propone bienes o servicios en
su domicilio o trabajo y no en los locales de venta en los que el consumidor va por voluntad. Incluyen
modalidades distintas a la tradicional venta y se refiere a contratos en general y no solo a ventas.
No son prácticas comerciales irregulares, pero hace frente al carácter agresivo de este tipo de contratación (por
presiones del empresario). Protege al consumidor contra sí mismo y su exceso de confianza. Características:
1º) Lugar: domicilio o trabajo del consumidor donde no espera una oferta. La especialidad está donde se
manifiestan la oferta y aceptación.
2º) Se dirige a personas que no han manifestado su deseo de contratar (factor sorpresa a favor del
empresario). Superioridad del comerciante porque el momento de la visita es elegido por él y por su
argumentación frente a un cliente sorprendido y que puede sentirse incómodo.
3º) Se ofrecen productos de una marca, a menudo a un precio superior al del mercado. Impiden al consumidor
comparar los precios o calidades de otros.
4º) Dada la rapidez de la contratación, la decisión del consumidor puede no haber sido reflexiva. Puede llevar
a adquirir bienes o servicios superfluos.
5º) Como contrato se concluye sin testigos (el consumidor no puede demostrar que ha sido víctima de
comportamiento abusivo) y el precio del contrato no es elevado, por ello, los consumidores víctimas no acudirán
a los Tribunales.

4. REGULACIÓN NORMATIVA DE AMBAS FIGURAS CONTRACTUALES


4.1. Contratos a distancia
La UE, por su capacidad de creación de un verdadero mercado interior europeo, propuso la Directiva sobre
contratos a distancia, presentada por la Comisión el 20 de mayo de 1992, acompañada de una Recomendación
dirigida a las asociaciones profesionales para que adoptasen un código de conducta que completasen las normas
mínimas en puntos específicos -> Directiva 7/97, de 20 de mayo de 1997, de protección de los consumidores en
materia de contratos a distancia.
En nuestro país, la Ley 7/96, de 15 de enero, de Ordenación del Comercio Minorista (LOCM), contuvo la primera
regulación estatal sobre las ventas a distancia. Anteriormente algunas CCAA disponían de normativa específica.
El legislador estatal tuvo en cuenta la primera Propuesta de Directiva del 1992, pero como obvió las
modificaciones posteriores del texto comunitario, hubo de ser readecuada. La transposición de la Directiva se
realizó por Ley 47/02, de 19 de diciembre.
Tras la aprobación del TRLCU-2007, la LOCM resultó afectada por derogación únicamente en algunos pasajes muy
concretos, aunque el Texto refundido dedicó a los contratos celebrados a distancia, un título del Libro II.

4.2. Contratos celebrados fuera del establecimiento mercantil


En Derecho comunitario este tipo de contratación fue abordado de forma específica a través de la Directiva
577/85, de 20 de diciembre de 1985 (derogada ya) referente a la protección de los consumidores en el caso de
los contratos negociados fuera delos establecimientos comerciales.
Como el ordenamiento español no disponía de una norma de acuerdo al Derecho comunitario que cumpliese la
Directiva, se elaboró la Ley 26/91, de 21 de noviembre, sobre contratos celebrados fuera de los establecimientos
mercantiles (LCFEM).
La norma establecía preceptos que afectaban al régimen de celebración y eficacia de los contratos, materias éstas
que, con carácter general, se encontraban reguladas en el Código civil. La LCFEM regulaba, conforme la Directiva,
la exigencia formal de la documentación del contrato o de la oferta contractual, con la consecuencia de reconocer

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DERECHO DEL CONSUMO 17-18

al consumidor acción para anular los contratos que se celebrasen obviando dicho requisito y el reconocimiento
del derecho del consumidor a revocar el consentimiento prestado.
La finalidad de la Directiva como de la Ley española proteger la libertad de la decisión negocial o contractual de
los consumidores.

4.3. La unificación del régimen normativo


La Ley 3/14, de 27 de marzo, transpone al derecho español la Directiva 2011/83/UE sobre los derechos de los
consumidores.
La Directiva refuerza la información al consumidor y usuario ampliando los requisitos de información
precontractual. Los empresarios asumen la obligación de informar de la existencia y las condiciones de los
depósitos u otras garantías financieras, incluidas las que bloqueen un importe en la tarjeta de crédito o débito.
Informarán de la existencia de la garantía legal de conformidad de los bienes, de condiciones de los servicios
posventa y de garantías comerciales.
Se modifica la definición de Establecimientos comerciales, siendo “toda instalación inmueble de venta al por
menor en la que el empresario ejerce su actividad de forma permanente; o toda instalación móvil de venta al por
menor en la que el empresario ejerce su actividad de forma habitual”.
Para el ejercicio del Derecho de desistimiento se prevé la ampliación del período temporal a un plazo mínimo de
14 días naturales, frente alos7 días anteriores.

5. ÁMBITO DE APLICACIÓN Y COMUNICACIONES COMERCIALES


En el ámbito de aplicación del título III del TRLCU (que contiene la ley 3/14), coinciden los contratos a distancia y
los celebrados fuera del establecimiento mercantil.
Se regirán por él los contratos celebrados a distancia con los consumidores y usuarios en el marco de un
sistema organizado de venta o prestación de servicios a distancia (correo postal, internet, teléfono, fax...).
También los contratos celebrados fuera del establecimiento mercantil:
a) Con presencia física del empresario y consumidor en lugar distinto al establecimiento mercantil.
b) En los que el consumidor ha realizado una oferta como en el apartado a).
c) Celebrados en el establecimiento del empresario o a través de un medio de comunicación a distancia,
después de un contacto personal con usuario en un lugar distinto del establecimiento mercantil, con presencia
física de ambos.
d) Celebrados durante una excursión organizada por el empresario con el fin de promocionar y vender
productos o servicios al consumidor y usuario.
El TRLCU recoge una larga lista de contratos a los que no resulta de aplicación, encontrando los de servicios
sociales, relacionados con la salud, de actividades de juego por dinero, o de servicios financieros, entre otros.
Se aplica la normativa para los mails y comunicaciones telefónicas respecto de las comunicaciones comerciales a
distancia, pretendiendo ampliar la protección de los consumidores, pero quedando corta en reducción de franja
horaria.

6. INFORMACIÓN PRECONTRACTUAL
Art 97 (segundo libro) -> referido a la imperativa información precontractual que ha de ser suministrada al
consumidor.
1. Antes de que el consumidor y usuario quede vinculado por cualquier contrato a distancia o celebrado fuera del
establecimiento o cualquier oferta correspondiente, el empresario le facilitará de forma clara y comprensible la siguiente
información:
a) Las características principales de los bienes o servicios, en la medida adecuada al soporte utilizado y a los bienes o
servicios.
b) La identidad del empresario, incluido su nombre comercial.
c) La dirección completa del establecimiento del empresario y el número de teléfono, número de fax y dirección de correo
electrónico del mismo, cuando proceda, con objeto de que el consumidor y usuario pueda ponerse en contacto y
comunicarse con él de forma rápida y eficaz, así como, cuando proceda, la dirección completa y la identidad del empresario
por cuya cuenta actúa.

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d) Si es diferente de la dirección facilitada de conformidad con la letra c), la dirección completa de la sede del empresario y,
cuando proceda, la del empresario por cuya cuenta actúa, a la que el consumidor y usuario puede dirigir sus reclamaciones.
e) El precio total de los bienes o servicios, incluidos los impuestos y tasas, o, si el precio no puede calcularse
razonablemente de antemano por la naturaleza de los bienes o de los servicios, la forma en que se determina el precio, así
como, cuando proceda, todos los gastos adicionales de transporte, entrega o postales y cualquier otro gasto o, si dichos
gastos no pueden ser calculados razonablemente de antemano, el hecho de que puede ser necesario abonar dichos gastos
adicionales. En el caso de un contrato de duración indeterminada o de un contrato que incluya una suscripción, el precio
incluirá el total de los costes por período de facturación. Cuando dichos contratos se cobren con arreglo a una tarifa fija, el
precio total también significará el total de los costes mensuales. Cuando no sea posible calcular razonablemente de
antemano el coste total, se indicará la forma en que se determina el precio.
f) El coste de la utilización de la técnica de comunicación a distancia para la celebración del contrato, en caso de que dicho
coste se calcule sobre una base diferente de la tarifa básica.
g) Los procedimientos de pago, entrega y ejecución, la fecha en que el empresario se compromete a entregar los bienes o
a ejecutar la prestación de los servicios, así como, cuando proceda, el sistema de tratamiento de las reclamaciones del
empresario.
h) La lengua o lenguas en las que podrá formalizarse el contrato, cuando ésta no sea la lengua en la que se le ha ofrecido la
información previa a la contratación.
i) Cuando exista un derecho de desistimiento, las condiciones, el plazo y los procedimientos para ejercer ese derecho, así
como el modelo de formulario de desistimiento.
j) Cuando proceda, la indicación de que el consumidor y usuario tendrá que asumir el coste de la devolución de los bienes
en caso de desistimiento y, para los contratos a distancia, cuando los bienes, por su naturaleza, no puedan devolverse
normalmente por correo, el coste de la devolución de los mismos.
k) En caso de que el consumidor y usuario ejercite el derecho de desistimiento tras la presentación de una solicitud con
arreglo al artículo 98.8 o al artículo 99.3, la información de que en tal caso el consumidor y usuario deberá abonar al
empresario unos gastos razonables de conformidad con el artículo 108.3.
l) Cuando con arreglo al artículo 103 no proceda el derecho de desistimiento, la indicación de que al consumidor y usuario
no le asiste, o las circunstancias en las que lo perderá cuando le corresponda.
m) Un recordatorio de la existencia de una garantía legal de conformidad para los bienes.
n) Cuando proceda, la existencia de asistencia posventa al consumidor y usuario, servicios posventa y garantías
comerciales, así como sus condiciones.
o) La existencia de códigos de conducta pertinentes y la forma de conseguir ejemplares de los mismos, en su caso. A tal
efecto, se entiende por código de conducta el acuerdo o conjunto de normas no impuestas por disposiciones legales,
reglamentarias o administrativas, en el que se define el comportamiento de aquellos empresarios que se comprometen a
cumplir el código en relación con una o más prácticas comerciales o sectores económicos.
p) La duración del contrato, cuando proceda, o, si el contrato es de duración indeterminada o se prolonga de forma
automática, las condiciones de resolución.
q) Cuando proceda, la duración mínima de las obligaciones del consumidor y usuario derivadas del contrato.
r) Cuando proceda, la existencia y las condiciones de los depósitos u otras garantías financieras que el consumidor y
usuario tenga que pagar o aportar a solicitud del empresario.
s) Cuando proceda, la funcionalidad de los contenidos digitales, incluidas las medidas técnicas de protección aplicables.
t) Cuando proceda, toda interoperabilidad relevante del contenido digital con los aparatos y programas conocidos por el
empresario o que quepa esperar razonablemente que éste pueda conocer.
u) Cuando proceda, la posibilidad de recurrir a un mecanismo extrajudicial de reclamación y resarcimiento al que esté
sujeto el empresario y los métodos para tener acceso al mismo.
2. El apartado 1 se aplicará también a los contratos para el suministro de agua, gas, electricidad –cuando no estén
envasados para la venta en un volumen delimitado o en cantidades determinadas–, calefacción mediante sistemas urbanos
y contenido digital que no se preste en un soporte material.
3. En las subastas públicas, la información a que se refiere el apartado 1. b), c) y d), podrá ser sustituida por los datos
equivalentes del subastador.
4. La información contemplada en el apartado 1. i), j) y k) podrá proporcionarse a través del modelo de documento de
información al consumidor y usuario sobre el desistimiento establecido en el anexo A. El empresario habrá cumplido los
requisitos de información contemplados en el apartado 1. i), j) y k), cuando haya proporcionado dicha información
correctamente cumplimentada.
5. La información a que se refiere el apartado 1 formará parte integrante del contrato a distancia o celebrado fuera del
establecimiento y no se alterará a menos que las partes dispongan expresamente lo contrario. Corresponderá al

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empresario probar el correcto cumplimiento de sus deberes informativos y, en su caso, el pacto expreso del contenido de la
información facilitada antes de la celebración del contrato.
6. Si el empresario no cumple los requisitos de información sobre gastos adicionales u otros costes contemplados en el
apartado 1. e), o sobre los costes de devolución de los bienes contemplados en el apartado 1. j), el consumidor y usuario
no deberá abonar dichos gastos o costes.
7. Los requisitos de información establecidos en este capítulo se entenderán como adicionales a los requisitos que figuran
en la Ley 17/2009, de 23 de noviembre, sobre el libre acceso a las actividades de servicios y su ejercicio y en la Ley 34/2002,
de 11 de julio, de servicios de la sociedad de la información y de comercio electrónico.
Sin perjuicio de lo dispuesto en el párrafo anterior, si una disposición general o sectorial sobre prestación de servicios,
incluidos los servicios de la sociedad de la información y de comercio electrónico, relativa al contenido o el modo en que se
debe proporcionar la información entrara en conflicto con alguna disposición de esta ley, prevalecerá la disposición de esta
ley.
8. La carga de la prueba en relación con el cumplimiento de los requisitos de información establecidos en este artículo
incumbirá al empresario.

7. REQUISITOS FORMALES
Aparece en los artículos 98 y 99 del TRLCU (a distancia y fuera del establecimiento, respectivamente).
Los denominados requisitos formales han de entenderse reducidos a la idea de que la información
precontractual haya sido suministrada, que se acredite la voluntad consciente de celebración del contrato por
parte del consumidor y que, finalmente, el empresario proporcione al consumidor una confirmación o copia del
contrato celebrado en papel o en cualquier otro soporte duradero (arts. 98.7 y 99.2).
Se precisa de consentimiento expreso (art. 101):
1. En ningún caso la falta de respuesta a la oferta de contratación podrá considerarse como aceptación de ésta.
2. Si el empresario, sin aceptación explícita del consumidor y usuario destinatario de la oferta, le suministrase el bien o
servicio ofertado, se aplicará lo dispuesto en el artículo 66 quáter.
El eventual silencio de quien recibe una oferta contractual no solicitada ni instada por él carece de valor alguno.
Por tanto, el silencio de quien no es aceptante de la oferta contractual ajena en modo alguno puede entenderse
como manifestación positiva de voluntad que lo vincule contractualmente.

8. EL DERECHO DE DESISTIMIENTO
Las características de los contratos pueden comportar ciertos inconvenientes para los consumidores, en cuanto
éstos carecen de la posibilidad de real de contrastar el producto o de conocer suficientemente las características
del servicio suministrado antes de la celebración propiamente dicha del contrato y la consiguiente recepción del
producto o servicio adquirido.
Para evitar abusos:
-Directivas Europeas:
*Directiva 577/85, de 20 de diciembre →contratos negociados fuera de los establecimientos mercantiles;
*Directiva 7/97, de 20 de mayo →contratos a distancia;
-Leyes españolas de incorporación de ellas al derecho interno (LCFEM -Ley 26/1991, de 21 de noviembre-y la
LOCM -Ley 7/1996, de 15 de enero) → derecho a los consumidores de desistimiento contractual, durante un
período temporal de siete días laborables o hábiles.
Las modificaciones introducidas por la ley 3/2014, suponen una regulación más amplia del derecho de
desistimiento en los contratos a distancia y los contratos celebrados fuera del establecimiento, que incorpora
un formulario normalizado al respecto que el consumidor y usuario podrá utilizar opcionalmente, al tiempo
que se amplía el plazo para su ejercicio a catorce días naturales. En caso de que el empresario no facilite al
consumidor y usuario la información sobre el derecho de desistimiento, se amplía el plazo para desistir del
contrato hasta doce meses después de la fecha de expiración del periodo inicial. La ley regula las obligaciones que
asumen ambas partes del contrato en caso de desistimiento, así como los efectos del mismo respecto a los
contratos complementarios.

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Por otra parte, la ley contempla la posibilidad de que el empresario ofrezca al consumidor y usuario la opción
de cumplimentar el formulario de desistimiento en línea, en cuyo caso deberá proporcionar sin demora indebida
un acuse de recibo, por ejemplo, por correo electrónico.
Tales modificaciones, referidas a los contratos a distancia y/o fuera del establecimiento mercantil, se encuentran
recogidas en el vigente TRLCU en los artículos 102 a 108.

8.1. Ejercicio del derecho de desistimiento


Las condiciones básicas del ejercicio del derecho de desistimiento son las siguientes:
1) Se trata de un derecho de ejercicio personal sólo por el consumidor, en el sentido de que únicamente el
consumidor y usuario que ha celebrado el contrato dispone de la facultad de desistir de los efectos de su
compromiso. Por el contrario, el empresario no podrá prevalerse en modo alguno del derecho de desistimiento
para desligarse del contrato celebrado con el consumidor.
2) El ejercicio de este derecho está sometido naturalmente a un plazo temporal estricto de ejercicio, fijado en
la actualidad, tanto por la Directiva comunitaria cuanto por el TRLCU (art. 104) en catorce días naturales.
3) No precisa explicación ni justificación alguna. El artículo 102 TRLCU afirma que "el consumidor y usuario
tendrá derecho a desistir del contrato...sin indicar el motivo y sin incurrir en ningún coste" complementario, tal y
como regula con cierto detalle el artículo 108TRLCU, rubricado Obligaciones y responsabilidad del consumidor y
usuario en caso de desistimiento
La carga de la prueba del ejercicio del derecho de desistimiento recaerá en el consumidor y usuario (art.
106.4). Para evitar futuros conflictos y disponer de un medio de prueba eficaz e irrefutable de que ha ejercido
dicho derecho en tiempo es aconsejable que la forma escogida para ejercerlo tenga capacidad probatoria
(email; carta con acuse de recibo; reenvío de mercancía con acuse de recibo etc.).
4) La eficacia del derecho de desistimiento está asegurada por su carácter imperativo, lo que significa que el
consumidor no podrá renunciar a dicho derecho (102.2 del TRLCU).

8.2. Supuestos excluidos del derecho de desistimiento


El derecho de desistimiento no será aplicable a los contratos que se refieran a (103 TRLCU):
a) La prestación de servicios, una vez que el servicio haya sido completamente ejecutado, cuando la ejecución haya
comenzado, con previo consentimiento expreso del consumidor y usuario y con el reconocimiento por su parte de que es
consciente de que, una vez que el contrato haya sido completamente ejecutado por el empresario, habrá perdido su derecho
de desistimiento.
b) El suministro de bienes o la prestación de servicios cuyo precio dependa de fluctuaciones del mercado financiero que el
empresario no pueda controlar y que puedan producirse durante el periodo de desistimiento.
c) El suministro de bienes confeccionados conforme a las especificaciones del consumidor y usuario o claramente
personalizados.
d) El suministro de bienes que puedan deteriorarse o caducar con rapidez.
e) El suministro de bienes precintados que no sean aptos para ser devueltos por razones de protección de la salud o de
higiene y que hayan sido desprecintados tras la entrega.
f) El suministro de bienes que después de su entrega y teniendo en cuenta su naturaleza se hayan mezclado de forma
indisociable con otros bienes.
g) El suministro de bebidas alcohólicas cuyo precio haya sido acordado en el momento de celebrar el contrato de venta y
que no puedan ser entregadas antes de 30 días, y cuyo valor real dependa de fluctuaciones del mercado que el empresario
no pueda controlar.
h) Los contratos en los que el consumidor y usuario haya solicitado específicamente al empresario que le visite para
efectuar operaciones de reparación o mantenimiento urgente; si, en esa visita, el empresario presta servicios adicionales a
los solicitados específicamente por el consumidor o suministra bienes distintos de las piezas de recambio utilizadas
necesariamente para efectuar las operaciones de mantenimiento o reparación, el derecho de desistimiento debe aplicarse a
dichos servicios o bienes adicionales.
i) El suministro de grabaciones sonoras o de vídeo precintadas o de programas informáticos precintados que hayan sido
desprecintados por el consumidor y usuario después de la entrega.
j) El suministro de prensa diaria, publicaciones periódicas o revistas, con la excepción de los contratos de suscripción para
el suministro de tales publicaciones.
k) Los contratos celebrados mediante subastas públicas.

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l) El suministro de servicios de alojamiento para fines distintos del de servir de vivienda, transporte de bienes, alquiler de
vehículos, comida o servicios relacionados con actividades de esparcimiento, si los contratos prevén una fecha o un
periodo de ejecución específicos.
m) El suministro de contenido digital que no se preste en un soporte material cuando la ejecución haya comenzado con el
previo consentimiento expreso del consumidor y usuario con el conocimiento por su parte de que en consecuencia pierde
su derecho de desistimiento.

8.3. Efectos del desistimiento: obligaciones y derechos del empresario


Conforme a las reglas generales en materia contractual, en caso de desistimiento cada una de las partes
contratantes estará obligada a devolver las prestaciones recibidas (así lo dice la Directiva comunitaria y la ley).
Obligaciones y derecho del empresario para el caso de desistimiento (art. 107 TRLCU):
1. El empresario reembolsará todo pago recibido del consumidor y usuario, incluidos, en su caso, los costes de
entrega, sin demoras indebidas y, en cualquier caso, antes de que hayan transcurrido 14 días naturales desde la
fecha en que haya sido informado de la decisión de desistimiento del contrato del consumidor y usuario de
conformidad con el artículo 106.
El empresario deberá efectuar el reembolso a que se refiere el primer párrafo utilizando el mismo medio de pago
empleado por el consumidor para la transacción inicial, a no ser que el consumidor haya dispuesto expresamente
lo contrario y siempre y cuando el consumidor no incurra en ningún gasto como consecuencia del reembolso.
En caso de retraso injustificado, podrá el consumidor y usuario reclamar el doble del importe adeudado
2. No obstante lo dispuesto en el apartado 1, en caso de que el consumidor y usuario haya seleccionado
expresamente una modalidad de entrega diferente a la modalidad menos costosa de entrega ordinaria, el
empresario no estará obligado a reembolsar los costes adicionales que de ello se deriven.
3. Salvo en caso de que el empresario se haya ofrecido a recoger él mismo los bienes, en los contratos de venta,
el empresario podrá retener el reembolso hasta haber recibido los bienes, o hasta que el consumidor y usuario
haya presentado una prueba de la devolución de los bienes, según qué condición se cumpla primero.

9. LA PROHIBICIÓN DE ENVÍOS NO SOLICITADOS


La puesta en práctica de envíos no solicitados es una técnica comercial consistente en la remisión de un
producto a una persona que no lo ha pedido, indicándole que puede pagar el precio o bien devolver el
producto.
Respecto de dicha técnica comercial, actualmente el artículo 66 quáter del TRLCU, dispone que:
1. Queda prohibido el envío y el suministro al consumidor y usuario de bienes, de agua, gas o electricidad, de
calefacción mediante sistemas urbanos, de contenido digital o de prestación de servicios no solicitados por él,
cuando dichos envíos y suministros incluyan una pretensión de pago de cualquier naturaleza.
En caso de que así se haga, y sin perjuicio de la infracción que ello suponga, el consumidor y usuario receptor no
estará obligado a su devolución o custodia, ni podrá reclamársele pago alguno por parte del empresario que envió
el bien o suministró el servicio no solicitado. En tal caso, la falta de respuesta del consumidor y usuario a dicho
envío, suministro o prestación de servicios no solicitados no se considerará consentimiento.
En caso de contratos para el suministro de agua, gas, electricidad –cuando no estén envasados para la venta en
un volumen delimitado o en cantidades determinadas–, o calefacción mediante sistemas urbanos, en los que el
suministro ya se estuviera prestando previamente al suministro no solicitado al nuevo suministrador, se
entenderá el interés del consumidor en continuar con el suministro del servicio con su suministrador anterior,
volviendo a ser suministrado por éste quién tendrá derecho a cobrar los suministros a la empresa que suministró
indebidamente.
2. Si el consumidor y usuario decide devolver los bienes recibidos no responderá por los daños o deméritos
sufridos, y tendrá derecho a ser indemnizado por los gastos y por los daños y perjuicios que se le hubieran
causado.

10. LA EJECUCIÓN DEL CONTRATO O DINÁMICA CONTRACTUAL


10.1. La entrega del pedido

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La práctica en materia de contratos a distancia permite apreciar a menudo que los plazos de entrega
representan un problema que algunas veces deviene en grave problema. Frecuentemente, estos plazos no son
precisados y el consumidor espera durante largo tiempo la recepción del pedido. Por eso, el artículo109.1 del
vigente TRLCU dispone que «Salvo que las partes hayan acordado otra cosa, el empresario deberá ejecutar el
pedido sin ninguna demora indebida y a más tardar en el plazo de treinta días naturales a partir de la
celebración del contrato». Este plazo de 30 días coincide con el ya establecido anteriormente en el artículo 43.1
de la LOCM para la entrega de la cosa, contado a partir del día siguiente en que el vendedor recibía la aceptación
del comprador a la oferta o contratación a distancia.
“En caso de no ejecución del contrato por parte del empresario por no encontrarse disponible el bien o el
servicio contratado, el consumidor y usuario deberá ser informado de esta falta de disponibilidad y deberá
poder recuperar sin ninguna demora indebida las sumas que haya abonado en virtud del mismo"; pudiendo
exigir el consumidor, en caso de retraso injustificado, reclamar el doble del importe adeudado.
Si el consumidor acepta que se le suministre un bien o servicio de calidad y precio equivalentes, dispone
igualmente del derecho de desistimiento en los mismos términos que si se tratara del bien o servicio
inicialmente pactado (art.111).

10.2. El pago mediante tarjeta de crédito


Se parte del supuesto de que el titular de una tarjeta de crédito descubre que ha sido utilizada indebidamente
en la contratación de un producto o servicio a distancia (112 TRLCU). El presupuesto necesario para aplicar este
precepto es que el titular de la tarjeta con la que se ha realizado el pago no la hubiese presentado directamente o
identificado electrónicamente. Con esta disposición se protege al titular de la tarjeta independientemente de
que sea consumidor o no, sin tener en cuenta al adquirente a distancia, soportando únicamente el riesgo de
estos medios de pago el empresario.
Lo que se anula como consecuencia de dicho pago fraudulento a través de tarjeta de crédito es el cargo y no el
contrato a distancia, aunque en muchos casos no será posible la localización del comprador o adquirente. En tal
caso, las correspondientes anotaciones de adeudo y reabono en las cuentas del proveedor y del titular se
efectuarán a la mayor brevedad, sin que se establezca plazo expreso.
«Sin embargo, si la compra hubiese sido efectivamente realizada por el consumidor y usuario titular de la
tarjeta y la exigencia de devolución no fuera consecuencia de haberse ejercido el derecho de desistimiento o de
resolución, aquél quedará obligado frente al empresario al resarcimiento de los daños y perjuicios ocasionados
como consecuencia de dicha anulación». Para su aplicación se requiere el carácter indebido de la anulación del
cargo solicitada por el titular de la tarjeta, así como la prueba de los daños y perjuicios causados al proveedor con
dicha anulación. Además, teniendo en cuenta que el ejercicio de esta facultad no supone en ningún caso la
resolución del contrato celebrado, el empresario, una vez que haya abonado el cargo, podrá reclamarle en
cualquier caso al comprador el precio si ha transcurrido el plazo de catorce días naturales para ejercitar su
derecho de desistimiento.

10.3. Solidaridad del empresario y sus agentes en contratos fuera del establecimiento mercantil
Debemos recordar finalmente que, respecto de los contratos celebrados fuera del establecimiento mercantil,
responderán solidariamente de cualesquiera obligaciones el empresario por cuya cuenta se actúe y el
mandatario, comisionista o agente que hayan actuado en nombre propio", conforme al principio pro
consumatore, permitiendo al consumidor reclamar a quien más cómodo le resulte.

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TEMA 10 – LOS VIAJES COMBINADOS Y LA PROTECCIÓN DEL TURISMO


1. INTRODUCCIÓN
La generalización del turismo de masas y la aparición en el mercado de las agencias de viajes y los organizadores,
ha convertido al turismo en un sector económico de enorme trascendencia necesitado de desarrollo normativo.
La masificación conlleva un desarrollo del sector de la distribución de los bienes o servicios, haciendo aparecer e
incrementar los empresarios de la distribución, de las empresas de viajes, sin los cuales resultaría difícil mantener
la oferta turística al consumidor o usuario.
El viajero no concluye, por lo general, individualmente los contratos relativos a cada uno de los elementos
componentes para realizar el viaje. Son las empresas de viajes las que hoy día desarrollan esta labor: estamos
frente a un paquete turístico o «viaje combinado» por un precio global. De este modo, el viajero sólo ha de
concluir un único contrato con la empresa de viajes.

2. LAS DIRECTIVAS COMUNITARIAS Y LA LEY DE VIAJES COMBINADOS


2.1. La adaptación de la directiva 90/314
Dicho marco normativo estuvo representado por la Directiva 90/314/CEE del Consejo, relativa a los viajes
combinados, vacaciones combinadas y circuitos combinados.
A consecuencia de esta Directiva, los viajes turísticos han gozado en nuestro Derecho interno de un régimen
jurídico especial: la ley 21/1995, de 6 de julio, reguladora de los viajes combinados (LVC), que ha estado en vigor
hasta diciembre de 2007, fecha de entrada en vigor de la TRLCU. La refundición se ha llevado a cabo con fidelidad
al texto originario de la LVC.

2.2. Aspectos fundamentales de la Ley de Viajes Combinados


La Ley de viajes combinados desarrolla la protección del consumidor y del mercado de servicios turísticos en
cuatro niveles que se van sucediendo cronológicamente, conforme a lo siguiente:
1) Antes de la celebración del contrato, se impone a los oferentes un deber riguroso de información sobre el viaje; el
folleto publicitario debe tener un contenido mínimo y además vincula a la agencia de viajes o al organizador.
2) En la celebración del contrato, se debe formalizar por escrito y ha de contener todos los pormenores del viaje.
3) Antes de la realización del viaje, en esta fase se presentan los problemas con las posibles alteraciones del contenido
contractual. Respecto al consumidor, se le permite ceder a otra persona la reserva que tenga a su favor. En cuanto al
empresario turístico, se desarrollan una serie de cautelas legales para impedir, alteraciones en el contrato, o que dichas
modificaciones permitan al consumidor resolver o cancelar el contrato y exigir la correspondiente indemnización.
4) Finalmente, ante un posible incumplimiento contractual se establece la responsabilidad de organizadores y
detallistas. Se impone la obligación de adoptar soluciones inmediatas y adecuadas para solventar los problemas durante el
viaje, sin perjuicio de las indemnizaciones por daños realmente sufridos. Se plantea también un problema de solvencia,
conforme al cual se impone a las Agencias de viajes la obligación de constituir una fianza destinada a esta finalidad.

2.3. La aprobación de la Directiva 2015/2302, de 25 de noviembre


La Directiva 2015/2302, del Parlamento Europeo y del consejo, relativa a los viajes combinados y a los servicios
de viaje vinculados, exige una revisión de la materia, que habrá de contener la norma nacional que se encargue
de transponerla o incorporarla a nuestro Ordenamiento. Tales novedades se refieren a:
1) La responsabilidad de los empresarios en relación con la ejecución del viaje combinado;
2) La protección frente a la insolvencia del organizador o minorista; y
3) La consideración de internet como vehículo de oferta y de contratación de viajes combinados.
La Directiva 2015/2302 no es sólo de mínimos, si no de máximos, siguiendo una línea que ya empieza a ser
habitual en la actividad normativa comunitaria de protección del consumidor. La propia Directiva aclara que, salvo
que se disponga de otro modo, los Estados miembros no mantendrán ni establecerán, disposiciones contrarias a
las establecidas en la presente Directiva -> armonización normativa superior
En las disposiciones finales, se prevé que los Estados miembros adoptarán y publicarán las disposiciones legales,
reglamentarias y administrativas necesarias para dar cumplimiento a lo establecido en la Directiva, las cuales se
aplicarán a partir del 1 de julio de 2018, coincidiendo con la derogación definitiva de la Directiva 90/314/CEE.

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3. ÁMBITO DE APLICACIÓN
Se regula la oferta, contratación y ejecución de las “vacaciones, circuitos y viajes combinados” (1.1 LVC y 150 TRLCU).
La Directiva 2015/2302 regula, junto al viaje combinado, los servicios de viaje vinculados. La diferencia es que, si el viaje
combinado supone la contratación unitaria de un conjunto de servicios, los servicios de viaje vinculados suponen la
contratación separada de todos aquellos servicios, pero todos ellos celebrados para servir unitariamente para un mismo viaje
o vacación. Se trata de una figura intermedia entre el viaje combinado, y la contratación independiente. Hay vinculación
cuando se está al menos ante 2 tipos de servicios de viaje contratado diferentes para el mismo viaje, si un empresario facilita:
a) La selección y pago por separado de cada servicio de viaje por parte de los viajeros o,
b) De manera específica, la contratación con otro empresario de como mínimo un servicio de viaje adicional siempre que
se celebre un contrato con ese otro empresario a más tardar 24h después de la confirmación de la reserva del 1º ss de viaje.

3.1. Ámbito objetivo: el concepto de viaje combinado


Requisitos: (art. 2.1 LVC y 151.1 TRLCU):
1) Pluralidad de elementos: el viaje combinado requiere como mínimo dos de los tres elementos siguientes:
a) Transporte
b) Alojamiento y
c) Otros servicios no accesorios de los anteriores.
2) Precio global: el viaje debe ofrecerse o venderse por un precio global. Este requisito podría dar lugar a que la
agencia excluyese la aplicación de la ley mediante facturaciones por separado de diversas prestaciones que
forman parte de un todo. Será de aplicación la Ley, aun existiendo una facturación por separado de varios
elementos de un mismo viaje combinado (art 1.2 LVC y art 150.2 TRLCU)
3) Duración: se requiere que la prestación o prestaciones, sobrepase las 24h o incluya una noche de estancia.
Por lo tanto, no estaremos ante un contrato de viaje combinado si no existe un conjunto de prestaciones de viaje y quedan
fuera de la ley, aquellas relaciones en las que el compromiso asumido por el empresario turístico sólo se refiere a
prestaciones aisladas de viaje.

3.2. Ámbito subjetivo (art. 2 LVC y art. 151 TRLCU)


A) Los empresarios turísticos
El organizador es la persona física o jurídica que proyecta o prepara viajes combinados y los vende u ofrece en
venta, directamente o por medio de un detallista.
El detallista (minorista) es la persona física o jurídica que se dirige al público, de manera directa, ofreciendo en
venta los viajes combinados propuesto por un organizador -> agencia de viajes. Estas se clasifican en:
-Mayoristas: los que proyectan, elaboran y organizan los servicios, aunque no pueden mantener relaciones comerciales con
los consumidores (“función de Organizador limitado”).
-Minoristas: los que comercializan el producto de las Agencias mayoristas (“función de Detallista”) u organizan, proyectan y
venden toda clase de ss y paquetes turísticos a los consumidores, no pudiendo, en este caso, vender sus productos a otras
Agencias (“función de Organizador limitado”)
-Mayoristas-minoristas: las que pueden simultanear las actividades anteriores (“función de Detallista y Organizador”).
Sólo el Organizador asume la responsabilidad por el buen fin del viaje combinado. El Detallista limita su función a una labor
de intermediación entre Organizador y consumidor.

B) Los consumidores y usuarios y los viajeros


Pueden ser considerados consumidores y usuarios cualesquiera personas que contraten o realicen un viaje
combinado, exigiendo, en consecuencia, el cumplimiento de sus obligaciones a la Agencia de Viajes. Distinguimos:
a) Contratante principal: es la persona física o jurídica que compra o se compromete a comprar el viaje
combinado. Esto es, la persona que celebra el contrato y que queda vinculado con la agencia.
b) Beneficiario: es la persona física en nombre de la cual el contratante principal se compromete a comprar el
viaje combinado.
c) Cesionario: es la persona física a la cual el contratante principal u otro beneficiario ceda el viaje
combinado.

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La LVC y la TRLCU parten de un concepto amplio de consumidor: no exigen la condición de destinatario final del
servicio -> no es necesario que se trate de un viaje turístico o de ocio, sino un viaje de negocios, y el cliente puede
ser un consumidor, como un profesional.
La nueva Directiva 2015/2302, denomina al consumidor como “viajero”

4. PROMOCIÓN PLUBLICITARIA Y FOLLETOS INFORMATIVOS


El organizador o el detallista tienen la obligación de facilitar al consumidor un programa o folleto informativo
sobre la oferta de viaje combinado (art. 152 del TRLCU).

4.1. Contenido mínimo del folleto


A) Destines, medios de transporte, características y clase.
B) Duración, itinerario y calendario.
C) Alojamientos, tipo, situación, categoría y características.
D) Comidas.
E) Información general sobre pasaporte y visados para los nacionales de Estados miembros de la UE, y formalidades
sanitarias para viaje y estancia.
F) Precio: viaje, excursiones facultativas, anticipo, pagos pendientes, y si existen condiciones de financiación.
G) Número mínimo de inscripciones para el viaje, fecha límite de comunicación al consumidor, la anulación del viaje.
H) Clausulas aplicables a posibles responsabilidades, cancelaciones y otras condiciones del viaje.
I) Datos del organizador: nombre y dirección, en su caso, de su representación legal en España.
J) Demás información adecuada sobre las características del viaje ofertado.
La Directiva 2015/2302 ya no se refiere a folleto informativo sino al formulario de información normalizada.

4.2. Eficacia jurídica del folleto


La información contenida en el programa será vinculante para el organizador o el detallista del viaje combinado
(art. 153 TRLCU) -> integración publicitaria del contrato. Excepciones:
a) Que los posibles cambios se hayan comunicado por escrito al consumidor antes de la celebración del
contrato y así constara en el folleto.
b) Los cambios posteriores al contrato hayan contado con el consentimiento expreso y por escrito ambas
partes contratantes y, también del consumidor.

5. EL CONTRATO DE VIAJE COMBINADO


El contrato de viaje es el acuerdo que vincula al consumidor con el organizador o el detallista (art. 2.8 LVC y art.
151.1.h TRLCU). El vínculo jurídico se puede establecer tanto con el organizador como con el detallista, pero no va
a existir una relación jurídica con los prestadores directos de los servicios, los cuales se relacionan jurídicamente
con los organizadores y se constituyen en auxiliares del obligado principal. Este dato constituye una de las
particularidades del contrato de viaje combinado y una de las principales fuentes de problemas

5.1. Información complementaria previa al contrato


El deber de información impuesto al empresario turístico le obliga además a facilitar información, antes de la
celebración del contrato, del contenido de las cláusulas contractuales. Esta información deberá ser suministrada
de forma accesible y comprensible [como establece el art.10.1ª) de la LCU de 1984 (art. 4.2 y 3 LVC y art. 154.2 y 3 TRLCU).]

5.2. Formalización del contrato


El contrato hay que formalizarlo por escrito y el consumidor tiene derecho a recibir una copia del mismo (deber
de información del empresario). La ley no dice nada en caso de incumplimiento de estos requisitos de forma, pero
conforme al artículo 1279 CC, el consumidor puede compeler a la Agencia de Viajes; aunque nada se dice sobre la
posible resolución o ineficacia contractual por no cumplir este requisito de forma, parece lógico el
reconocimiento de ambas facultades al consumidor. Como criterio analógico puede citarse lo establecido en
materia de contratos fuera del establecimiento mercantil: el contrato podrá ser anulado por el consumidor por
incumplimiento de los requisitos de documentación; no por el empresario, salvo que el incumplimiento sea
exclusivo del consumidor.

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La Directiva 2015/2302, sustituye la exigencia de formalización por escrito, por la idea de un documento “en un
soporte más duradero”, pudiendo el viajero “reclamar una copia en papel del contrato de viaje combinado si este
se ha celebrado en presencia física simultánea de las partes”
Si el contenido contractual adopta la fórmula de condiciones generales de contratación, una práctica habitual en
este sector de los servicios, debiendo aplicarse las normas especiales que controlan estas condiciones.

5.3. El contenido mínimo del contrato (art. 4 LVC y art. 154.1 TRLCU)
a) Destino o destinos de viaje.
b) Distintos períodos y fechas de estancia.
c) Los medios de transporte: características y categorías.
d) Las fechas, horas y lugares de salida y regreso.
e) Si incluye alojamiento, situación, categoría, características, homologación oficial si existe, y el número de comidas.
f) Si se exige un número mínimo de personas, expresión de fecha límite de información al consumidor de la cancelación.
En todo caso habrá un mínimo con 10 días de antelación al inicio del viaje.
g) Itinerario.
h) Visitas, excursiones y otros servicios incluidos en el precio global.
i) Nombre y dirección del Organizador, Detallista y del Asegurador.
j) Precio del viaje con referencias a derecho e impuestos no incluidos en el precio.
k) Modalidades de pago, calendario y condiciones de financiación.
l) Toda solicitud especial del consumidor que haya sido aceptada.
m) Obligación del consumidor de comunicar los incumplimientos contractuales al Organizador o al Detallista y, en su caso,
al prestador directo del servicio.
n) Plazo para las reclamaciones judiciales establecido en el art. 13 de la Ley.
o) Plazo para exigir la confirmación de las reservas.

5.4. Información previa del viaje


El legislador insiste sobre los extremos informativos y quiere que en fechas próximas al viaje el consumidor reciba
una información complementaria de ciertos pormenores más del viaje (art. 6 de la Ley y al art. 156 TRLCU):
a) Horarios y lugares de las escalas y los enlaces.
b) Datos identificadores y teléfono de la representación de la Agencia de Viajes en cada destino, en su defecto,
organismos locales de auxilio. Si no es posible lo anterior un número de teléfono de urgencia o bien otro medio
de contactar con la Agencia.
c) Para viajes de menores al extranjero, información que permita contactar directamente con éstos o los
responsables de la estancia in situ durante el viaje.
d) De acuerdo con las disposiciones sobre seguro privado, se deberá informar sobre la suscripción facultativa
de un contrato de seguro que cubra los gastos de cancelación por el consumidor, o de un contrato de asistencia
para gastos de repatriación o traslado al lugar de origen en caso de accidente, enfermedad o fallecimiento.

5.5. Cesión de la reserva del viaje


Posibilidad de que tanto el contratante principal como el beneficiario puedan ceder gratuitamente la reserva a
otra persona, siempre y cuando ésta reúna todas las condiciones requeridas para el viaje.
Tres son los requisitos legales para poder efectuar la cesión (art.155 TRLCU):
1) El cesionario reúna las condiciones requeridas para el viaje.
2) Comunicarlo a la Agencia de Viajes por escrito con una antelación mínima de 15 días en relación con el
inicio del viaje, salvo pacto en contrario.
3) Responsabilidad solidaria de cedente y cesionario por el pago del precio y de los gastos adicionales
justificados causados por la cesión.
La Directiva 2015/2302 también regula la cesión del contrato de viaje combinado. Ideas:
1- La Directiva de 1990 condicionaba la posibilidad de cesión al hecho de que el consumidor tuviera “algún
impedimento para participar en el viaje combinado”. La actual Directiva del 2015 dispone que los Estados
miembros deben garantizar que el viajero ceda el contrato a otra persona que reúna los requisitos, sin importar
si hay o no impedimento.
2- Preaviso:

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DERECHO DEL CONSUMO 17-18

-Debe darse al Organizador, y no al minorista


-El preaviso será de al menos de 7 días (esto llevará a una reforma de los 15 días de nuestro TRLCU)

5.6. Modificaciones del contrato


Los contratos de viajes combinados deben ser cumplidos según lo pactado. No obstante, se ha previsto
determinadas situaciones en las cuales se permite la alteración del pacto por parte del organizador
Las modificaciones del contrato se pueden llevar a cabo bajo las siguientes premisas:
a) La modificación se tiene que producir antes de la salida.
b) Que exista una razón objetiva que obligue al Organizador.
- Que afecte de manera significativa a un elemento esencial.
- Deber de comunicarlo inmediatamente al consumidor.
En estos casos, salvo acuerdo previo diferente, el consumidor podrá optar entre:
a) Resolver el contrato sin penalización de ningún tipo.
b) Aceptar la modificación o modificaciones y su repercusión en el precio.
El consumidor deberá comunicar su decisión a la agencia de viajes en los 3 días siguientes a la notificación. Si no
se dice nada, se entiende que se opta por la resolución.
Si el consumidor opta por la resolución del contrato, le otorga alternativa:
a) Por un lado, de reembolso de todas las cantidades pagadas, o bien
b) La realización de otro viaje equivalente o superior si puede ser propuesto por el Organizador o Detallista.
En este último caso, si el viaje ofrecido es de inferior calidad, se deberá reembolsar al consumidor la diferencia.
En caso de reembolso de lo pagado o viaje equivalente, nunca será inferior a:
- 5% del precio total del viaje: entre 2 meses y 15 días antes de la fecha prevista del viaje.
- 10% si se produce, entre 15 y 3 días antes.
- 25% si se produce 48h antes.
La regla general en materia de precios es que los mismos no pueden ser modificados, si bien se permite si de
forma explícita así se recoge en el contrato, tanto al alza como a la baja, estableciéndose las modalidades para
su cálculo. Limitaciones (art. 157 TRLCU):
1) Las variaciones sólo pueden tener lugar para integrar en el contrato variaciones respecto a precio de
transportes, tasas e impuestos, carburante, y tipos de cambio aplicado al viaje.
2) Es nula la revisión al alza realizada en los 20 días anteriores a la fecha de salida.
La Directiva del 2015 regula también, de igual manera, la modificación del contrato, pero introduce novedades:
1º La alteración del precio debe poseer expresa previsión, pudiendo el viajero cancelar el viaje solo si el
aumento del precio es de al menos un 8% del precio total.
2º En cuestión indemnizatoria, elimina la obligación de indemnizar al viajero, por causa en la modificación del
precio o de cualquier otra cláusula del contrato, o de la resolución del contrato con el viajero en caso de no
aceptar la modificación, solo si dichas modificaciones son producidas por causas externas (ajenas al control del
organizador, no siéndoles imputables). Todo ello sin perjuicio de que, en caso de aceptar el viajero una
modificación a la baja, tenga derecho a la correspondiente reducción del precio (lo que es en realidad un reajuste)

5.7. Cancelación del viaje por la agencia


Cabe la posibilidad de que el organizador cancele el viaje ya cerrado y programado en firme, antes de la fecha
de salida. Puede el consumidor, como en los casos de modificación del contrato, solicitar reembolso o viaje
equivalente como facultad electiva y la correspondiente indemnización.
En el caso de cancelación la Agencia no está obligada a indemnizar siempre. Exenciones:
a) Si el número de personas inscritas es inferior al exigido y así se comunique por escrito al consumidor antes
de la fecha límite fijada en el contrato (antelación mínima de 10 días)
b) Razones de fuerza mayor, entendiendo tales circunstancias ajenas a quien las invoca, cuyas consecuencias
no habrían podido evitarse. Por ejemplo, una guerra declarada.
La Directiva 2015/2302 regula la cancelación del viaje por el organizador, introduciendo que la antelación
mínima cuando la cancelación es debida a que el número de personas inscritas es inferior al exigido, depende del

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DERECHO DEL CONSUMO 17-18

número de días de duración del viaje: 20 días antes en caso de viajes de más de 6 días; 7 días antes en caso de
viajes entre 2 y 6 días; 48 horas antes en caso de viajes de dos días.

5.8. Desistimiento del viaje por el consumidor


El consumidor puede en todo momento desistir del viaje solicitado o ya contratado, pero debe afrontar el pago
de una indemnización a la Agencia, salvo situaciones de fuerza mayor (art. 9.4 LVC y art. 160 TRLCU):
a) Gastos de gestión, gastos de anulación si los hubiera, y penalización variable según la antelación con que
se haga el desistimiento:
- 5% del importe total del viaje, si tiene lugar con más de 10 y menos de 15 días a la fecha de comienzo del
viaje.
- 15%, entre 3 y 10 días.
- 25%, dentro de las 48h anteriores a la salida.
- En último caso, de no presentarse a la salida, el consumidor deberá pagar el importe total del viaje, incluso
las cantidades pendientes de pago salvo acuerdo en contrario.
b) Viaje sujeto a condiciones especiales (flete de aviones, buques, tarifas especiales, etc.); los gastos de
anulación se establecerán según lo acordado en cada caso.
La Directiva 2015/2302 regula el derecho del viajero a cancelar le viaje, aunque arbitra dos vías de cálculo de
penalización:
1. Previsión de una cláusula contractual de penalización (penalización tipo) -> cláusula general
2. En su defecto, “el importe de la penalización por terminación equivaldrá al precio del viaje combinado
menos el ahorro en costes y los ingresos derivados de la utilización alternativa de los ss del viaje”

6. EL INCUMPLIMIENTO DE LAS CONDICIONES DE VIAJE PACTADAS


Para los supuestos de incumplimiento, la Ley ha previsto una serie de obligaciones de la Agencia de Viajes en un
intento de reducir los posibles perjuicios que se puedan irrogar a los viajeros
El incumplimiento dependerá del caso. La Ley se limita a indicar que, si después de la salida del viaje, el
Organizador no suministra o comprueba que “no puede suministrar una parte importante de los servicios
previstos en el contrato, adoptará las soluciones adecuadas para la continuación del viaje”. Dependerá del
contenido del contrato para determinar cuál es la parte importante de los servicios previsto en él.
Primeramente, el organizador deberá adoptar las soluciones adecuadas para la continuidad del viaje. Si ello no
satisface al consumidor, le deberá facilitar el regreso al lugar de origen.
Ante el incumplimiento de las prestaciones pactadas, el organizador tiene el deber de adoptar las soluciones
más adecuadas para la continuación del viaje, las cuales pueden comportar un mayor coste para la Agencia, no
pudiendo reclamar el pago de las cantidades suplementarias al consumidor, o un abaratamiento, debiendo
abonar la diferencia al consumidor.
Si lo anterior no resulta viable o no lo acepta por motivos razonables el consumidor, se efectuará el regreso al
lugar de origen, y el organizador está obligado a facilitar un transporte equivalente al utilizado, para el regreso
o bien otro convenio por las partes. Todo ello sin perjuicio de la posible indemnización procedente.
La Directiva 2015/2302, aborda de igual manera estas cuestiones

7. RESPONSABILIDAD DE LOS ORGANIZADORES Y DETALLISTAS


La regla general consiste en que la Agencia de Viajes responde del correcto cumplimiento de las obligaciones
derivadas del contrato y de los daños sufridos por el consumidor a consecuencia de la falta de cumplimiento o
cumplimiento defectuoso, con independencia de que las prestaciones deban ser ejecutadas directamente por
la Agencia o por otros prestadores de servicios (162.1 y 2 TRLCU). El grado de responsabilidad de Organizaciones y
Detallistas, no es ni debe ser el mismo, pues ambos responden sólo y exclusivamente en sus respectivos ámbitos.
La Directiva 2015/2302, da un régimen básico, declarando único responsable de la correcta ejecución del viaje
combinado, al organizador. Aunque permite a los EEMM que establezcan disposiciones que hagan responsable
también al detallista

7.1. Distribución de la responsabilidad entre el Organizador y el Detallista

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Tanto el organizador como el detallista deberán tener la consideración de Agencia de Viajes según la normativa
administrativa aplicable (art. 151.1 TRLCU). Así pues, de cara a terceros y frente al consumidor, organizador y
detallista, pueden aparecer como dos personas iguales, cuando realmente no lo son, desde el punto de vista de
las responsabilidades que asumen a la contratación.
Llegada la fase de ejecución del contrato, sólo el organizador asume la responsabilidad por el buen fin del viaje
combinado, ya que es él quien lo organiza todo; a diferencia del detallista que limita su función a una labor de
intermediación entre el organizador y el consumidor. Sin embargo, la ley parece dejar en la sombra esta distinción
y sólo describe una situación de responsabilidad que se corresponde con las tareas del organizador sin ocuparse
del otro empresario, originando así una laguna, que el intérprete ha de salvar y que en más de un caso concreto
ha dado lugar a resoluciones judiciales que son criticables, en cuanto acaban por establecer una responsabilidad
solidaria entre organizador y detallista.

7.2. Deber de colaboración del detallista


Sí parece correcto imputar al detallista un cierto deber de colaboración con el consumidor en el ejercicio y
reclamación de sus derechos.
Nada establece la regulación de viajes combinados sobre este extremo, pero aun así, parece lógico considerar que
de cara a facilitar el ejercicio por parte del consumidor de las acciones judiciales o extrajudiciales el detallista
asume en el contrato implícitamente la carga de facilitar la información necesaria que permita al consumidor
dirigir de forma correcta sus reclamaciones frente al sujeto responsable. Especialmente porque si se llega a una
situación límite, de tales carencias informativas que impidan al consumidor el ejercicio de sus derechos, la
responsabilidad recaerá sobre el Detallista-distribuidor.

7.3. La responsabilidad solidaria


La Ley impone la responsabilidad solidaria exclusivamente entre organizadores y entre el detallista. Esto es, si
en un contrato concurren varios organizadores o varios detallistas, frente al consumidor son todos igualmente
responsables, sin perjuicio de los derechos de repetición internos.
Se debe destacar aquí que, entre Organizadores y Detallistas, no existe responsabilidad solidaria frente al
consumidor.
El legislador no impone la solidaridad dada la diferente naturaleza jurídica de cada uno de los vínculos
contractuales, por la falta de una de las notas fundamentales de la solidaridad, la unidad del objeto, la prestación
debida no es la misma para ambos grupos de deudores.

7.4. Supuestos de exclusión de responsabilidad


La Ley establece que la Agencia de Viajes no será responsable de los daños sufridos por el consumidor por la
falta de ejecución o ejecución deficiente del contrato, si concurre alguna de las siguientes circunstancias (art.
11.2 LVC, art. 162.2 TRLCU y art. 14.3 Directiva 2015/2302):
a) Si los defectos son imputables al consumidor.
b) Si los defectos son imputables a un tercero ajeno a las prestaciones y son imprevisibles o insuperables.
c) Los defectos se deben a motivos de fuerza mayor.
d) Que los defectos se deban a un acontecimiento que no se podía prever ni superar.
En todos estos supuestos, salvo en el primero, la Agencia está obligada a prestar la necesaria asistencia al
consumidor.

7.5. Posibles limitaciones a la reparación de los daños: el overbooking


Son nulas las cláusulas contractuales contrarias al régimen de responsabilidad establecido en la ley. El legislador
español no ha hecho uso de la autorización de la Directiva, para permitir limitaciones contractuales razonables a
los daños corporales. Por lo tanto, no cabe ningún tipo de limitación contractual a la responsabilidad de la
Agencia, con una salvedad: el resarcimiento de los daños… quedará limitado con arreglo a los previsto en los
convenios internacionales reguladores de dichas prestaciones (art.162.3 TRLCU), refiriéndose a los acuerdos
internacionales en materia de transportes aéreo, marítimo y terrestre, en especial las disposiciones sobre el
exceso de reservas (overbooking).

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Para estos casos, el Reglamento 261/2004 establece normas comunes para toda la UE sobre compensación por
denegación de embarque y cancelación o gran retraso en el transporte aéreo. En caso de que un viajero con
reserva confirmada se le niegue el embarque en un vuelo por exceso de reservas, se le otorgan los siguientes
derechos:
 Derecho a obtener el reembolso del billete o el transporte más rápido posible en una fecha posterior que
resulte conveniente.
 Derecho a una indemnización que oscila entre 250€ y 600€, dependiendo de los kilómetros del pasaje, y
 Derecho a una serie de servicios gratuitos complementarios, como son una comunicación gratuita, comida y
bebidas suficientes y alojamiento en hotel si hay que pernoctar.

7.6. Responsabilidad del proveedor de servicios de viaje vinculados


El legislador comunitario regula la responsabilidad del empresario que facilita servicios de viajes vinculados
Antes de que el viajero quede obligado por cualquier contrato que dé lugar a la elaboración de unos servicios
de viaje vinculados, el empresario que facilita servicios de viaje vinculados, incluso si no está establecido en un
Estado miembro pero destina tales actividades a un Estado miembro, indicará que el viajero no podrá acogerse
a ninguno de los derechos que se aplican sólo a los viajes combinados, y que cada prestador de servicios será el
único responsable de la correcta prestación contractual de su servicio (art. 19 de la Directiva).
La solución es justo la contraria si el empresario que facilita estos servicios de viaje vinculados omite esta
obligación de informar: se aplicarán los derechos y obligaciones establecidos en el capítulo IV. De modo que hay
que entender que el empresario que facilita servicios de viajes vinculados responderá de la ejecución correcta de
tales servicios.

8. FONDO DE GARANTÍA PATRIMONIAL: FIANZA DE LAS AGENCIAS DE VIAJES


Uno de los problemas más graves es la eventual recuperación o reembolso de los fondos depositados por los
consumidores en las Agencias de Viajes, especialmente en los supuestos de insolvencia o quiebra. El TRLCU
impone a los empresarios la obligación de constituir y mantener en permanente vigencia una fianza según se
determine reglamentariamente (art 163). No obstante, la existencia de la fianza no garantiza el cobro del
conjunto de las reclamaciones, no sólo por las preferencias de la ley, sino porque las cuantías deberán ser fijadas
de acuerdo con las capitalizaciones y volúmenes de negocio de las Agencias.
No obstante, dado la importancia de la cuestión, la LJV (L 15/2015) ha modificado este artículo:
1) Los organizadores y detallistas de viajes combinados tendrán la obligación de constituir y mantener una garantía en
los términos que determine la Administración.
2) Tan pronto como sea evidente que la ejecución del viaje se vea afectado por la falta de liquidez, el viajero podrá
acceder fácilmente a la protección garantizada.
3) En caso de ejecutarse la garantía, deberá reponerse en el plazo de 15 días, hasta cubrir la totalidad de la misma.

9. PLAZO DE PRESCRIPCIÓN DE LAS ACCIONES JUDICIALES


El art. 164 TRLCU establece que las acciones judiciales basadas en los derechos reconocidos al consumidor en
esta Ley no podrán ser utilizadas transcurridos 2 años (prescribirán por el transcurso de 2 años).
No indica el comienzo del cómputo de este plazo. Atendiendo a lo establecido en el art. 1969 CC, resulta correcto
entender que el plazo empieza a correr a partir del momento que el viaje haya concluido, y el consumidor se
encuentre en condiciones de comenzar las oportunas reclamaciones.
Tratándose de un plazo de prescripción, parece que naturalmente el transcurso del plazo previsto quedará
interrumpido por cualquier reclamación, conforme a las reglas generales.

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TEMA 11 – LOS DERECHOS DE APROVECHAMIENTO POR TURNOS – NO ENTRA

TEMA 12 – LA RRESPONSABILIDAD CIVIL POR PRODUCTOS DEFECTUOSOS


1. PLANTEAMIENTO: RESPONSABILIDAD DEL FABRICANTE O POR PRODUCTOS
DEFECTUOSOS
Aquí trataremos el sistema español de responsabilidad del fabricante o responsabilidad por daños causados por
los productos defectuosos. En este campo es pionero el Derecho estadounidense con su sistema de products
liability, que ha influido en el desarrollo del Derecho europeo. Nuestra legislación ha sufrido importantes
modificaciones legislativas: el régimen general de los artículos 1.902 y SS (para la responsabilidad
extracontractual) y 1.101 y SS (respecto de la responsabilidad en materia contractual) del Código Civil, el cual se
vio completado con la LCU (artículos 25 y ss), para concluir en la Ley 22/1994, de 6 de julio, de responsabilidad
civil por los daños causados por productos defectuosos (LPD).
El TRLCU, armoniza el régimen de responsabilidad civil por daños causados por productos defectuosos, previsto
en la LPD, y las disposiciones sobre responsabilidad contenidas en la LCU

2. LA RESPONSABILIDAD CIVIL POR LOS DAÑOS CAUSADOS POR LOS PRODUCTOS


DEFECTUOSOS
La LPD (Ley 22/1994) incorporó al Derecho español la Directiva 85/374/CEE, de 25 de julio, sobre la misma
materia, cuyos principales objetivos eran la reducción de las distorsiones de la competencia por la diversidad
legislativa de los Derechos internos de los Estados Miembros y la tutela del consumidor. La Directiva se
influenció tanto de la Convención Europea sobre responsabilidad por productos en caso de lesiones corporales o
de muerte, de 27 de enero de 1977, del Consejo de Europa, como del Derecho estadounidense. Esta Directiva por
daños de productos defectuosos, posee carácter cerrado o rígido (no es, por tanto, una Directiva de mínimos,
como suele ser frecuente), sin dar muchas posibilidades a modificaciones por los Derechos internos de los EEMM.
La Ley 22/1994, al igual que la Directiva, partió de un criterio de responsabilidad objetiva en su artículo 1: «Los
fabricantes y los importadores serán responsables, conforme a lo dispuesto en esta Ley, de los daños causados
por los defectos de los productos que, respectivamente, fabriquen o importen» -> la responsabilidad nacía con
independencia de los aspectos culpabilísticos propios de los criterios de responsabilidad subjetiva o por culpa. Por
tanto el empresario causante del daño no podrá librarse de la responsabilidad mediante la prueba de haber
desarrollado un comportamiento diligente. Sobre este criterio conviene hacer 2 observaciones:
1º No constituye una novedad en nuestro Derecho positivo, porque ya la redacción originaria de la LCU
estableció en este campo un criterio objetivo de responsabilidad respecto de determinados productos y servicios
2º El régimen propio de la Ley 22/1994 no es tan objetivo como parece, por lo que puede ser calificado como
un régimen matizado de responsabilidad objetiva. Los datos normativos que suavizan el régimen son, de manera
especial, las causas de exoneración o inimputabilidad y, en menor medida, la carga probatoria impuesta al
perjudicado respecto al carácter defectuoso del producto, establecida en el artículo 5, conforme al cual «el
perjudicado que pretenda obtener la reparación de los daños causados tendrá que probar el defecto, el daño y la
relación de causalidad entre ambos».

3. ÁMBITO OBJETIVO DE APLICACIÓN DE LA RESPONSABILIDAD POR PRODUCTOS


DEFECTUOSOS
3.1. Productos incluidos en el ámbito de la responsabilidad por productos
«…Se considera producto a cualquier bien mueble, aun cuando esté unido o incorporado a otro bien mueble o
inmueble, así como el gas y la electricidad» (136 TRLCU: «Concepto legal de producto»)
La ampliación se produce con los denominados inmuebles por incorporación que, a efectos de esta Ley, siguen
siendo muebles. Por lo demás, cualesquiera bienes muebles quedan sometidos al imperio de la LCU, tanto si se
trata de un bien de consumo propiamente dicho como de un bien de producción (bienes de equipo).

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DERECHO DEL CONSUMO 17-18

En cuanto a las materias primas agrarias, ganaderas y de la caza y de la pesca quedaron excluidas del ámbito de
aplicación de la directiva CEE 85/374 aunque las incluyó en la directiva CEE 199/34 por motivos de reestablecer
confianza en los consumidores en la seguridad en productos agrícolas.
En cuanto a los productos artesanales, su peculiaridad característica radica en la elaboración personal e
individualizada por el artesano y, por tanto, ajena a la producción mecanizada, automatizada o en serie, más
propensa a generar riesgos para bienes y personas. La Directiva no se los excluye. Dado la posibilidad de
ocasionar daños, se entiende que dichos bienes se incluyen en el ámbito de aplicación de la responsabilidad
En cuanto a la sangre y los hemoderivados utilizados con finalidad terapéutica, son calificados de medicamentos
(art. 40 de la Ley del Medicamento de 1990 y después, art. 46 de la Ley 29/2006, de 26 de julio, de garantías y uso racional de
los medicamentos y productos sanitarios, dedicados a los medicamentos de origen humano), son productos y pueden ser
defectuosos; por ejemplo la sangre o hemoderivados contaminados con un virus

3.2. La calificación de producto defectuoso


El defecto causante del daño inferido al usuario es el elemento clave determinante de la responsabilidad, 137
TRLCU:
1. «Se entenderá por producto defectuoso aquel que no ofrezca la seguridad que cabría legítimamente esperar,
teniendo en cuenta todas las circunstancias y, especialmente su presentación, el uso razonablemente previsible del mismo
y el momento de su puesta en circulación [EXPECTATIVAS]
2. En todo caso, un producto es defectuoso si no ofrece la seguridad normalmente ofrecida por los de más ejemplares
de la misma serie [DEFECTO DE FABRICACIÓN]
3. Un producto no podrá ser considerado defectuoso por el solo hecho de que tal producto se ponga posteriormente en
circulación de forma más perfeccionada».
Respecto a los defectos de los productos, se ha desarrollado la siguiente tipología de defectos:
• El defecto de fabricación, se daría cuando el producto no se corresponde con los de su misma serie.
• El defecto de diseño, por su parte, exigiría como factor determinante un fallo en la concepción del producto.
• Los defectos de información, como puede suponerse con facilidad, estriban en carencias o informaciones
inexactas sobre el consumo, uso o manipulación del producto.
Para calificar el producto como defectuoso, el criterio general del TRLCU refiere a las expectativas del
consumidor, el cual se completa con una referencia especial a los que denominamos defectos de fabricación. La
identidad con los de su serie no libera al producto de ser calificado de defectuoso. En cuanto a los otros tipos de
defectos (diseño e información) la norma sólo nos ofrece el criterio general de las expectativas del consumidor

4. ÁMBITO SUBJETIVO DE APLICACIÓN DE LA RESPONSABILIDAD POR PRODUCTOS:


PRODUCTORES Y PERJUDICADOS
4.1. Sujetos responsables: el productor y equiparados
Concepto legal de productor (138.1 TRLCU):
1. «Es productor, además del definido en el artículo 5, el fabricante o importador en la Unión Europea de:
a) Un producto terminado.
b) Cualquier elemento integrado en un producto terminado.
c) Una materia prima.
2. Si el productor no puede ser identificado, será considerado como tal el proveedor de producto, a menos que, dentro
del plazo de tres meses, indique al dañado o perjudicado la identidad del fabricante o de quien le hubiera suministrado o
facilitado a él dicho producto. La misma regla será de aplicación en el caso de un producto importado, si el producto no
indica el nombre del importador, aun cuando se indique el nombre del fabricante».
El sujeto responsable por excelencia es el productor o fabricante real, con indiferencia de la modalidad
productiva: productos terminados o manufacturados, elementos integrantes o componentes que se incorporan, a
su vez, a otros productos, o, en definitiva, el caso de que sea productor de materias primas.
La opción legislativa consistente en considerar responsable ante todo al fabricante se asienta en un par de
consideraciones que, en buena medida, coinciden con los argumentos en favor de la responsabilidad objetiva:
• De un lado, porque el productor o fabricante del producto es quien está en mejores condiciones para
controlar y verificar el proceso productivo y, por tanto, quien de manera preferente puede evitar la introducción
en el mercado de productos potencialmente dañinos.

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• Por otro, porque de cara al aseguramiento del riesgo, igualmente es el sujeto idóneo para contratar el
seguro pertinente al mejor precio (frecuencia de siniestros, rebajas por menor siniestralidad, «franquicias» y
controles del asegurador) y para llevar a efecto la dispersión del riesgo a través del precio del producto final.
Al lado del fabricante real aparecen una serie de sujetos equiparados al productor, que en realidad son meros
distribuidores:
Fabricante o productor aparente -> se presenta en el mercado como tal, como fabricante, sin serlo en
realidad. Se le considera responsable porque con ese modo de actuación se constituye en introductor del
producto en el mercado y, por tanto, debiera ser también garante del mismo. En la práctica se presenta esta
situación con frecuencia en el caso de los denominados «productos blancos» o marca del establecimiento
distribuidor, que por lo general suelen ser una gran superficie, hipermercado o grandes almacenes. En estos
casos, suelen figurar en el propio producto los datos del fabricante real, en cuyo caso se desvirtúa la inicial
apariencia. Pero incluso puede que no haya constancia alguna referida al fabricante real.
Importador comunitario -> La responsabilidad se impone aquí a un distribuidor, para facilitar la reparación del
daño y evitar que el perjudicado quede sometido a regímenes jurídicos menos protectores. Presupuestos de
responsabilidad: 1- ejercicio profesional y 2- introducción de un producto extracomunitario. Esto es, la
responsabilidad se impone sólo al importador comunitario y no al importador nacional de productos de la UE. La
norma es generalmente criticada al reducir el nivel de protección de los perjudicados.
Distribuidor en sentido estricto (excepcionalmente) -> En principio, el distribuidor no es un sujeto responsable
en el esquema básico de la responsabilidad por productos, pues por lo general, no se le puede o podrá imputar
fácilmente el carácter defectuoso de los productos; su tarea simplemente distribuidora no propicia la
manipulación o alteración del producto. Por otro lado, extender la responsabilidad al distribuidor produciría un
efecto contraproducente en los intereses del perjudicado, porque incrementaría el precio del producto final
(costes de aseguramiento) y muy probablemente reduciría la competencia en el sector de la distribución, sin
que de ese modo se añada mucho más a la protección de los perjudicados.

4.2. Sujetos protegidos: perjudicados y consumidores


No se protege sólo a los consumidores y usuarios, sino a cualesquiera personas que se vean dañadas a
consecuencia de la utilización o uso de productos defectuosos: «Los sujetos protegidos son, en general, los perjudicados
por el producto defectuoso, con independencia de que tengan o no la condición de consumidores en sentido estricto».
Las disposiciones parten de un principio universalista: debe protegerse a todo sujeto perjudicado («Todo
perjudicado tiene derecho a ser indemnizado», art. 128 TRLCU). Pero es necesario establecer una clara distinción
entre la reparación de los daños personales y los materiales (129.1TRLCU): «El régimen de responsabilidad civil
prevista en esta Ley comprende los daños personales, incluida la muerte, y los daños materiales, siempre que éstos afecten a
bienes o servicios objetivamente destinados al uso o consumo privados y en tal concepto haya sido utilizados principalmente
por el perjudicado».
Los daños personales, consistentes en la muerte y/o las lesiones corporales habrán de ser tenidos en cuenta y
resarcidos a favor de cualquier persona, sea consumidor o no.
En los daños materiales, se establecen dos requisitos complementarios: 1) requisito de carácter objetivo: que
la cosa dañada se halle objetivamente destinada al uso o consumo privados; y 2) requisito de carácter
subjetivo: haya sido utilizada principalmente por el perjudicado
La consecuencia de este doble requisito es que la protección respecto a los daños materiales queda reservada
exclusivamente a los consumidores, entendidos como destinatarios finales de los bienes.

5. CAUSAS DE EXONERACIÓN O INIMPUTABILIDAD


Supuestos en los que, a pesar de cumplirse la relación de causalidad producto defectuoso - daño, el legislador no
imputa la responsabilidad al sujeto que en un principio sería responsable por su relación con el producto.
Estas circunstancias deben ser probadas por el productor o importador; no se presumen nunca.
Causas de exoneración o inimputabilidad (140 TRLCU):
1. El productor no será responsable si prueba:
a) Que no había puesto en circulación el producto.
b) Que, dadas las circunstancias del caso, es posible presumir que el defecto no existía en el momento en que se puso en
circulación el producto.

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c) Que el producto no había sido fabricado para la venta o cualquier otra forma de distribución con finalidad económica,
ni fabricado, importado, suministrado o distribuido en el marco de una actividad profesional o empresarial.
d) Que el defecto se debió a que el producto fue elaborado conforme a normas imperativas existentes.
e) Que el estado de los conocimientos científicos y técnicos existentes en el momento de la puesta en circulación no
permitía apreciar la existencia del defecto».

5.1. Inexistencia de puesta en circulación del producto


Esta causa plantea el problema de su falta de definición en la propia Ley y en la Directiva. Se entiende como
puesta en circulación del producto, el momento de la entrada del producto en los canales de distribución
(entrega voluntaria por el productor a otra persona para que lo comercialice). Se excluyen así los casos de
introducción forzada o no voluntaria en el mercado (v. gr. piratería industrial o comercial).
Se entiende que el sujeto al que está referida la puesta en circulación se refiere solo la de los productores reales.

5.2. Presunción de inexistencia del defecto en el momento de la puesta en circulación


El fabricante o sujeto responsable debe aportar como prueba los datos de hecho que permitan presumir
objetivamente su no participación en la producción del defecto. El supuesto parece pensado para aquellos casos
en los que la manipulación del distribuidor o intermediario ha sido decisiva en la alteración del producto.

5.3. Producción con destino extracomercial


Exige un requisito doble: el producto no se ha fabricado: 1) ni para la distribución con finalidad económica; 2) ni
se ha fabricado, importado, suministrado o distribuido en el marco de una actividad profesional/ empresarial
Así, son responsables los fabricantes profesionales aunque la distribución sea gratuita, caso de las muestras de
regalo; e igualmente, el fabricante ocasional —doméstico o artesano— pero con clara finalidad patrimonial.

5.4. Producción o fabricación conforme a normas imperativas


Se trata en este caso de un supuesto muy excepcional.
Las normas (dictadas por los poderes públicos), no deben dejar opción al productor; por tanto, estamos frente a
una situación carente de libertad, que es lo que justifica la exoneración; pero también debe existir una conexión
directa entre las normas imperativas y el defecto, hasta el punto de que aquéllas sean la causa directa de éste.

5.5. Los riesgos de desarrollo


Estamos ante defectos ignotos (desconocidos) en el momento de la puesta en circulación. Esto dio lugar a
discusiones sobre su legitimidad como exoneración. La Directiva deja en manos de los EEMM el tema.
España mantiene su aplicación, pero exceptúa a los medicamentos, alimentos y productos alimentarios
destinados al consumo humano. Las críticas persisten porque respecto a los demás productos se desplaza el
riesgo a cargo de los perjudicados que no pueden asegurarlo, a diferencia de lo que ocurre con el productor.
La cuestión de fondo más importante que subyace en la aplicación de la excepción de los riesgos del desarrollo es
la relativa al sentido que hay que dar a la expresión: estado de los conocimientos científicos y técnicos.
El problema radica en alcanzar un entendimiento objetivo de la norma, pero sin llegar a una universalización
del conocimiento que en algunos casos puede ser absolutamente inaccesible. En esta dirección apunta la
importante sentencia del Tribunal de Justicia de las Comunidades Europeas de 29 de mayo de 1997 que, con
origen en un conflicto entre la Comisión y el Reino Unido sobre la adaptación del artículo 4.1.e) de la Consumer
Protection Act 1987 (Ley inglesa de protección del consumidor) al artículo 7.e) de la Directiva, considera que el
texto de la Directiva (el estado de los conocimientos científicos y técnicos) debe ser interpretado como el de
estado objetivo de los conocimientos accesibles más avanzados. De tal modo que la norma británica es concorde
siempre y cuando se interprete de este modo. Por otro lado, se rechaza la proximidad al concepto
angloamericano de state of the art, que viene a constituir un sistema culposo con inversión de la carga de la
prueba; y, finalmente, la accesibilidad (de los conocimientos científicos) se convierte en la idea clave de la
excepción de los riesgos del desarrollo, que debe ser entendida de un modo objetivo, referida al fabricante o
productor medio (artículos 6 y 7 de la Ley de Patentes). No obstante, la referencia al fabricante medio es
claramente insuficiente o ineficiente en situaciones monopolísticas o de control de los conocimientos por el

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DERECHO DEL CONSUMO 17-18

propio productor, supuestos en los que no cabe más solución que la rigurosa aplicación de la carga probatoria a
cargo del mismo.

5.6. El productor de partes integrantes


«El fabricante o el importador de una parte integrante de un producto terminado no serán responsables si
prueban que el defecto es imputable a la concepción del producto al que ha sido incorporada o a las
instrucciones dadas por el fabricante de ese producto» (140.2 TRLCU).

5. LA REPARACIÓN DEL DAÑO


La obligación indemnizatoria nacida de la responsabilidad por productos no se sujeta al principio de
resarcimiento integral [el sujeto responsable indemniza todos los daños que sean objetivamente imputables a su
conducta o actividad; tanto el daño patrimonial como el moral, el daño emergente y el lucro cesante (arts. 1.106,
1.902 y ss. CC)]. La consecuencia es que los daños no cubiertos pasan a caer bajo el ámbito de aplicación de las
normas generales de la responsabilidad civil, como dice el artículo 128 TRLCU: «Las acciones reconocidas en este
libro no afectan a otros derechos que el perjudicado pueda tener a ser indemnizado por daños y perjuicios, incluidos los
morales, como consecuencia de la responsabilidad contractual, fundada en la falta de conformidad de los bienes o servicios o
en cualquier otra causa de incumplimiento o cumplimiento defectuoso del contrato, a de la responsabilidad extracontractual
a que hubiere lugar».

6.1. Daños personales


La protección abarca a todo tipo de sujetos perjudicados, sean consumidores o no. Salvo los daños morales
(legislación civil general), la reparación comprende tanto el daño emergente como el lucro cesante.
[Andrea:
-Daño emergente: valor o precio de un bien o cosa que ha sufrido daño o perjuicio
-Lucro cesante: ganancia dejada de percibir como consecuencia de un incumplimiento o daño]
Se mencionan expresamente los supuestos de muerte y daños personales, pero no se hace referencia a lesiones
psíquicas que deben ser también indemnizadas
Ni la Ley ni la Directiva resuelven el problema de la titularidad de las indemnizaciones en caso de muerte,
aplicando aquí la doctrina de que están legitimados, por derecho propio, no como herederos de la víctima,
quienes hayan sufrido personalmente los perjuicios por el fallecimiento (criterio de la dependencia económica o
de los lazos afectivos).
Se establece el montante indemnizatorio global, no fijado por la Directiva, sino al arbitrio de los EEMM, para los
casos de muerte y daños personales, a un límite fijado en 63.106.270,96 euros (141.b TRLCU). Se trata de una
técnica jurídica que, siendo habitual en el tratamiento de la responsabilidad civil en general, es al mismo tiempo
sumamente preocupante: conforme el criterio de imputación es más riguroso y se van sustituyendo los criterios
subjetivos por objetivos, se acompañan tales criterios de límites cuantitativos al conjunto global de las
indemnizaciones. La razón está en facilitar el seguro del riesgo sin encarecer en exceso el producto o servicio de
que se trate.

6.2. Daños materiales


No comprende los daños causados al propio producto defectuoso: «Los daños materiales en el propio producto
no serán indemnizables conforme a lo dispuesto en este capítulo, tales daños darán derecho al perjudicado a ser
indemnizado conforme a la legislación civil y mercantil» (142 TRLCU). La exclusión es razonable, pues no
resultaría lógico que se modificase el sistema de resp. contractual a través de las reglas de resp. civil.
Sí quedan comprendidos los daños causados en cosas distintas al propio producto defectuoso, pero se exigen dos
requisitos: 1) cosa destinada objetivamente al uso o consumo privado y 2) que así haya sido utilizada principalmente por el
perjudicado.
Respecto a los daños materiales cubiertos se establece una franquicia de 500,00 euros (141.a TRLCU).
En Derecho de seguros, se habla de franquicia simple para dar a entender que los eventos dañosos que no superen el
montante fijado no serán atendidos por la aseguradora. La franquicia es absoluta cuando la cantidad en que queda fijada se
deduce o detrae de cualquier evento dañoso que supere tal cantidad. La doctrina mayoritaria entiende que se acoge aquí la
idea de franquicia simple, basándose fundamentalmente en el considerando de la Directiva que alega la finalidad de la

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DERECHO DEL CONSUMO 17-18

reducción del número de litigios. No obstante, a nuestro juicio, a tenor del texto legal que habla de deducir sin más, parece
que se debe interpretar como una franquicia absoluta. Se busca reducir los litigios.

6.3. Daños morales: remisión


Los daños morales están excluidos del ámbito de aplicación de la responsabilidad, tanto en relación con los
daños personales como con los materiales (128.2 TRLCU) -> remisión a la legislación civil general.

6.4. Cláusulas exonerativas de la responsabilidad


«Son ineficaces frente al perjudicado las cláusulas de exoneración o de limitación de la responsabilidad civil
prevista en este libro» (130 TRLCU). Se trata de evitar que los sujetos responsables según la Ley, mediante pactos
o convenios contractuales, puedan rebajar el nivel de responsabilidad impuesto imperativamente por la LPD.

6.5. La intervención de tercero


«La responsabilidad prevista en este libro no se reducirá cuando el daño sea causado conjuntamente por un
defecto del producto y por la intervención de un tercero. No obstante, el sujeto responsable de acuerdo con
esta Ley que hubiera satisfecho la indemnización podrá reclamar al tercero la parte que corresponda a su
intervención en la producción del daño» (133 TRLCU).
En protección del perjudicado, no hay liberación de responsabilidad directa del fabricante o importador por la
colaboración de un tercero en la producción del daño, pero sí que se produce la liberación indirecta parcial al
reconocerse un derecho de repetición frente a ese tercero. La solución no hubiera sido muy distinta de acudir al
régimen general de la solidaridad. Por supuesto que habría liberación de responsabilidad del fabricante, por
ruptura total de la relación de causalidad, si el único culpable fuese el tercero, aquí procedería la aplicación de las
reglas generales de la responsabilidad civil.

6.6. La culpa del perjudicado


«La responsabilidad prevista en este capítulo podrá reducirse o suprimirse en función de las circunstancias de
caso, si el daño causado fuera debido conjuntamente a un defecto del producto y a culpa del perjudicado o de
una persona de la que éste deba responder civilmente» (145 TRLCU).
La norma recoge tanto el supuesto de culpa exclusiva de la víctima (supresión de la responsabilidad del fabricante
o importador) como de concurrencia de culpas (reducción de la cuantía de la indemnización).

6.7. Plazos de ejercicio de las acciones


«Los derechos reconocidos al perjudicado en este capítulo se extinguirán transcurridos diez años, a contar
desde la fecha en que se hubiera puesto en circulación el producto concreto causante del daño, a menos que,
durante ese período, se hubiese iniciado la correspondiente reclamación judicial» (144 TRLCU).
Muchos autores son sumamente críticos con ella, especialmente por permitir la circulación en el mercado de
productos con potencial dañino sin estar sujetos a la Ley. En favor del límite temporal de responsabilidad del
productor, se han alegado razones de asegurabilidad, de distanciamiento entre la producción y el daño, y porque,
de no ser así, se podría llegar en la práctica a situaciones de imprescriptibilidad.
Lo cierto es que el precepto marca un tope máximo temporal de vigencia del régimen jurídico especial. A nuestro
juicio, si dentro del período de garantía decenal el eventual perjudicado no ha presentado reclamación o
demanda alguna, sólo podrá hacerlo si cuenta a su favor con alguna acción respecto de la cual pueda defenderse
la prescripción quinquenal [cinco años] del artículo 1.964 del Código Civil, conforme a la nueva redacción dada
por la Ley 42/2015, de 5 de octubre, asentada como es sabido en la preexistencia de relaciones contractuales
entre el perjudicado y el fabricante.
Prescripción de la acción (artículo 143 TRLCU):
1. «La acción de reparación de los daños y perjuicios previstos en este capítulo prescribirá a los tres años, a contar
desde la fecha en que el perjudicado sufrió el perjuicio, ya sea por defecto del producto o por el daño que dicho defecto le
ocasionó, siempre que se conozca al responsable de dicho perjuicio. La acción del que hubiese satisfecho la indemnización
contra todos los demás responsables del daño prescribirá al año, a contar desde el día del pago de la indemnización.
2. La interrupción de la prescripción se rige por lo establecido en el Código Civil».

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Resulta positiva la ampliación del plazo de prescripción a tres años, en vez de mantener la prescripción anual
establecida para la responsabilidad extracontractual en el Código Civil. En cuanto al cómputo del plazo, la norma
es algo confusa, al partir del momento de producción del perjuicio siempre que se conozca al responsable de
dicho perjuicio, pero permitiendo que, en caso contrario, se retrase el comienzo del cómputo hasta que se
alcance dicho conocimiento.

7. LOS DAÑOS CAUSADOS POR OTROS BIENES Y SERVICIOS


7.1. Criterios de imputación de la responsabilidad
Subsistemas de responsabilidad:
-El subsistema general (147 TRLCU):
«Los prestadores de servicios serán responsables de los daños y perjuicios causadas a los consumidores y usuarios, salvo
que prueben que han cumplido las exigencias y requisitos reglamentariamente estableados y los demás cuidados y
diligencias que exige la naturaleza del servicio».
Tales normas suponen la continuidad de nuestro régimen general de responsabilidad civil del artículo 1.902
del Código Civil interpretado conforme a la doctrina jurisprudencial que incorpora la inversión de la carga de la
prueba. Por tanto, se presume que la actuación culposa puede ser destruida por la prueba de la diligencia del
presunto responsable. Pero antes el perjudicado debe probar la existencia del daño, la relación entre el
producto y el sujeto o sujetos demandados y la relación de causalidad entre el sujeto perjudicado y el uso o
consumo del producto.
-Régimen especial (artículo 148 TRLCU):
«Se responderá de los daños originados en el correcto uso de los servicios, cuando por su propia naturaleza, o por estar
así reglamentariamente establecido, incluyan necesariamente la garantía de niveles determinados de eficacia o seguridad,
en condiciones objetivas de determinación, y supongan controles técnicos, profesionales o sistemáticos de calidad, hasta
llegar en debidas condiciones al consumidor y usuario.
En todo caso, se consideran sometidos a este régimen de responsabilidad los servicios sanitarios, los de reparación y
mantenimiento de electrodomésticos, ascensores y vehículos de motor, servicios de rehabilitación y reparación de
viviendas, servicios de revisión, instalación o similares de gas y electricidad y tos relativos a medios de transporte.
Sin perjuicio de lo establecido en otras disposiciones legales, las responsabilidades derivadas de este artículo tendrán
como limite la cuantía de 3.005.060,52 euros».
En este caso el criterio de imputación de la responsabilidad es un criterio objetivo por la simple producción del
daño, no es posible la liberación por el comportamiento diligente del empresario, salvo mediante la aplicación
de la cláusula general de exoneración de responsabilidad de la culpa exclusiva de la víctima, que se menciona
implícitamente en los preceptos transcritos al aludir al correcto uso o consumo de los bienes y servicios. Así, el
empresario sólo quedará liberado de responsabilidad si el daño se produjo por el incorrecto uso o consumo.

7.2. Indemnización y límite indemnizatorio


En cuanto al ámbito objetivo de aplicación de este régimen especial, las normas lo delimitan genérica o
conceptualmente y ejemplificativamente. Genéricamente con el doble requisito de bienes y servicios con garantía
de niveles de pureza, eficacia o seguridad y control de calidad. La definición es tan dificultosa de entender que
menos mal que se completa con una lista indicativa de productos y servicios que, en todo caso, se consideran
sometidos a este régimen especial. La cuestión es que el régimen especial resulta ser mucho más amplio por su
ámbito de aplicación que el régimen general.
A partir de la entrada en vigor de la LPD, el ámbito objetivo del 148 TRLCU (régimen especial) queda
extraordinariamente reducido (sólo permanece en vigor respecto a productos agrícolas —alimentos— excluidos
de la responsabilidad por productos y servicios sanitarios). En estos casos hay que tener en cuenta que el régimen
de responsabilidad se compensa con un límite cuantitativo de 3.005.060,52 euros.
En cuanto al objeto de la indemnización no establecen ninguna limitación expresa al respecto: por tanto, caben
aquí todos los daños que el consumo o uso le ocasione al consumidor o usuario, daños corporales, materiales y
morales, y tanto daño emergente como lucro cesante. De este modo queda comprendida en los daños
materiales directos la destrucción o, en su caso, el deterioro del propio bien defectuoso.
En relación con el límite indemnizatorio señalado, el designio de política legislativa es claro y obedece a una
técnica jurídica con un régimen de responsabilidad severo con la fijación de un montante máximo indemnizatorio.

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La situación es similar a la vista anteriormente respecto a la responsabilidad por productos, con la particularidad
de que aquí la limitación del montante indemnizatorio es mucho más acusada y no se especifica para qué tipo de
daños, para qué productos o para qué defectos se encuentra previsto. En todo caso la parte de los daños no
cubiertos o superiores al límite podrán ser reparados bajo el régimen general del Código Civil.

7.3. Prescripción de la acción de reparación


Una de las lagunas de la redacción originaria de la LCU era la relativa al plazo de prescripción para el ejercicio
de la acción judicial, generando así la consiguiente discusión entre los valedores del plazo anual (art. 1.968.2
CC) y los defensores del plazo de 15 años (art. 1.964 CC).
A favor del primero (1 año) puede alegarse el carácter generalmente extracontractual de la responsabilidad
objeto de consideración, aunque también es cierto que, además de las dudas acerca de la oportunidad y
conveniencia de la distinción entre responsabilidad contractual/extracontractual, el artículo 1.968.2 del Código
Civil se refiere expresamente al artículo 1.902 del Código Civil y el artículo 1.964 del Código Civil queda como regla
general para todos aquellos casos sin un plazo especial, como bien parece que es la situación en la que quedan las
acciones derivadas de las normas ahora estudiadas.
El plazo de 15 años resultaba desproporcionado. De ahí que, en atención a un reparto equitativo del riesgo, sea
conveniente ubicar los supuestos de los artículos 147-148 TRLCU en la responsabilidad extracontractual y
proponer la aplicación del plazo del año previsto para los casos del artículo 1.902 del Código Civil, a pesar del
tenor literal del artículo 1.968.2° del Código Civil. Es cierto que, al menos prima facie, dicha interpretación puede
parecer radicalmente contraria a los intereses del consumidor, el plazo para el ejercicio de la acción es un
elemento que concreta el alcance de la atribución de riesgo, por lo que un plazo demasiado largo aun siendo
ventajoso para el consumidor, puede resultar excesivamente gravoso para el empresario y, finalmente,
perturbador del conjunto del sistema, con la agravante de su posible repercusión negativa sobre el propio
consumidor.
Sin embargo, al haberse reducido el plazo de prescripción general para las acciones que no tengan señalado
otro, de quince a 15 años, tras la nueva redacción que la Ley 42/2015, de 5 de octubre, ha dado al artículo 1964
del Código Civil, han desaparecido los reparos que para escapar del régimen de responsabilidad contractual.

7. RECAPITULACIÓN: LA REGULACIÓN GENERAL DEL CÓDIGO CIVIL


Después de la promulgación de las leyes especiales sobre responsabilidad civil del fabricante o responsabilidad
por productos (LCU y LPD y del Texto Refundido de 2007), el régimen general de Derecho común de los artículos
1.902 y ss del CC, para la responsabilidad extracontractual, y 1.101 y ss para la responsabilidad contractual,
queda constreñido a una función complementaria o supletoria de las citadas disposiciones legislativas.
La preexistencia de un régimen general de responsabilidad ha garantizado la continuidad del sistema en su
conjunto, pues, de no haber existido, las contradicciones, lagunas y antinomias de las leyes habrían provocado el
colapso del sistema.
Recapitulando hemos de poner de manifiesto que la función supletoria del Código Civil se desarrolla en dos
facetas de extraordinaria importancia: de un lado, permitiendo la satisfacción del principio de reparación
íntegra, limitado ciertamente en los regímenes especiales; y, por otro lado, dando cobijo a los supuestos
excluidos de los ámbitos de aplicación de las Leyes de consumidores y de productos defectuosos.
El mantenimiento de la importancia del principio de íntegra reparación del daño se manifiesta especialmente
en relación con la responsabilidad por productos: así sucede con los daños causados en el propio producto
defectuoso; con los daños en bienes no destinados al consumo y usados preferentemente para este fin; con los
daños materiales inferiores a 390,66 euros; respecto de los daños morales en general y, finalmente, en relación
con los eventuales daños personales que superen el límite de los 63 millones de euros contemplado para la
responsabilidad por productos.
Por lo que se refiere a la LCU y al TRLCU, el régimen del CC sirve fundamentalmente para conseguir la íntegra
reparación de los daños sufridos, superando el límite indemnizatorio de 3 millones de euros establecido en el
artículo 28 LCU y en el artículo 148 CC.
En cuanto a los supuestos excluidos del ámbito de aplicación de la LPD y LCU, y la exclusión del no consumidor
de la LCU, conduce estos supuestos del perjudicado no consumidor a la legislación general.

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DERECHO DEL CONSUMO 17-18

PARTE CUARTA: DEFENSA DE LOS CONSUMIDORES


TEMA 13 – LAS ASOCIACIONES DE CONSUMIDORES

TEMA 14 – EL ACCESO DE LOS CONSUMIDORES A LA JUSTICIA


1. INTRODUCCIÓN
Cualquier consumidor puede dirigirse, en defensa de sus derechos e intereses, a la Administración de justicia, a
través de los procedimientos judiciales previstos en la legislación, reclamando cuando corresponda y procurando
una sentencia que le sea favorable. Tal vía de acceso a la justicia es insuficiente
La expresión acceso a los consumidores o usuarios, se refiere a la acción colectiva

2. HITOS EUROPEOS EN EL ACCESO DE LOS CONSUMIDORES A LA JUSTICIA


Las dos últimas décadas del siglo XX se han caracterizado en la UE por desplegar una serie de instrumentos que
han culminado en el reconocimiento de las acciones colectivas a favor de los consumidores y usuarios.
Tales iniciativas, desarrolladas por el Comité Económico y Social, culminaron en noviembre de 1993 en el Libro
Verde sobre acceso de los consumidores a la justicia y solución de litigios en materia de consumo.
Este manifiesta la necesidad de procurar procedimientos rápidos, baratos y eficaces en los que las asociaciones
y organizaciones de consumidores y usuarios pudieran actuar en defensa de los intereses generales.
Así se aprobó la Directiva 98/27/CE “relativa a las acciones de cesación en materia de protección de los intereses
de los consumidores”, que abre el camino de la defensa de los intereses colectivos de consumidores y usuarios.
Esta directiva seria derogada por Directiva 2009/22/CE, del Parlamento europeo y del Consejo, de 23 de abril de
2009, “relativa a las acciones de cesación en materia de protección de los intereses de los consumidores”.

3. LA LEGISLACIÓN ESPAÑOLA
3.1. La Ley General para la defensa de los consumidores y usuarios (Ley 26/1984, derogado por el TRLCU)
El arranque inicial del acceso de los consumidores a la justicia parte de la LCU de forma imprecisa ya que
establece que las asociaciones de consumidores pueden “representar a sus asociados y ejercer las
correspondientes acciones en defensa de los mismos, de la asociación o de los intereses generales de los
consumidores y usuarios” (art. 20)
La contemplación del tema en la LCU se caracteriza por distinguir las siguientes acciones:
A) Ejercicio de acciones en defensa de los asociados
Las asociaciones de consumidores pueden y deben representar a sus asociados en la defensa de sus intereses,
cuando así lo solicite cualquier socio.
Se trata de una legitimación por sustitución o representación, en cuanto la asociación no alega y defiende sus
propios intereses y derechos, sino el derecho o interés individual de uno o de varios de sus asociados, quienes se
dirigirán a la asociación para que actúe en su nombre. La pertenencia o adscripción a una determinada asociación
encuentra fundamento y punto de arranque en la previsión de que actuara procesalmente la asociación.
B) Ejercicio de acciones en defensa de la asociación
Se trata de que la asociación actúe o intervenga procesalmente en defensa de sus propios intereses o derechos.
En tal caso, la asociación actuará conforme a sus propias reglas y los derechos, intereses o expectativas que
legítimamente crea tener, sea frente a terceras personas, sea frente a sus propios asociados
C) Ejercicio de las acciones colectivas
Son acciones ejercitadas por la asociación en defensa “de los intereses generales de los consumidores y
usuarios”

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DERECHO DEL CONSUMO 17-18

El ejercicio de acciones colectivas por parte de las asociaciones de consumidores se enmarca en el movimiento
europeo pro consumidor. Pero la previsión normativa de la LGDCU dificultaba su práctica, ya que las disposiciones
procesales vigentes se basaban en reglas de la acción o intervención individual.
Por tanto, cuando se publica la Ley General, en 1984, se impuso que las asociaciones de consumidores podían
ejercitar acciones judiciales en defensa de los intereses generales o grupales de consumidores y usuarios, y una
vez aceptada la legitimación colectiva o legitimación grupal, la elaboración de las normas procesales era
cuestión de esperar.

3.2. La Ley Orgánica del Poder Judicial (LO 6/1985)


La Ley Orgánica del Poder Judicial 6/1985, de 1 de julio estableció que “los Juzgados y Tribunales protegerán los
derechos e intereses legítimos, tanto individuales como colectivos, sin que en ningún caso pueda producirse
indefensión”. Así se da entrada formal y concreta en nuestro ordenamiento jurídico a la protección de los
intereses difusos o colectivos, superando la visión estrictamente individual del anterior paradigma del proceso.
Para la defensa de los intereses colectivos, afirma que “… se reconocerá la legitimación de las corporaciones,
asociaciones y grupos que resulten afectados o que estén legalmente habilitados para su defensa y
promoción”. Así pues, la legitimación en relación con los supuestos de intereses difusos o colectivos toma carta
de naturaleza en nuestro ordenamiento, hasta el punto de que, junto con personas jurídicas propiamente dichas
(asociaciones y corporaciones) se otorga también legitimación a los «grupos sin personalidad», decisión legislativa
que, evidentemente, no está carente de problemas, pero que al propio tiempo representa unas posibilidades de
actuación para los consumidores y usuarios que, algunas décadas antes, resultaban absolutamente impensables.

3.3. La Ley General de Publicidad (Ley 34/1988)


La Ley 34/1988 de publicidad establece (en el art. 25, derogado por la ley 29/2009) que:
1. Los órganos administrativos competentes, las asociaciones de consumidores y usuarios, las personas naturales o
jurídicas que resulten afectadas y, en general, quienes tengan un derecho subjetivo o un interés legítimo podrán solicitar
del anunciante la cesación o, en su caso, la rectificación de la publicidad ilícita.
2. La solicitud de cesación o rectificación se hará por escrito en forma que permita tener constancia fehaciente de su
fecha, de su recepción y de su contenido.

3.4. La Ley de Competencia (Ley 3/1991)


Consagra, en el ámbito de la competencia desleal, la actuación o legitimación colectiva de las asociaciones de
consumidores.
Art.32 (en su redacción vigente tras la modificación por la Ley 29/2009):
“Contra el acto de competencia desleal podrán ejercitarse las siguientes acciones:
1. Acción declarativa de la deslealtad del acto
2. Acción de cesación de la conducta desleal o de prohibición de su reiteración futura. Asimismo, podrá ejercerse la
acción de prohibición, si la conducta todavía no se ha puesto en práctica.
3. Acción de remoción de los efectos producidos por la conducta desleal.
4. Acción de rectificación de las informaciones engañosas, incorrectas o falsas.
5. Acción de resarcimiento de los daños y perjuicios ocasionados por la conducta desleal, si ha intervenido dolo o culpa
del agente.
6. Acción de enriquecimiento injusto, que sólo procederá cuando la conducta desleal lesiones el acto lesione una
posición jurídica amparada por un derecho de exclusiva u otra de análogo contenido económico»
2. En las sentencias estimatorias de las acciones previstas en los números 1ª a 4ª, el tribunal podrá acordar la publicación
total o parcial de la sentencia o, cuando los efectos de la infracción puedan mantenerse a lo largo del tiempo, una
declaración rectificadora”.
Art. 33 (añadido por la ley 29/2009):
1. Cualquier persona física o jurídica que participe en el mercado, cuyos intereses económicos resulten directamente
perjudicados o amenazados por la conducta desleal, está legitimada para el ejercicio de las acciones previstas en el
artículo 32.1, 1ª a 5ª
Frente a la publicidad ilícita está legitimada para el ejercicio de las acciones previstas en el artículo 32.1, 1ª a 5ª,
cualquier persona física o jurídica que resulte afectada y, en general, quienes tengan un derecho subjetivo o un interés
legítimo.

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La acción de resarcimiento de los daños y perjuicios ocasionados por la conducta desleal podrá ejercitarse, igualmente,
por los legitimados conforme a lo previsto en el artículo 11.2 de la Ley 1/2000, de 7 de enero, de Enjuiciamiento Civil.
La acción de enriquecimiento injusto sólo podrá ser ejercitada por el titular de la posición jurídica violada.
2. Las acciones contempladas en el artículo 32.1, 1ª a 4ª, podrán ejercitarse además por las asociaciones, corporaciones
profesionales o representativas de intereses económicos, cuando resulten afectados los intereses de sus miembros.
3. Ostentan legitimación activa para el ejercicio de las acciones previstas en el artículo 32.1, 1ª a 4ª, en defensa de los
intereses generales, colectivos o difusos, de los consumidores y usuarios:
a) El Instituto Nacional del Consumo y los órganos o entidades correspondientes de las comunidades autónomas y de las
corporaciones locales competentes en materia de defensa de los consumidores y usuarios.
b) Las asociaciones de consumidores y usuarios que reúnan los requisitos establecidos en el texto refundido de la Ley
General para la Defensa de los Consumidores y Usuarios o, en su caso, en la legislación autonómica en materia de defensa
de los consumidores y usuarios.
c) Las entidades de otros Estados miembros de la Comunidad Europea constituidas para la protección de los intereses
colectivos y de los intereses difusos de los consumidores y usuarios que estén habilitadas mediante su inclusión en la lista
publicada a tal fin en el «Diario Oficial de las Comunidades Europeas».
4. El Ministerio Fiscal podrá ejercitar la acción de cesación en defensa de los intereses generales, colectivos o difusos, de
los consumidores y usuarios.

3.5. La Ley de Condiciones Generales de la Contratación (Ley 7/1998)


A) Acciones individuales
La LCGC, “sanciona con nulidad las cláusulas generales no ajustadas a la Ley y determina la ineficacia por no
incorporación de las cláusulas que no reúnan los requisitos exigidos para que puedan incorporarse al contrato.
Esta nulidad, al igual que la contravención de cualquier otra norma imperativa o prohibitiva, podrá ser invocada,
en su caso, por los contratantes conforme a las reglas de la nulidad contractual, sin que puedan confundirse tales
acciones individuales con las acciones colectivas de cesación o retractación reconocidas con carácter general a las
entidades o corporaciones legitimadas para ello en el capítulo IV y que tienen un breve plazo de prescripción”.
B) Acciones colectivas
“El Capítulo IV regula las acciones colectivas encaminadas a impedir la utilización de condiciones generales que
sean contrarias a la Ley, como son la acción de cesación… o la de retractación…. Todo ello sin perjuicio de la
posibilidad de ejercitar las acciones individuales de nulidad conforme a las redas comunes de la nulidad
contractual o la de no incorporación de determinadas cláusulas generales”.
El detenimiento y la concreción del pasaje transcrito de la Exposición de motivos son directamente
proporcionales a la importancia que la Ley de condiciones generales de la contratación atribuye a tales materias
y, en particular, a la acción de cesación, objeto de una regulación detallada y precisa en los artículos 12 a 20 de su
redacción originaria que, sin embargo, se han visto profundamente afectados enseguida por la LEC-2000

3.6. La nueva Ley de Enjuiciamiento Civil (Ley 1/2000)


La publicación de LEC-2000 ha supuesto una notoria modificación en el texto originario de los artículos relativos a
las acciones colectivas, pues ha dado carta de naturaleza a dichas acciones en cuanto mecanismo de protección
de los intereses colectivos o difusos y, en consecuencia, ha barrido literalmente buena parte de los preceptos a
ellas dedicados en la Ley de condiciones generales de la contratación.
Han sido objeto de profunda modificación los artículos 12 y 16 de la LCGC y, de otro lado, han sido
completamente derogados los artículos 14 (competencia material y tramitación del proceso), 15 (competencia
territorial) y 18 (Intervinientes en el proceso y recurso de casación).

3.7. La Ley 39/2002


«Ley 39/2002, de 28 de octubre, de transposición al ordenamiento jurídico español de diversas directivas
comunitarias en materia de protección de los intereses de los consumidores y usuarios».
Resultan afectadas y modificadas:
• La Ley de Enjuiciamiento Civil.
• La Ley de condiciones generales de la contratación.
• La Ley General para la Defensa de los Consumidores y Usuarios.
Además de, entre otras, las siguientes leyes:

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• La Ley 26/1991, sobre contratos celebrados fuera de los establecimientos mercantiles (derogada y refundida en el TRLCU)
• La Ley 21 /1995, reguladora de los viajes combinados (también derogada por la misma razón que la anterior)
• La ley 42/1998, sobre derechos de aprovechamiento por turno de bb inmuebles de uso turístico (derogada; ver L-4/2016)
• La Ley 34/1988, General de Publicidad.
• La Ley 7/1995, de crédito al consumo (hoy derogada; véase la vigente Ley 16/2011, de junio)

3.8. El Texto Refundido de la LCU (Real Decreto legislativo 1/2007)


Finalmente, aun haciendo gracia de la Ley 44/2006 (de 29 de diciembre, de mejora de la protección de los
consumidores) debemos considerar la promulgación del Real Decreto Legislativo 1/2007, de 16 de noviembre,
por el que se aprueba el Texto Refundido de la LCU, pues considera de manera explícita las acciones de
cesación; y, no cita como derogada, en su disposición derogatoria única, la Ley 39/2002; ni parece haber
tomado sus disposiciones para refundirlas en el nuevo Texto refundido por cuanto se afirma en su preámbulo.
Recapitulando: estamos frente a un panorama desolador para cualquier expositor y para cualquier lector. Ante
ello reduciremos la exposición en relación con las acciones colectivas al mínimo posible.

4. LAS ACCIONES COLECTIVAS


4.1. La acción de cesación
La acción de cesación, en la Ley de condiciones generales de la contratación se encontraba dirigida a luchar
contra las estipulaciones y condiciones generales que hubieran sido declaradas nulas (art. 12.2), pero en la
actualidad su sentido y funcionalidad propios se ha expandido generosamente, gracias a varias Directivas
europeas y por su transposición a través de la Ley 39/2002.
El artículo 53.1 TRLCU establece que «la acción de cesación se dirige a obtener una sentencia que condene al
demandado a cesar en la conducta y a prohibir su reiteración futura. Asimismo, la acción podrá ejercerse para
prohibir la realización de una conducta cuando esta haya finalizado al tiempo de ejercitar la acción, si existen
indicios suficientes que hagan temer su reiteración de modo inmediato». Pero dispone también la posibilidad
de que las entidades legitimadas en España para el ejercicio de la acción de cesación puedan hacer lo propio en
cualquier otro Estado miembro de la Unión Europea (art. 55) al tiempo que, se reconoce igual legitimación
activa a las entidades de los restantes miembros de la Unión Europea para actuar en España (art. 54.1.d).
La Ley 3/2014 añade al precepto que:
«A cualquier acción de cesación podrá acumularse siempre que se solicite la de nulidad y anulabilidad, la de
incumplimiento de obligaciones, la de resolución o rescisión contractual y la de restitución de cantidades que se hubiesen
cobrado en virtud de la realización de las conductas o estipulaciones o condiciones generales declaradas abusivas o no
transparentes, así como la de indemnización de daños y perjuicios que hubiere causado la aplicación de tales cláusulas o
prácticas. De dicha acción acumulada accesoria conocerá el mismo juzgado encargado de la acción principal, la de cesación
por la vía prevista en la ley procesal.
Serán acumulables a cualquier acción de cesación interpuesta por asociaciones de consumidores y usuarios la de nulidad
y anulabilidad, de incumplimiento de obligaciones, la de resolución o rescisión contractual y la de restitución de
cantidades que se hubiesen cobrado en virtud de la realización de las conductas o estipulaciones o condiciones generales
declaradas abusivas o no transparentes, así como la de indemnización de daños y perjuicios que hubiere causado la
aplicación de tales cláusulas o prácticas».

4.2. La acción de retractación


Conforme a la redacción dada al art. 12.3 de la Ley 7/1998 por la nueva LEC, “la acción de retractación tendrá por
objeto obtener una sentencia que declare e imponga al demandado, sea o no el predisponente, el deber de
retractarse de la recomendación que haya efectuado de utilizar las cláusulas de condiciones generales que se
consideren nulas y de abstenerse de seguir recomendándolas en el futuro”.

4.3. La acción declarativa


La acción declarativa “dirigirá a obtener una sentencia que reconozca una cláusula como condición general de la
contratación y ordene su inscripción, cuando ésta proceda, conforme a lo previsto en el inciso final del
apartado 2 del artículo 11” (art. 12.4 LCGC).

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DERECHO DEL CONSUMO 17-18

5. NORMAS PROCESALES
Actualmente, la acción de cesación en defensa de los intereses colectivos y difusos de los consumidores y
usuarios se ventilará en juicio verbal (250.1.12º LEC). Todas las restantes acciones colectivas consideradas se
decidirán en el juicio ordinario (250 LEC).
La legitimación activa en relación con las acciones colectivas (art. 16 de la LCGC), ha sido objeto de nueva
redacción por parte de la Ley 39/2002:
Las acciones previstas en el artículo 12 podrán ser ejercitadas por las siguientes entidades:
1. Las asociaciones o corporaciones de empresarios, profesionales y agricultores que estatutariamente tengan
encomendada la defensa de los intereses de sus miembros.
2. Las Cámaras de Comercio, Industria y Navegación.
3. Las asociaciones de consumidores y usuarios que reúnan los requisitos establecidos en la Ley 26/1984, de 19 de julio,
General para la Defensa de los Consumidores y Usuarios, o, en su caso, en la legislación autonómica en materia de defensa
de los consumidores.
4. El Instituto Nacional del Consumo y los órganos o entidades correspondientes de las Comunidades Autónomas y de las
Corporaciones locales competentes en materia de defensa de los consumidores.
5. Los colegios profesionales legalmente constituidos.
6. El Ministerio Fiscal.
7. Las entidades de otros Estados miembros de la Comunidad Europea constituidas para la protección de los intereses
colectivos y de los intereses difusos de los consumidores que estén habilitadas mediante su inclusión en la lista publicada a
tal fin en el "Diario Oficial de las Comunidades Europeas".
Los Jueces y Tribunales aceptarán dicha lista como prueba de la capacidad de la entidad habilitada para ser parte, sin
perjuicio de examinar si la finalidad de la misma y los intereses afectados legitiman el ejercicio de la acción.
Todas las entidades citadas en este artículo podrán personarse en los procesos promovidos por otra cualquiera de ellas, si
lo estiman oportuno, para la defensa de los intereses que representan.
En relación con las acciones de cesación el art. 54 del TRLCU introduce ligeras variantes, aunque la pauta
legislativa fundamental siga siendo idéntica.
También modifica la Ley 39/2002 el art. 19 de la LCGC, regulador de la prescripción de las acciones colectivas,
en el sentido de establecer tendencialmente la imprescriptibilidad de los tres grupos de acciones consideradas,
si bien dicha regla se rompe en relación con la acción de cesación y la acción de retractación, atendiendo a la
circunstancia de que las condiciones generales de la contratación hayan sido objeto de depósito e inscripción en
el Registro General de Condiciones Generales de la Contratación, pues en tal caso el plazo prescriptivo se reduce a
cinco años, como regla general.
En la actualidad, el art. 56 del TRLCU establece que “las acciones de cesación previstas en este título son
imprescriptibles, sin perjuicio de lo dispuesto en el artículo 19, apartado 2 de la Ley 7/1998, de 13 de abril, sobre
condiciones generales de la contratación en relación con las condiciones generales inscritas en el Registro de
Condiciones Generales de la Contratación”, manteniéndose lo dicho en la LCGC.

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TEMA 15 – EL SISTEMA ARBITRAL DE CONSUMO


1. INTRODUCCIÓN
La institución del arbitraje consiste en un mecanismo de resolución de litigios o conflictos que los interesados
en ellos, de común acuerdo, excluyen del conocimiento de los Jueces y Tribunales de Justicia, por razones
básicamente de operatividad y rapidez en la decisión.
En lugar de existir un auto o una sentencia que ponga fin a un procedimiento judicial, existirá una resolución
arbitral, llamada laudo. Voluntariamente, se sustituye la “tutela judicial” por una “justicia privada”.
La propia legislación interna y, de otro lado, los acuerdos internacionales, son el punto de arranque y proyección
de los mecanismos arbitrales como “institución alternativa” al conocimiento jurisdiccional de los litigios.
La ley 60/2003, de 23 de diciembre de arbitraje es la regulación vigente en la materia.

2. REGULACIÓN NORMATIVA
El arbitraje se encuentra regulado en nuestro ordenamiento jurídico por la Ley 60/2003, de 23 de diciembre.
El arbitraje tiene una gran importancia como mecanismo de resolución de conflictos jurídicos en la sociedad
actual, en la que los litigios patrimoniales de gran trascendencia económica y, sobre todo, los conflictos
provocados por el comercio internacional suelen ser sometidos a arbitraje con notoria preferencia frente al
posible conocimiento de ellos por los Tribunales de Justicia.
El hecho de que en el ámbito de los “grandes asuntos” el arbitraje encuentre una generalizada aplicación no
significa su inadecuación para otros temas de menor trascendencia económica, como en particular ha ocurrido
con el ámbito propio de los consumidores y usuarios. Por ello, la LCU recurrió acertadamente al arbitraje (31.1 LCU)
La materia se encuentra contemplada en los artículos 57 (modificado por la ley 3/2014) y 58 TRLCU:
Artículo 57. Sistema Arbitral del Consumo.
1. El Sistema Arbitral del Consumo es el sistema extrajudicial de resolución de resolución de conflictos entre los
consumidores y usuarios y los empresarios a través del cual, sin formalidades especiales y con carácter vinculante y
ejecutivo para ambas partes, se resuelven las reclamaciones de los consumidores y usuarios, siempre que el conflicto no
verse sobre intoxicación, lesión o muerte o existan indicios racionales de delito.
2. La organización, gestión y administración del Sistema Arbitral de Consumo y el procedimiento de resolución de los
conflictos, se establecerá reglamentariamente por el Gobierno. En dicho reglamento podrá preverse la decisión en equidad,
salvo que las partes opten expresamente por el arbitraje de derecho, el procedimiento a través del cual se administrará el
arbitraje electrónico, los supuestos en que podrá interponerse una reclamación ante la Junta Arbitral Nacional frente a las
resoluciones de las Juntas arbitrales territoriales sobre admisión o inadmisión de las solicitudes de arbitraje y los casos en que
actuará un árbitro único en la administración del arbitraje de consumo.
3. Los órganos arbitrales estarán integrados por representantes de los sectores empresariales interesados, de las
organizaciones de consumidores y usuarios y de las Administraciones públicas.
4. No serán vinculantes para los consumidores los convenios arbitrales suscritos con un empresario antes de surgir el
conflicto. La suscripción de dicho convenio, tendrá para el empresario la consideración de aceptación del arbitraje para la
solución de las controversias derivadas de la relación jurídica a la que se refiera, siempre que el acuerdo de sometimiento
reúna los requisitos exigidos por las normas aplicables.
Artículo 58. Sumisión al Sistema Arbitral del Consumo.
1. La sumisión de las partes al Sistema Arbitral del Consumo será voluntaria y deberá constar expresamente, por escrito,
por medios electrónicos o en cualquier otra forma admitida legalmente que permita tener constancia del acuerdo.
2. Quedarán sin efecto los convenios arbitrales y las ofertas públicas de adhesión al arbitraje de consumo formalizados
por quienes sean declarados en concurso de acreedores. A tal fin, el auto de declaración de concurso será notificado al
órgano a través del cual se hubiere formalizado el convenio y a la Junta Arbitral Nacional, quedando desde ese momento el
deudor concursado excluido a todos los efectos del Sistema Arbitral de Consumo.
El reenvío a un desarrollo reglamentario futuro, fue llevado a cabo por el Real Decreto 231/2008, del 15 de
febrero, por el que se regula el sistema arbitral de consumo.
Dos novedades de notable trascendencia se incorporan en este reglamento:
El arbitraje de consumo electrónico, que se sustanciará conforme a la regulación general prevista en el RD. Se regulan los
aspectos concretos necesarios para su funcionamiento (determinación de la Junta Arbitral competente, el uso de la firma
electrónica, el lugar del arbitraje y la notificación, introduciendo la publicación edictal electrónica ante la imposibilidad de la
notificación en el lugar designado por las partes).

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DERECHO DEL CONSUMO 17-18

El arbitraje de consumo colectivo, al que también se le aplicará las disposiciones generales del RD, se abordan sus
particularidades en relación con la determinación de la competencia territorial de las Juntas, la iniciación del procedimiento,
el llamamiento a los consumidores y usuarios cuyos intereses individuales pudieran haberse visto afectados por los hechos
de los que trae su causa el arbitraje y la fecha de iniciación del plazo para dictar laudo, haciéndolo coincidir con la finalización
del plazo para el llamamiento y, en consecuencia, con el momento en el que se habrán formalizado válidamente la mayor
parte de los convenios arbitrales que permitirán el conocimiento y resolución de este arbitraje colectivo.

3. CARACTERÍSTICAS DEL SISTEMA ARBITRAL DE CONSUMO


1ª) Carácter voluntario:
Al igual que ocurre con el arbitraje general (art. 9 LA), en el caso especial del arbitraje de consumo, el
sometimiento a arbitraje es de naturaleza voluntaria, por lo que ha de constar por escrito, evitando así
problemas de prueba en relación con la existencia de voluntad de sometimiento al sistema arbitral de consumo.
2ª) Carácter vinculante y ejecutivo:
Si las partes implicadas en un litigio deciden acudir al arbitraje, tal decisión debe considerarse como un acto
serio y responsable que conlleva el acatamiento de la decisión arbitral, del laudo. Por ello, el art. 11.1 LA dice
que: “El convenio arbitral obliga a las partes a cumplir lo estipulado e impide a los tribunales conocer de las
controversias sometidas a arbitraje, siempre que la parte a quien interese lo invoque mediante declinatoria.”
3ª) Simplicidad:
El sistema arbitral de consumo debe estar presidido por la idea de simplicidad procedimental (TRLCU), así como
por la rapidez en la preparación del laudo, que, como máximo, ha de ser dictado en el pazo de “seis meses
desde el día siguiente al inicio del procedimiento arbitral” (art. 49 del RD 231/2008).
4ª) Gratuidad
El arbitraje de consumo debe ser gratuito, tanto para suministradores de bienes y servicios o empresarios
cuanto, para los propios consumidores.
Dada la profunda “mercantilización” por la Ley 60/2003, la palabra gratuidad no aparece por ninguna parte. El RD
231/2008 en el artículo 41.1 “El procedimiento arbitral de consumo se ajustará a los principios de…igualdad
entre las partes y gratuidad”.

4. ÁMBITO DE APLICACIÓN
Artículo 2 del RD 231/2008:
Artículo 2. Materias objeto de arbitraje de consumo.
1. Únicamente podrán ser objeto de arbitraje de consumo los conflictos a que se refiere el artículo 1.2 que versen sobre
materias de libre disposición de las partes conforme a derecho.
2. No obstante lo previsto en el apartado anterior, no podrán ser objeto de arbitraje de consumo los conflictos que versen
sobre intoxicación, lesión, muerte o aquéllos en que existan indicios racionales de delito, incluida la responsabilidad por
daños y perjuicios directamente derivada de ellos, conforme a lo previsto en el artículo 57.1 del Real Decreto Legislativo
1/2007, de 16 de noviembre

5. LAS JUNTAS ARBITRALES DE CONSUMO


Entre 1986 y 1993, en fase experimental, se constituyeron algunas Juntas Arbitrales de Consumo con anterioridad
a la publicación del RD 636/1993 y que la valoración positiva de dicha experiencia fue precisamente determinante
en la estructuración del sistema arbitral de consumo. En efecto, las Juntas Arbitrales de Consumo constituyen el
motor de arranque y el impulso fundamental de la vitalidad del sistema arbitral de consumo.
Artículo 5 del RD 231/2008:
1. Las Juntas Arbitrales de Consumo son los órganos administrativos de gestión del arbitraje institucional de consumo y
prestan servicios de carácter técnico, administrativo y de secretaría, tanto a las partes como a los árbitros.
2. Son Juntas Arbitrales de Consumo:
a) La Junta Arbitral Nacional, adscrita al Instituto Nacional del Consumo
b) Las Juntas Arbitrales territoriales constituidas mediante convenio de colaboración entre las Administraciones públicas
y el Instituto Nacional del Consumo, en el que podrá preverse la constitución de delegaciones de la Junta Arbitral
territorial, ya sean territoriales o sectoriales.

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3. Las comunicaciones entre las Juntas Arbitrales de Consumo precisas para la administración del arbitraje se realizarán
en el plazo de 10 días desde la fecha de entrada en la Junta Arbitral remitente de los documentos que deban trasladarse,
salvo que en esta norma se prevea un plazo distinto.
Se crea una “Comisión de las Juntas Arbitrales de Consumo” (artículos 9 a 11 del RD), a la que “se le encomienda
la resolución de los recursos frente a la admisión o inadmisión de solicitudes de arbitraje con causa en la
materia objeto de arbitraje, la emisión de informes técnicos, dictámenes o recomendaciones que faciliten la
labor de los órganos arbitrales y eviten pronunciamientos contradictorios y la emisión de informe preceptivo
en la admisión de las ofertas públicas de adhesión limitada al Sistema Arbitral de Consumo…”.

5.1. Composición
Las Juntas Arbitrales de Consumo son organismos administrativos de muy distinto ámbito territorial, integradas
en la correspondiente Administración Pública y dependiente de ella a todos los efectos. Por ello, afirma el RD
231/2008 que «las Juntas Arbitrales de Consumo estarán integradas por su Presidente y el Secretario, cargos
que deberán recaer en personal al servicio de las Administraciones Públicas y, por el personal de apoyo adscrito
a dicho órgano» y que ambas personas «serán designados por la Administración de la que dependa la Junta,
publicándose su nombramiento en el Diario Oficial que corresponda al ámbito territorial» de la Junta.
Esto es, componen las Juntas Arbitrales de Consumo sencillamente dos personas, a las que ha de atribuirse
respectivamente la presidencia y la secretaria.

5.2. Funciones
Resumidamente, las Juntas Arbitrales de Consumo habrán de desempeñar las siguientes funciones: impulsar el
arbitraje de consumo, procurar la generalización del sistema arbitral de consumo, prestar variados servicios y,
al mismo tiempo, «controlar» la totalidad del sistema, pues así se deduce del conjunto de la regulación, si se
atiende a que las personas que ostenten la presidencia o secretaría de las Juntas Arbitrales de Consumo deben
cumplir también las siguientes tareas o actividades:
1. Recibir las solicitudes de arbitraje, admitiéndolas o denegándolas.
2. Otorgar distintivos especiales a las empresas que se adhieran al sistema arbitral de consumo.
3. Designar al Presidente y al representante de los consumidores en el colegio arbitral.
4. Desempeñar la Secretaría del colegio arbitral, con voz pero sin voto, levantando las correspondientes actas.

6. FORMALIZACION DEL CONVENIO ARBITRAL


La naturaleza propia de los litigios de los consumidores y usuarios y la experiencia acumulada tanto en España
como en otros países europeos, ha determinado que primero el Real Decreto 636/1993 y después el Real
Decreto 231/2008 regulen la formalización del convenio arbitral partiendo de la base de que el reclamante o el
demandante es siempre el consumidor y, por tanto, el empresario o suministrador de bienes y servicios es «el
reclamado» o demandado.
La formalización del convenio arbitral se encuentra regulada en el artículo 24 del RD 231/2008:
1. El convenio arbitral, que podrá adoptar la forma de cláusula incorporada a un contrato o de acuerdo independiente de
las partes, deberá expresar la voluntad de las partes de resolver a través del Sistema Arbitral de Consumo las controversias
que puedan surgir o hayan surgido en una relación jurídica de consumo.
El convenio arbitral deberá constar por escrito, en un documento firmado por las partes o en intercambio de cartas,
telegramas, télex, fax u otros medios de comunicación electrónica que permitan tener constancia del acuerdo,
considerándose cumplido este requisito cuando el convenio arbitral conste y sea accesible para su ulterior consulta en
soporte electrónico, óptico o de otro tipo.
2. Cuando exista oferta pública de adhesión al Sistema Arbitral de Consumo, el convenio arbitral estará válidamente
formalizado por la mera presentación de la solicitud, siempre que coincida con el ámbito de la oferta.
3. Igualmente, se entenderá válidamente formalizado el convenio arbitral por la mera presentación de la solicitud si
consta acreditado que ésta se formaliza durante el tiempo en el que la empresa o profesional utiliza el distintivo público
de adhesión al Sistema Arbitral de Consumo, aun cuando carezca del derecho a tal uso conforme a lo previsto en esta
norma.
4. En caso de que no conste la existencia de convenio arbitral en cualquiera de las formas señaladas en los apartados
precedentes, la Junta Arbitral de Consumo, recibida una solicitud de arbitraje dará traslado al reclamado para su
aceptación, conforme a lo previsto en el artículo 37.3, apartado b).

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7. PROCEDIMIENTO ARBITRAL
Conforme al reglamento, el procedimiento arbitral de consumo comenzará con la designación del colegio u órgano
arbitral, ajustándose en todo caso a los principios de audiencia, contradicción, igualdad entre las partes y gratuidad.
Es decir, pese a que el arbitraje de consumo se configura “sin formalidades especiales” según la LCU, ello no impide que se
mantengan en vigor los principios procesales fundamentales de audiencia, contradicción e igualdad entre las partes.
Audiencia quiere decir que ambas partes, iguales ante la ley, tienen facultad para alegar todo cuanto a su derecho convenga
a lo largo del procedimiento. El principio de contradicción, por su parte, garantiza que las partes defiendan sus intereses y
derechos enfrentados, con el debido rigor para que la resolución final, el laudo, pueda encontrar suficiente motivación y
fundamento.
Cualquier persona implicada en un supuesto de arbitraje de consumo puede hacerse representar por abogados en
ejercicio, si así se desea, pero también por cualquier persona, puesto que los arbitrajes en materia de consumo se
caracterizan por arbitrajes de equidad y, en consecuencia, resultaría incongruente plantear que los representantes de las
partes hubieran de ser abogados, cuando la Ley de 1988 (antigua ley de arbitraje) solo lo requería para los arbitrajes de
derecho.
[Andrea:
-Arbitraje de equidad: el tribunal arbitral no aplica ni leyes ni reglamentos para resolver la disputa sino su
entendimiento de lo que es justo y equitativo
-Arbitraje de derecho: el tribunal arbitral se fundamentará en las leyes y reglamentos que aplican al litigio]
El art. 34 del RD 231/2008 establece que: “Los consumidores y usuarios que consideren que se han vulnerado sus derechos
reconocidos legal o contractualmente, podrán presentar por escrito, por vía electrónica, o por cualquier otro medio que
permita tener constancia de la solicitud y de su autenticidad, la solicitud de arbitraje, que deberá reunir al menos los
siguientes requisitos…”

8. EL COLEGIO ARBITRAL
8.1. Los árbitros en la Ley de Arbitraje [Título III LA, arts. 12-21]
Los árbitros habrán de ser «personas naturales que se hallen en el pleno ejercicio de sus derechos civiles,
siempre que no se lo impida la legislación a la que puedan estar sometidos en el ejercicio de su profesión» (art.
13; por ej. Notarios, Registradores, Jueces, Magistrados y Fiscales en activo, etc.).
En caso de tratarse de arbitraje de Derecho, es decir, cuando no sea arbitraje de equidad, es requisito
complementario que los árbitros sean Abogados en ejercicio (art. 15.1).
El número de árbitros debe ser impar, pudiendo las partes nombrarlos libremente. A falta de acuerdo, se
designará un solo árbitro (art. 12 LA). Las partes podrán acordar libremente el procedimiento para la
designación de los árbitros, siempre que no se vulnere el principio de igualdad. A falta de acuerdo… en el
arbitraje con tres árbitros, cada parte nombrará uno y los dos árbitros así designados nombrarán al tercero,
quien actuará como presidente del colegio arbitral (art.15.2.b)

8.2. El colegio arbitral de consumo


A diferencia del RD 636/1993, que establecía que el Presidente del colegio arbitral debía ser Licenciado en
Derecho, el RD 231/2008 regula el tema de manera diversa. De entrada, con mayor flexibilidad y adecuación a los
supuestos reales de conflictos, admite tanto la existencia de un árbitro único cuanto la del colegio arbitral. Así
pues, los denominados «órganos arbitrales unipersonales» representan una novedad del sistema arbitral,
pudiendo existir un árbitro único cuando las partes así lo acuerden o cuando lo establezca el presidente de la
Junta Arbitral de Consumo, siempre que la cuantía de la controversia sea inferior a 300 € y que la falta de
complejidad del asunto así lo aconseje. En tal caso, el árbitro único será designado entre los árbitros
acreditados propuestos por la Administración pública, salvo que las partes, de común acuerdo, soliciten por
razones de especialidad que dicha designación recaiga en otro árbitro acreditado (art. 19).
Para los restantes supuestos (no previstos en el artículo anterior), se determina que procede la entrada en juego
de los órganos arbitrales colegiados (art. 20). Dicho colegio arbitral estará integrado por tres árbitros
acreditados elegidos cada uno de ellos entre los propuestos por la Administración, las asociaciones de
consumidores y usuarios y las organizaciones empresariales o profesionales y actuarán de forma colegiada,
asumiendo la presidencia el árbitro propuesto por la Administración.

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DERECHO DEL CONSUMO 17-18

La designación de los árbitros corresponde al presidente de la Junta Arbitral de Consumo y en los arbitrajes en
derecho, los árbitros designados entre los acreditados a propuesta de las asociaciones de consumidores y
usuarios y de las organizaciones empresariales o profesionales, deberán ser licenciados en derecho.

8.3. Las reglas procedimentales


Nombrados los árbitros, el colegio arbitral se completará con el Secretario de la Junta Arbitral de Consumo (art.
18 RD 231/2008), quien actuará como tal con voz pero sin voto, facilitando el oportuno soporte administrativo
y siendo el responsable de las notificaciones.
Una vez constituido el colegio arbitral, tras haber aceptado los árbitros el cargo, comenzará el procedimiento
arbitral propiamente dicho, que en principio es sumamente sencillo y privado de formalidades especiales,
conforme a las previsiones normativas contenidas en los artículos 41 y siguientes del RD 231/2008.
La audiencia de las partes podrá realizarse oralmente (ya sea presencialmente o través de video conferencia, por
ejemplo) o por escrito, pudiendo las partes presentar los documentos y hacer las alegaciones que consideren
necesarias para la mejor defensa de sus derechos e intereses, de manera tal que los árbitros puedan imponerse
suficientemente de las respectivas pretensiones de las partes, intentar la conciliación entre ellas, y, en caso
negativo, comenzar a formular el enjuiciamiento de las cuestiones controvertidas.
Tras la fase alegatoria, se entra en el período probatorio. En relación con las pruebas de los hechos, el colegio
arbitral acordará la práctica de las pruebas pertinentes, incluyendo en su caso, de oficio, la práctica de pruebas
complementarias (art. 45). Así pues, las pruebas pueden ser acordada por el colegio arbitral o practicadas a
instancia de parte, siendo bastante distinto su régimen:
 Las pruebas acordadas de oficio serán costeadas por la Administración de la que dependa la Junta Arbitral
de Consumo, en función de sus disponibilidades presupuestarias.
 Los gastos ocasionados por las pruebas practicadas a instancia de parte serán sufragados por quienes las
propongan y las comunes por mitad, salvo que el colegio arbitral aprecie, en el laudo, mala fe o temeridad en
alguna de las partes, en cuyo caso podrá distribuir en distinta forma el pago de los mismos (art. 45.3).
Una vez concluida la fase probatoria y practicadas las pruebas, comienza la fase decisoria, que culminará
cuando el órgano arbitral dicte el correspondiente laudo, pero si los árbitros lo consideran conveniente, antes de
entrar en la fase decisoria, pueden acordar la convocatoria de las partes para oírlas nuevamente.

9. EL LAUDO ARBITRAL
Una vez concluido el procedimiento arbitral, los árbitros ponen fin a la controversia sometida a su
conocimiento mediante una decisión: el laudo (resolución acordada por los árbitros que, una vez firme, tiene el
mismo valor y eficacia que una sentencia, produciendo por tanto «efectos de cosa juzgada», art. 43 LA)
El laudo, al igual que las sentencias, debe dictarse por escrito, expresando las circunstancias personales de los
árbitros y de las partes, el lugar en que se dicta, la cuestión sometida a arbitraje, una sucinta relación de las
pruebas practicadas, las alegaciones de las partes y, finalmente, la decisión arbitral (art. 43 LA).
En relación al período o plazo de que disponen los árbitros para adoptar el fallo arbitral, conforme a la Ley
general, en principio, dicho plazo será fijado por las propias partes que se someten a arbitraje y no son extraños
en la práctica los supuestos en los que el plazo considerado es extraordinariamente breve, aunque cabe también
(en litigios de extraordinaria complejidad) señalar plazos de una relativa extensión. Para el caso de que las partes
no hayan señalado plazo alguno, la Ley de Arbitraje fija con carácter supletorio el de seis meses, contados
desde el día de la contestación a la demanda (art. 37).
El RD 231/2008 ha incorporado la previsión temporal de la Ley de arbitraje y establece que «el plazo para dictar
un laudo será de seis meses desde el día siguiente al inicio del procedimiento arbitral, pudiendo ser prorrogado
por el órgano arbitral mediante decisión motivada, salvo acuerdo en contrario de las partes, por un período no
superior a dos meses» (art. 49.1).

9.1. Anulación y revisión del laudo


Una vez dictado, el laudo arbitral vincula y sujeta a las partes a la propia decisión de haber sometido sus
controversias al procedimiento arbitral. Por ello, la Ley restringe las posibilidades de impugnación del laudo,
otorgando a las partes únicamente dos recursos: de anulación del laudo y de revisión del mismo.

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A) Acción de anulación del laudo


Habrá de ser interpuesta ante la Audiencia provincial del lugar donde se hubiera dictado el laudo (art. 41 LA),
dentro del plazo de los dos meses siguientes a la notificación de aquél (art. 46.2), exponiéndose en el escrito
correspondiente los fundamentos que sirvan para apoyar el motivo o motivos de anulación invocados y
proponiéndose la prueba que sea necesaria y pertinente. La vigente Ley plantea dicho recurso como un
procedimiento sumario y establece, para evitar la continua litigiosidad sobre la validez o posible anulación del
laudo, que contra la sentencia finalmente dictada por la Audiencia provincial «no cabrá ulterior recurso» (42.2).
«El laudo sólo podrá ser anulado cuando la parte que solicita la anulación alegue y pruebe (41.1):
a) Que el convenio arbitral no existe o no es válido.
b) Que no ha sido debidamente notificada de la designación de un árbitro o de las actuaciones arbitrales o no
ha podido, por cualquier otra razón, hacer valer sus derechos.
c) Que los árbitros han resuelto sobre cuestiones no sometidas a su decisión.
d) Que la designación de los árbitros o el procedimiento arbitral no se han ajustado al acuerdo entre las
partes, salvo que dicho acuerdo fuera contrario a una norma imperativa de esta Ley, o, a falta de dicho
acuerdo, que no se han ajustado a esta ley.
e) Que los árbitros han resuelto sobre cuestiones no susceptibles de arbitraje.
f) Que el laudo es contrario al orden público».
El carácter taxativo de tales causas es, en principio, indiscutible. Sin embargo, obsérvese que la amplitud del
concepto de orden público es verdaderamente antagónico con la pretensión legal de establecer un verdadero
numerus clausus de causas de anulación.
B) Acción de revisión
Se otorga igualmente a las partes la posibilidad de entablar el recurso de revisión conforme a lo establecido en
la legislación procesal para las sentencias judiciales firmes (art 43 LA).
Es de aplicación el Título VI del Libro II de la LEC-2000 en relación con la revisión de sentencias firmes (artículos
509 a 516 de la LEC-2000), siendo competente para el conocimiento del recurso de revisión de los laudos la Sala
1ª del Tribunal Supremo.

9.2. Ejecución del laudo


Una vez dictado el fallo contenido en el laudo puede ser ejecutado por las partes de forma voluntaria y sin
intervención de autoridad jurisdiccional alguna. Si fuere necesario acudir a la ejecución forzosa, las partes
podrán obtenerla del Juez de 1ª Instancia del lugar en que aquél hubiere sido dictado, por los trámites
establecidos para la ejecución de sentencias firmes, pues el laudo es un título ejecutivo; no obstante, el artículo
45 de la Ley prevén ciertas especialidades respecto del proceso de ejecución general.
Tras la entrada en vigor de la LEC-2000, si bien con las especialidades ya referidas, en materia de ejecución del laudo han de
entenderse aplicables los trámites establecidos para la ejecución de sentencias en los arts. 517 y ss de la LEC-2000.
Se plantea el exequátur de laudos extranjeros (los pronunciados fuera del territorio español) sobre otras bases
(46 LA): «El exequátur de laudos extranjeros se regirá por el Convenio sobre reconocimiento y ejecución de las
sentencias arbitrales extranjeras, hecho en Nueva York, el 10 de junio de 1958, sin perjuicio de lo dispuesto en
otros convenios internacionales más favorables a su concesión, y se sustanciará según el procedimiento
establecido en el ordenamiento procesal civil para el de sentencias dictadas por tribunales extranjeros». La
competencia corresponde ahora a las Audiencias Provinciales.

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