Escuela y Comunidad
Escuela y Comunidad
Escuela y Comunidad
Colección
Procesos
Educativos
CONSTRUIR La Escuela Necesaria
Escuela y
Comunidad
Fernando Giuliani
Fe y Alegría
© Fe y Alegría, 2004
Colección Procesos Educativos
Hecho el depósito de Ley
Depósito Legal lf603199937025 (Serie)
ISBN: 980-6418-12-3 (Obra completa)
Depósito Legal: lf 60320043701247
ISBN: 980-6418-62-X
“Que esta chispa, llegue a incendio”
P. Vélaz
PRESENTACIÓN
PAULO FREIRE
4
INTRODUCCIÓN
5
1 CAPÍTULO
L A COMUNIDAD Y SUS COMPONENTES ESENCIALES
Concepto de Comunidad
Dentro del proyecto de EN, el concepto de Comunidad tie-
ne una relevancia fundamental, puesto que se trata de vincular
mutuamente a la Escuela con su Comunidad, razón por la cual
se nos plantea la necesidad de comprender con el mayor detalle
posible ese contexto comunitario. Ahora bien, el término comu-
nidad es utilizado de maneras diversas, haciendo mención por
ejemplo a un vecindario, una asociación profesional o un con-
junto de países. Analicemos brevemente algunas definiciones:
1. “Grupo de personas con características e intereses comunes
que conviven dentro de una sociedad mayor”. (Enciclope-
dia Británica, 1978, Micropedia, Vol. III. Pág. 47).
2. La comunidad como un “todo” con tres componentes: a) la
función, b) la estructura y c) la cultura. (O.N.U. 1988)
3. “Conjunto de individuos que conviven en un área geográfi-
6 ca determinada, mantienen relaciones de tipo social entre
ellos y reconocen su pertenencia a la comunidad. En su sen-
tido más amplio, puede ser la nación, la región o la aldea.”
(O.M.S., 1988).
4. “Grupo social dinámico, preexistente al investigador, que com-
parte problemas e intereses en un espacio y tiempo deter-
minados” (Montero, 1998).
Como puede observarse, cada definición aporta distintos
componentes al concepto. No es nuestro objetivo validar las de-
finiciones ni tampoco construir una nueva. Nos interesa, fun-
damentalmente, señalar algunos elementos centrales que pue-
dan orientar nuestra comprensión acerca del concepto de
comunidad y su pertinencia para el quehacer comunitario. En
ese orden de ideas, podríamos resumir la idea de comunidad en
torno a los siguientes aspectos:
❖ Territorio, ambiente natural y ambiente construido
❖ Individuos miembros de la comunidad
❖ Algún tipo de interacción más o menos frecuente entre sus
miembros
❖ Conjunto de características comunes compartidas entre sus
miembros
❖ Desarrollo del sentido de comunidad
❖ Articulación con un contexto social mayor en un contexto
sociohistórico determinado
Profundizar un tanto más sobre el tema, analizaremos sus
componentes fundamentales: estructurales, funcionales e his-
tóricos, los cuales sintetizan los enunciados anteriores.
Concepto de Comunidad
Se refieren básicamente al espacio donde la comunidad se
asienta y las diferentes estructuras que constituyen el “mundo
físico” de la comunidad. Es, en definitiva, donde las personas
habitan y es por ello que hablamos entonces de comunidades
residenciales, donde el elemento determinante es la conviven-
cia. Es necesario comprender en detalle este aspecto, puesto que
es a partir del mismo que surgen los procesos comunitarios. La
interacción de los individuos con su entorno, como por ejem-
plo el uso que hacen del espacio público y privado y las carac-
terísticas propias de estos espacios, serán el “telón de fondo” so-
7
bre el cual se proyectarán los procesos de apego, arraigo, sen-
Escuela tido de comunidad, entre otros. En ese orden de ideas, es ne-
y Comunidad cesario comprender que el lugar no solamente debe ser conce-
bido en términos geográficos (aun cuando esta dimensión tiene
particular relevancia), sino que debemos considerar cuál es el
significado que tiene para los habitantes de una comunidad ese
lugar en el cual transcurre su vida cotidiana. De muchas mane-
ras, el lugar es incorporado al “mundo de vida” de las personas
y, en ese sentido, formará parte inseparable de su propia iden-
tidad.
Componentes Funcionales
Este componente surge precisamente de la interacción que
desarrollan los miembros de una comunidad entre sí y con su
entorno físico. A partir de este conjunto de interacciones, sur-
ge un marco de normas, pautas, creencias y significados que ca-
nalizan y dan sentido a los modos y maneras en que esas perso-
nas construyen este mundo de vida al cual nos referíamos con
anterioridad y que genera entonces un marco cultural propio,
Es por ello que mas no totalmente desarticulado de la región en la cual se in-
cuando las perso- serta y de la sociedad general a la cual la comunidad pertenece.
nas se refieren
Adicionalmente a ello y, en función del componente ante-
a los aspectos
rior, es necesario concebir este concepto de Comunidad desde
que valoran de
una perspectiva dinámica. En efecto, la aparición de los elemen-
su comunidad,
tos funcionales puede darse solamente a través de la articula-
o a las cosas que
ción de los elementos estructurales que hemos descrito con an-
les agradan
terioridad. Al mismo tiempo, las características de estos últimos
o desagradan de la
determinarán en buena medida la forma que adopten los com-
misma, difícilmente
ponentes funcionales. La estructura se relaciona con un cierto
dejen de incorporar
estilo de interacción entre los integrantes de una comunidad.
elementos asocia-
La distribución del espacio y de las propias viviendas, así como
dos con el marco
el diseño de las mismas, podrá de algún modo favorecer o obs-
cultural de su
taculizar la interacción de sus miembros. Es por ello que cuan-
comunidad y ele-
do las personas se refieren a los aspectos que valoran de su co-
mentos asociados
munidad, o a las cosas que les agradan o desagradan de la misma,
al entorno físico.
difícilmente dejen de incorporar elementos asociados con el mar-
co cultural de su comunidad (componentes funcionales) y ele-
mentos asociados al entorno físico (componentes estructurales).
Componente Histórico
Por último, incluimos el factor histórico como un compo-
8 nente central para la comprensión de una comunidad. Tanto los
componentes estructurales como los funcionales de toda comu-
nidad han tenido un origen concreto y han evolucionado a lo I. La comunidad
largo del tiempo articulados a otros factores que aun externos y sus
a la comunidad, no pueden separarse de ella. En efecto, estas componentes
etapas han estado influidas por multiplicidad de factores tanto esenciales
políticos, como económicos, sociales y ambientales, entre otros.
Por ello, para comprender la forma en que las personas han con-
formado su mundo de vida comunitario, es necesario analizar
esta historia de la comunidad.
Es importante señalar, en ese sentido, que la perspectiva his-
tórica a la que nos referimos no se agota en la visión meramen-
te “evolutiva”, como si la vida de la comunidad fuese apenas una
sucesión de hechos “objetivos” o “anecdóticos”. Debe hacerse
especial énfasis en comprender la forma en que los miembros
de la comunidad asumen y se identifican con esa historia y en
qué medida la interpretan críticamente y la vinculan con los otros
factores extra comunitarios que tuvieron influencia en esta cons-
trucción socio-histórica que representa la comunidad. Esto se-
rá un factor clave para los procesos de problematización y con-
cientización que veremos más adelante y que guardan estrecha
relación con el proceso de fortalecimiento comunitario.
9
2 CAPÍTULO
EL SENTIDO DE COMUNIDAD
Pertenencia e Identificación
La vinculación entre estos dos componentes reviste un in-
terés fundamental. El primero de ellos tiene que ver con la for-
ma en que las personas se sienten “parte” de la comunidad. Asi-
mismo, también nos ilustra acerca de la forma en que las personas
sienten que la comunidad “les pertenece”.Todo ello nos condu-
ce al concepto de arraigo o apego, el cual está en la base de la
vinculación de los miembros de la comunidad con su lugar y
mundo de vida.
El segundo, por su parte, determina la identidad social de
los miembros de la comunidad. La identidad, entendida en es-
te sentido, describe de alguna forma “quiénes somos”. Es im-
portante observar que la identidad y la pertenencia juegan en
este caso un papel de primer orden, dado que ese “quiénes so-
mos” no puede ser comprendido sin el agregado de la pertenen-
cia a un determinado grupo y un determinado lugar. Así todo
grupo social es caracterizado a partir de un conjunto de rasgos
y atributos que circulan socialmente. Estos rasgos y atributos
nunca son ingenuos ni azarosos, sino que responden a factores
ideológicos que de una u otra forma asignan valor a esa perte-
nencia y, por tanto, a las diferentes identidades. Todo ello pue-
de ser internalizado por los miembros de cada grupo, asumien-
do para sí un conjunto de rasgos y atributos que en buena
medida, responden a la atribución social. Tal es el caso, por ejem-
plo, del habitante de barrio que oculta o niega su pertenencia
cuando busca empleo, a sabiendas que puede ser discriminado por
este hecho. O el adolescente que siente pena por decir que habi-
ta en un barrio cuando comparte con amigos en una fiesta. De es-
ta forma, muchas veces la conciencia del habitante de barrio ha
incorporado una valoración negativa de su propia pertenencia que
no proviene necesariamente de su experiencia concreta, sino que
ha sido construida a partir de un marco ideológico que lo exclu-
ye, terminando por conformar una identidad negativa. 11
Este doble proceso de pertenencia e identificación, compo-
Escuela nentes ambos del sentido de comunidad, nos invita no solamen-
y Comunidad te a la comprensión del sentido de comunidad, sino sobre todo,
a considerar la forma en que a través de la problematización y
la concientización, podemos contribuir al fortalecimiento de la
identidad comunitaria. La historia de las comunidades popula-
res, por lo general, muestra innumerables ejemplos de tesón,
voluntad, constancia y capacidad creativa que distan mucho de
los rasgos negativos que suelen atribuírsele al habitante de ba-
rrio. Están en su historia misma y la gente los ha vivido y los co-
noce; sin embargo, no siempre existe una conciencia clara y crí-
tica al respecto, lo cual debe trabajarse con el fin de contribuir a
transformar la conciencia del habitante de barrio respecto a si
mismo y a su comunidad. Con ello, estaremos también fortale-
ciendo el sentido de comunidad del que venimos hablando.
Seguridad Emocional
No olvidemos que
el tejido social de Este componente se refiere al sentimiento de seguridad que
una comunidad experimentan los pobladores dentro de su comunidad. Se deri-
suele ser el sostén va de dos elementos básicos. El primero de ellos se refiere a las
de la vida cotidiana condiciones objetivas de seguridad que imperan en la comuni-
y en él se apoyan dad, esto es, al nivel de amenaza personal y hacia los bienes ma-
las personas para teriales. El segundo, se refiere al conocimiento y familiaridad
resolver todo tipo que las personas sienten respecto de los demás. Esto permite
de problemas. que, aun en condiciones objetivas adversas, podamos encontrar
un alto nivel de seguridad emocional, dado que las personas “sa-
ben quién es quién”, saben a quién recurrir para resolver cada
problema y saben cómo actuar en cada circunstancia.
Como vemos, este componente del SC si bien guarda estre-
cha relación con las condiciones objetivas, no es menos cierto
que su raíz más profunda tiene que ver con aspectos de tipo sub-
jetivo. En ese orden de ideas, todo lo que podamos hacer para
fortalecer las relaciones vecinales, así como también en el pla-
no organizacional de la comunidad, contribuirá con el desarro-
llo de la seguridad emocional. No olvidemos que el tejido so-
cial de una comunidad suele ser el sostén de la vida cotidiana y
en él se apoyan las personas para resolver todo tipo de proble-
mas. En la medida en que la comunidad cuente con un tejido
social fortalecido, tanto en lo que se refiere a vínculos informa-
les como formales, en esa misma medida aumentará su seguri-
dad emocional y, por ende, el SC.
12
Inversión Personal
2. El sentido
Este componente se vincula con el SC en el sentido que cuan- de Comunidad
to más invierta una persona en su lugar de vida, tanto más sen-
tirá que ese es su lugar, desarrollará mayor arraigo y apego y
por ende, mayor SC. El caso de las comunidades de barrio ofre-
ce un ejemplo de primer orden para el desarrollo de este com-
ponente del SC, puesto que se trata de comunidades general-
mente autoconstruidas. La mayoría de las viviendas de los barrios
han sido construidas por sus propios habitantes, al igual que bue-
na parte de sus escaleras, caminerías, empotramiento de tube-
rías, entre otros. La participación del habitante de barrio en la
construcción de su hábitat, implica de por sí una descomunal
inversión de tiempo, esfuerzo, energía, creatividad y también
recursos económicos y materiales. Desde este punto de vista,
podemos considerar que el SC debería siempre estar positiva-
mente afectado por este componente. En general, es así, pero
no debemos olvidar que una cosa es que las personas hayan rea-
lizado toda esta inmensa inversión y otra que tengan plena con-
Todo grupo y toda
ciencia de su protagonismo. Es allí donde consideramos que de-
comunidad desa-
bemos centrar nuestra atención, dirigiendo acciones que permitan rrollan un conjunto
problematizar y fortalecer la conciencia respecto al valor (no de símbolos que
sólamente económico) que ha tenido esta inversión y su vincu- le son propios
lación con el SC. y que de una
u otra forma,
son compartidos
Sistema de Símbolos Compartidos por los miembros
de la misma.
Todo grupo y toda comunidad desarrollan un conjunto de
símbolos que le son propios y que de una u otra forma son com-
partidos por los miembros de la misma. Así, encontramos por
ejemplo códigos de lenguaje particulares, celebraciones, equi-
pos deportivos que representan a la comunidad, centros comu-
nitarios, espacios y lugares como esquinas, canchas o capillas, e
incluso eventos o sucesos particulares que quedaron grabados
en la historia como un símbolo que representa a una comuni-
dad determinada. Este conjunto de símbolos compartidos re-
presenta un verdadero sistema que contribuye a la unión de los
habitantes de la comunidad, reforzando su propio sentido de
identidad. Por ello, debemos plantearnos en nuestro quehacer,
identificar esos símbolos comunitarios y contribuir a su difu-
sión y mantenimiento, dado que muchas veces ocurre que de
generación en generación se van debilitando, llegando incluso
a desaparecer o perder incluso sentido para siempre. Todo ello
contribuirá al fortalecimiento del SC.
13
Integración y Satisfacción Conjunta de Necesidades
Escuela
Este componente del SC es uno de los aspectos más signi-
y Comunidad ficativos dentro del desarrollo de las comunidades de barrio. En
efecto, los barrios nacieron precisamente a partir de la necesi-
dad de vivienda no satisfecha (necesidad individual), la cual fue
resuelta a partir de una empresa colectiva dado que el barrio
mismo fue tarea de todos (necesidad colectiva). Cada habitan-
te del barrio, en sus orígenes, participó en la construcción de su
vivienda y en la de los demás; progresivamente, entre todos cons-
truyeron las condiciones mínimas de habitabilidad, al tiempo
que entre todos lucharon para evitar el desalojo, obtener mejo-
ras y tantas otras instancias en las cuales tuvieron que mante-
nerse unidos para resolver problemas que afectaban a todos por
igual. Este mismo sentido colectivo de construcción, fue per-
meando la construcción del mundo de vida y tal como decía-
mos anteriormente, buena parte de las necesidades de los habi-
tantes del barrio, desde las más cotidianas hasta las de mayor
emergencia, suelen resolverse a partir de esa red informal que
Cada habitante constituyen las relaciones comunitarias.
del barrio, en sus
Sin embargo, este proceso no puede ser visto como algo de-
orígenes, participó
finitivo, acabado y concretizado para siempre en el marco de las
en la construcción
comunidades. Por un lado, muchas comunidades han ido en-
de su vivienda
frentando un problema de desintegración importante, debido
y en la de los de-
por ejemplo a la aparición de la inseguridad, la violencia, las dro-
más; progresiva-
gas, el desempleo y, en general, condiciones muy adversas de
mente, entre todos
vida que de una u otra forma deterioran las relaciones comuni-
construyeron las
tarias, empujando a las personas al individualismo. Pero por otro
condiciones míni-
lado, podemos también encontrar comunidades donde todo es-
mas de habitabili-
te sentido colectivo ha ido perdiendo fuerza debido a lo que po-
dad, al tiempo
dríamos denominar un “debilitamiento” de la memoria colec-
que entre todos
tiva, en el sentido que las personas han ido olvidando la forma
lucharon para
en que el barrio se construyó y el sentido colectivo que les dio
evitar el desalojo,
origen y les permitió consolidarse. Buena parte de ello puede
obtener mejoras
deberse al “clientelismo partidista” y al asistencialismo que im-
y otras instancias
peró durante décadas en la relación con los barrios por parte de
los agentes externos al barrio. Estas modalidades, lejos de for-
talecer el sentido colectivo, organizativo y participativo, lo de-
bilitaron, generando pasividad y poca credibilidad en el esfuer-
zo colectivo. Estos hechos nos invitan a trabajar este componente
del sentido de comunidad desde una perspectiva de concienti-
zación, fortaleciendo procesos que permitan recuperar crítica-
mente la historia de las comunidades para que sus pobladores
14 encuentren en esa, su historia, su real protagonismo y ese sen-
tido colectivo que les permitió resolver necesidades individua-
les en la medida que se integraron al colectivo comunitario. 2. El sentido
de Comunidad
16
CAPÍTULO
LA COMUNIDAD DE BARRIO
3
La Dimensión Educativa
El nivel educativo del barrio es bajo. Las generaciones de
Resulta evidente
fundadores, casi por lo general, contaban con un nivel bajo de
por una parte,
instrucción, muchos de ellos incluso no habían pasado nunca
que los habitantes
por el sistema formal de educación. Las generaciones sucesivas
del barrio cuentan
fueron elevando el nivel de instrucción, llegando incluso al ni-
con escasas
vel universitario. Sin embargo, en los últimos años, la situación
posibilidades para
parece revertirse nuevamente y varias son las causas de ello.
poder acceder a
Además, el funcionamiento de los centros educativos del ba- puestos de trabajo
rrio, no es el más óptimo. La falta de presupuesto, las dificulta- calificados, estre-
des de los docentes para capacitarse, entre otras causas, lleva a chándose cada
que la calidad educativa en el barrio, se deteriore día a día. Den- vez más el cerco
tro de este panorama, crecen los índices de abandono escolar y de pobreza
la repitencia, al tiempo que el rendimiento académico descien- y exclusión.
de cada vez más.
Así las cosas, resulta evidente, por una parte, que los habi-
tantes del barrio cuentan con escasas posibilidades para poder
acceder a puestos de trabajo calificados, estrechándose cada vez
más el cerco de pobreza y exclusión. Por la otra, la carencia
educativa va mermando progresivamente la capacidad de las per-
sonas para convertirse en ciudadanos críticos y potencialmente
aptos para desarrollar proyectos de transformación, tanto en sus
propias vidas como en su ámbito social inmediato, todo lo cual,
obviamente, representa también un escollo difícil de superar pa-
ra el horizonte de un desarrollo sostenible e integral.
21
El Marco Jurídico-Legal
Escuela
Es esta una dimensión del barrio poco tratada y, sin embar-
y Comunidad go, de una importancia capital. En términos muy amplios, in-
tentaremos señalar algunos aspectos que es necesario incorpo-
rar al concepto de comunidad de barrio.
En primer lugar, debemos considerar que el barrio mismo
nace al margen del marco jurídico-legal. Su posterior consoli-
dación transcurre de la misma manera. Como consecuencia de
ello el barrio está al margen, por ejemplo, del Registro de Ca-
tastro. Ello significa que las viviendas del barrio no están debi-
damente identificadas, es decir, que en términos legales y jurí-
dicos, no existen como parte de la ciudad.
En segundo lugar, existe un problema en torno a la legali-
dad de la propiedad. En la mayoría de los casos las personas no
cuentan con títulos de propiedad de sus viviendas. Si bien es
bastante común que estas comunidades sean lo suficientemen-
te antiguas como para considerarlas propietarias de su territo-
rio, lo cierto es que la situación no se ha regularizado. (Bolí-
En cuarto lugar,
var,1996)
existe en los
barrios un serio En tercer lugar, casi todas las actividades económicas y co-
problema de merciales que se realizan en el barrio, tampoco se encuentran
“indocumentación”, articuladas al marco legal requerido. Así, la mayoría de las bo-
el cual lamentable- degas, kioscos o puestos de venta, se instalan en las propias
mente afecta viviendas y no cuentan con ningún tipo de registro comercial
a gran parte o industrial. Estas personas, además de no cumplir con su obli-
de la población gación frente al Estado, tampoco pueden mantener contra-
del barrio, sobre tos, no pueden solicitar préstamos y una serie de aspectos a
todo a los niños. los cuales no pueden acceder por estar al margen del marco
jurídico-legal.
En cuarto lugar, existe en los barrios un serio problema de
“indocumentación”, el cual lamentablemente afecta a gran par-
te de la población del barrio, sobre todo a los niños. Esto repre-
senta un verdadero drama, puesto que los imposibilita, por
ejemplo, para ingresar al sistema educativo y más adelante, los
excluirá inexorablemente del ejercicio pleno de su ciudadanía.
Todo ello nos muestra una faceta por demás crítica del ba-
rrio, no solamente por las consecuencias que desde el mismo
ámbito legal tiene, sino también desde el punto de vista psico-
social. La ausencia de normativa legal es una característica bá-
sica del barrio y como tal, es asumida por sus habitantes. Por
ello no es extraño que las personas tengan una percepción va-
22
ga y confusa respecto al ejercicio de la ciudadanía, asumiendo a
lo sumo una actitud de “exigencia” frente al “gobierno”, al pa- III.
recer, la única entidad que las personas asocian con el ámbito La comunidad
de la esfera política. Por ello también, el habitante de barrio no de barrio
encuentra mayor sentido en asumir responsabilidades frente a
un Estado cuya noción para él, es casi inexistente.
Ahora bien, esta breve reseña y caracterización que hemos
realizado, la cual insistimos, no agota ni cercanamente el tema,
pretende solamente resaltar algunos aspectos que nos muestran
la complejidad implícita para un proyecto que, como el nues-
tro, intenta abordar el quehacer comunitario con una vocación
transformadora. Esta complejidad, que se asoma en la multipli-
cidad de dimensiones y que muestra aspectos incluso contradic-
torios, nos debe hacer reflexionar en cuanto a la forma en que
podemos emprender la tarea. No se trata solamente de identi-
ficar y señalar la complejidad, sino sobre todo, de abordarla y
hacerlo desde los fundamentos del proyecto, lo cual obliga en-
tonces a plantearnos metodologías acordes con tales preceptos.
En ese orden de ideas, entonces, proponemos algunos princi-
Ahora bien, esta
pios orientadores y componentes metodológicos que pueden re-
breve reseña
sultarnos de utilidad.
y caracterización
que hemos
realizado, la cual
insistimos, no
agota ni cercana-
mente el tema,
pretende solamen-
te mostrar algunos
aspectos que
nos muestran la
complejidad
implícita para un
proyecto que, como
el nuestro, intenta
abordar el queha-
cer comunitario
con una vocación
transformadora.
23
4 CAPÍTULO
LA ESCUELA COMO COMUNIDAD
26
CAPÍTULO
A LGUNOS PRINCIPIOS ORIENTADORES
5
PARA EL TRABAJO DE LAS COMUNIDADES
Acción- Reflexión-Acción
Cada acción genera insumos para la reflexión y, a partir de
ella, nuevas acciones. Implica un trabajo de producción colecti-
va, donde la comunidad y la Escuela construyen nuevo conoci-
miento reflexionando críticamente en torno a las acciones imple-
mentadas y a los cambios generados. Este principio nos recuerda
la necesidad de conjugar en la práctica un sentido de discerni-
miento que proviene precisamente de la reflexión crítica y cons-
ciente en torno a nuestras acciones y nuestros objetivos.
Problematización-Concientización
Doble proceso derivado de las propuestas de Paulo Freire.
Parte del fortalecimiento comunitario se basa en el desarrollo
No es extraño en- de una conciencia crítica de la comunidad, en torno a su propia
contrar comunida- identidad, sus problemas, sus potencialidades y sus recursos. Pe-
des en condiciones ro para ello es necesario primero problematizar aquellos aspec-
de pobreza, cuyos tos que la comunidad posiblemente ha “naturalizado” y a los
miembros han que quizás se ha “habituado”, todo lo cual lleva por lo general
desarrollado visio- a que las personas acepten e incluso justifiquen condiciones des-
nes “fatalistas” favorables para sus propias vidas. No es extraño encontrar co-
y “desesperanza- munidades en condiciones de pobreza, cuyos miembros han de-
das” de la realidad, sarrollado visiones “fatalistas” y “desesperanzadas” de la realidad,
atribuyendo al des- atribuyendo al destino las causas que debieran hallar más bien
tino las causas en la propia estructura social. La implementación de este prin-
que debieran hallar cipio implica revisar la interpretación que construyen las per-
más bien en la sonas acerca de su realidad, facilitando un proceso de análisis
propia estructura crítico en torno a la misma.
social.
Todo ello nos remite a una interpretación consciente de esa
realidad, esto es, un conocimiento diferente en torno a la mis-
ma. Pero ese conocimiento no es suficiente para movilizar a la
acción, porque el conocimiento en sí mismo puede dar cuenta
de una situación e incluso describirla con bastante detalle. Sin
embargo, esa realidad puede ser considerada como algo inmu-
table, negando toda posibilidad de transformación. Desde ese
punto de vista es necesario generar un movimiento de concien-
cia y también de los afectos, que permita establecer nuevas re-
28 laciones y nuevos significados, todo lo cual podemos asociar con
ese proceso que Freire (1973) denomina la construcción del “iné-
dito viable”. V. Principios
orientadores
Este principio, que resulta particularmente orientador en tér- para el trabajo de
minos de fortalecimiento de la identidad comunitaria, debe las comunidades
también ser orientado para el tema de la ciudadanía, al cual no
le es indiferente el proyecto de EN. En términos generales, es-
te proceso debe ser abordado a partir de tres dimensiones fun-
damentales: a) capacidad para ejercer derechos, b) capacidad pa-
ra asumir responsabilidades y c) capacidad para interactuar, en
función de los dos puntos anteriores, con el Estado y demás agen-
tes sociales.
El carácter de ciudadanía ha estado ausente en estas comu-
nidades, debido a múltiples causas. Un Estado que tradicional-
mente orientó su relación con las comunidades a partir de prác-
ticas vinculadas al “clientelismo”. Otros agentes externos (como
por ejemplo algunas fundaciones, religiosos, universidades, pro-
fesionales, empresas, e incluso centros educativos) que, aun con
buena voluntad pero no muy acertados en sus planteamientos
conceptuales y metodológicos, orientaron su vinculación y tra-
bajos con las comunidades desde un marco de asistencialismo Esta característica
el cual, como ya lo mencionamos, lejos de generar organiza- ha ido consolidan-
ción y participación ciudadana, aumentó la apatía y generó de- do una forma de
pendencia para con el agente externo de turno. ver los problemas
y una forma de
A todo ello debemos sumar el ámbito de informalidad y de-
actuar sobre ellos
sarticulación de las comunidades de barrio respecto a los aspec-
caracterizada
tos jurídicos, normas urbanísticas, de salud, ambientales, cultu-
por la emergencia,
rales, donde los habitantes de las comunidades han ido resolviendo
donde muchas
en gran parte sus problemas, no siempre con acierto. Esta ca-
veces la solución
racterística ha ido consolidando una forma de ver los proble-
momentánea
mas y una forma de actuar sobre ellos caracterizada por la emer-
termina por
gencia, donde muchas veces la solución momentánea termina
acentuar el proble-
por acentuar el problema y genera problemas nuevos.
ma y genera
Si unimos estos aspectos, tenemos por una parte, a las serias problemas nuevos.
dificultades que confrontan las comunidades en relación con
los servicios públicos, su infraestructura y su escasa posibilidad
de incorporarse a modelos y/o políticas que les permitan elevar
su calidad de vida. Por la otra, a su falta de conciencia de ciu-
dadanía, lo cual impide en muchos casos a las comunidades con-
cebirse a sí mismas como parte de un cuerpo social estructura-
do en torno a un conjunto de reglas, prácticas y normativas que
regulan la relación entre los diferentes agentes y, fundamental-
mente, con el Estado.
29
Desde este punto de vista, es indispensable realizar un tra-
Escuela bajo de concientización profundo en torno a la ciudadanía, don-
y Comunidad de la comunidad comprenda e internalice que el proyecto la vin-
cula necesariamente a un marco de relación con el Estado y con
otros agentes sociales, dentro de un ámbito de derechos y res-
ponsabilidades.
Fortalecimiento
Libre traducción del “empowerment” (algunos lo traducen
como “empoderamiento”), este principio implica contribuir a
potenciar recursos tanto a través de la concientización y pro-
blematización, cuanto por la transferencia de herramientas y com-
petencias específicas que les permitan controlar sus acciones,
cobrar conciencia de su realidad y actuar sobre ella en forma or-
ganizada y eficiente. Desde este punto de vista, se debe evitar
que la acción comunitaria se convierta en un marco de asis-
tencialismo. Por el contrario, cada interacción con la comuni-
dad, debe ser concebida como una oportunidad para problema-
tizar, activar y “catalizar” recursos de la comunidad, a través de
una reflexión crítica permanente. En ese orden de ideas deben
incorporarse estrategias que posibiliten condiciones para que la
comunidad se interpele sobre la realidad de sus problemas, sus
causas, consecuencias y la forma de solucionarlos.
En ese sentido se debe tener presente que esta modalidad
debe aplicarse en todo ámbito de interacción. Esto significa que
deben identificarse estas oportunidades tanto a nivel individual,
grupal, institucional, comunitario y, en términos más amplios,
social.
Organización y Participación
Buena parte del quehacer comunitario que intente contri-
buir con las comunidades desde una perspectiva no asistencia-
lista, debe considerar este principio como un elemento básico.
Sin organización difícilmente puede haber participación orien-
tada y, sin ella, la comunidad no podrá hacerse cargo en forma
consciente y adecuada de los asuntos públicos que le competen.
Esto implica que cualquier tarea, por sencilla que sea, debe ser
cuidadosamente planificada en función de la participación or-
ganizada. De esta forma, la comunidad va progresivamente in-
corporando esta modalidad a su cotidianeidad, hasta que se con-
vierte en un “hábito ciudadano” de hacer las cosas.
30
Gestión y Cogestión Comunitaria
V. Principios
Se orienta al desarrollo de acciones que permitan a la comu- orientadores
nidad participar en los asuntos públicos que le competen, den- para el trabajo de
tro de un marco de ciudadanía y en pleno ejercicio de sus dere- las comunidades
chos y responsabilidades. Este principio nos recuerda, además,
que la organización y participación comunitaria no deben que-
darse “encerradas” en los límites de la comunidad, sino que ade-
más, deben transcender su propio ámbito y penetrar el espacio
público de las decisiones.
31
6 CAPÍTULO
METODOLOGÍA
1. Familiarización
Debemos adecuar Esta primera fase, tal como su nombre lo sugiere, implica
esta fase conside- que tanto la Escuela como la comunidad comiencen un proce-
rando que la so de familiarización mutua. Implica establecer relaciones de con-
Escuela forma par- fianza, respeto y credibilidad. Debemos adecuar esta fase con-
te de la comunidad siderando que la Escuela forma parte de la comunidad y, en ese
y, en ese sentido, sentido, es posible que gran parte de esta fase ya esté cumplida.
es posible que gran No obstante, es necesario examinar cómo es la relación Escue-
parte de esta fase la-Comunidad. En no pocos casos, la Escuela no va más allá de
ya esté cumplida. sus propios límites. Esto trae como consecuencia que la comu-
No obstante, es nidad perciba a la Escuela como un ente ajeno a ella. En esos
necesario examinar casos, la Escuela debe implementar estrategias que le permitan
cómo es la relación articularse con la comunidad en forma adecuada.
Escuela-Comunidad.
3. Devolución y Jerarquización
Una vez procesado el diagnóstico comunitario, se procede
a la “Devolución” y “Jerarquización” de las necesidades. Esta
fase se propone como objetivo participar junto con la comuni-
dad en el análisis y comprensión de su situación. Es un momen-
to particularmente propicio para problematizar junto a la co-
munidad en torno a la realidad del barrio. El análisis conjunto
acerca de esa realidad, debe ser “facilitado” a partir de una vi-
sión crítica, donde la comunidad pueda “investigarse” a sí mis- Por otra parte,
ma, conociendo sus propias características, analizando causas y este conocimiento
consecuencias de sus problemas y asumiendo y proponiendo so- sistematizado que
luciones. hemos obtenido
con el diagnóstico,
Por otra parte, este conocimiento sistematizado que hemos debe trabajarse
obtenido con el diagnóstico, debe trabajarse para poder deter- para poder deter-
minar cuáles serán las acciones que se emprenderán. Esto sig- minar cuáles serán
nifica que debe realizarse un análisis adecuado de las priorida- las acciones que
des que representan los problemas y necesidades detectadas, al se emprenderán.
tiempo que también debe tomarse en cuenta cuáles serán los re-
cursos más adecuados para enfrentarlas. En algunos casos, los
problemas detectados pueden ser de tal magnitud que posible-
mente su solución no dependa de una sola variable. En ese or-
den de ideas, la “Jerarquización” debe establecer una vincula-
ción entre los problemas, sus causas y los recursos, a los efectos
de realizar acciones “viables” y precisas.
En esta fase la Escuela puede asumir un rol fundamental,
implementando estrategias de difusión de los resultados del
diagnóstico y generando espacios para el análisis y la discu-
sión de los mismos. Estas estrategias pueden incluir elabora-
ción de carteleras, volantes, folletos y, en general, toda estra-
tegia que permita difundir los resultados obtenidos. Para la
discusión, la Escuela puede convocar reuniones y actividades
grupales donde se exponen los resultados y se orienta la dis-
cusión crítica de los mismos, con el fin de concientizar en tor-
no a los problemas encontrados, así como a la visualización de
las posibles soluciones. 39
4. Diseño e Implementación de Acciones
Escuela
En base a los resultados obtenidos a partir del diagnóstico
y Comunidad se podrán formular los proyectos de intervención. En ese sen-
tido, el primer paso debe ser la formulación del proyecto, el cual
en términos generales, debe considerar los siguientes compo-
nentes:
❖ Descripción de la comunidad y el Agente Externo
(En este caso, la Escuela)
❖ Exposición de los resultados del diagnóstico, con el res-
pectivo análisis, el cual servirá de justificación para el pro-
yecto.
❖ Exposición del proyecto, describiendo objetivos, estra-
tegias, actividades, metas, recursos requeridos y crono-
grama estimado.
5. Evaluación
Por último, se deben contemplar estrategias de evaluación
que permitan constatar el impacto del proyecto y los resultados
obtenidos. Estas estrategias se orientarán, en parte, por el prin-
cipio de Acción-Reflexión que ya hemos mencionado y el cual
supone mantener una reflexión crítica permanente en relación
con cada acción implementada y los resultados obtenidos.
Pero, adicionalmente a ello, pueden implementarse estrate-
gias de evaluación estructuradas en torno a actividades de in-
vestigación que puedan identificar los cambios ocurridos una
vez que se han desarrollado las acciones. En ese orden de ideas,
destacamos una vez más el potencial de la Escuela como agen-
te capaz de mantener estas actividades en forma permanente den-
tro del contexto de la comunidad.
40
ANEXOS
7
ANEXO 1
Recrear la comunidad escolar y educativa
La educación debe ser un medio al servicio del desarrollo de
toda la comunidad local. En este sentido, el trabajo con la co-
munidad escolar es sólo una parte de nuestra tarea institucio-
nal: no podemos limitarnos a trabajar únicamente con los acto-
res escolares del proceso educativo (educadores, educandos,
padres y representantes); debemos orientar nuestra acción a tra-
bajar también con las comunidades locales y con las organiza-
ciones que la representan. Por ello, debemos:
43
ANEXO 2
Escuela
La integración con la comunidad
y Comunidad
Para Fe y Alegría, la Educación Popular es una práctica edu-
cativa estrechamente ligada a las comunidades populares, en una
perspectiva de cambio social. Un programa educativo-isla, ce-
rrado a la comunidad y sus problemas, es un contrasentido en
Educación Popular. Los centros educativos populares, forma-
les y no formales, deben ligarse a las necesidades locales y ser
espacios abiertos donde la comunidad se cuestiona a sí misma,
va madurando, se va politizando y así se va historizando. En bre-
ve, los centros educativos deben sufrir con la comunidad sus co-
munes dolores, expresar sus sueños y esperanzas y celebrar sus
pequeños triunfos e ilusiones en la tarea de transformar la rea-
lidad. Esto supone para las escuelas, un cambio de concepción
y de actitudes no sólo en los directivos, educadores y alumnos,
sino también en los padres y representantes que con frecuen-
cia, consideran que su labor educativa llega hasta inscribir al hi-
jo o la hija en el centro educativo. Este cambio sólo será posi-
ble si todos los involucrados comenzamos a entender que la
Educación Popular va mucho más allá de transmitir ciertos co-
nocimientos, habilidades, destrezas y conductas, pues implica
la búsqueda y construcción colectiva de formas de vida cada vez
más humanas.
En general, pero muy especialmente para los centros y pro-
gramas de educación no formal, supone un esfuerzo conciente
y sistemáticamente orientado a “fortalecer las comunidades popu-
lares en cuanto a: su capacidad de decisión, su participación ciudada-
na, su formación crítica, el conocimiento y ejercicio de los deberes y de-
rechos, su vivencia de valores, su capacidad para discernir entre lo que
humaniza y deshumaniza, su capacidad propositiva, su capacidad pa-
ra organizarse, su capacidad de construir un mundo sin excluidos, sin
oprimidos, sin empobrecidos, un mundo de hijos, de hermanos, de re-
creadores de la creación”, como se postula en el Documento Final
del XXX Congreso Internacional de Fe y Alegría de Lima, en
2000, sobre Educación Popular, Comunidad y Desarrollo Sus-
tentable. La concreción de este reto pasa por la promoción e
impulso, desde los espacios en los cuales está presente el Movi-
miento, de las líneas de acción delimitadas en dicho Congreso.
46
INDICE
Introducción 5
Capítulo 6. Metodología
La Complejidad del Quehacer Comunitario..................32
Conocer para Transformar ............................................33
Transformar primero nuestras creencias ........................34
Las Herramientas para la Investigación ........................35
Fases del Trabajo Comunitario ......................................35 47
Anexos
Anexo 1
Recrear la comunidad escolar y educativa ......................41
Anexo 2
La integración con la comunidad ..................................44
48