Apuntes Consumo
Apuntes Consumo
Apuntes Consumo
DERECHO DEL
CONSUMO
Re-resumen en base a los apuntes realizados por los compañeros
Andrea: No son apuntes propios, son los realizados por los compañeros para el curso
2017-2018, intentando resumir lo máximo posible.
2017-2018
DERECHO DEL CONSUMO 17-18
1. INTRODUCCIÓN
2.2. La protección de consumidores y usuarios como principio general informador del Ordenamiento
Jurídico
En desarrollo del art 51.1 CE, esta ley tiene por objeto la defensa de los consumidores y usuarios, lo que, de
acuerdo, con el art 53.3 CE tiene el carácter de principio general informador del Ordenamiento Jurídico [art. 1.1.1º
de la Ley General defensa de los consumidores y usuarios (LCU)]
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Objetivos:
1. Establecer los procedimientos eficaces para la defensa de los consumidores y usuarios.
2. Disponer del marco legal adecuado para favorecer un desarrollo del movimiento asociativo.
3. Declarar los principios, criterios, obligaciones y derechos que configuran la defensa de los consumidores y
usuarios que en el ámbito de sus competencias habrán de ser tenidos en cuenta por los poderes públicos en las
actuaciones y desarrollos normativos futuros.
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5.4. Sistemática
El TRLCU contiene 165 arts., 3 DT y 3 DF, estructurado en 4 libros, con diversos títulos y capítulos.
-Preámbulo: explica la sistemática del texto
-Primer Libro: “Disposiciones Generales”: fundamentalmente tributario. Contempla en 5 títulos:
1. Derechos básicos de los consumidores
2. Derecho de representación, regulando las asociaciones y el Consejo de Consumidores y Usuarios
3. Conferencia Sectorial como organismo básico de cooperación institucional
4. Potestad sancionadora
5. Las acciones de cesación y el sistema arbitral de consumo como manifestaciones procesales básicas del
régimen peculiar de los consumidores
-Segundo Libro: “Contratos y Garantías” regula:
1. Aspectos específicos de la contratación con los consumidores, especial, el derecho de desistimiento
2. Condiciones generales y cláusulas abusivas
3. Contratos celebrados a distancia y contratos celebrados fuera de los establecimientos comerciales
4. Garantías y Servicios Post-venta
-Tercer Libro: “Responsabilidad Civil por Bienes o Servicios Defectuosos”
-Cuarto Libro: “Viajes Combinados”
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2. El régimen del comercio interior está regulado por normas administrativas de diverso tipo. Sobre éstas
tienen igualmente competencias las CCAA si así se establecen en los respectivos Estatutos.
3. El Estado tiene competencias sobre una diversidad de títulos referentes al comercio, al Derecho de los
contratos y a la responsabilidad extracontractual:
a) Aseguramiento de la unidad de mercado
b) Competencia sobre la legislación civil, con la salvedad de los territorios con derecho civil foral
c) Competencia exclusiva sobre la legislación mercantil
d) Competencia exclusiva sobre la regulación de las bases de las obligaciones contractuales
e) Competencias exclusivas sobre la responsabilidad contractual y extracontractual
f) La regulación de las condiciones generales los contratos y las modalidades contractuales corresponden al
legislador estatal
Dentro del debate general entre Estado y las CCAA, parece existir un cierto consenso sobre la aceptación de:
El Derecho de obligaciones (contratos, responsabilidad civil…) es competencia exclusiva del Estado, debido,
sobre todo a la atribución de determinadas competencias exclusivas al Estado y principio de unidad de mercado
Las CCAA con competencias plenas en materia de consumo pueden regular todas las cuestiones jurídico-
públicas de carácter administrativo, especialmente las materias de sanciones y controles administrativos
Las CCAA sin competencia plena en materia de consumo podrán desarrollar reglamentariamente y
ejecutar las normas referidas en la relación anterior
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2. El horario de apertura y cierre dentro de los días laborables de la semana será libremente decidido por
cada comerciante, respetando el límite máximo del horario global que se establezca por la CCAA
3. Las CCAA que así lo decidan podrán establecer en su normativa aquellas obligaciones de información al
público en materia de horarios comerciales, incrementándolo o reduciéndolo, sin que se pueda limitar por
debajo de 10 el número de domingos y festivos de apertura autorizada y cada comerciante determinará
libremente el horario correspondiente a cada domingo o día festivo en que ejerza su actividad
4. El número mínimo de domingos y días festivos en los que los comercios permanecerán abiertos, será de
dieciséis, pudiendo las CCAA aumentarlos o reducirlos
Se añade la STC 108/2014, 26 de junio, dictada por el pleno ante el recurso de inconstitucionalidad interpuesto
por el Gobierno de Canarias respecto a los art. 9 y 13 de la ley 15/2007, 3 de julio de defensa de la competencia
Esta STC falla favorablemente sobre la constitucionalidad de los preceptos legales que reservan a la
Administración estatal el ejercicio de funciones ejecutivas en el control de concentraciones económicas
declarando que “no sólo el mercado de <<ámbito nacional>>, sino también los eventuales <<mercados
geográficos definidos>> forman parte del mercado único español”, término éste que equivale al espacio
económico unitario reconocido implícitamente como tal por art 139.2 CE
La STC 142/2014, 11 de septiembre desestima el recurso interpuesto por el Gobierno de la CCAA de Madrid,
respecto de los art 4 y 5 del RD-Ley 1/2009, 23 de febrero, de medidas urgentes en materia de
telecomunicaciones
La STC 18/2016, 4 de febrero, dice que la regulación sobre horarios comerciales en cuanto a fijación de horarios
globales semanales es una materia perfectamente incardinable en la competencia estatal exclusiva en materia
de mercado interior, supone “el establecimiento de unas directrices o criterios globales que cumplen, dado su
carácter de condiciones mínimas y comunes, los parámetros constitucionales para su consideración material
como norma básica”.
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Todas las comunidades cuentan con una ley propia en la materia, salvo Ceuta y Melilla.
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1. INTRODUCCIÓN
1.1. La noción económica de consumidor
Sujeto de mercado que adquiere bienes y servicios para su propio uso o satisfacción de sus necesidades, sin
integrarlo en una actividad laboral o profesional. El consumidor pretende hacerse con el valor de uso, siendo el
último eslabón del proceso productivo. El empresario adquiere el producto por su valor de cambio, para
integrarlo en una actividad productiva.
No ha sido hasta las últimas décadas del siglo XX cuando se ha producido la identificación del colectivo de
consumidores como categoría de entidad propia.
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El concepto material de consumidor puede coincidir o no con el jurídico. Este último es quien podrá ejercitar los
derechos, garantías y acciones derivados de la adquisición. Sin embargo, las excepciones son cada día más
numerosas y de mayor incidencia.
6.3. La interrelación existente entre los apartados primero y tercero del artículo primero de la Ley de
consumidores
Se plantea la duda de si ambos apartados son independientes entre sí o existe una relación entre ellos. Nos
inclinamos por la última opción, entendiendo que el apartado tercero se refiere precisamente a quienes caen
dentro de la noción del apartado segundo, aunque la redacción varíe en las palabras concretas utilizadas.
Se pretende proteger a quien en última instancia consume el bien o servicio; no, en cambio, a quien interviene
en la cadena de producción, distribución o comercialización de bienes o servicios, pues el consumo empresarial se
caracteriza precisamente por la adquisición por parte del empresario de bienes muebles (fundamentalmente
maquinaria) a otro empresario con la finalidad de usarlos en su explotación o revender, en el marco de su
actividad económica.
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Artículo 1: 2. son consumidores o usuarios las personas físicas o jurídicas que adquieren, utilizan o disfrutan como
destinatarios finales, bienes muebles o inmuebles, productos, servicios, actividades o funciones, cualquiera que sea la
naturaleza pública o privada, individual o colectiva de quienes los producen, facilitan, suministran o expiden
3. No tendrán la consideración de consumidores o usuarios quienes sin constituirse en destinatarios finales, adquieran,
almacenen, utilicen o consuman bienes o servicios, con el fin de integrarlos en procesos de producción, transformación,
comercialización o prestación a terceros
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La protección del consumidor se basa en la desigualdad entre las partes provenientes de la mayor competencia
y pericia del empresario, desequilibrio que puede producirse también cuando el profesional no contrata en el
sector de su actividad habitual. La apreciación de la especialidad profesional puede ser objeto de una
interpretación más o menos rigurosa, según el grado de complejidad de la actividad ejercida. De modo que
cuando las adquisiciones realizadas por los profesionales no se relacionen con el tráfico peculiar de su
profesión, éstos podrían ser considerados como consumidores o usuarios. Tal solución no adolece de falta de
lógica si tenemos en cuenta que la protección de los consumidores responde a la necesidad de equilibrar
situaciones jurídicas donde una de las partes está en situación de inferioridad con respecto a la otra parte. Sin
embargo, sería excesivamente problemático establecer una distinción como esta ya que podría dar lugar a una
gran inseguridad jurídica
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La nueva disposición legislativa, que intenta acercarse a la legislación comunitaria, plantea un concepto general y
armonizado de consumidor y usuario, restringiendo supuestos específicos de consumidor.
El consumidor y usuario, definido en la ley, es la persona física o jurídica que actúa en un ámbito ajeno a una
actividad empresarial o profesional. Esto es, que interviene en las relaciones de consumo con fines privados,
contratando bienes y servicios como destinatario final, sin incorporarlos, ni directa, ni indirectamente, en
procesos de producción, comercialización o prestación a terceros.
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Conviene tener presente que en algunos sectores, se está abriendo paso una tendencia a equiparar al consumidor
la figura del pequeño empresario. Es el caso, marcadamente de la reciente Directiva (UE) 2015/2302 del
Parlamento Europeo y del Consejo de 25 de noviembre de 2015, relativa a los viajes combinados y a los servicios
de viaje vinculados en cuyo considerando séptimo se pone de manifiesto que los profesionales liberales y los
trabajadores autónomos merecen en este ámbito un nivel de protección similar al del consumidor en sentido
estricto, el que actúa al margen de una actividad empresarial o profesional.
Otro de los criterios de clasificación de los empresarios es en función de su condición personal. Conforme a este
criterio se distinguen entre empresario o comerciante individual (cualquier persona física o persona
propiamente dicha que reúna los requisitos para ser calificado como empresario) y los empresarios sociales. El
primero sería (que hace una referencia genérica a todos aquellos supuestos en los que la estructura formal de la
empresa se reserva a unja figura societaria cualquier a fundamentalmente a sociedades anónimas, sociedades
limitadas o cooperativa, etc. Así pues, sería empresario social cualquier persona jurídica que satisfaga idénticas
exigencias en relación con la habitualidad de actos de comercio e intermediación).
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2. EL CONCEPTO DE CONTRATO
2.1. Idea inicial de contrato
Contrato contemporáneo: acuerdo o pacto que vincula a dos o más personas respecto de una determinada
conducta de carácter patrimonial, mediante a la prestación de consentimiento (artículo 1254 CC).
El hecho del que el mero consentimiento da lugar al nacimiento de las obligaciones, ha sido una conquista
paulatina desde los tiempos romanos hasta el momento de la codificación.
En el formalismo del derecho romano clásico, no toda la materia hoy considerada contrato era tal y no siempre eran
obligatorios si no reunían determinados requisitos.
La idea contemporánea nace por la influencia de los canonistas y del derecho mercantil
El tránsito a la Edad Moderna acentúa la consideración de la voluntad individual como base del contrato ->
consentimiento
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“Los contratantes pueden establecer los pactos, cláusulas y condiciones que tengan por convenientes, siempre
que no sean contrarios a las leyes, a la moral, ni al orden público” (Art.1255 CC).
Aunque las normas imperativas (ius cogens) poseen un rol preventivo sobre los contratos, esto se ha de
completar con otras consideraciones:
1.- El ordenamiento jurídico despliega también un papel positivo, pues las prescripciones legales pueden dotar
de un significado distinto al establecido por las partes.
2.- El ordenamiento jurídico otorga al contrato una fuerza vinculante (art.1091CC: “Las obligaciones que nacen
de los contratos tienen fuerza de ley entre las partes contratantes, y deben cumplirse a tenor de los mismos”).
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celebrados por los consumidores son de naturaleza duradera y, en muchos supuestos, contratos de suministros
(agua, gas, electricidad, teléfono, etc).
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El art. 13 LCU ha sido objeto de desarrollo en varias sentencias de las Audiencias Provinciales e incluso en la
jurisprudencia del Tribunal Supremo, sobre todo en el ámbito jurídico-privado:
1) Sentencia de la AP de Alicante en 2002, aplica el precepto en un supuesto relativo al mal funcionamiento de
las instalaciones de la empresa en orden a la facturación telefónica devengada, por no estar derivada del
consumo.
2) Sentencia de la AP de Asturias en 2002, también aplica el precepto en un caso de venta al público de prótesis
dentales, al considerar que la oferta al público inducía a error.
3) Sentencia de la Sala 1ª (Civil) del Tribunal Supremo en 2000, donde llega incluso a tomar en consideración el
precepto comentado en relación con un supuesto de intervención quirúrgica, a consecuencia de la cual una
persona queda sorda de un oído.
4) Sentencia del Tribunal Supremo en 2012, sobre los efectos adversos del medicamento Agreal, que “no se
hallaban descritos suficientemente en el prospecto, siendo la información en él contenida insuficiente e
inadecuada en orden a posibilitar un consentimiento informado completo y suficiente para la ingesta del
fármaco”.
5) STS del 2014, que desestima los recursos de la farmacéutica por el caso Agreal
6) Sentencia del Tribunal Supremo en 2015, por la que se confirma la Sentencia de la Audiencia Provincial de
Madrid de 2014, en la que se anulaba el pago de la indemnización a efectos de la talidomida que reclamaron 204
millones de euros por las malformaciones que les causó ese medicamento contra las náuseas del embarazo, por
entender que la acción había prescrito.
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1) Teoría de la absorción: Una vez acercado el contrato atípico al esquema contractual típico que le resulta más
próximo, habrían de aplicarse las normas de éste, por ser el elemento preponderante del contrato atípico
analizado.
2) Teoría de la combinación: Habrán de tenerse en cuenta la regulación supletoria de todos aquellos modelos
contractuales típicos que, parcialmente -claro es-, estén presentes en el contrato atípico.
3) Teoría de la aplicación analógica: Han de aplicarse las normas propias del contrato típico que presente
mayor identidad de razón y siempre conforme a las reglas internas de la aplicación analógica de las normas
establecidas en el artículo 4 del Código Civil.
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4.3. La ley
La norma imperativa aplicable a un supuesto contractual determinado formará e integrará el régimen del
mismo con primacía incluso sobre el acuerdo o clausulado contractual (prórroga legal de arrendamientos;
entrega en contratos reales, etc.).
Las normas dispositivas, sólo integrarán el contrato cuando contemplen un elemento natural del mismo que no
haya sido contemplado o regulado de forma diversa a la legalmente prevista (art. 1.455: gastos de escrituras;
art. 1.478: contenido típico del saneamiento por evicción; art. 1.760: gratuidad del depósito, etc.).
4.5. La buena fe
La buena fe, como principio general del Derecho, no puede ser extraña a la propia conformación de los usos
normativos y de los mandatos legales. Se ha de presuponer inserta en ambos grupos de normas o, al menos, debe
ser inspiradora de aquéllos.
Es el último canon hermenéutico que, entendido en sentido objetivo, utiliza el legislador para tratar de que en
todo momento los efectos del contrato se adecúen a las reglas de conducta socialmente considera- das como
dignas de respeto.
La buena fe no puede ser entendida desde una perspectiva subjetiva, sino como un criterio ordenador de las
relaciones contractuales, que se superpone al propio comportamiento de las partes y configura el contenido o los
efectos del contrato de acuerdo con las reglas de conducta socialmente consideradas como dignas de respeto.
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Muchas de estas sentencias han encontrado su origen en supuestos de compraventa de viviendas, con ocasión de
las cuales es sumamente frecuente que los promotores o constructores ofrezcan todo lo que se les pasa por la
imaginación, despreocupándose del resultado final de las obras.
Así, por ejemplo, en los últimos años el precepto ha sido considerado por varias sentencias del Tribunal Supremo:
- 7 de noviembre de 1988, que, salvo error por nuestra parte, es la primera que aduce expresamente el artículo
8 LCU.
- 15 de junio de 2000 (falta de piscina prometida, en Sevilla precisamente).
- La Sentencia del Tribunal Supremo, de 15 de marzo de 2010, que estima el recurso de casación formulado por
la representación procesal de Inmobiliaria del Sur. S.A. contra la SAP Sevilla del 8 de junio de 2005. Conforme a la
sentencia, los adquirentes de las viviendas suscribieron el contrato de compraventa, al que se unió una Memoria
de calidades distinta de la que fue inicialmente ofertada.
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2.3. Las condiciones generales de la contratación en Derecho español bajo la regulación del Código
Civil
Si no se contemplaban las condiciones generales de contratación en la legislación (caso español), la cuestión se
reenviaba a la jurisprudencia.
La jurisprudencia española (años treinta del siglo XX) ha sido tradicional recurrir a una interpretación progresista y finalista
del artículo 1.288 CC (“la interpretación de las cláusulas oscuras de un contrato no deberá favorecer a la parte que hubiese
ocasionado la oscuridad”), vistas a proteger ciudadanos frente a los poderes económicos que preparan y rectan las
condiciones generales de la contratación. El Tribunal Supremo se ha limitado a requerir dos requisitos para dar lugar a la
interpretación contra proferentem: de una parte, clausulado contractual haya sido redactada unilateralmente por el
predisponente; de otra, sea inherente a la cláusula una oscuridad material claramente favorable para el predisponente.
Cuando el artículo 1.288 CC no podía aplicarse, la jurisprudencia ha procurado restablecer la justicia conmutativa basándose
en normas generales que excluirían la validez de las condiciones generales de la contratación que fuesen excesivamente
onerosas o lesivas para el contratante débil: artículos 7 y 1.258, presuponen y requieren la buena fe en la contratación;
artículo 1.256, prohíbe dejar el cumplimiento del contrato al arbitrio de uno de los contratantes; artículo 1.255, bastión de la
autonomía privada.
El Consejo de las Comunidades Europeas, aprobó la Directiva 93/13 sobre las cláusulas abusivas en los
contratos celebrados con consumidores.
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Según la Ley de Contrato de Seguro (Ley 50/1980, de 8 de octubre, aún en vigor), se declaran nulas las cláusulas
que tengan carácter lesivo o que sean perjudiciales para el asegurado, al tiempo que se obliga a los
aseguradores a modificar en las pólizas vigentes las cláusulas que hayan sido declaradas nulas por el TS.
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Se pretende así distinguir lo que son cláusulas abusivas de lo que son condiciones generales de la contratación.
Una cláusula es condición general cuando está predispuesta e incorporada a una pluralidad de contrataos
exclusivamente por una de las partes, y no tiene por qué ser abusiva. Cláusula abusiva es la que contra de las exigencias
de la buena fe causa en detrimento del consumidor un desequilibrio importante e injustificado de las obligaciones
contractuales, y puede tener o no el carácter de condición general…
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1. Las cláusulas que reserven al empresario que contrata con el consumidor y usuario un plazo excesivamente largo
o insuficientemente determinado para aceptar o rechazar una oferta contractual o satisfacer la prestación debida.
2. Las cláusulas que prevean la prórroga automática de un contrato de duración determinada si el consumidor y
usuario no se manifiesta en contra, fijando una fecha límite que no permita de manera efectiva al consumidor y
usuario manifestar su voluntad de no prorrogarlo.
3. Las cláusulas que reserven a favor del empresario facultades de interpretación o modificación unilateral del
contrato, salvo, en este último caso, que concurran motivos válidos especificados en el contrato.
En los contratos referidos a servicios financieros lo establecido en el párrafo anterior se entenderá sin perjuicio de las
cláusulas por las que el empresario se reserve la facultad de modificar sin previo aviso el tipo de interés adeudado por el
consumidor o al consumidor, así como el importe de otros gastos relacionados con los servicios financieros, cuando
aquéllos se encuentren adaptados a un índice, siempre que se trate de índices legales y se describa el modo de variación
del tipo, o en otros casos de razón válida, a condición de que el empresario esté obligado a informar de ello en el más
breve plazo a los otros contratantes y éstos puedan resolver inmediatamente el contrato sin penalización alguna.
Igualmente podrán modificarse unilateralmente las condiciones de un contrato de servicios financieros de duración
indeterminada por los motivos válidos expresados en él, siempre que el empresario esté obligado a informar al
consumidor y usuario con antelación razonable y éste tenga la facultad de resolver el contrato, o, en su caso, rescindir
unilateralmente, sin previo aviso en el supuesto de razón válida, a condición de que el empresario informe de ello
inmediatamente a los demás contratantes.
4. Las cláusulas que autoricen al empresario a resolver anticipadamente un contrato de duración determinada, si al
consumidor y usuario no se le reconoce la misma facultad, o las que le faculten a resolver los contratos de duración
indefinida en un plazo desproporcionadamente breve o sin previa notificación con antelación razonable.
Lo previsto en este párrafo no afecta a las cláusulas en las que se prevea la resolución del contrato por
incumplimiento o por motivos graves, ajenos a la voluntad de las partes, que alteren las circunstancias que motivaron la
celebración del contrato.
5. Las cláusulas que determinen la vinculación incondicionada del consumidor y usuario al contrato aun cuando el
empresario no hubiera cumplido con sus obligaciones.
6. Las cláusulas que supongan la imposición de una indemnización desproporcionadamente alta, al consumidor y
usuario que no cumpla sus obligaciones.
7. Las cláusulas que supongan la supeditación a una condición cuya realización dependa únicamente de la voluntad
del empresario para el cumplimiento de las prestaciones, cuando al consumidor y usuario se le haya exigido un
compromiso firme.
8. Las cláusulas que supongan la consignación de fechas de entrega meramente indicativas condicionadas a la
voluntad del empresario.
9. Las cláusulas que determinen la exclusión o limitación de la obligación del empresario de respetar los acuerdos o
compromisos adquiridos por sus mandatarios o representantes o supeditar sus compromisos al cumplimiento de
determinadas formalidades.
10. Las cláusulas que prevean la estipulación del precio en el momento de la entrega del bien o servicio o las que
otorguen al empresario la facultad de aumentar el precio final sobre el convenido, sin que en ambos casos existan
razones objetivas y sin reconocer al consumidor y usuario el derecho a resolver el contrato si el precio final resulta muy
superior al inicialmente estipulado.
Lo establecido en el párrafo anterior se entenderá sin perjuicio de la adaptación de precios a un índice, siempre que
tales índices sean legales y que en el contrato se describa explícitamente el modo de variación del precio.
11. Las cláusulas que supongan la concesión al empresario del derecho a determinar si el bien o servicio se ajusta a
lo estipulado en el contrato.
Artículo 86. Cláusulas abusivas por limitar los derechos básicos del consumidor y usuario.
En cualquier caso serán abusivas las cláusulas que limiten o priven al consumidor y usuario de los derechos
reconocidos por normas dispositivas o imperativas y, en particular, aquellas estipulaciones que prevean:
1. La exclusión o limitación de forma inadecuada de los derechos legales del consumidor y usuario por
incumplimiento total o parcial o cumplimiento defectuoso del empresario.
En particular las cláusulas que modifiquen, en perjuicio del consumidor y usuario, las normas legales sobre
conformidad con el contrato de los bienes o servicios puestos a su disposición o limiten el derecho del consumidor y
usuario a la indemnización por los daños y perjuicios ocasionados por dicha falta de conformidad.
2. La exclusión o limitación de la responsabilidad del empresario en el cumplimiento del contrato, por los daños o
por la muerte o por las lesiones causadas al consumidor y usuario por una acción u omisión de aquél.
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3. La liberación de responsabilidad del empresario por cesión del contrato a tercero, sin consentimiento del deudor,
si puede engendrar merma de las garantías de éste.
4. La privación o restricción al consumidor y usuario de las facultades de compensación de créditos, retención o
consignación.
5. La limitación o exclusión de la facultad del consumidor y usuario de resolver el contrato por incumplimiento del
empresario.
6. La imposición de renuncias a la entrega de documento acreditativo de la operación.
7. La imposición de cualquier otra renuncia o limitación de los derechos del consumidor y usuario.
Artículo 87. Cláusulas abusivas por falta de reciprocidad.
Son abusivas las cláusulas que determinen la falta de reciprocidad en el contrato, contraria a la buena fe, en
perjuicio del consumidor y usuario y, en particular:
1. La imposición de obligaciones al consumidor y usuario para el cumplimiento de todos sus deberes y
contraprestaciones, aun cuando el empresario no hubiere cumplido los suyos.
2. La retención de cantidades abonadas por el consumidor y usuario por renuncia, sin contemplar la indemnización
por una cantidad equivalente si renuncia el empresario.
3. La autorización al empresario para resolver el contrato discrecionalmente, si al consumidor y usuario no se le
reconoce la misma facultad.
4. La posibilidad de que el empresario se quede con las cantidades abonadas en concepto de prestaciones aún no
efectuadas cuando sea él mismo quien resuelva el contrato.
5. Las estipulaciones que prevean el redondeo al alza en el tiempo consumido o en el precio de los bienes o servicios
o cualquier otra estipulación que prevea el cobro por productos o servicios no efectivamente usados o consumidos de
manera efectiva.
En aquellos sectores en los que el inicio del servicio conlleve indisolublemente unido un coste para las empresas o los
profesionales no repercutido en el precio, no se considerará abusiva la facturación por separado de tales costes, cuando
se adecuen al servicio efectivamente prestado.
6. Las estipulaciones que impongan obstáculos onerosos o desproporcionados para el ejercicio de los derechos
reconocidos al consumidor y usuario en el contrato, en particular en los contratos de prestación de servicios o
suministro de productos de tracto sucesivo o continuado, la imposición de plazos de duración excesiva, la renuncia o el
establecimiento de limitaciones que excluyan u obstaculicen el derecho del consumidor y usuario a poner fin a estos
contratos, así como la obstaculización al ejercicio de este derecho a través del procedimiento pactado, cual es el caso de
las que prevean la imposición de formalidades distintas de las previstas para contratar o la pérdida de las cantidades
abonadas por adelantado, el abono de cantidades por servicios no prestados efectivamente, la atribución al empresario
de la facultad de ejecución unilateral de las cláusulas penales que se hubieran fijado contractualmente o la fijación de
indemnizaciones que no se correspondan con los daños efectivamente causados.
Artículo 88. Cláusulas abusivas sobre garantías.
En todo caso se consideraran abusivas las cláusulas que supongan:
1. La imposición de garantías desproporcionadas al riesgo asumido.
Se presumirá que no existe desproporción en los contratos de financiación o de garantías pactadas por entidades
financieras que se ajusten a su normativa específica.
2. La imposición de la carga de la prueba en perjuicio del consumidor y usuario en los casos en que debería
corresponder a la otra parte contratante.
Artículo 89. Cláusulas abusivas que afectan al perfeccionamiento y ejecución del contrato.
En todo caso tienen la consideración de cláusulas abusivas:
1. Las declaraciones de recepción o conformidad sobre hechos ficticios, y las declaraciones de adhesión del
consumidor y usuario a cláusulas de las cuales no ha tenido la oportunidad de tomar conocimiento real antes de la
celebración del contrato.
2. La transmisión al consumidor y usuario de las consecuencias económicas de errores administrativos o de gestión
que no le sean imputables.
3. La imposición al consumidor de los gastos de documentación y tramitación que por ley corresponda al
empresario. En particular, en la compraventa de viviendas:
a) La estipulación de que el consumidor ha de cargar con los gastos derivados de la preparación de la titulación
que por su naturaleza correspondan al empresario (obra nueva, propiedad horizontal, hipotecas para financiar su
construcción o su división y cancelación).
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contratación que integren dichos contratos, en el plazo máximo de un mes desde la recepción de la solicitud, al
objeto de facilitar el estudio y valoración del posible carácter abusivo de determinadas cláusulas y, en su caso,
ejercitar las competencias que en materia de control y sanción les atribuye esta ley.
2. Los Notarios y los Registradores de la Propiedad y Mercantiles, en el ejercicio profesional de sus respectivas
funciones públicas, informarán a los consumidores y usuarios en los asuntos propios de su especialidad y
competencia.
3. Las cláusulas, condiciones o estipulaciones que utilicen las empresas públicas o concesionarias de servicios
públicos, estarán sometidas a la aprobación y control de las Administraciones públicas competentes, cuando así se
disponga como requisito de validez y con independencia de la consulta al Consejo de Consumidores y Usuarios,
prevista en esta u otras leyes, todo ello sin perjuicio de su sometimiento a las disposiciones generales de esta
norma.”
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De estimar el carácter abusivo de alguna de las cláusulas contractuales, el auto que se dicte determinará las
consecuencias de tal consideración acordando, bien la improcedencia de la pretensión, bien la continuación del
procedimiento sin aplicación de las consideradas abusivas.
Si el tribunal no estimase la existencia de cláusulas abusivas, lo declarará así y el secretario judicial procederá a
requerir al deudor en los términos previstos en el apartado 1.
El auto que se dicte será directamente apelable en todo caso.
Las modificaciones contempladas carecen de eficacia retroactiva en todo caso, respecto de los procesos monitorios
entablados con anterioridad a la entrada en vigor de la Ley 42/2015 hay que estar a lo establecido en su disposición
transitoria segunda.
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inicio de la construcción, estableciendo una serie de medidas preventivas tendentes a garantizar tanto la
aplicación efectiva a la construcción de su vivienda de los medios económicos anticipados por los adquirentes y
futuros usuarios, como su devolución en el caso de que la construcción no se llevare a efecto.
Recientemente, la Ley 20/2015, de 14 de julio, de ordenación, supervisión y solvencia de las entidades
aseguradoras y reaseguradoras, da nueva redacción a la Disposición Adicional Primera de la Ley 38/1999, de
ordenación de la edificación, que había derogado a la ley de 1968:
La percepción de cantidades anticipadas en la edificación por los promotores o gestores se cubrirá mediante un seguro que
indemnice el incumplimiento del contrato en forma análoga a lo dispuesto en la ley de 1968, la cual se aplicará a las
viviendas, con las siguientes modificaciones:
a) La expresada normativa será de aplicación a la promoción de toda clase de viviendas, incluso a las que se realicen en
régimen de comunidad de propietarios o sociedad cooperativa.
b) La garantía que establece la ley de 1968 se extenderá a las cantidades entregadas en efectivo o mediante cualquier
efecto cambiario, cuyo pago se domiciliará en cuenta especial prevista en la Ley.
c) La devolución garantizada comprenderá las cantidades entregadas más los intereses legales del dinero vigentes hasta el
momento en que se haga efectiva la devolución.
d) Las multas por incumplimiento a que se refiere el artículo 6, se impondrán por las CCAA, en cuantía, y por infracción, de
hasta el 25% de las cantidades cuya devolución deba ser asegurada o por lo dispuesto en la normativa propia de la CA.
La diferencia más sobresaliente, se encuentra en que la Ley de 1968, en su art.3 disponía que “expirado el plazo
de iniciación de las obras o de entrega de la vivienda sin que una u otra hubiesen tenido lugar, el cesionario podrá
optar entre la rescisión del contrato con la devolución de las cantidades entregadas a cuenta, incrementadas con
el seis por ciento de intereses anual , o conceder al cedente prorrogado ; mientras que en la nueva disposición de
la Ley 38/1999 solo prevé, en la hipótesis de devolución de las cantidades, su incremento en el interés legal,
conforme a los nuevos tiempos y a la denominada desindexación de la economía , legalmente formulada ahora en
la Ley 2/2015, de 30 de marzo, precisamente bajo dicha rúbrica: de desindexación de la economía española.
2.3. La CE de 1978
En su art.47 reconoce el derecho que todos los españoles tienen a disfrutar de una vivienda digna y adecuada ,
y en su art. 51 incorpora el principio de protección de los consumidores y usuarios e impone a los poderes
públicos el deber de garantizar la defensa de los consumidores y usuarios, protegiendo, mediante procedimiento
eficaces, la seguridad , la salud y los legítimos intereses económicos de los mismos; debiendo, asimismo,
promover la información y la educación de los consumidores y usuarios. Por último, el art 53.3 trata el desarrollo
normativo, al ordenar que los principios del capítulo tercero informen “la legislación positiva, la práctica judicial y
la actuación de los poderes públicos”.
3. NOCIONES INSTRUMENTALES
3.1. El comprador o arrendatario como consumidor
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DERECHO DEL CONSUMO 17-18
El RD 515/1989 se aplica a la oferta, promoción y publicidad que se realice para la venta o arrendamiento de
viviendas que se efectúa en el marco de una actividad empresarial o profesional, siempre que aquellos actos
vayan referidos a consumidores (art. 1).
Tanto las personas físicas como las jurídicas pueden tener esta esta consideración siempre que sean los
destinatarios finales de los inmuebles, y deben realizarse con el ánimo de satisfacer sus necesidades personales
o familiares y no para volver a introducirlos en el proceso de comercialización.
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servicios e instalaciones, adquisición, utilización y pago que se hubieren ofrecido por vía publicitaria “aun
cuando no figuren expresamente en el contrato celebrado” (art. 3.2 RD-515/89; 8 LCU y 61 TRLCU)
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1) Impuesto sobre el Valor Añadido (IVA), regulado por la ley 37/1992 del 28 de diciembre
Este impuesto grava las transmisiones patrimoniales cuando se realizan en el desarrollo de una actividad empresarial. El
IVA es el impuesto que repercute la parte vendedora sobre la compradora, sobre la base de la contraprestación total,
incluidos los intereses de la parte aplazada por la parte vendedora (tipo de gravamen actual: 10%). Caben pagos anticipados,
cada uno de ellos incrementado con la repercusión del IVA correspondiente, debiendo abonarse íntegramente el resto del
impuesto en el momento en que se verifique la entrega del inmueble al comprador, aun cuando no se haya abonado
íntegramente el precio estipulado en compraventa. Las operaciones sujetas a IVA no se sujetarán al ITPAJD
2) Impuesto sobre Transmisiones Patrimoniales y Actos Jurídicos Documentados (ITPAJD), regulado por el Real
Decreto Legislativo 1/1993, de 24 de septiembre
Grava actos jurídicos documentados (compraventa). El tipo de gravamen es del 0.5%, si bien las administraciones
autonómicas tienen competencias que les permite fijar otro tipo de gravamen.
3) Impuesto sobre el incremento del Valor de los Terrenos de Naturaleza Urbana (RDLeg 2/2004)
Grava el incremento real del valor de los terrenos de naturaleza urbana puesto de manifiesto en el momento de la
transmisión de la propiedad y generado a lo largo de un periodo máximo de 20 años. Debe ser satisfecho por el transmitente,
pero es habitual que en clausulado de compraventa se incluya la obligación de que sea satisfecho por el comprador.
4) Impuesto sobre Bienes Inmuebles (RDLeg 2/2004)
Grava la propiedad sobre este tipo de bienes y afecta al consumidor desde el momento en que se convierta en
propietario. La determinación de la cuantía a ingresar tomará como base los valores catastrales tanto del terreno
como de la edificación. El impuesto se devenga el primer día del periodo impositivo, el cual coincide con el año
natural
d) Información sobre la documentación del contrato
1) Que consumidor no soportará los gastos derivados de la titulación que corresponda legalmente al
vendedor.
2) Los art. 1280.1 y 1279 del CC.
3) El derecho que asiste a todo consumidor de elegir el Notario, con las limitaciones lógicas derivadas de la
conexión con los elementos personales o reales del negocio.
e) Fase de ejecución y de entrega
Si la vivienda o las zonas comunes o los elementos accesorios no se hallen totalmente terminados se hará constar
con claridad la fecha prevista de entrega y la fase en que se encuentra.
f) Identificación del arquitecto y constructor, cuando se trata de primeras transmisiones:
Resultarán de gran utilidad para el consumidor en aquellos casos en que se pongan de manifiesto vicios o
defectos en la construcción y sea preciso reclamar o ejercitar las correspondientes acciones judiciales en defensa
de sus intereses.
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DERECHO DEL CONSUMO 17-18
Para los casos en que la vivienda no se encuentre terminada, o no iniciada, y se estén llevando a cabo pagos
anticipados por parte de los consumidores, se deberá tener “a disposición del público y de las autoridades
competentes copia del documento en que se formalicen las garantías de las cantidades entregadas a cuenta”
[aplicación de la Ley 57/1968, de 27 de julio, que contiene el RD 515/1989 en su art 7]. La Ley de Ordenación de la
Edificación, en su Disposición Adicional primera ha venido a precisar y ampliar el ámbito de protección de la
citada Ley.
La exigencia de medidas que aseguren las cantidades entregadas a cuenta por el comprador obedece al espíritu
protector e irrenunciable por parte de éste, afectando tanto a las personas físicas como jurídicas que promuevan
la construcción de viviendas, cuyo destino sea el de residencia familiar. Actualmente esta exigencia es aplicable a
la promoción de todo tipo de viviendas, incluso a las que se realicen en régimen de comunidad de propietarios o
sociedad cooperativa.
Las medidas a cumplir por el promotor son dos:
a) Para cubrir la eventualidad de que la construcción no se inicie o no llegue a buen fin por cualquier causa en
el plazo convenido, se obliga a garantizar la devolución de las cantidades entregadas más los intereses legales
del dinero vigentes hasta el momento en que se haga efectiva la devolución, mediante contrato de seguro o
aval solidario prestado por entidad bancaria; y
b) Todas las cantidades que se perciban en concepto de anticipo facilitado por los adquirentes deberán
depositarse en una cuenta especial habilitada al efecto por el promotor de la construcción en entidad
autorizada, con la finalidad d que en ningún caso tales cantidades puedan ser destinadas a otros fines distintos
de los que le son propios, con separación de cualquier otro tipo de fondos pertenecientes al promotor.
Además la Ley 57/1968 y la DA primera de la LOE, imponen la obligación de hacer constar expresamente en tales
contratos: a) Que el cedente se obliga a la devolución al cesionario de las cantidades percibidas, incrementadas
con los intereses legales del dinero vigentes hasta el momento en que se haga efectiva la devolución en tres
supuestos: si la construcción no se inicia, si no se termina en los plazos previstos en el contrato, o si no se
obtiene la Cédula de Habitabilidad; b) Referencia al aval bancario o contrato de seguro suscrito, así como
identificación de la entidad con la que cualquiera de ellos han sido suscritos; y, c) Designación de la entidad y
número de cuenta a través de la cual los adquirentes deberán hacer entrega de las cantidades anticipadas
pactadas en el contrato. Junto con esta reseña, deberá entregarse al adquirente en el momento de
formalización del contrato, copia de la póliza de seguro suscrita o del aval referido anteriormente. En caso de
incumplimiento de los términos contractuales objeto de aseguramiento, al adquirente se le ofrecen las siguientes
opciones: o bien rescindir el contrato con devolución de las cantidades entregadas a cuenta; o bien conceder al
cedente prórroga, haciéndolo constar en cláusula adicional de contrato suscrito, especificando la nueva fecha
prevista de terminación y entrega de vivienda.
En cuestiones relativas a propaganda y publicidad de la cesión de viviendas, en la publicidad debería hacerse
constar que el promotor ajustará su actuación y contratación a los requisitos establecidos en la Ley 57/1968,
haciendo referencia expresa a la entidad garante y aquéllas en las que habrán de ingresarse las cantidades a
cuenta que vayan satisfaciendo los contratantes. Se exigirá claridad y precisión en dicha publicidad y propaganda.
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Toda la documentación referida en los apartados anteriores constituirá el Libro del Edificio y será entregada a los
usuarios finales del edificio.
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al consumidor acción para anular los contratos que se celebrasen obviando dicho requisito y el reconocimiento
del derecho del consumidor a revocar el consentimiento prestado.
La finalidad de la Directiva como de la Ley española proteger la libertad de la decisión negocial o contractual de
los consumidores.
6. INFORMACIÓN PRECONTRACTUAL
Art 97 (segundo libro) -> referido a la imperativa información precontractual que ha de ser suministrada al
consumidor.
1. Antes de que el consumidor y usuario quede vinculado por cualquier contrato a distancia o celebrado fuera del
establecimiento o cualquier oferta correspondiente, el empresario le facilitará de forma clara y comprensible la siguiente
información:
a) Las características principales de los bienes o servicios, en la medida adecuada al soporte utilizado y a los bienes o
servicios.
b) La identidad del empresario, incluido su nombre comercial.
c) La dirección completa del establecimiento del empresario y el número de teléfono, número de fax y dirección de correo
electrónico del mismo, cuando proceda, con objeto de que el consumidor y usuario pueda ponerse en contacto y
comunicarse con él de forma rápida y eficaz, así como, cuando proceda, la dirección completa y la identidad del empresario
por cuya cuenta actúa.
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d) Si es diferente de la dirección facilitada de conformidad con la letra c), la dirección completa de la sede del empresario y,
cuando proceda, la del empresario por cuya cuenta actúa, a la que el consumidor y usuario puede dirigir sus reclamaciones.
e) El precio total de los bienes o servicios, incluidos los impuestos y tasas, o, si el precio no puede calcularse
razonablemente de antemano por la naturaleza de los bienes o de los servicios, la forma en que se determina el precio, así
como, cuando proceda, todos los gastos adicionales de transporte, entrega o postales y cualquier otro gasto o, si dichos
gastos no pueden ser calculados razonablemente de antemano, el hecho de que puede ser necesario abonar dichos gastos
adicionales. En el caso de un contrato de duración indeterminada o de un contrato que incluya una suscripción, el precio
incluirá el total de los costes por período de facturación. Cuando dichos contratos se cobren con arreglo a una tarifa fija, el
precio total también significará el total de los costes mensuales. Cuando no sea posible calcular razonablemente de
antemano el coste total, se indicará la forma en que se determina el precio.
f) El coste de la utilización de la técnica de comunicación a distancia para la celebración del contrato, en caso de que dicho
coste se calcule sobre una base diferente de la tarifa básica.
g) Los procedimientos de pago, entrega y ejecución, la fecha en que el empresario se compromete a entregar los bienes o
a ejecutar la prestación de los servicios, así como, cuando proceda, el sistema de tratamiento de las reclamaciones del
empresario.
h) La lengua o lenguas en las que podrá formalizarse el contrato, cuando ésta no sea la lengua en la que se le ha ofrecido la
información previa a la contratación.
i) Cuando exista un derecho de desistimiento, las condiciones, el plazo y los procedimientos para ejercer ese derecho, así
como el modelo de formulario de desistimiento.
j) Cuando proceda, la indicación de que el consumidor y usuario tendrá que asumir el coste de la devolución de los bienes
en caso de desistimiento y, para los contratos a distancia, cuando los bienes, por su naturaleza, no puedan devolverse
normalmente por correo, el coste de la devolución de los mismos.
k) En caso de que el consumidor y usuario ejercite el derecho de desistimiento tras la presentación de una solicitud con
arreglo al artículo 98.8 o al artículo 99.3, la información de que en tal caso el consumidor y usuario deberá abonar al
empresario unos gastos razonables de conformidad con el artículo 108.3.
l) Cuando con arreglo al artículo 103 no proceda el derecho de desistimiento, la indicación de que al consumidor y usuario
no le asiste, o las circunstancias en las que lo perderá cuando le corresponda.
m) Un recordatorio de la existencia de una garantía legal de conformidad para los bienes.
n) Cuando proceda, la existencia de asistencia posventa al consumidor y usuario, servicios posventa y garantías
comerciales, así como sus condiciones.
o) La existencia de códigos de conducta pertinentes y la forma de conseguir ejemplares de los mismos, en su caso. A tal
efecto, se entiende por código de conducta el acuerdo o conjunto de normas no impuestas por disposiciones legales,
reglamentarias o administrativas, en el que se define el comportamiento de aquellos empresarios que se comprometen a
cumplir el código en relación con una o más prácticas comerciales o sectores económicos.
p) La duración del contrato, cuando proceda, o, si el contrato es de duración indeterminada o se prolonga de forma
automática, las condiciones de resolución.
q) Cuando proceda, la duración mínima de las obligaciones del consumidor y usuario derivadas del contrato.
r) Cuando proceda, la existencia y las condiciones de los depósitos u otras garantías financieras que el consumidor y
usuario tenga que pagar o aportar a solicitud del empresario.
s) Cuando proceda, la funcionalidad de los contenidos digitales, incluidas las medidas técnicas de protección aplicables.
t) Cuando proceda, toda interoperabilidad relevante del contenido digital con los aparatos y programas conocidos por el
empresario o que quepa esperar razonablemente que éste pueda conocer.
u) Cuando proceda, la posibilidad de recurrir a un mecanismo extrajudicial de reclamación y resarcimiento al que esté
sujeto el empresario y los métodos para tener acceso al mismo.
2. El apartado 1 se aplicará también a los contratos para el suministro de agua, gas, electricidad –cuando no estén
envasados para la venta en un volumen delimitado o en cantidades determinadas–, calefacción mediante sistemas urbanos
y contenido digital que no se preste en un soporte material.
3. En las subastas públicas, la información a que se refiere el apartado 1. b), c) y d), podrá ser sustituida por los datos
equivalentes del subastador.
4. La información contemplada en el apartado 1. i), j) y k) podrá proporcionarse a través del modelo de documento de
información al consumidor y usuario sobre el desistimiento establecido en el anexo A. El empresario habrá cumplido los
requisitos de información contemplados en el apartado 1. i), j) y k), cuando haya proporcionado dicha información
correctamente cumplimentada.
5. La información a que se refiere el apartado 1 formará parte integrante del contrato a distancia o celebrado fuera del
establecimiento y no se alterará a menos que las partes dispongan expresamente lo contrario. Corresponderá al
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empresario probar el correcto cumplimiento de sus deberes informativos y, en su caso, el pacto expreso del contenido de la
información facilitada antes de la celebración del contrato.
6. Si el empresario no cumple los requisitos de información sobre gastos adicionales u otros costes contemplados en el
apartado 1. e), o sobre los costes de devolución de los bienes contemplados en el apartado 1. j), el consumidor y usuario
no deberá abonar dichos gastos o costes.
7. Los requisitos de información establecidos en este capítulo se entenderán como adicionales a los requisitos que figuran
en la Ley 17/2009, de 23 de noviembre, sobre el libre acceso a las actividades de servicios y su ejercicio y en la Ley 34/2002,
de 11 de julio, de servicios de la sociedad de la información y de comercio electrónico.
Sin perjuicio de lo dispuesto en el párrafo anterior, si una disposición general o sectorial sobre prestación de servicios,
incluidos los servicios de la sociedad de la información y de comercio electrónico, relativa al contenido o el modo en que se
debe proporcionar la información entrara en conflicto con alguna disposición de esta ley, prevalecerá la disposición de esta
ley.
8. La carga de la prueba en relación con el cumplimiento de los requisitos de información establecidos en este artículo
incumbirá al empresario.
7. REQUISITOS FORMALES
Aparece en los artículos 98 y 99 del TRLCU (a distancia y fuera del establecimiento, respectivamente).
Los denominados requisitos formales han de entenderse reducidos a la idea de que la información
precontractual haya sido suministrada, que se acredite la voluntad consciente de celebración del contrato por
parte del consumidor y que, finalmente, el empresario proporcione al consumidor una confirmación o copia del
contrato celebrado en papel o en cualquier otro soporte duradero (arts. 98.7 y 99.2).
Se precisa de consentimiento expreso (art. 101):
1. En ningún caso la falta de respuesta a la oferta de contratación podrá considerarse como aceptación de ésta.
2. Si el empresario, sin aceptación explícita del consumidor y usuario destinatario de la oferta, le suministrase el bien o
servicio ofertado, se aplicará lo dispuesto en el artículo 66 quáter.
El eventual silencio de quien recibe una oferta contractual no solicitada ni instada por él carece de valor alguno.
Por tanto, el silencio de quien no es aceptante de la oferta contractual ajena en modo alguno puede entenderse
como manifestación positiva de voluntad que lo vincule contractualmente.
8. EL DERECHO DE DESISTIMIENTO
Las características de los contratos pueden comportar ciertos inconvenientes para los consumidores, en cuanto
éstos carecen de la posibilidad de real de contrastar el producto o de conocer suficientemente las características
del servicio suministrado antes de la celebración propiamente dicha del contrato y la consiguiente recepción del
producto o servicio adquirido.
Para evitar abusos:
-Directivas Europeas:
*Directiva 577/85, de 20 de diciembre →contratos negociados fuera de los establecimientos mercantiles;
*Directiva 7/97, de 20 de mayo →contratos a distancia;
-Leyes españolas de incorporación de ellas al derecho interno (LCFEM -Ley 26/1991, de 21 de noviembre-y la
LOCM -Ley 7/1996, de 15 de enero) → derecho a los consumidores de desistimiento contractual, durante un
período temporal de siete días laborables o hábiles.
Las modificaciones introducidas por la ley 3/2014, suponen una regulación más amplia del derecho de
desistimiento en los contratos a distancia y los contratos celebrados fuera del establecimiento, que incorpora
un formulario normalizado al respecto que el consumidor y usuario podrá utilizar opcionalmente, al tiempo
que se amplía el plazo para su ejercicio a catorce días naturales. En caso de que el empresario no facilite al
consumidor y usuario la información sobre el derecho de desistimiento, se amplía el plazo para desistir del
contrato hasta doce meses después de la fecha de expiración del periodo inicial. La ley regula las obligaciones que
asumen ambas partes del contrato en caso de desistimiento, así como los efectos del mismo respecto a los
contratos complementarios.
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Por otra parte, la ley contempla la posibilidad de que el empresario ofrezca al consumidor y usuario la opción
de cumplimentar el formulario de desistimiento en línea, en cuyo caso deberá proporcionar sin demora indebida
un acuse de recibo, por ejemplo, por correo electrónico.
Tales modificaciones, referidas a los contratos a distancia y/o fuera del establecimiento mercantil, se encuentran
recogidas en el vigente TRLCU en los artículos 102 a 108.
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l) El suministro de servicios de alojamiento para fines distintos del de servir de vivienda, transporte de bienes, alquiler de
vehículos, comida o servicios relacionados con actividades de esparcimiento, si los contratos prevén una fecha o un
periodo de ejecución específicos.
m) El suministro de contenido digital que no se preste en un soporte material cuando la ejecución haya comenzado con el
previo consentimiento expreso del consumidor y usuario con el conocimiento por su parte de que en consecuencia pierde
su derecho de desistimiento.
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La práctica en materia de contratos a distancia permite apreciar a menudo que los plazos de entrega
representan un problema que algunas veces deviene en grave problema. Frecuentemente, estos plazos no son
precisados y el consumidor espera durante largo tiempo la recepción del pedido. Por eso, el artículo109.1 del
vigente TRLCU dispone que «Salvo que las partes hayan acordado otra cosa, el empresario deberá ejecutar el
pedido sin ninguna demora indebida y a más tardar en el plazo de treinta días naturales a partir de la
celebración del contrato». Este plazo de 30 días coincide con el ya establecido anteriormente en el artículo 43.1
de la LOCM para la entrega de la cosa, contado a partir del día siguiente en que el vendedor recibía la aceptación
del comprador a la oferta o contratación a distancia.
“En caso de no ejecución del contrato por parte del empresario por no encontrarse disponible el bien o el
servicio contratado, el consumidor y usuario deberá ser informado de esta falta de disponibilidad y deberá
poder recuperar sin ninguna demora indebida las sumas que haya abonado en virtud del mismo"; pudiendo
exigir el consumidor, en caso de retraso injustificado, reclamar el doble del importe adeudado.
Si el consumidor acepta que se le suministre un bien o servicio de calidad y precio equivalentes, dispone
igualmente del derecho de desistimiento en los mismos términos que si se tratara del bien o servicio
inicialmente pactado (art.111).
10.3. Solidaridad del empresario y sus agentes en contratos fuera del establecimiento mercantil
Debemos recordar finalmente que, respecto de los contratos celebrados fuera del establecimiento mercantil,
responderán solidariamente de cualesquiera obligaciones el empresario por cuya cuenta se actúe y el
mandatario, comisionista o agente que hayan actuado en nombre propio", conforme al principio pro
consumatore, permitiendo al consumidor reclamar a quien más cómodo le resulte.
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3. ÁMBITO DE APLICACIÓN
Se regula la oferta, contratación y ejecución de las “vacaciones, circuitos y viajes combinados” (1.1 LVC y 150 TRLCU).
La Directiva 2015/2302 regula, junto al viaje combinado, los servicios de viaje vinculados. La diferencia es que, si el viaje
combinado supone la contratación unitaria de un conjunto de servicios, los servicios de viaje vinculados suponen la
contratación separada de todos aquellos servicios, pero todos ellos celebrados para servir unitariamente para un mismo viaje
o vacación. Se trata de una figura intermedia entre el viaje combinado, y la contratación independiente. Hay vinculación
cuando se está al menos ante 2 tipos de servicios de viaje contratado diferentes para el mismo viaje, si un empresario facilita:
a) La selección y pago por separado de cada servicio de viaje por parte de los viajeros o,
b) De manera específica, la contratación con otro empresario de como mínimo un servicio de viaje adicional siempre que
se celebre un contrato con ese otro empresario a más tardar 24h después de la confirmación de la reserva del 1º ss de viaje.
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La LVC y la TRLCU parten de un concepto amplio de consumidor: no exigen la condición de destinatario final del
servicio -> no es necesario que se trate de un viaje turístico o de ocio, sino un viaje de negocios, y el cliente puede
ser un consumidor, como un profesional.
La nueva Directiva 2015/2302, denomina al consumidor como “viajero”
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La Directiva 2015/2302, sustituye la exigencia de formalización por escrito, por la idea de un documento “en un
soporte más duradero”, pudiendo el viajero “reclamar una copia en papel del contrato de viaje combinado si este
se ha celebrado en presencia física simultánea de las partes”
Si el contenido contractual adopta la fórmula de condiciones generales de contratación, una práctica habitual en
este sector de los servicios, debiendo aplicarse las normas especiales que controlan estas condiciones.
5.3. El contenido mínimo del contrato (art. 4 LVC y art. 154.1 TRLCU)
a) Destino o destinos de viaje.
b) Distintos períodos y fechas de estancia.
c) Los medios de transporte: características y categorías.
d) Las fechas, horas y lugares de salida y regreso.
e) Si incluye alojamiento, situación, categoría, características, homologación oficial si existe, y el número de comidas.
f) Si se exige un número mínimo de personas, expresión de fecha límite de información al consumidor de la cancelación.
En todo caso habrá un mínimo con 10 días de antelación al inicio del viaje.
g) Itinerario.
h) Visitas, excursiones y otros servicios incluidos en el precio global.
i) Nombre y dirección del Organizador, Detallista y del Asegurador.
j) Precio del viaje con referencias a derecho e impuestos no incluidos en el precio.
k) Modalidades de pago, calendario y condiciones de financiación.
l) Toda solicitud especial del consumidor que haya sido aceptada.
m) Obligación del consumidor de comunicar los incumplimientos contractuales al Organizador o al Detallista y, en su caso,
al prestador directo del servicio.
n) Plazo para las reclamaciones judiciales establecido en el art. 13 de la Ley.
o) Plazo para exigir la confirmación de las reservas.
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número de días de duración del viaje: 20 días antes en caso de viajes de más de 6 días; 7 días antes en caso de
viajes entre 2 y 6 días; 48 horas antes en caso de viajes de dos días.
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Tanto el organizador como el detallista deberán tener la consideración de Agencia de Viajes según la normativa
administrativa aplicable (art. 151.1 TRLCU). Así pues, de cara a terceros y frente al consumidor, organizador y
detallista, pueden aparecer como dos personas iguales, cuando realmente no lo son, desde el punto de vista de
las responsabilidades que asumen a la contratación.
Llegada la fase de ejecución del contrato, sólo el organizador asume la responsabilidad por el buen fin del viaje
combinado, ya que es él quien lo organiza todo; a diferencia del detallista que limita su función a una labor de
intermediación entre el organizador y el consumidor. Sin embargo, la ley parece dejar en la sombra esta distinción
y sólo describe una situación de responsabilidad que se corresponde con las tareas del organizador sin ocuparse
del otro empresario, originando así una laguna, que el intérprete ha de salvar y que en más de un caso concreto
ha dado lugar a resoluciones judiciales que son criticables, en cuanto acaban por establecer una responsabilidad
solidaria entre organizador y detallista.
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Para estos casos, el Reglamento 261/2004 establece normas comunes para toda la UE sobre compensación por
denegación de embarque y cancelación o gran retraso en el transporte aéreo. En caso de que un viajero con
reserva confirmada se le niegue el embarque en un vuelo por exceso de reservas, se le otorgan los siguientes
derechos:
Derecho a obtener el reembolso del billete o el transporte más rápido posible en una fecha posterior que
resulte conveniente.
Derecho a una indemnización que oscila entre 250€ y 600€, dependiendo de los kilómetros del pasaje, y
Derecho a una serie de servicios gratuitos complementarios, como son una comunicación gratuita, comida y
bebidas suficientes y alojamiento en hotel si hay que pernoctar.
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En cuanto a las materias primas agrarias, ganaderas y de la caza y de la pesca quedaron excluidas del ámbito de
aplicación de la directiva CEE 85/374 aunque las incluyó en la directiva CEE 199/34 por motivos de reestablecer
confianza en los consumidores en la seguridad en productos agrícolas.
En cuanto a los productos artesanales, su peculiaridad característica radica en la elaboración personal e
individualizada por el artesano y, por tanto, ajena a la producción mecanizada, automatizada o en serie, más
propensa a generar riesgos para bienes y personas. La Directiva no se los excluye. Dado la posibilidad de
ocasionar daños, se entiende que dichos bienes se incluyen en el ámbito de aplicación de la responsabilidad
En cuanto a la sangre y los hemoderivados utilizados con finalidad terapéutica, son calificados de medicamentos
(art. 40 de la Ley del Medicamento de 1990 y después, art. 46 de la Ley 29/2006, de 26 de julio, de garantías y uso racional de
los medicamentos y productos sanitarios, dedicados a los medicamentos de origen humano), son productos y pueden ser
defectuosos; por ejemplo la sangre o hemoderivados contaminados con un virus
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• Por otro, porque de cara al aseguramiento del riesgo, igualmente es el sujeto idóneo para contratar el
seguro pertinente al mejor precio (frecuencia de siniestros, rebajas por menor siniestralidad, «franquicias» y
controles del asegurador) y para llevar a efecto la dispersión del riesgo a través del precio del producto final.
Al lado del fabricante real aparecen una serie de sujetos equiparados al productor, que en realidad son meros
distribuidores:
Fabricante o productor aparente -> se presenta en el mercado como tal, como fabricante, sin serlo en
realidad. Se le considera responsable porque con ese modo de actuación se constituye en introductor del
producto en el mercado y, por tanto, debiera ser también garante del mismo. En la práctica se presenta esta
situación con frecuencia en el caso de los denominados «productos blancos» o marca del establecimiento
distribuidor, que por lo general suelen ser una gran superficie, hipermercado o grandes almacenes. En estos
casos, suelen figurar en el propio producto los datos del fabricante real, en cuyo caso se desvirtúa la inicial
apariencia. Pero incluso puede que no haya constancia alguna referida al fabricante real.
Importador comunitario -> La responsabilidad se impone aquí a un distribuidor, para facilitar la reparación del
daño y evitar que el perjudicado quede sometido a regímenes jurídicos menos protectores. Presupuestos de
responsabilidad: 1- ejercicio profesional y 2- introducción de un producto extracomunitario. Esto es, la
responsabilidad se impone sólo al importador comunitario y no al importador nacional de productos de la UE. La
norma es generalmente criticada al reducir el nivel de protección de los perjudicados.
Distribuidor en sentido estricto (excepcionalmente) -> En principio, el distribuidor no es un sujeto responsable
en el esquema básico de la responsabilidad por productos, pues por lo general, no se le puede o podrá imputar
fácilmente el carácter defectuoso de los productos; su tarea simplemente distribuidora no propicia la
manipulación o alteración del producto. Por otro lado, extender la responsabilidad al distribuidor produciría un
efecto contraproducente en los intereses del perjudicado, porque incrementaría el precio del producto final
(costes de aseguramiento) y muy probablemente reduciría la competencia en el sector de la distribución, sin
que de ese modo se añada mucho más a la protección de los perjudicados.
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DERECHO DEL CONSUMO 17-18
c) Que el producto no había sido fabricado para la venta o cualquier otra forma de distribución con finalidad económica,
ni fabricado, importado, suministrado o distribuido en el marco de una actividad profesional o empresarial.
d) Que el defecto se debió a que el producto fue elaborado conforme a normas imperativas existentes.
e) Que el estado de los conocimientos científicos y técnicos existentes en el momento de la puesta en circulación no
permitía apreciar la existencia del defecto».
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propio productor, supuestos en los que no cabe más solución que la rigurosa aplicación de la carga probatoria a
cargo del mismo.
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reducción del número de litigios. No obstante, a nuestro juicio, a tenor del texto legal que habla de deducir sin más, parece
que se debe interpretar como una franquicia absoluta. Se busca reducir los litigios.
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Resulta positiva la ampliación del plazo de prescripción a tres años, en vez de mantener la prescripción anual
establecida para la responsabilidad extracontractual en el Código Civil. En cuanto al cómputo del plazo, la norma
es algo confusa, al partir del momento de producción del perjuicio siempre que se conozca al responsable de
dicho perjuicio, pero permitiendo que, en caso contrario, se retrase el comienzo del cómputo hasta que se
alcance dicho conocimiento.
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La situación es similar a la vista anteriormente respecto a la responsabilidad por productos, con la particularidad
de que aquí la limitación del montante indemnizatorio es mucho más acusada y no se especifica para qué tipo de
daños, para qué productos o para qué defectos se encuentra previsto. En todo caso la parte de los daños no
cubiertos o superiores al límite podrán ser reparados bajo el régimen general del Código Civil.
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3. LA LEGISLACIÓN ESPAÑOLA
3.1. La Ley General para la defensa de los consumidores y usuarios (Ley 26/1984, derogado por el TRLCU)
El arranque inicial del acceso de los consumidores a la justicia parte de la LCU de forma imprecisa ya que
establece que las asociaciones de consumidores pueden “representar a sus asociados y ejercer las
correspondientes acciones en defensa de los mismos, de la asociación o de los intereses generales de los
consumidores y usuarios” (art. 20)
La contemplación del tema en la LCU se caracteriza por distinguir las siguientes acciones:
A) Ejercicio de acciones en defensa de los asociados
Las asociaciones de consumidores pueden y deben representar a sus asociados en la defensa de sus intereses,
cuando así lo solicite cualquier socio.
Se trata de una legitimación por sustitución o representación, en cuanto la asociación no alega y defiende sus
propios intereses y derechos, sino el derecho o interés individual de uno o de varios de sus asociados, quienes se
dirigirán a la asociación para que actúe en su nombre. La pertenencia o adscripción a una determinada asociación
encuentra fundamento y punto de arranque en la previsión de que actuara procesalmente la asociación.
B) Ejercicio de acciones en defensa de la asociación
Se trata de que la asociación actúe o intervenga procesalmente en defensa de sus propios intereses o derechos.
En tal caso, la asociación actuará conforme a sus propias reglas y los derechos, intereses o expectativas que
legítimamente crea tener, sea frente a terceras personas, sea frente a sus propios asociados
C) Ejercicio de las acciones colectivas
Son acciones ejercitadas por la asociación en defensa “de los intereses generales de los consumidores y
usuarios”
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DERECHO DEL CONSUMO 17-18
El ejercicio de acciones colectivas por parte de las asociaciones de consumidores se enmarca en el movimiento
europeo pro consumidor. Pero la previsión normativa de la LGDCU dificultaba su práctica, ya que las disposiciones
procesales vigentes se basaban en reglas de la acción o intervención individual.
Por tanto, cuando se publica la Ley General, en 1984, se impuso que las asociaciones de consumidores podían
ejercitar acciones judiciales en defensa de los intereses generales o grupales de consumidores y usuarios, y una
vez aceptada la legitimación colectiva o legitimación grupal, la elaboración de las normas procesales era
cuestión de esperar.
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La acción de resarcimiento de los daños y perjuicios ocasionados por la conducta desleal podrá ejercitarse, igualmente,
por los legitimados conforme a lo previsto en el artículo 11.2 de la Ley 1/2000, de 7 de enero, de Enjuiciamiento Civil.
La acción de enriquecimiento injusto sólo podrá ser ejercitada por el titular de la posición jurídica violada.
2. Las acciones contempladas en el artículo 32.1, 1ª a 4ª, podrán ejercitarse además por las asociaciones, corporaciones
profesionales o representativas de intereses económicos, cuando resulten afectados los intereses de sus miembros.
3. Ostentan legitimación activa para el ejercicio de las acciones previstas en el artículo 32.1, 1ª a 4ª, en defensa de los
intereses generales, colectivos o difusos, de los consumidores y usuarios:
a) El Instituto Nacional del Consumo y los órganos o entidades correspondientes de las comunidades autónomas y de las
corporaciones locales competentes en materia de defensa de los consumidores y usuarios.
b) Las asociaciones de consumidores y usuarios que reúnan los requisitos establecidos en el texto refundido de la Ley
General para la Defensa de los Consumidores y Usuarios o, en su caso, en la legislación autonómica en materia de defensa
de los consumidores y usuarios.
c) Las entidades de otros Estados miembros de la Comunidad Europea constituidas para la protección de los intereses
colectivos y de los intereses difusos de los consumidores y usuarios que estén habilitadas mediante su inclusión en la lista
publicada a tal fin en el «Diario Oficial de las Comunidades Europeas».
4. El Ministerio Fiscal podrá ejercitar la acción de cesación en defensa de los intereses generales, colectivos o difusos, de
los consumidores y usuarios.
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• La Ley 26/1991, sobre contratos celebrados fuera de los establecimientos mercantiles (derogada y refundida en el TRLCU)
• La Ley 21 /1995, reguladora de los viajes combinados (también derogada por la misma razón que la anterior)
• La ley 42/1998, sobre derechos de aprovechamiento por turno de bb inmuebles de uso turístico (derogada; ver L-4/2016)
• La Ley 34/1988, General de Publicidad.
• La Ley 7/1995, de crédito al consumo (hoy derogada; véase la vigente Ley 16/2011, de junio)
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5. NORMAS PROCESALES
Actualmente, la acción de cesación en defensa de los intereses colectivos y difusos de los consumidores y
usuarios se ventilará en juicio verbal (250.1.12º LEC). Todas las restantes acciones colectivas consideradas se
decidirán en el juicio ordinario (250 LEC).
La legitimación activa en relación con las acciones colectivas (art. 16 de la LCGC), ha sido objeto de nueva
redacción por parte de la Ley 39/2002:
Las acciones previstas en el artículo 12 podrán ser ejercitadas por las siguientes entidades:
1. Las asociaciones o corporaciones de empresarios, profesionales y agricultores que estatutariamente tengan
encomendada la defensa de los intereses de sus miembros.
2. Las Cámaras de Comercio, Industria y Navegación.
3. Las asociaciones de consumidores y usuarios que reúnan los requisitos establecidos en la Ley 26/1984, de 19 de julio,
General para la Defensa de los Consumidores y Usuarios, o, en su caso, en la legislación autonómica en materia de defensa
de los consumidores.
4. El Instituto Nacional del Consumo y los órganos o entidades correspondientes de las Comunidades Autónomas y de las
Corporaciones locales competentes en materia de defensa de los consumidores.
5. Los colegios profesionales legalmente constituidos.
6. El Ministerio Fiscal.
7. Las entidades de otros Estados miembros de la Comunidad Europea constituidas para la protección de los intereses
colectivos y de los intereses difusos de los consumidores que estén habilitadas mediante su inclusión en la lista publicada a
tal fin en el "Diario Oficial de las Comunidades Europeas".
Los Jueces y Tribunales aceptarán dicha lista como prueba de la capacidad de la entidad habilitada para ser parte, sin
perjuicio de examinar si la finalidad de la misma y los intereses afectados legitiman el ejercicio de la acción.
Todas las entidades citadas en este artículo podrán personarse en los procesos promovidos por otra cualquiera de ellas, si
lo estiman oportuno, para la defensa de los intereses que representan.
En relación con las acciones de cesación el art. 54 del TRLCU introduce ligeras variantes, aunque la pauta
legislativa fundamental siga siendo idéntica.
También modifica la Ley 39/2002 el art. 19 de la LCGC, regulador de la prescripción de las acciones colectivas,
en el sentido de establecer tendencialmente la imprescriptibilidad de los tres grupos de acciones consideradas,
si bien dicha regla se rompe en relación con la acción de cesación y la acción de retractación, atendiendo a la
circunstancia de que las condiciones generales de la contratación hayan sido objeto de depósito e inscripción en
el Registro General de Condiciones Generales de la Contratación, pues en tal caso el plazo prescriptivo se reduce a
cinco años, como regla general.
En la actualidad, el art. 56 del TRLCU establece que “las acciones de cesación previstas en este título son
imprescriptibles, sin perjuicio de lo dispuesto en el artículo 19, apartado 2 de la Ley 7/1998, de 13 de abril, sobre
condiciones generales de la contratación en relación con las condiciones generales inscritas en el Registro de
Condiciones Generales de la Contratación”, manteniéndose lo dicho en la LCGC.
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DERECHO DEL CONSUMO 17-18
2. REGULACIÓN NORMATIVA
El arbitraje se encuentra regulado en nuestro ordenamiento jurídico por la Ley 60/2003, de 23 de diciembre.
El arbitraje tiene una gran importancia como mecanismo de resolución de conflictos jurídicos en la sociedad
actual, en la que los litigios patrimoniales de gran trascendencia económica y, sobre todo, los conflictos
provocados por el comercio internacional suelen ser sometidos a arbitraje con notoria preferencia frente al
posible conocimiento de ellos por los Tribunales de Justicia.
El hecho de que en el ámbito de los “grandes asuntos” el arbitraje encuentre una generalizada aplicación no
significa su inadecuación para otros temas de menor trascendencia económica, como en particular ha ocurrido
con el ámbito propio de los consumidores y usuarios. Por ello, la LCU recurrió acertadamente al arbitraje (31.1 LCU)
La materia se encuentra contemplada en los artículos 57 (modificado por la ley 3/2014) y 58 TRLCU:
Artículo 57. Sistema Arbitral del Consumo.
1. El Sistema Arbitral del Consumo es el sistema extrajudicial de resolución de resolución de conflictos entre los
consumidores y usuarios y los empresarios a través del cual, sin formalidades especiales y con carácter vinculante y
ejecutivo para ambas partes, se resuelven las reclamaciones de los consumidores y usuarios, siempre que el conflicto no
verse sobre intoxicación, lesión o muerte o existan indicios racionales de delito.
2. La organización, gestión y administración del Sistema Arbitral de Consumo y el procedimiento de resolución de los
conflictos, se establecerá reglamentariamente por el Gobierno. En dicho reglamento podrá preverse la decisión en equidad,
salvo que las partes opten expresamente por el arbitraje de derecho, el procedimiento a través del cual se administrará el
arbitraje electrónico, los supuestos en que podrá interponerse una reclamación ante la Junta Arbitral Nacional frente a las
resoluciones de las Juntas arbitrales territoriales sobre admisión o inadmisión de las solicitudes de arbitraje y los casos en que
actuará un árbitro único en la administración del arbitraje de consumo.
3. Los órganos arbitrales estarán integrados por representantes de los sectores empresariales interesados, de las
organizaciones de consumidores y usuarios y de las Administraciones públicas.
4. No serán vinculantes para los consumidores los convenios arbitrales suscritos con un empresario antes de surgir el
conflicto. La suscripción de dicho convenio, tendrá para el empresario la consideración de aceptación del arbitraje para la
solución de las controversias derivadas de la relación jurídica a la que se refiera, siempre que el acuerdo de sometimiento
reúna los requisitos exigidos por las normas aplicables.
Artículo 58. Sumisión al Sistema Arbitral del Consumo.
1. La sumisión de las partes al Sistema Arbitral del Consumo será voluntaria y deberá constar expresamente, por escrito,
por medios electrónicos o en cualquier otra forma admitida legalmente que permita tener constancia del acuerdo.
2. Quedarán sin efecto los convenios arbitrales y las ofertas públicas de adhesión al arbitraje de consumo formalizados
por quienes sean declarados en concurso de acreedores. A tal fin, el auto de declaración de concurso será notificado al
órgano a través del cual se hubiere formalizado el convenio y a la Junta Arbitral Nacional, quedando desde ese momento el
deudor concursado excluido a todos los efectos del Sistema Arbitral de Consumo.
El reenvío a un desarrollo reglamentario futuro, fue llevado a cabo por el Real Decreto 231/2008, del 15 de
febrero, por el que se regula el sistema arbitral de consumo.
Dos novedades de notable trascendencia se incorporan en este reglamento:
El arbitraje de consumo electrónico, que se sustanciará conforme a la regulación general prevista en el RD. Se regulan los
aspectos concretos necesarios para su funcionamiento (determinación de la Junta Arbitral competente, el uso de la firma
electrónica, el lugar del arbitraje y la notificación, introduciendo la publicación edictal electrónica ante la imposibilidad de la
notificación en el lugar designado por las partes).
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DERECHO DEL CONSUMO 17-18
El arbitraje de consumo colectivo, al que también se le aplicará las disposiciones generales del RD, se abordan sus
particularidades en relación con la determinación de la competencia territorial de las Juntas, la iniciación del procedimiento,
el llamamiento a los consumidores y usuarios cuyos intereses individuales pudieran haberse visto afectados por los hechos
de los que trae su causa el arbitraje y la fecha de iniciación del plazo para dictar laudo, haciéndolo coincidir con la finalización
del plazo para el llamamiento y, en consecuencia, con el momento en el que se habrán formalizado válidamente la mayor
parte de los convenios arbitrales que permitirán el conocimiento y resolución de este arbitraje colectivo.
4. ÁMBITO DE APLICACIÓN
Artículo 2 del RD 231/2008:
Artículo 2. Materias objeto de arbitraje de consumo.
1. Únicamente podrán ser objeto de arbitraje de consumo los conflictos a que se refiere el artículo 1.2 que versen sobre
materias de libre disposición de las partes conforme a derecho.
2. No obstante lo previsto en el apartado anterior, no podrán ser objeto de arbitraje de consumo los conflictos que versen
sobre intoxicación, lesión, muerte o aquéllos en que existan indicios racionales de delito, incluida la responsabilidad por
daños y perjuicios directamente derivada de ellos, conforme a lo previsto en el artículo 57.1 del Real Decreto Legislativo
1/2007, de 16 de noviembre
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DERECHO DEL CONSUMO 17-18
3. Las comunicaciones entre las Juntas Arbitrales de Consumo precisas para la administración del arbitraje se realizarán
en el plazo de 10 días desde la fecha de entrada en la Junta Arbitral remitente de los documentos que deban trasladarse,
salvo que en esta norma se prevea un plazo distinto.
Se crea una “Comisión de las Juntas Arbitrales de Consumo” (artículos 9 a 11 del RD), a la que “se le encomienda
la resolución de los recursos frente a la admisión o inadmisión de solicitudes de arbitraje con causa en la
materia objeto de arbitraje, la emisión de informes técnicos, dictámenes o recomendaciones que faciliten la
labor de los órganos arbitrales y eviten pronunciamientos contradictorios y la emisión de informe preceptivo
en la admisión de las ofertas públicas de adhesión limitada al Sistema Arbitral de Consumo…”.
5.1. Composición
Las Juntas Arbitrales de Consumo son organismos administrativos de muy distinto ámbito territorial, integradas
en la correspondiente Administración Pública y dependiente de ella a todos los efectos. Por ello, afirma el RD
231/2008 que «las Juntas Arbitrales de Consumo estarán integradas por su Presidente y el Secretario, cargos
que deberán recaer en personal al servicio de las Administraciones Públicas y, por el personal de apoyo adscrito
a dicho órgano» y que ambas personas «serán designados por la Administración de la que dependa la Junta,
publicándose su nombramiento en el Diario Oficial que corresponda al ámbito territorial» de la Junta.
Esto es, componen las Juntas Arbitrales de Consumo sencillamente dos personas, a las que ha de atribuirse
respectivamente la presidencia y la secretaria.
5.2. Funciones
Resumidamente, las Juntas Arbitrales de Consumo habrán de desempeñar las siguientes funciones: impulsar el
arbitraje de consumo, procurar la generalización del sistema arbitral de consumo, prestar variados servicios y,
al mismo tiempo, «controlar» la totalidad del sistema, pues así se deduce del conjunto de la regulación, si se
atiende a que las personas que ostenten la presidencia o secretaría de las Juntas Arbitrales de Consumo deben
cumplir también las siguientes tareas o actividades:
1. Recibir las solicitudes de arbitraje, admitiéndolas o denegándolas.
2. Otorgar distintivos especiales a las empresas que se adhieran al sistema arbitral de consumo.
3. Designar al Presidente y al representante de los consumidores en el colegio arbitral.
4. Desempeñar la Secretaría del colegio arbitral, con voz pero sin voto, levantando las correspondientes actas.
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DERECHO DEL CONSUMO 17-18
7. PROCEDIMIENTO ARBITRAL
Conforme al reglamento, el procedimiento arbitral de consumo comenzará con la designación del colegio u órgano
arbitral, ajustándose en todo caso a los principios de audiencia, contradicción, igualdad entre las partes y gratuidad.
Es decir, pese a que el arbitraje de consumo se configura “sin formalidades especiales” según la LCU, ello no impide que se
mantengan en vigor los principios procesales fundamentales de audiencia, contradicción e igualdad entre las partes.
Audiencia quiere decir que ambas partes, iguales ante la ley, tienen facultad para alegar todo cuanto a su derecho convenga
a lo largo del procedimiento. El principio de contradicción, por su parte, garantiza que las partes defiendan sus intereses y
derechos enfrentados, con el debido rigor para que la resolución final, el laudo, pueda encontrar suficiente motivación y
fundamento.
Cualquier persona implicada en un supuesto de arbitraje de consumo puede hacerse representar por abogados en
ejercicio, si así se desea, pero también por cualquier persona, puesto que los arbitrajes en materia de consumo se
caracterizan por arbitrajes de equidad y, en consecuencia, resultaría incongruente plantear que los representantes de las
partes hubieran de ser abogados, cuando la Ley de 1988 (antigua ley de arbitraje) solo lo requería para los arbitrajes de
derecho.
[Andrea:
-Arbitraje de equidad: el tribunal arbitral no aplica ni leyes ni reglamentos para resolver la disputa sino su
entendimiento de lo que es justo y equitativo
-Arbitraje de derecho: el tribunal arbitral se fundamentará en las leyes y reglamentos que aplican al litigio]
El art. 34 del RD 231/2008 establece que: “Los consumidores y usuarios que consideren que se han vulnerado sus derechos
reconocidos legal o contractualmente, podrán presentar por escrito, por vía electrónica, o por cualquier otro medio que
permita tener constancia de la solicitud y de su autenticidad, la solicitud de arbitraje, que deberá reunir al menos los
siguientes requisitos…”
8. EL COLEGIO ARBITRAL
8.1. Los árbitros en la Ley de Arbitraje [Título III LA, arts. 12-21]
Los árbitros habrán de ser «personas naturales que se hallen en el pleno ejercicio de sus derechos civiles,
siempre que no se lo impida la legislación a la que puedan estar sometidos en el ejercicio de su profesión» (art.
13; por ej. Notarios, Registradores, Jueces, Magistrados y Fiscales en activo, etc.).
En caso de tratarse de arbitraje de Derecho, es decir, cuando no sea arbitraje de equidad, es requisito
complementario que los árbitros sean Abogados en ejercicio (art. 15.1).
El número de árbitros debe ser impar, pudiendo las partes nombrarlos libremente. A falta de acuerdo, se
designará un solo árbitro (art. 12 LA). Las partes podrán acordar libremente el procedimiento para la
designación de los árbitros, siempre que no se vulnere el principio de igualdad. A falta de acuerdo… en el
arbitraje con tres árbitros, cada parte nombrará uno y los dos árbitros así designados nombrarán al tercero,
quien actuará como presidente del colegio arbitral (art.15.2.b)
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La designación de los árbitros corresponde al presidente de la Junta Arbitral de Consumo y en los arbitrajes en
derecho, los árbitros designados entre los acreditados a propuesta de las asociaciones de consumidores y
usuarios y de las organizaciones empresariales o profesionales, deberán ser licenciados en derecho.
9. EL LAUDO ARBITRAL
Una vez concluido el procedimiento arbitral, los árbitros ponen fin a la controversia sometida a su
conocimiento mediante una decisión: el laudo (resolución acordada por los árbitros que, una vez firme, tiene el
mismo valor y eficacia que una sentencia, produciendo por tanto «efectos de cosa juzgada», art. 43 LA)
El laudo, al igual que las sentencias, debe dictarse por escrito, expresando las circunstancias personales de los
árbitros y de las partes, el lugar en que se dicta, la cuestión sometida a arbitraje, una sucinta relación de las
pruebas practicadas, las alegaciones de las partes y, finalmente, la decisión arbitral (art. 43 LA).
En relación al período o plazo de que disponen los árbitros para adoptar el fallo arbitral, conforme a la Ley
general, en principio, dicho plazo será fijado por las propias partes que se someten a arbitraje y no son extraños
en la práctica los supuestos en los que el plazo considerado es extraordinariamente breve, aunque cabe también
(en litigios de extraordinaria complejidad) señalar plazos de una relativa extensión. Para el caso de que las partes
no hayan señalado plazo alguno, la Ley de Arbitraje fija con carácter supletorio el de seis meses, contados
desde el día de la contestación a la demanda (art. 37).
El RD 231/2008 ha incorporado la previsión temporal de la Ley de arbitraje y establece que «el plazo para dictar
un laudo será de seis meses desde el día siguiente al inicio del procedimiento arbitral, pudiendo ser prorrogado
por el órgano arbitral mediante decisión motivada, salvo acuerdo en contrario de las partes, por un período no
superior a dos meses» (art. 49.1).
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