PREDICAdores
PREDICAdores
PREDICAdores
I. La predicación
En leemos
Porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo. ¿Cómo, pues,
invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien
no han oído? ¿Y cómo predicarán si no fueran enviados? ¿Y cómo oirán sin saber
quien les predique? Como está escrito: ¡Cuán hermosos son los pies de los que
anuncian la paz de los que anuncian buenas nuevas!
En leemos
ïLa predicación es para muchos una locura. Pero en medio de esa locura la
teocentralidad y la bibliocentralidad se transforman en milagros irrefutables que
convencen al mundo de que Dios es real y lo que se predica es verdad. ïDios usa
y usará la predicación en su propósito divino para llegar a los corazones humanos.
Además en la predicación los creyentes son nutridos por medio de la exposición
bíblica en la fe cristiana. ïLa Biblia no presenta substitutos para la predicación. Los
programas que se desarrollan en las congregaciones son para complementar la
predicación. Ninguna actividad eclesiástica debe tomar el lugar céntrico de la
predicación. Las congregaciones tienen que dejar de ser “clubes eclesiásticos” y
dar la primacía a la predicación. ïSon muchas las denominaciones en la actualidad
que están convertidas en “cementerios eclesiásticos”. Lo único visible en ellas es
su lápida histórica. Sencillamente se han olvidado de la predicación bibliocéntrica
de sus fundadores. ïLa Biblia, para sus pastores, ha dejado de ser la Palabra de
Dios. La predicación tiene que retornar a nuestros púlpitos y nuestros ministros
tienen que volver a ser predicadores.
I.Su personalidad
1.Un buen comunicador es sincero ïUn predicador debe ser sincero en lo que
dice, cómo lo dice, lo que hace y cómo vive. Al pueblo de Dios no se le debe
engañar con cifras infladas de conversión, poniéndose el predicador como el
héroe de las predicaciones. Hay que huir del exhibicionismo clerical y
evangelístico. ïSpurgeon decía: “Llegar a parecer muy fervientes en el púlpito, no
significa gran cosa a menos que vivamos mucho más intensamente cuando
estamos a solas con Dios”
Sobre esto Spurgeon dice: “Sin embargo no permitamos que nuestra predicación
directa y fiel degenere en regaños a la congregación. Algunos llaman al púlpito
“castillo de los cobardes”. Tal nombre es propio en algunos casos, especialmente
cuando los necios suben e insultan impúdicamente a sus oyentes, exponiendo al
escarnio público sus faltas o flaquezas de carácter. Hay una personalidad
ofensiva, licenciosa e injustificable que se debe evitar escrupulosamente, es
terrena y debe ser condenada explícitamente: Pero hay otra que es prudente,
espiritual y celestial, que se debe buscar siempre que prediquemos”
4. Un buen comunicador es aquel que da atención a ciertos factores de su
personalidad
“El predicador necesita, por tanto, preocuparse por lo que va a decir y por la
manera cómo lo ha de decir; de lo contrario puede que predique una cosa y
comunique otra”
***** El primer factor es su relación con Dios. Aquel que ha sido llamado a la
tarea de la predicación tiene que haber tenido una experiencia verdadera de
salvación. Su ministerio se caracterizará por la sumisión voluntaria al señorío de
Cristo. Jesús tiene que ser Rey y Señor de la vida del predicador. No se puede
predicar un evangelio a otros que no ha sido experimentado por el que lo predica.
Aquellos que son proclamadores del evangelio tienen que haber sido
transformados por el contenido del mismo. De lo contrario ese predicador será
“como metal que resuena, o címbalo que retiñe” ().
Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de
qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad.
, RV-77
El cuarto factor es su relación con el mundo. El creyente está en el mundo
pero no es del mundo
De manera más clara, el creyente aunque coexiste con el mundo, no convive con
el mundo.
1. La que es apática
2. La que es crédula
No rechaza la predicación porque cree en lo que dice el predicador. El tiene que
vivir los diferentes personajes que predica y revelarlos ante la congregación.
3. La que es hostil
4. La que duda
Le da trabajo aceptar lo que el predicador dice sobre esto o aquello. El debe estar
bien preparado, documentar y dar pruebas de lo que dice.
5. La que es mixta
El lenguaje empleado por el predicador en el púlpito debe ser real, natural y con
un tono verdadero. Al particular, dijo Spurgeon: “Estoy persuadido de que estos
tonos y semitonos, y monótonos, son babilónicos, y que no pertenecen al dialecto
de Jerusalén, porque éste tiene un distintivo especial que es a saber: que cada
hombre tiene su propio modo de hablar, y que habla de la misma manera en el
púlpito o fuera de él.”
Debe hablarse con fuerza, con claridad, sin demasiada lentitud, tampoco con
mucha rapidez y sin estar asfixiados. El predicador debe saber respirar entre
pausas de manera natural sin que nadie se dé cuenta.
El gritar mucho afecta los pulmones y la laringe. Las palabras de Spurgeon son
apropiadas: “No hagáis doler a vuestros oyentes la cabeza, cuando lo conveniente
sería hacer que les doliera el corazón. Cierto es que debéis procurar conservarlos
despiertos, pero recordad que para esto no es necesario romperles el tímpano del
oído”.
El predicador debe hacer ejercicios para tener más fuerza en su voz y mantenerla
más clara. Los pulmones y el pecho son importantes para dar fuerza y volumen a
la voz, ciertos ejercicios son provechosos para lograr este fin. Por ejemplo, el leer
en voz alta enfrente de un espejo ayuda mucho a lograr una buena adición,
modulación y proñunciación.
1. El pasaje bíblico
Ya sabemos que un sermón para ser bíblico no tiene que estar basado en un
pasaje bíblico particular, sino en la revelación bíblica. No obstante, lo tradicional y
más correcto sería saltar a la aventura de la predicación sobre una base bíblica o
escrituraria.
2. El tema
Primero: El tema en sí. Este responderá al “aspecto partícular del asunto que ha
de ser desarrollado en el transcurso del mensaje” El tema es la columna vertebral
que sostiene sobre la base del texto bíblico, el armazón o esqueleto del sermón.
En la tarea de la predicación lo que hace el predicador es descubrir un tema,
demostrarlo, aplicarlo e ilustrarlo
Segundo: El asunto. Nos dice Costas: “el asunto depende de la clase de pasaje
que se esté estudiando. El pasaje puede tener un carácter biográfico, narrativo (un
incidente tal como una conversación, una batalla o un milagro), doctrinal o ético, o
doctrinal y biográfico, en cuyo caso el predicador deberá optar por el que tenga
más fuerza”
Dale Carnegie ofrece algunas sugerencias para que un orador gane la atención
inmediata de la audiencia:
(e) Preguntando.
Entre el predicador y los oyentes a veces se levantan ciertas barreras que con la
introducción se deben remover. Algunas de estas barreras son:
Muchas veces la aplicación puede ser más eficiente si se hace indirectamente. Por
ejemplo en vez de decir: “Usted tiene que consagrarse más”. Se puede decir:
“Como iglesia tenemos que consagrarnos más”. En vez de predicar a uno o dos
individuos, se le debe predicar a toda la congregación. Pero como si el Señor
estuviera tratando personalmente con uno solo.
D. Una forma existencial que une al ser humano con Dios dando a la Biblia
toda su credibilidad. En el drama de la Biblia nosotros somos invitados a
participar. El Dios de la Biblia es el mismo Dios nuestro. Los personajes de la
Biblia, refiriéndome a los seres humanos que participan, y nosotros, tenemos
muchas cosas en común.
1. El predicador “perdido”
Estos son aquellos que desde que anuncian el título o el tema del sermón hasta
que terminan han estado perdidos. Ellos mismos no saben de qué han predicado.
Su predicación en vez de ser tres o cuatro puntos coherentes, son veinte o más
puntos sin coherencia.
2. El predicador “alabanza”
En la predicación lo más que hace es predicar estos tres puntos: I. ¡Gloria a Dios!;
II. ¡Amén! y III. ¡Aleluya! Lo menos que hace es predicar del texto que ha citado,
de comentarlo y de aplicarlo. Por no emplear bosquejos recurre las alabanzas
para rellenar su sermón. La razón es que nunca se preparó para predicar.
3. El predicador “experiencia”
4. El predicador “visionario”
Por la falta de bosquejos muchos “disparates” se han dicho desde un púlpito. Las
palabras que salen jamás se vuelven a recoger.
Por eso hay que pensar antes de hablar y hablar después de haber pensado. En
la preparación del bosquejo el predicador piensa.
1. La experiencia de seguridad
2. La experiencia de confianza
Esto no debiera ocurrir, pero a menudo sucede. Muchas veces los creyentes
comentan algo dicho por el predicador que les ha llamado la atención. Aquellos
que predican sin bosquejos pueden sentirse descontrolados por algo así. El que
emplea bosquejos sigue hacia adelante.
Mientras aún hablaba Pedro estas palabras, el Espíritu Santo cayó sobre todos los
que oían el discurso.
1. Unidad
Aunque un bosquejo pueda tener dos divisiones, tres o más, en realidad el sermón
es un solo asunto. Cada división tiene que unirse a la otra en el texto o asunto
bajo consideración. Predicadores sin experiencia homilética hacen de las
divisiones del bosquejo minisermones lo cual no debe ser. Cada división debe
arrojar luz al asunto considerado.
Muchos predicadores creen que por repetir el tema, el título o pasaje bíblico tienen
unidad en su predicación.
2. Proporción
3. Simetría
“Y deben ser las divisiones simétricas. Aun predicadores hábiles reúnen a veces
materiales tan incongruentes como lo serían una cabeza humana, un pescuezo de
caballo y un cuerpo compuesto de partes de diferentes procedencia y cubierto con
plumas de todas clases, y terminado en cola de pescado, según el decir de
Homero. Las divisiones todas deben guardar la misma clase de relación con el
asunto”.
Por simetría se quiere decir que una división sea hermana de la otra e hijas de un
mismo asunto. Una división no debe ser extraña a la otra sino parecida pero no
idéntica. Si el lector consulta mis libros “Bosquejos para predicadores” verá
muchos ejemplos de simetría homilética. Sin embargo deseo presentar algunos
ejemplos para aclarar lo que he expresado.
Ejemplo #1
Diez Leprosos
San
II. La misma distancia -“… los cuales se pararon de lejos” (verso 12).
III. La misma petición -“Jesús, Maestro, ten misericordia de nosotros” (verso 13).
IV. La misma receta -“Id, mostraos a los sacerdotes. Y aconteció que mientras
iban, fueron limpiados.
V. No hubo la misma gratitud -“Entonces uno de ellos, viendo que había sido
sanado, volvió, glorificando a Dios a gran voz” (verso 15).
* Textual. Estos son aquellos que tratan de un solo pasaje bíblico o texto. Aunque
bajo esta clasificación entran aquellos sermones que consideran más de un texto,
pero bajo una misma unidad. De ese mismo pasaje “emergen” las divisiones, el
plan o el bosquejo.
* Temático. Estos son aquellos donde las divisiones “emergen” no del pasaje
bíblico en su análisis inmediato, sino del tema o asunto que se infiere del mismo.
LOS SERMONES
Por otro lado los sermones se pueden clasificar por su contenido histórico,
doctrinal, evangelístico, didáctico, ético-moral, biográfico, apologético, de puntos,
de análisis, etcétera. Consideramos algunos de éstos:
* Sermón doctrinal. Todo sermón de una manera u otra, resalta una o.más
doctrinas cristianas. Pero el sermón doctrinal se enfoca exclusivamente en el
análisis y aplicación de alguna doctrina cristiana, tal como está revelada por Dios
en la Biblia.
* Sermón mixto. Este es aquel que combina las características de dos o más de
los ya explicados. Muy rara vez un sermón será de una caracterización
independiente y única. Por decirlo así, un sermón biográfico se puede combinar
con un sermón evangelístico. Aunque es un solo sermón goza de una doble
caracterización en su contenido. Un sermón apologético se puede combinar con
uno didáctico y aun con otro doctrinal.
LA HOMILETICA
HOMILÉTICA
La homilética tradicional ha complicado tanto la tarea de la predicación, que en
vez de ser ésta una llave para los predicadores, se ha convertido en un candado
de combinaciones. Sin embargo en la tarea de preparar bosquejos es
imprescindible echar mano de las etiquetas empleadas para la clasificación de los
sermones conforme a su base textual y a su contenido.
Los bosquejos nacen del pasaje bíblico mismo, del tema o asunto, o de alguna
palabra, frase o frases del mismo texto.