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Escapulario Carmen

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P. ÁNGEL PEÑA O.A.R.

IMPORTANCIA DEL ESCAPULARIO DEL CARMEN


Y SUS MILAGROS

S. MILLÁN DE LA COGOLLA
LA RIOJA (ESPAÑA)

2018

1
IMPORTANCIA DEL ESCAPULARIO DEL CARMEN
Y SUS MILAGROS

Nihil Obstat
Padre Ricardo Rebolleda
Vicario Provincial del Perú
Agustino Recoleto

Imprimatur
Mons. José Carmelo Martínez
Obispo de Cajamarca (Perú)

S. MILLÁN DE LA COGOLLA
LA RIOJA (ESPAÑA)

2018

2
ÍNDICE GENERAL

INTRODUCCIÓN
1.- La Orden del Carmen.
2.- Aparición de la Virgen.
3.- Documentos antiguos.
4.- Privilegio sabatino.
5.- El escapulario de la Virgen del Carmen.
6.- Algunos Papas y el escapulario.
7.- Algunos santos y el escapulario.
8.- El escapulario y la consagración a María.
9.- Hechos reales.

CONCLUSIÓN
BIBLIOGRAFÍA

3
INTRODUCCIÓN

El tema del escapulario del Carmen es de suma importancia, ya que puede


marcar la diferencia entre el cielo y el infierno. La Virgen María en su aparición
a san Simón Stock promete al que lleve el escapulario con devoción en la hora de
muerte, la salvación eterna. ¿Puede haber algo más importante en la vida que el
asunto de nuestra salvación?

Por supuesto que Jesús también nos promete la salvación si cumplimos la


devoción de los nueve primeros viernes de mes o de los cinco primeros sábados.
Incluso también la Virgen le prometía a santa Matilde la salvación por el rezo
diario de tres avemarías. Y estas devociones también tienen, al igual que la del
escapulario, la aprobación oficial de la Iglesia por medio de los Papas y también
la aprobación de diferentes santos.

En este caso del escapulario es como si la misma Virgen María nos dijera
a cada uno: Si llevas devotamente el escapulario en el momento de tu muerte, yo
intercederé ante mi Hijo Jesús para que mueras en su gracia y amistad y te salves
y así no sufras eternamente en el infierno. Y a los cofrades que vayan al
purgatorio, les prometo sacarlos cuanto antes y llevarlos al cielo.

Veamos en las páginas siguientes los fundamentos históricos y eclesiales


de esta devoción y que su conocimiento nos estimule a amar cada día más a
María, nuestra Madre.

4
1. LA ORDEN DEL CARMEN

Según una antigua tradición, existían ermitaños en el Monte Carmelo de


Palestina desde tiempos del profeta Elías. Por eso, el profeta Elías, aunque no sea
el fundador, es considerado como un gran santo de la Orden carmelita. Cuando
los cruzados conquistaron Jerusalén en 1099, tuvieron conocimiento de los
ermitaños que habitaban en el Monte Carmelo. Algunos de estos cruzados
europeos abrazaron su vida y organizaron monasterios al estilo de las Órdenes de
Europa, es decir de vida común.

San Brocardo, santo general de la Orden, del siglo XIII, pidió a San
Alberto, patriarca de Jerusalén, que le diera una Regla en la que se dieran normas
concretas para la vida común, aunque algunos vivieran solos la mayor parte del
tiempo en silencio, oración y penitencia. Esta Regla se la entregó a los carmelitas
entre 1205 y 1214. Entre otras cosas, se dice que debía haber en el centro del
eremitorio, un oratorio o capilla donde diariamente pudieran asistir a misa.

Se sabe por una guía de peregrinos de Tierra Santa La citez de Jerusalén,


escrita entre 1220 y 1229, que los hermanos del Carmelo habían construido una
iglesia a Nuestra Señora. De ahí que el binomio María-Carmelo y Carmelo-María
será siempre inseparable.

Estos hermanos empezaron a llamarse Hermanos de la bienaventurada


Virgen María. Y desde el principio fue tradición de la Orden llamar a María
Mater et decor Carmeli (Madre y hermosura del Carmelo). Sin embargo la
situación en Tierra Santa se hacía cada día más peligrosa, por la persecución de
los musulmanes.

5
El carmelita Guillermo de Sanvico, de la provincia de Tierra Santa,
escribió: Estuve presente a la masacre de los cristianos en la toma de la ciudad
de Acre, tomada por los musulmanes. En ella había 30.000 cristianos y sólo se
salvaron algunos huyendo por mar, entre los cuales yo fui uno de ellos. De allí
los infieles subieron al monasterio de la Orden de los hermanos de la
bienaventurada María del monte Carmelo, que estaba cerca y lo quemaron y
mataron a todos los hermanos 1.

El autor refiere también cómo los hermanos sobrevivientes se trasladaron


de Palestina a Occidente en 1238 y llegaron a Chipre, Sicilia, Italia, Francia,
Inglaterra... También narra la oposición que encontraron los hermanos carmelitas
en Europa, ya que muchos obispos y sacerdotes no los querían aceptar hasta que
el Papa Inocencio IV en 1252 publicó una carta en la que defendía a los
carmelitas, después de haber aprobado sus Constituciones en 1247. Precisamente
este año 1247 fue elegido Superior general de la Orden san Simón Stock en el
capítulo celebrado en Aylesford, en Inglaterra. San Simón viendo tanta oposición
de los obispos, pedía insistentemente a la Virgen María, como Madre espiritual
de la Orden desde los tiempos de Palestina, que manifestara su protección
especial de alguna manera.

Guillermo de Sanvico manifiesta en su Chronica de multiplicatione


religionis carmelitarum (Crónica de la multiplicación de la Orden de los
carmelitas) que fue obra de Dios que pudieran algunos hermanos establecerse en
Europa y salir de Palestina y que lograron sobrevivir a tantas dificultades que
encontraron en Europa y que por obra de Dios consiguieron salir adelante.

La mayoría de los obispos y los eclesiásticos no los aceptaban y no les


permitían fundar casas en sus territorios. Parecía que la Orden iba a desaparecer.
Pero ellos, que desde el principio se habían puesto al servicio de María, como su
Señora y Soberana, al igual que en aquellos tiempos los vasallos se ponían al
servicio de sus señores, acudieron a ella en busca de ayuda y protección.
Especialmente el general Simón Stock, oraba y ayunaba personalmente con
mucho fervor a María, pidiendo su ayuda para toda la Orden y María respondió,
consolándolo con una aparición y dándole el escapulario como señal externa de
su protección y garantía de salvación en los últimos momentos.

1
Chronica Nº 8, que se encuentra en Analecta Ordinis carmelitarum 3 (1914-1916, p. 313 ss.).

6
2. APARICIÓN DE LA VIRGEN

Hay cuatro redacciones del santoral o catálogo de los santos de la Orden,


donde se encuentra el relato de la aparición de la Virgen María a san Simón
Stock. La redacción más larga está en los códices de Bamberg, París, Pavía y
algún otro. La redacción más corta está contenida en los escritos de Juan Grossi y
Tomás Bradley. La redacción resumida se encuentra en un códice de Bruselas. A
estas tres hay que añadir otra que está en el códice vaticano Nº 3813 y en otro de
Bruselas.

En el santoral o catálogo más extenso de santos de la Orden, se relata algo


de la vida de san Simón Stock, y se dice: Fue inglés y sexto general de la Orden,
el cual antes de que llegaran los hermanos carmelitas a Inglaterra, con espíritu
profético los esperaba, viviendo en el tronco de un árbol cóncavo, llevando una
vida solitaria. Cuando los barones Vescy y Grey llevaron a Inglaterra algunos
hermanos del Monte Carmelo y se fundaron los conventos de Alnewici y
Aylesford, dejó la vida eremítica y se unió a la Orden, a la que esperaba por
revelación divina y entró en ella con gran fervor.

Con el tiempo fue elegido general de la Orden en el capítulo celebrado en


Inglaterra y gobernó la Orden durante 20 años. Los Papas Honorio II, Gregorio
IX e Inocencio IV, en el concilio que se celebraba en Lyon, a causa de la
santidad de san Simón, confirmaron la Regla de su Orden. San Simón hizo
muchos milagros en vida. Un día celebraba la misa y en el momento de
consagrar el vino, se dio cuenta de que no tenía vino y convirtió el agua en vino,
con el cual terminó la misa ya comenzada.

Con frecuencia oraba a la gloriosa Virgen, patrona de la Orden,


diciéndole cada día: Flor del Carmelo, vid fecunda, esplendor del cielo, virgen
fecunda, madre dulce sin conocer varón, da privilegios a los carmelitas, estrella
del mar. Y la bienaventurada Virgen se le apareció acompañada de multitud de
ángeles, teniendo en las manos el escapulario de la Orden y diciéndole: “Este
será para ti y para todos los carmelitas el privilegio: el que muera con él se
salvará”.

San Simón Stock, teniendo 100 años, visitó la provincia de Vasconia el 16


de marzo de 1265 y murió en Burdeos, donde descansa su cuerpo, haciendo
muchos milagros 2.

2
Xiberta Bartolomé, De visione sancti Simonis Stock, Roma, 1950, pp. 289-291.

7
El catalogo o santoral más corto, más antiguo y por tanto más fiable, se
considera que fue escrito hacia 1386 o finales del siglo XIV, porque en todos los
catálogos el último santo del que se escribe es san Andrés Corsini, del que se
habla del nuevo sepulcro donde se coloca sus restos y esto sucedió en 1386.

Esta redacción más breve y más antigua está en un documento llamado


bruselense, por estar en una biblioteca de Bruselas. Dice así: San Simón de
Inglaterra fue el sexto general de la Orden, el cual suplicaba todos los días a la
gloriosísima Madre de Dios que diera alguna muestra de su protección a la
Orden de los carmelitas, diciendo con todo el fervor de su alma estas palabras:

Flor del Carmelo,


Vid florida,
Esplendor del cielo,
Virgen fecunda y singular,
Oh, Madre dulce,
De varón no conocida,
A los carmelitas da privilegios,
Estrella del mar.

Un día se le apareció la bienaventurada Virgen, acompañada de multitud


de ángeles, llevando en sus benditas manos el escapulario de la Orden y
diciendo estas palabras: “Este será un privilegio para ti y para todos los
carmelitas, quien muriere con él, no padecerá el fuego eterno; es decir, el que
con él muriere, se salvará” (Hoc erit tibi et cunctis Carmelitis privilegium, quod
in hoc moriens aeternum non patietur incendium, id est, in hoc moriens
salvabitur) 3.

Según Guillermo de Sanvico la carta del Papa Inocencio IV de enero de


1252 tendría por causa la visión de san Simón de la Virgen María con los
privilegios que fueron concedidos. San Simón y su compañero Swanyngton
fueron a encontrar al Papa a Perusa donde estaba en ese momento y el Papa
escribió a todos los obispos, ordenándoles que se mostraran favorables a los
carmelitas y, si no lo hacían, amenazaba con censuras eclesiásticas a los que los
molestasen. A partir de ese momento, las fundaciones de carmelitas se
sucedieron con rapidez en todas partes. Fundaron en Oxford en 1252, en
Londres, en York en 1255, en Norwich en 1256, en París en 1254, en Bolonia en
1260. En España se establecieron en 1282, en Irlanda en 1297, etc. A la muerte
de san Simón Stock en 1265 en Burdeos (Francia) la Orden ya estaba bien

3
Ib. p. 283.

8
establecida en la Iglesia y tenía un puesto de honor entre todas las Órdenes
religiosas 4.

El cambio tan radical en la actitud de los obispos y el posterior


florecimiento de la Orden en Europa, fue considerado debido a la aparición de la
Virgen y la aprobación de la Iglesia por medio del Papa, teniendo así una base
segura estos privilegios; aunque la verdadera fuerza espiritual de los privilegios
se basan en la aprobación eclesiástica y no tanto en la visión como tal, además de
los milagros que Dios ha realizado por medio del escapulario y del consenso
universal sobre el privilegio como algo cierto y venido del cielo.

3. DOCUMENTOS ANTIGUOS

Existen dos fragmentos de Pedro Swanyngton, amigo y compañero de San


Simón Stock. No son originales, sino transcritos por otros. Según el primer
fragmento, la aparición de la Virgen a San Simón tuvo lugar en Cambridge el 16
de julio de 1251. En el siglo XIV se celebraba ya la fiesta de la Virgen del Monte
Carmelo el 16 de julio, no tanto por la aparición de la Virgen a san Simón, sino
por la aparición de María al Papa Inocencio III para aprobar la Regla de los
carmelitas. Algunos discuten, si fue el año 1251 u otro posterior, pero para los
efectos de los privilegios del escapulario no importa demasiado la fecha o el
año.Hay razones para creer que fue así, aunque no haya una certeza absoluta.

Swanyngton escribió lo siguiente en el primer fragmento: El


bienaventurado Simón oraba sin descanso por las noches hasta la aurora y le
vino la consolación del cielo. Él nos dijo: Hermanos carísimos, estaba
derramando mi alma ante el Señor, aunque soy polvo y ceniza, le pedía a mi
Señora la Virgen María que, si quería llamarnos hermanos suyos, se mostrara
como madre y nos diera alguna señal de su gracia, recomendándonos ante
aquellos que nos perseguían, diciéndole con suspiros: Flor del Carmelo, vid
florida, esplendor del cielo, Virgen fecunda, madre dulce, sin conocer varón,
danos a los carmelitas privilegios, estrella del mar. Y se me apareció ella con
gran multitud de ángeles. Y, teniendo el hábito de la Orden, me dijo: “Este será
para ti y para todos los carmelitas el privilegio: el que muera con esto no
padecerá el incendio eterno”. Y como su gloriosa presencia me alegraba
muchísimo y yo, miserable, no podía soportar tanta majestad, me dijo antes de

4 Actualmente los carmelitas descalzos son 4.000 en el mundo. Las carmelitas descalzas de clausura con
11.500. Esto sin contar los carmelitas calzados, religiosos y religiosas, aparte de más de 65
Congregaciones de hermanas carmelitas de vida activa que son unas 29.000 en total o de seglares
carmelitas de la tercera Orden, así como cofradías o Fraternidades como la Cofradía del escapulario o
el Movimiento carmelitano del escapulario, etc.

9
desaparecer que enviara una embajada al Papa Inocencio, Vicario de su Hijo,
quien remediaría todos los problemas (que nos ocasionaban).

Y este mensaje envió a todos los hermanos que estaban en otros lugares
muy tristes para su consuelo. Y yo sin merecerlo, dictándomelo el hombre de
Dios, escribí para que todos dieran gracias, orando y perseverando 5.

En el segundo fragmento, Swanyngton refiere: Iba yo de camino con el


beato Simón... con el fin de hablar con el Papa Inocencio IV, que era favorable a
nuestra Orden, y sucedió que nos alcanzó Pedro de Lynthon rogando al
bienaventurado padre que se diera prisa para ayudar a un hermano suyo que se
moría desesperado... El padre Simón llegó hasta el enfermo, le hizo la señal de
la cruz y colocó su hábito sobre el enfermo y elevando los ojos pedía la paz para
el enfermo para que no fuera presa del diablo y, de repente, el enfermo que se
estaba muriendo, recobró sus fuerzas y dijo: “Padre, ayúdame, quiero
confesarme”...

Y a la hora octava de la noche, entregó su alma pacíficamente al Señor. Y


a su hermano, que dudaba de su salvación, se le apareció dándole a entender
que por la intercesión de la poderosísima Reina de los ángeles y por el hábito
del santo varón, había superado las insidias del demonio.

La fama de este hecho voló por toda la ciudad. Pedro de Lynthon le


escribió al obispo, quien le preguntó al beato Simón sobre el poder de su hábito.
El padre Simón no le ocultó nada y Pedro de Lynthon fundó un monasterio de
hermanos, muy amplio y cómodo.

Este hecho se extendió por toda Inglaterra y en el extranjero y muchas


ciudades nos ofrecían lugares para habitar y muchas personas principales
pedían afiliarse a nuestra Orden para participar de sus gracias, deseando morir
con el hábito de la Orden para que, por los méritos de la bienaventurada Virgen
María, tuvieran un buen final a esta vida. Así, poco a poco, la Orden de la
Virgen María del monte Carmelo comenzó a multiplicarse 6.

¡Ojalá que el manuscrito original de Swanyngton se descubra algún día


para que nadie pueda dudar del hecho histórico de la aparición de María!

El padre Bartolomé Xiberta, carmelita calzado, el mejor investigador del


origen del escapulario, después de un estudio exhaustivo de todos los
documentos encontrados y de las tesis formuladas contra la historicidad del

5
Xiberta Bartolomé, De visione sancti Simonis Stock, Roma, 1950, pp. 125-126.
6
Ib. pp. 126-127.

10
escapulario, se atrevió a decir que la devoción del escapulario está avalada por
documentos históricos, por la autoridad de la Iglesia y por los innumerables
milagros realizados por Dios a sus devotos. Aparte de que no hay ningún
documento contemporáneo de la aparición que la niegue, afirmando su falsedad.
Por tanto, podemos creer en la autenticidad de los privilegios del escapulario sin
vacilación alguna.

4. PRIVILEGIO SABATINO

El Papa Juan XII el 3 de marzo de 1322 en la bula Sacratissimo uti


culmine, llamada bula sabatina, refiere lo siguiente: Estaba yo de rodillas
suplicando a la Virgen y la vi como carmelita. Me dijo: Juan, Juan, Vicario de
mi Hijo querido... Debes confirmar mi santa y devota Orden de los carmelitas...
Quien persevere en santa obediencia, pobreza y castidad o quienes ingresen en
esta santa Orden, llevando la señal del santo hábito, llamándose hermanos y
hermanas de mi Orden, serán liberados de la tercera parte de sus pecados desde
el día en que ingresen en dicha Orden; si guardan castidad según su estado
(viuda, virgen o casada). Los profesos de dicha Orden serán absueltos de toda
culpa y pena y en el día en que salgan de esta vida y vayan al purgatorio, yo,
madre amorosa, descenderé el sábado posterior a su muerte y los libraré del
purgatorio y los llevaré al monte santo de la vida eterna 7.

Se discute la autenticidad de esta bula, pues no se ha encontrado el texto


original. El texto de que disponemos, según el padre Bartolomé Xiberta, es del
siglo XV y está incluida en la bula Mare magnum del Papa Sixto IV. No obstante
hay documentos notariales en Mallorca del año 1421; de 1424 en Mesina (Italia);
de 1430 en Agrigento, de 1443 en Mesina y de 1527 en Trápani, que hablan de
esta bula.

Lo cierto es que, a mediados del siglo XVI, la creencia en el privilegio


sabatino estaba muy extendida en distintos países de Europa.

El año 1528, el Papa Clemente VII tenía preparada una bula para
confirmar la considerada bula sabatina del Papa Juan XXII. En ella se hablaba de
que la Virgen María visitaría a los hermanos religiosos o religiosas, y los
liberaría del purgatorio el sábado siguiente a su muerte; pero esta bula no fue
publicada. Dos años más tarde, en 1530, el mismo Papa Clemente VII, en la bula
Ex clementi evita hablar de que la Virgen bajará al purgatorio el sábado después
de su muerte y lo sustituye por la idea de que la Virgen María les daría su
especial protección y auxilios especiales por su intercesión, pero evitaba decir

7
Xiberta, o.c., p. 144.

11
que todos los sábados la Virgen bajaría materialmente al purgatorio a sacar las
almas (de los cofrades) y de los religiosos o religiosas, que llevaran el santo
hábito carmelitano 8.

En el decreto del Papa Pablo V de 1603 se dice: Se permite a los padres


carmelitas predicar que el pueblo cristiano puede creer en la ayuda de las almas
de los religiosos y cofrades que mueren en gracia, habiendo llevado en vida el
hábito y guardado castidad según su estado y rezado el Oficio parvo o, si no
supieren rezarlo, habiendo observado los ayunos de la Iglesia y se hubieren
abstenido de carnes los miércoles y sábados, fuera de la fiesta de la Natividad
del Señor, que la Virgen vendrá en su ayuda con sus continuas intercesiones, sus
sufragios y méritos y su especial protección después de la muerte de los mismos,
y principalmente el día sábado (día consagrado por la Iglesia a la dicha
bienaventurada Virgen).

El sábado después de su muerte como fecha de liberación del purgatorio


no es una fecha absoluta, según han aclarado varios Papas, sino una referencia.
La idea y la realidad, según el sentir de los Papas, es que María los liberará lo
antes posible y con preferencia un sábado, que es el día especial dedicado a ella.

5. EL ESCAPULARIO DE LA VIRGEN DEL CARMEN

El escapulario tiene su origen en los hábitos que llevaban las Órdenes


monásticas a partir de los benedictinos y que adoptaron otras Órdenes. Era un
trozo de tela, que se llevaba sobre los hombros y caía sobre el pecho y la espalda
de la persona con abertura por la cabeza. Al principio servía de delantal en el
trabajo agrícola. En la Regla de San Benito se le llama opera scapulare propter
(escapulario para el trabajo)

El escapulario del Carmen consiste en dos trozos pequeños de tela o de


lana, unidos por dos cadenas, y se usa alrededor del cuello y debajo de la ropa de
la persona. Este pequeño escapulario es una reducción del escapulario grande que
forma parte del hábito carmelita. Después de la aparición de san Simón Stock se
dio mucha importancia al hecho material de llevar continuamente día y noche el
escapulario del hábito para no morir sin él y perderse los privilegios concedidos.
En las Constituciones de la Orden de 1324 se establece que los hermanos deben
dormir con el escapulario, aunque este escapulario fuera más pequeño del normal
del hábito, con tal que no duerman sin nada. Lo mismo se obliga en las

8
Ib. p. 415.

12
Constituciones de 1357 y 1369 y que al celebrar la santa misa lo hagan con el
escapulario puesto 9.

Santa Teresa de Jesús visitaba de noche a sus monjas para ver si llevaban
el escapulario de dormir. Y este pequeño escapulario de dormir se fue reduciendo
a un tamaño simbólico tal como lo conocemos actualmente y como usan los
devotos, aunque el escapulario de lana puede sustituirse por la medalla del
Carmen y puede cambiarse sin necesidad de nueva bendición, suponiendo que el
primer escapulario fue impuesto por un sacerdote. Como información digamos
que, además del escapulario marrón del Carmen, hay otros escapularios con otros
privilegios.

Escapulario verde. En 1840 la Virgen se apareció a sor Justine


Paisqueyburu y se lo dio. Fue aprobado por el Papa Pío IX en 1863 y 1870.
Escapulario blanco de la Santísima Trinidad. Un ángel se apareció vestido
con un escapulario que tenía una cruz en el pecho. El Papa Inocencio III, que
aprobó la Orden de los trinitarios, lo aprobó el 28 de enero de 1198. Lo llevan los
cofrades de la Orden de la S. Trinidad.
Escapulario azul de la Orden de la Inmaculada Concepción. En 1581 la
venerable Úrsula Benicasa, fundadora de la Orden de las teatinas, tuvo una visión
de Jesús que le reveló el hábito y el escapulario para su Comunidad. El Papa
Clemente X concedió el permiso de llevarlo en 1671.
Escapulario negro de los siete Dolores de María. El Papa Alejandro IV lo
aprobó al confirmar la Orden de los siervos de María en 1255.
Escapulario rojo de la pasión de Cristo. En 1846 se apareció la Virgen a
sor Luise Apolline Andriveau, hermana de la Caridad de San Vicente Paúl, y le
presentó el escapulario rojo. El Papa Pío IX lo aprobó en 1847.

Debemos aclarar que el escapulario del Carmen no es algo mágico ni un


talismán de buena suerte para salvarnos, queramos o no. Para salvarse no basta
llevar físicamente el escapulario. Si no queremos dejar el pecado, llevar el
escapulario sería como una afrenta a María, es como un hijo que lleva la foto de
su madre, pero en la práctica la ofende continuamente con sus palabras y obras.
Hay que llevar el escapulario con dignidad, es decir, con un comportamiento
digno, demostrando nuestro amor a María con nuestras obras, de modo que ella
se sienta orgullosa de nosotros y, a pesar de nuestras debilidades, ella saldrá
fiadora de nosotros en los últimos momentos y nos recomendará a Jesús para
conseguirnos el arrepentimiento final, si es necesario, y la salvación. Pero aquel
que sea pertinaz en seguir haciendo el mal, aunque lleve el escapulario, al final
no le servirá, pues él mismo se ha hecho indigno de llevarlo por su perseverancia
en el pecado.

9
Xiberta p. 148.

13
Ciertamente que se cuentan muchos casos extraordinarios de personas que
no querían confesarse y estaban anclados en sus pecados, rebeldes contra Dios, y
que al aceptar llevar el escapulario Dios cambió su corazón y se arrepintieron. El
escapulario fue como el golpe de gracia final para conseguir su salvación. En
otros casos, su pertinacia hizo que antes de morir ellos mismos se quitaran el
escapulario, como si les quemara, y así murieron impenitentes pero sin el
escapulario. De todos modos, no olvidemos que el escapulario debe ser signo
externo de nuestro amor a María.

San Claudio de la Colombière escribió: No se puede pasar de una vida


licenciosa y desarreglada a la vida eterna, sino por el camino de la sincera
penitencia, pero este sincero arrepentimiento, este dichoso momento, la más
tierna de las madres os lo sabrá facilitar... Hará brillar en vuestras almas un
rayo de luz sobrenatural que de un golpe os descubrirá el pecado... Si, con todo,
a pesar de todas estas gracias, os obstináis en no mudar de vida, si cerráis los
ojos a tantas luces..., si queréis morir en vuestro pecado, en él moriréis, pero no
moriréis con el escapulario. Vosotros mismos antes de morir reprobados con el
santo hábito, os despojaréis de él 10.

6. ALGUNOS PAPAS Y EL ESCAPULARIO

En 1567 el Papa Pío V por una bula renovó todas las indulgencias
concedidas hasta entonces a los que llevaran el escapulario. Gregorio XIII en
1577 con el Breve Ut laudes confirmó estas indulgencias.

En 1603 Pablo V dio un decreto por el que estableció definitivamente la


disciplina de la Iglesia con relación a los privilegios del escapulario. En 1676,
Clemente X confirmó todas las indulgencias dadas por los Papas anteriores.
Benedicto XIII extendió la fiesta de la Virgen del Carmen a toda la Iglesia en
1726.

León XIII y Benedicto XV concedieron indulgencia plenaria a los que


celebraran la fiesta de la Virgen del Carmen en las iglesias carmelitanas. El Papa
Pío X en 1908 aprobó los privilegios concedidos al uso del escapulario, incluido
el privilegio sabatino.

El Papa Pío XII, al celebrarse el VII centenario del escapulario en 1951,


manifestó: Cuántas almas buenas han debido, aun en circunstancias
humanamente desesperadas, su conversión y su salvación eterna al escapulario,

10
Oeuvres complétes, tomo 2, vol 2 pp. 377-406.

14
que llevaban. Cuántas otras, en los peligros del cuerpo y del alma, han sentido
gracias a él la protección materna de María. La devoción del escapulario ha
hecho derramar sobre todo el mundo ríos de gracias espirituales y temporales.

El Papa Juan XXIII en un discurso de 1959 habló del privilegio sabatino,


tan precioso y tan querido para aquellos que llevan el escapulario de Nuestra
Señora del Carmen. Él lo llevaba siempre.

Pablo VI, en el nuevo Enchiridion (lista) de indulgencias, estableció que


desde el mediodía del 15 de julio hasta medianoche del día 16, fiesta de la Virgen
del Carmen o bien en el domingo anterior o posterior a la fiesta, si así lo
determinaba el obispo del lugar, se pudiese ganar una sola indulgencia plenaria,
visitando las iglesias u oratorios de la Orden del Carmen, rezando un
padrenuestro por las intenciones del Papa y rezando un padrenuestro y un Credo
para conseguir la indulgencia, confesando (puede ser unos días antes) y
comulgando ese día.

Recordemos una vez más que los privilegios del escapulario reciben toda
su eficacia de la aprobación de la Iglesia y no de la historicidad de la aparición o
de las palabras de la Virgen a S. Simón Stock.

7. ALGUNOS SANTOS Y EL ESCAPULARIO

San Pedro Claver, cuando venían los esclavos a Cartagena de Indias, los
catequizaba y les imponía el escapulario del Carmen. Convirtió a 300.000
esclavos.

San Claudio de la Colombière decía: El milagroso escapulario, que lo


viste toda la cristiandad, sirve de escudo impenetrable a todos los que tienen la
dicha de vestirlo. Quien muere con él, tiene la ventaja de evitar el fuego eterno.

Cuando santa Teresita del Niño Jesús visitó en su viaje a Roma la iglesia
de Nuestra Señora de las Victorias de París, refiere: Comprendí que (la Virgen)
velaba por mí, que yo era su hija y que, siendo así no podía darle otro nombre
que el de mamá, pues me parecía más tierno que el de madre. Con cuánto fervor
le rogué que me guardase siempre y que realizase mi sueño, escondiéndome a la
sombra de su manto original 11.

San Antonio María Claret nos dice: Os recomiendo Que vistáis el santo
escapulario a vuestros niños. Si así lo hacéis, no temáis para ellos el infierno ni

11
MA fol 57.

15
las astucias del mal. ¡Qué alegría ver a sus niños consagrados a María!
También vosotros, mayores, vestid el escapulario. Nada malo os podrá hacer el
mundo, el demonio y la carne.

El beato Manuel Domingo y Sol era muy devoto de la Virgen del Carmen.
Él llevaba siempre puesto el escapulario y, si le llamaban para ir a algún
moribundo, le ponía un escapulario para bien morir y lo inscribía en la Cofradía
del Carmen 12. Y anota: Siempre estimaré más mi pequeño escapulario que las
más ricas y pomposas condecoraciones 13.

San Josemaría Escribá de Balaguer recomendaba: Lleva sobre tu pecho el


santo escapulario del Carmen. Pocas devociones tienen tanto arraigo entre los
fieles y tantas bendiciones de los Pontífices 14.

8. EL ESCAPULARIO Y LA CONSAGRACIÓN A MARÍA

En las apariciones de Fátima, uno de los puntos más importantes es la


consagración al Inmaculado Corazón de María. En la aparición del 13 de julio de
1917 les había dicho a los niños: Vendré a pedir la consagración de Rusia a mi
Inmaculado corazón. Y esto lo cumplió el 13 de junio de 1929.

La consagración a María es señal de nuestro amor a María. Como señal


externa de nuestra consagración a María debemos llevar el escapulario de la
Virgen. En la última aparición de Fátima aparece María como Virgen del
Carmen, el 16 de julio de 1917. De ahí que Lucía, la vidente de Fátima, ha
insistido en que el rosario y el escapulario están íntimamente unidos. Lucía
declaró ante el tribunal diocesano en 1924 que la Virgen, en su última aparición
del 13 de octubre de 1917, llevaba un escapulario colgando de su mano derecha.
Era la Virgen del Carmen.

El Papa Pío XII, el 11 de febrero de 1950, en su Carta Magna del


escapulario del Carmen, afirma: El santo escapulario es una librea mariana,
prenda y señal de protección de la Madre de Dios. Pero no piensen los que
vistan esta librea que podrán conseguir la salvación eterna, abandonándose a la
pereza y la desidia espiritual. Todos los carmelitas, así los que militan en
claustros de la primera o segunda Orden, como los afiliados a la Orden seglar o
secular y los asociados a la Cofradías, reconozcan en este memorial de la

12
Summarium del proceso de canonización, p. 50.
13
Torres Antonio, Vida de Don Manuel Domingo Sol, Tortosa, 1934, p. 707.
14
Camino Nº 500.

16
Virgen, en este escapulario, un espejo de humildad y castidad; y reconozcan en
él su consagración al Corazón sacratísimo de la Virgen Inmaculada.

Además, esta Madre piadosísima no dejará ciertamente de interceder ante


Dios según la tradicional promesa del llamado privilegio sabatino, para que
aquellos de sus hijos, que hayan de expiar sus faltas en el purgatorio, consigan
cuanto antes el eterno descanso de la patria.

Según Pío XII, el escapulario debe ser una señal de nuestra pertenencia a
María, no solamente ser sus devotos, sino, si es posible estar consagrados a ella
de modo total y llevar esta señal exterior de nuestra entrega total.

El Papa Juan Pablo II en su libro Don y misterio refiere: Recibí el


escapulario a los 10 años y todavía lo llevo. Siempre fue carmelita de corazón y
animaba a todos llevar el escapulario como signo de pertenencia a María. Él
vivió en plenitud su lema totus tuus (todo tuyo), es decir, todo de María para ser
así ser todo de Jesús.

Por supuesto que, aunque un católico no haya llegado a ese grado de


entrega total a María y no sea capaz de hacerlo, el escapulario siempre podrá ser
para él la señal exterior de que ama a María y la invoca con devoción. Y María,
como a un hijo pequeño, lo cobijará bajo sus alas y lo cuidará mientras confíe en
ella y, al final, le ayudará en el momento del paso decisivo de la muerte y le
concederá la salvación. Pero en el amor a María hay diversos pasos o grados. La
consagración total es el grado supremo al que debemos aspirar. Ser todo de
María para ser totalmente de Jesús y así con el poder y gracia del Espíritu Santo
poder llegar al grado de santidad que Dios nos ha destinado desde toda la
eternidad, ya que no debemos quedarnos en un mero segundo puesto, sino que
Dios nos quiere siempre en primera fila, es decir, no siendo mediocres, no
contentándonos con medias tintas, sino dando lo mejor de nosotros mismos para
gloria de Dios y salvación de las almas. Dios quiere que seamos santos por medio
de María.

María es el camino más rápido, más corto y más seguro para llegar a
Jesús. A Jesús por María. Pidamos al Espíritu Santo que nos dé su gracia para ser
santos. Vivir consagrados a María significa vivir bajo su manto. Así se lo explicó
santa Teresita de Jesús a su hermana Inés de Jesús, cuando ya estaba gravemente
enferma. Le contó una gracia que había recibido en la gruta del convento,
dedicada a santa María Magdalena. Le dijo así: Era como si hubiesen echado un
velo entre mí y las cosas de la tierra. Estaba enteramente escondida bajo el
manto de la santísima Virgen No vivía ya en la tierra. Hacía todo lo que tenía

17
que hacer, realizaba mi tarea en el comedor, como si me hubieran prestado un
cuerpo 15.

9. HECHOS REALES

San Claudio de la Colombière relata el siguiente suceso: Un desgraciado


suicida se arrojó desesperadamente al agua para morir. Llevaba al cuello el
santo escapulario del Carmen y le era imposible sumergirse. En vano se
esforzaba el infeliz en descender al profundo de las aguas; las mismas aguas le
sostenían a flote contra su voluntad. Y admirado de aquel prodigio, que tanto
brillaba en medio de las negras sombras de su desesperación, se persuadió de
que el santo escapulario era el talismán divino que le cerraba la boca del
infierno. No obstante lo cual, el desdichado cerró los ojos a tanta luz y los oídos
a aquella voz tan elocuente, arrancando de su pecho el bendito escapulario. Y,
haciendo luego por cuarta o quinta vez un nuevo y supremo esfuerzo para
ahogarse, aconteció que las mismas aguas que antes se habían cerrado para
mantenerle a flote, entonces se rasgaron y abrieron para tragarle.

El suicida logró morir pecando, pero no pudo lograr morir hasta


despojarse del escapulario del Carmen, santa librea de salvación, con la cual
nadie puede morir sin morir en gracia 16.

**************

El Excmo. y Rvdmo. Sr. Dr. D. Vicente Tarancón, obispo de Solsona, en


1938 en su maravillosa carta pastoral sobre el santo escapulario del Carmen, nos
refiere el siguiente prodigio: Habían sido sentenciados a muerte, en Vinaroz,
dieciséis reos. Habíase conseguido, después de muchos esfuerzos, que se
confesasen catorce, negándose los otros dos incluso a escucharnos.

Pudo decirse misa aquel día en la capilla de la cárcel, antes de la


ejecución. Misa a la que asistieron todos, y durante ella un padre carmelita que,
como capellán militar, residía entonces en Vinaroz, los iba preparando para la
sagrada comunión, al mismo tiempo que los animaba con la esperanza del cielo.

Poco después del Evangelio, pidieron confesión aquellos dos que no se


habían confesado, y comulgaron los dieciséis, y a todos ellos se les impuso el
santo escapulario. Yo me retiré después de la misa y no fui testigo presencial de

15
Proceso apostólico de canonización (en francés), Roma, 1976, pp. 198-199.
16
Sermones de La Colombière, tomo IV, edición de Clermont Ferrand, 1884.

18
los hechos que se desarrollaron después, pero, que me refirieron al siguiente día
todos los que habían asistido a la ejecución.

Cuando esposaron a los presos y los subieron al camión, que los había de
conducir al lugar donde habían de ser ejecutados, uno de ellos empezó a
blasfemar horriblemente. Ni las reconvenciones de sus compañeros, ni las
reflexiones que le hiciera el carmelita y otro sacerdote que los acompañaba,
sirvieron para otra cosa que para enfurecerle más y para que arreciara cada vez
con mayor rabia en sus maldiciones y blasfemias.

Llegó, al fin, el momento de la ejecución y las últimas palabras que


pronunció aquel desgraciado fueron una blasfemia y horrible maldición: maldijo
a Dios, a la Iglesia, a los sacerdotes, a los militares y hasta a su mujer y a sus
hijos. Y con la maldición en los labios y con la rabia más feroz reflejada en su
rostro, cayó muerto instantáneamente por la descarga del piquete.

Cuando el alférez que mandaba las fuerzas se adelantó, horrorizado por


aquel hecho, a reconocer con el médico a los ajusticiados, vio en el suelo un
objeto que le llamó poderosamente la atención. Se inclinó para recogerlo y cuál
no fue su sorpresa cuando vio que era el escapulario y era precisamente del que
había muerto con la blasfemia y la maldición en los labios. El escapulario
estaba intacto, no había saltado roto por la metralla. El reo no se lo pudo quitar,
porque tenía las manos esposadas. Suponemos que la Virgen no había querido
que aquel, que quiso morir blasfemando, muriese con el santo escapulario sobre
su pecho 17.

Otra experiencia del mismo cardenal Enrique y Tarancón, cuando era


obispo de Solsona (España). En 1938, en plena guerra civil, me tocó asistir
espiritualmente a quienes iban a ser ejecutados. Había uno muy culto que no
quería saber nada de confesarse. Después de hablar con él una media hora, me
dijo:

- Mire, padre, yo le agradezco sinceramente lo que está haciendo por mí,


pero no voy a confesarme. Yo he perdido la fe.
- ¿Me permitiría, al menos, que le impusiera el escapulario del Carmen?
- No tengo ningún inconveniente. A mí no me dicen nada esas cosas; pero,
si con ello le voy a complacer, puede hacerlo.

Le impuse el escapulario y me retiré a orar por él. Él fue a sentarse en un


rincón de la celda. Aún no habían pasado ni cinco minutos, cuando oí como una

17
Fernández Martin Juan, Milagros y prodigios del santo escapulario del Carmen, Madrid, 1956, pp. 42-
44.

19
especie de rugido y unos sollozos fuertes y entrecortados, que me alarmaron.
Entré de nuevo en la celda y vi a aquel hombre que me decía entre lágrimas:

- Quiero confesarme, quiero confesarme. No me merezco esta gracia de


Dios. La Virgen me ha salvado.

Poco antes de la ejecución, me abrazó y me besó, mientras decía:

- Gracias, padre, gracias por el bien inmenso que me ha hecho. En el cielo


rogaré por usted. Gracias, ¡hasta el cielo!

*************

Otro suceso parecido sobre el efecto maravilloso de llevar el escapulario


lo cuenta el que sería beato obispo Manuel González, cuando él era capellán del
asilo de ancianos de Málaga en 1903. Dice: Había un anciano, a quien todos los
demás llamaban el judío por su carácter reservado y hosco. Siempre se estaba
quejando y estaba molesto con todo el mundo. Tampoco asistía a misa ni
comulgaba nunca. Pero una mañana, después de tanto hablarle, conseguí que
me aceptara el escapulario de la Virgen del Carmen y que siempre lo llevara
consigo.

Un buen día, recibo aviso urgente de que el judío se había tirado por las
escaleras, y miro hacia arriba, al último piso, y veo a un grupo de ancianos,
tirando de un hombre, amarrado a la cintura y colgando sobre el hueco de la
escalera. ¿Qué había pasado? El judío, en un arranque de desesperación, se
había tirado de la parte más alta de la escalera; pero, cuando ya su cuerpo
estaba todo en el aire, se salió el cordón del escapulario y, como si fuera una
cadena, se enredó entre sus dedos y la muñeca, formando un círculo con el brazo
alrededor de uno de los hierros de la baranda y lo había retenido y dejado
colgado en el vacío del último piso. Entonces, empezó a gritar y acudieron para
ayudarlo, admirados por el gran prodigio que su celestial protectora la Virgen
María había realizado. No hay que decir que el judío dejó de serlo y el poco
tiempo que después vivió, fue un buen cristiano.

*************

Desde muy niño vistió san Juan Bosco el santo escapulario del Carmen
con sumo fervor, y, cuando en 1898 voló al cielo su alma, su cuerpo fue
enterrado con el santo crucifijo y el escapulario del Carmen.

Ved cómo refiere Il Corriere D´Italia, el 19 de mayo de 1929, la


exhumación de sus restos venerandos hecha en presencia del cardenal Camba,

20
arzobispo de Turín, de Monseñor Carlos Salotti, promotor general de la fe, y de
los Superiores salesianos: Todos miran con ansiedad llena de devoción el
cadáver momificado, pero alrededor de sus labios persevera la sonrisa
agradabilísima que siempre fue tan propia del siervo de Dios. Los vestidos están
deshechos, y los ojos de todos los circunstantes se fijan con sorpresa en el santo
escapulario de la Virgen del Carmen y en el santo crucifijo, que permanecen
limpios e intactos, como si hubiesen sido recién colocados sobre el pecho del
santo. Los señores que rodean el féretro ábrense en 2 filas, a fin de que el gentío
pueda desfilar contemplando el escapulario incólume de toda corrupción, cual si
acabase de ponerse sobre su pecho, como para patentizar a la Virgen Santísima
el amor que el santo tuvo siempre a su bendito escapulario y la estima con que lo
llevo y lo propagó entre sus hijos y sus alumnos 18.

*************

El padre Berruti, en su obra El Espíritu de San Alfonso María de Ligorio,


cap. 17, pág. 147, escribe así: Y como los siervos de Dios se glorían de ser
también siervos de su madre, Alfonso vistió siempre la divisa de siervo devoto y
amante de María santísima, llevando siempre sobre su pecho el escapulario del
Carmen. Al hacer el reconocimiento de sus restos mortales a los 28 años de su
fallecimiento, se hallaron pulverizados el alba, el roquete y los ornamentos de
que estaba revestido, pero se encontró intacto de toda especie de corrupción el
santo escapulario 19.

*************

El padre Huguet, en su libro La devoción a María en ejemplos, nos dice


que él mismo oyó de labios del padre Leblanc, en una plática que diera en el
Seminario de Toulouse, en Francia, el siguiente hecho del que fuera testigo
presencial. Una noche en que dicho virtuoso sacerdote estaba pasando revista de
inspección en el colegio, donde se hallaba de Prefecto, para cerciorarse de que
todos los colegiales se habían acostado y dormían apaciblemente, vio a uno de
éstos, de edad de diez años, arrodillado junto a su cama. “¿Por qué no te has
acostado todavía?”, díjole el padre Prefecto. “Porque he mandado mi
escapulario de la Virgen del Carmen al hermano portero para que me lo cosiera,
pues se habían descosido los cordones, y, como no me lo han traído todavía, no
me atrevo a acostarme sin él, pues podría morirme tal vez sin mi escapulario y
este solo pensamiento me horroriza”. “No tengas miedo, hijo mío; mañana, a
primera hora, haré yo que te entreguen tu escapulario; acuéstate ahora y
duerme, hijo mío, sin el menor temor”. “Padre, yo no puedo acostarme; ¿quién

18
Fernández Martin Juan, o.c., p. 177.
19
Ib. pp. 177-178.

21
sabe si moriré esta misma noche?”, y diciendo esto, comenzó a llorar sin
consuelo el niño. Compadecido el buen padre, y muy satisfecho de la piadosa
confianza que el fervoroso niño tenía puesta en el santo escapulario, bajó a la
portería, recogió el escapulario y se lo entregó. El niño, poniéndolo
fervorosamente a su cuello y besándolo con devoción, durmióse tranquilo,
invocando tiernamente el Nombre de María”.

Cuál sería la sorpresa del buen padre, cuando al girar la visita de


inspección de la mañana, vio que estaba muerto aquel tierno devoto de la
santísima Virgen, el cual conservaba aún entre sus manecitas yertas el bendito
escapulario del Carmen, sin cuya compañía no se había querido acostar. La
Virgen santísima quiso recompensar la filial confianza de su angelical servidor,
no permitiendo que muriese sin el sagrado objeto de sus amorosas ansias, sin el
precioso talismán por el cual confiaba hallarse libre de las penas eternas 20.

*************

El obispo Doroteo Valbuena Álvarez, prefecto apostólico de Esmeraldas,


Ecuador, relata: En un pueblo de las Playas de la Prefectura apostólica, fui con
el padre Eulalio a celebrar la fiesta de la Virgen del Carmen. En la capilla se
produjo un fuerte incendio y yo lancé mi escapulario a las llamas, quedando
colgado de una viga. Allí se detuvieron las llamas, quedando ilesa la imagen de
la Virgen del Carmen y la misma capilla. Sólo se quemaron algunas telas que
adornaban el altar 21.

En la revista La lectura popular de Orihuela (Alicante-España), del 5 de


febrero de 1896, el director Adolfo Claravana publicaba la siguiente noticia:
Hace unos días ha ocurrido en Rojales, pueblo de esta provincia de Alicante, un
hecho singular. Una niña de tres años se extravió a media tarde del sábado 18
de enero (año 1896). La buscaron por todas partes, pero no apareció. La noche
fue una de las más frías del año, pero no la encontraron. Al día siguiente por la
tarde, unos tíos de la niña la vieron junto a un precipicio de muchos metros de
profundidad, cortado casi verticalmente. Al acercarse, ella se levantó
tranquilamente y, al preguntarle qué había pasado, si había tenido mucho frío,
respondió:

- No he tenido frío, porque ha estado conmigo una mujer y me tapaba con


el delantal.

20
Ib. pp. 707-71.
21
López-Melús Rafael María, Vestid el escapulario, Ed. Amacar, Onda (Castellón), 2001, p. 213.

22
Trasladada la niña al pueblo, se celebró al día siguiente una misa de
acción de gracias. Y la niña, al entrar en el templo y ver la imagen de la Virgen
del Carmen, exclamó:

- Mamá, esa es la mujer que me tapaba con el delantal.

Terminada la misa, fue a la casa del párroco y, al entrar en el despacho,


donde había un cuadro de la Virgen del Carmen, de nuevo la niña dijo:

- Esa es la mujer que me tapaba con el delantal.

Ya no cabía la menor duda de que había sido la Virgen, quien la había


protegido con su escapulario del Carmen.

*************

En la ciudad de Antequera (España), el día 13 de noviembre de 1924, la


señora Rosario Narbona estaba barriendo la cocina, cerca de la cual había un
pozo de agua. Su hija de corta edad cayó al pozo. En ese momento desgarrador,
la señora invocó con toda su alma a la Virgen María. Avisaron al padre de la niña
que se metió al pozo, donde creía que la encontraría ahogada, pues habían pasado
ya unos quince minutos del suceso. Pero vio con asombro que la niña estaba
tranquila, agarrada a un tubo. La niña dijo que una señora muy hermosa le había
tomado sus manitas y se las había puesto sobre aquel tubo, acariciándola y
diciéndole que no tuviera miedo. Todos creyeron que había sido la Virgen del
Carmen, por llevar la niña el santo escapulario. Los padres de la niña publicaron
este suceso milagroso el 27 de enero de 1926 22.

*************

Un joven marinero, natural de Salamanca (España) y domiciliado en la


calle Fontana Nº 6, había ido a su casa durante las Navidades de 1948 y, antes de
regresar de nuevo a su trabajo de marinero, quiso que el sacerdote le impusiera el
escapulario de la Virgen del Carmen. Se lo impuso el Padre Manuel Ibáñez.
Antes de despedirse, el sacerdote le dijo que fuera siempre muy devoto de la
Virgen del Carmen, patrona de los marineros, y que la invocara en los momentos
difíciles.

Así fue. A los cinco días ya estaba en aguas de Cádiz a bordo del Artabro.
La mar estaba gruesa y con fuerte marejada. Era noche cerrada, cuando el joven

22
Fernández Martín Juan, o.c., p. 173.

23
marinero tuvo la desgracia de caer desde cubierta al mar, sin que nadie se
percatara del hecho. El barco se alejó rápidamente del lugar y se quedó solo entre
las olas en medio de la borrasca. Entonces, le pidió ayuda a la Virgen con todo su
fervor. Así estuvo diez terribles horas de angustia hasta que una ola gigante lo
lanzó a tierra.

María lo había salvado por llevar con devoción el escapulario. Y él,


agradecido, publicó este suceso milagroso en el periódico La Gaceta, de
Salamanca 23.

*************

Santa Laura Montoya refiere de sus experiencias misionales entre los


indios colombianos: Algunas veces los indios conocen que el enfermo está
embrujado; pero ignoran cuál jaibaná (brujo) hizo el mal y tienen miedo. Para
conocerlo, después de muerto el paciente, cubren su rostro de ceniza, y después
de un rato lo lavan, ¡y cosa rara!, queda retratado el embrujador en las
facciones del muerto. No hace mucho tiempo que murió en tales condiciones
Julia Domicó; le aplicaron el procedimiento y quedó retratado Eulogio Pernilla,
su padrastro. Con la particularidad de que es tuerto y tuerta quedó la difunta.
Otro caso: murió un muchacho de unos veinte años, en cuya enfermedad le
asistieron las hermanas. Le aplicaron la ceniza y se volvió viejo, como de setenta
años. Las hermanas se sorprendieron al verlo así; pero los indios le señalaron al
momento la semejanza con Cipriano Domicó, viejo jaibaná, de quien jamás
sospechaban los padres del joven difunto.

Algunos embrujados escapan de la muerte, siendo curados por un jaibaná


de grado superior al embrujador. Sólo un caso tenemos en que esta ley faltó.
Isaías Pernilla, indio ya cristiano y que frecuenta los sacramentos, le hizo un
robo a Evaristo Pernilla, su abuelo. Este es el jaibaná de grado más alto que
tiene esta tierra. Pues bien, el viejo quiso vengarse de su nieto y entró a casa, en
donde se encontraba Isaías. Delante de las hermanas, le cogió por el cabello,
hizo unas cuantas muecas y le escupió la cara. Luego lo soltó y dijo: ¡Este una
semana muere! Todos los presentes se alarmaron; y dijeron: Saías muere.
Efectivamente, el pobre hombre quedó loco. Me llamaron, y les aseguré que
como Isaías comulgaba, no moriría embrujado. Lo empapamos con agua bendita
y todas las hermanas recurrimos a Dios, pidiéndole el triunfo sobre el demonio.
Tres días estuvo loco rodeado de la familia que aguardaba verlo morir.
Imposible que en caso tan importante para el triunfo de la idea religiosa nos
dejara Dios esperando. Con unas medicinas aliñadas con agua bendita se puso

23
Tomado del libro de Fray Antonio Corredor, María en ejemplos, Ed. Apostolado mariano, Sevilla,
1986, pp. 81-82.

24
bueno el indio y hoy está robusto y sano, con sorpresa de todos, aun del mal
abuelo.

Cuando los jaibanaes son amigos y quieren curar, alcanzan triunfos sobre
enfermedades que jamás se curan entre los civilizados; pero jamás entran en
curación si el enfermo no renuncia a llevar el santo escapulario 24.

Otro caso. El enfermo debía permanecer sentado con los pies en el suelo y
nosotras en silencio sin luz. Eran las ocho de la noche. No tuve inconveniente en
obedecer la orden de apagar la luz, porque, al hacerlo, dejé un fósforo listo para
encenderlo cuando empezara la operación, bien segura de que los jaibanaes
(brujos), una vez principiado su oficio, no ven lo que sucede alrededor. Tan
pronto como sentí que el médico comenzó a hablar convulsivamente, prendí la
luz, y como lo esperaba, no lo notó el Doctor. Después de muchas monerías y de
darle al enfermo aguardiente bien revuelto con hojas de murrapo, dio principio
a las sobas con el muñeco, hablando a media voz. Dio de pronto el médico un
silbido largo y fuerte que, según dijo una india que estaba presente, era toque de
llamada al demonio. Con él, la actitud del médico se mudó de un modo que
parecía otro hombre; se tornó en fiera, por decirlo así. Le frotaba al enfermo los
brazos, desde las manos hasta el pecho; pero llegando el muñeco al escapulario
del Carmen, que pendía del cuello del enfermo, se detenía (con enfado) y volvía
a la misma operación, diciendo: “Mi animalito no quiere entrar onde corazón”.
Repitió muchas veces lo mismo; pero no pasaba de los cordones del escapulario.
Con mayor convulsión y con creciente furor empezó las sobas del vientre al
pecho, pero no pasaba el muñeco, del escapulario. Repitió esto muchas veces
con idéntico resultado: el muñeco se le resistía al tocar el escapulario. De
repente quedó el médico como lelo como por cinco minutos; luego se estregó el
cuerpo con el muñeco, y dijo (cogiendo el escapulario como pretendiendo
botarlo): “Este tiene que botar; mi animalito dice este trapo impide”. Le dije: Si
ese trapo impide, entonces la camisa también debe impedirle. A lo que me
repuso: “La camisa no, mi animalito dice, este trapo impide pasar, porque es
como Cristo”. Resueltamente le dije entonces: Ese trapo no se lo dejo quitar,
prefiero dejar morir al enfermo. Y volviéndome a éste le dije: Si usted quiere
quitarse el escapulario, tiene que irse de aquí y no volverá a ser hijo mío. Al oír
esto Justiniano, con acento de indecible devoción, dijo, apretando el escapulario
con las manos: “Este no me lo quito yo, aunque por ello tenga que morir en el
acto”.

Las hermanas, enternecidas, gritaron: “¡Viva el escapulario del


Carmen!” ¡Antes que quitárselo, preferimos verlo morir! 25.

24
Cartas misionales (1915-1922), Ed. Coculsa, Madrid, 1960, pp. 334-335.
25
Ib. pp. 106-107.

25
Sobre milagros del escapulario hay libros enteros. Pueden ver la
bibliografía.

CONCLUSIÓN

Después de haber reflexionado sobre el tema del escapulario carmelitano,


ojalá tomemos la decisión de llevarlo siempre con nosotros como una fuente de
protección de parte de María simbolizada (1 Reg 18, 41-46) en una nubecilla:
Una nube como la palma de la mano que sube del mar... Poco a poco se fue
oscureciendo el cielo por las nubes y el viento y se produjo gran lluvia. María
trae la fecundidad y prosperidad sobre la tierra, así como la lluvia que cae
sobre el terreno reseco después de una gran sequía, la prepara para dar
abundantes frutos.

Por eso en los momentos de tentación acude a María, aprieta fuerte con tus
manos el escapulario como pidiéndole ayuda y ella, como buena madre, no
dejará de atender tus suplicas. No olvides que el escapulario es señal de la
protección permanente de la Virgen sobre ti y garantía de salvación eterna.

Que Dios te bendiga por medio de María y seas santo. Es mi mejor deseo
para ti.

Tu hermano y amigo para siempre.


P. Ángel Peña O.A.R.
Agustino recoleto

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Pueden leer todos los libros del autor en
www.libroscatolicos.org

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BIBLIOGRAFÍA

Albino del Bambino Gesù, Lo scapolare della Madonna del Carmine, Milán,
1958.
Anónimo, Lo scapolare del Carmine, Ed. Mimep-Docete, Pessano, 1998.
Esteve Enrique, De valore spirituali: devotionis S. Scapularis, Roma, 1953.
Esteve Enrique, Espiritualidad del escapulario del Carmen, Madrid, 1964.
Fernández Martín Juan, Milagros y prodigios del santo escapulario del Carmen,
Madrid, 1956.
Forcadell, Commemoratio solemnis beatae Mariae Virginis de Monte Carmelo,
Roma, 1951.
Ildefonso de la Inmaculada, S. Simón Stock (el escapulario del Carmen).
Reivindicación histórica, Valencia, 1976.
López-Melús Rafael, El escapulario del Carmen, Sevilla, 1989.
López-Melús Rafael, Mi escapulario, Madrid, 1963.
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López-Melús Rafael, Pío XII y María, Zaragoza, 1958.
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Lucía de Fátima, Memorias de Lucía, Ed. Sol de Fátima, Madrid, 1974.
Ludovico Saggi, La bolla sabatina, Ambiente, testo, tempo, Roma, 1967.
Matías de San Juan, La verdadera devoción del santo escapulario de Nuestra
Señora del Monte Carmelo, París, 1656.
Xiberta Bartolomé, De visione sancti Simonis Stock, Roma, 1950.
Xiberta Bartolomé, La fiesta de la Virgen del Carmen, Onda, 1988.

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