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PREDICAdores

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Alberto Espinoza

PREDICADORES  •  Sermon  •  Submitted 6 months ago


Training
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Transcript

CAPACITACION PARA PREDICADORES


BIENVENIDOS

El predicador debe cuidar su vida

RESUMEN PARA EL PREDICADOR

1. La predicación, su significado y su lugar bíblico

2. La predicación y la tarea del predicador como comunicador

3. La preparación del sermón

4. La elaboración y empleo del bosquejo

5. La entrega del sermón

6. Las técnicas para comunicar con éxito

I. La predicación

La predicación es divina-humana. Esta viene de Dios, a través de los hombres o


mujeres, para hombres y mujeres. Esta dicotomía divina-humana se descubre a lo
largo de toda la historia bíblica. Dios por medio de instrumentos humanos entró y
entra en diálogo con sus criaturas racionales.

Primero: La autoridad de la predicación “es de parte de Dios”. Lo que distingue


a la predicación cristiana de cualquier otra clase de discurso es esa realidad. El
predicador no se apoya en sus argumentos persuasivos, lógicos o retóricos para
dar base autoritaria a la predicación. Más bien expone el mensaje respaldado por
la autoridad que Dios le ha conferido. La predicación sin la autorización divina es
hueca, sin propósito, un simple discurso vacío o un ejercicio homilético.

Segundo: De acuerdo a Costas “esa autoridad se desprende del hecho de que


es un mensaje que está arraigado en lo que Dios ha dicho”. Predicar no es otra
cosa sino dar un mensaje de parte de Dios.

Tercero: El predicador es un medio, “el que predica no es el predicador, sino


Dios a través del predicador”. Si los predicadores reconocieran que no es su
predicación sino la predicación del Señor …

Cuarto: El propósito es que la palabra predicada y la palabra de Dios sean lo


mismo. Costas afirma: “de modo que la palabra predicada viene a ser
verdaderamente palabra de Dios.

. Muchos fracasos en la predicación se deben al hecho de no tener en mente las


necesidades espirituales y convivenciales de la audiencia. El evangelio es
pregunta y es respuesta

Éxodo 3.11–12 RV1909


Entonces Moisés respondió a Dios: ¿Quién soy yo, para que vaya a Faraón, y
saque de Egipto a los hijos de Israel? Y él le respondió: Ve, porque yo seré
contigo; y esto te será por señal de que yo te he enviado: luego que hubieres
sacado este pueblo de Egipto, serviréis a Dios sobre este monte.

; ; ; ). Cada predicación debe contestar a preguntas y necesidades de la


audiencia..

Isaías 6.8 RV1909


Después oí la voz del Señor, que decía: ¿A quién enviaré, y quién nos irá?
Entonces respondí yo: Heme aquí, envíame a mí.

; ; ). Cada predicación debe contestar a preguntas y necesidades de la audiencia..

Hechos de los Apóstoles 9.4–5 RV1909


Y cayendo en tierra, oyó una voz que le decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me
persigues? Y él dijo: ¿Quién eres, Señor? Y él dijo: Yo soy Jesús a quien tú
persigues: dura cosa te es dar coces contra el aguijón.

; ). Cada predicación debe contestar a preguntas y necesidades de la audiencia..

Hechos de los Apóstoles 16.30–31 RV1909


Y sacándolos fuera, le dice: Señores, ¿qué es menester que yo haga para ser
salvo? Y ellos dijeron: Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo tú, y tu casa.

). Cada predicación debe contestar a preguntas y necesidades de la audiencia..

Cada predicación debe contestar a preguntas y necesidades de la audiencia..

En leemos

Porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo. ¿Cómo, pues,
invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien
no han oído? ¿Y cómo predicarán si no fueran enviados? ¿Y cómo oirán sin saber
quien les predique? Como está escrito: ¡Cuán hermosos son los pies de los que
anuncian la paz de los que anuncian buenas nuevas!

En leemos

Pues ya que en la sabiduría de Dios, el mundo no conoció a Dios mediante la


sabiduría, agradó a Dios salvar a los creyentes por la locura de la predicación.

ïLa predicación es para muchos una locura. Pero en medio de esa locura la
teocentralidad y la bibliocentralidad se transforman en milagros irrefutables que
convencen al mundo de que Dios es real y lo que se predica es verdad. ïDios usa
y usará la predicación en su propósito divino para llegar a los corazones humanos.
Además en la predicación los creyentes son nutridos por medio de la exposición
bíblica en la fe cristiana. ïLa Biblia no presenta substitutos para la predicación. Los
programas que se desarrollan en las congregaciones son para complementar la
predicación. Ninguna actividad eclesiástica debe tomar el lugar céntrico de la
predicación. Las congregaciones tienen que dejar de ser “clubes eclesiásticos” y
dar la primacía a la predicación. ïSon muchas las denominaciones en la actualidad
que están convertidas en “cementerios eclesiásticos”. Lo único visible en ellas es
su lápida histórica. Sencillamente se han olvidado de la predicación bibliocéntrica
de sus fundadores. ïLa Biblia, para sus pastores, ha dejado de ser la Palabra de
Dios. La predicación tiene que retornar a nuestros púlpitos y nuestros ministros
tienen que volver a ser predicadores.

A.La autoridad de la predicación “es de parte de Dios”.


B.“Esa autoridad se desprende del hecho de que es un mensaje que está
arraigado en lo que Dios ha dicho”.

C.El predicador es un medio, “el que predica no es el predicador, sino Dios a


través del predicador”.

D.El propósito es que la palabra predicada y la palabra de Dios sean lo mismo.


Costas afirma: “de modo que la palabra predicada viene a ser verdaderamente
palabra de Dios”.

La predicación y la tarea del predicador como comunicador

I.Su personalidad

Con nuestra personalidad atraemos o repelemos, interesamos o desinteresamos,


damos credibilidad o despertamos dudas.

1.Un buen comunicador es sincero ïUn predicador debe ser sincero en lo que
dice, cómo lo dice, lo que hace y cómo vive. Al pueblo de Dios no se le debe
engañar con cifras infladas de conversión, poniéndose el predicador como el
héroe de las predicaciones. Hay que huir del exhibicionismo clerical y
evangelístico. ïSpurgeon decía: “Llegar a parecer muy fervientes en el púlpito, no
significa gran cosa a menos que vivamos mucho más intensamente cuando
estamos a solas con Dios”

2.Un buen comunicador es emocionalmente maduro

Aquellos que poseen personalidades quebrantadas no están capacitados ni


maduros para predicar el evangelio a grupos de oyentes. Por personalidades
quebrantadas me refiero a la falta de estabilidad emocional. Las depresiones
agudas, el mal genio, el temor continuo, el sentido de culpa irreal, el complejo de
inferioridad, el miedo a la crítica, el no aceptar la oposición, el abuso de autoridad,
el miedo al fracaso, el no aceptar retos y muchas otras cosas más

3.Un buen comunicador es aquel que tiene autocontrol de sus sentimientos

Sobre esto Spurgeon dice: “Sin embargo no permitamos que nuestra predicación
directa y fiel degenere en regaños a la congregación. Algunos llaman al púlpito
“castillo de los cobardes”. Tal nombre es propio en algunos casos, especialmente
cuando los necios suben e insultan impúdicamente a sus oyentes, exponiendo al
escarnio público sus faltas o flaquezas de carácter. Hay una personalidad
ofensiva, licenciosa e injustificable que se debe evitar escrupulosamente, es
terrena y debe ser condenada explícitamente: Pero hay otra que es prudente,
espiritual y celestial, que se debe buscar siempre que prediquemos”
4. Un buen comunicador es aquel que da atención a ciertos factores de su
personalidad

“El predicador necesita, por tanto, preocuparse por lo que va a decir y por la
manera cómo lo ha de decir; de lo contrario puede que predique una cosa y
comunique otra”

4 FACTORRES QUE EL PREDICADOR DEBE CUIDAR

***** El primer factor es su relación con Dios. Aquel que ha sido llamado a la
tarea de la predicación tiene que haber tenido una experiencia verdadera de
salvación. Su ministerio se caracterizará por la sumisión voluntaria al señorío de
Cristo. Jesús tiene que ser Rey y Señor de la vida del predicador. No se puede
predicar un evangelio a otros que no ha sido experimentado por el que lo predica.
Aquellos que son proclamadores del evangelio tienen que haber sido
transformados por el contenido del mismo. De lo contrario ese predicador será
“como metal que resuena, o címbalo que retiñe” ().

***** El segundo factor es su relación con el yo

en nosotros un yo abierto, ciego, escondido y desconocido. A medida que una


persona confía más en otra su yo se hace más vulnerable al revelar más de sí
misma.

***** El tercer factor es su relación con la Escritura. El estudio sistemático y


directo de la Biblia no se puede substituir con la lectura de libros que traten sobre
ésta.

El predicador debe leer más la Biblia y conocerla, que el creyente promedio de la


congregación. Es una tragedia el encontrarnos con tantos predicadores que
bíblicamente son analfabetos. No conocen su Biblia, ni tampoco la saben emplear.
A éstos se refirió Pablo cuando dijo:

Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de
qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad.

2 Timoteo 2.15 RV1909


Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de
qué avergonzarse, que traza bien la palabra de verdad.

, RV-77
El cuarto factor es su relación con el mundo. El creyente está en el mundo
pero no es del mundo

Juan 17.12–18 RV1909


Cuando estaba con ellos en el mundo, yo los guardaba en tu nombre; a los que
me diste, yo los guardé, y ninguno de ellos se perdió, sino el hijo de perdición;
para que la Escritura se cumpliese. Mas ahora vengo a ti; y hablo esto en el
mundo, para que tengan mi gozo cumplido en sí mismos. Yo les he dado tu
palabra; y el mundo los aborreció, porque no son del mundo, como tampoco yo
soy del mundo. No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal.
No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. Santifícalos en tu verdad: tu
palabra es verdad. Como tú me enviaste al mundo, también los he enviado al
mundo.

; ). De manera más clara, el creyente aunque coexiste con el mundo, no convive


con el mundo.

Santiago 4.4 RV1909


Adúlteros y adúlteras, ¿no sabéis que la amistad del mundo es enemistad con
Dios? Cualquiera pues que quisiere ser amigo del mundo, se constituye enemigo
de Dios.

). De manera más clara, el creyente aunque coexiste con el mundo, no convive


con el mundo.

De manera más clara, el creyente aunque coexiste con el mundo, no convive con
el mundo.

La gran diferencia entre un teólogo y un predicador radica en ese hecho de


identificación. El teólogo se encierra en su cuarto de estudio o en la bibioteca y
desde allí comienza a hacer teología. En cambio el predicador se sienta en medio
del pueblo, y a la luz de su situación existencial reflexiona en la Biblia.

Las cinco congregaciones a las cuales se enfrenta un predicador son según


él:

1. La que es apática

Es totalmente neutral al escuchar el mensaje. El predicador tiene que llamar la


atención de ésta con la variación y con un mensaje del día.

2. La que es crédula
No rechaza la predicación porque cree en lo que dice el predicador. El tiene que
vivir los diferentes personajes que predica y revelarlos ante la congregación.

3. La que es hostil

Desconfía tanto del predicador como de lo que está predicando. El predicador no


puede ser agresivo, dogmático, controversial o entrar en polémicas. Debe evitar el
hablar con el pastor antes del culto en la oficina. Tampoco debe dialogar con el
ministro o con ningún otro en la plataforma.

4. La que duda

Le da trabajo aceptar lo que el predicador dice sobre esto o aquello. El debe estar
bien preparado, documentar y dar pruebas de lo que dice.

5. La que es mixta

Es apática, crédula, dudosa y hostil. Esta es por lo general la congregación más


común. El predicador necesita tener un estilo bastante variado, ser enérgico, estar
bien documentado y tener gracia ante los oyentes.

La voz del predicador

1. No se debe pensar mucho en la voz

El hecho de tener voz y de carecer de contenido en la predicación es como tener


un automóvil sin gasolina. El buen predicador no sólo necesita tener voz, tiene que
tener algo qué decir y saberlo decir.

2. No se puede dejar de pensar debidamente en la voz

La voz contribuirá en alcanzar los buenos resultados de la predicación en los


corazones de los que escuchan. Dijo Spurgeon: “Hermanos, en el nombre de todo
lo sagrado, repicad con todas las campanas de vuestra torre y no fastidies a
vuestros oyentes con el ruido disonante de una pobre y cuarteada campana”.

3. Hay que cuidarse de las afectaciones habituales y comunes

El lenguaje empleado por el predicador en el púlpito debe ser real, natural y con
un tono verdadero. Al particular, dijo Spurgeon: “Estoy persuadido de que estos
tonos y semitonos, y monótonos, son babilónicos, y que no pertenecen al dialecto
de Jerusalén, porque éste tiene un distintivo especial que es a saber: que cada
hombre tiene su propio modo de hablar, y que habla de la misma manera en el
púlpito o fuera de él.”

4. Hay que corregir las idiosincrasias de lenguaje desagradables al oído


Debe hablarse con la boca y no con la garganta. Hay que tener la boca bien
abierta al predicar y no medio cerrada. Deben pronunciarse las palabras
completas y no entrecortadas o pronunciadas en sílabas.

5. Hay que hablar para ser oídos

Debe hablarse con fuerza, con claridad, sin demasiada lentitud, tampoco con
mucha rapidez y sin estar asfixiados. El predicador debe saber respirar entre
pausas de manera natural sin que nadie se dé cuenta.

6. No debe usarse toda la voz en la predicación

El gritar mucho afecta los pulmones y la laringe. Las palabras de Spurgeon son
apropiadas: “No hagáis doler a vuestros oyentes la cabeza, cuando lo conveniente
sería hacer que les doliera el corazón. Cierto es que debéis procurar conservarlos
despiertos, pero recordad que para esto no es necesario romperles el tímpano del
oído”.

ïEl predicador no debe esforzar su voz. Si predica a cien personas, no necesita


gritar para hablarle a mil. Muchos predicadores predican un sermón y luego por
toda la semana no pueden predicar nuevamente. La razón es que ellos mismos
trataron mal a su garganta. ïNo hace mucho un joven predicador ministró a
nuestra congregación. Al final hizo un llamamiento al altar según nuestra tradición
religiosa. ¿sabe qué pasó? Me tuvo que entregar a mí el púlpito porque se había
quedado sin voz. El que llamó a los enfermos para orar por ellos, ahora necesitaba
la oración de sanidad por su garganta. ïHay muchos predicadores que se creen
que la unción en la predicación está en los muchos gritos o en las carreras que
den por la plataforma. Cuando el hombre o la mujer tiene un mensaje de Dios y lo
ha preparado para entregarlo, no necesita la unción de la gritería sino la unción del
Espíritu Santo.

7. Debe variarse la voz

El predicador debe bajar y subir la voz según lo sienta hacer durante la


predicación. Personalmente yo subo y bajo la voz conforme a como lo voy
sintiendo. Nunca ensayo cuándo, dónde y cómo subir o bajar la voz. Spurgeon
decía:

“Y estoy seguro de que la enfermedad a que se le llama el dolor clerical de


garganta, se puede atribuir generalmente al modo de hablar de los ministros, y no
al tiempo empleado por ellos en predicar, ni a la violencia de los esfuerzos hechos
por ellos”.
8. Debe acomodarse la voz a la naturaleza del asunto

La voz debe estar en armonía con la predicación o la situación. Spurgeon mismo


admitía que al viajar por Escocia o Gales, por algunas semanas, su pronunciación
se afectaba. Existe la tendencia natural en el ser humano de imitar lo que otros
hacen y su manera de hablar. El predicador debe ser original. Antiguamente
decíamos que las copias nunca salen claras. Hoy día las máquinas copiadoras
ofrecen un mejor servicio, pero siempre las copias pierden su calidad.

9. Debe educar la voz

El predicador debe hacer ejercicios para tener más fuerza en su voz y mantenerla
más clara. Los pulmones y el pecho son importantes para dar fuerza y volumen a
la voz, ciertos ejercicios son provechosos para lograr este fin. Por ejemplo, el leer
en voz alta enfrente de un espejo ayuda mucho a lograr una buena adición,
modulación y proñunciación.

10. Debe cuidar la garganta

El predicador antes de predicar debe higienizar bien la garganta. Un enemigo de la


garganta mientras se predica son los ventiladores, un aire frío que entre por
alguna ventana, o beber agua fría. Los antisépticos bucales ayudan mucho al
cuidado de la garganta, ya que eliminan las bacterias que se desarrollan en las
membranas de la misma.

A. El buen predicador se esforzará por mejorar su estilo. Procurará hablar un buen


español.

B. El buen predicador se esforzará por hablar gramaticalmente correcto.

C. El buen predicador se esforzará por ser claro en su dicción e ideas, escogerá


figuras adecuadas de la retórica, modulará su voz y por medio de las palabras
transmitirá a sus oyentes lo que él en ese momento está experimentando.

PASO UNO: PRESENTACION

Los elementos del sermón

Primero: El ve en la predicación la tarea de LOCALIZAR. Lo cual tiene que ver


con “la selección del texto que se usará como base y marco del sermón”.

Esta primera fase de la predicación se determinará por el criterio selectivo del


predicador según el referido homileta.
Segundo: Señala la fase continua a la primera que es INVADIR. Según Arrastía
es una “invasión en dos frentes. Uno el del texto; otro, el del contexto”. Emplea
aquí una imagen bélica para explicar lo que quiere decir por INVASION. Luego
Arrastía nos aclara: “La invasión del texto es solo la mitad del empeño. En cierta
forma esto es el medio; el fin es la invasión del texto, del problema, de la situación,
humana, individual o colectiva con el mensaje del texto”.

Tercero: Ahora nos dice: “del choque de una invasión—texto y contexto—brota


luz. Esta luz produce el tercer paso del proceso: ILUMINACION. Y este es el
climax”. Esta iluminación se aplica a la mente y a la situación del ser humano, de
Dios al predicador y de éste al oyente.

1. El pasaje bíblico

Ya sabemos que un sermón para ser bíblico no tiene que estar basado en un
pasaje bíblico particular, sino en la revelación bíblica. No obstante, lo tradicional y
más correcto sería saltar a la aventura de la predicación sobre una base bíblica o
escrituraria.

2. El tema

En un pasaje bíblico por lo general se descubre un asunto particular, pero muchos


temas. Es innegable que un predicador por más homileta que sea no podrá jamás
evitar pisar en el territorio de varios temas secundarios. Es difícil, por no decir
imposible, que prediquemos sobre un solo tema. Haga usted mismo la prueba.
Busque un pasaje bíblico y cuente los temas.

Primero: El tema en sí. Este responderá al “aspecto partícular del asunto que ha
de ser desarrollado en el transcurso del mensaje” El tema es la columna vertebral
que sostiene sobre la base del texto bíblico, el armazón o esqueleto del sermón.
En la tarea de la predicación lo que hace el predicador es descubrir un tema,
demostrarlo, aplicarlo e ilustrarlo

Segundo: El asunto. Nos dice Costas: “el asunto depende de la clase de pasaje
que se esté estudiando. El pasaje puede tener un carácter biográfico, narrativo (un
incidente tal como una conversación, una batalla o un milagro), doctrinal o ético, o
doctrinal y biográfico, en cuyo caso el predicador deberá optar por el que tenga
más fuerza”

Tercero: La proposición. Volvamos a citar a Costas: “La proposición es el tema


expresado en una oración gramatical completa, clara y concisa, que resume el
contenido del mensaje y anuncia el curso a seguir o el propósito que se quiere
alcanzar
3. El título

El título y el tema en propósito cumplen dos objetivos diferentes. El tema es la viga


principal del andamiaje homilético. Pero no todos los temas son atractivos y
despiertan curiosidad a la vista u oído de los oyentes. De ahí que el título tiene un
propósito especial de dar promoción o de anunciar el sermón.

Primero: El título debe ser interesante.

Segundo: El título debe ser fácil de recordar.

Tercero: El título debe estar relacionado con el tema.

Cuarto: No se debe abusar del título.

PASO DOS: INTRODUCCION DEL TEMA

I.El sermón como discurso

La introducción es un puente entre el predicador y la audiencia, y pone en diálogo


al oyente con el discurso.

Dale Carnegie ofrece algunas sugerencias para que un orador gane la atención
inmediata de la audiencia:

(a) Despertando la curiosidad.

(b) Relacionando una historia de interés humano.

(c) Empezando con una ilustración específica.

(d) Usando alguna exhibición.

(e) Preguntando.

(f) Abriendo con una citación chocante.

(g) Mostrando cómo el tema afecta el interés vital de la audiencia.

(h) Empezando con hechos chocantes

1. La introducción debe ser breve. Una introducción en un sermón de treinta


minutos, no debe ser más de una sexta parte del mismo. Lo más aconsejable es
que sea de dos a tres minutos. Por lo tanto debe estar escrita en el plan, bosquejo
o notas del predicador. Eso evitará que el predicador comience a divagar antes de
presentar su tema. Aunque la introducción esté escrita, el predicador la debe decir
de memoria. El contacto visual en esos primeros minutos con la audiencia es muy
importante.
2. La introducción es transicional. Su propósito es establecer un puente de
comunicación entre el predicador y los oyentes. Hay que evitar la tentación de que
la introducción se convierta en desarrollo del sermón. O que, se convierta en otra
predicación. Muchos predicadores utilizan en la introducción casi una tercera parte
del sermón lo cual presenta desproporción homilética.

3. La introducción debe ser llamativa. Busca la atención de los oyentes. Muchas


predicaciones han perdido el interés porque la introducción es latosa, ambigua y
sin propósito alguno. Aquellos predicadores que gustan de estar excusando su
falta de preparación en la introducción no saben que le están metiendo una daga
por la espalda al sermón. Sencillamente el predicador que no está preparado para
predicar, en vez de estar excusándose no debe predicar.

4. La introducción debe ser como un prólogo. En ella el predicador puede


anunciar al auditorio acerca de qué va a predicar. En el cuerpo del sermón le dice
lo que le dijo que le iba a decir. En la conclusión le dice lo que le dijo que le iba a
decir y le dijo. La introducción dice de qué se predicará, en la presentación y
aplicación se predica lo que se anunció, en la conclusión se resume lo que se
predicó.

5. La introducción pone al predicador en contacto con el auditorio. Tanto el


predicador como la audiencia se ponen en tensión en relación con la predicación.
La introducción calma esa tensión. Lo que esperamos los predicadores es el
disparo para arrancar a correr. La congregación también espera la detonación
para vernos arrancar.

Entre el predicador y los oyentes a veces se levantan ciertas barreras que con la
introducción se deben remover. Algunas de estas barreras son:

(a) La persona que predica es mujer.

(b) El predicador es muy joven.

(c) El predicador viene de otra denominación y se le mira con sospechas.

(d) El predicador es muy amigo del pastor o de los líderes.

(e) La apariencia física del predicador no es atractiva.

Conviene que ahora le añada un nuevo detalle. Todo predicador, si me permite la


generalización, y yo me incluyo, tiene dos introducciones. Primero, la escrita que
está anexada al sermón. Segundo, la que nace en la ocasión. Me permito ser más
claro con la segunda. El predicador antes de entrar de lleno a introducir su tema,
se toma algunos minutos para saludar a la audiencia y quizás hacerle algunos
encomios. Esto es lo que le llamo el saludo del predicador a la audiencia.

6. La introducción del sermón muchas veces tiene que ser modificada y


hasta cambiada. Esa ha sido mi experiencia y la de otros predicadores. En el
púlpito, o momento antes, sentimos substituir la introducción ya formulada por
otra. Si el predicador lo siente así, lo debe hacer. Pero cuidado con no construir un
puente demasiado ancho para un río angosto. Es decir, ser tentado a predicar otro
sermón. Que en vez de uno sean dos sermones los predicados.

7. La introducción es lo último que debe escribir el predicador. Aunque será


lo primero que dirá. En un sermón improvisado la introducción surge primero, pero
en un sermón ya preparado, la introducción es lo último que se escribe, aunque en
el bosquejó aparece primero y es lo primero que se dice. Si usted se fijó este libro
que usted está leyendo tiene un prólogo, no piense que yo escribí el mismo
primero. Este prólogo fue escrito después de haberse completado los capítulos.
¿Por qué se debe escribir la introducción última? La razón es que para introducir
el tema, las divisiones del sermón o la proposición se necesita saber de qué va a
tratar el sermón y qué puntos se enfatizarán.

8. La introducción según Costas al predicar sin notas se debe bosquejar. No


estoy de acuerdo con el referido homileta. Para mí la introducción se debe escribir
a la manera de párrafo, se debe estudiar bien y luego el predicador la debe decir
de memoria. Si se predica sin notas no hay necesidad de tener que escribir una
introducción. Y si se predica con notas, ¿para qué se necesita bosquejar la
introducción?

TERCER PASO: CUERPO O DEMOSTRACION

Consideremos el cuerpo del sermón como discurso

Para mí las tres cosas más importantes en el cuerpo de un sermón son: La


presentación, las aplicaciones y las ilustraciones.

1. En la presentación está la parte exegética, analítica, narrativa,


argumentativa e informativa. El predicador nos confronta con los hechos y
argumentos según él los ve y los interpreta. El los expondrá con el propósito de
convencer a la audiencia dando credibilidad y razón lógica a los argumentos.

En la presentación da definiciones, explica el texto o pasaje bíblico, familiariza el


texto con el contexto histórico, documenta lo que se necesite, expone la historia
bíblica o dramatiza algún personaje o varios de la historia que se está
considerando. Esta parte de la predicación es didáctica, ya que el predicador
enseña, demuestra e informa.

2. En la aplicación, el predicador relaciona lo dicho con el oyente. Por decirlo


así, la aplicación es práctica, experimental y espiritual. Su enfoque es persuasivo.
La historia bíblica de David y Goliat, de Sansón y Dalila son en esta parte de la
predicación, nuestras propias historias. Lo que Pablo escribió a los Gálatas o a los
Tesalonicenses, ahora mediante la aplicación es para nosotros.

3. La demostracion y la aplicación son tan unidas que es difícil separar la


una de la otra. En el mismo bosquejo se ven entrelazadas. Muchas veces el
predicador hace su presentación y luego aplica. Pero las mayoría de las veces a
medida que va haciendo la presentación surgen las aplicaciones.

La aplicación es algo delicado. Es ahí donde el predicador le da el golpe final a


alguna verdad con el propósito de que se grabe en el corazón del oyente. La
aplicación y las exhortaciones son lo mismo en la tarea de la predicación.

Muchas veces la aplicación puede ser más eficiente si se hace indirectamente. Por
ejemplo en vez de decir: “Usted tiene que consagrarse más”. Se puede decir:
“Como iglesia tenemos que consagrarnos más”. En vez de predicar a uno o dos
individuos, se le debe predicar a toda la congregación. Pero como si el Señor
estuviera tratando personalmente con uno solo.

En el otro extremo la predicación pastoral es única. El pastor es directo,


tajante y va al grano. Esto no sólo confronta al creyente con sus faltas, sino que
demuestra el cuidado pastoral por él. “¿Ha dicho alguno de ustedes a su
congregación que la ama?” Los pastores debemos sacar tiempo para decirle
desde el púlpito a la iglesia que la amamos.

CUARTO PASO: APLICACION

Las aplicaciones se pueden formular basadas en cuatro formas de leer e


interpretar la Biblia.

A. El criterio literalista. Aquí están aquellos que se acercan al texto, pero se


quedan en la superficie del mismo y comienzan a aplicar textos bíblicos a esto o
aquello. Con este grupo se identifican aquellos que muy a menudo los
escuchamos declarar: “Si no está en la Biblia no lo acepto”. “Partiendo de esta
premisa, repetir es más importante que predicar; grabar el texto en la mente y oído
del oyente, es más productivo que analizarlo y explicarlo”.
B. La forma alegórica. Los que se identifican con esta forma profundizan el texto
bíblico, diferente a los literalistas, pero para inyectar en el mismo sus propias ideas
y espiritualizaciones. En todo ven una aplicación espiritual. Por ejemplo en se nos
habla de la arquilla de juncos donde fue puesto el niño Moisés con tres meses de
nacido. Esta arquilla estaba calafateada con asfalto y brea. Los que siguen el
método alegórico de interpretar y aplicar la Biblia, dirían que hay un significado
espiritual en la arquilla, el asfalto y la brea. Con toda probabilidad predicarían un
sermón basado sobre estas tres palabras.

C. El criticismo formal. Su intento es desmitologizar la Biblia. Sus exponentes


son objetivos al mensaje bíblico. Ellos niegan lo milagroso y miran muchas
narraciones e historias en la Biblia con sospechas. Cuando la crítica formal tiene
equilibrio no es tan dañina, pero cuando toma extremos, hace de sus intérpretes
“carniceros” del texto bíblico.

D. Una forma existencial que une al ser humano con Dios dando a la Biblia
toda su credibilidad. En el drama de la Biblia nosotros somos invitados a
participar. El Dios de la Biblia es el mismo Dios nuestro. Los personajes de la
Biblia, refiriéndome a los seres humanos que participan, y nosotros, tenemos
muchas cosas en común.

QUINTO PASO: CONCLUSION O CULMINACION

Consideremos finalmente, la conclusión del sermón como discurso

Llegamos ahora a la parte más difícil de un sermón: la conclusión. El predicador


debe esmerarse en preparar su conclusión con la misma efectividad que la
introducción. La misma debe ser corta. No más de tres minutos. Debe escribirse
en el bosquejo o notas. No debe leerse sino memorizarse o decirse en las propias
palabras del predicador.

1. La conclusión no debe ser abrupta. No debe tomar por sorpresa a la


congregación o audiencia. El predicador debe anunciarla. Es como un piloto que
anuncia a la tripulación cuando va a despegar el avión y cuando se prepara para
aterrizar. Cuando el predicador dice: “para concluir ….”, debe asegurarse de que
está terminando. No hay algo que moleste más a los oyentes que esos
predicadores que dicen, “estoy por terminar”, y terminan media hora después.

2. La conclusión no debe ser ocasión para pedir clemencia a la audiencia.


Por ejemplo: “Hermanos, perdonen que no predique mejor, pero es …”. Esto lo
que hace es mostrar la incapacidad del predicador.
3. La conclusión no es para tomar la oportunidad de mencionar algo que se
le quedó al predicador. Lo que se quedó no hay que mencionarlo. Déjelo para
otro sermón. A todos los predicadores siempre se nos queda algo por decir, pero
para eso tuvimos la oportunidad.

4. La conclusión lleva el sermón a su clímax, lleva a una decisión de parte


del oyente y da el último golpe. Las palabras empleadas deben ser bien
precisas y al grano. Es aquí cuando el predicador da el “jaque mate” final.

5. La conclusión puede ser:

(a) Una recapitulación.

(b) Una aplicación general.

(c) Algunas preguntas de reflexión personal.

(d) Un llamado a la acción inmediata.

(e) Un pensamiento importante.

(f) Una ilustración interesante.

(g) Una estrofa de un himno o poema.

(h) Una mención de la proposición del sermón.

(i) Una oración.

(j) Una apelación a la conciencia.

La elaboración y empleo del bosquejo

La necesidad del bosquejo

Primero: El bosquejo ayuda al predicador a comunicar el sermón


organizadamente y en secuenciaLa única manera de poder organizar los
pensamientos con más efectividad es escribiéndolos.

1. El predicador “perdido”

Estos son aquellos que desde que anuncian el título o el tema del sermón hasta
que terminan han estado perdidos. Ellos mismos no saben de qué han predicado.
Su predicación en vez de ser tres o cuatro puntos coherentes, son veinte o más
puntos sin coherencia.

2. El predicador “alabanza”
En la predicación lo más que hace es predicar estos tres puntos: I. ¡Gloria a Dios!;
II. ¡Amén! y III. ¡Aleluya! Lo menos que hace es predicar del texto que ha citado,
de comentarlo y de aplicarlo. Por no emplear bosquejos recurre las alabanzas
para rellenar su sermón. La razón es que nunca se preparó para predicar.

3. El predicador “experiencia”

El contenido de sus sermones son sus experiencias. No menoscabamos el valor


de las experiencias del predicador en la tarea de la predicación. Pero Dios no nos
ha llamado a predicar nuestras experiencias sino a predicar de Su Palabra.
Muchas predicaciones no pasan de ser aplausos que el mismo predicador se está
dando a sí mismo.

4. El predicador “visionario”

Aunque cita un pasaje bíblico, le pone un título al sermón. Predica no de lo que


Dios está revelando en la Palabra, sino de lo que en su experiencia extática él ve
en la congregación.

ïEmplea el tiempo de la predicación en llevar mensajes aislados a diferentes


personas. ïNo deseo que el lector tenga la impresión de que rechazo el que Dios
pueda usar a un siervo suyo revelándole la necesidad de alguna persona. ïPero
ésta es la excepción y no la regla en la predicación. ïDios, por medio de la
predicación y por intermedio del siervo que está predicando habla a su pueblo y a
los necesitados.

El bosquejo es de gran ayuda cuando el predicador expone un sermón de carácter


ético-moral, doctrinal y apologético.

Por la falta de bosquejos muchos “disparates” se han dicho desde un púlpito. Las
palabras que salen jamás se vuelven a recoger.

Por eso hay que pensar antes de hablar y hablar después de haber pensado. En
la preparación del bosquejo el predicador piensa.

Segundo: El bosquejo le ofrece al predicador ciertas libertades al comunicar.

1. La experiencia de seguridad

La inseguridad en el púlpito es algo que el predicador no puede disimular. Una


persona que se ha preparado bien no se siente inseguro cuando le toca predicar.

2. La experiencia de confianza

La confianza es triple en la tarea de la predicación:


ïPrimero, el predicador confía en el Señor. Si lo ha buscado y si ha recibido un
mensaje del Señor, si se ha tomado el tiempo para entenderlo y saber cómo
explicarlo a otros, eso le dará confianza. ïSegundo, el predicador necesita confiar
en que la congregación recibirá el mensaje que Dios le ha encomendado a él para
dar a otros. El necesita tener esa confianza de que no chocará contra paredes de
acero. La preparación del bosquejo le ayudará no sólo a tener la piedra del
mensaje divino sino a saber cómo usar la honda de la homilética. ïTercero, el
predicador necesita tener confianza en sí mismo. El haber sacado tiempo para
preparar el bosquejo, el haber orado, le dará esa confianza de que Dios lo usará.

3. La experiencia de haber estado en diálogo con Dios

Mientras se prepara el bosquejo se experimenta una intimidad espiritual con el


Espíritu Santo. En cada punto se siente la presencia del Señor. Es como si Dios
mismo nos tomara de la mano y nos llevara a pasear por las hermosas praderas
bíblicas.

Tercero: El bosquejo ayuda al predicador a recordar ideas que de otra


manera las hubiera olvidado. Pocas personas poseen una buena memoria o una
mente fotográfica. En su preparación para predicar, aterrizan en la mente del
predicador muchos buenos pensamientos que de no enjaularlos volarán como
palomas. Con el bosquejo, los predicadores bajamos de la plataforma con el vacío
de que dijimos algo que no debimos decir, y que no dijimos todo lo que queríamos
decir.

Cuarto: Le permite al predicador mantenerse en su tema, asunto o pasaje


bíblico. No hay cosa que canse más a un oyente que escuchar a un predicador
“machina”.

Esta clase de predicadores da vueltas y vueltas y no llega nunca al punto, habla


mucho y dice muy poco. El clavo está, él tiene el martillo, pero da en todos los
lugares menos en la cabeza del clavo. En la predicación se debe tratar un solo
asunto principal a la vez. Algunos predicadores hablan de toda la Biblia menos del
texto bíblico que citaron y que oraron para que Dios hablara.

Quinto: El bosquejo le será de ayuda al predicador en caso de que éste se


exponga a alguna interrupción. Algunas de estas interrupciones son:

1. Un recién nacido o en niño llorando

Muchas veces en las congregaciones se escuchan a los niños llorando, lo cual


interrumpe la predicación. El predicador tiene que detenerse y un diácono o
alguien tratará con esta situación. Un bosquejo se puede interrumpir y comenzar
en donde se detuvo.

2. Niños inquietos o jugando

El controlar a los niños es muy difícil especialmente durante la edad de dos a


cinco años. Se les escapan a los padres y al rato los vemos corriendo, lo cual es
una interrupción. Un predicador que usa bosquejo no pierde el hilo.

3. Creyentes conversando en el templo

Esto no debiera ocurrir, pero a menudo sucede. Muchas veces los creyentes
comentan algo dicho por el predicador que les ha llamado la atención. Aquellos
que predican sin bosquejos pueden sentirse descontrolados por algo así. El que
emplea bosquejos sigue hacia adelante.

4. La inquietud por el factor tiempo

Son muchas las congregaciones, especialmente aquellas que son de avivamiento,


que al predicador se le entrega el púlpito después que se le da parte a una gran
mayoría de hermanos y de visitas. Lo tradicional es escuchar: “Ahora, hermanos,
preparémonos para la mejor parte. Dios ahora nos va a hablar”. Este preámbulo
es quizás escuchado a la hora cuando la congregación debe estar en pie
escuchando la oración de despedida. No bien comienza el predicador, ya a los
quince minutos muchos hermanos comienzan a enviarle mensajes para que
termine pronto. Por ejemplo se ponen a mirar el reloj, a levantarse de los asientos,
a mostrar preocupación por el factor tiempo, a ponerse abrigos o sobretodos y el
ministro comienza a dar señales de impaciencia.

5. Un derramamiento del Espíritu Santo

En las iglesias de avivamiento siempre es de esperarse que el Espíritu Santo


pueda dar una bendición especial. Lo dicho en se repite muy a menudo en medio
del pueblo de Dios:

Mientras aún hablaba Pedro estas palabras, el Espíritu Santo cayó sobre todos los
que oían el discurso.

El bosquejo ayuda al predicador a continuar desarrollando el sermón una vez


terminado el derramamiento espontáneo del Espíritu Santo.

Sexto: Le ayudará al predicador a desarrollar un sermón completo. La falta de


notas contribuye a que el predicador a veces se detenga en un solo punto, sin
tratar otros puntos coherentes al asunto. El bosquejo siempre le recuerda que no
se puede detener mucho en un solo punto, que necesita moverse a otros
pensamientos.

II. Las características del bosquejo

Todo bosquejo se debe caracterizar por ciertos principios. En la homilética


siempre se ha usado el esqueleto imagen del bosquejo. No creo que haya otra
figura más apropiada que ésta. En el esqueleto se descubre unidad, proporción,
simetría, progreso y propósito. Ningún hueso del esqueleto humano está donde
está por ocupar un lugar. Lo mismo tenemos que decir de las divisiones de un
sermón o bosquejo. Para ser más específico describiré cada una de las
características del bosquejo.

1. Unidad

Aunque un bosquejo pueda tener dos divisiones, tres o más, en realidad el sermón
es un solo asunto. Cada división tiene que unirse a la otra en el texto o asunto
bajo consideración. Predicadores sin experiencia homilética hacen de las
divisiones del bosquejo minisermones lo cual no debe ser. Cada división debe
arrojar luz al asunto considerado.

Nos dice Sweazey:

“Aguantar un tema o texto no da necesariamente unidad”.

Muchos predicadores creen que por repetir el tema, el título o pasaje bíblico tienen
unidad en su predicación.

2. Proporción

El bosquejo le permite al predicador distribuir su tiempo de manera proporcionada


a cada división. A menudo encontramos predicadores que le dan mucho énfasis a
una división a expensas de las otras. La proporción le da lucidez a la predicación.

3. Simetría

La simetría no aplica al hecho de tener en cada división el mismo número de


subdivisiones. El homileta Juan A. Broadus nos dice:

“Y deben ser las divisiones simétricas. Aun predicadores hábiles reúnen a veces
materiales tan incongruentes como lo serían una cabeza humana, un pescuezo de
caballo y un cuerpo compuesto de partes de diferentes procedencia y cubierto con
plumas de todas clases, y terminado en cola de pescado, según el decir de
Homero. Las divisiones todas deben guardar la misma clase de relación con el
asunto”.
Por simetría se quiere decir que una división sea hermana de la otra e hijas de un
mismo asunto. Una división no debe ser extraña a la otra sino parecida pero no
idéntica. Si el lector consulta mis libros “Bosquejos para predicadores” verá
muchos ejemplos de simetría homilética. Sin embargo deseo presentar algunos
ejemplos para aclarar lo que he expresado.

Ejemplo #1

Diez Leprosos

San

I. La misma enfermedad -“… le salieron al encuentro diez hombres leprosos”


(verso 12).

II. La misma distancia -“… los cuales se pararon de lejos” (verso 12).

III. La misma petición -“Jesús, Maestro, ten misericordia de nosotros” (verso 13).

IV. La misma receta -“Id, mostraos a los sacerdotes. Y aconteció que mientras
iban, fueron limpiados.

V. No hubo la misma gratitud -“Entonces uno de ellos, viendo que había sido
sanado, volvió, glorificando a Dios a gran voz” (verso 15).

III. La elaboración del bosquejo

Los sermones se clasifican dependiendo del texto, textos y asunto temático. Su


clasificación conforme a la homilética tradicional es:

* Textual. Estos son aquellos que tratan de un solo pasaje bíblico o texto. Aunque
bajo esta clasificación entran aquellos sermones que consideran más de un texto,
pero bajo una misma unidad. De ese mismo pasaje “emergen” las divisiones, el
plan o el bosquejo.

* Temático. Estos son aquellos donde las divisiones “emergen” no del pasaje
bíblico en su análisis inmediato, sino del tema o asunto que se infiere del mismo.

* Expositivo. La homilética tradicional considera el sermón expositivo como aquel


que toma en consideración una porción extensa de las Sagradas Escrituras. En
este caso las divisiones nacerán de la manera como el predicador desee
considerar el pasaje. Muchos homiletas consideran el sermón expositivo como el
de más contenido bíblico.
* Mixto. En esta clase de sermón hay una combinación de cualquiera de las
clasificaciones ya mencionadas. Es decir, se puede predicar un sermón textual-
temático, textual expositivo, expositivo-temático.

LOS SERMONES

Por otro lado los sermones se pueden clasificar por su contenido histórico,
doctrinal, evangelístico, didáctico, ético-moral, biográfico, apologético, de puntos,
de análisis, etcétera. Consideramos algunos de éstos:

* Sermón biográfico. Es aquel cuyo propósito está en señalar parcial o


completamente los rasgos característicos de algún personaje bíblico. Los muchos
personajes bíblicos ofrecen bastante material homilético para los predicadores.
Aquellos predicadores que poseen la habilidad natural para dramatizar son muy
usados por Dios en este tipo de sermón. Ya que los personajes bíblicos cobran
vida delante de una audiencia.

* Sermón evangelístico. Es conocido también como el sermón “kerygmático”. Su


propósito es más bien el de evangelizar al oyente confrontándolo con la realidad
del plan salvador de Dios en la persona del Logos eterno, Jesucristo. Todo sermón
debe ser evangelístico en su aplicación.

* Sermón ético-moral. Es de un carácter situacional en cuanto a la conducta y


deberes morales. El creyente es retado a vivir en un estado moral en armonía con
los principios divinos y en su trato con su prójimo.

* Sermón doctrinal. Todo sermón de una manera u otra, resalta una o.más
doctrinas cristianas. Pero el sermón doctrinal se enfoca exclusivamente en el
análisis y aplicación de alguna doctrina cristiana, tal como está revelada por Dios
en la Biblia.

* Sermón apologético. En los siglos II y III la apología caracterizaba la tarea de la


predicación. El propósito de este tipo de sermón es argumentar lógica y
bíblicamente en favor de los principios fe y doctrinas cristianas, con la finalidad de
presentarlas y defenderlas.

* Sermón didáctico. Es de un carácter pedagógico. La verdadera predicación es


también enseñanza. Pero esta clase de sermón es analítico, exegético e
informativo. Está bien documentado y lógico en su exposición.

* Sermón de puntos. Muchos han tratado de clasificar los sermones por el


número de puntos. A eso se deba a que hablen del sermón de dos puntos, tres y
cuatro puntos. Considero que el número de puntos es algo arbitrario con el estilo
del predicador, el asunto a ser tratado, la porción bíblica y la habilidad homilética
del predicador.

* Sermón mixto. Este es aquel que combina las características de dos o más de
los ya explicados. Muy rara vez un sermón será de una caracterización
independiente y única. Por decirlo así, un sermón biográfico se puede combinar
con un sermón evangelístico. Aunque es un solo sermón goza de una doble
caracterización en su contenido. Un sermón apologético se puede combinar con
uno didáctico y aun con otro doctrinal.

LA HOMILETICA

HOMILÉTICA
La homilética tradicional ha complicado tanto la tarea de la predicación, que en
vez de ser ésta una llave para los predicadores, se ha convertido en un candado
de combinaciones. Sin embargo en la tarea de preparar bosquejos es
imprescindible echar mano de las etiquetas empleadas para la clasificación de los
sermones conforme a su base textual y a su contenido.

Se denomina homilética a la aplicación de las nociones de la retórica en el


marco de la predicación.

Puede considerarse como un arte o una disciplina que apunta a transmitir un


discurso religioso o un sermón de manera efectiva.

La homilética tradicional ha complicado tanto la tarea de la predicación, que en


vez de ser ésta una llave para los predicadores, se ha convertido en un candado
de combinaciones. Sin embargo en la tarea de preparar bosquejos es
imprescindible echar mano de las etiquetas empleadas para la clasificación de los
sermones conforme a su base textual y a su contenido.

Los bosquejos nacen del pasaje bíblico mismo, del tema o asunto, o de alguna
palabra, frase o frases del mismo texto.

Las divisiones se pueden expresar en forma de preguntas o interrogaciones, a


manera de retórica y de manera lógica. La forma más corriente es la consideración
directa del pasaje, citando palabras o frases del mismo texto.

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