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Origen de La Imprenta

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Origen de la imprenta

La imprenta con tipos de madera se usó por primera vez en China en


el año 593, por los monjes budistas, que imprimían seda y telas a
colores. Antes del año 900, ya se imprimían libros de oraciones.

El sistema de utilización de caracteres móviles para la impresión de


textos fue inventado en China, entre los años 1041 y 1048, por
alguien llamado Pi Cheng (Bi Zeng).

Los caracteres se hacían con tierra cocida, de manera análoga a la


que utilizan los tipógrafos actuales, ya que el conjunto del texto
compuesto de esta manera se encerraba en un cuadro de hierro.

En 1297-1298, Wang Chen (Wang hen), perfeccionó este sistema y


realizó letras en madera dura con las que imprimió, en 1313, su
Tratado de agricultura. Disponía de un catálogo de 60.000 caracteres,
que le permitieron imprimir en un mes una centena de ejemplares de
una gaceta local.

Se supone que los caracteres móviles chinos, pudieron llegar a


Europa con las tropas mongolas que invadieron Rusia en 1240.
Polonia en 1259 y Hungría en 1283. Pero no se tiene una prueba
oficial.

La invención, que se extendió en los vastos territorios asiáticos, llegó


sin duda a Europa. Bien fue descrita por viajeros, o tal vez se dispuso
de caracteres chinos en madera gracias al intercambio comercial, que
entonces era bastante frecuente.

Lo cierto es que, entre 1423 y 1437, el holandés Laurens Janzsoon,


más conocido por el nombre de Coster, intento adaptarlo a los
caracteres latinos. Siendo éstos claramente más pequeños que los
chinos, Coster chocó con dificultades que no le permitieron terminar.

Mientras tanto, artesanos holandeses y germanos abandonaron los


caracteres de madera en beneficio de los caracteres metálicos,
utilizándolos del siguiente modo: los caracteres se realizaban en
relieve sobre latón o cobre, luego se aplicaban sobre una superficie
de material dúctil, como la arcilla o el plomo caliente, letra a letra,
para reconstruir el texto; finalmente se fundía plomo sobre la matriz
que así se obtenía, lista para la impresión.
Este procedimiento, recuerda mucho al estampado de una pieza en
una matriz de las prensas modernas y debió constituir el punto de
partida de la imprenta, excepto que ni la profundidad de los moldes,
ni la alineación de los caracteres obtenidos eran satisfactorias y cada
estampado de una pieza en una matriz tendía a embotar el carácter
original.

La impresión metalográfica se practicó, sin embargo, mal que bien,


durante varios años, fundamentalmente en Estrasburgo.

Este perfeccionamiento técnico sirvió de punto de partida para el


alemán Johannes Gutenberg, quien tuvo la idea de volver a los
caracteres móviles de la siguiente manera: las matrices de las letras
se confeccionaban por separado, a partir de modelos de cobre o de
latón, para la fundición de los caracteres en plomo, igualmente
individuales.

Estos últimos se componían y reunían en una tabla de madera, y a


continuación se ligaban para la impresión. Hacia 1439, Gutenberg
inventó también la prensa, de la que es el creador original, la cual le
permitió obtener por fin una impresión profunda y regular de sus
planchas y textos.

Hacia 1475 el alemán Peter Schöffer mejoró la técnica de Gutenberg


poniendo a punto las matrices de acero, que le permitían colar
caracteres en cobre, más precisos, más regulares y menos
deteriorables

La imprenta tuvo numerosos antecedentes, en los distintos sellos e


inscripciones inventados por las culturas antiguas para manejar su
burocracia o reproducir ilustraciones ceremoniales. Los chinos, por
ejemplo, quienes habían fabricado el papel de arroz, inventaron en el
siglo XI un sistema de porcelana que permitía reproducir sus
caracteres a partir de moldes de porcelana. Pero la imprenta moderna
como tal surgió en más o menos 1450 de la mano del Johannes
Gutemberg.

Aunque el joven alemán fue el primero en organizar una tipografía y


proceder a la impresión en serie, muchos otros lo habían intentado
previamente, por lo que también se le reconoce mérito en esta
invención a Mentelin de Estrasburgo (1410-1478), al italiano Castaldi,
su compatriota Aldo Manuencio, y al neerlandés Lorenzo de Coster
(1370-1430).

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